AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Cruce de Caminos (Continuación) (Leonidas Kana) (+18)
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Cruce de Caminos (Continuación) (Leonidas Kana) (+18)
Y ahí estaba Leonidas, con esa sonrisa embriagadora por una parte y detestable por otra.
Conmigo la llevaba clara si pensaba que iba a conquistarme con toda esa bravuconería de ligón de turno. Y yo que pensaba que lo había visto todo en lo que hombres se refería; aquel hombre era un especimen digno de estudio.
- "Compartir montura", guapo..- contesté ofuscada mientras hacía el mismo gesto de comillas que él- .. es ir en el mismo caballo. Y viendo que tu hermano se ha ido y que solo tenemos un caballo, me tendré que resignar y aguantarte detrás todo el camino...- maldije, de aquello también podía sacar más comillas.- Y no se te ocurra abrir más esa bocaza o te juro que tendrás que llegar al hostal a pie cargando con las maletas tú solo.
¿A qué se refería con eso de un uno contra cuatro? Preferí no preguntar, pues sabía que su respuesta me sacaría de quicio todavía más, y estaba empezando a cruzar una línea de no retorno. Andaba hacia el caballo ofuscada mientras apretaba los puños por no estampárselos en su preciosa cara mientras oía todo tipo de burradas tras de mí. Pero llegó la gota que colmó el vaso, un vaso que estaba siempre lleno todo sea dicho, y me giré clavando mis ojos en los suyos a punto es explotar.
- Que te quede muy clara una cosa, campeón. Ni con todas las botellas de la taberna conseguirás que te toque ni con un palo- dije enfurecía mientras sentía como mis orejas se volvían rojas por la rabia.- Así que olvídate de mí y de mi culo.
Me giré de nuevo y comencé a contar desde cero hasta...no lo sé. Perdí la cuenta por el camino al hostal, durante el cual aquel hombre que ahora notaba pegado a mi espalda era incapaz de mantener la boca cerrada. Sus comentarios me enfurecían y divertían por momentos, y para que negarlo, también me excitaban. Sentía la dureza de sus músculos a cada trote del caballo, y enfadarme con él me costaba en esos momentos. Así que decidí hablar lo justo mientras llegábamos a nuestro destino. Al fin y al cabo, ya hablaba bastante él por los dos.
Atravesamos París y por fin llegamos al modesto Hostal donde había decidido alojarme. Estaba cercano a un bosque, y pasear por el mismo me ayudaba a pensar.
Bajamos del caballo mientras Leonidas se quejaba de nuevo mientras veía en envejecido local.
- Te recuerdo que solo vas a dejar el equipaje. ¿Qué más te dará como esté? .- contesté mientras lo dejaba solo encargándose de las maletas y me encaminaba escaleras arriba hacia mi habitación, seguía en breve por los comentarios soeces del cazador.
Sentía como mi corazón palpitaba a medida que llegábamos a la alcoba. Estar allí dentro con Leonidas se me antojaba peligroso. No porque le tuviese miedo a él, sino porque éramos dos bombas atómicas a punto de estallar, y no sabía si para bien o para mal.
Abrí la puerta y ambos entramos, cerrando él la puerta tras de sí mientras yo lo miraba dejar el equipaje en el suelo. Bueno, una parte del trato realizada. ¿Y ahora qué?
Más parecía que Leonidas no tenía dudas sobre qué hacer, porque con un paso decidido y seductor se acercó a mí más de lo prudencialmente correcto, asiéndome de la cintura para pegar nuestros cuerpos.
- Prefiero a palo seco.- contesté con una pícara sonrisa, para a continuación soltarle un tortazo en la otra mejilla, mientras sus ojos se clavaban en los míos presos de la rabia y la lujuria.
Mala combinación se formaba entre nosotros. Acabaríamos destrozando aquella habitación de un modo u otro.
Conmigo la llevaba clara si pensaba que iba a conquistarme con toda esa bravuconería de ligón de turno. Y yo que pensaba que lo había visto todo en lo que hombres se refería; aquel hombre era un especimen digno de estudio.
- "Compartir montura", guapo..- contesté ofuscada mientras hacía el mismo gesto de comillas que él- .. es ir en el mismo caballo. Y viendo que tu hermano se ha ido y que solo tenemos un caballo, me tendré que resignar y aguantarte detrás todo el camino...- maldije, de aquello también podía sacar más comillas.- Y no se te ocurra abrir más esa bocaza o te juro que tendrás que llegar al hostal a pie cargando con las maletas tú solo.
¿A qué se refería con eso de un uno contra cuatro? Preferí no preguntar, pues sabía que su respuesta me sacaría de quicio todavía más, y estaba empezando a cruzar una línea de no retorno. Andaba hacia el caballo ofuscada mientras apretaba los puños por no estampárselos en su preciosa cara mientras oía todo tipo de burradas tras de mí. Pero llegó la gota que colmó el vaso, un vaso que estaba siempre lleno todo sea dicho, y me giré clavando mis ojos en los suyos a punto es explotar.
- Que te quede muy clara una cosa, campeón. Ni con todas las botellas de la taberna conseguirás que te toque ni con un palo- dije enfurecía mientras sentía como mis orejas se volvían rojas por la rabia.- Así que olvídate de mí y de mi culo.
Me giré de nuevo y comencé a contar desde cero hasta...no lo sé. Perdí la cuenta por el camino al hostal, durante el cual aquel hombre que ahora notaba pegado a mi espalda era incapaz de mantener la boca cerrada. Sus comentarios me enfurecían y divertían por momentos, y para que negarlo, también me excitaban. Sentía la dureza de sus músculos a cada trote del caballo, y enfadarme con él me costaba en esos momentos. Así que decidí hablar lo justo mientras llegábamos a nuestro destino. Al fin y al cabo, ya hablaba bastante él por los dos.
Atravesamos París y por fin llegamos al modesto Hostal donde había decidido alojarme. Estaba cercano a un bosque, y pasear por el mismo me ayudaba a pensar.
Bajamos del caballo mientras Leonidas se quejaba de nuevo mientras veía en envejecido local.
- Te recuerdo que solo vas a dejar el equipaje. ¿Qué más te dará como esté? .- contesté mientras lo dejaba solo encargándose de las maletas y me encaminaba escaleras arriba hacia mi habitación, seguía en breve por los comentarios soeces del cazador.
Sentía como mi corazón palpitaba a medida que llegábamos a la alcoba. Estar allí dentro con Leonidas se me antojaba peligroso. No porque le tuviese miedo a él, sino porque éramos dos bombas atómicas a punto de estallar, y no sabía si para bien o para mal.
Abrí la puerta y ambos entramos, cerrando él la puerta tras de sí mientras yo lo miraba dejar el equipaje en el suelo. Bueno, una parte del trato realizada. ¿Y ahora qué?
Más parecía que Leonidas no tenía dudas sobre qué hacer, porque con un paso decidido y seductor se acercó a mí más de lo prudencialmente correcto, asiéndome de la cintura para pegar nuestros cuerpos.
- Prefiero a palo seco.- contesté con una pícara sonrisa, para a continuación soltarle un tortazo en la otra mejilla, mientras sus ojos se clavaban en los míos presos de la rabia y la lujuria.
Mala combinación se formaba entre nosotros. Acabaríamos destrozando aquella habitación de un modo u otro.
Última edición por Menyara Chartier el Miér Ago 17, 2016 1:32 pm, editado 1 vez
Menyara Chartier- Cazador Clase Media
- Mensajes : 52
Fecha de inscripción : 12/08/2016
Localización : París
Re: Cruce de Caminos (Continuación) (Leonidas Kana) (+18)
Aquella mujer tenia la mano muy larga y casi sin venir a cuento me soltó el segundo tortazo del día.
Apreté los dientes endureciendo la mandíbula que se cuadro frente a su rostro al tiempo que mis pasos sonaron huecos en la habitación.
Los ojos hundidos en aquella cazadora dejaban bien claro que ahora si y no antes estaba enfadado, ofuscado porque odiaba poner la otra mejilla.
Mas ella no retrocedió ni un paso cuando alcance su posición, de nuevo aceptaba mi reto con creces, y yo no la iba a defraudar.
La tomé por la pechera para empotrarla salvaje contra la pared de la cámara contigua a la cama.
-Como quieras, a palo seco -aseguré tomando la mano que de nuevo alzaba para abofetearme por su muñeca para aprisionarla contra la pared.
Mi cuerpo pronto aferro el suyo de forma salvaje mientras nuestros labios se encontraban a escasos milímetros entreabiertos y jadeantes por el esfuerzo.
Ella tratando de librarse de ese juego perverso y yo tratando de que se enterara de una vez y por siempre quien llevaba en esa habitación los pantalones.
Sonreí de medio frente a su boca consciente de lo absurda que esa afirmación resultaba con ella, ambos llevábamos pantalones.
Ahora inmóvil tome su boca con descaro, mordiendo su labio inferior para forzarla a abrir la boca y dejar pasar a mi lengua que necesitada se enredaba con la ajena en una lucha a muerte sin claro vencedor.
Sus caderas buscaron mi dureza de forma inconsciente, algo que me provoco un gemido contra sus labios.
-¿Suficiente duro el palo? -pregunté sin aflojar ni un ápice el agarre mientras la dama seguía restregando su cuerpo contra el mio con violencia.
-No se si tratas de escapar o de ponerme mas cachondo de lo que ya estoy. Mas si es lo primero no servirá de nada, si es lo segundo mete tu mano en mis pantalones y veras como crece.
Rei de forma traviesa mirándola fijamente, acerque de nuevo mis labios a los suyos para esta vez para detenerlos a escasos milímetros, quería que firmara su rendición, quería que ella también me mostrara que eso era lo que quería, que la idea de tenerme entre sus piernas era lo único que había rondado su preciosa cabeza desde que me conoció.
Lleve mi mano por encima de su ropa para acariciar su sexo presionando lo suficiente como para que notara mis caricias.
-Di que me deseas, rindete
Apreté los dientes endureciendo la mandíbula que se cuadro frente a su rostro al tiempo que mis pasos sonaron huecos en la habitación.
Los ojos hundidos en aquella cazadora dejaban bien claro que ahora si y no antes estaba enfadado, ofuscado porque odiaba poner la otra mejilla.
Mas ella no retrocedió ni un paso cuando alcance su posición, de nuevo aceptaba mi reto con creces, y yo no la iba a defraudar.
La tomé por la pechera para empotrarla salvaje contra la pared de la cámara contigua a la cama.
-Como quieras, a palo seco -aseguré tomando la mano que de nuevo alzaba para abofetearme por su muñeca para aprisionarla contra la pared.
Mi cuerpo pronto aferro el suyo de forma salvaje mientras nuestros labios se encontraban a escasos milímetros entreabiertos y jadeantes por el esfuerzo.
Ella tratando de librarse de ese juego perverso y yo tratando de que se enterara de una vez y por siempre quien llevaba en esa habitación los pantalones.
Sonreí de medio frente a su boca consciente de lo absurda que esa afirmación resultaba con ella, ambos llevábamos pantalones.
Ahora inmóvil tome su boca con descaro, mordiendo su labio inferior para forzarla a abrir la boca y dejar pasar a mi lengua que necesitada se enredaba con la ajena en una lucha a muerte sin claro vencedor.
Sus caderas buscaron mi dureza de forma inconsciente, algo que me provoco un gemido contra sus labios.
-¿Suficiente duro el palo? -pregunté sin aflojar ni un ápice el agarre mientras la dama seguía restregando su cuerpo contra el mio con violencia.
-No se si tratas de escapar o de ponerme mas cachondo de lo que ya estoy. Mas si es lo primero no servirá de nada, si es lo segundo mete tu mano en mis pantalones y veras como crece.
Rei de forma traviesa mirándola fijamente, acerque de nuevo mis labios a los suyos para esta vez para detenerlos a escasos milímetros, quería que firmara su rendición, quería que ella también me mostrara que eso era lo que quería, que la idea de tenerme entre sus piernas era lo único que había rondado su preciosa cabeza desde que me conoció.
Lleve mi mano por encima de su ropa para acariciar su sexo presionando lo suficiente como para que notara mis caricias.
-Di que me deseas, rindete
Leonidas Kana- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 138
Fecha de inscripción : 12/08/2016
Re: Cruce de Caminos (Continuación) (Leonidas Kana) (+18)
Leonidas me miraba enfurecido. Sabía que eso de repetir solo era un bravuconada suya, y por ende mi segundo tortazo le había molestado; ¿o es que acaso solo quería repetir el beso? Sonreí divertida mientras él se acercaba a mí con cara de pocos amigos.
Clavó sus preciosos ojos en los míos retándome, buscando un paso atrás que no pensaba dar. Allí éramos dos seres imposibles de domar buscando llegar a un punto de equilibrio. O quizás no.
Me cogió de la pechera empotrándome literalmente contra la pared; mientras me clavaba en la espalda los shuriken que llevaba escondidos. Siseé por el dolor que estos me provocaron, al tiempo que levanté la mano para propinarle otro guantazo por el golpe. Más llegué tarde, pues imaginando mi movimiento aquel dios griego me sujetó la muñeca contra la pared, pegando su endurecido cuerpo al mío.
Jadeé por su cercanía al poder sentir sus labios rozando los míos; en ese juego peligroso de ver quién provocaba más a quien. Mantuve la distancia; no era yo quien iba a ceder en ese tira y afloja que tanto me enloquecía y cabreaba a partes iguales. ¿Qué se pensaba? ¿Qué iba a suplicar que me soltase?
Su boca se hizo con la mía mientras un mordisco en mi labio daba inicio a la batalla que continuaron nuestras lenguas. Una guerra sin cuartel donde mi cuerpo buscaba el suyo con deseo. Sonreí ante su descaro al tiempo que mi pubis sentía su duro miembro.
- ¿Acaso hay algo duro allá abajo? Yo no noto nada.- contesté mientras nuestros jadeos se mezclaban manteniendo de nuevos esos milímetros que me hacía enloquecer.
Pero no iba a ceder; no quería ceder, aunque los improperios de Leonidas me excitaban al punto de que era mi cuerpo el que me hablaba en lugar de mi razón. Había sido capaz de mantener mi pureza mucho tiempo como para perderla en un solo día. Enarqué una ceja divertida; sus provocaciones eran únicas y era consciente del efecto que causaban en mí. Traté de zafarme de sus manos, pero fue inútil. Aunque siendo sincera, me gustaba su porte dominante en aquellos momentos. El problema era que de sumisa yo tenía poco.
- Si quisiera soltarme, ya lo habría hecho, campeón.- susurré con sarcasmo mientras rozaba sus labios al hablar. Unos labios que deseaba besar de nuevo y que se me hacía imposible controlar las distancias.- Dudo mucho que haya algo dentro de tus pantalones que me interese.
Su sonrisa era maravillosa. Cierto que me ponía de los nervios en casi todas las ocasiones, pero en esos instantes me atraía. Esa seguridad que parecía tener en sí mismo resultaba irritante y arrebatadora.
- ¿Rendirme? Jamás.- jadeé mientras lo miraba a los ojos, esta vez retándolo yo, al tiempo que su mano me acariciaba mi sexo humedeciéndolo todavía más.- ¿Acaso no sois vos el que me mostráis a gritos que me deseáis?
Mis ganas de él se apoderaron de mi cordura, y lanzándome a su boca la tomé con necesidad mientras mi mano se enredaba en su pelo. Juntando nuestros cuerpos sentí como ambos estábamos preparados para continuar con nuestra particular lucha cuerpo a cuerpo. Su endurecido falo golpeaba contra mi vientre, mientras mis gemidos de placer por su tacto morían en su boca.
