AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
La paura tornerà domani... [Anuar]
Página 2 de 2.
Página 2 de 2. • 1, 2
La paura tornerà domani... [Anuar]
Recuerdo del primer mensaje :
Muchos humanos peleaban día y noche contra sus propios recuerdos, los más dolorosos o aquellos felices que le condenaban a la más pura miseria. Y mientras, yo, luchaba por encontrar hasta el más mínimo detalle, con todo lo que aquello conllevaba. Pero claramente, buscar mis recuerdos no era algo agradable. Siempre salía malparado.
Me había privado de dormir, de intentar recordar la sonrisa de Flavio para no sentirme tan vacío, me privaba de dibujar para no plasmar el dolor de su falta. En realidad, lo que más miedo me daba era plasmarle sonriendo y tener que enfrentarme a aquel gesto de su rostro. Recordarle así solo me hacía más daño, sabiendo que no había podido impedir su muerte y que mucho menos, podía recuperarle ya.
Mi mente había reaparecido y la tortura a la que me veía obligado sufrir era demasiado para mí. Me hacía sentirme más débil, más inútil. Sin ganas de seguir adelante, sin ganas de rebuscar más en mi mente, de continuar con aquella maldita vida a la que me veía condenado. Cerrar los ojos era un privilegio al que no podía arriesgarme, pues la imagen de mi creadora volvía a mi mente con aquellas sensaciones: la impotencia, el miedo, el saberse casi muerto... no, no podía permitirmelo. Dormir, por consiguiente, era un lujo demasiado caro. Con cada intento por descansar solo recibía dosis de mi dolor, recuerdos de la muerte de Flavio, de su sonrisa, tan lejana a mí...
Pero aquella mañana, cuando el sol apareció y tuve que ocultarme en el rincón más oscuro del sótano para no sentir como la piel se me quemaba dolorosamente, mi cansacio venció la batalla y acabé durmiéndome en aquel rincón, apoyado contra la pared.
Me desperté con un fuerte grito. Otra vez, otra vez aquella imagen, otra vez aquel dolor atravesando mi pecho. Tembloroso cubrí mi rostro con ambas manos para deslizarlo por mi pelo mientras mi mirada quedaba fija en el suelo. El tiritar de mis dientes rompía el silencio del sótano, y pude notar como la luna brillaba ya por la ventana.
Tuve que apoyarme en la pared para levantarme, y así lo hice. Me apoyé en ésta cuando ya estaba de pie y oculté mi rostro entre ésta y mi brazo. Las lágrimas derramadas ya no servían de nada, ya no podía sentir como recorrían mi mejilla o como quemaban mi rostro. Ya no podía sentir nada, otra vez.
Me giré apoyando la espalda en la pared e intenté recobrar la calma normal de mi respiración y mi cuerpo. ¿Por qué mi mente me castigaba de aquella manera? ¿Me lo merecía?
Dejaste que muriese. Lo mereces.
Apreté los ojos con fuerza en mi solitario dolor e intenté dejar la mente en blanco para no seguir viendo aquella dolorosa imagen. Ni siquiera recordar la sonrisa de Flavio podía calmar aquel dolor, aquella soledad.
No me sentía con las fuerzas suficientes como para pasar aquella noche solo, no podía asegurar que no intentase hacerme algo con aquel dolor dentro de mí. Necesitaba a alguien a mi lado en aquel momento... y por suerte, podía decir que tenía un sitio donde acudir.
Salir del sótano del sanatorio no fue complicado, la costumbre hacía que cada vez fuera más fácil.
El brillo intenso de la luna golpeó contra mis cansados ojos y tuve que cubrirlos hasta que se acostumbraron a la luz. Caminé perdido en el vacío que sentía en mi mente. Caminé hasta llegar a aquel piso que días atrás había conocido.
En este lugar, el tercer piso, recordé que decía la voz de Anuar en mi mente. Agradecí a su recuerdo el haber roto el vacío que la inundaba, y el deseo de hablar con él y estar a su lado se hizo más grande al instante.
Sentí una extraña vergüenza al subir el primer escalón del edificio, ¿no sería demasiado descarado aparecer sin invitación? Puedes venir cuando quieras la puerta de mi piso jamás esta cerrada, ¿debía tomarme aquello al pie de la letra? Para cuando quise dar respuesta a todas aquellas cuestiones estaba en el tercer piso. Observé el lugar con la mirada, aún con el pulso tembloroso, y luché buscando la calma interior. No quería contarle a Anuar nada de lo que había sucedido aquella noche, simplemente deseaba su presencia. Eso bastaría... ¿verdad?
Muchos humanos peleaban día y noche contra sus propios recuerdos, los más dolorosos o aquellos felices que le condenaban a la más pura miseria. Y mientras, yo, luchaba por encontrar hasta el más mínimo detalle, con todo lo que aquello conllevaba. Pero claramente, buscar mis recuerdos no era algo agradable. Siempre salía malparado.
Me había privado de dormir, de intentar recordar la sonrisa de Flavio para no sentirme tan vacío, me privaba de dibujar para no plasmar el dolor de su falta. En realidad, lo que más miedo me daba era plasmarle sonriendo y tener que enfrentarme a aquel gesto de su rostro. Recordarle así solo me hacía más daño, sabiendo que no había podido impedir su muerte y que mucho menos, podía recuperarle ya.
Mi mente había reaparecido y la tortura a la que me veía obligado sufrir era demasiado para mí. Me hacía sentirme más débil, más inútil. Sin ganas de seguir adelante, sin ganas de rebuscar más en mi mente, de continuar con aquella maldita vida a la que me veía condenado. Cerrar los ojos era un privilegio al que no podía arriesgarme, pues la imagen de mi creadora volvía a mi mente con aquellas sensaciones: la impotencia, el miedo, el saberse casi muerto... no, no podía permitirmelo. Dormir, por consiguiente, era un lujo demasiado caro. Con cada intento por descansar solo recibía dosis de mi dolor, recuerdos de la muerte de Flavio, de su sonrisa, tan lejana a mí...
Pero aquella mañana, cuando el sol apareció y tuve que ocultarme en el rincón más oscuro del sótano para no sentir como la piel se me quemaba dolorosamente, mi cansacio venció la batalla y acabé durmiéndome en aquel rincón, apoyado contra la pared.
Los cuatro hombres vestidos con túnicas negras sujetaban a aquel joven de rostro descompuesto y ojos oscurecidos por el miedo que le inundaba. El verde mate de su mirada se veía oculto por miles de lágrimas que no dejaban de caer de sus ojos, gritando sus súplicas de clemencia... inútiles ante aquellos despiadados siervos del señor.
-¡Soltádme...! ¡Por favor, soltadme...!
Su grave pero aniñada voz se vio silenciada por un fuerte puñetazo en su cara. Comenzó entonces a llorar con más fuerza, ¿qué había hecho él para merecer todo aquello? ¿Qué error había cometido para ganarse aquel castigo? Las fuerzas escaseaban en su cuerpo, magullado y ensangrentado. Llevaban ya horas abusando de él, de un niño de 17 años. Abusaban de él buscando aquel plácer que su misma vocación prohibía, abusaban de él como un juguete roto al que abandonarían al cansarse. ¿Y que podía hacer el chico? ¿Quién acudiría a su ayuda en aquel lugar?
Comenzaron entonces los golpes en su espalda, la cual arqueó gritando de dolor. El resto de su ropa fue despojada, y hasta el atardecer, Flavio fue violado y golpeado hasta quedar ya moribundo. Así fue abandonado a su suerte hasta morir...
-¡Soltádme...! ¡Por favor, soltadme...!
Su grave pero aniñada voz se vio silenciada por un fuerte puñetazo en su cara. Comenzó entonces a llorar con más fuerza, ¿qué había hecho él para merecer todo aquello? ¿Qué error había cometido para ganarse aquel castigo? Las fuerzas escaseaban en su cuerpo, magullado y ensangrentado. Llevaban ya horas abusando de él, de un niño de 17 años. Abusaban de él buscando aquel plácer que su misma vocación prohibía, abusaban de él como un juguete roto al que abandonarían al cansarse. ¿Y que podía hacer el chico? ¿Quién acudiría a su ayuda en aquel lugar?
Comenzaron entonces los golpes en su espalda, la cual arqueó gritando de dolor. El resto de su ropa fue despojada, y hasta el atardecer, Flavio fue violado y golpeado hasta quedar ya moribundo. Así fue abandonado a su suerte hasta morir...
Me desperté con un fuerte grito. Otra vez, otra vez aquella imagen, otra vez aquel dolor atravesando mi pecho. Tembloroso cubrí mi rostro con ambas manos para deslizarlo por mi pelo mientras mi mirada quedaba fija en el suelo. El tiritar de mis dientes rompía el silencio del sótano, y pude notar como la luna brillaba ya por la ventana.
Tuve que apoyarme en la pared para levantarme, y así lo hice. Me apoyé en ésta cuando ya estaba de pie y oculté mi rostro entre ésta y mi brazo. Las lágrimas derramadas ya no servían de nada, ya no podía sentir como recorrían mi mejilla o como quemaban mi rostro. Ya no podía sentir nada, otra vez.
Me giré apoyando la espalda en la pared e intenté recobrar la calma normal de mi respiración y mi cuerpo. ¿Por qué mi mente me castigaba de aquella manera? ¿Me lo merecía?
Dejaste que muriese. Lo mereces.
Apreté los ojos con fuerza en mi solitario dolor e intenté dejar la mente en blanco para no seguir viendo aquella dolorosa imagen. Ni siquiera recordar la sonrisa de Flavio podía calmar aquel dolor, aquella soledad.
No me sentía con las fuerzas suficientes como para pasar aquella noche solo, no podía asegurar que no intentase hacerme algo con aquel dolor dentro de mí. Necesitaba a alguien a mi lado en aquel momento... y por suerte, podía decir que tenía un sitio donde acudir.
Salir del sótano del sanatorio no fue complicado, la costumbre hacía que cada vez fuera más fácil.
El brillo intenso de la luna golpeó contra mis cansados ojos y tuve que cubrirlos hasta que se acostumbraron a la luz. Caminé perdido en el vacío que sentía en mi mente. Caminé hasta llegar a aquel piso que días atrás había conocido.
En este lugar, el tercer piso, recordé que decía la voz de Anuar en mi mente. Agradecí a su recuerdo el haber roto el vacío que la inundaba, y el deseo de hablar con él y estar a su lado se hizo más grande al instante.
Sentí una extraña vergüenza al subir el primer escalón del edificio, ¿no sería demasiado descarado aparecer sin invitación? Puedes venir cuando quieras la puerta de mi piso jamás esta cerrada, ¿debía tomarme aquello al pie de la letra? Para cuando quise dar respuesta a todas aquellas cuestiones estaba en el tercer piso. Observé el lugar con la mirada, aún con el pulso tembloroso, y luché buscando la calma interior. No quería contarle a Anuar nada de lo que había sucedido aquella noche, simplemente deseaba su presencia. Eso bastaría... ¿verdad?
Invitado- Invitado
Re: La paura tornerà domani... [Anuar]
Me sentía un completo estúpido, un cobarde incapaz de luchar contra el dolor para continuar viviendo. ¿Por qué no era feliz ahora que por fin recordaba a Flavio? ¿Por qué no me bastaba su sonrisa para poder buscar las fuerzas suficientes para seguir recordando?
-Iba a preguntarte por Flavio pero creo que no es correcto, quiero decir…si te lastima no es correcto.- dijo rompiendo el silencio. Dolía, claro que dolía. Pero sentía que con él podía compartir aquello por muy doloroso que aquello fuera. Él tenía que comprenderme... él tenía que hacerlo.
Alcé la mirada para observcarle cuando se acercó a mí apoyando su frente en mi hombro, dejando escapar un fuerte suspiro. ¿Qué le ocurría? ¿Suspiraba por mi pesar? ¿Le entristecía ver como no podía ser feliz? Ser feliz es algo que nunca lograrás. Suspiré. Aquella vez no dolieron las palabras de mi mente, aquella vez lo único que dolía era aquel sentimiento de saber que yo no tendría la suerte de Anuar. No podía odiarle por aquello, me alegraba que fuera feliz, pero la pregunta de "¿y por qué yo no tengo esa suerte?" me invadía.
