AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Recuerdos de guerra (Axel-Soren)
2 participantes
Página 1 de 1.
Recuerdos de guerra (Axel-Soren)
Afortunadamente y para su felicidad, el director de la Universidad no le había hechado como el esperaba. Realmente creyó que le pediría la carta de renuncia y que en ese mismo momento estaría por ahí a la deriva buscando un nuevo trabajo. Ser profesor era su sueño y apenas si llevaba unos meses ejerciéndolo y ya lo había estreopeado con su torpesa. Pero el director Oliver le había dado una segunda oportunidad, así que allí estaba en uno de sus lugares favoritos de la ciudad y casi un segundo hogar, la biblioteca, merodeando por sus estantes llenos de libros polvoriéntos, disfrutando del olor añejo, cuando lo vió.
En un principio no le reconoció. Porque su memoria no era del todo muy buena, además cuando se vivía tanto tiempo y se veía tanta gente uno comenzaba a perder detalles. Así que en un comienzo sólo le pareció que ese chico era algo conocido, le había visto en alguna parte, pero ¿en donde?. Se acercó un poco más con disimulo, fingiéndo que tomaba un libro de cocina cercano a donde se encontraba él. ¿De cocina? maldita sea, por lo menos hubiera cogido uno de física o biología y hubiera podido parecer más interesante, pensó unos segundos parándose cerca del chico.
Y entonces como una ráfaga imparable, los recuerdos llegaron a su mente, el frío agobiador de Suecia en esos terribles inviernos que le caracterizaban, el campo de guerra, los tiros rompiéndo el silencio del firmamento a veces seguidos de expliciones y otras simplemente como golpes solitarios y desgarradores.
- ¿Soldado von Steinberg? - Susurró como con temor a equivocarse - ¡Valla aparición! Creí que nunca volvería a verle - Agregó sin sonreír pero con una mirada amable - Soy el Cadete Teniente Segundo Kaarkarogf... ¿Me recuerda? -
En un principio no le reconoció. Porque su memoria no era del todo muy buena, además cuando se vivía tanto tiempo y se veía tanta gente uno comenzaba a perder detalles. Así que en un comienzo sólo le pareció que ese chico era algo conocido, le había visto en alguna parte, pero ¿en donde?. Se acercó un poco más con disimulo, fingiéndo que tomaba un libro de cocina cercano a donde se encontraba él. ¿De cocina? maldita sea, por lo menos hubiera cogido uno de física o biología y hubiera podido parecer más interesante, pensó unos segundos parándose cerca del chico.
Y entonces como una ráfaga imparable, los recuerdos llegaron a su mente, el frío agobiador de Suecia en esos terribles inviernos que le caracterizaban, el campo de guerra, los tiros rompiéndo el silencio del firmamento a veces seguidos de expliciones y otras simplemente como golpes solitarios y desgarradores.
- ¿Soldado von Steinberg? - Susurró como con temor a equivocarse - ¡Valla aparición! Creí que nunca volvería a verle - Agregó sin sonreír pero con una mirada amable - Soy el Cadete Teniente Segundo Kaarkarogf... ¿Me recuerda? -
Última edición por Soren Kaarkarogf el Jue Mayo 05, 2011 12:59 pm, editado 2 veces
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 2734
Fecha de inscripción : 05/06/2010
Localización : Entre libros de historia y lienzos manchados.
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Recuerdos de guerra (Axel-Soren)
Los pasos retumbaban sonoros por el silencio de la sala, recorriendo los pasillos creados entre aquellos estantes llenos de libros y llegando a los oídos de todos los lectores que se encontraban en aquel lugar, para bochorno del muchacho, origen de aquel rítmico y, quizás, molesto ruido. El teniente sueco se encontraba en aquel lugar con previsión y esperanza de encontrar un tomo del afamado escritor, contemporáneo al chico, León Tolstói, su obra maestra según algunos, una de sus novelas más importantes para otros. Sea como fuere, el hecho era que Guerra y Paz no podía hacer a nadie sentirse indiferente. Aquella magia que surgía de esa pluma rusa, aquella ligereza al retratar situaciones cotidianas de la vida de la alta clase de San Petersburgo y Moscú, esas conversaciones, la diversidad de opiniones, posturas contradictorias frente a una semejante existencia, todo aquello, entre otras cosas, había sido lo que había hecho caer al joven militar bajo el encanto que esas letras transcritas a caracteres latinos. Lo cierto era que no había llegado a leer un porcentaje demasiado importante de aquel relato, seguramente no llegando al centenar de hojas, pero eso había sido suficiente para maravillar al chico y él mismo había previsto pasar largas horas de su viaje hacia la capital gala encerrado en aquella maravillosa lectura, pero, por desgracia y avatares del destino, el libro debía de haberse deslizado en algún momento de su maleta pues, una vez ya habiendo zarpado, no logró encontrarlo por ningún lado. Y eso era precisamente lo que hacía allí el joven Axel von Steinberg, rezar porque aquella biblioteca parisina contara con un ejemplar de una obra de tamaña importancia y de calidad, si se le permitía aventurar, inigualable.
El muchacho se perdió por las inmediaciones de aquel extenso lugar, dando a sus pupilas permiso para deleitarse pronunciando sin apenas mover los labios los nombres y títulos de las obras y autores que conformaban las efímeras e ilusorias paredes de la estancia, algunos de los cuales le eran desconocidos, mientras que de otros, la gran mayoría por la extensa suma de volúmenes que componían la colección, no tenía siquiera constancia. ¿Quién no quisiera perderse allí, quizás día y noche, quizás toda una y extensa vida? ¿Quién necesitaba realmente trabajo o vida alguna si podía perderse en la de otros, perfectos personajes a pesar de sus particulares defectos? Y era precisamente esa ensoñación la que llegaba a enamorar al chico porque, quien dijese amar a la lectura y no llegase a amar a los propios personajes, sin osar siquiera cambiar un ápice de las palabras que los configuraran, solo conseguía llenar su boca de las menos sinceras falacias.
