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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Jaecar Babenberg Vie Sep 09, 2016 9:08 pm

The return of the curse; The hunter, and guardian.
"Curse"
En un futuro distópico, la solución para mantener la paz y evitar la guerra es inyectar a cada miembro de las maldiciones un suero. Un suero que llama a los propios demonios internos... Una restauración que los obligue a luchar contra ellos mismos. La ley de acuerdos que cada uno, debe ser inyectado. Sin ser excepción de la familia real, y de la descendencia de los Van Aldin, lobos que cazan a los Babenberg. Y de no hacerlo, dará lugar a la muerte....
 


La mayoría del clan enemigo han tropezado con él, inclinándose el guardián del linaje al derramar sangre por proteger, tanto como la contraparte ha sufrido, como la de ellos de igual índole. Más solo quedaba un sobreviviente, era la princesa contra una jauría. Nunca le desamparará. Permanecerá por el resto de su existencia a su lado, procurando más allá de su promesa. Porque ni a pesar de los años la abandonara. Le entrego desde el momento que la sostuvo entre sus brazos, en el instante de que sus padres fallecieron y ella lloraba, su plena existencia. Que en estos tiempos pasados y venideros, se han mantenido cautivos hasta que cumpla la edad para que prosiga con el linaje, el procrear de su misma especie y él, le pueda entregar la vida eterna como fue predilecto.

Ella era su máxima prioridad, donde quiera que fuese, a ella primero pasaba a primer plano, nunca la mantenía a distancia, parecía a vista de los demás que era su hija. Le confió lo más sublimes sentimientos, aquellos que son difíciles de percibir en Jaecar, y que solo ella podía lograr conocerlos. Era una relación respetuosa, algo más intenso de un mentor a su aprendiz, de un padre a una hija, de un amigo a otro, de una niña a un hombre. Una unión que se fue inculcando desde la enseñanza hasta el cuidado. Ambos solo se tenían uno al otro.

Que París fue el mejor escondite encontrado, sus presencias eran difíciles de percibir para sus captores, aquella ciudad llena de bestias era el atajo para que les fueran difícil de encontrar. Tanto inmortales, como lobos hambrientos reinaban en ese lugar, una cueva donde si cavabas podrías encontrar hasta insectos enormes que se transforman en humanos. Un sin fin de especies distintivas que era como un mundo donde se cree soñar. Más es lo contrario, la cruda realidad se presentaba a cada rato, y por ende instruyó bien a la princesa, enseñándole a fortalecerse y a luchar contra los deseos mismos y los ajenos. Esa llave maestra para que pueda ser digna de controlar la mínima parte de su ser. Entre entrenamientos quizás severos para aquellos que son de mente débil, pero para ella, son solo juegos. Acuden al bosque, bajo el manto nocturno, porque uno de ellos no era humano, y se trataba de Jaecar. Le otorgó su más fiel secreto, para ser una ventaja y no algo desventajoso. Entrenan el cuerpo, le mostraba las maneras de defenderse y el que pueda utilizar cualquier arma. Si, seguía siendo una niña. Y la amaba, conforme pasa tiempo con ella, admira simplemente su ser. Él lo callaba, y no dejaba alguna insignia de que así era. Era lo único que no sabía ella de él. Y prefirió que así continuará.

—Nunca bajes la guardia, hasta de tus encantos debes sacar provecho, úsalos y después da el golpe fatal.— Miraba fijo a la princesa, acercándose a ella en lo que se hinca para cargar, posando un beso en su frente y con la otra mano sujetaba una pequeña daga y apuntó directo a su pecho, haciéndolo con maña.— Estas muerta… — sentenció, al susurrarle y mostrarle el as que tenía bajo la manga. Eso quería que aprendiera, que jamás se diera por vencida y buscará la salida. Y como excelente aprendiz, ella ya lo tenía amenazando con su cuchillo en la nuca, que pudo maquillar una media sonrisa, demasiada friolenta, demasiado seca. Satisfecho del progreso con ella. Y el rematar su ataque.—No solo en las habilidades has progresado. —le bajó de inmediato, poniéndose frente de ella, protegiéndola. Había capturado una esencia extraña, semejante a la de un lobo. No podía pedirle que corriera a esconderse, era preferente mirarla. Y esperar a que esa presencia se disolviera, que escogiera otro camino y no donde se encuentra con Cordelia. —Ya sabes lo que tienes que hacer.

Miro de reojo a la princesa, guardando las armas, y tomando su mano, caminando como si fuese un paseo entre un padre con su hija.

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Mensaje por Olivia Van Aldin Mar Sep 27, 2016 8:09 pm

"No debo prestar alas a mi imaginación.
No debo permitir que mis temores enturbien mi discernimiento."
—Catherine Jinks, El Secreto del Inquisidor.





Apenas el eco del chocar del hierro de las espadas se escurría entre los rincones del amplio salón. Los ojos de los pocos espectadores se fijaban en los dos contrincantes; estaban absortos en los movimientos de aquellos dos que se debatían en un duelo elegante y al mismo tiempo desmesurado, como dos bestias que respetaban el combate, pero que no tenían ningún tipo de contemplación con el adversario. Era, sencillamente, un acto digno de contemplar. Ambos continuaban campantes, como amigos y enemigos; como si fuera una venganza a punto de ser perdonada. Hasta que, finalmente, uno tuvo que salir victorioso, dejando a su compañero en el suelo, sin ningún arma para defenderse, siendo apuntado por el filo letal de una espada. Y en ese acto, sólo una mano se extendió, ofreciendo la ayuda que de inmediato fue aceptada. Ambos rostros fueron revelados, cuando las máscaras cayeron.

Olivia tenía una habilidad increíble en la esgrima, su tío la admiraba por aquel interesante don, y no se esperaba la ocasión de desafiarla delante de todos. Obviamente, ella solía ganar casi todos los enfrentamientos amistosos. Ni siquiera, estando en otra ciudad, aquella costumbre era dejada a un lado.

Ante las miradas ausentes de los demás miembros de la familia, Olivia se retiró. A pesar de haber sido elogiada por su destreza, no estaba muy contenta. Quizás era por la cercanía del plenilunio, o sencillamente no estaba de humor. La insistencia de su tutor, para que se centrara por completo a los objetivos del clan Van Aldin, no era algo que la tenía contenta. Estaba aburrida de aquella disputa insignificante que, a pesar de los varios siglos que habían transcurrido, continuaba fija en la memoria colectiva de la familia, como si de una tradición se tratara.

—Una verdadera pérdida de tiempo esas tradiciones, ¿no crees, Odín? —le habló al enorme lobo blanco que se hallaba echado en su cama. El animal sólo la observó y siguió en su intento por dormir nuevamente—. Si mi padre estuviera vivo, nada de esto estuviera pasando. Oh, cierto… Él quiso alejarse porque de seguro no le iban a hacer caso nunca. Cierto, cierto. ¿Cómo pude olvidar algo así?

Se sentó en el borde la cama y acarició el pelaje de Odín, como si en aquel acto encontrara una terapia especial. Pero eso no calmó mucho su preocupación. No lograba callar a su tormentosa mente. Tal vez lo que necesitaba era salir de aquel encierro infernal y recorrer los parajes desolados en esa noche silenciosa. Así, sin más, sin avisarle a nadie; sin dar señales de haber ido a un lugar en específico. Y lo hizo. Buscó al más leal de sus corceles, uno de pelaje oscuro como la noche misma y salió campante hacia el bosque, como acostumbraba hacerlo en Austria. Pero, sin que ella se percatara de ello, alguien supo de su pequeña huida, y de inmediato, el rumor llegó a oídos de su tío Auguste.

E ignorando todo aquello, Olivia se apresuró a huir como no lo había podido hacer antes, sin importarle los riesgos. Necesitaba de ese aire puro que muchas veces se le había negado respirar. Estaba tan harta de lo mismo, que no midió las consecuencias; simplemente no le importó. La soledad y la paz, que sólo podía brindarle la naturaleza, calmaron sus impulsos; sus ánimos se templaron, y por largos minutos continuó con el recorrido. Pero de manera repentina, el caballo empezó a notarse inquieto. Olivia creyó que sólo podía tratarse de alguna bestia oculta entre el follaje; sin embargo, a la distancia, entre las penumbras, algo se acercaba. Esa aura ya la conocía de antes.

—Malditos vampiros. Están en todas partes —masculló, mientras intentaba apaciguar a su caballo—. Creo que es hora de irnos. No tengo ganas de enfrentarme con cualquier idiota. Ya tengo suficiente con los que vivo.

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Mensaje por Jaecar Babenberg Sáb Oct 22, 2016 9:09 pm

Jaecar es envuelto por el aura de repudio, un desdén que proporciona esa presencia, más se controla, caracterizándose por su alto poder de control, encontrando en su mente un paraíso e infierno conjuntivo, dando sentido a las cosas, a la existencia, a las oportunidades de manera grotesca, y sin equivocaciones. Solo una vez se puede moldear una mente, dos veces, ya es el destierro de la persona, la muerte cerebral. Mostrando la realidad que incomoda seguir avanzando en ese bosque, sujetando la mano de la pequeña Cordelia. Ambos sin temor a lo que les espera, exteriorizando la verdadera esencia de cada uno; fuertes, independientes, inmersos entre firmes decisiones, pendiendo siempre sobre un hilo de estabilidad emocional, y forzando las fuerzas al límite, un arduo entrenamiento con los deseos, instintos y emociones. Algo ortodoxo ante teorías propias de fortalecimiento mental.