-¿Has pensado alguna vez…los años que te restan por vivir?.- su pregunta me tomó por sorpresa, ¿a qué se refería?
-No... nunca pienso en el futuro. Vivo estancado en el pasado... y es el pasado quien me hace desear a veces con toda esta locura.- ¿ahora llamas locura a vivir?, me cuestionó mi mente. ¿Vivir? ¿Aquello podía llamarse "vivir"? -Soy un cobarde que no se atreve a poner fin a esto... hay una fuerza superior a mí que me impide hacerlo, que me niega las fuerzas suficientes para acabar con mi vida.- acaricié su pelo con cierta ternura y reí sin saber por qué. -Puedes preguntarme por Flavio... creo... creo que eres la única persona con la que quiero hablar de él.- me sinceré finalmente.
Cerré los ojos, imaginándome por un segundo como me habría sentido si Anuar fuera Flavio. Pero no logré ver nada... nada. No tenía las suficientes fuerzas para imaginarme aquello sin sufrir, no lograría soportar a la idea de verle a mi lado sabiendo cual había sido su final.
-Iba a preguntarte por Flavio pero creo que no es correcto, quiero decir…si te lastima no es correcto.- dijo rompiendo el silencio. Dolía, claro que dolía. Pero sentía que con él podía compartir aquello por muy doloroso que aquello fuera. Él tenía que comprenderme... él tenía que hacerlo.
Alcé la mirada para observcarle cuando se acercó a mí apoyando su frente en mi hombro, dejando escapar un fuerte suspiro. ¿Qué le ocurría? ¿Suspiraba por mi pesar? ¿Le entristecía ver como no podía ser feliz? Ser feliz es algo que nunca lograrás. Suspiré. Aquella vez no dolieron las palabras de mi mente, aquella vez lo único que dolía era aquel sentimiento de saber que yo no tendría la suerte de Anuar. No podía odiarle por aquello, me alegraba que fuera feliz, pero la pregunta de "¿y por qué yo no tengo esa suerte?" me invadía.
-¿Has pensado alguna vez…los años que te restan por vivir?.- su pregunta me tomó por sorpresa, ¿a qué se refería?
-No... nunca pienso en el futuro. Vivo estancado en el pasado... y es el pasado quien me hace desear a veces con toda esta locura.- ¿ahora llamas locura a vivir?, me cuestionó mi mente. ¿Vivir? ¿Aquello podía llamarse "vivir"? -Soy un cobarde que no se atreve a poner fin a esto... hay una fuerza superior a mí que me impide hacerlo, que me niega las fuerzas suficientes para acabar con mi vida.- acaricié su pelo con cierta ternura y reí sin saber por qué. -Puedes preguntarme por Flavio... creo... creo que eres la única persona con la que quiero hablar de él.- me sinceré finalmente.
Cerré los ojos, imaginándome por un segundo como me habría sentido si Anuar fuera Flavio. Pero no logré ver nada... nada. No tenía las suficientes fuerzas para imaginarme aquello sin sufrir, no lograría soportar a la idea de verle a mi lado sabiendo cual había sido su final.
Invitado- Invitado
Re: La paura tornerà domani... [Anuar]
-¿Por qué debería ser la muerte la solución de los problemas?- le cuestiono recapacitando el mismo la pregunta ¿Cuántas veces no habia tenido el cuchillo entre sus manos? ¿Cuántas veces no habia añorado tener el miso destino que su hermana? Asi cuando minimo ella seria feliz en compañía de su padre, a el nadie lo extrañaría porque nadie era capaz de quererlo por lo menos no en aquella época.
Se habia replanteando la idea un trillar de veces, negándose a tomar aquel camino, negándose a darle la satisfacción a la des escrupulosa vida de verle sucumbir ante sus desgracias estipuladas, porque solo el podia decidir en que momento se daría por vencido y su decisión no se veria afectaba por azares del destino, amenos que una bala le alcanzara, aquello si seria una desgracia.
-creer aveces no es suficiente, aunque me alegro que te sientas con esa confianza…- aseguro con tranquilidad suspirando ampliamente dejando que sus manos recorrieran su cabello y entonces la duda el embarco haciéndole temblar de pies a cabeza -¿supiste que paso con el sacerdote?...me refiero, con la mujer que bajo del carruaje- murmuro como temeroso de que el viento llevase sus palabras haciéndole saber a alguien mas su secreto, uno que debería ir en algun libro negro de males hechos al mundo, o vienes, como quisiera verse aquello –lo lamento- murmuro por haber cambiado el tema de conversación tan radicalmente pero debía saber, necesitaba saberlo.
Se encamino hasta la ventana asomándose, observando el suelo metros mas abajo la gente no solia transitar esa calle, por tratarse de una demasiado peligrosa en las noches y en los días también. Retrocedió de golpe cuando un tordo golpeo el cristal, con el pico habia hecho una fisura en el mismo, varias líneas se extendían de un extremo a otro, el aire no se colaba, no aun pero lo haría. Que animal mas torpe aquel
¿Qué no le habia visto en la ventana? Aunque aquella no tuviera el vidrio, un objeto no era capaz de atravesar otro, relamió sus labios rozando el cristal con la punta de sus dedos. No era tonto aquel animal era mas humano de lo que aparentaba por que ¿que acaso las personas no se esmeraban en seguir su camino aun cuando este tenia al final un infortunio? Suspiro no percatandose sino hasta entonces que estaba manchando el cristal con su propia sangre, un corte regalo del cristal roto -quizas deberiamos investigar sobre la mujer...no me gustaria que mi rostro apareciera en cada esquina de París- asevero limpiando su dedo contra su camisa.
Se habia replanteando la idea un trillar de veces, negándose a tomar aquel camino, negándose a darle la satisfacción a la des escrupulosa vida de verle sucumbir ante sus desgracias estipuladas, porque solo el podia decidir en que momento se daría por vencido y su decisión no se veria afectaba por azares del destino, amenos que una bala le alcanzara, aquello si seria una desgracia.
-creer aveces no es suficiente, aunque me alegro que te sientas con esa confianza…- aseguro con tranquilidad suspirando ampliamente dejando que sus manos recorrieran su cabello y entonces la duda el embarco haciéndole temblar de pies a cabeza -¿supiste que paso con el sacerdote?...me refiero, con la mujer que bajo del carruaje- murmuro como temeroso de que el viento llevase sus palabras haciéndole saber a alguien mas su secreto, uno que debería ir en algun libro negro de males hechos al mundo, o vienes, como quisiera verse aquello –lo lamento- murmuro por haber cambiado el tema de conversación tan radicalmente pero debía saber, necesitaba saberlo.
Se encamino hasta la ventana asomándose, observando el suelo metros mas abajo la gente no solia transitar esa calle, por tratarse de una demasiado peligrosa en las noches y en los días también. Retrocedió de golpe cuando un tordo golpeo el cristal, con el pico habia hecho una fisura en el mismo, varias líneas se extendían de un extremo a otro, el aire no se colaba, no aun pero lo haría. Que animal mas torpe aquel
¿Qué no le habia visto en la ventana? Aunque aquella no tuviera el vidrio, un objeto no era capaz de atravesar otro, relamió sus labios rozando el cristal con la punta de sus dedos. No era tonto aquel animal era mas humano de lo que aparentaba por que ¿que acaso las personas no se esmeraban en seguir su camino aun cuando este tenia al final un infortunio? Suspiro no percatandose sino hasta entonces que estaba manchando el cristal con su propia sangre, un corte regalo del cristal roto -quizas deberiamos investigar sobre la mujer...no me gustaria que mi rostro apareciera en cada esquina de París- asevero limpiando su dedo contra su camisa.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
- Mensajes : 1801
Fecha de inscripción : 25/06/2010
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La paura tornerà domani... [Anuar]
Negué con la cabeza entreabriendo los ojos para centrar mi atención de nuevo en Anuar, luchando por evadir la necesidad de sentir a Flavio un instante a mi lado.
-¿Por qué debería ser la muerte la solución de los problemas?.- me cuestionó de forma directa. ¿Acaso a él nunca se le había pasado aquella idea por la cabeza? Era cobarde, sí, era una idea muy cobarde, pero a veces lo cobarde no era rendirse, sino luchar contra un imposible. Bajé la mirada, intentando sacar aquella idea de mi cabeza. No iba a suicidarme... no podía, intentaba excusarme en mi tanatofobia, pero ya iba más allá. Ya era la necesidad de recordar a Flavio y saber si él me había querido como parecía que yo le había querido a él.
¿Qué dices, Eric? ¿Querer? Ahora crees que puedes sentir..., susurró mi mente mientras una carcajada resonaba dentro de mí.
Apreté fuerte las sábanas de la cama. ¿Por qué?, me habría gustado preguntar, ¿pero para qué? Si no recibiría ninguna respuesta, si no acallaría a aquella voz que tanto me torturaba...
-Creer a veces no es suficiente, aunque me alegro que te sientas con esa confianza…- aseguró de pronto Anuar. Le miré un momento, sintiéndome seguro de aquellas palabras. Quizá fueran mentira, pero una parte de mí decía que eran la única verdad que había dicho en años... solo con él sentía que podía liberar mis pensamientos acerca de Flavio, pero no lo haría. No aquella noche. -¿Supiste que pasó con el sacerdote? ...Me refiero, con la mujer que bajó del carruaje.- murmuró con cierto tono inquieto en su voz, sacándome de mis pensamientos. –Lo lamento.- continuó de pronto.
Negué con la cabeza mirándole. No debía sentirse culpable. La culpa se apoderó de mí de forma brusca y quise poder recompensarle por aquello. Seguramente no sería algo fácil de recordar, si no lo era para mí, lo sería mucho menos para él, que era un humano...
Observé como se encaminaba a la ventana para asomarse en ésta, logrando que bajase la mirada por la culpa, cerrando los ojos un momento para revivir los momentos posteriores al asesinato, donde el miedo se había apoderado de aquel joven al que ahora consideraba un amigo.
Se oyó de pronto un golpe que me tomó por sorpresa. Alcé la cabeza para comprobar de donde provenía el ruído, en un momento de preocupación creyendo que le habría pasado algo. Solo pude ver que observaba su dedo manchado de sangre.
-Quizas deberiamos investigar sobre la mujer...no me gustaria que mi rostro apareciera en cada esquina de París.- dijo limpiando la sangre de su dedo contra su camisa.
Reí sin poder evitarlo y ladeé la cabeza observándole.
-¿Aún sabe tu sangre tan dulce como la última vez o después de lo del asesinato se ha vuelto más agria...?.- bromeé, avergonzándome al instante de lo dicho. Mi humor era demasiado macabro a veces. -Disculpa.- murmuré muy bajo, extraño de pedir perdón tantas veces a una misma persona. ¿Significaba aquello que me importaba? -Imagino por tu pregunta que te ha marcado mucho todo aquello... ojalá pudiera haberlo evitado....- me encogí de hombros y apoyé las manos en el colchón para inclinarme ligeramente hacia atrás. -De haber hablado la señora, ya habría carteles por todas partes... o eso quiero creer... si te sientes más tranquilo, puedo investigarlo... ahora con tu hermana a tu lado no deberías tener más preocupaciones.- añadí, asustándome de cierto modo por la sinceridad que tenían mis palabras.
Imaginé por un momento que lo más hermoso que podía tener entonces era a su hermana, y me sentía casi en obligación de devolver de alguna forma la paz en su vida después de lo sucedido en la iglesia.
-¿Por qué debería ser la muerte la solución de los problemas?.- me cuestionó de forma directa. ¿Acaso a él nunca se le había pasado aquella idea por la cabeza? Era cobarde, sí, era una idea muy cobarde, pero a veces lo cobarde no era rendirse, sino luchar contra un imposible. Bajé la mirada, intentando sacar aquella idea de mi cabeza. No iba a suicidarme... no podía, intentaba excusarme en mi tanatofobia, pero ya iba más allá. Ya era la necesidad de recordar a Flavio y saber si él me había querido como parecía que yo le había querido a él.