Uno, dos. El joven sueco ya no reconocía dónde estaba él o, siquiera, de dónde había venido, por lo que el regresar hacia el exterior le hubiera resultado imposible, pero, ¿por qué iba a querer salir de aquella maravilla? Entendía el francés con una perfección que había hecho las delicias de sus profesores, ¿qué más necesitaba? ¿Comer, beber? Casi podría aventurarse el chico a jurar que sería un honor morir por dar su vida a tamaño placer, a contemplar y dejarse llevar por tal desborde de maestría al escribir, una ilusión, una utopía, pensamientos que, al fin, terminaron por hacer al chico agitar su cabeza, mostrando una alegre sonrisa, diversión causada por su propia, si se atrevía a decirlo, estupidez.
Entonces, el chico se paró, creyendo haber encontrado un libro que llevara sobre el lomo, grabado en una ortografía aurea, el nombre de Tólstoi, pero, desilusión suya al darse cuenta de su equivocación. Con el ceño algo fruncido paseó las yemas de sus largos y pálidos dedos sobre la cubierta de cuero para, posteriormente, suspirar y, sin resignarse, proceder a seguir con su búsqueda. ¿Pero qué era aquello? ¿Alguien había pronunciado su apellido familiar, de claro origen germánico? Axel giró la cabeza en dirección a aquella voz para encontrarse con un hombre de una tez pálida y de unos ojos claros que claramente contrastaban con el tono de su cabello, oscuro. En un principio sus rasgos evidenciaron el desconcierto que sentía, sin llegar a reconocer a aquel hombre, pero su rostro se volvió una sucesión de un espontáneo entendimiento seguido por la obvia sorpresa de encontrar a un conciudadano en París, ya que no tenía constancia de que él formara parte de la expedición en la que él se había embarcado a tierras francas.
- ¿Cadete teniente Kaarkarofg? – repitió el chico expresando el asombro interior del chico - ¡Desde luego! ¡Claro que lo recuerdo! – exclamó él con aquella sonrisa inundando su rostro, muestra del entusiasmo que lo había embargado a, no solo encontrar un compatriota allí, tan alejado de la patria, sino de haberlo encontrado precisamente a él, el que, en principio, fuera el artífice de su ascenso en el rango militar -. ¿Qué hace usted en París? No esperaba encontrarme a nadie de nuestra nación aquí, y mucho menos a usted – se sinceró
El muchacho se perdió por las inmediaciones de aquel extenso lugar, dando a sus pupilas permiso para deleitarse pronunciando sin apenas mover los labios los nombres y títulos de las obras y autores que conformaban las efímeras e ilusorias paredes de la estancia, algunos de los cuales le eran desconocidos, mientras que de otros, la gran mayoría por la extensa suma de volúmenes que componían la colección, no tenía siquiera constancia. ¿Quién no quisiera perderse allí, quizás día y noche, quizás toda una y extensa vida? ¿Quién necesitaba realmente trabajo o vida alguna si podía perderse en la de otros, perfectos personajes a pesar de sus particulares defectos? Y era precisamente esa ensoñación la que llegaba a enamorar al chico porque, quien dijese amar a la lectura y no llegase a amar a los propios personajes, sin osar siquiera cambiar un ápice de las palabras que los configuraran, solo conseguía llenar su boca de las menos sinceras falacias.
Uno, dos. El joven sueco ya no reconocía dónde estaba él o, siquiera, de dónde había venido, por lo que el regresar hacia el exterior le hubiera resultado imposible, pero, ¿por qué iba a querer salir de aquella maravilla? Entendía el francés con una perfección que había hecho las delicias de sus profesores, ¿qué más necesitaba? ¿Comer, beber? Casi podría aventurarse el chico a jurar que sería un honor morir por dar su vida a tamaño placer, a contemplar y dejarse llevar por tal desborde de maestría al escribir, una ilusión, una utopía, pensamientos que, al fin, terminaron por hacer al chico agitar su cabeza, mostrando una alegre sonrisa, diversión causada por su propia, si se atrevía a decirlo, estupidez.
Entonces, el chico se paró, creyendo haber encontrado un libro que llevara sobre el lomo, grabado en una ortografía aurea, el nombre de Tólstoi, pero, desilusión suya al darse cuenta de su equivocación. Con el ceño algo fruncido paseó las yemas de sus largos y pálidos dedos sobre la cubierta de cuero para, posteriormente, suspirar y, sin resignarse, proceder a seguir con su búsqueda. ¿Pero qué era aquello? ¿Alguien había pronunciado su apellido familiar, de claro origen germánico? Axel giró la cabeza en dirección a aquella voz para encontrarse con un hombre de una tez pálida y de unos ojos claros que claramente contrastaban con el tono de su cabello, oscuro. En un principio sus rasgos evidenciaron el desconcierto que sentía, sin llegar a reconocer a aquel hombre, pero su rostro se volvió una sucesión de un espontáneo entendimiento seguido por la obvia sorpresa de encontrar a un conciudadano en París, ya que no tenía constancia de que él formara parte de la expedición en la que él se había embarcado a tierras francas.
- ¿Cadete teniente Kaarkarofg? – repitió el chico expresando el asombro interior del chico - ¡Desde luego! ¡Claro que lo recuerdo! – exclamó él con aquella sonrisa inundando su rostro, muestra del entusiasmo que lo había embargado a, no solo encontrar un compatriota allí, tan alejado de la patria, sino de haberlo encontrado precisamente a él, el que, en principio, fuera el artífice de su ascenso en el rango militar -. ¿Qué hace usted en París? No esperaba encontrarme a nadie de nuestra nación aquí, y mucho menos a usted – se sinceró
Axel von Steinberg- Mensajes : 59
Fecha de inscripción : 07/10/2010
Re: Recuerdos de guerra (Axel-Soren)
Por unos momentos pensó que no le reconocería, pues su expresión de desconcierto era la de un hombre que no tiene idea de quien es su interlocutor, pero esa expresión se fue transformando progresivamente y entonces una sonrisa ocupó su lugar, iluminando el rostro del joven militar. Aquello si que era una coincidencia increible, de todos los países del mundo en el que pudiesen estar, de todos los lugares de esa inmensa ciudad, ellos dos estaban en la misma biblioteca y en el mismo Paris.