Clavó sus preciosos ojos en los míos retándome, buscando un paso atrás que no pensaba dar. Allí éramos dos seres imposibles de domar buscando llegar a un punto de equilibrio. O quizás no.
Me cogió de la pechera empotrándome literalmente contra la pared; mientras me clavaba en la espalda los shuriken que llevaba escondidos. Siseé por el dolor que estos me provocaron, al tiempo que levanté la mano para propinarle otro guantazo por el golpe. Más llegué tarde, pues imaginando mi movimiento aquel dios griego me sujetó la muñeca contra la pared, pegando su endurecido cuerpo al mío.
Jadeé por su cercanía al poder sentir sus labios rozando los míos; en ese juego peligroso de ver quién provocaba más a quien. Mantuve la distancia; no era yo quien iba a ceder en ese tira y afloja que tanto me enloquecía y cabreaba a partes iguales. ¿Qué se pensaba? ¿Qué iba a suplicar que me soltase?
Su boca se hizo con la mía mientras un mordisco en mi labio daba inicio a la batalla que continuaron nuestras lenguas. Una guerra sin cuartel donde mi cuerpo buscaba el suyo con deseo. Sonreí ante su descaro al tiempo que mi pubis sentía su duro miembro.
- ¿Acaso hay algo duro allá abajo? Yo no noto nada.- contesté mientras nuestros jadeos se mezclaban manteniendo de nuevos esos milímetros que me hacía enloquecer.
Pero no iba a ceder; no quería ceder, aunque los improperios de Leonidas me excitaban al punto de que era mi cuerpo el que me hablaba en lugar de mi razón. Había sido capaz de mantener mi pureza mucho tiempo como para perderla en un solo día. Enarqué una ceja divertida; sus provocaciones eran únicas y era consciente del efecto que causaban en mí. Traté de zafarme de sus manos, pero fue inútil. Aunque siendo sincera, me gustaba su porte dominante en aquellos momentos. El problema era que de sumisa yo tenía poco.
- Si quisiera soltarme, ya lo habría hecho, campeón.- susurré con sarcasmo mientras rozaba sus labios al hablar. Unos labios que deseaba besar de nuevo y que se me hacía imposible controlar las distancias.- Dudo mucho que haya algo dentro de tus pantalones que me interese.
Su sonrisa era maravillosa. Cierto que me ponía de los nervios en casi todas las ocasiones, pero en esos instantes me atraía. Esa seguridad que parecía tener en sí mismo resultaba irritante y arrebatadora.
- ¿Rendirme? Jamás.- jadeé mientras lo miraba a los ojos, esta vez retándolo yo, al tiempo que su mano me acariciaba mi sexo humedeciéndolo todavía más.- ¿Acaso no sois vos el que me mostráis a gritos que me deseáis?
Mis ganas de él se apoderaron de mi cordura, y lanzándome a su boca la tomé con necesidad mientras mi mano se enredaba en su pelo. Juntando nuestros cuerpos sentí como ambos estábamos preparados para continuar con nuestra particular lucha cuerpo a cuerpo. Su endurecido falo golpeaba contra mi vientre, mientras mis gemidos de placer por su tacto morían en su boca.
Menyara Chartier- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 12/08/2016
Localización : París
Re: Cruce de Caminos (Continuación) (Leonidas Kana) (+18)
Aflojé su agarre para tomarla por las nalgas cuando su boca impaciente húmeda y desesperada se enzarzo contra la mía, una guerra sin tregua enredaba nuestras lenguas que sin ceder un ápice aspiraban a proclamarse claras vencedoras de un encuentro donde como premio estaba la excitación del otro.
Jadeé cuando la alce sobre mi y esta enrosco las piernas a mi cintura dejando que nuestros sexo se encontraran aun separados por las frías ropas que se calentaban al frotar sin pausa nuestros sexos.
Gemidos empezaban a inundar una habitación que ahora se calentaba al mismo ritmo que nuestros cuerpos.
La pared nos sirvió de guía y con una de mis manos puesta en ella y aguantando como aquella fiera trazaba círculos con su pelvis sobre mi falo rodeada por la cintura con uno de mis brazos alcance a encontrar a tientas un mueble bajo que a todas todas se me antojaba su tocador.
Gruñí al notar como me mordía la boca, relamiendomela después saboreando ese sabor metálico en mis labios.
-Joder -gruñí aferrándome de nuevo a ella de forma inconsciente.
Con el brazo aparte todos los frascos, perfumes, no se, toda la mierda que había ahí y que en ese momento me importaba eso, una mierda.
Pose sobre ese lugar frio su precioso culo, con mis manos tire de sus pantalones desgarrandolos, haciéndolos jirones, estaba tan excitado que mis jadeos golpeaban su cuerpo a cada uno de los bruscos movimientos de mis manos, que sobre su piel ardían de deseo.
Baje mi pantalón deslizándolo por mis piernas sin apartar mis picara mirada de la suya, descubriendo pronto un falo crecido y muy duro que ansiaba como no lo que ella tenia entre sus piernas.
-¿has visto como si tenia lago duro ahí debajo? -bromeé volviendo a pegarme a ella, esta vez sin nada que molestara a mi polla que buscaba la entrada humedad a su vagina.
Tire de sus piernas para empotrarla, mas pronto me di cuenta de que no estaba bastante lubricada.
-¿que había echo mal? Alce la vista inseguro, ¿no estaba tan excitada como yo la creía? Acerque m imano despacio, muy despacio, acariciando su clítoris y apartando mi polla de su entrada.
No hacia falta que me lo dijera, lo sabia, sus ojos desafiantes callaban su secreto nunca había estado con varón.
Juro que eso fue lo que mas me excito, jadeé contra su boca mientras dos de mis dedos contorneaban sus labios inferiores introduciéndose despacio entre ellos.
-Así pequeña, así -susurré cuando vi como su cuerpo se arqueaba y su respiración se tornaba ronca, ahora si, mis dedos se mojaban, estaba tan excitada como yo.
Introduje mis dos dedos en ella deslizándolos dentro y fuera muy despacio, pronto sus caderas buscaron acrecentar el ritmo, jadeaba bruscamente contra mi boca con la suya completamente abierta.
-Menyara, ufffff
Jadeé cuando la alce sobre mi y esta enrosco las piernas a mi cintura dejando que nuestros sexo se encontraran aun separados por las frías ropas que se calentaban al frotar sin pausa nuestros sexos.
Gemidos empezaban a inundar una habitación que ahora se calentaba al mismo ritmo que nuestros cuerpos.
La pared nos sirvió de guía y con una de mis manos puesta en ella y aguantando como aquella fiera trazaba círculos con su pelvis sobre mi falo rodeada por la cintura con uno de mis brazos alcance a encontrar a tientas un mueble bajo que a todas todas se me antojaba su tocador.
Gruñí al notar como me mordía la boca, relamiendomela después saboreando ese sabor metálico en mis labios.
-Joder -gruñí aferrándome de nuevo a ella de forma inconsciente.
Con el brazo aparte todos los frascos, perfumes, no se, toda la mierda que había ahí y que en ese momento me importaba eso, una mierda.
Pose sobre ese lugar frio su precioso culo, con mis manos tire de sus pantalones desgarrandolos, haciéndolos jirones, estaba tan excitado que mis jadeos golpeaban su cuerpo a cada uno de los bruscos movimientos de mis manos, que sobre su piel ardían de deseo.
Baje mi pantalón deslizándolo por mis piernas sin apartar mis picara mirada de la suya, descubriendo pronto un falo crecido y muy duro que ansiaba como no lo que ella tenia entre sus piernas.
-¿has visto como si tenia lago duro ahí debajo? -bromeé volviendo a pegarme a ella, esta vez sin nada que molestara a mi polla que buscaba la entrada humedad a su vagina.
Tire de sus piernas para empotrarla, mas pronto me di cuenta de que no estaba bastante lubricada.
-¿que había echo mal? Alce la vista inseguro, ¿no estaba tan excitada como yo la creía? Acerque m imano despacio, muy despacio, acariciando su clítoris y apartando mi polla de su entrada.
No hacia falta que me lo dijera, lo sabia, sus ojos desafiantes callaban su secreto nunca había estado con varón.
Juro que eso fue lo que mas me excito, jadeé contra su boca mientras dos de mis dedos contorneaban sus labios inferiores introduciéndose despacio entre ellos.
-Así pequeña, así -susurré cuando vi como su cuerpo se arqueaba y su respiración se tornaba ronca, ahora si, mis dedos se mojaban, estaba tan excitada como yo.
Introduje mis dos dedos en ella deslizándolos dentro y fuera muy despacio, pronto sus caderas buscaron acrecentar el ritmo, jadeaba bruscamente contra mi boca con la suya completamente abierta.
-Menyara, ufffff
Leonidas Kana- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 12/08/2016
Re: Cruce de Caminos (Continuación) (Leonidas Kana) (+18)
Mi dios griego soltó mi mano que todavía mantenía presa y que no tardé en enredar en su pelo mientras con mis codos ayudaba en mi sujeción sobre sus fuertes brazos. Nuestras lenguas se enzarzaban en una lucha eterna; una dulce lucha donde su sabor embriagaba todo mi ser. Los gemidos de Leonidas que se ahogaban en mi boca despertaba en mí la más oscura lujuria que jamás antes había presenciado. Quería que me hiciese suya, y lo quería ya.
Sus manos cogieron sin piedad mis nalgas izándome frente a él, al tiempo que mis piernas rodeaban su cintura, buscando el roce de nuestros sexos, mientras maldecía la presencia de la ropa que todavía llevábamos puesta.
De nuevo la pared fue testigo de nuestra pasión desmedida, y aquella sensación de estar siendo dominada se apoderó de mí, más esta vez no me importó demasiado, aunque debía mantener mi posición si no quería que aquel Eros salido de la nada pensase que me tenía a su merced. Le mordí el labio mientras seguía intensificando el beso; un beso que de por sí ya era apasionado, pero que con el sabor a sangre entre los dos, consiguió despertar la parte salvaje de aquel hombre que deseaba con tanto ahínco.
Su mano se deshizo sin piedad de mis útiles de aseo que reposaban sobre la cómoda donde pronto reposó mi culo, mientras sin tiempo que perder Leonidas rasgó mis pantalones dejándolos destrozados en el suelo. Lo miré desconcertada ¿es que acaso no tenía respeto por los bienes ajenos? ¿Era tan difícil decirme que me los quitase? Resoplé sabiendo que le haría pagar por eso de una forma u otra.
Sin dilación ninguna se bajó los pantalones mientras me quedaba asombrada por aquello que ahora se mostraba ante mis ojos. ¿En serio ese era el tamaño normal de eso? Tragué saliva pensando que quizás no me cabría dentro. Mi nula experiencia se me antojaba ahora un problema.
- Hasta que no lo vea de cerca no sé si está duro o no; desde aquí parece un cacahuete.- bromeé mientras nuestras miradas se buscaban de nuevo con picardía.
Acercó su miembro a mí mientras yo jadeaba nerviosa. No le había dicho que era virgen, ni pensaba decírselo; más no hizo falta. Una mirada suya de incredulidad se posó en la mía mientras notaba que algo no le cuadraba; pues después de acariciarme con su pene en la entrada de mi sexo, se apartó para sustituirlo por suaves caricias con sus dedos.
Nuestros labios de nuevo se juntaron, necesitados del sabor de los ajenos; mientras sus hábiles dedos marcaban círculos alrededor de mi clítoris que comenzaba a reaccionar a sus caricias. Unas caricias que parecían más cuidadosas que antes, gesto que agradecí en silencio.
Mis labios se separaron de los suyos emitiendo un sonoro gemido cuando introdujo sus dedos en mi vagina haciéndome tocar el cielo, y ahora sus palabras sin estar cargadas de sarcasmo, me animaban a seguir. Sentía como mi cuerpo se entregaba a él, arqueándome mientras me humedecía por momentos y sabía que por fin estaba preparada para recibirlo en mi interior.
- Tómame en la cama, por favor.- susurré junto a su boca para hacerla después mía de nuevo al tiempo que Leonidas me cogía en volandas y me acercaba a la cama dejándome caer con cuidado sobre ella.
Terminó de desnudarse mientras yo hice lo propio, y quitándome la camisola descubrí mis pechos que hasta ahora habían permanecido pacientes. Un reguero de armas comenzó a caer sobre la cama y no pude evitar reír mientras me encogía de hombros ante su mirada divertida.
Adoraba a aquel hombre al mismo tiempo que lo odiaba. ¿Cómo podía haber caído con tanta rapidez en sus brazos? Su escultural cuerpo quedó por fin desnudo ante mí, y supe que no me arrepentiría de haber esperado tantos años.
Sus manos cogieron sin piedad mis nalgas izándome frente a él, al tiempo que mis piernas rodeaban su cintura, buscando el roce de nuestros sexos, mientras maldecía la presencia de la ropa que todavía llevábamos puesta.
De nuevo la pared fue testigo de nuestra pasión desmedida, y aquella sensación de estar siendo dominada se apoderó de mí, más esta vez no me importó demasiado, aunque debía mantener mi posición si no quería que aquel Eros salido de la nada pensase que me tenía a su merced. Le mordí el labio mientras seguía intensificando el beso; un beso que de por sí ya era apasionado, pero que con el sabor a sangre entre los dos, consiguió despertar la parte salvaje de aquel hombre que deseaba con tanto ahínco.
Su mano se deshizo sin piedad de mis útiles de aseo que reposaban sobre la cómoda donde pronto reposó mi culo, mientras sin tiempo que perder Leonidas rasgó mis pantalones dejándolos destrozados en el suelo. Lo miré desconcertada ¿es que acaso no tenía respeto por los bienes ajenos? ¿Era tan difícil decirme que me los quitase? Resoplé sabiendo que le haría pagar por eso de una forma u otra.
Sin dilación ninguna se bajó los pantalones mientras me quedaba asombrada por aquello que ahora se mostraba ante mis ojos. ¿En serio ese era el tamaño normal de eso? Tragué saliva pensando que quizás no me cabría dentro. Mi nula experiencia se me antojaba ahora un problema.
- Hasta que no lo vea de cerca no sé si está duro o no; desde aquí parece un cacahuete.- bromeé mientras nuestras miradas se buscaban de nuevo con picardía.
Acercó su miembro a mí mientras yo jadeaba nerviosa. No le había dicho que era virgen, ni pensaba decírselo; más no hizo falta. Una mirada suya de incredulidad se posó en la mía mientras notaba que algo no le cuadraba; pues después de acariciarme con su pene en la entrada de mi sexo, se apartó para sustituirlo por suaves caricias con sus dedos.
Nuestros labios de nuevo se juntaron, necesitados del sabor de los ajenos; mientras sus hábiles dedos marcaban círculos alrededor de mi clítoris que comenzaba a reaccionar a sus caricias. Unas caricias que parecían más cuidadosas que antes, gesto que agradecí en silencio.
Mis labios se separaron de los suyos emitiendo un sonoro gemido cuando introdujo sus dedos en mi vagina haciéndome tocar el cielo, y ahora sus palabras sin estar cargadas de sarcasmo, me animaban a seguir. Sentía como mi cuerpo se entregaba a él, arqueándome mientras me humedecía por momentos y sabía que por fin estaba preparada para recibirlo en mi interior.
- Tómame en la cama, por favor.- susurré junto a su boca para hacerla después mía de nuevo al tiempo que Leonidas me cogía en volandas y me acercaba a la cama dejándome caer con cuidado sobre ella.
Terminó de desnudarse mientras yo hice lo propio, y quitándome la camisola descubrí mis pechos que hasta ahora habían permanecido pacientes. Un reguero de armas comenzó a caer sobre la cama y no pude evitar reír mientras me encogía de hombros ante su mirada divertida.
