AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Meet your allies [Privado]
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Meet your allies [Privado]
Gustav aún no se acostumbraba del todo a su nueva posición social, le costaba trabajo aceptar que había dejado de ser un don nadie para pasar a ser un reconocido artista y ahora, no era solamente eso, sino que formaba parte de una de las familias más importantes de Italia y quizás del mundo. Ser un Médici no resultaba sencillo para el artista, quien se sentía fuera de lugar estando en reuniones sociales donde se hablaba de riqueza, alianzas y muchas otras cosas que él aun no podía entender. Si bien su mentor insistía en que su asistencia a las reuniones le volverían lentamente un experto, la verdad es que con cada día que pasaba él se sentía más y más confundido, siendo precisamente su terrible confusión respecto a todo, lo que le llevó a pedir a Gwyddyon que le diera clases especiales respecto a lo que necesitaba saber de cada reino, así como de las familias importantes de cada uno; además, pidió a su protector que le permitiera tener reuniones un tanto más privadas, ya que consideraba que con menos invitados sería más sencillo para él recordar información relevante.
Gwyddyon de Médici, aceptó la propuesta de Gustav con la condición de que debería asistir él solo a una reunión con el embajador de Corea y sus más allegados amigos. Su mentor le explico que aquel hombre era igual a él, un inmortal, alguien que al igual que Gwyddyon, manejaba y protegía a su familia desde las sombras. El embajador Goryeo, según lo que su mentor le dijo, había sido un importante emperador de su tierra y ahora, se dedicaba por completo a proteger a su Corea y a buscar lo mejor para ella; propósitos que no distaban mucho de los que poseían los Médici, quienes hacían todo cuanto estaba a su alcance para mantener la paz y la prosperidad en Italia. Considerando la reunión con aquel embajador como una prueba de fuego para él mismo, el artista acepto la condición de Gwyddyon. Después de aceptar los términos de su protector, Gustav pasó los siguientes tres días encerrado en un cuarto al lado de Audrey, quien se encargó de enseñarle todo lo necesario sobre las tradiciones coreanas, así como de explicarle acerca de los negocios que mantenían ellos con el embajador y comentarle además, de las otras personas que estarían en la reunión.
Después de pasar entonces tres días estudiando, Gustav se sentía completamente seguro de lo que haría en la residencia de los Goryeo; así que luciendo uno de los trajes elegidos especialmente por Audrey, a quien él ya consideraba su madrastra, el artista subió a un elegante carruaje que le llevaría hasta la mansión donde se desarrollaría aquella importante reunión.
Todo el camino al hogar del embajador, Gustav repaso una y otra vez mentalmente lo aprendido con Audrey y fue gracias a sus exagerados repasos, que el tiempo se le fue volando, pues antes de ser consciente, ya se encontraba a las afueras de la enorme residencia Goryeo. Con asombro observo que llegaba cerca de una hora antes de que el sol se ocultara, así que intuía que aún faltaría un rato para poder verse directamente con el embajador, aún así, no era temprano para presentarse con el resto de las personas viviendo en aquella mansión. Con lentitud, descendió del carruaje y se dirigió hasta la puerta de entrada, misma que era abierta por una joven de cabellos rubios y nariz respingada que se presentó como Thalie y quien pidió al Médici que la siguiera hasta una sala de estar, sitió donde debería él aguardar hasta que alguien de la familia Goryeo se hiciera presente.
Gwyddyon de Médici, aceptó la propuesta de Gustav con la condición de que debería asistir él solo a una reunión con el embajador de Corea y sus más allegados amigos. Su mentor le explico que aquel hombre era igual a él, un inmortal, alguien que al igual que Gwyddyon, manejaba y protegía a su familia desde las sombras. El embajador Goryeo, según lo que su mentor le dijo, había sido un importante emperador de su tierra y ahora, se dedicaba por completo a proteger a su Corea y a buscar lo mejor para ella; propósitos que no distaban mucho de los que poseían los Médici, quienes hacían todo cuanto estaba a su alcance para mantener la paz y la prosperidad en Italia. Considerando la reunión con aquel embajador como una prueba de fuego para él mismo, el artista acepto la condición de Gwyddyon. Después de aceptar los términos de su protector, Gustav pasó los siguientes tres días encerrado en un cuarto al lado de Audrey, quien se encargó de enseñarle todo lo necesario sobre las tradiciones coreanas, así como de explicarle acerca de los negocios que mantenían ellos con el embajador y comentarle además, de las otras personas que estarían en la reunión.
Después de pasar entonces tres días estudiando, Gustav se sentía completamente seguro de lo que haría en la residencia de los Goryeo; así que luciendo uno de los trajes elegidos especialmente por Audrey, a quien él ya consideraba su madrastra, el artista subió a un elegante carruaje que le llevaría hasta la mansión donde se desarrollaría aquella importante reunión.
