AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La paura tornerà domani... [Anuar]
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La paura tornerà domani... [Anuar]
Muchos humanos peleaban día y noche contra sus propios recuerdos, los más dolorosos o aquellos felices que le condenaban a la más pura miseria. Y mientras, yo, luchaba por encontrar hasta el más mínimo detalle, con todo lo que aquello conllevaba. Pero claramente, buscar mis recuerdos no era algo agradable. Siempre salía malparado.
Me había privado de dormir, de intentar recordar la sonrisa de Flavio para no sentirme tan vacío, me privaba de dibujar para no plasmar el dolor de su falta. En realidad, lo que más miedo me daba era plasmarle sonriendo y tener que enfrentarme a aquel gesto de su rostro. Recordarle así solo me hacía más daño, sabiendo que no había podido impedir su muerte y que mucho menos, podía recuperarle ya.
Mi mente había reaparecido y la tortura a la que me veía obligado sufrir era demasiado para mí. Me hacía sentirme más débil, más inútil. Sin ganas de seguir adelante, sin ganas de rebuscar más en mi mente, de continuar con aquella maldita vida a la que me veía condenado. Cerrar los ojos era un privilegio al que no podía arriesgarme, pues la imagen de mi creadora volvía a mi mente con aquellas sensaciones: la impotencia, el miedo, el saberse casi muerto... no, no podía permitirmelo. Dormir, por consiguiente, era un lujo demasiado caro. Con cada intento por descansar solo recibía dosis de mi dolor, recuerdos de la muerte de Flavio, de su sonrisa, tan lejana a mí...
Pero aquella mañana, cuando el sol apareció y tuve que ocultarme en el rincón más oscuro del sótano para no sentir como la piel se me quemaba dolorosamente, mi cansacio venció la batalla y acabé durmiéndome en aquel rincón, apoyado contra la pared.
Me desperté con un fuerte grito. Otra vez, otra vez aquella imagen, otra vez aquel dolor atravesando mi pecho. Tembloroso cubrí mi rostro con ambas manos para deslizarlo por mi pelo mientras mi mirada quedaba fija en el suelo. El tiritar de mis dientes rompía el silencio del sótano, y pude notar como la luna brillaba ya por la ventana.
Tuve que apoyarme en la pared para levantarme, y así lo hice. Me apoyé en ésta cuando ya estaba de pie y oculté mi rostro entre ésta y mi brazo. Las lágrimas derramadas ya no servían de nada, ya no podía sentir como recorrían mi mejilla o como quemaban mi rostro. Ya no podía sentir nada, otra vez.
Me giré apoyando la espalda en la pared e intenté recobrar la calma normal de mi respiración y mi cuerpo. ¿Por qué mi mente me castigaba de aquella manera? ¿Me lo merecía?
Dejaste que muriese. Lo mereces.
Apreté los ojos con fuerza en mi solitario dolor e intenté dejar la mente en blanco para no seguir viendo aquella dolorosa imagen. Ni siquiera recordar la sonrisa de Flavio podía calmar aquel dolor, aquella soledad.
No me sentía con las fuerzas suficientes como para pasar aquella noche solo, no podía asegurar que no intentase hacerme algo con aquel dolor dentro de mí. Necesitaba a alguien a mi lado en aquel momento... y por suerte, podía decir que tenía un sitio donde acudir.
Salir del sótano del sanatorio no fue complicado, la costumbre hacía que cada vez fuera más fácil.
El brillo intenso de la luna golpeó contra mis cansados ojos y tuve que cubrirlos hasta que se acostumbraron a la luz. Caminé perdido en el vacío que sentía en mi mente. Caminé hasta llegar a aquel piso que días atrás había conocido.
En este lugar, el tercer piso, recordé que decía la voz de Anuar en mi mente. Agradecí a su recuerdo el haber roto el vacío que la inundaba, y el deseo de hablar con él y estar a su lado se hizo más grande al instante.
Sentí una extraña vergüenza al subir el primer escalón del edificio, ¿no sería demasiado descarado aparecer sin invitación? Puedes venir cuando quieras la puerta de mi piso jamás esta cerrada, ¿debía tomarme aquello al pie de la letra? Para cuando quise dar respuesta a todas aquellas cuestiones estaba en el tercer piso. Observé el lugar con la mirada, aún con el pulso tembloroso, y luché buscando la calma interior. No quería contarle a Anuar nada de lo que había sucedido aquella noche, simplemente deseaba su presencia. Eso bastaría... ¿verdad?
Me había privado de dormir, de intentar recordar la sonrisa de Flavio para no sentirme tan vacío, me privaba de dibujar para no plasmar el dolor de su falta. En realidad, lo que más miedo me daba era plasmarle sonriendo y tener que enfrentarme a aquel gesto de su rostro. Recordarle así solo me hacía más daño, sabiendo que no había podido impedir su muerte y que mucho menos, podía recuperarle ya.
Mi mente había reaparecido y la tortura a la que me veía obligado sufrir era demasiado para mí. Me hacía sentirme más débil, más inútil. Sin ganas de seguir adelante, sin ganas de rebuscar más en mi mente, de continuar con aquella maldita vida a la que me veía condenado. Cerrar los ojos era un privilegio al que no podía arriesgarme, pues la imagen de mi creadora volvía a mi mente con aquellas sensaciones: la impotencia, el miedo, el saberse casi muerto... no, no podía permitirmelo. Dormir, por consiguiente, era un lujo demasiado caro. Con cada intento por descansar solo recibía dosis de mi dolor, recuerdos de la muerte de Flavio, de su sonrisa, tan lejana a mí...
Pero aquella mañana, cuando el sol apareció y tuve que ocultarme en el rincón más oscuro del sótano para no sentir como la piel se me quemaba dolorosamente, mi cansacio venció la batalla y acabé durmiéndome en aquel rincón, apoyado contra la pared.
Los cuatro hombres vestidos con túnicas negras sujetaban a aquel joven de rostro descompuesto y ojos oscurecidos por el miedo que le inundaba. El verde mate de su mirada se veía oculto por miles de lágrimas que no dejaban de caer de sus ojos, gritando sus súplicas de clemencia... inútiles ante aquellos despiadados siervos del señor.
-¡Soltádme...! ¡Por favor, soltadme...!
Su grave pero aniñada voz se vio silenciada por un fuerte puñetazo en su cara. Comenzó entonces a llorar con más fuerza, ¿qué había hecho él para merecer todo aquello? ¿Qué error había cometido para ganarse aquel castigo? Las fuerzas escaseaban en su cuerpo, magullado y ensangrentado. Llevaban ya horas abusando de él, de un niño de 17 años. Abusaban de él buscando aquel plácer que su misma vocación prohibía, abusaban de él como un juguete roto al que abandonarían al cansarse. ¿Y que podía hacer el chico? ¿Quién acudiría a su ayuda en aquel lugar?
Comenzaron entonces los golpes en su espalda, la cual arqueó gritando de dolor. El resto de su ropa fue despojada, y hasta el atardecer, Flavio fue violado y golpeado hasta quedar ya moribundo. Así fue abandonado a su suerte hasta morir...
-¡Soltádme...! ¡Por favor, soltadme...!
Su grave pero aniñada voz se vio silenciada por un fuerte puñetazo en su cara. Comenzó entonces a llorar con más fuerza, ¿qué había hecho él para merecer todo aquello? ¿Qué error había cometido para ganarse aquel castigo? Las fuerzas escaseaban en su cuerpo, magullado y ensangrentado. Llevaban ya horas abusando de él, de un niño de 17 años. Abusaban de él buscando aquel plácer que su misma vocación prohibía, abusaban de él como un juguete roto al que abandonarían al cansarse. ¿Y que podía hacer el chico? ¿Quién acudiría a su ayuda en aquel lugar?
Comenzaron entonces los golpes en su espalda, la cual arqueó gritando de dolor. El resto de su ropa fue despojada, y hasta el atardecer, Flavio fue violado y golpeado hasta quedar ya moribundo. Así fue abandonado a su suerte hasta morir...
Me desperté con un fuerte grito. Otra vez, otra vez aquella imagen, otra vez aquel dolor atravesando mi pecho. Tembloroso cubrí mi rostro con ambas manos para deslizarlo por mi pelo mientras mi mirada quedaba fija en el suelo. El tiritar de mis dientes rompía el silencio del sótano, y pude notar como la luna brillaba ya por la ventana.
Tuve que apoyarme en la pared para levantarme, y así lo hice. Me apoyé en ésta cuando ya estaba de pie y oculté mi rostro entre ésta y mi brazo. Las lágrimas derramadas ya no servían de nada, ya no podía sentir como recorrían mi mejilla o como quemaban mi rostro. Ya no podía sentir nada, otra vez.
Me giré apoyando la espalda en la pared e intenté recobrar la calma normal de mi respiración y mi cuerpo. ¿Por qué mi mente me castigaba de aquella manera? ¿Me lo merecía?
Dejaste que muriese. Lo mereces.
Apreté los ojos con fuerza en mi solitario dolor e intenté dejar la mente en blanco para no seguir viendo aquella dolorosa imagen. Ni siquiera recordar la sonrisa de Flavio podía calmar aquel dolor, aquella soledad.
No me sentía con las fuerzas suficientes como para pasar aquella noche solo, no podía asegurar que no intentase hacerme algo con aquel dolor dentro de mí. Necesitaba a alguien a mi lado en aquel momento... y por suerte, podía decir que tenía un sitio donde acudir.
Salir del sótano del sanatorio no fue complicado, la costumbre hacía que cada vez fuera más fácil.
El brillo intenso de la luna golpeó contra mis cansados ojos y tuve que cubrirlos hasta que se acostumbraron a la luz. Caminé perdido en el vacío que sentía en mi mente. Caminé hasta llegar a aquel piso que días atrás había conocido.
En este lugar, el tercer piso, recordé que decía la voz de Anuar en mi mente. Agradecí a su recuerdo el haber roto el vacío que la inundaba, y el deseo de hablar con él y estar a su lado se hizo más grande al instante.
Sentí una extraña vergüenza al subir el primer escalón del edificio, ¿no sería demasiado descarado aparecer sin invitación? Puedes venir cuando quieras la puerta de mi piso jamás esta cerrada, ¿debía tomarme aquello al pie de la letra? Para cuando quise dar respuesta a todas aquellas cuestiones estaba en el tercer piso. Observé el lugar con la mirada, aún con el pulso tembloroso, y luché buscando la calma interior. No quería contarle a Anuar nada de lo que había sucedido aquella noche, simplemente deseaba su presencia. Eso bastaría... ¿verdad?
Invitado- Invitado
Re: La paura tornerà domani... [Anuar]
La obscuridad se cernía como completa dueña de la noche con sus secuaces siempre invictos con sus problemas inconclusas con sus hijos, aquellos que el bien conocía rondando por las calles parisianas a la espera de una víctima suerte tenia de no haberse convertido ya en el dichoso aperitivo de un ansioso por la sangre, se habia quedado dormido en el lecho que esperaba morir algun dia porque en verdad deseaba morir por edad y mientras dormía y no por algun otro extraño motivo ¿con unos colmillos aferrados a su cuello? ¿o unas garras atravesándole el estomago?
Se encontraba pues su cuerpo tendido sobre la cama, de lado, con la mejilla casi adherida al colchón rechinante ya por los años y el uso las pesadillas se habían colado por su ventana introduciéndose en sus sueños con la salida del astro rey quien parecía velar por sus sueños mas ahora, ahora que no estaba nada podia hacer para impedirle atormentase con aquellas pesadillas que poco mas faltaba para que se volviesen realidad aunque; sus pesadillas antes de ser sueños fueron realidad, lo sabia si, lo sabia.
Su cuello yacía rodeado por una soga en aquel objeto que solian llamar patíbulo, sus manos hatadas tras su espalda vestido de blanco y con el rostro descubierto, el rostro intacto porque no podían dejar que la sociedad viese la tortura que tras la muerte habia, el cuerpo bajo la blanca tela era el que se encontraba destrozado, de puntas encima de la plataforma de madera mas lijada, las astillas encarnándose en sus dedos ya solo sintiéndose como hormigas de campo.