- Yo estoy igual o más sorprendido, pero me niego a darle tan confidencial información sobre mi misión en Paris...- Respondió con voz tajante, pero luego agregó - Si no me invita a un café primero - No sonreía, porque Soren no solía sonreír, le costaba bastante, especialmente a extraños, pero sus ojos denotaban la amabilidad y tranquilidad que sus labios se negaban a expresar.
- ¿Tiene algo de tiempo libre? - Le pregunta volviéndo a poner el libro de cocina con el que había estado disimulando en el estánte, temiendo que el joven pudiera verlo y jusgarle por tal inusual literatura - Bajándo las escaleras hay una prequeña cafetería, se pueden sacar libros hasta allí también y puedes beber algo mientras lees - Le informó comenzando a buscar él también algo más apropiado, aunque presentía que no leería mucho, habían muchas cosas de que hablar y recordar.
- Que placer poder hablar en Sueco otra vez - Volvió a decir, esta vez obviamente en su idioma natal. Axel no era precisamente un 'amigo', era dificil dicernir el significado de lo que era realmente la amistad entre dos hombres, pero cuando uno comparte el campo de guerra, cuando uno vive los mismos horrores que la violencia propiciaba, algo de conexión se generaba... ¿verdad?. Bueno, ya lo descubriría con una buena taza de café.
(( Axel ¿podrías no usar blanco para colorear tus posts? el blanco es muy vibrante y me molesta los ojos al leer ;0; por lo menos conmigo déjalo del grisesito del foro o de otro color menos brillante *-* ))
- Yo estoy igual o más sorprendido, pero me niego a darle tan confidencial información sobre mi misión en Paris...- Respondió con voz tajante, pero luego agregó - Si no me invita a un café primero - No sonreía, porque Soren no solía sonreír, le costaba bastante, especialmente a extraños, pero sus ojos denotaban la amabilidad y tranquilidad que sus labios se negaban a expresar.
- ¿Tiene algo de tiempo libre? - Le pregunta volviéndo a poner el libro de cocina con el que había estado disimulando en el estánte, temiendo que el joven pudiera verlo y jusgarle por tal inusual literatura - Bajándo las escaleras hay una prequeña cafetería, se pueden sacar libros hasta allí también y puedes beber algo mientras lees - Le informó comenzando a buscar él también algo más apropiado, aunque presentía que no leería mucho, habían muchas cosas de que hablar y recordar.
- Que placer poder hablar en Sueco otra vez - Volvió a decir, esta vez obviamente en su idioma natal. Axel no era precisamente un 'amigo', era dificil dicernir el significado de lo que era realmente la amistad entre dos hombres, pero cuando uno comparte el campo de guerra, cuando uno vive los mismos horrores que la violencia propiciaba, algo de conexión se generaba... ¿verdad?. Bueno, ya lo descubriría con una buena taza de café.
(( Axel ¿podrías no usar blanco para colorear tus posts? el blanco es muy vibrante y me molesta los ojos al leer ;0; por lo menos conmigo déjalo del grisesito del foro o de otro color menos brillante *-* ))
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 2734
Fecha de inscripción : 05/06/2010
Localización : Entre libros de historia y lienzos manchados.
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Recuerdos de guerra (Axel-Soren)
Al parecer el tiempo y el destino habían confabulado para que aquellos dos viejos conocidos, viejos en cuanto a la corta vida del muchacho, se volvieran a encontrar ambos lejos de su misma patria y ambos, también al parecer, con predisposición a entablar una conversación, a pesar de los favores debidos y de los distintos rangos de subordinación que había, con cambios, entre ellos.
- ¡Oh! ¡Claro que sí, teniente! – contestó el chico, con esa sonrisa que, ya plena propietaria de sus labios, no podía, ni pensaba, retirar – Ya buscaré más tarde… eh… - prosiguió dubitando, ya habiendo olvidado el fin de su misión, por si alguien hubiera tenido dudas de cuánto la emotividad podía afectar a sus facultades mentales, que no eran pobres, por cierto - ¡Guerra y Paz! – terminó casi exclamando, en un estallar de nerviosa risa a causa de su aparente incompetencia -. Ahora si me enseñáis el camino… - pidió el chico amablemente, queriendo a su vez continuar con aquel intercambio de palabras
Soren Kaarkarogf; Axel von Steinberg. Dos suecos en medio de París, que las buenas o malas artes se había prestado a unir, a pesar del pasado que los unía, un pasado corto, pero violento, en un periodo que conmovió a Europa, como ya había sucedido otras tantas veces y otras tantas tendría que volver a suceder. Europa, un lugar belicoso desde sus orígenes, desde ya antes de que el gran Imperio Romano llegara a dominar su lado meridional, pasando por las luchas de religión en Tierra Santa, los Balcanes o la Península Ibérica, las guerras modernas por la supremacía continental y de las Indias entre España, Gran Bretaña y Francia, siendo el último de los países quien, al final, más había conseguido, cayendo rápidamente a continuación para cederle al segundo el papel de mediador y de potencia mundial. ¡Ay pobres Francia y España! Pero ahora el destino se prestaba a abrir un nuevo escenario en el cual Suecia, la patria de ambos hombres, pretendía aumentar sus sueños de grandeza tras haber perdido el Gran Ducado de Finlandia a manos de los rusos, pero habiendo conseguido la corona de Noruega para su rey; y eso era precisamente lo que Axel tenía que hacer en París: ayudar a su patria a prosperar.