Todo el camino al hogar del embajador, Gustav repaso una y otra vez mentalmente lo aprendido con Audrey y fue gracias a sus exagerados repasos, que el tiempo se le fue volando, pues antes de ser consciente, ya se encontraba a las afueras de la enorme residencia Goryeo. Con asombro observo que llegaba cerca de una hora antes de que el sol se ocultara, así que intuía que aún faltaría un rato para poder verse directamente con el embajador, aún así, no era temprano para presentarse con el resto de las personas viviendo en aquella mansión. Con lentitud, descendió del carruaje y se dirigió hasta la puerta de entrada, misma que era abierta por una joven de cabellos rubios y nariz respingada que se presentó como Thalie y quien pidió al Médici que la siguiera hasta una sala de estar, sitió donde debería él aguardar hasta que alguien de la familia Goryeo se hiciera presente.
Gustav De Médici- Humano Clase Alta
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Re: Meet your allies [Privado]
Muy temprano en la mañana, Ji Hyun, había dejado la embajada. Era común en la loba, hacer una caminata apenas el sol comenzaba a despuntar, en especial días antes de la noche de luna llena. Por culpa de su maldición, el carácter de Ji Hyun, en los días previos a esas noches, solía agriarse, convirtiéndose en una mujer mas irascible de lo común, por lo que solía intentar calmar su humor, caminando casi hasta la extenuación. Si por algún motivo eso no era suficiente, solía practicar por horas la danza de tambores o de espadas, y en el peor de los casos, terminaba pidiendo al hechicero y guardaespaldas de su tío, que le preparara alguna pócima con la cual dormir, pasando así sus noches de maldición, sumida en un sueño semejante a la muerte. Pero el día de hoy, su amigo y hechicero, se encontraba en una misión que le diera su tío, lo que había provocado que sus temores a cometer alguna locura en las noches cercanas a la noche de luna llena, estuvieran a flor de piel.
Dispuesta a ser paciente y buscar aplacar la ansiedad, se despertó en plena madrugada, practicó con las espadas la danza que interpretaría en el aniversario luctuoso del antiguo rey de Goryeo. Le parecía algo extraño el tener que celebrar un anivaersario de muerte, cuando aquel a quien se rendia tributo se encontraba allí, pues su tío el Embajador de Corea, no era otro que el cuarto emperador de Goryeo. Sonrió divertida, mientras se dedicaba a preparar los jarrones con flores que adornarían la sala de audiencias, pues aquella noche el embajador recibiría la visita de un importante miembro de una de las familias mas influyentes de Italia y por consiguiente de Europa. Ella no estaba invitada a dicha reunión, ya que se suponía sería de carácter diplomático, aunque había propuesto a su antepasado, que ella agasajaría al invitado, bailando la tan mentada danza de las espadas, ademas de encargarse de la cena que constaría de mas de nueve platos, entre ellos, el plato que fuera el mas apreciado por el cuarto emperador de Goryeo, el delicioso bibimbap, exclusivo platillo que se servía solo a los miembros de la realeza. Por supuesto que no sería el único, ademas de varios postres, se servirían bebidas típicas del reino, aunque no debería faltar el vino, ya que según ella había aprendido, éste era una de las bebidas mas degustadas en Italia, tierra natal del invitado de su tío.
Faltaban algunas horas antes de que se celebrara la cena en honor al diplomático italiano, y Ji Hyun, se encontraba en lena tarea de revisar que todo estuviera listo. Tras comprobar que los platos a servir se encontraban casi listos, que los postres y las bebidas ya se habían acomodado en un lugar apropiado parra la conservación de los mismos, decidió que era momento para prepararse. Tras media hora, ya se había vestido con el traje típico de su tierra natal, ademas de permitir que su doncella elaborara un complicado peinado, en el que se colocaban adornos de oro y plata, con gemas preciosas y semi preciosas. Se contempló en el espejo, y aunque estuvo conforme con el resultado, no se sentía cómoda, pues le hizo recordar sus años de Gisaeng, cuando ataviada de forma similar, tuvo que soportar el acoso de mas de un invitado de la corte del rey de Corea. Silenciosamente agradeció a su tío, por haberla salvado de aquel destino, si ésta noche, debía volver a ser una Gisaeng, solo lo haría para que el invitado conociera algunas de las mas bellas y peligrosas danzas del país.
Aun se encontraba en su habitación cuando le comunicaron que el invitado había llegado. Sorprendida se quejó, - ¿Como que ha llegado? aun faltan dos horas para la entrevista. el Embajador no se encuentra en la residencia - por supuesto que debía dar una excusa, ya que muchos de los empleados del lugar, no conocían la naturaleza sobrenatural del diplomático. Suspiró aun un poco irritada, pues era una mujer que gustaba de tener todo bajo control, mas pronto se dirigió al salón donde esperaba el invitado. La puerta del salón fue abierta por el mayordomo y la loba entró, elegantemente ataviada y con una adorable sonrisa en sus labios, era muy buena actriz y disimulaba a la perfección su enojo, - Buenas tardes señor De Médici -, saludó, haciendo una elegante reverencia a la usanza oriental.
