Los misterios del bosque [Höor]

por **Rosalie B. Hanviton** Lun Oct 31, 2016 2:58 am

Estaba atardeciendo en la bella ciudad de Paris. Había sido un día ajetreado e intenso en la tienda de Rosalie, varias clientes encargando vestidos, unas menos pacientes que otras. Ahí es dónde entraba en encantador carisma de la joven morena. Lo querían para este fin de semana pero teniendo en cuenta la delicadeza y la complejidad de algunos de los diseños propuestos, no iba a ser posible. Fuera como fuese, Rosalie las convenció para que esperaran a la semana siguiente; las cosas hechas deprisa y corriendo nunca salían bien y era un riesgo que no estaba dispuesta a correr. Se había ganado una reputación y no iba a echarla a perder por las prisas de sus clientes. No sabían apreciar el tiempo que cada vestido llevaba, la delicadeza con la que había que manejar las telas, etc. Estaba acostumbrada a ello pero quería concienciar poco a poco a sus clientes. Menos mal que contaba con un equipo excelente de costureras, fieles y expertas en lo que hacían.

-Tengo que ir a hacer unos recados, ¿Madeleine, me hará el favor de cerrar hoy?-pregunta con suavidad a su mano derecha, mirándola con una dulce sonrisa mientras se ponía su elegante capa de seda negra por encima de su vestido rojo sangre tipo princesa, liso, insinuando las curvas de su cuerpo. -Por supuesto señorita Hanviton. Vaya tranquila. Mañana la veo señorita Hanviton.- La joven Rosalie agradece con una media sonrisa de agradecimiento, saliendo de la tienda de Haute Couture que la tiene tan orgullosa.

Poco a poco y con disimulo, acabó adentrándose en los bosques. Buscaba dos plantas bastante específicas: verbena y menta. No estaba segura si las encontraría, pero por mirar no perdía nada. Además, echaba de menos el bosque. La tranquilidad, la libertad, los suaves cantos de los pájaros, el viento meciendo su suave melena castaña... Camina con elegancia mientras su mirada inquisitiva busca las plantas añoradas. Esperaba que poder encontrarlas, sino no sabía dónde podría encontrarlas... Además tenía que cortarlas hoy, en Luna Creciente. Era algo que le enseñó su abuela, cada planta tenía su luna para ser cortada y estas dos en concreto era en luna creciente.

El atardecer era inminente y ella seguía buscando hasta que su mirada se iluminó al ver una planta con flores moradas y puntitos blancos. ¡Verbena! Se acerca con rapidez pero su capa se engancha con una rama. Chasquea la lengua, molesta, intentando deshacerse de aquello sin romper la capa. -Esto sólo me pasa a mí, y encima con mi capa preferida. ¡Qué mala suerte!-murmura la joven mientras su cabello castaño caía cual cascada por encima de su hombro derecho.

por **Höor Cannif** Lun Oct 31, 2016 6:43 am

Aquella mañana como de costumbre las paredes de la mansión Cavey se me caían encima y tras un copioso desayuno y un buen entrenamiento en el patio de armas decidí tomar a la yegua indomable, para dar un paseo por el bosque.
Poco a poco se estrechaba nuestra relación y aunque admito había ocasiones en las que se revelaba, empezábamos a cogernos el truco el uno al otro, me permitía montarla, eso si, sin silla, riendas o bocado.

Cuando el sol estaba en lo mas alto accedí a las caballerizas, monté sobre ella de un salto, enredé mis dedos a sus crines y azuzado por el diablo abandone la mansión Cavey a galope.
Destino, los bosques de París, esos mucho menos frondosos que los norteños, mas que de algún modo u otro eran la única parcela de París que me traía paz y tranquilidad.

El incesante galope poco a poco se trasformo en un suave trote, ese que nos permitía admirar la belleza de un paisaje cargado de flores. Amapolas rojas contrastaban con el verde prado. Arboles que dotaban de pequeñas sombras al arroyo que atravesaba aquel hermoso lugar idílico.
Desmonté de un salto para acercarme a beber de esas aguas cristalinas, seguido de la yegua, que al igual que yo estaba sedienta.

