Especias, hierbas y algo deseable. ( libre )

por **Brönte d'Auxerre** Dom Oct 02, 2016 8:57 pm

Las noches de tedio estaban convirtiéndolo en alguien aún más antisocial de lo que normalmente era. Solía tener reuniones intelectuales, pero fuera de aquellos círculos sólo solía relacionarse cuando era estrictamente necesario. Los escasos siglos de vida que poseía, le había hecho conocedor de una verdad universal: sólo existía un humano de diez mil, capaz de captar un leve interés en alguien que ya lo había visto y experimentado casi todo.

Su último pasatiempo consistía en comprar distintos tipos de veneno y usarlos en su cuerpo por el mero placer de sentir algo. Aunque fuese dolor, lo prefería al vacío que llenaba constantemente su vida y, por encima de todo, su pecho. Se estaba haciendo inmune a los encantos más banales, dejándole muy poco con lo que distraer su mente. No quería terminar loco, devorando cadáveres como algún que otro vampiro. Tenia su dignidad.

Así que se paseaba sólo, perfectamente vestido y peinado, ajeno a cualquier signo de suciedad. Libre de cualquier expresión, así como de cualquier muestra de que estaba vivo. Se movía porque debía hacerlo, pero en el fondo, sólo quería dormir un siglo, hasta que todo fuera lo suficiente diferente como para encantarle el alma.

Suspiró entre miles de frascos de distintas categorías, meneando sus contenidos con aburrimiento, mientras pensaba qué demonios hacia entre aquel pasillo interminable de elementos más propios de un cocinero, anclado entre las pimientas negras y rojas y la cayena. Definitivamente debía hacer algo para entretenerse, no había nada más humillante que el encontrar interés en la forma en la que se secaban las guindillas.

por **Soren Kaarkarogf** Lun Dic 19, 2016 11:57 pm

Soren llevaba mucho tiempo sin cocinar, gracias a su naturaleza inmortal no necesitaba ese tipo de comida, pero había descubierto que cocinar para alguien le daba cierto regocijo interior y aunque no pudiera probar la comida el mismo, el que otra persona comiera lo que él había preparado le hacía sentir inmensamente feliz. Esa persona por supuesto debía ser alguien especial, lamentablemente en su vida ya no existía ese 'alguien' especial, pero sin realmente pensarlo, sus pies le habían conducido a esa tienda de especias en donde años atrás había comprado paprika y pimienta negra para preparar una sopa de verduras a su enamorado.

La relación había terminado hacía ya casi cuatro años, aún así allí se encontraba en esa tienda sin tener idea de porqué había resultado allí.

Entonces vio a un alto hombre que miraba los frasquillos con expresión distraída, no parecía alguien que estuviera contento con esa tarea, ¿Le habría mandado su esposa a buscar algo que le faltaba en la cocina? Esa idea le pareció divertida, pues ver un hombre en labores culinarias no era algo común en la época.

-¿Necesita ayuda buscando algo en particular? - Le preguntó acercandosele por un lado, manteniendo su distancia, sin sonreír, pero con una mirada divertida a través de sus enormes gafas.

Iba vestido como siempre con un raído abrigo y un viejo sombrero de copa que le daba la imagen de una especie de vejestorio, contrastando con su cara relativamente juvenil.

por **Brönte d'Auxerre** Jue Dic 22, 2016 1:41 pm

Acarició el frágil cristal que contenía las semillas de pimienta, agitándolo para hacerlas chocar contra el material. El instantáneo castañeo de las mismas hizo que sus pupilas se dilatasen ligeramente, demostrando que le gustaba aquel sonido. Sus instintos seguían siendo tan básicos como los de cualquier animal, lo único que lo separaba de ellos era su insistente resistencia a dejarse llevar por ellos.

