Anotaciones de fantasía y realidad

por **Andromeda1** Dom Ago 28, 2016 3:02 pm

El frío ocaso que se trasluce en las gotas de lluvia al caer parsimoniosamente; la danza de un ángel que cuyos pasos se envuelven en la tierra mojada con la sonrisa de la satisfacción. Se agitan las pequeñas alas en busca del refugio ansiado así como los gritos de los dragones enfurecidos que van tras la pequeña hada que llora, llora como el cielo para evitar ser capturada, corre por todo el bosque ocultándose en las profundas cavernas donde solo se oye el eco de las gotas y el canto de los insectos que se han refugiado como ella.

El grito se hace más cerca, las pisadas hacen que todo retumbe y el hada solo puede cerrar sus ojos hasta que la mano amiga de aquel conejo que lleva frac y sombrero le sonríe para tranquilizarla, sin decir nada solo se miran hasta que la sonrisa aparece en el rostro de la pequeña hada rubia. Sin pensarlo se ha descuidado ella cuando las garras del enorme dragón negro la toma por el pie jalándola de su escondite, el dragón pasa la lengua por su rostro saboreando la carne del hada pero ella no se da por vencida, tiene que luchar tal como le grita su orejudo amigo.

Patadas, manotazos, gritos como cantos son lo que le ayudan como arma, al menos hasta que el otro dragón llega para tomarla entre los brazos que justo aprovecha para morder, el enorme grito de dolor que deja el dragón es tan grande que la pequeña rubia se asusta paralizándose y haciendo que todos sus amigos desaparezcan por miedo. El rostro enfurecido del dragón se acerca tanto hasta pegar la respiración con la de ella, cierra sus ojos esperando lo peor, pero solo una suave melodía es la que escucha.

–No vuelvas a hacer eso, Andy, o harás que papá se enoje mucho–

Al abrir los ojos, los dragones han desparecido junto con el bosque y sus amigos, las lágrimas inundan sus ojos en desespero por salir, pero aquellos fuertes brazos se lo impiden hasta que un cálido abrazo la tranquiliza. Mojada, asustada y confundida, así va la pequeña hada rubia, tosiendo y ardiendo en fiebre alta por la lluvia que no fue imaginada.

No todo era imaginación.

por **Andromeda1** Lun Mar 06, 2017 6:41 pm

Mucho viento tanto que no solo bailan los molinos o grandes señores frondosos e colores verdes en sus manos y cabellos si no también lo pequeñines que apenas y corren por todo el campo huyendo del ruido de los cañones que azotan el cielo fuertemente. Entre el campo están aquellos soldados caídos junto a las lágrimas que no para de la diosa que lamenta la batalla, todos huyen y más quien está ardiendo por entrar a esa pelea pero las manos ajenas le impiden y encierran a una enorme caja de paredes fuertes, altas y gruesas

La respiración falta y la espada no la puede soltar en su frente tiene la mano fría de aquello que la detiene, pero esperen…no es una mano son cadenas fuertes que le impiden a la heroína ponerse de pie y acercarse a la batalla por su gran diosa. Oye el rugido del enorme dragón que la encerró rompiendo todo su mundo que ahora volvía para hacerlo mismo, su voz es tan estridente, apenas y puede pronunciar palabras tiene un hechizo de la bruja que acompaña al monstruo.

Son quejidos lo que emite con esos ruidos de cañones y la voz de su diosa que le pide ayuda a la heroína a gritos que retumban por todo los cielos; trata de ponerse de pie pero grandes cadenas se lo impiden llevándola de nuevo a sucumbir a esa fango molestoso que la cubre hasta la cintura.

Una voz como un canto de ave oye la heroína, sus ojos se abren y todo desaparece nuevamente, ve a un hombre y mujer llorando de felicidad al ver a la pequeña con sus ojos bien abiertos corriendo a abrazarla con besos muy amorosos.

Aun siente su cabeza mareada y puede oír a lo lejos su nombre siendo calmada por dioses en los cielos y otros lugares.

Su imaginación hacía estragos en su realidad y ficción.

por **Andromeda1** Dom Oct 08, 2017 4:15 pm

En medio del enorme jardín con las rosas marchitas, entre los cuerpos que ha dejado la tormenta aparece detrás de los rosales aquel ser, elegante con su traje negro y su sombre de copa, con un bastón en mano y reloj de bolsillo en la otra, con una corbata tan roja como el pañuelo que soma de su terno. Pequeños saltos va dando hasta acercarse a aquella pequeña damita, la niña que trata de contar las nubes en sus formas de algodón de azúcar.

El siniestro ser la observa por entre los matorrales que agita para atraer la atención de la curiosa niña, pero nada no logra que la pequeña se distraiga de su juego habitual.

El clima cambia, el frio desciende y las nubes blancas se tornan grises con el cielo negro, el viento se agita tan fuerte que se lleva las hojas de los árboles junto a los pétalos rojos de los rosales, es ahí cuando la pequeña levanta la mirada y ve a aquel ser, blanco con su traje especial que le llama e invita a cercarse, pero ni bien esta a gateos que se ha acercado, es tomada por aquel conejo siendo arrastrada hasta una madriguera.

Entre gritos y pataletas trata ella de resistirse mientras es arrastrada por el jardín con la risa de aquel ser que la llama por un apodo único “Andy”. Se oye el sonido de truenos con fuerza y unos rayos enormes que alcanzan cerca de donde va la pequeña, puede oír el tronar del cielo y las convulsiones que tiene.

Ve como aquel conejo la eleva completamente asustándose más mientras es llevada a aquel agujero negro, puede ver que él le acompaña pero no ve a nadie más, nadie está ahí para ayudarla. Su consciencia se pierde

Su realidad se habifurcado.

Sus padres estaban en el jardín con ella, cuando la pequeña ha comenzado a gritar con los ojos cerrados y tirarse de los cabellos con fuerza, a arañarse el cuerpo entre gritos y pataletas incomprensibles. Entre llantos su madre trata de que se detenga pero no lo logra, y es su padre que la toma en brazos llevándola adentro de la casa. El clima de la tarde ha estado tan fresco y agradable, y nada de lo que la pequeña ha visto ha sido real.

El doctor llega a la casa tan rápido como puede, sedando a la pequeña dejando un trago amargo a los padres que quedan entre llanto ante el mal augurio del galeno.

No saben cuánto más soportar aquel calvario.

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