Dancing With Wolfs ~ Privado

por **Tabitha Denveraux** Mar Sep 20, 2016 9:35 am

La noche caía de nuevo sobre la ciudad de París y de nuevo otro “día” comenzaba de nuevo para nosotros, los seres inmortales que habitaban encubiertos en las sombras, que pasábamos desapercibidos mezclándonos entre los humanos como si fuéramos uno más de ellos, para cuando querían darse cuenta de que no lo éramos… acababan muertos. Había muchos que habían decidido por cuenta propia entregarse a nosotros, ser nuestro alimento de forma indefinida atraídos por la idea de probar nuestra sangre, algo tan adictivo para ellos que una vez que la probaban siempre venían pidiendo por más.

Yo jamás había tenido un esclavo de sangre, jamás había permitido darle tal confianza a un humano como para esos extremos, estos adquirían mayor fuerza y vivían algo más y eso podía ser una amenaza si no sabías controlarlo… en mí opinión particular; prefería salir a cazar y elegir yo misma quién iba a ser mí víctima. Como el hombre que ahora mismo yacía casi sin vida contra mí, mis colmillos habían perforado la carne de su cuello y estaba bebiendo de aquel elixir tan preciado que escapaba de los orificios. Aquel hombre ni siquiera había podido pensar que yo no era algo más que una simple humana, y ahora estaba pagando las consecuencias.

La sangre me alimentaba y me daba más energías, me renovaba y hacía que incluso mis mejillas aunque fueran durante breves segundos se tiñeran como si hubiera vuelto a la vida, la sangre cálida recorría mí cuerpo y me hacía sentir que estaba viva de nuevo aunque mí corazón no bombeara sangre y no palpitara, seguía tan marchito y muerto desde hacía más de ocho siglos… pero la sensación, cada vez que bebía de mí presa, era siempre la misma. El desafortunado joven que había sido mí presa finalmente cayó sobre mí cuerpo que solté para que cayera a peso contra el suelo, dejándolo tumbado en aquel callejón… seguramente cuando lo encontraran yo estaría ya muy lejos y nadie podría culparme de ello.

Salí de aquel callejón como si nada, como si no hubiera matado a un hombre para beber su sangre y limpié la comisura de mis labios por si había quedado algún resto de sangre, y continué andando por la calle mezclándome entre la muchedumbre del lugar. Hacía mejor tiempo y se notaba porque por las noches la gente salía más a pasear animados por el buen tiempo… a veces, tanta gente, me agobiaba. Así que decidí buscar un lugar más tranquilo para poder despejarme.

Antes siquiera de darme cuenta mis pasos me habían conducido al bosque, hacía mucho tiempo que no paseaba por allí y aquella noche tomé la decisión de hacerlo, ¿qué era lo que podía salir mal? Claro que, cuando tomé la decisión no sabía lo que pasaría a continuación. Me adentré en él con la poca luz que había solamente siendo iluminada por la luz mortecina de la luz, esa luz nacarada que daba un aspecto al lugar como si fuera algo más etéreo… y en esas estaba cuando un olor, uno que había conocido durante todos aquellos años, llegó hasta donde estaba. Arrugué mí nariz y me quedé quieta con todos los sentidos alertas, por lo que pudiera pasar.

-Seas quien seas, te aconsejo que salgas… será mejor para ti –la advertencia estaba puesta en el tono de mí voz, mientras miraba de reojo, quedando medio de lado, hacia el lugar que quedaba a mí espalda, sentía unos ojos fijos en mí y no era la primera vez que tenía esa sensación.

por **Rowan Cojocaru** Mar Oct 11, 2016 9:01 pm

“Never interrupt your enemy when he is making a mistake.”
― Napoléon Bonaparte

La noche para ella era un bálsamo a heridas pasadas, era cuando el mundo podía estar mas en calma y ella podía olvidarse de todo. Hacía meses que Răzvan había bajado el numero de guardias y de patrullajes, lo que dejaba a la loba con demasiado tiempo libre.

