AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Cruce de caminos (Leonidas y Seth, Kana)
3 participantes
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Cruce de caminos (Leonidas y Seth, Kana)
Días después de que mi barco hubiese llegado a París, volvía de nuevo sobre mis pasos hacia el puerto para recuperar mi más valioso tesoro.
Todo lo que había planeado antes de partir se había ido a pique. El contacto del amigo de mi padre que residía en la ciudad había sido difícil de localizar, y para colmo, cuando por fin encontré su casa tras recorrer París de una punta a la otra, sus vecinos me informaron de que se hallaba de viaje de negocios y que tardaría semanas en volver. De modo que había tenido que alojarme en el hostal, hasta que dicho contacto apareciese y me ayudase en mi propósito.
Por si fuera poco, llevaba días tratando de recuperar mi ballesta, que el guarda de aduanas me había incautado a mi llegada; alegando de que no podía portar armas sin un permiso, mejor no mencionar el resto de arsenal que llevaba escondido entre mis maletas y repartido por mi cuerpo. Debido a que llegué un Viernes, tuve que esperar a que el Martes abrieran las oficinas para reclamarlo; así que tenía un humor de perros encima que lástima me daba el que se cruzase en mi camino.
Llegué a las oficinas de aduanas, y tras una espera de más de media hora que no hizo otra cosa que enfurecerme más, conseguí apoyarme en el mostrador.
- Buenos días.- dije tratando de ser educada para conseguir mi propósito.- Venía a recoger mi ballesta, que me incautaron el otro día. Mi nombre es Menyara Chartier.
El oficinista me miró impasible, y se puso a mirar unos papeles. Intuyo que buscando en él mi nombre.
- Si quiere recuperar el arma, tendrá que rellenar esta solicitud de posesión de armas y traerla aquí.- contestó con un tono condescendiente y cargado de superioridad.- Quizás para la semana que viene pueda recoger el arma, si es que se la aprueban. Porque la verdad es que no sé para que quiere una mujer una arma así.
Sentí como la cólera inundaba todo mi ser, conté hasta veinte, traté de calmarme..pero por Osiris que este hombre no saldría de allí con vida.
- Necesito el arma para trabajar, mi señor. ¿No habría algún modo de agilizar los trámites?- contesté escupiendo cada palabras mientras apretaba los dientes.
Aquel inútil comenzó a reírse a carcajadas.
- ¿Y para que va a querer una mujer trabajar?¿No debería estar cuidando de su marido en lugar de jugar con cosas peligrosas?
Se acabó. Ni contando hasta mil se me pasaría la rabia que me subía por la boca del estómago.
- Mira, pedazo de inútil.- grité mientras lo cogía con ambas manos de las solapas de su chaqueta.- Que tú seas un cobarde incapaz de mover tu culo de una silla para ganarte la vida, no implica que los demás seamos igual. Me dedico a la caza, y necesito mi arma. A no ser que quieras que te demuestre como despellejo a mis presas después de matarlas. Y respecto a las mujeres, servimos para mucho más que para complaceros, pedazo de cab...
Me mordí la lengua mientras clavaba mis enfurecidos ojos en él. Por su expresión juraría que a partir de ahora se ahorraría ciertos comentarios discriminatorios. Lo malo sería que seguramente yo estaría en la cárcel por agredir a un aduanero de aquella forma.
Todo lo que había planeado antes de partir se había ido a pique. El contacto del amigo de mi padre que residía en la ciudad había sido difícil de localizar, y para colmo, cuando por fin encontré su casa tras recorrer París de una punta a la otra, sus vecinos me informaron de que se hallaba de viaje de negocios y que tardaría semanas en volver. De modo que había tenido que alojarme en el hostal, hasta que dicho contacto apareciese y me ayudase en mi propósito.
Por si fuera poco, llevaba días tratando de recuperar mi ballesta, que el guarda de aduanas me había incautado a mi llegada; alegando de que no podía portar armas sin un permiso, mejor no mencionar el resto de arsenal que llevaba escondido entre mis maletas y repartido por mi cuerpo. Debido a que llegué un Viernes, tuve que esperar a que el Martes abrieran las oficinas para reclamarlo; así que tenía un humor de perros encima que lástima me daba el que se cruzase en mi camino.
Llegué a las oficinas de aduanas, y tras una espera de más de media hora que no hizo otra cosa que enfurecerme más, conseguí apoyarme en el mostrador.
- Buenos días.- dije tratando de ser educada para conseguir mi propósito.- Venía a recoger mi ballesta, que me incautaron el otro día. Mi nombre es Menyara Chartier.
El oficinista me miró impasible, y se puso a mirar unos papeles. Intuyo que buscando en él mi nombre.
- Si quiere recuperar el arma, tendrá que rellenar esta solicitud de posesión de armas y traerla aquí.- contestó con un tono condescendiente y cargado de superioridad.- Quizás para la semana que viene pueda recoger el arma, si es que se la aprueban. Porque la verdad es que no sé para que quiere una mujer una arma así.
Sentí como la cólera inundaba todo mi ser, conté hasta veinte, traté de calmarme..pero por Osiris que este hombre no saldría de allí con vida.
- Necesito el arma para trabajar, mi señor. ¿No habría algún modo de agilizar los trámites?- contesté escupiendo cada palabras mientras apretaba los dientes.
Aquel inútil comenzó a reírse a carcajadas.
- ¿Y para que va a querer una mujer trabajar?¿No debería estar cuidando de su marido en lugar de jugar con cosas peligrosas?
Se acabó. Ni contando hasta mil se me pasaría la rabia que me subía por la boca del estómago.
- Mira, pedazo de inútil.- grité mientras lo cogía con ambas manos de las solapas de su chaqueta.- Que tú seas un cobarde incapaz de mover tu culo de una silla para ganarte la vida, no implica que los demás seamos igual. Me dedico a la caza, y necesito mi arma. A no ser que quieras que te demuestre como despellejo a mis presas después de matarlas. Y respecto a las mujeres, servimos para mucho más que para complaceros, pedazo de cab...
Me mordí la lengua mientras clavaba mis enfurecidos ojos en él. Por su expresión juraría que a partir de ahora se ahorraría ciertos comentarios discriminatorios. Lo malo sería que seguramente yo estaría en la cárcel por agredir a un aduanero de aquella forma.
Menyara Chartier- Cazador Clase Media
- Mensajes : 52
Fecha de inscripción : 12/08/2016
Localización : París
Re: Cruce de caminos (Leonidas y Seth, Kana)
Hacia ya unos meses que habíamos partido de nuestra amada isla de Mykonos, hacia el lugar donde se sabia por ultima vez de nuestro príncipe Agarwaen.
Hijo de nuestro rey, y yo de la mano derecha de su padre no cabe decir que ambos nos habíamos criado juntos, habíamos entrenado juntos, eramos casi como hermanos, así que esta misión tenia mucho mas de personal que cualquier otra.
Junto a Seth nos embarcamos en su búsqueda, siguiendo el rastro desde esa ciudad donde los sobrenaturales le tendieron aquella trampa, maldije que otra misión me hubiera tenido ocupado, pues de no ser así yo le hubiera acompañado en esa guerra sin cuartel que por lo que los aldeanos nos contaron y por lo que los signos de lucha y cadáveres esparcidos nos mostró fue una carnicería.