- ¡Oh! ¡Claro que sí, teniente! – contestó el chico, con esa sonrisa que, ya plena propietaria de sus labios, no podía, ni pensaba, retirar – Ya buscaré más tarde… eh… - prosiguió dubitando, ya habiendo olvidado el fin de su misión, por si alguien hubiera tenido dudas de cuánto la emotividad podía afectar a sus facultades mentales, que no eran pobres, por cierto - ¡Guerra y Paz! – terminó casi exclamando, en un estallar de nerviosa risa a causa de su aparente incompetencia -. Ahora si me enseñáis el camino… - pidió el chico amablemente, queriendo a su vez continuar con aquel intercambio de palabras
Soren Kaarkarogf; Axel von Steinberg. Dos suecos en medio de París, que las buenas o malas artes se había prestado a unir, a pesar del pasado que los unía, un pasado corto, pero violento, en un periodo que conmovió a Europa, como ya había sucedido otras tantas veces y otras tantas tendría que volver a suceder. Europa, un lugar belicoso desde sus orígenes, desde ya antes de que el gran Imperio Romano llegara a dominar su lado meridional, pasando por las luchas de religión en Tierra Santa, los Balcanes o la Península Ibérica, las guerras modernas por la supremacía continental y de las Indias entre España, Gran Bretaña y Francia, siendo el último de los países quien, al final, más había conseguido, cayendo rápidamente a continuación para cederle al segundo el papel de mediador y de potencia mundial. ¡Ay pobres Francia y España! Pero ahora el destino se prestaba a abrir un nuevo escenario en el cual Suecia, la patria de ambos hombres, pretendía aumentar sus sueños de grandeza tras haber perdido el Gran Ducado de Finlandia a manos de los rusos, pero habiendo conseguido la corona de Noruega para su rey; y eso era precisamente lo que Axel tenía que hacer en París: ayudar a su patria a prosperar.
Axel von Steinberg- Mensajes : 59
Fecha de inscripción : 07/10/2010
Re: Recuerdos de guerra (Axel-Soren)
No era común encontrarse con viejos conocidos en un lugar como ese, tampoco era común (especialmente para Soren) recibir como respuesta una afable sonrisa y una voz tan cargada de emotividad y le pareció que era delicioso encontrar a una persona con esa frescura en el semblante entre tantos pesimistas taciturnos. últimamente sólo daba con gente seria, rara o complicada y no era que le pareciera malo, no, pero era difícil mantener un buen ánimo en un ambiente tan lújubre.
Asintió con la cabeza conduciéndo al joven militar por los corredores que bien conocía de la biblioteca, ese lugar casi tan viejo como él (o quizás más) guardaba cientos de secretos de la humanidad, Soren se había prometido descubrirlos todos aún día y esa era la principal razón por la cual, no se había lanzado al fuego ya para terminar con su perenne eternidad. Caminó a paso tranquilo bordeando estanterías llenas de polvoriéntos libros hasta arrivar a la escalera, la cual bajó de dos en dos, saltandose un par de peldaños, unos alumnos que venían subiendo con libros bajo sus brazos le vieron y comenzaron a cuchichear y a reír en voz baja.
Cuando arrivaron a la cafetería, Soren ya llevaba las mejillas tiznadas de carmesí, carraspeó y se sentó en una mesa no muy alejada pues no temía que alguien escuchara la conversación, podían escuchar más no entender sueco, así que ¿Para que disimular?, levantó el rostro aún colorado y observó el semblante de Axel, se veía un poco más maciso, como si hubiese comido mejor en esos últimos días, pero su rostro de niño seguía siendo el mismo, un rostro que alguna vez había visto manchado de polvora y tierra.
- La última vez que nos vimos nevaba, el frío parecía calar hasta los huesos y esos pobres hombres morían de hambre en el campamento ¿Aún sigues trabajando a cargo del mismo escuadrón y bajo el mismo líder? - Preguntó mientras una mujer se acercaba contoneando sus caderas graciosamente, para pedir las órdenes - Un café oscuro sin azucar - Pidió y la señorita asintió dibujando una coqueta sonrisa para el apuesto militar mientras esperaba su orden.
Asintió con la cabeza conduciéndo al joven militar por los corredores que bien conocía de la biblioteca, ese lugar casi tan viejo como él (o quizás más) guardaba cientos de secretos de la humanidad, Soren se había prometido descubrirlos todos aún día y esa era la principal razón por la cual, no se había lanzado al fuego ya para terminar con su perenne eternidad. Caminó a paso tranquilo bordeando estanterías llenas de polvoriéntos libros hasta arrivar a la escalera, la cual bajó de dos en dos, saltandose un par de peldaños, unos alumnos que venían subiendo con libros bajo sus brazos le vieron y comenzaron a cuchichear y a reír en voz baja.
Cuando arrivaron a la cafetería, Soren ya llevaba las mejillas tiznadas de carmesí, carraspeó y se sentó en una mesa no muy alejada pues no temía que alguien escuchara la conversación, podían escuchar más no entender sueco, así que ¿Para que disimular?, levantó el rostro aún colorado y observó el semblante de Axel, se veía un poco más maciso, como si hubiese comido mejor en esos últimos días, pero su rostro de niño seguía siendo el mismo, un rostro que alguna vez había visto manchado de polvora y tierra.
- La última vez que nos vimos nevaba, el frío parecía calar hasta los huesos y esos pobres hombres morían de hambre en el campamento ¿Aún sigues trabajando a cargo del mismo escuadrón y bajo el mismo líder? - Preguntó mientras una mujer se acercaba contoneando sus caderas graciosamente, para pedir las órdenes - Un café oscuro sin azucar - Pidió y la señorita asintió dibujando una coqueta sonrisa para el apuesto militar mientras esperaba su orden.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 2734
Fecha de inscripción : 05/06/2010
Localización : Entre libros de historia y lienzos manchados.
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Recuerdos de guerra (Axel-Soren)
El camino hacia la cafetería no se hizo muy largo, algo que tampoco llegó a sorprender al muchacho, pese a la inmensidad del lugar, ya que estaba suficientemente impresionado por aquel fortuito encuentro. Tras dejar atrás aquellos efímeros pasillos y los estantes que los conformaran se dispusieron a descender por los peldaños de una de las múltiples escaleras que formaban parte de la anatomía interna del edificio. El antiguo militar se dispuso a descenderlas a pasos agigantados que Axel, imitando la risa de aquellos dos muchachos, no tuvo más remedio que copiar, en la medida que pudo, intentando no resbalar con uno de los pronunciados cantos de madera, algo que estuvo a punto de suceder un par de veces.