¿Qué dices, Eric? ¿Querer? Ahora crees que puedes sentir..., susurró mi mente mientras una carcajada resonaba dentro de mí.
Apreté fuerte las sábanas de la cama. ¿Por qué?, me habría gustado preguntar, ¿pero para qué? Si no recibiría ninguna respuesta, si no acallaría a aquella voz que tanto me torturaba...
-Creer a veces no es suficiente, aunque me alegro que te sientas con esa confianza…- aseguró de pronto Anuar. Le miré un momento, sintiéndome seguro de aquellas palabras. Quizá fueran mentira, pero una parte de mí decía que eran la única verdad que había dicho en años... solo con él sentía que podía liberar mis pensamientos acerca de Flavio, pero no lo haría. No aquella noche. -¿Supiste que pasó con el sacerdote? ...Me refiero, con la mujer que bajó del carruaje.- murmuró con cierto tono inquieto en su voz, sacándome de mis pensamientos. –Lo lamento.- continuó de pronto.
Negué con la cabeza mirándole. No debía sentirse culpable. La culpa se apoderó de mí de forma brusca y quise poder recompensarle por aquello. Seguramente no sería algo fácil de recordar, si no lo era para mí, lo sería mucho menos para él, que era un humano...
Observé como se encaminaba a la ventana para asomarse en ésta, logrando que bajase la mirada por la culpa, cerrando los ojos un momento para revivir los momentos posteriores al asesinato, donde el miedo se había apoderado de aquel joven al que ahora consideraba un amigo.
Se oyó de pronto un golpe que me tomó por sorpresa. Alcé la cabeza para comprobar de donde provenía el ruído, en un momento de preocupación creyendo que le habría pasado algo. Solo pude ver que observaba su dedo manchado de sangre.
-Quizas deberiamos investigar sobre la mujer...no me gustaria que mi rostro apareciera en cada esquina de París.- dijo limpiando la sangre de su dedo contra su camisa.
Reí sin poder evitarlo y ladeé la cabeza observándole.
-¿Aún sabe tu sangre tan dulce como la última vez o después de lo del asesinato se ha vuelto más agria...?.- bromeé, avergonzándome al instante de lo dicho. Mi humor era demasiado macabro a veces. -Disculpa.- murmuré muy bajo, extraño de pedir perdón tantas veces a una misma persona. ¿Significaba aquello que me importaba? -Imagino por tu pregunta que te ha marcado mucho todo aquello... ojalá pudiera haberlo evitado....- me encogí de hombros y apoyé las manos en el colchón para inclinarme ligeramente hacia atrás. -De haber hablado la señora, ya habría carteles por todas partes... o eso quiero creer... si te sientes más tranquilo, puedo investigarlo... ahora con tu hermana a tu lado no deberías tener más preocupaciones.- añadí, asustándome de cierto modo por la sinceridad que tenían mis palabras.
Imaginé por un momento que lo más hermoso que podía tener entonces era a su hermana, y me sentía casi en obligación de devolver de alguna forma la paz en su vida después de lo sucedido en la iglesia.
Última edición por Eric el Vie Nov 05, 2010 11:14 am, editado 1 vez
Invitado- Invitado
Re: La paura tornerà domani... [Anuar]
Sus ojos observaban la sangre que suavemente y sin afán de mas afloraba de su dedo índice con la ayuda de un diminuto vidrio incrustado entre la finura de su piel lechosa, tendría que cambiar ahora la ventana, porque con una fuerte ventisca seguramente cedería rompiéndose en mil fragmentos y vertiéndose dentro de la habitación para colarse entre las telas y el suelo, el frio entraría después cubriéndolo todo como un manto de obscuridad mas aquel manto no era visible sino solo tangible.
Se giro al escuchar sus palabras ciertamente algo sorprendido, observo su dedo y nuevamente al vampiro no le preocupaba sangrar frente a el a fin de cuentas le habia dicho ya que la sangre dulce no era ni de menos su favorita –a mi me parece igual de metálica y salada que siempre- asevero con calma ignorando su disculpa porque era extraño recibirlas tan a menudo de los mismos labios, como un rezo incesante, innecesario, porque aun no pronunciándolas, él le perdonaba.
-no puedo mentirte…es una pesadilla mas pero no te culpo ¿no decidi yo quedarme?- le cuestiono negando a sabiendas que si alguien tenia la culpa eran el, su curiosidad y su terquedad, sin ellas quizás hubiese logrado salir del lugar antes de que todo comenzara pero de haber ocurrido asi sin lugar para la duda podría asegurar que, no seria el Anuar que era y pocos conocían.
-¿me ves acaso como un humano demasiado frágil?- le cuestiono ceñudo, ahora tenia a su hermana cierto era y agradecía por ello, pero eso no le impedía poder investigar a la mujer, eso no significaba que el tuviese que cargar con todos sus problemas solo para aliviarlo unos instantes porque estaba seguro que prontamente las pesadillas regresarían no importaba que.
-quizas no logra recordar bien nuestros rostros a fin de cuentas, éramos dos extraños caminando la luz del candil alumbro nuestros rostros por segundos…posiblemente nisiquiera nos haya visto- aseguro intentando pensar positivo, pero era un pesimista y nada podia hacerse al respecto, seguramente la mujer estaba preparando el mejor retrato hablado para asi quien los viera no pudiese confundirlos con alguien más, seguramente el salir alguien le sorprendería llevándolos a cuestas a alguna mazmorra, exhibiéndolo a la luz pública solo para ser ofendido, agredido y colgado, quizás hubiese una tortura anterior a eso, quizás, quizás.
-solo espero que no terminen cazándonos- aseguro en voz baja porque si le pillaban no seria capaz de culpar solo a Eric diría que el habia sido cómplice y participe, compartiría su destino aunque el no pudiese morir con las banalidades en que un humano como si mismo lo haría, asi de tonto era y asi de grande su fidelidad.
Se giro al escuchar sus palabras ciertamente algo sorprendido, observo su dedo y nuevamente al vampiro no le preocupaba sangrar frente a el a fin de cuentas le habia dicho ya que la sangre dulce no era ni de menos su favorita –a mi me parece igual de metálica y salada que siempre- asevero con calma ignorando su disculpa porque era extraño recibirlas tan a menudo de los mismos labios, como un rezo incesante, innecesario, porque aun no pronunciándolas, él le perdonaba.
-no puedo mentirte…es una pesadilla mas pero no te culpo ¿no decidi yo quedarme?- le cuestiono negando a sabiendas que si alguien tenia la culpa eran el, su curiosidad y su terquedad, sin ellas quizás hubiese logrado salir del lugar antes de que todo comenzara pero de haber ocurrido asi sin lugar para la duda podría asegurar que, no seria el Anuar que era y pocos conocían.
-¿me ves acaso como un humano demasiado frágil?- le cuestiono ceñudo, ahora tenia a su hermana cierto era y agradecía por ello, pero eso no le impedía poder investigar a la mujer, eso no significaba que el tuviese que cargar con todos sus problemas solo para aliviarlo unos instantes porque estaba seguro que prontamente las pesadillas regresarían no importaba que.
-quizas no logra recordar bien nuestros rostros a fin de cuentas, éramos dos extraños caminando la luz del candil alumbro nuestros rostros por segundos…posiblemente nisiquiera nos haya visto- aseguro intentando pensar positivo, pero era un pesimista y nada podia hacerse al respecto, seguramente la mujer estaba preparando el mejor retrato hablado para asi quien los viera no pudiese confundirlos con alguien más, seguramente el salir alguien le sorprendería llevándolos a cuestas a alguna mazmorra, exhibiéndolo a la luz pública solo para ser ofendido, agredido y colgado, quizás hubiese una tortura anterior a eso, quizás, quizás.
-solo espero que no terminen cazándonos- aseguro en voz baja porque si le pillaban no seria capaz de culpar solo a Eric diría que el habia sido cómplice y participe, compartiría su destino aunque el no pudiese morir con las banalidades en que un humano como si mismo lo haría, asi de tonto era y asi de grande su fidelidad.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
- Mensajes : 1801
Fecha de inscripción : 25/06/2010
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La paura tornerà domani... [Anuar]
(Perdona la tardanza, estoy un tanto ocupado para concentrarme plenamente en los post... lo siento)
Observaba su figura, aún de cara a la ventana, mirando su dedo que sangraba levemente. Se giró de pronto, con gesto sorprendido.–A mi me parece igual de metálica y salada que siempre.- dijo finalmente con voz tranquila. Bajé ligeramente la mirada, con cierta vergüenza, ¿qué clase de bromas se suponía que hacía?
Al momento me invadió otra duda de mayor relevancia, ¿desde cuando sentía yo vergüenza por mis palabras? ¿Desde cuando pedía disculpas por todo? ¿Tanto podían importarme los demás? Al menos, aquellos que decidía tener cerca... caso por ejemplo, como Anuar. ¿De verdad me importaba? ¿Por qué? -No puedo mentirte…es una pesadilla mas pero no te culpo ¿no decidí yo quedarme?.- aquellas palabras fueron la respuesta que necesitaba. Sí, Anuar me importaba porque aquel sentimiento era recíproco. Lo había pasado mal en la iglesia y se había quedado... por mí, ¿no?
-¿Me ves acaso como un humano demasiado frágil? .- me cuestionó de pronto frunciendo el ceño. ¿Frágil? ¿Cómo podía considerarle frágil si había vivido una pesadilla solo por seguir sus propios principios? -Quizás no logra recordar bien nuestros rostros a fin de cuentas, éramos dos extraños caminando la luz del candil alumbró nuestros rostros por segundos…posiblemente ni siquiera nos haya visto.- asentí mirando sus ojos con seguridad, intentando trasmitírsela aunque solo fuera un momento. -Sólo espero que no terminen cazándonos.- concluyó en voz baja.
Me levanté caminando lentamente hacia él, apoyándome en la pared de la ventana para mirar sus ojos.
-No te veo frágil, no creo que seas frágil... me preocupas, nada más.- me sinceré encogiéndome de hombros. -Y no dejaré que te pase nada... ni siquiera dejaría que te capturasen, y así será.- ladeé la cabeza por la ventana antes de continuar hablando. -Te protegeré y haré que olvides ese miedo... es un enemigo demasiado grande, demasiado fuerte para dejar que tú te enfrentes a él.- suspiré distante dirigiendo mi mirada a la suya. -No pienso dejar que la vida repita en ti lo que pasó con Flavio... no...
Apoyé la cabeza en la pared, cerrando los ojos y echando la cabeza hacia atrás. ¿Por qué decidía torturarme siempre con lo mismo? ¿Era mi forma de sentir que Flavio seguía vivo? Qué manera tan estúpida de hacerlo, si así era. Para tu desdicha, es la única que tienes.
Cerré con fuerza los ojos golpeando ligeramente la pared con el puño. ¿Por qué? Simplemente por qué. Por qué mi mente tenía que recordarme una y otra vez que Flavio había muerto y yo no había podido impedirlo. Aquello solo aumentaba aquel pensamiento de proteger a Anuar, de negarme una y otra vez a que le hicieran daño, a que pudiera pasarle algo. Sólo me quedaba la esperanza de no fracasar con él, de no volver a sentir la impotencia con un cuerpo muerto entre mis brazos. No iba a permitirlo.
-Te prometo que estarás bien.- susurré aún con los ojos cerrados acercando una mano a su antebrazo para tomarlo con suavidad. -Te lo prometo....- repetí apretando levemente su brazo, como un tonto que necesita que le repitan las cosas para creérselas realmente, para creer en la veracidad de éstas.