-¡que lo ahorquen!- escucho gritar en la aglomeración, su rostro compungiéndose al razonar todo aquello -¡que lo crucifiquen!- se escucho instantes después y un burdo si fue audible por toda la ciudad como si la población entera reunida alrededor del espectáculo pudiese hacer resonar las calles porque lo gritaron una vez y el eco se encargaba de esparcirlo mil mas, era escuchar un coro de demonios aclamando por su muerte el, a quien nunca antes tantos ojos habían observado.
Y en primera fila se encontraba aquel pequeño aquel que antes habia visto ¿era acaso una parte de el mismo que habia fallecido en antaño? No estaba seguro pero su taciturno rostro le observaba, le atravesaba el alma como las mas duras dagas, cercenándole por dentro algo mas que el simple cuerpo, su alma caia a pedazos y los cuervos venían ya, pintados de negro como aves de la muerte ¿por qué? Los relatos los habían tomado como aberrantes aves no era su culpa carecer de belleza ¿no lo era cierto? O quizá algun mal habían causado antes y pagaban ahora su condenado siendo odiados por los que en su lecho de muerte se encontraban.
La palanca rechino, sus ojos se cerraron y la fuerza que tensaba su cuello se disipo al tiempo que su cuerpo se alzaba de la cama con una velocidad sorprendente, observo en derredor mas ningún movimiento descubrió que algún ser o pesadilla merodease el lugar, un sudor frio perlada su cuerpo humedeciendo su flequillo, se limpio de un manotazo tomando las sabanas para restregarlas por su cuerpo, no era pesadillas comparables con las que tenia cuando Angeliqué no arribaba aun a su vida, sonrio tranquilo sabiendo que no volveria a soñar con eso.
Ahora las pesadillas eran diferentes era su propia muerte su propio castigo por no detener el homicidio, su cuello sujeto a la soga, el niño en primera fila, la gente clamando justicia, los cuervos comiendo su alma, el sol lamiendo su cuerpo, el hombro moviendo la palanca, el suelo abrirse ante el, su muerte…su inminente muerte, apretó los parpados con fuerza levantándose, saliendo a traspiés de la habitación hasta llegar a la vacia galería, ni un cuadro aquí ni uno mas alla, vacio, abrió la puerta de cristal que daba al balcón, rechinando por lo viejo, sintió el gélido aire casi abofetearle el rostro, la soledad se instalaba nuevamente como fiel compañera.
Se encontraba pues su cuerpo tendido sobre la cama, de lado, con la mejilla casi adherida al colchón rechinante ya por los años y el uso las pesadillas se habían colado por su ventana introduciéndose en sus sueños con la salida del astro rey quien parecía velar por sus sueños mas ahora, ahora que no estaba nada podia hacer para impedirle atormentase con aquellas pesadillas que poco mas faltaba para que se volviesen realidad aunque; sus pesadillas antes de ser sueños fueron realidad, lo sabia si, lo sabia.
Su cuello yacía rodeado por una soga en aquel objeto que solian llamar patíbulo, sus manos hatadas tras su espalda vestido de blanco y con el rostro descubierto, el rostro intacto porque no podían dejar que la sociedad viese la tortura que tras la muerte habia, el cuerpo bajo la blanca tela era el que se encontraba destrozado, de puntas encima de la plataforma de madera mas lijada, las astillas encarnándose en sus dedos ya solo sintiéndose como hormigas de campo.
-¡que lo ahorquen!- escucho gritar en la aglomeración, su rostro compungiéndose al razonar todo aquello -¡que lo crucifiquen!- se escucho instantes después y un burdo si fue audible por toda la ciudad como si la población entera reunida alrededor del espectáculo pudiese hacer resonar las calles porque lo gritaron una vez y el eco se encargaba de esparcirlo mil mas, era escuchar un coro de demonios aclamando por su muerte el, a quien nunca antes tantos ojos habían observado.
Y en primera fila se encontraba aquel pequeño aquel que antes habia visto ¿era acaso una parte de el mismo que habia fallecido en antaño? No estaba seguro pero su taciturno rostro le observaba, le atravesaba el alma como las mas duras dagas, cercenándole por dentro algo mas que el simple cuerpo, su alma caia a pedazos y los cuervos venían ya, pintados de negro como aves de la muerte ¿por qué? Los relatos los habían tomado como aberrantes aves no era su culpa carecer de belleza ¿no lo era cierto? O quizá algun mal habían causado antes y pagaban ahora su condenado siendo odiados por los que en su lecho de muerte se encontraban.
La palanca rechino, sus ojos se cerraron y la fuerza que tensaba su cuello se disipo al tiempo que su cuerpo se alzaba de la cama con una velocidad sorprendente, observo en derredor mas ningún movimiento descubrió que algún ser o pesadilla merodease el lugar, un sudor frio perlada su cuerpo humedeciendo su flequillo, se limpio de un manotazo tomando las sabanas para restregarlas por su cuerpo, no era pesadillas comparables con las que tenia cuando Angeliqué no arribaba aun a su vida, sonrio tranquilo sabiendo que no volveria a soñar con eso.
Ahora las pesadillas eran diferentes era su propia muerte su propio castigo por no detener el homicidio, su cuello sujeto a la soga, el niño en primera fila, la gente clamando justicia, los cuervos comiendo su alma, el sol lamiendo su cuerpo, el hombro moviendo la palanca, el suelo abrirse ante el, su muerte…su inminente muerte, apretó los parpados con fuerza levantándose, saliendo a traspiés de la habitación hasta llegar a la vacia galería, ni un cuadro aquí ni uno mas alla, vacio, abrió la puerta de cristal que daba al balcón, rechinando por lo viejo, sintió el gélido aire casi abofetearle el rostro, la soledad se instalaba nuevamente como fiel compañera.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 25/06/2010
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Re: La paura tornerà domani... [Anuar]
Las dudas me abordaron cuando estuve a punto de pronunciar su nombre. ¿No era egoísta todo aquello? ¿No era aprovecharse del chico?
Negué con la cabeza sacando aquello pensamientos de mi cabeza, solo quería estar un momento a su lado, solo necesitaba estar un rato con él para olvidar todos los miedos que me inundaban.
La siguiente pregunta que abordó mi mente fue si podría fingir estar bien para que Anuar no se preocupase por mí y pudiéramos mantener una charla un tanto normal, o al menos, diferente a las que habíamos tenido ya. Me froté la nuca cansado, notando como mi mano aún temblaba. Demonios.
Tomé aliento un segundo para intentar calmarme, cuando se oyó el chirriar de una cama y un brusco movimiento, luego, el sonido de una puerta abriéndose. Aquel tenía que ser Anuar...
Me decidí finalmente a llamar a la puerta con suavidad, esperaba no tomarle por sorpresa o en mal momento, eso era lo último que me faltaba aquella noche.
Golpeé la puerta con los nudillos un par de veces, con golpes rápidos y secos. A fin de cuentas, todo aquello me producía una extraña vergüenza... pero se suponía que la gente que se tenía cariño se visitaba, ¿no? Al menos había oído que los amigos hacían eso, ¿por qué no podía hacerlo yo?
Porque solo vienes a ahogar tus penas sin importarte las suyas
-Mentira....- murmuré con debilidad en medio de aquel corredor vacío. Solo faltaba que apareciese un vecino y me encontrase hablando solo, que absurdo.
Me reí levemente ante mi propia tontería negando con la cabeza, y esperé unos segundos a que alguien respondiese al otro lado, ¿y si no me había oído? ¡Pero porqué estaba tan nervioso!
-¿Anuar...?.- pregunté en voz alta volviendo a golpear la puerta suavemente
Aguardé de nuevo a que la puerta se abriese o al menos se oyese algún ruido que me indicase que era Anuar el que estaba en casa y no algún ladrón.
Suspiré cuando la paciencia comenzó a fallarme, y me apoyé en la pared contigua a la puerta. Necesitaba calmar todo aquel alboroto mental, todas aquellas imágenes que se repetían una y otra vez, recordándome la muerte de Flavio una y otra vez.
Qué contradictorio, tantos años deseando recordar y en aquel momento deseaba poder olvidarme de la muerte de mi hermano, de sus lágrimas, de su dolor... ¿por qué no le había recordado simplemente sonriendo? Otro suspiro más doloroso que el anterior se escapó de mi boca, y apoyé un brazo en la pared para luego apoyar mi cabeza sobre éste, cerrando los ojos para poder descansar aunque fuera solo un segundo, uno en el que no recordase todo el dolor que me acompañaba a cada instante.
Negué con la cabeza sacando aquello pensamientos de mi cabeza, solo quería estar un momento a su lado, solo necesitaba estar un rato con él para olvidar todos los miedos que me inundaban.
La siguiente pregunta que abordó mi mente fue si podría fingir estar bien para que Anuar no se preocupase por mí y pudiéramos mantener una charla un tanto normal, o al menos, diferente a las que habíamos tenido ya. Me froté la nuca cansado, notando como mi mano aún temblaba. Demonios.
Tomé aliento un segundo para intentar calmarme, cuando se oyó el chirriar de una cama y un brusco movimiento, luego, el sonido de una puerta abriéndose. Aquel tenía que ser Anuar...
Me decidí finalmente a llamar a la puerta con suavidad, esperaba no tomarle por sorpresa o en mal momento, eso era lo último que me faltaba aquella noche.
Golpeé la puerta con los nudillos un par de veces, con golpes rápidos y secos. A fin de cuentas, todo aquello me producía una extraña vergüenza... pero se suponía que la gente que se tenía cariño se visitaba, ¿no? Al menos había oído que los amigos hacían eso, ¿por qué no podía hacerlo yo?
Porque solo vienes a ahogar tus penas sin importarte las suyas
-Mentira....- murmuré con debilidad en medio de aquel corredor vacío. Solo faltaba que apareciese un vecino y me encontrase hablando solo, que absurdo.
Me reí levemente ante mi propia tontería negando con la cabeza, y esperé unos segundos a que alguien respondiese al otro lado, ¿y si no me había oído? ¡Pero porqué estaba tan nervioso!
-¿Anuar...?.- pregunté en voz alta volviendo a golpear la puerta suavemente
Aguardé de nuevo a que la puerta se abriese o al menos se oyese algún ruido que me indicase que era Anuar el que estaba en casa y no algún ladrón.
Suspiré cuando la paciencia comenzó a fallarme, y me apoyé en la pared contigua a la puerta. Necesitaba calmar todo aquel alboroto mental, todas aquellas imágenes que se repetían una y otra vez, recordándome la muerte de Flavio una y otra vez.
Qué contradictorio, tantos años deseando recordar y en aquel momento deseaba poder olvidarme de la muerte de mi hermano, de sus lágrimas, de su dolor... ¿por qué no le había recordado simplemente sonriendo? Otro suspiro más doloroso que el anterior se escapó de mi boca, y apoyé un brazo en la pared para luego apoyar mi cabeza sobre éste, cerrando los ojos para poder descansar aunque fuera solo un segundo, uno en el que no recordase todo el dolor que me acompañaba a cada instante.
Invitado- Invitado
Re: La paura tornerà domani... [Anuar]
Se encontraba por salir al balcón con aquel gélido aire inundando el ambiente y las tinieblas embargando todo a su paso cuando el golpeteo de la puerta de hizo girarse con la puerta ya abierta y el aire recorriendo la habitación cual jauría de lobos hambrientos ¿Quién era aquel que llamaba desde el otro lado de la puerta su nombre? No tuvo que hacer demasiada memoria para lograr ubicar aquella voz, dejo el ventanal abierto mientras se encaminaba a la puerta para abrirla y dejar pasar a quien tocaba quizá desde hacia mucho.