Aun no nos explicábamos como tan pocos hombres lograron hacer frente a un ejercito de sobrenaturales de ese calibre.
Bueno, si, porque en mi isla solo nacían guerreros, uno de los nuestro era tan fiero o mas ocmo uno de los suyos y si de algo estaba seguro es que Agarwaen era difícil de matar.
Buscamos su cadáver, mas este no fue hallado, sabíamos que junto a Sonae había caído por un precipicio, así que tras analizar las corrientes que tuvo que hacer ese día si como imaginábamos habían logrado hacerse con una barcaza para escapar, todo apuntaba a París.
Atracamos allí el barco, y pertrechados hasta los dientes de armas, algo mas que habitual en nosotros caminamos para atravesar la aduana.
Nuestras pintas parecían sorprender a la gente, pues lucíamos ropa cómoda, de caza, nada que ver con esos trajes con sombreros de copa que los hombres remilgados de París lucían para sus fiestas.
Ambos nos miramos divertidos cuando al cruzarnos con varias damas ocultaban su rostro nerviosas y sonrojadas tras los abanicos
-Esas son las peores -le dije entre risas a Seth que negó con la cabeza mirándome de soslayo.
No tardamos en llegar frente a la mesa donde al parecer una chica nerviosa trataba de recuperar un arma que le había sido confiscada.
No pude evitar reír con ganas al ver como todas nuestras armas sobresalían de nuestros cuerpos, y eso que llevábamos muchas mas en los petates.
-Buenas -salude sonriente al hombre.
No tardaron en venir otros dos aduaneros que nos impidieron el paso, diciéndonos que teníamos que pasar por no se donde para registrar no se que, porque las armas no podian pasar con nosotros, que tendríamos que pedir no se que papeles.
La verdad, desconecte, me importaba una mierda lo que decían, mis armas venían conmigo les gustara la idea o no.
Fue cuando uno de esos moramos puso la mano en mi hombro cuando ardí en colear y se la retorcí dejándolo caer al suelo mientras ponía mi bota encima de su antebrazo.
-Mira gilipollas, yo no se como funcionan las cosas en París, mas te voy a explicar como funcionan en donde yo vivo.
Si quieres que tu brazo siga perteneciendo a tu cuerpo harás la vista gorda y nos dejaras pasar porque no tengo tiempo que perder para formularios ¿entiendes?
El segundo inbecil, pues no tenia otro nombre se me acerco para ayudar a su compañero.
Ese debía de ser cristiano, por lo de pon la otra mejilla, pues con la mano libre le asesté un puñetazo rompiéndole la nariz.
El guarda se llevo las manos mareado a esta mientras se la sujetaba casi entre lagrimas mareado cayendo al suelo redondo.
-¿Bien? ¿Ya he rellenado el formulario adecuado?
Mire de soslayo el culo de la chica.
-Joder que buena estas -musite entre risas
Hijo de nuestro rey, y yo de la mano derecha de su padre no cabe decir que ambos nos habíamos criado juntos, habíamos entrenado juntos, eramos casi como hermanos, así que esta misión tenia mucho mas de personal que cualquier otra.
Junto a Seth nos embarcamos en su búsqueda, siguiendo el rastro desde esa ciudad donde los sobrenaturales le tendieron aquella trampa, maldije que otra misión me hubiera tenido ocupado, pues de no ser así yo le hubiera acompañado en esa guerra sin cuartel que por lo que los aldeanos nos contaron y por lo que los signos de lucha y cadáveres esparcidos nos mostró fue una carnicería.
Aun no nos explicábamos como tan pocos hombres lograron hacer frente a un ejercito de sobrenaturales de ese calibre.
Bueno, si, porque en mi isla solo nacían guerreros, uno de los nuestro era tan fiero o mas ocmo uno de los suyos y si de algo estaba seguro es que Agarwaen era difícil de matar.
Buscamos su cadáver, mas este no fue hallado, sabíamos que junto a Sonae había caído por un precipicio, así que tras analizar las corrientes que tuvo que hacer ese día si como imaginábamos habían logrado hacerse con una barcaza para escapar, todo apuntaba a París.
Atracamos allí el barco, y pertrechados hasta los dientes de armas, algo mas que habitual en nosotros caminamos para atravesar la aduana.
Nuestras pintas parecían sorprender a la gente, pues lucíamos ropa cómoda, de caza, nada que ver con esos trajes con sombreros de copa que los hombres remilgados de París lucían para sus fiestas.
Ambos nos miramos divertidos cuando al cruzarnos con varias damas ocultaban su rostro nerviosas y sonrojadas tras los abanicos
-Esas son las peores -le dije entre risas a Seth que negó con la cabeza mirándome de soslayo.
No tardamos en llegar frente a la mesa donde al parecer una chica nerviosa trataba de recuperar un arma que le había sido confiscada.
No pude evitar reír con ganas al ver como todas nuestras armas sobresalían de nuestros cuerpos, y eso que llevábamos muchas mas en los petates.
-Buenas -salude sonriente al hombre.
No tardaron en venir otros dos aduaneros que nos impidieron el paso, diciéndonos que teníamos que pasar por no se donde para registrar no se que, porque las armas no podian pasar con nosotros, que tendríamos que pedir no se que papeles.
La verdad, desconecte, me importaba una mierda lo que decían, mis armas venían conmigo les gustara la idea o no.
Fue cuando uno de esos moramos puso la mano en mi hombro cuando ardí en colear y se la retorcí dejándolo caer al suelo mientras ponía mi bota encima de su antebrazo.
-Mira gilipollas, yo no se como funcionan las cosas en París, mas te voy a explicar como funcionan en donde yo vivo.
Si quieres que tu brazo siga perteneciendo a tu cuerpo harás la vista gorda y nos dejaras pasar porque no tengo tiempo que perder para formularios ¿entiendes?
El segundo inbecil, pues no tenia otro nombre se me acerco para ayudar a su compañero.
Ese debía de ser cristiano, por lo de pon la otra mejilla, pues con la mano libre le asesté un puñetazo rompiéndole la nariz.
El guarda se llevo las manos mareado a esta mientras se la sujetaba casi entre lagrimas mareado cayendo al suelo redondo.
-¿Bien? ¿Ya he rellenado el formulario adecuado?
Mire de soslayo el culo de la chica.
-Joder que buena estas -musite entre risas
Leonidas Kana- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 138
Fecha de inscripción : 12/08/2016
Re: Cruce de caminos (Leonidas y Seth, Kana)
Después de un mes de viaje por fin alcanzábamos el puerto de París, aun no me creia que pudiera poner los pies en tierra firme, siempre había odiado navegar, y Leonidas reía divertido cuando me veía en el barco, de echo se burlaba diciendo que dejara de erizarme, seria idiota, siempre gastándome bromas sobre la maldición que me asolaba, ¿aun no se había dado cuanta de lo mucho que odiaba mi condición?
París era una ciudad de locos, el puerto estaba saturado de comerciantes bajando su pesca diaria, viajeros que llegaban a la denominada ciudad del amor, otros comerciantes de dudosa procedencia haciendo tratos un tanto sucios. Allí se mezclaba la elegancia con la indigencia, casi del mismo modo que el olor a pescado con el de caros perfumes y especias varias.
Sin duda París se me antojaba una ciudad de esas que no olvidas, de esas que pueden llegar a cambiar el trascurso de tu historia.
Ensimismado en los colores y olores escuche a mi hermano hablarme sobre las damas encorsetadas que acabábamos de cruzarnos, negué con la cabeza mirándolo.
Leonidas siempre aprovechaba para colarse en una u dos piernas, así que no me extrañaría que como siempre dejara un amor en cada puerto, o dos.
Caminamos hasta donde nos indicaron, un sitio llamado aduana, al parecer allí una mujer discutía efusiva con uno de los aduaneros por que no le dejaba pasar un arma, me pareció divertido, pues la verdad nosotros no portábamos una, si no un arsenal
Por el aspecto de esa chica era una cazadora, confirmado por sus palabras y por la ballesta que por desgracia no portaba.
La suerte nos sonreía, seguramente ella conocería París y aunque a nosotros no nos hacia falta nadie para rastrear a Agarwaen si necesitábamos una guía que nos mostrara cada resquicio de París ¿donde se escondería un hombre que no deseaba ser encontrado?
Dos hombres se nos acercaron para indicarnos amablemente como teníamos que facturar las armas para poderlas pasar, escuche atento cada una de sus palabras, mas de poco valió mi buena voluntad pues antes de qe acabaran la explicación, el pobre estaba en el suelo y el segundo con la nariz rota.
Empezábamos bien. Deje escapar el aire molesto mirando a mi hermano con desaprobación.
-A ver, vamos a calmarnos, estoy seguro de que hay un idioma que hablamos todos.
Saque un fajo de monedas de oro y deposite las justas en la mano de los guardias.
-estoy seguro de que ahora si que hemos rellenado correctamente los formularios.
Vi como mi hermano me miraba con mal cara, sabia que el quería pelea pero yo no quería problemas, no habíamos ido allí para envalentonarnos si no para encontrar a nuestro príncipe.
Me acerque a la dama del culo bonito y deposite monedas en las manos del otro aduanero.
-Seguro que ahora la señorita también a rellenado le formulario.
Por ultimo me giré hacia la joven.
-Me llamo Seth y ese de ahí es Leonidas, ¿le importaría si no es molestia hacernos de guía? Le pagaremos bien, es solo que no conocemos París y no nos vendría mal alguien que nos enseñe sus entresijos.
París era una ciudad de locos, el puerto estaba saturado de comerciantes bajando su pesca diaria, viajeros que llegaban a la denominada ciudad del amor, otros comerciantes de dudosa procedencia haciendo tratos un tanto sucios. Allí se mezclaba la elegancia con la indigencia, casi del mismo modo que el olor a pescado con el de caros perfumes y especias varias.
Sin duda París se me antojaba una ciudad de esas que no olvidas, de esas que pueden llegar a cambiar el trascurso de tu historia.
Ensimismado en los colores y olores escuche a mi hermano hablarme sobre las damas encorsetadas que acabábamos de cruzarnos, negué con la cabeza mirándolo.
Leonidas siempre aprovechaba para colarse en una u dos piernas, así que no me extrañaría que como siempre dejara un amor en cada puerto, o dos.
Caminamos hasta donde nos indicaron, un sitio llamado aduana, al parecer allí una mujer discutía efusiva con uno de los aduaneros por que no le dejaba pasar un arma, me pareció divertido, pues la verdad nosotros no portábamos una, si no un arsenal
Por el aspecto de esa chica era una cazadora, confirmado por sus palabras y por la ballesta que por desgracia no portaba.
La suerte nos sonreía, seguramente ella conocería París y aunque a nosotros no nos hacia falta nadie para rastrear a Agarwaen si necesitábamos una guía que nos mostrara cada resquicio de París ¿donde se escondería un hombre que no deseaba ser encontrado?
Dos hombres se nos acercaron para indicarnos amablemente como teníamos que facturar las armas para poderlas pasar, escuche atento cada una de sus palabras, mas de poco valió mi buena voluntad pues antes de qe acabaran la explicación, el pobre estaba en el suelo y el segundo con la nariz rota.
Empezábamos bien. Deje escapar el aire molesto mirando a mi hermano con desaprobación.
-A ver, vamos a calmarnos, estoy seguro de que hay un idioma que hablamos todos.
Saque un fajo de monedas de oro y deposite las justas en la mano de los guardias.
-estoy seguro de que ahora si que hemos rellenado correctamente los formularios.
Vi como mi hermano me miraba con mal cara, sabia que el quería pelea pero yo no quería problemas, no habíamos ido allí para envalentonarnos si no para encontrar a nuestro príncipe.
Me acerque a la dama del culo bonito y deposite monedas en las manos del otro aduanero.
-Seguro que ahora la señorita también a rellenado le formulario.
Por ultimo me giré hacia la joven.
-Me llamo Seth y ese de ahí es Leonidas, ¿le importaría si no es molestia hacernos de guía? Le pagaremos bien, es solo que no conocemos París y no nos vendría mal alguien que nos enseñe sus entresijos.
Seth Kana- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 89
Fecha de inscripción : 13/08/2016
Localización : París
Re: Cruce de caminos (Leonidas y Seth, Kana)
Los ojos de aquel oficinista de las narices estaban abiertos como platos, pero no me daba la respuesta que yo deseaba. Unos gritos llamaron su atención tras de mí, pues en lugar de seguir atendiéndome, osó por desviar su mirada sobre mi hombro.Pero, sería desgraciado. Encima me ignoraba. Me dieron ganas de estrangularlo con sendas manos; total, dudaba mucho que nadie lo echase de menos.
De pronto escuché bullicio tras de mí; lo que me faltaba. Ahora algún impaciente estaría quejándose por la tardanza de mis papeles burocráticos. Giré la cabeza para lanzarle un par de improperios a aquel imbécil que estaba metiéndome prisa, más cuando vi de donde provenían los gritos enarqué una ceja confundida. Había un pedazo de tío peleándose con dos guardas de la aduana, y digo pelearse por decir algo; porque antes de que pudiese cerrar la boca atónita por aquel dios griego salido de la nada y armado hasta los dientes, uno de los guardas se encontraba en el suelo y otro sangrando por la nariz. Sus movimientos eran tan gráciles y elegantes que no pude evitar fijarme en cada uno de sus músculos. Además tenía un culo espectacular. Lástima que fuese con ropa, pensé. Sonreí divertida ante el espectáculo. Eso tenía que haber hecho yo cuando me quitaron la ballesta.
Advertí como otro hombre que lo acompañaba trataba de arreglar el estropicio del primero con el "lenguaje universal"; el dinero, vamos. Estaba claro que en todas partes los gusanos se conformaban de la misma manera. Consciente de que el dios griego volvía la vista hacia mí, me concentré de nuevo en el oficinista que todavía asía por las solapas, y que trataba de zafarse de mis manos. Lo zarandeé un poco mientras volvía a clavar mis ojos en él.
- Quiero mi ballesta, y la quiero ya.- dije en un susurro cargado de ira mientras me apoyaba en el mostrador.
Un comentario un tanto soez por parte de aquel hombre que había admirado antes me hizo soltar al capullo de la aduana y girarme con un arrebato de mala leche, que juro no sabía de donde salía. De hecho, minutos antes estaba pensando yo lo mismo de él.
Pero ni corta de perezosa me acerqué a aquel hombre y le pegué un tortazo con toda la mano abierta en la mejilla.
- ¿Pero que os creéis que sois para tratar así a una dama?- dije llena de rabia, aunque por dentro me estaba riendo a carcajadas. Aparte de estar bueno, era guapísimo. Tenía unos ojos azules capaces de derretir la Antártida.
Ensimismada con aquel Eros de carne y hueso, no me percaté de que el otro hombre que lo acompañaba y que ahora que los veía de cerca, podía afirmar que eran cazadores igual que yo, ofrecía una bolsa con monedas al aduanero que todavía permanecía ojiplático en el mostrador.
-Puedo apañarmelas sola.- dije de una forma un tanto borde, mientras Seth me miraba fijamente. Vale, no tenía la culpa de que los demás fuesen imbéciles.- Pero gracias de todas formas.
Lo miré confusa; ¿de donde se sacaba este tipo que yo era guía? Valoré mis opciones; y aunque no fuese guía más o menos me conocía París. Era lo que tenía tener buena memoria y haberme recorrido la ciudad varias veces en los últimos días. Además, tendría la posibilidad de conocer a dos cazadores que quizás pudiesen ayudarme en el futuro.
- Les serviré de guía si eso es lo que deseáis.- acerqué mi mano a Seth para presentarme.- Mi nombre es Menyara.
De pronto escuché bullicio tras de mí; lo que me faltaba. Ahora algún impaciente estaría quejándose por la tardanza de mis papeles burocráticos. Giré la cabeza para lanzarle un par de improperios a aquel imbécil que estaba metiéndome prisa, más cuando vi de donde provenían los gritos enarqué una ceja confundida. Había un pedazo de tío peleándose con dos guardas de la aduana, y digo pelearse por decir algo; porque antes de que pudiese cerrar la boca atónita por aquel dios griego salido de la nada y armado hasta los dientes, uno de los guardas se encontraba en el suelo y otro sangrando por la nariz. Sus movimientos eran tan gráciles y elegantes que no pude evitar fijarme en cada uno de sus músculos. Además tenía un culo espectacular. Lástima que fuese con ropa, pensé. Sonreí divertida ante el espectáculo. Eso tenía que haber hecho yo cuando me quitaron la ballesta.
Advertí como otro hombre que lo acompañaba trataba de arreglar el estropicio del primero con el "lenguaje universal"; el dinero, vamos. Estaba claro que en todas partes los gusanos se conformaban de la misma manera. Consciente de que el dios griego volvía la vista hacia mí, me concentré de nuevo en el oficinista que todavía asía por las solapas, y que trataba de zafarse de mis manos. Lo zarandeé un poco mientras volvía a clavar mis ojos en él.
- Quiero mi ballesta, y la quiero ya.- dije en un susurro cargado de ira mientras me apoyaba en el mostrador.
Un comentario un tanto soez por parte de aquel hombre que había admirado antes me hizo soltar al capullo de la aduana y girarme con un arrebato de mala leche, que juro no sabía de donde salía. De hecho, minutos antes estaba pensando yo lo mismo de él.
Pero ni corta de perezosa me acerqué a aquel hombre y le pegué un tortazo con toda la mano abierta en la mejilla.
- ¿Pero que os creéis que sois para tratar así a una dama?- dije llena de rabia, aunque por dentro me estaba riendo a carcajadas. Aparte de estar bueno, era guapísimo. Tenía unos ojos azules capaces de derretir la Antártida.
Ensimismada con aquel Eros de carne y hueso, no me percaté de que el otro hombre que lo acompañaba y que ahora que los veía de cerca, podía afirmar que eran cazadores igual que yo, ofrecía una bolsa con monedas al aduanero que todavía permanecía ojiplático en el mostrador.
-Puedo apañarmelas sola.- dije de una forma un tanto borde, mientras Seth me miraba fijamente. Vale, no tenía la culpa de que los demás fuesen imbéciles.- Pero gracias de todas formas.
Lo miré confusa; ¿de donde se sacaba este tipo que yo era guía? Valoré mis opciones; y aunque no fuese guía más o menos me conocía París. Era lo que tenía tener buena memoria y haberme recorrido la ciudad varias veces en los últimos días. Además, tendría la posibilidad de conocer a dos cazadores que quizás pudiesen ayudarme en el futuro.
- Les serviré de guía si eso es lo que deseáis.- acerqué mi mano a Seth para presentarme.- Mi nombre es Menyara.
Menyara Chartier- Cazador Clase Media
- Mensajes : 52
Fecha de inscripción : 12/08/2016
Localización : París
Re: Cruce de caminos (Leonidas y Seth, Kana)
La dama que de eso tenia poco sin duda giro sobre sus talones de forma endiablada caminando frustrada hacia mi.
Mira, al menos había soltado al desgraciado que mantenía emperchado tras la barra.
Sonreí mirándola con cierta picardia cuando tras decirme una frase que ni escuche ni me importaba me arreo un guantazo con toda la mano abierta.
Pude oír las carcajadas de mi hermano que admiraba la escena divertido.
Ni que fuera la primera que me llevaba uno , ni siquiera la primera que el lo presenciaba, mas creo que sus risas venían porque tras la torta podía leer en mi mente mi siguiente movimiento.
Tomé su mano tirando de ella para pegarla a mi.
Mi otra mano se poso en su nuca y junte mis labios a los ajenos sin ningún tipo de sutileza para cuando se entreabrieron, signo inequívoco que le gustaba aquella reacción furtiva introducir mi lengua en su boca para enrredarla con la ajena.
No tarde mucho en separarme para mirarla de frente relamiendome los labios.
-Vaya, sin duda pegas y besas muy bien ¿cuando repetimos?
Ahora si estaba preparado para esquivar los golpes que posiblemente me llevaría de regalo por mi impertinencia, mas la verdad si su reacción era darme otro beso, no pensaba moverme ni un ápice.
La dama se giro para aceptar el trabajo y presentarse a mi hermano que aun reía divertido por lo que acaba de pasar.
-vaya y yo no merezco conocer al menos el nombre de la mujer que me ha besado.
Sonreí con picardia consciente de que cada una de mis frases la iban a sacar de si.
Mas que se fuera acostumbrando, yo era así, y si pensaba aceptar nuestro dinero también tenia que aceptar nuestras arrolladoras personalidades.
Lo mejor es que aun no había descubierto que mi queridos hermano era un lobo, no pensaba perderme la reacción de aquella fiera cuando se enterara que estaba trabajando para uno.
Sonreí triunfal admirando su culo de nuevo mientras soltaba el brazo del pobre desgraciado que aun miraba la escena desde el suelo.
-desde ahí seguro tienes mejores vistas -bromee agachándome ligeramente para tomar perspectiva de ese trasero de infarto.
Mira, al menos había soltado al desgraciado que mantenía emperchado tras la barra.
Sonreí mirándola con cierta picardia cuando tras decirme una frase que ni escuche ni me importaba me arreo un guantazo con toda la mano abierta.
Pude oír las carcajadas de mi hermano que admiraba la escena divertido.
Ni que fuera la primera que me llevaba uno , ni siquiera la primera que el lo presenciaba, mas creo que sus risas venían porque tras la torta podía leer en mi mente mi siguiente movimiento.
Tomé su mano tirando de ella para pegarla a mi.
Mi otra mano se poso en su nuca y junte mis labios a los ajenos sin ningún tipo de sutileza para cuando se entreabrieron, signo inequívoco que le gustaba aquella reacción furtiva introducir mi lengua en su boca para enrredarla con la ajena.
No tarde mucho en separarme para mirarla de frente relamiendome los labios.
-Vaya, sin duda pegas y besas muy bien ¿cuando repetimos?
Ahora si estaba preparado para esquivar los golpes que posiblemente me llevaría de regalo por mi impertinencia, mas la verdad si su reacción era darme otro beso, no pensaba moverme ni un ápice.
La dama se giro para aceptar el trabajo y presentarse a mi hermano que aun reía divertido por lo que acaba de pasar.
-vaya y yo no merezco conocer al menos el nombre de la mujer que me ha besado.
Sonreí con picardia consciente de que cada una de mis frases la iban a sacar de si.
Mas que se fuera acostumbrando, yo era así, y si pensaba aceptar nuestro dinero también tenia que aceptar nuestras arrolladoras personalidades.
Lo mejor es que aun no había descubierto que mi queridos hermano era un lobo, no pensaba perderme la reacción de aquella fiera cuando se enterara que estaba trabajando para uno.
Sonreí triunfal admirando su culo de nuevo mientras soltaba el brazo del pobre desgraciado que aun miraba la escena desde el suelo.
-desde ahí seguro tienes mejores vistas -bromee agachándome ligeramente para tomar perspectiva de ese trasero de infarto.
Leonidas Kana- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 138
Fecha de inscripción : 12/08/2016
Re: Cruce de caminos (Leonidas y Seth, Kana)
Cuando escuche el golpe no pude evitar echarme a reír, no porque pensara que el orgullo de mi hermanito quedaría tocado, no necesitaba esa cazadora mas de un golpe para eso, y al paso que iban apostaba que mi hermano la tumbaría antes, aunque por supuesto no a golpes y no serian precisamente gritos de dolor lo que acompañaría ese acto.
Mi risa fue por casi adivinar su siguiente movimiento, el y Agar siempre habían tenido mucha suerte con las mujeres, le echaban cara al asunto y por ende, siempre acababan enredados entre varias faldas.
Yo por el contrario no podía presumir de ser la admiración de las cazadoras de mi isla, la mayoría me miraban con desprecio por ser un licantropo. Y por supuesto las licantropas me miraban con odio por ser un cazador, ademas de que nunca me había quedado el tiempo suficiente frente a una para preguntarle por sus ganas de follarme, cuando sacaba mis armas o las mataba o salían por patas.
En fin, dura vida la mía, aun así he de admitir que en mis viajes mas de una humana había caído rendida a mis pies, dicen que todo se pega y la cara dura de estos era demasiado evidente como para que a veces no funcionara conmigo.
No tardo en llegar el beso y tras este la dama se me presento aceptando el trabajo propuesto.
-Empecemos por ir a algún hotel u hostal donde dejar los trastos para emprender la búsqueda, necesito saber las zonas de bosque, las alejadas, pantanos, todo aquel lugar donde un hombre se escondería para no ser encontrado.
Agar era un tipo listo, intuía que dar con el me costaría, pero nada era imposible, y sin duda si alguien conocía a Agarwaen eramos nosotros.
-¿y si vamos a la taberna? -preguntó Leonidas -si Agarwaen va a algún sitio saltándose las normas que conocemos para dispersar nuestro rastro es ahí...preguntemos.
No me pareció mala idea, seguramente alli podríamos encontrar algún tipo de información sobre ese cazador cuyo aspecto no pasaría desapercibido por ninguna posadera.
Mi risa fue por casi adivinar su siguiente movimiento, el y Agar siempre habían tenido mucha suerte con las mujeres, le echaban cara al asunto y por ende, siempre acababan enredados entre varias faldas.
Yo por el contrario no podía presumir de ser la admiración de las cazadoras de mi isla, la mayoría me miraban con desprecio por ser un licantropo. Y por supuesto las licantropas me miraban con odio por ser un cazador, ademas de que nunca me había quedado el tiempo suficiente frente a una para preguntarle por sus ganas de follarme, cuando sacaba mis armas o las mataba o salían por patas.
En fin, dura vida la mía, aun así he de admitir que en mis viajes mas de una humana había caído rendida a mis pies, dicen que todo se pega y la cara dura de estos era demasiado evidente como para que a veces no funcionara conmigo.
No tardo en llegar el beso y tras este la dama se me presento aceptando el trabajo propuesto.
-Empecemos por ir a algún hotel u hostal donde dejar los trastos para emprender la búsqueda, necesito saber las zonas de bosque, las alejadas, pantanos, todo aquel lugar donde un hombre se escondería para no ser encontrado.
Agar era un tipo listo, intuía que dar con el me costaría, pero nada era imposible, y sin duda si alguien conocía a Agarwaen eramos nosotros.
-¿y si vamos a la taberna? -preguntó Leonidas -si Agarwaen va a algún sitio saltándose las normas que conocemos para dispersar nuestro rastro es ahí...preguntemos.
No me pareció mala idea, seguramente alli podríamos encontrar algún tipo de información sobre ese cazador cuyo aspecto no pasaría desapercibido por ninguna posadera.
Seth Kana- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 13/08/2016
Localización : París
Re: Cruce de caminos (Leonidas y Seth, Kana)
El dios griego sujetó mi muñeca mientras me acercaba hacía sí. Pero ¿quién se pensaba ese cretino que era para cogerme de ese modo? ¿Acaso iba a pegarme por enseñarle los modales de los que carecía?
Traté de zafarme de su mano, pero me fue imposible. Seth reía a carcajadas, aunque no tenía muy claro si por mi atrevimiento al propinarle a Leonidas tal guantazo, o por las represalias que tendría a continuación.
Con la otra mano sujetó mi nuca, y enarqué una ceja confusa. No conocía aquella forma de luchar, y pronto entendí el por qué.
De pronto nuestros labios se juntaron de una forma tosca y sin miramientos. Me tensé al sentirlo, pero fui incapaz de quitarme del tacto de esos labios que entreabrían los míos con maestría mientras nuestras lenguas se entrecruzaban. Mi cuerpo se relajó al tiempo que me dejaba llevar por la situación. Jadeé atónita cuando se separó de mi boca y soltó otra estupidez por la boca, mientras nuestras miradas se retaban de nuevo.¿Si le daba otro guantazo, me daría otro beso? Me gustaba aquel trueque en el que yo salía ganando sin duda. Ignoré resoplando su comentario y me acerqué de nuevo al mostrador donde el aduanero tenía preparada mi ballesta.
- ¿Tanto costaba devolvérmela?- susurré cabreada de nuevo por todo lo acontecido y por el sabor del beso que todavía podía sentir en mis labios. No sabía el porque, pero aquel beso me satisfacía y enfadaba por partes iguales. Cogí el arma, pero antes de marcharme le propiné un puñetazo en la cara a aquel imbécil que se había puesto en mi camino. El golpe que me daban ganas de darle a Leonidas cada vez que abría la boca acabo llevándoselo aquel pobre inútil.
Me acerqué de nuevo hacia Seth, que parecía poder contener la risa después del beso. Algo me decía que no era la primera vez que veía a su amigo devolver un golpe de tal forma. Por lo menos parecía más civilizado que el dios griego. Era también un hombre atractivo, no lo podía negar, más aquella atracción de amor odio que me hacía sentir Leonidas no la encontraba en él.
- Mi nombre ya lo has escuchado.- contesté mientras miraba con picardía a Leonidas girándome levemente.- Y mi mano la llevas marcada todavía en la cara. ¿Quieres que repitamos con la otra?
Aquel hombre me sacaba de mis casillas con demasiada facilidad. Respiré hondo. Debía contar hasta cien por lo menos.
- Tengo una habitación en el hostal. Si queréis dejar las cosas allí mientras buscamos no tengo inconveniente. Sé que es molesto cargar con equipajes. Después podremos buscar a ese amigo vuestro donde deseéis. - dije con amabilidad mientras miraba de nuevo a Seth, pero sin dejar de escuchar el comentario de Leonidas referente de nuevo a mi trasero.- ¿Siempre es así?
Miré de reojo hacia él, y lo pillé cogiendo una perspectiva nueva de mi tan elogiado culo. Y empecé a contar de nuevo...esta vez hasta que me quedase sin aire o acabaría marcándole la otra mano en su perfecta cara.
Traté de zafarme de su mano, pero me fue imposible. Seth reía a carcajadas, aunque no tenía muy claro si por mi atrevimiento al propinarle a Leonidas tal guantazo, o por las represalias que tendría a continuación.
Con la otra mano sujetó mi nuca, y enarqué una ceja confusa. No conocía aquella forma de luchar, y pronto entendí el por qué.
De pronto nuestros labios se juntaron de una forma tosca y sin miramientos. Me tensé al sentirlo, pero fui incapaz de quitarme del tacto de esos labios que entreabrían los míos con maestría mientras nuestras lenguas se entrecruzaban. Mi cuerpo se relajó al tiempo que me dejaba llevar por la situación. Jadeé atónita cuando se separó de mi boca y soltó otra estupidez por la boca, mientras nuestras miradas se retaban de nuevo.¿Si le daba otro guantazo, me daría otro beso? Me gustaba aquel trueque en el que yo salía ganando sin duda. Ignoré resoplando su comentario y me acerqué de nuevo al mostrador donde el aduanero tenía preparada mi ballesta.
- ¿Tanto costaba devolvérmela?- susurré cabreada de nuevo por todo lo acontecido y por el sabor del beso que todavía podía sentir en mis labios. No sabía el porque, pero aquel beso me satisfacía y enfadaba por partes iguales. Cogí el arma, pero antes de marcharme le propiné un puñetazo en la cara a aquel imbécil que se había puesto en mi camino. El golpe que me daban ganas de darle a Leonidas cada vez que abría la boca acabo llevándoselo aquel pobre inútil.
Me acerqué de nuevo hacia Seth, que parecía poder contener la risa después del beso. Algo me decía que no era la primera vez que veía a su amigo devolver un golpe de tal forma. Por lo menos parecía más civilizado que el dios griego. Era también un hombre atractivo, no lo podía negar, más aquella atracción de amor odio que me hacía sentir Leonidas no la encontraba en él.
- Mi nombre ya lo has escuchado.- contesté mientras miraba con picardía a Leonidas girándome levemente.- Y mi mano la llevas marcada todavía en la cara. ¿Quieres que repitamos con la otra?
Aquel hombre me sacaba de mis casillas con demasiada facilidad. Respiré hondo. Debía contar hasta cien por lo menos.
- Tengo una habitación en el hostal. Si queréis dejar las cosas allí mientras buscamos no tengo inconveniente. Sé que es molesto cargar con equipajes. Después podremos buscar a ese amigo vuestro donde deseéis. - dije con amabilidad mientras miraba de nuevo a Seth, pero sin dejar de escuchar el comentario de Leonidas referente de nuevo a mi trasero.- ¿Siempre es así?
Miré de reojo hacia él, y lo pillé cogiendo una perspectiva nueva de mi tan elogiado culo. Y empecé a contar de nuevo...esta vez hasta que me quedase sin aire o acabaría marcándole la otra mano en su perfecta cara.
Menyara Chartier- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 12/08/2016
Localización : París
Re: Cruce de caminos (Leonidas y Seth, Kana)
Reí divertido cuando escuche a la cazadora ofrecernos la habitación de su hotel, sin duda Seth había dado en el clavo eligiéndola, no solo tenia un culo bonito y una cara preciosa, ademas sabia dar puñetazos y llevaba mi ritmo.
-La dama tiene razón Seth, voy con ella a “dejar” -entrecomille con los dedos la palabra sin poder evitar sonreír travieso -los equipajes, tu puedes mientras ir a husmear por ahí el olor de Agarwaen.
La cara de Seth al oi la palabra husmear era un poema, pero es que me encantaba hacerlo rabiar, aun no se había enterado de que yo le quería así, siendo lobo, el era mi hermano, puede que no de sangre, mas no tenia un vinculo mas fuerte que con el.
Aun así, no hacen eso los hermanos pequeños, rabiar a los mayores hasta la saciedad, puede que ahora tuviéramos aparentemente la misma edad, mas el, por ende me duplicaba en años.
-Te daré un silbido cuando acabemos de “dejar” el equipaje.
De nuevo podía ver como ambos me miraban con cara de malas pulgas a lo que yo les respondí con un mohin.
-estáis de un insoportable, vale que a mi hermano le sientan mal los viajes en alta mar, ¿pero tu que problema tienes? Si quieres puedo invitarte antes a una botella de absenta, a ver si te animas un poco y te cambian esos humos.
Mordí mi labio inferior caminando hacia la salida de la aduana, parece que por fin los formularios mi hermano los había rellenado correctamente, así que ya nada nos retenía allí.
-Venga chicos ¿o es que pensáis empezar la búsqueda cuando el sol se ponga ¡ni que fuéramos vampiros!
Seth pronto se puso en marcha conversando con la cazadora que parecía aun bastante ofuscada y ya no sabia porque pues en su mano portaba la ballesta que sin duda había sido la muestra de todo su desazón.
-Empiezo a pensar que la mala leche es tu estado natural.
Sonreí divertido mirándola de reojo, me encantaba verla enfadada, aunque claro, hasta ahora solo la había visto en ese estado, intuía que abría otro que aun me gustaría mas y ahí pretendía llegar “dejando” las cosas en la habitación del hostal.
-Chicos tengo prisa, llevo un mes en el barco y mis ganas por “dejar” los equipajes son épicas, así que Seth si puedes ir a conseguir unos caballos y tu princesa puedes mover tu culo mas rápido...
-La dama tiene razón Seth, voy con ella a “dejar” -entrecomille con los dedos la palabra sin poder evitar sonreír travieso -los equipajes, tu puedes mientras ir a husmear por ahí el olor de Agarwaen.
La cara de Seth al oi la palabra husmear era un poema, pero es que me encantaba hacerlo rabiar, aun no se había enterado de que yo le quería así, siendo lobo, el era mi hermano, puede que no de sangre, mas no tenia un vinculo mas fuerte que con el.
Aun así, no hacen eso los hermanos pequeños, rabiar a los mayores hasta la saciedad, puede que ahora tuviéramos aparentemente la misma edad, mas el, por ende me duplicaba en años.
-Te daré un silbido cuando acabemos de “dejar” el equipaje.
De nuevo podía ver como ambos me miraban con cara de malas pulgas a lo que yo les respondí con un mohin.
-estáis de un insoportable, vale que a mi hermano le sientan mal los viajes en alta mar, ¿pero tu que problema tienes? Si quieres puedo invitarte antes a una botella de absenta, a ver si te animas un poco y te cambian esos humos.
Mordí mi labio inferior caminando hacia la salida de la aduana, parece que por fin los formularios mi hermano los había rellenado correctamente, así que ya nada nos retenía allí.
-Venga chicos ¿o es que pensáis empezar la búsqueda cuando el sol se ponga ¡ni que fuéramos vampiros!
Seth pronto se puso en marcha conversando con la cazadora que parecía aun bastante ofuscada y ya no sabia porque pues en su mano portaba la ballesta que sin duda había sido la muestra de todo su desazón.
-Empiezo a pensar que la mala leche es tu estado natural.
Sonreí divertido mirándola de reojo, me encantaba verla enfadada, aunque claro, hasta ahora solo la había visto en ese estado, intuía que abría otro que aun me gustaría mas y ahí pretendía llegar “dejando” las cosas en la habitación del hostal.
-Chicos tengo prisa, llevo un mes en el barco y mis ganas por “dejar” los equipajes son épicas, así que Seth si puedes ir a conseguir unos caballos y tu princesa puedes mover tu culo mas rápido...
Leonidas Kana- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 12/08/2016
Re: Cruce de caminos (Leonidas y Seth, Kana)
La dama parecía enfadad por los comentarios fuera de lugar de Leonidas, mas para mi eran como el pan de cada día y por suerte nuestro príncipe no estaba aquí, juntos eran insufribles y los dos ebrios intratables, en fin, siempre me quedaría Sonae para tener una charla adulta.
Reí por lo bajo frente a mis propios pensamientos mientras escuchaba a mi hermanito tirarle la caña a la chica y no se porque algo me decía que picaría. ¿no lo hacían todas a fin de cuentas? Esos dos tenían algo magnético con el sexo opuesto y no alcanzaba a saber si era justo esa forma descarada de la que las mujeres se solían quejar mas que por ende las atraía como moscas a la miel.
-Bien, tienes razón, me iré a ver que averiguo de Agarwaen, así como conseguiré un par de equinos que nso sirvan para recorrer lo mas rápidamente posible París, tu “deja” el equipaje. Juro por los dioses que aguantarte un mes en un barco es mas que suficiente para mis oídos. Me vendrá bien tomar el aire y que te aguante otra. Cuídalo, tiende a meterse en líos -le advertir antes de despedirme con la mano para separar allí nuestros caminos.
Creo que la mujer ya se había percatado de la capacidad de mi hermanito para meterse en peleas y líos, por no decir la capacidad que tenia de enredarse entre las piernas femeninas, quizás lo que mas me preocupaba era que no se mataran por el camino mutuamente.
Quizás la mujer pensara que no había caído en preguntar a que posada iban, mas no lo necesitaba mi capacidad de rastreo me llevaría hasta mi hermano con los ojos cerrados.
Así que emprendí la marcha hacia la zona centro de la ciudad, empezaría preguntando en alguna taberna por un buen comerciante de caballos.
De paso dejaría caer la descripción de nuestro príncipe, si había estado por París seguro que alguien podría darnos algún dato.
Reí por lo bajo frente a mis propios pensamientos mientras escuchaba a mi hermanito tirarle la caña a la chica y no se porque algo me decía que picaría. ¿no lo hacían todas a fin de cuentas? Esos dos tenían algo magnético con el sexo opuesto y no alcanzaba a saber si era justo esa forma descarada de la que las mujeres se solían quejar mas que por ende las atraía como moscas a la miel.
-Bien, tienes razón, me iré a ver que averiguo de Agarwaen, así como conseguiré un par de equinos que nso sirvan para recorrer lo mas rápidamente posible París, tu “deja” el equipaje. Juro por los dioses que aguantarte un mes en un barco es mas que suficiente para mis oídos. Me vendrá bien tomar el aire y que te aguante otra. Cuídalo, tiende a meterse en líos -le advertir antes de despedirme con la mano para separar allí nuestros caminos.
Creo que la mujer ya se había percatado de la capacidad de mi hermanito para meterse en peleas y líos, por no decir la capacidad que tenia de enredarse entre las piernas femeninas, quizás lo que mas me preocupaba era que no se mataran por el camino mutuamente.
Quizás la mujer pensara que no había caído en preguntar a que posada iban, mas no lo necesitaba mi capacidad de rastreo me llevaría hasta mi hermano con los ojos cerrados.
Así que emprendí la marcha hacia la zona centro de la ciudad, empezaría preguntando en alguna taberna por un buen comerciante de caballos.
De paso dejaría caer la descripción de nuestro príncipe, si había estado por París seguro que alguien podría darnos algún dato.
Seth Kana- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 13/08/2016
Localización : París
Re: Cruce de caminos (Leonidas y Seth, Kana)
Enarqué una ceja al escuchar el comentario de Leonidas sobre "dejar" su equipaje en mi habitación del hostal. He de reconocer que la poca vergüenza que demostraba me divertía con creces, pero jamás se lo reconocería ni aunque me torturasen por ello. Sus pícaras palabras unidos a esa sonrisa seductora sabía que no eran solo innatos; aquel hombre sabía deducir a las mujeres. Por lo menos a las demás mujeres. Aunque he de reconocer que el hecho de pensar a lo que se refería con "dejar" las cosas, me resultó extrañamente atractiva.
Lo miré de soslayo con cara de pocos amigos mientras continuaba conversando con Seth sobre su viaje y lugar de procedencia. Era bastante más civilizado que el dios griego que no paraba de incordiar también a su propio acompañante. ¿Acababa de decirle que se fuese a husmear? ¿Qué se pensaba que era, un perro? Me dieron ganas de atizarle otro tortazo, aunque sabiendo donde nos llevaría, mejor dejarlo para un momento más íntimo.
Me enfurecía por momentos; y sentía lástima por el pobre Seth imaginando tener que aguantarlo día y noche en un barco. Sin poder escapar de su sarcasmo. Aunque quizás si lo amordazase y atase a la cama..no sería tan molesto.
- ¿Has dicho que sois "hermanos"? - pregunté atónita mientras mi miraba pasaba de uno a otro sin comprender, dirigiéndome a Seth en última instancia- Ahh..ahora lo entiendo..contigo se esforzaron y él fue el recuelo.
Miré complacida a los ojos de Leonidas; esperando su reacción. Miedo me daba lo que me haría ahora.
-Y no, mi mala leche no es natural. Es tu bocaza que no puede estar cerrada lo que me la provoca.- contesté mientras apretaba los dientes y volvía a contar de nuevo hasta cien.
Escuché entonces las palabras de Seth y me quedé atónita. ¿En serio me iba a dejar con aquel semental cuyos modales eran los propios de un hombre de las cavernas? ¿Pero no decía que no conocía París, donde iba solo? Confundida y nerviosa me quedé paralizada. ¿Y cómo que lo cuidase?
