Anya Morgan Larsson

Como el mar en calma. Es tranquila y muchas veces se le tilda de idiota solo por que prefiere mantenerse alejada de las personas ya que no le gusta estar inmiscuida en situaciones en las que no tiene nada que ver.

Con la nula capacidad de decisión propia, o al menos, eso es lo que la gente cree ya que aparentemente se desviven por decirle que esta bien o mal de todo lo que hace; la tachan de inútil y poco capaz, siendo todo lo contrario, aunque ella nunca se los haga notar. Quizá la tachen de antisocial y es un prejuicio incorrecto porque sabe cómo tratar con las personas, sabe hablar con oraciones bien acomodadas y palabras al ritmo, aunque para ella, dado su profesión, se exprese mejor con el cuerpo y miradas, sin tener que verlo en un ámbito sexual.

Cómo todos, tiene sus errores, los de ella han sido muchos. Enamoradiza, inocente y dulce a pesar del mundo cruel en el que vive, no soporta los gritos ni la cuenta de tiempo con un minutero, tampoco las amenazas de muerte allí es cuando explota y se vuelve aquella mujer que le teme a un futuro, aquella que levanta la voz y dice cosas que debería mantener en su cabeza, palabras que debería haber guardado bajo llave, oraciones que acuchillan al desprevenido y tonos que hacen daño cual veneno.

Pero a pesar de todo, a pesar de poder reaccionar cual leona herida, se siente inútil, incapaz. Depresiva e insegura, todo ello producto del constante recordatorio de que sin alguien a su lado, no valía nada, que si no era por su cuerpo, no valía nada, que si no estaba a su lado... no valía nada.

Morgan fue la única mujer en una familia de seis varones, hija de una madre sin futuro y un padre alcohólico. La historia de la sueca no es nada mas que una historia de terror.

Se pensaría, que al ser la única mujer descendiente de aquel linaje que de especial no tenía nada, crecería siendo protegida, amada, mimada; pero desde que dio la primer bocanada de aire su calvario comenzó. Su madre, una mujer que en algún momento había sido hermosa y con un futuro prometedor, ahora era una piltrafa y ni si quiera la sombra de lo que fue. Descuidada en su persona y en la de las vidas a su cargo, tuvo a Morgan en el callejón detrás de su casa mientras lavaba la ropa de algún señor feudal.

Que la niña viviera fue un verdadero milagro, porque la madre nunca le puso atención mas allá de alimentarla para deshinchar esos senos que no le dejaban cargar los cestos de ropa, claro que el nexo aun así se formó y su madre se propuso no dejar que su hija fuera el reflejo de lo que ella era ahora.

Obligaba a sus seis hijos a comportarse delante de ella, a cuidar y velar por la niña, lo cual, solo fue obligatorio durante los primeros años antes de que Morgan comenzara a caminar, después, la gracia natural de la niña se gano el corazón de sus hermanos. Creció con seis pared de ojos siempre sobre ella y sobre su padre, evitando que éste, cuando llegaba alcoholizado, se desquitara con la infante.

Su madre no se volvió santa, pero logró redimir un poco de sus culpas, dejó los vicios de a poco aunque aquello fue demasiado tarde. La salud de aquella mujer estaba demasiado gastada y la poca energía que le quedaba la consumió cuidando a su hija hasta poderla ver como una hermosa jovencita. Morgan se sintió responsable, el dinero en casa no alcanzaba a pesar de que sus hermanos se desvivían trabajando -todo porque su padre se lo bebía y su madre lo usaba en doctores privados- así que un buen día, al regresar a casa después de ir al mercado, recibió lo que sería la respuesta a sus plegarias.

A penas tenía quince años, su rostro resaltaba de entre el resto por el color claro de sus ojos contrastando el olivo de su piel, su cuerpo contorneado y con curvas llamaba la atención de mas de uno. Ese comentario de aquel extraño y la mirada curiosa de una de las chicas del burdel vio pronto una oportunidad y Morgan tuvo la oportunidad de juntar dinero para los tratamientos de su madre, hasta que esta falleció.

Llegó a ser de las mejores, y por eso mismo, nunca salió del mismo triste lugar, hasta que él llegó a su vida. Gustave era un apuesto joven que entró aquel día al burdel buscando aliviar las penas y olvidar el dolor. Ambos encontraron aquello en los brazos ajenos.

Gustave pronto le pidió que dejara el trabajo, que no tenía porque entregarse cada noche a hombres desconocidos, y de cierta forma tenía razón ya que la madre de Morgan falleció años atrás y de su padre, no supo mas cuando una buena noche nunca regresó. Se casaron después de que le prometiera la luna y una vida perfecta, eso solo duró el primer año.

❋ Se casó con Gustave a los 19 años
❋ Huyó del lado de Gustave cuando se enteró que estaba embarazada
❋ Tiene una hija de dos años llamada Milenka
❋ Regresó a la prostitución para poder tener un ingreso para mantener a su hija
❋ Tiene marcas en la espalda de una de las golpizas que le dio Gustave
❋ Sufre de claustrofobia
❋ Es muy buena cantante