AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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The allies [Privado]
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The allies [Privado]
Necesitaba aliados en su lucha para mantener la paz en el clan y en su familia. Los necesitaba de manera tan urgente que de hecho, había pedido contratar a un investigador, alguien que le llevaría información de algunas personas sobre las que escuchó a hablar, personas que le interesaba conocer un poco más a fondo antes de extenderles una amable invitación a la mansión Diermissen para un encuentro con él.
Jannick había mandado a investigar a muchos, menos claro a una mujer a la que quería conocer de manera casi inmediata y a quien extendió una amable invitación para encontrarse con él. En dicha invitación Jannick mencionaba lo que sabía de ella; sus habilidades de bruja y el rumor que corría sobre como uso dichas habilidades para quemar todo un pueblo y acabar con su gente, algo que Jannick creía podía usar contra sus enemigos. Diermissen no solo decía en su misiva lo que sabía de ella sino que también aseguraba tener una interesante propuesta para la mujer y por sobre todo, le ofrecía su apoyo incondicional si es que accedía a la cita. La carta recibió una respuesta sumamente veloz y en ella la mujer, conocida como Anke, aceptaba completamente visitar a Jannick en su mansión, así que tan pronto como les fue posible, acordaron la reunión, misma que el Diermissen aguardó durante varias semanas con ansias hasta que finalmente, el día llegaba.
El líder del clan Diermissen pidió a la servidumbre que arreglaran una habitación para su invitada, a las cocineras les pidió que preparasen más comida de la habitual y que tuviesen preparado té junto con galletas para cuando Anke arribara a la mansión. El hechicero no quería que existieran fallas en aquel primer encuentro que tendría con la hechicera, ese que marcaría el inicio de una poderosa alianza o les haría separar sus caminos nuevamente; lo que ambos brujos descubrirían del otro definiría su relación.
Con el desespero de quien aguarda la llegada, Jannick se retiro a los jardines, no sin antes ordenar que se le llamase en cuanto el carruaje de su invitada hubiera llegado al hogar del clan. Así pues, caminando de un lado a otro, perdido en pensamientos sobre lo que había que hacer con respecto a su esposa, Ulbrecht y el clan en general, Jannick dejó que el tiempo corriese.
Jannick había mandado a investigar a muchos, menos claro a una mujer a la que quería conocer de manera casi inmediata y a quien extendió una amable invitación para encontrarse con él. En dicha invitación Jannick mencionaba lo que sabía de ella; sus habilidades de bruja y el rumor que corría sobre como uso dichas habilidades para quemar todo un pueblo y acabar con su gente, algo que Jannick creía podía usar contra sus enemigos. Diermissen no solo decía en su misiva lo que sabía de ella sino que también aseguraba tener una interesante propuesta para la mujer y por sobre todo, le ofrecía su apoyo incondicional si es que accedía a la cita. La carta recibió una respuesta sumamente veloz y en ella la mujer, conocida como Anke, aceptaba completamente visitar a Jannick en su mansión, así que tan pronto como les fue posible, acordaron la reunión, misma que el Diermissen aguardó durante varias semanas con ansias hasta que finalmente, el día llegaba.
El líder del clan Diermissen pidió a la servidumbre que arreglaran una habitación para su invitada, a las cocineras les pidió que preparasen más comida de la habitual y que tuviesen preparado té junto con galletas para cuando Anke arribara a la mansión. El hechicero no quería que existieran fallas en aquel primer encuentro que tendría con la hechicera, ese que marcaría el inicio de una poderosa alianza o les haría separar sus caminos nuevamente; lo que ambos brujos descubrirían del otro definiría su relación.
Con el desespero de quien aguarda la llegada, Jannick se retiro a los jardines, no sin antes ordenar que se le llamase en cuanto el carruaje de su invitada hubiera llegado al hogar del clan. Así pues, caminando de un lado a otro, perdido en pensamientos sobre lo que había que hacer con respecto a su esposa, Ulbrecht y el clan en general, Jannick dejó que el tiempo corriese.
Jannick Diermissen- Hechicero Clase Alta
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Re: The allies [Privado]
Había sido un suplicio soportar aquel dolor, sola. Había sido una condena aquel evento fatídico, cuando recurrió a los dones del demonio para descargar su ira en contra de quienes le acusaban de ser su amante. Ahora cargaba con no solo la lápida de patricida sino de asesina de toda una aldea. Ni siquiera sus dones de hechicera podían curar el vacío que la partida de Michel representaba hoy en día en su vida. Había sido un golpe tras otro que le habían conllevado a una aparente locura cuando se pasaba noches enteras llorando o bebiendo. Una oscuridad se había cernido sobre ella y no tenía muchas opciones para poder salir de ese laberinto, o mejor dicho, no tenía las fuerzas para continuar. Únicamente su hija le esperaba en la capital francesa, de su otro vástago poco sabía, quizás había muerto, quizás se había enterado de la clase de madre, que en realidad era y había negado el regresar a su cobijo.
Con la mente hecha un torbellino, apenas pudo distinguir el apellido de quien firmaba la misiva. Tenía que levantarse de ese letargo, era ahora o nunca. Tomo un abrigo y una valija pequeña, con cosas esenciales para su viaje corto. Desconocía a su anfitrión pero no había mucho que deducir de lo expresado en la carta. Ella podría ser la nueva persona de confianza de aquel joven. Un viaje largo y tedioso le esperó las próximas horas, lo único que quería era sellar aquel pacto y poder tomar un breve descanso, no obstante cuando arribó a la estación de trenes, el cochero personal del joven a quien llevaría una nueva propuesta ya le estaba esperando, un par de minutos más, pues el segundo trayecto resultó convenientemente corto. Descendió del carromato y fue recibida por la servidumbre, Anke prefirió alcanzar al joven en los jardines, donde se le había expresado se encontraba.
