Buenos días, Luna -privado

-¿Dónde diablos estoy?- Era lo primero que venía a mi cabeza últimamente. Y aún no había resuelto si es para bien o para mal, pero la respuesta siempre resultaba diferente. Completamente desnudo me desperté, cubierto con mi abrigo de cuero, y que no me quitaba aunque hicieran 30 grados de calor, temperatura que de seguro aquel día había alcanzado, pero por culpa de reaccionar a las 7:00 de la tarde, no lo había notado. Algo más había sobre mi, algo pegoteado que comenzaba a molestarme. Lo quité de encima mío con desprecio, notando luego que se trataba del delgado brazo de una joven, rubia, muy bella por cierto aunque aquel echo carecía de importancia, de seguro ya había cumplido su función la noche anterior y hoy no era más que una desconocida.

Al incorporarme, intuitivamente, pero sin siquiera quererlo saboreé el gusto que había quedado en mi boca. Ésta sabía a mezcla de destilados y algo dulce, nada agradable, pero ahora podía contar con que las “missing parts” de la noche anterior tenían al menos un causante: El exceso de alcohol. Revisando los alrededores, pude hacerme del resto de mi ropa y encontrar a quienes denominaba mis "amigos"; una pandilla que tenía la manía de seguirme en cada locura que pasaba por mi cabeza. En este caso parecía algo como una orgía, donde a simple vista me había quedado con el premio mayor.

Cuando logré reconocer el "dónde me encontraba" fue tiempo de buscar el: "¿Cómo demonios regreso?" pero la joven de aspecto desorientado que se encontraba durmiendo dentro, se ofreció a llevarme a casa (en un carretón, que tal vez hubiera servido de transporte anteriormente) O al menos lo interpreté de esa forma, cuando no se quejó en el momento en que la empujé para ocupar el asiento del acompañante y exigí -Llévame a casa-.

Por un lado me sentía aliviado, mi mente se había acostumbrado a retener la información importante cuando me encontraba en estado de inconsciencia provocado por una borrachera. En esta ocasión en especial, no tenía la menor idea del por qué me había salido de control. Bien, ya no había tiempo para lamentaciones. Por mero trámite, pregunté el nombre de la chica viajera y me dijo que se llamaba Viviane. No me sonó para nada conocido así que evité decir más preguntas, porque de cualquier forma no iba a acordarme de nada. Lo único que deseaba era... Llegar s algún sitio menos a "casa". Ahora recordaba un poco el por qué me ahogué en alcohol. Debía mudarme inmediatamente de ahí y encontrar otro empleo. Si, debía comenzar una nueva vida, yo ya no podía seguir ahi.

Para cuando reconocí un camino, di las gracias y me bajé de un brinco. Tenía un hambre atroz. Tenía algunas monedas en los bolsillos y me metí al primer lugar que tuviera la pinta de restaurante. Estaba sediento y con mucha resaca. Tomé una mesa en aquella choza, y esperé que alguien se acercara.