Adoraba a aquel hombre al mismo tiempo que lo odiaba. ¿Cómo podía haber caído con tanta rapidez en sus brazos? Su escultural cuerpo quedó por fin desnudo ante mí, y supe que no me arrepentiría de haber esperado tantos años.
Menyara Chartier- Cazador Clase Media
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Re: Cruce de Caminos (Continuación) (Leonidas Kana) (+18)
Mis dedos se mojaban muy rápido al compás de sus jadeos que contra mis labios trataban sin éxito de quedar acallados.
Una suplica fue lo que encontré cuando se sintió lista, mas bien sabia yo que lo estaba pues hubiera cabido un tercer dedo.
La tomé entre mis brazos con suavidad para reposar sobre el lecho aquel cuerpo que desnudo se me antojaba de los mas bellos jamas vistos.
Las armas que ambos portábamos pronto cayeron sobre lecho y suelo mientras nos mirábamos cómplices sonriendo para acabar de liberar nuestros cuerpo de la atadura que cualquier prenda de ropa nos daba.
No tarde en gatear sobre ella para admirar esos ojos pardos que contra los míos suplicaban que entrara.
-Meto el cacahuete -advertí dejando que una suave risa destensara el momento para ella convirtiéndolo en una suave carcajada.
Entre despacio, aunque de sobra sabia que estaba dilatada, dejando que mi hombría quedara cubierta por esas paredes calientes y húmedas que sin tregua la buscaban.
Moviendo mis caderas lentamente, admirando cada gesto de su cara que con los ojos cerrados y sus manos engarzadas a las mías jadeaba frente a mis labios con cada lento movimiento.
-me estas poniendo muchísimo -aseguré en su oído.
Puede que no le creyera, mas era cierto, verla disfrutar, sentir como sus caderas ahora trazando círculos me buscaban exigiendo que le ritmo aumentara.
Sonreí de medio lado con la primera embestida, esa que la hizo gruñir mordiendo mi hombro, sonreí de nuevo cuando volví a clavársela hasta el fondo, sintiendo como enloquecía de placer.
Pronto me apodere de sus labios, ahora si, moviéndome bruscamente en su interior, golpeando su pelvis con la mía cada vez que salvaje la empotraba.
Subió sus piernas a mis hombros, me quería mas dentro y eso me hizo gemir de placer.
La empotre una y otra vez mientras mi mano buscaba su clítoris trazando círculos sin dejar de empalarla.
Mis labios se apoderaron de su pechos, lamiéndolos, mordiéndolos, succionando su duro pezón que contra mi boca se erguía recto.
Gruñí sintiendo como mis roncos gemidos se tronaban cada vez mas seguidos.
-Voy a correrme -susurre en su oído mientras sentía que ella estaba al borde de la explosión.
Una suplica fue lo que encontré cuando se sintió lista, mas bien sabia yo que lo estaba pues hubiera cabido un tercer dedo.
La tomé entre mis brazos con suavidad para reposar sobre el lecho aquel cuerpo que desnudo se me antojaba de los mas bellos jamas vistos.
Las armas que ambos portábamos pronto cayeron sobre lecho y suelo mientras nos mirábamos cómplices sonriendo para acabar de liberar nuestros cuerpo de la atadura que cualquier prenda de ropa nos daba.
No tarde en gatear sobre ella para admirar esos ojos pardos que contra los míos suplicaban que entrara.
-Meto el cacahuete -advertí dejando que una suave risa destensara el momento para ella convirtiéndolo en una suave carcajada.
Entre despacio, aunque de sobra sabia que estaba dilatada, dejando que mi hombría quedara cubierta por esas paredes calientes y húmedas que sin tregua la buscaban.
Moviendo mis caderas lentamente, admirando cada gesto de su cara que con los ojos cerrados y sus manos engarzadas a las mías jadeaba frente a mis labios con cada lento movimiento.
-me estas poniendo muchísimo -aseguré en su oído.
Puede que no le creyera, mas era cierto, verla disfrutar, sentir como sus caderas ahora trazando círculos me buscaban exigiendo que le ritmo aumentara.
Sonreí de medio lado con la primera embestida, esa que la hizo gruñir mordiendo mi hombro, sonreí de nuevo cuando volví a clavársela hasta el fondo, sintiendo como enloquecía de placer.
Pronto me apodere de sus labios, ahora si, moviéndome bruscamente en su interior, golpeando su pelvis con la mía cada vez que salvaje la empotraba.
Subió sus piernas a mis hombros, me quería mas dentro y eso me hizo gemir de placer.
La empotre una y otra vez mientras mi mano buscaba su clítoris trazando círculos sin dejar de empalarla.
Mis labios se apoderaron de su pechos, lamiéndolos, mordiéndolos, succionando su duro pezón que contra mi boca se erguía recto.
Gruñí sintiendo como mis roncos gemidos se tronaban cada vez mas seguidos.
-Voy a correrme -susurre en su oído mientras sentía que ella estaba al borde de la explosión.
Leonidas Kana- Cazador Clase Alta
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Re: Cruce de Caminos (Continuación) (Leonidas Kana) (+18)
Suspiré sobrecogida mientras veía como aquel dios griego gateaba sobre mí para ponerse encima. Estaba nerviosa; era algo que no podía evitar, aunque supiese que aquello era lo que deseaba en esos momentos.
Lo deseaba a él; con sus pullas y su embriagadora sonrisa. Al único hombre que había visto de distinta forma y que anhelaba que me hiciese suya.
Una suave risa salió de mis labios cuando bromeó sobre su enorme "cacahuete", consciente de que Leonidas lo hacía para tranquilizarme y conseguir que me relajase. Jamás habría pensado que fuese capaz de ser tan cuidadoso en un momento así; pero me había equivocado. Había entendido cada uno de mis gestos, y trataba de seguir mi ritmo en lugar del suyo.
Jadeé cuando sentí como su miembro se iba abriendo paso en mi interior; despacio, con pequeñas embestidas que eran acogidas por mi húmeda vagina. No pude evitar cerrar los ojos mientras nuestras manos se aferraban con fuerza sobre al almohada; unidas como pronto estarían unidos nuestros cuerpos.
Mis caderas se movían incentivadas por el aumento del ritmo que necesitaban. Buscando esa profundidad que sabía que tenía que llegar y que terminaría por completo con mi virginidad.
Gemí sintiendo como ese tope que sentía en mi interior era derribado por el pene de Leonidas que acrecentaba la intensidad de sus embestidas, rompiendo esa tela con un pequeño pinchazo en mi interior; un pequeño dolor en comparación con el placer que sentía al sentirme llena de él. Un mordisco sobre su hombro fue mi señal de que ya estaba preparada.
El juego no había hecho más que comenzar, y mi cuerpo comenzaba a ser participe de aquella pasión desatada que ambos buscábamos. Nuestras lenguas se enredaban de nuevo al tiempo que sus caricias sobre mi sexo me hacían enloquecer. Necesitaba más; quería sentirlo más adentro.
Subí las piernas sobre sus hombros quedándome totalmente expuesta a él, mientras nuestras miradas lujuriosas se encontraban. No faltó más gesto que el deseo que se atisbaba en nuestros ojos para que Leonidas me follara con fuerza, arremetiendo contra mí con duras embestidas.
Gritaba de placer a cada movimiento suyo; cada choque de su pelvis contra el interior de mis muslos me hacía gemir con avidez, mientras sus boca se apoderaba de mi endurecido pezón. Arqueé la espalda consciente de que pronto alcanzaría el clímax.
Mi dios griego se dejó caer de nuevo sobre mí, mientras mis piernas se enredaban en su cintura. Me avisaba de que él pronto alcanzaría su punto más álgido, al tiempo que me besaba con dulzura el cuello.
- Pues vayámonos los dos.- susurré antes de buscar de nuevo su boca para hacerla mía.
Necesitaba sentir su sabor mientras nuestros cuerpos buscaban esas últimas embestidas que nos harían tocar el cielo con sendas manos. Clavé mis uñas en su espalda mientras sentía como una explosión de sensaciones se abrían paso en mi interior al tiempo que un calor procedente de su miembro se esparcía en mí.
Sonreí junto a su boca, mientras el último gemido todavía resonaba en aquellas paredes.
- Creo que ya hemos "dejado" tu equipaje.- susurré divertida mientras buscaba su mirada de nuevo, haciéndola cómplice de aquel momento que acabábamos de compartir.
Lo deseaba a él; con sus pullas y su embriagadora sonrisa. Al único hombre que había visto de distinta forma y que anhelaba que me hiciese suya.
Una suave risa salió de mis labios cuando bromeó sobre su enorme "cacahuete", consciente de que Leonidas lo hacía para tranquilizarme y conseguir que me relajase. Jamás habría pensado que fuese capaz de ser tan cuidadoso en un momento así; pero me había equivocado. Había entendido cada uno de mis gestos, y trataba de seguir mi ritmo en lugar del suyo.
Jadeé cuando sentí como su miembro se iba abriendo paso en mi interior; despacio, con pequeñas embestidas que eran acogidas por mi húmeda vagina. No pude evitar cerrar los ojos mientras nuestras manos se aferraban con fuerza sobre al almohada; unidas como pronto estarían unidos nuestros cuerpos.
Mis caderas se movían incentivadas por el aumento del ritmo que necesitaban. Buscando esa profundidad que sabía que tenía que llegar y que terminaría por completo con mi virginidad.
Gemí sintiendo como ese tope que sentía en mi interior era derribado por el pene de Leonidas que acrecentaba la intensidad de sus embestidas, rompiendo esa tela con un pequeño pinchazo en mi interior; un pequeño dolor en comparación con el placer que sentía al sentirme llena de él. Un mordisco sobre su hombro fue mi señal de que ya estaba preparada.
El juego no había hecho más que comenzar, y mi cuerpo comenzaba a ser participe de aquella pasión desatada que ambos buscábamos. Nuestras lenguas se enredaban de nuevo al tiempo que sus caricias sobre mi sexo me hacían enloquecer. Necesitaba más; quería sentirlo más adentro.
Subí las piernas sobre sus hombros quedándome totalmente expuesta a él, mientras nuestras miradas lujuriosas se encontraban. No faltó más gesto que el deseo que se atisbaba en nuestros ojos para que Leonidas me follara con fuerza, arremetiendo contra mí con duras embestidas.
Gritaba de placer a cada movimiento suyo; cada choque de su pelvis contra el interior de mis muslos me hacía gemir con avidez, mientras sus boca se apoderaba de mi endurecido pezón. Arqueé la espalda consciente de que pronto alcanzaría el clímax.
Mi dios griego se dejó caer de nuevo sobre mí, mientras mis piernas se enredaban en su cintura. Me avisaba de que él pronto alcanzaría su punto más álgido, al tiempo que me besaba con dulzura el cuello.
- Pues vayámonos los dos.- susurré antes de buscar de nuevo su boca para hacerla mía.
Necesitaba sentir su sabor mientras nuestros cuerpos buscaban esas últimas embestidas que nos harían tocar el cielo con sendas manos. Clavé mis uñas en su espalda mientras sentía como una explosión de sensaciones se abrían paso en mi interior al tiempo que un calor procedente de su miembro se esparcía en mí.
Sonreí junto a su boca, mientras el último gemido todavía resonaba en aquellas paredes.
- Creo que ya hemos "dejado" tu equipaje.- susurré divertida mientras buscaba su mirada de nuevo, haciéndola cómplice de aquel momento que acabábamos de compartir.
Menyara Chartier- Cazador Clase Media
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Re: Cruce de Caminos (Continuación) (Leonidas Kana) (+18)
Me dejé caer rendido sobre ella, aunque ligeramente de lado para no aplastarla, jadeé contra su pelo aun sintiendo como los últimos coletazos se sacudían en su interior.
Hundí mi cabeza en su pelo, oliendo aquel perfume a flores silvestres que acababa de convertirse en mi religión.
Cerré los ojos allí, acunado por sus manos que ahora sobre mi espalda me acariciaban con suma delicadeza.
No pude evitar reír a carcajadas cuando me dijo que ya habíamos dejado el equipaje, así que me deje caer ya completamente al lado de la cama mirando al techo entre risas desviando de vez en cuando mis ojos hacia ella.
-Y no sabes lo cargado que llevaba el equipaje -bromeé mordiéndome el labio inferior picaramente -me has quitado un buen peso de encima.
De nuevo las risas inundaron la habitación mientras nuestros ojos se buscaban cómplices.
-¿Crees que encontrare la ropa entre tanta arma? -pregunte mirando de soslayo el suelo de la habitación y la propia cama.
La verdad no me apetecía nada moverme de ese lecho, por mi hubiera seguido allí abrazado a ese cuerpo de escándalo que a mi lado se me antojaba en ese instante lejano.
Supongo que era mi orgullo el que me impedía reconocer que mis ganas no terminaban ahí, que por mi hubiera pasado bastante mas rato orillado a esa piel y preso de sus risas. Mas pronto recordé lo que era, la idea de un para siempre no podía cumplirse en mi caso, yo era un cazador, no uno cualquiera, eramos de la isla de Mikonos la mas peligrosa, allí pocos llegábamos a viejos, la idea de dejar una viuda no entraba entre mis planes y creo que tampoco en los de ella.
Así que me medio incorpore en busca de la ropa que por el suelo quedaba cubierta de aceros y metales varios mientras le lanzaba sus bragas divertido.
-mira, acabo de encontrar lo que te quitare de nuevo esta noche..¿después de una cena?
Era la forma mas estúpida que encontré sin rebajarme a pedirle una cita para la noche, quizás algo mas personal, no tan directo, puede que hubiéramos empezado por el final, pero la verdad me apetecía conocerla, al menos durante mi estancia en París, total ¿que peligro podía haber en darnos unos cuantos revolcones y no solo uno? Yo volvería a mi casa.
-Esta espada es la tuya -dije mientras seguía tratando de separar las armas de uno y otro en dos montones distintos -no solo hemos soltado el equipaje si no también el lastre que llevábamos encima -dije entre risas mirando la cantidad de peso que debíamos portar encima cada uno.
Hundí mi cabeza en su pelo, oliendo aquel perfume a flores silvestres que acababa de convertirse en mi religión.
Cerré los ojos allí, acunado por sus manos que ahora sobre mi espalda me acariciaban con suma delicadeza.
No pude evitar reír a carcajadas cuando me dijo que ya habíamos dejado el equipaje, así que me deje caer ya completamente al lado de la cama mirando al techo entre risas desviando de vez en cuando mis ojos hacia ella.
-Y no sabes lo cargado que llevaba el equipaje -bromeé mordiéndome el labio inferior picaramente -me has quitado un buen peso de encima.
De nuevo las risas inundaron la habitación mientras nuestros ojos se buscaban cómplices.
-¿Crees que encontrare la ropa entre tanta arma? -pregunte mirando de soslayo el suelo de la habitación y la propia cama.
La verdad no me apetecía nada moverme de ese lecho, por mi hubiera seguido allí abrazado a ese cuerpo de escándalo que a mi lado se me antojaba en ese instante lejano.
Supongo que era mi orgullo el que me impedía reconocer que mis ganas no terminaban ahí, que por mi hubiera pasado bastante mas rato orillado a esa piel y preso de sus risas. Mas pronto recordé lo que era, la idea de un para siempre no podía cumplirse en mi caso, yo era un cazador, no uno cualquiera, eramos de la isla de Mikonos la mas peligrosa, allí pocos llegábamos a viejos, la idea de dejar una viuda no entraba entre mis planes y creo que tampoco en los de ella.
Así que me medio incorpore en busca de la ropa que por el suelo quedaba cubierta de aceros y metales varios mientras le lanzaba sus bragas divertido.