La velada se presumía tranquila y un sutil aroma a jazmines le tomó por sorpresa, el claro que la luz argenta derramaba sobre el recuadro le proporcionó apenas detalles de su anfitrión. Un joven apuesto, no distaba mucho de tomar cierto parecido con su hijo mayor. Eso estrujó por unos segundos su corazón, pero retomó fuerzas de sus entrañas para mostrarse entera a pesar del cansancio y la zozobra.
–Buenas noches Monsieur Diermissen–
Dictaminó apenas audible. Se mantuvo de pie a unos metros de donde él se hallaba el aura ajena le mostraba un resentimiento y una oscuridad que pocas veces había tenido la oportunidad de encontrar.
–Anke Leuenberger. Espero esta imagen descuidada no sea un impedimento para que nuestro encuentro nos encauce hacia un buen inicio–
Suspiró y ofreció su mejor sonrisa, una línea cálida, tenue, propia de una madre.
Con la mente hecha un torbellino, apenas pudo distinguir el apellido de quien firmaba la misiva. Tenía que levantarse de ese letargo, era ahora o nunca. Tomo un abrigo y una valija pequeña, con cosas esenciales para su viaje corto. Desconocía a su anfitrión pero no había mucho que deducir de lo expresado en la carta. Ella podría ser la nueva persona de confianza de aquel joven. Un viaje largo y tedioso le esperó las próximas horas, lo único que quería era sellar aquel pacto y poder tomar un breve descanso, no obstante cuando arribó a la estación de trenes, el cochero personal del joven a quien llevaría una nueva propuesta ya le estaba esperando, un par de minutos más, pues el segundo trayecto resultó convenientemente corto. Descendió del carromato y fue recibida por la servidumbre, Anke prefirió alcanzar al joven en los jardines, donde se le había expresado se encontraba.
La velada se presumía tranquila y un sutil aroma a jazmines le tomó por sorpresa, el claro que la luz argenta derramaba sobre el recuadro le proporcionó apenas detalles de su anfitrión. Un joven apuesto, no distaba mucho de tomar cierto parecido con su hijo mayor. Eso estrujó por unos segundos su corazón, pero retomó fuerzas de sus entrañas para mostrarse entera a pesar del cansancio y la zozobra.
–Buenas noches Monsieur Diermissen–
Dictaminó apenas audible. Se mantuvo de pie a unos metros de donde él se hallaba el aura ajena le mostraba un resentimiento y una oscuridad que pocas veces había tenido la oportunidad de encontrar.
–Anke Leuenberger. Espero esta imagen descuidada no sea un impedimento para que nuestro encuentro nos encauce hacia un buen inicio–
Suspiró y ofreció su mejor sonrisa, una línea cálida, tenue, propia de una madre.
Última edición por Anke Leuenberger el Lun Nov 21, 2016 3:11 pm, editado 1 vez
Hyun Queneau- Condenado/Hechicero/Clase Alta
- Mensajes : 118
Fecha de inscripción : 22/09/2013
Re: The allies [Privado]
Las preocupaciones de Jannick sobre el clan, su esposa y su hermano, fueron capaces de apartar de su mente la desesperación por la llegada de su invitada. Diermissen de verdad que tenía muchas cosas de las cuales encargarse. Por un lado, Edvige se volvía más distante con él, concentrada en sus propias finalidades y en hacer la vida de Jannick un completo infierno. Su esposa se había vuelto en poco tiempo en una mujer incontrolable que eliminaba todo lo que consideraba un estorbo, sin importarle si eso perjudicaba al clan. Menos mal que los poderes del Diermissen aún eran capaces de contrarrestar los de su esposa, impidiendo así que su mujer diera con el paradero de su hermana y por ende, manteniéndolo a él seguro de sus oscuras intenciones ya que de otra manera, el líder del clan estaría para ese momento muerto. Por otro lado también debía lidiar con las tonterías de Ulbrecht, a quien de hecho ya tenía pensado casar a la fuerza con la mujer que era la madre de su hijo, todo antes de que las habladurías comenzaran o peor aún, de que su padre se enterase de que sus hijos estaban llevando deshonor a la familia.
Estaba sumergido en las ideas de cómo proceder con la boda de Ulbrecht y en encontrar la manera de mantener controlada a su querida esposa cuando una voz femenina que no conocía le llamó. El líder de los Diermissen se giró para encontrarse entonces con una mujer mayor que él, quien deducía era Anke. Una sonrisa apareció en los labios del hechicero, que se apresuro a acercarse a ella y saludarla de manera más apropiada.
– Buenas noches y bienvenida sea, lamento que haya tenido que venir hasta acá. Pedí que me llamaran cuando arribara pero al parecer olvidaron hacerlo – mencionó aquello sin saber que había sido ella la que pidió ir a su encuentro. Después de decir aquello no pudo pasar por alto la manera en que los ojos de la mujer recorrían su figura – Un aura muy oscura, ¿No cree? – Jannick no era idiota. Se conocía demasiado bien como para saber que su aura estaba completamente podrida y que probablemente era de las auras más oscuras que cualquiera pudiera contemplar – Se acostumbrara a ella, todos lo hacen en algún momento – y si Anke sería su alidada, más valía que se acostumbrase pronto pues en la mansión Diermissen, abundaban aquella clase de auras.