Cerró los ojos y se concentró de nuevo en el sonido de las semillas chocando contra el frasco, alejándolo de la idea que le había venido a la mente cuando pensó en lo que ocurriría si se dejase llevar por esa voz infernal que todo vampiro llevaba dentro. Aquel cadencioso y virulento murmullo que le insinuaba llenar su vacío con sangre y muerte. Por ejemplo, sería tan fácil caminar hacia la joven pelirroja que estaba observando la estantería con especias indias, inclinarse sobre ella y oler el aroma que podía aún adivinarse, a pesar de todo aquel perfume que llevaba. Le daría tiempo de rozarle el cuello con los labios, antes de arrojar el frasco de pimienta que llevaba en las manos contra su acompañante, creando la distracción necesaria para que nadie lo viera llevarse a la joven con una rapidez inhumana. Sólo necesitaba cinco minutos y podría dejar su cadáver de regreso.

- Por supuesto - Se giró hacia el sonido de la voz, ignorando el estremecimiento que sacudió su cuerpo, el único eco que había tenido su pensamiento sobre él. A parte de eso, nada en su expresión hacía creer que estaba planeando un homicidio desafortunado para la pobre joven que ahora se reía, ajena a lo cerca que había estado de conocer la muerte, sólo por un capricho.

- Tengo entendido que el establecimiento posee pimienta jamaicana, lamentablemente no sé distinguir unas de otras.- Se encogió de hombros, como si no fuese anormal que tuviera ya encargados diez kilos de canela y otros diez, de nuez moscada. Lo que pocos sabían, era que aquellas especias podían hacer verdadero daño en el cuerpo si se tomaban en las cantidades exactas. Así que estaba haciendo un experimento, ¿Cuántos kilos podría consumir antes de que su cuerpo los rechazase?. ¿Podría llegar a sentir el dolor antes de que vomitase y comenzase a sentir el infierno arder debajo de su piel?. Intoxicándose sólo por el mero placer de sentir.

por **Soren Kaarkarogf** Jue Dic 22, 2016 8:29 pm

Soren frunció el ceño mientras observaba las decenas de frascos alineados, el lugar olía fuertemente a especias y la decoración con enormes jarrones y alfombras le daba cierto aire exótico, como si se tratara de otro país. El tendero seguía ocupado atendiendo a la chica pelirroja y Soren se quedó pensando en como podría ayudar a aquel hombre a encontrar la pimienta Jamaiquina pues él tampoco tenía idea de como diferenciarlas.

-Su esposa debe saber mucho de cocina – Comentó casualmente mientras hacía como si estuviera buscando la pimienta entre los frascos – Para requerir algo tan específico como esa pimienta – Agrego, era fácil asumir que un hombre tan apuesto y bien vestido estuviera casado, no supo porqué pero con sólo verlo le ido la impresión de que era del tipo de hombre dedicado al hogar y a los hijos.

La mayoría de frascos no estaban marcados así que era imposible determinar que contenían sino se era un experto en condimentos, Soren siguió fingiendo, porque a decir verdad no quería reconocer que no tenía idea de lo que estaba haciendo, hasta que un olor mucho más fuerte y penetrante que cualquier especie del lugar entró en su nariz.

Sangre fresca

Se giró hacía donde provenía el olor y de inmediato notó que la chica pelirroja, se había hecho un pequeño corte en el dedo índice con el borde de uno de los frascos de vidrio que estaba en el mostrador, el tendero le estaba diciendo que tuviera cuidado y buscaba algo con que limpiar la tímida gota carmesí que estaba resbalando por su dedo. Las pupilas de Soren se dilataron como reacción inconsciente ante el olor, era la misma reacción que su cuerpo tenía cuando olía el miedo o la adrenalina en cualquiera de sus víctimas. El instinto del depredador se activaba tan fácilmente que a pesar de llevar casi 300 años con aquella maldición, no dejaba de sorprenderle.

por Contenido patrocinado

Especias, hierbas y algo deseable. ( libre )

Especias, hierbas y algo deseable. ( libre )

Re: Especias, hierbas y algo deseable. ( libre )

Re: Especias, hierbas y algo deseable. ( libre )

Re: Especias, hierbas y algo deseable. ( libre )

Re: Especias, hierbas y algo deseable. ( libre )