AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Demimonde [Raven ID]
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Demimonde [Raven ID]
Raven Sablick
Datos
Nombre: Raven Sablick
Edad: 50 años reales | 25 años aparentes
Especie: Cambiante
Tipo de clase social o cargo: Clase Alta
Orientación sexual: Heterosexual
Lugar de Origen: Calgary, Canadá
Edad: 50 años reales | 25 años aparentes
Especie: Cambiante
Tipo de clase social o cargo: Clase Alta
Orientación sexual: Heterosexual
Lugar de Origen: Calgary, Canadá
Habilidades
► HABILIDADES: Sigilo, sentidos aumentados, buenos reflejos, agilidad, flexibilidad, velocidad y fuerza sobrehumana.
→ Atributos: Longevidad.
► PODERES INNATOS:
→ Transformación: Habilidad de cambiar de forma humana a animal y viceversa. Cuando el cambiante está en su forma transformada aumenta un 50% su potencia física.
→ Sanación acelerada: Habilidad para sanar rápidamente heridas y contusiones no tan graves (esto no aplica al desmembramiento, si les arrancan un brazo, el brazo no volverá a crecer). El tiempo de recuperación varía según el personaje y la gravedad de la herida o lesión. Cuando se trata de balas de plata o fuego pueden morir si las heridas son muy graves.
→ Percepción del aura: Habilidad para ver las auras de otros seres, cuyos colores indican su humor, identidad y nivel de hostilidad, de este modo saben si están bajo amenaza. Este poder también les permite reconocer a otros cambiantes o licántropos cuando no están transformados e identificar a los vampiros gracias a su aura pálida y su característico olor.
► DESARROLLADOS:
→ Visión compartida y visión remota: Habilidad de poder ver a través de los ojos de los demás o en otros casos, hacer que los demás puedan ver lo que estamos viendo en ese momento. Esta habilidad funciona únicamente cuando se toca a la persona.
→ Fortaleza: Capacidad de resistencia extrema al dolor físico.
→ Telepatía y comunicación con los animales: Habilidad para comunicarse con otros cambiantes por medio de la mente (cuando están transformados) y con otros animales que no sean parte de su raza (incluidos los Licántropos). Funciona únicamente a cortas distancias.
► CONVERSIONES:
→ Corvus corax (Cuervo)
→ Falco rusticolus (Halcón Gerifalte)
→ Megascops kennicottii (Tecolote Occidental)
→ Atributos: Longevidad.
► PODERES INNATOS:
→ Transformación: Habilidad de cambiar de forma humana a animal y viceversa. Cuando el cambiante está en su forma transformada aumenta un 50% su potencia física.
→ Sanación acelerada: Habilidad para sanar rápidamente heridas y contusiones no tan graves (esto no aplica al desmembramiento, si les arrancan un brazo, el brazo no volverá a crecer). El tiempo de recuperación varía según el personaje y la gravedad de la herida o lesión. Cuando se trata de balas de plata o fuego pueden morir si las heridas son muy graves.
→ Percepción del aura: Habilidad para ver las auras de otros seres, cuyos colores indican su humor, identidad y nivel de hostilidad, de este modo saben si están bajo amenaza. Este poder también les permite reconocer a otros cambiantes o licántropos cuando no están transformados e identificar a los vampiros gracias a su aura pálida y su característico olor.
► DESARROLLADOS:
→ Visión compartida y visión remota: Habilidad de poder ver a través de los ojos de los demás o en otros casos, hacer que los demás puedan ver lo que estamos viendo en ese momento. Esta habilidad funciona únicamente cuando se toca a la persona.
→ Fortaleza: Capacidad de resistencia extrema al dolor físico.
→ Telepatía y comunicación con los animales: Habilidad para comunicarse con otros cambiantes por medio de la mente (cuando están transformados) y con otros animales que no sean parte de su raza (incluidos los Licántropos). Funciona únicamente a cortas distancias.