Sus pasos resonaron por la habitación aquel sonido que jamás le dejaba en paz le acompañaba cuando andaba por el empedrado, cuando atravesaba la galería, al bajar los peldaños aquel clap-clap que comenzaba a hacerse molesto como mas nada podia serlo porque no habia forma de alejarlo, se hacerlo desaparecer. Su mano se poso en el pomo de la puerta haciéndolo girar sin mas porque cuando le habia dicho que la puerta jamás tenia cerrojo lo decía mas de un modo literal no solia encerrarse en aquel lugar la puerta un lujo que el dueño del edificio le habia colocado después de la golpiza que habia recibido, uno no podia encerrar al arte o por lo menos eso creía el.
La puerta se abrió con aquel sonido de ultratumba causado por los años y la falta de cuidado observo entonces aquel cuerpo recargado de la pared sus ojos yacían cerrados como si cansado de esperar hubiese decidido “dormir” un rato –Eric- llamo en voz baja intentando no despertarlo con brusquedad suponía que a nadie le gustaba dejar su letargo por unas palabras poco amables o un similar.
Estiro su mano apoyándola sobre el hombro ajeno esperando a que se moviera o diese señal de vida para invitarlo a pasar a su galería y vivienda ¿Qué lo llevaba a visitarlo aquella noche cualquiera? Negó internamente era un alivio saber que las pesadillas no solían atormentarlo cuando estaba en compañía, compañía si, eso era lo que necesitaba.
Sus pasos resonaron por la habitación aquel sonido que jamás le dejaba en paz le acompañaba cuando andaba por el empedrado, cuando atravesaba la galería, al bajar los peldaños aquel clap-clap que comenzaba a hacerse molesto como mas nada podia serlo porque no habia forma de alejarlo, se hacerlo desaparecer. Su mano se poso en el pomo de la puerta haciéndolo girar sin mas porque cuando le habia dicho que la puerta jamás tenia cerrojo lo decía mas de un modo literal no solia encerrarse en aquel lugar la puerta un lujo que el dueño del edificio le habia colocado después de la golpiza que habia recibido, uno no podia encerrar al arte o por lo menos eso creía el.
La puerta se abrió con aquel sonido de ultratumba causado por los años y la falta de cuidado observo entonces aquel cuerpo recargado de la pared sus ojos yacían cerrados como si cansado de esperar hubiese decidido “dormir” un rato –Eric- llamo en voz baja intentando no despertarlo con brusquedad suponía que a nadie le gustaba dejar su letargo por unas palabras poco amables o un similar.
Estiro su mano apoyándola sobre el hombro ajeno esperando a que se moviera o diese señal de vida para invitarlo a pasar a su galería y vivienda ¿Qué lo llevaba a visitarlo aquella noche cualquiera? Negó internamente era un alivio saber que las pesadillas no solían atormentarlo cuando estaba en compañía, compañía si, eso era lo que necesitaba.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: La paura tornerà domani... [Anuar]
La calma decidió empezar a hacerme compañía de forma paulatina, pero aún así decidí mantener los ojos cerrados un poco más. Estaba tan agotado que sentía los ojos quemarme si los mantenía demasiado tiempo abiertos.
–Eric.- me llamó por fin en voz baja la voz de Anuar. Su mano se posó en mi hombro y giré el rostro para observarle.
-Anuar.- susurré con tranquilidad, sin darme cuenta de que una media sonrisa se había dibujado en mi rostro. Le observé unos segundos y fruncí el ceño en un leve deje de preocupación. -Estás sudando....- murmuré limpiando el sudor de su frente con la manga de mi chaquetón. -¿Estás bien?
Aquella preocupación que despertaba en mí ya no parecía un visitante extraño dentro de mí, comenzaba a sentirlo como algo normal y entre todo aquel dolor, no podía evitar que aquel simple hecho me alegraba un poco. Terminé de limpiar el sudor de su frente mirando sus iris dorados, parecía bastante sobresaltado... ¿y si llegaba en mal momento? ¿Y si tenía compañía? Vaya ocurrencias tenía.
-¿He llegado en mal momento?.- le cuestioné algo vergonzoso. Lo último que quería era interrumpirle o ser una molestia, solo necesitaba estar un rato con él, ya que era la única persona que podía hacerme pensar en algo más que en mis recuerdos. -Puedo irme si molesto, es solo que....- me detuve un instante antes de continuar, que raro me sentía diciendo aquello. -Es solo que necesitaba estar un rato contigo....- me atreví a decir finalmente dejando de observar directamente sus dorados ojos.
Sentí una leve brisa salir del interior de su casa, como si alguna ventana estuviera abierta. ¿Habría entrado algún ladrón a robarle y por eso estaba agitado?
Agité la cabeza un momento, ¿por qué pensaba aquella sarta de tonterías? ¿Tanto me afectaba la preocupación por él? Qué tonto me sentía, pensando un montón de chorradas sin pies ni cabeza, pero que alegría más tonta saber que por fin podía pensar en alguien más que en mí mismo, ahora que por fin sabía que podía demostrarle mis sentimientos a alguien. Me hacía sentir un poco más fuerte, como si hubiera dado un paso al frente en la constante batalla con mi mente.
–Eric.- me llamó por fin en voz baja la voz de Anuar. Su mano se posó en mi hombro y giré el rostro para observarle.
-Anuar.- susurré con tranquilidad, sin darme cuenta de que una media sonrisa se había dibujado en mi rostro. Le observé unos segundos y fruncí el ceño en un leve deje de preocupación. -Estás sudando....- murmuré limpiando el sudor de su frente con la manga de mi chaquetón. -¿Estás bien?
Aquella preocupación que despertaba en mí ya no parecía un visitante extraño dentro de mí, comenzaba a sentirlo como algo normal y entre todo aquel dolor, no podía evitar que aquel simple hecho me alegraba un poco. Terminé de limpiar el sudor de su frente mirando sus iris dorados, parecía bastante sobresaltado... ¿y si llegaba en mal momento? ¿Y si tenía compañía? Vaya ocurrencias tenía.
-¿He llegado en mal momento?.- le cuestioné algo vergonzoso. Lo último que quería era interrumpirle o ser una molestia, solo necesitaba estar un rato con él, ya que era la única persona que podía hacerme pensar en algo más que en mis recuerdos. -Puedo irme si molesto, es solo que....- me detuve un instante antes de continuar, que raro me sentía diciendo aquello. -Es solo que necesitaba estar un rato contigo....- me atreví a decir finalmente dejando de observar directamente sus dorados ojos.
Sentí una leve brisa salir del interior de su casa, como si alguna ventana estuviera abierta. ¿Habría entrado algún ladrón a robarle y por eso estaba agitado?
Agité la cabeza un momento, ¿por qué pensaba aquella sarta de tonterías? ¿Tanto me afectaba la preocupación por él? Qué tonto me sentía, pensando un montón de chorradas sin pies ni cabeza, pero que alegría más tonta saber que por fin podía pensar en alguien más que en mí mismo, ahora que por fin sabía que podía demostrarle mis sentimientos a alguien. Me hacía sentir un poco más fuerte, como si hubiera dado un paso al frente en la constante batalla con mi mente.
Invitado- Invitado
Re: La paura tornerà domani... [Anuar]
Dejo que limpiara aquel cristalino liquido salado de su frente un tanto apenado mas sin demostrar aquello –si…- aseguro en voz baja pensando en las mil cosas que tenia que contarle, habia encontrado a Angeliqué ¡Eric debía saberlo! ¿Quién mejor que el comprendería su emoción y su alegría? No…¿Quién peor que el para saberlo? Desilusionarlo hacerle saber que el jamás podría comprender aquella alegría que desbordaba del pecho ajeno porque su hermano habia fallecido en sus brazos hacia tanto que ilógico era creer que ahora no era mas que cenizas y huesos.
-claro que no…ven pasa- le pidió haciendo un gesto con la cabeza para que entrara en la galería ahora solitaria –me alegra que allas decidido venir- aseguro sonriendo de medio lado de una manera apenas y perceptible abria terminado al borde de la locura aquella noche no deseando volver a dormir teniendo que haber soportado sus temores en vida y no solo en sueños mas ahora en compañía podia pensar en otras cosas.
Cerro la puerta una vez estuvo adentro andando hacia la puerta del balcón para cerrarla, el cristal se agitaba amenazando con romperse por la fuerte brisa, apoyo su espalda en esta observando ahora a Eric debatiéndose en si decirle o no, callar o hablar que difícil era todo cuando uno debía pensar en otro y no solo en si como lo habia estado haciendo toda su vida salvo por la compañía de su hermana, ella siempre habia ido antes que el…siempre.
-ha vuelto- murmuro con el taciturno rostro apenas y surcado por el asombro y la alegría ¿le molestaría si le invitaba a pasar a su habitación? De otro modo deberían sentarse en el suelo y veía mucho mas cómoda la rechinante cama –yo creía que el mundo se la habia tragado que la sociedad la habia apartado mi que el tiempo no me permitía volver a verla pero regreso…mi hermana regreso- le explico estrechando su espalda contra el frio crisal.
-claro que no…ven pasa- le pidió haciendo un gesto con la cabeza para que entrara en la galería ahora solitaria –me alegra que allas decidido venir- aseguro sonriendo de medio lado de una manera apenas y perceptible abria terminado al borde de la locura aquella noche no deseando volver a dormir teniendo que haber soportado sus temores en vida y no solo en sueños mas ahora en compañía podia pensar en otras cosas.
Cerro la puerta una vez estuvo adentro andando hacia la puerta del balcón para cerrarla, el cristal se agitaba amenazando con romperse por la fuerte brisa, apoyo su espalda en esta observando ahora a Eric debatiéndose en si decirle o no, callar o hablar que difícil era todo cuando uno debía pensar en otro y no solo en si como lo habia estado haciendo toda su vida salvo por la compañía de su hermana, ella siempre habia ido antes que el…siempre.
-ha vuelto- murmuro con el taciturno rostro apenas y surcado por el asombro y la alegría ¿le molestaría si le invitaba a pasar a su habitación? De otro modo deberían sentarse en el suelo y veía mucho mas cómoda la rechinante cama –yo creía que el mundo se la habia tragado que la sociedad la habia apartado mi que el tiempo no me permitía volver a verla pero regreso…mi hermana regreso- le explico estrechando su espalda contra el frio crisal.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: La paura tornerà domani... [Anuar]
Le observé ansioso por oír por fin una respuesta de su boca, ¿qué pasaba que no contestaba?
–Sí…- contestó finalmente, logrando que soltase un suspiro mucho más tranquilo. -Claro que no…ven pasa.- continuó haciendo un gesto con la cabeza, y me decidí a entrar en la casa con vergüenza. Aquello era mil veces mejor que el sótano del sanatorio, aquello era perfecto para un artista, ¡era tan bonito! Pero claro que mis ojos lo veían todo desde una perspectiva un tanto distorsionada. –Me alegra que allas decidido venir.- aseguró sonriendo de medio lado, haciendo que la media sonrisa de mis labios se alargase unos segundos más.
Entró el también en la casa, cerrando la puerta para dirigirse a otra puerta, la del balcón en aquella ocasión. De allí venía la brisa, claro... qué estúpido yo pensando que podía haber pasado algo malo. Le seguí con la mirada mientras cerraba la puerta acristalada del balcón para un instante después apoyar un espalda en ella. Ladeé la cabeza un momento, percatándome de que parecía encontrarse en un debate interior que yo jamás podría saber.
-Ha vuelto.- murmuró de pronto con su rostro semioculto entre las sombras. ¿Quién había vuelto? ¿Su dolor? ¿Su miedo? ¿Aquellos que le habían hecho daño? –Yo creía que el mundo se la habia tragado que la sociedad la habia apartado mi que el tiempo no me permitía volver a verla pero regreso…mi hermana regreso.- continuó explicando mientras estrechaba su espalda contra el cristal.
-Oh M-Madonna....- tartamudeé de forma torpe e inconsciente. Su hermana había vuelto. ¿Podía existir algo más maravilloso que aquello? Sin saber el por qué, me acerqué a él con paso apresurado y le abracé un momento. -No sabes cuánto me alegro....- susurré a su oído con aquella débil voz.
