AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La Condenación De Las Almas +18 [Hela Von Fanel]
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La Condenación De Las Almas +18 [Hela Von Fanel]
La noche se cierne sobre mí de nuevo en aquella ciudad, hace mucho tiempo que no salgo por las noches en busca de algo que cazar y supe que, aquella noche, algo iba a cambiar. Algo diferente se iba a cruzar en mí camino y que iba a dar un nuevo significado a lo cotidiano de la noche. Mis esbirros llegan justo en el momento indicado tal y como les había dicho, se acercan a mí y se quedan delante mirándome hasta con miedo. La sonrisa cruza mi cara y es una sonrisa llena de diversión y pura maldad, sé lo que están pensando, sé lo que están temiendo… y el momento llega.
Uno de ellos, tras un movimiento rápido de mis manos, cae inerte al suelo. Veo como su cuerpo se convulsiona ante el leve chasquido que me indica que su muerte ha llegado. El otro, a su lado, me mira con miedo ante que su destino sea el mismo. Sus vidas son tan frágiles y tan insignificantes para mí que carecen de importancia. Puedo crear más neófitos si así lo deseo y ninguno es prescindible para mí. Son meras piezas de un ajedrez que solo está en mí cabeza, y solo yo conozco las jugadas. Y uno de ellos debía de morir.
Mis ojos recorren al neófito que tengo delante y espero con un suspiro a que me diga la información que espero. Tras esa mirada habla entre tartamudeos y bostezo mostrando que me aburro y que quiero que termine pronto. La información llega a su fin y me acerco dando un paso a él, con la sonrisa en mi rostro mostrando los colmillos. La noche es mía y con ella puedo hacer lo que quiera, pero aburrido en aquella mazmorra sin nada con lo que jugar es muy difícil divertirse. Por eso mis esbirros han salido a buscar algo para mí, por eso ahora mi sonrisa se ensancha.
-Así que, una de las gatitas está arriba por las calles vagando libre. Y yo aquí abajo, aburrido sin poder jugar con ellas –me gusta tener a mis presas encerradas tiempo, me gusta torturarlas yo mismo. A los cazadores me gusta despellejarlos vivos, a los Inquisidores me gusta cortarlos en trozos mientras hablan. Los humanos solamente me sirven de alimento y no duran ni dos horas. Y las mujeres… las mujeres son las más divertidas de todas. Las humanas me proporcionan placer y comida por partes iguales, las vampiras son más juguetonas y me gusta divertirme toda la noche con ellas. Pero por primera vez, uno de mis esbirros ha cometido un error fatal; ha dejado en libertad a una.
El mismo que ha muerto y que ahora está a mis pies ha cometido el error más grande; desobedecer mis órdenes. Mi vida es un control absoluto donde yo soy dueño de todo, de sus vidas, de su tiempo, de su muerte y de lo que quiera hacer con ellos. Todo bajo un control absoluto, un control que hoy se había convertido en un caos total. Y mientras yo estaba aburrido, con la rabia apoderándose de mí cuerpo, una humana vaga libre en la superficie sin que yo así lo quiera. Y mis esbirros la han encontrado, solo tengo que subir de nuevo al mundo de los vivos, como hace tiempo que no hago, y jugar al gato y al ratón. Chasco los dedos y el neófito sale de mi vista temeroso de que lo mate, pero no quiero matarlo a él, sino a la joven que han liberado sin mí permiso.
Hace mucho tiempo que no recorro las calles de París bajo el manto de la oscura noche, el aire sigue igual de viciado y se mezcla con toda clase de olores. Los humanos andan sin saber lo que se esconde en muchos de sus habitantes, tras una máscara que esconde al monstruo. Yo soy uno y me alegro de serlo. Me gusta ver sus caras de asombro cuando la muerte está a punto de arrebatarles la vida, me gusta el sabor de su sangre ante el miedo que les recorre y es muy placentero. Soy un alma condenada que le gusta la condenación, y que le gusta condenar a la gente por pura diversión, y por puro placer y deleite.
Tras media hora un olor me llega y sonrío como un verdadero hijo de puta, reconozco el olor y sé que es de la joven humana que ha escapado. La sigo con sigilo a la espera de que no me descubra, es mejor dar el golpe en el momento oportuno. En la calle no hay apenas gente y eso hace todo más rápido, sin testigo alguno. Llego junto a la mujer y por sorpresa, la acorralo en un callejón tapando su boca, no quiero que su grito alerte a alguien. Su expresión es de miedo porque sabe qué voy a hacerle, sabe que aunque haya escapado de la muerte ahora iba a morir.