Dispuesta a ser paciente y buscar aplacar la ansiedad, se despertó en plena madrugada, practicó con las espadas la danza que interpretaría en el aniversario luctuoso del antiguo rey de Goryeo. Le parecía algo extraño el tener que celebrar un anivaersario de muerte, cuando aquel a quien se rendia tributo se encontraba allí, pues su tío el Embajador de Corea, no era otro que el cuarto emperador de Goryeo. Sonrió divertida, mientras se dedicaba a preparar los jarrones con flores que adornarían la sala de audiencias, pues aquella noche el embajador recibiría la visita de un importante miembro de una de las familias mas influyentes de Italia y por consiguiente de Europa. Ella no estaba invitada a dicha reunión, ya que se suponía sería de carácter diplomático, aunque había propuesto a su antepasado, que ella agasajaría al invitado, bailando la tan mentada danza de las espadas, ademas de encargarse de la cena que constaría de mas de nueve platos, entre ellos, el plato que fuera el mas apreciado por el cuarto emperador de Goryeo, el delicioso bibimbap, exclusivo platillo que se servía solo a los miembros de la realeza. Por supuesto que no sería el único, ademas de varios postres, se servirían bebidas típicas del reino, aunque no debería faltar el vino, ya que según ella había aprendido, éste era una de las bebidas mas degustadas en Italia, tierra natal del invitado de su tío.
Faltaban algunas horas antes de que se celebrara la cena en honor al diplomático italiano, y Ji Hyun, se encontraba en lena tarea de revisar que todo estuviera listo. Tras comprobar que los platos a servir se encontraban casi listos, que los postres y las bebidas ya se habían acomodado en un lugar apropiado parra la conservación de los mismos, decidió que era momento para prepararse. Tras media hora, ya se había vestido con el traje típico de su tierra natal, ademas de permitir que su doncella elaborara un complicado peinado, en el que se colocaban adornos de oro y plata, con gemas preciosas y semi preciosas. Se contempló en el espejo, y aunque estuvo conforme con el resultado, no se sentía cómoda, pues le hizo recordar sus años de Gisaeng, cuando ataviada de forma similar, tuvo que soportar el acoso de mas de un invitado de la corte del rey de Corea. Silenciosamente agradeció a su tío, por haberla salvado de aquel destino, si ésta noche, debía volver a ser una Gisaeng, solo lo haría para que el invitado conociera algunas de las mas bellas y peligrosas danzas del país.
Aun se encontraba en su habitación cuando le comunicaron que el invitado había llegado. Sorprendida se quejó, - ¿Como que ha llegado? aun faltan dos horas para la entrevista. el Embajador no se encuentra en la residencia - por supuesto que debía dar una excusa, ya que muchos de los empleados del lugar, no conocían la naturaleza sobrenatural del diplomático. Suspiró aun un poco irritada, pues era una mujer que gustaba de tener todo bajo control, mas pronto se dirigió al salón donde esperaba el invitado. La puerta del salón fue abierta por el mayordomo y la loba entró, elegantemente ataviada y con una adorable sonrisa en sus labios, era muy buena actriz y disimulaba a la perfección su enojo, - Buenas tardes señor De Médici -, saludó, haciendo una elegante reverencia a la usanza oriental.
Lidie Bourget- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 24/10/2017
Re: Meet your allies [Privado]
Sentado en la sala de estar donde se le pedía aguardar por la llegada de alguien de la familia del embajador, Gustav se preguntaba, ¿Cómo era que había acabado haciendo mal en su primera salida importante?. Si bien lo único acontecido hasta el momento era que arribara demasiado temprano, sabía, por lo comentado por Gwyddyon y Audrey, que aquello podría ser interpretado como una falta de respeto, en especial dada la naturaleza del hombre con quien se encontraría, naturaleza que a él no le molestaba en lo absoluto después de todo, tanto su mentor como su esposa , formaban parte de aquello seres que únicamente tenían permitido caminar en la oscuridad.
Con molestia pero sobre todo con decepción, se presiono el puente de la nariz y cerro los ojos. Lo hecho, hecho estaba y ya no existía forma de retroceder el tiempo, así que ahora necesitaba pensar en la manera de excusar su arribo tan inoportunamente temprano a la mansión del embajador. Muchos otros adinerados quizás hubieran culpado a la servidumbre, al cochero o hasta a la misma ciudad, pero no Gustav, quien antes de convertirse en la cabeza de la familia Médici y en un renombrado artista, había sido un don nadie. Gustav se encontraba completamente consciente de que su llegada era completamente su culpa y pensaba en la manera de explicar eso apropiadamente cuando escucho la puerta de la sala abrirse y al mayordomo decir que la sobrina del embajador estaba ahí para atenderlo.
Gustav apenas se levantaba para recibir de manera apropiada a la joven cuando se quedó mudo. La mujer que ingresaba en la sala, ataviada con un traje típico coreano irradiaba una luz que nunca antes él hubiera visto en otra mujer aparte de Juliette. Los labios del Médici se entreabrieron entonces y sus ojos se mantuvieron fijos en el rostro femenino, así como en la elegante reverencia que ella ejercía.