Invitado- Invitado
Re: La paura tornerà domani... [Anuar]
¿Le preocupaba? ¿Cuántas veces habia escuchado aquellas palabras en su vida? Quizas una, o dos, se veía bastante falto de frases y palabras de cariño que no estuviesen bajo un manto de molestia, odio e indiferencia, de violencia y agresión porque asi representaba el cariño su padre por medio de ofensas o quizás, su padre ni siquiera lo intentaba ocultar y realmente tanto le aberraba para tratarle de aquella forma, en todo caso no estaba acostumbrado a ellas.
-entonces si crees que soy débil- murmuro ceñudo ante sus palabras aflojando el cejo cuando escucho lo que a continuación sus labios pronunciaron con dolorosa maestría ¿Cómo podia compararle? Siquiera mencionarle en la misma oración que aquel nombre, se sintió extrañamente convaleciente viéndose obligado a encaminarse a el con paso indeciso.
¿Le prometía bienestar? ¿Cómo podía prometer aquello? ¿Qué no le ocurrirá nada malo? El no podia estar a todo momento y en todo lugar, si un dia un hombre pasaba a su lado y le pegaba un tiro el no sabria, nadie se enteraría ¿cómo entonces le prometía estar bien? Sonrio aun asi de forma torpe, sintiendo su dedos cernidos a su mano con firmeza y aun asi sin aplastar, porque por ilógica que sus palabras fuesen le traían bienestar y paz, una tranquilidad que pocas veces se permitía sentir.
-me conformo con que me digas que estarás bien tu- aseguro en voz baja observando entorno asi, debía agradecerle por estar ahí porque casi le parecía poder ver a sus pesadillas intentar adentrarse en la habitación resistiendo al ver a un extraño dentro, aun extraño no para el sino para ellas ¿y si el cuervo habia sido la imagen tangible de ellas? Quizas asi era, quizas no, uno de sus problemas radicaba en la literalidad con que tomaba las cosas, por ello no comprendía los chistes, sarcasmos o ironías, no por lo menos en su mayoría.
-¿has pintado algo mas?- le cuestiono entonces recordando sus bosquejos con carboncillos, los únicos que habia visto donde se plasmaban las fiestas a la que después asistirían no la misma, pero significativamente parecida.
-entonces si crees que soy débil- murmuro ceñudo ante sus palabras aflojando el cejo cuando escucho lo que a continuación sus labios pronunciaron con dolorosa maestría ¿Cómo podia compararle? Siquiera mencionarle en la misma oración que aquel nombre, se sintió extrañamente convaleciente viéndose obligado a encaminarse a el con paso indeciso.
¿Le prometía bienestar? ¿Cómo podía prometer aquello? ¿Qué no le ocurrirá nada malo? El no podia estar a todo momento y en todo lugar, si un dia un hombre pasaba a su lado y le pegaba un tiro el no sabria, nadie se enteraría ¿cómo entonces le prometía estar bien? Sonrio aun asi de forma torpe, sintiendo su dedos cernidos a su mano con firmeza y aun asi sin aplastar, porque por ilógica que sus palabras fuesen le traían bienestar y paz, una tranquilidad que pocas veces se permitía sentir.
-me conformo con que me digas que estarás bien tu- aseguro en voz baja observando entorno asi, debía agradecerle por estar ahí porque casi le parecía poder ver a sus pesadillas intentar adentrarse en la habitación resistiendo al ver a un extraño dentro, aun extraño no para el sino para ellas ¿y si el cuervo habia sido la imagen tangible de ellas? Quizas asi era, quizas no, uno de sus problemas radicaba en la literalidad con que tomaba las cosas, por ello no comprendía los chistes, sarcasmos o ironías, no por lo menos en su mayoría.
-¿has pintado algo mas?- le cuestiono entonces recordando sus bosquejos con carboncillos, los únicos que habia visto donde se plasmaban las fiestas a la que después asistirían no la misma, pero significativamente parecida.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
- Mensajes : 1801
Fecha de inscripción : 25/06/2010
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La paura tornerà domani... [Anuar]
Al repetir aquello en voz alta me sentí más seguro, más confiado. Seguro de poder cumplir lo que decía, confiado sabiendo que me preocupaba por alguien y que me esforzaría en protegerle. ¿Era aquello una locura? ¿O una simple excusa que usaba para no pensar más en mí? No. Anuar me preocupaba porque le quería, ¿qué más vueltas debía darle?
-Entonces sí crees que soy débil.- mumuró con tono molesto, logrando que abriese los ojos para mirarle. Pero su gesto fue relajándose poco a poco, como si lo dicho de Flavio le hubiera... ¿asustado?
Bajé la mirada suspirando, ¿creería en mis palabras o me tomaría por un loco? ¿Le disgustaría la idea de que le protegiese? ¿Y si me estaba tomando excesivas confianzas?
-Me conformo con que me digas que estarás bien tú.- aseguró tras un instante de silencio, obligándome a alzar la mirada para observarle. Resultaba extraño como en pocos encuentros uno podía llegar a preocuparse por el otro. Resultaba extraño descubrir como una persona podía cambiar, y aún se tornaba más extraño el no saber si aquella idea me agradaba o no.
Te da miedo, susurró mi mente. Quizá llevase razón, quizá me daba miedo la idea de tener que depender de alguien y que esa persona desapareciese de mi vida sin más. ¿Habría pasado eso con Flavio?
-¿Has pintado algo más?.- el choque de la pregunta de Anuar con la mía propia resultó demasiado doloroso. El saberme sin recuerdos, sin la posibilidad de asegurar que mi vida era Flavio o que simplemente era alguien importante para mí me frustraba. Y la sola idea de tener que recordar que lo único que dibujaba, era a él, resultaba aún más frustrante.
-Sí....- susurré dolorosamente. -Pero comienzo a intentar evitar hacerlo... .- continué soltando su mano lentamente. -Solo puedo dibujar a Flavio... sólo veo su cuerpo muerto en mis brazos, solo puedo ver su sonrisa distante que parece imposible de alcanzar... el brillo de sus ojos, sus cabellos rubios brillando en contraste del propio sol... ni siquiera me atrevo a ver mi propio reflejo.- me sinceré casi sin poder evitarlo. -Somos demasiado semejantes, los labios, los ojos...- acallé mis palabras al darme cuenta del tiempo verbal que había usado para referirme a él.
Somos, ¿qué éramos? Nada, él ya estaba muerto y yo también, muerto por su ausencia, por su falta. Muerto de dolor.
Negué con la cabeza para caminar a ciegas por el cuarto, buscando un lienzo y un carboncillo.
-Déjame mostrártelo....- susurré ladeando la cabeza para mirarle. -Quiero que veas cómo es mi mayor tortura... mi mayor tesoro
-Entonces sí crees que soy débil.- mumuró con tono molesto, logrando que abriese los ojos para mirarle. Pero su gesto fue relajándose poco a poco, como si lo dicho de Flavio le hubiera... ¿asustado?
Bajé la mirada suspirando, ¿creería en mis palabras o me tomaría por un loco? ¿Le disgustaría la idea de que le protegiese? ¿Y si me estaba tomando excesivas confianzas?
-Me conformo con que me digas que estarás bien tú.- aseguró tras un instante de silencio, obligándome a alzar la mirada para observarle. Resultaba extraño como en pocos encuentros uno podía llegar a preocuparse por el otro. Resultaba extraño descubrir como una persona podía cambiar, y aún se tornaba más extraño el no saber si aquella idea me agradaba o no.
Te da miedo, susurró mi mente. Quizá llevase razón, quizá me daba miedo la idea de tener que depender de alguien y que esa persona desapareciese de mi vida sin más. ¿Habría pasado eso con Flavio?
-¿Has pintado algo más?.- el choque de la pregunta de Anuar con la mía propia resultó demasiado doloroso. El saberme sin recuerdos, sin la posibilidad de asegurar que mi vida era Flavio o que simplemente era alguien importante para mí me frustraba. Y la sola idea de tener que recordar que lo único que dibujaba, era a él, resultaba aún más frustrante.
-Sí....- susurré dolorosamente. -Pero comienzo a intentar evitar hacerlo... .- continué soltando su mano lentamente. -Solo puedo dibujar a Flavio... sólo veo su cuerpo muerto en mis brazos, solo puedo ver su sonrisa distante que parece imposible de alcanzar... el brillo de sus ojos, sus cabellos rubios brillando en contraste del propio sol... ni siquiera me atrevo a ver mi propio reflejo.- me sinceré casi sin poder evitarlo. -Somos demasiado semejantes, los labios, los ojos...- acallé mis palabras al darme cuenta del tiempo verbal que había usado para referirme a él.
Somos, ¿qué éramos? Nada, él ya estaba muerto y yo también, muerto por su ausencia, por su falta. Muerto de dolor.
Negué con la cabeza para caminar a ciegas por el cuarto, buscando un lienzo y un carboncillo.
-Déjame mostrártelo....- susurré ladeando la cabeza para mirarle. -Quiero que veas cómo es mi mayor tortura... mi mayor tesoro
Invitado- Invitado
Re: La paura tornerà domani... [Anuar]
Suspiro apenado –no tengo ya ningun lienzo Eric…el dinero no me permite comprarlos pero…-murmuro avanzando hacia uno de los estantes, dejando a un lado la cajilla metalica en la cual dentro yacían todos los recuerdos dolorosos e insufribles, las cartas a su padre jamás mostradas, el liston de su hermana y los guantes de su madre, todo lo que en algun momento le recordase si antigua vida y por antigua mejor que la que ahora poseía solo diferente, con menos carencias aunque también menores alegrías, una cosa por la otra, nada en la vida era gratis.
Tomo un cuadernillo de blancas hojas, sujetas entre su por un cordel negro y sucio, roído por los años o por las ratas que dudaba hubiese en aquel piso, tener un gato a fin de cuentas tenia sus ventajas, rebusco también la caja con carboncillos y los llevo donde Eric, depositándolos sobre sus manos y deteniéndole de su furtivo andar por el lugar, no encontraría nada mas para trabajar en aquel lugar.
-muestra entonces el rostro de tus sueños- le pidió en voz baja rebuscando en un cajón alguna vela para alumbrar mejor la habitación el, a diferencia de Eric no podia vislumbrar las cosas sin rayo de luz alguno, necesitaba de la incandescencia del fuego o la vivacidad de los haces lunares para poder observar las cosas, el dibujo a sus ojos seria solo una plasta blanca con líneas que le ennegrecían por todos lados, sin una forma ni un contorno.
Encontró la vela una regordeta y con la mecha consumida con algunas gotas de cera dura y antes derretida aferrados a su cremoso cuerpo, lo cual indicaba que ya anteriormente habia sido usada y apagada para usarla en otra ocasión, aquella seria la ocasión merecida y no asi esperada. Rebusco en el cajón en encendedor prendiendo la mecha para iluminar lo necesario y asi poder ver el rostro que a continuación Eric retrataría para el, uno que solo en memorias recordaba, el mismo que le atormentaba e incitaba a seguir, como lo habia sido en su tiempo, el rostro de Angeliqué.
Tomo un cuadernillo de blancas hojas, sujetas entre su por un cordel negro y sucio, roído por los años o por las ratas que dudaba hubiese en aquel piso, tener un gato a fin de cuentas tenia sus ventajas, rebusco también la caja con carboncillos y los llevo donde Eric, depositándolos sobre sus manos y deteniéndole de su furtivo andar por el lugar, no encontraría nada mas para trabajar en aquel lugar.
-muestra entonces el rostro de tus sueños- le pidió en voz baja rebuscando en un cajón alguna vela para alumbrar mejor la habitación el, a diferencia de Eric no podia vislumbrar las cosas sin rayo de luz alguno, necesitaba de la incandescencia del fuego o la vivacidad de los haces lunares para poder observar las cosas, el dibujo a sus ojos seria solo una plasta blanca con líneas que le ennegrecían por todos lados, sin una forma ni un contorno.