-Hola humana –ella se retuerce entre mis brazos pero es inútil, la muerte ya ha llegado para ella y con ello su condenación eterna- ¿Pensabas que ibas a salir con vida? –mí risa es maquiavélica y refleja mis intenciones- No, amor, la muerte es un punto y final pero antes –mis manos la empujan contra la pared con su espalda contra esta, está aterrorizada y paralizada por el miedo pero no cesa de llorar. Mis manos rápidas le desgarran el vestido que lleva y la dejo desnuda frente a mí. Me hundo en su interior y beso sus labios al mismo tiempo, haciendo una herida en sus labios y la sangre pronto comienza a brotar. El líquido carmesí que me da la vida y que tan preciado es para todo vampiro. Mis movimientos son endemoniados dentro de ella, intenta apartarme pero no puede, aparto su cuello y clavo mis colmillos con rudeza sin dejar de moverme. El mordisco es mortal y excitante para ellos y noto como se acerca al orgasmo aunque ella no quiera. Su sangre empieza a escasear y noto que mí orgasmo va llegando como voy apagando su vida gota a gota. Ella alcanza el clímax en un gemido desgarrador, y a los pocos segundo muere en el mismo momento que yo alcanzo mi orgasmo en su interior.
La suelto y dejo que caiga inerte al suelo, es solo otra victima más de un alma condenada que vaga por el mundo. Lamo mis labios con una sonrisa y la contemplo tirada en el suelo, es sólo la primera víctima de una noche muy larga, y una víctima que debería de haber muerto en mi mazmorra. La muerte cuando te alcanza no contempla piedad alguna, y tampoco es magnánima. La noche solo ha empezado y aún hay tiempo, para la condenación de las almas.
Uno de ellos, tras un movimiento rápido de mis manos, cae inerte al suelo. Veo como su cuerpo se convulsiona ante el leve chasquido que me indica que su muerte ha llegado. El otro, a su lado, me mira con miedo ante que su destino sea el mismo. Sus vidas son tan frágiles y tan insignificantes para mí que carecen de importancia. Puedo crear más neófitos si así lo deseo y ninguno es prescindible para mí. Son meras piezas de un ajedrez que solo está en mí cabeza, y solo yo conozco las jugadas. Y uno de ellos debía de morir.
Mis ojos recorren al neófito que tengo delante y espero con un suspiro a que me diga la información que espero. Tras esa mirada habla entre tartamudeos y bostezo mostrando que me aburro y que quiero que termine pronto. La información llega a su fin y me acerco dando un paso a él, con la sonrisa en mi rostro mostrando los colmillos. La noche es mía y con ella puedo hacer lo que quiera, pero aburrido en aquella mazmorra sin nada con lo que jugar es muy difícil divertirse. Por eso mis esbirros han salido a buscar algo para mí, por eso ahora mi sonrisa se ensancha.
-Así que, una de las gatitas está arriba por las calles vagando libre. Y yo aquí abajo, aburrido sin poder jugar con ellas –me gusta tener a mis presas encerradas tiempo, me gusta torturarlas yo mismo. A los cazadores me gusta despellejarlos vivos, a los Inquisidores me gusta cortarlos en trozos mientras hablan. Los humanos solamente me sirven de alimento y no duran ni dos horas. Y las mujeres… las mujeres son las más divertidas de todas. Las humanas me proporcionan placer y comida por partes iguales, las vampiras son más juguetonas y me gusta divertirme toda la noche con ellas. Pero por primera vez, uno de mis esbirros ha cometido un error fatal; ha dejado en libertad a una.
El mismo que ha muerto y que ahora está a mis pies ha cometido el error más grande; desobedecer mis órdenes. Mi vida es un control absoluto donde yo soy dueño de todo, de sus vidas, de su tiempo, de su muerte y de lo que quiera hacer con ellos. Todo bajo un control absoluto, un control que hoy se había convertido en un caos total. Y mientras yo estaba aburrido, con la rabia apoderándose de mí cuerpo, una humana vaga libre en la superficie sin que yo así lo quiera. Y mis esbirros la han encontrado, solo tengo que subir de nuevo al mundo de los vivos, como hace tiempo que no hago, y jugar al gato y al ratón. Chasco los dedos y el neófito sale de mi vista temeroso de que lo mate, pero no quiero matarlo a él, sino a la joven que han liberado sin mí permiso.
Hace mucho tiempo que no recorro las calles de París bajo el manto de la oscura noche, el aire sigue igual de viciado y se mezcla con toda clase de olores. Los humanos andan sin saber lo que se esconde en muchos de sus habitantes, tras una máscara que esconde al monstruo. Yo soy uno y me alegro de serlo. Me gusta ver sus caras de asombro cuando la muerte está a punto de arrebatarles la vida, me gusta el sabor de su sangre ante el miedo que les recorre y es muy placentero. Soy un alma condenada que le gusta la condenación, y que le gusta condenar a la gente por pura diversión, y por puro placer y deleite.
Tras media hora un olor me llega y sonrío como un verdadero hijo de puta, reconozco el olor y sé que es de la joven humana que ha escapado. La sigo con sigilo a la espera de que no me descubra, es mejor dar el golpe en el momento oportuno. En la calle no hay apenas gente y eso hace todo más rápido, sin testigo alguno. Llego junto a la mujer y por sorpresa, la acorralo en un callejón tapando su boca, no quiero que su grito alerte a alguien. Su expresión es de miedo porque sabe qué voy a hacerle, sabe que aunque haya escapado de la muerte ahora iba a morir.
