Pequeños rezos de ayuda

por **Jasper Miller** Dom Ago 21, 2016 11:47 pm

No entendía esa necesidad de ir a supervisar una fiesta universitaria, es decir, casa por casa tenía a un adulto que se encargaba de ellos, como una especie de tutor que comprobaba el toque de queda y que todos sus integrantes cumplieran las normas, pero en la Universidad de New York había alguna que otra fraternidad con carta blanca, como era el caso de Gamma Rho, una fraternidad compuesta exclusivamente por chicas, y eso sin duda era un auténtico peligro, no por los chicos que las visitaban a escondidas o las peleas por ropa y maquillaje, no era la primera vez que llegaban rumores sobre chicas con trabajos nocturnos o que simplemente se dejaban llevar a sitios que un ser humano no debería conocer, el mínimo conocimiento sobre la existencia de otras razas en esos seres que se entregaban al alcohol y a las más bajas pasiones podía desencadenar una auténtica masacre, bastante tenían con los cazadores como para que encima ahora tuvieran que soportar a sectas que besaban sus pies o a satánicos que creen que por asesinarlos ganarían la vida eterna, sin duda alguna el buen juicio del universitario era tan solo un simple mito. Y por esa razón estaba el allí, frente a esa fraternidad con luces, música, alcohol y sin duda drogas. ¿Por qué él? Se llevaba bien con sus alumnos, cierto, pero sentía que si entraba ahí perdería la mitad de la ropa y no quería rechazar a más alumnas antes de que terminara el curso. Y no estaba exagerando, ojalá, pero no sería la primera vez que intentaran drogarlo en una fiesta para cumplir ciertas fantasías, aquello sería como entrar en una jaula acuática llena de tiburones y sangrando. Cerró los ojos, cogió aire y abrazó el medallón que siempre llevaba encima.

por **Naomi / Kyle O´connell** Lun Ago 22, 2016 7:28 pm

Algunas de sus chicas de la universidad residían en una fraternidad que le hacia la competencia. Por eso mismo, se había enterado de que había una fiesta, y por eso mismo debía ir a vigilar que nadie quisiera arrebatárselas. Ya había perdido una chica. Iba a mandar a Steven, pero ahora se ocuparía ella misma. Se levantó, cogió el bolso, y salió de su despacho en el burdel para ir directa a aquella fraternidad. Odiaba a los críos, y más con las hormonas revolucionadas. Lo que se hacía por dinero. Aparcó el coche y se bajó, dejando que sus tacones resonaran en la noche y en todo el vecindario. Resaltaba más, pero por el hecho de que era una adulta, y no una unviersitaria. Necesitaba un trago, whisky, bien cargadito. Entro en aquella casa de fraternidad y solo con observar desde la puerta ya tenía puesta una cara de asco bastante notable. ¿Qué tipos de cerdos habitaban o dejaban entrar allí? Entro y fue directa a la mesa donde tenían el alcohol. Barato, como no. Puso los ojos en blanco y cogió uno de esos vasos de plástico que usaban solo por ahorrar. Rojo, típico. Se echó un par de hielos y todo el vaso de whisky, para qué más. Se giró y se dispuso a buscar a Rose, su más preciada chica de confianza de allí dentro, pero debía de estar desfasando o enseñando las tetas por ahí. Que guarras eran algunas. Se dedicó a pasearse por la casa, prestando especial atención en sus chicas. Esperaba que decidieran pronto irse a dormir. Al menos le serviría para “reclutar” alguna chica más.

por **Jasper Miller** Vie Oct 21, 2016 6:27 pm

En ese momento por el rabillo del ojos captó cierta cabellera de un calor un tanto inusual, en la Universidad había peinados de todo tipo pero él no era ciego, si tenían ojos debían utilizarlos ¿no? Miró a la chica que estaba de espaldas a él, parecía tener el mismo rol que Zasha, como si estuviera supervisando, pero al contrario que la primera ésta parecía un tanto más nerviosa e intranquila, como si buscara a alguien. ¿Sería la novia del que se estaba tirando a una en el jardín? Porque como fuera el chico del armario dudaba de que saliera con vida, en ese pequeño escondite no había demasiadas salidas. Pero fue cuando se puso de perfil cuándo se quedó totalmente con la mirada fija en ella. La conocía, por supuesto que la conocía. Y no era de un me suena tu cara. Con las manos en los bolsillos se fue acercando a ella con una sonrisa y cuándo estuvo justo tras su espalda se inclinó un poco y le habló al oído. — Porque será que contigo aquí me siento aún más intranquilo — Y tras decir esto se cruzó de brazos y esperó a que se diera la vuelta con una gran sonrisa, después de todo ella era su favorita de las Lenneaus. Siempre les decía a todas que las quería por igual, pero la pequeña pelicastaña siempre supo marcarle un poco más que a las demás, por eso siempre la colmaba de regalo y cumplía todos sus caprichos. — ¿Qué haces por aquí Pequeña? — Si fuera estudiante en su Universidad lo hubiera sabido, lo que le hacía sentir cierto temor a esa respuesta.