– Buenas tardes – respondió tras hacer una reverencia como la que le enseñara Audrey, misma que hacía una vez se recuperaba de la sorpresa inicial de ser recibido por una muchacha tan bella. Después del saludo inicial, posó sus orbes sobre los ajenos y tras carraspear, se dispuso a dar la explicación que hubiera planeado antes de la llegada de la dama – Le pido la más sincera de las disculpas pues he llegado mucho antes de la hora prevista para la reunión, pero vera, creí que el viaje hasta la embajada sería más largo así que le pedí a mi cochero que saliéramos antes. Espero que mi llegada no importune los preparativos para la reunión – hablando de aquella manera se sentía como lo que ahora era, el heredero del legado Médici.
Con molestia pero sobre todo con decepción, se presiono el puente de la nariz y cerro los ojos. Lo hecho, hecho estaba y ya no existía forma de retroceder el tiempo, así que ahora necesitaba pensar en la manera de excusar su arribo tan inoportunamente temprano a la mansión del embajador. Muchos otros adinerados quizás hubieran culpado a la servidumbre, al cochero o hasta a la misma ciudad, pero no Gustav, quien antes de convertirse en la cabeza de la familia Médici y en un renombrado artista, había sido un don nadie. Gustav se encontraba completamente consciente de que su llegada era completamente su culpa y pensaba en la manera de explicar eso apropiadamente cuando escucho la puerta de la sala abrirse y al mayordomo decir que la sobrina del embajador estaba ahí para atenderlo.
Gustav apenas se levantaba para recibir de manera apropiada a la joven cuando se quedó mudo. La mujer que ingresaba en la sala, ataviada con un traje típico coreano irradiaba una luz que nunca antes él hubiera visto en otra mujer aparte de Juliette. Los labios del Médici se entreabrieron entonces y sus ojos se mantuvieron fijos en el rostro femenino, así como en la elegante reverencia que ella ejercía.
– Buenas tardes – respondió tras hacer una reverencia como la que le enseñara Audrey, misma que hacía una vez se recuperaba de la sorpresa inicial de ser recibido por una muchacha tan bella. Después del saludo inicial, posó sus orbes sobre los ajenos y tras carraspear, se dispuso a dar la explicación que hubiera planeado antes de la llegada de la dama – Le pido la más sincera de las disculpas pues he llegado mucho antes de la hora prevista para la reunión, pero vera, creí que el viaje hasta la embajada sería más largo así que le pedí a mi cochero que saliéramos antes. Espero que mi llegada no importune los preparativos para la reunión – hablando de aquella manera se sentía como lo que ahora era, el heredero del legado Médici.
Gustav De Médici- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 29/09/2016
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Re: Meet your allies [Privado]
Cuando de sus labios surgió el nombre del invitado, aún no le había visto. En realidad no le había conocido, ya que su tío no era muy propenso a dejarla salir del palacio, siempre prefería mantenerla en la residencia, porque al ser una loba, las posibilidades de que la maldición se liberara en mitad de una salida, eran altas. En verdad a Ji Hyun, no le molestaba, puesto que la residencia era como una versión mas pequeña de la ciudad prohibida y en ésta, la joven coreana era tratada como una princesa. Por lo que siempre esperaba que los invitados llegaran a ella y así presentarse y conocer nuevas amistades. Así había conocido a Thalie, una cambiante que era su mejor amiga, aunque aún no le hubiera revelado todo su pasado, sentía que en la gata podía confiar ciegamente. Pero Ji Hyun no era una mujer a la que le fuera muy fácil poder socializar, en especial con los hombres, ya que en sus años como Gisaeng, ella había tenido que sufrir muchas injusticias de parte de los hombres, lo que le hacía desconfiar de ellos, -piensa mal y acertaras - solía ser su lema al momento de conocer a un hombre, por lo que en su vida había muy pocas posibilidades de formar una familia, de entregar su corazón a un caballero.
La mirada del caballero la tomó por sorpresa, pues le contemplaba con una intensidad que no había sentido en otros, aunque no le desagradaba, era en verdad algo muy extraño para su vida. Aceptó el saludo del caballero, como también las explicaciones que le diera con respecto a su llegada. Ella sonrió levemente, asintió a lo dicho por el joven, - Es un placer conocerlo señor Medici, mi nombre es Ji Hyun - dijo, mientras volvía a inclinarse en señal de respeto, - por favor, tome asiento, si no le molesta le haré compañía hasta que el embajador se haga presente -, no reveló su parentesco con el funcionario, ni aclaró cual era su trabajo en la embajada. Pero el mayordomo volvió a abrir la puerta para dejar pasar a dos doncellas que traían un primoroso juego de té, junto con delicias típicas del país. Al quedar nuevamente solos, se dispuso a servir el té - si me permite, le serviré el té que el embajador gusta ofrecer a sus mas distinguidos visitantes. Es un té de Crisantemo, realizado con las flores de nuestros propios cultivos - aclaró, sonriendo orgullosa, pues era ella quien había traído las primeras plantas desde corea y cultivado con esmero. Sirvió en los pequeños pocillos de porcelana blanca, decoradas con estilizadas aves de color celeste, y embellecidas con detalles en oro. Como era la tradición sirvió el té, tomó la taza con las dos manos y se la ofreció, para luego tomar su propia taza y brindar, - Por vuestra vida y prosperidad - dijo antes de girar su cuerpo para un costado y beber, a la usanza coreana, ya que ella era una mujer y menor en edad que el caballero.