-Hola humana –ella se retuerce entre mis brazos pero es inútil, la muerte ya ha llegado para ella y con ello su condenación eterna- ¿Pensabas que ibas a salir con vida? –mí risa es maquiavélica y refleja mis intenciones- No, amor, la muerte es un punto y final pero antes –mis manos la empujan contra la pared con su espalda contra esta, está aterrorizada y paralizada por el miedo pero no cesa de llorar. Mis manos rápidas le desgarran el vestido que lleva y la dejo desnuda frente a mí. Me hundo en su interior y beso sus labios al mismo tiempo, haciendo una herida en sus labios y la sangre pronto comienza a brotar. El líquido carmesí que me da la vida y que tan preciado es para todo vampiro. Mis movimientos son endemoniados dentro de ella, intenta apartarme pero no puede, aparto su cuello y clavo mis colmillos con rudeza sin dejar de moverme. El mordisco es mortal y excitante para ellos y noto como se acerca al orgasmo aunque ella no quiera. Su sangre empieza a escasear y noto que mí orgasmo va llegando como voy apagando su vida gota a gota. Ella alcanza el clímax en un gemido desgarrador, y a los pocos segundo muere en el mismo momento que yo alcanzo mi orgasmo en su interior.
La suelto y dejo que caiga inerte al suelo, es solo otra victima más de un alma condenada que vaga por el mundo. Lamo mis labios con una sonrisa y la contemplo tirada en el suelo, es sólo la primera víctima de una noche muy larga, y una víctima que debería de haber muerto en mi mazmorra. La muerte cuando te alcanza no contempla piedad alguna, y tampoco es magnánima. La noche solo ha empezado y aún hay tiempo, para la condenación de las almas.
Última edición por Hades el Miér Ago 31, 2016 9:20 am, editado 1 vez
Hades- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 27
Fecha de inscripción : 02/08/2016
Re: La Condenación De Las Almas +18 [Hela Von Fanel]
El pesado y sobrevalorado aroma a humedad, se abrió paso en sus entrañas. Sus pulmones fueron llenados de golpe con ese gélido aire de la noche. Miles de efluvios se perdían en él, sin embargo, la esencia que prevalecía por sobre todos, era ese maldito y desgastado rocío que cae todas las noches en las calles parisinas. No importa lo pintoresco de las casas, los tonos sepia que se reflejan en el suelo por la luminosidad de las velas y el manto nocturno, tampoco interesan mucho los cantares mundanos, el alcohol y otros placeres. Esa noche, Hela había perdido el encanto por completo sobre la ciudad del amor. ¿En qué momento su existencia se volvió tan amargada? Rodó los ojos.
Su endemoniado carácter se había visto afectado por las ocurrencias estúpidas de una de sus mascotas. El imbécil creyó que sería buena idea esconderse tras un muro y observarla mientras satisfacía sus necesidades. Si tan sólo hubiese expresado su deseo por verle desnuda, quizá la excondesa habría concebido aquel capricho, por supuesto, de cualquier forma habría muerto, pero al menos, gozaría del espectáculo. –Madame, el joven Danvers acaba de abandonar su hogar y justo ahora se dirige a la taberna- La sonrisa que sus labios esbozaron, sólo podía ser comparada con aquella mueca desigual en los labios del demonio. El chico al que perseguía se volvió un capricho; su hambre no sería saciada con él, mucho menos veía el rostro del rubio entre sus piernas, lo que ella había vislumbrado, era mucho mejor que una simple compañía. Necesitaba otro centinela.
Hela desgarró su muñeca y su púrpura sangre fue vertida hasta perderse con los vestigios del líquido que derramó primero. Hizo una seña a Damián para que se acercase a ella. Un hombre de delgadas y finas líneas, alto, cabello castaño y ojos hermosamente azules, un color tan profundo e inverosímil como su propia maldad, y su piel, ¡Oh, su exquisita piel! Quizá su piel era la razón por la cual, Hela únicamente se alimentaba de él y no del que ahora yace sin corazón en el suelo. Lástima que Damián fuese homosexual. Aunque si ella lo deseara de verdad, con tan sólo una orden, sería suyo. ¡Qué fácil! –Suficiente- Se apartó del mortal antes de que este bebiese demasiada sangre. –Tenemos que movernos- Seguir el rastro de su víctima no fue difícil, en medio de los aromas que la noche esconde, su maldita sangre resultaba apetecible.
Detrás de ella, casi pisándole los talones, Demián la seguía con ritmo cadencioso. Él admiraba en demasía a su señora y por eso la dejaba hacer lo que quisiera con él, incluso si se trataba de sacrificarlo. Al doblar un par de esquinas, justo antes de llegar a la taberna. El desgarrador grito de una mujer captó su atención. No era la primer hembra violada detrás de los callejones, mucho menos sería la última, pero había algo más en esa faena que le resultó inquietante. –Ve por él- Ordenó a su lacayo continuar con la tarea. Él se negó. –Dije, ve por él- Antes de poder negarse por segunda ocasión, la orden imperativa de la vampiresa obligó al esclavo a retirarse del lugar. Los talones de Von Fanel se giraron en dirección al escándalo. Desgraciadamente para la chica, llegó tarde.