Encontró la vela una regordeta y con la mecha consumida con algunas gotas de cera dura y antes derretida aferrados a su cremoso cuerpo, lo cual indicaba que ya anteriormente habia sido usada y apagada para usarla en otra ocasión, aquella seria la ocasión merecida y no asi esperada. Rebusco en el cajón en encendedor prendiendo la mecha para iluminar lo necesario y asi poder ver el rostro que a continuación Eric retrataría para el, uno que solo en memorias recordaba, el mismo que le atormentaba e incitaba a seguir, como lo habia sido en su tiempo, el rostro de Angeliqué.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
- Mensajes : 1801
Fecha de inscripción : 25/06/2010
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La paura tornerà domani... [Anuar]
Su triste suspiro me hizo voltear la mirada hacia él, para oírle después decir que ya no le quedaban lienzos. El dinero, el dinero era la causa. Deseé por un momento poder tener una gran fortuna para poder ayudarle, con su hermana, con sus cosas... con todo. ¿Pero qué podía darle un triste vampiro más pobre que él mismo? Bajé la mirada percatándome de que no podía entregarle más que mi compañía, mi... ¿experiencia? ¿Iba a servirle de algo? Negué con la cabeza, posando una mano sobre la frente.
Observé entre mis dedos como se acercaba a uno de los estantes de la habitación y, dejando a un lado una caja de metal y pequeño tamaño, tomó un cuardenillo de claras hojas atado con un cordel negro que me entregó junto una caja de carboncillos. Era extraña aquella sensación que me invadió: una mezcla entre nostalgia y miedo.
Acaricié el cordón negro con aquella nostalgia que me había invadido, escuchando como me pedía en voz baja que dibujase el rostro que veía en sueños. Miedo. Miedo que venció la batalla y tomó el control de mí.
¿Como iba a enfrentarme de nuevo a sus ojos? ¿Como iba a reaccionar al ver su rostro, siempre tan lejano al mío? ¿Qué haría al ver su perfecto rostro?
Me desesperé en silencio, luchando contra aquel miedo para poder cumplir mis palabras. Te da miedo reconocer que está muerto. Dilo Eric, dilo en voz alta. Está muerto., negué con la cabeza rápidamente mientras Anuar encendía una vela cerca de mí. Cobarde, remató mi mente de forma dolorosa.
Apreté el cuadernillo contra mi pecho, notando cómo mis manos comenzaban a temblar de forma inconsciente. Mi mente tenía razón, como casi siempre. Me daba miedo reconocer que Flavio estaba muerto, me daba miedo enfrentarme a su imagen, porque solo era un recuerdo. ¿De qué servía llamar su recuerdo una y otra vez?
Acomodándome en la cama, posé el cuardenillo sobre mis piernas, y abrí la caja de carboncillos para elegir uno al azar. Observé como temblaba sobre mi mano izquierda, y cerré los ojos intentando calmar aquel miedo. Debía hacerlo, no podía vivir siempre con el miedo, alguna vez debía enfrentarme a él... y aquel era un buen momento, quería que Anuar conociese mi más sagrado secreto, mi más dolorosa realidad, mi más anhelado recuerdo.
Contra todo pronóstico, mi mano se movió sola, haciendo un rasgón en toda la página. Cerré los ojos molesto, notando como mi mano aún temblaba. Maldita sea, maldita sea. Apreté los ojos de nuevo, intentando calmarme, o al menos, lograr que mi mano lo hiciese.
Para mi desgracia, varias imágenes comenzaron a dibujarse en mi mente. Imágenes que jamás había visto. Flavio, en una especie de prado, un lienzo y una silla vacía. A continuación de ésta, estábamos los dos, parecíamos estar jugando a algo, porque Flavio reía. Y como colofón final, un abrazo de ambos donde nuestros labios se hacían competencia con plenas sonrisas.
Intenté tomar aire para recuperarme de todo aquello, y abrí los ojos topándome con la luz de la vela. Clavé la mirada en la llama que consumía la vela y apreté con fuerza el cuadernillo, en una desesperación por recuperar aquellos momentos. ¿Quieres tenerlo contigo, verdad? ¿Quieres que vuelva, cierto?
-Cállate....- susurré dolorosamente, parpadeando repetidas veces para evitar que las lágrimas cayesen de mis ojos.
Estiré las hojas del cuadernillo lentamente y cerré los ojos para comenzar a plasmar aquella última imagen que dolía más que cualquier herida, que quemaba más que cualquiera otra llama.
Me ceñí estrictamente en representar a la perfección el rostro de Flavio, con aquella radiante sonrisa, con aquel brillo ignato en sus ojos verdes mate, el movimiento de sus alborotados cabellos rubio oscuro, la perfecta curvatura de sus labios finos y rosados, tan perfectos como los de una obra de arte. Gemí dolorosamente para mis adentros, apretando el puño y dejando que las lágrimas cayesen por mis mejillas a cada trazo que dibujaba. ¿Por qué ya no podía tenerle conmigo? ¿Por qué? ¡¿Por qué?! Quise gritar y sacar fuera aquel dolor, pero continué casi tembloroso aquella imagen que inundaba mi mente. Dibujé a largos trazos mi figura, mi sonrisa o mi cuerpo. Era demasiado importante la figura de Flavio como para fijarme en la mía.
Abrí los ojos cuando supe que había terminado, y encontrarme con aquella imagen me llenó aún más de dolor. Aparté la mirada mordiendo con fuerza mi labio inferior y acerqué el cuadernillo a Anuar.
Quise decir algo... pero las palabras se negaron a salir. Dejé caer el carboncillo y cubrí el rostro con ambas manos, negándome a dejar que las lágrimas continuasen brotando de mis ojos.
Observé entre mis dedos como se acercaba a uno de los estantes de la habitación y, dejando a un lado una caja de metal y pequeño tamaño, tomó un cuardenillo de claras hojas atado con un cordel negro que me entregó junto una caja de carboncillos. Era extraña aquella sensación que me invadió: una mezcla entre nostalgia y miedo.
Acaricié el cordón negro con aquella nostalgia que me había invadido, escuchando como me pedía en voz baja que dibujase el rostro que veía en sueños. Miedo. Miedo que venció la batalla y tomó el control de mí.
¿Como iba a enfrentarme de nuevo a sus ojos? ¿Como iba a reaccionar al ver su rostro, siempre tan lejano al mío? ¿Qué haría al ver su perfecto rostro?
Me desesperé en silencio, luchando contra aquel miedo para poder cumplir mis palabras. Te da miedo reconocer que está muerto. Dilo Eric, dilo en voz alta. Está muerto., negué con la cabeza rápidamente mientras Anuar encendía una vela cerca de mí. Cobarde, remató mi mente de forma dolorosa.
Apreté el cuadernillo contra mi pecho, notando cómo mis manos comenzaban a temblar de forma inconsciente. Mi mente tenía razón, como casi siempre. Me daba miedo reconocer que Flavio estaba muerto, me daba miedo enfrentarme a su imagen, porque solo era un recuerdo. ¿De qué servía llamar su recuerdo una y otra vez?
Acomodándome en la cama, posé el cuardenillo sobre mis piernas, y abrí la caja de carboncillos para elegir uno al azar. Observé como temblaba sobre mi mano izquierda, y cerré los ojos intentando calmar aquel miedo. Debía hacerlo, no podía vivir siempre con el miedo, alguna vez debía enfrentarme a él... y aquel era un buen momento, quería que Anuar conociese mi más sagrado secreto, mi más dolorosa realidad, mi más anhelado recuerdo.
Contra todo pronóstico, mi mano se movió sola, haciendo un rasgón en toda la página. Cerré los ojos molesto, notando como mi mano aún temblaba. Maldita sea, maldita sea. Apreté los ojos de nuevo, intentando calmarme, o al menos, lograr que mi mano lo hiciese.
Para mi desgracia, varias imágenes comenzaron a dibujarse en mi mente. Imágenes que jamás había visto. Flavio, en una especie de prado, un lienzo y una silla vacía. A continuación de ésta, estábamos los dos, parecíamos estar jugando a algo, porque Flavio reía. Y como colofón final, un abrazo de ambos donde nuestros labios se hacían competencia con plenas sonrisas.
Intenté tomar aire para recuperarme de todo aquello, y abrí los ojos topándome con la luz de la vela. Clavé la mirada en la llama que consumía la vela y apreté con fuerza el cuadernillo, en una desesperación por recuperar aquellos momentos. ¿Quieres tenerlo contigo, verdad? ¿Quieres que vuelva, cierto?
-Cállate....- susurré dolorosamente, parpadeando repetidas veces para evitar que las lágrimas cayesen de mis ojos.
Estiré las hojas del cuadernillo lentamente y cerré los ojos para comenzar a plasmar aquella última imagen que dolía más que cualquier herida, que quemaba más que cualquiera otra llama.
Me ceñí estrictamente en representar a la perfección el rostro de Flavio, con aquella radiante sonrisa, con aquel brillo ignato en sus ojos verdes mate, el movimiento de sus alborotados cabellos rubio oscuro, la perfecta curvatura de sus labios finos y rosados, tan perfectos como los de una obra de arte. Gemí dolorosamente para mis adentros, apretando el puño y dejando que las lágrimas cayesen por mis mejillas a cada trazo que dibujaba. ¿Por qué ya no podía tenerle conmigo? ¿Por qué? ¡¿Por qué?! Quise gritar y sacar fuera aquel dolor, pero continué casi tembloroso aquella imagen que inundaba mi mente. Dibujé a largos trazos mi figura, mi sonrisa o mi cuerpo. Era demasiado importante la figura de Flavio como para fijarme en la mía.
Abrí los ojos cuando supe que había terminado, y encontrarme con aquella imagen me llenó aún más de dolor. Aparté la mirada mordiendo con fuerza mi labio inferior y acerqué el cuadernillo a Anuar.
Quise decir algo... pero las palabras se negaron a salir. Dejé caer el carboncillo y cubrí el rostro con ambas manos, negándome a dejar que las lágrimas continuasen brotando de mis ojos.
Invitado- Invitado
Re: La paura tornerà domani... [Anuar]
Le observaba en silencio contra la luz incandescente de la vela mientras Eric movia su mano con frenetismo sobre la cosa casi como si a tirones quisiera deshacerse de aquel blanco lienzo sobre el cual veria en algunos instantes el rostro de sus sueños y pesadillas, el joven que por nombre llevaba Flavio y por convicción dolor, aquel dolor que tantas veces habia expuesto a sus ojos, sufrimiento, por apellido negación, se atormentaba de una forma tortuosa y el nada podia hacer para remediarlo, le hacia sentir inútil inútil en el mar ruin de los medios ¿Qué debía hacer si no podia ayudar a un amigo? ¿no le habia causado solo sufrimiento? ¿no habia sido su culpa el incidente den la fiesta? Porque y a pesar de no haberle dicho a Soren que se inmiscuyese lo habia hecho y lo hecho por el, derecho alguno tenia a tacharlo por culpable porque no lo era y no lo haría.
Le observo cuando pronuncio aquella única palabra tan cargada de dolor, sentía que el pecho se le encogía y donde su corazón debía estar punzaba ahora una daga contra su cuerpo, se llevo disimuladamente la mano al pecho aguardando por el fin de todo aquello, esperando tener el retrato entre sus manos y asi poder conocer el motivo de todo aquello ¿Qué seria, saberle muerto y no poder hacer nada? Que egoísta, haber creído que podía contarle algo como lo de Angeliqué ¿no sufría lo suficiente con saber su muerte? Como para que mas y aparte le echase en cara el reencuentro con su hermana, suspiro tomando el cuadernillo entre sus manos y acercándose a la luz de la vela para poder verle mejor.
Observo no con los ojos sino con el corazón, era aquel un rostro familiar, de labios más gruesos y nariz recta, se acerco a Eric sentándose a un lado de el aun con el dibujo entre sus manos sin saber que palabra pronunciar ¿Cómo podría hacerle sentir mejor? Cuando solo habia lugar para el sufrimiento –donde sea que este ahora…no quera verte llorar- murmuro a su oído carraspeando.
