AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Just bed, you'll tell the secret
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Just bed, you'll tell the secret
Just bed, you'll tell the secret
"Solo la cama dirá el secreto..." "[...]Primero tienes que aprender las reglas del juego, y después jugar mejor que nadie". |
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PROHIBIDO SU USO
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El jodido ladrón no pudo salirse con la suya, había movido las cartas para que sea llevado a los aposentos de la dama, y no a un hotel con una recamara separada de ella. ¿Qué fue lo que le salió mal? ¿Debió de haber presionado con un beso? El no permitir que bajara del carruaje con la mano ofrecida y la idea en su cabeza de separarse uno del otro en ese momento. Pero no todo lo daba por perdido, no se dejaba vencer el ladrón, aún con la miraba sostiene esas irises tras estar buscando las llaves que les serán otorgadas a las respectivas recámaras. Como hubiera deseado que aquel lujoso hotel no hubiese tenido dos cuartos disponibles, sino solo uno. Así estaría más cerca de ella, así podría disfrutar y salirse con su premio de esa noche. Que no era más que fortuna, dinero para su comodidad. Por el contrario, le ponían obstáculos, y tenía que tener la mente abierta, era una suerte que el destino quiso así las cosas. Ya que no solo a una podría poseer obsequios de valor, había mujeres a quienes tratar para el mismo cometido.
Sonrió, ella es sumamente interesante, un verdadero reto que con diversión planeaba, ejecutaba y sobre todo, victorioso salía a pesar de los desvíos que ocasionan en su transcurso. Y había sido un traslado ligero, como no poseía pertenencia alguna, solo eran acompañados por la educación y diría más que el servicio para la propina. Y Nastya ya era un cliente antes de que pidieran otra para Ash.
Era toda una belleza, desde las rusticas paredes, hasta el techo que otorgaba un cimiento confortable, daba la presentación a una memoria de un importante acontecimiento, mas era desconocedor de ello. Y en cuanto llegaron a la puerta de la habitación de Ash, dejo que Nastya fuera la principal en adentrarse, y posterior él, observando el lugar. Si hubiese sido un sentimental, ya habría derramado lágrimas por la impresión, pero no, se mantenía al margen, sonriendo por dentro que dormiría como un príncipe en su propia cama; suave y caliente, cómoda y con colchas. Y ah, que preciosura de almohada, su cabeza será tratada con adoración. Se lo merecía.
Inclino la cabeza, cuando el mozo dio por terminada su presencia. El seguía recorriendo la habitación, que en cuanto pueda, se daría un baño. Necesitaba relajar su cuerpo, porque era agotador vestir mascaras para llegar a lo que quiere. Y como Nastya ya lo comenzaba a conocer en ciertas circunstancias por los hechos que realizaba, se encargó de ofrecer una justa propina al mozo. Ni demente estaba Ash para brindar lo que no tiene, y si tuviera, se lo gastaría en satisfacciones propias y no ajenas. Porque al diablo quien diga que el servicio es para una satisfacción propia, ni es una necesidad, solo para aquellos que esperan que su trabajo se les ahorre, pagarían por tremendas falacias.
—Aún no te vayas, no me gusta dormir solo y menos en lugares desconocidos y amplios. Tengo ciertos problemas que me ocasionan una obstrucción respiratoria. —Le alcanzo a sostener el brazo cuando Nastya se giró para marcharse, sus palabras como siempre contenían algo de su cruda realidad pero también mentiras que le eran fácil de decir. Estaba en lo cierto de la obstrucción de su respiración, pero era algo que desconocía, como si fuese a dormir y que despertara sin saber que sucedió al dia anterior, aunque era como si ya hubieran pasado años sin saberlo.
—¿Dejaras a un pobre muchacho en esas circunstancias? —Con un rostro maquillando un sufrimiento, no soltaba de ese brazo, quería seguir en su compañía, necesitaba asegurar que ganaría más de lo que se planeó. Y ella, ya sabía sus intenciones por lo que hacía de ese juego un reto, y una extrema diversión.
Sonrió, ella es sumamente interesante, un verdadero reto que con diversión planeaba, ejecutaba y sobre todo, victorioso salía a pesar de los desvíos que ocasionan en su transcurso. Y había sido un traslado ligero, como no poseía pertenencia alguna, solo eran acompañados por la educación y diría más que el servicio para la propina. Y Nastya ya era un cliente antes de que pidieran otra para Ash.
Era toda una belleza, desde las rusticas paredes, hasta el techo que otorgaba un cimiento confortable, daba la presentación a una memoria de un importante acontecimiento, mas era desconocedor de ello. Y en cuanto llegaron a la puerta de la habitación de Ash, dejo que Nastya fuera la principal en adentrarse, y posterior él, observando el lugar. Si hubiese sido un sentimental, ya habría derramado lágrimas por la impresión, pero no, se mantenía al margen, sonriendo por dentro que dormiría como un príncipe en su propia cama; suave y caliente, cómoda y con colchas. Y ah, que preciosura de almohada, su cabeza será tratada con adoración. Se lo merecía.
Inclino la cabeza, cuando el mozo dio por terminada su presencia. El seguía recorriendo la habitación, que en cuanto pueda, se daría un baño. Necesitaba relajar su cuerpo, porque era agotador vestir mascaras para llegar a lo que quiere. Y como Nastya ya lo comenzaba a conocer en ciertas circunstancias por los hechos que realizaba, se encargó de ofrecer una justa propina al mozo. Ni demente estaba Ash para brindar lo que no tiene, y si tuviera, se lo gastaría en satisfacciones propias y no ajenas. Porque al diablo quien diga que el servicio es para una satisfacción propia, ni es una necesidad, solo para aquellos que esperan que su trabajo se les ahorre, pagarían por tremendas falacias.
—Aún no te vayas, no me gusta dormir solo y menos en lugares desconocidos y amplios. Tengo ciertos problemas que me ocasionan una obstrucción respiratoria. —Le alcanzo a sostener el brazo cuando Nastya se giró para marcharse, sus palabras como siempre contenían algo de su cruda realidad pero también mentiras que le eran fácil de decir. Estaba en lo cierto de la obstrucción de su respiración, pero era algo que desconocía, como si fuese a dormir y que despertara sin saber que sucedió al dia anterior, aunque era como si ya hubieran pasado años sin saberlo.
—¿Dejaras a un pobre muchacho en esas circunstancias? —Con un rostro maquillando un sufrimiento, no soltaba de ese brazo, quería seguir en su compañía, necesitaba asegurar que ganaría más de lo que se planeó. Y ella, ya sabía sus intenciones por lo que hacía de ese juego un reto, y una extrema diversión.
Invitado- Invitado
Re: Just bed, you'll tell the secret
Bien parecía que la jugada no acababa todavía, algo que debemos agradecer a los buenos sesos del mozo y a la obcecación militar de la Gran Duquesa Stroganóva, justa y castrensemente heredada del duque Pável Stróganov, quien fuera padre de la antigua bribona con complejo cleptomaníaco. Y es que, no vayamos a mentir ahora, a la rusa le encantaba el juego; ¿sería esa afición de nuevo percibida por un progenitor ludópata o unos tutores que la habían ejercitado en elegante entretenimiento del ajedrez humano? Sea como fuere, poco importa. Lo que nos atañe en estos momentos es el jaque mate final que avanzándose con cuidado, como dejándose esperar, configuraba su siguiente movimiento.
Bájose la Gran Duquesa del coche de caballos y despidióse del cochero con un par de francos sueltos. "Ahí va; gánese la vida, buen hombre", era su forma de decir adiós al servicial chófer. El hotel no lo había elegido ella, sino su valedor ruso el príncipe Ivashkov. Que ella de nombres peripuestos no sabía demasiado, y como poco le importaba además, era siempre el honorable príncipe quien encargábase de esos menesteres. Había llegado al hotel dos semanas antes, con motivo de una reunión entre embajadores al que la noble duquesa había sido invitada. Al parecer, el devenir de su historia le resultaba extrañamente romántica a los franceses, tal vez por su estrecha conexión con París. De romántica, claro está, no tenía nada; más bien era una crónica de miserias humanas, hambre, peste y desidia. Pero Nastya dejaba a los remilgados galos obnubilados con su cuento de hadas prefabricado.
El mozo del hotel los condujo a ambos por los intrincados y perlados pasillos dorados del edificio. La salamandrilla dejó escapar un eco de su niñez y acarició las aterciopeladas paredes con las yemas de los dedos, sintiendo el suave tacto del fino papel de pared conforme pasaban. Con una inclinación de cabeza, el muchacho del servicio se despidió, dejando a ambos bribones (uno más reformado que el otro, todo hay que decirlo) delante de sus correspondientes habitaciones; una al lado de la otra, no se fuera a pensar el rapaz cosas que no eran.
-Disfruta, gañán. Que no te verás en una igual en mucho tiempo. Si te llevas cosas pequeñas, los mozos no lo notarán. Luego puedes venderlas al bueno de Bamatabois. A él no le importa comprar objetos robados. -fue lo primero que dijo, con un encogimiento de hombros. Já. Las veces que ella le habría vendido a ese chulapo despreciable las joyas que había sisado en el mercado- Eso sí. Cuidado que no te time. Procura que te pague el valor de lo que te lleves, si te llevas algo.
Después de aquella catequesis que ella entendía como una especie de lección de vida, dispúsose la Stroganóva a marcharse al aposento contiguo, cuando entonces la boquita de piñón del maleante volvió a abrirse con una insinuación que hízole a la salamandrilla enarcar una de sus cejas de duende.
-¿Una obstrucción respiratoria? ¿Dónde has aprendido esa palabra? ¿La leíste en una novelucha de Sterne? -se burló sin piedad, obviando el hecho de que ella misma había ampliado sus confines imaginativos con una reinvención propia de la gramática. Y que aún lo seguía haciendo siempre que le resultaba oportuno, ocultando así unas carencias que ni todos los príncipes Ivashkovs del mundo serían capaces de suplir.
-Está bien. Saca los naipes, si quieres. -entró descaradamente en la habitación y se dejó caer en uno de los sofás de estilo barroco que decoraban la estancia. Colocó los pies encima de la mesita de té, perdiendo así todo el encanto victoriano, pretoriano y romano que podía existir en la persona de Natasha Pavelóvna Stroganóva.
Bájose la Gran Duquesa del coche de caballos y despidióse del cochero con un par de francos sueltos. "Ahí va; gánese la vida, buen hombre", era su forma de decir adiós al servicial chófer. El hotel no lo había elegido ella, sino su valedor ruso el príncipe Ivashkov. Que ella de nombres peripuestos no sabía demasiado, y como poco le importaba además, era siempre el honorable príncipe quien encargábase de esos menesteres. Había llegado al hotel dos semanas antes, con motivo de una reunión entre embajadores al que la noble duquesa había sido invitada. Al parecer, el devenir de su historia le resultaba extrañamente romántica a los franceses, tal vez por su estrecha conexión con París. De romántica, claro está, no tenía nada; más bien era una crónica de miserias humanas, hambre, peste y desidia. Pero Nastya dejaba a los remilgados galos obnubilados con su cuento de hadas prefabricado.
El mozo del hotel los condujo a ambos por los intrincados y perlados pasillos dorados del edificio. La salamandrilla dejó escapar un eco de su niñez y acarició las aterciopeladas paredes con las yemas de los dedos, sintiendo el suave tacto del fino papel de pared conforme pasaban. Con una inclinación de cabeza, el muchacho del servicio se despidió, dejando a ambos bribones (uno más reformado que el otro, todo hay que decirlo) delante de sus correspondientes habitaciones; una al lado de la otra, no se fuera a pensar el rapaz cosas que no eran.
-Disfruta, gañán. Que no te verás en una igual en mucho tiempo. Si te llevas cosas pequeñas, los mozos no lo notarán. Luego puedes venderlas al bueno de Bamatabois. A él no le importa comprar objetos robados. -fue lo primero que dijo, con un encogimiento de hombros. Já. Las veces que ella le habría vendido a ese chulapo despreciable las joyas que había sisado en el mercado- Eso sí. Cuidado que no te time. Procura que te pague el valor de lo que te lleves, si te llevas algo.
Después de aquella catequesis que ella entendía como una especie de lección de vida, dispúsose la Stroganóva a marcharse al aposento contiguo, cuando entonces la boquita de piñón del maleante volvió a abrirse con una insinuación que hízole a la salamandrilla enarcar una de sus cejas de duende.
-¿Una obstrucción respiratoria? ¿Dónde has aprendido esa palabra? ¿La leíste en una novelucha de Sterne? -se burló sin piedad, obviando el hecho de que ella misma había ampliado sus confines imaginativos con una reinvención propia de la gramática. Y que aún lo seguía haciendo siempre que le resultaba oportuno, ocultando así unas carencias que ni todos los príncipes Ivashkovs del mundo serían capaces de suplir.
-Está bien. Saca los naipes, si quieres. -entró descaradamente en la habitación y se dejó caer en uno de los sofás de estilo barroco que decoraban la estancia. Colocó los pies encima de la mesita de té, perdiendo así todo el encanto victoriano, pretoriano y romano que podía existir en la persona de Natasha Pavelóvna Stroganóva.
Natasha Stroganóva- Realeza Rusa
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Fecha de inscripción : 01/03/2012
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Re: Just bed, you'll tell the secret
¿Qué mierda estaba diciendo? Estaba bien que conociese de vocabulario, pero que no joda con sus modales o enseñanzas de niña rica, si hizo empleo de esos términos, era con la burla y con el fin de verse como una víctima de las atrocidades de la vida. Necesitaba asegurar la fortuna en ella, el dispone de sus objetos valiosos y salir de ese hotel por la entrada principal, sin mínimo de preocupación por el correr o emplear un arma blanca. Pero parece que Nasty se sigue burlando, más, verá quien ríe al último y mejor. Porque nada ópera de la misma forma, los tiempos cambian, nada permanece del mismo estado en el que se encontraba. Como justo esa cama en la que pronto le haría compañía, revolcarse entre esas sábanas porque vaya que su piel es débil ante la seda de esta. Sin querer soltar de su brazo, si, quería que estuviese a su lado, la confianza generarse para que en el último momento zas, le arrebate todo aquello que genere dinero. Siendo la única forma de disfrutar cuando se refirió a ello. Sin contradecir sus habladurías, porque nadie sabe qué sucederá el día de mañana, solo se vive el momento, y lo único en lo que está seguro es que ella no saldrá por esa puerta. Porque así como le arroja maldiciones, muchas lo han hecho y por cada uno un tatuaje es bien marcado. Como si todas fuesen brujas, desde que una lo maldijo, su cuerpo ha sido víctima de repentinos tatuajes ofrendados a la muerte. Que una más no le perjudicaba. Más, ¿cómo se suponía que sería la única vez? ¿cuándo por algunas a hasta dormido en camas reales? pero es algo que no le concierne, la deja en su altanería y se divierte. — ¿Crees que París sigue siendo un mundo que conoces? ...Ay, Nastya, ¿quién querría llevarse algo de este lugar? —le soltó, yendo hacia la cama, en la que posó sus nalgas y dejo por un instante para que disfrutaran, con las manos sobre ésta de igual manera. — Es demasiada pérdida venderlo de esa manera, y como es información privada, solo puedo decir que, se vende de la misma forma donde fue comprada. —si supiera que no es la única que ha sido ladrona en la realeza. Existen muchas interesadas que arriesgan todo por cumplir sus caprichos.
Sin seguir perjudicando sus burlas, con la tremenda libertad, se pone la mano sobre la garganta, fingiendo una falla, un ahogamiento quizás que se exageró con una gruesa tos. — Me muero, ¿acaso no te das cuenta? —negó, dejando caerse de espaldas, mirando el techo. — El tener que ver mis intereses me han orillado a mezclarme con personas de altos cargos, de ahí aprendo, ese es mi cuento de todos los días para poder dormir tranquilo. Sabiendo que la vida se pone en juego. —de un empujón hacia el frente, tomó asiento, aflojando los zapatos para quitárselos, adquiridos por una apuesta. —El mismo juego aburre, y más si es con la misma persona… —la verdad es que no tiene nada que aprender de ella en las partidas de naipes. Ya con lo visto era suficiente, y con la libertad expresada río. — O, ¿no prefieres la cama? Es mucho más cómoda, y muy amplia. —palmo a un lado, llamándola, luciendo sus descoloridos calcetines, que no le daban vergüenza, quería liberarse de la ropa estorbosa, y el saco junto con los guantes desterró, aflojando la camisa con la corbata y todo extraído de la misma persona que perdió una partida.
Así era la vida para él, un juego donde a veces se gana y a veces se pierde, pero si por el segundo pasaba, nunca se deja vencer, de cualquier modo busca lo que quiere. — ¿Estas segura que no quieres al menos recostarte por un momento? — Que si no fuese porque ya conoce su dedicación, diría que es un jovencillo muy inocente, ya que posee las habilidades de aparentarlo, y con sus gestos lo aseguraba sabiendo que no era de esa manera.
Sin seguir perjudicando sus burlas, con la tremenda libertad, se pone la mano sobre la garganta, fingiendo una falla, un ahogamiento quizás que se exageró con una gruesa tos. — Me muero, ¿acaso no te das cuenta? —negó, dejando caerse de espaldas, mirando el techo. — El tener que ver mis intereses me han orillado a mezclarme con personas de altos cargos, de ahí aprendo, ese es mi cuento de todos los días para poder dormir tranquilo. Sabiendo que la vida se pone en juego. —de un empujón hacia el frente, tomó asiento, aflojando los zapatos para quitárselos, adquiridos por una apuesta. —El mismo juego aburre, y más si es con la misma persona… —la verdad es que no tiene nada que aprender de ella en las partidas de naipes. Ya con lo visto era suficiente, y con la libertad expresada río. — O, ¿no prefieres la cama? Es mucho más cómoda, y muy amplia. —palmo a un lado, llamándola, luciendo sus descoloridos calcetines, que no le daban vergüenza, quería liberarse de la ropa estorbosa, y el saco junto con los guantes desterró, aflojando la camisa con la corbata y todo extraído de la misma persona que perdió una partida.
Así era la vida para él, un juego donde a veces se gana y a veces se pierde, pero si por el segundo pasaba, nunca se deja vencer, de cualquier modo busca lo que quiere. — ¿Estas segura que no quieres al menos recostarte por un momento? — Que si no fuese porque ya conoce su dedicación, diría que es un jovencillo muy inocente, ya que posee las habilidades de aparentarlo, y con sus gestos lo aseguraba sabiendo que no era de esa manera.
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Re: Just bed, you'll tell the secret
-Oh. Así que el juego te aburre...-declaro la rubia Natasha, la decepción fingida como otro escudo mas de la inevitable situación- Pues en ese caso deberías soltar ya ese hueso, malandrín...-Mas cambia de estrategia. Que suelto se le veía al zángano entre aquellos lujos, como si hubiese nacido con ellos puestos. Se saco los zapatos -que, por supuestisimo, adquiridos de honrosa manera no habían sido- y dejose al descubierto unos mohosos calcetines con un agujero en el dedo gordo donde una sandia entera hubiese cabido.