Observar el cuerpo inerte, le causó disgusto aunque no pretendía salvarla de aquel hombre. Es sólo que... Se aproximó hasta ella pasando de largo sin prestarle atención al inmortal. Se arrodilló frente al cadáver, tomó su muñeca y olfateó su esencia. –Me equivoqué- Creyó haber percibido un aroma diferente en la piel de la joven, un maldito perfume que ha estado rastreando en otras ocasiones y, que para su desgracia, le perturba. Se puso de pie y fue entonces en que reparó en el asesino. Frunció el ceño. –Provecho- Dijo burlonamente continuando con su camino. No era necesario dar explicaciones por su presencia. La cena había terminado antes de que apareciera ella, así que el hombre no tendría por qué molestarse, al menos que haya tenido una pésima noche como la de ella, y de ser así, eso se pondría interesante…
Su endemoniado carácter se había visto afectado por las ocurrencias estúpidas de una de sus mascotas. El imbécil creyó que sería buena idea esconderse tras un muro y observarla mientras satisfacía sus necesidades. Si tan sólo hubiese expresado su deseo por verle desnuda, quizá la excondesa habría concebido aquel capricho, por supuesto, de cualquier forma habría muerto, pero al menos, gozaría del espectáculo. –Madame, el joven Danvers acaba de abandonar su hogar y justo ahora se dirige a la taberna- La sonrisa que sus labios esbozaron, sólo podía ser comparada con aquella mueca desigual en los labios del demonio. El chico al que perseguía se volvió un capricho; su hambre no sería saciada con él, mucho menos veía el rostro del rubio entre sus piernas, lo que ella había vislumbrado, era mucho mejor que una simple compañía. Necesitaba otro centinela.
Hela desgarró su muñeca y su púrpura sangre fue vertida hasta perderse con los vestigios del líquido que derramó primero. Hizo una seña a Damián para que se acercase a ella. Un hombre de delgadas y finas líneas, alto, cabello castaño y ojos hermosamente azules, un color tan profundo e inverosímil como su propia maldad, y su piel, ¡Oh, su exquisita piel! Quizá su piel era la razón por la cual, Hela únicamente se alimentaba de él y no del que ahora yace sin corazón en el suelo. Lástima que Damián fuese homosexual. Aunque si ella lo deseara de verdad, con tan sólo una orden, sería suyo. ¡Qué fácil! –Suficiente- Se apartó del mortal antes de que este bebiese demasiada sangre. –Tenemos que movernos- Seguir el rastro de su víctima no fue difícil, en medio de los aromas que la noche esconde, su maldita sangre resultaba apetecible.
Detrás de ella, casi pisándole los talones, Demián la seguía con ritmo cadencioso. Él admiraba en demasía a su señora y por eso la dejaba hacer lo que quisiera con él, incluso si se trataba de sacrificarlo. Al doblar un par de esquinas, justo antes de llegar a la taberna. El desgarrador grito de una mujer captó su atención. No era la primer hembra violada detrás de los callejones, mucho menos sería la última, pero había algo más en esa faena que le resultó inquietante. –Ve por él- Ordenó a su lacayo continuar con la tarea. Él se negó. –Dije, ve por él- Antes de poder negarse por segunda ocasión, la orden imperativa de la vampiresa obligó al esclavo a retirarse del lugar. Los talones de Von Fanel se giraron en dirección al escándalo. Desgraciadamente para la chica, llegó tarde.
Observar el cuerpo inerte, le causó disgusto aunque no pretendía salvarla de aquel hombre. Es sólo que... Se aproximó hasta ella pasando de largo sin prestarle atención al inmortal. Se arrodilló frente al cadáver, tomó su muñeca y olfateó su esencia. –Me equivoqué- Creyó haber percibido un aroma diferente en la piel de la joven, un maldito perfume que ha estado rastreando en otras ocasiones y, que para su desgracia, le perturba. Se puso de pie y fue entonces en que reparó en el asesino. Frunció el ceño. –Provecho- Dijo burlonamente continuando con su camino. No era necesario dar explicaciones por su presencia. La cena había terminado antes de que apareciera ella, así que el hombre no tendría por qué molestarse, al menos que haya tenido una pésima noche como la de ella, y de ser así, eso se pondría interesante…
Hela Von Fanel- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/02/2010
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Re: La Condenación De Las Almas +18 [Hela Von Fanel]
La humana que se pensaba que se ha salvado de mí no puede estar más equivocada, uno de mis esbirros la ha dejado marchar sin saber bien la razón de ello y siendo el primero que me desafía de esa forma, por ello, el final que tuvo la mujer no fue el que hubiera tenido en mis mazmorras. No la iba a tratar con delicadeza porque hace años que no sé lo que es esa palabra, pero seguro que sería algo más placentero para ella. Nunca lo podremos saber ahora que está muerta a mis pies, su cuerpo ha caído inerte al suelo y no es más que huesos y piel que no me aporta nada, ya he tomado lo que quería de ella y nada me queda que hacer en el callejón.