Me acuclillé alargando la mano hasta introducirla en le agua, cuando un ruido llamo mi atención así como tenso a la yegua, todavía poco acostumbrada al resto de mortales.
-Shhhh -susurré alzándome para acariciar su lomo y sosegara.
Caminé en dirección a aquel sonido que se perdía entre la maleza, parecía el de ramas crujiendo, posiblemente algún animal atrapado en la trampa de cualquier cazador furtivo.

Mas para mi sorpresa el animal tenia las dimensiones humanas, era una dama, que había quedado enganchada de la capa y luchaba sin mucho éxito por liberarse.
-Espera -musité acercándome hasta alcanzar el árbol y con suavidad tirar de la capa hasta que se desquebrajó ligeramente.
-Estas ropas no son adecuadas para los bosques señorita, son mas bien para pasear por París.

Sonreí de medio lado obserbandola, en su mano llevaba unas cuantas flores, seguramente la verbena era lo que la había hecho meterse en ese atolladero.
Me agache y sajé la planta para ofrecérsela poco después.
-¿Buscaba esto?

por **Rosalie B. Hanviton** Mar Nov 01, 2016 5:47 am

Quizás tenía que haberse cambiado antes, pasar por su humilde morada y ponerse algo más acorde para ese lugar. Las prisas habían podido con ella, la verdad es que se le había hecho mucho más tarde hoy. Había salido de la tienda más tarde de lo normal y eso había conllevado retraso en todo el resto, por ello había eliminado el paso de pasar por su casa. Quizás eso cause estragos en su vestido y capa pero estaba segura de que todo aquello tenía arreglo; después de todo era costurera y alguna forma encontraría de arreglar o transformar lo que llevaba si se rompía o tenía algún desperfecto.

Deja alguna de las flores en el suelo, intentando deshacerse de aquella insistente rama enganchada en su oscura capa. De repente alza su rostro, escrutando el horizonte. Ya estaba anocheciendo. Pero aquello no era lo que le inquietaba. Juraría que había oído unos ruidos en el bosque. No es que no fuera algo normal, después de todo era un bosque. Lo que le inquietaba era ese trote que había oído. Chasquea la lengua. Si algún cazador la veía... No quería encontrarse tampoco con lobos o colmillitos... Al menos no en aquel lugar tan solitario y de noche, sin ir armada.

Se pincha en su pálido pulgar con las prisas al escuchar pasos acercándose a ella -Vamos, vamos...- se dice a sí misma en un susurro, mirando hacía los pasos cuando descubre una figura humana apareciendo entre los arbustos. -Parece normal-se dice mentalmente, observando con sus fríos ojos azules al hombre que se acercaba a ella. Le sigue con la mirada, viendo como resquebrajaba su capa. -Gracias...-susurra con suavidad, agachándose para coger las flores que había dejado en el suelo mientras se colocaba la capucha de su capa por encima de su castaño cabello.

Sonríe tímidamente al escuchar lo de su ropa, asintiendo ligeramente. -Lo sé... Ha sido un cambio de planes inesperado-responde la joven con suavidad, viendo como le ofrecía la verbena. La acepta con una tímida sonrisa, rozando ligeramente la mano del hombre al cogerla, juntándola con el resto de flores que había recolectado previamente. -¿Qué hace por aquí-pregunta la joven con curiosidad, mirándole a los ojos con interés.

por **Höor Cannif** Mar Nov 01, 2016 11:34 am

La doncella sonrió con timidez al tomar de mi mano aquella pequeña flor de colores vivos.
Sus dedos rozaron mi piel al tiempo que sus ojos buscaban los míos con cierta ¿curiosidad?
Sonreí de medio lado tomando su mano para ayudarla a salir de entre el follaje del árbol bajo, que con mala suerte podría volver a enredar, no solo la capa si no la capucha que ahora había subido para cubrir su rostro y cabello.

-montar, mi señora -respondí con total sinceridad -Este paraje es digno de ser apreciado, así que a ambos nos gusta acudir a disfrutar de nuestra libertada.
Observé por debajo de la capucha como sus ojos me escudriñaban, como seguramente no entendiera que hablara de esa yegua casi como si se tratara de una doncella.

Sonreí de medio lado, soltando su mano cuando aposento por fin sus pies en tierra firme, sin ramas que pudieran intercederse en su paso.
-¿No le pasa madam que a veces necesita escapar del bullicio parisiense? Pues bien, digamos que este lugar es mi escape personal, mi trozo de norte particular.

