A los buenos días ·Libre ·

por **Benjamin E. Montesquieu** Dom Sep 18, 2016 7:58 am

Para ser feliz en la vida,
tan sólo hay que dejarse llevar
y ver siempre el lado bueno de las cosas.

Habían dicho que hoy llovería. Pero no siempre, aquellos que trabajaban en el campo acertaban todo a la primera. Era divertido ver cómo discutían con sus más jóvenes allegados con la razón cincelada en cada hermosa arruga que el paso de los años le concedían. Ben, había estado trabajando desde bien temprano. Para él, las horas previas al amanecer eran las que más tiempo le consumía pues siempre ayudaba a los más madrugadores a cargar con algunas cajas o a trasladar todo lo que fueran a vender en el día. A esas horas, justo cuando la más alta burguesía dormía, los más trabajadores comenzaban con la jornada, dejando así para Ben un largo día en el que gastar su tiempo.

Benjamin era sinó uno de los jóvenes más altruístas que el corazón de la ciudad podría albergar. Ayudaba sin pedir nada a cambio y sin embargo éste buen acto siempre le llevaba buenas y ricas recompensas de mano del que fué ayudado por él. Pero el día era demasiado hermoso como para desperdiciarlo de otra forma que no fuese su favorita.

Sus pies lo llevaron a su rincón favorito; un camino no muy transitado pero tampoco desconocido por los parisinos. Era un lugar en el que podías ver pasar la gente y sin embargo no molestaban en absoluto. Un pequeño puente que cruzaba un río, ahí, justo a su vera dónde el césped era más verde que en ningúnotro lugar. Ahí se tumbó para observar las nubes nadar en el inmenso cielo color turquesa. Decían que llovería, así que se veían esponjosas y plenamente apetecibles para dormir sobre ellas, de saber volar.

No pudo evitar cerrar los ojos. Allí dónde los demás lloraban todas las penurias que cabían en sus consciencias, él simplemente se dejaba llevar por los bonitos recuerdos, por las cosas divertidas o lo especialmente hermoso de una fragancia tan natural como las flores y el olor a césped recién cortado. Solo allí, él se embriagaba de las sensaciones más perfectas que recordaba, ya que los detalles eran muy importantes para él, dejando a un lado los problemas y la banalidad de lo sugerido en todo el día, dejando simplemente el recuerdo del olor a café molido o a pan recién hecho que cada día aromatizaban los lugares que frecuentaba. él creía sin embargo, que nada debía de envidiar a esos pobres ricos, aunque tampoco los despreciaba por tener todo lo que él carece. él, conoce cuál es su lugar y tampoco hace nada por evitarlo, dejando que la ambición sea algo verdaderamente innecesario en su vida.

por **Reneè Viladot** Mar Sep 20, 2016 4:23 pm

“You will forever be a stranger
in a world that cannot really understand you...”
― Dinesh Kumar Biran

Había quedado con Tomás, de que estaría allí para cuando saliera a tocar en público, a él y a dos mas de sus compañeros les había costado mucho conseguir un espacio para presentarse en aquel kiosco cercano a la plaza, ese que ocupaban para presentaciones de obras ambulantes, teatro guiñol o para músicos que deseaban probar su suerte; pero nadie apostaba a los mas jóvenes. Tomás no se rendía con facilidad y lo que ofreció fue a su hermana bailando al son del ritmo que ellos tocaran, después de unas cuantas palabras logró convencerlos.

Le había prometido a Fátima, que buscaría la orquídea con la que su madre solía adornar la casa en primavera -a pesar de que se le había dicho que sería mas difícil puesto que no sabían si en Francia creía ese mismo tipo de flor, Reneè era demasiado condescendiente con la menor.

Aún tenía tiempo, por eso se desvió del camino, dando pequeños brincos y levantando las piernas al son de la melodía que tenía en la cabeza, ese flamenco con el que su padre le enseñó a bailar, girando y provocando que el vuelo de su faldón se abriera como alas de mariposa.

Llegó al puente que permitía el cruce del río de manera segura, y siguiendo con el ritmo en su cabeza, cerró los ojos dejándose llevar, que sus pies fueran los que decidieran el camino, quizá no fue lo mas inteligente ―Ouch - tropezó y fue a dar de espaldas al pasto, abrió los ojos para ver que se había interpuesto en su camino y fue mas lo que tardó en ponerse de pie que en ponerse roja ―L-lo lamento mucho monsieur, que he ido bailando y con los ojos cerrados... no muy buena combinación - habló en un francés no tan malo y con un marcado acento. Quizás hablo de mas, solía hacer eso cuando estaba nerviosa.

por **Benjamin E. Montesquieu** Dom Oct 16, 2016 2:35 pm

Para ser un ángel,
no hace falta tener alas.

La culpa era suya, pero... ¡Bendita culpa! El golpe que se llevó en las costillas no parecía ser gran cosa ya que él se fijó más bien en amortiguar el golpe de la muchacha, para que al caer sobre el pasto, su espalda o su cabeza no saliesen mal paradas. Ben sonrió ante la facilidad de palabras de la muchacha y el tono de su lengua era igual o más adorable que el rubor de sus mejillas. Ben, le ayudó a bajarse la falda, ya que sin querer ésta se le había subido un poco con la caída, mostrando sus bonitas piernas. Él, como buen hombre que era, no quiso sobrepasarse y en cambio la cubrió para ayudarla a al menos sentarse a su lado.

- No te preocupes, ojalá me pisasen más veces de ser como ésta. - Ben se echó a reír, pero más aún le fascinó el cómo la muchacha le había comenzado a hablar sin importarle de qué clase era, ya que muchos ni siquiera se paraban a saludar aún cuando él no les estuviese pidiendo limosna. Él, sin embargo con ese tipo de actitud no solía enfadarse, ya que entendía el modo de actuar de cualquiera así como su modo de ser significaba el no reprocharle a nadie su actuar. - Pero dime, muchacha, ¿te hiciste daño? No me dí cuenta de que bailabas, aunque sinceramente me hubiese encantado verlo. - Ben se sacudió la hierba de los hombros y le quitó a ella una ramita que le había quedado pendido en el cabello. - ¿Llevabas prisa? Porque si no te importa, me gustaría que te quedases unos minutos, no siempre uno es pisoteado por una muchacha a la que nunca ha visto. - Ben sonrió soltansdo una leve risa. - Aunque no quiero que me malinterpretes, no es por otra cosa que conocerte, me gusta conocer a la gente siempre y cuando tengan unos minutos para darme. Por cierto, mi nombre es Ben. - Alargó la mano cuál caballero, ya que estaba inscrito en su adn aunque no en su clase.

por **Reneè Viladot** Miér Nov 30, 2016 5:09 pm

“Moving on is easy. It's staying moved on that's trickier.”
― Katerina Stoykova Klemer

El rubor en sus mejillas no disminuyó, menos aún cuando la yema de los dedos ajenos tocó la piel descubierta, un roce sin malicia, descuidado al final. Reneè apretó sus manos contra su regazo, arrugando un poco la tela de la falda que llevaba y sonrió debilmente ocultando la mirada ante el comentario de aquel chico

―¿Daño? - abrió los ojos y negó con la cabeza en un afán de intentar hacer que le restase importancia a su estado físico, aunque fue allí que se dio cuenta que los codos le ardían levemente ―No, para nada, me preocupa mas usted ya que... bueno... amortiguó mi caída y Tomás siempre me dice que hace mucho deje de ser una ligera pluma - desvió la mirada sonriendo inocentemente, después se mordió el labio inferior, siempre hablaba de mas al estar nerviosa.

Volvió la mirada a aquel joven sus mejillas ya no tenían un rojo encendido, si no mas bien, un rosado tenue que la hacían ver demasiado infantil y desprotegida ―N-no... quedé de ver a mi hermano mas tarde, no es hora aún de que esté allí... - su mirada se dirigió al cielo, a penas comenzaba a clarear y no tenía que ver a Tomás si no hasta pasado medio día, eso significaba... se sorprendió ¿estaba considerando aquella propuesta?

―Me llamo Reneè - olvidó la duda, la ingenuidad era algo que la caracterizaba, alargó la mano y sonrió de vuelta ―Y dime Ben... - repitió aquel nombre con un acento extranjero marcado ―¿Que hacías entre la maleza? - ladeó la cabeza un poco, sonriendo despreocupadamente.

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