El paso de unos tacones me hace girar la vista hacia el sonido y el repiqueteo de este contra el suelo, vislumbro entre la oscuridad del callejón a una mujer que se acerca con paso firme hasta donde estoy, mis ojos no quitan la vista de ella hasta que consigo distinguirla; es joven, su piel pálida revela que es otra inmortal, su pelo oscuro como la noche y la determinación es sus ojos.
Se acerca hasta donde yo estoy y se agacha para oler la muñeca de la humana que he matado y que era prisionera mía, gruño sin poder evitarlo aunque sé que ya no hay nada de sangre en el cuerpo de la humana, ¿qué cojones se cree que está haciendo? No me gusta la actitud de ella al aparentar que esa es su humana cuando no lo es, no me gusta su aparición y quiero que se vaya o posiblemente su sangre puede acompañar a la de la joven. Tan solo toma la muñeca y la huele, la deja caer y se levanta para irse como ha venido.
Mí mano se mueve con rapidez hacia la muñeca de ella y paro su avance, no me gusta que se metan en mis asuntos y que se vayan con tanta ligereza. Mí mano hace una férrea presión en la muñeca de ella con la intención de que no pueda irse, doy un tirón y la giro para que se quede de cara a mí. Estoy enfadado, cabreado y molesto. El cazar a la humana solo ha apaciguado un poco la mala leche al saber que ha escapado de mí prisión, pero ella al meterse donde no la llaman la ha avivado de nuevo.
-¿Qué cojones te crees que estás haciendo? –Mis ojos se fijan en los de ella, gruño de nuevo porque no estoy de humor para aguantar nada y menos que se interpongan en mí camino- ¿A qué has venido, vampira? Ella es mí presa y aquí no tienes nada que hacer. No me gusta que se acerquen a lo que es mío –ladeo un poco la cabeza- salvo que el que se entrometa quiera ser mí presa –río entre dientes dejando los colmillos a la vista en una clara amenaza. Ella ya es una condenada, como yo, su alma se condenó hace mucho tiempo… pero nada impedía que le pueda dar una muerte como a la humana. Incluso puede ser mucho más interesante, me gusta que se resistan y me lo pongan difícil, aporta diversión al asunto- ¿Acaso quieres serlo tú? –la noche es joven todavía, y ella puede ser la segunda condenada en mí lista aunque ya lo fuera desde hace tiempo.
El paso de unos tacones me hace girar la vista hacia el sonido y el repiqueteo de este contra el suelo, vislumbro entre la oscuridad del callejón a una mujer que se acerca con paso firme hasta donde estoy, mis ojos no quitan la vista de ella hasta que consigo distinguirla; es joven, su piel pálida revela que es otra inmortal, su pelo oscuro como la noche y la determinación es sus ojos.
Se acerca hasta donde yo estoy y se agacha para oler la muñeca de la humana que he matado y que era prisionera mía, gruño sin poder evitarlo aunque sé que ya no hay nada de sangre en el cuerpo de la humana, ¿qué cojones se cree que está haciendo? No me gusta la actitud de ella al aparentar que esa es su humana cuando no lo es, no me gusta su aparición y quiero que se vaya o posiblemente su sangre puede acompañar a la de la joven. Tan solo toma la muñeca y la huele, la deja caer y se levanta para irse como ha venido.
Mí mano se mueve con rapidez hacia la muñeca de ella y paro su avance, no me gusta que se metan en mis asuntos y que se vayan con tanta ligereza. Mí mano hace una férrea presión en la muñeca de ella con la intención de que no pueda irse, doy un tirón y la giro para que se quede de cara a mí. Estoy enfadado, cabreado y molesto. El cazar a la humana solo ha apaciguado un poco la mala leche al saber que ha escapado de mí prisión, pero ella al meterse donde no la llaman la ha avivado de nuevo.
-¿Qué cojones te crees que estás haciendo? –Mis ojos se fijan en los de ella, gruño de nuevo porque no estoy de humor para aguantar nada y menos que se interpongan en mí camino- ¿A qué has venido, vampira? Ella es mí presa y aquí no tienes nada que hacer. No me gusta que se acerquen a lo que es mío –ladeo un poco la cabeza- salvo que el que se entrometa quiera ser mí presa –río entre dientes dejando los colmillos a la vista en una clara amenaza. Ella ya es una condenada, como yo, su alma se condenó hace mucho tiempo… pero nada impedía que le pueda dar una muerte como a la humana. Incluso puede ser mucho más interesante, me gusta que se resistan y me lo pongan difícil, aporta diversión al asunto- ¿Acaso quieres serlo tú? –la noche es joven todavía, y ella puede ser la segunda condenada en mí lista aunque ya lo fuera desde hace tiempo.
