AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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The lateness of the hour // Privado
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The lateness of the hour // Privado
por Rowan Cojocaru Jue Ago 11, 2016 4:20 pm
“I’m not in this world
to live up to your expectations
and you’re not in this world
to live up to mine.”
― Bruce Lee
to live up to your expectations
and you’re not in this world
to live up to mine.”
― Bruce Lee
No todo en Rowan era masacre, no todo en ella era venganza, no todo en ella traía a la vida a su pasado; al menos no de una forma salvaje con ira descontrolada. Tenía muchos momentos en los que intentaba recuperar quien era realmente, en los que intentaba desesperadamente toparse con un rostro que le dijera eres tú, la de siempre, la de nunca, la que no ha cambiado y que simplemente se escondió.
¿Tenía resentimientos? para nada, Răzvan la había salvado, quizá no fue esa su intención, o quizá la quiso desprender de un mísero y trágico final, eso era algo que nunca le había preguntado. ¿Entonces? ¿tenía remordimiento? no, era consciente de todas las vidas que había tomado y no se arrepentía... tenía nostalgia, eso era.
Aquella tarde había salido para despejar su mente y, quizás, atormentar su alma. Caminaba despacio entre las calles parisinas, aquel aroma tenía la capacidad de provocarle dolores de cabeza y náusea, aun así, respiró profundo. Llevaba un vestido sencillo con un abrigo negro largo, la melena castaña suelta y ondulada, la diestra en el bolsillo y la contraria acariciando aquel dije que nunca abandonaba su cuello, la mirada perdida y el rumbo incierto.
Iba demasiado distraída, a pesar de que su mirada rebuscaba en los rostros alguno que pudiera tener las respuestas a sus interrogantes. El golpe lo recibió en las costillas obligándola a hacer una mueca de dolor, el tobillo se torció cuando pisó una piedra suelta del asfalto y eso la hizo caer de espaldas
―Mhm... - se quejó una vez en el piso, abriendo los ojos solo para encontrarse a otra persona frente a ella en la misma situación.
¿Tenía resentimientos? para nada, Răzvan la había salvado, quizá no fue esa su intención, o quizá la quiso desprender de un mísero y trágico final, eso era algo que nunca le había preguntado. ¿Entonces? ¿tenía remordimiento? no, era consciente de todas las vidas que había tomado y no se arrepentía... tenía nostalgia, eso era.
Aquella tarde había salido para despejar su mente y, quizás, atormentar su alma. Caminaba despacio entre las calles parisinas, aquel aroma tenía la capacidad de provocarle dolores de cabeza y náusea, aun así, respiró profundo. Llevaba un vestido sencillo con un abrigo negro largo, la melena castaña suelta y ondulada, la diestra en el bolsillo y la contraria acariciando aquel dije que nunca abandonaba su cuello, la mirada perdida y el rumbo incierto.
Iba demasiado distraída, a pesar de que su mirada rebuscaba en los rostros alguno que pudiera tener las respuestas a sus interrogantes. El golpe lo recibió en las costillas obligándola a hacer una mueca de dolor, el tobillo se torció cuando pisó una piedra suelta del asfalto y eso la hizo caer de espaldas
―Mhm... - se quejó una vez en el piso, abriendo los ojos solo para encontrarse a otra persona frente a ella en la misma situación.
Última edición por Rowan Cojocaru el Lun Oct 10, 2016 7:59 pm, editado 2 veces
Rowan Cojocaru- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 02/04/2016
Re: The lateness of the hour // Privado
por Morgiana Blumer Dom Ago 28, 2016 6:16 am
"Solías preguntarte por la vida. Que adónde va, de dónde venía y por qué tenía tanta prisa."
Quizá lo peor que puede pasarte es que nunca hayas hecho locuras por alguien. Que nunca hayas sentido el frío calándote los huesos una noche cualquiera, en una cita a la que él nunca llegó a asistir ni a recibirte con los brazos entreabiertos, colmados de calidez y esa sensación que no abunda en los páramos de mi alma, inocente y diferente donde las haya aquí; en las calles de París. Me carcome verlos sonreír y percatarme de que esas sonrisas no son para mí, me entristece que la atención que atraiga sólo sea gracias a mi violín y no a lo valerosa que soy, a lo posiblemente cautivadora que podría ser si se me diese una oportunidad. ¿A qué se debe este agitado mar de contras donde los pros se balancean sobre las melancólicas olas, alejándose? Noto un nudo presionándome la garganta, la sequedad de esta y el mal sabor que dejan mis penas en un día tan soleado y lleno de vida. No puedo seguir así, soy consciente de que hay momentos buenos encadenados a los que en su tiempo fueron también malos, recuerdos gravados a fuego sobre nuestra piel, los sollozos y el dolor de nuestra niñez que aunque tratemos de olvidar con ahínco, volverán con la frialdad de un lecho vacío, gélido.
Alzo el rostro, lo enfundo en una máscara agradable donde mi dolor queda camuflado ante los demás transeúntes, el alboroto entre los parisinos y algún que otro puesto me abstrae, distrayéndome lo suficiente como para segundos después, verme sentada con ambas posaderas en el pavimento. Parpadeo consecutivamente cuando un profundo desasosiego me engulle entre sus fauces, los latidos de mi corazón se disparan a la par que mis pequeñas y delicadas palmas se entrelazan con la silueta de la funda que protege mi violín. El aire que he ido tomando por fin se restituye al expulsarlo un tanto abrupta, parece no haber sufrido ningún daño, pero... ¿y ella? ― ¿Se encuentra bien? ― Pregunté ahora sí, calmada. Mis orbes café la examinan sin estupor adherido entre las pestañas, posee un rostro marcado y tocado por la mano de un santo, pura belleza. ― Discúlpeme, estos quebraderos de cabeza me han apartado del camino a seguir. ― Obligándome a topar con la desconocida, me reincorporo con lentitud sin prestarle mucha atención a la suciedad espolvoreada por el bajo de mi atavío. Dicho esto y ya en las alturas, le tiendo la mano fiel a mi educación y a lo que yo creo correcto.