Con solo lanzar una mirada a Anke, Jannick supo que era exactamente lo que buscaba. La mujer presentaba un aura que danzaba con el bien y el mal, una que a diferencia de la de él llegaba a ser flexible. El hechicero de hecho estaba mucho más interesado en el aura de su invitada que en el aspecto físico que presentaba, por eso fue que no pudo ocultar la diversión que el comentario de Anke le provocaba.
– Le aseguro que no es ningún impedimento. Los mayores tesoros que podemos encontrar vienen generalmente en empaques inesperados Anke, eso es lo que yo veo en usted, un tesoro – dicho eso le ofreció el brazo – ¿Damos un paseo?.
Estaba sumergido en las ideas de cómo proceder con la boda de Ulbrecht y en encontrar la manera de mantener controlada a su querida esposa cuando una voz femenina que no conocía le llamó. El líder de los Diermissen se giró para encontrarse entonces con una mujer mayor que él, quien deducía era Anke. Una sonrisa apareció en los labios del hechicero, que se apresuro a acercarse a ella y saludarla de manera más apropiada.
– Buenas noches y bienvenida sea, lamento que haya tenido que venir hasta acá. Pedí que me llamaran cuando arribara pero al parecer olvidaron hacerlo – mencionó aquello sin saber que había sido ella la que pidió ir a su encuentro. Después de decir aquello no pudo pasar por alto la manera en que los ojos de la mujer recorrían su figura – Un aura muy oscura, ¿No cree? – Jannick no era idiota. Se conocía demasiado bien como para saber que su aura estaba completamente podrida y que probablemente era de las auras más oscuras que cualquiera pudiera contemplar – Se acostumbrara a ella, todos lo hacen en algún momento – y si Anke sería su alidada, más valía que se acostumbrase pronto pues en la mansión Diermissen, abundaban aquella clase de auras.
Con solo lanzar una mirada a Anke, Jannick supo que era exactamente lo que buscaba. La mujer presentaba un aura que danzaba con el bien y el mal, una que a diferencia de la de él llegaba a ser flexible. El hechicero de hecho estaba mucho más interesado en el aura de su invitada que en el aspecto físico que presentaba, por eso fue que no pudo ocultar la diversión que el comentario de Anke le provocaba.
– Le aseguro que no es ningún impedimento. Los mayores tesoros que podemos encontrar vienen generalmente en empaques inesperados Anke, eso es lo que yo veo en usted, un tesoro – dicho eso le ofreció el brazo – ¿Damos un paseo?.
Jannick Diermissen- Hechicero Clase Alta
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Re: The allies [Privado]
La primera impresión era demasiado importante para Anke, era por eso que con delicadeza pasó sus dedos por el cabello, acomodando los mechones que llegaran a escapar. Estaba ligeramente cansada pero no fue motivo para que sintiera un alivio al encontrar a su anfitrión en medio de ese jardín tan peculiar.
–Gracias por el recibimiento joven Diermissen, espero no se moleste, fui yo misma quien tuvo el atrevimiento de buscarle hasta acá, el mayordomo me indicó que se encontraba en este lugar–
Un pequeño remordimiento nubló su mente. Y es que al parecer, Anke no era la única que acostumbraba aislarse cuando sentía que el mundo se venía encima. Después de todo ¿Quién era ella para invadir la soledad del joven? Nadie. ¿Qué poseía para dar a cambio en ese encuentro? Nada. Salvo aquel renombre que se había construido sobre ella cuando muchos hablaban sobre el don maldito del fuego que arrasó con parte de su aldea. Fue casi imposible no notar ciertas similitudes en el halo que coronaba la testa del apuesto hechicero, fue como un tirón, un relámpago que estremeció sus sentidos. Él estaba en lo correcto, un aura demasiado lúgubre y siniestra para ser tan joven. Razones de peso debía tener para recurrir a una asesina como lo era ella.
–Oh por favor, no se juzgue de tal modo, después de todo nuestro pasado ha forjado la imagen que brindamos a otros hoy en día–
Dijo en un tono bajo, suave. Intentando brindar un poco de confianza a su ahora oyente.
–Ya lo creo– dijo sonriente, un poco más tranquila, pues si el mismo chico se refería de ese modo a su origen sobrenatural, ella no era la indicada para juzgarle.
Agradeció el hecho de que existiera un aire más ligero entre ambos, permitiendo que se acercara un poco más. Lo que escuchó en la voz ajena le desarmó por completo. Pensó que la ausencia de Dante, incluso la de su esposo Michael no pesaría demasiado y encontró extrañamente en el joven un remanso de calma.
–Cuanta cortesía de su parte joven Diermissen, agradezco el cumplido–
Susurró mientras respondía al ofrecimiento del hechicero.
–Será un placer–
El césped bajo sus pies dotaba de frescura el ambiente. Era otoño, pero la brisa fría empezaba ya a resoplar en los rincones de aquella mansión. La bóveda ligeramente encapotada dejaba ver apenas el tintineo incesante de algunas estrellas. Un aroma de melancolía se sobreponía por todo el lugar, la nostalgia y soledad que orillaba a personajes como aquellas figuras en hallar consuelo y compañía con los de su misma especie.
–Hace mucho tiempo que abandoné Alemania, si soy honesta con usted, confieso que desde mi partida no había hecho el intento siquiera de regresar–
Sus ojos se desviaron hacia el movimiento de las copas frondosas de un par de árboles, mismos que delineaban el perímetro los muros acanalados. Los pasos acompasados de aquellas figuras apenas podrían alertar a alguien más de su presencia.