Hades- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/08/2016
Re: La Condenación De Las Almas +18 [Hela Von Fanel]
¿Puede un inmortal sentir escalofríos? De ser así, en ese momento, quizá Von Fanel los percibió en la cadena de su muñeca al ser amordazada por las gélidas manos del desconocido. Los augurios no son su especialidad, y aunque la amenaza se veía latente en el tirón del extraño, no fue por temor que su piel reaccionó de esa manera. Es sólo que, hace tanto tiempo que nadie se atreve a tocarle sin su consentimiento que el abrupto le tomó por sorpresa. Detuvo su andar. Giró el cuerpo gracilmente. Levantó una ceja. Admiró al hombre abajo hacia arriba y esperó. Es normal sentir posesión por objetos inservibles, pero ¿Un cadáver? No iba a juzgar, ella tiene manías aún más extrañas que esa, bastaba echar un vistazo a su pasado. Sonrió. Colocó una mano en el pecho del caballero. -A nadie le gusta que toquen lo suyo, pero mentiría si dijera que me arrepiento. Es sólo que...- Gruñó por debajo recordando ese maldito efluvio que le ha trastornado. Con un único movimiento se deshizo del agarre del hombre. Su mirada se concentró en él. Los orbes esmeralda y malditos se posaron sobre el profundo azul de los ajenos. Von Fanel, quien ya ha sido presa de miles de infiernos, hubiese jurado que aquel, sería diferente.
«Madame, lamento interrumpir pero he puesto en custodia a Danvers.» Su sonrisa, esa maldita y pérfida sonrisa que le caracteriza, asomó en la comisura y refulgió en sus ojos. No sería una pésima noche después de todo. Sin embargo, pese a su repentina felicidad, había un asunto que necesitaba resolver antes de poder huir a los brazos del mortal. Suspiró. -Llévalo a las mazmorras de mi padre. Si pregunta, sólo dile que es un capricho mío. No se negará- Ensimismada en el logro, no se percató que las palabras fluyeron a través de sus labios y que no sólo su esclavo le había escuchado mentalmente, sino también el inmortal frente a ella. La última pregunta del ignoto, le sacó de su ensimismamiento. -¿Qué?- Se carcajea deliberadamente. -¿Presa, yo?- Realizó un ademán con las manos y el rostro simulando sorpresa. -Para ello primero necesito ser acorralada, y aún no lo soy.- Dio dos pasos hacia atrás. Escudriñó el momento, las lejanías y una vez asegurándose de la soledad entre ambos, prosiguió. -Por otra parte, se me debe considerar indefensa, cosa que le aseguro caballero, no soy. Y por último mi depredador debe ser certero y con un golpe acabarme, pues donde me de una oportunidad, no lo cuenta.- Resulta ser, que a la ex-condesa, inumerables veces han intentando arrebatarle la existencia. Cierto es que en la última ocasión, casi lo consiguen, pero tal pareciera que su destino es igual al del fénix. -Oh, pero espera...- Una idea cruzó por su mente. Él no quería matarla, de ser así ya lo habría hecho. -Algo me dice que disfrutas del juego previo a la muerte, ¿No es así?- Con un sordo movimiento rompe la distancia que había ganado y misma que les separaba aproximadamente un metro. En la milésima de segundo, Von Fanel se encontró rosando apenas las fauces ajenas. -¿Acaso pretendes jugar? Te lo garantizo, no importa quien seas tú, esta vez, no ganarás.- No, no trataba de seducirlo o tal vez sí, pero no iba a negarse al coqueteo aunque al final resultase lastimada. ¡Era Lorraine! Un nuevo nombre, un renacimiento, un lo que sea que le haya pasado, no puede borrar tan fácilmente lo que su antigua identidad significaba. Beso las comisuras -Te doy cinco segundos de ventaja- Le guiñó el ojo apartándose de él y esperando el siguiente movimiento.
«Madame, lamento interrumpir pero he puesto en custodia a Danvers.» Su sonrisa, esa maldita y pérfida sonrisa que le caracteriza, asomó en la comisura y refulgió en sus ojos. No sería una pésima noche después de todo. Sin embargo, pese a su repentina felicidad, había un asunto que necesitaba resolver antes de poder huir a los brazos del mortal. Suspiró. -Llévalo a las mazmorras de mi padre. Si pregunta, sólo dile que es un capricho mío. No se negará- Ensimismada en el logro, no se percató que las palabras fluyeron a través de sus labios y que no sólo su esclavo le había escuchado mentalmente, sino también el inmortal frente a ella. La última pregunta del ignoto, le sacó de su ensimismamiento. -¿Qué?- Se carcajea deliberadamente. -¿Presa, yo?- Realizó un ademán con las manos y el rostro simulando sorpresa. -Para ello primero necesito ser acorralada, y aún no lo soy.- Dio dos pasos hacia atrás. Escudriñó el momento, las lejanías y una vez asegurándose de la soledad entre ambos, prosiguió. -Por otra parte, se me debe considerar indefensa, cosa que le aseguro caballero, no soy. Y por último mi depredador debe ser certero y con un golpe acabarme, pues donde me de una oportunidad, no lo cuenta.- Resulta ser, que a la ex-condesa, inumerables veces han intentando arrebatarle la existencia. Cierto es que en la última ocasión, casi lo consiguen, pero tal pareciera que su destino es igual al del fénix. -Oh, pero espera...- Una idea cruzó por su mente. Él no quería matarla, de ser así ya lo habría hecho. -Algo me dice que disfrutas del juego previo a la muerte, ¿No es así?- Con un sordo movimiento rompe la distancia que había ganado y misma que les separaba aproximadamente un metro. En la milésima de segundo, Von Fanel se encontró rosando apenas las fauces ajenas. -¿Acaso pretendes jugar? Te lo garantizo, no importa quien seas tú, esta vez, no ganarás.- No, no trataba de seducirlo o tal vez sí, pero no iba a negarse al coqueteo aunque al final resultase lastimada. ¡Era Lorraine! Un nuevo nombre, un renacimiento, un lo que sea que le haya pasado, no puede borrar tan fácilmente lo que su antigua identidad significaba. Beso las comisuras -Te doy cinco segundos de ventaja- Le guiñó el ojo apartándose de él y esperando el siguiente movimiento.