Parecía una muchacha tímida, aunque si algo había aprendido en ese lugar es que nada ni nadie somos lo que parecemos.
-Debería ir con cuidado señorita...-hice una pausa, creo que con todo el ajetreo no nos habíamos presentado.
Tomé su mano como el protocolo indica y deposité en el dorso un casto beso
-Höor Cannif, madam -susurré contra su piel antes de recuperar mi pose erguida -le decía que vaya con cuidado ,el bosque no es lugar para una dama sin compañía.

En cierto modo mis palabras me resultaron divertidas, pues a decir verdad, París era un enjambre de avispas. Ningún lugar era adecuado para damas, su espíritu era machista y ellas floreros que pendían de brazos de hombres que las lucían del mismo modo que ellas los abanicos y los vestidos pomposos.
París, era un lugar lleno de contradicciones, el día cargado de fieles que golpeaban sus pechos ofreciendo buenas razones, y esos mismo hombres, por la noche frecuentaban los burdeles, enredándose en piernas que criticaban en la misa de las doce.

por **Rosalie B. Hanviton** Miér Nov 02, 2016 2:40 pm

Junta todas las flores, formando un bonito ramo morado con sutiles puntos blancos, esbozando una sonrisa inconsciente mientras sentía el aroma que desprendía aquel ramo. Toma la mano del hombre con confianza, saliendo de aquel lío de ramas en el que se le había ocurrido meterse para recoger aquella verbena. Estaba segura de que con lo que había cogido previamente tenía suficiente, pero al ser la recogida de aquella planta en luna creciente, debía aprovechar todo lo que pudiese.

Observa el cielo, viendo como la luna hacía ya acto de presencia con cierta timidez. Mira al hombre, asintiendo con sinceridad. La verdad es que era un paraje hermoso y solitario en el que poder estar con uno mismo tranquilamente. -La verdad es que es un lugar realmente maravilloso- confiesa la joven, mirándole mientras caminaba con atención de no tropezarse. Se suelta suavemente del hombre cuando ve el terreno algo más liso. -Gracias por su ayuda- agradece sincera.

-Rosalie Hanviton. Un placer- se presenta a su turno con una cortés inclinación, tras observar como éste le besaba el dorso de la mano como el protocolo mandaba. Sonríe divertida al escucharle, negando sutilmente con la cabeza. -A veces en estos lugares es donde mejor compañía se puede encontrar, ¿no cree señor Cannif?- pregunta con curiosidad, mirándole a los ojos con cierta intensidad, impulsada por la curiosidad insaciable de la joven.

La verdad es que teniendo en cuenta cómo era Paris y la gente que se podía encontrar en ella, aquel bosque le parecía mucho más puro que la sociedad en la que actualmente se encontraba. Quizás era demasiado para ella, demasiados prejuicios, demasiadas apariencias y palabras que luego se contradecían a la mínima de cambio. Era una sociedad hipócrita en la que le costaba encajar bastante a veces, si no fuera porque la gran parte del tiempo desde que llegó a Paris, se la pasaba en su mundo o perdiéndose por las calles de Paris o por sus lugares más recónditos, descubriendo maravillas ocultas que la mayoría de las personas pasaban por alto.

por **Höor Cannif** Jue Nov 03, 2016 7:35 am

Sonreí divertido frente a sus palabras y sus ojos vivos, esos que parecían era la primera vez que veía a un hombre y que me recorrían con cierta curiosidad.
-¿De donde habéis salido mi señora? -pregunté entre risas -Bonito nombre, muy apropiado sin duda para una dama que recolecta flores.

La luna pronto se cernería sobre nosotros, la verdad, es que seguir mi camino y dejar atrás a aquella mujer no me parecía nada caballeroso, entre otras porque no veía montura alguna.
-El bosque entraña grandes peligros mi señora, no debería apurar tanto en sus salidas, pues la noche no avisa en muchos casos y es fácil perderse entre el follaje espeso de estos arboles.
-Si lo desea, por esta noche puedo ser su guía y prometo llevarla a casa sana y salva -dije tras guiñarle un ojo de forma picara.

La yegua blanca se acercó a ambos, dando coces en el suelo, no le gustaba aquella mujer, era como si presintiera algo que yo no podía ver. O quizás simplemente no le gustaba verme con otra que no fuera la señorita Cavey.
-No está acostumbrada a la gente, es indómita y algo complicada, pero en eso reside su magia -dije acariciando sus largas crines blancas.