No podía entender bien que me pasaba, pero me había inundado una enorme sensación de alegría. ¡Su hermana estaba viva y a su lado al fin! Ya no tendría que sufrir por su falta, ¡ya la tenía con él! Qué tonto me sentí con aquella alegría dentro de mí, pero su felicidad se había vuelto la mía durante un momento.
Lástima que tú no podrás sentir lo mismo nunca
Me separé con lentitud de su cuerpo, casi a regañadientes, y bajé la mirada al suelo dolorosamente. Era cierto. Yo jamás tendría aquella suerte, yo jamás podría sentir aquella alegría de sentir que Flavio había vuelto a mi lado, era algo ya imposible. ¿Pero iba a ser tan egoísta de empañar su felicidad con mi pena? No podía, no quería hacerlo...
Mordí con fuerza mi labio inferior cerrando los ojos un instante y froté mi nuca tomada ya la decisión de no amargarle más con todo mi dolor.
-¿Como... como la has encontrado?.- acerté a preguntarle alzando la mirada hasta sus ojos.
–Sí…- contestó finalmente, logrando que soltase un suspiro mucho más tranquilo. -Claro que no…ven pasa.- continuó haciendo un gesto con la cabeza, y me decidí a entrar en la casa con vergüenza. Aquello era mil veces mejor que el sótano del sanatorio, aquello era perfecto para un artista, ¡era tan bonito! Pero claro que mis ojos lo veían todo desde una perspectiva un tanto distorsionada. –Me alegra que allas decidido venir.- aseguró sonriendo de medio lado, haciendo que la media sonrisa de mis labios se alargase unos segundos más.
Entró el también en la casa, cerrando la puerta para dirigirse a otra puerta, la del balcón en aquella ocasión. De allí venía la brisa, claro... qué estúpido yo pensando que podía haber pasado algo malo. Le seguí con la mirada mientras cerraba la puerta acristalada del balcón para un instante después apoyar un espalda en ella. Ladeé la cabeza un momento, percatándome de que parecía encontrarse en un debate interior que yo jamás podría saber.
-Ha vuelto.- murmuró de pronto con su rostro semioculto entre las sombras. ¿Quién había vuelto? ¿Su dolor? ¿Su miedo? ¿Aquellos que le habían hecho daño? –Yo creía que el mundo se la habia tragado que la sociedad la habia apartado mi que el tiempo no me permitía volver a verla pero regreso…mi hermana regreso.- continuó explicando mientras estrechaba su espalda contra el cristal.
-Oh M-Madonna....- tartamudeé de forma torpe e inconsciente. Su hermana había vuelto. ¿Podía existir algo más maravilloso que aquello? Sin saber el por qué, me acerqué a él con paso apresurado y le abracé un momento. -No sabes cuánto me alegro....- susurré a su oído con aquella débil voz.
No podía entender bien que me pasaba, pero me había inundado una enorme sensación de alegría. ¡Su hermana estaba viva y a su lado al fin! Ya no tendría que sufrir por su falta, ¡ya la tenía con él! Qué tonto me sentí con aquella alegría dentro de mí, pero su felicidad se había vuelto la mía durante un momento.
Lástima que tú no podrás sentir lo mismo nunca
Me separé con lentitud de su cuerpo, casi a regañadientes, y bajé la mirada al suelo dolorosamente. Era cierto. Yo jamás tendría aquella suerte, yo jamás podría sentir aquella alegría de sentir que Flavio había vuelto a mi lado, era algo ya imposible. ¿Pero iba a ser tan egoísta de empañar su felicidad con mi pena? No podía, no quería hacerlo...
Mordí con fuerza mi labio inferior cerrando los ojos un instante y froté mi nuca tomada ya la decisión de no amargarle más con todo mi dolor.
-¿Como... como la has encontrado?.- acerté a preguntarle alzando la mirada hasta sus ojos.
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Re: La paura tornerà domani... [Anuar]
Sus brazos lo rodearon sonriendo de medio lado soltándole cuando el asi lo hizo ¿seria correcto contarle? No era bueno jactarse entre pobres del pan no era debido no…-ella me encontró a mi por las calles- le indico pensando unos instantes aun recordaba su rostro crecido y ropas ajustadas aun recordando el corazón se le encogía no podia repetir lo que anteriormente habia dicho “cortesana Anuar, es una cortesana”
Suspiro ampliamente llevándose una mano a la sien, masajeándole disimuladamente mientras comenzaba a andar hacia la puerta la tercera del lugar que daba a la humilde y revuelta habitación con el piso manchado por la pintura adherida, mas parecía haber sido hecho asi adrede aunque no era sino otro motivo que aquel suelo era su lienzo de pruebas, impregnado ahora con dos manchones y colores nuevos, azul y naranja.
-espero no te incomode…supongo que no queras pasar toda la noche de pie- le indico pasando con tranquilidad por el lugar, la cama y el mueble de noche, los estantes y cajas bajo la cama, la cocineta y la puerta del baño, la ventana diminuta del lugar que daba justo para ver cuando la luna comenzaba a bajar ya bien entrada la noche y mas bien pocas horas antes del amanecer.
Movió algunas cosas de lugar para dejar todo mas despejado, se detuvo entonces desplomándose sobre la cama -¿Qué te a traído hoy?- le cuestiono volteándole a ver con curiosidad -¿quieres contarme algo?- le cuestiono suponiendo que el haber elegido aquella noche y no cualquier otra bien podría haber sido una casualidad o un hecho razonando y analizado, con un fin de por medio, quizá y no sabiendo cual de ambas era podia asegurar su compañía le tranquilizaba y alegraba.
Suspiro ampliamente llevándose una mano a la sien, masajeándole disimuladamente mientras comenzaba a andar hacia la puerta la tercera del lugar que daba a la humilde y revuelta habitación con el piso manchado por la pintura adherida, mas parecía haber sido hecho asi adrede aunque no era sino otro motivo que aquel suelo era su lienzo de pruebas, impregnado ahora con dos manchones y colores nuevos, azul y naranja.
-espero no te incomode…supongo que no queras pasar toda la noche de pie- le indico pasando con tranquilidad por el lugar, la cama y el mueble de noche, los estantes y cajas bajo la cama, la cocineta y la puerta del baño, la ventana diminuta del lugar que daba justo para ver cuando la luna comenzaba a bajar ya bien entrada la noche y mas bien pocas horas antes del amanecer.
Movió algunas cosas de lugar para dejar todo mas despejado, se detuvo entonces desplomándose sobre la cama -¿Qué te a traído hoy?- le cuestiono volteándole a ver con curiosidad -¿quieres contarme algo?- le cuestiono suponiendo que el haber elegido aquella noche y no cualquier otra bien podría haber sido una casualidad o un hecho razonando y analizado, con un fin de por medio, quizá y no sabiendo cual de ambas era podia asegurar su compañía le tranquilizaba y alegraba.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: La paura tornerà domani... [Anuar]
Luché por ocultar aquel sentimiento. ¿Envidia? No, no era envidia, era simple resignación, simple dolor, no había más que aquello. Pero no quería que Anuar lo notase, no quería que se sintiera culpable de su felicidad, no cuando era un sentimiento tan dificil de sentir, tan complicado de encontrar.
-Ella me encontró a mi por las calles.- me explicó al fin, con gesto pensativo. Imaginé que estaría recordando el rostro de su hermana y todas las sensaciones que había sentido al encontrarla de nuevo. ¿Por qué no sonreía entonces? Suspiró con fuerza mientras se masajeaba disimuladamente la sien, ¿había algo que le turbaba de todo aquello? Comenzó a caminar hacia un cuarto, siguiéndole a paso lento, casi arrastrando los pies. Sentía el mundo encima de mis hombros aplastándome, luchando por hundirme bajo tierra. El cuarto, algo revuelto, tenía el suelo machado de pintura. Sonreí de medio lado ante aquel hecho, la pintura le daba un aspecto vivo y juvenil al cuarto, como si tuviera una vida propia. -Espero no te incomode…supongo que no queras pasar toda la noche de pie.- dijo caminando con normalidad por el lugar. Negué con la cabeza observando el lugar con curiosidad. Escuché como movía algunas cosas y finalmente se dejaba caer sobre la cama. -¿Qué te ha traído hoy?- me cuestionó, haciendo que volviese mi mirada hacia la suya. -¿Quieres contarme algo?.- ¿Qué podía contarle? ¿Qué necesitaba su presencia porque otra vez mi mente me había jugado una mala pasada? No, no podía contarle todo aquello cuando tenía una noticia tan maravillosa como el reencuentro con su hermana.
Caminé hasta una de las paredes del cuarto y me apoyé en ella, posando mi cabeza sobre ésta.
-Después de lo que me has contado, ya no importa el porqué de mi visita.- intenté sonreírle clavando mis ojos en los suyos. -Tienes que contarme todo lo que pasó con tu hermana... ¿la has visto muy diferente? ¿Qué fue de ella?.- guardé silencio al darme cuenta de lo rápido que hablaba y todas las preguntas que hacía, quizá no se sintiera cómodo hablando del tema. -Lo siento... pero no puedo evitar preguntarme por qué no estás sonriendo, por qué no estás feliz... la has encontrado... ¿no era lo que deseabas?
¿Quién era yo para preguntarle todo aquello? Me llevé una mano a la nuca sintiéndome culpable por haberle hecho aquella pregunta. ¿Acaso no había sufrido tanto por la falta de su hermana? Era normal que pudiera sentirse un poco... ¿extraño, no? Bajé la mirada al suelo, perdiéndome en los manchones de pintura.
-Ella me encontró a mi por las calles.- me explicó al fin, con gesto pensativo. Imaginé que estaría recordando el rostro de su hermana y todas las sensaciones que había sentido al encontrarla de nuevo. ¿Por qué no sonreía entonces? Suspiró con fuerza mientras se masajeaba disimuladamente la sien, ¿había algo que le turbaba de todo aquello? Comenzó a caminar hacia un cuarto, siguiéndole a paso lento, casi arrastrando los pies. Sentía el mundo encima de mis hombros aplastándome, luchando por hundirme bajo tierra. El cuarto, algo revuelto, tenía el suelo machado de pintura. Sonreí de medio lado ante aquel hecho, la pintura le daba un aspecto vivo y juvenil al cuarto, como si tuviera una vida propia. -Espero no te incomode…supongo que no queras pasar toda la noche de pie.- dijo caminando con normalidad por el lugar. Negué con la cabeza observando el lugar con curiosidad. Escuché como movía algunas cosas y finalmente se dejaba caer sobre la cama. -¿Qué te ha traído hoy?- me cuestionó, haciendo que volviese mi mirada hacia la suya. -¿Quieres contarme algo?.- ¿Qué podía contarle? ¿Qué necesitaba su presencia porque otra vez mi mente me había jugado una mala pasada? No, no podía contarle todo aquello cuando tenía una noticia tan maravillosa como el reencuentro con su hermana.
Caminé hasta una de las paredes del cuarto y me apoyé en ella, posando mi cabeza sobre ésta.
-Después de lo que me has contado, ya no importa el porqué de mi visita.- intenté sonreírle clavando mis ojos en los suyos. -Tienes que contarme todo lo que pasó con tu hermana... ¿la has visto muy diferente? ¿Qué fue de ella?.- guardé silencio al darme cuenta de lo rápido que hablaba y todas las preguntas que hacía, quizá no se sintiera cómodo hablando del tema. -Lo siento... pero no puedo evitar preguntarme por qué no estás sonriendo, por qué no estás feliz... la has encontrado... ¿no era lo que deseabas?
¿Quién era yo para preguntarle todo aquello? Me llevé una mano a la nuca sintiéndome culpable por haberle hecho aquella pregunta. ¿Acaso no había sufrido tanto por la falta de su hermana? Era normal que pudiera sentirse un poco... ¿extraño, no? Bajé la mirada al suelo, perdiéndome en los manchones de pintura.
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Re: La paura tornerà domani... [Anuar]
Le observo unos instantes suspirando ampliamente tan ensimismado estaba con sus alegrías que había olvidado los pesares que atormentada el alma de Eric, el sufría y el se daba los lujos de jactarse de sus bienes no con la intención de demostrarle que poseía lo que el no podría no, no era capaz de seguir hablando y ver en sus ojos la vergonzosa tristeza que procuraba ocular tras aquella rigidez no sentida.
-solo si prometes contarme que es eso que decides callar para dejarme hablar- le pidió ladeando el rostro queriendo dejarse caer sobre la cama y hablar, hablar sin pensar en mas nada exponer sus alegrías y pesares a aquel en quien tana confianza había depositado ya sin creer que pudiese haber una consecuencia en aquel acto aparentemente tan inocente, un acto del hombre razonado y decidido, aceptando en la medida de lo posible porque el no había decidido encariñarse de esa forma sino solo dejar al sentimiento ser, tenia un amigo ahora y eso era lo importante.
-a cambiado mucho…quizá demasiado apenas y la reconocí- aseguro tumbándose, observando el cielo raso, con sus apacibles lenguas de fuego estáticas sobre su cabeza y sus brazos apoyados sobre su pecho –pero no es la niña que yo conocía…se acerco a mi pidiéndome un encendedor- no había mas explicaciones lo había pedido para encender entonces un cigarro, un habano o cualquier parecido eso implicaba una necesidad del mismo, una adicción –ejerce además…- se lo pensó unos instantes entrecerrando los parpados, se apoyo de los codos volteándole a ver.
-¿has estado alguna vez con una cortesana?- le cuestiono no muy seguro de todo aquello Eric no lucia como esa clase de personas mas ¿Qué podía saber el al respecto? Ni siquiera había llegado a estar con una mujer, pero necesitaba saber que pensaba de esas mujeres, su hermana era ahora una de ellas y si el vampiro pensaba al igual que el comprendería el motivo de su tristeza ¿Cómo podia alguien vender asi su cuerpo? ¿Cómo podia alguien seguir haciendo lo que en un principio le habia costado la vida misma?
-solo si prometes contarme que es eso que decides callar para dejarme hablar- le pidió ladeando el rostro queriendo dejarse caer sobre la cama y hablar, hablar sin pensar en mas nada exponer sus alegrías y pesares a aquel en quien tana confianza había depositado ya sin creer que pudiese haber una consecuencia en aquel acto aparentemente tan inocente, un acto del hombre razonado y decidido, aceptando en la medida de lo posible porque el no había decidido encariñarse de esa forma sino solo dejar al sentimiento ser, tenia un amigo ahora y eso era lo importante.
-a cambiado mucho…quizá demasiado apenas y la reconocí- aseguro tumbándose, observando el cielo raso, con sus apacibles lenguas de fuego estáticas sobre su cabeza y sus brazos apoyados sobre su pecho –pero no es la niña que yo conocía…se acerco a mi pidiéndome un encendedor- no había mas explicaciones lo había pedido para encender entonces un cigarro, un habano o cualquier parecido eso implicaba una necesidad del mismo, una adicción –ejerce además…- se lo pensó unos instantes entrecerrando los parpados, se apoyo de los codos volteándole a ver.
-¿has estado alguna vez con una cortesana?- le cuestiono no muy seguro de todo aquello Eric no lucia como esa clase de personas mas ¿Qué podía saber el al respecto? Ni siquiera había llegado a estar con una mujer, pero necesitaba saber que pensaba de esas mujeres, su hermana era ahora una de ellas y si el vampiro pensaba al igual que el comprendería el motivo de su tristeza ¿Cómo podia alguien vender asi su cuerpo? ¿Cómo podia alguien seguir haciendo lo que en un principio le habia costado la vida misma?
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: La paura tornerà domani... [Anuar]
Aquellas manchas de pintura me hacían sentirme casi como en casa, como en lugar familiar que no podía recordar. Me sentía extrañamente cómodo en aquella habitación, como si hubiera estado antes en un lugar así. Procuré pensar lo menos posible, para no dejar rienda suelta a mi mente y a la puerta de recuerdos que ésta abría. Necesitaba las pocas fuerzas que tenía para intentar fingir, o al menos disimular aquel vacío que sentía en el fondo del pecho.
Un fuerte suspiro por parte de Anuar me sacó de mi pequeño ensimismamiento, y alcé la mirada para encontrarme con sus ojos. -Solo si prometes contarme que es eso que decides callar para dejarme hablar.- me pidió ladeando el rostro. Tragué saliva no sabiendo como responder a sus palabras y aparté la mirada un momento. No quería amargarle más, no cuando ya tenía a su hermana con él. No quería ser tan cruel, tan egoísta. -A cambiado mucho…quizá demasiado apenas y la reconocí.- continuó finalmente para mi alivio. Se tumbó en la cama apoyando sus brazos sobre su pecho antes de continuar hablando. –Pero no es la niña que yo conocía…se acerco a mi pidiéndome un encendedor..- cada palabra parecía ahogarse más en su garganta, y no pude evitar fruncir el ceño preocupado, ¿qué pasaba? Me decidí a caminar hasta la cama y sentarme en una esquina de ésta. –Ejerce además… - comenzó, para ahogar sus palabras finalmente en el silencio. ¿Qué ocurría? Le miré preocupado esperando a que continuase. -¿Has estado alguna vez con una cortesana?
-¿Qué?.- dije sin poder evitar dejar escapar una leve risa. -No he estado con muchas mujeres... pero ninguna de ellas era una cortesana. .- admití con cierta vergüenza, eran contadas las ocasiones en las que hablaba de sexo. -No soporto a las mujeres que venden su cuerpo para subsistir... sí, ya sé que cuando la vida va mal hay que buscarse la forma de ganarse la vida, pero hay miles de formas... es muy triste tener que venderse de esa manera, ¿cómo puede una mujer dejar que un hombre abuse de ella de tal modo solo por dinero? Su dignidad queda pisoteada, su propia persona queda destruída....- me encogí de hombros y negué suavemente con la cabeza. -Claro que yo no soy quien para hablar, soy un vampiro y un asesino... ¡vaya combinación!.- reí tristemente ante mi propia y tonta broma. -¿Por qué me preguntas esto...? ¿Qué tiene que ver esto con tu hermana...?
Busqué su mirada con la preocupación aún presente en la mía, ¿qué podía tener que ver aquello con su hermana? ¿qué era aquello que amargaba su voz, que dañaba su ser?
Un fuerte suspiro por parte de Anuar me sacó de mi pequeño ensimismamiento, y alcé la mirada para encontrarme con sus ojos. -Solo si prometes contarme que es eso que decides callar para dejarme hablar.- me pidió ladeando el rostro. Tragué saliva no sabiendo como responder a sus palabras y aparté la mirada un momento. No quería amargarle más, no cuando ya tenía a su hermana con él. No quería ser tan cruel, tan egoísta. -A cambiado mucho…quizá demasiado apenas y la reconocí.- continuó finalmente para mi alivio. Se tumbó en la cama apoyando sus brazos sobre su pecho antes de continuar hablando. –Pero no es la niña que yo conocía…se acerco a mi pidiéndome un encendedor..- cada palabra parecía ahogarse más en su garganta, y no pude evitar fruncir el ceño preocupado, ¿qué pasaba? Me decidí a caminar hasta la cama y sentarme en una esquina de ésta. –Ejerce además… - comenzó, para ahogar sus palabras finalmente en el silencio. ¿Qué ocurría? Le miré preocupado esperando a que continuase. -¿Has estado alguna vez con una cortesana?
-¿Qué?.- dije sin poder evitar dejar escapar una leve risa. -No he estado con muchas mujeres... pero ninguna de ellas era una cortesana. .- admití con cierta vergüenza, eran contadas las ocasiones en las que hablaba de sexo. -No soporto a las mujeres que venden su cuerpo para subsistir... sí, ya sé que cuando la vida va mal hay que buscarse la forma de ganarse la vida, pero hay miles de formas... es muy triste tener que venderse de esa manera, ¿cómo puede una mujer dejar que un hombre abuse de ella de tal modo solo por dinero? Su dignidad queda pisoteada, su propia persona queda destruída....- me encogí de hombros y negué suavemente con la cabeza. -Claro que yo no soy quien para hablar, soy un vampiro y un asesino... ¡vaya combinación!.- reí tristemente ante mi propia y tonta broma. -¿Por qué me preguntas esto...? ¿Qué tiene que ver esto con tu hermana...?
Busqué su mirada con la preocupación aún presente en la mía, ¿qué podía tener que ver aquello con su hermana? ¿qué era aquello que amargaba su voz, que dañaba su ser?
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Re: La paura tornerà domani... [Anuar]
Sus palabras solo lograron hacer de aquella sonrisa de crispaba sus labios la muestra tangible de su decepción, el se habia esforzado toda su vida por no sucumbir al deseo o la lujuria, por llevar los sentimientos que quizá a ojos de otros escasos en su ser siempre por delante no se convertiría en un juguete que otro que pudiese usar y desechar, que aberrante y ahora, ahora se enteraba que su hermana vendia su cuerpo, cerro los parpados con fuerza rechinando sus dientes.
-¿y si su persona yace en esos efímeros momentos de placer?...y si no queda nada mas que eso- le cuestiono con miedo en sus palabras ¿y eso aquello era todo lo que quedaba de su hermana? Un cuerpo a placer del mejor postor, un mar de emociones y abismos insensatos, no podia, no debía ser asi y se negaba a creer aquello.
-mi hermana es ahora cortesana- le indico volteándole a ver no esperando comprensión en sus ojos sus palabras lo habían dicho todo, era una “vocación” a la que tampoco el estaba de acuerdo mas si seguían existiendo aquella clase de mujeres era por el hecho de que hombres lascivos decidían prestar su dinero por tales beneficios aquello a su parecer no denotaba sino solo una necesidad que no lograba ser suplida con nada mas, quizá algun trauma de infancia o el miedo de concebir una relación estable, cual fuese el caso no se justificaba de ninguna manera sus actos.
-es una lastima en verdad…lo he pensado quizá demasiado- le explico ladeando el rostro –cualquier hombre, cualquiera que me cruce con la calle podría haber estado con ella una noche atrás ¿y si trabaja para hombres casados? Es inconcebible es una tristeza que no logra opacar del todo la felicidad pero me decepciona… -le indico mesándose nuevamente los cabellos–no creía encontrarla pero tampoco pensé que de hacerlo fuese a trabajar en algo asi…y…quizá si la hubiese ido a buscar…- pensó ideando lo que podría haber ocurrido si hubiese hecho aquello, so se hubiera detenido, si la hubiese buscado, seguido y encontrado.
"Si tan solo hubiese..."
-¿y si su persona yace en esos efímeros momentos de placer?...y si no queda nada mas que eso- le cuestiono con miedo en sus palabras ¿y eso aquello era todo lo que quedaba de su hermana? Un cuerpo a placer del mejor postor, un mar de emociones y abismos insensatos, no podia, no debía ser asi y se negaba a creer aquello.
-mi hermana es ahora cortesana- le indico volteándole a ver no esperando comprensión en sus ojos sus palabras lo habían dicho todo, era una “vocación” a la que tampoco el estaba de acuerdo mas si seguían existiendo aquella clase de mujeres era por el hecho de que hombres lascivos decidían prestar su dinero por tales beneficios aquello a su parecer no denotaba sino solo una necesidad que no lograba ser suplida con nada mas, quizá algun trauma de infancia o el miedo de concebir una relación estable, cual fuese el caso no se justificaba de ninguna manera sus actos.