Hela Von Fanel- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/02/2010
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Re: La Condenación De Las Almas +18 [Hela Von Fanel]
Esa joven inmortal no sabe lo que está haciendo ante aquel juego en el que, sin previo aviso, nos hemos visto envueltos. Ella cree que por ser de mí misma condición voy a tener algún tipo de miramiento por ello… en realidad iba a ser al contrario de aquello. No sabe que no tengo miramientos por nada ni por nadie, humano, vampiro, lobo… daba igual mientras fuera mí presa y eso significaba sinónimo de muerte. Muerte lenta que me gusta arrebatar a quienes caen presa de aquel juego, el cazador que soy yo, me apodero del tiempo y lo utilizo como más me place para hacer del otro un completo infierno. No había vuelto a la vida, o a aquella no vida, y portaba aquel nombre en vano… El infierno es mí hogar, y soy el rey del Inframundo. Lugar al que ella, si no se aleja, por mí mano iba a conocer.
Su gesto brusco la hace apartarse de mí y yo dejo que lo haga, no me importa puesto que sé que puedo cogerla en pocos segundos. Nuestras velocidades serían iguales y podría ser que el juego sea mucho más divertido de aquella forma. En su rostro veo que no se achanta ante lo que digo y lo que mis palabras esconden, y eso hace que sonría divertido con la idea. El humano que va con ella interrumpe el momento y ella, en un momento de descuido, da datos que para mí son de lo más interesante y que me hace ladear la cabeza divertido con lo que he oído. Puede que, en el fondo, no seamos tan diferentes. Se da cuenta de que lo ha dicho en voz alta, la palabra mazmorra es algo que viene a mí mente y evoca un recuerdo de la mía propia, para luego ella comenzar a hablar.
Enarco una ceja ante sus primeras palabras, ¿quién le ha dicho que ya sea una presa? Desde luego yo no, puesto que lo único que he dicho ha sido que quizás ella pudiera serlo, algo que me hace reír mostrando los colmillos que hace apenas unos instantes han acabado con la vida de aquella humana que todavía se interpone entre los dos. El ambiente se ha oscurecido un poco, el humano se ha ido y nos deja solos de nuevo en aquel callejón lleno de sangre y de muerte. Sin embargo retrocede y da dos pasos, como si realmente fuera la presa y eso hace que sonría de lado.
-No he dicho que seáis mí presa, sino que podrías serlo. Pero al contrario señorita, ningún inmortal es un indefenso y creo que… por vuestras palabras dichas a aquel humano –la miro de forma fija- No sois precisamente un corderito. Si me convierto en vuestro depredador, creedme, no fallaré pues yo nunca fallo. Sino puedo llevaros a mí mazmorra, dejar que lo veáis por vos misma y así dejar esa cita incumplida ya que nunca llegaríais –pero sus ojos cambian y veo determinación en ellos, como si se hubiera dado cuenta de algo. Su comentario me hace reír, haciendo eco en el callejón, mientras veo que se aproxima restando la distancia que ella misma ha impuesto- Es obvio que, si os quisiera muerta, no seríais más que polvo en el viento –habla sobre jugar y algo en mí interior cobra vida, como una leve llama, llamada diversión- Podemos jugar a ver quién de los dos gana esta batalla –mis ojos bajan para verla, es un poco más baja que yo y así puedo mirar sus orbes fijos en los míos.
Está cerca de mí, tanto que solo me basta acercar un poco mis labios y puedo rozar incluso los suyos ante la cercanía, no me teme, así me lo demuestra con sus actos y eso lo hace todo mucho más divertido. Sí, claro que pretendo jugar frente a las nuevas posibilidades que se me han abierto sin siquiera pretenderlo. Ella supone un juego mucho más interesante para mí, uno que apenas acababa de comenzar entre ambos. Roce de sus labios con los míos, la dejo que lo haga puesto que no importa, tan solo es el preludio de lo que puede pasar a partir de ahora. Río ante sus palabras y su giño de ojo, ¿pretende que huya corriendo de ella? No es mí estilo salir corriendo, prefiero ser yo quien salga tras la presa.