La cafetería era una estancia bien iluminada y grande, aunque ni por asomo semejante a la que acaban de abandonar, con un buen número de mesas repartidas por el lugar, algunas de ellas ocupadas, bien por gente ocupada en su lectura, como le había atestiguado el teniente Kaarkarogf que se podía hacer, bien encerrada en agradables conversaciones o en aparentemente banales ensoñaciones. Ellos dos se sentaron en una no muy alejada, a elección de aquel que les había conducido allí. El chico se acomodó en la silla de madera, pues suponía que iban a pasar un largo tiempo hasta que esa conversación diera por concluída.
- Cafe au lait, s’il vous plaît – pidió entonces él, con aquel casi perfecto francés que le habían inculcado desde que fuera muy joven. La mujer, al parecer complacida, volvió por donde había venido, seguramente dispuesta a regresar a no mucho tardar. Aprovechando aquel lapsus de tiempo, Axel se dispuso a contestar, retomando su idioma natal -. No, me ascendieron a teniente tras aquella batalla – dijo, sin necesidad de concretar, pues él sabía que su interlocutor lo recordaría sin dificultades, o al menos tenía la esperanza de que así fuera -, aunque no sirvió de mucho: nada más terminar la guerra regresamos a Estocolmo y todo volvió a la normalidad – medio bromeó -. ¿Y usted? ¿Debo suponer que ya abandonó el ejército? – preguntó el chico, ante la obviedad de la falta de uniforme y de estar en tierras extranjeras, aunque aquella segunda condición él también cumplía con ella. Mientras tanto, Axel dirigió una rápida ojeada a la mujer, que parecía ya disponerse a recoger la segunda taza de café y ponerla en una bandeja. El muchacho esperaba que no se olvidase del azúcar
La cafetería era una estancia bien iluminada y grande, aunque ni por asomo semejante a la que acaban de abandonar, con un buen número de mesas repartidas por el lugar, algunas de ellas ocupadas, bien por gente ocupada en su lectura, como le había atestiguado el teniente Kaarkarogf que se podía hacer, bien encerrada en agradables conversaciones o en aparentemente banales ensoñaciones. Ellos dos se sentaron en una no muy alejada, a elección de aquel que les había conducido allí. El chico se acomodó en la silla de madera, pues suponía que iban a pasar un largo tiempo hasta que esa conversación diera por concluída.
- Cafe au lait, s’il vous plaît – pidió entonces él, con aquel casi perfecto francés que le habían inculcado desde que fuera muy joven. La mujer, al parecer complacida, volvió por donde había venido, seguramente dispuesta a regresar a no mucho tardar. Aprovechando aquel lapsus de tiempo, Axel se dispuso a contestar, retomando su idioma natal -. No, me ascendieron a teniente tras aquella batalla – dijo, sin necesidad de concretar, pues él sabía que su interlocutor lo recordaría sin dificultades, o al menos tenía la esperanza de que así fuera -, aunque no sirvió de mucho: nada más terminar la guerra regresamos a Estocolmo y todo volvió a la normalidad – medio bromeó -. ¿Y usted? ¿Debo suponer que ya abandonó el ejército? – preguntó el chico, ante la obviedad de la falta de uniforme y de estar en tierras extranjeras, aunque aquella segunda condición él también cumplía con ella. Mientras tanto, Axel dirigió una rápida ojeada a la mujer, que parecía ya disponerse a recoger la segunda taza de café y ponerla en una bandeja. El muchacho esperaba que no se olvidase del azúcar
Axel von Steinberg- Mensajes : 59
Fecha de inscripción : 07/10/2010
Re: Recuerdos de guerra (Axel-Soren)
Nunca imaginó que podría encontrarse a alguien del pasado así tan casualmente y menos en un lugar como ese. Como vampiro siempre pensó que la gente que conocería debía dejarla pasar, que se convirtiera en imágenes borrosas de un pasado que recordaría den determinado momento, pero que nunca podría mantener presentes en su corazón. Su condición como inmortal hacía imposible cualquier tipo de relación con un mortal, así que ver una cara conocida del pasado le desconcertaba al tiempo que le llenaba de un extraño gozo.
-Ahora soy profesor – Le explicó intentando sonreír, no era muy bueno sonriendo y pocas personas le veían hacerlo en la universidad por lo que era juzgado de amargado o taciturno, pero sus ojos eran amables – Enseño en la Universidad, doy las cátedras de historia del Arte y Literatura clásica, no he vuelto a usar un arma en años -
Y entonces, como un oleaje imparable cercano a un acantilado, los recuerdos de días de gloria y honor llegaron a su mente en cuestión de segundos. Nevaba y sólo Dios sabía cuan pesado era el invierno en Suecia, las temperaturas llegaban a ser tan bajas que muchos niños no sobrevivían el invierno y los mismos animales morían congelados. Las ventiscas se hacían torrenciales y se convertían en gélidas tormentas que retumbaban la paz de las villas con sonidos espeluznantes, como si el mismísimo diablo, hubiese salido de los avernos y hubiese decidido vengarse de esa tierra.
Soren era apenas unos años más joven, años que para un vampir no significaban prácticamente nada, aún así, había una diferencia abismal entre su yo presente y esa figura del pasado que había quedado guardada con fuerza en lo más recóndito de su mente. Había estado trabajando para el Sherif de Estocolmo desempeñándose en diversas tareas sucias como el espionaje, infiltrándose en tropas Rusas para descubrir sus planes, al Sherif Vampirico le interesaba sobremanera la actividad de los humanos.
“Las guerras humanas nos afectan directamente” Solía decir, mientras se fumaba un enorme tabaco “Se diezma la población y con ella el alimento”. Soren no compartía mucho los ideales del Sherif o de la sociedad de antiguos vampiros que regían el reino de Suecia y Finlandia, pero aún no descubría tampoco su vocación en su vida. Aquella noche, había sido enviado a un campamento con una carta sellada con la firma de un importante mandatario, ignoraba el contenido, pero sabía que algo tenía que ver con el rey y una traición. Sus órdenes explicitas eran llevarla hacía el líder de un escuadrón de soldados Suecos perdidos entre las montañas, ese hombre había resultado ser Axel von Steinberg.