–Debo agradecerle una vez más por la invitación, me ha hecho recordar la magia que este lugar posee, tenga por seguro que le retribuiré de la mejor manera a cada una de sus atenciones–
–Gracias por el recibimiento joven Diermissen, espero no se moleste, fui yo misma quien tuvo el atrevimiento de buscarle hasta acá, el mayordomo me indicó que se encontraba en este lugar–
Un pequeño remordimiento nubló su mente. Y es que al parecer, Anke no era la única que acostumbraba aislarse cuando sentía que el mundo se venía encima. Después de todo ¿Quién era ella para invadir la soledad del joven? Nadie. ¿Qué poseía para dar a cambio en ese encuentro? Nada. Salvo aquel renombre que se había construido sobre ella cuando muchos hablaban sobre el don maldito del fuego que arrasó con parte de su aldea. Fue casi imposible no notar ciertas similitudes en el halo que coronaba la testa del apuesto hechicero, fue como un tirón, un relámpago que estremeció sus sentidos. Él estaba en lo correcto, un aura demasiado lúgubre y siniestra para ser tan joven. Razones de peso debía tener para recurrir a una asesina como lo era ella.
–Oh por favor, no se juzgue de tal modo, después de todo nuestro pasado ha forjado la imagen que brindamos a otros hoy en día–
Dijo en un tono bajo, suave. Intentando brindar un poco de confianza a su ahora oyente.
–Ya lo creo– dijo sonriente, un poco más tranquila, pues si el mismo chico se refería de ese modo a su origen sobrenatural, ella no era la indicada para juzgarle.
Agradeció el hecho de que existiera un aire más ligero entre ambos, permitiendo que se acercara un poco más. Lo que escuchó en la voz ajena le desarmó por completo. Pensó que la ausencia de Dante, incluso la de su esposo Michael no pesaría demasiado y encontró extrañamente en el joven un remanso de calma.
–Cuanta cortesía de su parte joven Diermissen, agradezco el cumplido–
Susurró mientras respondía al ofrecimiento del hechicero.
–Será un placer–
El césped bajo sus pies dotaba de frescura el ambiente. Era otoño, pero la brisa fría empezaba ya a resoplar en los rincones de aquella mansión. La bóveda ligeramente encapotada dejaba ver apenas el tintineo incesante de algunas estrellas. Un aroma de melancolía se sobreponía por todo el lugar, la nostalgia y soledad que orillaba a personajes como aquellas figuras en hallar consuelo y compañía con los de su misma especie.
–Hace mucho tiempo que abandoné Alemania, si soy honesta con usted, confieso que desde mi partida no había hecho el intento siquiera de regresar–
Sus ojos se desviaron hacia el movimiento de las copas frondosas de un par de árboles, mismos que delineaban el perímetro los muros acanalados. Los pasos acompasados de aquellas figuras apenas podrían alertar a alguien más de su presencia.
–Debo agradecerle una vez más por la invitación, me ha hecho recordar la magia que este lugar posee, tenga por seguro que le retribuiré de la mejor manera a cada una de sus atenciones–
Hyun Queneau- Condenado/Hechicero/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 22/09/2013
Re: The allies [Privado]
– Si venir a encontrarme ha sido su deseo, entonces no existe inconveniente alguno – aseguró el hechicero, manteniendo la sonrisa en sus labios mientras que daba un paso más para acercarse a Anke – Solo que creí que mi servidumbre ignoraba mis indicaciones, eso ha sido todo – no tenía problema alguno si la mujer frente a él tomaba las decisiones, pero lo que si no podía permitir era que aquellos que estaban bajo el mandato de los Diermissen se sintiesen con la facultad de decidir que hacer y como hacerlo. Jannick sabía que mantener el poder del clan era esencial en aquellos tiempos que se volvían difíciles y para demostrar el poder, era necesario comenzar por su propio hogar, incluyendo a su hermano y a su esposa.
El aura de Anke danzó entre la luz y la oscuridad frente a los ojos de Jannick, quien fascinado observo aquel espectáculo.
– No se preocupe por mi – los ojos del hechicero volvieron a posarse sobre el rostro de su invitada – Para mi esta aura que poseo es lo que necesito – se observó la mano, viendo como la oscuridad de su aura emanaba de ella – A mis ojos esta oscuridad es hermosa y perfecta – tomó aire y al soltarlo sus ojos buscaron los ajenos – Más bien me preocupa lo que los demás ven. A muchos no les agrada, se sienten asfixiados por ella y les hace sentir mal pero espero con sinceridad que ese no sea el caso con usted – Jannick podía notar que la mujer frente a él si había sido ligeramente afectada por la oscuridad que lo rodeaba, por eso le decía aquello en un intento de tranquilizarla y de evitar que sintiera pesar por él, después de todo, él estaba acostumbrado a eso.
Con el brazo esperando porque Anke lo tomará, Jannick escuchó las palabras de agradecimiento de la hechicera, esas que eran innecesarias.
– No es un cumplido por cortesía, sepa que es lo que yo veo – respondió una vez que comenzaban a andar por el enorme jardín de la mansión Diermissen – Escuche mucho sobre usted Anke, pero ahora que la veo me doy cuenta de que es mucho más de lo que se dice – el heredero de los Diermissen veía en ella más que una asesina despiadada, veía una mujer capaz de estar en equilibrio y de hacer cualquier cosa, si es que obtenía el incentivo adecuado para hacerlo.
Observo a su alrededor. Él viajaba continuamente a muchos países, permaneciendo lejos de su hogar durante largas temporadas y aún así, no podía imaginarse una vida sin su amada patria. Fue por eso que saber que era el motivo que llevaba a Anke una vez más hasta su tierra, le lleno de satisfacción.