Le observo cuando pronuncio aquella única palabra tan cargada de dolor, sentía que el pecho se le encogía y donde su corazón debía estar punzaba ahora una daga contra su cuerpo, se llevo disimuladamente la mano al pecho aguardando por el fin de todo aquello, esperando tener el retrato entre sus manos y asi poder conocer el motivo de todo aquello ¿Qué seria, saberle muerto y no poder hacer nada? Que egoísta, haber creído que podía contarle algo como lo de Angeliqué ¿no sufría lo suficiente con saber su muerte? Como para que mas y aparte le echase en cara el reencuentro con su hermana, suspiro tomando el cuadernillo entre sus manos y acercándose a la luz de la vela para poder verle mejor.
Observo no con los ojos sino con el corazón, era aquel un rostro familiar, de labios más gruesos y nariz recta, se acerco a Eric sentándose a un lado de el aun con el dibujo entre sus manos sin saber que palabra pronunciar ¿Cómo podría hacerle sentir mejor? Cuando solo habia lugar para el sufrimiento –donde sea que este ahora…no quera verte llorar- murmuro a su oído carraspeando.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
- Mensajes : 1801
Fecha de inscripción : 25/06/2010
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La paura tornerà domani... [Anuar]
Apretando las manos contra mis ojos, me negué a continuar llorando, porque Anuar tenía razón... él no querría verme llorar.
¿Y qué sabes tú de lo que él quería?
Otra vez aquel duro ataque me abatió en el dolor, condenándome a una lucha eterna de mis sentimientos contra mi propia mente. ¿Por qué tenía que pasarme todo aquello?
La simple aparición de mi mente había creado mil preguntas, cada una más dolorosa que la anterior: ¿donde se suponía que estaba Flavio? ¿Había sido bendecido con el cielo o se quemaba en las llamas del infierno donde debería estar yo? ¿Podía verme aún desde allí? ¿Podía sentir mi dolor?
Que patético me resultas cuando pierdes el tiempo pensando todo esto... está muerto. Muerto, Eric, asúmelo ya.
Sentí el cuerpo pesado con aquellas palabras, como si el sistema nervioso comenzara a negarse a continuar trabajando. Como si cada neurona hubiera muerto con aquellas palabras.
-Muerto....- susurré perdiendo la mirada en ninguna parte y sintiendo el leve vaivén de mi cuerpo.
Quise sacar fuera aquel dolor, quise deshacerme de aquella impotencia, exteriorizar aquella rabia de alguna manera, ¿pero cómo? O mejor dicho, ¿para qué? Mi mente tenía razón, estaba muerto. Y ni siquiera recordaba su apellido, ni siquiera podía recordar con claridad su voz, sus manos, el tacto de ésta... apenas podía visualizar con claridad aquellos ojos verde mate donde me perdería con gusto si tuviera la oportunidad... pero no, no la tenía, y no iba a tenerla. Ni ahora, ni nunca.
Me mentía manteniéndole vivo en mis recuerdos, en los pocos que tenía. Continuaba mintiéndome diciéndome lo vivo que me sentía al poder recordarle aunque fuera solo un instante.
Qué iluso, creyendo que podría vivir solo con su recuerdo. No. No bastaba, y nunca lo haría. Le necesitaba sin saber porqué, pero lo hacía, y ya no me daba miedo aceptarlo, porque era la única verdad que conocía, la única que podría gritar en voz alta y con plena seguridad.
Aquello comenzaba a volverse una locura inútil y carente de sentido. ¿Qué ganaba continuando con mi existencia si él no estaba y no iba a estar nunca? ¿Qué ganaba luchando contra el dolor? Nada.
Me habría gustado autoconvencerme de que peleando contra todo, iba a recuperarle, iba a tener una razón para seguir... pero era mentira. Todo era una gran mentira, una dolorosa mentira.
Alcé el rostro para clavar mis ojos en los de Anuar en una lastimera mirada.
-Tú que puedes... tú que tienes la oportunidad, que la vida te ha bendecido... nunca dejes de aprovechar cada instante con tu hermana....- bajé la mirada al suelo. -No la dejes ir...
Sonreí de medio lado en mi propia desgracia. ¿De qué? Quién podía saberlo, quizá la cordura me hubiera abandonado, quizá el dolor reinaba ahora en mí y tomaba el mando de todas mis acciones.
¿Y qué sabes tú de lo que él quería?
Otra vez aquel duro ataque me abatió en el dolor, condenándome a una lucha eterna de mis sentimientos contra mi propia mente. ¿Por qué tenía que pasarme todo aquello?
La simple aparición de mi mente había creado mil preguntas, cada una más dolorosa que la anterior: ¿donde se suponía que estaba Flavio? ¿Había sido bendecido con el cielo o se quemaba en las llamas del infierno donde debería estar yo? ¿Podía verme aún desde allí? ¿Podía sentir mi dolor?
Que patético me resultas cuando pierdes el tiempo pensando todo esto... está muerto. Muerto, Eric, asúmelo ya.
Sentí el cuerpo pesado con aquellas palabras, como si el sistema nervioso comenzara a negarse a continuar trabajando. Como si cada neurona hubiera muerto con aquellas palabras.
-Muerto....- susurré perdiendo la mirada en ninguna parte y sintiendo el leve vaivén de mi cuerpo.
Quise sacar fuera aquel dolor, quise deshacerme de aquella impotencia, exteriorizar aquella rabia de alguna manera, ¿pero cómo? O mejor dicho, ¿para qué? Mi mente tenía razón, estaba muerto. Y ni siquiera recordaba su apellido, ni siquiera podía recordar con claridad su voz, sus manos, el tacto de ésta... apenas podía visualizar con claridad aquellos ojos verde mate donde me perdería con gusto si tuviera la oportunidad... pero no, no la tenía, y no iba a tenerla. Ni ahora, ni nunca.
Me mentía manteniéndole vivo en mis recuerdos, en los pocos que tenía. Continuaba mintiéndome diciéndome lo vivo que me sentía al poder recordarle aunque fuera solo un instante.
Qué iluso, creyendo que podría vivir solo con su recuerdo. No. No bastaba, y nunca lo haría. Le necesitaba sin saber porqué, pero lo hacía, y ya no me daba miedo aceptarlo, porque era la única verdad que conocía, la única que podría gritar en voz alta y con plena seguridad.
Aquello comenzaba a volverse una locura inútil y carente de sentido. ¿Qué ganaba continuando con mi existencia si él no estaba y no iba a estar nunca? ¿Qué ganaba luchando contra el dolor? Nada.
Me habría gustado autoconvencerme de que peleando contra todo, iba a recuperarle, iba a tener una razón para seguir... pero era mentira. Todo era una gran mentira, una dolorosa mentira.
Alcé el rostro para clavar mis ojos en los de Anuar en una lastimera mirada.
-Tú que puedes... tú que tienes la oportunidad, que la vida te ha bendecido... nunca dejes de aprovechar cada instante con tu hermana....- bajé la mirada al suelo. -No la dejes ir...
Sonreí de medio lado en mi propia desgracia. ¿De qué? Quién podía saberlo, quizá la cordura me hubiera abandonado, quizá el dolor reinaba ahora en mí y tomaba el mando de todas mis acciones.
Invitado- Invitado
Re: La paura tornerà domani... [Anuar]
¿Cómo era posible todo aquello? No podia hacer nada mas que aguardar porque el mismo habia pasado por aquellos, los primeros meses de desesperación, las noches en vela a voz de llanto, incomprendido, un refugiado de la sociedad, buscando apoyo en las brazos de la soledad la misma que orillaba a las personas a saltar a aquel vacio del cual nadie podia regresar, solo el tiempo habia logrado reducir aquel pesar, hacerle seguir solo el tiempo hacia que uno se acostumbrara a las faltas.
-solo en esencia- murmuro al escucharle pronunciar aquella palabra, porque el asi lo creía por lo menos en medida, las personas jamás morían si uno las recordaba, fuese su sonrisa o su voz, un momento o una vida, los recuerdos eran momentos captados y los momentos vestigio de lo vivido, mientras se recordase la vida no se terminaba ¿Cómo habría sido Flavio en vida? ¿un joven alegre, soñador y risueño? ¿o un joven introvertido, reservado y cariñoso? Solo en apariencia podia conocerlo, roso con sus dedos la hoja siguiendo el contorno de su rostro ¿no habia el pintado por cuatro años el rostro de su hermana? Escondido entre los demás trazos de los cuadros porque siempre era aquel el rostro de su musa.
-la perdi ya una vez Eric creeme cuando te digo, que no lo hare una segunda- asevero en voz baja suspirando ampliamente, cerrando el cuaderno y tomando el carboncillo de la cama, el vampiro le habia dejado caer cuando con desespero y agobio habia cubierto su rostro con ambas manos, tomo su mentón entre sus dedos observando su rostro y negando –verte atormentarte de esta forma es inhumano…nadie merece este sufrimiento – murmuro besando su frente para levantarse de la cama seguidamente.
-¿has cenado ya algo?- le cuestiono en voz baja buscando entre los frascos algo de alcohol o agua para limpiar la herida de sus dedos, aquella diminuto corte que no sangraba ya, de igual forma sangrar frente a el no era inconveniente, lo habia dicho ya su sangre no le apetecia.
-solo en esencia- murmuro al escucharle pronunciar aquella palabra, porque el asi lo creía por lo menos en medida, las personas jamás morían si uno las recordaba, fuese su sonrisa o su voz, un momento o una vida, los recuerdos eran momentos captados y los momentos vestigio de lo vivido, mientras se recordase la vida no se terminaba ¿Cómo habría sido Flavio en vida? ¿un joven alegre, soñador y risueño? ¿o un joven introvertido, reservado y cariñoso? Solo en apariencia podia conocerlo, roso con sus dedos la hoja siguiendo el contorno de su rostro ¿no habia el pintado por cuatro años el rostro de su hermana? Escondido entre los demás trazos de los cuadros porque siempre era aquel el rostro de su musa.
-la perdi ya una vez Eric creeme cuando te digo, que no lo hare una segunda- asevero en voz baja suspirando ampliamente, cerrando el cuaderno y tomando el carboncillo de la cama, el vampiro le habia dejado caer cuando con desespero y agobio habia cubierto su rostro con ambas manos, tomo su mentón entre sus dedos observando su rostro y negando –verte atormentarte de esta forma es inhumano…nadie merece este sufrimiento – murmuro besando su frente para levantarse de la cama seguidamente.
-¿has cenado ya algo?- le cuestiono en voz baja buscando entre los frascos algo de alcohol o agua para limpiar la herida de sus dedos, aquella diminuto corte que no sangraba ya, de igual forma sangrar frente a el no era inconveniente, lo habia dicho ya su sangre no le apetecia.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
- Mensajes : 1801
Fecha de inscripción : 25/06/2010
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La paura tornerà domani... [Anuar]
[Perdona el retraso!]
Suspiré borrando aquella sonrisa de mis labios. ¿De qué me servía sonreír ante la desgracia? Era la mayor estúpidez, la mayor insansetez, si sabía bien que el dolor no iba a cesar ni un solo segundo... si sabía bien que no iba a recuperar a Flavio.
Él estaba muerto, por mucho que Anuar dijera que solo lo estaba en esencia. Él lo estaba, y yo con él, por mucho miedo que me diera quitarme la vida, yo también lo estaba... en esencia. Me mataba la idea de no recordarle, de no saber cómo era, desconocer sus gustos, sus pasiones, sus miedos... me mataba la idea de saber que nunca iba a volver a verle más que en mis dibujos, plasmado en cada una de mis lágrimas.
Tragué saliva cerrando los ojos con fuerza, ahogando aquellas lágrimas que prometí serían las últimas aquella noche. No era justo estropear la felicidad de Anuar con mi desgracia. No lo era, y sentía que me importaba demasiado como para permitirlo.
-La perdí ya una vez Eric creeme cuando te digo, que no lo haré una segunda.-dijo él de pronto, en voz baja y suspirando con fuerza. Abrí los ojos para observarle mientras cerraba el cuaderno, provocando un extraño vacío en mi pecho al dejar de ver aquella imagen, y tomando el carboncillo que había dejado caer. Alcé la mirada cuando se erguió y tomó mi mentón entre sus dedos para luego clavar sus ojos en los míos y negar con la cabeza. –Verte atormentarte de esta forma es inhumano…nadie merece este sufrimiento – murmuró levantándose de la cama.
Cerré los ojos casi de forma involuntaria, dejándome invadir por la calma que aquel casto beso había proporcionado a mi atormentada mente. Solo bastó dejar el miedo de lado un momento para que la imagen de Flavio haciendo aquel gesto tomase forma en mi imaginación, y abrí los ojos casi de golpe con un sentimiento de culpa. ¿Estaba aprovechándome del cariño de Anuar para sentir más cerca a Flavio?
Me mordí el labio inferior observando como Anuar rebuscaba algo entre varios frascos. -¿Has cenado ya algo.- cuestionó de pronto.
Me reí sin poder evitarlo y negué con la cabeza cerrando los ojos.
-No....- susurré. -He caído en una espiral de masoquismo... no dejo de pensar que cuanto menos me alimente, más cosas recordaré....- le expliqué casi en un murmullo, levantándome para colocarme a su lado. -Lástima que cuando llegan los recuerdos, no tenga fuerzas para enfrentarme a ellos....- añadí con una risa mientras tomaba una botella de alcohol. -Deja que yo lo haga....- susurré abriendo la botella. Aparté el rostro unos segundos por el fuerte y desagradable olor de ésta y tomé su mano para echar un par de gotas en la pequeña herida de su dedo. -Es una lástima que no tengas a tu hermana cerca para estas cosas... aunque dudo que quisiera verte en compañía de alguien como yo.- bromeé agravando mi tono de voz unos instantes.
Suspiré borrando aquella sonrisa de mis labios. ¿De qué me servía sonreír ante la desgracia? Era la mayor estúpidez, la mayor insansetez, si sabía bien que el dolor no iba a cesar ni un solo segundo... si sabía bien que no iba a recuperar a Flavio.
Él estaba muerto, por mucho que Anuar dijera que solo lo estaba en esencia. Él lo estaba, y yo con él, por mucho miedo que me diera quitarme la vida, yo también lo estaba... en esencia. Me mataba la idea de no recordarle, de no saber cómo era, desconocer sus gustos, sus pasiones, sus miedos... me mataba la idea de saber que nunca iba a volver a verle más que en mis dibujos, plasmado en cada una de mis lágrimas.
Tragué saliva cerrando los ojos con fuerza, ahogando aquellas lágrimas que prometí serían las últimas aquella noche. No era justo estropear la felicidad de Anuar con mi desgracia. No lo era, y sentía que me importaba demasiado como para permitirlo.
-La perdí ya una vez Eric creeme cuando te digo, que no lo haré una segunda.-dijo él de pronto, en voz baja y suspirando con fuerza. Abrí los ojos para observarle mientras cerraba el cuaderno, provocando un extraño vacío en mi pecho al dejar de ver aquella imagen, y tomando el carboncillo que había dejado caer. Alcé la mirada cuando se erguió y tomó mi mentón entre sus dedos para luego clavar sus ojos en los míos y negar con la cabeza. –Verte atormentarte de esta forma es inhumano…nadie merece este sufrimiento – murmuró levantándose de la cama.
Cerré los ojos casi de forma involuntaria, dejándome invadir por la calma que aquel casto beso había proporcionado a mi atormentada mente. Solo bastó dejar el miedo de lado un momento para que la imagen de Flavio haciendo aquel gesto tomase forma en mi imaginación, y abrí los ojos casi de golpe con un sentimiento de culpa. ¿Estaba aprovechándome del cariño de Anuar para sentir más cerca a Flavio?
Me mordí el labio inferior observando como Anuar rebuscaba algo entre varios frascos. -¿Has cenado ya algo.- cuestionó de pronto.
Me reí sin poder evitarlo y negué con la cabeza cerrando los ojos.
-No....- susurré. -He caído en una espiral de masoquismo... no dejo de pensar que cuanto menos me alimente, más cosas recordaré....- le expliqué casi en un murmullo, levantándome para colocarme a su lado. -Lástima que cuando llegan los recuerdos, no tenga fuerzas para enfrentarme a ellos....- añadí con una risa mientras tomaba una botella de alcohol. -Deja que yo lo haga....- susurré abriendo la botella. Aparté el rostro unos segundos por el fuerte y desagradable olor de ésta y tomé su mano para echar un par de gotas en la pequeña herida de su dedo. -Es una lástima que no tengas a tu hermana cerca para estas cosas... aunque dudo que quisiera verte en compañía de alguien como yo.- bromeé agravando mi tono de voz unos instantes.
Invitado- Invitado
Re: La paura tornerà domani... [Anuar]
-la fuerza que necesitas no viene de la sangre…pero creo que ya lo sabes- aseguro observando como tomaba la botella que contenía el alcohol dejándose lavar la herida arrugando de forma imperceptible el entrecejo ya fuese por el aroma desagradable del etílico o el ardor que producía en la herida casi como una caricia aunque bastante menos cuidadosa que una, quizas ardía porque mataba las bacterias, quizas.
-creo que ahora estará ocupada- murmuro sonriendo amargamente ¿Qué hacían las cortesanas de noche? Atendían a sus clientes claro estaba, a aquellos hombres de rebosante dinero y poder, que por algun motivo que aun desconocían decidían esconderse en los placeres del cuerpo para cubrir alguna otra falta humana, quizas cariño, quizas simpatía con las mujeres quizas sencillamente ganas de buscar una pareja, no comprendía y no gustaba de juzgar pero sus pensamientos le indicaban que debía, debía alejar a su hermana de esas andanzas.
Observo la minúscula herida acercando el dedo a su rostro para ver la piel abierta en dos, con un diminuto hoyuelo por el cual ya no escurría sangre pero se mantenía en una tonalidad mas rojiza que rosada, como debía ser y era el resto de sus manos, sus uñas diminutas con las puntas blanquecinas y algunos rastros de pintura bajo ellas, la misma que hacia días habia dejado allí.
-quizas…pero tampoco es que pueda venir a decidir mi vida ¿no?...a fin de cuentas somos amigos- murmuro con temor sonriendo de medio lado y bostezando, Morfeo intentaba llevarlo ya en sus brazos y no se podia pedir menos de un joven semi desnutrido y atosigado por las pesadillas, quizas algun dia lograra tener dulces sueños y nada mas, su mas grande anhelo era quedado sumido en un cálido sueño por siempre, porque no solo la vida comenzaba a tener un valor nulo sino, también la muerte en una sociedad decadente como todo imperio y sociedad, tenia su auge y después su decline ¿vivia lo suficiente para ver aquello? Lo dudaba.
¿Cuántos años de tormento le quedaban a Eric?...seguramente los suficientes.
-creo que ahora estará ocupada- murmuro sonriendo amargamente ¿Qué hacían las cortesanas de noche? Atendían a sus clientes claro estaba, a aquellos hombres de rebosante dinero y poder, que por algun motivo que aun desconocían decidían esconderse en los placeres del cuerpo para cubrir alguna otra falta humana, quizas cariño, quizas simpatía con las mujeres quizas sencillamente ganas de buscar una pareja, no comprendía y no gustaba de juzgar pero sus pensamientos le indicaban que debía, debía alejar a su hermana de esas andanzas.
Observo la minúscula herida acercando el dedo a su rostro para ver la piel abierta en dos, con un diminuto hoyuelo por el cual ya no escurría sangre pero se mantenía en una tonalidad mas rojiza que rosada, como debía ser y era el resto de sus manos, sus uñas diminutas con las puntas blanquecinas y algunos rastros de pintura bajo ellas, la misma que hacia días habia dejado allí.
-quizas…pero tampoco es que pueda venir a decidir mi vida ¿no?...a fin de cuentas somos amigos- murmuro con temor sonriendo de medio lado y bostezando, Morfeo intentaba llevarlo ya en sus brazos y no se podia pedir menos de un joven semi desnutrido y atosigado por las pesadillas, quizas algun dia lograra tener dulces sueños y nada mas, su mas grande anhelo era quedado sumido en un cálido sueño por siempre, porque no solo la vida comenzaba a tener un valor nulo sino, también la muerte en una sociedad decadente como todo imperio y sociedad, tenia su auge y después su decline ¿vivia lo suficiente para ver aquello? Lo dudaba.
¿Cuántos años de tormento le quedaban a Eric?...seguramente los suficientes.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
- Mensajes : 1801
Fecha de inscripción : 25/06/2010
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La paura tornerà domani... [Anuar]
Dejé que un par de gotas continuaran cayendo sobre su herida, y cerré la pequeña botella tras que éstas llegaran a su destino.
-La fuerza que necesitas no viene de la sangre…pero creo que ya lo sabes- aseguró mientras su mirada seguía la dirección que tomaba la botella de alcohol. Asentí lentamente, comprendiendo bien lo que decía.
-Aún no logro encontrar esa fuerza de la que hablas... aún no sé donde encontrarla... solo veo dolor, todo está oscuro.- susurré dejando la botella en el lugar donde había estado.
Observé su herida unos segundos, deseando poder tener algún pequeño trozo de tela con el que poder taparla. Pero quizá fuera mejor así, a ciencia cierta desconocía como se curaban las heridas de los humanos... o al menos, lo había olvidado.
-Creo que ahora estará ocupada- murmuró de pronto refiriéndose a su hermana, con una sonrisa amarga en los labios. Demonios. ¿Cómo podía ser tan torpe? ¿Cómo podía olvidarme de detalles tan importantes? Me mordí el labio inferior invadido por la culpa y quise abrazarle un momento para hacerle olvidar todos los pensamientos que sabía estarían recorriendo su mente. ¿Yo queriendo abrazar a alguien? ¿Por qué con Anuar todo era tan diferente? ¿Por qué todo parecía completamente natural? Sin embargo él mismo pareció evitar aquellos comentarios, dedicándose de pronto a observar la minúscula herida que había lastimado su dedo. -Quizás....- continuó de pronto. -Pero tampoco es que pueda venir a decidir mi vida ¿no?...a fin de cuentas somos amigos.- murmuró con un extraño tono en sus palabras, bostezando al instante logrando que riese con cierta ternura.
Rodeé su cuello con uno de mis brazos con suavidad para atraerlo hacia mí y abrazarlo con ternura. Cerré los ojos sintiendo una inexplicable libertad al estrechar su cuerpo, ¿qué estaba haciendo? Eso mismo parecía gritarme mi mente a modo de reprimenda, pero aquella vez no quise hacerle caso.
-Deberías descansar.- susurré aún sin soltarle. -Y perdonar mis meteduras de pata....- reí entre dientes soltándole para mirar sus ojos antes de continuar hablando. -Apesar de todo... apesar de todo lo que duele la falta de Flavio... me haces sentir afortunado. Me haces sentir alegre aún dentro de este agujero negro... me ha alegrado saber lo de tu hermana, y me alegra que puedas tenerla a tu lado... pero sobre todo me alegra poder tenerte como amigo
Fue extraño decir todo aquello de golpe, casi sin pensarlo. Extraño, pero agradable. Y sin saber porqué, sonreí de medio lado alborotando un momento sus cabellos.
-Prometo encargarme de lo del carruaje... puedes despreocuparte por ello y descansar tranquilo, todo estará bien- dicho así, casi sonaba a una mentira, pero por alguna razón creí en aquellas palabras que acababa de pronunciar, creí ciegamente que a él si podría defenderle de todo mal al que se enfrentase.
-La fuerza que necesitas no viene de la sangre…pero creo que ya lo sabes- aseguró mientras su mirada seguía la dirección que tomaba la botella de alcohol. Asentí lentamente, comprendiendo bien lo que decía.
-Aún no logro encontrar esa fuerza de la que hablas... aún no sé donde encontrarla... solo veo dolor, todo está oscuro.- susurré dejando la botella en el lugar donde había estado.
Observé su herida unos segundos, deseando poder tener algún pequeño trozo de tela con el que poder taparla. Pero quizá fuera mejor así, a ciencia cierta desconocía como se curaban las heridas de los humanos... o al menos, lo había olvidado.