-es una lastima en verdad…lo he pensado quizá demasiado- le explico ladeando el rostro –cualquier hombre, cualquiera que me cruce con la calle podría haber estado con ella una noche atrás ¿y si trabaja para hombres casados? Es inconcebible es una tristeza que no logra opacar del todo la felicidad pero me decepciona… -le indico mesándose nuevamente los cabellos–no creía encontrarla pero tampoco pensé que de hacerlo fuese a trabajar en algo asi…y…quizá si la hubiese ido a buscar…- pensó ideando lo que podría haber ocurrido si hubiese hecho aquello, so se hubiera detenido, si la hubiese buscado, seguido y encontrado.
"Si tan solo hubiese..."
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: La paura tornerà domani... [Anuar]
La leve sonrisa que se dibujaba en sus labios se crispó notablemente, como si mis palabras le hubiera ofendido. ¿Lo habrían hecho? Comencé a apretar una mano contra la otra nervioso, aumentando la presión entre éstas cuando cerró los ojos con fuerza y sus dientes rechinaron. No sirves para tener un amigo. Apreté aún más fuerte mis manos, frunciendo el ceño preocupado sin desviar mi mirada de Anuar.
-¿Y si su persona yace en esos efímeros momentos de placer?...y si no queda nada mas que eso.- sus palabras quedaban completamente inconexas en mi mente, y su voz parecía ahogarse en un profundo miedo que no lograba comprender. -mi hermana es ahora cortesana- confesó finalmente.
Mi boca se entreabrió a causa de la sorpresa. Entonces todo encajó, pude comprenderlo todo con facilidad. Sus ojos buscaban algo en los míos, imaginé que buscaban comprensión, quizá un apoyo emocional que le comprendiese, pero no supe que hacer, no supe como reaccionar, ¿qué podía decirle?
-Es una lastima en verdad…lo he pensado quizá demasiado.- comenzó él de nuevo –cualquier hombre, cualquiera que me cruce con la calle podría haber estado con ella una noche atrás ¿y si trabaja para hombres casados? Es inconcebible es una tristeza que no logra opacar del todo la felicidad pero me decepciona…, continuó mesando sus cabellos, y un fuerte apretón de mis manos me puso aún más nervioso. –no creía encontrarla pero tampoco pensé que de hacerlo fuese a trabajar en algo asi…y…quizá si la hubiese ido a buscar…
Me apresuré a elevar mi mano para cubrir su boca con suavidad.
-No.- dije sin más, clavando mis ojos en los suyos. Negué con la cabeza lentamente. -No, tú no. No pienso dejar que te culpes por lo que pasara, no pienso dejar que el peso de la culpa caiga sobre tus hombros y te torture aún más... ¿no has sufrido ya bastante? ¡Qué podías hacer tú si no sabías donde estaba! De que te sirve ahora pensar en el pasado....- ahogué mis propias palabras en el nudo que dañaba mi garganta. Tragué saliva dolorosamente y volví a mirar sus ojos. -Está viva, Anuar. Está viva. La tienes aquí, contigo... sí, es cortesana, ¿pero y qué? Tú puedes sacarla de ese mundo... ¡yo te ayudaré! Yo... yo... mataré a un conde, a un noble, le robaré su riqueza y te la daré... lo que sea....- murmuré bajando la mirada avergonzado por la sarta de tonterías que estaba diciendo. Pero en el fondo, no eran más que ideas alocadas, pero verdaderas. -No voy a dejar que te tortures como yo lo hago....- continué en un susurro casi inaudible.
Destapé su boca con suavidad y me atreví a mirar sus ojos de nuevo.
-Tú aún puedes cambiar las cosas
Tú, sin embargo, no, repitió remarcando aquella última palabra, aquel maldito "no". Apreté la mandíbula en un intento por disimular el dolor que me producían aquellas palabras, tanto las que pronunciaba como las que mi mente me repetía. ¿Qué más podía decirle yo? Me pasé una mano por el pelo suspirando.
-Lo siento.- pronuncié con debilidad. -No estoy teniendo en cuenta tu dolor... egoísta.- me recriminé a mi mismo en voz alta, apartando la mirada de los ojos de Anuar.
No podía imaginarme su dolor, no por completo, pero creía poder sentir la impotencia, la rabia y el odio contra la vida misma por golpearnos tan fuerte. Me di el privilegio de pensar que podía entenderle, que podía comprenderle y ayudarle, aunque solo fuera escuchándole. No quería verle sufrir como lo estaba haciendo yo. No dejaría que él pasase por lo mismo cuando era solo un niño... un niño, como Flavio. Con la mano que había pasado por mi pelo, apreté fuerte mi otra mano, casi aplastando mis dedos. Qué importaba aquel dolor físico, qué más daba si lo que más dolía iba por dentro.
-¿Y si su persona yace en esos efímeros momentos de placer?...y si no queda nada mas que eso.- sus palabras quedaban completamente inconexas en mi mente, y su voz parecía ahogarse en un profundo miedo que no lograba comprender. -mi hermana es ahora cortesana- confesó finalmente.
Mi boca se entreabrió a causa de la sorpresa. Entonces todo encajó, pude comprenderlo todo con facilidad. Sus ojos buscaban algo en los míos, imaginé que buscaban comprensión, quizá un apoyo emocional que le comprendiese, pero no supe que hacer, no supe como reaccionar, ¿qué podía decirle?
-Es una lastima en verdad…lo he pensado quizá demasiado.- comenzó él de nuevo –cualquier hombre, cualquiera que me cruce con la calle podría haber estado con ella una noche atrás ¿y si trabaja para hombres casados? Es inconcebible es una tristeza que no logra opacar del todo la felicidad pero me decepciona…, continuó mesando sus cabellos, y un fuerte apretón de mis manos me puso aún más nervioso. –no creía encontrarla pero tampoco pensé que de hacerlo fuese a trabajar en algo asi…y…quizá si la hubiese ido a buscar…
Me apresuré a elevar mi mano para cubrir su boca con suavidad.
-No.- dije sin más, clavando mis ojos en los suyos. Negué con la cabeza lentamente. -No, tú no. No pienso dejar que te culpes por lo que pasara, no pienso dejar que el peso de la culpa caiga sobre tus hombros y te torture aún más... ¿no has sufrido ya bastante? ¡Qué podías hacer tú si no sabías donde estaba! De que te sirve ahora pensar en el pasado....- ahogué mis propias palabras en el nudo que dañaba mi garganta. Tragué saliva dolorosamente y volví a mirar sus ojos. -Está viva, Anuar. Está viva. La tienes aquí, contigo... sí, es cortesana, ¿pero y qué? Tú puedes sacarla de ese mundo... ¡yo te ayudaré! Yo... yo... mataré a un conde, a un noble, le robaré su riqueza y te la daré... lo que sea....- murmuré bajando la mirada avergonzado por la sarta de tonterías que estaba diciendo. Pero en el fondo, no eran más que ideas alocadas, pero verdaderas. -No voy a dejar que te tortures como yo lo hago....- continué en un susurro casi inaudible.
Destapé su boca con suavidad y me atreví a mirar sus ojos de nuevo.
-Tú aún puedes cambiar las cosas
Tú, sin embargo, no, repitió remarcando aquella última palabra, aquel maldito "no". Apreté la mandíbula en un intento por disimular el dolor que me producían aquellas palabras, tanto las que pronunciaba como las que mi mente me repetía. ¿Qué más podía decirle yo? Me pasé una mano por el pelo suspirando.
-Lo siento.- pronuncié con debilidad. -No estoy teniendo en cuenta tu dolor... egoísta.- me recriminé a mi mismo en voz alta, apartando la mirada de los ojos de Anuar.
No podía imaginarme su dolor, no por completo, pero creía poder sentir la impotencia, la rabia y el odio contra la vida misma por golpearnos tan fuerte. Me di el privilegio de pensar que podía entenderle, que podía comprenderle y ayudarle, aunque solo fuera escuchándole. No quería verle sufrir como lo estaba haciendo yo. No dejaría que él pasase por lo mismo cuando era solo un niño... un niño, como Flavio. Con la mano que había pasado por mi pelo, apreté fuerte mi otra mano, casi aplastando mis dedos. Qué importaba aquel dolor físico, qué más daba si lo que más dolía iba por dentro.
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Re: La paura tornerà domani... [Anuar]
Acallo cuando la mano de Eric se poso sobre sus labios en un obvio gesto de que cesase de hablar ¿pero como acallar lo que el alma sentía? Quizá no es palabras lo expresase pero estaba seguro que no hacia falta hablar para torturarse, pensar o sentir aunque y cierto era que podia fingir sus estados de animo ¿no parecía lucir siempre taciturno? Cuando en verdad una gran alegría o el mas pesado de los males podrían acongojar su alma o hacerla rebosar de felicidad cierto era que aquel arte lo habia practicado toda su vida y lo exponía ahora con maestría.
Su mirada recayó con tristeza y una sonrisa melancólica crispo sus alargados labios, tenia razón en parte ¿no habia regresado? Habia regresado cuando el la creía muerta ni es vida pero en esencia habia vuelto y estaba bien hasta donde la vida misma se lo permitía la tenia nuevamente con el y eso, eso era lo importante –tu no mataras a nadie- aseguro observándole con tranquilidad lo que menos pretendía al haberle contado aquello era ahogarlo en las penas ajenas, no podia pedirle algo asi no seria justo –por lo menos no por mi- le indico porque si planeaba seguir con su venganza por Flavio no pretendía impedírselo ¿Quién era el para ponerle un alto y un precio a su paz? Aunque fuese un efímero segundo.
-no te disculpes cierto es que debería pensar que esta de nuevo conmigo y no en el como gana dinero…aunque es triste es verdad- suspiro de forma amplia intentaría dejar de pensar en ello y comenzar a retomar el tiempo perdido en aquellos largos años aunque no sabia si le aceptaría ninguno de los dos era aquellos niños que se habían dejado de ver cuatro inviernos atrás, no podia decir sin miedo a errar que ambos seguían siendo los mismos, sabia bien sus cambios y los de su hermana mas alla de lo obvio algo en su interior debía haberse partido quizás su inocencia, quizás algo mas.
-discúlpame tu a mi por el contrario ¿quieras decirme algo?- le cuestiono restregando sus parpados con suavidad, concentrándose para lograr escuchar y comprender lo que Eric fuese a decirle ¿acaso sus pesadillas lo atormentaban nuevamente?¿su mente no le dejaba en paz? ¿habia sufrido alguna visión? Y el hablando de su afortunado reencuentro y entristeciéndose aun asi…se sintió tonto por un segundo un tonto con sus razones de ser –y bien…-
Su mirada recayó con tristeza y una sonrisa melancólica crispo sus alargados labios, tenia razón en parte ¿no habia regresado? Habia regresado cuando el la creía muerta ni es vida pero en esencia habia vuelto y estaba bien hasta donde la vida misma se lo permitía la tenia nuevamente con el y eso, eso era lo importante –tu no mataras a nadie- aseguro observándole con tranquilidad lo que menos pretendía al haberle contado aquello era ahogarlo en las penas ajenas, no podia pedirle algo asi no seria justo –por lo menos no por mi- le indico porque si planeaba seguir con su venganza por Flavio no pretendía impedírselo ¿Quién era el para ponerle un alto y un precio a su paz? Aunque fuese un efímero segundo.
-no te disculpes cierto es que debería pensar que esta de nuevo conmigo y no en el como gana dinero…aunque es triste es verdad- suspiro de forma amplia intentaría dejar de pensar en ello y comenzar a retomar el tiempo perdido en aquellos largos años aunque no sabia si le aceptaría ninguno de los dos era aquellos niños que se habían dejado de ver cuatro inviernos atrás, no podia decir sin miedo a errar que ambos seguían siendo los mismos, sabia bien sus cambios y los de su hermana mas alla de lo obvio algo en su interior debía haberse partido quizás su inocencia, quizás algo mas.
