Brillante y hermosa bendición - Park Eun Mi || ID

Eun Mi había sido en su temprana niñez risueña, alegre y curiosa. Siempre dispuesta a la enseñanza que sus padres le daban. Tras la muerte de ellos y los meses de sufrimiento, su personalidad se opacó. A pesar del amor de su tutor y padre adoptivo, era taciturna, reservada, prefería estar en los bosques o ensimismada en un libro de hechicería a crear lazos o vínculos de amistad que luego pudiera perder, como le había pasado con sus padres. Ya en su adolescencia y tras mucho esfuerzo, pareció que aquella risueña criatura deseaba volver, pero solo se abría con Duncan, antes había pensado que la maldad en el mundo solo era un cuento para hacer temer a los niños, pero tras vivirla, nada había vuelto a ser lo mismo.

Tras instalarse en Paris,- hace ya cuatro años-, intenta con todas sus fuerzas volver a tener ese optimismo y alegría que nacía de su alma, que a pesar de tanta tristeza y de los muros en que se ha encerrado, desea encontrar a seres que le demuestren que puede volver a confiar. Al igual que su madre, es una mujer recta, llena de bondad y presta a ayuda a los mas desvalidos, aunque al principio le pueda costar un poco por su miedo a ser herida.

Eun Mi, nació en Corea, proveniente de una familia de brujos, cuyo apellido desconoce. Hermosa, bebé de ojos  oscuros y rasgados, características indiscutibles de su origen asiatico, era la adoración de sus padres, que  pertenecían a la nobleza del lugar. Estando -éstos- en altos puestos del reino de Corea. Pero  la iglesia, quien cada año se posicionaba con mayor fuerza en aquellas tierras, consiguió el permiso para comenzar una caza de brujos, llendo tras los peligrosos y valiosos poderes que éstos poseían. Por ésta razón  sus padres fueron capturados por la inquisición, y trasladados en barco, hasta Europa, donde fueron ajusticiados en un juicio que no duró mas de un par de días.El veredicto fue sencillo, su alta peligrosidad y su aberrante religión budista.  

Por ser apenas una niña de cinco años, su destino fue otro, tras la muerte de sus padres, pasó unos meses en los sótanos de un convento. La tenían reducida a la servidumbre, mal alimentada. Hubiera muerto de frío y hambre, si no apareciera un hombre, extranjero, de mirada cristalina, alto, fuerte, gallardo, un representante de la corona británica y poderoso terrateniente en el reino de Corea. quien les exigió la entrega de la niña, por haber conseguido una bula papal, la cual la exculpaba de cualquier cargo por hechicería o magia.  Tras presentar los papeles que autorizaban el traslado. Apenas pasado unas horas le permitieron sacar al pequeño atado de huesos, en que se había convertido la dulce Eun Mi.

Aterrada de su posible destino, se mantuvo en silencio, alejada del caballero. Fue al llegar a las costas francesas, a punto de cruzar  a  Escocia, que el extraño pudo por fin hablar libremente y contarle que él había sido amigo de sus padres, que le habían pedido se encargara de ella si alguna vez les llegaba a pasar algo. Por eso, apenas enterarse de la detención de sus amigos, había cruzado medio mundo, en busca de sus amigos. Lamentaba haber llegado tarde para salvarlos, aun así estaba agradecido de haber salvado a la pequeña y cumplir su promesa.  El resto del viaje, fue lento y fatigoso, especialmente porque las condiciones de salud en las que viajaba la pequeña no eran buenas, padecía de escalofríos, algo de fiebre y desnutrición, lo que hacía que  temiera por la vida de su ahijada. Cruzar el canal fue un suplicio para ella, que volver a subirse en un barco, le traía recuerdos tormentosos del viaje desde Asia a Europa.  Hecha un ovillo en el piso de la embarcación trataba de pensar en la sonrisa de su madre, en la voz potente y dulce de su padre, pero los momentos de soledad y angustia habían desvanecido en parte esos recuerdos. Cuando llegaron a las costas de Escocia, el viaje se hizo mas suave, el hechicero podía descansar y dejar que la niña también lo hiciera. Le compró ropa adecuada a su condición social, haciendo luego que la doncella,  bañara y vistiera a la pequeña. Cuando por fin se la presentaron, no pudo dejar de admirar lo hermosa que era. El hechicero, se sentía complacido, no solo cumpliría con su promesa de cuidarla sino que por fin tendría un aprendiz, ya que la vida no le había dado hijos, en ella podría sentir que sus deseos de ser padre se concretarían ya que la adoptaría legalmente, aunque conservara su apellido paterno.

Los años pasaron y a la edad de 20 años Eun Mi ya pudo manejar con astucia casi todas las técnicas y pócimas necesarias, solo le costaba un poco una de sus habilidades pero su mentor sabía que pronto lo haría. Duncan, como se llamaba su tutor, le consolaba diciendo que en el momento en que más lo necesitara podría hacerlo, ya que su verdadera familia había sido una de las mas importantes en la orden de los hechiceros a los que pertenecían ambos brujos.

Cuando el hechicero creyó conveniente, y su aprendiz logró desarrollar la mayor parte de su potencial, le entregó el anillo de Jade y Oro, que pertenecía a la familia de la joven, y que demostraba su unión con el clan de los Joseon, dinastía que aún ostentaba el poder en el reino de Corea. En el que unas delicadas ramas de cerezo, se entrelazaban cruzando por todo el cuerpo del anillo, - simbolizando el eterno renacer de la vida y la sabiduría... tienes fortaleza, has demostrado que eres un ser que llegará algún día a demostrar su sabiduría... pero no sientes amor... no tienes piedad... no te condueles por el sufrimiento ajeno, porque crees que tu has sufrido y nadie se ha condolido de ti – Eun Mi quiso replicar, demostrar a su maestro que no era así, que ella sentía aprecio por las personas, amor de hija por él. Pero no se lo permitió, con un gesto la hizo callar, para luego proseguir, - es tiempo que dejes estas tierras, debes vivir en París, allí intentarás dominar mejor tus poderes, abrirte a las personas, olvidar el miedo a ser lastimada. Cuando logre dominar todo aquello, estarás lista para volver a las tierras de tus ancestros y recuperar aquello que pertenecido por derecho a tus padres y que la codicia de los poderosos, les arrebató.  Será entonces, cuando domines tu carácter, cuando juntos emprenderemos aquel viaje, para recuperar lo perdido - le dijo antes de acompañarla a donde el carruaje la esperaba para partir rumbo a París.

Desde entonces vive en la ciudad francesa, esperando hacerse lo suficientemente fuerte, como para poder comenzar su venganza.