-¿Y ya está? ¿Un leve roce, un guiño y una advertencia de que corra es lo máximo que tengo para que empiece el juego? –vuelvo a reír y mí risa resuena en el lugar, olvidado queda el cuerpo inerte entre ambos, ya es cosa del pasado y lo que acontece es cosa del presente y de un futuro cercano- No es mí estilo salir corriendo, señorita. No le temo, ni a usted, ni a lo que pueda hacerme si no me muevo. Prefiero ser el cazador tras la presa, así que… venga, dice que no es frágil y así lo supongo dado su determinación y sus palabras. Dado que tiene una mazmorra sé que no será buena conmigo y, en el fondo de mí ser, ansío saber cuán de mala será con esta presa –me crucé de brazos, le dejaría aquel turno a ella- Pero recordad querida, cuando llegue mí turno… será el triple de malo de lo que vos podáis hacerme –me inclino, rozo sus labios de forma leve como parte del juego, dejo un pequeño mordisco y me cruzo de brazos, expectante, sin vacilar y con la intriga surcando mí rostro. Iba a ser su condenación, pero, ¿quién era yo para impedírselo?- Hora de jugar.
Su gesto brusco la hace apartarse de mí y yo dejo que lo haga, no me importa puesto que sé que puedo cogerla en pocos segundos. Nuestras velocidades serían iguales y podría ser que el juego sea mucho más divertido de aquella forma. En su rostro veo que no se achanta ante lo que digo y lo que mis palabras esconden, y eso hace que sonría divertido con la idea. El humano que va con ella interrumpe el momento y ella, en un momento de descuido, da datos que para mí son de lo más interesante y que me hace ladear la cabeza divertido con lo que he oído. Puede que, en el fondo, no seamos tan diferentes. Se da cuenta de que lo ha dicho en voz alta, la palabra mazmorra es algo que viene a mí mente y evoca un recuerdo de la mía propia, para luego ella comenzar a hablar.
Enarco una ceja ante sus primeras palabras, ¿quién le ha dicho que ya sea una presa? Desde luego yo no, puesto que lo único que he dicho ha sido que quizás ella pudiera serlo, algo que me hace reír mostrando los colmillos que hace apenas unos instantes han acabado con la vida de aquella humana que todavía se interpone entre los dos. El ambiente se ha oscurecido un poco, el humano se ha ido y nos deja solos de nuevo en aquel callejón lleno de sangre y de muerte. Sin embargo retrocede y da dos pasos, como si realmente fuera la presa y eso hace que sonría de lado.
-No he dicho que seáis mí presa, sino que podrías serlo. Pero al contrario señorita, ningún inmortal es un indefenso y creo que… por vuestras palabras dichas a aquel humano –la miro de forma fija- No sois precisamente un corderito. Si me convierto en vuestro depredador, creedme, no fallaré pues yo nunca fallo. Sino puedo llevaros a mí mazmorra, dejar que lo veáis por vos misma y así dejar esa cita incumplida ya que nunca llegaríais –pero sus ojos cambian y veo determinación en ellos, como si se hubiera dado cuenta de algo. Su comentario me hace reír, haciendo eco en el callejón, mientras veo que se aproxima restando la distancia que ella misma ha impuesto- Es obvio que, si os quisiera muerta, no seríais más que polvo en el viento –habla sobre jugar y algo en mí interior cobra vida, como una leve llama, llamada diversión- Podemos jugar a ver quién de los dos gana esta batalla –mis ojos bajan para verla, es un poco más baja que yo y así puedo mirar sus orbes fijos en los míos.
Está cerca de mí, tanto que solo me basta acercar un poco mis labios y puedo rozar incluso los suyos ante la cercanía, no me teme, así me lo demuestra con sus actos y eso lo hace todo mucho más divertido. Sí, claro que pretendo jugar frente a las nuevas posibilidades que se me han abierto sin siquiera pretenderlo. Ella supone un juego mucho más interesante para mí, uno que apenas acababa de comenzar entre ambos. Roce de sus labios con los míos, la dejo que lo haga puesto que no importa, tan solo es el preludio de lo que puede pasar a partir de ahora. Río ante sus palabras y su giño de ojo, ¿pretende que huya corriendo de ella? No es mí estilo salir corriendo, prefiero ser yo quien salga tras la presa.
-¿Y ya está? ¿Un leve roce, un guiño y una advertencia de que corra es lo máximo que tengo para que empiece el juego? –vuelvo a reír y mí risa resuena en el lugar, olvidado queda el cuerpo inerte entre ambos, ya es cosa del pasado y lo que acontece es cosa del presente y de un futuro cercano- No es mí estilo salir corriendo, señorita. No le temo, ni a usted, ni a lo que pueda hacerme si no me muevo. Prefiero ser el cazador tras la presa, así que… venga, dice que no es frágil y así lo supongo dado su determinación y sus palabras. Dado que tiene una mazmorra sé que no será buena conmigo y, en el fondo de mí ser, ansío saber cuán de mala será con esta presa –me crucé de brazos, le dejaría aquel turno a ella- Pero recordad querida, cuando llegue mí turno… será el triple de malo de lo que vos podáis hacerme –me inclino, rozo sus labios de forma leve como parte del juego, dejo un pequeño mordisco y me cruzo de brazos, expectante, sin vacilar y con la intriga surcando mí rostro. Iba a ser su condenación, pero, ¿quién era yo para impedírselo?- Hora de jugar.
Hades- Vampiro Clase Alta
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