La mirada del caballero la tomó por sorpresa, pues le contemplaba con una intensidad que no había sentido en otros, aunque no le desagradaba, era en verdad algo muy extraño para su vida. Aceptó el saludo del caballero, como también las explicaciones que le diera con respecto a su llegada. Ella sonrió levemente, asintió a lo dicho por el joven, - Es un placer conocerlo señor Medici, mi nombre es Ji Hyun - dijo, mientras volvía a inclinarse en señal de respeto, - por favor, tome asiento, si no le molesta le haré compañía hasta que el embajador se haga presente -, no reveló su parentesco con el funcionario, ni aclaró cual era su trabajo en la embajada. Pero el mayordomo volvió a abrir la puerta para dejar pasar a dos doncellas que traían un primoroso juego de té, junto con delicias típicas del país. Al quedar nuevamente solos, se dispuso a servir el té - si me permite, le serviré el té que el embajador gusta ofrecer a sus mas distinguidos visitantes. Es un té de Crisantemo, realizado con las flores de nuestros propios cultivos - aclaró, sonriendo orgullosa, pues era ella quien había traído las primeras plantas desde corea y cultivado con esmero. Sirvió en los pequeños pocillos de porcelana blanca, decoradas con estilizadas aves de color celeste, y embellecidas con detalles en oro. Como era la tradición sirvió el té, tomó la taza con las dos manos y se la ofreció, para luego tomar su propia taza y brindar, - Por vuestra vida y prosperidad - dijo antes de girar su cuerpo para un costado y beber, a la usanza coreana, ya que ella era una mujer y menor en edad que el caballero.
Lidie Bourget- Licántropo Clase Alta
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Re: Meet your allies [Privado]
La sobrina del embajador era una muchacha sumamente bella, tanto que Gustav tuvo el impulso de buscar un papel y un pedazo de carbón para plasmar aquella belleza que irradiaba con un boceto rápido que pudiera llevarse él, para en su hogar, poder hacer un cuadro suyo; algo que en sus tiempos de don nadie había hecho más veces de las que podía contar, algo que Audrey le dijo que ya no necesitaba hacer más pues cualquier persona a la que le pidiera que posara para él acabaría aceptando, todo con la única finalidad de quedar plasmado para posteridad, sin embargo, el Médici sabía que con aquella dama era diferente. El mayordomo que la presentará dijo que era la sobrina del embajador y aquel hombre era alguien muy importante para los suyos, así que no podía simplemente pedir de manera casual a la dama que posara para él, no, para tener a la muchacha en una de sus pinturas, Gustav debería primero hablar con el embajador y eso sería solo cuando aquel hombre confiara en él.
Sus pensamientos acelerados se mantenían pues en el arte y en la manera en que podría captar la belleza de la joven. Tan enfocado de hecho estaba en eso, que no fue sino hasta que la desconcertada mirada de la muchacha se torno más suave y en sus labios apareció una sonrisa que él recordó que ella no era una obra de arte.
– Ji Hyun – susurró aquel nombre para después sonreír – Llámeme simplemente Gustav, aun no puedo considerarme como el señor Médici, ya que ese puesto lo ocupa actualmente alguien más – sus pensamientos fueron entonces no solo a Gwyddyon sino también a Audrey, y en la manera en que ambos le decían siempre que era la mejor opción para la familia. Le intrigaba al artista la manera en que ella se refería al embajador, como si no fuera alguien de su familia, siendo que el mayordomo ya había revelado el parentesco de ambos y aunque Gustav deseaba interrogarla sobre eso, decidió no hacerlo y guardar sus dudas respecto a la cultura coreana para sus protectores – Me sentiré sumamente halagado de que sea usted quien me haga compañía mientras aguardo – sonrió una vez estuvo sentado para después simplemente asentir al ofrecimiento de té por parte de Ji Hyun.
Con fascinación, Gustav observó como ella servía el té para después ofrecérselo. Su mirada se perdió entonces en la pequeña taza, que para él, representaba una verdadera obra de arte, tal y como las que realizaba con sus manos diariamente. Al beber el té, no pudo pasar por alto la manera en que ella lo hacía así como tampoco fue capaz de ignorar el delicioso sabor que quedará en su boca después de haber bebido.