Brindando la confianza en aquella mano, no permitirá que algo le suceda, ambos saben con exactitud de qué se trata de un lycan, y en cuanto a la distancia y el relinchar del caballo que perciben. Es una gran faena, encontrándose frente a frente ante aquella lobuna y con su inquietante negro caballo, y ella ante Cordelia y Jaecar. Siendo extraño el sentimiento que fluía al verla, esas irises intensas le son conocidas, la fuerza emanada, y su fragancia, al igual que esa sangre hirviendo le hacen punzar sus heridas; la horrible marca que abarca del brazo hasta el cuello. Deteniendo el paso, Cordelia pudo notar el cambio de Jaecar, por lo que presionó su mano y él, se giró a verla. ¿Cómo decirle que aquella presencia le era parecida ante quienes le atacaron? ¿El decirle que esa misma sensación la obtuvo cuando murieron sus padres?, que clase de encuentro era, ¿quién es? ¿Qué conexión existe entre ellos?...Habiendo una posibilidad de que pertenezca a ellos. — Cuida de tus palabras, y calma a tu corsé, a mi hija le disgustan los animales salvajes. — Llevo el brazo hacia el hombro de la pequeña, atrayéndola hacia él, no la quería lejos. Y no permitirá que alguien le falte. Más, si, fue el sarcasmo en su voz, el salvaje se refería exclusivamente a ella.

—Padre, vámonos, el caballo no es salvaje, más quien le monta parece serlo. No tiene ni la culpa de que su jinete no sepa llevar las riendas. —Asintió, continuando el paso, estando ya cerca de ellos, que al deshacer de cualquier lejanía, clavó los ojos hacia el caballo, y después hacia ella, el animal se salió de control, y quiso saber más de ella, no por interés, sino por su protegida. Le recalcaban que algún día se encontrarían con los del clan Van Aldin, y ahí es donde haría de frente, siguiendo la lucha, el derramamiento de sangre. Y la batalla contra su hermano.

— Dime cómo te llamas…—la manera en la que requirió fue como una orden, sin sonar altivo ni con coacción alguna, debía asegurarse de que no existiera un indicio de que es perteneciente a sus enemigos. Porque la maldita mirada que posee se asemeja a aquel que lo ataco, ella representa el caos, ella esta trayendo la desgracia nuevamente y eso tenia que comprobar.
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Mensaje por Olivia Van Aldin Dom Ene 01, 2017 5:39 pm

Sirius era un purasangre de pelaje negro, atlético y leal; su estrella poseía la forma de una cruz blanca y parte de sus extremidades mostraban el mismo color. Era el corcel predilecto de Olivia y con el que tenía una fuerte conexión. Ella solía pasar mucho tiempo al lado de Sirius, junto con Odín y una Border collie llamada Lana. Para Olivia, tanto los canes como los caballos, eran especiales; los cuidaba con mucho esmero y se sentía cómoda al lado de éstos. Cosa que no ocurría con su propia familia, de quienes se iba decepcionando cada día que pasaba.

Estaba harta de escuchar las mismas disputas de siempre. Ni siquiera se molestaba en asistir a las fastuosas reuniones de los Van Aldin; ella no terminaba de acostumbrarse a toda aquella parafernalia, a pesar de los años que llevaba conviviendo con el actual líder. Cada vez iba pareciéndose más a su padre, y su tío se había encargado de recalcárselo durante los últimos meses. Olivia se sentía orgullosa de que así fuera, pero, por otra parte, sabía que su tío no estaba del todo satisfecho con eso, aunque no se lo demostrara abiertamente.

Esa noche estaba huyendo de su destino junto con su fiel Sirius. Sin embargo, fue el mismo destino quien la ató a algo que no podía dejar a un lado. Sólo que ella no estaba al tanto de ello. Y tampoco quería estarlo; simplemente deseaba extender sus alas después de tanto tiempo, sin sentirse vigilada por nadie.

Pero todo se derrumbó cuando Sirius se inquietó ante la presencia de aquellos dos individuos. Olivia, más preocupada por el caballo que por ella, se dirigió al animal, hablándole cerca de una de sus perfiladas orejas, mientras acariciaba suavemente su crin. «Tranquilo, todo está bien; nada malo va a ocurrirte». Sus palabras resultaban una especie de terapia para Sirius, quien iba tranquilizándose paulatinamente como por arte de magia. Olivia logró lo que pocos hubieran podido hacer en ese momento. Luego dirigió una mirada de reproche tanto al hombre como a la jovencita, pues habían hecho alterar la paz de su querido compañero.

—Ustedes fueron quienes pusieron nervioso a Sirius —alegó, aún molesta por el estado en que se había puesto el caballo—. Eso sólo indica una cosa: Hay algo que no le agrada de ambos. Los animales son muy sensibles a las energías del exterior. Más que cualquier sobrenatural —Aseguró, todavía acariciando el pelaje de Sirius, transmitiéndole seguridad en aquel gesto—. ¿Qué te parece, Sirius? Alguien no tiene buenos modales y luego te dicen salvaje. —El equino bramó ante las palabras de la mujer, como si de verdad entendiera su lenguaje. A Olivia le disgustaba que se expresaran mal de cualquier animal; lo consideraba una falta de respeto hacia Gaia—. ¿Esa es la manera de responderle a un extraño? Exigen respeto y ellos son los primeros en faltarlo.

Sentenció. Sujetaba las riendas con todas las intenciones de regresar por donde vino. No tenía ánimos de discutir con nadie y menos en aquellas condiciones. Pero esa interrogante, formulada con tono altivo y despectivo, causó malestar en Olivia. ¿Cómo podía un extraño preguntar eso? La desconfianza se hizo presente en ese breve instante.

—¿Qué? —Inquirió sin poder creer del todo lo que había escuchado. Creía haber atendido mal, pero no fue ese el caso—. ¿Y tú para qué quieres saber eso? ¿Qué pretendes con el nombre de una desconocida? Estás mal... —¿Y si realmente no lo estaba?—. Me llamo Hortencia.

Y mintió, como no lo había hecho antes. Siempre se caracterizó por su honestidad; sin embargo, aquella vez, su instinto de supervivencia le decía a gritos que debía cambiar la estrategia, quizás para proteger su propia integridad.

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Mensaje por Jaecar Babenberg Mar Ene 24, 2017 6:19 pm

¿Cómo podría verse un animal bien instruido? La domesticación hacia lucir la verdadera belleza de estos, más, el exagerar con el cuidado, perdían la naturaleza de su existencia, a lo que esta les tenía preparados, que con facilidad desconocen, atacan solo por inercia, cosa que en sus hábitats naturales, su comportamiento sería totalmente diferente, no porque sea su territorio, sino porque aprendieron a sobrellevar el entorno. Que ver al caballo, cuyo pelaje negro le era agraciado, (apreciaba cuando de belleza se trabaja, no discrimina, lo reconoce) y las palabras percibidas por la licántropa, le recordó la época en que los animales eran empleados para la guerra, entrenados al sentir el dolor para que así fueran más agresivos, que cada vez que veían estos animales en descontrol, se empleaban esas justas palabras, como si fuese un arma más. — ¿Nosotros? Es parte de la naturaleza que no puedes alterar su curso, el animal está acostumbrado a estar encerrado, cualquiera lo puede inquietar —, la mano en la que sostiene a Cordelia, es presionada por ella, presentía algo, estaba seguro de ello, al igual que él lo prevenía desde que percibió esa pestilencia, más de muerte y tragedias. Que respondió de la misma forma, enfocando las pupilas en las ajenas, estando de acuerdo con Sirius, su animal. — ¿En realidad conoces a tu caballo? —. Cuestiono con ironía, pero no iba a tocar más el tema, el animal por instinto actúa, no porque sea especial, hasta en los cambios bruscos del clima, se alarma. Que altera, no por ellos, sino perciben un cambio grotesco.

Negando, parecía ser irracional la mujer, un animal no muy inteligente, impulsiva, esperando solo ser ante ellos una procaz. Había demandado conocer su identidad, pero era obvio que mentiría en ello si es posible, dado que no ha dejado de ser descortés. Cosa en que ellos solo responden de manera ilustrada. Más, existe algo, cauteloso Jaecar solo observa, quiere descubrir el porqué de esa intriga. Resultando lo esperado, miente, nadie ha logrado engañarlo ni una sola vez, (¡vaya complejidad de mente que posee!, así es como determina el control, con el saber exquisito de los años, y las experiencias le hicieron convertirse en un enorme árbol que de sus ramas crece solo intuiciones certeras). Que antes de girarse, de darle la espalda, caminando con la pequeña en total silencio, tenía razón, el animal no tiene la culpa, y no soportará estupideces humanas. — Escúchate, fuiste tú quien insulto, no haré que te disculpes, las verdaderas mujeres lo harían cuando saben que hicieron mal, por algo son respetadas, y dignas de devolver la disculpa. He aceptado más cordialidad de Sirius que de quien se dice ser su compañía... Compermiso, Sirius. —, ejecutó una ligera inclinación, reconoce el respeto infundado en él, no han ofendido, (no era necesario hacerlo, solo respeta aquello que es respetable, tan sencillo pero siendo base en el principio) Porque no puede hacerse la desentendida, ni desconocer de las habilidades que los inmortales poseen, (¡escucho todo, completamente como de sus labios se pronunciaron ofensas!), en primera; porque es su especie enemiga, y en segunda; lo sobrenatural ha llegado a contemplarse hasta en los humanos que han trascendido en los mundos de estos.