Llegó a las coordenadas indicadas luego de 5 noches de camino sin descanso en las gélidas montañas, cuando arribó al campamento, divisó el humo de una fogata que había sido encendida por los pobres hombres para mantener un poco de calor, caminó dejando sendas pisadas sobre la nieve, acercándose a los hombres con precaución, cuando estos se dieron cuenta de su parecencia, agarraron sus rifles y le apuntaron a la cabeza, Soren se quedó muy quieto, a la expectativa de lo que sucedería a continuación.
(( perdona la tardanza D: ))
-Ahora soy profesor – Le explicó intentando sonreír, no era muy bueno sonriendo y pocas personas le veían hacerlo en la universidad por lo que era juzgado de amargado o taciturno, pero sus ojos eran amables – Enseño en la Universidad, doy las cátedras de historia del Arte y Literatura clásica, no he vuelto a usar un arma en años -
Y entonces, como un oleaje imparable cercano a un acantilado, los recuerdos de días de gloria y honor llegaron a su mente en cuestión de segundos. Nevaba y sólo Dios sabía cuan pesado era el invierno en Suecia, las temperaturas llegaban a ser tan bajas que muchos niños no sobrevivían el invierno y los mismos animales morían congelados. Las ventiscas se hacían torrenciales y se convertían en gélidas tormentas que retumbaban la paz de las villas con sonidos espeluznantes, como si el mismísimo diablo, hubiese salido de los avernos y hubiese decidido vengarse de esa tierra.
Soren era apenas unos años más joven, años que para un vampir no significaban prácticamente nada, aún así, había una diferencia abismal entre su yo presente y esa figura del pasado que había quedado guardada con fuerza en lo más recóndito de su mente. Había estado trabajando para el Sherif de Estocolmo desempeñándose en diversas tareas sucias como el espionaje, infiltrándose en tropas Rusas para descubrir sus planes, al Sherif Vampirico le interesaba sobremanera la actividad de los humanos.
“Las guerras humanas nos afectan directamente” Solía decir, mientras se fumaba un enorme tabaco “Se diezma la población y con ella el alimento”. Soren no compartía mucho los ideales del Sherif o de la sociedad de antiguos vampiros que regían el reino de Suecia y Finlandia, pero aún no descubría tampoco su vocación en su vida. Aquella noche, había sido enviado a un campamento con una carta sellada con la firma de un importante mandatario, ignoraba el contenido, pero sabía que algo tenía que ver con el rey y una traición. Sus órdenes explicitas eran llevarla hacía el líder de un escuadrón de soldados Suecos perdidos entre las montañas, ese hombre había resultado ser Axel von Steinberg.
Llegó a las coordenadas indicadas luego de 5 noches de camino sin descanso en las gélidas montañas, cuando arribó al campamento, divisó el humo de una fogata que había sido encendida por los pobres hombres para mantener un poco de calor, caminó dejando sendas pisadas sobre la nieve, acercándose a los hombres con precaución, cuando estos se dieron cuenta de su parecencia, agarraron sus rifles y le apuntaron a la cabeza, Soren se quedó muy quieto, a la expectativa de lo que sucedería a continuación.
(( perdona la tardanza D: ))
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 2734
Fecha de inscripción : 05/06/2010
Localización : Entre libros de historia y lienzos manchados.
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Recuerdos de guerra (Axel-Soren)
El frío de aquella noche se inmiscuía en todo lugar, como una vieja y amargada chismosa que sólo buscara el molestar e incordiar, si es que en su mano no estaba el llegar a provocar males mayores, como, de hecho, sí hacía. No habían pasado más de tres noches desde que el no muy grande número de hombres, que apenas superaba la veintena, se hubiera visto reducido nuevamente. La crudeza de aquel invierno sumada a la falta de víveres que había empezado a hacer estragos entre los militares ya había hecho sucumbir al joven muchacho de rasgos aniñados y pelo azabache llamado Sven. Según había contado procedía de algún lugar al norte del país y se había alistado voluntariamente al ejército para defender su patria de los invasores; un deseo noble que había terminado por cobrarle su vida y que, con seguridad, habría provocado miedos fundados en los corazones de sus padres que, a no mucho tardar, quedarían confirmados. En esa tesitura el desánimo del batallón había ido decreciendo hasta un tenso y pesimista silencio sólo roto por tenues susurros o por pensamientos hablados acerca de la mala situación. Aquella noche no era una excepción.
Prácticamente todos los soldados se reunían alrededor del único reducto de esperanza en medio de aquella ventisca: la hoguera. El viento, fuerte, sofocaba cualquier pequeño intento de conversación, haciéndose con la hegemonía reinante en el lugar y dedicándose a depositar los finos copos de nieve sobre los abrigos de pieles que llevaban los hombres, lo único que podía salvarles de la hipotermia. Todas y cada una de aquellas pupilas, grises, verdes, castañas o azules, se clavaban en las llamas danzantes que crepitaban acalladas, quizás intentando encontrar alguna pizca de esperanza en ellas, ya que sólo ellas podían hacer frente a las peores adversidades que se les presentaban: la baja temperatura y la densa oscuridad.
Hacía ya varias jornadas que no tenían noticias del mundo exterior y eso, inevitablemente, estaba haciendo mella en la moral de la tropa. ¿Cuánto tiempo podrían aguantar sin recibir un nuevo suministro de comida? El grupo ya había comenzado a plantearse el organizar pequeñas partidas de caza en busca de algún venado o raíces que pudieran añadir a los insulsos caldos que se basaban en poco más que hielo derretido. El teniente del grupo, un tal Persson, se había sumado a la lista de caídos por la patria en aquella gran guerra en defensa de sus vecinos del sur y había dejado solo a su batallón, nombrando a un sucesor y sólo dejando una directriz: que mantenieran la posición, como le habían ordenado. De esta manera, aquella quincena de suecos se hallaba perdida en medio de la nieve y con una esperanza cada vez más pequeña.