Quizá lo peor que puede pasarte es que nunca hayas hecho locuras por alguien. Que nunca hayas sentido el frío calándote los huesos una noche cualquiera, en una cita a la que él nunca llegó a asistir ni a recibirte con los brazos entreabiertos, colmados de calidez y esa sensación que no abunda en los páramos de mi alma, inocente y diferente donde las haya aquí; en las calles de París. Me carcome verlos sonreír y percatarme de que esas sonrisas no son para mí, me entristece que la atención que atraiga sólo sea gracias a mi violín y no a lo valerosa que soy, a lo posiblemente cautivadora que podría ser si se me diese una oportunidad. ¿A qué se debe este agitado mar de contras donde los pros se balancean sobre las melancólicas olas, alejándose? Noto un nudo presionándome la garganta, la sequedad de esta y el mal sabor que dejan mis penas en un día tan soleado y lleno de vida. No puedo seguir así, soy consciente de que hay momentos buenos encadenados a los que en su tiempo fueron también malos, recuerdos gravados a fuego sobre nuestra piel, los sollozos y el dolor de nuestra niñez que aunque tratemos de olvidar con ahínco, volverán con la frialdad de un lecho vacío, gélido.
Alzo el rostro, lo enfundo en una máscara agradable donde mi dolor queda camuflado ante los demás transeúntes, el alboroto entre los parisinos y algún que otro puesto me abstrae, distrayéndome lo suficiente como para segundos después, verme sentada con ambas posaderas en el pavimento. Parpadeo consecutivamente cuando un profundo desasosiego me engulle entre sus fauces, los latidos de mi corazón se disparan a la par que mis pequeñas y delicadas palmas se entrelazan con la silueta de la funda que protege mi violín. El aire que he ido tomando por fin se restituye al expulsarlo un tanto abrupta, parece no haber sufrido ningún daño, pero... ¿y ella? ― ¿Se encuentra bien? ― Pregunté ahora sí, calmada. Mis orbes café la examinan sin estupor adherido entre las pestañas, posee un rostro marcado y tocado por la mano de un santo, pura belleza. ― Discúlpeme, estos quebraderos de cabeza me han apartado del camino a seguir. ― Obligándome a topar con la desconocida, me reincorporo con lentitud sin prestarle mucha atención a la suciedad espolvoreada por el bajo de mi atavío. Dicho esto y ya en las alturas, le tiendo la mano fiel a mi educación y a lo que yo creo correcto.
Morgiana Blumer- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 26/08/2016
Localización : Paris.
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Re: The lateness of the hour // Privado
por Rowan Cojocaru Lun Oct 10, 2016 8:36 pm
“We sometimes try to impress people we just met
by not trying to impress them.”
― Mokokoma Mokhonoana
by not trying to impress them.”
― Mokokoma Mokhonoana
Se quejó por lo bajó, los ojos cerrados para concentrar sus sentidos en lo que le dolía y en lo que no. Posiblemente tendría las palmas de las manos raspadas, cosa que en realidad no le preocupaba, en menos de una hora su piel estaría tan impecable y tersa como lo estaba antes del incidente. Las voces de los transeúntes, el bullicio de la ciudad, llenó de golpe sus sentidos abrumándola de mas, claro que nadie fue lo suficiente como para detenerse a ayudarlas y claro, no era como que quisiera que lo hubieran hecho.
Se llevó una mano a la espalda baja que punzó bajo el roce y después los sonidos se apaciguaron cuando su oído se centró en una sola voz. Abrió los ojos y alzó la mirada, aquella con la que había chocado, esa de una belleza peculiar y un aroma diferente, único ―S-si... - contesto cuando fue capaz de fijar su atención en lo sucedido.
La mano ajena que se extendía hacia ella fue tomada con la propia, se apoyo con la contraria para poder ponerse de pie. Se sacudió el polvo una vez que recobró el equilibrio ―No se preocupe, que yo tampoco he estado poniendo la atención necesaria al camino - volvió a mirarle y pudo percatarse del estuche para violín que llevaba ―Dígame que esa cosa es resistente, no soportaría saber que por mi culpa se ha dañado - Rowan no solía preocuparse por personas ajenas, por desconocidos, pero algo en aquella mujer la incitó ha hacerlo, a quedarse en vez de dar media vuelta sin dirigir palabra.
Se llevó una mano a la espalda baja que punzó bajo el roce y después los sonidos se apaciguaron cuando su oído se centró en una sola voz. Abrió los ojos y alzó la mirada, aquella con la que había chocado, esa de una belleza peculiar y un aroma diferente, único ―S-si... - contesto cuando fue capaz de fijar su atención en lo sucedido.
La mano ajena que se extendía hacia ella fue tomada con la propia, se apoyo con la contraria para poder ponerse de pie. Se sacudió el polvo una vez que recobró el equilibrio ―No se preocupe, que yo tampoco he estado poniendo la atención necesaria al camino - volvió a mirarle y pudo percatarse del estuche para violín que llevaba ―Dígame que esa cosa es resistente, no soportaría saber que por mi culpa se ha dañado - Rowan no solía preocuparse por personas ajenas, por desconocidos, pero algo en aquella mujer la incitó ha hacerlo, a quedarse en vez de dar media vuelta sin dirigir palabra.
Rowan Cojocaru- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/04/2016
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