-mira, acabo de encontrar lo que te quitare de nuevo esta noche..¿después de una cena?
Era la forma mas estúpida que encontré sin rebajarme a pedirle una cita para la noche, quizás algo mas personal, no tan directo, puede que hubiéramos empezado por el final, pero la verdad me apetecía conocerla, al menos durante mi estancia en París, total ¿que peligro podía haber en darnos unos cuantos revolcones y no solo uno? Yo volvería a mi casa.
-Esta espada es la tuya -dije mientras seguía tratando de separar las armas de uno y otro en dos montones distintos -no solo hemos soltado el equipaje si no también el lastre que llevábamos encima -dije entre risas mirando la cantidad de peso que debíamos portar encima cada uno.
Leonidas Kana- Cazador Clase Alta
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Re: Cruce de Caminos (Continuación) (Leonidas Kana) (+18)
Dejó su peso caer ligeramente sobre mí mientras yo acariciaba su musculosa espalda ahora más relajada. Me sentía tan plena que era imposible de explicar la paz que me invadía y que me hacía sonreír como una tonta.
Quería alargar aquel momento eternamente, aunque sabía que debíamos ponernos en marcha y cumplir mi trato de enseñarle París. Pero lo único que deseaba es quedarme día y noche enredada entre esos musculosos brazos que me hacían sentirme única.
De nuevo nuestras risas inundaron la habitación. Teníamos una forma de ser tan parecida que si conseguíamos no matarnos en el intento, eramos capaces de encajar a la perfección. Y sentirme así me asustaba.
Era consciente de lo complicada que era la vida de un cazador; la cantidad de viudas que se habían quedado en nuestro pueblo esperando la vuelta de un esposo que nunca volvió. Había decidido que jamás tendría una familia. Mi estirpe terminaría conmigo. No quería dejar a alguien derramando lágrimas por mi cabezonería y mi espíritu osado ante los peligros que nos acechaban. Y por supuesto, tampoco quería que quien me añorase fuese Leonidas. Me había dado tanto en unas solas horas, que me sentía en deuda con él.
Se incorporó mientras separaba nuestra ropa de las armas que habíamos dejado caer en el suelo. Estaba para comérselo mientras divertido separaba nuestras ropas de las armas, y a la vez éstas en dos montones.
Me lanzó mis braguitas acompañadas de un comentario de nuevo soez. Vaya, hasta los había echado de menos. Era una parte de él que me enloquecía y me encantaba. Las cogí al vuelo y le lancé una mirada divertida. ¿Me estaba invitando a cenar?
- Acepto que me invites a cenar por haberme roto los pantalones.- hice un mohín divertido mientras buscaba cómplice su mirada. Ambos sabíamos que aquello era un juego de tira y afloja en los que nos acercaba el uno al otro.- Y después...pues ya veremos lo que pasa después de unas cuantas botellas de absenta; aunque no deberías hacerte muchas ilusiones.
Quería volver a estar con él; eso sin duda. Repetir lo sucedido esa tarde hasta la saciedad. Volver a besar esos carnosos labios que se me antojaban deliciosos y excitantes.
Me percaté de que se habían manchado las sábanas con un tinte rojizo. Seguramente era lo propio después de haberle entregado a aquel dios griego mi más preciado tesoro. Esperaba que él no se diese cuenta de aquello, y poder cambiar las sábanas antes. Era un poco incómodo que supiese que yo había manchado aquello.
Lo miré de forma distinta a como lo llevaba mirando el resto del día. Algo había cambiado entre nosotros, y no sabía si para bien o para mal.
- Voy a darme una caliente y esponjosa ducha.- susurré de forma sensual mientras clavaba mis ojos en los suyos. Quería que me acompañase; deseaba seguir con las caricias debajo del agua.- Tú puedes continuar si quieres ordenando nuestro lastre.
Con una mirada lasciva desaparecí por la puerta del cuarto de baño, mientras abría el grifo del agua caliente y esperaba que apareciese por esa puerta.
Quería alargar aquel momento eternamente, aunque sabía que debíamos ponernos en marcha y cumplir mi trato de enseñarle París. Pero lo único que deseaba es quedarme día y noche enredada entre esos musculosos brazos que me hacían sentirme única.
De nuevo nuestras risas inundaron la habitación. Teníamos una forma de ser tan parecida que si conseguíamos no matarnos en el intento, eramos capaces de encajar a la perfección. Y sentirme así me asustaba.
Era consciente de lo complicada que era la vida de un cazador; la cantidad de viudas que se habían quedado en nuestro pueblo esperando la vuelta de un esposo que nunca volvió. Había decidido que jamás tendría una familia. Mi estirpe terminaría conmigo. No quería dejar a alguien derramando lágrimas por mi cabezonería y mi espíritu osado ante los peligros que nos acechaban. Y por supuesto, tampoco quería que quien me añorase fuese Leonidas. Me había dado tanto en unas solas horas, que me sentía en deuda con él.
Se incorporó mientras separaba nuestra ropa de las armas que habíamos dejado caer en el suelo. Estaba para comérselo mientras divertido separaba nuestras ropas de las armas, y a la vez éstas en dos montones.
Me lanzó mis braguitas acompañadas de un comentario de nuevo soez. Vaya, hasta los había echado de menos. Era una parte de él que me enloquecía y me encantaba. Las cogí al vuelo y le lancé una mirada divertida. ¿Me estaba invitando a cenar?
- Acepto que me invites a cenar por haberme roto los pantalones.- hice un mohín divertido mientras buscaba cómplice su mirada. Ambos sabíamos que aquello era un juego de tira y afloja en los que nos acercaba el uno al otro.- Y después...pues ya veremos lo que pasa después de unas cuantas botellas de absenta; aunque no deberías hacerte muchas ilusiones.
Quería volver a estar con él; eso sin duda. Repetir lo sucedido esa tarde hasta la saciedad. Volver a besar esos carnosos labios que se me antojaban deliciosos y excitantes.
Me percaté de que se habían manchado las sábanas con un tinte rojizo. Seguramente era lo propio después de haberle entregado a aquel dios griego mi más preciado tesoro. Esperaba que él no se diese cuenta de aquello, y poder cambiar las sábanas antes. Era un poco incómodo que supiese que yo había manchado aquello.
Lo miré de forma distinta a como lo llevaba mirando el resto del día. Algo había cambiado entre nosotros, y no sabía si para bien o para mal.
- Voy a darme una caliente y esponjosa ducha.- susurré de forma sensual mientras clavaba mis ojos en los suyos. Quería que me acompañase; deseaba seguir con las caricias debajo del agua.- Tú puedes continuar si quieres ordenando nuestro lastre.
Con una mirada lasciva desaparecí por la puerta del cuarto de baño, mientras abría el grifo del agua caliente y esperaba que apareciese por esa puerta.
Menyara Chartier- Cazador Clase Media
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Re: Cruce de Caminos (Continuación) (Leonidas Kana) (+18)
Una invitación a eso me sonaron sus provocativas palabras mientras desnuda se perdía por la puerta del baño.
-¿quieres que deje lo que me queda de equipaje? -pregunte entre risas mientras tiraba de las sabanas y su mancha carmesí haciendo un lio con ellas en mis manos para lanzaras a un lado de la habitación.
De sobra sabia que ella había visto esa mancha, mas del mismo modo era consciente de que le avergonzaría si la había visto yo, con lo cual..
Entré con una sonrisa picara en mis labios tras ella y me adentre en esa bañera de aguas cristalinas que cubría un cuerpo perfecto, la admire durante unos segundos preso de sus ojos pardos mientras iba dejando caer la poca ropa que me había dado tiempo a ponerme hasta que su proposición de un nuevo asalto me motivo mas que continuar con el absurdo empeño de colocar la ropa, sin duda con esa mujer lo mejor era quitársela.
-He quitado las sabanas, se habían manchado con el roce de los aceros de un tono grisáceo, mejor si las cambian -aseguré hundiendo mis ojos en los ajenos.
No mentiría, me había agradado muchísimo que hubiera perdido eso que la avergonzaba conmigo, quizás eso era lo que me había llevado a verla distinta, no se, era como si ahora, la imagen de esas sabanas me acompañara, así como el nerviosismo de su mirada, aquel modo en que mordió mi hombro, todo se había tornado especial, distinto, abrumadoramente real.
Introduje mi cuerpo en las cálidas aguas mientras ella me hacia un hueco a su lado, sonreí rodeándola con los brazos al tiempo que esta se acomodaba entre mis piernas posando su cabeza en mi pecho.
-¿es a esto lo que llaman el descanso del guerrero? -pregunté mientras untaba de jabona mis manos deslizándolo por sus brazos, ascendiendo por sus hombros y muriendo en sus pechos, que bajo mi contacto se erizaban y endurecían listos para un segundo asalto.
-Parece que tu cuerpo no busca ese descanso -aseguré mientras movía ligeramente mi entrepierna mostrandole que mi virilidad necesitaba sentirse dentro de nuevo, arropada por su entrepierna, caliente por sus bajos.
Tome sus glúteos alzándola despacio para clavársela en su interior, jadeó despacio sintiendo como despacio entraba mientras de mis labios escapaba un ronco gemido que golpeo su cuello agitando su cabello.
Mi mano se deslizo por su pubis asiéndola por el para moverla, tocando la entrada de su vagina que albergaba mi pene recto, podía rozar con la yema de mis dedos mi falo entrando y saliendo.
-Uffff -susurré en su oído sintiendo tan gozoso placer de nuestros cuerpos unidos en uno.
Tomé su mano con la mía para llevarla a ese lugar, para que ella también fuera consciente de esa sensación que me embriagaba, ahora trace círculos con sus dedos sobre su clítoris muy despacio, sintiendo como se masturbaba guiada por mis experimentadas manos.
-Así pequeña -susurré en su oído jadeando cada vez mas rápido.
-¿quieres que deje lo que me queda de equipaje? -pregunte entre risas mientras tiraba de las sabanas y su mancha carmesí haciendo un lio con ellas en mis manos para lanzaras a un lado de la habitación.
De sobra sabia que ella había visto esa mancha, mas del mismo modo era consciente de que le avergonzaría si la había visto yo, con lo cual..
Entré con una sonrisa picara en mis labios tras ella y me adentre en esa bañera de aguas cristalinas que cubría un cuerpo perfecto, la admire durante unos segundos preso de sus ojos pardos mientras iba dejando caer la poca ropa que me había dado tiempo a ponerme hasta que su proposición de un nuevo asalto me motivo mas que continuar con el absurdo empeño de colocar la ropa, sin duda con esa mujer lo mejor era quitársela.
-He quitado las sabanas, se habían manchado con el roce de los aceros de un tono grisáceo, mejor si las cambian -aseguré hundiendo mis ojos en los ajenos.
No mentiría, me había agradado muchísimo que hubiera perdido eso que la avergonzaba conmigo, quizás eso era lo que me había llevado a verla distinta, no se, era como si ahora, la imagen de esas sabanas me acompañara, así como el nerviosismo de su mirada, aquel modo en que mordió mi hombro, todo se había tornado especial, distinto, abrumadoramente real.
Introduje mi cuerpo en las cálidas aguas mientras ella me hacia un hueco a su lado, sonreí rodeándola con los brazos al tiempo que esta se acomodaba entre mis piernas posando su cabeza en mi pecho.
-¿es a esto lo que llaman el descanso del guerrero? -pregunté mientras untaba de jabona mis manos deslizándolo por sus brazos, ascendiendo por sus hombros y muriendo en sus pechos, que bajo mi contacto se erizaban y endurecían listos para un segundo asalto.
-Parece que tu cuerpo no busca ese descanso -aseguré mientras movía ligeramente mi entrepierna mostrandole que mi virilidad necesitaba sentirse dentro de nuevo, arropada por su entrepierna, caliente por sus bajos.
Tome sus glúteos alzándola despacio para clavársela en su interior, jadeó despacio sintiendo como despacio entraba mientras de mis labios escapaba un ronco gemido que golpeo su cuello agitando su cabello.
Mi mano se deslizo por su pubis asiéndola por el para moverla, tocando la entrada de su vagina que albergaba mi pene recto, podía rozar con la yema de mis dedos mi falo entrando y saliendo.
-Uffff -susurré en su oído sintiendo tan gozoso placer de nuestros cuerpos unidos en uno.
Tomé su mano con la mía para llevarla a ese lugar, para que ella también fuera consciente de esa sensación que me embriagaba, ahora trace círculos con sus dedos sobre su clítoris muy despacio, sintiendo como se masturbaba guiada por mis experimentadas manos.
-Así pequeña -susurré en su oído jadeando cada vez mas rápido.
Leonidas Kana- Cazador Clase Alta
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Re: Cruce de Caminos (Continuación) (Leonidas Kana) (+18)
Mi Dios griego no se hizo de rogar, pues tardó en aparecer por la puerta lo mismo que yo en llenar la bañara y meterme en ella, mientras me deleitaba con la visión del escultural cuerpo del hombre que acababa de entrar.
Lo recibí con una cálida sonrisa mientras él me miraba con picardía al tiempo que se quitaba la poca ropa que llevaba puesta; haciéndole un hueco en la bañera para poder disfrutar de aquel relajante baño juntos.
- ¿Es que aún te queda equipaje por descargar?- sonreí con picardía.- Yo pensaba que lo habías dejado todo en el suelo al entrar en la habitación.
Bajé la mirada mientras observaba mis manos a través de las transparentes aguas cuando escuché la excusa buscada por Leonidas para justificar el cambio de las sábanas. Sabía la verdadera razón por la que lo había hecho, y de nuevo ese gesto de respeto hacia mí me llenó por completo. ¿Era posible que fuese tan borde y tierno al mismo tiempo? Era la cara de la misma moneda que anhelaba como si fuese mi mayor tesoro.
Levanté la vista en cuanto comenzó a introducirse en la bañera tras de mí, acogiéndome entre sus musculosas piernas. Me sentía feliz. Demasiado feliz para el poco tiempo que lo conocía. Pero es que él sacaba lo mejor de mí; había conseguido calmar esa rabia que sentía, y ahora solo estábamos nosotros; sin tapujos, sin máscaras.
Comenzó a frotarme suavemente los brazos con sus manos enjabonadas mientras yo apoyaba la cabeza en su pecho. Podría acostumbrarme a aquello, pensé. Pero no debía; no sería justo para ninguno. Aunque sus caricias me envolvían de tal manera que me era imposible no sucumbir a ellas.
- Yo no necesito descanso. Eso es para los cobardes.- jadeé mientras mi cuerpo comenzaba a responder a sus caricias y mis endurecido pezones me delataban.
Sonreí satisfecha al sentir su miembro golpearme ligeramente la espalda. Al parecer yo no era la única que no necesitaba descanso. Nuestros cuerpos nos pedían a gritos volver a unirse en uno.
Me levantó con cuidado, colocándome sobre él. Sentí como su pene se abría paso lentamente, con calma; buscando ese camino que solo él había recorrido, y que en esos momentos dudaba que fuese a recorrer nadie más.
Lo deseaba. Deseaba ser suya por encima de todo, no solo ahora; no solo los días que nuestros caminos coincidiesen en París. Necesitaba por encima de todo compartir con él mucho más que eso.
Jadeé al escuchar el sonido ronco que salía de sus garganta mientras me llenaba con su miembro. Sentía las paredes de mi sexo acoplarse a él como sí nuestros destinos estuviesen unidos en aquel acto que me desarmaba por completo.
Su mano me deleitaba con suaves movimientos alrededor del centro de mi deseo, y mis gemidos se tornaron más fuertes. Me hacía enloquecer hasta no poder más.