- Pero, ¿no pensarás dejarme con aquí el señor "comillas" sola? Seth...- grité tarde. El hermano del dios griego se marchaba dejándome con aquella bomba de relojería a mi cargo.- ¿No pensarás que pienso compartir caballo contigo, verdad?
Me atraía la idea de quedarme a solas con él tanto como me asustaba. Teníamos una forma de ser lo bastante parecida como para terminar deshaciendo la cama o lanzándonos cuchillos el uno al otro. Quién me iba a decir que después de toda mi vida viendo a los hombres como iguales, ahora que encontraba uno tan igual a mí lo veía de diferente forma.
Lo miré de soslayo con cara de pocos amigos mientras continuaba conversando con Seth sobre su viaje y lugar de procedencia. Era bastante más civilizado que el dios griego que no paraba de incordiar también a su propio acompañante. ¿Acababa de decirle que se fuese a husmear? ¿Qué se pensaba que era, un perro? Me dieron ganas de atizarle otro tortazo, aunque sabiendo donde nos llevaría, mejor dejarlo para un momento más íntimo.
Me enfurecía por momentos; y sentía lástima por el pobre Seth imaginando tener que aguantarlo día y noche en un barco. Sin poder escapar de su sarcasmo. Aunque quizás si lo amordazase y atase a la cama..no sería tan molesto.
- ¿Has dicho que sois "hermanos"? - pregunté atónita mientras mi miraba pasaba de uno a otro sin comprender, dirigiéndome a Seth en última instancia- Ahh..ahora lo entiendo..contigo se esforzaron y él fue el recuelo.
Miré complacida a los ojos de Leonidas; esperando su reacción. Miedo me daba lo que me haría ahora.
-Y no, mi mala leche no es natural. Es tu bocaza que no puede estar cerrada lo que me la provoca.- contesté mientras apretaba los dientes y volvía a contar de nuevo hasta cien.
Escuché entonces las palabras de Seth y me quedé atónita. ¿En serio me iba a dejar con aquel semental cuyos modales eran los propios de un hombre de las cavernas? ¿Pero no decía que no conocía París, donde iba solo? Confundida y nerviosa me quedé paralizada. ¿Y cómo que lo cuidase?
- Pero, ¿no pensarás dejarme con aquí el señor "comillas" sola? Seth...- grité tarde. El hermano del dios griego se marchaba dejándome con aquella bomba de relojería a mi cargo.- ¿No pensarás que pienso compartir caballo contigo, verdad?
Me atraía la idea de quedarme a solas con él tanto como me asustaba. Teníamos una forma de ser lo bastante parecida como para terminar deshaciendo la cama o lanzándonos cuchillos el uno al otro. Quién me iba a decir que después de toda mi vida viendo a los hombres como iguales, ahora que encontraba uno tan igual a mí lo veía de diferente forma.
Menyara Chartier- Cazador Clase Media
- Mensajes : 52
Fecha de inscripción : 12/08/2016
Localización : París
Re: Cruce de caminos (Leonidas y Seth, Kana)
La oí gritar a mi hermano para que no se fuera algo que me hizo sonreír divertido para saludarla con efusividad cuando se giro resignada para mirarme.
-Tarde pequeña, estamos solos.
La siguiente pregunta fue la que me descuadro, hablaba sobre compartir montura ¿como esperaba si no que fuera hasta el hostal corriendo con las maletas detrás?
Sonreí con picardia volviendo a hundir mis ojos en los ajenos.
-Ya entiendo, lo de “compartir montura” -volví a entrecomillar divertido -es otra de esas palabras en clave. Nena yo te monto sin problemas donde quieras, como quieras...tienes la suerte que llevo un mes en el barco...echándome un uno contra cuatro a diario, como imaginaras me muero de ganas de “entrecomillar” lo que quieras.
Hundí mis ojos en los suyos esperando ese caballo que nos llevara hasta la habitación donde esa mujer me iba ha hacer rozar el cielo ,quizás ella aun no lo sabia pero yo lograba ser muy convincente en las distancias cortas.
-No te preocupes preciosa, si quieres te invito antes a una botella, te noto algo nerviosa, te diría que no soy tan insoportable como parezco pero la verdad es que seria mentirte, claro que tu tampoco es que seas una chica de esas que solo abren la boca para una cosa.
Sonreí alzando las dos cejas varias veces señalando mi polla
-Si, son ideales esas mujeres -bromeé entre risas consciente de que estaba logrando llevarla al limite de su razón.
Gracias a los dioses pronto montamos a su caballo, dude si no nos mataríamos durante el camino al hostal mas por suerte llegamos sin mayores percances que un para de malas caras e improperios.
-No se como tienes tan mala leche -le asegure entre risas.
Desmontamos para adentrarnos en un pequeño hostal nada lujos que parecía que de viejo se iba a caer.
-¿Pero a que cuchitril me has traído? -bromee mirándola mientras me afanaba a subir el equipage de Seth y el mio siguiedola.
-Joder pedazo culo
No tardamos en llegar a su habitación ,allí descargué todo liberándome por fin de la carga para acercarme provocador a su cuerpo.
-¿Bebemos algo antes o prefieres, así a palo seco -susurre contra sus labios mientras caminaba con descaro hasta pegar mi cuerpo al suyo.
-Tarde pequeña, estamos solos.
La siguiente pregunta fue la que me descuadro, hablaba sobre compartir montura ¿como esperaba si no que fuera hasta el hostal corriendo con las maletas detrás?
Sonreí con picardia volviendo a hundir mis ojos en los ajenos.
-Ya entiendo, lo de “compartir montura” -volví a entrecomillar divertido -es otra de esas palabras en clave. Nena yo te monto sin problemas donde quieras, como quieras...tienes la suerte que llevo un mes en el barco...echándome un uno contra cuatro a diario, como imaginaras me muero de ganas de “entrecomillar” lo que quieras.
Hundí mis ojos en los suyos esperando ese caballo que nos llevara hasta la habitación donde esa mujer me iba ha hacer rozar el cielo ,quizás ella aun no lo sabia pero yo lograba ser muy convincente en las distancias cortas.
-No te preocupes preciosa, si quieres te invito antes a una botella, te noto algo nerviosa, te diría que no soy tan insoportable como parezco pero la verdad es que seria mentirte, claro que tu tampoco es que seas una chica de esas que solo abren la boca para una cosa.
Sonreí alzando las dos cejas varias veces señalando mi polla
-Si, son ideales esas mujeres -bromeé entre risas consciente de que estaba logrando llevarla al limite de su razón.
Gracias a los dioses pronto montamos a su caballo, dude si no nos mataríamos durante el camino al hostal mas por suerte llegamos sin mayores percances que un para de malas caras e improperios.
-No se como tienes tan mala leche -le asegure entre risas.
Desmontamos para adentrarnos en un pequeño hostal nada lujos que parecía que de viejo se iba a caer.
-¿Pero a que cuchitril me has traído? -bromee mirándola mientras me afanaba a subir el equipage de Seth y el mio siguiedola.
-Joder pedazo culo
No tardamos en llegar a su habitación ,allí descargué todo liberándome por fin de la carga para acercarme provocador a su cuerpo.
-¿Bebemos algo antes o prefieres, así a palo seco -susurre contra sus labios mientras caminaba con descaro hasta pegar mi cuerpo al suyo.
Leonidas Kana- Cazador Clase Alta
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