Y mientras Cordelia en su rostro se reflejan interrogativas que deseaba hacerle a Jaecar, se contenía, pero el inmortal solo hizo un último movimiento, colocó a la licántropa en un estado que solo sus gestos, sus réplicas, y sus reacciones, harían, (mejor dicho, responderían a sus inquietudes, ¿cuáles eran? Si era ella perteneciente al Clan Van Aldin, y qué lazo le correspondía con estos, ya que la posición no era negociable en esas circunstancias, todos eran iguales ante la sangre) — Tú, un Van Aldin, decirle a tu clan que un Babenberg sigue existiendo, que recuerden que mientras siga coexistiendo uno en el clan enemigo, la maldición seguirá conservándose. — Alarmó, ya estaban lisos, tanto como Cordelia y él, para luchar por lo que les arrebataron, queriendo saber, si aún existe su hermano, y si era así, ir él en contra de este, púes no había mejor rival que Jaecar, terminar de una vez lo que iniciaron en el momento en que decidieron amar a la misma mujer. Esto es lo que le llaman la maldición de los hermanos; tan potente y bestial, sangre con la misma sangre, muerte, devastación, pérdidas y tragedias que no se suspenderán hasta que solo un linaje sea el único vencedor. (Aunque existe la posibilidad de que ambos linajes se extingan). Llevando a la pequeña a su frente cuando se dispusieron a caminar, siendo su espalda, su sombra, ambos sabían que ese momento llegaría, que ahora, no eran motivados por el miedo, sino por la fuerza de mantenerse con vida, muy aparte de la sed de venganza. Esa es la única que reina en el inmortal como la primera opción, o quizás la segunda, púes su primordial es proteger a la princesa. Preservando el ataque, porque aquella no se quedaría con las manos atadas, y ahí es donde descubriría que estaba en lo cierto, que es ella uno de los que querrá matar.
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Mensaje por Olivia Van Aldin Miér Feb 01, 2017 12:33 am

Lo único que le faltaba es que le dieran lecciones de vida, ¡a ella! Era una broma, tenía que serlo. El momento le pareció incómodo hasta cierto punto, aquella noche sólo quería estar sola, salvo con la compañía de Sirius, que parecía comprender la situación de su dueña en silencio, bramando de vez en cuando, como si le sostuviera algún tipo de conversación. Esa era la misma conexión que mantenía su madre con los demás animales, herencia que le habían dejado los nativos americanos, cuya sangre corría por las venas de Olivia también. La licantropía sólo fue opcional, y no la eligió por venganzas, ni ninguna estupidez de ese estilo, lo hizo por su apego hacia las bestias de la naturaleza; sabía que al obtener alguna habilidad sobrenatural, sería capaz de conectarse con estas criaturas por completo. Pero eso no se lo había contado a nadie, ni siquiera a Fagan, a quien tenía en alta estima, incluso más que a su propio tío.

Continuaba acariciando la suave crin del purasangre, intentando hacer caso omiso a las palabras del vampiro. Realmente no le molestaba que fuera uno, eso era algo que solía ignorar, porque en realidad no tenía motivos para odiar a nadie por lo que era. Sólo conservaba cierto rencor hacia los cazadores e inquisidores, pero estaba al tanto de que sentirse así no la iba a conducir a ninguna parte, sencillamente no iba a seguir añadiéndole otro eslabón más a un ciclo que ya debía tener fin. Sin embargo, aquel individuo no mostraba ser de aquellos que preferían mantener todo en sana paz, sino que quería continuar con un desprecio abismal, algo que Olivia tildó de absurdo, más no lo dijo, sólo lo pensó. Incluso podía percibir desprecio en su tono de voz, aunque no fue suficiente para irritarla, ¡le importaba un bledo! El único que pareció inquietarse ante las habladurías del hombre fue Sirius, al que se le estaba subestimando demasiado. Podía ser una bestia, pero comprendía lo que se encontraba a su alrededor. Olivia le dirigió un par de vocablos en lengua apache y Sirius volvió a calmarse, al menos un poco.

—En realidad lo inquietas tú, ¿crees que está ignorando todo lo que dices? —Entornó la mirada y negó—. Careces de empatía y piensas que los demás son ignorantes por no hacer lo que dices, por no compartir el mismo punto de vista, ¿o me equivoco? Oh, y te haces el ilustrado. —Chasqueó la lengua—. “Las verdaderas mujeres” dice. ¿Lo escuchaste Sirius? Ahora resulta que no soy una mujer de verdad, soy un ser de otra dimensión sin género definido. Ay, estos personajes, siempre queriendo catalogar a la mujer como una sumisa, una mansa palomita que debe rendirse ante los demás.

Las patas delanteras del corcel golpearon el suelo, recalcando una molestia que muchos pensarían que sólo poseían seres con razón propia. Pero Sirius demostraba todo lo contrario.

—No se trata de ser hombre o mujer, todos deberían asumir sus propios errores. Pero, no lo haré, ¿sabes por qué? Porque no es recíproco. En otra situación hubiera bajado la guardia, sin embargo, esta vez no me apetece. No por la niña, sino por ti, es que honestamente, si viniera un mortal común a actuar de la misma manera, tampoco tendría porque retractarme. No lo mereces. —Y su malestar se hizo mucho más severo al escuchar ambos apellidos. No era porque tuviera algo en contra de los Babenberg por ser una Van Aldin, sino porque estaba cansada de las mismas tonterías de siempre. ¡Llevaban siglos en los mismo!—. ¿Disculpa? Ah, ah. Si tienes algo que decirles a los líderes, lo harás tú. ¿Acaso piensas que soy una lechuza mensajera? Lo siento, debo recordarte que las bestias salvajes e irracionales no obedecemos. Así que puedes visitarlos cuando gustes, hasta te recibirían de brazos abiertos, con copas rebosantes de vino.

Hizo una mueca y se dispuso a tomar otro rumbo, porque tampoco pensaba regresar a su casa. Si el Babenberg creía que Olivia atacaría, se equivocaba y por mucho. Se había topado con el Van Aldin equivocado; ella no era como el resto. Pero antes de iniciar la marcha, Sirius bramó. A la distancia logró escuchar el aullido de Odín. Los demás habían dado con ella, y en una situación complicada. Incluso ya estaban bastante cerca, si habían percibido la esencia del vampiro, estarían en graves problemas.

La aparición de Marko sólo anunció lo peor.

—Olivia, regresa a casa, yo me encargo —dijo el licántropo, mientras en su rostro se divisaba la maldad.

—¿Qué? —Logró articular Olivia, un poco sacada de sí. Pero al recordar a la niña, retrocedió junto con Sirius como si escudara a los Babenberg—. Creo que... No. Regresa tú, estabas muy cómodo jugando a las espadas.

Marko logró percibir en la mirada de la mujer una rebeldía que podría costarle la vida, así que se acercó a ella con paso decidido, pero en ese instante apareció un lobo de pelaje blanco, derribando a la figura masculina con fuerza.

—Odín —susurró—. ¡Ven aquí! Pero, ¿qué has hecho? —exclamó al ver como Marko se ponía de pie, desafiante. Quizás era demasiado tarde cuando los demás empezaron a llegar—. ¡Demonios! ¡Ustedes dos atrás, tengan cuidado!

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The return of the curse; The hunter, and guardian. Empty Re: The return of the curse; The hunter, and guardian.

Mensaje por Jaecar Babenberg Lun Mar 27, 2017 9:29 pm

— Yo sé que no ignora, no por mis palabras, pero es seguir hablando mientras son llevadas por el viento. Lo que pienses de mí, no me interesa, ahórrate tus quejas, te hace falta intelecto para interpretar un simple raciocinio. Si te has ido por ese lado, o sentiste identificación alguna para relucir esas ideas, no me culpes, no es la generalidad de la persona, eres tu quien no comprende. Piérdete, y sigue hundiéndote en tu absurdo pensar.

Sí, no niega que le enfurece, más. Curioso; atestiguar un acto que jamás se creyó venidero del clan enemigo, ¿quién era ella? ¿Quién es realmente? La sangre que le recorre es sin duda alguna la pesadez de la venganza, pero ¿por qué no siguió con el instinto, con la tradición? El ver la manera en la que acariciaba a Sirius, la tranquilidad que profesa aun cuando la naturaleza misma debía repelerse por sí misma, un momento que orillo a pensar, el sujetar a Cordelia para que fuese su fuerte, le controle lo que poco a poco se altera, aún era afectado por las remembranzas, el juramento otorgado a su difunta esposa y luego a la madre de Cordelia,  todo le recordaba que debía seguir, exterminar todo lo que le venía perjudicando a la niña. Y eso es lo que presentía el caballo, los deseos de matar, mas solo queda en la sensación, en el pensamiento, se ha destacado por el auto control, y mientras no exteriorice la conducta, siguen siendo sensato. En cambio de la contra parte, sin duda alguna eran totalmente diferentes, en tanto a todo lo que les caracteriza. Por ello, había dado la espalda, decidió alejarse con ella, no iba a cometer un homicidio frente a la princesa, y claro, no le perdona la vida, solo no es el momento, en otra ocasión será. Dejando la incertidumbre del apellido, para que no olvide quien es, y con quien próximamente se enfrentará. No le era de su interés la actitud de la canina, ni estaba al pendiente de si su mensaje sería llevado, ya era de su decisión hacerlo o no, advertir o no.