– Esto es maravilloso – aseguró para centrar entonces sus ojos en los de Ji Hyun – Escuche de la cabeza de la familia que las tradiciones coreanas eran fascinantes, pero creo que ellos les falto expresar mucho más de ellas – él era pues un artista, podía sentir el equilibro en aquel lugar, la manera en que todo era creado con esmero y amor. Con cuidado observo los detalles en la taza de porcelana – Cuanta dedicación, cuanta perfección – de reojo, observó entonces a la dama y recordando donde estaba y con quien se encontraría ese día, dejó la taza – Perdone, mi amor por el arte y las cosas hermosas siempre termina por ganarme.
Sus pensamientos acelerados se mantenían pues en el arte y en la manera en que podría captar la belleza de la joven. Tan enfocado de hecho estaba en eso, que no fue sino hasta que la desconcertada mirada de la muchacha se torno más suave y en sus labios apareció una sonrisa que él recordó que ella no era una obra de arte.
– Ji Hyun – susurró aquel nombre para después sonreír – Llámeme simplemente Gustav, aun no puedo considerarme como el señor Médici, ya que ese puesto lo ocupa actualmente alguien más – sus pensamientos fueron entonces no solo a Gwyddyon sino también a Audrey, y en la manera en que ambos le decían siempre que era la mejor opción para la familia. Le intrigaba al artista la manera en que ella se refería al embajador, como si no fuera alguien de su familia, siendo que el mayordomo ya había revelado el parentesco de ambos y aunque Gustav deseaba interrogarla sobre eso, decidió no hacerlo y guardar sus dudas respecto a la cultura coreana para sus protectores – Me sentiré sumamente halagado de que sea usted quien me haga compañía mientras aguardo – sonrió una vez estuvo sentado para después simplemente asentir al ofrecimiento de té por parte de Ji Hyun.
Con fascinación, Gustav observó como ella servía el té para después ofrecérselo. Su mirada se perdió entonces en la pequeña taza, que para él, representaba una verdadera obra de arte, tal y como las que realizaba con sus manos diariamente. Al beber el té, no pudo pasar por alto la manera en que ella lo hacía así como tampoco fue capaz de ignorar el delicioso sabor que quedará en su boca después de haber bebido.
– Esto es maravilloso – aseguró para centrar entonces sus ojos en los de Ji Hyun – Escuche de la cabeza de la familia que las tradiciones coreanas eran fascinantes, pero creo que ellos les falto expresar mucho más de ellas – él era pues un artista, podía sentir el equilibro en aquel lugar, la manera en que todo era creado con esmero y amor. Con cuidado observo los detalles en la taza de porcelana – Cuanta dedicación, cuanta perfección – de reojo, observó entonces a la dama y recordando donde estaba y con quien se encontraría ese día, dejó la taza – Perdone, mi amor por el arte y las cosas hermosas siempre termina por ganarme.
Gustav De Médici- Humano Clase Alta
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Re: Meet your allies [Privado]
Luego de beber el té, depositó la pequeña taza en la bandeja, sobre la mesa. Sonrió ante las palabras del caballero, y con suma delicadeza, como si se tratase de una interpretación de ballet, elevó su su mirada, hasta la del caballero, - Son halagadoras sus palabras. Si, la cultura coreana tiene una gran dedicación en las artes. Aunque la vuestra no se queda atrás, no he tenido mucho tiempo de pasear por la ciudad, pero pude asistir a varias veladas del teatro y espectáculos de Ballet, junto con el embajador y debo confesar que he quedado fascinada - dijo, con total sinceridad, pero sin dejar de ser tan sofisticada con sus ademanes y sus maneras de hablar.
Bajó la mirada por un instante, mientras pedía disculpas si el francés no era muy fluido, - Aunque en Corea, he aprendido varios idiomas, no es lo mismo hablar con una persona que ha vivido toda su vida en ésta sociedad. En verdad hace unos pocos meses que me encuentro viviendo en París - menciono. Luego de una pequeña pausa, y de ofrecer nuevamente un poco mas de té, la joven Ji Hyun, llevó nuevamente su mirada a la ajena, - ¿Cual es el arte que mas le agrada? ¿desearía escuchar alguna pieza de música? - dijo señalando un piano de cola que existía en el gran salón, - en Corea, solía tocar el piano, aunque no es un instrumento muy frecuente, mas siempre me pareció sumamente hermoso -, aseguró, sonriendo complacida al recordar que disfrutaba tocando diferentes melodías que escuchaba en los conciertos, y que por tener una memoria prodigiosa y buen oído, a los pocos días de escucharla y practicar en el piano, lograba dominar la interpretación. Así lo había hecho, con algunas de las piezas mas reconocidas de Mozart, Beethoven, y de un nuevo músico llamado List.