► CONVERSIONES:
→ Corvus corax (Cuervo)
→ Falco rusticolus (Halcón Gerifalte)
→ Megascops kennicottii (Tecolote Occidental)
Personalidad
Independiente, y quizás un poco bravía. Gracias a su educación bipartita jamás tuvo en sus ojos el concepto tradicional de clase social. El experimentar vivir bajo la marginalidad, así como rodeada de ciertos lujos, determinó su indiferencia hacia tal valoración, que de haberse quedado con su primer grupo en Calgary no hubiese tenido. Inocente y bruta en cuestiones de formalidad y etiqueta, se desentiende de algunas costumbres que en su nueva posición social “debería” considerar. Es de naturaleza impulsiva. Prefiere defender sus ideales hasta las últimas consecuencias. Suele ser discriminada por sus tatuajes, por lo que es normal que se la confunda con una prostituta; esto, sin embargo, es algo que no le preocupa en demasía. Su último deseo es encajar con la cultura francesa. Sus determinaciones están muy claras, y se frustra cuando ve que no puede continuar el ritmo con el cual proyecta sus propósitos.
Aún carga con la culpabilidad de las pérdidas que tuvieron lugar en su pasado, y eso la lleva a crear cierto distanciamiento con las personas en general. Prefiere mantener sus conversaciones lo más cortas posibles, evitando el exceso de información. Teme volver a encariñarse con alguien que termine en las mismas circunstancias anteriores. Se considera a sí misma maldita, un presagio que augura el destino fatídico de quien la acompañe. Tergiversó una de sus conversiones como advertencia. Por esto es que disfruta planear en los cielos, resguardándose en la soledad, en cualquiera de sus formas, sea por la ciudad, o incluso en sus afueras. Tiene además una clara aversión hacia los licántropos, así como estima hacia los hechiceros. Comprende a la licantropía como una desgracia de la cual siente pena y rechazo. La impotencia de aquellos hechos cala lo suficientemente hondo como para no retractarse en un posible enfrentamiento contra estas criaturas, aún cuando no ha visto una desde el último incidente.
Aunque no sea capaz de escribir un solo verso, disfruta mucho de la poesía, y la literatura en todo su conjunto. En ocasiones, en forma de cuervo, posa en los faroles de las plazas a escuchar el recitar de algún artista callejero.
Sus facciones son tan errantes como lo es su personalidad. Generalmente, desde la distancia, se la observa como una joven frívola, tosca en el trato, incluso con dejes de descortesía. Esto último si bien es cierto, tiene como finalidad el no atraer a nadie a su lado, ya que en realidad es alguien cuya gentileza no implicaría esfuerzo alguno. No se priva tampoco de vez en cuando en curvar sus labios, enseñando una sonrisa honesta y despreocupada. Pero aún y de todos modos, su expresión más común es aquella que se muestra como ida, con ciertos aires melancólicos, producto de heridas que están lejos de sanar.
Aún carga con la culpabilidad de las pérdidas que tuvieron lugar en su pasado, y eso la lleva a crear cierto distanciamiento con las personas en general. Prefiere mantener sus conversaciones lo más cortas posibles, evitando el exceso de información. Teme volver a encariñarse con alguien que termine en las mismas circunstancias anteriores. Se considera a sí misma maldita, un presagio que augura el destino fatídico de quien la acompañe. Tergiversó una de sus conversiones como advertencia. Por esto es que disfruta planear en los cielos, resguardándose en la soledad, en cualquiera de sus formas, sea por la ciudad, o incluso en sus afueras. Tiene además una clara aversión hacia los licántropos, así como estima hacia los hechiceros. Comprende a la licantropía como una desgracia de la cual siente pena y rechazo. La impotencia de aquellos hechos cala lo suficientemente hondo como para no retractarse en un posible enfrentamiento contra estas criaturas, aún cuando no ha visto una desde el último incidente.
Aunque no sea capaz de escribir un solo verso, disfruta mucho de la poesía, y la literatura en todo su conjunto. En ocasiones, en forma de cuervo, posa en los faroles de las plazas a escuchar el recitar de algún artista callejero.