¿La había llamado vieja? Eso le había dado a entender ese mocoso. Bueno, vieja tal vez no era la intención pero dejadole caer que el terreno del muchacho ya no era el suyo. ¿Se equivocaba, acaso? Diez años pasaronse ya desde que Nastya la Salamandrilla hiciese sudar la gota gorda a los alguaciles de París. Y ella se cuestionaba: ¿es que de una vida así podía una olvidarse? Que curioso: había partida a Rusia buscándose y había regresado a Francia perdida. Se encontraba sumergida en medio de dos mundos, de los cuales ninguno era realmente el suyo.
-¿De veras eso te sirve para cortejar a las damas? -alzo otra ceja- Pues deben ser mas bobas que un zurullo.-Y con esa declaración y ese uso esperpentico del bello idioma francés, amigos míos, Natasha Pavelovna daba otra clase magistral de vocabulario arrabalero, que nada casaba con las ropas que portaba ni con el lugar en el que estaba.
Entro en la habitación pasando de largo de Ash y de su obscena invitación y clavo sus azules iris en las vistas del parque. El corazón le dio un vuelco, habiéndose olvidado entonces del recuerdo.
-¿Como llegaste a esto? -pregunto de pronto, sin apartar la mirada del paisaje y olvidando en ese momento todo haz de sorna. Era una pregunta sin trampas ni dobles sentidos, sincera a su manera, la manera de Nastasha. Sencillamente, Nastya le estaba preguntando a otro vagabundo por su historia.
¿La había llamado vieja? Eso le había dado a entender ese mocoso. Bueno, vieja tal vez no era la intención pero dejadole caer que el terreno del muchacho ya no era el suyo. ¿Se equivocaba, acaso? Diez años pasaronse ya desde que Nastya la Salamandrilla hiciese sudar la gota gorda a los alguaciles de París. Y ella se cuestionaba: ¿es que de una vida así podía una olvidarse? Que curioso: había partida a Rusia buscándose y había regresado a Francia perdida. Se encontraba sumergida en medio de dos mundos, de los cuales ninguno era realmente el suyo.
-¿De veras eso te sirve para cortejar a las damas? -alzo otra ceja- Pues deben ser mas bobas que un zurullo.-Y con esa declaración y ese uso esperpentico del bello idioma francés, amigos míos, Natasha Pavelovna daba otra clase magistral de vocabulario arrabalero, que nada casaba con las ropas que portaba ni con el lugar en el que estaba.
Entro en la habitación pasando de largo de Ash y de su obscena invitación y clavo sus azules iris en las vistas del parque. El corazón le dio un vuelco, habiéndose olvidado entonces del recuerdo.
-¿Como llegaste a esto? -pregunto de pronto, sin apartar la mirada del paisaje y olvidando en ese momento todo haz de sorna. Era una pregunta sin trampas ni dobles sentidos, sincera a su manera, la manera de Nastasha. Sencillamente, Nastya le estaba preguntando a otro vagabundo por su historia.
Natasha Stroganóva- Realeza Rusa
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Re: Just bed, you'll tell the secret
Parece que la ladrona damisela se había ofendido, ¿acaso era cierto eso? Podría ser que hiriera su orgullo, pero, ¿quién lo afirmaría? Nadie, y ella, siempre tienden a aparentar, por ello no tomo importancia, reía con una fluidez que en esa noche, parece que se divierte más de la cuenta. —Oh, espero no haberte ofendido, y si fue así, que pena. — Era una sensación basada en la befa de lo servicial, exponiéndose en la cama de aquella manera, dejaba clara las intenciones. Hacía demasiado tiempo que no dormía con alguien por interés, había muchas ocasiones en las que pudo hacer y deshacer de mujeres y hombres, más nunca término de la manera en la que esa noche deseaba. Le aumentaba el interés, el conocerle, el informarse de todo si es posible en cuanto a ella. Si, anhela estafarle, haciéndose un excitante juego. —Para soltarlo necesito de otro, y, te niegas a ser mi hueso… —la veía pensativa, atractiva en el sentido que sus modales se iban por los suelos, al fin comenzaba a conocer su otra faceta. ¡Tan hermosa podía lucir si tan solo se desnudara! Era por supuesto una figura inusual para él, por el tipo de piel, fragancia, y acento.
—Acaso, ¿te sientes cortejada? Vaya grosería de tu parte. —se puso de rodillas, caminando de esa manera sobre la cama para llegar a la orilla. — El cortejar no es una de mis habilidades, ni tan siquiera he supuesto el hacerlo en cualquier momento, no te olvides que soy de calle, y no un caballero, puedo desnudarme para que el ropaje no te confunda. —la miraba como si la fuese a devorar en ese instante, bajando un pie seguido del otro, dirigiéndose hacia ella, hacia la lejanía en la que mantiene.
— ¿El robarte? —cuestiono, estando detrás de ella, mirando lo que perseguían esas irises, y al ver el parque, le hizo enarcar la ceja, recargándose en la pared a un lado de la ventana. — Como todos un dia lo hacen, como tu llegaste a hacerlo… —no decía mucho, pero tampoco lo iba a desprender de su boca, no era esa clase de ladronzuelo que habla de su pasado, o de las circunstancias que lo motivaron a ser lo que es ahora. Más, se cruza de brazos, percibiendo una pesadez sobre la cabeza. —No me digas que por verme, ¿te has puesto sentimental? —. Movió de un lado a otro su cabeza, masajeando esta, y eleva la mano a presionarse la nuca, sin cambiar el tono de su voz, notándose igual como siempre; descarado.
—Acaso, ¿te sientes cortejada? Vaya grosería de tu parte. —se puso de rodillas, caminando de esa manera sobre la cama para llegar a la orilla. — El cortejar no es una de mis habilidades, ni tan siquiera he supuesto el hacerlo en cualquier momento, no te olvides que soy de calle, y no un caballero, puedo desnudarme para que el ropaje no te confunda. —la miraba como si la fuese a devorar en ese instante, bajando un pie seguido del otro, dirigiéndose hacia ella, hacia la lejanía en la que mantiene.
— ¿El robarte? —cuestiono, estando detrás de ella, mirando lo que perseguían esas irises, y al ver el parque, le hizo enarcar la ceja, recargándose en la pared a un lado de la ventana. — Como todos un dia lo hacen, como tu llegaste a hacerlo… —no decía mucho, pero tampoco lo iba a desprender de su boca, no era esa clase de ladronzuelo que habla de su pasado, o de las circunstancias que lo motivaron a ser lo que es ahora. Más, se cruza de brazos, percibiendo una pesadez sobre la cabeza. —No me digas que por verme, ¿te has puesto sentimental? —. Movió de un lado a otro su cabeza, masajeando esta, y eleva la mano a presionarse la nuca, sin cambiar el tono de su voz, notándose igual como siempre; descarado.
Invitado- Invitado
Re: Just bed, you'll tell the secret
A la princesa Sofía Vladímirovna, la señora madre de nuestra querida ladronzuela venida a más, le hubiese dado un jamacuco tremendo de haber sabido que su hija, destinada a Gran Duquesa, se encontraba compartiendo los mismos metros cuadrados con un don nadie en una habitación de hotel -¡de hotel, por Dios Santísimo!-, al igual que su padre, el duque Pável Aleksandróvich Stróganov hubiese tratado de matar a golpe de bayoneta a dicho mameluco que se atrevía a respirar en la misma estancia que Natasha Pavelovna.
Afortunadamente para nuestro canalla (y valiéndonos un poco del humor negro) ambos estaban muertos. Y Nastya había pasado más tiempo entre prójimos de dudosa estirpe que entre los algodones del palacio de Vladivostok. Daba igual el esfuerzo que había puesto el príncipe Fyódor en la enseñanza de las buenas maneras, pues aunque la mona se vista de seda... En fin, ya se sabe.
Sobra decir que, ni por instante se le pasó a la pícara jovenzuela el pensamiento que sus padres -de los que únicamente poseía los recuerdos de enormes retratos colgados en los salones de Vladivostok, pues los verdaderos habíanse borrado a causa de la amnesia- podrían albergar ante tal inmoral y pervertido comportamiento. Los empleados del hotel habían susurrado y chismorreado al ver a ambos jóvenes descender del coche de caballos mientras que a nuestra desvergonzada protagonista se la tría al pairo, para decirlo bien claro.
Le agradaba el intercambio inmaduro y lenguaraz con Ash, quien siempre contestaba con un tono burlón; su actitud hacia la vida misma.
-¿Desnudarte? Oh, por todos los diablos, no. Acabaré teniendo pesadillas. -contestó la rusa con una pulla de lo más infantil. Y es que, a pesar de sus veintitrés años, Nastya seguía siendo una cría.
-Ya veo. Te niegas a contarme tu historia. Está bien, lo respeto. Respeto el código de silencio. -aluyó a lo que entre ladrones suponía el no hurgar en la herida de los demás compañeros. Se hallaba dentro del honor entre parias.
Mudó su expresión de pronto, otra vez tornándose chancera y socarrona, con esa sonrisa de duende que auguraba el peor de los planes.
-¿Nostálgica yo? Qué va -se encogió de hombros- Será París, que a todos enamora. -adoptó un tono jocoso. Acto seguido, se quitó los zapatos de tacón bajo con un lazo en el medio y los tiró por la habitación.
Volvió a dejarse de caer en el sofá de terciopelo, emitiendo un suspiro no demasiado acorde con su figura femenina.
-Vale, pues si no me vas a contar un cuento, al menos vamos a entretenernos con algo. -sacó como de la nada un franco de cobre y se lo pasó entre los dedos, un viejo truco que le había enseñado el gitano Coplin.
-¿Qué sabes de magia de manos, rapaz?
Afortunadamente para nuestro canalla (y valiéndonos un poco del humor negro) ambos estaban muertos. Y Nastya había pasado más tiempo entre prójimos de dudosa estirpe que entre los algodones del palacio de Vladivostok. Daba igual el esfuerzo que había puesto el príncipe Fyódor en la enseñanza de las buenas maneras, pues aunque la mona se vista de seda... En fin, ya se sabe.
Sobra decir que, ni por instante se le pasó a la pícara jovenzuela el pensamiento que sus padres -de los que únicamente poseía los recuerdos de enormes retratos colgados en los salones de Vladivostok, pues los verdaderos habíanse borrado a causa de la amnesia- podrían albergar ante tal inmoral y pervertido comportamiento. Los empleados del hotel habían susurrado y chismorreado al ver a ambos jóvenes descender del coche de caballos mientras que a nuestra desvergonzada protagonista se la tría al pairo, para decirlo bien claro.
Le agradaba el intercambio inmaduro y lenguaraz con Ash, quien siempre contestaba con un tono burlón; su actitud hacia la vida misma.
-¿Desnudarte? Oh, por todos los diablos, no. Acabaré teniendo pesadillas. -contestó la rusa con una pulla de lo más infantil. Y es que, a pesar de sus veintitrés años, Nastya seguía siendo una cría.
-Ya veo. Te niegas a contarme tu historia. Está bien, lo respeto. Respeto el código de silencio. -aluyó a lo que entre ladrones suponía el no hurgar en la herida de los demás compañeros. Se hallaba dentro del honor entre parias.
Mudó su expresión de pronto, otra vez tornándose chancera y socarrona, con esa sonrisa de duende que auguraba el peor de los planes.
-¿Nostálgica yo? Qué va -se encogió de hombros- Será París, que a todos enamora. -adoptó un tono jocoso. Acto seguido, se quitó los zapatos de tacón bajo con un lazo en el medio y los tiró por la habitación.
Volvió a dejarse de caer en el sofá de terciopelo, emitiendo un suspiro no demasiado acorde con su figura femenina.
-Vale, pues si no me vas a contar un cuento, al menos vamos a entretenernos con algo. -sacó como de la nada un franco de cobre y se lo pasó entre los dedos, un viejo truco que le había enseñado el gitano Coplin.
-¿Qué sabes de magia de manos, rapaz?
Natasha Stroganóva- Realeza Rusa
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Re: Just bed, you'll tell the secret
¿Qué era lo que deseaba o planeaba Natasha? le da curiosidad, es la primera mujer que lo tiene interesado, planeando como cazarla. Le ha llevado más tiempo pero jamás será un caso sin conseguir. Y entre bromas y sarcasmos, se esconde la verdad, porque si deseaba su cuerpo, el deseo y la ambición eran más intensos. Quizás sea el peor canalla por saborear esa piel, el asegurar su futuro entre sus piernas, pero era imposible no sentirlo, le atraía su carácter, esas piernas que se descubren cuando se recostó en ese sofá. Era bien sabido que los modales no tenían cabida en esa habitación, que conoce ella el motivo de que permaneciera a su lado. Que no es por simple cuidado a su sueño, era un lugar íntimo donde se espera guardar secretos tras las sábanas. Pero, ¿que realmente esperaba ella?
—O quizás temes no poder sacarme de tu mente. —siguió una especie de línea forjada de sus pies hasta su cabeza, morboseando tal vez las curvas y los bultos expuestos. Pero, para eso eran las mujeres, para apreciar en todo sentido.
Y no era el silencio lo que perduraban en su preferencia, más bien, quería dar a entender que es la historia cotidiana de niños que buscan su supervivencia, que se deben acoplar al ritmo de las circuncidas de la vida. Sin ser necesario repetir la misma fechoría, y que al parecer no comprendía. Más la dejo que pensara que fuera por ello. La conversación retoma otro tema a tratar, aprovechándose para insinuar una vez más… — ¿París o con la personas con quien estas? Porque la realidad es eso, no es tanto la “magia” de la ciudad. —sí, era la combinación de risa y encaró, deshaciéndose de su camisa, que su pecho desnudo aflora. Mirándola con la ceja enarcada, pasándose sus habilidades en pocas palabras por el rabillo.
—Se más de lo que quiera presumir… —, en doble sentido se refería, caminando hacia ella, y detiene esa mano concorde la moneda la movía. — Te has envuelto de gente aburrida durante mucho tiempo, déjame conocer aquella chiquilla de alcantarilla, que se las ingeniaba para robar. —se agachó, posesionándose de su otra mano, aprisionando, subiéndose encima de ella, sin despegar la mirada. Había algo extraño en sus pupilas, como si no alcanzara a determinar ese rostro, y liberó una muñeca, comenzando a acariciar ese rostro con la moneda que circulaba antes. — He odiado la magia desde que tengo memoria, son juegos estúpidos que creen causar gracia, pero no es así, hay una gran diferencia entre una risa y una burla, muchos se burlan de lo patético que es, de que quieren terminar asombrar a los demás pero solo causan lastima, el actuar como tontos para ganarse, ¿qué? , —ya no solo era ese rostro, era su cuello, y en lo alto de su pecho, paseándose la moneda como si ya conociera de ese cuerpo. Así, como su voz se tornó seria, sin bromear, sin mentiras. Ash en su infancia, jamás ha actuado como suelen hacerlo a esa edad, siempre de forma adulta, ya pensando en ganar por su beneficio, la vida no es la misma para todos. Como efecto, estaba doliéndole la cabeza, un mareo que no le tomo importancia.
—O quizás temes no poder sacarme de tu mente. —siguió una especie de línea forjada de sus pies hasta su cabeza, morboseando tal vez las curvas y los bultos expuestos. Pero, para eso eran las mujeres, para apreciar en todo sentido.
Y no era el silencio lo que perduraban en su preferencia, más bien, quería dar a entender que es la historia cotidiana de niños que buscan su supervivencia, que se deben acoplar al ritmo de las circuncidas de la vida. Sin ser necesario repetir la misma fechoría, y que al parecer no comprendía. Más la dejo que pensara que fuera por ello. La conversación retoma otro tema a tratar, aprovechándose para insinuar una vez más… — ¿París o con la personas con quien estas? Porque la realidad es eso, no es tanto la “magia” de la ciudad. —sí, era la combinación de risa y encaró, deshaciéndose de su camisa, que su pecho desnudo aflora. Mirándola con la ceja enarcada, pasándose sus habilidades en pocas palabras por el rabillo.
—Se más de lo que quiera presumir… —, en doble sentido se refería, caminando hacia ella, y detiene esa mano concorde la moneda la movía. — Te has envuelto de gente aburrida durante mucho tiempo, déjame conocer aquella chiquilla de alcantarilla, que se las ingeniaba para robar. —se agachó, posesionándose de su otra mano, aprisionando, subiéndose encima de ella, sin despegar la mirada. Había algo extraño en sus pupilas, como si no alcanzara a determinar ese rostro, y liberó una muñeca, comenzando a acariciar ese rostro con la moneda que circulaba antes. — He odiado la magia desde que tengo memoria, son juegos estúpidos que creen causar gracia, pero no es así, hay una gran diferencia entre una risa y una burla, muchos se burlan de lo patético que es, de que quieren terminar asombrar a los demás pero solo causan lastima, el actuar como tontos para ganarse, ¿qué? , —ya no solo era ese rostro, era su cuello, y en lo alto de su pecho, paseándose la moneda como si ya conociera de ese cuerpo. Así, como su voz se tornó seria, sin bromear, sin mentiras. Ash en su infancia, jamás ha actuado como suelen hacerlo a esa edad, siempre de forma adulta, ya pensando en ganar por su beneficio, la vida no es la misma para todos. Como efecto, estaba doliéndole la cabeza, un mareo que no le tomo importancia.
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Re: Just bed, you'll tell the secret
Se aburría. Se aburría soberanamente. Su vida la aburría. El muy pícaro ladrón tenía razón en eso. Echaba profundamente de menos algo de lo que ella ni siquiera estaba segura. Y no eran las callejuelas encharcadas de París, eso ni lo miente. Mas sí añoraba cierta libertad. Huída de la confortable vida que don Dennis le había ofrecido, sus pies frenáronse en San Petersburgo, en busca de la cuestión última que llevaba roneando su testa desde que hubo tenido aquel fatal accidente que la dejara desprovista de recuerdos, memorias, de alma.
Y, una vez descubiertos sus orígenes, todavía no había conseguido descubrirse a sí misma. No era lo que esperaba, si bien para lo que se había preparado inconscientemente durante años; ella era la última de los Stróganov.
Volvióse a París con la baratera excusa de visitar al señor embajador Alexandróvich Míkolov en la capital francesa. Pero, ¡por las barbas que no tenía! ¿Cómo se había dejado engañar ella misma así de fácil? Buscaba a alguien; el último resquicio de infancia que le quedaba. Únicamente estaba tratando de reunir las fuerzas necesarias para hacer lo que tenía que hacer.
El pilluelo dejó caer su camisa al suelo, mas el rostro de Nastya se mostraba impertérrito. Sólo un brillo extraño, raro, asomó en sus pupilas azules cuando la distancia se acortó entre ellos hasta que él quedó encima de ella. Que en la corte rusa también había aprendido algunas cosas de la vida, experiencias secretas -como aquélla misma que estaba bullendo ahora- entre los muros del palacio, las cocinas. Recordó vagamente al mozo Dimitri, su cabello castaño y lágrimas al despedirse para siempre.
La moneda con la que jugaba Natasha fue atrapada por el bribón. La Gran Duquesa percibió el contacto del frío metal en sus propias carnes, deslizándose suavemente por las mejillas de su rostro, la piel de su cuello, acompañada de las igualmente suaves y zalameras palabras de él.
-Quien habla así de la magia es porque nunca la ha conocido. La magia es astucia enmascarada de ilusión. Siempre has de ser más listo que tu contrincante. La magia es ingenio, procurar no dejar ver el falso antifaz de ordinaria realidad. -habló Nastya entonces, empleando las mismas palabras que una vez, hace mucho, mucho tiempo, fueron poseídas por el buen gitano Clopin. Acto seguido, mostró la moneda que hacía unos momentos acariciaba su piel y que había desaparecido de las manos del ladrón. Sonrió.
Y, una vez descubiertos sus orígenes, todavía no había conseguido descubrirse a sí misma. No era lo que esperaba, si bien para lo que se había preparado inconscientemente durante años; ella era la última de los Stróganov.
Volvióse a París con la baratera excusa de visitar al señor embajador Alexandróvich Míkolov en la capital francesa. Pero, ¡por las barbas que no tenía! ¿Cómo se había dejado engañar ella misma así de fácil? Buscaba a alguien; el último resquicio de infancia que le quedaba. Únicamente estaba tratando de reunir las fuerzas necesarias para hacer lo que tenía que hacer.
El pilluelo dejó caer su camisa al suelo, mas el rostro de Nastya se mostraba impertérrito. Sólo un brillo extraño, raro, asomó en sus pupilas azules cuando la distancia se acortó entre ellos hasta que él quedó encima de ella. Que en la corte rusa también había aprendido algunas cosas de la vida, experiencias secretas -como aquélla misma que estaba bullendo ahora- entre los muros del palacio, las cocinas. Recordó vagamente al mozo Dimitri, su cabello castaño y lágrimas al despedirse para siempre.
La moneda con la que jugaba Natasha fue atrapada por el bribón. La Gran Duquesa percibió el contacto del frío metal en sus propias carnes, deslizándose suavemente por las mejillas de su rostro, la piel de su cuello, acompañada de las igualmente suaves y zalameras palabras de él.
-Quien habla así de la magia es porque nunca la ha conocido. La magia es astucia enmascarada de ilusión. Siempre has de ser más listo que tu contrincante. La magia es ingenio, procurar no dejar ver el falso antifaz de ordinaria realidad. -habló Nastya entonces, empleando las mismas palabras que una vez, hace mucho, mucho tiempo, fueron poseídas por el buen gitano Clopin. Acto seguido, mostró la moneda que hacía unos momentos acariciaba su piel y que había desaparecido de las manos del ladrón. Sonrió.
Natasha Stroganóva- Realeza Rusa
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Re: Just bed, you'll tell the secret
Si, estaba jugando, peligrosamente sus manos se mueven al compás de sus deseos, recorre aquella piel con solo una moneda, mirándola fijamente, provocando que se pusieran traviesa, o agrediera por el atrevimiento, pero no es de modales lo que se trata, ambos sabían que el estar en una recamara podría resultar un simple juego, porque así como inició, va a terminar. Ya que, ¿que podría resulta de un ladrón y una joven de la realza? Realmente no se sabía, porque se ve que solo el mundo de los ricos quiere tratar, tal que, por más que la magia sea poderosa en aspectos reales, ella quiere emplearla de manera mediocre, por eso desdeña cualquier acto, no se da su verdadero valor, pues si, conoce de ella, por algo está maldito el muchacho, está invadido su cuerpo de conjuros, hechizos que viejas brujas le arrojaron por querer robarles. Eso es magia para él, una oscura y la más impactante, valiosa y costosa por sus consecuencias si no se juega bien con ella. Rechazando que la moneda desapareciera de su mano, ella no tenía poderes, no, pero como se ha mareado, y comienza a sentirse exhausto, realmente fatigado, pues su trastorno comenzaba a presentarse, determinado límite tiene para que sea ese ladrón se exponga, pues no toda la vida ha durado como tal, quizás su miedo a los recuerdos bajos le hicieron querer desaparecer y que se presentará el vagabundo, ese mediocre joven que ruega por unas migajas de pan. Motivo por el que se dejó caer en el pecho de Nastya, había palidecido, cerrando los ojos murmurando, —Yo he sido consecuencia de la verdadera magia, tu no conoces nada de ella, solo es ilusión, pero la magia es otra cosa—. Finalizó, dormitando, su corazón se había disminuido, sus pálidos se fueron disminuyendo, bajándole la presión.
Ya no tuvo tiempo la rata en querer ir por su queso, se quedó atrapado en su trampa, el cuerpo ya no le dio oportunidad, estaba sufriendo el cambio, más, ¿qué fue lo que paso? ¿Por qué tan momentáneo, y rápido fue? Pues a producto de las maldiciones, su enfermedad mental se vio afectada, había distorsionado los momentos que tenía cada uno en la vida exterior, podía ser el ladrón unos segundos, y después aquel sufrido, así como ahora, que necesitaba descansar para que saliera su otra vida. Que mala jugada le han hecho, y eso es magia, una oscura y tenebrosa, pues con sus temores se basa, y el temor fue que el ladrón encontrará la manera de existir para siempre y que se muera esa parte en la que su humanidad posee, por eso, salió el pobre, no quiere estar encerrado en ese cuerpo. Más, no saben uno del otro, se cree que ellos viven en un solo cuerpo y de distinta persona se tratara. Sí le decían que es aquel ladrón, él lo negaría porque en absoluto lo desconoce, o viceversa. Comenzando a cambiarle las facciones, se ablandaba, su rostro y cuerpo comenzaban a reflejar otra persona.
Ya no tuvo tiempo la rata en querer ir por su queso, se quedó atrapado en su trampa, el cuerpo ya no le dio oportunidad, estaba sufriendo el cambio, más, ¿qué fue lo que paso? ¿Por qué tan momentáneo, y rápido fue? Pues a producto de las maldiciones, su enfermedad mental se vio afectada, había distorsionado los momentos que tenía cada uno en la vida exterior, podía ser el ladrón unos segundos, y después aquel sufrido, así como ahora, que necesitaba descansar para que saliera su otra vida. Que mala jugada le han hecho, y eso es magia, una oscura y tenebrosa, pues con sus temores se basa, y el temor fue que el ladrón encontrará la manera de existir para siempre y que se muera esa parte en la que su humanidad posee, por eso, salió el pobre, no quiere estar encerrado en ese cuerpo. Más, no saben uno del otro, se cree que ellos viven en un solo cuerpo y de distinta persona se tratara. Sí le decían que es aquel ladrón, él lo negaría porque en absoluto lo desconoce, o viceversa. Comenzando a cambiarle las facciones, se ablandaba, su rostro y cuerpo comenzaban a reflejar otra persona.
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Re: Just bed, you'll tell the secret
Hipnotizado quedó, como un sueño, un suspiro regalo de una magia muy distinta a la que Nastya se refería. ¡Por todos los diablos del Averno! ¡Mentirosa llamadla si niega no haberse erizado como un felino ante aquella muestra extraña de lo que se escapa del raciocinio humano! Percibir pudo la gran duquesa el ritmo del corazón del muchacho aminorando su frenética marcha, sus facciones antaño tan pagadas de sí mismas tornáronse ahora dulces cual niño. Aún así, una transformación tan elegante, tan fina, una magia tan elaborada como esa de la Baba Yaga de las leyendas, no se dejaba burlar.
Palabras pastosas arrastradas por un narcotizado muchacho. Nastya entendió pero no quiso. ¡Ella, que había presenciado con ese par de ojos que tenía el milagro más increíble de todos, cuando el viejo y condenado gitano escapó de sus cadenas adquiriendo la forma de una paloma blanca! Y repetíase la chiquilla todos los días que eso posible no era, más producto de un cuento que de verdad. Hallábase pues Natasha Pavelóvna anet otra muestra de ilusorio poder.
-¿Qué has querido decir? -sus cejas alzaronse de incredulidad apesar de que había captado el entrecortado mensaje de su encantado muchacho- ¡Ash! ¿Qué has querido decir?
"¡Habla!", le hubiese gritado, las manos sosteniendo esa faz conocida y desconocida al mismo tiempo, adormilándose y apoyando su testa sobre el pecho de la duquesa vagabunda.
Sintió miedo, empero no era un miedo irracional o sudoroso, sino un miedo del alma; la sensación que todo humano percibe al toparse con fuerzas más allá de los parámetros que se han asumido como normales. Materiales, diría yo, pues niegan todo aquello venido del ánima, del más allá y de lo que no se puede ver.
La respiración acompasada del joven ahora huérfano contra su pecho, acarició el cabello castaño y corto. Susurró:
-¿Estás bien?
Palabras pastosas arrastradas por un narcotizado muchacho. Nastya entendió pero no quiso. ¡Ella, que había presenciado con ese par de ojos que tenía el milagro más increíble de todos, cuando el viejo y condenado gitano escapó de sus cadenas adquiriendo la forma de una paloma blanca! Y repetíase la chiquilla todos los días que eso posible no era, más producto de un cuento que de verdad. Hallábase pues Natasha Pavelóvna anet otra muestra de ilusorio poder.
-¿Qué has querido decir? -sus cejas alzaronse de incredulidad apesar de que había captado el entrecortado mensaje de su encantado muchacho- ¡Ash! ¿Qué has querido decir?
"¡Habla!", le hubiese gritado, las manos sosteniendo esa faz conocida y desconocida al mismo tiempo, adormilándose y apoyando su testa sobre el pecho de la duquesa vagabunda.
Sintió miedo, empero no era un miedo irracional o sudoroso, sino un miedo del alma; la sensación que todo humano percibe al toparse con fuerzas más allá de los parámetros que se han asumido como normales. Materiales, diría yo, pues niegan todo aquello venido del ánima, del más allá y de lo que no se puede ver.
La respiración acompasada del joven ahora huérfano contra su pecho, acarició el cabello castaño y corto. Susurró:
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Re: Just bed, you'll tell the secret
¿Cómo decir que despertaría un alma escondida? Que de un león salvaje que merodea en una jaula, gruñendo, acechando para poder salir de ella, pasó a ser un indefenso cachorro, que dormita con una tranquilidad insuperable, su cuerpo se tranquilizó, su corazón de manera pausada funcionaba, una transformación que nadie había visto, había presenciado hasta el momento en que el estado de su mente se bloqueo, buscando salir su otra personalidad, ¿por qué razón sucede? Se desconoce, lo único certero es que es la primera vez que alguien lo ve, porque sí, no niega que algunos han visto una especie de bipolaridad, donde si el ladrón dormía con una mujer, y al otro dia despierta el huérfano, ha sucedido, donde uno u otro pierden la conciencia, si es de preocupación porque no encuentran la manera de auto explicarse lo sucedido, pero están acostumbrados a pensar que solo es un mareo donde pierden solo horas, creyendo que pertenecía a alguien quien los procreo, pero la realidad no la saben. Y ver a Ash, el maldito ladrón cayendo al pecho de una dama, fue el momento en que desaparecía, abriendo la puerta para que cuando despertara sea un humilde joven que se gana la vida trabajando, siendo explotado. Notándose en el reflejo de su faceta, se percibía su flaqueza, su debilidad (en el sentido del carácter, muy dócil, muy sumiso) . Cayendo su peso al cuerpo femenino, sí, había caído en un sueño, no concluyó sus palabras, y era mecedora las palabras que le dirigen, se habían bloqueado sus tímpanos, murmullos lejanos, voces dispersas que pronto dejó de escucharse, un silencio perduró y él, durmió con tranquilidad.
Sus ojos cerrados, su tez pálida, caída la mirada ( casi melancólica, destruido totalmente) siendo sorprendente como los gestos expresan cualquier situación, perdio minutos, quizas la hora, se removía para acomodarse, (como si se tratara de una cama, de su almohada sujetando) removiendo un poco la cabeza, le dolía, una presión se forjó en su cráneo, como un tirón, apretando los párpados con fuerza, intentando incorporarse, ¿y que pasó? Se asustó, se movió con rapidez que cayó al suelo, con los ojos tallandose por si era un sueño, era una mujer, de nuevo otra mujer, ¿qué sucedió? Se preguntaba una y otra vez, las mismas interrogantes de lo que había hecho en su estado de ausencia, no sabía nada que gateo intentando alejarse. Asustado por supuesto, preocupado; demasiado.
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Re: Just bed, you'll tell the secret
El corazón del rapaz ralentízose hasta alcanzar el pausado ritmo de un haragán tambor. Ni responderle hubo podido el zagal de tan hipnotizado que estaba, ¿acaso Morfeo húbose paseado por la habitación lujosa como fantasma silencioso, rociando de polvos sonámbulos al pobre diablo? Resopló la rusa sin ocultar su pesadez; ¡vaya suerte la suya que de lo que estaba por ser una noche de farra convirtióse en tediosa velada!
Échose entonces el cuerpo del plácido durmiente hacia un lado con maña y púsose en pie, mesurándose las faldas (una señorita hasta el final, que os lo digo yo. ¡Já, já!). Con los brazos en jarras esperó alguna reacción del encantado joven. Reacción que no apareció.
-¡Psssh! -susurró sin remilgos, con la delicadeza propia de una olla cayendo estrepitosa al suelo (no la culpéis tampoco por eso, si es que la ladronzuela tampoco era de tacto suave). Al ver que el muchacho no despertaba, la duquesa acércose más al rostro y sus dedos pellizcaron el moflete del ahora huérfano.
-Te lo advierto, majadero, que como esto sea algún tipo de broma pesada...-no concluyó el aviso pero aun así el mensaje ya estaba claro clarinete. Empero, ¡ni siquiera eso hízole despertar al Lázaro de pacotilla de su duermevela! La rusa, temiéndose ya lo peor, zarandeó (de nuevo, sin mucho escrúpulo pero igualmente tampoco la culpéis) al rapaz sin mucho éxito.
-¡Por todos los Infiernos! Este tipo podría seguir durmiendo aunque se acercara el Día del Juicio Final, ¡la Virgen!
Y con esa otra blasfemia salida del cuerpecillo de una aspirante a dama, Natasha Pavelóvna se llevó una mano a las sienes, masajeándolas. Al menos, el muchacho continuaba respirando y eso era buena señal pues significaba que no había sufrido ninguna catalepsia ni otros males con nombres extremadamente raros con los que los Prusianos gustaban de catalogar a las nuevas enfermedades que descubrían.
Resopló otra vez, esta vez más fuerte y como lo haría un crío de cinco años hastiado ante una representación de Molière (por otro lado, ¿quién podía culparle?) y déjose caer cuan larga era en el otro extremo de la cama. Empezó a chasquear la lengua, para matar el tiempo y, con un poco de suerte, matarse ella misma con el sonido insoportable.
Échose entonces el cuerpo del plácido durmiente hacia un lado con maña y púsose en pie, mesurándose las faldas (una señorita hasta el final, que os lo digo yo. ¡Já, já!). Con los brazos en jarras esperó alguna reacción del encantado joven. Reacción que no apareció.
-¡Psssh! -susurró sin remilgos, con la delicadeza propia de una olla cayendo estrepitosa al suelo (no la culpéis tampoco por eso, si es que la ladronzuela tampoco era de tacto suave). Al ver que el muchacho no despertaba, la duquesa acércose más al rostro y sus dedos pellizcaron el moflete del ahora huérfano.
-Te lo advierto, majadero, que como esto sea algún tipo de broma pesada...-no concluyó el aviso pero aun así el mensaje ya estaba claro clarinete. Empero, ¡ni siquiera eso hízole despertar al Lázaro de pacotilla de su duermevela! La rusa, temiéndose ya lo peor, zarandeó (de nuevo, sin mucho escrúpulo pero igualmente tampoco la culpéis) al rapaz sin mucho éxito.
-¡Por todos los Infiernos! Este tipo podría seguir durmiendo aunque se acercara el Día del Juicio Final, ¡la Virgen!
Y con esa otra blasfemia salida del cuerpecillo de una aspirante a dama, Natasha Pavelóvna se llevó una mano a las sienes, masajeándolas. Al menos, el muchacho continuaba respirando y eso era buena señal pues significaba que no había sufrido ninguna catalepsia ni otros males con nombres extremadamente raros con los que los Prusianos gustaban de catalogar a las nuevas enfermedades que descubrían.
Resopló otra vez, esta vez más fuerte y como lo haría un crío de cinco años hastiado ante una representación de Molière (por otro lado, ¿quién podía culparle?) y déjose caer cuan larga era en el otro extremo de la cama. Empezó a chasquear la lengua, para matar el tiempo y, con un poco de suerte, matarse ella misma con el sonido insoportable.
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Re: Just bed, you'll tell the secret
Sorprendente; la mente siempre ha sido sorpresiva, nadie la comprende, nadie ha descubierto lo poderoso que es esta, que con ella se puede generar grandes cosas, y una de ellas, es ver como aquel huérfano se presentó, asustado, confundido, y nervioso, su pellejo se hace de gallina, erizándose los vellos, percibiendo que le tiembla la piel del cuerpo, calmando sus manos, es ahí donde sus nervios se detonan y está a punto de estallar. Hubiese corrido, pero le atemorizaba el hecho de que de nueva cuenta no pudiera comprender lo que sucedía, estaba ahí, lo sabía, cayó y se alejó lo más posible, era ella quien le sacaba de control, tratando de explicarse la situación.
No había podido despertar por más que le gritasen, ni porque el tacto se presentara, era un sueño profundo en el cual, dormía aquel ladrón, siendo imposible despertarlo, pues él era quien ya no estaba presente, desapareció y por ende, el cuerpo solo reacciono por inercia ante el amanecer del otro, por ello, sus ojos sumergidos a un mar de dudas, se encogió de las piernas, abrazándose a estas, ¿quién era? ¿Por qué estaba con una refinada señorita? Un pobre huérfano no era ejemplar para una dama, ni mucho menos que le llevaran a una habitación como esa, ¿qué sucedió?
— … Perdo...ne, — se le comió la lengua los ratones, y que gracia ha de pensar ella, no podía mirarla, no era nadie para hacerlo, y más por aquellas acciones propias de una mujer. Por lo que desvió el rostro, con los ojos saltones sin comprender nada.
— Disculpe, ¿hice algo mal? No era mi intención… —,de inmediato agacho la cabeza en forma de disculpa, siempre pidiendo perdón, siempre pensando que todo lo hace mal, y que deben castigarlo. — ¿Puedo...,puedo servirle en algo más?, lamento lo sucedido, por favor, no se moleste, últimamente he perdido el conocimiento. — Agrego, conteniendo las interrogativas, sirviendo, pues podría ser que requería de ayuda, de limpieza o algo que pudiera trabajar bien, ya que para eso se gana la vida. Quizás, solo tal vez, era un trabajo y se desmayó por la explotación del mismo y la mala alimentación. Más volvió a cometer un error, no debía de dar explicativas, no debía hablar, nadie se lo pidió, y callo.