Bajó la mirada por un instante, mientras pedía disculpas si el francés no era muy fluido, - Aunque en Corea, he aprendido varios idiomas, no es lo mismo hablar con una persona que ha vivido toda su vida en ésta sociedad. En verdad hace unos pocos meses que me encuentro viviendo en París - menciono. Luego de una pequeña pausa, y de ofrecer nuevamente un poco mas de té, la joven Ji Hyun, llevó nuevamente su mirada a la ajena, - ¿Cual es el arte que mas le agrada? ¿desearía escuchar alguna pieza de música? - dijo señalando un piano de cola que existía en el gran salón, - en Corea, solía tocar el piano, aunque no es un instrumento muy frecuente, mas siempre me pareció sumamente hermoso -, aseguró, sonriendo complacida al recordar que disfrutaba tocando diferentes melodías que escuchaba en los conciertos, y que por tener una memoria prodigiosa y buen oído, a los pocos días de escucharla y practicar en el piano, lograba dominar la interpretación. Así lo había hecho, con algunas de las piezas mas reconocidas de Mozart, Beethoven, y de un nuevo músico llamado List.
Lidie Bourget- Licántropo Clase Alta
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Re: Meet your allies [Privado]
El teatro, el ballet, las orquestas y la opera, espectáculos que solo los más adinerados podían contemplar, mientras que para los pobres, quedaban solamente los espectáculos callejeros, la naturaleza que los rodeaba y la vida de los otros; arte que solo unos cuantos eran capaces de percibir. Una sonrisa apareció en los labios de Gustav, que deseo tener la oportunidad de mostrarle no solo a la joven, sino a todos aquellos que pertenecían a la clase alta y vivían en cunas de oro, lo que verdaderamente era el arte, lo que verdaderamente valía la pena ser contemplado y amado.
– Ha asistido a presentaciones hermosas, eso es cierto. La primera vez que entre a un teatro – hizo una pausa – fue un sueño hecho realidad. Tantas personas juntas, sufriendo, amando, riendo gracias a la actuación de un ser humano y lo más hermoso no era la actuación en sí ya que era falsa, sino que lo más bello, el arte en aquel lugar, era que los espectadores estaban sintiendo de verdad – se detuvo entonces – perdone, una vez más he divagado y le he hablado de algo que quizás considere aburrido.
–¿Pocos meses? – preguntó no porque quisiera indagar más respecto a la vida de la sobrina del embajador, sino que preguntaba debido a que le parecía increíble lo que ella decía – De no haberme informado usted de ese hecho, la verdad es que no me habría percatado de que llevaba poco viviendo aquí y aunque yo lleve más tiempo, la realidad es que tampoco he vivido toda mi vida en esta sociedad – miró a los ojos de la Goryeo – Soy Sueco, pero he viajado por tantos lugares y aprendido del mundo durante los mismos que ya parece ser que soy de todos los países y a la vez de ninguno – eso aunque para el mundo se convertía en un hombre de suma importancia para una ciudad que no era la suya, Florencia.
Agradeció que la sobrina del embajador le ofreciera más té, ese que tomó con sumo agrado.
– Si usted desea complacerme con una pieza musical, será mi honor escucharla – aseguró antes de continuar para responder a lo que ella preguntaba – y con respecto a cual es mi arte favorito – respiro profundo – observar – sonrió – porque no sé si lo sabía, pero saber observar también es un arte y de los más hermosos que pueden existir en este mundo – de su amor por observar el mundo, es que había nacido quizás su habilidad para la pintura, pues en su afán de serle fiel a lo que su ojo contemplaba, Gustav había sido capaz de crear las más hermosas piezas de arte que ahora decoraban no solamente parte de la residencia Médici, sino las de algunos otros adinerados que deseaban presumir de ser grandes conocedores del buen arte.
– Ha asistido a presentaciones hermosas, eso es cierto. La primera vez que entre a un teatro – hizo una pausa – fue un sueño hecho realidad. Tantas personas juntas, sufriendo, amando, riendo gracias a la actuación de un ser humano y lo más hermoso no era la actuación en sí ya que era falsa, sino que lo más bello, el arte en aquel lugar, era que los espectadores estaban sintiendo de verdad – se detuvo entonces – perdone, una vez más he divagado y le he hablado de algo que quizás considere aburrido.
–¿Pocos meses? – preguntó no porque quisiera indagar más respecto a la vida de la sobrina del embajador, sino que preguntaba debido a que le parecía increíble lo que ella decía – De no haberme informado usted de ese hecho, la verdad es que no me habría percatado de que llevaba poco viviendo aquí y aunque yo lleve más tiempo, la realidad es que tampoco he vivido toda mi vida en esta sociedad – miró a los ojos de la Goryeo – Soy Sueco, pero he viajado por tantos lugares y aprendido del mundo durante los mismos que ya parece ser que soy de todos los países y a la vez de ninguno – eso aunque para el mundo se convertía en un hombre de suma importancia para una ciudad que no era la suya, Florencia.
Agradeció que la sobrina del embajador le ofreciera más té, ese que tomó con sumo agrado.
– Si usted desea complacerme con una pieza musical, será mi honor escucharla – aseguró antes de continuar para responder a lo que ella preguntaba – y con respecto a cual es mi arte favorito – respiro profundo – observar – sonrió – porque no sé si lo sabía, pero saber observar también es un arte y de los más hermosos que pueden existir en este mundo – de su amor por observar el mundo, es que había nacido quizás su habilidad para la pintura, pues en su afán de serle fiel a lo que su ojo contemplaba, Gustav había sido capaz de crear las más hermosas piezas de arte que ahora decoraban no solamente parte de la residencia Médici, sino las de algunos otros adinerados que deseaban presumir de ser grandes conocedores del buen arte.
Gustav De Médici- Humano Clase Alta
- Mensajes : 41
Fecha de inscripción : 29/09/2016
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Re: Meet your allies [Privado]
Ji Hyun, quedó sorprendida, aquel hombre, que poseía la mirada mas encantadora que había encontrado en todo París, era Sueco, pero su apellido de origen italiano, tuvo mucha curiosidad por preguntar como podía ser así, mas prefirió esperar otro momento para hacerlo, puesto que esperaba que las visitas a la embajada se repitieran. No era muy común que ella abandonara la residencia, solo lo hacía en compañía de Choi Min, o del mismo embajador, como si éste tuviera miedo de que algo malo llegara a pasar. Por lo que rogó que ésta no fuese la única visita.
- El teatro, he asistido, pero creo que aún no he disfrutado de alguna pieza que logre hacer que mis sentimientos estén a flor de piel - dijo, casi en un susurro, - tal vez sea que lo vivido, fue mucho mas doloroso y despiadado, de lo que puede mostrar un espectáculo como ese - caviló en voz alta, sin darse cuenta que el caballero se encontraba a su lado , mientras volvía a servir té. Sonrió cuando el señor Médici, le contestó que se sentía como si fuera un ciudadano del mundo, - si, muchas veces me he sentido así, mas... creo que cada ser, debe poder sentir como propia una tierra, ese pedazo de suelo que lo haga sentir en casa - suspiró, mientras recordaba como en su habitación, en un pequeño cofre, ella había traído desde Corea, un poco de tierra, como una forma de mantenerse cerca de su origen, de su pasado.
Su mirada buscó la ajena, - un arte muy particular, y creo, si me permite, muy humano, pero a la vez, que existe o debe existir, en todos los demás, ¿verdad? - sonrió y bajó suavemente la mirada, para volver a llevarla a los ojos del caballero, -usted es un caballero e verdad fascinante, le aseguro, que desearé su compañía, cada vez que venga a visitar a mi tío - rió de manera coqueta, para luego depositar el juego de te en la bandeja y prepararse para ejecutar la pieza que en su cabeza pensaba tocar.
Como el señor Médici había aceptado que ella tocara para él, se levantó del sillón, dirigiéndose al piano, se acomodó ceremoniosamente y levantó la tapa del piano. Sus largos y delicados dedos comenzaron a correr por las teclas de marfil, mientras de vez en vez, sus ojos buscaban el rostro del caballero. - cada vez que ejecuto ésta melodía, me pregunto si el compositor, demuestra el amor a una joven, o a esa tierra a la que añora... - hizo ese comentario, recordado como ella solía pensar en su tierra, esa a la que jamás podría volver.
- El teatro, he asistido, pero creo que aún no he disfrutado de alguna pieza que logre hacer que mis sentimientos estén a flor de piel - dijo, casi en un susurro, - tal vez sea que lo vivido, fue mucho mas doloroso y despiadado, de lo que puede mostrar un espectáculo como ese - caviló en voz alta, sin darse cuenta que el caballero se encontraba a su lado , mientras volvía a servir té. Sonrió cuando el señor Médici, le contestó que se sentía como si fuera un ciudadano del mundo, - si, muchas veces me he sentido así, mas... creo que cada ser, debe poder sentir como propia una tierra, ese pedazo de suelo que lo haga sentir en casa - suspiró, mientras recordaba como en su habitación, en un pequeño cofre, ella había traído desde Corea, un poco de tierra, como una forma de mantenerse cerca de su origen, de su pasado.
Su mirada buscó la ajena, - un arte muy particular, y creo, si me permite, muy humano, pero a la vez, que existe o debe existir, en todos los demás, ¿verdad? - sonrió y bajó suavemente la mirada, para volver a llevarla a los ojos del caballero, -usted es un caballero e verdad fascinante, le aseguro, que desearé su compañía, cada vez que venga a visitar a mi tío - rió de manera coqueta, para luego depositar el juego de te en la bandeja y prepararse para ejecutar la pieza que en su cabeza pensaba tocar.
Como el señor Médici había aceptado que ella tocara para él, se levantó del sillón, dirigiéndose al piano, se acomodó ceremoniosamente y levantó la tapa del piano. Sus largos y delicados dedos comenzaron a correr por las teclas de marfil, mientras de vez en vez, sus ojos buscaban el rostro del caballero. - cada vez que ejecuto ésta melodía, me pregunto si el compositor, demuestra el amor a una joven, o a esa tierra a la que añora... - hizo ese comentario, recordado como ella solía pensar en su tierra, esa a la que jamás podría volver.
Lidie Bourget- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 24/10/2017
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