– No hay nada que agradecer. De hecho, confesare que el que aceptara venir y el tenerla aquí ya es retribución suficiente Anke, ahora más bien, soy yo el que espera poder ofrecerle algo que vuelva a Alemania una vez más su residencia permanente – tras esas palabras guardó silencio durante algunos minutos, todo para que cuando el sonido saliera una vez más de sus labios, fuera para formular en esa ocasión una pregunta – Yo he escuchado mucho de usted, ahora quisiera saber, ¿Qué sabe usted de mi? – porque para ser aliados no existía nada mejor que el conocimiento mutuo tanto de lo positivo como de lo negativo.
El aura de Anke danzó entre la luz y la oscuridad frente a los ojos de Jannick, quien fascinado observo aquel espectáculo.
– No se preocupe por mi – los ojos del hechicero volvieron a posarse sobre el rostro de su invitada – Para mi esta aura que poseo es lo que necesito – se observó la mano, viendo como la oscuridad de su aura emanaba de ella – A mis ojos esta oscuridad es hermosa y perfecta – tomó aire y al soltarlo sus ojos buscaron los ajenos – Más bien me preocupa lo que los demás ven. A muchos no les agrada, se sienten asfixiados por ella y les hace sentir mal pero espero con sinceridad que ese no sea el caso con usted – Jannick podía notar que la mujer frente a él si había sido ligeramente afectada por la oscuridad que lo rodeaba, por eso le decía aquello en un intento de tranquilizarla y de evitar que sintiera pesar por él, después de todo, él estaba acostumbrado a eso.
Con el brazo esperando porque Anke lo tomará, Jannick escuchó las palabras de agradecimiento de la hechicera, esas que eran innecesarias.
– No es un cumplido por cortesía, sepa que es lo que yo veo – respondió una vez que comenzaban a andar por el enorme jardín de la mansión Diermissen – Escuche mucho sobre usted Anke, pero ahora que la veo me doy cuenta de que es mucho más de lo que se dice – el heredero de los Diermissen veía en ella más que una asesina despiadada, veía una mujer capaz de estar en equilibrio y de hacer cualquier cosa, si es que obtenía el incentivo adecuado para hacerlo.
Observo a su alrededor. Él viajaba continuamente a muchos países, permaneciendo lejos de su hogar durante largas temporadas y aún así, no podía imaginarse una vida sin su amada patria. Fue por eso que saber que era el motivo que llevaba a Anke una vez más hasta su tierra, le lleno de satisfacción.
– No hay nada que agradecer. De hecho, confesare que el que aceptara venir y el tenerla aquí ya es retribución suficiente Anke, ahora más bien, soy yo el que espera poder ofrecerle algo que vuelva a Alemania una vez más su residencia permanente – tras esas palabras guardó silencio durante algunos minutos, todo para que cuando el sonido saliera una vez más de sus labios, fuera para formular en esa ocasión una pregunta – Yo he escuchado mucho de usted, ahora quisiera saber, ¿Qué sabe usted de mi? – porque para ser aliados no existía nada mejor que el conocimiento mutuo tanto de lo positivo como de lo negativo.
Jannick Diermissen- Hechicero Clase Alta
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Re: The allies [Privado]
La alemana observó con detenimiento los movimientos sutiles del joven quien lejos de sentirse reprimido por aquellas dádivas que ostentaban un gran poder, le permitían fluir con una seguridad apabullante. Sonrió con un dejo de nostalgia puesto que estaba casi segura su anfitrión poseía razones de peso para referirse a sí mismo de ese modo. Evitó brindarle un discurso de compasión ya que no lo necesitaba, el joven hechicero había hallado la forma de aceptar esa oscuridad como ella lo hizo en otrora época después de haber vendido a su alma al demonio mismo. De cierto modo compartían algo más que solo el sobrenombre de seres sobrenaturales y eso confortaba el alma de Anke. No sabía si aquello dicho por él resultaba un halago, después de todo a nadie le gustaba ser reconocido como un asesino. Trató de apartar esos pensamientos oscuros ahora que su caminata daba inicio del brazo de Jannick.
Permitió que el silencio le confortara y mientras el hechicero continuaba con su retórica, sintió la magnificencia de esa aura, una que difícilmente olvidaría. Por fortuna las habilidades de Anke eran una amalgama perfecta entre la luz y las tinieblas, de este modo no se vieron alterada del todo por el halo ajeno.
–Muchas gracias joven Diermissen, en verdad creo que aceptar su invitación fue una excelente idea, ahora tengo una buena razón para regresar pronto a esta tierra–
Brindó un semblante un poco más sereno ahora que de cierto modo compaginaba con su oyente.
El borde de su abultada indumentaria serpenteaba sobre el césped recién cortado y el aroma de la flora en el jardín extenso inundaba todo la atmosfera a su alrededor. Aspiró con delicadeza la fragancia, una mezcla dulce de tierra húmeda y muerte. Sin duda aquel lugar estaba lleno de terribles secretos y manifestaciones.
–Espero solo haya escuchado las cosas buenas–
Intentó bromear y una risilla sutil escapó de sus labios. Estaba de más decir que más que un aliado, Jannick estaba destinado a convertirse en un confidente y porque no un protegido.
Carraspeó un poco antes de explicar.
–A decir verdad es muy poca la información que tengo de usted joven Diermissen, acudir a su llamado fue una decisión voluntaria, sepa que no persigo un interés tal cual en esta visita–
Sonrió, apenas soslayándole.
–Pero, no necesito tener un conocimiento previo sobre el alcance de sus habilidades por lo poco que he visto entiendo que es un hombre de temer, su apellido resuena en los anales de aquellos que se han atravesado en su camino ¿O me equivoco?– se detuvo por unos instantes y ladeó su rostro para encontrar la mirada ajena.
–Con tan solo verlo, puedo darme cuenta también que la venganza es una encomienda eterna en tu andar, no necesitas mancharte las manos con sangre, no siempre es necesario–
Sin temor a equivocarse Anke paseó sus orbes sobre el semblante lúgubre. Quizás era cierto, él contaba una historia con antecedentes que nadie más conocía, pero ella podía ver más allá de eso, siempre había buscado conectar su mirada en lo impalpable, en aquello que era invisible ante los ojos de los demás.
Permitió que el silencio le confortara y mientras el hechicero continuaba con su retórica, sintió la magnificencia de esa aura, una que difícilmente olvidaría. Por fortuna las habilidades de Anke eran una amalgama perfecta entre la luz y las tinieblas, de este modo no se vieron alterada del todo por el halo ajeno.
–Muchas gracias joven Diermissen, en verdad creo que aceptar su invitación fue una excelente idea, ahora tengo una buena razón para regresar pronto a esta tierra–
Brindó un semblante un poco más sereno ahora que de cierto modo compaginaba con su oyente.
El borde de su abultada indumentaria serpenteaba sobre el césped recién cortado y el aroma de la flora en el jardín extenso inundaba todo la atmosfera a su alrededor. Aspiró con delicadeza la fragancia, una mezcla dulce de tierra húmeda y muerte. Sin duda aquel lugar estaba lleno de terribles secretos y manifestaciones.
–Espero solo haya escuchado las cosas buenas–
Intentó bromear y una risilla sutil escapó de sus labios. Estaba de más decir que más que un aliado, Jannick estaba destinado a convertirse en un confidente y porque no un protegido.
Carraspeó un poco antes de explicar.
–A decir verdad es muy poca la información que tengo de usted joven Diermissen, acudir a su llamado fue una decisión voluntaria, sepa que no persigo un interés tal cual en esta visita–
Sonrió, apenas soslayándole.
–Pero, no necesito tener un conocimiento previo sobre el alcance de sus habilidades por lo poco que he visto entiendo que es un hombre de temer, su apellido resuena en los anales de aquellos que se han atravesado en su camino ¿O me equivoco?– se detuvo por unos instantes y ladeó su rostro para encontrar la mirada ajena.
–Con tan solo verlo, puedo darme cuenta también que la venganza es una encomienda eterna en tu andar, no necesitas mancharte las manos con sangre, no siempre es necesario–
Sin temor a equivocarse Anke paseó sus orbes sobre el semblante lúgubre. Quizás era cierto, él contaba una historia con antecedentes que nadie más conocía, pero ella podía ver más allá de eso, siempre había buscado conectar su mirada en lo impalpable, en aquello que era invisible ante los ojos de los demás.
Hyun Queneau- Condenado/Hechicero/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 22/09/2013
Re: The allies [Privado]
Era complicado para la gente comprender la manera de pensar y vivir de Jannick. A ojos de la mayoría de las personas era un ser despiadado, alguien que actuaba solamente en busca de lo mejor para él y los suyos. Quizás si era un ser despiadado, pero no precisamente por lo que pensaban sino por estar tan ligado a los suyos que no tenía más opciones que actuar de la manera en que lo hacía.
La hechicera a su lado sujetaba de manera firme su brazo mientras andaban, como si no fuera afectada para nada el aura escura de Jannick y eso, alegró ligeramente al hechicero. El líder del clan Diermissen era consciente de que su aura agotaba a cualquiera que se hallase cerca demasiado tiempo, también podía llegar a deprimir o generar rabia; todo dependía de la persona pero nada de eso parecía afectar a su invitada.
– De verdad espero que podamos convertirnos en aliados, pero de no suceder, sepa que mi hogar estará a su disposición para cuando desee regresar o para el tiempo que decida quedarse – y hablaba de manera sincera. Al líder del clan no le parecía indicado no extender una invitación de ese tipo a alguien que asistía a su llamado aun a pesar de que podía no darle ganancia alguna.
Conforme avanzaban por el jardín la charla se tornaba mucho más personal y ante el comentario de su invitada, Jannick no pudo evitar sonreír.
– Le mentiría si dijera que solo he escuchado lo bueno además, sería un mal comienzo si basará mi charla con usted en mentiras, ¿no lo cree? – la miró de reojo – Nadie somos ángeles caídos del cielo. Todos tenemos nuestros pecados y es lo que nos hace especiales, al igual que lo hacen nuestras virtudes – porque no existía nunca, luz sin oscuridad.
Permitió que su invitada se explayara, escuchando atentamente lo que tenía para decir sobre él. Lo que decía la hechicera respecto a él no era errado. Jannick hacía lo que debía para mantener a los suyos y su apellido a salvo pero en el fondo, tal y como ella decía, su principal motivo era la venganza contra los mismos suyos, a quien algún día, cuando menos lo esperasen, pensaba destruir.
– Entonces no necesitaba escuchar las habladurías de mi – se rió – con lo que ha podido ver por su cuenta resulta más que suficiente – hizo una pausa antes de mirar a la mujer – Ahora, ¿Saber la clase de monstruo que soy le provoca desconfianza o temor? – no quería la lealtad de la hechicera por temor o desconfianza, la quería por lo contrario.
La hechicera a su lado sujetaba de manera firme su brazo mientras andaban, como si no fuera afectada para nada el aura escura de Jannick y eso, alegró ligeramente al hechicero. El líder del clan Diermissen era consciente de que su aura agotaba a cualquiera que se hallase cerca demasiado tiempo, también podía llegar a deprimir o generar rabia; todo dependía de la persona pero nada de eso parecía afectar a su invitada.
– De verdad espero que podamos convertirnos en aliados, pero de no suceder, sepa que mi hogar estará a su disposición para cuando desee regresar o para el tiempo que decida quedarse – y hablaba de manera sincera. Al líder del clan no le parecía indicado no extender una invitación de ese tipo a alguien que asistía a su llamado aun a pesar de que podía no darle ganancia alguna.
Conforme avanzaban por el jardín la charla se tornaba mucho más personal y ante el comentario de su invitada, Jannick no pudo evitar sonreír.
– Le mentiría si dijera que solo he escuchado lo bueno además, sería un mal comienzo si basará mi charla con usted en mentiras, ¿no lo cree? – la miró de reojo – Nadie somos ángeles caídos del cielo. Todos tenemos nuestros pecados y es lo que nos hace especiales, al igual que lo hacen nuestras virtudes – porque no existía nunca, luz sin oscuridad.
Permitió que su invitada se explayara, escuchando atentamente lo que tenía para decir sobre él. Lo que decía la hechicera respecto a él no era errado. Jannick hacía lo que debía para mantener a los suyos y su apellido a salvo pero en el fondo, tal y como ella decía, su principal motivo era la venganza contra los mismos suyos, a quien algún día, cuando menos lo esperasen, pensaba destruir.
– Entonces no necesitaba escuchar las habladurías de mi – se rió – con lo que ha podido ver por su cuenta resulta más que suficiente – hizo una pausa antes de mirar a la mujer – Ahora, ¿Saber la clase de monstruo que soy le provoca desconfianza o temor? – no quería la lealtad de la hechicera por temor o desconfianza, la quería por lo contrario.
Jannick Diermissen- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 23/06/2016
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Re: The allies [Privado]
Atenta a la retórica ajena, Lorraine se sintió confortada por las palabras que nacían en los labios del hechicero. Le resultaba casi imposible imaginar que aquel apuesto joven quien caminaba plácidamente de su brazo pudiera llevar a cuestas un peso tan culposo como lo era el de tantas muertes que habían sido otorgadas por sus manos. Esas manos llenas de máculas, así como las propias. Y sin embargo le creía. Creía de corazón en su invitación y en ese juramento silencioso que se había sellado entre ambos minutos atrás cuando sus miradas se cruzaron.
–Gracias –
¿Sería así el trato con Dante? ¿Seguiría conservando ese halo angelical que le arrancó un par de lágrimas cuando le vio entre sus brazos? Suspiró inevitablemente al saberse impotente ante el hecho de desconocer donde se encontraba ahora su vástago. Tan solo era un jovencito cuando le miró alejarse de su hogar, había jurado reencontrarse con él y era la única razón por la cual partió a Paris, alejándose de su tierra natal. No creyó que volvería, no había razones para hacerlo.
Al escuchar nuevamente la voz grave de su anfitrión reverberó en las acciones propias. ¿Ser ella el verdugo de su propio padre le hacía especial? Jannick estaba siendo demasiado amable con ella y sentía que no lo merecía, que no merecía un trato como tal, porque había una delgada línea entre el reconocimiento de alguna proeza y el temor que la mayoría le expresaba tan solo al encararle.
Extrañamente el aura ajena le pareció confortante, quizás porque en ese acto de catarsis que ambos iniciaban, parecían saber mucho uno del otro con tan solo mirarse.
–Incluso sabiendo que soy una asesina no ha rehusado a conocerme, agradezco de antemano que nuestro trato sea mediante el respeto y el reconocimiento y no por temor, aunque no estoy segura si ello sea algo positivo–
Suspiró.
–Las habladurías se las lleva el viento, son confesiones de extraños así que pensé que sería mucho mejor conocer al famoso hechicero Diermissen–
Rió en lo bajo y le miró directo a los ojos cuando él inquirió.
–Cómo bien se lo hice saber hace unos minutos, estoy a su disposición entera. De otro modo mi respuesta hubiese sido un rotundo no– Caviló antes de responder –Saber la clase de hombre que es usted joven Diermissen me provoca saber qué clase de horrores tuvo que haber sufrido para que ser orillado a tantos actos de violencia–
Quizás en esa respuesta estaba pisando terrenos privados, invadiendo la mente ajena, pero si había algo que Lorraine siempre profesaba era sinceridad. Se atrevió a pasar su diestra enguantada por la mejilla ajena, con una mirada de condescendencia, una mirada grave. La mirada que solo una madre sabe dirigir a un hijo cuando se le ve perdido, incluso cuando este sea culpable.
–Gracias –
¿Sería así el trato con Dante? ¿Seguiría conservando ese halo angelical que le arrancó un par de lágrimas cuando le vio entre sus brazos? Suspiró inevitablemente al saberse impotente ante el hecho de desconocer donde se encontraba ahora su vástago. Tan solo era un jovencito cuando le miró alejarse de su hogar, había jurado reencontrarse con él y era la única razón por la cual partió a Paris, alejándose de su tierra natal. No creyó que volvería, no había razones para hacerlo.