No había podido despertar por más que le gritasen, ni porque el tacto se presentara, era un sueño profundo en el cual, dormía aquel ladrón, siendo imposible despertarlo, pues él era quien ya no estaba presente, desapareció y por ende, el cuerpo solo reacciono por inercia ante el amanecer del otro, por ello, sus ojos sumergidos a un mar de dudas, se encogió de las piernas, abrazándose a estas, ¿quién era? ¿Por qué estaba con una refinada señorita? Un pobre huérfano no era ejemplar para una dama, ni mucho menos que le llevaran a una habitación como esa, ¿qué sucedió?
— … Perdo...ne, — se le comió la lengua los ratones, y que gracia ha de pensar ella, no podía mirarla, no era nadie para hacerlo, y más por aquellas acciones propias de una mujer. Por lo que desvió el rostro, con los ojos saltones sin comprender nada.
— Disculpe, ¿hice algo mal? No era mi intención… —,de inmediato agacho la cabeza en forma de disculpa, siempre pidiendo perdón, siempre pensando que todo lo hace mal, y que deben castigarlo. — ¿Puedo...,puedo servirle en algo más?, lamento lo sucedido, por favor, no se moleste, últimamente he perdido el conocimiento. — Agrego, conteniendo las interrogativas, sirviendo, pues podría ser que requería de ayuda, de limpieza o algo que pudiera trabajar bien, ya que para eso se gana la vida. Quizás, solo tal vez, era un trabajo y se desmayó por la explotación del mismo y la mala alimentación. Más volvió a cometer un error, no debía de dar explicativas, no debía hablar, nadie se lo pidió, y callo.
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Re: Just bed, you'll tell the secret
La voz; suave. La mirada; dulce. Su rostro; contrariado de perplejidad, una perplejidad que trasladóse también al semblante de la duquesa Natasha Pavelóvna. ¿Mofánose de ella estaba el endiablado zángano? ¡Qué palabras más educadas, más raras! Que viniendo como venían de los labios de tan avispado zascandil no esperaba la Pavelóvna una desenvoltura tan honesta, tan correctas. ¿Y dónde, por todos los diablos del infierno, se había metido el pícaro ladrón?
-No tiene gracia. -espetó la duquesa, arrugando la naricilla redonda en un gesto de desaprobación- ¡Tremendo truhán! ¿Acaso quieres quedarte conmigo?
Incorpórose de la cama, colocando los brazos en jarras en muestra tal de que no le agradaba ni una pizca que se bufonease de esa forma tan estúpida. Y por más, que conforme pensaba en lo raro que estaba, más claro tenía que aquello no era chanza ninguna. ¡Por las barbas que no tenía y todos los fuegos de Lucifer! ¿Ante qué clase de extraña escena se encontraba? ¡Ni el mismísimo Pierre Corneille se hubiese inventado un teatrillo mejor.
Resopló la duquesa, harta y hastiada ya de los juegos, guasas y cuchufletas del ladrón mendigo.
-¿Perdido el conocimiento? ¡Si estabas conmigo todo el rato, rufián! -apretó los labios, reprimió entonces las siguientes palabras que atropelladas querían salir de su boca (y menos mal, no todos los días se frenaba una).
-¿Cómo te llamas? -preguntó de pronto, sopesando una mínima posibilidad en tu mentede que el zascandín estuviera diciendo la verdad. Después de todo, ¿no se había pasado toda la vida entre hombres de lenguas largas? ¡La mentira para ella no tenía misterio alguno!-¿En qué trabajas? ¿Qué has estado haciendo esta tarde? ¿Cómo me llamo? ¡Habla, por todos los demonios! -exclamó al fin, alzando una mano en un gesto que instaba al joven a contestar cada una de las preguntas que la duquesa había formulado.
-No tiene gracia. -espetó la duquesa, arrugando la naricilla redonda en un gesto de desaprobación- ¡Tremendo truhán! ¿Acaso quieres quedarte conmigo?
Incorpórose de la cama, colocando los brazos en jarras en muestra tal de que no le agradaba ni una pizca que se bufonease de esa forma tan estúpida. Y por más, que conforme pensaba en lo raro que estaba, más claro tenía que aquello no era chanza ninguna. ¡Por las barbas que no tenía y todos los fuegos de Lucifer! ¿Ante qué clase de extraña escena se encontraba? ¡Ni el mismísimo Pierre Corneille se hubiese inventado un teatrillo mejor.
Resopló la duquesa, harta y hastiada ya de los juegos, guasas y cuchufletas del ladrón mendigo.
-¿Perdido el conocimiento? ¡Si estabas conmigo todo el rato, rufián! -apretó los labios, reprimió entonces las siguientes palabras que atropelladas querían salir de su boca (y menos mal, no todos los días se frenaba una).
-¿Cómo te llamas? -preguntó de pronto, sopesando una mínima posibilidad en tu mentede que el zascandín estuviera diciendo la verdad. Después de todo, ¿no se había pasado toda la vida entre hombres de lenguas largas? ¡La mentira para ella no tenía misterio alguno!-¿En qué trabajas? ¿Qué has estado haciendo esta tarde? ¿Cómo me llamo? ¡Habla, por todos los demonios! -exclamó al fin, alzando una mano en un gesto que instaba al joven a contestar cada una de las preguntas que la duquesa había formulado.
Natasha Stroganóva- Realeza Rusa
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Re: Just bed, you'll tell the secret
¿Que había hecho mal? ¿Por qué del miedo en esa permanencia? Por más que quisiera afrontar el temblor, la situación en la que se hallaba y todo por perder la conciencia, ahí depende de solo una cosa, su servicio, no había otra alternativa, sino, ¿cómo explicarse el cómo había llegado hasta esa habitación? Es claro que desconoce de la existencia de su otra personalidad, aquella que consume su vida por completo y siempre le mete en problemas, solo él se limita a sobrevivir al mundo de la pobreza, de la miseria que genera el ser huérfano, a ese estado es en el que jamás ha logrado superar, está muy marcada su historia, tanto que el ser sujeto a la indignación de la dama, estaba molesta, pero aquí la interrogante, ¿del por qué? Sabe que es con él, el meollo, pero no tiene claro qué hizo mal, que por más que tratara de buscar una respuesta, más se atemorizaba, y solo por el hecho de que lo humillan aun por un insignificante acto. Es por ello, que quizás le disgusto que se haya desmayado, si, admite que no sirve para nada en esa condición, ¿quién querría pagar por alguien que está destinado a fracasar? , limitándose a permanecer con el rostro agachado, esperando los golpes, la educación del que todos gozan para sus empleados. Ese es el precio por pagar. Sin embargo, la sorpresa fue cuando se miró la ropa que llevaba, muy costosa para él, apenas y tenía para pagar por agua y un pedazo de pan, y la vestimenta que usualmente cargaba era la misma, desgastada pero limpia, hasta eso trata de no oler feo… Aunque, ¡No entiende las palabras, no sabe que está diciendo!...Sin llegar a comprender alguna palabra, tratando de hincarse, sin mirar a algún lado que no sea el suelo, obligado a responder sus demandas, autorizado a hablar, aunque, ¿que esperaba que dijese? ¿Qué era lo correcto? Un pánico mental, una confusión que al querer desprender una palabra de entre su boca, podía sentir cómo le tiemblan los labios, como su voz miedosa se enfoca.
— Disculpe, discúlpeme, si recuerdo estar con usted, lamento todo, no volverá a suceder. Señora, por favor, llámeme como usted lo disponga, me han llamado Ash, trabajo de lo que usted requiera, puedo sacar la basura, barrer, limpiar, ir por mandados, dejar recados, lo que me diga, haré. Yo, yo llevaba unas cajas, desembarcábamos la mercancía del barco. Señora, solo se nos ha permitido dirigirnos a los señores como tal.
Con toda honestidad, evitando desprender un llanto, se dirige ante ella, hincado, con las manos sosteniendo sus piernas, si supiera que se está haciendo las mismas interrogantes, y que no tiene respuesta alguna, solo hablo lo que es correcto para un sirviente, situándose como tal, porque no había otra manera de hacerlo, no es nadie para decir lo contrario a ella, ni merecedor de pronunciar un nombre y del cual desconoce, solo acepta que será castigado, todos reprimen a quien no hace bien las cosas, y él ya falló, en solo hacer exaltar a su superior. Sin mentir, porque hablo lo que recuerda de su última vez, y eso era lo que hizo.
— Disculpe, discúlpeme, si recuerdo estar con usted, lamento todo, no volverá a suceder. Señora, por favor, llámeme como usted lo disponga, me han llamado Ash, trabajo de lo que usted requiera, puedo sacar la basura, barrer, limpiar, ir por mandados, dejar recados, lo que me diga, haré. Yo, yo llevaba unas cajas, desembarcábamos la mercancía del barco. Señora, solo se nos ha permitido dirigirnos a los señores como tal.
Con toda honestidad, evitando desprender un llanto, se dirige ante ella, hincado, con las manos sosteniendo sus piernas, si supiera que se está haciendo las mismas interrogantes, y que no tiene respuesta alguna, solo hablo lo que es correcto para un sirviente, situándose como tal, porque no había otra manera de hacerlo, no es nadie para decir lo contrario a ella, ni merecedor de pronunciar un nombre y del cual desconoce, solo acepta que será castigado, todos reprimen a quien no hace bien las cosas, y él ya falló, en solo hacer exaltar a su superior. Sin mentir, porque hablo lo que recuerda de su última vez, y eso era lo que hizo.
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Re: Just bed, you'll tell the secret
Un conjuro. ¡Brujería pura y dura! Por todos los nombres del bendito santoral, ahora la rusa sentíase mal por su brusco pronto, pues en verdad el muchacho se veía desconcertado y a punto de lagrimear como un crío. Nada del zascano malandrín que la había llevado allí. Por todos los diablillos del averno que Natasha Pavelóvna no quería cargar con el llanto de un joven en su cama. Ya de eso tuvo bastante en Peterhof. Mas su desconcierto la desconcertaba a ella e igualmente créole una sensación de angustia. No por ella misma, claro, sino por él. ¿Qué clase de padecimiento sufría?
Sintióse en ese momento en el deber de ayudar, pues, aún cuando las diferencias eran notorias, el pasmo en el rostro del bribón recordóle al suyo propio cuando despertó en medio de una calle arrasada, sin recordar ni siquiera su nombre de pila, ese que le pusieron su señora madre y su señor padre, a quiénes tampoco recordó.
-Cálmate, cálmate, alma de cántaro. -trató de tranquilizarle modelando su tono de voz y dándole unas palmaditas cariñosas en la espalda- Ni sacar la basura, ni barrer, ni más necedades. Escúchame. Se ve que has sufrido algún tipo de turbación en la sesera -se señaló la cabeza, por ser más gráfica con el asunto.
Corrió a por la tetera de plata que descansaba sobre la mesita de roble, al otro lado de la habitación, y llenó una taza con el líquido que había en ella.
-Toma. Un poco de té no hace daño a nadie. Excepto a los ingleses, que los enrancia más. Pero eso no viene al caso. -sacudíose la cabeza. Después, le tendió al joven la taza y un rizo dorado cayó sobre su hombre de su tocado despeinado.
-¿Es la primera vez que te ocurre esto o ya te había pasado? -inquirió con especial interés, tomando asiento en la esquina de la cama.
Sintióse en ese momento en el deber de ayudar, pues, aún cuando las diferencias eran notorias, el pasmo en el rostro del bribón recordóle al suyo propio cuando despertó en medio de una calle arrasada, sin recordar ni siquiera su nombre de pila, ese que le pusieron su señora madre y su señor padre, a quiénes tampoco recordó.
-Cálmate, cálmate, alma de cántaro. -trató de tranquilizarle modelando su tono de voz y dándole unas palmaditas cariñosas en la espalda- Ni sacar la basura, ni barrer, ni más necedades. Escúchame. Se ve que has sufrido algún tipo de turbación en la sesera -se señaló la cabeza, por ser más gráfica con el asunto.
Corrió a por la tetera de plata que descansaba sobre la mesita de roble, al otro lado de la habitación, y llenó una taza con el líquido que había en ella.
-Toma. Un poco de té no hace daño a nadie. Excepto a los ingleses, que los enrancia más. Pero eso no viene al caso. -sacudíose la cabeza. Después, le tendió al joven la taza y un rizo dorado cayó sobre su hombre de su tocado despeinado.
-¿Es la primera vez que te ocurre esto o ya te había pasado? -inquirió con especial interés, tomando asiento en la esquina de la cama.
Natasha Stroganóva- Realeza Rusa
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Re: Just bed, you'll tell the secret
Turbado; se queda a merced de las demandas de la señora, esperanzado de que pronto le dé respuestas de las cuestiones que jamás podrá realizar, realmente su mente estaba aturdida, intranquilo de lo que sucedió, y sucederá, porque no queda ahí la situación, entre más permanece callado, más se descontrola el aura, se siente presionado, acorralado a una mirada, intimidado por varias cuestiones. Siendo dócil con su vista en el suelo, con las manos temblorosas y el cuerpo sudoso, realmente todo se halla en sumisión. Asustado por la reacción de su superior, si, aquellas palmaditas de consuelo, de cierta consideración le resultaron coaccionadas a que hablara, a que dijese algo que complaciera a la dama, pero lamentable es que jamás podrá decir la verdad que no conoce.
Que el reaccionar de aquella forma, echar el cuerpo hacia atrás, sin siquiera mirarle, sin siquiera alzar el rostro, siendo imposible calmarse, ha vivido con miedo, con un arduo trabajo y esfuerzo para salir adelante, él no morir de hambre, o dejarse vencer por su condición de huérfano, ¿Cómo podía tranquilizarse? Si la vida no se lo ha permitido, y que ella le comprenda, sería imposible de admitir.
—Perdone, no quise perder su tiempo con estas cosas.
El escuchar que se alzaba de su asiento, el caminar hacia otra parte de la recamara, solo se dejaba guiar por los sonidos, mirando el tapete en el que se sitúa, la primera vez que lo hace y quizás la última, ensuciando un objeto hermoso. Más, le saltaron los ojos, sin saber cómo reaccionar a su atención. ¿Por qué lo hacía? Nadie había mostrado amabilidad, que el sentimiento fluyo, derramando escasas lágrima.
— ¿Por qué, por qué es amable conmigo? No puedo, no sé como contestar, ¿Qué debo hacer?
No podía, no se atrevía a tomar la taza, no es aceptable que un muerto de hambre beba de la vajilla de una señorona como ella, que no insistió, porque tomó asiento, negando, hablando como muestra de respeto, y pagando por sus gestos.— No, han sido varias ocasiones en las que despierto y no sé qué ha sucedido, ni el motivo del porque amanezco en diferentes lugares, más es la primera vez que amanezco con… una mujer, una como usted. Pero es de suponerse, quizás esté enfermo como lo fue mi madre antes de morir.
Se abrió a ella, pasando saliva, conteniendo su fragilidad, ya que, ¿qué importancia tiene que hable de su pasado, o de el en sí?
Que el reaccionar de aquella forma, echar el cuerpo hacia atrás, sin siquiera mirarle, sin siquiera alzar el rostro, siendo imposible calmarse, ha vivido con miedo, con un arduo trabajo y esfuerzo para salir adelante, él no morir de hambre, o dejarse vencer por su condición de huérfano, ¿Cómo podía tranquilizarse? Si la vida no se lo ha permitido, y que ella le comprenda, sería imposible de admitir.
—Perdone, no quise perder su tiempo con estas cosas.
El escuchar que se alzaba de su asiento, el caminar hacia otra parte de la recamara, solo se dejaba guiar por los sonidos, mirando el tapete en el que se sitúa, la primera vez que lo hace y quizás la última, ensuciando un objeto hermoso. Más, le saltaron los ojos, sin saber cómo reaccionar a su atención. ¿Por qué lo hacía? Nadie había mostrado amabilidad, que el sentimiento fluyo, derramando escasas lágrima.
— ¿Por qué, por qué es amable conmigo? No puedo, no sé como contestar, ¿Qué debo hacer?
No podía, no se atrevía a tomar la taza, no es aceptable que un muerto de hambre beba de la vajilla de una señorona como ella, que no insistió, porque tomó asiento, negando, hablando como muestra de respeto, y pagando por sus gestos.— No, han sido varias ocasiones en las que despierto y no sé qué ha sucedido, ni el motivo del porque amanezco en diferentes lugares, más es la primera vez que amanezco con… una mujer, una como usted. Pero es de suponerse, quizás esté enfermo como lo fue mi madre antes de morir.
Se abrió a ella, pasando saliva, conteniendo su fragilidad, ya que, ¿qué importancia tiene que hable de su pasado, o de el en sí?
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Re: Just bed, you'll tell the secret
El rapaz négose a tomar de la taza que la rusa le ofrecía y por sus gestos ésta ya no auguraba duda alguna; que aquel muchacho no era el mismo con el que había llegado al fastuoso hotel, pues no era posible que el descarado ladrón se convirtiese ahora en la ardilla asustada que tenía ante sus narices. ¡Brujería! Pocas dudas atisbaba ya la Gran Duquesa. ¡Ella! Que había pasado la mayor parte de su infancia temprana con el gitano mágico, aquel que enséñole todos los trucos de manos y algo más. Y ante ella en esos momentos se divisaba la chanza final de Clopin. "El hombre paloma". Si tal cosa en el mundo existía, ¿cómo podía negar todo lo demás? ¡Necia sería!
-No te preocupes, que aquí no ha pasado nada. -se apresuró a aclarar, por el caso de que al arrapiezo le diera por pensar cosas que no eran (si bien habían estado a punto de ser. Eso no tenía por qué saberlo)- Y mi amabilidad es un don que Dios me dio. -nótese la guasa en esas palabras- No te atormentes, chico. Creo que un sorbo de bebida caliente te vendría bien.
Enfermo había dicho. ¡Já! Y un cuerno. Eso olía a magia del diablo, cuánto menos. ¡Ay, si el gitano siguiese por esos lares! Desafortunadamente, Nastya estaba tan atrapada como él en ese callejón sin salida, mas, por alguna broma del destino, habíose decidido la salamandrilla a ayudar a aquella pobre alma en desgracia.
-¿Tu madre, dices? ¿Qué problema tenía? -inquirióse, sin preocuparse en ese momento si era o no de buena educación plantear tales cuestiones.
-No te preocupes, que aquí no ha pasado nada. -se apresuró a aclarar, por el caso de que al arrapiezo le diera por pensar cosas que no eran (si bien habían estado a punto de ser. Eso no tenía por qué saberlo)- Y mi amabilidad es un don que Dios me dio. -nótese la guasa en esas palabras- No te atormentes, chico. Creo que un sorbo de bebida caliente te vendría bien.
Enfermo había dicho. ¡Já! Y un cuerno. Eso olía a magia del diablo, cuánto menos. ¡Ay, si el gitano siguiese por esos lares! Desafortunadamente, Nastya estaba tan atrapada como él en ese callejón sin salida, mas, por alguna broma del destino, habíose decidido la salamandrilla a ayudar a aquella pobre alma en desgracia.
-¿Tu madre, dices? ¿Qué problema tenía? -inquirióse, sin preocuparse en ese momento si era o no de buena educación plantear tales cuestiones.
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