por **Naomi / Kyle O´connell** Sáb Oct 22, 2016 9:54 pm

Sintió la respiración de alguien junto a su oreja y aquella voz aterciopelada le acarició. La reconocería en cualquier lugar, y sintió por un momento como se le helaba la sangre. De no ser porque era muy blanca de piel se le notaría que se estaba poniendo pálida de la sorpresa. Mucho la llamaban la dama de hielo porque era fría y con mal carácter, egoísta, caprichosa, arrogante... Pero en aquellos momentos ella misma creía que estaba hecha de hielo. Tan pronto como le llegó aquello sintió que se le agolpaba el color en la cara, un color más bien sonrojado, porque era él. Se obligó a si misma a recobrar la compostura, mordiéndose la mejilla derecha por el interior. Sonrió con aquella picaresca típica de ella y se giró hacia él. Por fin le vio la cara tras años sin saber de él. La sonrisa se tornó ahora a amplia, porque realmente se alegraba de verlo. Recordaba cuando iba de visita a su casa a ver su padre para hablar, ir a jugar al golf, o a los clubs a los que pertenecían, o a tomar un whisky simplemente y siempre llevaba regalos para ella y sus hermanos, y tampoco pudo evitar recordar como, cuando llegó a la adolescencia, comenzó a sentir algo por él que sabía que jamás conseguiría. Quizá aquello fue una de las cosas que la hizo irse, mudarse, huir lejos. No sabía que decirle exactamente, pero tenía que intentar hablar y no parecer estúpida. ¿Porqué le importaba tanto lo que él pensara? Al fin y al cabo era algo platónico —Pues no deberías, con lo responsable que soy yo... — se cruzó de brazos sobre el pecho, más por reprimir el impulso de abrazarlo que por otra cosa, tenía una imagen y no podía arruinarla con un abrazo. Ella jamás daba abrazos, ella jamás era simpática, amable o dulce. Que demonios, ella era la pesadilla de todos los que la conocían, e incluso de aquellos que no la conocían. Solo oír su nombre provocaba escalofríos y la respetaban, tenía que seguir manteniendo aquella postura — Podría hacerte la misma pregunta— maldita fuera, seguía igual que siempre, que difícil sería resistirse.

por **Jasper Miller** Lun Nov 21, 2016 9:34 pm

Dio un par de pasos para acercarse más a ella, miró hacia los lados y depositó un leve beso en la frente. Aún quería pasar sus nudillos por esas mejillas que habían pasado de ser de un color blanco a un rosado claro, pero no quería cuchicheos sobre él en los pasillos de la Universidad al día siguiente así que la imitó y se cruzó de brazos por si en algún momento sus fuerzas flaqueaban y no podía reprimir el impulso. — Creía que el responsable era Luca— O al menos así lo había demostrado en un par de ocasiones, lo cierto es que esos dos se llevaban muy bien, quizás el mayor no fuera tan peligroso como la que tenía justo en frente pero en algunos momentos podría ser muy indiferente y frío, lo que provocaba cierto respeto. — Hago mi trabajo, vigilar a mis queridas e inocentes estudiantes — Dijo con cierta ironía, no se fiaba ni un pelo de las tres cabecillas de la fiesta, eran buenas estudiantes, pero con los años había aprendido a conocer a las mujeres y a distinguir el aura que emanaban, y puestos a ser sinceros prefería encerrarse en un cuarto oscuro a estar bajo las órdenes de esas tres, en el cuarto oscuro se podría defender, de ellas no. — ¿Y tú? — Dio una vuelta a su alrededor sin quitar la sonrisa de su rostro. — No eres estudiante, de ser así lo sabría. ¿Algún novio? ¿Pretendiente? ¿Algún capullo al que quieras matar? — Se puso tras ella, volviendo a pegar los labios a su oreja. — ¿Alguna presa? — Solo ella sabía los motivos que la habían llevado hasta allí, no era por él, la sorpresa en sus ojos la había delatado, pero también sabía que le podría mentir y él nunca se enteraría porque todo lo que salía de sus labios para él era verdad. Quizás fuera un gilipollas, pero no podía calificar de mentirosa a una mujer con una sonrisa que desde niña le había abierto un pequeño rayo de luz.