Al escuchar nuevamente la voz grave de su anfitrión reverberó en las acciones propias. ¿Ser ella el verdugo de su propio padre le hacía especial? Jannick estaba siendo demasiado amable con ella y sentía que no lo merecía, que no merecía un trato como tal, porque había una delgada línea entre el reconocimiento de alguna proeza y el temor que la mayoría le expresaba tan solo al encararle.
Extrañamente el aura ajena le pareció confortante, quizás porque en ese acto de catarsis que ambos iniciaban, parecían saber mucho uno del otro con tan solo mirarse.
–Incluso sabiendo que soy una asesina no ha rehusado a conocerme, agradezco de antemano que nuestro trato sea mediante el respeto y el reconocimiento y no por temor, aunque no estoy segura si ello sea algo positivo–
Suspiró.
–Las habladurías se las lleva el viento, son confesiones de extraños así que pensé que sería mucho mejor conocer al famoso hechicero Diermissen–
Rió en lo bajo y le miró directo a los ojos cuando él inquirió.
–Cómo bien se lo hice saber hace unos minutos, estoy a su disposición entera. De otro modo mi respuesta hubiese sido un rotundo no– Caviló antes de responder –Saber la clase de hombre que es usted joven Diermissen me provoca saber qué clase de horrores tuvo que haber sufrido para que ser orillado a tantos actos de violencia–
Quizás en esa respuesta estaba pisando terrenos privados, invadiendo la mente ajena, pero si había algo que Lorraine siempre profesaba era sinceridad. Se atrevió a pasar su diestra enguantada por la mejilla ajena, con una mirada de condescendencia, una mirada grave. La mirada que solo una madre sabe dirigir a un hijo cuando se le ve perdido, incluso cuando este sea culpable.
Hyun Queneau- Condenado/Hechicero/Clase Alta
- Mensajes : 118
Fecha de inscripción : 22/09/2013
Re: The allies [Privado]
Jannick no temía a Lorraine, más bien, la admiraba. Ella había acabado con sus propias manos a aquellos que le habían hecho la vida complicada, algo que desde hacía mucho tiempo el Diermissen deseaba hacer con los suyos. Cada vez que veía a su progenitor quería matarlo, hacer sufrir tal y como él le había hecho, sin embargo, a pesar de la oscuridad que radicaba en el corazón del hechicero, no era capaz de herir a los suyos de manera mortal. Jannick no era capaz de asesinar a su padre, tampoco a Ulbrecht y mucho menos a su esposa por quien hasta sentía cierto grado de afecto.
Pensando entonces en lo valiente que Lorraine había sido, suspiro. Necesitaba a aquella hechicera de su lado. Ella era, si decidía quedarse ahí, la única en quien el líder del clan Diermissen podría confiar, pues últimamente hasta su sombra amenazaba a su cordura y su prudencia al actuar.
– Le aseguró que yo he asesinado a más personas que usted – sonrió amable a Lorraine – y aún así, usted acepto venir a mi hogar para verme – le miró– ¿Consideraría justo que la juzgase yo si usted no lo hace conmigo? – una carcajada se le escapo cuando la mujer que andaba a su lado lo menciono como famoso – Ciertamente tengo una reputación terrible en varios lugares, pero no me sorprende. Me he ganado esa reputación a pulso, pero no parece ser suficiente aún – menciono recordando entonces los problemas políticos que azotaban a su tierra, esos en los que no podía concentrarse debidamente gracias a las imprudencias de todos los que le rodeaban.
Las ultimas palabras que salieron de los labios de la hechicera lo llevaron a mantenerse en silencio unos segundos.
–No sé su podría llamar a lo que he vivido horrores – hizo una pausa, pensando en como expresar su vida a una mujer aun desconocida – Bueno he sobrevivido y eso es lo importante – porque vivir simbolizaba disfrutar y él, nunca había disfrutado realmente de nada.
Cuando la mano de Lorraine acaricio su mejilla, Jannick suspiro. Hacía tantos años que no experimentaba una muestra de afecto como aquella, que simplemente se quedo en silencio, dejándose envolver por la calma generada por la hechicera y su maternal mirada.
Pensando entonces en lo valiente que Lorraine había sido, suspiro. Necesitaba a aquella hechicera de su lado. Ella era, si decidía quedarse ahí, la única en quien el líder del clan Diermissen podría confiar, pues últimamente hasta su sombra amenazaba a su cordura y su prudencia al actuar.
– Le aseguró que yo he asesinado a más personas que usted – sonrió amable a Lorraine – y aún así, usted acepto venir a mi hogar para verme – le miró– ¿Consideraría justo que la juzgase yo si usted no lo hace conmigo? – una carcajada se le escapo cuando la mujer que andaba a su lado lo menciono como famoso – Ciertamente tengo una reputación terrible en varios lugares, pero no me sorprende. Me he ganado esa reputación a pulso, pero no parece ser suficiente aún – menciono recordando entonces los problemas políticos que azotaban a su tierra, esos en los que no podía concentrarse debidamente gracias a las imprudencias de todos los que le rodeaban.
Las ultimas palabras que salieron de los labios de la hechicera lo llevaron a mantenerse en silencio unos segundos.
–No sé su podría llamar a lo que he vivido horrores – hizo una pausa, pensando en como expresar su vida a una mujer aun desconocida – Bueno he sobrevivido y eso es lo importante – porque vivir simbolizaba disfrutar y él, nunca había disfrutado realmente de nada.
Cuando la mano de Lorraine acaricio su mejilla, Jannick suspiro. Hacía tantos años que no experimentaba una muestra de afecto como aquella, que simplemente se quedo en silencio, dejándose envolver por la calma generada por la hechicera y su maternal mirada.
Jannick Diermissen- Hechicero Clase Alta
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