De fondo en lo que otorga pasos, se escuchan aullidos, curvo los labios, pues la cacería ha comenzado. Mirando a la pequeña, haciéndole señas las cuales solo ellos entendían, podía percibir la urgencia de una voz, deteniéndose, mirando en dirección a la escaramuza, ladridos y gruñidos de una contienda, el espectáculo generado no atemorizaban a los Babenberg, al contrario ya estaban preparados para esa causa. Sin embargo, no podía permitir que se inmiscuya en ese estado su pequeña, enferma y en las condiciones le sería desventajoso, aparte de que la mayor preocupación es ella, no la quiere perder, no se permitirá dañarla de alguna manera, por lo que tuvo que someterse a un cometido en especial. Sin tener otra opción que retirarse, alejarse cuanto antes de la zona, antes de la llegada de los otros. En efecto, aquella seguía siendo absurda, ¿por qué debía de confiar en ella? Es como si se estuviese auto clavando el arma, derrotándose a sí mismo.  Enarcando las cejas por la acción de quizás protección, no necesitaba de nadie, ni mucho menos de ella. Y  fue Cordelia quien dio el primer paso hacia ellos, sin permitirle que prosiguiera, la pequeña quiere ayudar a esa canina, ¿por qué?...Insólito, sabe por dónde va, le da un parecido a su madre; Hannah, el querer acabar con la sed de venganza al desaparecer, justo como la actitud demostraba aquella, aunque no era para ablandarse, no y en ese preciso momento. ¿Como detenerla sin herirla? Es la primera vez que la observa de esa manera, el ayudar a quien estaria en amenaza por no atacar las ordenes de un clan, ¿qué es lo que debía hacer?

— ¡Hija! …— Grito Jaecar cuando aquel hombre quiso abalanzarse contra ella, acechando voces, presencias peligrosas, mirando de un lado a otro, llevando al alcance su oído, considerando el punto de encuentro, la situación emanada que de un momento a otro, estaba delante de Cordelia, sirviendo de escudo y mirando a la loba, mientras detiene al integrante de su clan. — Vete, llévala lejos de aquí, si dices no ser parte de esto, protégela, estoy solo, no permitas que nadie la toque, vete de aquí, ya sabes que hacer... ¡Vayanse!

Se dirigió a la canina y después a Cordelia, ella ya sabía los protocolos, el como actuar; negar quien es un Babenberg, quien es ella, cambiar el nombre, jamás hablar de la verdad. Sujetando con fuerzas al perro enfurecido, debían servir de distracción en lo que les da tiempo de escapar, ambos saben que no hay de otra, y entre más demoraban, los demás comenzaban a acercarse, el único plan era después reencontrarse, porque no puede estar alejado de su princesa y demostró que no le importaba nada más que su bien estar, así tenga que deberle a alguien, y sobre todo a ella.
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Mensaje por Olivia Van Aldin Lun Abr 24, 2017 9:43 pm

Las palabras del vampiro eran una melodía tediosa y lejana, la misma que intentó hacerse espacio en su mente, más no lo logró. Él había encontrado a la persona equivocada para iniciar su inevitable venganza, pero sólo obtuvo indiferencia por parte de la joven Van Aldin. ¡Claro! Porque resultaba que ella era distinta al resto de la familia; sólo un par compartía sus ideales de reformar todo cuanto antes. Aun así, Babenberg era un completo ignorante del asunto y lo seguiría siendo. Parecía un hombre ensimismado en sus ideales, los mismos que no pensaba dejar a un lado tan fácilmente. Olivia tampoco pretendía cambiar el pensamiento de alguien que acababa de conocer, y que para colmo, había sido grosero con ella, aunque claro, no podía negar que en partes tenía culpa de ello y no precisamente por su raza o familia. Sin embargo, su orgullo le hizo ver que las disculpas eran innecesarias, lo mejor que podía hacer era continuar con su paseo e intentar despejar la mente bajo la paz arcana del bosque. La misma que se fue abajo cuando miembros de su clan hacían acto de aparición.

Decir que el corazón le dio un vuelco, no era nada a comparación a lo que ocurría en su mente. Vio a Odín, a su fiel lobo, escudarla, defenderla de Marko; hasta parecía que también seguía sus intenciones, algo que descolocó a Olivia por unos segundos. Porque claro, ella, de alguna manera u otra, estaba defendiendo a los Babenberg, en un principio por la niña, pero, también, terminó pensando en ese odioso vampiro. Esa necesidad de acabar con la absurda venganza la orilló a actuar así; además, la escena le era escalofriantemente familiar. ¡Sí! Justo cuando atacaron a sus padres.

Sujetó con fuerza las riendas de Sirius, el caballo bramó, como buscando la manera de intervenir también. Marko pretendía avanzar más, desafiándola con la mirada, sabiendo que ella no iba a dar su brazo a torcer, y aunque fuera la sobrina del actual líder, perfectamente, podría alegar que la mujer los traicionó. Olivia sintió una impotencia abisal; Odín se interpuso entre Marko y los Babenberg, para evitar que el licántropo fuera a agredirlos. La situación se tornaba desquiciante.  

—Basta, Marko. No tienes nada que hacer aquí —replicó, mientras divisaba entre los pocos que llegaron luego, a uno de los suyos. Thadeus le guiñó el ojo como gesto de confidencialidad, indicándole que buscaba el momento adecuado para atacar—. Ninguno de ustedes, en realidad...

Pero las palabras no fueron suficientes, ellos seguirían empeñados en seguir causando más daño, y no, no podía permitirlo. Por eso, cuando el Babenberg le dio la custodia de la niña, Olivia no pudo negarse, a pesar de lo ocurrido hacía unos minutos atrás, no tenía los sentimientos tan pútridos. Así que tomó a la pequeña y la resguardó con sus brazos. ¡Aquello era inaudito! Lo pudo ver en la mirada de todos los presentes. Sin embargo, no iba a retractarse, y menos cuando Thadeus se puso al lado del vampiro para resistir al ataque de los otros licántropos.

—Sé que nuestras razas no se la llevan, pero hagamos una excepción esta vez, como lo ha hecho ella —dijo Thadeus al vampiro, preparándose para atacar—. Olivia, tú escapa con la niña; aunque mi cabeza esté en juego, sé que es por una causa noble.

Olivia se quedó, quizá, un poco consternada, pero obedeció de inmediato. Antes que cualquier cosa, emprendió la marcha, llevando consigo a la infanta, sin importarle más nada, salvo la seguridad de su actual protegida.

—No te vayas morir tan rápido, anciano —mencionó por último Olivia antes de partir. Aunque Thadeus aparentaba ser un hombre cercano a los 60 años, su fuerza iba mucho más allá. Haberlo dejado ahí le carcomía el alma, y sólo la voz de la infanta la sacó de sí—. No te preocupes, tu padre va a estar bien. Tú confía en mí, hay alguien en este bosque que nos va a ayudar. No estamos solas, tranquila.


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Mensaje por Jaecar Babenberg Jue Mayo 04, 2017 9:26 pm

Protección; Jamás se había visto que Jaecar dejará en manos del enemigo a lo que más ha amado; aquella princesa de los inmortales pasó al cuidado, al manto de los lobos, y quién diría que aquellos quienes asesinaron a sus padres, estaría rodeada de ellos, salvaguardada por uno. Que era un círculo de sangre y cenizas, desgracias y tormentos al vislumbrarla en esa situación, sirviendo de cebo para otorgarles un plazo para que escaparan, ya había retomado otro sendero su objetivo tras haber confesado quienes eran, a ella; a la Van Aldín. Todo cambio de rumbo cuando su clan venidero hizo presencia, y es que no fue sin pensarlo, la actitud, los gestos, su fuerza a la negación de la posible venganza, le hacía enfurecerse, por el hecho de repudiar que le diera una semejanza a su difunta esposa, quizás solo por eso confío en ponerla en sus manos, o quizás solo ponerla a prueba, para quitarse la duda acude al accionar de pedir que le cuidara, el descubrir quiénes eran. Más, es una sensación imposible de ignorar, ¿que la posesividad es parte de la necesidad de él? El momento era suyo, convertir en una matanza lobuna, sangre dispersada, y muerte sembrada, no lo niega, eso deseaba ejecutar, liberar las emociones que jamás se han demostrado, que se invirtieran en los golpes en los desmembramientos, porque la crueldad poseía en esa ansia, estrujar los huesos y convertirlos en polvos, un dolor inmensurable que se vio limitado, e imposible de realizarlo, pues la sorpresa fue ver cómo se iban a su lado, quizás, ¿protegiéndolos? Que en vez de que se pusieran en su contra, atacarán de frente, se situaron a su lado, defendiendo a Cordelia, no podía tolerar deber favores, todos tienen la manera de pagar, todos piden algo a cambio, que ahí, solo a beneficio, el conocer las verdaderas intenciones es que prosiguió, combatiendo, resistiendo contra él, despejando esa imagen de ver a la Van Aldin, con la semejanza a su difunta esposa, protegiendo a su hija, y recapitulando ese recuerdo, de cómo murieron y es que se aferró al hombre, esperando que se marcharan cuando aquel perro intervino. Necesitaban ellas toda escolta posible para estar seguras, no le importaba ser el único entre tantos, una vez término fatal ante una similar batalla, más no murió, tardó en recuperarse que podía hacerlo de nuevo. Pero juntos comenzaron a intercalar movimientos, asintiendo al nombrado Thadeus. Forjando una alianza que sin duda alguna, se avecinaba una tragedia mayor a las ya vividas, en la que Jaecar ya comienza a percibir que es su deber protegerlos de la misma forma. “¿Amor mío, esto es lo que añorabas?, ¿que termine esta maldición? ¿Poniéndonos en manos de los que son linaje de los enemigos? “ pensó, desviando la mirada hacia su hija quien poco a poco su imagen se desvaneció, yéndose con ella, alzando la mano en significación de que pronto irá por ella, y por el otro lado, aceptando con la Van Aldín, que ahí no termina, que se volverán a encontrar y volvió a la represalia.

Sincronizándose con Thadeus, a decir verdad, por su aspecto, por la fuerza que emana ha sido de los más antiguos en el clan, se le percibía, se reconocía en su manera de atacar, que era seguro que ambos años atrás estuvieran en el mismo campo de batalla, la diferencia radica en los lados en los que se atacaba, y ahora, entre esquivos, contraataques, bloqueos, y golpes por fallidos intentos, les llevó tiempo deshacerse de ellos, pudo haber asesinado a unos cuantos, más aquellos vieron que no era el momento, y no sé qué les haya dicho Thadeus, pero, retrocedieron, a pesar de que unos se resistían a la orden, y podría existir la idea de que fuese una trampa, y que quizás solo iban por Cordelia, pero después de todo, era la prueba para ver si se podía confiar o no en esa mujer. Por lo que comenzaron a seguir el rastro de ellas, y era lo primordial, porque existía la posibilidad de que aquellos quienes retrocedieron, fueran tras ellas.
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Mensaje por Olivia Van Aldin Miér Mayo 24, 2017 12:41 am

Si antes era un dolor de cabeza para el clan, aquella vez sobrepasó todos los límites existentes, fue como una rebelión silenciosa, e incluso, inesperada. Ni ella misma se esperaba obrar de semejante manera, es más, estando dirigiendo a Sirius mientras aferraba a la niña Babenberg entre sus brazos, parecía un sueño, una ilusión producto de un embrujo. Sin embargo, no era así, la conciencia la aferró a la realidad; estaba huyendo de su clan para proteger a alguien considerado enemigo, aunque para ella no lo era. Es más, esa niña le recordaba tanto a su pasado, cuando vivía en Holanda con sus padres, libre y sin demasiadas preocupaciones; sin venganzas que contaminaran su alma. Pero el día más terrible la arrancó de esa felicidad, aun así, evitó seguir una guerra innecesaria. Ya muchos habían muerto a causa de esa disputa tan carente de sentido, y esperaba que, algún día, todo se solucionara de la mejor manera posible.

Estando en las condiciones que estaba, huyendo al galope veloz de su corcel, sintió la ligera llama de la esperanza en su interior. Pensar que había un futuro sin guerras entre esas familias iba a ser posible; lo supo cuando vio a Thadeus cambiar de opinión de manera tan efusiva, y él no sería el único, de eso estaba completamente segura. Sin embargo, no podía detenerse, debía continuar atravesando la arboleda, dirigiéndose a un lugar que ella sólo conocía. Ahí la jovencita estaría segura, mientras los licántropos del linaje Van Aldin desistían de su búsqueda y se marchaban. ¡Pero también estaba él! Esa niña se hallaba muy preocupada por su padre (o lo que fuera de ella), le interrogaba a Olivia a cada minuto. ¿Qué respuesta podría brindarle?

—No te preocupes, confía en él, va a estar bien, ¿sí? Además, Thadeus le está ayudando. Nosotras nos dirigimos a un lugar seguro —contestó, aún ensimismada en sus pensamientos—. Todo se va a arreglar, ya verás...

Sirius atravesó el río con increíble agilidad, como si sus cascos ya hubieran pisado esa tierra antes. Se dirigían hacia una colina, una pequeña zona montañosa, con la vegetación mucho más espesa. La zona se oscurecía mucho más, como si algún manto la cubriera. El caballo mostró una magnífica valentía, y claro, era porque tanto él, como su jinete, sabían perfectamente hacia donde se encaminaban. De seguro Thadeus los alcanzaría luego.

***

Thadeus reconoció en algunos de aquellos hombres la duda, la misma que sembró él cuando decidió seguir a Olivia; cuando decidió clavarle un puñal de plata en el corazón de Marko. ¡Por culpa de esas estúpidas guerras había perdido a su familia! Veía en la joven Van Aldin alguna esperanza y la apoyaría, aunque le costara la vida. Él había conocido a su padre y a aquella mujer de sangre apache que tan buenos consejos le brindó. Estaba completamente agradecido por sentir que su existencia aún era necesaria. No le importó siquiera alzar las armas en contra de los otros licántropos, porque bien sabía que no iban a cambiar de idea, pero los que retrocedieron, algunos cuantos, a ellos si les tocó lidiar con la incertidumbre.

Sin embargo, otro par, motivados por el engaño, empezaron a tomar otro rumbo distinto. Thadeus gruñó de pura rabia.

—¡Maldita sea! ¿Van a quedarse ahí parados? Bien, váyanse al demonio, si tengo que morir, lo haré, pero sé que mi sacrificio valdrá la pena, aunque no lo entiendan —y sin darle tiempo al vampiro de reaccionar, se lanzó a perseguir de los otros bastardos que de seguro iban tras Olivia y la niña—. ¿Qué esperas? ¿Vas a permitir que escapen? A ellas no les pasará nada, pero no quiero arriesgarme a que descubran “el refugio”.


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Mensaje por Jaecar Babenberg Lun Mayo 29, 2017 8:37 pm

Incertidumbre; Siempre las cruzadas debían finalizar con sangre, traiciones, y atraer más muerte, ya que no se ha tenido lo suficiente para acabar con la aversión, se ha usado cualquier tipo de armas para que ambos clanes se extingan. Sin embargo, todos los decapitados de guerras pasadas, los descuartizados de aquella noche, los ahogados, envenenados y aquellos que ni se les conoce su muerte, demostraban que cuando se daña algo, se daña todo, arrasando con la familia, con lo que uno más protege por sobre todas las cosas, reflejándose en la misma magnitud en las irises de Jaecar, en las pupilas de Thadeus, y de los demás que no se someten a las órdenes, ya que sus instintos quieren venganza, sus pensamientos se basan en el cumplimiento de promesas, más ya está forjado el camino de cada uno, y en esa ocasión no estaba estipulado el final para unos, aún falta, es el inicio. Porque esta vez el inmortal no permitirá que nadie y nada le arrebaten esta vez a Cordelia.

Que motivado por esos momentos que le han marcado, en cuanto retrocedieron los Van Aldin, a seguir el rastro de ellas, no lo permitieron pero como es de saberse, el alardeo de los perros primero se es visto, y lo que Thadeus decía era un sobrante para él, aunque para los de su especie, era un llamado, él sabía cómo tratarlos, pero no aguardo a que obedecieran, ya Jaecar iba tras de ellos, y preparado, fluyendo los recuerdos que le fortalecen, aumentando la velocidad porque estaba de por medio el bienestar de la princesa, era lo único que lo eleva, así sostenido por ello, no solo era el coraje, ni las emociones dominadas por el daño, todo ahí fluía, porque el rumbo de los destinos estaba cambiando, el combatir con los mismos enemigos, observar en ciertas ocasiones a Thadeus, y el mencionar sacrificio, realmente podría ser que dieran fin a la maldición ¿podrá ser esa la esperanza para un nuevo reinado para con la Princesa? Si bien sea cierto esa llegada, la ansiara como nunca, porque no solo aquel viejo sabio estaba dispuesto a sacrificarse con tal de poner un fin, el inmortal lo haría, y el estar luchando, se lo demostraba al can, no permitirá que alguien cruce la línea invisible que dirige hacia ellas, así sea el señuelo, o tenga que arriesgarse a sí mismo como aquel lo estaba haciendo, siendo un único objetivo para ambos; que ahí termine esa emboscada, por el bien de ellas.

Y tras el límite de la inquietud, ataca el inmortal hasta terminar con el indócil, el incrustar las garras en su columna vertebral hasta desterrarlas, arrancándoselas de un tirón hasta ver como se desmorona el tuso, ensuciándose la falange con esa asquerosa linfa, y solo por seguir avanzando y evitar que tan siquiera uno rebase el límite entre ellos y ellas. Sin negar que con Thadeus la victoria estaban a su favor. Tanto que ambos persistían a la par, dejando atrás restos de los rastreadores, persiguiendo la esencia de su pequeña, y siendo garantizado por saberse del escondite por el viejo, podía observar la potente conexión entre ellos, uno fuerte como lo era con la princesa, fue que iban acortar la distancia, convirtiéndose tan íntimo el aura, y depositando sin más, confianza en cada uno, ya que no había otra opción, si en verdad la existencia de ellas era lo primordial, y ahí antes de llegar, le mostró su sentir al viejo, sin esperar a que se transformara para responder, quería oírlo al estar de nueva cuenta frente a frente a la Van Aldin, vería si actuaba en contra o en favor a la alteración del curso de sus linajes, la última decisión estaba en sus movimientos para una tregua.

— Para obtener un beneficio, se ha de sacrificar algo, no prometo que mi sed de venganza cese, pero debido a ella, se cumplir mi palabra, les debo una esta vez, espero no seguir debiéndoles favores, no soy de ese tipo. Sin embargo, debido a que añoro una larga vida para Cordelia, estoy dispuesto a dejarlos partir, a dar fin con esta inmundicia que no deja nada. Sin embargo, a e ella, a quien proteges, posee los mismos deseos que a las últimas y difuntas hermanas Babenberg, ellas siguieron su camino, escondiéndose de la venganza más, esta llegó a ellas..Dime Thadeus, ¿Quién me garantiza que no será el mismo destino para con nosotros, para con la pequeña?
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Mensaje por Olivia Van Aldin Sáb Jun 24, 2017 2:02 am

Ella nunca se había propuesto ser motivo de alteración para los suyos. Al menos no lo tenía previsto antes de su nombramiento como líder, pero las cosas ocurrieron de ese modo, porque así estaba escrito, y ella no era quien para juzgar las decisiones del destino sobre todos. Debía aceptar las cosas como venían, y aquella no era una excepción. Sin embargo, no podía evitar sentirse culpable por condenar a alguien tan querido como Thadeus; claro, a él lo iban a tildar de desertor por culpa de ella, algo que al licántropo no le importaba. ¿Cuántas cosas tuvo que soportar Thadeus para llegar a ese punto de ebullición? Y lo peor es que no era el único. Entonces, ¿por qué los otros que se asemejaban a Thadeus no reaccionaban? ¡Hasta cuándo iban a continuar en lo mismo! Debido a tan ridículas disputas, ella había perdido a sus padres. ¡Y no sólo ella se había visto afectada!