La dama parecía no entender que a diferencia de la mayoría de los corceles, no portara riendas, ni silla ni bocado, algo que para mi no era un problema pues del mismo modo montaba a mi espectro.
-Digamos que no le gusta que le prohíban ser libre, tenemos un trato, ella me permite montarla y yo,me gano su confianza cada día para poder hacerlo.

Sonreí de medio lado contemplando los ojos estupefactos de la dama.
-¿Y bien? Ha llegado hasta la parte mas profunda del bosque solo para tomar un ramo de flores?
Algo no me decía, a la entrada había un prado maravillosos, quizás la verbena no se encontrará entre sus flores, mas había otro tipo mucho mas bellas para la decoración ornamental que esta.

por **Rosalie B. Hanviton** Jue Nov 03, 2016 2:13 pm

Enarca una ceja interrogante pero no molesta al escuchar su pregunta. ¿De dónde había salido? Era una pregunta curiosa que, la verdad, es que no sabía ni cómo contestar. Nunca le habían hecho tal pregunta y le había pillado por sorpresa, sorpresa que se puede ver reflejada en su rostro ya que era como un libro abierto, para bien o para mal. ¿Por qué pregunta eso?-pregunta a su turno al hombre, mirándole con cierta intensidad. Ríe suavemente al oírle, encogiéndose de hombros. -La verdad es que la casualidad es muy oportuna en cuanto a actos y nombres-dice con diversión, dándole la razón al hombre.

Escucha con atención, sonriendo interiormente. No era la primera vez que estaba de noche en el bosque aunque no solía hacer habitualmente; la gente podría sospechar. Se sonroja ligeramente al ver su guiño pícaro, rubor que contrasta dulcemente con su piel color porcelana. -Es usted todo un caballero mi señor y aceptaré su propuesta con placer- confirma dedicándole una cálida sonrisa, fijándose luego en la yegua mientras le escuchaba, viendo como la yegua reaccionaba ante ella. Los animales sentían las cosas antes que los humanos; sin embargo, no sería ella la que revelara su naturaleza. -Es una yegua preciosa, ¿tiene nombre?-pregunta mientras se acerca ligeramente y con precaución a la yegua, tanteándola, mientras la miraba a los ojos con confianza y seguridad.

Mira sus flores para luego mirar al hombre, asintiendo con tranquilidad al hombre. -Sí, son buenas para hacer té y demás... Se me habían acabado y suelo cogerlas de la naturaleza. La verdad es que no me fije en la hora cuando salí al bosque...-reconoce como escusándose, mirando de soslayo al hombre. Esperaba que no sospechase nada porque la verdad es que no sabría que más decirle y eso de improvisar sobre la marcha no era lo suyo, al menos no en estos momentos. Estaba bastante espesa después del intenso día de trabajo que había tenido, tenía la cabeza bastante espesa y no era el mejor momento para que la bombardearan a preguntas.

por **Höor Cannif** Vie Nov 04, 2016 3:03 pm

La yegua no tenia nombre, al menos que yo conociera, mas eso me despertó una sonrisa picara que pronto le regalé a la dama.
-si lo tiene, no se ha presentado -bromeé antes de alzar la mirada al cielo. Parece que pronto arreciara una tormenta, las constelaciones están dejando de brillar, las nubes cubren las estrellas. Deberíamos irnos o nos pillará en medio del bosque la tormenta y necesitaremos refugio hasta que se disuelva.

Me acerqué a la dama hundiendo mis ojos en ella para tomarla por la cintura suavemente y subirla sobre el corcel, mas la yegua no parecía muy dispuesta a colaborar y tras un par de coces se alejo de los dos.
-Oh vamos -dije enarcando una ceja.
Sonreí de medio lado volviendo a clavar mi mirada parda sobre la ajena.
-Parece mi señora que nos queda un paseo hasta alcanzar la ciudad.

El viento había comenzado a soplar con mas intensidad, así que me despoje de la capa de piel de oso y se la coloque sobre sus hombros cuando esta comenzó a temblar.
-Esto os mantendrá caliente señorita Hanvinton

Comenzamos a andar por la inmensidad del bosque, cada vez con menos luz y la luna quedando medio cubierta por las nubes, el camino se hacia mas complicado.
Entre la profundidad del bosque era difícil orientarse, mas por suerte, la lluvia parecía estar aguantando el enviste y no descargando su furia sobre nosotros.
Alcé de nuevo la vista en busca de la constelación del guerrero, una de sus estrellas, la que mas brillaba en el firmamento indicaba la dirección a seguir, así que si estaba en lo correcto, el norte estaba allí y la ciudad de París, siguiendo el sendero.

El silencio reinaba en el bosque, mal asunto, ni una sola rapaz, el ulular de los buhos, nada, solo eso el viento acariciando las ramas.
Algo no iba bien, era obvio que ese silencio solo podía significar una cosa. Peligro.
Miré a la yegua, sus músculos estaban tensos, ella también lo percibía, depredadores, nos habíamos convertido en la presa de algunos de ellos.
-Señorita, no deseo asustarla, mas ha de obedecerme en todo lo que le diga ¿de acuerdo?

por **Rosalie B. Hanviton** Vie Nov 11, 2016 3:41 pm

No puede evitar reír divertida ante las palabras del hombre, provocando que unos graciosos hoyuelos se marquen en su fino rostro. -Bueno, ya se presentará un día de estos, a lo mejor es tímida- comenta la joven medio divertida. Sin embargo, enarca una ceja al mirar al hombre, mirando al cielo como él. ¿Qué pasaba? Estaba muy oscuro, demasiado oscuro... Las nubes cubrían el firmamento y harían que el camino fuera más complicado, sin lugar a duda.

Le pilla desprevenida el gesto del hombre, poniendo un gesto de sorpresa en su rostro, rodeando el cuello del hombre mientras sentía como la yegua no quería saber nada de ella. -No sé por qué me da que no le caigo demasiado bien- dice con cierto sarcasmo, viendo como la yegua se alejaba de ellos dando un par de coces por el camino. -No se preocupe mi señor, me gusta andar por estos lares-afirma la joven dedicándole una cálida y dulce sonrisa, intentando animarle en esos momentos.

Su cabello empieza a danzar al ritmo del aire. Aquello cada vez parecía ir a peor, a este paso les tocaría buscar un refugio en el bosque. El frío empezaba a apoderarse de su frágil cuerpo, sin poder evitar que un escalofrío recorriera su cuerpo de arriba a abajo hasta que siente un peso sobre sus hombros, algo que la calienta por dentro y la reconforta. -Muchas gracias mi señor. Si hay algo que pueda hacer por usted, no dude en decírmelo-le dice agradecida, mirándole a los ojos con simpatía. El hombre se estaba ganando su afección poco a poco.

Lo que la consolaba, y seguro que a su compañero también, es que aún no llovía. -Quizás deberíamos empezar a buscar un refugio.-dice casi al mismo tiempo que el hombre dice lo que dice. Ella también lo había sentido, es más, escudriñaba el bosque en busca de lo que pudiera estar escondido en la oscuridad. -Haré lo que diga-susurra la joven, confiando en el hombre mientras analizaba el paisaje, intentando encontrar algún lugar en el que escondernos y refugiarnos. No muy lejos había una pequeña gruta, la recordaba de alguno de sus paseos. -Al noreste hay un pequeño refugio.-informa la joven, mirando al hombre esperando a que dijera algo.

por **Höor Cannif** Mar Nov 15, 2016 6:39 am

La dama hablo de un refugio que conocía, sin duda, esa era la mejor opción para ella, así que me limite a hundir mis orbes en los ajenos para instigarla a correr.
-Ve, no te detengas, entra allí dentro y prende fuego.
Deslicé una de mis manos por el chaleco para lanzarle la yesca y el pedernal.
El fuego frente a la puerta evitara que entren animales, no mires atrás y espérame allí.

Desvié mis ojos al frente, los aullidos cada vez eran mas fuertes, las ramas se quebraban al tiempo que yo desenvainaba mi bastarda.
Recorrí con mi vista aquellos ojos ámbar que entre la espesura del bosque me miraban, atentos, lentos, rodeando a su presa como buenos depredadores que eran.
Cerré los ojos, para mi así era mas fácil, la oscuridad del bosque no me permitía verlos bien, era el momento de dejar a otro sentido actuar.
El oído, sin duda sus zancadas pisando las hojas secas las percibiría a la perfección.
Sonreí de medio lado al escuchar las primeras patas zigzaguear hacia mi.

Abrí los ojos justo cuando sentí el ultimo salto, llevando el acero de mi bastarda sobre su vientre lanzandolo del impacto a un lado.
Con la cabeza gacha mire al resto de sus congéneres, sabia que aquel acto implicaría al menos que retrocedieran para reorganizarse si no huir.
Era lo bueno de los animales salvajes, sabían cuando peligraba su vida y cuando lo que tenían en frente podía causarles graves daños.

Como imagine, los ojos fueron desapareciendo tal y como llegaron, mientras los aullidos cesaban, ahora dando paso al ulular de los búhos.
Caminé en dirección hacia el lugar donde la mujer había huido, esperaba que en este tiempo nada le hubiera pasado y encontrarla frente al fuego resguardada de todo peligro.

por **Rosalie B. Hanviton** Sáb Nov 26, 2016 6:23 am

No quería dejar sólo a Hoor en aquel bosque, menos sabiendo que había algo en la oscuridad acechándonos desde que el sol había desaparecido para dejar paso a la hermosa luna creciente que iluminaba levemente el bosque. -Por favor, no tardes en volver y si tienes algún problema, pega un grito- le dice la joven con preocupación, guardando el material que el hombre le da, dedicándole una última sonrisa antes de marcharse y emprender el camino hacia la pequeña gruta que se encontraba no muy lejos del punto en el que se encontraban actualmente.

Siente como los aullidos estaban cada vez más lejos a medida que se iba alejando del hombre; sin embargo, no podía evitar temer por la vida de aquel hombre que tan bien le había caído y que tan amable era. Se para un momento en un punto de su carrera, intentando localizar exactamente dónde estaba la gruta, escudriñando en la oscuridad hasta ver una pequeña gruta escondida entre algunos matorrales. Corre hacia el refugio, quitando algunos palitos y hojas de los matorrales, pero sin quitarlos todos ya que nos protegerían del aire y nos camuflarían algo de visita no deseada. Empieza a hacer el fuego, juntando algunas hojitas y empezando a hacer malabares con la yesca y el pedernal, consiguiendo tras un buen rato que una chispa prendiese aquellas hojitas secas que había seleccionado. Poco a poco, a medida que el fuego coge fuerza, añade las ramitas y se sienta cerca del fuego, tapándose cada vez más con el abrigo del hombre como si le sirviera de escudo al escuchar unas hojas crujiendo cerca de su refugio, intentando descubrir quien se aproximaba... Si era algún lobo, aquello sería una muy mala señal... Aunque o se acercaría demasiado al ver el fuego... Por favor, que no fuese ningún bicho....

por **Höor Cannif** Mar Nov 29, 2016 5:09 am

De un salto monte sobre mi espectro blanco siguiendo el rastro de la muchacha.
No había tardado demasiado en deshacerme de esas bestias, aunque la terca de mi yegua, decidió como de costumbre desobedecerme y permanecer en la escena poniendo en riesgo su vida.
Era demasiado parecida a su dueña, territorial, terca, peor creo que me gustaba justo por eso, por ser libre, salvaje e indómita.

En la boca de la cueva resplandecía un crepitante fuego, no tardé demasiado en recoger algo mas de leña que nos mantuviera no solo calientes si no, alejados del peligro de las alimañas.
Después entre junto a mi montura hasta el interior, asegurándome de que la dama se encontraba en perfectas condiciones.
-Tendremos que pasar aquí la noche señorita, mas estaremos a salvo, los animales temen el fuego, no tiene de que preocuparse.

Tome asiento en una de las húmedas paredes de la gruta, frente al fuego, que calentaba nuestros fríos cuerpos para mirarla con una sonrisa divertida.
-Creo que no vuelves a adentrarte en le bosque a por flores en tu vida – no pude evitar echarme a reír por la cara con la que me miraba.
Quizás para mi fuera normal lo de meterme en líos, algo que me pasaba con demasiada frecuencia, tendría que hacérmelo mirar, mas para ella, que parecía no haber roto un plato en su vida, esa experiencia debía ser cuanto menos aterradora.

Acaricié a la yegua que se acerco a mi, parecía nerviosa por el fuego, a fin de cuentas era un animal salvaje.
-Deberíais dormir un poco señorita, yo vigilaré que la hoguera siga ardiendo y no se apague, no es necesario que ambos estemos despiertos y parece cansada madam.
Mañana cuando el sol sustituya a la luna, las cosas se verán distintas y podrá regresar a su casa.

Mis piles aun sobre sus hombros le daban el cobijo necesario para que no temblara, la verdad es que pese al fuego ese otoño estaba siendo frió y la humedad del bosque calaba en los huesos.
-Que descanse.

por **Rosalie B. Hanviton** Mar Nov 29, 2016 6:12 am

Seguía esperando al joven, esperando que no le hubiese pasado nada. La verdad es que se había comportado como todo un caballero y se lo agradecería; sin embargo, se sentiría culpable si a aquel agradable joven le pasaba algo por culpa suya. Después de todo, se había quedado sólo frente a unas bestias salvajes...

Afortunadamente, las ramas crujían al paso de Höor, cosa que la dejó bastante más tranquila. Vio que vino con más leña y que, a pesar de todo, estaba sano y salvo y sin un solo rasguño. Ve como ambos, yegua y dueño, pasan a la gruta, dejándoles sitio para que se acomodaran. -No sabe lo que me alegra verle sano y salvo. Gracias por lo que ha hecho, de verdad-agradece con sinceridad, dedicándole una sincera sonrisa mientras veía como se acomodaba a su lado, asintiendo a lo que dice. -Además, tengo a mi caballero de brillante armadura protegiéndome-sonríe divertida, dedicándole una mirada bromista.

No puede evitar reír al oírle, asintiendo ligeramente. -Sí, en un tiempo largo no volveré a adentrarme-bromea mirándole, aunque sabía que eso no era cierto puesto que al bosque solía ir al menos una vez a la semana debido a su recolección de hierbas. -Debería descansar usted también, ha sido una tarde intensa-le aconseja, poniéndose al lado del hombre para compartir las pieles que le había dejado con él debido a que podía ver que tenía frío; el tiempo era frío y especialmente en aquel lugar en el que estaban. No era como estar en una casa entre cuatro paredes y con la chimenea calentando el hogar. Se acurruca con delicadeza al lado del hombre, esperando que no le molestara aquello. Más calor para los dos: las pieles del hombre y el calor de ambos cuerpos. -Descanse usted también.-le dice con calidez, cerrando suavemente los ojos para dormirse a la vera del hombre.

por **Höor Cannif** Lun Dic 05, 2016 8:08 am

La dama parecía agotada, sus palabras casi susurradas mientras buscaba refugio contra mi cuerpo me hicieron sonreír de medio lado, estaba claro que poco sabia del fuego, si me dormía, este se apagaría.
Uno de los dos debía permanecer despierto para avivarlo y del mismo modo echarle mas leños.
Supongo que era lo mas parecido a una relación, si cada día no la cuidas se va a la mierda.

Hundí mis ojos en el crepitante fuego, hoy no me apetecía demasiado pensar, ni dar vueltas a nada, pero lo malo de tener que permanecer despierto, es eso, que quieras o no tu cabeza decide que es lo mejor.
Tenia demasiado a lo que dale vueltas, la espada, el encuentro con la bruja, Skadi, Valeria, nombres que sonaban en mi cabeza uno tras otro entrelazados a su vez con otros nombres.

Permanecí en vilo una noche en la que no hubieron mas percances de los ya vividos, así que con los primeros rayos del alba me puse en pie ayudando a la dama que por suerte parecía haber descansado bastante mejor que yo.
Sonreí de medio lado mientras ella limpiaba la tierra de su precioso vestido.
-Espero que no haya ningún hombre al que tenga que darle explicaciones. De ser así gustoso le diré que tiene mi palabra de caballero de que ha sido toda una dama.

Sabia que en estos tiempos las cosas funcionaban así, las mujeres eran propiedad de los hombres en muchos casos, sobre todo si ya estaban prometidas o por ende casadas. Haber pasado la noche conmigo podría conllevar no solo habladurías si no problemas con su futuro esposo de tenerlo.

La yegua seguía en sus trece, no quería que la mujer la montara, era terca y posesiva, a veces me desesperaba, resoplé enarcando una ceja antes de encogerme de hombros mirando a la mujer.
-No hay manera, parece que tendremos que seguir andando hasta salir del bosque señorita.
Anduvimos unas cuantas horas hasta que la civilización volvió a nosotros, la bulliciosa ciudad empezaba a hacer acto de presencia una vez atravesamos las zonas mas alejadas.

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