Sus facciones son tan errantes como lo es su personalidad. Generalmente, desde la distancia, se la observa como una joven frívola, tosca en el trato, incluso con dejes de descortesía. Esto último si bien es cierto, tiene como finalidad el no atraer a nadie a su lado, ya que en realidad es alguien cuya gentileza no implicaría esfuerzo alguno. No se priva tampoco de vez en cuando en curvar sus labios, enseñando una sonrisa honesta y despreocupada. Pero aún y de todos modos, su expresión más común es aquella que se muestra como ida, con ciertos aires melancólicos, producto de heridas que están lejos de sanar.
Historia
El fuego hospitalario ardía en la chimenea de los nobles durante el crudo invierno, y sólo ellos, los grandes meritorios, podían acceder a él. ¿Por qué entonces sus ventanales se veían infestados con la escoria social? La penuria en aquellos ojos incomodaba a cualquiera, especialmente en aquella temporada. Manos agrietadas, con cayos y llenas de tierra; donde estos pudieran conseguir un trabajo, por más humillante que a veces resultase, allí estarían. Se movían en grupos; si el rey los había abandonado, ellos no podían darse aquel lujo entre ellos. Este reducido grupo de personas se había convertido en una comunidad, y reunía a quienes no tenían la posibilidad de cubrir sus necesidades básicas. No tenían hogar fijo, pues ninguno les duraba más que unos días, como máximo un par de semanas. La solidaridad iría creciendo entre sus integrantes, como un reflejo más de sobrevivencia. A ellos recientemente se les había unido una pareja joven en busca de refugio, cuya mujer pronto daría a luz. En poco tiempo, los nuevos miembros serían acogidos. Lo que no se conocía hasta ese momento era que la pareja incubaban una enfermedad, por el momento desconocida, que terminaría llevándose ambas vidas poco tiempo después del parto. De lo único que se tenía certeza era que aquel agente patológico no era contagioso, y tampoco de transmisión vertical, pues la bebé nunca presentó síntoma alguno.
¿Quién iba a decir que sus padres habían dado con el refugio correcto? ¿Quién iba a decir que la niña pasaría a ser la nueva consentida de la comunidad? Cinco años habían transcurrido entonces desde aquel evento, y ella continuaba siendo la protegida. Se la había educado por supuesto para que lograse dar lástima, con la esperanza de que con su inocencia lograra conseguir más adquisiciones. El tiempo seguía su transcurso, y los pocos francos ahorrados, sin embargo, iban desapareciendo. La necesidad los llevaría a tomar el riesgo de aventurarse a las afueras de Calgary, donde un grupo nativo norteamericano que había llegado a sus oídos entre traslado y traslado tomaba protagonismo. Los Cree, una antigua tribu canadiense, se asentaban muy próximos a la cordillera, donde se encontraban las llamativas Montañas Rocosas de la zona. Sobre ellos se había oído que, bien al ser autosuficientes, se los podía considerar unos excelentes cazadores y pescadores.
Caminarían día y noche un trayecto de ochenta kilómetros en su búsqueda. Dieron con ellos al ver unas chozas, aparentemente construidas con corteza de abedul, distinguirse entre la frondosidad. Lo cierto era que la tribu no podía permitirse compartir su cultura con foráneos de Calgary; y la advertencia, al llegar a su refugio, sería muy clara. Mas cuando los hombres voltearon para emprender un nuevo trayecto hacia otro campamento una anciana se apresuró en hacer acto de presencia. Esta se había ofrecido, repentinamente, a cuidar de la niña, a lo que sus protectores no aceptaron de principio. Madre, como era llamada por todos, era no sólo líder del grupo, sino que también hechicera. La mujer había visto en ella el aura que todos habían estado ignorando; el aura que determinaba su condición de cambiante. Lo que entonces le había asombrado es que todavía no había sufrido sus primeras transformaciones. Por su parte, los hombres a su cargo discutieron largo rato entre ellos, desembocando siempre en que tal oferta era la única aceptable. Ellos deberían volver por donde vinieron, pero en cambio ella viviría con más dignidad, aún si significaba alejarse de toda civilización. Quedaría bajo el cuidado de la cree, sabiendo que sería la única manera de hacerla ganar al menos algo de peso.