Recorrer las calles parisinas a esa hora era casi como revivir los recuerdos de su natal Rumania, claro que el paisaje cambiaba, los bosques infinitos con montañas a fin de imagen eran sustituidos por los edificios de los barrios pobres, los claros que se iluminaban con la luz de luna por los espacios amplios en las plazas, el silencio y armonía de la naturaleza, por los murmullos de una ciudad enviciada.

¿Que hacía exactamente? vagar, en realidad solo se impregnaba de los aromas, de las esencias, del tiempo en el que vivía. Veía la vida de una forma distinta, cada luna llena la hacía recordar la fragilidad de la vida humana entre sus fauces. La piel se erizó, solo faltaban dos noches para la luna llena.

Iba sin rumbo fijo, hasta toparse con las callejuelas inundadas de aromas, de energía; hasta que se topo con una familiar, una que años atrás se volvió su dolor de cabeza. Sonrió con sorna oculta entre las sombras hasta que estuvo lo suficientemente cerca. Aplaudió un par de veces en cuanto escuchó aquella vaga amenaza, salió de entre las sombras quedando a espaldas de la inmortal ―Vaya, vaya ¿en serio Denveraux, soy tan fácil de olvidar? - la rodeó, aquella vampireza y la loba tenían historia, una de los primeros años de Rowan como licántropo en donde se dieron batalla pero jamás se terminó ¿por que? la interrogatoria aun vagaba por la mente de la castaña.

―Oh mas bien, los años te pesan y los sentidos te fallan ¿no es así chupasangre? - cruzó los brazos y se quedó frente a ella arrugando la nariz, aquel hedor que emanaba de ese cuerpo sin vida con sangre recién robada le picaba la nariz.

por **Tabitha Denveraux** Miér Nov 02, 2016 10:45 am

De entre todas las personas que surcaban el mundo, y todos los seres sobrenaturales que había en el tenía que ser, precisamente; ella. El par de aplausos en forma irónica mientras salía a mí espalda dejaban en claro que aquello le había divertido y que mí amenaza no había sido exactamente, eso para ella. Hacía años que nos habíamos cruzado por primera vez aquella loba y yo y como era de esperar, debido al acérrimo hoy que nuestras especias se profesaban… llegamos incluso a entablar batalla. La loba se había convertido en una amenaza aquella noche en que nos cruzamos por primera vez, y como resultado, ninguna de las dos había podido proclamarse vencedora… porque, de ser así, ahora una de las dos no estaría vagando por la tierra.

Su olor llegó nítido hacia mí y arrugué la nariz cuando este me inundó, el olor a perro mojado estaba impregnado en ella y aquello hizo que diera un paso hacia atrás, no por que ella me diera miedo, sino porque su hedor era demasiado para mí y nunca había podido soportar ese aroma que desprendía. Por lo que tenía entendido, para ellos, pasaba lo mismo que nos pasaba a nosotros… no podíamos aguantar siquiera el aroma que el otro desprendía, algo que nos hacía odiarlos más y que teníamos en común con el otro. Enarqué una ceja por sus palabras y la contemplé delante de mí cruzándose de brazos… todavía faltaban un par de noches para la luna llena, por lo que no estaba en plenas condiciones. Sonreí de lado por ello.

-No, señorita Cojocaru… su pestilente hedor es algo que, aunque he tratado, no he podido borrar de mí memoria –me mordí el labio por aquello- Es algo que todavía intento olvidar, pero ahora apareces tú y vuelves a inundar el ambiente con ese olor insoportable –hice una mueca por ello y luego reí entre dientes- Los años, para mí, no son nada y no afectan en lo más mínimo ya que no tienen ningún efecto sobre mí… en cambio, para vosotros, no pasan el balde ¿verdad? Envejecéis sin poder evitarlo y son vuestros sentidos los que comienzan a fallar… una verdadera lástima –dije de forma irónica ya que no lo sentía para nada- Tal y como hace unos años, volvemos a encontrarnos pero… esta vez tengo la sensación de que una no saldrá con vida –mostré mis colmillos dándole a entender que, esa una, sería ella.

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