-discúlpame tu a mi por el contrario ¿quieras decirme algo?- le cuestiono restregando sus parpados con suavidad, concentrándose para lograr escuchar y comprender lo que Eric fuese a decirle ¿acaso sus pesadillas lo atormentaban nuevamente?¿su mente no le dejaba en paz? ¿habia sufrido alguna visión? Y el hablando de su afortunado reencuentro y entristeciéndose aun asi…se sintió tonto por un segundo un tonto con sus razones de ser –y bien…-
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: La paura tornerà domani... [Anuar]
Alcé la mirada aún apretando mis dedos para chocar ésta con una sonrisa melancólica en los labios de Anuar. ¿Por qué me sentía tan mal al ver aquella sonrisa? ¿Por qué me sentía tan vacío? Como si no pudiera hacer nada por él, como si ni siquiera mi presencia fuera a ayudarle. Me sentía tan inútil... me sentía así porque no podía evitar sentir que me pasaba con Anuar lo mismo que me había pasado con Flavio, que no había podido hacer nada. ¿Por qué me torturaba tanto con todo el dolor que la ausencia de Flavio me causaba?
–Tú no matarás a nadie.- aseguró él interrumpiendo mis pensamientos, mirándome con aquella tranquilidad suya de la que nunca lograba contagiarme. –Por lo menos no por mi.- puntualizó a continuación. Bajé la mirada de nuevo al suelo, frotando entonces la mano que había estado apretando dolorosamente. -No te disculpes cierto es que debería pensar que esta de nuevo conmigo y no en el como gana dinero…aunque es triste es verdad.- dijo con un amplio suspiro. ¿No era acaso más importante el hecho de que su hermana seguía con vida? ¿No era eso más importante que el modo de vida que llevase? No era mejor, cierto, pero él podría ayudarla, podría sacarla de todo aquello... y yo estaría allí para ayudarle. -Discúlpame tu a mi por el contrario ¿quieras decirme algo?.- su pregunta me tomó por sorpresa y bajé la mirada frunciendo el ceño hacia el suelo. –Y bien….- comenzó, intentando sacar las palabras de mi boca.
Negué con la cabeza. No. No iba a decirle nada, no iba a hablar de mí aquella noche.
-¿No crees que sería más triste que tu hermana estuviera muerta?.- murmuré desviando el tema hasta él de nuevo. -¿No es mil veces mejor poder disfrutar de su sonrisa? De su abrazo, de su presencia... ¿qué importa como se gane la vida? Se optimista por una vez... cree, por una vez, que no todo está tan mal.- continué mirándole finalmente. -Yo te ayudaré... como pueda... no sé si es necesario que te diga que siempre voy a estar aquí para ayudarte.- finalicé encogiéndome de hombros con lentitud, bajando la mirada al suelo. ¿Serviría de algo decirle aquello? -Píntalo todo de otro color, la vida ya no es negra para ti....- agregué con un leve suspiro. No sabía ya que decirle, pero no quería sentir que seguía con aquella angustia en el pecho.
–Tú no matarás a nadie.- aseguró él interrumpiendo mis pensamientos, mirándome con aquella tranquilidad suya de la que nunca lograba contagiarme. –Por lo menos no por mi.- puntualizó a continuación. Bajé la mirada de nuevo al suelo, frotando entonces la mano que había estado apretando dolorosamente. -No te disculpes cierto es que debería pensar que esta de nuevo conmigo y no en el como gana dinero…aunque es triste es verdad.- dijo con un amplio suspiro. ¿No era acaso más importante el hecho de que su hermana seguía con vida? ¿No era eso más importante que el modo de vida que llevase? No era mejor, cierto, pero él podría ayudarla, podría sacarla de todo aquello... y yo estaría allí para ayudarle. -Discúlpame tu a mi por el contrario ¿quieras decirme algo?.- su pregunta me tomó por sorpresa y bajé la mirada frunciendo el ceño hacia el suelo. –Y bien….- comenzó, intentando sacar las palabras de mi boca.
Negué con la cabeza. No. No iba a decirle nada, no iba a hablar de mí aquella noche.
-¿No crees que sería más triste que tu hermana estuviera muerta?.- murmuré desviando el tema hasta él de nuevo. -¿No es mil veces mejor poder disfrutar de su sonrisa? De su abrazo, de su presencia... ¿qué importa como se gane la vida? Se optimista por una vez... cree, por una vez, que no todo está tan mal.- continué mirándole finalmente. -Yo te ayudaré... como pueda... no sé si es necesario que te diga que siempre voy a estar aquí para ayudarte.- finalicé encogiéndome de hombros con lentitud, bajando la mirada al suelo. ¿Serviría de algo decirle aquello? -Píntalo todo de otro color, la vida ya no es negra para ti....- agregué con un leve suspiro. No sabía ya que decirle, pero no quería sentir que seguía con aquella angustia en el pecho.
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Re: La paura tornerà domani... [Anuar]
Era bastante ilógico y egoísta sentirse asi de mal por el trabajo que ejercía su hermana razón de mas tenia el vampiro debía regocijarse de alegría por que siguiera con vida y mas aun se hubiese topado nuevamente en su camino porque no habia hecho nada en todo ese tiempo para merecer tan divino y anhelado regalo por simple convicción del destino.
-lo se…- le indico no sabiendo ni el mismo a que se refería ¿se refería a que debía aprovechar su presencia o que sabia que contaba con el? Ambas y ninguna, todo y nada como siempre blanco y negro, jamás gris. Observo su gesto indiferente como si quitase importancia al asunto porque aquel gesto se usaba a su parecer en tres ocasiones, cuando el tema del que se hablaba no levantaba curiosidad en uno, cuando el tema del que se hablaba no era importante y se le restaba importancia y cuando no se conocía sobre el tema.
-cierto es, a perdido la escala de grises y comienza a tomar color…pero es un cambio gradual- le indico observando el cielo raso preguntándose si también aquella zona debía ser pintada como un lienzo de prueba dado que en el suelo parecía ya no caber un solo color mas –lamento volver mis problemas tuyos…se que no te hacen falta- aseguro sonriendo de medio lado apenado quizá por no lograr ya guardarlos como en antaño habia hecho.
La alegría y el dolor se mezclaban en su interior dándole paso a un sentimiento desconocido o quizá tan conocido que prefería fingir que no asi sucedia, suspiro de forma amplia exhalando todo mal y preocupación recordó entonces su ultimo encuentro en la catedral ¿habria regresado acaso a la escena del crimen? ¿habria la mujer del castillo levantando alguna descripción de ellos? Mejor seria era no agobiarse con esas cosas que por mas que le diera vueltas no conocería la respuesta.
-pero dime que te a traído- le cuestiono apoyando sus manos en el colchón, echando su cuerpo hacia atrás observándole con intriga, no queria hablar solo de el no estaba acostumbrado a sentir la preocupacion de otros, mucho menos que le preguntasen al respecto.
-lo se…- le indico no sabiendo ni el mismo a que se refería ¿se refería a que debía aprovechar su presencia o que sabia que contaba con el? Ambas y ninguna, todo y nada como siempre blanco y negro, jamás gris. Observo su gesto indiferente como si quitase importancia al asunto porque aquel gesto se usaba a su parecer en tres ocasiones, cuando el tema del que se hablaba no levantaba curiosidad en uno, cuando el tema del que se hablaba no era importante y se le restaba importancia y cuando no se conocía sobre el tema.
-cierto es, a perdido la escala de grises y comienza a tomar color…pero es un cambio gradual- le indico observando el cielo raso preguntándose si también aquella zona debía ser pintada como un lienzo de prueba dado que en el suelo parecía ya no caber un solo color mas –lamento volver mis problemas tuyos…se que no te hacen falta- aseguro sonriendo de medio lado apenado quizá por no lograr ya guardarlos como en antaño habia hecho.
La alegría y el dolor se mezclaban en su interior dándole paso a un sentimiento desconocido o quizá tan conocido que prefería fingir que no asi sucedia, suspiro de forma amplia exhalando todo mal y preocupación recordó entonces su ultimo encuentro en la catedral ¿habria regresado acaso a la escena del crimen? ¿habria la mujer del castillo levantando alguna descripción de ellos? Mejor seria era no agobiarse con esas cosas que por mas que le diera vueltas no conocería la respuesta.
-pero dime que te a traído- le cuestiono apoyando sus manos en el colchón, echando su cuerpo hacia atrás observándole con intriga, no queria hablar solo de el no estaba acostumbrado a sentir la preocupacion de otros, mucho menos que le preguntasen al respecto.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: La paura tornerà domani... [Anuar]
-Lo sé...- escuché que decía su voz. -Cierto es, ha perdido la escala de grises y comienza a tomar color…pero es un cambio gradual.- continuó alzando su mirada al cielo, logrando que yo apartase la mía a ninguna parte. –Lamento volver mis problemas tuyos…sé que no te hacen falta.- agregó, haciendo que le mirase para toparme con una media sonrisa suya.
Negué con la cabeza rápidamente. ¿Quién le había dicho que eso me molestase? ¿Acaso él no hacía lo mismo conmigo? Era lo mínimo que podía hacer... o no. Una rápida idea recorrió mi mente. Debía encontrar a Angeliqué y explicarle como se sentía su hermano... ¿pero cómo? ¿Cómo iba a hacerlo? ¿Debía preguntar a Anuar en qué burdel trabajaba la chica? Estúpido bastardo, me recriminé ante esa última pregunta. Debía saber como era ella y buscarla por París aunque me llevase días, meses.
-Pero dime que te ha traído.- me cuestionó antes de que yo pudiera decir nada.
-No lo sé....- me sinceré finalmente. -Los recuerdos me atormentan y soy demasiado cobarde para enfrentarlo todo solo... qué irónico, toda mi vida deseando recordar y ahora pagaría por olvidar ciertas cosas.- me reí amargamente encogiéndome de hombros. -O quizá me gustaría cambiarlas....- murmuré casi de forma inaudible. -Tengo sus ojos clavados en mí... tengo su sonrisa grabada en mi mente como si fuera mi más preciado regalo... y mi más dolorosa tortura..- cuanta culpa me invadió por estar diciendo todo aquello, pero las palabras parecían salir solas, y los recuerdos, emanar dolorosamente en mi mente. Alcé la mirada buscando los ojos de Anuar antes de continuar. -Siento que no le conozco, y que aún así le necesito más que a la propia sangre... necesito sus ojos más de lo que quisiera....- apreté los dientes sin atreverme a continuar. Quise entonces volver a la idea que había tenido segundos atrás. -¿Cómo es ella...? Tu hermana.....- le cuestioné con un leve carraspeo intentando que mi voz sonase menos débil.
Negué con la cabeza rápidamente. ¿Quién le había dicho que eso me molestase? ¿Acaso él no hacía lo mismo conmigo? Era lo mínimo que podía hacer... o no. Una rápida idea recorrió mi mente. Debía encontrar a Angeliqué y explicarle como se sentía su hermano... ¿pero cómo? ¿Cómo iba a hacerlo? ¿Debía preguntar a Anuar en qué burdel trabajaba la chica? Estúpido bastardo, me recriminé ante esa última pregunta. Debía saber como era ella y buscarla por París aunque me llevase días, meses.
-Pero dime que te ha traído.- me cuestionó antes de que yo pudiera decir nada.
-No lo sé....- me sinceré finalmente. -Los recuerdos me atormentan y soy demasiado cobarde para enfrentarlo todo solo... qué irónico, toda mi vida deseando recordar y ahora pagaría por olvidar ciertas cosas.- me reí amargamente encogiéndome de hombros. -O quizá me gustaría cambiarlas....- murmuré casi de forma inaudible. -Tengo sus ojos clavados en mí... tengo su sonrisa grabada en mi mente como si fuera mi más preciado regalo... y mi más dolorosa tortura..- cuanta culpa me invadió por estar diciendo todo aquello, pero las palabras parecían salir solas, y los recuerdos, emanar dolorosamente en mi mente. Alcé la mirada buscando los ojos de Anuar antes de continuar. -Siento que no le conozco, y que aún así le necesito más que a la propia sangre... necesito sus ojos más de lo que quisiera....- apreté los dientes sin atreverme a continuar. Quise entonces volver a la idea que había tenido segundos atrás. -¿Cómo es ella...? Tu hermana.....- le cuestioné con un leve carraspeo intentando que mi voz sonase menos débil.