Así fue. Con el transcurso de los meses comenzaría a recuperar fuerzas. La anciana también se sorprendería al darse cuenta que jamás se le había dado un nombre propio, sino que respondía a distintas clases de apodos particulares. La bautizaría como Raven, nombre que representaba, según ella, su metamorfosis más hermosa. Se le enseñaría no sólo a autosatisfacerse, sino incluso a construir armas de defensa, pues allí, en aquellas zonas, habitaban los wendigos, arcaicas criaturas, causantes de los peores males en noches de luna llena. Estos siempre habían sido la principal preocupación de los nativos, ya que muchas vidas se habían llevado. En lo que respecta a su don sobrenatural se le había enseñado a interiorizarlo como algo natural y propio. Madre le había explicado que su primera experiencia con cambiantes había sido años atrás con un niño (con el cual se había encariñado) que terminaría perdiéndolo en una batalla contra estos seres despreciables, y no deseaba que la historia volviera a repetirse. La pequeña sin querer había conseguido una figura materna.
Pasaron así más de dos décadas. Ella llevaba ahora varios tatuajes en su cuerpo; el tatuarse era entonces un ritual de paso a la adultez que, a diferencia del concepto que se le daba en la sociedad burguesa, simbolizaba la protección del alma. El que más resaltaba era el cuervo que llevaba en su pecho, como manifiesto de su “ánima salvaje”, aunque su espíritu era el contrario de lo que un cuervo representaba culturalmente. La joven se había convertido dichosamente en una especie de guía para los niños de la tribu.
Pero aún en su evidente contento, presenciaría pronto una de sus mayores dolencias. Nada más ni nada menos que un grupo de "wendigos" asaltaría su refugio. Eran figuras enormes, pero la poca visibilidad dada por la noche impedía que se los viera de manera nítida. La emboscada los había tomado por sorpresa, pues aquella noche no se esperaba que hubiera luna llena. Raven, batiendo sus negras alas, sería la única que lograría escapar de aquel ataque. Nunca volvería a ver rastros de su tribu, y sería algo que siempre se culparía.
Atravesaría solitaria tres noches, en las que no conseguiría siquiera un poco de alimento; quizás en su condición animal hubiese encontrado refugio, pero dada su hambruna, no pudo siquiera continuar sus transformaciones. Así, fue hallada por un hombre, si así podía llamársele, desmayada en el fango, desnuda y con signos de hipotermia.
Cuando al fin abrió sus ojos, se encontraba en una cama, en lo que parecía ser una cabaña, o una mansión, no estaba muy segura de ello. ¿Cómo podría saberlo sin siquiera pasar antes una noche en una? Lo único que sabía era que estaba viva en la residencia de un hombre que apenas y desde lejos se comunicaba con ella, sin desear mostrarse por completo, el cual le había pedido que se quedara unos días, hasta que se recuperara un poco. Él no daría a conocer su identidad sino tiempo después, cuando comenzó a sentirse acostumbrado a su presencia.
Victor Sablick era un ser de rostro deformado por las incontables cicatrices que llevaba en el mismo. Le había explicado que eso había sido producto de un enfrentamiento con las mismas criaturas que habían asesinado a su grupo. Le aclararía también que esos seres respondían verdaderamente al nombre de Licántropos, y no como culturalmente los llamaban los Cree. Estos también habían acarreado con su familia, y para recordarlo tendría esas malditas marcas para siempre. Provenía de un linaje adinerado y bien educado, pero se había refugiado en las afueras de Calgary, en la soledad del bosque y las montañas, lejos de la sociedad que condenaba su apariencia.
Transcurrieron largos años en su compañía. Él le enseñaría a escribir, así como a apreciar la costumbre de la lectura, sobretodo la poesía, en conjunto con los saberes básicos de las ciencias principales. Entre ellos se había formado un vínculo extraño. La relación paternal era innegable, como también lo era la atracción sentimental que existía entre ambos. Una atracción que nunca traspasó aquel límite distante, pues ninguno se atrevió a demostrarlo, quizá por el respeto que se mantenían; o quizá porque Raven estaba marcada también, por la tragedia y el mal augurio que parecía presentar. Estaba maldita, a sufrir nuevamente su calvario de antaño. Como fuera que una noche al volver Victor al hogar lo hizo casi moribundo, con una herida de sentencia, la mordida de un hombre lobo. Ante tal tragedia ella palidecería, porque sabía lo que significaba. Ninguno de los dos comprendía la naturaleza de un licántropo, mucho menos su manejo. Aún así, a pesar del mal pronóstico, no abandonaría al condenado, pero él, en su lugar, le pediría que de llegar una situación límite lo matara, porque para él significaría un acto compasivo.
Las semanas pasaban, los asesinatos de Victor incrementaban su número, y el ambiente de la casa se había tornado tenso; él ya la había previsto de armas que pudieran causarle una muerte rápida. Pero fue una noche, inevitablemente, en la que por error Raven se vio atrapada frente a la transformación ajena, y fue testigo del horror que definía la conversión de un hombre lobo. La pérdida de consciencia de la cual se sufría, así como la esencia de la persona, todo se desvanecía en un santiamén. Los primeros minutos de lucha se había negado a terminar con su vida, puesto que sabía que luego el dolor de su pérdida triplicaría al de las heridas que estaba consiguiendo. Sucedió entonces, instantes después, que ante un desprevenido ataque se vio obligada a utilizar el arma de plata que llevaba consigo. Se había quedado sola, nuevamente. Victor, sabiendo lo que sucedería, se había asegurado de hacerla pasar por su esposa para que pudiera heredar sus bienes.
Raven abandonaría para siempre Canadá, condenando todo lo que su vida había significado allí, deseando nunca regresar. En su lugar, abordaría rumbo al continente europeo, decidiendo finalmente quedarse en tierras francesas, porque era este el único idioma extranjero que había aprendido junto a Victor, quien en su momento viajó allí. Esta vez lo haría ella, como la viuda Sablick.
¿Quién iba a decir que sus padres habían dado con el refugio correcto? ¿Quién iba a decir que la niña pasaría a ser la nueva consentida de la comunidad? Cinco años habían transcurrido entonces desde aquel evento, y ella continuaba siendo la protegida. Se la había educado por supuesto para que lograse dar lástima, con la esperanza de que con su inocencia lograra conseguir más adquisiciones. El tiempo seguía su transcurso, y los pocos francos ahorrados, sin embargo, iban desapareciendo. La necesidad los llevaría a tomar el riesgo de aventurarse a las afueras de Calgary, donde un grupo nativo norteamericano que había llegado a sus oídos entre traslado y traslado tomaba protagonismo. Los Cree, una antigua tribu canadiense, se asentaban muy próximos a la cordillera, donde se encontraban las llamativas Montañas Rocosas de la zona. Sobre ellos se había oído que, bien al ser autosuficientes, se los podía considerar unos excelentes cazadores y pescadores.
Caminarían día y noche un trayecto de ochenta kilómetros en su búsqueda. Dieron con ellos al ver unas chozas, aparentemente construidas con corteza de abedul, distinguirse entre la frondosidad. Lo cierto era que la tribu no podía permitirse compartir su cultura con foráneos de Calgary; y la advertencia, al llegar a su refugio, sería muy clara. Mas cuando los hombres voltearon para emprender un nuevo trayecto hacia otro campamento una anciana se apresuró en hacer acto de presencia. Esta se había ofrecido, repentinamente, a cuidar de la niña, a lo que sus protectores no aceptaron de principio. Madre, como era llamada por todos, era no sólo líder del grupo, sino que también hechicera. La mujer había visto en ella el aura que todos habían estado ignorando; el aura que determinaba su condición de cambiante. Lo que entonces le había asombrado es que todavía no había sufrido sus primeras transformaciones. Por su parte, los hombres a su cargo discutieron largo rato entre ellos, desembocando siempre en que tal oferta era la única aceptable. Ellos deberían volver por donde vinieron, pero en cambio ella viviría con más dignidad, aún si significaba alejarse de toda civilización. Quedaría bajo el cuidado de la cree, sabiendo que sería la única manera de hacerla ganar al menos algo de peso.