Olivia aferró más a la niña a sus brazos, como un gesto de protección tan propio de ella. Porque sí, aunque se hubiera tratado de otra infanta, habría hecho lo mismo. La pequeña comprendió el gesto y simplemente la observó con serenidad, sintiéndose verdaderamente tranquila con aquella mujer, que la guiaba a través de un sendero oculto en el bosque. Ese mismo que conducía a un refugio especial, un lugar de culto de los antepasados, en donde se resguardarían hasta que el peligro hubiera abandonado sus pasos.

Sirius se internó aún más entre la maleza, siguiendo un trecho nebuloso, pero al que conocía, a pesar de su naturaleza animal. Olivia intentaba mantenerse alerta ante cualquier movimiento ajeno, aun así, se sosegaba al saber que ya nada, ni nadie, iba a alcanzarlos, en especial cuando aquel halcón gris la alertó con su aviso. El ave rasgó el cielo con su vuelo elegante, depositándose luego en el antebrazo de Olivia.

—¿Lo ves? Vamos a estar seguras en ese lugar... Es un refugio de cambiaformas, ¿sabes qué son? Disculpa si supongo demasiado —habló con calma, alzando el brazo para que el halcón terminara conduciéndolas con su vuelo—. Ya estamos muy cerca... De seguro Thadeus y tu padre nos alcanzan luego.

***

Thadeus siguió su camino, llevándose a unos cuantos de por medio. Ahí, entre penumbras, terminó arrebatándoles la vida, tal y como antes había ocurrido con su familia, incluso, como con los padres de Olivia. Y supo, también, que aquel vampiro también había sido despojado de algo muy querido, y precisamente lo que hacía era por ese rencor. No lo culpaba, porque su ira y venganza eran bien acertadas. Sin embargo, cuando él mismo conoció a los padres de Olivia, y luego quedándose a cargo de ella, supo que la guerra ya no era solución viable, en especial, para los más jóvenes. Él también tenía a un nieto a quien brindarle un mejor futuro.

No importó cuánto más tuviera que poner su existencia en riesgo, estaba seguro que debía continuar con su lucha. Por fortuna, no estaba solo en tal odisea. Su aliado resultaba ser, nada más y nada menos, que un vampiro... uno que pertenecía al clan que los Van Aldin tanto odiaban. Pero fue determinada pista lo que lo guió por otro lado diferente, porque los demás iban directo a una trampa; una trampa creada por ellos, los guardianes de ese bosque. De inmediato alcanzó al vampiro y lo jaló con él.

—¡No los persigas más! Es hora de que me sigas en silencio por esas cavernas de ahí, te llevaré con ellas, pero necesitamos ser cautelosos mientras dure el hechizo —habló Thadeus. Usó un tono muy bajo, casi imperceptible, mientras se adentraba en una zona rocosa, haciéndole señas al vampiro—. Vamos, muchacho... No te miento. Aquellos van a una trampa urdida por hechiceros conocidos míos; los despistarán mientras logramos llegar a un refugio en el bosque.

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Mensaje por Jaecar Babenberg Jue Jun 29, 2017 10:09 pm


Espléndida pequeña que es protegida por un Van Aldin, destruyendo la maldición que se había visto pasar de generación en generaciones, cambiando la fortuna que se había profesado. Ahí, entre los brazos de Olivia, yace un distinto camino, quizás donde la esperanza tuvo que presentarse en ese momento, en esa decisión tomada por aquella lobuna, cambiar de rumbo a la venganza, para atraer la paz, con el cuidado visto, y la protección en la vida de un distinto clan y aún más siendo enemigo, fue lo que jamás se había visto, y lo que jamás se creyó esperado. Por ello, Cordelia con la intranquilidad de que su guardián estaba lejos de ella, pero con una momentánea alegría de ver que podría pronto acabar las contiendas, dejar de vivir en constantes luchas, y solo enfocarse en batallar con la vida misma, quizás ese fue el castigo; nacer enferma, y débil. Nadie llegó a pensar lo que un dia ella deseó, que esa enfermedad fuera una bendición, ¿por qué? porque podría significar “el perdón” Ella sin haber sabido de la tragedia que les perseguía y aún con la afectación que esta traía consigo misma, siempre supo que ella era quien iba a dar fin a la muerte, y a los sacrificios. ¡Ya no más muertes!, porque solo bastaba que le otorgaran el perdón por las consecuencias que generó su linaje, y que finalizara ese odio entre ambos clanes, que con su muerte el mundo cambiaría. Siendo un noble gesto que le hizo sonreír, al fin podía vivir, sentir el viento acariciarle con el galope del caballo, y fuerte al observar como es salvaguardada hacia lo más profundo del bosque; donde los animales eran la pureza del poder, y eso le hacía respetarlos, porque lo aprendió de su madre. — Sí, sé que son, y no se preocupe, he estado alerta de muchas cosas para protegerme de ellas. No fue mi intención ofenderla hace un momento, solo que me he acostumbrado a que nos ataquen, así como ustedes lo han vivido. Agradezco su ayuda, jamás olvidamos a aquellos que nos brindan su apoyo, y jamás dejamos solos aquellos que lo necesitan.

Perfectas palabras para una niña como ella, era cruel entender a la perfección ese sentir, y más lo que se avecina con las decisiones tomadas, ya solo esperando que sean alcanzadas por el guardián y el señor lobo.

Mientras Jaecar al ser jaloneado por el lobo, le siguió, ya había deducido que si querían traicionarlos sería en presencia de Cordelia, y para dar fin a la duda seria en cuanto llegaran a ellas. Una vez confesada la trampa, alzó el rostro al cielo, sin detener el andar, solo rogaba porque estuviera sana y salva. Viendo un camino desconocido pero que le brindaba una calma de cierta forma, una que en años jamás había presentido, un cambio drástico se dio, y el ver las señas de Thadeus para el refugio. Todo giraba a favor del “destino” la magia les estaba ayudando, ellos estaban de su lado. Las cavernas no eran el refugio, sino la ayuda, y entre más se acercaban, pisaba, saltaba de roca en roca, al mismo par del lobo, sólo guiado y prevenido para lo que pudiera suceder, ya que a ese ritmo ya no se sabe que sorpresas les caerán, donde se vuela con elegancia la eventualidad con un fin e inicio de una nueva era al fin, enterrando esa pesadilla que nunca se vio terminar. Y la incertidumbre radico en ella, ¿quien era para haberlo orillado a un camino incierto o quizás seguro?

— Thadeus, déjeme preguntarle algo, ¿que es usted de aquella Van Aldin?... Como le he dicho me resulta muy familiar su carácter, y  agradezco a ambos que hayan puesto en peligro sus vidas para proteger a la pequeña.
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The return of the curse; The hunter, and guardian. Empty Re: The return of the curse; The hunter, and guardian.

Mensaje por Olivia Van Aldin Lun Jul 24, 2017 1:28 am

Agradecía las palabras sinceras de la niña, porque le daba toda la razón. Ella tuvo actitudes familiares cuando tenía su edad, en especial por tener que lidiar con la muerte de sus padres y convivir en un clan un poco desagradable. No renegaba de su sangre, sólo de las confrontaciones estúpidas que llevaba muchísimos siglos ya. ¿Y qué habían traído? Más muertes innecesarias. Sus padres, por ejemplo; los padres de esa niña... los familiares de Thadeus. Era como si todas aquellas pérdidas cayeran sobre sus hombros, y estaba destinada a hacer algo para cambiar las cosas. Por supuesto que estaba dispuesta a buscar ese cambio que nunca había conseguido su padre, y aunque tuviera que ganarse a su tío de enemigo, no desistiría tan fácilmente. Claro, primero tendría que ver cómo salir de aquella situación, porque de seguro su tío ya estaba al tanto de lo que había hecho.

Pero por poco duró su abstracción. El sonido del halcón, llamándole la atención, la hizo caer en cuenta en donde estaban; Sirius parecía mucho más tranquilo, y esa era una buena señal. Se estaban acercando a su destino, mejor dicho, ya lo habían hecho. Olivia se sintió finalmente en paz, porque ahí nadie iba a encontrarlos nunca. No si no eran bienvenidos, y por supuesto, los demás miembros de su linaje no lo eran, excepto Thadeus.

—No tienes por qué disculparte, yo fui la primera en faltar. Pero ya luego se metieron con Sirius y no pude aguantarme; es muy importante para mí, aunque sea un simple corcel —respondió, a lo que Sirius replicó con un bufido, como si fuera capaz de entender sus palabras—. ¿Viste al lobo blanco que apareció? Bueno, se llama Odín, y es un can muy fiel también. Y se de seguro traerá a tu padre y a Thadeus de regreso sin que más nadie se entere —hizo una pausa, mientras divisaba el campamento de los cambiantes a unos cuantos metros—. Mi madre me trajo alguna vez aquí, estaba yo muy pequeña... Aquí es en donde se conocieron mis padres.

Nunca antes le había contado eso a alguien ajeno a su entorno de amistades, porque era uno de sus más preciados recuerdos. Pero sabía que con esa niña no podía hacer muchas reservas; se sentía en confianza con ella, de alguna manera así era.