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Re: La paura tornerà domani... [Anuar]
Observaba con atención prestando oídos a lo que tenia por decirle porque le parecía que era mejor escuchando que contando, contar sus sentimientos y o emociones no habia sido jamás su punto fuerte asi como no lo era confiar en las personas o ir por el mundo desbordando alegría y sonrisas, solo podia ofrecer un corazón de hielo y cuadros en los cuales mostrar su alma, sin ningun manto de falsedad.
-creo…que es mejor saber la verdad que vivir agusto con una mentira- le indico porque de lo contrario hubiese seguido toda su eternidad sin saber ni conocer su pasado, no sabiendo de la existencia de Flavio lo cual le parecía aun mas horripilante que recordarlo con dolor –no debería ser una tortura- lo pensó unos instantes reflexionando sintiendo como una parvada de tordos picotearle los ojos por dentro, obligándolo a cerrar los parpados y restregarlos con sus nudillos intentando asi ahuyentar a sendos y estrafalarios animales.
-es porque le quisiste…es comprensible totalmente- aseguro recordando cuanto habia llorado el las primeras noches de su tortura pero no valia ya la pena pensar en ello porque no volveria a ocurrir el se encargaría de ello, no le permitiría escaparse nuevamente de su vida como agua por las manos, iria tras de ella por cielo, mar y tierra hasta encontrarla y perdería la vida en el trayecto si con eso conseguía regalarle su ultimo aliento de vida.
-mi hermana…- repitió pensando recordando la imagen no de la dulce niña de antaño sino de la mujer que habia conocido días atrás, suspiro de forma amplia desacomodándose el cabello –es alta, de ojos azules como el cielo en verano, cabello larga y castaño claro o rubio oscuro…no creo que nos parezcamos demasiado su nariz es recta a diferencia de la mia, tiene también los labios alargados y es delgada…pero no- acallo ¿Cómo iba a decir que su cuerpo no era el que el conocía? Lo habia comprobado cuando la habia abrazando sus manos se habían hundido en una cintura pronunciada diferente a lo que estaba acostumbrado.
Suspiro abriendo los parpados volteándole a ver ¿debia cuestionarle como era el? ¿seria correcto hacerle recordar?...
-creo…que es mejor saber la verdad que vivir agusto con una mentira- le indico porque de lo contrario hubiese seguido toda su eternidad sin saber ni conocer su pasado, no sabiendo de la existencia de Flavio lo cual le parecía aun mas horripilante que recordarlo con dolor –no debería ser una tortura- lo pensó unos instantes reflexionando sintiendo como una parvada de tordos picotearle los ojos por dentro, obligándolo a cerrar los parpados y restregarlos con sus nudillos intentando asi ahuyentar a sendos y estrafalarios animales.
-es porque le quisiste…es comprensible totalmente- aseguro recordando cuanto habia llorado el las primeras noches de su tortura pero no valia ya la pena pensar en ello porque no volveria a ocurrir el se encargaría de ello, no le permitiría escaparse nuevamente de su vida como agua por las manos, iria tras de ella por cielo, mar y tierra hasta encontrarla y perdería la vida en el trayecto si con eso conseguía regalarle su ultimo aliento de vida.
-mi hermana…- repitió pensando recordando la imagen no de la dulce niña de antaño sino de la mujer que habia conocido días atrás, suspiro de forma amplia desacomodándose el cabello –es alta, de ojos azules como el cielo en verano, cabello larga y castaño claro o rubio oscuro…no creo que nos parezcamos demasiado su nariz es recta a diferencia de la mia, tiene también los labios alargados y es delgada…pero no- acallo ¿Cómo iba a decir que su cuerpo no era el que el conocía? Lo habia comprobado cuando la habia abrazando sus manos se habían hundido en una cintura pronunciada diferente a lo que estaba acostumbrado.
Suspiro abriendo los parpados volteándole a ver ¿debia cuestionarle como era el? ¿seria correcto hacerle recordar?...
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: La paura tornerà domani... [Anuar]
Apreté de nuevo mis manos con aquella angustia que me invadía, en un vanal amago por intentar cesar aquellos sentimientos de culpa y dolor.
-Creo…que es mejor saber la verdad que vivir agusto con una mentira.- dijo su voz de pronto. ¿Y acaso no vivía ya una mentira? ¿No era una mentira creer que podría recuperar a Flavio? ¿No era una mentira creer que matando a curas vengaría la muerte de mi hermano? –No debería ser una tortura.- continuó, logrando que bajase la mirada. ¿Cómo no iba a serlo si apenas le recordaba? ¿Cómo no iba a serlo si necesitaba a alguien a quien ya no tendría más? Tú le dejaste morir. Cerré los ojos con fuerza ahogando un grito desesperado en mi garganta que quemó más que el mismo fuego.
-Es porque le quisiste…es comprensible totalmente.- su voz ya me parecía demasiado lejana, tanto que casi me fue imposible escucharla en medio de aquella lucha interna contra mi mismo.
Otro fuerte apretón en mis manos me devolvió al cuarto, y luché por concentrarme en lo que Anuar me decía, aún atribulado por las palabras de mi mente.
-Mi hermana…- comenzó a decir, obligándome a entreabrir los ojos para mirarle. –Es alta, de ojos azules como el cielo en verano, cabello larga y castaño claro o rubio oscuro…no creo que nos parezcamos demasiado su nariz es recta a diferencia de la mia, tiene también los labios alargados y es delgada…pero no.- de pronto acalló, y fruncí el ceño con ligera preocupación.
Suspiró abriendo los ojos para mirarme, casi podía leer en su mirada que quería preguntarme algo.
-¿Qué ocurre...?.- le cuestioné. -¿Es por tu hermana...?.- no me atreví a preguntar más. Recordé sus palabras mentalmente. Que curioso me resultó darme cuenta que su hermana también era rubia. -Flavio también es rub....- mi voz se ahogó sin darme posibilidad a continuar.
¿Es, Eric? Está muerto, ¿aún no te has dado cuenta? Asúmelo. Está muerto, no vas a volver a verle... lo sabes
Me mordí con fuerza el labio inferior, bajando la mirada al suelo. Cerré los ojos un solo instante, apretando con fuerza para evitar que las lágrimas cayesen de mis ojos. ¿Por qué? ¿Por qué le sentía tan vivo? Tan presente, tan necesario para vivir. ¿Por qué sentía aquel sentimiento de constante ausencia? De constante falta.
-Creo…que es mejor saber la verdad que vivir agusto con una mentira.- dijo su voz de pronto. ¿Y acaso no vivía ya una mentira? ¿No era una mentira creer que podría recuperar a Flavio? ¿No era una mentira creer que matando a curas vengaría la muerte de mi hermano? –No debería ser una tortura.- continuó, logrando que bajase la mirada. ¿Cómo no iba a serlo si apenas le recordaba? ¿Cómo no iba a serlo si necesitaba a alguien a quien ya no tendría más? Tú le dejaste morir. Cerré los ojos con fuerza ahogando un grito desesperado en mi garganta que quemó más que el mismo fuego.
-Es porque le quisiste…es comprensible totalmente.- su voz ya me parecía demasiado lejana, tanto que casi me fue imposible escucharla en medio de aquella lucha interna contra mi mismo.
Otro fuerte apretón en mis manos me devolvió al cuarto, y luché por concentrarme en lo que Anuar me decía, aún atribulado por las palabras de mi mente.
-Mi hermana…- comenzó a decir, obligándome a entreabrir los ojos para mirarle. –Es alta, de ojos azules como el cielo en verano, cabello larga y castaño claro o rubio oscuro…no creo que nos parezcamos demasiado su nariz es recta a diferencia de la mia, tiene también los labios alargados y es delgada…pero no.- de pronto acalló, y fruncí el ceño con ligera preocupación.
Suspiró abriendo los ojos para mirarme, casi podía leer en su mirada que quería preguntarme algo.
-¿Qué ocurre...?.- le cuestioné. -¿Es por tu hermana...?.- no me atreví a preguntar más. Recordé sus palabras mentalmente. Que curioso me resultó darme cuenta que su hermana también era rubia. -Flavio también es rub....- mi voz se ahogó sin darme posibilidad a continuar.
¿Es, Eric? Está muerto, ¿aún no te has dado cuenta? Asúmelo. Está muerto, no vas a volver a verle... lo sabes
Me mordí con fuerza el labio inferior, bajando la mirada al suelo. Cerré los ojos un solo instante, apretando con fuerza para evitar que las lágrimas cayesen de mis ojos. ¿Por qué? ¿Por qué le sentía tan vivo? Tan presente, tan necesario para vivir. ¿Por qué sentía aquel sentimiento de constante ausencia? De constante falta.
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Re: La paura tornerà domani... [Anuar]
¿Cómo podia atormentarse tan dolorosamente por sus recuerdos? No encontraba motivos de ser de aquel dolor el sabia el vacio que quedaba después de la perdida pero los años remedian o pretendían remediar aquello uno aprendía, aprendía a vivir sin ese trozo de uno mismo porque no quedaba mas remedio que seguir, la muerte, siempre habia pensado en el suicidio mas nunca como una soluciones ni posibilidad, no habia problemas grandes solo gente débil y una sociedad que en lo absoluto ayudaba mas bien parecían empujar a cada individuo a aquella toma de decisión precipitada y llena de temor e inseguridades, una tontería desperdiciar una vida por problemas.
-iba a preguntarte por Flavio pero creo que no es correcto, quiero decir…si te lastima no es correcto- le indico con tranquilidad porque con el las palabras parecían aflorar tan libiamente que no debía preocuparse en que decir o como decirlo, en que callar porque en esos e basaba una amistad ¿cierto? En confiar en el otro, en preocuparse por el y velar por su bien, el lo hacia procuraba la felicidad de Eric aunque la labor no le estaba saliendo nada bien.
Se acerco a el apoyando su frente sobre su hombro suspirando ampliamente porque ya no compartía su pesar solo entendía el sentimiento que tristeza, ira y enojo, de saber que no se habia hecho nada mas de lo posible porque siempre podia darse mas, siempre habia una solución solo la muerte no la tenia e inclusive la inmortalidad la solucionaba de cierta forma ¿existía acaso un vampiro que hubiese vivido desde el inicio de los tiempos? El primero en su raza uno que no podia morir de ninguna forma que triste debería ser, ver decaer a la humanidad, sus costumbres y personas, que triste debía ser vivir en eterna soledad…
-¿has pensado alguna vez…los años que te restan por vivir?- le cuestiono curioso el mismo cuidaba no hacerlo porque pensaría en Soren y aquello le traia contradicciones en las cuales prefería de momento no preocuparse.
-iba a preguntarte por Flavio pero creo que no es correcto, quiero decir…si te lastima no es correcto- le indico con tranquilidad porque con el las palabras parecían aflorar tan libiamente que no debía preocuparse en que decir o como decirlo, en que callar porque en esos e basaba una amistad ¿cierto? En confiar en el otro, en preocuparse por el y velar por su bien, el lo hacia procuraba la felicidad de Eric aunque la labor no le estaba saliendo nada bien.
Se acerco a el apoyando su frente sobre su hombro suspirando ampliamente porque ya no compartía su pesar solo entendía el sentimiento que tristeza, ira y enojo, de saber que no se habia hecho nada mas de lo posible porque siempre podia darse mas, siempre habia una solución solo la muerte no la tenia e inclusive la inmortalidad la solucionaba de cierta forma ¿existía acaso un vampiro que hubiese vivido desde el inicio de los tiempos? El primero en su raza uno que no podia morir de ninguna forma que triste debería ser, ver decaer a la humanidad, sus costumbres y personas, que triste debía ser vivir en eterna soledad…
-¿has pensado alguna vez…los años que te restan por vivir?- le cuestiono curioso el mismo cuidaba no hacerlo porque pensaría en Soren y aquello le traia contradicciones en las cuales prefería de momento no preocuparse.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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