Así fue. Con el transcurso de los meses comenzaría a recuperar fuerzas. La anciana también se sorprendería al darse cuenta que jamás se le había dado un nombre propio, sino que respondía a distintas clases de apodos particulares. La bautizaría como Raven, nombre que representaba, según ella, su metamorfosis más hermosa. Se le enseñaría no sólo a autosatisfacerse, sino incluso a construir armas de defensa, pues allí, en aquellas zonas, habitaban los wendigos, arcaicas criaturas, causantes de los peores males en noches de luna llena. Estos siempre habían sido la principal preocupación de los nativos, ya que muchas vidas se habían llevado. En lo que respecta a su don sobrenatural se le había enseñado a interiorizarlo como algo natural y propio. Madre le había explicado que su primera experiencia con cambiantes había sido años atrás con un niño (con el cual se había encariñado) que terminaría perdiéndolo en una batalla contra estos seres despreciables, y no deseaba que la historia volviera a repetirse. La pequeña sin querer había conseguido una figura materna.
Pasaron así más de dos décadas. Ella llevaba ahora varios tatuajes en su cuerpo; el tatuarse era entonces un ritual de paso a la adultez que, a diferencia del concepto que se le daba en la sociedad burguesa, simbolizaba la protección del alma. El que más resaltaba era el cuervo que llevaba en su pecho, como manifiesto de su “ánima salvaje”, aunque su espíritu era el contrario de lo que un cuervo representaba culturalmente. La joven se había convertido dichosamente en una especie de guía para los niños de la tribu.
Pero aún en su evidente contento, presenciaría pronto una de sus mayores dolencias. Nada más ni nada menos que un grupo de "wendigos" asaltaría su refugio. Eran figuras enormes, pero la poca visibilidad dada por la noche impedía que se los viera de manera nítida. La emboscada los había tomado por sorpresa, pues aquella noche no se esperaba que hubiera luna llena. Raven, batiendo sus negras alas, sería la única que lograría escapar de aquel ataque. Nunca volvería a ver rastros de su tribu, y sería algo que siempre se culparía.
Atravesaría solitaria tres noches, en las que no conseguiría siquiera un poco de alimento; quizás en su condición animal hubiese encontrado refugio, pero dada su hambruna, no pudo siquiera continuar sus transformaciones. Así, fue hallada por un hombre, si así podía llamársele, desmayada en el fango, desnuda y con signos de hipotermia.
Cuando al fin abrió sus ojos, se encontraba en una cama, en lo que parecía ser una cabaña, o una mansión, no estaba muy segura de ello. ¿Cómo podría saberlo sin siquiera pasar antes una noche en una? Lo único que sabía era que estaba viva en la residencia de un hombre que apenas y desde lejos se comunicaba con ella, sin desear mostrarse por completo, el cual le había pedido que se quedara unos días, hasta que se recuperara un poco. Él no daría a conocer su identidad sino tiempo después, cuando comenzó a sentirse acostumbrado a su presencia.
Victor Sablick era un ser de rostro deformado por las incontables cicatrices que llevaba en el mismo. Le había explicado que eso había sido producto de un enfrentamiento con las mismas criaturas que habían asesinado a su grupo. Le aclararía también que esos seres respondían verdaderamente al nombre de Licántropos, y no como culturalmente los llamaban los Cree. Estos también habían acarreado con su familia, y para recordarlo tendría esas malditas marcas para siempre. Provenía de un linaje adinerado y bien educado, pero se había refugiado en las afueras de Calgary, en la soledad del bosque y las montañas, lejos de la sociedad que condenaba su apariencia.
Transcurrieron largos años en su compañía. Él le enseñaría a escribir, así como a apreciar la costumbre de la lectura, sobretodo la poesía, en conjunto con los saberes básicos de las ciencias principales. Entre ellos se había formado un vínculo extraño. La relación paternal era innegable, como también lo era la atracción sentimental que existía entre ambos. Una atracción que nunca traspasó aquel límite distante, pues ninguno se atrevió a demostrarlo, quizá por el respeto que se mantenían; o quizá porque Raven estaba marcada también, por la tragedia y el mal augurio que parecía presentar. Estaba maldita, a sufrir nuevamente su calvario de antaño. Como fuera que una noche al volver Victor al hogar lo hizo casi moribundo, con una herida de sentencia, la mordida de un hombre lobo. Ante tal tragedia ella palidecería, porque sabía lo que significaba. Ninguno de los dos comprendía la naturaleza de un licántropo, mucho menos su manejo. Aún así, a pesar del mal pronóstico, no abandonaría al condenado, pero él, en su lugar, le pediría que de llegar una situación límite lo matara, porque para él significaría un acto compasivo.