por **Naomi / Kyle O´connell** Mar Nov 22, 2016 11:24 pm

Odiaba aquel tipo de fiestas y odiaba sobretodo tener que soportar a postadolescentes borrachos con hormonas a flor de piel que solo piensan en meterla o en abrirse de patas, dependiendo del sexo. ¿Dónde les quedaba el orgullo? Ella era la primera en follar por necesidad y no por amor, pero siempre respetando a sí misma. Miró el contenido de su vaso y le dio un sorbo apresurado. Necesitaba aquella cantidad de alcohol en las venas. En aquellos momentos llamó su atención el crujir de cristal o porcelana contra el suelo. Cuando miró en aquella dirección descubrió a una morena, bastante elegante y pija, de su estilo, observando a un tipo en el suelo y sonriendo con malicia. Dios, como le recordaba a ella. Seguro que él había intentado propasarse. La reconocía, la había visto alguna vez por aquella hermandad y Amber le había comentado algo de ella, tenía un nombre de diosa griega, pero en aquellos momentos no caía. La miró con orgullo, le encantaban aquel tipo de chicas, si trabajara para ella su talento estaría muy bien aprovechado, y ya no hablaba de trabajar en su burdel, sino para sus negocios. Se humedeció los labios y dejó caer el vaso al suelo. Ups, que pena, se le había resbalado. Creyó ver que el hielo rodaba por el suelo, sobre aquella alfombra, pero tampoco le importaba como para prestar atención en donde acababa. Respiró hondo, ni rastro de su enlace en aquella casa, maldita chica. Estaría por ahí potando por culpa de su obsesión con la delgadez o porque había bebido demasiado sin haber cenado lo correspondiente a la cantidad de alcohol que tenía. Puso los ojos en blanco, pero fue entonces, y solo entonces, cuando su noche se tornó más interesante de lo que jamás pensaría sin saberlo. Fue entonces cuando el destino quiso darle una sorpresa, muy grata además, y sorprenderla como pocos habían sabido hacer a lo largo de los años que tenía la pelirroja encima y que no aparentaba ni de lejos. Fue entonces cuando él apareció de nuevo en su vida tras años sin saber nada al respecto.

por **Jasper Miller** Miér Dic 21, 2016 7:36 pm

Miró de arriba abajo a la niña, mujer, que tenía en frente. Le costaba asimilar que esa pequeña de pensamientos diabólicos había crecido aunque aun conservaba ese aura de poder, esa postura de aquí estoy yo y pienso poner a todo el mundo bajo mis pies, con la diferencia de que ahora ya no era esa joven que peleaba con su madre por no querer ponerse vestidos o coletas, que cogía las muñecas de su hermana pequeña y las decapitaba por puro aburrimiento. Ya tenía las curvas y el rostro de una auténtica guerrera, una mujer de las que hacía voltear la cabeza a cualquiera que se la cruzara por la calle y sonrió, orgulloso de lo bien que había crecido y feliz de encontrarse con ella, aunque algo le decía que le traería más de un problema, después de todo su relación siempre fue así. Y quizás fuera parte de su culpa que se convirtiera en alguien caprichosa al concederle todos y cada uno de sus caprichos, así como nunca regañarla o sacarla de todos los problemas en los que se metía, haciéndola invencible, aunque ella nunca había necesitado la ayuda de nadie, de haber vivido en la época de las amazonas de seguro hubiera sido su reina y habría disfrutado de ver como todos los hombres se postraban ante ella. No esperaba un recibimiento cálido por su parte, con su simple sonrisa le valía, pero sentía esa necesidad de abrazarla para comprobar que todo estaba bien, si pudiera lo haría, la cogería de la mano y se la llevaría a un sofá, poniéndola sobre él mientras pasaba sus dedos por el cabello de ella, preguntándole qué quería o qué necesitaba. Pero estaba en su puesto mejor dicho estaba trabajando de niñero y de profesor y tenía que recordarse a sí mismo que habría crecido y que de seguro lo enviaba a la mierda como hizo en buena parte de su adolescencia

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