Helios Kallas ID

Helios Kallas

d.psicológica

Enérgico y viril, valiente y combativo, Helios sueña con mandar y dirigir. Fácilmente sombrío, susceptible y agresivo, particularmente cuando no controla la situación. Rápido y a menudo apurado, es impulsivo e irritable. Sus crisis de cólera son frecuentes, a veces violentas. Apunta a obtener el poder y, por eso mismo, no soporta la autoridad de los demás. Se muestra testarudo, no siempre tiene buena fe y difícilmente reconoce sus errores. Bien armado para la vida, sabe mostrarse activo y emprendedor, y capaz de aprovechar las oportunidades que se le presentan. Tiene sentido para los negocios y los pies sobre la tierra.

De hecho, es más concreto, practico, físico, que realmente intelectual. Estricto, autoritario, franco y directo, detesta las hipocresías, las mentiras, los halagos. Apasionado, y con poca capacidad para transigir, no sabe disimular sus verdaderos sentimientos. De niño, su espíritu de contradicción les dará dolores de cabeza a sus padres. Sin embargo, sean firmes con él, siendo siempre justos y coherentes: preferirá un castigo bien merecido a un laxismo o a una debilidad, que condenaría.

Helios también es afectuoso y demostrativo y es muy generoso. Desea conquistar, poseer, y sabe usar, sino abusar, de su magnetismo. Le gusta el ejercicio físico, el deporte y la acción, necesarios para su equilibrio. En amor, es apasionado, exigente, celoso y posesivo. Su aspereza, su falta de tolerancia y de diplomacia pueden desalentar a más de un alma sensible… ¡Otros considerarán sus actitudes posesivas como una prueba más de su apego y de su pasión! Porque, no se confunda, Helios en el fondo es un tierno.

historia

Helios nació en Grecia mientras una horda de inquisidores se abalanzaban contra su familia para poder ser “purificados” con las llamas del todopoderoso, el señor Jesucristo. Su madre dando a luz a la vez que era ayudada por varias doncellas y la mansión comenzaba a ser destruida por los inquisidores. Gröes dio a luz a Helios y lo envolvió en mantas bien escondido para que los inquisidores no pudieran hacerle daño o le encontraran.

Fue entonces cuando pasada la tormenta, los inquisidores fueron comprobando que no hubiera supervivientes y uno de ellos encontró a Helios dormido entre ropas malgastadas. Lo tomo en brazos y se lo llevo para ser investigado por la inquisición. Las doncellas y sirvientes que sobrevivieron al ataque nocturno, se les dio ropa y suministros para que buscaran cobijo en otro lugar que no fuera Grecia. Estaban desterrados. Todo aquel que hubiera trabajado al servicio o codo con codo o simplemente haber estado cerca de una bruja, se les otorgaba la oportunidad de elegir entre la muerte o ser expulsados de Grecia.

Helios creció al cargo de una institutriz que lo amamantó y cuido hasta que este tuviera razón de uso propio, pero desde siempre, la inquisición había estado investigando, haciéndole pruebas al pequeño de todo tipo. Nunca las cosas cambiarían para Helios, pero cuando este podía ya mantenerse sobre sus dos piernas y tener opinión propia, ya no fueron tan benevolentes con él. Comenzaron a torturarle sin saber que había hecho, comenzaron a infringirle daño mediante espigas ardientes sobre su espalda, causándole heridas, cicatrices de las que salían hemorragias. Helios no sabía que tenían esas personas en su contra, ninguno le respondía con palabras, tan solo con golpes y comida podrida.

Helios aguardó en su interior el odio, la ira y la paciencia durante tanto tiempo que le sirvió para obtener su liberación mediante el uso de sus oscuros poderes de la magia negra. No sabiendo nada del mundo exterior consiguió escaparse de donde le tenían preso no sin antes luchar con la única arma que tenía, su inteligencia, sus poderes, sus años de aguante frente a tantas torturas y delirios. Se hizo paso con la ayuda de monstruos que salieron de las profundidades de la tierra, degollando, destruyendo cada rincón, a cada guardia, a cada torturador.

No tiene nada excepto de muchas preguntas. Como pudo, llega a París sin nada en el bolsillo a excepto de unas monedas que le dieron tras pedir un poco de limosna en otro pueblo, pero París era enorme. No sabía leer ni escribir, apenas sabía hablar una palabra por lo que busco trabajo con tan solo 18 años de edad en el cementerio como enterrador. Justo para enterrar las evidencias de sus futuros planes de venganza.