Las semanas pasaban, los asesinatos de Victor incrementaban su número, y el ambiente de la casa se había tornado tenso; él ya la había previsto de armas que pudieran causarle una muerte rápida. Pero fue una noche, inevitablemente, en la que por error Raven se vio atrapada frente a la transformación ajena, y fue testigo del horror que definía la conversión de un hombre lobo. La pérdida de consciencia de la cual se sufría, así como la esencia de la persona, todo se desvanecía en un santiamén. Los primeros minutos de lucha se había negado a terminar con su vida, puesto que sabía que luego el dolor de su pérdida triplicaría al de las heridas que estaba consiguiendo. Sucedió entonces, instantes después, que ante un desprevenido ataque se vio obligada a utilizar el arma de plata que llevaba consigo. Se había quedado sola, nuevamente. Victor, sabiendo lo que sucedería, se había asegurado de hacerla pasar por su esposa para que pudiera heredar sus bienes.
Raven abandonaría para siempre Canadá, condenando todo lo que su vida había significado allí, deseando nunca regresar. En su lugar, abordaría rumbo al continente europeo, decidiendo finalmente quedarse en tierras francesas, porque era este el único idioma extranjero que había aprendido junto a Victor, quien en su momento viajó allí. Esta vez lo haría ella, como la viuda Sablick.
Datos Extras
• Se cree que la razón por la cual no hubo signos de transformación en sus primeros años fue porque el gen de cambiante estuvo ausente varias generaciones anteriores a ella.
• Victor le habría advertido también de la existencia de los vampiros, aunque nunca tuvo oportunidad de ver uno.
• Aún recuerda perfectamente como hablar la lengua cree.
• La conversión que más aborrece es, por supuesto, la del cuervo.
• Todavía, en ocasiones, construye sus propias armas blancas, con las cuales tiene gran desenvoltura.
• Se la considera un poco errante. No pasa mucho tiempo dentro de su residencia, pues el encierro la genera ansiedad.
• Planea conseguir alguna clase de empleo donde pueda sentirse útil. De ser posible lo más alejado de la zona urbana.
• Victor le habría advertido también de la existencia de los vampiros, aunque nunca tuvo oportunidad de ver uno.
• Aún recuerda perfectamente como hablar la lengua cree.
• La conversión que más aborrece es, por supuesto, la del cuervo.
• Todavía, en ocasiones, construye sus propias armas blancas, con las cuales tiene gran desenvoltura.
• Se la considera un poco errante. No pasa mucho tiempo dentro de su residencia, pues el encierro la genera ansiedad.
• Planea conseguir alguna clase de empleo donde pueda sentirse útil. De ser posible lo más alejado de la zona urbana.
Coded by Fayette
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Raven Sablick- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 11
Fecha de inscripción : 12/08/2016
Edad : 58
Localización : París
Re: Demimonde [Raven ID]
FICHA APROBADA
bienvenido/a a victorian vampires
¡ENHORABUENA! YA ERES PARTE DE VICTORIAN VAMPIRES Y TE DAMOS LA MÁS CORDIAL BIENVENIDA.
ANTES DE HACER CUALQUIER OTRA COSA, TE INVITO A LEER LAS NORMAS QUE TENEMOS EN EL FORO PARA QUE ESTÉS BIEN ENTERADO/A DE CÓMO MANEJAMOS TODO EN ESTE SITIO Y ASÍ EVITARTE FUTUROS MALOS ENTENDIDOS. A CONTINUACIÓN TE DEJO LOS LINKS MÁS IMPORTANTES PARA QUE PUEDAS CONOCER LA INFORMACIÓN, Y SI DESPUÉS DE LEER SIGUES TENIENDO ALGUNA DUDA, PUEDES CONTACTARME A MÍ O A OTRO DE LOS ADMINISTRADORES; ESTAMOS PARA SERVIRTE.
¡QUE TE DIVIERTAS!
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Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour