Hela Vibeke Von Fanel

Hela Vibeke Von Fanel

261 años • Vampiro • Clase Alta • Heterosexual • Germánica

HABILIDADES DESTACADAS:

Descripción Psicológica

Para entender esto, se deben dejar las trivialidades atrás. Tales como empezar a describirle con los pecados terrenales de la humanidad, Hela ya no está viva, ergo, no necesita que su persona se reduzca a debilidades del hombre. Desechemos entonces, palabras tales como: Ira, Avaricia, Lujuria, Gula, Soberbia, Envidia, Pereza. Reemplacemos todo esto, por algo mucho más conveniente, sencillo en su nombre pero contradictoriamente complicado en su esencia.

Apocalipsis; los cuatro jinetes son ella y viceversa.

Guerra; Hela es capaz de azotar la tierra y desencadenar el peor de los sufrimientos y males. Manipuladora, frívola, traidora. Es esa clase de arpías que se aprovecha de la debilidad de los demás y disfruta del dolor que ejerce sobre sus víctimas. Desgarradora, autoritaria. Es destructiva y realmente carece de escrúpulos, no suele sentir piedad por ninguno de sus enemigos. Los aplasta de tal forma que sus restos son esparcidos en el viento al igual que las cenizas. Vivir una eternidad a su lado, ya sea como esclavo o amante, es similar a padecer en carne viva como el infierno emerge de las profundidades del abismo y se re-establece en la superficie de la tierra. Estratégica y calculadora. No mueve piezas al azar, no se arrastra entre el fango para saber que es lo que encuentra, ya lo sabe. Una mente brillante que se especializada en la guerra, con su desenfrenada pasión por ver la sangre correr y el desequilibrado interés por consumar su obra. La guerra es un arte y, como todo buen artista, le gusta ensuciarse las manos por conseguir la perfección de la misma.

Hambre; La vida está completamente abastecida de carencias. Hay hambruna por todas partes. Labios famélicos a falta de pan, lenguas sedientas, manos friolentas, mentes pueriles, corazones vacíos. Los humanos no comprenden hasta dónde llega el significado de la palabra ‘hambre’, Hela sí. Ella las padece, pero así como las sufre, las goza y las colma. Capaz de engañar y hacer creer que su amor es puro, único, sincero. Obsequia caricias donde hacen falta, susurra palabras en los oídos sordos. Se desliza en la cama del desvalido y concupiscente Obispo. Seduce a los jóvenes, entrometiéndose en sus pensamientos, pervirtiendo sus mentes inocentes, tentando siempre con los placeres de la carne. Aparece en sus sueños, le divierte, le enaltece y alimenta su ego narcisista. Porque la vanidad también es una carencia en el alma. No importa cuál sea la cara de la moneda, dulce o amarga, la vampiresa desaparecerá la ausencia suplantándola por la dependencia hacia ella. La idolatría, la devoción y la lealtad, están juradas a un espectro que no siempre paga el mismo precio, pero cobra por adelantado. En sus manos, nunca faltará la seguridad de las emociones crispándose por el cuerpo. Con uno sólo de sus roses, todo el vacío existencial, quedará evaporado en el aire, porque ella es como la esperada tormenta en medio del desierto que pretende aliviar la sequía, olvidando por completo que el objetivo de la tempestad no es aliviar la sed, sino ahogarla.

Peste; Las enfermedades no son las únicas que aniquilan lentamente el cuerpo y las tentaciones no son sólo carnales. La ambición corrompe almas y la de ella está completamente destruida debido a esto; le gusta el poder y ejercerlo no como una reina o emperatriz, más bien como un tirano. Caprichosa, engreída y excéntrica. Sus placeres materiales suelen exceder los límites imaginados. Siente la imperiosa necesidad de poseer todo lo que ve, todo lo que observa sin importar el costo que esto tenga; esto no sólo se encierra en los objetos, también incluye personas porque para alguien como Hela, los seres vivos son… objetos. Y los usa. La humanidad es débil frente a los pecados y para la vampiresa es realmente fácil convencerlos de qué les hace falta y venderles la idea de que puede abastecerlos de lo que necesitan. Al igual que en la carne, ella ofrece las riquezas necesarias y a cambio obtiene el alma del individuo. Le fascina estar en la cúspide de la montaña, mover los hilos de los demás y que se arrodillen frente a ella. Está enferma, envenenada por la avaricia y suele tener el maldito deseo por contagiar a los demás con su peste. Lo quieran o no, cuando se propone algo, siempre lo obtiene.

Muerte; La definición por norma es simple, dejar de respirar… pero no, la verdadera muerte para Hela es la ignorancia. Los que no saben nada son felices, y aquellos que conocen de más, suelen amargarse, pero si se tiene la capacidad de retener la información y utilizarla a favor, lo demás no importa. Una mujer inteligente, astuta, culta y educada. La descripción perfecta de una dama, pero a diferencia de la imponencia machista, Hela siempre suele expresarse como gusta. Si es necesario soltar un improperio, lo hará. También sabe cómo, cuándo y con quien hablar de más, así como a las personas que debe evitar o ignorar dado su pueril comportamiento. No basta con ser una persona con intereses en comunes, mucho menos le importan las apariencias porque a veces el mejor misterio está guardado en una simple y baladí caja de cartón; el aburrimiento es la muerte, fastidiarla con eso asegurará lo literal de la palabra y no será para nada una muerte rápida y sin dolor. En ese sentido suele ser más que un sólo jinete y combina incluso al de la guerra, a ese que gusta de la tortura.

Es el caos desencadenado en la tierra; su alma es el hielo y su cuerpo el fuego.

Datos Históricos

Despreciada desde el día de su concepción, producto de un abuso sexual contra su madre. Maltratada al nacer, humillada en la etapa de su crecimiento. Servía en el hogar como una esclava y su comportamiento fue manipulado por el odio que crecía en ella al observar a su familia dandole la espalda al concebir un nuevo hijo. Ese rencor que guardaba en el fondo de su interior, alimentándose lentamente con la maldita mirada de su padrastro, una mirada llena de lujuria, lascivia, indecencia, pecado, promiscuidad, depravación y muerte. La libido de este hombre nunca se reflejo mas allá de su apariencia galante, siempre un caballero con las damas pero dentro de su residencia y, cuando la pequeña se encontraba sola, cambiaba completamente su forma de ser y actuar. En un intento por hacerla su mujer este bastardo murió acuchillado. En ese instante llegó el resto de 'su familia', observaron con horror el espectáculo que Hela ofrecía sin remordimiento y con una sádica sonrisa en el rostro mientras disfrutaba de lo que hacía con aquella herramienta.

El rojo de la sangre despertó en ella algo que jamás había experimentado, esas suplicas antes de que ese infeliz muriera, le produjeron una satisfacción infinitamente incomparable con todo lo que había vivido. Sólo por curiosidad y tan sólo por que no tenía conocimiento de nada mas que su miserable existencia, lamió el cuchillo ensangrentado. La sangre se mezclo con la propia pues la desgraciada cortó su lengua con el filo del puñal; esto le agrado de una forma descomunal e insana mientras que la familia gritaba por lo ocurrido Hela, de apenas 7 años de edad, analizaba desde un ángulo diferente su existencia y una nueva vida que estaba descubriendo. Las sacudidas de su madre la sacaron completamente de un mundo en donde quizá conoció -de una forma muy extraña- la felicidad; se molestó por lo que esa insoportable mujer le hacía a su cuerpo. La mirada demencial de sus ojos se clavó en los orbes de terror ajenos y entonces atravesó su vientre con el mismo artefacto punzocortante. Un jadeo combinado con un alarido soltó la mujer y Hela simplemente se carcajeó como si se tratara de un chiste, remató con el cuchillo en el corazón y su madre cayó en sus brazos. La dejó caer al suelo en donde después pateo su cabeza como cualquier piedra encontrada en la calle de la ciudad de Londres.

Los lloriqueos de su medio hermano la hicieron abrir los ojos como platos con esa nueva sonrisa dibujada en su rostro, algo completamente inverosímil, cruel y despiadado. No quería matar al ingrato ser que aprovechaba las cosas buenas de la vida mientras ella soportaba la indiferencia de quien se la otorgó, para este planeó algo mucho mejor y mas grande. No le bastó con que sólo fuera un chiquilla infame. Encadenó a su hermano y le selló la boca con hilo y aguja para que no gritara. Se deshizo de los cuerpos enterrándolos en el jardín trasero de su casa y entonces comenzó la ola de tormentos para el pobre infante; lo mató de hambre, sed, dolor y miedo. Tardo aproximadamente un mes antes de fallecer por el cansancio de su cuerpo, fue allí que a la desgraciada se le ocurrió una idea repugnante que alimentaba mas su demencia, una vez muerto su hermano Hela probó por primera vez la carne humana y por desgracia para todos, le fue apetecible, todo un manjar que era digno de los Dioses.

Durante 9 años asesinaba a las personas y se alimentaba de ellos, todo un caníbal, las muertes nunca se tomaron en cuenta pues un cuerpo le duraba lo suficiente como para no despertar sospechas, hasta que un día a sus 27 inviernos intentó ligar a un hombre extremadamente agraciado, lo cual se le hizo mucho mejor ya que probaría la carne burguesa según sus especulaciones, pero este ser era el equivocado para su noche de caza. Quiso matarlo con una hacha pero su movimiento fue tan torpe que él la esquivó sin el mayor esfuerzo. Hela atacó una vez más y fue en vano. Sometida por una mirada férrea, apaciguada por algo más fuerte que su voluntad, fue impedida para que continuara luchando. Una fuerza sobrenatural le había doblegado.
- ¿Pero que intentas hacerme? –Cuestionó el varón y su serenidad resultaba intrigante.- Y… yo… quiero asesinarte para poder tragar tu carne– La infeliz mujer tartamudeó al principio, sólo para tomar fuerza y terminar con imperio su frase. Arremetió contra el hombre intentando derribarlo y él la sostuvo.

-Ironía Cher, es que el cazador se vuelva presa- Una carcajada sorda recorrió la garganta del sujeto y mostró los colmillos.

-¡¿Q… Que?!– Gritó aterrorizada, no podía creer lo que estaba observando. Los movimientos de su acompañante eran demasiado rápidos, certeros y, al parecer, mortíferos. No le aterró la idea de estar frente a un monstruo, pues ciertamente, ella era uno. El miedo que le hizo palidecer fu el echo de pensar que podría perder la vida.

-Oh. Mon ami.- El ignoto se aproximó a ella, frunció el ceño y tomo aire. –Eres una leyenda en Londres ¿Sabías?– Le dijo arrojándole una mirada intrigante, especulativa y con un brillo sin igual.

Hela era una leyenda entre los vampiros que rodeaban Londres, un misterio, ya que sólo pocos de ellos la había visto actuar dejándola crecer en sus ataques y cacería. Este mito de la humana comiendo carne de su misma especie era como el de los vampiros para los mortales, algo fantasioso y que probablemente bajo el juicio de algunos no era posible, por lo tanto no existía. Mientras ella se incorporaba el hombre le ofreció la idea de unirse él en la eternidad.


Las llamas ardían frente a sus ojos, y el olor que se desprendía, sólo podía ser comparado con la peste del azufre en el infierno. El calor emanaba de las lenguas de fuego, calcinando todo a su paso, ejerciendo justicia en donde no la había. Pronto, las sogas con las que fueron atados, cedieron ante el poder incuestionable del incendio; la madera se consumió y, la respiración de las víctimas dejó de escucharse. Ellos sufrieron el peor de los castigos, las yagas en su piel aún hervían, ni siquiera se quemaron como el resto de los objetos, ellos habían sido colgados por encima de la hoguera para que su vapor ardiente se metiese dentro de su cuerpo y comenzara cocinar su carne desde el interior. Las burbujas sobre sus rostros explotaron en insufrible silencio. Era su turno.

El verdugo solicitó las últimas palabras de la dama desnuda frente a él. Su cuerpo era decadente, esquelético. Parecía ser la ruina de algún majestuoso castillo. Incluso su mirada se mostró apagada y su tajante sonrisa, ya no existía más. Los labios de esa mujer permanecieron sellados hasta entonces. –Señor, no tengas piedad de ellos, porque saben lo que hacen- Parafraseó. Los hombres de larga túnica y sed de castigo, se mofaron de ella, pues eran ellos quienes ejecutaban la voluntad del señor y, evidentemente, él jamás les haría daño a sus siervos. El problema fue cuando se dieron cuenta que Von Fanel no servía al mismo amo.
Sus cadenas se rompieron al igual que el primer sello que liberaría al jinete de la guerra, no obstante, fue “hambre” quien tomó posesión de su mente y devoró todo a su paso. Fue tras el primero, sin tener la precaución de buscar las venas y encajar los colmillos en la piel. Lo destazó. Hubo un río de espesa agua escarlata fluyendo desde el torso de la víctima hasta el suelo. Las pupilas del inmortal se dilataron y fue embelesado por el efluvio salado que brotó de él. Se bañó de sangre, se retorció por los suelos, se arrastró y colmó su venganza. Uno a uno, el sacerdocio fue pereciendo en las hambrientas garras de Hela. Fue una masacre, había trozos de piel y tendones colgando de su enmarañada cabellera. Fue tragando lentamente, saboreando la maldita sangre que se escapaba de los muñones, tragando cascajos de corazón, al igual que en los viejos tiempos. Y ahí, detrás de ella, estaba él.

Fue a refugiarse en sus brazos tras la destrucción, al igual que toda niña mimada en los brazos de su padre, fue reconfortada y, al mismo tiempo envenenada pues Von Fanel no tenía idea sobre el completo pasado de su creador y, en especial, de la existencia de ella.
Como venganza al hombre que le obsequió la eternidad, Hela fue entregada a los brazos de la Inquisición, fue pesada, medida, juzgada y hallada culpable. Las torturas que padeció dentro de aquel recinto sagrado provocaron que su creencia se volviese aún más tétrica, sombría y aterradora. Cegados por la fe y completamente enloquecidos por los párrafos en la biblia, cada tormento para con ella hacía referencia a ciertos pasajes del testamento que seguían sin ningún problema, al menos claro, en el sentido del castigo. Tal vez eso fue precisamente lo que tergiversó aún más la psiquis en Hela.

El tiempo que duró dentro, fue obligada a escupir nombres, ubicaciones e incluso fue usada como una maldita perra cazadora. Asesinó a varios integrantes de su propia raza, algunos conocidos y otros tantos que ni siquiera sabían sobre su existencia. Fue el arma perfecta, pero necesitaban eliminarla. Tras la desaparición de Hela en el mundo, la misma mujer que había traicionado a su creador, usurpó su lugar, coronándose como la nueva condesa y, por supuesto, tomando posesión de todo lo que en antaño le perteneció.

Ahora que las piezas ya están colocadas en el tablero, y tomando nota que fichas blancas han ejecutado el primer movimiento, la guerra había iniciado.