Misterios [Privado]

“El miedo es un asesino que mata los sentimientos”

La tensión crecía con un tanto de expectación, cuando los gritos de las gitanas comenzaron a parecer el barullo de algo espantoso, de algo aterrante, las personas salían de sus carpas, de las carretas, corriendo de un lado a otro, donde las mujeres explicaban lo sucedido, donde el rostro tomaba la forma del miedo, de la tragedia y de más cosas. Las madres llevaban a los pequeño donde las solteras para que les cuidasen y no se acercaran en aquella zona en el fondo que daba en el campamento, no era muy tarde, inclusive eran alrededor de las dos de la tarde cuando las mujeres habían descubierto aquello.

A Yude le había tocado hacer vigilancia con los menores, dado que ella no era madre, estaría en cinta a estas alturas, de no ser por la violación en manos de uno de esos seres noctámbulos, sin embargo una pequeña morena reclamaba su atención, cuando ella miraba al horizonte donde se encontraban los sabios y las mujeres que solo estaba de chismosas como si hubiesen visto un espectáculo.

Empezaron a dividirse en grupos, unos tantos corrieron hacia las afueras, mientras ella cargaba a la chiquilla en sus brazos y acariciaba los cabellos de uno más pequeño, amaba a los niños, a las niñas, no tanto, tenia cierto rencor contra ellas, sonrió ante ellos cosa que no hacía muy a menudo.

Cuando escucho a algunas, que “la ayuda celestial estaba en camino” los orbes azules de la gitana se agrandaron y su sonrisa se borro por instantes, pero sacudió la cabeza, volviendo a su compostura, jugando con los chiquillos junto a las demás niñas, y es que en ese lugar ver a una rubia como ella, una gitana inexperta, casada con un brujo, con el rumor de que su madre, una mujer mulata había enloquecido de amor cuando conoció a un ruso al cual había asesinado, daba mala reputación a Yude.

Un rechazo total, pero ella siempre iba al campamento a buscar a su tía, la hermana mayor de su madre, quien nunca pudo tener hijos, pero crio a la gitanita rusa por lastima, así que las miradas a ella siempre eran de extrañeza, como si fuera alguien de clase alta que visitaba a la pobreza. Eso no importaba ahora.

Regordeta y con voz firme y gruesa, esa mano pesada y carnuda se poso en el hombro de Yude, haciéndole voltear desatendiendo al pequeño que le demandaba porque también le cargara, ella susurro unas palabras, por lo que tuvo que dejar a los niños en manos de otras jóvenes y en privado rodeado de los más grandes sabios, escucho repetidas veces “Lo siento mucho Yude, Lamentamos su perdida señora VanVollehoven”, era la tía de la gitana.

La madre que con lastima le enseño lo poco que sabía de esa cultura nómada, se abrió paso entre la gente, mirando la escena con terror, entre condolencias, era esa mujer de apariencia corpulenta y de piel mulata la que ya hacía muerta, nadie se imaginaria que eran familia, pero Yude era como su padre, una bella replica, observo la sangre correr.

Su respiración se aceleró y a su mente vinieron recuerdos de la noche en que fue violada en camposanto por un vampiro, al observar la sangre y verla muerta, también observo la muerte de ese bebe que esperaba con ansias. Cortada por la yugular, la mujer yacía sin vida en la carpa. Bajo la mirada y al momento de dar la vuelta para salir, las lágrimas se agolpaban en su mirada y ahí estaba un hombre de apariencia prolija con el cual la nariz de Yude golpeo en su pecho.