***

Mientras avanzaban y se alejaban más de los adversarios, Odín, aquel lobo blanco que los ayudó, apareció entre las cavernas, indicándoles que ya estaban cerca. Thadeus se acercó y acarició el pelaje del animal, quien se mostraba manso, incluso ante el vampiro. Aquella naturaleza tan noble sólo podía ser anticipo de la esperanza, en especial para ambos hombres, quienes, en su momento, habían perdido toda fe en el mundo. Aunque Thadeus la había recuperado, y luego de conocer al padre de Olivia; más tarde, ella misma retomaría las pretensiones de su progenitor, y eso era bueno, al menos para el licántropo.

—Estuviste grandioso, Odín. Gracias por avisar —agradeció al animal, mientras se internaba más entre aquella cueva, permitiendo que el vampiro siguiera sus pasos—. Aquella Van Aldin tiene nombre, y es Olivia. Prefiero que te dirijas a ella de ese modo y no con su apellido, por favor —espetó—. Y yo no soy más que un soldado de los líderes; ella es como la hija que nunca tuve. Su padre era mi amigo, un gran hombre... alguien que terminó mal por culpa de estas disputas, cuando lo único que quería era una tregua de paz. Yo no quiero que mi nieto crezca en este ambiente hostil.

Sentenció, aún más serio que antes. Su paso fue más ligero cuando sintió una corriente de aire viniendo justo del frente, indicándoles que ya estaban cerca de la salida, y así era. Justo habían coincidido con la llegada de Olivia y la niña al refugio de cambiapieles.

—Ya hemos llegado...

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Mensaje por Jaecar Babenberg Sáb Ago 05, 2017 2:17 pm

¿Cómo es el sentido de custodia? Ahí, ese bosque se encargaba de ocultarlas y salvaguardarlas,  ¡qué tan enigmático era! Primero la naturaleza con respirarla se propagaba una serenidad, un reposo que servía a la pequeña por su débil cuerpo (muy a pesar de que ella luche para no aparentarlo), y el sonido del halcón, todo parecía estar de lado de ellas. Mejor dicho, de Olivia, siendo la primera vez, que tuviera una impresión de admiración, ya que resulta que los animales parecen seguirla, era una conmoción rotunda. Poco a poco el ritmo de Sirius se fue desvaneciendo, hasta que solo comenzó a caminar. Ella observaba todo lo que percibía a su alrededor, lo extraño fue cuando un campamento a cierta distancia se distinguió. Pero río, por Sirius y por Olivia, era una semejanza a la relación que tiene con Moune, ese espíritu atormentado. Entre ellos mismos se procuran, se comunican; como una familia.

— Oh, no, Sirius no, también lo sentimos, eres magnifico —. Se expresó con sinceridad, palpando su pelaje, y asintiendo a la incógnita, sí que cada uno poseía un nombre único, ya que al oír Odín, de seguro cada uno tiene una sorprendente historia.  —El señor Thadeus ya es un hombre muy mayor, ¿es acaso su abuelo? parece que comparten semejantes juicios… —Calló, fue un momento conmemorativo lo que le confesaron, a pesar de su edad, reconoce cuando debe de ser frente a sus propias debilidades, porque se reflejó su rostro triste. — Trató de seguro hacer momentos representativos para que les recordara cuando no estuviesen a su lado. Y sé que no me incube, pero, ¿ellos eran como usted? Sé que los hijos de la luna se transforman porque han sido mordidos por uno, y a veces es por elección. ¿Usted aceptó ser uno de ellos desde un principio?... Le confieso que el único recuerdo que tengo de mis padres, es cuando me protegieron, dieron su vida a cambio de la mía, que es lo más valioso que poseo, ese instante es lo que me devolvió el significado de la vida.

Se abrió paso a la humanidad más sublime, una conversación íntima que muy en el fondo, ella se soñó dándole gracias a sus padres por tal acto valorativo. Que acrecentó la sensación cuando deleito la imagen de su padre salir de una cueva. Estaba a salvo, al fin estaba ahí, que la pequeña quería correr hacia él, pero fue solo su deseo, se mantuvo mirándole fijamente, con las irises brillosas de sin duda alguna, alegría.

Sí que la fortaleza de los lobos radica en la nobleza, una pureza conservadora, pero escasos, y al examinarlo Jaecar, el que se figura a Odín, lo demostraba. Observó como Thadeus le trataba, mientras él se limitaba a solo posar la mano en su lomo, solo una vez, como agradecimiento, ya que realmente ellos eran diferente.  Terminando de recorrer la cueva, ya que se hacía eco los sonidos exteriores al llegar a él, la salida estaba cerca, y aún más cerca de ellas. Por lo que comenzó a caminar al descender el ritmo de su andar, siendo aquel viejo, gentil con el lobo, púes de cierta forma eran semejantes, y por ende se entendían más que a nada, una conexión que resulta imposible de ignorar.  

— Comprendo, y es lo que todo padre desea a sus hijos. Y por lo que veo, ella, Olivia, parece que comparte el mismo sentir. Esperemos que esto pronto acabe…

Tan pronto salieron, que lo primero que vio al girar el rostro fue a su princesa montada al caballo, después a Olivia le miró, no de la misma manera en la que sus iris se proyectaron en la pequeña, con un amor puro, que terminó en una leve inclinación de cabeza a Olivia. Estaban ahí, sanas, y se acercó a ellas, para seguir el camino, estaba en territorio desconocido, en tierra de ellos. Situándose alado del andar de Sirius, sin alejarse más que nada de Cordelia, y miro en dirección al campamento al otorgar unas palabras para ella, la conocía a la perfección, y es por ello que significa que jamás la soltaría, siempre estará con ella; — Aquí voy, no te preocupes, quédate con ella… Veo que llegaron sin dificultad, agradezco que ambas estén bien.
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Mensaje por Olivia Van Aldin Vie Oct 06, 2017 2:13 am

En un principio se había mantenido a la defensiva, completamente aferrada a ese sempiterno sentimiento de desconfianza que reservaba para aquellos que no pertenecían a su entorno. Y no, no se trataba del linaje Van Aldin. Ella consideraba familia a otras personas, que como ella, poseían un vínculo significante con la naturaleza, así como lo había mantenido su madre en vida. El clan liderado por su tío nada tenía que ver con esas cosas; eran lobos demasiado vanidosos como para creer que otros seres vivos eran merecedores de existir. Olivia quería cambiar esa posición, pero iba a resultar más complicado de lo que creía. Apenas Thadeus se excluía; quizá algunos cuantos conservaban sus dudas, más su cobardía no les permitía tomar una decisión.

¿Y cómo iba a cumplir con su objetivo entonces si resultaba que ahora la considerarían una traidora? Alguna solución tenía que encontrar, pero, por el momento, debía encargarse de hallar un refugio seguro, al menos para aquella niña. Olivia había demostrado, a través de sus acciones, que era completamente diferente a los demás Van Aldin; que no esperaba siquiera que se lo pagaran. Su gesto fue sincero, desde un principio. Desde que sintió que esa pequeña se vio amenazada, incluso por los suyos. Así como cuando aquellos cazadores asesinaron a sus padres, y quisieron hacer lo mismo con ella.

Había heridas que no terminaban de cicatrizar...

—No, Thadeus no es mi abuelo. Aunque podría considerarlo como tal, porque siempre ha cuidado de mí. Ha sido el único que ha creído en mi. En fin, que estoy muy agradecida con él —contestó. Aunque tuvo que aguardar un poco antes de continuar atendiendo a sus preguntas, pues le costaba un poco hablar de algo tan difícil como lo era de su familia, incluso de su propia naturaleza—. Sí, ellos también eran licántropos, por elección. Yo también elegí serlo, porque no tuve muchas opciones. Era una manera de mostrarle gratitud a mi tío por haber cuidado de mí cuando mis padres ya no estaban. No me arrepiento de serlo, pero tampoco me enorgullece. Es algo complicado, ¿sabes? Y no es como si pueda cambiar mucho. Al menos lo intento.

Había dicho antes de que finalmente llegaran a su destino; antes de que el vampiro empezara a avanzar al lado de Sirius, que, a pesar de la disputa anterior, esta vez permaneció sosegado. Sin embargo, a Olivia le costaba aceptar todo eso, y Thadeus fue el primero en darse cuenta, aun así, prefirió guardar silencio, al menos hasta que llegaran al campamento, en donde los esperaba una anciana con una sonrisa, quien recibió a Olivia con un abrazo afable, una vez ésta bajó del caballo.

—Kara, ellos... Creo que no hace falta que te lo diga —soltó, observando al halcón observándolos fijamente—. Epero que no haya ningún problema. Es el único lugar en donde estarían seguros.

La anciana asintió con la cabeza, invitándolos a su hogar, aún con la sonrisa en sus labios.

—Supongo que ustedes no tienen ningún problema en quedarse un tiempo, ¿no? Al menos hasta que logre despistarlos a ellos... Ya me encargaré de los míos. Bueno, Thadeus y yo lo haremos.

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Mensaje por Jaecar Babenberg Mar Nov 28, 2017 9:07 pm

Poderosa se percibió la pequeña Cordelia con las remembranzas del acto de salvación de sus padres, por ello es que se sigue aferrándose a la vida, muy a pesar de los obstáculos que se le presente, está ahí, luchando, viviendo y prosiguiendo con el ciclo que les depare a ellos dos. En el cual su rumbo se ha cambiado, estaban en un territorio desconocido, pero apaciguó por el paraje; la naturaleza comenzaba a enseñarle a la princesa que no todo es peligro y traición, que hay más allá de todo, bondad y alegrías. Poco a poco se fue desvaneciendo el sentimiento de incredulidad, era muy cierto que si ya querían herirlos o tramarles una trampa ya habría sucedido, y lo cercioro en cuanto caminaban al corazón de ese lugar, junto con su padre y de ella. Ambos clanes que jamás se hubiese predilecto una profecía de esto, un nuevo comienzo les esperaba a ambos, que el aire ya traía consigo tranquilidad y pureza. Más golpeo un poco de singularidad al escuchar las réplicas de Olivia, era parecida la relación entablada con su padre, a pesar de no serlo de sangre, lo consideraba como tal; una admiración mayor e inexplicable, un sentimiento extremo pero cautivo porque temía de cierta manera a lo que el destino les tenía. Porque es él quien ha sufrido más, y ella no puede remediar esas heridas. Ha luchado y ha conocido una fuerza que jamás creyó poseer por él, conoce el dolor que ha padecido, lo reconoce a la perfección que el simple hecho de sentirlo detrás, le recorrían las ganas de mirarlo, de seguir su rumbo aún con que fuese la mirada.

Teniendo demasiadas inquietudes, siempre escucho relatos de Moune, de quienes eran los Babenberg, y era malévolo el simple pronunciar ese linaje al que pertenecen, porque desde un principio le fue injusto lo que le hicieron a el/ella; hacerlo pasar como mujer, porque así debió de ser desde el inicio, es que comenzó a ser maldito el apellido. Ella quería hacer lo mismo que Olivia, cambiar el mundo de guerras, pero sus pensamientos fueron interrumpidos, porque al llegar y ver aquella anciana, sentir el movimiento de Olivia al descender de Sirius, se despejo su memoria, viviendo el presente y abrazándose de Jaecar, quien le estiro los brazos para bajarla, más nunca termino por hacerlo, le mantuvo en su regazo, y ella solo podía aferrarse a su cuello mirando en dirección a los que les recibían.

Tan pronto llegaron, Jaecar solo sostenía a la princesa, mirando a la anciana e inclinando levemente la cabeza. En los viejos tiempos, se les honraba a los viejos al inclinar la cabeza y juntar las palmas, eran los más sabios y hasta la fecha siguen siendo los más sensatos. Atrayendo tradiciones, y caminando en dirección a ellas. — Agradezco el refugio, no quiero incomodarles o traerles el mal, en lo que pueda ayudar para la protección de ella, por favor, decírmelo. Solo será hasta que podamos salir de aquí sin problemas, no queremos más muertes, ni venganzas…

Ofreció y pidió Jaecar, siempre en favor de la pequeña, quien se sentía agradecido de que no capturara algún malestar por su enfermedad, debía reposar y no agitarse tanto, a esa edad comenzó a ser fuerte y no quejarse, cosa que descubrió cuando por más que débil estaba, no hacia queja alguna, por ello es que decidió permanecer en ese refugio, y por ella, comenzar a desterrar el sentimiento de represalia contra quienes le afectaron, pero tardaría mucho después de todo, y con el apoyo de ellos, quizás sea lo más prudente.
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Mensaje por Olivia Van Aldin Lun Dic 18, 2017 1:00 am

Todo ocurrió demasiado rápido, tan veloz como una sombra que huye hacia las tinieblas, esfumándose en ellas para siempre. Todo pasó de manera inesperada para los involucrados. Tarde o temprano el pasado terminaría confrontándolos como la enorme bestia que parecía ser; nadie podía liberarse tan fácilmente de sus fauces. Sin embargo, no todas las bestias suelen ser malas. Algunas veces nos dejamos llevar por las apariencias, pero resulta que aquello es pura necedad nada más. ¿Y quién mejor que Olivia Van Aldin para afirmarlo? Prácticamente había puesto su cuello cerca del filo de la guillotina de una posible traición, aunque seguía abrazando a la idea de que no se trataba de eso, que sus motivos iban por otro camino. Pero, ¿cómo convencería a su tío de lo contrario? Le derrumbó todas las expectativas de dejarle el liderazgo a ella, quien pensaba sacarle provecho a ello, y así acabar con esa venganza que había hecho tanto daño.

No obstante, ahora todo se veía arruinado por simples azares del destino. ¡De acuerdo! Tendría que pensar en otra cosa, y justamente estaba rebuscando ideas, mientras todos se hallaban inmersos en sus actividades, siempre seguros en ese lugar que, de alguna manera, en antaño había sido tan especial para ella. Aunque, en ese preciso instante, no estaba dispuesta a negociar con sus sentimientos. Incluso sintió unos deseos enormes de aislarse, porque ya su mente no daba para tanta ofuscación.

Por supuesto, no se arrepentía en lo más mínimo por haberle salvado la vida a esa niña. ¿Qué culpa tenía ella de los errores de sus parientes? ¡Ninguna! Así que no creía justo que la involucraran de manera tan abrupta en una confrotación terrible. Sin embargo, y conociendo a su propia estirpe, a ellos pocos les importaría semejante tontería. Tenían una sed enorme de destrucción que le asqueaba; siempre fue de ese modo, desde el primer momento en que su conciencia empezó a abrirse al mundo. ¿Hasta cuándo iban a continuar con ese odio tan ridículo y dañino? La voz de Kara la arrastró de nuevo a la realidad, y apenas tuvo tiempo para sonreirle, porque ellos, los Babenberg estaban de nuevo cerca.

Cruzó los brazos sobre su pecho y exhaló. Kara creyó prudente dejarlos solos, y así lo hizo. Olivia la maldijo internamente por eso, pero no le quedó más alternativa que seguir en su posición, y también con los deseos genuinos de ayudar y proteger a esa niña. Lo hacía sin esperar nada a cambio, porque siempre fue así, una persona transparente a pesar de pertenecer a la familia Van Aldin. Lo que ellos hayan hecho o siguieran haciendo, eso no tenía porque involucrarla demasiado; a veces ni se sentía parte del clan.

—No te preocupes, aquí no están incomodando a nadie. Estas personas son muy nobles, y si ustedes han venido con Thadeus y conmigo, también son bienvenidos. Al menos la niña estará a salvo aquí —contestó, dedicándole una sonrisa a la pequeña, gesto que también le fue devuelto—. De momento deberán pasar la noche aquí. Por lo de la luz, ni te esfuerces, Kara preparará un lugar cómodo para que puedas ocultarte en el día. No eres el primer vampiro que ha estado en el campamento, así que es experta haciendo... lo que sea que haga para que la luz solar no sea una molestia. —Desvió la mirada hacia los demás. Ellos eran su verdadera familia, aunque justo ahora se había percatado de ello—. Thadeus y yo nos haremos cargo de ellos... No sé con qué cara voy a dirigirme a mi tío. Quizá no confíe del todo en mí esta vez, así que tenemos que idear un plan para que ambos puedan huir lo antes posible...
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Mensaje por Jaecar Babenberg Vie Ene 05, 2018 8:22 pm

Acogidos eran, no presentía mal en esa aura, sorprendentemente exhala una paz que vio beneficios en el corazón de Cordelia; se normalizaba su pulso, su respirar era más tranquilo, una adorable sensación que le acompañaba, estaban por ese momento a salvos de matanzas, y de ser perseguidos por los de su maldición. Más, ¿por cuánto tiempo permanecerán ahí? No quería deber más favores, depender de ellos, de ella. Realmente nunca se imaginó que el mismo deseo de su esposa, y de su cuñada quedarán reflejados ahora en el clan enemigo. Quizás aún hay esperanza, eso le quieren decir, no para él, para ella. Al menos una pizca de un mundo construido de libertad sin escondite, de tranquilidad y no de peligros aguardaban en el desarrollo de la niña. Que cada paso que da hacia la anciana, se aclaraba ese futuro. En cambio para ellos, para el Van Aldin, aún continúa la guerra con su propio clan. Y lo sabe por cómo terminaron las cosas con el linaje Babenberg, y tristemente solo en esa pequeña queda todo lo que era alguna vez. Pero al ver el momento adecuado para avanzar, fue hacia ellas, habían hablado a solas, y vio correcto proseguir. La anciana les dio espacio y agradeció con una ligera inclinación de cabeza. Mirando ambos a Olivia, y lo que pensaba Jaecar la pequeña lo dedujo.

— Gracias. Y a cambio de todo esto, sabes que pueden contar con nosotros. Se avecinan tiempos difíciles y solo quería asegurarme de que lo supieras. No sé, por cuánto tiempo sea pero haré lo que pueda. Solo quiero que ella permanezca a tu lado, me sentiría más seguro si es contigo mientras espero en el refugio. Pronto va a amanecer y en cuanto caiga la noche, podremos idealizar el plan.

Bajo a la pequeña de entre sus brazos, caminando al centro del campamento y comenzó a ver las tiendas montadas, era extenso el grupo, por lo que observo de un lado a otro, siguiendo el camino de ellas que debía asegurarse de dejar a la princesa en la tienda con la que compartiría Olivia, y en cuanto termino de hacerlo, porque exhausta parecía y lo comprende, debía descansar. Salió de allí, dirigido a su escondite a través de la anciana quien parece saber muchas cosas, le llevaba a una cueva, una que parecía guardar mucha historia y magia al parecer. En la que a mitad del camino debía avanzar solo, fue que ahí se despidio. Yéndose a la cueva, quedándose ahí mientras el tiempo le permite. Donde tendría que meditar un largo tiempo, y bien, ahí sin ruido, sin sentir nada, despejado para comenzar a aceptar las circunstancias en las que se vio involucrado y comenzar a luchar, no solo por ellos dos, sino por ese clan.
FINALIZADO
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