Entonces nuestras manos se unieron, y se juntaron en el mismo lugar donde nuestros sexos se rozaban sin parar. Entrando y saliendo en aquellas envestidas que iban volviéndose más rítmicas.
Era excitante sentir su polla también rozando mi mano al tiempo que me penetraba con frenesí.
Arqueé mi espalda sintiendo como sus embestidas me llevaban al climax y jadeé con fuerza mientras mis manos se aferraban a la bañera buscando con el movimiento de mis caderas la total penetración. Quería sentirlo hasta el fondo. Que llenase todo mi ser.
Me puse de pie en la bañera, girándome para mirarle a los ojos. Unos ojos que me decían que me deseaban.
Sonreí con picardía y me arrodillé ante él, cogiendo su pene entre mis manos mientras mi mirada seguía clavada en la suya. Quería ver la lujuria en sus ojos mientras mi boca prisionero su miembro.
Cerré los ojos mientras saboreaba su glande, succionando con cuidado mientras mis manos movía el resto arriba y abajo; despacio, sin prisas.
Quería sentir cada segundo de aquel encuentro en el que parecía tocar el cielo. Estar con él era mejor que estar en el cielo, pensé.
Abrí los ojos para mirarlo de nuevo, y nuestras cómplices miradas se encontraron. ¿Lo estaría haciendo bien?
-Quería probar tu cacahuete.- sonreí divertida mientras pasaba mi lengua por su glande con lujuria.
Lo recibí con una cálida sonrisa mientras él me miraba con picardía al tiempo que se quitaba la poca ropa que llevaba puesta; haciéndole un hueco en la bañera para poder disfrutar de aquel relajante baño juntos.
- ¿Es que aún te queda equipaje por descargar?- sonreí con picardía.- Yo pensaba que lo habías dejado todo en el suelo al entrar en la habitación.
Bajé la mirada mientras observaba mis manos a través de las transparentes aguas cuando escuché la excusa buscada por Leonidas para justificar el cambio de las sábanas. Sabía la verdadera razón por la que lo había hecho, y de nuevo ese gesto de respeto hacia mí me llenó por completo. ¿Era posible que fuese tan borde y tierno al mismo tiempo? Era la cara de la misma moneda que anhelaba como si fuese mi mayor tesoro.
Levanté la vista en cuanto comenzó a introducirse en la bañera tras de mí, acogiéndome entre sus musculosas piernas. Me sentía feliz. Demasiado feliz para el poco tiempo que lo conocía. Pero es que él sacaba lo mejor de mí; había conseguido calmar esa rabia que sentía, y ahora solo estábamos nosotros; sin tapujos, sin máscaras.
Comenzó a frotarme suavemente los brazos con sus manos enjabonadas mientras yo apoyaba la cabeza en su pecho. Podría acostumbrarme a aquello, pensé. Pero no debía; no sería justo para ninguno. Aunque sus caricias me envolvían de tal manera que me era imposible no sucumbir a ellas.
- Yo no necesito descanso. Eso es para los cobardes.- jadeé mientras mi cuerpo comenzaba a responder a sus caricias y mis endurecido pezones me delataban.
Sonreí satisfecha al sentir su miembro golpearme ligeramente la espalda. Al parecer yo no era la única que no necesitaba descanso. Nuestros cuerpos nos pedían a gritos volver a unirse en uno.
Me levantó con cuidado, colocándome sobre él. Sentí como su pene se abría paso lentamente, con calma; buscando ese camino que solo él había recorrido, y que en esos momentos dudaba que fuese a recorrer nadie más.
Lo deseaba. Deseaba ser suya por encima de todo, no solo ahora; no solo los días que nuestros caminos coincidiesen en París. Necesitaba por encima de todo compartir con él mucho más que eso.
Jadeé al escuchar el sonido ronco que salía de sus garganta mientras me llenaba con su miembro. Sentía las paredes de mi sexo acoplarse a él como sí nuestros destinos estuviesen unidos en aquel acto que me desarmaba por completo.
Su mano me deleitaba con suaves movimientos alrededor del centro de mi deseo, y mis gemidos se tornaron más fuertes. Me hacía enloquecer hasta no poder más.
Entonces nuestras manos se unieron, y se juntaron en el mismo lugar donde nuestros sexos se rozaban sin parar. Entrando y saliendo en aquellas envestidas que iban volviéndose más rítmicas.
Era excitante sentir su polla también rozando mi mano al tiempo que me penetraba con frenesí.
Arqueé mi espalda sintiendo como sus embestidas me llevaban al climax y jadeé con fuerza mientras mis manos se aferraban a la bañera buscando con el movimiento de mis caderas la total penetración. Quería sentirlo hasta el fondo. Que llenase todo mi ser.
Me puse de pie en la bañera, girándome para mirarle a los ojos. Unos ojos que me decían que me deseaban.
Sonreí con picardía y me arrodillé ante él, cogiendo su pene entre mis manos mientras mi mirada seguía clavada en la suya. Quería ver la lujuria en sus ojos mientras mi boca prisionero su miembro.
Cerré los ojos mientras saboreaba su glande, succionando con cuidado mientras mis manos movía el resto arriba y abajo; despacio, sin prisas.
Quería sentir cada segundo de aquel encuentro en el que parecía tocar el cielo. Estar con él era mejor que estar en el cielo, pensé.
Abrí los ojos para mirarlo de nuevo, y nuestras cómplices miradas se encontraron. ¿Lo estaría haciendo bien?
-Quería probar tu cacahuete.- sonreí divertida mientras pasaba mi lengua por su glande con lujuria.
Menyara Chartier- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 12/08/2016
Localización : París
Re: Cruce de Caminos (Continuación) (Leonidas Kana) (+18)
Eché la cabeza hacia atrás cuando su mano aferro mi falo para que sus labios lujuriosos calientes y mojados se deslizaran lentamente por el.
Jadeé con fuerza dejando escapar el aire de forma entrecortada por le placer que me estaba dando en ese instante.
Sonreí al escuchar su comentario ,mas pronto mi sonrisa se torno un gemido ronco, no me daba tregua, y yo no la quería, sentía como mi polla se mojaba no solo por su saliva.
-Si sigues pelandolo encontraras premio -susurré con la voz ronca sin poder dejar de gemir entre cada palabra.
Lleve mi mano a su pelo para guiarla, para que tomara mas velocidad, quería metersela entera en la boca, dios que bien lo estaba haciendo, me estaba volviendo loco.
Nuestros ojos se encontraron, los míos oscurecidos por la lujuria los suyos brillantes de placer, tome su mano de nuevo acercándosela a su sexo, para junto a mis dedos trazar juntos pequeños y paridos círculos alrededor de su clítoris, gruñí al sentir como su ritmo se incrementaba mientras jadeaba contra mi polla.
Deje de nuevo caer la cabeza emitiendo un gruñido, ese que estaba al borde de llevarme al cielo con su boca.
Mire de reojo como se introducía los dedos moviendolos en su interior sin dejar de chupármela.
¿de verdad era virgen? No era posible, sabia que hacer para llevarme al borde de la locura.
Deje escapar el aire de forma ronca mientras la miraba masturbarse y chupármela con un frenético ritmo, gruñí al sentir como mi falo vibraba en su boca llenándola de mi, relamió sus labios, antes de limpiar mi virilidad entre jadeos.
Sonreí extenuado dejándome por un momento reposar sobre la pared de aquella bañera con los ojos cerrados.
Esa mujer me acababa de hacer por segunda vez alcanzar le cielo y el infierno , me había convertido en fuego dentro del agua y para mis oídos oírla gruñir mientras se masturbaba se estaba convirtiendo en la forma mas excitante de acabar un polvo después de una inmejorable corrida.
Tome su mano para alzarla, sonriendo de medio lado mientras ahora era yo quien me aproximaba a su vagina, a esos labios inferiores que calientes y húmedos pronto albergaron a mi lengua que con sus dedos chocaba huntandose de ella, apoderándose de su clítoris que lamí y succione sin darle tregua mientras la oía gemir, gruñir, grita.
Sentí como sus piernas se tambaleaban, sus dedos paraban y un grito de puro placer ronco y alto escapaba de sus labios para caer de nuevo dentro del agua.
La sustente entre mis brazos orillandola a mi cuerpo mientras mis dedos traviesos se paseaban por su espalda.
Jadeé con fuerza dejando escapar el aire de forma entrecortada por le placer que me estaba dando en ese instante.
Sonreí al escuchar su comentario ,mas pronto mi sonrisa se torno un gemido ronco, no me daba tregua, y yo no la quería, sentía como mi polla se mojaba no solo por su saliva.
-Si sigues pelandolo encontraras premio -susurré con la voz ronca sin poder dejar de gemir entre cada palabra.
Lleve mi mano a su pelo para guiarla, para que tomara mas velocidad, quería metersela entera en la boca, dios que bien lo estaba haciendo, me estaba volviendo loco.
Nuestros ojos se encontraron, los míos oscurecidos por la lujuria los suyos brillantes de placer, tome su mano de nuevo acercándosela a su sexo, para junto a mis dedos trazar juntos pequeños y paridos círculos alrededor de su clítoris, gruñí al sentir como su ritmo se incrementaba mientras jadeaba contra mi polla.
Deje de nuevo caer la cabeza emitiendo un gruñido, ese que estaba al borde de llevarme al cielo con su boca.
Mire de reojo como se introducía los dedos moviendolos en su interior sin dejar de chupármela.
¿de verdad era virgen? No era posible, sabia que hacer para llevarme al borde de la locura.
Deje escapar el aire de forma ronca mientras la miraba masturbarse y chupármela con un frenético ritmo, gruñí al sentir como mi falo vibraba en su boca llenándola de mi, relamió sus labios, antes de limpiar mi virilidad entre jadeos.
Sonreí extenuado dejándome por un momento reposar sobre la pared de aquella bañera con los ojos cerrados.
Esa mujer me acababa de hacer por segunda vez alcanzar le cielo y el infierno , me había convertido en fuego dentro del agua y para mis oídos oírla gruñir mientras se masturbaba se estaba convirtiendo en la forma mas excitante de acabar un polvo después de una inmejorable corrida.
Tome su mano para alzarla, sonriendo de medio lado mientras ahora era yo quien me aproximaba a su vagina, a esos labios inferiores que calientes y húmedos pronto albergaron a mi lengua que con sus dedos chocaba huntandose de ella, apoderándose de su clítoris que lamí y succione sin darle tregua mientras la oía gemir, gruñir, grita.
Sentí como sus piernas se tambaleaban, sus dedos paraban y un grito de puro placer ronco y alto escapaba de sus labios para caer de nuevo dentro del agua.
La sustente entre mis brazos orillandola a mi cuerpo mientras mis dedos traviesos se paseaban por su espalda.
Leonidas Kana- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 12/08/2016
Re: Cruce de Caminos (Continuación) (Leonidas Kana) (+18)
Sonreí satisfecha cuando los gemidos de Leonidas me demostraban mi correcta actuación con su pene, mientras mi lengua dibujaba mis labios saboreando su esencia. Su excitación me estimulaba sobremanera; ya no buscaba el placer propio, sino el placer de aquel hombre que se estaba convirtiendo en mi mejor premio.
- Me encantan los premios.- contesté mientras mi lujuriosa mirada se clavaba en la suya durante unos instantes antes de continuar con lo que me pedía con sus palabras.
Quería hacerle estremecerse de placer con mi boca; profundizando más la succión mientras sus manos guiaban mi cabeza marcando un ritmo frenético, saboreando cada parte de su endurecida polla que vibraba en el interior de mi garganta, al tiempo que seguía con el movimiento marcado por mi mano. Acariciando con la lengua esa parte de su anatomía tan preciada y que deseaba que fuese mía para siempre.
Su mano buscó la mía, mientras ambas unidas se acercaban al centro de mi deseo. Con destreza fue enseñándome a mover mis dedos junto a los suyos que rozaba a mi clítoris hasta el punto de hacer gemir de pura excitación.
Esa excitación que crecía en mí y que me hacía sacar mis instintos más primitivos. Jadeaba sin cuartel, presa de aquella sensación que me producía un inmenso beneplácito. Introduje dos dedos en mi húmeda vagina que deseaba ser penetrada de nuevo; aunque ahora mi empeño estaba dedicado en su totalidad a los gemidos de Leonidas, que me indicaban que en breve recibiría mi recompensa.
No sentía pudor con él, algo que me contrariaba. Había surgido de pronto una confianza entre nosotros que dudaba que pudiera encontrar en nadie más. Sabía lo prudente que había sido con mi secreto, como en ningún momento lo había utilizado en nuestras bromas, y aquel acto de complicidad me había hecho sentirme segura a su lado. Sabía que junto a él no habría críticas; ninguno nos juzgaríamos por lo que sucediese y eso me hacía sentirme feliz. Podía ser con él yo misma; hecho que no me pasaba con nadie más.
Su polla se sacudió con fuerza mientras se corría en mi boca al tiempo que sus gemidos roncos inundaban las paredes de aquel cuarto de baño que guardaría nuestro secreto. Aquel era su sabor; un sabor que relamí cuando escapaba de mis labios. No quería perderme ninguna parte de él, mientras yo seguía masturbándome con frenesí frente a su devoradora mirada.
Sabía que le excitaba, sus ojos me lo decían mientras yo me exponía a él sin vergüenza. Me había entregado de tal forma a aquel hombre que me sentía totalmente suya.
Tomándome de la mano que tenía libre me puso en pie, al tiempo que yo seguía introduciendo y sacando mis dedos de mi vagina a un ritmo vertiginoso. Sintiendo ahora fuera del agua como las paredes de ésta se aferraban a mis dedos haciendo gemir. Pero si pensaba que aquello era placer es porque no me imaginaba lo que venía a continuación.
La boca de mi dios griego se apoderó de mi clitorís haciéndome jadear sin tregua. Su maravillosa lengua me martirizaba y excitaba a partes iguales al tiempo que mis dedos vibraban en mi interior.
¿Había algo en lo que Leo no fuese perfecto? Sabía como hacerme tocar el cielo con ambas manos, y eso que solo estaba utilizando la lengua.
Grité de placer, con unos gritos y gemidos que debían de haberse escuchado desde la otra parte de París, cuando sentí que alcanzaba el orgasmo y que mis dedos se impregnaban de un líquido caliente y lubricado. El premio de Leonidas, pensé.
Mis piernas me fallaron extenuadas por la tensión de aquel clímax que había sido inaudito, y caí de nuevo a las cálidas aguas de la bañera donde Leonidas me esperaba.
Me recosté sobre su pecho, apoyando la cabeza ladeada sobre su corazón. Un corazón que deseaba que fuese mío. Sus dedos acariciaban con mimo mi espalda mientras mi mano hacía lo propio en su pecho.
- Creo que ahora si necesito el descanso del guerrero.- sonreí mientras mis labios buscaban los suyos en un profundo beso, para después continuar en esa postura que se me antojaba el paraíso.
- Me encantan los premios.- contesté mientras mi lujuriosa mirada se clavaba en la suya durante unos instantes antes de continuar con lo que me pedía con sus palabras.
Quería hacerle estremecerse de placer con mi boca; profundizando más la succión mientras sus manos guiaban mi cabeza marcando un ritmo frenético, saboreando cada parte de su endurecida polla que vibraba en el interior de mi garganta, al tiempo que seguía con el movimiento marcado por mi mano. Acariciando con la lengua esa parte de su anatomía tan preciada y que deseaba que fuese mía para siempre.
Su mano buscó la mía, mientras ambas unidas se acercaban al centro de mi deseo. Con destreza fue enseñándome a mover mis dedos junto a los suyos que rozaba a mi clítoris hasta el punto de hacer gemir de pura excitación.
Esa excitación que crecía en mí y que me hacía sacar mis instintos más primitivos. Jadeaba sin cuartel, presa de aquella sensación que me producía un inmenso beneplácito. Introduje dos dedos en mi húmeda vagina que deseaba ser penetrada de nuevo; aunque ahora mi empeño estaba dedicado en su totalidad a los gemidos de Leonidas, que me indicaban que en breve recibiría mi recompensa.
No sentía pudor con él, algo que me contrariaba. Había surgido de pronto una confianza entre nosotros que dudaba que pudiera encontrar en nadie más. Sabía lo prudente que había sido con mi secreto, como en ningún momento lo había utilizado en nuestras bromas, y aquel acto de complicidad me había hecho sentirme segura a su lado. Sabía que junto a él no habría críticas; ninguno nos juzgaríamos por lo que sucediese y eso me hacía sentirme feliz. Podía ser con él yo misma; hecho que no me pasaba con nadie más.
Su polla se sacudió con fuerza mientras se corría en mi boca al tiempo que sus gemidos roncos inundaban las paredes de aquel cuarto de baño que guardaría nuestro secreto. Aquel era su sabor; un sabor que relamí cuando escapaba de mis labios. No quería perderme ninguna parte de él, mientras yo seguía masturbándome con frenesí frente a su devoradora mirada.
Sabía que le excitaba, sus ojos me lo decían mientras yo me exponía a él sin vergüenza. Me había entregado de tal forma a aquel hombre que me sentía totalmente suya.
Tomándome de la mano que tenía libre me puso en pie, al tiempo que yo seguía introduciendo y sacando mis dedos de mi vagina a un ritmo vertiginoso. Sintiendo ahora fuera del agua como las paredes de ésta se aferraban a mis dedos haciendo gemir. Pero si pensaba que aquello era placer es porque no me imaginaba lo que venía a continuación.
La boca de mi dios griego se apoderó de mi clitorís haciéndome jadear sin tregua. Su maravillosa lengua me martirizaba y excitaba a partes iguales al tiempo que mis dedos vibraban en mi interior.
¿Había algo en lo que Leo no fuese perfecto? Sabía como hacerme tocar el cielo con ambas manos, y eso que solo estaba utilizando la lengua.
Grité de placer, con unos gritos y gemidos que debían de haberse escuchado desde la otra parte de París, cuando sentí que alcanzaba el orgasmo y que mis dedos se impregnaban de un líquido caliente y lubricado. El premio de Leonidas, pensé.
Mis piernas me fallaron extenuadas por la tensión de aquel clímax que había sido inaudito, y caí de nuevo a las cálidas aguas de la bañera donde Leonidas me esperaba.
Me recosté sobre su pecho, apoyando la cabeza ladeada sobre su corazón. Un corazón que deseaba que fuese mío. Sus dedos acariciaban con mimo mi espalda mientras mi mano hacía lo propio en su pecho.
- Creo que ahora si necesito el descanso del guerrero.- sonreí mientras mis labios buscaban los suyos en un profundo beso, para después continuar en esa postura que se me antojaba el paraíso.
Menyara Chartier- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 12/08/2016
Localización : París
Re: Cruce de Caminos (Continuación) (Leonidas Kana) (+18)
Sonreí al escuchar aquella frase mientras la acomodaba entre mis piernas permitiendo que su cabeza descansara sobre mi pecho.
Cerré los ojos reposando la cabeza en el borde de la bañera, si el paraíso tenia nombre de llamaba hostal y si tenia una diosa ahora reposaba extenuada entre mis piernas.
Sonreí complacido por la forma en la que por dos veces habíamos “dejado el equipaje” y después “desecho el mismo”
Mientras dejaba escapar por mis labios mi ajetreada respiración que poco a poco se tornaba mas serena, mis dedos se paseaban por su espalda lentamente, mojándose una y otra vez con el caliente agua, aquella sensación era única, guarde silencio porque no había nada, ninguna palabra que pudiera mejorar el momento.
Poco a poco mis manos cedieron hundiéndose en el agua mientras mi cabeza se ladeaba. Agotado el sueño me reclamaba, demasiado largo viaje para este marinero, mas sin duda la atracada en puerto y el recibimiento de Afrodita en su morada me había llevado inevitablemente a que Morfeo me llevara a las tibias aguas de Poseidon para dar ahora si el descanso a este guerrero.
No se el tiempo que permanecí dormido ,mas cuando abrí los ojos ella ya no estaba, alce los ojos buscándola, por un momento temiendo que su presencia tan solo hubiera sido eso, el sueño efímero de un guerrero cansado, la visión de un oasis en un desierto, mas sonreí de medio lado cuando con una toalla volvía a mi encuentro.
Saque de allí mi cuerpo sin ningún tipo de pudor para acercarme nuevamente a esa diosa que se me antojaba en ese instante el centro de mi universo, aunque por supuesto no se lo reconocería jamas.
Y deje que con sus manos me arropara con esa toalla mientras sacudía el pelo juguetón para mojarla.
-No se te ocurra enamorarte de este idiota -le advertí como una mas de esa inmensidad de bromas que le gastaba, mas en el fondo una parte de verdad albergaba.
Yo tenia claro que moriría joven, posiblemente demasiado joven para dejar viuda e hijos esperándome en mi morada, no quería que algún día esos ojos soltaran ni una lagrima por mi, su presencia me encantaba, todo de lo poco que conocía de ella me orillaba a ella sin descanso, mas solo podía ser eso, una efímera noche de verano
-Creo que ha llegado el momento de pertrecharnos con las armas y salir a silbar a Seth.
Esperaba que mientras yo pasaba un buen rato dejando “el equipaje” el hubiera conseguido alguna pista que seguir.
Cerré los ojos reposando la cabeza en el borde de la bañera, si el paraíso tenia nombre de llamaba hostal y si tenia una diosa ahora reposaba extenuada entre mis piernas.
Sonreí complacido por la forma en la que por dos veces habíamos “dejado el equipaje” y después “desecho el mismo”
Mientras dejaba escapar por mis labios mi ajetreada respiración que poco a poco se tornaba mas serena, mis dedos se paseaban por su espalda lentamente, mojándose una y otra vez con el caliente agua, aquella sensación era única, guarde silencio porque no había nada, ninguna palabra que pudiera mejorar el momento.
Poco a poco mis manos cedieron hundiéndose en el agua mientras mi cabeza se ladeaba. Agotado el sueño me reclamaba, demasiado largo viaje para este marinero, mas sin duda la atracada en puerto y el recibimiento de Afrodita en su morada me había llevado inevitablemente a que Morfeo me llevara a las tibias aguas de Poseidon para dar ahora si el descanso a este guerrero.
No se el tiempo que permanecí dormido ,mas cuando abrí los ojos ella ya no estaba, alce los ojos buscándola, por un momento temiendo que su presencia tan solo hubiera sido eso, el sueño efímero de un guerrero cansado, la visión de un oasis en un desierto, mas sonreí de medio lado cuando con una toalla volvía a mi encuentro.
Saque de allí mi cuerpo sin ningún tipo de pudor para acercarme nuevamente a esa diosa que se me antojaba en ese instante el centro de mi universo, aunque por supuesto no se lo reconocería jamas.
Y deje que con sus manos me arropara con esa toalla mientras sacudía el pelo juguetón para mojarla.
-No se te ocurra enamorarte de este idiota -le advertí como una mas de esa inmensidad de bromas que le gastaba, mas en el fondo una parte de verdad albergaba.
Yo tenia claro que moriría joven, posiblemente demasiado joven para dejar viuda e hijos esperándome en mi morada, no quería que algún día esos ojos soltaran ni una lagrima por mi, su presencia me encantaba, todo de lo poco que conocía de ella me orillaba a ella sin descanso, mas solo podía ser eso, una efímera noche de verano
-Creo que ha llegado el momento de pertrecharnos con las armas y salir a silbar a Seth.
Esperaba que mientras yo pasaba un buen rato dejando “el equipaje” el hubiera conseguido alguna pista que seguir.
Leonidas Kana- Cazador Clase Alta
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Re: Cruce de Caminos (Continuación) (Leonidas Kana) (+18)
Sus caricias relajaban mi extenuado cuerpo que ahora bajo esas cálidas aguas parecía encontrarse flotando en una nube. ¿Habría una palabra que definiese aquello que sentía en esos momentos? Porque "felicidad" se me antojaba corto para describir aquello que llenaba mi ser con total plenitud.
Podía escuchar los suaves latidos de su corazón, que parecía apaciguarse tras aquella dulce batalla en la que nuestros cuerpos se habían encontrado. ¿Sería algún día mío ese corazón? Negué con la cabeza. Sabía que no debía serlo. Ambos éramos cazadores, y aunque otros tenía familia e hijos, había vivido demasiadas pérdidas como para ser tan egoísta y llevar a alguien a quien amaba a sufrir por mí de esa manera.
Más una duda asolaba mi corazón. ¿Y si fuese posible? ¿Y si fuese capaz de encontrar a ese alguien por quien no me importase cambiar de opinión? ¿Por la que mi vuelta a casa después de la batalla cambiase su significado? Y la pregunta más complicada de todas..¿Y si ese alguien era el dios griego sobre el que mi cuerpo descansaba?
Levanté la vista para mirarlo, y sonreí con dulzura al comprobar que se había quedado dormido sin darse cuenta. Era el hombre ideal. Guapo, divertido, borde, exasperarte y al mismo tiempo tierno y cariñoso...solo él había encontrado ese equilibrio en mí entre el odio y el amor.¿Acababa de decir amor? Madre mía...hasta mi propia mente me jugaba malas pasadas.
Me levanté con cuidado de no despertarlo y salí de la bañera en busca de toallas con las que secarnos, que si no recordaba mal las había dejado encima de la cómoda donde estaban mis útiles de aseo, y que después del arrebato de mi dios griego debían estar por los suelos. Sonreí divertida al recordar nuestra entrada en la habitación.
Para cuando volví, Leo buscaba algo en el cuarto de baño. ¿Acaso pensaba que lo había abandonado? Me acerqué a él envuelta en una de las toallas, mientras que con la otra rodeaba su escultural cuerpo, no sin antes echarle un último vistazo rápido, arropándolo como si fuese un niño pequeño al que deseaba cuidar.
- No te preocupes por eso. Creo que hay las mismas posibilidades de que me enamore de ti como tú de mí.- contesté con picardía mientras depositaba un rápido beso en sus labios antes de darle un juguetón palo en el culo y salir hacia la habitación. Aunque, ¿y si era demasiado tarde para su advertencia? ¿y si me había enamorado ya de él?
Sonreí al ver toda la artillería que portaban nuestros cuerpos esparcidas por el suelo. Si hubiésemos tenido que rellenar papeles por todo aquello pasaríamos nuestros siguientes cinco años en la aduana del puerto.
Se aproximó a mí desde atrás, rodeándome con sus brazos.
- Al menos podrás decirle a tu hermano que soy una magnífica guía.- bromeé mientras me giraba pegando nuestros cuerpos y buscando esa mirada cómplice que había hecho presencia desde que habíamos entrado en aquella habitación.- He cuidado de ti y no te has metido en líos. Imagino que todo eso tendrá una recompensa..¿no?
Lo miré divertida. Era cierto que no se había metido en líos, aunque si entre mis piernas. ¿Había mejor recompensa que haberlo sentido en mi interior? Lo dudada. Deseaba tanto a aquel hombre que me daba miedo reconocerlo.
- Con cenar contigo me vale como agradecimiento.- susurré mientras me quitaba la toalla, quedándome desnuda ante sus ojos. Debía vestirme..aunque..¿y si había un tercer asalto?
Podía escuchar los suaves latidos de su corazón, que parecía apaciguarse tras aquella dulce batalla en la que nuestros cuerpos se habían encontrado. ¿Sería algún día mío ese corazón? Negué con la cabeza. Sabía que no debía serlo. Ambos éramos cazadores, y aunque otros tenía familia e hijos, había vivido demasiadas pérdidas como para ser tan egoísta y llevar a alguien a quien amaba a sufrir por mí de esa manera.
Más una duda asolaba mi corazón. ¿Y si fuese posible? ¿Y si fuese capaz de encontrar a ese alguien por quien no me importase cambiar de opinión? ¿Por la que mi vuelta a casa después de la batalla cambiase su significado? Y la pregunta más complicada de todas..¿Y si ese alguien era el dios griego sobre el que mi cuerpo descansaba?
Levanté la vista para mirarlo, y sonreí con dulzura al comprobar que se había quedado dormido sin darse cuenta. Era el hombre ideal. Guapo, divertido, borde, exasperarte y al mismo tiempo tierno y cariñoso...solo él había encontrado ese equilibrio en mí entre el odio y el amor.¿Acababa de decir amor? Madre mía...hasta mi propia mente me jugaba malas pasadas.
Me levanté con cuidado de no despertarlo y salí de la bañera en busca de toallas con las que secarnos, que si no recordaba mal las había dejado encima de la cómoda donde estaban mis útiles de aseo, y que después del arrebato de mi dios griego debían estar por los suelos. Sonreí divertida al recordar nuestra entrada en la habitación.
Para cuando volví, Leo buscaba algo en el cuarto de baño. ¿Acaso pensaba que lo había abandonado? Me acerqué a él envuelta en una de las toallas, mientras que con la otra rodeaba su escultural cuerpo, no sin antes echarle un último vistazo rápido, arropándolo como si fuese un niño pequeño al que deseaba cuidar.
- No te preocupes por eso. Creo que hay las mismas posibilidades de que me enamore de ti como tú de mí.- contesté con picardía mientras depositaba un rápido beso en sus labios antes de darle un juguetón palo en el culo y salir hacia la habitación. Aunque, ¿y si era demasiado tarde para su advertencia? ¿y si me había enamorado ya de él?
Sonreí al ver toda la artillería que portaban nuestros cuerpos esparcidas por el suelo. Si hubiésemos tenido que rellenar papeles por todo aquello pasaríamos nuestros siguientes cinco años en la aduana del puerto.
Se aproximó a mí desde atrás, rodeándome con sus brazos.
- Al menos podrás decirle a tu hermano que soy una magnífica guía.- bromeé mientras me giraba pegando nuestros cuerpos y buscando esa mirada cómplice que había hecho presencia desde que habíamos entrado en aquella habitación.- He cuidado de ti y no te has metido en líos. Imagino que todo eso tendrá una recompensa..¿no?
Lo miré divertida. Era cierto que no se había metido en líos, aunque si entre mis piernas. ¿Había mejor recompensa que haberlo sentido en mi interior? Lo dudada. Deseaba tanto a aquel hombre que me daba miedo reconocerlo.
- Con cenar contigo me vale como agradecimiento.- susurré mientras me quitaba la toalla, quedándome desnuda ante sus ojos. Debía vestirme..aunque..¿y si había un tercer asalto?
Menyara Chartier- Cazador Clase Media
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Re: Cruce de Caminos (Continuación) (Leonidas Kana) (+18)
Reí cuando escuche a Menyara pedirme decir que era una buena guía, que debería decírselo a mi hermano, para obtener una buena recompensa.
-Claro, voy a contarle como me has guiado al lugar recóndito que guardas entre tus piernas -susurré pegándome de nuevo a ella mientras la toalla se escurría de forma voluntaria entre mis manos.
-Hemos “dejado el equipaje” lo hemos “desecho” y ahora que te parece si lo “colocamos” total Seth puede seguir husmeando mientras tu y yo hacemos cosas de mayores -bromee guiándola hacia el lecho para volver a tumbarnos entre risas sobre un colchón desnudo.
Recorrí con mis labios los suyos, trazando con mi lengua el perfil de su curvatura, deliciosa, exquisita, digna de una diosa.
-¿de donde has salido? -pregunté consciente de que jamas me había sentido tan atraído por nadie.
Mi virilidad no tardo en alzarse salvaje de nuevo entre sus piernas, deseosa de ese tercer asalto que parecía estábamos a punto de comenzar.
Mi boca acaricio su mandíbula, arrastrando por ella mis dientes que trazaban con cada movimiento su piel entre jadeos.
Deslice mis labios por su cuello, largo, delicioso, con ese placentero olor a jabón, agua y a mi.
Mi boca bajo hasta sus pechos para succionarlos, apoderándome de cada resquicio de sus turgentes senos que contra mi boca se endurecían excitados.
Seguí gateando hacia atrás para concentrarme en su ombligo, esa pequeña cueva en la que me centre ansioso, introduciendo mi lengua en ella para después trazar con mis dientes pequeños mosquitos por su alrededor.
Alcé los ojos dispuesto a bajar hasta el monte de venus, ese lugar donde mi diosa residía y que con sus jadeos parecía animarme a descubrir su morada.
Un lametazo entre sus bajos labios fue el modo en el que llame a la puerta, ese modo que la hizo sacudir su cuerpo ansioso de mas.
Despacio abrí sus piernas hundiendo lentamente mi lengua entre sus labios hasta alcanzar ese pequeño botón que succione sin prisa pero sin pausa, mojandolo con mi saliva, dándole ligeros lametones, golpeándolo con la punta de mi lengua antes de volver a deslizarla de arriba a bajo entre sus labios empapados saboreando aquel elixir que de ella procedía y que embotaba mis sentidos haciéndome enloquecer de placer.
Jadeé contra su sexo cuando tomando mi cabeza por el pelo la orillo salvaje contra ella, exigiéndome mas mientras su ronca respiración y su cuerpo vibraban entre mis manso arqueándose con fuerza cuando aumentaba el ritmo con el que la masturbaba comiéndome su coño sin parar, cada vez mas rápido, mas enérgico.
Sentí que estaba a punto de alcanzar el cielo cuando aparte mi lengua, algo que me costo un buen tirón de pelo pues ida se apodero de mis labio mientras la embestía de un golpe seco para entrar con mi falo en ella.
-¿Estas a punto de correrte verdad? -presumí con una sonrisa de medio lado contra su boca.
Introduje mi lengua en ella enredándola con la suya, dejando que ella también se impregnara de su delicioso sabor, algo que sin duda la excito, pues sus caderas buscaban mis embestidas con fuerza, emitiendo un salvaje ruido, como si dos espadas golpearan sus aceros haciendo saltar chispas entre ellos.
Jadeé por esos movimientos, esos que me arrastraban al clímax, esos que me permitían entrar tan dentro que mis huevos golpeaban contra ella.
-Claro, voy a contarle como me has guiado al lugar recóndito que guardas entre tus piernas -susurré pegándome de nuevo a ella mientras la toalla se escurría de forma voluntaria entre mis manos.
-Hemos “dejado el equipaje” lo hemos “desecho” y ahora que te parece si lo “colocamos” total Seth puede seguir husmeando mientras tu y yo hacemos cosas de mayores -bromee guiándola hacia el lecho para volver a tumbarnos entre risas sobre un colchón desnudo.
Recorrí con mis labios los suyos, trazando con mi lengua el perfil de su curvatura, deliciosa, exquisita, digna de una diosa.
-¿de donde has salido? -pregunté consciente de que jamas me había sentido tan atraído por nadie.
Mi virilidad no tardo en alzarse salvaje de nuevo entre sus piernas, deseosa de ese tercer asalto que parecía estábamos a punto de comenzar.
Mi boca acaricio su mandíbula, arrastrando por ella mis dientes que trazaban con cada movimiento su piel entre jadeos.
Deslice mis labios por su cuello, largo, delicioso, con ese placentero olor a jabón, agua y a mi.
Mi boca bajo hasta sus pechos para succionarlos, apoderándome de cada resquicio de sus turgentes senos que contra mi boca se endurecían excitados.
Seguí gateando hacia atrás para concentrarme en su ombligo, esa pequeña cueva en la que me centre ansioso, introduciendo mi lengua en ella para después trazar con mis dientes pequeños mosquitos por su alrededor.
Alcé los ojos dispuesto a bajar hasta el monte de venus, ese lugar donde mi diosa residía y que con sus jadeos parecía animarme a descubrir su morada.
Un lametazo entre sus bajos labios fue el modo en el que llame a la puerta, ese modo que la hizo sacudir su cuerpo ansioso de mas.
Despacio abrí sus piernas hundiendo lentamente mi lengua entre sus labios hasta alcanzar ese pequeño botón que succione sin prisa pero sin pausa, mojandolo con mi saliva, dándole ligeros lametones, golpeándolo con la punta de mi lengua antes de volver a deslizarla de arriba a bajo entre sus labios empapados saboreando aquel elixir que de ella procedía y que embotaba mis sentidos haciéndome enloquecer de placer.
Jadeé contra su sexo cuando tomando mi cabeza por el pelo la orillo salvaje contra ella, exigiéndome mas mientras su ronca respiración y su cuerpo vibraban entre mis manso arqueándose con fuerza cuando aumentaba el ritmo con el que la masturbaba comiéndome su coño sin parar, cada vez mas rápido, mas enérgico.
Sentí que estaba a punto de alcanzar el cielo cuando aparte mi lengua, algo que me costo un buen tirón de pelo pues ida se apodero de mis labio mientras la embestía de un golpe seco para entrar con mi falo en ella.
-¿Estas a punto de correrte verdad? -presumí con una sonrisa de medio lado contra su boca.
Introduje mi lengua en ella enredándola con la suya, dejando que ella también se impregnara de su delicioso sabor, algo que sin duda la excito, pues sus caderas buscaban mis embestidas con fuerza, emitiendo un salvaje ruido, como si dos espadas golpearan sus aceros haciendo saltar chispas entre ellos.
Jadeé por esos movimientos, esos que me arrastraban al clímax, esos que me permitían entrar tan dentro que mis huevos golpeaban contra ella.
Leonidas Kana- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 12/08/2016
Re: Cruce de Caminos (Continuación) (Leonidas Kana) (+18)
Reí a carcajadas cuando mi dios griego decidió que sí habría un tercer asalto o como el decía "colocar el equipaje".
Busqué sus labios mientras su toalla caía de su cintura, obsequiándome de nuevo con la espectacular vista de su cuerpo desnudo. Jadeé mientras sus manos me dirigían hacia la cama, donde con total seguridad obtendría mi merecida recompensa.
- Me gusta la idea de "colocar" el equipaje.- sonreí divertida frente a sus labios, al tiempo que ambos caíamos entre risas sobre el mullido colchón que iba a ser testigo de nuevo de nuestra lujuriosa atracción.- Con lo que vamos a tardar, pensará que nos hemos perdido y que soy una pésima guía.
Tumbada bajo Leo me sentía la mujer más feliz del mundo; no había nada en esos momentos que pudiese pedir para completar mi felicidad. Solo lo necesitaba a él. Él me lo daba todo; me llenaba en todos los aspectos posibles. Era mi alma gemela, pensé. Esa alma que complementa de tal forma a la tuya que sabes que no puede existir otra igual. Supe que era él a quien había estado esperando; que siempre había sido él aunque no nos conociésemos, y que por caprichos del destino por fin nuestros caminos se habían encontrado.
- He estado escondida hasta que apareciste tú.- contesté con una dulce sonrisa mientras me prodigaba de caricias y me recorría mis labios con los suyos, haciéndome enloquecer y humedecerme por momentos. Sentí como su miembro se endurecía contra mi vientre mientras suspiré tratando continuar.- ¿Y tú? Me has hecho esperar mucho.
Una sonrisa iluminó su cara antes de decidirse por recorrer mi cuerpo con sus labios y su traviesa lengua.
Sus besos surcaban un sendero desde mi cuello hasta mis pechos, mientras yo agarraba con fuerza la funda del colchón y arqueaba la espalda, disfrutando del placer que mi dios griego me regalaba una y otra vez.
Gemidos escaparon de mi boca cuando con la suya hizo prisioneros a mis pezones, endureciéndolos mientras succionaba con fuerza y yo pensaba que sería incapaz de soportar más aquella dulce tortura con la que me estaba enloqueciendo.
Sus labios siguieron bajando mientras observaba su perfecto cuerpo descendiendo por el mío, esperando que fuese mi momento para poder tocarle de nuevo y sentir su calor bajo mis manos; que continuaban aferrándose al colchón, blancas por la falta de riego sanguíneo debido a la presión que ejercían.
Un grito de placer salió de mis labios mientras mi cuerpo se estremecía por completo cuando la lengua de Leo se deslizó por mi vagina, haciéndome gritar de nuevo cuando se centró sobre mi sensible clítoris, succionándolo y paseando su lengua en círculos haciéndome gritar de nuevo.
Arqueé mi espalda por la excitación de me doblegaba, mientras mis caderas se movían al ritmo de su deliciosa lengua que castigaba el centro de mi deseo mientras sus dedos se introducían en mi interior.
Situé mis manos en su cabeza, guiándole en aquella forma de follarme con la lengua que me hacía entregarme por completo a su merced; mis jadeos aumentaban de volumen al tiempo que mi respiración se entrecortaba y deseaba que me hiciese suya de nuevo.
Mientras tiraba de su pelo, hice mía su boca; relamiéndole los labios en los que mi sabor y el suyo se hacían uno. Saciándome de esa necesidad que tenía mi lengua de enredarse contra la suya mientras con su polla me penetraba sin compasión, y sin pausa, mientras sus gemidos se acompasaban a los míos.
Gemí al sentirlo dentro de nuevo. Deseando que poseyese mi cuerpo una y otra vez, que continuase con aquellas fuertes embestidas que me hacían suya, mientras con una sonrisa traviesa afirmaba que mi clímax estaba a punto de abrasarme como me abrasaban sus caricias. Sintiendo como las paredes de mi vagina se acoplaban a su falo, haciéndonos vibrar a los dos.
Sus jadeos morían en mi boca, cuando su penetración se volvió más salvaje, sintiendo de nuevo como sus caderas chocaban contra el interior de mis muslos buscando esa penetración plena que ambos deseábamos de forma necesitadas, al tiempo que mis manos se colocaron en sus nalgas, siguiendo el movimiento de sus embestidas, mientras apretaba esa parte de su anatomía que tanto me gustaba.
Busqué sus labios mientras su toalla caía de su cintura, obsequiándome de nuevo con la espectacular vista de su cuerpo desnudo. Jadeé mientras sus manos me dirigían hacia la cama, donde con total seguridad obtendría mi merecida recompensa.
- Me gusta la idea de "colocar" el equipaje.- sonreí divertida frente a sus labios, al tiempo que ambos caíamos entre risas sobre el mullido colchón que iba a ser testigo de nuevo de nuestra lujuriosa atracción.- Con lo que vamos a tardar, pensará que nos hemos perdido y que soy una pésima guía.
Tumbada bajo Leo me sentía la mujer más feliz del mundo; no había nada en esos momentos que pudiese pedir para completar mi felicidad. Solo lo necesitaba a él. Él me lo daba todo; me llenaba en todos los aspectos posibles. Era mi alma gemela, pensé. Esa alma que complementa de tal forma a la tuya que sabes que no puede existir otra igual. Supe que era él a quien había estado esperando; que siempre había sido él aunque no nos conociésemos, y que por caprichos del destino por fin nuestros caminos se habían encontrado.
- He estado escondida hasta que apareciste tú.- contesté con una dulce sonrisa mientras me prodigaba de caricias y me recorría mis labios con los suyos, haciéndome enloquecer y humedecerme por momentos. Sentí como su miembro se endurecía contra mi vientre mientras suspiré tratando continuar.- ¿Y tú? Me has hecho esperar mucho.
Una sonrisa iluminó su cara antes de decidirse por recorrer mi cuerpo con sus labios y su traviesa lengua.
Sus besos surcaban un sendero desde mi cuello hasta mis pechos, mientras yo agarraba con fuerza la funda del colchón y arqueaba la espalda, disfrutando del placer que mi dios griego me regalaba una y otra vez.
Gemidos escaparon de mi boca cuando con la suya hizo prisioneros a mis pezones, endureciéndolos mientras succionaba con fuerza y yo pensaba que sería incapaz de soportar más aquella dulce tortura con la que me estaba enloqueciendo.
Sus labios siguieron bajando mientras observaba su perfecto cuerpo descendiendo por el mío, esperando que fuese mi momento para poder tocarle de nuevo y sentir su calor bajo mis manos; que continuaban aferrándose al colchón, blancas por la falta de riego sanguíneo debido a la presión que ejercían.
Un grito de placer salió de mis labios mientras mi cuerpo se estremecía por completo cuando la lengua de Leo se deslizó por mi vagina, haciéndome gritar de nuevo cuando se centró sobre mi sensible clítoris, succionándolo y paseando su lengua en círculos haciéndome gritar de nuevo.
Arqueé mi espalda por la excitación de me doblegaba, mientras mis caderas se movían al ritmo de su deliciosa lengua que castigaba el centro de mi deseo mientras sus dedos se introducían en mi interior.
Situé mis manos en su cabeza, guiándole en aquella forma de follarme con la lengua que me hacía entregarme por completo a su merced; mis jadeos aumentaban de volumen al tiempo que mi respiración se entrecortaba y deseaba que me hiciese suya de nuevo.
Mientras tiraba de su pelo, hice mía su boca; relamiéndole los labios en los que mi sabor y el suyo se hacían uno. Saciándome de esa necesidad que tenía mi lengua de enredarse contra la suya mientras con su polla me penetraba sin compasión, y sin pausa, mientras sus gemidos se acompasaban a los míos.
Gemí al sentirlo dentro de nuevo. Deseando que poseyese mi cuerpo una y otra vez, que continuase con aquellas fuertes embestidas que me hacían suya, mientras con una sonrisa traviesa afirmaba que mi clímax estaba a punto de abrasarme como me abrasaban sus caricias. Sintiendo como las paredes de mi vagina se acoplaban a su falo, haciéndonos vibrar a los dos.
Sus jadeos morían en mi boca, cuando su penetración se volvió más salvaje, sintiendo de nuevo como sus caderas chocaban contra el interior de mis muslos buscando esa penetración plena que ambos deseábamos de forma necesitadas, al tiempo que mis manos se colocaron en sus nalgas, siguiendo el movimiento de sus embestidas, mientras apretaba esa parte de su anatomía que tanto me gustaba.
Menyara Chartier- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 12/08/2016
Localización : París
Re: Cruce de Caminos (Continuación) (Leonidas Kana) (+18)
Gruñí cuando sentí mi polla sacudirse en su interior al tiempo que sus húmedas y cálidas paredes la atrapaban.
Su cuerpo se sacudía entre mis manos dejándose llevar por aquel placer que ambos sentíamos, gritó, algo que me puso cachondisimo prolongando mi éxtasis hasta un punto insospechado mientras su espalda se arqueaba entre mis manos salvaje, entrando mas dentro si es que eso era posible.
Me deje caer agotado sobre su cuerpo, hundiendo mi cabeza entre su preciosos pelo que azuzado pro mi ajetreada respiración se movía suavemente.
-¿dime que no quieres “planachar” el equipaje? -pregunte con la voz ronca mientras mis dedos se paseaban por su cintura de forma lenta y sosegada.
-deberíamos levantarnos -susurré en su oído sintiendo como mis parpados pesaban demasiado.
Mi cuerpo no respondía, estaba ahora si completamente agotado, me hice ligeramente a un lado casi dejándome caer.
-¿cena? -pregunte con los ojos cerrados -¿cerve...? no acabe la propuesta cuando mis palabras se quedaron a medias y mi cuerpo cedió sobre el lecho sumido en la mas absoluta oscuridad.
Demasiado largo el viaje, una búsqueda incesante y tres polvos que coronaban un final de viaje épico entre las piernas de aquella diosa que me había echo subir al Olimpo.
No había nada que deseara mas que abrir los ojos y encontrarla, nada que me apeteciera mas que que la noche cayera y compartir esa cena, para reírnos, para colmarnos la boca de besos y para beber un buen vino bajo las estrellas, mas creo que todo eso tendría que esperar, pues ahora mismo ni el mismo Ares podría moverme de ese lecho.
Su cuerpo se sacudía entre mis manos dejándose llevar por aquel placer que ambos sentíamos, gritó, algo que me puso cachondisimo prolongando mi éxtasis hasta un punto insospechado mientras su espalda se arqueaba entre mis manos salvaje, entrando mas dentro si es que eso era posible.
Me deje caer agotado sobre su cuerpo, hundiendo mi cabeza entre su preciosos pelo que azuzado pro mi ajetreada respiración se movía suavemente.
-¿dime que no quieres “planachar” el equipaje? -pregunte con la voz ronca mientras mis dedos se paseaban por su cintura de forma lenta y sosegada.
-deberíamos levantarnos -susurré en su oído sintiendo como mis parpados pesaban demasiado.
Mi cuerpo no respondía, estaba ahora si completamente agotado, me hice ligeramente a un lado casi dejándome caer.
-¿cena? -pregunte con los ojos cerrados -¿cerve...? no acabe la propuesta cuando mis palabras se quedaron a medias y mi cuerpo cedió sobre el lecho sumido en la mas absoluta oscuridad.
Demasiado largo el viaje, una búsqueda incesante y tres polvos que coronaban un final de viaje épico entre las piernas de aquella diosa que me había echo subir al Olimpo.
No había nada que deseara mas que abrir los ojos y encontrarla, nada que me apeteciera mas que que la noche cayera y compartir esa cena, para reírnos, para colmarnos la boca de besos y para beber un buen vino bajo las estrellas, mas creo que todo eso tendría que esperar, pues ahora mismo ni el mismo Ares podría moverme de ese lecho.
Leonidas Kana- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 12/08/2016
Re: Cruce de Caminos (Continuación) (Leonidas Kana) (+18)
Sus jadeos resonaban entre esas cuatro paredes que se habían convertido en nuestro Olimpo particular, con mi dios griego entre las piernas.
Sus embestidas me llenaban una y otra vez, aumentando el ritmo y la profundidad hasta que pocos minutos después los dos nos dejamos llevar al unísono en una mezcla de gemidos y gritos de placer como colofón final.
- Siempre "plancho el equipaje" después de la cena.- contesté divertida mientras le guiñaba un ojo, al escuchar su comentario mientras besaba su cuello con dulzura.
Nuestras caricias mutuas se fueron prodigando por el cuerpo ajeno, al tiempo que Leo se echó a un lado, liberando al mío, que todo sea dicho, no quería ser liberado.
Sabía que debíamos marcharnos de allí, que su hermano nos estaría esperando y que tenían que buscar a un amigo suyo, pero por todos los dioses, yo no deseaba moverme de su lado ni un ápice.
Necesitaba sentir el calor de su cuerpo pegado al mío, volver a tomar sus labios y..¿se había dormido mientras hablaba?
Sonreí con dulzura al ver el estado de agotamiento en el que encontraba; llevaba tiempo en altamar, y aún así había sido capaz de complacerme...tres veces. No solo me había complacido, había sido mucho más. Me había hecho suya como nunca había imaginado; y no solo por haberse ganado esa parte de mí que nunca había compartido con nadie, sino porque también había hecho suyo mi duro corazón.
Cogí una manta que estaba tirada a los pies de la cama, y colocando mi cabeza en su pecho y mi cuerpo pegado al suyo bajo su musculoso brazo, nos tapé a ambos y cerré los ojos, deseando que cuando los volviese a abrir aquello no hubiese sido un sueño de mi vida, el mejor sueño de mi vida.
Unos golpes retumbaron en la habitación. Abrí un ojo y me percaté de que apenas entraba luz por la ventana. ¿Cuánto habíamos dormido? Pero lo mejor de todo es que mi dios griego todavía estaba junto a mí, y no solo eso, sino que además se había girado y me rodeaba con su abrazo protector.
-Creo que te quiero, pero no se lo digas a nadie.- susurré sabiendo que no me escuchaba, y lo besé con dulzura en los labios antes de levantarme para abrir a quien fuese que volvía a golpear la puerta.
Tapé a Leo con la manta, y como mis pantalones estaban sajados y el tiempo me apremiaba si no quería que lo despertasen, me envolví en la toalla que estaba en el suelo y procedí a abrir la puerta.
Mis ojos se abrieron como platos cuando vi a Seth con el ceño fruncido y cara de pocos amigos.
- Te juro que no se ha metido en líos.- dije sin poder evitar la risa al pensar que nos habían pillado de pleno.
A ver como explicaba Leo el porque todavía estábamos "deshaciendo el equipaje".
Sus embestidas me llenaban una y otra vez, aumentando el ritmo y la profundidad hasta que pocos minutos después los dos nos dejamos llevar al unísono en una mezcla de gemidos y gritos de placer como colofón final.
- Siempre "plancho el equipaje" después de la cena.- contesté divertida mientras le guiñaba un ojo, al escuchar su comentario mientras besaba su cuello con dulzura.
Nuestras caricias mutuas se fueron prodigando por el cuerpo ajeno, al tiempo que Leo se echó a un lado, liberando al mío, que todo sea dicho, no quería ser liberado.
Sabía que debíamos marcharnos de allí, que su hermano nos estaría esperando y que tenían que buscar a un amigo suyo, pero por todos los dioses, yo no deseaba moverme de su lado ni un ápice.
Necesitaba sentir el calor de su cuerpo pegado al mío, volver a tomar sus labios y..¿se había dormido mientras hablaba?
Sonreí con dulzura al ver el estado de agotamiento en el que encontraba; llevaba tiempo en altamar, y aún así había sido capaz de complacerme...tres veces. No solo me había complacido, había sido mucho más. Me había hecho suya como nunca había imaginado; y no solo por haberse ganado esa parte de mí que nunca había compartido con nadie, sino porque también había hecho suyo mi duro corazón.
Cogí una manta que estaba tirada a los pies de la cama, y colocando mi cabeza en su pecho y mi cuerpo pegado al suyo bajo su musculoso brazo, nos tapé a ambos y cerré los ojos, deseando que cuando los volviese a abrir aquello no hubiese sido un sueño de mi vida, el mejor sueño de mi vida.
Unos golpes retumbaron en la habitación. Abrí un ojo y me percaté de que apenas entraba luz por la ventana. ¿Cuánto habíamos dormido? Pero lo mejor de todo es que mi dios griego todavía estaba junto a mí, y no solo eso, sino que además se había girado y me rodeaba con su abrazo protector.
-Creo que te quiero, pero no se lo digas a nadie.- susurré sabiendo que no me escuchaba, y lo besé con dulzura en los labios antes de levantarme para abrir a quien fuese que volvía a golpear la puerta.
Tapé a Leo con la manta, y como mis pantalones estaban sajados y el tiempo me apremiaba si no quería que lo despertasen, me envolví en la toalla que estaba en el suelo y procedí a abrir la puerta.
Mis ojos se abrieron como platos cuando vi a Seth con el ceño fruncido y cara de pocos amigos.
- Te juro que no se ha metido en líos.- dije sin poder evitar la risa al pensar que nos habían pillado de pleno.
A ver como explicaba Leo el porque todavía estábamos "deshaciendo el equipaje".
Menyara Chartier- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 12/08/2016
Localización : París
Re: Cruce de Caminos (Continuación) (Leonidas Kana) (+18)
El repiqueteo de la puerta hizo saltar a la diosa griega que arremolinada entre las sabanas y acurrucada contra mi pecho dormía plácidamente.
Sonreí aun con los ojos cerrados viendo como trataba nerviosa de buscar su ropa, para finalmente darse por vencida descolocarse una toalla y lanzando sobre mi la manta que con nuestro movimiento había caído a los suelos.
Al otro lado Seth, como imaginaba ese lobo ya había husmeado suficiente por hoy y venia a ver en que nuevo lio me había metido.
Casi se me escapa una carcajada cuando vi como la pobre cazadora se escudaba de forma penosa en lo bien que nos habíamos portado.
Estire los músculos de mi cuerpo emitiendo un pequeño bostezo al tiempo que lentamente abría los ojos.
-sois muy ruidosos ¿sabéis? -apunte apartando la manta para ponerme en pie como dios me había traído al mundo.
Sonreí de medio lado al ver como Menyara me miraba mientras yo buscaba mis calzoncillos entre ese desastre de habitación plagada de armas, ropa, mantas y petates.
Misión imposible se me antojaba, casi tanto como dar por lo visto con Aarwaen.
-Cambia esa cara Shet -le dije enarcando una ceja -si es por el plantón, juro que nos hemos puesto en materia nada mas hemos llegado. He “dejado” el equipaje, pero luego a insistido en “colocarlo” y para mas inri, no contenta con ello me hace “plancharlo” esclavizado he estado -sonreí con picardia cuando mi calzoncillo apareció contra mi rostro lanzado por mi preciosa diosa del Olimpo, que no se si quería que me callara, o que me tapara, posiblemente ambas cosas.
Seth paso de largo hacia el baño mientras yo deslizaba mis piernas por los calzones para poco después seguirlo hacia el baño.
-¿Que pasa tio? -pregunte al ver como se mojaba la cara en la pila dejando que las gotas de agua resbalaran sobre un rostro desesperado
sus ojos casi ámbar se hundieron en los míos, así que empuje con mi pie la puerta tratando de cubrir a mi hermano frente a la cazadora en su desesperación.
-No he encontrado a Agarwaen, pero si a una loba, juro que iba a matarla, pero...no he podido...olía...no he podido Leo y ahora la tengo presa en una habitación contigua.
Hundió sus manos en su pelo, dejando que el agua resbalara hasta sus codos completamente agobiado.
-¿eso es todo? -le dije tratando de quitar importancia al hecho -Shet, ¿mírame? Estoy aquí en calzoncillos presumiendo de los tres polvos que acabo de echar, eres un lobo, si, pero también un cazador, un hombre ¿crees que tus ganas son solo por ser lobo? También yo me acabo enredando entre las piernas de una chica guapa. La tuya es lobo, bueno, errores cometemos todos, diviértete y dale suelta cuando acabes, pero deja de torturarte.
Seth tenia el feo vicio de exigirse mas de la cuenta, esa parte maldita que poseía hacia que siempre tuviera que exigirse mas que nosotros, ser le perfecto cazador, pero eso no lo eramos ninguno, todos teníamos nuestro talón de Aquiles, nuestros demonios.
La vida para Shet había sido mas difícil que para el resto, por eso lo admiraba, porque pese a haber tenido que luchar contra todo y todos, seguía en pie, fiel a nuestra causa, era un hombre, valiente, honorable, era mi hermano y lo protegería hasta la muerte porque en pocos mas confiaría yo mi vida.
-Arréglate un poco, te espero fuera.
Con arréglate me refería a que se relajara, no quería que esos ojos ámbar lo delataran frente a la cazadora, no quería mas problemas por esa noche.
Sali en busca de mi preciosa diosa que sujetaba entre sus dedos mi pantalón con una sonrisa de medio lado.
Rodee su cintura con mi brazo orillandola hacia mi para de nuevo besarla con pasión enredando mi lengua en la suya despacio.
-Preciosa, ¿que cenamos? -pregunte alargando mi mano para tomar mis pantalones -Shet nos dejara solos por esta noche, así que...soy todo tuyo ¿donde vamos?
Sonreí aun con los ojos cerrados viendo como trataba nerviosa de buscar su ropa, para finalmente darse por vencida descolocarse una toalla y lanzando sobre mi la manta que con nuestro movimiento había caído a los suelos.
Al otro lado Seth, como imaginaba ese lobo ya había husmeado suficiente por hoy y venia a ver en que nuevo lio me había metido.
Casi se me escapa una carcajada cuando vi como la pobre cazadora se escudaba de forma penosa en lo bien que nos habíamos portado.
Estire los músculos de mi cuerpo emitiendo un pequeño bostezo al tiempo que lentamente abría los ojos.
-sois muy ruidosos ¿sabéis? -apunte apartando la manta para ponerme en pie como dios me había traído al mundo.
Sonreí de medio lado al ver como Menyara me miraba mientras yo buscaba mis calzoncillos entre ese desastre de habitación plagada de armas, ropa, mantas y petates.
Misión imposible se me antojaba, casi tanto como dar por lo visto con Aarwaen.
-Cambia esa cara Shet -le dije enarcando una ceja -si es por el plantón, juro que nos hemos puesto en materia nada mas hemos llegado. He “dejado” el equipaje, pero luego a insistido en “colocarlo” y para mas inri, no contenta con ello me hace “plancharlo” esclavizado he estado -sonreí con picardia cuando mi calzoncillo apareció contra mi rostro lanzado por mi preciosa diosa del Olimpo, que no se si quería que me callara, o que me tapara, posiblemente ambas cosas.
Seth paso de largo hacia el baño mientras yo deslizaba mis piernas por los calzones para poco después seguirlo hacia el baño.
-¿Que pasa tio? -pregunte al ver como se mojaba la cara en la pila dejando que las gotas de agua resbalaran sobre un rostro desesperado
sus ojos casi ámbar se hundieron en los míos, así que empuje con mi pie la puerta tratando de cubrir a mi hermano frente a la cazadora en su desesperación.
-No he encontrado a Agarwaen, pero si a una loba, juro que iba a matarla, pero...no he podido...olía...no he podido Leo y ahora la tengo presa en una habitación contigua.
Hundió sus manos en su pelo, dejando que el agua resbalara hasta sus codos completamente agobiado.
-¿eso es todo? -le dije tratando de quitar importancia al hecho -Shet, ¿mírame? Estoy aquí en calzoncillos presumiendo de los tres polvos que acabo de echar, eres un lobo, si, pero también un cazador, un hombre ¿crees que tus ganas son solo por ser lobo? También yo me acabo enredando entre las piernas de una chica guapa. La tuya es lobo, bueno, errores cometemos todos, diviértete y dale suelta cuando acabes, pero deja de torturarte.
Seth tenia el feo vicio de exigirse mas de la cuenta, esa parte maldita que poseía hacia que siempre tuviera que exigirse mas que nosotros, ser le perfecto cazador, pero eso no lo eramos ninguno, todos teníamos nuestro talón de Aquiles, nuestros demonios.
La vida para Shet había sido mas difícil que para el resto, por eso lo admiraba, porque pese a haber tenido que luchar contra todo y todos, seguía en pie, fiel a nuestra causa, era un hombre, valiente, honorable, era mi hermano y lo protegería hasta la muerte porque en pocos mas confiaría yo mi vida.
-Arréglate un poco, te espero fuera.
Con arréglate me refería a que se relajara, no quería que esos ojos ámbar lo delataran frente a la cazadora, no quería mas problemas por esa noche.
Sali en busca de mi preciosa diosa que sujetaba entre sus dedos mi pantalón con una sonrisa de medio lado.
Rodee su cintura con mi brazo orillandola hacia mi para de nuevo besarla con pasión enredando mi lengua en la suya despacio.
-Preciosa, ¿que cenamos? -pregunte alargando mi mano para tomar mis pantalones -Shet nos dejara solos por esta noche, así que...soy todo tuyo ¿donde vamos?
Leonidas Kana- Cazador Clase Alta
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