Pero aquella noche, al parecer, algo iba a cambiar. En medio del blanco horizonte, apenas contrastando con los altos y perennes árboles de un verde oscuro, algunos pudieron distinguir una figura. El humano fue acercándose lentamente hacia el campamento y, los soldados, casi sumidos en la paranoya, alzaron sus armas para frenar su avance. Fue entonces cuando, al otro lado de la hoguera, unos claros ojos atravesaron las largas y danzantes llamas para ir a chocar contra el recién llegado. El nuevo hombre al mando, que, en realidad no superaba en rango a los demás, se acercó a los demás con paso que intentaba ser decidido, pero que se veía atenuado por el frío que agarrotaba sus miembros, alzando las manos para que bajaran sus rifles, aunque cambiando de decisión en último momento y ordenando a aquel que estaba a su izquierda que mantuviese al hombre en su mirilla.
- ¿Quién es? - preguntó alzando la voz en sueco, aunque no estuviera seguro de si le llegaría a escuchar - ¿Qué quiere?
Prácticamente todos los soldados se reunían alrededor del único reducto de esperanza en medio de aquella ventisca: la hoguera. El viento, fuerte, sofocaba cualquier pequeño intento de conversación, haciéndose con la hegemonía reinante en el lugar y dedicándose a depositar los finos copos de nieve sobre los abrigos de pieles que llevaban los hombres, lo único que podía salvarles de la hipotermia. Todas y cada una de aquellas pupilas, grises, verdes, castañas o azules, se clavaban en las llamas danzantes que crepitaban acalladas, quizás intentando encontrar alguna pizca de esperanza en ellas, ya que sólo ellas podían hacer frente a las peores adversidades que se les presentaban: la baja temperatura y la densa oscuridad.
Hacía ya varias jornadas que no tenían noticias del mundo exterior y eso, inevitablemente, estaba haciendo mella en la moral de la tropa. ¿Cuánto tiempo podrían aguantar sin recibir un nuevo suministro de comida? El grupo ya había comenzado a plantearse el organizar pequeñas partidas de caza en busca de algún venado o raíces que pudieran añadir a los insulsos caldos que se basaban en poco más que hielo derretido. El teniente del grupo, un tal Persson, se había sumado a la lista de caídos por la patria en aquella gran guerra en defensa de sus vecinos del sur y había dejado solo a su batallón, nombrando a un sucesor y sólo dejando una directriz: que mantenieran la posición, como le habían ordenado. De esta manera, aquella quincena de suecos se hallaba perdida en medio de la nieve y con una esperanza cada vez más pequeña.
Pero aquella noche, al parecer, algo iba a cambiar. En medio del blanco horizonte, apenas contrastando con los altos y perennes árboles de un verde oscuro, algunos pudieron distinguir una figura. El humano fue acercándose lentamente hacia el campamento y, los soldados, casi sumidos en la paranoya, alzaron sus armas para frenar su avance. Fue entonces cuando, al otro lado de la hoguera, unos claros ojos atravesaron las largas y danzantes llamas para ir a chocar contra el recién llegado. El nuevo hombre al mando, que, en realidad no superaba en rango a los demás, se acercó a los demás con paso que intentaba ser decidido, pero que se veía atenuado por el frío que agarrotaba sus miembros, alzando las manos para que bajaran sus rifles, aunque cambiando de decisión en último momento y ordenando a aquel que estaba a su izquierda que mantuviese al hombre en su mirilla.
- ¿Quién es? - preguntó alzando la voz en sueco, aunque no estuviera seguro de si le llegaría a escuchar - ¿Qué quiere?
Axel von Steinberg- Mensajes : 59
Fecha de inscripción : 07/10/2010
Re: Recuerdos de guerra (Axel-Soren)
No era la primera vez que Soren tenía un rifle apuntándole directo a la cara. Pero aún así uno no llegaba acostumbrarse a eso. Siempre era intimidarte aunque uno supiera que podría sobrevivir a los disparos si bebía la suficiente sangre fresca. De hecho Soren estaba hambriento. 5 noches buscando las malditas coordenadas de ese campamento en medio de montañas desoladas en donde su única fuente de alimento habían sido conejos, zorros y esporádicos rodeores menores.
Y sólo Dios sabía cuanto odiaba beber de animales. La sangre sabia desagradable y no le satisfacía en lo absoluto, se sentía más débil y eso le ponía molesto. Se quedó muy quieto aún cuando los soldados bajaron las armas, el que le habló era increíblemente atractivo, algo que llamó su atención de inmediato. No porque le gustaran los hombres, de hecho no le gustaban, (bueno no en esa época) sino porque generalmente los soldados no eran tan atractivos, siempre las caras bonitas eran usadas para la publicidad y los feos eran enviados a dar el pecho y defender de verdad el país.
-Traigo una correspondencia para el soldado Axel von Steinberg – Dijo en voz alta y sin bajar la mirada. Había aprendido que no se debía mostrarse demasiado desafiante como para que el enemigo se sintiera más incitado a atacar ni demasiado sumiso como para que creyera que podía ser engañado.
- Exijo hablar con él en privado o no entregaré el mensaje – Agregó con firmesa, en esos tiempos había que mantener la discreción, alguno de esos pobres soldados podría ser un espía de otro reino. Nunca se podía confiar del todo en nadie.
Y sólo Dios sabía cuanto odiaba beber de animales. La sangre sabia desagradable y no le satisfacía en lo absoluto, se sentía más débil y eso le ponía molesto. Se quedó muy quieto aún cuando los soldados bajaron las armas, el que le habló era increíblemente atractivo, algo que llamó su atención de inmediato. No porque le gustaran los hombres, de hecho no le gustaban, (bueno no en esa época) sino porque generalmente los soldados no eran tan atractivos, siempre las caras bonitas eran usadas para la publicidad y los feos eran enviados a dar el pecho y defender de verdad el país.
