Buenos días, señor Antares. [Ale]

Eloane paseaba como un ritual por las calles, a buscar alguna ventana abierta o sus lugares de comida habituales. El circo estaba pasando por momentos un poco..Vamos, que estaba de capa caída, el invierno nunca era una buena temporada, el verano tampoco porque los animales olían más por el sudor, pero por alguna extraña razón los seres humanos eran imbéciles y, por suerte, tenían el olfato muy malamente desarrollado, así que aun siendo una temporada baja, les daba para comer a todos. El invierno era otra historia.

Tenía lugares a los que ir en busca de comida más o menos decente, de persona, lo que pasaba era que no solía repetir a menudo el mismo lugar. Una cosa era dar a un gato hambriento algo de leche o sobras de comida de vez en cuando, pero sabía de sobra que si iba con demasiada frecuencia al mismo sitio, acababan por echarle o por bajar aun más la “calidad” de la buena voluntad de los incautos. Así que...Tenía que elegir. La señorita Devons seguro que tenía carne del lunes, esa que estaba tan mala de toda la semana que no se la podía encasquetar a alguna vieja, pero era de buena mañana...Pereza le daba comer carne a esas horas.

Paseó un poco más por los callejones, con la cola bien en alto mientras esquivaba porquerías y charcos remanentes de la pasada semana de lluvias. Cómo odiaba la lluvia, cómo odiaba el frío. Cómo lo odiaba todo. Conocía París como la palma de su mano, tenía demasiado tiempo libre una curiosidad insaciable, así que la mitad de los cotilleos los podía conocer, desde la hija de un conde bien conocido estaba preñada fuera del matrimonio y que la habían enviado a Rusia hasta que a Emmanuell le había salido un desagradable grano en mitad de la frente. Por eso mismo conocía cada rincón, cada familia y cada parada para llenar el estómago. No tardó demasiado en llegar a la casa de alguien cuya vida era bastante discreta y normal, a pesar de ser una hechicera, pero a ella no le conocía, era más bien el intenso olor a hierbas y esas cosillas ambiguas que salía de su casa. Anda que la gente era lista.

Dio un par de saltos bien calculados, metiéndose por una de las ventilaciones del establo donde un caballo castaño estaba todavía un poquito de los nervios. El mozo, Loui, se afanaba en calmarle, sin demasiado resultado. La gata caminó por encima del estrecho quicio de la ventana, paseándose de lado a lado y frotándose contra la madera.- “¿Qué pasa, Antares? ¿Mal día?”.- El caballo miró hacia la gata y movió las orejas, aun con los nervios un poco atacados.- “Iba de paseo, ya sabe usted señorita Ambar.”- Mejor era usar chorrocientos nombres diferentes para cada lugar, solo hacía falta una buena memoria para saber qué mentira había soltado a quién.- “Y nos encontramos a algo raro en el bosque y noté el peligro y eché a correr. Que no por cobardía, que yo estaba dispuesto a soltarle una buena coz entre las...usted ya me entiende, señorita Ámbar.”

- “Ahá”.- La gata se bajó de la ventana y caminó con aire despistado, llegó a los pies de Loui y desde ahí saltó al lomo de Antares, en cuyo cuarto trasero se sentó. Loui se percató entonces de la gata, que una bicha bonita y educada que se acercaba muy de cuando en cuando a cazar ratones y librarle de ellos.- “Pero mi ama se ve que estaba un poco distraída y yo con las prisas de alejarla del peligro..Pues la perdí….En algún punto….Y claro, intenté volver, pero aquí el niño me encontró y ya ve, aquí estoy con el susto todavía.”

- “Qué disgusto se debe haber llevado.”-La gata se estiró encima del caballo que tenía al cabeza girada hacia ella para poder “conversar”, el muchacho ya conocía a la gata y como buena fe por librarle de los roedores, que en realidad lo único que solía hacer Eloane era echarlos de allí durante unos cuantos días, le iba a traer no se qué cabeza de pescado que había sobrado de la cena anterior.- “¿Disgusto? No lo sabe usted bien. Y ahora me entero de que mi ama se ha ido y olía que apestaba a esa cosa que nos encontramos en el bosque”.-La gata dejó de lamerse las patas delanteras, levantando las orejas.- “¿Cómo? ¿El bosque? Pero cómo se le ocurre, no se habrá adentrado, señor Antares, que aquello está lleno de….Apesta a perro mojado.”
- “¡Si, justo! Aquel era el olor: Perro mojado y mugroso. Pero era...Un humano..un hombre..Creo. No distingo bien a los machos de las hembras, me parecen todos iguales.”

- “No se crea, nos pasa a todos.”- Se estiró de nuevo y bajó del caballo con un ágil salto cuando Loui le trajo un plato de pescado, cuya cabeza le tiró a un lado. Ella fue tan tranquila y empezó a comer, teniendo bien cuidado de no atascarse con las espinas y de empezar por el ojo del desdichado almuerzo, que era lo más exquisito. Loui habló al caballo sobre estar preocupado por Aletheia, chapurreó sobre no darle buena espina un hombre y que parecía que ella estaba en peligro, que no estaba seguro de ir o no, pero que no sabía a dónde habían ido.

La gata almorzó con tranquilidad, escuchando las quejas del chico y finalmente le regaló unos cuantos ronroneos y roces laterales por sus piernas, hasta que el muchacho se sintió agradecido por la atención del felino.- “Señor Antares, cuídese del bosque, no se adentre tanto y la próxima vez..Pues coz en los cojones, que no hay forma de que no resulte.”- “Ya, ya..La próxima vez.”

Salió por la ventana, relamiéndose los bigotillos. Se tomó unos largos minutos para acicalarse, antes de seguir el rastro de Aletheia, que no era moco de pavo tal cual apestaba a perro, pero….Bueno. ¿Un licántropo con una bruja? Eso no se lo perdía. La información nunca era suficiente, así que enfiló hacia las calles donde se perdía el rastro, pero vamos, que para qué estropearse el hocico con perfumes desagradables cuando había ojos a todas horas y por todas partes. Preguntó por aquí y por allá, otra cosa no, pero paciencia..Tenía para rato, así que se encontró, después de unas cuantas horas, con una buhardilla. Meneó la cola frente a la puerta, observando el percal. - “...Menuda pocilga.”

Observó el lugar, calculando, como cualquier felino. Una vez descubrió la forma de entrar, dio un rodeo por las casas que estaban más bien juntas, pegadas las unas a las otras y encontró la forma de subir hasta los tejados, unas casas más allá. Fue saltando de un sitio a otro, siempre que era necesario, ley del mínimo esfuerzo, hasta que subió al susodicho tejado. Paseó por el techo hasta encontrar la ventana que daba a un lateral. Estaba cerrada, así que se sentó allí y miró hacia el interior, que prisa no tenía.

La gata se había quedado sentada y se apartó un poco cuando la bruja de pronto abrió las ventanas, que poco más y le dio en todo los morros, pero bueno que estaba en su casa..O más bien en la casa del lobo, por el aspecto y el olor, solo un hombre zarrapastroso podría vivir en esa cochambrera, pero vamos, que podía abrir las ventanas cuando le diera la gana la mujer. Eloane miró a la bruja, en un principio pretendía pasar inadvertida, lo normal, acercarse, posarse en un lugar seguro a una distancia prudente y observar y escuchar. Lo que no había calculado era lo potente que era esa hechicera para descubrir cambiantes, incluso cuando estaba en forma de gata. Qué curioso.

Se acomodó, porque de todas formas ya nada había que ocultar, pero si bien ella podía saber que no era normal, no alcanzaban a tanto sus poderes para conocer su cuerpo humano si ella no se lo mostraba. Así que se tumbó allí, como si los poderes de la bruja no le hubieran dejado con la mosca tras la oreja y se recogió las patas delanteras debajo del pecho. Ignoró a la bruja por unos segundos, para echar un vistazo al interior de la buhardilla, más a fondo, luego volvió sus ojos dispares a la mujer.- “Espero que este no sea el nidito de amor que te ha montado el cánido, porque aquí no me dejaba yo trincar ni harta vino, querida.”

Eloane pestañeó, no dijo nada al respecto, se la traía bien al pairo lo que esa mujer estuviera haciendo con un lobo, ella solo tenía curiosidad, pero vamos que lo que le gustaba del cotilleo y de la salsita del vecindario y als vidas ajenas era descubrirlo por sí mismo, no que se la contaran, pero oye, que si venía la hechicera y le daba explicaciones quién era ella para decirle que no lo hiciera. Echó las orejas ligeramente hacia atrás, para luego estirarse un poco más y retorcerse hasta acabar tumbada de lado, con la cabeza dentro de la casa y girada hacia un lado, como si aquella fuera su cochambrera en realidad y no pudiera salir perjudicada, nada más lejos de la realidad, que no se fiaba de lso hechiceros ni de los licántropos.

- “Lo mismo estás tu más equivocada que yo..”.- Porque tampoco había que ser un genio del espionaje para darse cuenta de que en esa casa se cocían habas de muy distintos colores. Ella lo veía muy simple, un hombre, una mujer que no estaba en su sano juicio. Porque a ver quién se creía que no iba a salir trajinada de allí, pero bueno, que si el hombre lobo le gustaba y era atractivo pues por qué no, si la mujer no era muy exquisita pues era lo que había, mal gusto se encuentra uno en todas partes.- “Ya...Colaborando. Entiendo que para tener cachorros se necesitan dos. Como mínimo. Pero de ahí a que me cuentes una mentira tan descarada, chiquilla...Creo que deberías aprender a mentir mejor, se mira uno al espejo y se repite una y otra vez que todo irá bien, cuando te lo creas entonces puedes intentar mentir al resto de las personas.”- La gata suspiró y se volvió a mover, esta vez para sentarse y mirar la mesa donde la bruja había estado a punto de comenzar a hacer algo interesante, antes de que llegara.- “Lo mismo es que los matices del idioma se te escapan, colaborar es cuando están de acuerdo las partes implicadas. Coacción es cuando una de ellas no tiene más remedio.”

Se quedó callada un buen rato, no tenía claro a ciencia cierta que la mujer estuviera allí por su propia voluntad o no, que los humanos caían ante los sobrenaturales como moscas ante la mierda, pero...Ese encogimiento de hombros le dijo todo cuanto necesitaba para confirmarlo. Las sospechas de Loui no eran infundadas por lo menos, pero sabía de sobra que si el chiquillo metía las narices donde no le llamaban lo mismo se llevaba un buen susto o lo mismo ni le daba tiempo a sufrirlo, pero sabía que a Antares le gustaba el muchacho y que estaba realmente preocupado por su ama aunque no hubiera tenido redaños de protegerla. Al final, era un caballo y el lobo un depredador, era demasiado pedir a un ser apacible como él.  Por otro lado le venía importando lo mismo que un cero a la izquierda, a ella le daba igual si el lobo era un ser sanguinario capaz de abrir gargantas, comer entrañas y fornicar con hechiceras desamparadas. Porque ahora que lo pensaba...¿Por qué esta tonta no se defendía?

Primero se centró en lo importante. La comida, pero estábamos aquí en presencia de una hechicera, que la gata era glotona y nunca decía que no a un plato de leche pero...De ahí a ser tonta de remate pues…- “Y me voy a beber una pócima de leche preparada por una hechicera coaccionada por un licántropo que está justo debajo porque...”- Porque vamos a ver, siendo realistas, que ella era cambiante y tenía sus trucos, pero si había sobrevivido hasta ahora era por su agilidad, tanto mental como física. No se fiaba de nadie, ni de su sombra y menos de seres que podían causarle algún tipo de desperfecto y esa mujer, fuera quien fuera, no parecía de las débiles.- “Lo mismo es cierto que estás enamorada y por eso no te defiendes.”

Estaba tentada, para qué negarlo, un poco de leche era un poco de leche pero valía más el pellejo que el estómago lleno y con la cabeza de pescado se había quedado al menos tranquila. Hasta el día siguiente no tenía ya prisa por volver y eso de estar encima del tejado de la casa de un licántropo ya era de por si lo suficientemente arriesgado si el hombre era voluble y visto lo que tenía encerrado en la buhardilla pues…- “Tal vez en otra ocasión, cuando tú no estés bajo el rabo de un lobo y yo no esté en peligro de convertirme en su almuerzo.”

Aun así al gata se relajó un poco encima de la ventana y se quedó nuevamente con las patas flexionadas sobre el pecho porque era la postura más rápida para salir de allí de un salto si era lo que necesitaba. Aunque pudiera parecer lo contrario, Eloane estaba alerta, que no dejaba de estar espiando a un hombre lobo y a su entretenimiento de turno, por mucho que aparentase estar en el porche de su casa, además, estaba delante de una bruja que además de tonta le había dado la impresión de ser buena gente, pero no se confiaba solo por una primera sensación, que después venían las puñaladas traperas y los llantos, que esa historia se la conocía demasiado bien. Por eso no aceptó la leche, por eso no dejó de tener las orejas en movimiento de vez en cuando, por lo que pudiera pasar. Estaba claro que, por el momento, Aletheia no estaba siendo hostil, pero en cualquier momento podía cambiar de opinión que recursos estaba segura de que tenía.

Algún motivo tenía que haber para que la bruja no le tocara aun más los cojones al lobo, estaba coaccionada, tal vez había amenazado a Loui y su madre. Vamos que había tenido suerte el lobo para encontrarse a la única mujer de una posición medio bien a la que le importasen las vidas del servicio. - “Precisamente lo que me parece es que se los estás tocando muy amablemente. Estás aquí encerrada, te habrá mandado hacer vete a saber qué y lo único que haces es quedarte aquí. Si tuviera yo los poderes que tienes” - Que no sabía cuales exactamente ni de qué alcance, pero tenía claro que los tenía.- “le habría arrancado lo que le cuelga de cuajo y me habría hecho un felpudo con su piel. O sea que o estás realmente enamorada o aquí hay algo más….Y si contamos con que Loui ha encontrado a Antares hace relativamente poco significa que no ha pasado mucho tiempo desde que estás aquí…..”.- Pero ni que fuera la primera vez que una tonta incauta se enamora de buenas a primeras de alguien, que esa historia también se la conocía.

La gata se había colado, normalmente no soltaba información así como así, la bruja le dejaba con una sensación de...Desamparo. No por su parte, si no por la de Aletheia. Conocer, conocer...Lo que significaba estrictamente la palabra...Pues no, no conocía a Loui, pero le había visto, le había escuchado y se había aprovechado de él. Como de todo el mundo.

Sabía que había sido un gran despiste, porque Ale seguía siendo una amenaza y en cualquier momento podía aprovecharse de su momento de relajación, pero en vez de tirar del hilo, la mujer empezó a perderse en su cabeza. No era que Eloane pudiera leer mentes ni mucho menos, pero en cuanto a lecturas de lenguaje no verbal en fin..Un animal tenía facilidades para reconocer lo que alguien no quería decir en voz alta y llevaba mucho tiempo siendo un animal, podía reconocer a alguien que estaba en su propio mundo con apenas un vistazo de pasada.

Le dejó pensar en sus cosas, que bien a ella no le importaban para nada, pero sabía que la bruja necesitaba ese tiempo para reflexionar y aclararse, porque la cambiante no le interrumpió en ningún momento. Cuando empezó a escribir un mensaje y le preguntó si se lo podía dar, levantó las orejas, incrédula. Se movió un poco sobre el alfeizar, sacudiendo la cola de un lado a otro entre hostil y divertida.- “¿Te parezco una paloma mensajera?...”- Porque a ver en qué momento de la conversación se había pensado la muchacha esta que eran amigas o algo por el estilo. - “¿Por qué tendría yo que enviarle un mensaje a tu criado?” - Por si acaso no le daba para mucho...Decidió ser directa.- “¿Qué se supone que me vas a dar a cambio?”

La gata perdía la paciencia y eso que la tenía digna de una Santa, pero esta mujer le desesperaba. Era tan….Tonta. ¿Qué se creía? ¿Que la vida era fácil? ¿Que era bonita? ¿Qué era de color pastel donde todo el mundo se ayudaba porque sí? Le estaban dando ganas de estallar la cruda realidad en su cara pero cogió aire y se levantó, arqueando el lomo y espabilándose antes de sentarse de nuevo en el borde de la ventana. - “Mira bruja, en serio que me das pena. De verdad. Entiendo esto de estar aquí encerrada, de que tienes algo con el lobo sea lo que sea, que estará amenazando a alguien que te importa y que te pienses que todo el mundo es altruista y estas cosas pero yo no lo soy. Así que pónmelo fácil y dame algo a cambio.”

Le recordaba un poco a cómo había sido antes de que todo ocurriera, pero eso no hacía más que exasperarle más, a esa mujer había que darle una buena dosis de realidad y en vena, para que le llegara antes al cerebro, pero quién era ella para hacerlo. Ya se encargaría el mundo de hacérselo ver. La gata miró por la buhardilla, por la mesa, a ver si encontraba algo que pudiera merecer la pena, porque vamos, si se pensaba que iba a cruzar medio París con un mensaje en la boca como si fuera un chucho bien entrenado por un cuenco de leche, era que esta tía además de crédula se pensaba que ella también formaba parte del Club de Los Idiotas.

No encontró nada que le llamara la atención, pero su mente ágil le dio pronto la solución. - “Siempre me puedes deber un favor. Ya sabes, un favor por otro. Yo le doy el mensaje y le bailo si tú quieres, con esa única condición.”

- “En realidad no es cuestión de lo que yo crea que seas o no, eso no importa. Lo importante es lo que la gente ve de ti y si vas con esos aires de dulce princesa, te darán por culo. Y mira, que no es mi asunto, ni me importa y lo descubrirás por ti misma. Pero no des por sentado que todo el mundo es bueno. Al menos cuídate un poco las espaldas, chiquilla. Hazte ese favor.”- Porque algo le decía que esta muchacha iba a salir muy mal parada si seguía así y sí, a ella le habían dado mucho por saco y había aprendido de la forma más dura. Que por qué demonios le estaba dando consejos de cómo subsistir en un mundo cruel, pues no tenía ni pajolera idea ni quería pensar en ello. Con lo despegada que era de todo. Salvo de la comida.

Tal vez por eso estaba siendo tan cruda con esa hechicera, porque..Pues..Lo mismo le daba un poco de...Pena. Pero no en el sentido de...Esta chiquilla que asco me da, así me la encuentre mañana en un callejón. Era pena de..A ti te va a pasar algo gordo y no me gustará verlo. Algo así como….Sentimientos...¡A la mierda! Que no. Que el pescado ya se le había bajado del estómago y tenía hambre y delirios por falta de nutrición.

Suspiró, con resignación.- “Que conste que es una mierda de trato teniendo en cuenta que para mi es una tontería enviar un mensaje a alguien cuando no tengo a nadie a quien enviárselos. Y que aquí la que necesita un favor urgentillo eres tú. Cambiemos las cosas. Si me cuentas qué te traes con el lobo, quién eres y quién es él pues tenemos un trato. Información por información. Sólo tengo que venir aquí y sentarme en al ventana a escuchar tus penas por un rato. Qué me dices.”- Todo el venía importando menos que una mierda en mitad de la calle, pero la curiosidad le estaba matando. Algo tenía que haber más allá para que la bruja no se defendiera.

La gata se echó a reír con suavidad. Cojones con la hechicera, parecía tonta. Le gustaba ver que al menos tenía un par de narices bien puestas. La gata puso los ojos en blanco por un momento, como si aquello le estuviera hastiando.- “¿Estás segura de que tú vas a salir de aquí alguna vez? Porque yo no lo tendría tan claro, que cuando a un lobo le da por algo...” - Lo dejó en el aire, a ver si le picaba el gusanillo, aunque no fuera realmente mentira.

- “De todas formas...Si..Algo he escuchado a Loui sobre venir a buscarte.” - Claro que no se imaginaba al muchacho encontrando esta casa por sí solo. - “No es que sea un experto rastreador, precisamente, pero preguntando se llega a Roma y si entrase por esa puerta intentando convertirse en tu caballero de brillante armadura...No se, usa tu imaginación. Me pregunto qué no daría el joven Loui a cambio de saber dónde está su señora.” - Miró fijamente a Pallas, dispuesta a salir de allí si la mujer se ofendía por amenazar al chico, claro que no había sido una amenaza en sí misma, pero vamos..Que solo el faltaba decir que ella misma iba a buscar al chico para que el lobo se diera un festín.

- “Creo que no eres completamente consciente de lo que guardas en tu casa, querida. No se si eres tan ingenua o solo estás haciéndote la tonta. Verás..”-La gata se tumbó dejando la nota bajo sus patas e inclinó la cabeza hacia un lado. - “Loui no es mi amigo y, por supuesto, no tendría por qué creerme, pero lo hará porque es lo que quiere oir.”- Movió la cola, la gente era muy simple. Solo había que descubrir lo que anhelaban para poder conducirles por donde uno quiere.

- “Si alguien a quien aprecias está en apuros y un amable desconocido te advierte de ello, vas. Es así de simple. Así como tú has creído que una desconocida tiene buena voluntad, él también lo creerá. Sería una pena que Loui acabase desperdigado por los callejones de París, un trozo aquí un trozo allá....Y, sobre todo, desperdiciar una fuente de alimentos pero...Qué se le va a hacer.” - Suspiró.- “Insisto, si me pusieras las cosas fáciles...¿Qué más te da a ti contarme tus penas? Las escucharé con mucho interés. ¿Tienes muchas personas que hagan eso con toda sinceridad?”