-Creo que ahora estará ocupada- murmuró de pronto refiriéndose a su hermana, con una sonrisa amarga en los labios. Demonios. ¿Cómo podía ser tan torpe? ¿Cómo podía olvidarme de detalles tan importantes? Me mordí el labio inferior invadido por la culpa y quise abrazarle un momento para hacerle olvidar todos los pensamientos que sabía estarían recorriendo su mente. ¿Yo queriendo abrazar a alguien? ¿Por qué con Anuar todo era tan diferente? ¿Por qué todo parecía completamente natural? Sin embargo él mismo pareció evitar aquellos comentarios, dedicándose de pronto a observar la minúscula herida que había lastimado su dedo. -Quizás....- continuó de pronto. -Pero tampoco es que pueda venir a decidir mi vida ¿no?...a fin de cuentas somos amigos.- murmuró con un extraño tono en sus palabras, bostezando al instante logrando que riese con cierta ternura.
Rodeé su cuello con uno de mis brazos con suavidad para atraerlo hacia mí y abrazarlo con ternura. Cerré los ojos sintiendo una inexplicable libertad al estrechar su cuerpo, ¿qué estaba haciendo? Eso mismo parecía gritarme mi mente a modo de reprimenda, pero aquella vez no quise hacerle caso.
-Deberías descansar.- susurré aún sin soltarle. -Y perdonar mis meteduras de pata....- reí entre dientes soltándole para mirar sus ojos antes de continuar hablando. -Apesar de todo... apesar de todo lo que duele la falta de Flavio... me haces sentir afortunado. Me haces sentir alegre aún dentro de este agujero negro... me ha alegrado saber lo de tu hermana, y me alegra que puedas tenerla a tu lado... pero sobre todo me alegra poder tenerte como amigo
Fue extraño decir todo aquello de golpe, casi sin pensarlo. Extraño, pero agradable. Y sin saber porqué, sonreí de medio lado alborotando un momento sus cabellos.
-Prometo encargarme de lo del carruaje... puedes despreocuparte por ello y descansar tranquilo, todo estará bien- dicho así, casi sonaba a una mentira, pero por alguna razón creí en aquellas palabras que acababa de pronunciar, creí ciegamente que a él si podría defenderle de todo mal al que se enfrentase.
Invitado- Invitado
Re: La paura tornerà domani... [Anuar]
Intentaba no imaginarse donde estaría en aquellos instantes, quizas rondando alguna callejuela en espera de un cliente de aquellos importantes negociantes que no podían dejarse ver por nadie en compañía de una mujer de sociedad como su hermana, se introducirían entonces en algun edificio continuo y pasarían dentro el resto de la velada pero el hombre debería marcharse antes del amanecer para volver con su mujer y familia, entonces Angeliqué se quedaría sola y el señor, o joven, se abría llevado consigo una parte de ella que mas nunca podría recuperar y de a poco terminaría quedándose con las manos vacías.
Fue entonces cuando su imaginación volátil comenzaba a idear una realidad paralela nada prometedora que sus ojos se nublaron y unos brazos ajenos le acogieron con cariño, olvido por un segundo con quien estaba dejándose embriagar por la tranquilidad que un abrazo podría brindar, habia leído en algun lado que el abrazo era la mejor forma de calmar a alguien ya que nos hacia liberar Dios sabia cual sustancia que alivianaba los males.
Cuando el abrazo se rompió junto con el se iban sus preocupaciones y pensamientos poco productivos, suponía que su bostezo habia delatado el sueño que habia comenzado a sentir e intentaba disimular, el fuerte olor del alcohol habia ayudado en medida y el suave escozor en la herida le habia despertado unos instantes. Sus palabras no pudieron mas que hacerle abrir los parpados torciendo los labios en una sonrisa de medio lado nula de petulancia o soberbia como solian ser aquellos gestos.
-a mi también me alegra…no puedo asegurar que seas mi primer amigo, pero si el único que tengo ahora- se encogió de hombros, porque con el le bastaba y venia sobrando, entrecerró los parpados cuando su pesada mano revolvió sus opacos y rojos cabellos como una tia atolondrada, de aquellas que ademas no conformes con destrozar el quizas arduo peinado enrojecían las mejillas tirando de la piel con ansias, besando el rostro por doquier y esmerándose en halagar continuadamente a alguien esperando quizas recibir de igual forma un halago que jamás se hacia llegar.
-debes prometer también no meterte en problemas por ello- le pidió con tranquilidad observándole, solo esperaba que no por su culpa algo malo fuese a ocurrir.
Fue entonces cuando su imaginación volátil comenzaba a idear una realidad paralela nada prometedora que sus ojos se nublaron y unos brazos ajenos le acogieron con cariño, olvido por un segundo con quien estaba dejándose embriagar por la tranquilidad que un abrazo podría brindar, habia leído en algun lado que el abrazo era la mejor forma de calmar a alguien ya que nos hacia liberar Dios sabia cual sustancia que alivianaba los males.
Cuando el abrazo se rompió junto con el se iban sus preocupaciones y pensamientos poco productivos, suponía que su bostezo habia delatado el sueño que habia comenzado a sentir e intentaba disimular, el fuerte olor del alcohol habia ayudado en medida y el suave escozor en la herida le habia despertado unos instantes. Sus palabras no pudieron mas que hacerle abrir los parpados torciendo los labios en una sonrisa de medio lado nula de petulancia o soberbia como solian ser aquellos gestos.
-a mi también me alegra…no puedo asegurar que seas mi primer amigo, pero si el único que tengo ahora- se encogió de hombros, porque con el le bastaba y venia sobrando, entrecerró los parpados cuando su pesada mano revolvió sus opacos y rojos cabellos como una tia atolondrada, de aquellas que ademas no conformes con destrozar el quizas arduo peinado enrojecían las mejillas tirando de la piel con ansias, besando el rostro por doquier y esmerándose en halagar continuadamente a alguien esperando quizas recibir de igual forma un halago que jamás se hacia llegar.
-debes prometer también no meterte en problemas por ello- le pidió con tranquilidad observándole, solo esperaba que no por su culpa algo malo fuese a ocurrir.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
- Mensajes : 1801
Fecha de inscripción : 25/06/2010
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La paura tornerà domani... [Anuar]
Aguanté la mirada en la suya, y una calmada sensación me invadió cuando en su rostro se dibujó una sonrisa que me pareció tierna y sincera.
-A mi también me alegra…no puedo asegurar que seas mi primer amigo, pero si el único que tengo ahora- sentenció encogiéndose de hombros para luego entrecerrar los ojos al alborotar sus cabellos. -Debes prometer también no meterte en problemas por ello- continuó a modo de petición con aquella tranquilidad tan propia en él, sin dejar de observarme.
Asentí sin miedo a hacerlo, con la seguridad de que cumpliría mis palabras.
-Ahora descansa....- murmuré posando una mano en su hombro. -No ha sido una noche fácil y necesitarás descansar... y no pensar demasiado, de eso creo saber un poco.- bromeé separando la mano de su hombro. -Gracias... por todo.- murmuré con la mirada clavada en sus ojos color miel, para luego asentir y esconder las manos en los bolsillos.
Estuve a punto de decirle que volvería, que en cualquier otra noche pasaría a visitarle con buenas noticias... pero preferí guardar todo aquello para más tarde, cuando ya hubiera cumplido aquella idea que rondaba mi cabeza.
Me despedí con una leve mirada y una media sonrisa antes de caminar por la casa y salir por la puerta del apartamento. Las maderas de las escaleras resonaron con mis pisadas, y abandoné el edificio en silencio. Lancé una última mirada a la luz del cuarto de Anuar, con aquella media sonrisa en los labios, y comencé a caminar de vuelta al sanatorio.
Todo había resultado un poco extraño, sobre todo aquellas palabras finales, aquellas sinceras palabras que parecían impropias en mí. Habían sido dichas con total sinceridad, casi con corazón, uno que ya no latía ni sentía, pero que aún ejercía su función como parte sentimental en mí. Quizá mi mente me castigaría por haber dicho aquello, quizá me saldrían caras en algún momento... pero no me arrepentía, ni lo haría, estaba seguro.
Lo que de verdad resultaba extraño era poder sentir un vínculo real, uno que podía alimentar con cada gesto o conversación. Un vínculo llamado amistad, que resultaba muy importante para mí. Un vínculo del cual no podía evitar hacerme ciertas preguntas, pero prefería evitarlas.
Y además de todo aquello, aquel vínculo y aquella noche con Anuar, estaba aquel retrato... aquella imagen que había acudido a mi mente. Flavio. Estaba seguro de que era un recuerdo, y necesitaba recordarlo con plenitud. Necesitaba recordar aquella sonrisa, aquel abrazo... aquel simple instante que me alentaba a continuar buscando a pesar del dolor. Lo necesitaba... sí, lo necesitaba mucho más que el aire, que la sangre, que la propia vida.
Aquella noche no pasaría como una más, aquella no había sido una noche "normal",
-A mi también me alegra…no puedo asegurar que seas mi primer amigo, pero si el único que tengo ahora- sentenció encogiéndose de hombros para luego entrecerrar los ojos al alborotar sus cabellos. -Debes prometer también no meterte en problemas por ello- continuó a modo de petición con aquella tranquilidad tan propia en él, sin dejar de observarme.
Asentí sin miedo a hacerlo, con la seguridad de que cumpliría mis palabras.
-Ahora descansa....- murmuré posando una mano en su hombro. -No ha sido una noche fácil y necesitarás descansar... y no pensar demasiado, de eso creo saber un poco.- bromeé separando la mano de su hombro. -Gracias... por todo.- murmuré con la mirada clavada en sus ojos color miel, para luego asentir y esconder las manos en los bolsillos.
Estuve a punto de decirle que volvería, que en cualquier otra noche pasaría a visitarle con buenas noticias... pero preferí guardar todo aquello para más tarde, cuando ya hubiera cumplido aquella idea que rondaba mi cabeza.
Me despedí con una leve mirada y una media sonrisa antes de caminar por la casa y salir por la puerta del apartamento. Las maderas de las escaleras resonaron con mis pisadas, y abandoné el edificio en silencio. Lancé una última mirada a la luz del cuarto de Anuar, con aquella media sonrisa en los labios, y comencé a caminar de vuelta al sanatorio.
Todo había resultado un poco extraño, sobre todo aquellas palabras finales, aquellas sinceras palabras que parecían impropias en mí. Habían sido dichas con total sinceridad, casi con corazón, uno que ya no latía ni sentía, pero que aún ejercía su función como parte sentimental en mí. Quizá mi mente me castigaría por haber dicho aquello, quizá me saldrían caras en algún momento... pero no me arrepentía, ni lo haría, estaba seguro.
Lo que de verdad resultaba extraño era poder sentir un vínculo real, uno que podía alimentar con cada gesto o conversación. Un vínculo llamado amistad, que resultaba muy importante para mí. Un vínculo del cual no podía evitar hacerme ciertas preguntas, pero prefería evitarlas.
Y además de todo aquello, aquel vínculo y aquella noche con Anuar, estaba aquel retrato... aquella imagen que había acudido a mi mente. Flavio. Estaba seguro de que era un recuerdo, y necesitaba recordarlo con plenitud. Necesitaba recordar aquella sonrisa, aquel abrazo... aquel simple instante que me alentaba a continuar buscando a pesar del dolor. Lo necesitaba... sí, lo necesitaba mucho más que el aire, que la sangre, que la propia vida.
Aquella noche no pasaría como una más, aquella no había sido una noche "normal",
Invitado- Invitado
Página 2 de 2. • 1, 2
Temas similares
» Paura. Vendetta. [Evelyn]
» Sin saber donde estoy (Baldassare Domani)
» Vincenzo Domani.
» Baldassare Domani
» Un retrato [Anuar]
» Sin saber donde estoy (Baldassare Domani)
» Vincenzo Domani.
» Baldassare Domani
» Un retrato [Anuar]
Página 2 de 2.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour