Just put your trust in me - Abbey Appleby

E l vampiro se cruzó de brazos frente a su escritorio, su ceño se frunció en reproche y suspiró como si el hombre frente a él fuera su padre que no lo dejaba salir a jugar, como si se tratara de su tutor prohibiéndole ir al recreo.

- No Julien, insisto. Y me voy a poner pesado con esto, pero no es partido.
Además… ¿Cómo pudiste ocultármelo? ¿Era necesario que me enterara por mis pajaritos de tus ideas alborotadas? – la mirada del hombre se equiparó en dureza a la del vampiro.

No supo que contestar, nunca había tratado este tipo de cosas. Miró a su lado, afuera la noche estaba calma, se podía sentir aun desde el interior de la Mansión los árboles en flor, el despertar de la naturaleza y lo corto de las noches que hace un mes eran eternas y blancas en recuerdo de su adorada Rusia.

- Vas a tener que disculparme, pero no pienso dar marcha atrás a esto. Es un hecho, además es algo que debo hacerlo, si llego a perder la herencia no me lo perdonaría jamás. Hablamos de mis hermanos, lo sé, pero desconozco mis sentimientos por ellos después de todo este tiempo… - se sinceró, frente a él estaba su amigo, alguien que sabía que a pesar de su impulsividad latente Julien era un ser calculador, a pesar que a veces dudaba de su juicio.

- ¿Sabes que en su ceremonia de presentación en sociedad terminó haciendo un escándalo y espantando a todos sus pretendientes?
No es broma, Julien –

- Ella cambio, no es esa niña que era entonces… - negó el vampiro, su imagen de niña se había desvanecido esa misma noche hace una semana cuando cruzaron palabras en la reunión social. No había sido tarea sencilla, pero estaba convencido que era una aliada poderosa encerrada en una jaula. Se levantó de la silla sin posibilidad de una palabra mas y se disculpó por no tener mas tiempo. Saludó a su fiel colega en la puerta mientras este le dedicaba una mirada desconocida hasta entonces, una mezcla de miedo con incertidumbre.




S i había comprado la Mansión era por la cúpula ovalada que se extendía sobre la sala de estar. Había mandado a pintar un cielo cual diurno en él, estilo Miguel Ángel, repleto de querubines que bailaban entre las nubes y tocaban instrumentos. Había incluido al astro rey en él. Era un recuerdo de su pasado cuando aún podía contemplar la magnificencia del día con sus propios ojos.

Allí fue donde pidió armar el comedor para gusto de los comensales. El chofer había partido hace una hora en búsqueda de las damas y posibles invitados a la cena. La vajilla completa se disponía en la mesa, La mantelería dispuesta e incluso el detalle que Julien pidió como prioritario, todo debía tener un toque amarillo. Había pedido rosas amarillas sabiendo que eran las preferidas de Abbey, un gesto romántico que lejos de la galantería estaban mas próximos a hacer este trato lo mas normal posible, que ningún cabo quedara suelto y que la propuesta de matrimonio siguiera las reglas de la formalidad del momento. El cortejo era parte esencial de ello .

Había pedido incluso músicos para que acompañaran la velada que para el vampiro se le haría larga sabiendo que no podía probar bocado alguno. Además era parte del entretenimiento que tenía para ofrecerles a las damas, sobre todo a Abbey que parecía aburrirse rápidamente con las ceremonias de este tipo. No la juzgaba. Los cascos de los caballos habían cerrado camino frente a los adoquines de la casa. Un sirviente anuncio la llegada de los invitados, Julien tomó aire y se colocó frente a la puerta observando atentamente la llegada de los comensales.

Las hermanas Appleby, apenas cruzaron palabra alguna a la vuelta a la residencia. Quizás Brittany, estaría sopesando la idea de que su hermana se hubiese vuelto completamente loca. ¿Cómo iba a aceptar a alguien, a él? era imposible, se olía gato encerrado y no era para menos. No es que fuese una joven fácil de tratar ni de contentar, pocas personas la conocían y el resto de la humanidad se dedicaba a despotricar contra ella, inventándose historias sin sentido. Rumores inciertos, otros que no llegaban ni siquiera a parecerse a la realidad. Una imagen en sí de la joven Appleby que no pasaba desapercibida, sobre todo, para los aristócratas que buscaban esposa y a ella… descartaron sin pensarlo dos veces.

Iba a llevar a cabo el plan , el trato. ¿Qué iba a perder? El matrimonio , un hecho sin sentido donde plagado de mentiras, terminaba en desgracia la mayoría de las veces. Mujeres y hombres infieles, hijos de dos personas que no sienten nada por la otra y que lejos de dar ejemplo vuelven a equivocarse. ¿Error? No, no lo veía como un error, podía ser libre… alguien la cuidaría, le podría dar esa otra vida que tantas veces pidió en silencio. Podría verle, buscarle, pasar el tiempo a su lado, ese que con tanto anhelo esperó. ¿Por qué no ir detrás de tus sueños y hacerlos realidad? No rendirte, seguir adelante.

Por eso Abbey Appleby, haría todo lo posible para no solo contraer matrimonio con aquel hombre, firmaría por fin su libertad…aquella tan ansiada.



Brittany estaba como loca, durante la semana , no había dejado de acosarla con la vestimenta, el peinado y de cómo comportarse durante la cena, como si no le hubiese dejado constancia ya de ello. Rió de lo más divertida al verla aparecer con un vestido ridículo, negro como la noche y que básicamente… ocupaba todo el dormitorio. Enarcó una ceja cuando señaló el que sería su atuendo esa noche. Se negaba, no pensaba ir con aquel vestido horroroso, parecido al de su hermana… si pensaba que aceptaría estaba muy equivocada.

-¿Así quieres que cause algún tipo de reacción? Nos va a echar de su casa, va a pensar que somos el aquelarre de brujas, bueno, de ti eso ya lo piensa -sentada frente al tocador, peinaba su cabello largo rubio…junto con una sonrisa de lo más picara, siempre sacaba de quicio a su hermana - Cállate y date prisa, la cena es a las nueve, no tenemos tiempo de tonterías. Te pondrás ese y no habrá más que hablar. Es tu oportunidad, Abbey. Es un buen partido, su casa… ¿qué digo su casa? Su mansión es más grande que tres residencias Appleby y estoy segura que no ha perdido detalle en la cena. Se le ve tan galante y cuidadoso -Abbey suspiró largamente… no le dijo nada en contra de eso.

Lo que pensaba de Julien se lo guardaba, alguien que pensaba igual que ella. Alguien quien podría darle todo, más que el dinero. Sonrió de medio lado, terminando por acceder a vestirse pero como siempre, se salió con la suya. Ambas hermanas, desprendían belleza y Abbey destacaba por esa naturalidad que la hacía única y especial. Finalmente, con las prisas, no le daba tiempo a cambiarse así que Brittany aceptó cómo iba vestida.

Al llegar, la menor de los Appleby, observó la enorme mansión desde el carruaje. Era enorme, imponía, igual que su dueño. Ella sin embargo, salió la primera, dispuesta a dirigirse lo antes posible a la cena, hacía mucho no se veían. Fueron recibidas y esperaron a que el anfitrión las recibiese. Brittany lo observaba todo con sus inquisidores ojos azules y Abbey, recordaba cada palabra pactada de aquella casual noche. Los pasos alertaron de que el hombre bajaba. Ambas hermanas dedicaron una leve reverencia pero Brittany aceleró el paso para ser ella quien pudiese captar la atención.

-Rosas amarillas .-murmuró , sin querer al sentir el olor de esa flor inundar sus sentidos…buen olfato. Sus orbes azules se clavaron en él y acercándose, le ofreció su mano - Buenas noches. Mi padre al final no pudo acudir aunque no nos hace falta, ya tenemos a su ojo derecho observando -qué descaro.. si hubiese estado al lado de Brittany le habría dado un pisotón y ésta, no le importó que fuese Abbey la “protagonista” en realidad… tomó el brazo del hombre, apartándolo de su hermana como si fuese el mal encarnado. Abbey rió por lo bajo encogiéndose de hombros, le daba lo mismo … pues sabía que ella y Julien tenían un trato.

-¿Y viviríais aquí? Supongo. Mi hermana adora Paris, se ha amoldado muy bien a la ciudad…Londres, siempre con mal tiempo… -Abbey arrugó la nariz, no era cierto pero bueno, ella sabría lo que decía… en su contra -Así estais siempre en casa, amargados como el tiempo -sin duda iba a ser una noche… diferente y la mar de divertida - Por cierto, tengo una conversación privada con usted, después de la cena, no se olvide -sonrisa coqueta , fingida… movimiento de pestaña, encantadora. Una fachada. Un cambio.

Y a en la puerta Julien observó como las hermanas bajaban del carruaje escoltadas por el cochero, tuvo la posibilidad de examinar todo con ojo crítico como le gustaba, pero sobre todo se conformó con la posibilidad que el señor Appleby no había podido venir, bastó un susurró para que su ama de llaves se fuera a quitar uno de los platos de la mesa, una mínima sonrisa confiada se apoderaba del rostro pétreo del ser que se apostaba en la puerta ahora.

Cerró las distancias con Abbey que fue la primera en encaminarse a la entrada seguida por una claramente ofuscada hermana. Su encuentro planificó sería como una pareja que no se ha visto por demasiado tiempo como para extrañarse lo suficiente y procuró ser lo mas prolijo en esa imagen a demostrar. Se inclinó levemente tomando la mano de Abbey y le beso el dorso – Solo para ti – mientras cruzaba una mirada con ella donde el brillo de sus ojos confirmaba su trato – Oh, no faltará oportunidad, pierde cuidado – comentó con una sonrisa por el comentario que claramente hacia una mención a Brittany que se apostaba detrás y que Julien copió saludándola de la misma forma que a su hermana – Les agradezco que hayan venido, pasen por favor – dijo con un ademan.  Abbey se aferró a su brazo, lo que le cayó en gracia porque conocía que lo hacia todo de una forma intencional – Realmente esta semana fue eterna para mi – agregó observando a su pareja.

– Si, paso la mayor parte de mi tiempo en París, tendríamos algunos viajes de vez en cuando fuera de Francia por supuesto, pero esta es mi habitualidad – comentó a la hermana.

Prefirió evitar los comentarios sobre Londres, para no incrementar la discusión de ambas apenas iniciada la velada. Luego podía darse lo que quisiera – Si, por supuesto querida, lo que desees. Pueden entregarles las cosas a mi gente si desean, pónganse cómodas.  ¿Desean algún aperitivo para beber? – preguntó acercándose al mueble donde descansaban cantidades de bebidas en su mayoría blancas, acostumbrado a los fríos era lo que mas compraba. En la antesala había sillones repartidos en torno al ventanal, una pequeña mesa en medio de ellos. En el ambiente ya podía notarse el aroma a diferentes platos que había pedido hacer para deleite de sus comensales de esta noche. Para los cocineros era un momento exclusivo para demostrar sus habilidades, normalmente no cocinaban mas que para ellos mismos asi que se notaba algarabía en el ambiente.

Un suplicio ir con su hermana pero tampoco tenía opción. Pondría pegas a todo, seguramente…los comentarios absurdos no tardarían en hacer aparición. Una sonrisa teatral, aquella que él mismo había pintado para esa noche. Debían dar por finalizado aquel contrato, ese que en aquella fiesta surgió de la nada y por el que tenían mucho que ganar. Su padre no pudo asistir y por ello, el carácter de su hermana no ayudaba demasiado… empeoraba por segundos y eso le llevaba los demonios.

-No más eterna para mí -lanzó una mirada fugaz a su hermana, estaba claro que se refería a ella. Todo estaba perfecto y la verdad, aquello le causaba… ¿temor? No volvería a la residencia y quien sabe qué podía ocurrir después de la boda con su vida. Ninguno pedía nada, solo escapar de aquellas obligaciones y respirar un poco de paz de la mano de ambos. Suspiró pesadamente al ver a su hermana examinarlo todo con sus orbes esmeralda… maldita fuese, no se le escapaba detalle pero poco importaba, confiaba en que él lo dispusiese todo a la perfección.

-Vino blanco, gracias. -sonrió cortés a Julien, mostrando una sonrisa sincera junto con una mirada de desesperación… su hermana la ponía de los nervios - Fue muy amable de invitarnos a su casa. La verdad una sorpresa muy grata. -tras servirle el vino dio un largo trago y carraspeó…iba a ser esa noche la definitiva o al menos dar un gran paso -Después de aquella velada… me quedé con ganas de seguir la conversación. Bueno, no es el momento…lo prefiero a solas, aunque nos acompañe alguna mujer ya de edad madura… no sirves, Brittany

Carcajada traviesa contra el cristal, los aperitivos dispuestos para los comensales. Tomó un par de ellos, salmón y pato, una mezcla que solo ella haría. Lo degustó, esperando que su hermana comiese pero parece ser que no iba a meterse en la conversación. Aún así, Abbey carraspeó y sonrió a Julien, una leve sonrisa que acaparó la atención de su hermana…por fin rompió el silencio.

-¿Y busca esposa? Bueno, está claro que sí. Veo que Abbey y usted han congeniado muy bien quien sabe si… nos da una sorpresa la vida -la menor de los Appleby, deslizó la mano por el mantel hasta atrapar la del vampiro, tacto frío… un tanto al que debería acostumbrarse en el futuro -Quien sabe Brittany…¿no sería maravilloso? Pronto dejarías por fin y el apellido del señor Julien es uno de los más importantes y aclamados, padre estará orgulloso… le puedes dar la noticia por carta. Me interesa volver a verle -no, por lo visto no iba a andarse con paños calientes pero su hermana…tampoco.

Le lanzó una pregunta, una que cambiaría la forma de ver las cosas… y en dicha carta… por fin podría confirmar al señor David Appleby . Brittany, se inclinó en la mesa, buscando la mirada del vampiro, aquellas orbes azules como el cielo… angelicales.

-¿Qué pensamientos e intenciones tiene con mi hermana , señor? No estamos aquí solo para degustar su cena…es un hechoy a Abbey casi se le escapa una sonrisa.

Fue por la botella que los mayordomos dejaron en la barra junto con otras bebidas para degustar. Las damas se apropincuaron a la mesa lo que facilitó que se sirvieran la entrada que ya estaba dispuesta. Una mezcla de platos fríos típicos de todas las reuniones en Francia. Hubiera sido genial poder probarlos pero terminaría por vomitar todo asi que lo observó mientras ellas se servían en los pequeños platos de entrada la suculenta entrada. Depositó los vasos frente a los mismos y asintió a las palabras de su “amada” prometida como si se tratara de la mujer de su vida.

- Entiendo la incomodidad, imagino que la señorita Brittany también al puede sentir pero debe haber una imagen familiar en medio hasta que estén confirmadas las intenciones – dijo Julien abriendo el juego a las habituales preguntas de la mayor al respecto. Si no iba a comer al menos quería tener algo de qué hablar.

Con la mano de Abbey entre la suya de lado y con una mirada resplandeciente confirmó – Hemos tenido la fortuna de coincidir con Mademoiselle Appleby en varias cosas la noche pasada, estimo que la noche nos quedó corta, y la verdad es que podríamos tener muchas noches similares hablando de esos temas – comentó cruzando una mirada cómplice completamente falsa con la menor. Le sonrió y regresó de Brittany – Para ser claros Madame, buscó una compañera para el resto de mis días, hoy en día sabrá que no es fácil poder congeniar con alguien en esta clase aristocrática nuestra. Obviamente mi idea es la de tener una compañera de vida, alguien que no solo busque riquezas en mi, que vaya mas allá de eso, y Abbey… ella trasciende… es increíble que en estos años con David nunca me la haya presentado formalmente... – dijo el vampiro dando énfasis a la situación y compartiendo dulces miradas con su futura esposa, sentada a su lado.

La mirada escrutadora de su hermana mayor, los examinaba… buscando algún resquicio de que esa relación no fuese real. No podía serlo viniendo de su hermana Abbey, una persona incapaz de fiarse de nadie y menos de un hombre. ¿Por qué estaban con aquel señor? Algo había, algo que se olía y que no tardaría en hacérselo saber a su padre. Él debía de conocer los teje manejes que su hija menor se traía por el simple hecho de salirse con la suya y eso, no iba a ser fácil.

-Confirmada las intenciones... vaya - Abbey observó a su hermana, quien abría los ojos sin aún creerse lo que acababa de oír. Maldita sea, estaba conteniendo su risa, ganas de poder ser ella y no es señorita de modales que debía comportarse. Lanzó una mirada de lo más divertida a su “futuro prometido” sin que su hermana lo viese… solo sería cuestión de un par de cenas o quién sabe si más confirmaciones para poder por fin….firmar su libertad.

-Así es, tuvimos una charla interesante. Además no es tan sorprendente ¿o sí? Tú misma me lanzaste, yo solo me dejé llevar y por una vez, has acertado ¿por qué te sorprende tanto de que quiera pasar tiempo con el señor? Puro formalismo, estoy haciendo las cosas como debe ser ¿no, Brittany? Entonces no hay de qué preocuparse, espero que padre pueda viajar pronto a Paris y cenemos todos juntos -sonrió contra su copa con fingida ilusión, cuanto antes hiciesen las presentaciones formales. Mucho mejor.

Las palabras corteses de Julien, le hacen sonreír de forma sincera. La verdad es que mejor que él, nadie le comprendía en ese mundo, en ese instante. Se disculpa con un murmuro, indicando al hombre que le acompañase para hablar de ciertas cosas, ciertos términos. Sonrió a su hermana quien no le quitaba el ojo de encima. Abbey, se levantó con toda la elegancia que su hermana envidió y escrutó con la mirada. Cuando estuvieron apartados y a solas pero a la atenta mirada de su hermana. Abbey miró por una de las ventanas, quedando de perfil a él.

-Espero que pronto mi padre llegue a Paris, ella se marche y me den esa bendición que necesito - le miró de reojo, sabía que lo de la comida para él sería una especie de tortura, no podía comprenderlo hasta que extremo -Esto solo será un mal rato… espero que pronto podamos ser libres ambos y pueda por fin, cenar en condiciones… le ofrecería mi muñeca para que me besase y de paso tomase un aperitivo…pero sería dar cierto espectáculo -rió por lo bajo, buscando la mirada ajena, esos ojos azules que le infundían total confianza.

Ahora solo quedaba que aquella velada transcurriese del mejor modo posible, buscaba esa familiaridad, ese contacto con él para que no pensase que se arrepentía… solo era cuestión de tiempo.

-Si quiere hablar de algo a solas, este es el momento -sus orbes se clavaron en él el trato estaba sellado.

S e sentía empalagoso por demás, pero ¿Qué importaba? Si la hermana mayor quería algo sincero, como mínimo tenía que parecer un títere del amor o un dinosaurio en vías de extinción, cosa que no distaba demasiado de la realidad en cuanto a muerte, claro.

De cierta forma le agradó la sorpresa en la voz de Brittany, quizá no se esperaba alguien tan directo, pero no era de andar con vueltas y David Appleby también lo sabía, habían hecho negocios juntos y al vampiro no se le escapaba la oportunidad de comentar algo que quisiese como si ese fuera su ultimo día de vida ¿para que andar con rodeos? Al no tener mas que hacer que beber algo de la mesa optó por pasar su mano cálidamente sobre la de Abbey. En la vida normal siempre la habían visto como un caballo descarriado, era un poco mas que imposible para los demás verla como estaba ahora, radiante, educada y correcta en una mesa compartida. Lo que llevó a pensar a Julien que su comportamiento era mas una falta de objetivos que otra cosa, cuando se empeñaba en conseguir algo lo iba a lograr costase lo que costase. Alzó su copa a modo de brindis, era un momento especial – Por esta especial reunión, señoritas…-

Luego cuando Abbey le pidió algo de intimidad asintió y se disculpó amablemente con la hermana, sintiéndose como un chico que va en busca de un dulce, ansioso y con algo de interés.

Al lado del comedor estaba la pequeña sala donde solían colocar el piano cuando este no descansaba en el living para entretenimiento, era una sala semi abierta, redonda y con un ventanal enmarcado por un espeso cortinado de época. La claridad de la luna se perfilaba en el rostro de la joven, podían hablar con tranquilidad pero sin demasiadas expresiones porque Brittany juzgaría todo desde la mesa. Agradeció sus comentarios con una sonrisa – Tranquila, estoy acostumbrado – sabiendo de las miradas escrutadoras pasó una mano por la mejilla de la chica y terminó por acercarla a si para abrazarla de forma contenedora ¿a quién había abrazado de tal forma sin clavar sus colmillos después y abrazar su cuerpo a la muerte? – Ya tendremos tiempo para los aperitivos…- no iba a negar que la sangre le tiraba mas, pero las apariencias siempre estaban primero – Creo que nada, espero convencer a Brit, luego hablaré con tu padre, de todas formas le he enviado una carta solo para mantener el tema en el candelero -

Sonrisas fingidas, miradas que rehuían de unos a otros , ese trío que se había formado esa noche. A cual más diferente, Brittany la más irritante. Abbey estaba cansada mentalmente, el hecho de tener que fingir durante tanto tiempo le abrumaba de tal forma que necesitó ese pequeño espacio. Un espacio al que se aferró como se le escapase la vida. La situación seguía siendo tan surrealista como al principio…ella, comprometerse y no con cualquier hombre, si no con un ser de la noche ¿Ventaja? Podía no solo ofrecerle todo lo que su cabeza loca según su familia, también una vida que muchos envidiarían…

Dejó escapar un suspiro, necesitó tener algo en las manos y qué mejor que una de las deliciosas copas de vino tinto. Le agradaba, relajaba el sabor del líquido que mojaba sus labios, calmándola, advirtiéndole de que no debe dar ni un paso en falso. Dio un largo trago a la copa y suspiró, una vez más…comenzaba a impacientarse, la paciencia no era su virtud y esa situación le estaba llevando a tales extremos.

Lo poco que conocía de aquel hombre, misterioso para ella, era lo que siempre buscó en ese marido…que lejos de comportarse como uno de esos insufribles señoritos de clase alta que solo saben reír, beber y comer… sin importar otra cosa que tener el cuerpo de una mujer para finalizar la noche y con suerte, ser una incubadora humana… para dar a luz a sus herederos. Una vida aburrida que toda joven de clase alta estaba más que dispuesta a aceptar pero ella, al contrario,  no se guiaba por lo que “debe” si no por lo que quería, anhelaba y deseaba.

Extrañada, sus frágiles manos pero fuertes al mismo tiempo, sostuvieron los brazos del que sería su prometido, creía saber lo que pretendía que hacer con ella. Sus orbes azules como el cielo, buscaron las del vampiro… y sonrió, como si tuviese el poder de leerle la mente…curiosa esta chica.

-Convencida ya la tienes, por cómo te mira, sus ojos desprenden lujuria… simplemente porque su hermanita está interesada en su persona ¿una carta? No es suficiente, tendrá que reunirse con usted o mejor, ir a Londres sería un gran paso para que con los ojos cerrados me dé en matrimonio…terminaré de ser su pequeño tormento para venderme al mejor postor… solo usted, ¿quién querría casarse conmigo? Una loca… pero ¿quién no lo está -

Apoyó sus labios en su mejilla, simulando un beso cuando para nada era así, si no todo lo contrario, quería que no perdiese ni una sola palabra.

-Con un beso, yo te desposo, mi queridísimo prometido… -rió por lo bajo, entreabriendo los labios… sabía que su sangre le llamaba y podía aprovechar, un trato era un trato…y todo por su ansiada libertad.