AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Encontrando mi destino(Agarwaen, Seth, Nimue)
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Encontrando mi destino(Agarwaen, Seth, Nimue)
Habían pasado unos días desde que me mudé a la nueva mansión que Agarwaen había comprado en el bosque, y que juntos habíamos amueblado no sin rozar el borde de la locura.Ir de compras con aquel cazador había sido tan agotador que apenas me habían quedado fuerzas ni para finalizar con una agradable cena entre risas y copas de vino mientras cenábamos.
Desde ese momento todo había marchado a las mil maravillas. Entrenábamos a diario , y gracias a dios las maravillosas formas de explicarse de Agarwaen habían conseguido que mi destreza con las armas fuese en aumento, aunque todavía nos quedaba mucho por hacer. O eso era lo que yo esperaba para no tener que terminar con nuestros continuos encuentros, que siempre dejaban ver algo más de lo que ambos pretendíamos.
El contacto diario había forjado a fuego entre nosotros una complicidad que no habría imaginado, al tiempo que me había abierto los ojos, ayudándome con sus caricias furtivas a decidir qué era lo que deseaba.
Ya no tenía dudas, era con él con quien quería compartir mi primera vez. Sentir como se hundía en mi cuerpo. Había tardado semanas en averiguarlo desde nuestro primer encuentro en la taberna, pero a día de hoy, sabía que no me había equivocado. Que lo que más deseaba en este mundo era a aquel cazador desvergonzado que había entrado en mi vida sin avisar, haciéndose dueño de todo mi ser. Era consciente de que Agarwaen no quería una relación estable, más a mí con su amistad de momento me bastaba. Lo quería a él, fuese de la forma que fuese.
Aquella mañana había decidido entrenar en la laguna, aunque no me había dado más detalles del porqué. Así que habíamos montado ambos en su caballo, y una hora después nos encontrábamos en aquel silencioso lugar, donde los arbustos y frondosos árboles rodeaban una laguna de aguas calmas.
Bajó del caballo de un salto, mientras me bajaba con delicadeza sujetándome de la cintura. Nuestros labios se quedaron tentadoramente cerca cuando me dejó en el suelo.
- ¿Qué sorpresa me tienes preparada?- susurré junto a sus labios sin querer separarme un ápice de él.
Cada vez nos era más complicado mantener las distancias, y por lo que podía percibir, no solo me pasaba a mí. Sabía que él también me deseaba, aunque no conseguía entender el por qué no se atrevía a dar un paso más.
Desde ese momento todo había marchado a las mil maravillas. Entrenábamos a diario , y gracias a dios las maravillosas formas de explicarse de Agarwaen habían conseguido que mi destreza con las armas fuese en aumento, aunque todavía nos quedaba mucho por hacer. O eso era lo que yo esperaba para no tener que terminar con nuestros continuos encuentros, que siempre dejaban ver algo más de lo que ambos pretendíamos.
El contacto diario había forjado a fuego entre nosotros una complicidad que no habría imaginado, al tiempo que me había abierto los ojos, ayudándome con sus caricias furtivas a decidir qué era lo que deseaba.
Ya no tenía dudas, era con él con quien quería compartir mi primera vez. Sentir como se hundía en mi cuerpo. Había tardado semanas en averiguarlo desde nuestro primer encuentro en la taberna, pero a día de hoy, sabía que no me había equivocado. Que lo que más deseaba en este mundo era a aquel cazador desvergonzado que había entrado en mi vida sin avisar, haciéndose dueño de todo mi ser. Era consciente de que Agarwaen no quería una relación estable, más a mí con su amistad de momento me bastaba. Lo quería a él, fuese de la forma que fuese.
Aquella mañana había decidido entrenar en la laguna, aunque no me había dado más detalles del porqué. Así que habíamos montado ambos en su caballo, y una hora después nos encontrábamos en aquel silencioso lugar, donde los arbustos y frondosos árboles rodeaban una laguna de aguas calmas.
Bajó del caballo de un salto, mientras me bajaba con delicadeza sujetándome de la cintura. Nuestros labios se quedaron tentadoramente cerca cuando me dejó en el suelo.
- ¿Qué sorpresa me tienes preparada?- susurré junto a sus labios sin querer separarme un ápice de él.
Cada vez nos era más complicado mantener las distancias, y por lo que podía percibir, no solo me pasaba a mí. Sabía que él también me deseaba, aunque no conseguía entender el por qué no se atrevía a dar un paso más.
Kaia Andersen- Cazador Clase Media
- Mensajes : 63
Fecha de inscripción : 30/07/2016
Localización : París
Re: Encontrando mi destino(Agarwaen, Seth, Nimue)
Desde que Kaia se había instalado en mi casa habían pasado unos días de entrenamiento en los que sin duda había mejorado muchísimo sus habilidades con el manejo de las armas.
Sin duda ademas nuestros lazos se habían ido afianzando convirtiéndonos en buenos compañeros, las risas colmaban el tiempo que pasábamos juntos dentro y fueras del patio de armas.
Ademas para que mentir sin ella mi casa jamas hubiera estado preparada para poder alojarnso en ella.
Supongo que de cierto modo hacíamos un buen tandem con nuestras virtudes y defectos.
Aquella mañana había decidido salir de la casas, ir a la laguna para practicar el equilibrio, algo que sin duda esa mujer no tenia.
Sonreí por lo bajo consciente de mis pensamientos mientras mi respiración se perdía en su nuca.
-He pensado que te vendría bien practicar esos reflejos innatos que tienes que junto a tu equilibrio te convierten en un arma de destrucción masiva -mentí
Reí divertido hundiendo mi cabeza en su pelo para apoyar mi frente en su hombro.
-Al menos aquí arriba no me puedes tirar ninguna piedra -bromeé
No tardamos en alcanzar aquel precioso rincón de paraíso presidido por un lago de azuladas aguas que frente a nuestros ojos se erguía inmenso.
La ayude a desmontar como siempre quedando tan cerca de ella que nuestros alientos se encontraron haciendo que ambos quedáramos presos de nuestras ganas, ojos que furtivos buscaban nuestros labios.
-No te entretengas -le dije a modo de broma antes de separarme para buscar con la mirada una zona donde abundaran las piedras redondas y poco canteadas que nos servirían para mis propósitos.
Tiré de su mano hacia la zona mas baja del lago para mostrarle señalando con los dedos las 7 piedras que nos servirían para le ejercicio de hoy.
-Lucharemos sobre esas piedras, quien caiga al lago pierde, así de fácil, nuestros pies solo se pueden mover sobre esas pequeñas superficies ¿aceptas?
Sonreí consciente de que no tenia elección mientras me quitaba las botas dejándolas a un lado del lago junto a la camisola que deje caer encima.
Tome las cimitarras con mis manos sintiendo la piel del mango que se deslizaba suave bajo las yemas de mis dedos.
Me adentre en el lago sintiendo como mis pies se enfriaban acunados por sus aguas, los camales se mojaron antes de subir mis pies descalzos a una de las piedras, adelantando ligeramente uno de los pies para darme estabilidad mentiras hacia girar las gemelas entre mis manos cortando el viento a su paso.
Cerré los ojos dejándome embriagar por su sonido mientras diestramente intercambiaba mis pies de posición entre una piedra y la otra como si de una danza a ciegas se tratase.
Entreabrí los labios aun con los ojos cerrados sintiendo como las resbaladizas piedras cobijaban mis pies y las espadas excitaban mi alma, aquel ejercicio que tantas veces con mi padre había practicado, difícil pero necesario en la vida de un guerrero.
Casi jadee al sentir la fuerza con la que le viento mecía mi cuerpo haciéndome sentir el silbido de sendas espadas que voraces surcaban el aire a sendas partes de mi rostro, abanicándolo con su mortífera danza.
Pies que no cesaban en su movimiento, haciendo girar mi cuerpo a cada paso, muñecas que embriagadas de aquel baile se doblegaban a voluntad de las espadas.
Sin duda ademas nuestros lazos se habían ido afianzando convirtiéndonos en buenos compañeros, las risas colmaban el tiempo que pasábamos juntos dentro y fueras del patio de armas.
Ademas para que mentir sin ella mi casa jamas hubiera estado preparada para poder alojarnso en ella.
Supongo que de cierto modo hacíamos un buen tandem con nuestras virtudes y defectos.
Aquella mañana había decidido salir de la casas, ir a la laguna para practicar el equilibrio, algo que sin duda esa mujer no tenia.
Sonreí por lo bajo consciente de mis pensamientos mientras mi respiración se perdía en su nuca.
-He pensado que te vendría bien practicar esos reflejos innatos que tienes que junto a tu equilibrio te convierten en un arma de destrucción masiva -mentí
Reí divertido hundiendo mi cabeza en su pelo para apoyar mi frente en su hombro.
-Al menos aquí arriba no me puedes tirar ninguna piedra -bromeé
No tardamos en alcanzar aquel precioso rincón de paraíso presidido por un lago de azuladas aguas que frente a nuestros ojos se erguía inmenso.
La ayude a desmontar como siempre quedando tan cerca de ella que nuestros alientos se encontraron haciendo que ambos quedáramos presos de nuestras ganas, ojos que furtivos buscaban nuestros labios.
-No te entretengas -le dije a modo de broma antes de separarme para buscar con la mirada una zona donde abundaran las piedras redondas y poco canteadas que nos servirían para mis propósitos.
Tiré de su mano hacia la zona mas baja del lago para mostrarle señalando con los dedos las 7 piedras que nos servirían para le ejercicio de hoy.
-Lucharemos sobre esas piedras, quien caiga al lago pierde, así de fácil, nuestros pies solo se pueden mover sobre esas pequeñas superficies ¿aceptas?
Sonreí consciente de que no tenia elección mientras me quitaba las botas dejándolas a un lado del lago junto a la camisola que deje caer encima.
Tome las cimitarras con mis manos sintiendo la piel del mango que se deslizaba suave bajo las yemas de mis dedos.
Me adentre en el lago sintiendo como mis pies se enfriaban acunados por sus aguas, los camales se mojaron antes de subir mis pies descalzos a una de las piedras, adelantando ligeramente uno de los pies para darme estabilidad mentiras hacia girar las gemelas entre mis manos cortando el viento a su paso.
Cerré los ojos dejándome embriagar por su sonido mientras diestramente intercambiaba mis pies de posición entre una piedra y la otra como si de una danza a ciegas se tratase.
Entreabrí los labios aun con los ojos cerrados sintiendo como las resbaladizas piedras cobijaban mis pies y las espadas excitaban mi alma, aquel ejercicio que tantas veces con mi padre había practicado, difícil pero necesario en la vida de un guerrero.
Casi jadee al sentir la fuerza con la que le viento mecía mi cuerpo haciéndome sentir el silbido de sendas espadas que voraces surcaban el aire a sendas partes de mi rostro, abanicándolo con su mortífera danza.
Pies que no cesaban en su movimiento, haciendo girar mi cuerpo a cada paso, muñecas que embriagadas de aquel baile se doblegaban a voluntad de las espadas.
Agarwaen- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 173
Fecha de inscripción : 24/06/2016
Localización : dificil de encontrar
Re: Encontrando mi destino(Agarwaen, Seth, Nimue)
Conducida por su mano que tiraba con suavidad de mí, sacándonos de ese complicado momento en el que cada vez se hacía más difícil mantener la compostura, comenzamos a caminar alrededor del lago, buscando algún emplazamiento concreto y que yo no llegaba a imaginar. Solo veía agua y piedras. ¿Cómo pensaría practicar el equilibrio en el agua?
- Creo que mi equilibrio es perfecto, así que no busques más excusas si lo que quieres es darte un baño conmigo.- dije divertida mientras veía como se paraba y observaba detenidamente una parte del lado donde sobresalían unas piedras planas a mitad de éste.
Volvió a tirar de mi mano para acercarnos a la orilla del lago, y trató de explicarme cuales eran sus intenciones. Nada más lejos que ese baño tentador que yo había imaginado. De hecho, me resultaba hasta extraño su forma de practicar el equilibrio.
- Espero que te hayas traído una muda para después.- contesté con una sonrisa picarona tratando de provocarlo. No parecía muy complicado el ejercicio que había preparado para ese día, de forma que quizás tuviese ocasión de verlo mojado.
Agarwaen se quedó solo vestido con los pantalones, lo que ya de por sí era una distracción si quería conseguir vencerle. Sopesé el hecho de quedarme desnuda, pero finalmente opté por quitarme las botas de caña alta y las calzas, que eran de piel y no quería que se estropeasen si caía al lago. Además, de que la camisola me llegaba casi hasta los glúteos, tapando parte de las braguitas.
Observé como cogía sus cimitarras y saltaba entre las piedras, al tiempo que blandía al viento sus espadas en unos movimientos bellos y elegantes que me dejaron durante unos instantes embelesada mirándolo. Si de por sí verlo resultaba hechizante, observarlo preparándose para la lucha era descomunalmente atractivo. Una atracción de la que cada vez me costaba más no sucumbir.
Salté entre las piedras con la katana en mano, mientras me situaba frente a él.
- ¿Preparado para mojarte?.- susurré divertida separando mis pies en piedras distintas y tomando posición. Aquellas piedras resbalaban un poco, ¿no?
- Creo que mi equilibrio es perfecto, así que no busques más excusas si lo que quieres es darte un baño conmigo.- dije divertida mientras veía como se paraba y observaba detenidamente una parte del lado donde sobresalían unas piedras planas a mitad de éste.
Volvió a tirar de mi mano para acercarnos a la orilla del lago, y trató de explicarme cuales eran sus intenciones. Nada más lejos que ese baño tentador que yo había imaginado. De hecho, me resultaba hasta extraño su forma de practicar el equilibrio.
- Espero que te hayas traído una muda para después.- contesté con una sonrisa picarona tratando de provocarlo. No parecía muy complicado el ejercicio que había preparado para ese día, de forma que quizás tuviese ocasión de verlo mojado.
Agarwaen se quedó solo vestido con los pantalones, lo que ya de por sí era una distracción si quería conseguir vencerle. Sopesé el hecho de quedarme desnuda, pero finalmente opté por quitarme las botas de caña alta y las calzas, que eran de piel y no quería que se estropeasen si caía al lago. Además, de que la camisola me llegaba casi hasta los glúteos, tapando parte de las braguitas.
Observé como cogía sus cimitarras y saltaba entre las piedras, al tiempo que blandía al viento sus espadas en unos movimientos bellos y elegantes que me dejaron durante unos instantes embelesada mirándolo. Si de por sí verlo resultaba hechizante, observarlo preparándose para la lucha era descomunalmente atractivo. Una atracción de la que cada vez me costaba más no sucumbir.
Salté entre las piedras con la katana en mano, mientras me situaba frente a él.
- ¿Preparado para mojarte?.- susurré divertida separando mis pies en piedras distintas y tomando posición. Aquellas piedras resbalaban un poco, ¿no?
Kaia Andersen- Cazador Clase Media
- Mensajes : 63
Fecha de inscripción : 30/07/2016
Localización : París
Re: Encontrando mi destino(Agarwaen, Seth, Nimue)
Sonreí de medio lado cuando vi como afianzaba sus pies a la roca entreabriendo las piernas para colocar uno en cada piedra.
-Primer error -musite dejando mis cimitarras volar para forzarla a saltar girándolas a al altura de sus piernas.
Su salto fue correcto, mas poco impulso pudo tomar con las piernas tan separadas y la caída fue desastrosa, hundiendo las piernas en las claras aguas del manantial.
De nuevo me eche a reír mirándola, no podía parar, es que era tan divertida su cara de sorpresa, esa que ahora empezaba a tronarse de todos los colores.
Mordí mi labio inferior consciente de lo mucho que le enfadaban las bromas mientras trataba de acallar las afiladas frases que se paseaban por mi cabeza a modo de bromas.
-parecías una rana -fue cuanto atine a decir al recordarla saltar con las piernas abiertas para intentar caer sobre las piedras.
Me acuclille muerto de la risa sobre mi piedra tratando de que no me viera desconjonarme como lo estaba haciendo pero es que la imagen se paseaba por mi recuerdo sin darme tregua.
-¿Era una patada de Karate? ¿esa me la tienes que enseñar -bromee mientras trataba de ponerme de nuevo en pie recobrando la compostura.
Tras unos segundos que a Kaia se le hicieron horas volvimos a colocarnos sobre las piedras.
-Los dos pies en una piedra, adelanta uno, pósalo ligeramente ladeado, lo suficiente como para mantener el equilibrio pero poder deslizarte con facilidad de una a otra.
¡Vamos ataca1 -la hostigue mientras cerraba mis ojos dejándome llevar solo por el sonido del viento ladeando ligeramente la cabeza hacia ella para percatarme de sus movimientos.
De nuevo hice girar mis muñecas, sumiendo a mis gemelas en una mortal danza que pocos huecos dejaban al descubierto para le ataque al que pronto seria sometido.
El hombro me dolía bastante, odiaba esa sensación de quemazón que me acompañaba en la noche y en el día, mas lo peor era que no me dejaba terminar de ser certero en los movimientos, sentía esa cimitarra mas pesada, supongo que porque lo que estaba mas débil era yo.
Sisee un segundo mientras cogían velocidad para sonreír de medio aprovechando así la inercia.
-Vamos pequeña -la anime aun con los ojos cerrados.
-Primer error -musite dejando mis cimitarras volar para forzarla a saltar girándolas a al altura de sus piernas.
Su salto fue correcto, mas poco impulso pudo tomar con las piernas tan separadas y la caída fue desastrosa, hundiendo las piernas en las claras aguas del manantial.
De nuevo me eche a reír mirándola, no podía parar, es que era tan divertida su cara de sorpresa, esa que ahora empezaba a tronarse de todos los colores.
Mordí mi labio inferior consciente de lo mucho que le enfadaban las bromas mientras trataba de acallar las afiladas frases que se paseaban por mi cabeza a modo de bromas.
-parecías una rana -fue cuanto atine a decir al recordarla saltar con las piernas abiertas para intentar caer sobre las piedras.
Me acuclille muerto de la risa sobre mi piedra tratando de que no me viera desconjonarme como lo estaba haciendo pero es que la imagen se paseaba por mi recuerdo sin darme tregua.
-¿Era una patada de Karate? ¿esa me la tienes que enseñar -bromee mientras trataba de ponerme de nuevo en pie recobrando la compostura.
Tras unos segundos que a Kaia se le hicieron horas volvimos a colocarnos sobre las piedras.
-Los dos pies en una piedra, adelanta uno, pósalo ligeramente ladeado, lo suficiente como para mantener el equilibrio pero poder deslizarte con facilidad de una a otra.
¡Vamos ataca1 -la hostigue mientras cerraba mis ojos dejándome llevar solo por el sonido del viento ladeando ligeramente la cabeza hacia ella para percatarme de sus movimientos.
De nuevo hice girar mis muñecas, sumiendo a mis gemelas en una mortal danza que pocos huecos dejaban al descubierto para le ataque al que pronto seria sometido.
El hombro me dolía bastante, odiaba esa sensación de quemazón que me acompañaba en la noche y en el día, mas lo peor era que no me dejaba terminar de ser certero en los movimientos, sentía esa cimitarra mas pesada, supongo que porque lo que estaba mas débil era yo.
Sisee un segundo mientras cogían velocidad para sonreír de medio aprovechando así la inercia.
-Vamos pequeña -la anime aun con los ojos cerrados.
Agarwaen- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 173
Fecha de inscripción : 24/06/2016
Localización : dificil de encontrar
Re: Encontrando mi destino(Agarwaen, Seth, Nimue)
Con una preciosa sonrisa de medio lado Agarwaen blandió sus cimitarras junto a mis pies, haciéndome saltar penosamente, y mojándome hasta las rodillas. Las piedras resbalaban como demonios, y no era fácil mantenerse en una misma piedra como él hacía. Había hecho bien en quitarme las calzas, aunque al parecer esto no parecía distraerlo mucho al cazador en su afán por conseguir un equilibrio en mí que me parecía imposible.
Como no, a mi acto desastroso siguieron las carcajadas de Agarwaen, que aún llevando días entrenando conmigo no conseguía si quiera disimularlas. Aunque poco me faltó a mí para no echarme a reír con él mientras mi gesto ofuscado lo miraba sin darle tregua; cosa que le hizo más gracia todavía.
Me subí de nuevo a las piedras, y suspiré. Iba a hacernos falta mucha paciencia; a mí para no estrangularlo, y a él para conseguir hablar.
- ¿Y no hubiese sido más fácil explicármelo antes de subir a las dichosas piedras?- refunfuñé mientras sacudía los pies para quitarme el agua que por mis piernas resbalaba.
Traté de poner los dos pies en la misma piedra como él decía, o por lo menos trataba de decir, porque no conseguía articular palabras entre las risas. Me mordí el labio; que me picase de aquella forma me gustaba; adoraba esa forma suya de encontrarle un lado divertido a todo, sobre todo cuando yo era quien metía la pata.
Negué con la cabeza divertida cuando lo vi agacharse tratando de disimular esa risa contagiosa. Era incapaz de ponerse en pie y dejarlo pasar. Y mis ganas de él iban aumentando; quería hacerle pagar por aquellas risas a mi costa, pero no de una forma vengativa. Quería hacer esa boca mía, quería acallar sus labios con los míos.
Aquella idea iba rondando por mi cabeza mientras el cazador, habiendo conseguido ponerse en pie de nuevo, me explicaba como colocarme sobre las piedras, que cada vez resbalaban más al estar mojadas.
Sus ojos se cerraron al decirme que le atacase, mientras blandía de nuevo sus cimitarras al viento en un movimiento majestuoso. Jadeé al verlo moverse de esa forma tan sensual mientras sus ojos permanecían cerrados a la espera de mi siguiente movimiento.
No lo pensé más cuando me insistió en mi ataque..y dejando la katana sobre la roca, salté sobre él; cayendo los dos al agua más profunda.
- ¿Ves como iba a hacer que te mojaras?.- susurré frente a sus labios mientras me sujetaba a sus hombros para no hundirme, manteniendo nuestros cuerpos pegados cuando él me cogió de la cintura.
Nuestros alientos se entremezclaron mientras buscaba la mirada de Agarwaen. Lo deseaba; deseaba ser suya aunque solo fuese una vez, aunque solo fuese en ese lago.
Recorrí el camino que separaban nuestros labios y con un dulce beso los uní a los suyos; entreabriendo lentamente la boca para buscar la aceptación por su parte que todo mi cuerpo necesitaba.
Como no, a mi acto desastroso siguieron las carcajadas de Agarwaen, que aún llevando días entrenando conmigo no conseguía si quiera disimularlas. Aunque poco me faltó a mí para no echarme a reír con él mientras mi gesto ofuscado lo miraba sin darle tregua; cosa que le hizo más gracia todavía.
Me subí de nuevo a las piedras, y suspiré. Iba a hacernos falta mucha paciencia; a mí para no estrangularlo, y a él para conseguir hablar.
- ¿Y no hubiese sido más fácil explicármelo antes de subir a las dichosas piedras?- refunfuñé mientras sacudía los pies para quitarme el agua que por mis piernas resbalaba.
Traté de poner los dos pies en la misma piedra como él decía, o por lo menos trataba de decir, porque no conseguía articular palabras entre las risas. Me mordí el labio; que me picase de aquella forma me gustaba; adoraba esa forma suya de encontrarle un lado divertido a todo, sobre todo cuando yo era quien metía la pata.
Negué con la cabeza divertida cuando lo vi agacharse tratando de disimular esa risa contagiosa. Era incapaz de ponerse en pie y dejarlo pasar. Y mis ganas de él iban aumentando; quería hacerle pagar por aquellas risas a mi costa, pero no de una forma vengativa. Quería hacer esa boca mía, quería acallar sus labios con los míos.
Aquella idea iba rondando por mi cabeza mientras el cazador, habiendo conseguido ponerse en pie de nuevo, me explicaba como colocarme sobre las piedras, que cada vez resbalaban más al estar mojadas.
Sus ojos se cerraron al decirme que le atacase, mientras blandía de nuevo sus cimitarras al viento en un movimiento majestuoso. Jadeé al verlo moverse de esa forma tan sensual mientras sus ojos permanecían cerrados a la espera de mi siguiente movimiento.
No lo pensé más cuando me insistió en mi ataque..y dejando la katana sobre la roca, salté sobre él; cayendo los dos al agua más profunda.
- ¿Ves como iba a hacer que te mojaras?.- susurré frente a sus labios mientras me sujetaba a sus hombros para no hundirme, manteniendo nuestros cuerpos pegados cuando él me cogió de la cintura.
Nuestros alientos se entremezclaron mientras buscaba la mirada de Agarwaen. Lo deseaba; deseaba ser suya aunque solo fuese una vez, aunque solo fuese en ese lago.
Recorrí el camino que separaban nuestros labios y con un dulce beso los uní a los suyos; entreabriendo lentamente la boca para buscar la aceptación por su parte que todo mi cuerpo necesitaba.
Kaia Andersen- Cazador Clase Media
- Mensajes : 63
Fecha de inscripción : 30/07/2016
Localización : París
Re: Encontrando mi destino(Agarwaen, Seth, Nimue)
Mi pie se desequilibro de la roca mientras con el otro trataba sin éxito de equilibrarme frente a la cazadora que sin duda había lanzado su mejor ataque todo su preciosos cuerpo contra mis.
Ambos caímos al agua, yo de espaldas, ella sobre mi al tiempo que las risas de ambos, unidas por el gorgoteo del incesante agua que nos bañaba se fundían en una.
-Lo admito, esta no la esperaba -susurré contra el filo de su boca, nuestros alientos como otras tantas veces se unieron en aquella batalla de deseo a la que estaba acostumbrado a jugar, mas a nunca quemarme. Pero esta vez algo cambio, sus labios rozaron los míos, primero cuanto apenas, solo un roce débil que calentaba el agua que por ellos goteaba.
Entreabrí los labios al sentir como su lengua los acariciaba pidiendo paso y quebrando no solo mi voluntad si no con ella mi razón.
“ Es tu aprendiz” me dije mientras sus manso surcaban voraces mi cuerpo, acariciando mis abdominales para ascender por mi pecho lentamente sin dejar de acaparar mis labios mordiéndolos sin tregua.
Nuestras respiraciones se agitaron calentando el agua que entre nuestros cuerpos se tornaba fuego, mientras mis manos surcaban su cintura arrastrando con ellas la camisola que como única prenda cubría aquel cuerpo digno del mismo Zeus.
Nuestras bocas, ansiosas solo se separaron para dejar pasar aquella prenda de tormento que separaba nuestra carne, que ahora, se unía en una sola.
Mis manso acariciaron sus senos lentamente, deleitándome con cada resquicio de su piel, me separé un instante para contemplar tanta belleza, nuestros ojos se unieron en una danza en la que nuestras bocas volvían a ser nuestro único destino.
-Estas segura -jadeé contra el filo de sus labios antes de morder el inferior tirando de el con suavidad, forzándola a emitir un jadeo como única respuesta a mis actos.
Sus manos buscaron mi pantalón, sus dedos rozaron mi piel recorriendo entre jadeos el borde de la tela siguiéndola hasta dar con el botón que desabrocho excitada.
Gruñí contra su boca al sentir mi hombría liberada, mientras yo mismo impulsaba hacia bajo las perneras para sacarlas por mis pies finalmente.
-te deseo -susurré deslizando mis labios por su mandíbula, arrastrando por ella mis dientes hasta alcanzar sus pechos que turgentes se introducían suavemente en mi boca, susccionandolos despacio, incrementando lentamente las caricias, los lametones, haciéndola enloquecer.
Su sexo buscaba el mio, trazando círculos con su pelvis aun con las braguitas puestas, sentía como lo necesitaba, jadeé contra su boca de nuevo, muerto de ganas.
Mis dedos juguetearon con su ropa interior haciéndola a un lado mentiras nuestros ojos se encontraban hechos llamas
Busqué su aprobación entre jadeos, esta vez fue ella la que se dejo caer acariciando con la entrada de su vagina mi glande, rozándolo, excitandome, volviéndome loco.
Fue mi nombre gritado desde la orilla por una voz amiga lo que me saco del placer en estado puro.
No puedo decir que no me alegrara de ese encuentro, ni que mil dudas no surgieran en mi cabeza al encontrar a Shet, vociferando desde la orilla.
Por un momento dude si podía ser la herida, algún resquicio de fiebre que ahora me hiciera tener visiones también durante el día.
Visiones que corroían mi alma despojándome del sentido y la cordura.
Mas de nuevo oí mi nombre, pero esta vez no fui solo yo, pues Kaia, tomaba la camisola de forma acelerada cubriéndo su cuerpo frente a mis ojos, aun incredulos.
-Lo siento -susurré contra su boca al percatarme de que nada de esto era un suño, mas bien podria serlo.
Deposité un suave beso en sus labios -te lo recompensaré.
Me puse en pie caminando hacia la orilla con los pantalones aun en la mano y una sonrisa de medio lado.
Seth negaba divertido desde la orilla con esa cara que solo el era capaz de poner, esa de desaprobar todos y cada uno de mis actos, mas la sorpresa vino cuando ví que no estaba solo, también parecía venir muy bien acompañado por una mujer morena, de pelo largo y castaño, que al parecer venia atada, lastima que no amordazada.
-Agarwaen ¿que hacías en el agua? Hemos montado una partida para tu búsqueda y tu aquí...
-jugar a las cartas -le interrumpí con una picara sonrisa -no teníamos tablero donde apoyar las cartas y mira -le dije señalandole mi falo aun en alza.
Escuche su risa que se entremezclo con la mía, antes de deslizar los pantalones por mis perneras.
-Así que una partida para buscarme, vaya, si que parece que mis padres me han echado de menos -reí divertido mientras me acercaba a dar un abrazo a mi viejo amigo que me lo devolvió con ganas.
-Tu padre insistió en tener mejor otro hijo y darte por muerto, decía que fabricarlos requería menos esfuerzo que mandar una partida de caza. Mas tu madre dijo que se la cascara en el baño, que no colaba.
Rei divertido golpeando con mi mano su espalda, un saludo efusivo que nos sumió en un abrazo sentido.
-Siento deciros que acabáis de sentenciar vuestro camino con el mio -susurré en su pido -lo siento amigo.
Ambos caímos al agua, yo de espaldas, ella sobre mi al tiempo que las risas de ambos, unidas por el gorgoteo del incesante agua que nos bañaba se fundían en una.
-Lo admito, esta no la esperaba -susurré contra el filo de su boca, nuestros alientos como otras tantas veces se unieron en aquella batalla de deseo a la que estaba acostumbrado a jugar, mas a nunca quemarme. Pero esta vez algo cambio, sus labios rozaron los míos, primero cuanto apenas, solo un roce débil que calentaba el agua que por ellos goteaba.
Entreabrí los labios al sentir como su lengua los acariciaba pidiendo paso y quebrando no solo mi voluntad si no con ella mi razón.
“ Es tu aprendiz” me dije mientras sus manso surcaban voraces mi cuerpo, acariciando mis abdominales para ascender por mi pecho lentamente sin dejar de acaparar mis labios mordiéndolos sin tregua.
Nuestras respiraciones se agitaron calentando el agua que entre nuestros cuerpos se tornaba fuego, mientras mis manos surcaban su cintura arrastrando con ellas la camisola que como única prenda cubría aquel cuerpo digno del mismo Zeus.
Nuestras bocas, ansiosas solo se separaron para dejar pasar aquella prenda de tormento que separaba nuestra carne, que ahora, se unía en una sola.
Mis manso acariciaron sus senos lentamente, deleitándome con cada resquicio de su piel, me separé un instante para contemplar tanta belleza, nuestros ojos se unieron en una danza en la que nuestras bocas volvían a ser nuestro único destino.
-Estas segura -jadeé contra el filo de sus labios antes de morder el inferior tirando de el con suavidad, forzándola a emitir un jadeo como única respuesta a mis actos.
Sus manos buscaron mi pantalón, sus dedos rozaron mi piel recorriendo entre jadeos el borde de la tela siguiéndola hasta dar con el botón que desabrocho excitada.
Gruñí contra su boca al sentir mi hombría liberada, mientras yo mismo impulsaba hacia bajo las perneras para sacarlas por mis pies finalmente.
-te deseo -susurré deslizando mis labios por su mandíbula, arrastrando por ella mis dientes hasta alcanzar sus pechos que turgentes se introducían suavemente en mi boca, susccionandolos despacio, incrementando lentamente las caricias, los lametones, haciéndola enloquecer.
Su sexo buscaba el mio, trazando círculos con su pelvis aun con las braguitas puestas, sentía como lo necesitaba, jadeé contra su boca de nuevo, muerto de ganas.
Mis dedos juguetearon con su ropa interior haciéndola a un lado mentiras nuestros ojos se encontraban hechos llamas
Busqué su aprobación entre jadeos, esta vez fue ella la que se dejo caer acariciando con la entrada de su vagina mi glande, rozándolo, excitandome, volviéndome loco.
Fue mi nombre gritado desde la orilla por una voz amiga lo que me saco del placer en estado puro.
No puedo decir que no me alegrara de ese encuentro, ni que mil dudas no surgieran en mi cabeza al encontrar a Shet, vociferando desde la orilla.
Por un momento dude si podía ser la herida, algún resquicio de fiebre que ahora me hiciera tener visiones también durante el día.
Visiones que corroían mi alma despojándome del sentido y la cordura.
Mas de nuevo oí mi nombre, pero esta vez no fui solo yo, pues Kaia, tomaba la camisola de forma acelerada cubriéndo su cuerpo frente a mis ojos, aun incredulos.
-Lo siento -susurré contra su boca al percatarme de que nada de esto era un suño, mas bien podria serlo.
Deposité un suave beso en sus labios -te lo recompensaré.
Me puse en pie caminando hacia la orilla con los pantalones aun en la mano y una sonrisa de medio lado.
Seth negaba divertido desde la orilla con esa cara que solo el era capaz de poner, esa de desaprobar todos y cada uno de mis actos, mas la sorpresa vino cuando ví que no estaba solo, también parecía venir muy bien acompañado por una mujer morena, de pelo largo y castaño, que al parecer venia atada, lastima que no amordazada.
-Agarwaen ¿que hacías en el agua? Hemos montado una partida para tu búsqueda y tu aquí...
-jugar a las cartas -le interrumpí con una picara sonrisa -no teníamos tablero donde apoyar las cartas y mira -le dije señalandole mi falo aun en alza.
Escuche su risa que se entremezclo con la mía, antes de deslizar los pantalones por mis perneras.
-Así que una partida para buscarme, vaya, si que parece que mis padres me han echado de menos -reí divertido mientras me acercaba a dar un abrazo a mi viejo amigo que me lo devolvió con ganas.
-Tu padre insistió en tener mejor otro hijo y darte por muerto, decía que fabricarlos requería menos esfuerzo que mandar una partida de caza. Mas tu madre dijo que se la cascara en el baño, que no colaba.
Rei divertido golpeando con mi mano su espalda, un saludo efusivo que nos sumió en un abrazo sentido.
-Siento deciros que acabáis de sentenciar vuestro camino con el mio -susurré en su pido -lo siento amigo.
Agarwaen- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 173
Fecha de inscripción : 24/06/2016
Localización : dificil de encontrar
Re: Encontrando mi destino(Agarwaen, Seth, Nimue)
Podía sentir su dolor con cada una de las palabras que pronunciaba sobre mi hombro, algo malo pasaba, algo que no me contaba.
Era obvio que si no había regresado era porque tenia un buen motivo y de sobra sabia que no era por estar entre las piernas de la joven del lago, ningún cazador dejaba sus obligaciones por una mujer, supongo que por eso todos eramos tan reacios a enamorarnos, era simplemente algo que no encajaba con nuestro modo de vida.
Muchas decían que lo aguantarían, que deseaban esperarnos en casa para sanar las heridas y muchos movidos por el amor, caíamos en que esa utopía podía convertirse en cierta, mas el tiempo pasaba, los hijos llegaban, las noches eran largas, nuestras partidas de caza eternas, llegábamos después de días ensangrentados, agotados, molidos y ellas simplemente recogían esas piezas del puzzle , uno que a veces ya no les encajaba, porque temían que un día no volviéramos dejando el escudo maltrecho sobre el portón, si no que volviéramos sobre el.
Temían no volver a tocarnos, temían dejar a sus hijos huérfanos, temían la vida que nosotros habíamos elegido por voluntad propia, y ellas habían asumido por amor a nosotros.
Era injusto, todos lo sabíamos por eso, nos protegíamos como mejor sabíamos, cada uno con sus reglas, pero todos, no conocía ni a uno solo que no tuviera fantasmas en su cabeza, noches en vela y dolor en su alma.
-Bueno, supongo que la guerra siempre es bienvenida entre los nuestros, y que los sinos, los trazamos, mas no siempre los elegimos, así que hermano, cabalguemos juntos hacia la muerte si eso es lo que los dioses nos deparan en nuestro camino.
Aflojamos le abrazo cuando las dos damas se nos acercaron, no tarde en percibir el olor de sangre seca, azufre, algo Agarwaen tenia en su hombro, algo que lo estaba consumiendo.
Quizás no era el momento de hablar, mas si de algo estaba seguro es que esa venda que sujetaba con fuerza el brazo de mi príncipe ocultaba mas que una simple herida de guerra, esa venda, trazaba su destino, y con el suyo, nuestro sino.
Era obvio que si no había regresado era porque tenia un buen motivo y de sobra sabia que no era por estar entre las piernas de la joven del lago, ningún cazador dejaba sus obligaciones por una mujer, supongo que por eso todos eramos tan reacios a enamorarnos, era simplemente algo que no encajaba con nuestro modo de vida.
Muchas decían que lo aguantarían, que deseaban esperarnos en casa para sanar las heridas y muchos movidos por el amor, caíamos en que esa utopía podía convertirse en cierta, mas el tiempo pasaba, los hijos llegaban, las noches eran largas, nuestras partidas de caza eternas, llegábamos después de días ensangrentados, agotados, molidos y ellas simplemente recogían esas piezas del puzzle , uno que a veces ya no les encajaba, porque temían que un día no volviéramos dejando el escudo maltrecho sobre el portón, si no que volviéramos sobre el.
Temían no volver a tocarnos, temían dejar a sus hijos huérfanos, temían la vida que nosotros habíamos elegido por voluntad propia, y ellas habían asumido por amor a nosotros.
Era injusto, todos lo sabíamos por eso, nos protegíamos como mejor sabíamos, cada uno con sus reglas, pero todos, no conocía ni a uno solo que no tuviera fantasmas en su cabeza, noches en vela y dolor en su alma.
-Bueno, supongo que la guerra siempre es bienvenida entre los nuestros, y que los sinos, los trazamos, mas no siempre los elegimos, así que hermano, cabalguemos juntos hacia la muerte si eso es lo que los dioses nos deparan en nuestro camino.
Aflojamos le abrazo cuando las dos damas se nos acercaron, no tarde en percibir el olor de sangre seca, azufre, algo Agarwaen tenia en su hombro, algo que lo estaba consumiendo.
Quizás no era el momento de hablar, mas si de algo estaba seguro es que esa venda que sujetaba con fuerza el brazo de mi príncipe ocultaba mas que una simple herida de guerra, esa venda, trazaba su destino, y con el suyo, nuestro sino.
Seth Kana- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 89
Fecha de inscripción : 13/08/2016
Localización : París
Re: Encontrando mi destino(Agarwaen, Seth, Nimue)
Seth se había empecinado a atarme de nuevo aquella mañana cuando dejamos atrás el hostal donde habíamos pasado la noche, y encaminarnos de nuevo hacía la búsqueda de aquel cazador desaparecido y que juro que empezaba a dudar de su existencia.
Aquella mañana de primavera prometía un día de sol y calor, así que un paseo por la laguna donde después poder descansar no se me antojó tan mala idea; siempre y cuando acabásemos los dos desnudos dentro de la misma.
Caminamos durante horas; tenía claro que Seth quería matarme, pero no que fuese tan cruel como para hacerlo de agotamiento; más cuando vislumbré de lejos aquella preciosa laguna oculta entre frondosos y enormes árboles, mis ánimos parecieron revivir.
De pronto el paso del lobo se tornó más ligero mientras tiraba de la cuerda que me retenía, y comprendí que por fin había encontrado algo. Hice un mohín por quedarme sin baño mientras trataba de ponerme a su altura.
Se paró en seco junto a la orilla y su cuerpo pareció relajarse. ¿Qué habría encontrado? ¿Alguna forma de martirizarme más?
Cuando conseguí alcanzarlo, me coloque tras él, y cuan fue mi impresión cuando vi salir del agua como dios lo trajo al mundo a aquel cazador con el que había coincidido noches antes en la taberna, y que bromeaba con no sé qué de un tablero mientras yo no podía evitar mirar hacia una parte de su anatomía que parecía impasible a las frías aguas en las que se estaba bañando.
Me oculté de nuevo tras Seth, que parecía más relajado con su amigo que conmigo, al menos en lo que a la forma de hablar se refería, y observé como saliendo con disimulo de la laguna se encontraba aquella otra cazadora que también había coincidido conmigo en la taberna. Desde luego que debía de tener un imán, porque aquello no era lógico. ¿Me habrían implantado un chip detrás de la oreja y no me había dado cuenta?
Resoplé tras del lobo, y traté pasar desapercibida lo mejor que pude. No me apetecía terminar convertida en alfombra, y por lo que parecía, no había empezado mi día con mucha suerte.
Aquella mañana de primavera prometía un día de sol y calor, así que un paseo por la laguna donde después poder descansar no se me antojó tan mala idea; siempre y cuando acabásemos los dos desnudos dentro de la misma.
Caminamos durante horas; tenía claro que Seth quería matarme, pero no que fuese tan cruel como para hacerlo de agotamiento; más cuando vislumbré de lejos aquella preciosa laguna oculta entre frondosos y enormes árboles, mis ánimos parecieron revivir.
De pronto el paso del lobo se tornó más ligero mientras tiraba de la cuerda que me retenía, y comprendí que por fin había encontrado algo. Hice un mohín por quedarme sin baño mientras trataba de ponerme a su altura.
Se paró en seco junto a la orilla y su cuerpo pareció relajarse. ¿Qué habría encontrado? ¿Alguna forma de martirizarme más?
Cuando conseguí alcanzarlo, me coloque tras él, y cuan fue mi impresión cuando vi salir del agua como dios lo trajo al mundo a aquel cazador con el que había coincidido noches antes en la taberna, y que bromeaba con no sé qué de un tablero mientras yo no podía evitar mirar hacia una parte de su anatomía que parecía impasible a las frías aguas en las que se estaba bañando.
Me oculté de nuevo tras Seth, que parecía más relajado con su amigo que conmigo, al menos en lo que a la forma de hablar se refería, y observé como saliendo con disimulo de la laguna se encontraba aquella otra cazadora que también había coincidido conmigo en la taberna. Desde luego que debía de tener un imán, porque aquello no era lógico. ¿Me habrían implantado un chip detrás de la oreja y no me había dado cuenta?
Resoplé tras del lobo, y traté pasar desapercibida lo mejor que pude. No me apetecía terminar convertida en alfombra, y por lo que parecía, no había empezado mi día con mucha suerte.
Nimue Dow- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 75
Fecha de inscripción : 29/07/2016
Localización : Paris
Re: Encontrando mi destino(Agarwaen, Seth, Nimue)
Mis manos recorrían su cuerpo con curiosidad; nunca lo había sentido tan cerca como en aquellos momentos y mis sentidos parecían despertarse con el roce de sus labios sobre los míos, que aceptando mi invitación, se abrieron para entrelazar nuestras lenguas en un profundo beso, mientras el cazador orillaba mi cuerpo al suyo cogiéndome de la cintura; sintiendo el calor que ambos desprendíamos y que era sentido incluso dentro del agua.
Ambos nos encontrábamos en una línea de no retorno, en la que todavía podíamos echarnos atrás y no habría sido diferente de cualquier de esas otras situaciones en las que nuestros alientos se mezclaban pero ninguno nos atrevíamos a dar el paso.
Mis jadeos y mi nerviosismo eran palpables cuando la camisola dejó totalmente liberados mis pechos mientras Agarwaen no dejaba de buscar en mis ojos la aceptación de sus actos; necesitaba saber que estaba segura de continuar lo que ya no podíamos parar, y por supuesto que estaba más segura que nunca. Sus manos me acariciaban como si fuese la primera vez que lo hacían, como si desease recordar para centímetro de mí de ese momento efímero.
Había deseado compartir aquel momento con él desde que pasamos juntos la primera noche en el hostal, y que por miedos y pudores no había sido capaz de continuar. Qué tonta había sido; cuantos momentos había perdido de estar junto a aquel hombre que me hacía temblar de los pies a la cabeza con una simple caricia.
De nuevo su pregunta formulada junto a mi boca,me hizo sonreír, dándole como respuesta un gemido ante su incesante afán de devorar de nuevo mis labios, que había hecho tan suyos como mi alma.
Lo deseaba; deseaba que me hiciese suya en aquel preciso instante en el que ya no solo era pasión lo que sentía por él; en ese momento en el habíamos compartido experiencias y nos habíamos convertido en algo más que unos desconocidos que se atraen. Después de esas semanas a su lado, Agarwaen se había convertido no solo en mi maestro y en mi mejor amigo, sino también en el hombre por el que estaría dispuesta a entregar mi alma y mi vida sin un ápice de dudas.
Enredé mis piernas alrededor de su cintura, buscando en el filo de su pantalón el botón que liberaría aquella parte de su cuerpo que deseaba sentir en mi interior. Fue entonces cuando mis caderas comenzaron a moverse mecánicamente buscando el roce con su hombría e incitándole a continuar con el siguiente paso; ese paso que no había sido capaz de dar hasta ahora. Jadeé junto a su cuello cuando su boca se hizo poseedora de mis pechos, que besaba y succionaba con admiración, al tiempo que nuestros sexos seguían su propio juego debajo del agua incentivamos por mis movimientos, y donde la única barrera que los separaba eran mis braguitas.
Sus dedos apartaron con cuidado mi lencería mientras su roce me hizo jadear junto a sus labios y nuestras miradas se encontraban de nuevo. Confirmando lo que tanto tiempo habíamos callado y que ahora se dignaba a salir; nos deseábamos con una locura desmedida. Todos aquellos acercamientos que habían terminado con un suspiro y un paso atrás ahora obtenían su recompensa.
El exterior de mis labios inferiores rozó su glande, invitándolo a pasar; invitándolo a hacerme más suya de lo que jamás había sido de nadie, al tiempo que nuestras miradas permanecían unidas al igual que nuestros cuerpos.
Un grito ahogado pareció escucharse desde la orilla; quizás solo fuesen imaginaciones mías y el sonido de nuestras ajetreadas respiraciones junto con el ruido del agua me hacían sentir cosas que no eran. Pero entonces Agarwaen se tensó y dejó mi mirada para dirigirla hacia la orilla, desde donde alguien lo llamaba y le hacía señas.
Extendí la mano hacía mi camisola mojada cuando con el corazón en la garganta decidí vestirme a toda prisa; decepcionada y hundida por tener que detener de nuevo ese encuentro con el que cada noche había soñado desde que nos conocíamos.
Un beso y una disculpa como fin de aquel momento que había sido tan maravilloso como su sonrisa se convirtieron en una daga clavada en mi pecho.
- Eso espero.- sonreí junto a sus labios tratando de quitarle importancia a la interrupción, aunque en mi interior sentía que se me desgarraba el alma.
Agarwaen se encaminó hacia la orilla para recibir a aquellas personas, al parecer un hombre y una mujer, que debía conocer; mientras yo volvía a la roca para recoger mi katana, y salir de la laguna un poco más apartada de ellos. Necesitaba llegar al lugar donde había dejado mi ropa antes de que los nuevos invitados se percatasen de mi desnudez; algo que al parecer a Agarwaen no le importaba, pues podía ver su escultural cuerpo desnudo mientras reía con aquel hombre extraño.
Me vestí lo más rápido que pude con las calzas, y tras escurrir un par de veces la camisola me di por satisfecha. Con las botas en la mano, recorrí la distancia que nos separaba, y me coloqué junto a Agarwaen, escudándome tras su brazo, mientras buscaba de nuevo el roce de nuestras manos.
- Hola.- saludé tímidamente al hombre que parecía conocer bastante al cazador , mientras intentaba observar a aquella extraña mujer que permanecía oculta, y al parecer atada tras aquel desconocido.
Ambos nos encontrábamos en una línea de no retorno, en la que todavía podíamos echarnos atrás y no habría sido diferente de cualquier de esas otras situaciones en las que nuestros alientos se mezclaban pero ninguno nos atrevíamos a dar el paso.
Mis jadeos y mi nerviosismo eran palpables cuando la camisola dejó totalmente liberados mis pechos mientras Agarwaen no dejaba de buscar en mis ojos la aceptación de sus actos; necesitaba saber que estaba segura de continuar lo que ya no podíamos parar, y por supuesto que estaba más segura que nunca. Sus manos me acariciaban como si fuese la primera vez que lo hacían, como si desease recordar para centímetro de mí de ese momento efímero.
Había deseado compartir aquel momento con él desde que pasamos juntos la primera noche en el hostal, y que por miedos y pudores no había sido capaz de continuar. Qué tonta había sido; cuantos momentos había perdido de estar junto a aquel hombre que me hacía temblar de los pies a la cabeza con una simple caricia.
De nuevo su pregunta formulada junto a mi boca,me hizo sonreír, dándole como respuesta un gemido ante su incesante afán de devorar de nuevo mis labios, que había hecho tan suyos como mi alma.
Lo deseaba; deseaba que me hiciese suya en aquel preciso instante en el que ya no solo era pasión lo que sentía por él; en ese momento en el habíamos compartido experiencias y nos habíamos convertido en algo más que unos desconocidos que se atraen. Después de esas semanas a su lado, Agarwaen se había convertido no solo en mi maestro y en mi mejor amigo, sino también en el hombre por el que estaría dispuesta a entregar mi alma y mi vida sin un ápice de dudas.
Enredé mis piernas alrededor de su cintura, buscando en el filo de su pantalón el botón que liberaría aquella parte de su cuerpo que deseaba sentir en mi interior. Fue entonces cuando mis caderas comenzaron a moverse mecánicamente buscando el roce con su hombría e incitándole a continuar con el siguiente paso; ese paso que no había sido capaz de dar hasta ahora. Jadeé junto a su cuello cuando su boca se hizo poseedora de mis pechos, que besaba y succionaba con admiración, al tiempo que nuestros sexos seguían su propio juego debajo del agua incentivamos por mis movimientos, y donde la única barrera que los separaba eran mis braguitas.
Sus dedos apartaron con cuidado mi lencería mientras su roce me hizo jadear junto a sus labios y nuestras miradas se encontraban de nuevo. Confirmando lo que tanto tiempo habíamos callado y que ahora se dignaba a salir; nos deseábamos con una locura desmedida. Todos aquellos acercamientos que habían terminado con un suspiro y un paso atrás ahora obtenían su recompensa.
El exterior de mis labios inferiores rozó su glande, invitándolo a pasar; invitándolo a hacerme más suya de lo que jamás había sido de nadie, al tiempo que nuestras miradas permanecían unidas al igual que nuestros cuerpos.
Un grito ahogado pareció escucharse desde la orilla; quizás solo fuesen imaginaciones mías y el sonido de nuestras ajetreadas respiraciones junto con el ruido del agua me hacían sentir cosas que no eran. Pero entonces Agarwaen se tensó y dejó mi mirada para dirigirla hacia la orilla, desde donde alguien lo llamaba y le hacía señas.
Extendí la mano hacía mi camisola mojada cuando con el corazón en la garganta decidí vestirme a toda prisa; decepcionada y hundida por tener que detener de nuevo ese encuentro con el que cada noche había soñado desde que nos conocíamos.
Un beso y una disculpa como fin de aquel momento que había sido tan maravilloso como su sonrisa se convirtieron en una daga clavada en mi pecho.
- Eso espero.- sonreí junto a sus labios tratando de quitarle importancia a la interrupción, aunque en mi interior sentía que se me desgarraba el alma.
Agarwaen se encaminó hacia la orilla para recibir a aquellas personas, al parecer un hombre y una mujer, que debía conocer; mientras yo volvía a la roca para recoger mi katana, y salir de la laguna un poco más apartada de ellos. Necesitaba llegar al lugar donde había dejado mi ropa antes de que los nuevos invitados se percatasen de mi desnudez; algo que al parecer a Agarwaen no le importaba, pues podía ver su escultural cuerpo desnudo mientras reía con aquel hombre extraño.
Me vestí lo más rápido que pude con las calzas, y tras escurrir un par de veces la camisola me di por satisfecha. Con las botas en la mano, recorrí la distancia que nos separaba, y me coloqué junto a Agarwaen, escudándome tras su brazo, mientras buscaba de nuevo el roce de nuestras manos.
- Hola.- saludé tímidamente al hombre que parecía conocer bastante al cazador , mientras intentaba observar a aquella extraña mujer que permanecía oculta, y al parecer atada tras aquel desconocido.
Kaia Andersen- Cazador Clase Media
- Mensajes : 63
Fecha de inscripción : 30/07/2016
Localización : París
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