-Traigo una correspondencia para el soldado Axel von Steinberg – Dijo en voz alta y sin bajar la mirada. Había aprendido que no se debía mostrarse demasiado desafiante como para que el enemigo se sintiera más incitado a atacar ni demasiado sumiso como para que creyera que podía ser engañado.
- Exijo hablar con él en privado o no entregaré el mensaje – Agregó con firmesa, en esos tiempos había que mantener la discreción, alguno de esos pobres soldados podría ser un espía de otro reino. Nunca se podía confiar del todo en nadie.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 2734
Fecha de inscripción : 05/06/2010
Localización : Entre libros de historia y lienzos manchados.
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Recuerdos de guerra (Axel-Soren)
El silencio envolvió por unos instantes aquel abrupto terreno cubierto de la profunda capa de nieve que ya ocultaba unos cuantos centímetros de los árboles que había no muy lejos de las tiendas de campaña. Los soldados aguardaron lo que el improvisado líder del escuadrón decidiese, confiar o no en aquel extraño, mientras sus espaldas volvían a ceder poco a poco a la crudeza del frío en medio de la gélida tormenta. Los casi translúcidos ojos de Axel von Steinberg no se apartaron ni un segundo de los rasgos del hombre que, a causa de la oscuridad reinante, quedaban en una desconcertante penumbra, otorgándole un aspecto levemente siniestro. El militar dudaba internamente, aunque se esforzaba porque sus rasgos no le delatasen. Lo cierto era que la desconfianza reinaba entre él y sus hombres, que en aquellas jornadas casi se habían convertido en una especie de campamento nómada con establecimiento fijo, por órdenes de alguna autoridad, y Axel no era inmune a aquel sentimiento; sin embargo, quizás fuese aquella la misiva que estaban esperando desde hacía tan largo tiempo y que, por fin, les daría nuevas órdenes. Poco sería peor que continuar en aquel riesgo de mortal hipotermia.
- Está bien; que pase a mi tienda - dijo el muchacho antes de darse media vuelta y dirigirse al lugar indicado, un amasijo de blanca tela cubriendo un armazón poco más grande que el de las demás
El soldado von Steinberg, teniente en funciones, abrió la puerta de lona y dejó al descubierto el modesto interior, compuesto por dos sillas a ambos lados de una pequeña y desgastada mesa de madera, un candil apagado y un grueso saco de dormir que a Axel se le antojaba demasiado fino, sobretodo desde que había dejado de compartir su tienda con otros compañeros. Axel esperó a que el hombre entrara antes de sacar un fósforo y dirigirse a la lámpara para prenderla.
- Está bien; que pase a mi tienda - dijo el muchacho antes de darse media vuelta y dirigirse al lugar indicado, un amasijo de blanca tela cubriendo un armazón poco más grande que el de las demás
El soldado von Steinberg, teniente en funciones, abrió la puerta de lona y dejó al descubierto el modesto interior, compuesto por dos sillas a ambos lados de una pequeña y desgastada mesa de madera, un candil apagado y un grueso saco de dormir que a Axel se le antojaba demasiado fino, sobretodo desde que había dejado de compartir su tienda con otros compañeros. Axel esperó a que el hombre entrara antes de sacar un fósforo y dirigirse a la lámpara para prenderla.
Axel von Steinberg- Mensajes : 59
Fecha de inscripción : 07/10/2010
Re: Recuerdos de guerra (Axel-Soren)
El jovencito que habló no parecía más viejo ni más sabio que el resto, estaba acostumbrado a ver que quienes gozaban de rango más alto entre los soldados, eran indudablemente mayores en edad, pero el chico apenas si tendría 25 años, le calculó mientras lo observaba ordenar a los demás que bajaran las armas. El vampiro le siguió atravesando el campamento, no pudiendo más que sentir pena por la precaria situación de aquellos hombres.
Unos días más y estarán todos muertos, pensaba mientras observaba los languidos cuerpos de aquellos hombres al borde de la hipotermia.
Que desperdicio de sangre. Estupido Sherif.
Intentó alejar tal pensamiento de su mente mientras entraba en la tienda, el olor de la misma atrajo su atención, era el olor del soldado que presumía era Axel, un inusual olor para un humano, su hedor era más como el de un... animal.
- Mi nombre es Soren Kaarkarogf – Explicó girándose hacía el joven hombre y sacando un sobre amarilloso con el sello real desde su gabán, agregó – Trabajo... para la corona Sueca, mis superiores me han enviado para darle este mensaje directamente de la realeza – Le extendió el sobre, suavizando su expresión, estaba hambriento, pero aquellos hombres debían estarlo aún más, casi sintió lástima por ellos.
Unos días más y estarán todos muertos, pensaba mientras observaba los languidos cuerpos de aquellos hombres al borde de la hipotermia.
Que desperdicio de sangre. Estupido Sherif.
Intentó alejar tal pensamiento de su mente mientras entraba en la tienda, el olor de la misma atrajo su atención, era el olor del soldado que presumía era Axel, un inusual olor para un humano, su hedor era más como el de un... animal.
- Mi nombre es Soren Kaarkarogf – Explicó girándose hacía el joven hombre y sacando un sobre amarilloso con el sello real desde su gabán, agregó – Trabajo... para la corona Sueca, mis superiores me han enviado para darle este mensaje directamente de la realeza – Le extendió el sobre, suavizando su expresión, estaba hambriento, pero aquellos hombres debían estarlo aún más, casi sintió lástima por ellos.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 2734
Fecha de inscripción : 05/06/2010
Localización : Entre libros de historia y lienzos manchados.
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Temas similares
» Recopilando recuerdos e información [Soren] [Finalizado]
» Recuerdos, recuerdos y quizás más recuerdos [Privado-Kaleb]
» Yo y mi alma [Axel]
» Un dia entretenido [Axel]
» Holi. It's Axel.
» Recuerdos, recuerdos y quizás más recuerdos [Privado-Kaleb]
» Yo y mi alma [Axel]
» Un dia entretenido [Axel]
» Holi. It's Axel.
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour