AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Queriendo Olvidar [Privado-Zorro](+18)
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Queriendo Olvidar [Privado-Zorro](+18)
Tras una breve disculpa para ausentarme del salón donde se celebraba la fiesta, disculpa que traté que sonase totalmente carente de sentimientos frente a ese hombre con el que llevaba conversando parte de la noche, me dirigí hacia la cocina con la excusa de ir a por más botellas de alcohol para reponer las vacías, aunque quedaban las suficientes sobre la mesa como para seguir bebiendo el resto de la noche. Necesitaba salir de allí, necesitaba alejarme de Agarwaen; había sido una idiota al pensar que entre nosotros podría surgir algo más que una simple atracción. Mira que me lo había dicho veces que no podía ni quería tener otro tipo de relación, y yo me había empecinado en que tal vez le hiciese cambiar de opinión.
Apoyé sendas manos sobre la encimera de la cocina, dejando el vaso de whisky que llevaba sin tocar durante toda la velada y que en esos momentos se me antojaba el mejor remedio para olvidar lo que había visto; para intentar olvidar lo que hasta ahora me unía a mi maestro y que se había evaporado con ese inesperado beso truncado. Agarwaen nunca me había engañado, siempre me había dicho que no albergaba la intención de tener una pareja estable, que su situación y su trabajo se lo impedía. Yo no era la mujer elegida, no podría ser dueña de su corazón, y aunque sabía que empezaba a sentir por él algo muy fuerte que no había sido capaz de describir, también sabía que jamás sería correspondida.
Con los ojos llorosos y una profunda presión en el pecho que me impedía respirar, tomé una de las botellas de vodka intactas que permanecían en la encimera de la cocina, y salí por la puerta trasera de ésta que daba al jardín, donde a escasos metros se levantaba un pequeño bosque de abedules dentro de la parcela donde me perdería aquella noche. Necesitaba olvidarle, necesitaba olvidar lo que sentía por él, ese sentimiento que me arrebataba la vida al no ser correspondida, ese por el que hubiese dado todo mi ser; y aunque hasta ahora no había probado una gota de alcohol en toda mi existencia, no encontraba mejor momento que aquel para empezar a hacerlo. Necesitaba ahogar mis penas, quería dejar de pensar, dejar de sentir, y no se me ocurría mejor modo.
Abrí la botella y le di un primer trago a aquel licor que me abrasó la garganta a su paso. Una mueca de desagrado se dibujó en mi rostro mientras seguía bebiendo con obsesión, esperando que el alcohol nublase mi mente y mis recuerdos, recorriendo paso a paso la distancia hasta ese bosque donde la oscuridad me envolvía, la misma oscuridad que embargaba mi alma y se apoderaba de mi mente. Apenas avancé unos metros por el bosque cuando tropecé con una raíz sobresaliente quedándome tendida en el suelo, con la botella todavía en la mano, y me eché a llorar. Lágrimas que resbalaban por mi mejilla no solo causadas por el golpe de la caída, sino por dolor que aprisionaba mi corazón y me impedía albergar esperanza alguna de poder volver a ser feliz si no era al lado de Agarwaen.
Un sonido cercano a ramas secas pisadas llamó mi atención, más fui incapaz de moverme de mi posición fetal, abrazando la botella y derramando esas lágrimas que había sido capaz de contener mientras había estado dentro de la casa. Tal vez fuese algún animal del bosque que curioso por mi presencia se acercaba, o un vampiro que quería convertirme en su cena. Poco me importaba ya lo que me pasase, solo quería llorar y olvidar. ¿Por qué no podía conocer a un hombre que me amase de verdad? ¿Estaría maldecida como mi madre a pasarme toda mi vida sola? Al menos ella pudo conocer a mi padre, se amaron y su amor perduró a pesar de la muerte de éste. ¿Sería yo capaz de amar a alguien y que me amase del mismo modo en el que se habían amado ellos?
Apoyé sendas manos sobre la encimera de la cocina, dejando el vaso de whisky que llevaba sin tocar durante toda la velada y que en esos momentos se me antojaba el mejor remedio para olvidar lo que había visto; para intentar olvidar lo que hasta ahora me unía a mi maestro y que se había evaporado con ese inesperado beso truncado. Agarwaen nunca me había engañado, siempre me había dicho que no albergaba la intención de tener una pareja estable, que su situación y su trabajo se lo impedía. Yo no era la mujer elegida, no podría ser dueña de su corazón, y aunque sabía que empezaba a sentir por él algo muy fuerte que no había sido capaz de describir, también sabía que jamás sería correspondida.
Con los ojos llorosos y una profunda presión en el pecho que me impedía respirar, tomé una de las botellas de vodka intactas que permanecían en la encimera de la cocina, y salí por la puerta trasera de ésta que daba al jardín, donde a escasos metros se levantaba un pequeño bosque de abedules dentro de la parcela donde me perdería aquella noche. Necesitaba olvidarle, necesitaba olvidar lo que sentía por él, ese sentimiento que me arrebataba la vida al no ser correspondida, ese por el que hubiese dado todo mi ser; y aunque hasta ahora no había probado una gota de alcohol en toda mi existencia, no encontraba mejor momento que aquel para empezar a hacerlo. Necesitaba ahogar mis penas, quería dejar de pensar, dejar de sentir, y no se me ocurría mejor modo.
Abrí la botella y le di un primer trago a aquel licor que me abrasó la garganta a su paso. Una mueca de desagrado se dibujó en mi rostro mientras seguía bebiendo con obsesión, esperando que el alcohol nublase mi mente y mis recuerdos, recorriendo paso a paso la distancia hasta ese bosque donde la oscuridad me envolvía, la misma oscuridad que embargaba mi alma y se apoderaba de mi mente. Apenas avancé unos metros por el bosque cuando tropecé con una raíz sobresaliente quedándome tendida en el suelo, con la botella todavía en la mano, y me eché a llorar. Lágrimas que resbalaban por mi mejilla no solo causadas por el golpe de la caída, sino por dolor que aprisionaba mi corazón y me impedía albergar esperanza alguna de poder volver a ser feliz si no era al lado de Agarwaen.
Un sonido cercano a ramas secas pisadas llamó mi atención, más fui incapaz de moverme de mi posición fetal, abrazando la botella y derramando esas lágrimas que había sido capaz de contener mientras había estado dentro de la casa. Tal vez fuese algún animal del bosque que curioso por mi presencia se acercaba, o un vampiro que quería convertirme en su cena. Poco me importaba ya lo que me pasase, solo quería llorar y olvidar. ¿Por qué no podía conocer a un hombre que me amase de verdad? ¿Estaría maldecida como mi madre a pasarme toda mi vida sola? Al menos ella pudo conocer a mi padre, se amaron y su amor perduró a pesar de la muerte de éste. ¿Sería yo capaz de amar a alguien y que me amase del mismo modo en el que se habían amado ellos?
Última edición por Kaia Andersen el Vie Dic 02, 2016 6:17 pm, editado 2 veces
Kaia Andersen- Cazador Clase Media
- Mensajes : 63
Fecha de inscripción : 30/07/2016
Localización : París
Re: Queriendo Olvidar [Privado-Zorro](+18)
Como un ente, pálida y sin vida kaia abandono esa sala. A estas alturas no era para nadie un secreto lo que ella sentía por mi príncipe, tampoco lo era que hoy Agarwaen pensaba en otra mujer, y que su ser se debatía entre demasiadas cosas.
El aura de este se apagaba y encendía, estaba confuso, y aunque todos teníamos el don de fingir, de no mostrar el dolor Agarwaen, sufría.
Caminé tras esa mujer de cabellos dorados tras despedirme de un par de invitados, no me costo demasiado seguir el rastro de la joven, primero hasta la cocina, donde había dado al parecer buena cuenta de una botella y luego hasta el jardín.
A paso lento seguí sus huellas, unas que se perdían entre unos matorrales, donde su llanto desconsolado hacia eco en al noche fría.
-Vaya, nunca había visto a una mujer haciendo el amor con una botella -dije con una sonrisa tratando de quitar hierro al asunto -si debes estar borracha, pues sin duda eso se hace con un hombre. Me presto voluntario.
Hice ademan de quitarme los pantalones para sustituir a al botella que aferraba entre sus brazos.
Al menos acaparé su atención, pues esta alzó la cabeza para con sus ojos húmedos y rojos centrarse en los míos.
Tomé asiento en el suelo y tome la botella para darle un buen trago, aquella noche las estrellas brillaban en el cielo, no había ni rastro de oscuridad mas allá de en su alma.
No Iba a darle lecciones de vida, mucho menos hablar del amor, pues como hablar sobre algo que no conocía.
No era maestro en nada, quizás si aprendiz en todo.
Un nuevo trago de la botella mientras la miraba.
-¿Quieres que echemos un polvo para sentirte mejor? -bromeé tendiéndole la botella.
Era una mujer preciosa, cualquier hombre hubiera perdido por ella la cabeza, y mi príncipe tenia la suerte de que ella lo amaba como una loca, se le notaba a la legua.
-Agarwaen es un hombre complicado Kaia, lo somos todos.
Trate de explicarle así, que ninguno de los cazadores de Grecia teníamos intención de quedarnos, ni de bodas, amoríos ni nada mas allá de un simple polvo.
El aura de este se apagaba y encendía, estaba confuso, y aunque todos teníamos el don de fingir, de no mostrar el dolor Agarwaen, sufría.
Caminé tras esa mujer de cabellos dorados tras despedirme de un par de invitados, no me costo demasiado seguir el rastro de la joven, primero hasta la cocina, donde había dado al parecer buena cuenta de una botella y luego hasta el jardín.
A paso lento seguí sus huellas, unas que se perdían entre unos matorrales, donde su llanto desconsolado hacia eco en al noche fría.
-Vaya, nunca había visto a una mujer haciendo el amor con una botella -dije con una sonrisa tratando de quitar hierro al asunto -si debes estar borracha, pues sin duda eso se hace con un hombre. Me presto voluntario.
Hice ademan de quitarme los pantalones para sustituir a al botella que aferraba entre sus brazos.
Al menos acaparé su atención, pues esta alzó la cabeza para con sus ojos húmedos y rojos centrarse en los míos.
Tomé asiento en el suelo y tome la botella para darle un buen trago, aquella noche las estrellas brillaban en el cielo, no había ni rastro de oscuridad mas allá de en su alma.
No Iba a darle lecciones de vida, mucho menos hablar del amor, pues como hablar sobre algo que no conocía.
No era maestro en nada, quizás si aprendiz en todo.
Un nuevo trago de la botella mientras la miraba.
-¿Quieres que echemos un polvo para sentirte mejor? -bromeé tendiéndole la botella.
Era una mujer preciosa, cualquier hombre hubiera perdido por ella la cabeza, y mi príncipe tenia la suerte de que ella lo amaba como una loca, se le notaba a la legua.
-Agarwaen es un hombre complicado Kaia, lo somos todos.
Trate de explicarle así, que ninguno de los cazadores de Grecia teníamos intención de quedarnos, ni de bodas, amoríos ni nada mas allá de un simple polvo.
Zorro- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 28
Fecha de inscripción : 25/08/2016
Localización : buscame
Re: Queriendo Olvidar [Privado-Zorro](+18)
Una voz conocida me sacó de ese estado de shock en el que me hallaba, todavía sollozando y tumbada en el suelo, incapaz de soltar la botella de vodka que esperaba que me ayudase a olvidar lo estúpida que había sido esperando que mi momento idílico con Agarwaen tuviese lugar. La voz de un hombre que había conocido esa misma noche, pero que se había molestado en seguirme hasta esa zona alejada del jardín preocupándose por mi estado, dando paso a su rostro iluminado por una preciosa luna creciente.
Miré a Zorro desconcertada cuando tras bromear con la razón por la cual estaba abrazando la botella hizo el amago de quitarse los pantalones, ¿no estaría hablando en serio, verdad? Una pícara sonrisa dibujada en sus labios consiguió que me relajase a pesar del ligero rubor que encendía mis mejillas, y que gracias a la oscuridad que nos envolvía pasaría desapercibido.
Cambié de postura, levantándome ligeramente para quedarme a su lado, que ahora también sentado sobre las hojas secas daba tiento a la botella que segundos antes estaba en mis manos. Agradecía su compañía, la sensación de no estar sola en ese bosque me reconfortaba, aunque tal vez hubiese sido la presencia de otro hombre la que hubiese deseado.
Negué con la cabeza recriminándome por mis pensamientos; había ido hasta allí para olvidar, bien fuese gracias al vodka o por la compañía de Zorro que se había molestado en buscarme y con el que compartía ahora la bebida.
-Gracias por no dejarme sola.- susurré tomando la botella que me tendía y disimulando el nerviosismo que me provocaban sus palabras que de nuevo parecían indicarme que aquel caballero buscaba en mí algo más que una simple conversación. Lo bien que me vendría ahora preguntarle a Menyara qué hacer en esa situación, aunque conociéndola, su respuesta conseguiría que mis mejillas ardiesen de vergüenza.- Siento si le he hecho perderse la fiesta de su príncipe, pero necesitaba respirar, y olvidar.- concluí alzando la botella, mostrando cual era mi plan a seguir para lograrlo, antes de darle un largo trago que erizó mi piel, más no sabía si era por la humedad de la noche, o por la sensación abrasadora que recorría mi garganta. ¿Cuánto tiempo tardaría en hacer efecto el alcohol? Cierto era que me sentía una tanto mareada, pero ¿cuánto tendría que beber para no acordarme de nada?
No quería que se sintiese incómodo hablando de mis sentimientos, no cuando trataba de dejar de sentirlos. Había abierto los ojos, quizás de una forma dolorosa, pero sin duda eficaz. Agarwaen me lo había advertido desde el principio, y yo como una necia había pensado que tal vez conmigo las cosas pudiesen ser diferentes; solo yo me había creado falsas ilusiones pensando que lo que nos unía era algo más que una fuerte y duradera amistad. Nada cambiaría eso, querría a ese hombre y le juraría lealtad como el resto de los cazadores, más a partir de ahora, tendría que hacerme a la idea, día a día, que solo ese tipo de camaradería era posible entre nosotros.
-Agarwaen jamás me mintió al respecto; fui yo la que confundí la relación que nos une como aprendiz y maestro y la llevó más allá de los límites de la amistad. Me habló de cómo es la vida de los cazadores, de los finales prematuros a los que estamos expuestos. También sé por Menyara que partiréis pronto, y que habrá una irremediable despedida. Imagino que todos tenemos al fin y al cabo unas vidas complicadas, ¿no? -di un nuevo trago a la botella y decidí dar el tema por zanjado; no quería hablar más de ello, e imaginaba que para él también sería complicado hablar sobre este tema. Le entregué el vodka, moviéndome unos centímetros hacia él, buscando el calor de su cuerpo.- ¿Y qué me decís de vos? ¿También sois cazador? Yo no llevo mucho tiempo en esto de la caza, de hecho más bien llevo poco, y fue su príncipe quien insistió en adiestrarme. Imagino que prediciendo que duraría poco si me lanzaba a la aventura sola. Más, si vois también sois cazador, tal vez en alguna ocasión podamos practicar juntos.
Desde luego que el vodka soltaba mi lengua y anulaba mi cordura. Pero ¿cómo estaba tan loca como para proponerle practicar juntos? Me mordí el labio inferior nerviosa por mis palabras; no quería que aquel hombre pensase que yo era una cualquiera que buscaba un relevo. No estaba bien, y tardaría en volver a estarlo, si es que lo conseguía. Busqué su mirada con la mía, que un poco borrosa me costaba enfocar.Lo cierto es que era un hombre atractivo y con un porte embriagador; eso, o que la bebida comenzaba a hacer mella en mí. Observé como sus labios se posaban en el filo de la botella donde momentos antes yo había puesto los míos, soltando un jadeo cuando extraños pensamientos comenzaron a agolpar mi mente, imaginando como sería sentir el roce de esos labios sobre los míos. ¿Estaría con alguien? Me puse una mano en la cara avergonzada por la línea que estaban tomando mis pensamientos; desde luego no sé si olvidaría, pero embriagarme lo estaba consiguiendo a pasos agigantados.
Miré a Zorro desconcertada cuando tras bromear con la razón por la cual estaba abrazando la botella hizo el amago de quitarse los pantalones, ¿no estaría hablando en serio, verdad? Una pícara sonrisa dibujada en sus labios consiguió que me relajase a pesar del ligero rubor que encendía mis mejillas, y que gracias a la oscuridad que nos envolvía pasaría desapercibido.
Cambié de postura, levantándome ligeramente para quedarme a su lado, que ahora también sentado sobre las hojas secas daba tiento a la botella que segundos antes estaba en mis manos. Agradecía su compañía, la sensación de no estar sola en ese bosque me reconfortaba, aunque tal vez hubiese sido la presencia de otro hombre la que hubiese deseado.
Negué con la cabeza recriminándome por mis pensamientos; había ido hasta allí para olvidar, bien fuese gracias al vodka o por la compañía de Zorro que se había molestado en buscarme y con el que compartía ahora la bebida.
-Gracias por no dejarme sola.- susurré tomando la botella que me tendía y disimulando el nerviosismo que me provocaban sus palabras que de nuevo parecían indicarme que aquel caballero buscaba en mí algo más que una simple conversación. Lo bien que me vendría ahora preguntarle a Menyara qué hacer en esa situación, aunque conociéndola, su respuesta conseguiría que mis mejillas ardiesen de vergüenza.- Siento si le he hecho perderse la fiesta de su príncipe, pero necesitaba respirar, y olvidar.- concluí alzando la botella, mostrando cual era mi plan a seguir para lograrlo, antes de darle un largo trago que erizó mi piel, más no sabía si era por la humedad de la noche, o por la sensación abrasadora que recorría mi garganta. ¿Cuánto tiempo tardaría en hacer efecto el alcohol? Cierto era que me sentía una tanto mareada, pero ¿cuánto tendría que beber para no acordarme de nada?
No quería que se sintiese incómodo hablando de mis sentimientos, no cuando trataba de dejar de sentirlos. Había abierto los ojos, quizás de una forma dolorosa, pero sin duda eficaz. Agarwaen me lo había advertido desde el principio, y yo como una necia había pensado que tal vez conmigo las cosas pudiesen ser diferentes; solo yo me había creado falsas ilusiones pensando que lo que nos unía era algo más que una fuerte y duradera amistad. Nada cambiaría eso, querría a ese hombre y le juraría lealtad como el resto de los cazadores, más a partir de ahora, tendría que hacerme a la idea, día a día, que solo ese tipo de camaradería era posible entre nosotros.
-Agarwaen jamás me mintió al respecto; fui yo la que confundí la relación que nos une como aprendiz y maestro y la llevó más allá de los límites de la amistad. Me habló de cómo es la vida de los cazadores, de los finales prematuros a los que estamos expuestos. También sé por Menyara que partiréis pronto, y que habrá una irremediable despedida. Imagino que todos tenemos al fin y al cabo unas vidas complicadas, ¿no? -di un nuevo trago a la botella y decidí dar el tema por zanjado; no quería hablar más de ello, e imaginaba que para él también sería complicado hablar sobre este tema. Le entregué el vodka, moviéndome unos centímetros hacia él, buscando el calor de su cuerpo.- ¿Y qué me decís de vos? ¿También sois cazador? Yo no llevo mucho tiempo en esto de la caza, de hecho más bien llevo poco, y fue su príncipe quien insistió en adiestrarme. Imagino que prediciendo que duraría poco si me lanzaba a la aventura sola. Más, si vois también sois cazador, tal vez en alguna ocasión podamos practicar juntos.
Desde luego que el vodka soltaba mi lengua y anulaba mi cordura. Pero ¿cómo estaba tan loca como para proponerle practicar juntos? Me mordí el labio inferior nerviosa por mis palabras; no quería que aquel hombre pensase que yo era una cualquiera que buscaba un relevo. No estaba bien, y tardaría en volver a estarlo, si es que lo conseguía. Busqué su mirada con la mía, que un poco borrosa me costaba enfocar.Lo cierto es que era un hombre atractivo y con un porte embriagador; eso, o que la bebida comenzaba a hacer mella en mí. Observé como sus labios se posaban en el filo de la botella donde momentos antes yo había puesto los míos, soltando un jadeo cuando extraños pensamientos comenzaron a agolpar mi mente, imaginando como sería sentir el roce de esos labios sobre los míos. ¿Estaría con alguien? Me puse una mano en la cara avergonzada por la línea que estaban tomando mis pensamientos; desde luego no sé si olvidaría, pero embriagarme lo estaba consiguiendo a pasos agigantados.
Kaia Andersen- Cazador Clase Media
- Mensajes : 63
Fecha de inscripción : 30/07/2016
Localización : París
Re: Queriendo Olvidar [Privado-Zorro](+18)
En silencio escuché todo aquello que Kaia necesitaba soltar, enamorada hasta las trancas de Agarwaen reconocía que el jamas la engaño. En cierto modo nunca lo hacíamos, ¿para que? Ofrecíamos lo que podíamos, quizás nunca fuimos completos, mas dábamos la mitad que poseíamos que en algunos casos si no en todos era mucho mas que el conjunto de otros hombres que prometían amor eterno y se fundían con putas cada noche.
Nuestra vida, era efímera, demasiado complicada para complicarnosla mas con ese sentimiento que mueve montañas y arrasa océanos.
Ninguno de los allí presentes podría ofrecerle un futuro solo el efímero momento de nuestra estancia en París y quizás al final surgiera o no algo mas.
Las damas necesitaban tenerlo todo seguro, atado y firmado, iba escrito a fuego en su adn, mas en el caso de los hombres siempre fuimos lamas errantes sin demasiado destino.
-Kaia si te sirve de consuelo y es todo cuanto diré de el. Si no se a acostado contigo es porque le importas, posiblemente porque ha visto en ti lo que veo yo. una niña con fe ciega ne el amor. nosotros no podemos ofrecer humo y de hacerlo al fina tu serias la que saldría lastimada y perdiendo.
Di un tiento a la botella mientras sentía como la dama se orillaba contra mi cuerpo. No estaba seguro si la decisión de tomarla tras acabar la botella era la mejor, si Agarwaen no lo hizo posiblemente seria porque su espíritu era demasiado frágil para perder al hombre que la tomara por primera vez.
Sonreí de medio lado deslizando mis dedos por su brazo.
-Podemos entrenar cuando quieras, se luchar, aunque no soy igual que Agarwaen un cazador.
Digamos que nuestro entrenamiento es menos férreo que el de ellos en ese aspecto.
Mas albergamos otras cualidades que unidas a las suyas nos convierten en armas casi imbatibles.
De nuevo lleve la botella a mis labios, mientras mis ojos dibujaban su rostro, era una mujer preciosa, mas no parecía una dama de un día, ni de una noche y yo no sabia cuantas noches poseía, por no contar que su corazón parecía tener dueño y aunque su corazón no lo quería, algo me decía que llegar a ella seria complicado.
Nuestra vida, era efímera, demasiado complicada para complicarnosla mas con ese sentimiento que mueve montañas y arrasa océanos.
Ninguno de los allí presentes podría ofrecerle un futuro solo el efímero momento de nuestra estancia en París y quizás al final surgiera o no algo mas.
Las damas necesitaban tenerlo todo seguro, atado y firmado, iba escrito a fuego en su adn, mas en el caso de los hombres siempre fuimos lamas errantes sin demasiado destino.
-Kaia si te sirve de consuelo y es todo cuanto diré de el. Si no se a acostado contigo es porque le importas, posiblemente porque ha visto en ti lo que veo yo. una niña con fe ciega ne el amor. nosotros no podemos ofrecer humo y de hacerlo al fina tu serias la que saldría lastimada y perdiendo.
Di un tiento a la botella mientras sentía como la dama se orillaba contra mi cuerpo. No estaba seguro si la decisión de tomarla tras acabar la botella era la mejor, si Agarwaen no lo hizo posiblemente seria porque su espíritu era demasiado frágil para perder al hombre que la tomara por primera vez.
Sonreí de medio lado deslizando mis dedos por su brazo.
-Podemos entrenar cuando quieras, se luchar, aunque no soy igual que Agarwaen un cazador.
Digamos que nuestro entrenamiento es menos férreo que el de ellos en ese aspecto.
Mas albergamos otras cualidades que unidas a las suyas nos convierten en armas casi imbatibles.
De nuevo lleve la botella a mis labios, mientras mis ojos dibujaban su rostro, era una mujer preciosa, mas no parecía una dama de un día, ni de una noche y yo no sabia cuantas noches poseía, por no contar que su corazón parecía tener dueño y aunque su corazón no lo quería, algo me decía que llegar a ella seria complicado.
Zorro- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 28
Fecha de inscripción : 25/08/2016
Localización : buscame
Re: Queriendo Olvidar [Privado-Zorro](+18)
Agradecí con el corazón que Zorro fuese capaz de escuchar cada una de mis palabras sin hacer un solo gesto de desaprobación; imaginaba que para un hombre hablar de un tema tan íntimo con una dama a la que apenas conocía no era tarea sencilla, y aún así, estaba dispuesto no solo a escucharme, sino también a reconfortarme con sus palabras. O eso es lo que intentaba, pues hubo una parte en estas que consiguió turbarme. Le ofrecí la botella que de nuevo descansaba en mis manos mientras le escuchaba, y tomé mi turno de palabra un tanto confundida.
-No quiero que se sienta ofendido por lo que voy a decirle, pero tengo que comunicarle que tanto vos como Agarwaen se equivocan.- apunté tratando de enfocar mis ojos en la mirada de aquel apuesto hombre que parecía moverse de un lado a otro ¿o era yo la que se movía? Total, que importaba.- No soy una figurita de porcelana que se pueda romper si la tocas. Cierto que jamás he yacido con un hombre..- maldición, ¿había dicho eso en voz alta? Cerré los ojos durante unos segundos deseando que no lo hubiese entendido. En momentos así recordaba porqué no bebía nunca; y tras abrirlos de nuevo ruborizada por mi confesión continué como buenamente pude. -…quiero decir, que puede que sea notable mi inexperiencia en algunos asuntos cotidianos, que parece que soy ingenua en algunos temas, más también le puedo asegurar que he caído de muros más altos que este y me he vuelto a levantar.- hice una pausa tratando de ordenar mis palabras, pues yo misma me estaba perdiendo en un hilo conductor de ideas que parecía enredarse una y otra vez.- Mi madre, la única familia que he tenido, murió hace poco. Fue muy difícil para mí superar su pérdida, pero lo hice, o al menos conseguí seguir adelante. La pérdida de las personas a las que amamos, sea de una forma u de otra, hace que una parte de nuestra alma se vaya con ellas tras su marcha. Una parte de nuestro corazón se queda vacía, aunque en realidad lo que sucede es que esa parte guarda el recuerdo de esa persona que logró llegar hasta él. ¿Acaso vos preferís no sentir nada por miedo a que os hagan daño? Porque yo prefiero mil veces caer y levantarme aunque me duela, que no sentir jamás. No sé que es el amor, creo que no lo he llegado a sentir nunca, o tal vez sí. Pero si debo amar para luego sufrir, lo prefiero así, pues habré disfrutado de cada segundo que me regale el destino con la persona amada. - Clavé mis ojos en los suyos, o al menos lo intenté. Rostros que estaban demasiado juntos, o que a mí me lo parecía.- Sé que Agarwaen me tiene cariño, que le importo; de la misma forma que él me importa a mí. Y también entiendo que para no hacernos más daño del necesario, ésto termina aquí. No se preocupe por mi desazón, terminará siendo ese trocito de alma que se llevará de regreso a casa cuando os marchéis.
Cogí de nuevo la botella de vodka de la que él había dado buen tiento, ¿cómo era capaz de beber de esa forma y conseguir decir cosas con sentido? A mí me costaba hilvanar las ideas, y ya ni que decir de articular las palabras. Y allí estaba él, atento a mis gestos; pasando sus cálidos dedos por mi brazo congelado, dibujando en su rostro esa cautivadora sonrisa que de cerca era más embriagadora que al principio. Tendría que haber cogido una manta para acurrucarnos los dos bajo ésta antes de salir al jardín; aunque claro, tampoco es que antes de salir huyendo de la casa estuviese para pensar en la climatología de la ciudad.
-Pues podíamos empezar a entrenar mañana cuando recuperemos la conciencia.- añadí predispuesta a enseñarle que no era tan frágil como pensaba.- Vuestro príncipe me ha enseñado a manejar la katana que llevo en…- eché la mano hacía mi espalda, buscando a tientas la empuñadura de ésta que no encontraba por ninguna parte. Giré mi cuerpo hacia un lado, rozando el rostro de Zorro al buscar detrás de donde estábamos sentados mi arma, después de lo cual volví mi vista hacia él, y lo miré confundida.-… creo que la dejé en mi habitación antes de bajar a la fiesta. Ya os la enseñaré. - y esto era una suposición, porque empezaba a no acordarme de algunas cosas; perfecto, el vodka empezaba a hacer su función. Me encogí de hombros, dándole otro tiento a la botella antes de devolvérsela.- Cuando habláis de cualidades, ¿a qué os referís? ¿Sois escudero o algo así?- esta parte de su explicación no la había entendido muy bien, pues lo cierto es que todos parecían cazadores.- Prometo que si practicamos juntos no seré muy dura con vos.- dije divertida con voz dulce buscando su intensa mirada, que parecía fija en la mía mientras bebía.
Apoyé levemente mi hombro junto al suyo buscando de nuevo el calor que aquella fría noche de otoño no me daba, y un punto fijo donde apoyarme, pues el suelo empezaba a moverse bajo mis pies y temía marearme. No sabía si era fruto del alcohol que desinhibía mis sentidos, si era el dolor que todavía sentía en mi pecho, o la posibilidad de estar madurando ese carácter fuerte que necesitaba, pero lo cierto es que la compañía de Zorro me estaba siendo placentera, y por una vez, dejé de temer a hablar con un desconocido en un lugar apartado.
-No quiero que se sienta ofendido por lo que voy a decirle, pero tengo que comunicarle que tanto vos como Agarwaen se equivocan.- apunté tratando de enfocar mis ojos en la mirada de aquel apuesto hombre que parecía moverse de un lado a otro ¿o era yo la que se movía? Total, que importaba.- No soy una figurita de porcelana que se pueda romper si la tocas. Cierto que jamás he yacido con un hombre..- maldición, ¿había dicho eso en voz alta? Cerré los ojos durante unos segundos deseando que no lo hubiese entendido. En momentos así recordaba porqué no bebía nunca; y tras abrirlos de nuevo ruborizada por mi confesión continué como buenamente pude. -…quiero decir, que puede que sea notable mi inexperiencia en algunos asuntos cotidianos, que parece que soy ingenua en algunos temas, más también le puedo asegurar que he caído de muros más altos que este y me he vuelto a levantar.- hice una pausa tratando de ordenar mis palabras, pues yo misma me estaba perdiendo en un hilo conductor de ideas que parecía enredarse una y otra vez.- Mi madre, la única familia que he tenido, murió hace poco. Fue muy difícil para mí superar su pérdida, pero lo hice, o al menos conseguí seguir adelante. La pérdida de las personas a las que amamos, sea de una forma u de otra, hace que una parte de nuestra alma se vaya con ellas tras su marcha. Una parte de nuestro corazón se queda vacía, aunque en realidad lo que sucede es que esa parte guarda el recuerdo de esa persona que logró llegar hasta él. ¿Acaso vos preferís no sentir nada por miedo a que os hagan daño? Porque yo prefiero mil veces caer y levantarme aunque me duela, que no sentir jamás. No sé que es el amor, creo que no lo he llegado a sentir nunca, o tal vez sí. Pero si debo amar para luego sufrir, lo prefiero así, pues habré disfrutado de cada segundo que me regale el destino con la persona amada. - Clavé mis ojos en los suyos, o al menos lo intenté. Rostros que estaban demasiado juntos, o que a mí me lo parecía.- Sé que Agarwaen me tiene cariño, que le importo; de la misma forma que él me importa a mí. Y también entiendo que para no hacernos más daño del necesario, ésto termina aquí. No se preocupe por mi desazón, terminará siendo ese trocito de alma que se llevará de regreso a casa cuando os marchéis.
Cogí de nuevo la botella de vodka de la que él había dado buen tiento, ¿cómo era capaz de beber de esa forma y conseguir decir cosas con sentido? A mí me costaba hilvanar las ideas, y ya ni que decir de articular las palabras. Y allí estaba él, atento a mis gestos; pasando sus cálidos dedos por mi brazo congelado, dibujando en su rostro esa cautivadora sonrisa que de cerca era más embriagadora que al principio. Tendría que haber cogido una manta para acurrucarnos los dos bajo ésta antes de salir al jardín; aunque claro, tampoco es que antes de salir huyendo de la casa estuviese para pensar en la climatología de la ciudad.
-Pues podíamos empezar a entrenar mañana cuando recuperemos la conciencia.- añadí predispuesta a enseñarle que no era tan frágil como pensaba.- Vuestro príncipe me ha enseñado a manejar la katana que llevo en…- eché la mano hacía mi espalda, buscando a tientas la empuñadura de ésta que no encontraba por ninguna parte. Giré mi cuerpo hacia un lado, rozando el rostro de Zorro al buscar detrás de donde estábamos sentados mi arma, después de lo cual volví mi vista hacia él, y lo miré confundida.-… creo que la dejé en mi habitación antes de bajar a la fiesta. Ya os la enseñaré. - y esto era una suposición, porque empezaba a no acordarme de algunas cosas; perfecto, el vodka empezaba a hacer su función. Me encogí de hombros, dándole otro tiento a la botella antes de devolvérsela.- Cuando habláis de cualidades, ¿a qué os referís? ¿Sois escudero o algo así?- esta parte de su explicación no la había entendido muy bien, pues lo cierto es que todos parecían cazadores.- Prometo que si practicamos juntos no seré muy dura con vos.- dije divertida con voz dulce buscando su intensa mirada, que parecía fija en la mía mientras bebía.
Apoyé levemente mi hombro junto al suyo buscando de nuevo el calor que aquella fría noche de otoño no me daba, y un punto fijo donde apoyarme, pues el suelo empezaba a moverse bajo mis pies y temía marearme. No sabía si era fruto del alcohol que desinhibía mis sentidos, si era el dolor que todavía sentía en mi pecho, o la posibilidad de estar madurando ese carácter fuerte que necesitaba, pero lo cierto es que la compañía de Zorro me estaba siendo placentera, y por una vez, dejé de temer a hablar con un desconocido en un lugar apartado.
Kaia Andersen- Cazador Clase Media
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Re: Queriendo Olvidar [Privado-Zorro](+18)
La dama parecía bastante ebria, otro signo mas de su ingenuidad, pues apenas hacia unos breves momentos había salido sobria y tras dar varios tragos ya estaba con la lengua desatada y la nariz roja.
No pude evitar sonreír admirando su elocuencia, siempre me habían dicho que para conquistar a una dama lo mejor era escucharla, comprendedla y darle la razón como a los locos. Vale esto último quizás era cosecha propia.
Movía la cabeza asintiendo mientras jugueteaba con un par de piedras interesantes que encontré en el suelo, una era gris, con betas mas oscuras, sin duda su forma redondeada por los bordes la hacia perfecta para completar la colección.
Sonreí feliz del hallazgo mientras elevaba la vista de vez en cuando hacia los ojos chisposos de la dama asintiendo sin parar a todo su discurso.
No se en que momento desconecte, mas dar la razón nunca fallaba y ella parecía satisfecha con mi educado comportamiento.
No tarde en ver una piedra blanca esta vez de forma mas aplanada y con un circulo negro en el centro, esta era de las mejores, sin duda, mi cara de alegría se dibujo inevitablemente en mi rostro mientras la atraía para observarla mas de cerca, esperaba que la dama no estuviera enterándose muy bien de mis gestos o de hacerlo que correspondieran con las peripecias que debía estar contándome.
Finalmente se acerco a mi cuerpo, algo que me distrajo de mi afán recaudatorio y me hizo centrarme en ella, por fin había entendido por lo que yo estaba allí. Rodee su cintura con mi brazo atrayendola mas contra mi.
-Pobrecita, cuanto debes haber sufrido, pero yo estoy aquí para ayudarte a sobrellevarlo.
¿Habitación?¿ Había oído habitación? Wou esto iba viento en popa, sonreí divertido alcanzando su barbilla con mis dedos para que se centrara en mi.
-Podemos ir a buscar esa katana, seguro que en tu habitación estamos mas cómodos que en el suelo ¿no te parece?
Esperé su respuesta con una picara sonrisa en los labio.
-No soy escudero, soy otra cosa, pero todo a su tiempo pequeña -le dije guiñándole un ojo.
Tome la botella y le di un buen trago mientras la dama meditaba mi oferta, esperaba que se diera cuenta de mis intenciones ocultas, esas que distaban mucho de las de buscar la espada.
No pude evitar sonreír admirando su elocuencia, siempre me habían dicho que para conquistar a una dama lo mejor era escucharla, comprendedla y darle la razón como a los locos. Vale esto último quizás era cosecha propia.
Movía la cabeza asintiendo mientras jugueteaba con un par de piedras interesantes que encontré en el suelo, una era gris, con betas mas oscuras, sin duda su forma redondeada por los bordes la hacia perfecta para completar la colección.
Sonreí feliz del hallazgo mientras elevaba la vista de vez en cuando hacia los ojos chisposos de la dama asintiendo sin parar a todo su discurso.
No se en que momento desconecte, mas dar la razón nunca fallaba y ella parecía satisfecha con mi educado comportamiento.
No tarde en ver una piedra blanca esta vez de forma mas aplanada y con un circulo negro en el centro, esta era de las mejores, sin duda, mi cara de alegría se dibujo inevitablemente en mi rostro mientras la atraía para observarla mas de cerca, esperaba que la dama no estuviera enterándose muy bien de mis gestos o de hacerlo que correspondieran con las peripecias que debía estar contándome.
Finalmente se acerco a mi cuerpo, algo que me distrajo de mi afán recaudatorio y me hizo centrarme en ella, por fin había entendido por lo que yo estaba allí. Rodee su cintura con mi brazo atrayendola mas contra mi.
-Pobrecita, cuanto debes haber sufrido, pero yo estoy aquí para ayudarte a sobrellevarlo.
¿Habitación?¿ Había oído habitación? Wou esto iba viento en popa, sonreí divertido alcanzando su barbilla con mis dedos para que se centrara en mi.
-Podemos ir a buscar esa katana, seguro que en tu habitación estamos mas cómodos que en el suelo ¿no te parece?
Esperé su respuesta con una picara sonrisa en los labio.
-No soy escudero, soy otra cosa, pero todo a su tiempo pequeña -le dije guiñándole un ojo.
Tome la botella y le di un buen trago mientras la dama meditaba mi oferta, esperaba que se diera cuenta de mis intenciones ocultas, esas que distaban mucho de las de buscar la espada.
Zorro- Cambiante Clase Media
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Re: Queriendo Olvidar [Privado-Zorro](+18)
Sin duda Zorro era un hombre educado y encantador, pues además de escuchar cada una de mis palabras con atención trataba de comprender lo que le decía. Hasta parecía estar analizando el contenido de mi discurso, desviando la mirada brevemente hacia las piedras que cubrían el suelo donde estábamos sentados. Un hombre correcto que mostraba con cada gesto que sus modales eran dignos de un caballero.
Al parecer la humedad que se cernía sobre París aquella noche no solo estaba haciendo mella en mí, pues pasando su mano por mi cintura acercó más nuestros cuerpos, encontrando entre ambos el calor que necesitábamos para no sucumbir a las bajas temperaturas. Un calor que turbó mis sentidos, no había estado jamás tan cerca de un hombre, excepto de Agarwaen. Negué con la cabeza, y desvié la mirada por unos segundos de sus ojos. Tenía que olvidarlo, debía dejar de relacionar cada pensamiento con él o acabaría volviéndome loca, pero ¿cómo podía hacerlo si durante unas semanas se había convertido en el centro de mi universo?
-Quiero agradecerle de antemano lo que está haciendo por mí, por no dejarme sola y darme su apoyo.- apunté acomodándome junto a su cuerpo, que parecía mantener la temperatura bastante mejor que el mío. Mis ojos se quedaron frente a los suyos cuando me tomó de la barbilla dirigiéndola hacia él; acerqué mi mano despacio hasta su cara, acariciando su mejilla despacio, analizando esos rasgos que ahora tenía tan cerca. Su incipiente barba me hizo cosquillas en la mano y sonreí un tanto aturdida.- ¿Quiere ver ahora mi katana? Me temo que mis habilidades para usarla están un poco mermadas ahora mismo.- contesté confusa por su interés repentino por mi espada, ¿quería empezar a entrenar ya? No era buena idea, con todo el alcohol que llevaba encima era capaz de cortarme un dedo a mí misma y no darme cuenta de la amputación. Pero si sopesé su siguiente oferta con detenimiento, la de marcharnos a mi habitación donde sin duda estaríamos más cómodos, y calientes, porque desde luego el helor en el ambiente era palpable.- Aunque si quiere podemos seguir esta conversación en mi habitación, lo cierto es que aquí hace bastante frío y empiezo a sentir las consecuencias de estar sentada sobre el suelo. Hay una pequeña estufa de leña para entrar en calor y si lo desea podemos aprovechar y le enseño mis armas- concluí con una tibia sonrisa, tratando después de ponerme en pie, no sin ayuda.
No tardamos en desandar el camino que nos había llevado desde la puerta trasera de la cocina hasta el bosque, entrando de nuevo a través de esta a la casa del hombre al que quería sacar de mi mente. Tomé otra botella de vodka de la encimera de la cocina, y girándome divertida hacia Zorro le guiñé un ojo y le hice un gesto de silencio posando mi dedo sobre mis labios, al tiempo que susurraba un débil “Shhh”. Lo cierto es que me daban ganas de reír a carcajadas, aunque no tenía muy claro el porqué.
Comencé a andar de puntillas al atravesar la cocina y llegar al hall de la casa, desde donde se podían escuchar las risas del resto de los cazadores que seguían celebrando el cumpleaños de Agarwaen. Mi pasó era tambaleante e imagino que viendo que no llegaríamos al piso superior antes de que amaneciese, Zorro me cogió de la cintura y subimos juntos las escaleras. Observé sus preciosos ojos castaños que me miraban con un brillo inusual.
No tardamos en alcanzar la puerta de mi habitación que señalé con el dedo para indicarle cual era; esperaba no confundirme de alcoba, pues en ese momento todas las puertas me parecían iguales. Con cuidado de no hacer ruido que delatase nuestra presencia, abrí ésta y esperé a que Zorro pasase antes de encender la luz.
-Bienvenido a mi habitación.- susurré frente a él nerviosa al darme cuenta de que acababa de meter a un hombre en ésta. Su mano seguía sujeta a mi cintura después de haberme ayudado a mantener la postura hasta allí, después de haber recorrido el camino hasta mi habitación cogidos ambos por ésta. La mía rozaba con timidez la suya, incapaz de saber si aquello era lo correcto o no. El alcohol embotaba mis sentidos y no me dejaba pensar con claridad, pero qué demonios, estábamos allí para hablar y no pasar frío. No podía ser siempre tan desconfiada con las intenciones de los demás.- Puede ponerse cómodo si lo desea mientras yo enciendo la estufa.- le ofrecí sin moverme un ápice de donde me encontraba. Era cómo si un hechizo me impidiese apartarme de él, como si mi mente quisiese alejarse y cumplir mi cometido pero mi cuerpo desease seguir sintiendo su calor.
Al parecer la humedad que se cernía sobre París aquella noche no solo estaba haciendo mella en mí, pues pasando su mano por mi cintura acercó más nuestros cuerpos, encontrando entre ambos el calor que necesitábamos para no sucumbir a las bajas temperaturas. Un calor que turbó mis sentidos, no había estado jamás tan cerca de un hombre, excepto de Agarwaen. Negué con la cabeza, y desvié la mirada por unos segundos de sus ojos. Tenía que olvidarlo, debía dejar de relacionar cada pensamiento con él o acabaría volviéndome loca, pero ¿cómo podía hacerlo si durante unas semanas se había convertido en el centro de mi universo?
-Quiero agradecerle de antemano lo que está haciendo por mí, por no dejarme sola y darme su apoyo.- apunté acomodándome junto a su cuerpo, que parecía mantener la temperatura bastante mejor que el mío. Mis ojos se quedaron frente a los suyos cuando me tomó de la barbilla dirigiéndola hacia él; acerqué mi mano despacio hasta su cara, acariciando su mejilla despacio, analizando esos rasgos que ahora tenía tan cerca. Su incipiente barba me hizo cosquillas en la mano y sonreí un tanto aturdida.- ¿Quiere ver ahora mi katana? Me temo que mis habilidades para usarla están un poco mermadas ahora mismo.- contesté confusa por su interés repentino por mi espada, ¿quería empezar a entrenar ya? No era buena idea, con todo el alcohol que llevaba encima era capaz de cortarme un dedo a mí misma y no darme cuenta de la amputación. Pero si sopesé su siguiente oferta con detenimiento, la de marcharnos a mi habitación donde sin duda estaríamos más cómodos, y calientes, porque desde luego el helor en el ambiente era palpable.- Aunque si quiere podemos seguir esta conversación en mi habitación, lo cierto es que aquí hace bastante frío y empiezo a sentir las consecuencias de estar sentada sobre el suelo. Hay una pequeña estufa de leña para entrar en calor y si lo desea podemos aprovechar y le enseño mis armas- concluí con una tibia sonrisa, tratando después de ponerme en pie, no sin ayuda.
No tardamos en desandar el camino que nos había llevado desde la puerta trasera de la cocina hasta el bosque, entrando de nuevo a través de esta a la casa del hombre al que quería sacar de mi mente. Tomé otra botella de vodka de la encimera de la cocina, y girándome divertida hacia Zorro le guiñé un ojo y le hice un gesto de silencio posando mi dedo sobre mis labios, al tiempo que susurraba un débil “Shhh”. Lo cierto es que me daban ganas de reír a carcajadas, aunque no tenía muy claro el porqué.
Comencé a andar de puntillas al atravesar la cocina y llegar al hall de la casa, desde donde se podían escuchar las risas del resto de los cazadores que seguían celebrando el cumpleaños de Agarwaen. Mi pasó era tambaleante e imagino que viendo que no llegaríamos al piso superior antes de que amaneciese, Zorro me cogió de la cintura y subimos juntos las escaleras. Observé sus preciosos ojos castaños que me miraban con un brillo inusual.
No tardamos en alcanzar la puerta de mi habitación que señalé con el dedo para indicarle cual era; esperaba no confundirme de alcoba, pues en ese momento todas las puertas me parecían iguales. Con cuidado de no hacer ruido que delatase nuestra presencia, abrí ésta y esperé a que Zorro pasase antes de encender la luz.
-Bienvenido a mi habitación.- susurré frente a él nerviosa al darme cuenta de que acababa de meter a un hombre en ésta. Su mano seguía sujeta a mi cintura después de haberme ayudado a mantener la postura hasta allí, después de haber recorrido el camino hasta mi habitación cogidos ambos por ésta. La mía rozaba con timidez la suya, incapaz de saber si aquello era lo correcto o no. El alcohol embotaba mis sentidos y no me dejaba pensar con claridad, pero qué demonios, estábamos allí para hablar y no pasar frío. No podía ser siempre tan desconfiada con las intenciones de los demás.- Puede ponerse cómodo si lo desea mientras yo enciendo la estufa.- le ofrecí sin moverme un ápice de donde me encontraba. Era cómo si un hechizo me impidiese apartarme de él, como si mi mente quisiese alejarse y cumplir mi cometido pero mi cuerpo desease seguir sintiendo su calor.
Kaia Andersen- Cazador Clase Media
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Re: Queriendo Olvidar [Privado-Zorro](+18)
Sonreí contento cuando al fin la dama decidió que había llegado el momento de la acción y por ende imaginé que se callaría de una vez.
Me puse en pie de un salto, era perfecto, se me estaba quedando el culo frio, en su habitación no solo cogeríamos calor, si no que haríamos arder las sabanas de su lecho.
Seguro que al menos durante la noche no volvería a pensar en mi príncipe.
Al menos me conformaba si no volvía a hablarme de el.
Con la escusa de ver sus armas, emprendimos el camino hacia su lecho, quiero decir hacia su cámara.
Las escalaras parecían moverse bajo los pies de la dama, tome su cintura para ayudarla a subir, mientras esta reía sin parar.
No sabia lo bien que lo íbamos a pasar.
Su dedo marcó la puerta correcta y yo la abrí juguetón ,aun con nuestros cuerpos enredados. Tras nosotros cerré de un sutil portazo hundiendo mi mirada en la ajena.
Había llegado la mejor parte de la noche.
Esta me ofreció que me pusiera cómodo.
Sonreí con picardia llevando mis manos a la capa de pieles, que afloje haciéndola a un lado, sobre una silla.
Después tome la camisola, afloje cada botón lentamente sin despegar mi mirada de ella.
-puedo hacerlo también bailando -bromeé divertido moviendo las caderas mientras seguía “poniéndome cómodo”
Mis ojos la miraron ligeramente desconcertados, no la veía a ella muy dispuesta a seguirme le ritmo, quizás era por timidez.
El caso es que deslicé la camisa por mis hombros lanzandola a un lado una vez la tuve fuera de mi piel.
Llevé mi mano al botón del pantalón, un bailecito sexy mientras lo iba desabotonando frente a sus ojos.
-Si pones algo de entusiasmo, así como dar palmas o algo, me sentiré mas animado -bromeé lanzando un mordisco al aire con picardia.
Vale, algo no iba bien, el pantalón estaba fuera, yo desnudo y ella perpleja.
-¿que? ¿no me has dicho que me ponga cómodo?
Corrí hacia su cama y me tumbe en ella haciéndole un gesto con la mano
-Ven
Me puse en pie de un salto, era perfecto, se me estaba quedando el culo frio, en su habitación no solo cogeríamos calor, si no que haríamos arder las sabanas de su lecho.
Seguro que al menos durante la noche no volvería a pensar en mi príncipe.
Al menos me conformaba si no volvía a hablarme de el.
Con la escusa de ver sus armas, emprendimos el camino hacia su lecho, quiero decir hacia su cámara.
Las escalaras parecían moverse bajo los pies de la dama, tome su cintura para ayudarla a subir, mientras esta reía sin parar.
No sabia lo bien que lo íbamos a pasar.
Su dedo marcó la puerta correcta y yo la abrí juguetón ,aun con nuestros cuerpos enredados. Tras nosotros cerré de un sutil portazo hundiendo mi mirada en la ajena.
Había llegado la mejor parte de la noche.
Esta me ofreció que me pusiera cómodo.
Sonreí con picardia llevando mis manos a la capa de pieles, que afloje haciéndola a un lado, sobre una silla.
Después tome la camisola, afloje cada botón lentamente sin despegar mi mirada de ella.
-puedo hacerlo también bailando -bromeé divertido moviendo las caderas mientras seguía “poniéndome cómodo”
Mis ojos la miraron ligeramente desconcertados, no la veía a ella muy dispuesta a seguirme le ritmo, quizás era por timidez.
El caso es que deslicé la camisa por mis hombros lanzandola a un lado una vez la tuve fuera de mi piel.
Llevé mi mano al botón del pantalón, un bailecito sexy mientras lo iba desabotonando frente a sus ojos.
-Si pones algo de entusiasmo, así como dar palmas o algo, me sentiré mas animado -bromeé lanzando un mordisco al aire con picardia.
Vale, algo no iba bien, el pantalón estaba fuera, yo desnudo y ella perpleja.
-¿que? ¿no me has dicho que me ponga cómodo?
Corrí hacia su cama y me tumbe en ella haciéndole un gesto con la mano
-Ven
Zorro- Cambiante Clase Media
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Re: Queriendo Olvidar [Privado-Zorro](+18)
Empezaba a dudar de que la intención de Zorro de subir a mi alcoba fuese la de hablar sin sufrir una hipotermia por la fría y húmeda noche, o su impaciencia por ver mi katana. En un primer momento todo fue bien, se deshizo de su capa de pieles que bajo techo era obvio que no iba a necesitar, depositándola de un lanzamiento certero sobre un sillón próximo a la ventana. Yo hice lo propio con la mía, colgándola en una percha que había en la pared tras la puerta, más cuando me giré de nuevo para hablar con mi invitado me encontré con una situación que desde luego no esperaba.
Comenzó a desabrocharse los botones de la camisola, dejando un delineado torso al descubierto ante mi desconcertada mirada que estaba fijada en él, incapaz de desviarla de sus manos mientras iban realizando dicha labor. Además, añadía, tras una pícara sonrisa que terminó de nublarme los sentidos, que era capaz de realizar semejante hazaña bailando, hecho que me demostró de forma satisfactoria poco después. Solté el aire despacio, pensando que si respiraba más deprisa me desmayaría.
Sentí como el rubor subía a mis mejillas, que ahora enrojecidas por el pudor de estar frente a ese hombre medio desnudo me abrasaban la cara. Pero si pensaba que se iba a quedar contento con llevar medio cuerpo al descubierto, es que desconocía como se las gastaban los hombres de la isla de donde provenían aquellos cazadores . Traté de hacer palmas obedeciendo su petición para animar el ambiente, pero al ver como sus manos se dirigían al cierre de su pantalón, me quedé bloqueada y fui incapaz de seguir con mi misión de jalear su peculiar baile.
Siguió desabrochándose el pantalón, que tras su erótico y excitante movimiento de cadera fue resbalando por sus piernas hasta que quedó completamente desnudo. Un jadeo salió de mi garganta cuando vi a aquel hombre, que había conocido horas antes, como su madre lo había traído al mundo, más con alguna parte de sus atributos bastante más desarrolladas.
Negué con la cabeza cuando me percaté hacia el lugar de su anatomía donde se dirigía mi mirada. Culpando al alcohol de la temperatura que estaba tomando mi cuerpo en reacción a la visión tan estimulante que se presentaba ante mis ojos.
-Cuando dije ponerse cómodo me refería a sentarse en la cama, a ponernos cerca de la estufa para entrar en calor, pero...pero...no me refería a...- susurré tímidamente con la respiración entrecortada mientras hacía gestos hacia su desnudez que me turbaba por momentos. Estaba nerviosa, ebria y totalmente confusa. ¿No estaba él momentos antes consolándome por la situación con su príncipe? ¿Esa era su forma de ayudarme a sobrellevarlo? ¿Hablaba en serio? De nuevo mis respuestas se vieron contestadas afirmativamente cuando corrió hasta mi lecho y se acostó en él, instándome a que me aproximase. No me molestaba para nada su desnudez, solo me sentía un tanto...perdida.
Un lento suspiro salió de mis labios, incapaz de reaccionar ante aquello. Cierto que había visto a Agarwaen medio desnudo en algún entrenamiento, también era verdad que habíamos llegado a intimar en más de una ocasión, pero acercarme sin más a Zorro sabiendo lo que quería de mí, se me antojaba confuso. Lo observé tendido en mi cama, con una pícara sonrisa en su rostro esperando que me acercase. Sentía calor, mucho calor de golpe. Me abaniqué con la mano sin poder de dejar de mirarlo, aunque de vez en cuando trataba de apartar unos ojos desobedientes que volvían a fijarse en su cuerpo. Sin duda era un hombre atractivo, pero....pero de nuevo en este punto en el que tenía que tomar una decisión así, me entró el pánico.
-Permítame que encienda primero la chimenea de leña para que entremos en calor.- apunté sin mucha convicción, pues sentía mi interior arder de pronto, dejando la botella de vodka sobre la mesilla, para dirigir después mis pasos hacia el lateral de la habitación donde, al lado de la ventana cuyas contraventanas de madera cerré, se encontraba la estufa. Necesitaba tiempo para pensar, para saber que era lo correcto. No sabía lo que quería, si de seguir adelante con esa locura no me arrepentiría al día siguiente.
Me arrodillé frente a la estufa, tomando una de las cerillas que sobre la repisa de la ventana se encontraban, y tras abrir la portezuela de metal, introduje ésta encendida prendiendo el papel de periódico que había dejado preparado por la mañana. Tras cerrar de nuevo la portezuela y dando por concluida mi labor, me giré hacia mi invitado, que con una preciosa sonrisa dibujada en su rostro me esperaba en la cama.
Anduve la distancia que nos separaba bastante nerviosa, tratando de mantener mi mirada fija en la suya, controlando que no se desviase a sus partes más pudorosas o me quedaría paralizada por la impresión. Tomé la botella de vodka que había dejado sobre la mesilla, y le dí un largo y profundo trago, tendiéndosela después a él. Me senté en la cama despacio observando esos preciosos ojos pardos que parecían un tanto confundidos por mi reacción. Estaba a apenas un metro de Zorro, tragando saliva nerviosa por lo que podría ocurrir aquella noche y para lo que no sabía si estaría preparada.
-Lamento si le he confundido antes con mis palabras, pero es que yo nunca...umm..ya sabe, nunca he...-cerré los ojos avergonzaba por lo que debería saber si seguíamos adelante, y que era incapaz de decir; un suspiro salió de mis labios antes de morderme el inferior y abrir de nuevo los ojos para fijarlos en los suyos.- Necesito que las cosas vayan sucediéndose poco a poco, porque si no me colapso.
Le hablaba con sinceridad, hecho que trataba de transmitirle con mi mirada. Aquello no era un no, sino que necesitaba seguir otro ritmo. Zorro me gustaba, era atractivo y divertido; y desde luego no pensaba dejar pasar la oportunidad de estar con alguien que me gustase para luego perderle por mi estúpido puritanismo. Ya había aprendido la lección una vez, y no volvería a pasarme. Más aún así necesitaba que las cosas fuesen sucediendo de otra forma; tal vez después de unos cuantos besos y unas caricias viese la situación de otro modo. Y por supuesto después de la botella de vodka que había subido hasta la habitación.
Me quité las botas para recostarme en la cama a su lado, apoyando la espalda sobre la cabecera de ésta. Crucé las piernas sobre el lecho y me acerqué así un poco más a él. Cogí la botella que Zorro me tendió tras darle el un trago, y fue entonces cuando dí mi primer acto de buena fe con respecto a esa noche; al coger ésta acaricié con suavidad sus dedos con los míos, mientras exhalaba un suspiro cargado de nerviosismo.
El alcohol seguía haciendo estragos en mí, y un súbito calor comenzó a subirse por mi espalda cuando se incorporó y se aproximó a mí. Podía sentir el rápido palpitar de mi corazón que acelerado amenazaba con salirse del pecho; esperando que él no fuese capaz de escucharlo. Mi respiración se entrecortaba por su cercanía, más no estaba todo lo asustada que había estado en otras ocasiones. Tal vez fuese madurando en este aspecto, o fuese el vodka el que me hacía ser menos juiciosa. De una forma u otra traté de recordar solo las palabras que tantas veces me había dicho Menyara desde que nos conocimos, donde la frase "Carpe Diem" era en esta ocasión más que apropiada.
Comenzó a desabrocharse los botones de la camisola, dejando un delineado torso al descubierto ante mi desconcertada mirada que estaba fijada en él, incapaz de desviarla de sus manos mientras iban realizando dicha labor. Además, añadía, tras una pícara sonrisa que terminó de nublarme los sentidos, que era capaz de realizar semejante hazaña bailando, hecho que me demostró de forma satisfactoria poco después. Solté el aire despacio, pensando que si respiraba más deprisa me desmayaría.
Sentí como el rubor subía a mis mejillas, que ahora enrojecidas por el pudor de estar frente a ese hombre medio desnudo me abrasaban la cara. Pero si pensaba que se iba a quedar contento con llevar medio cuerpo al descubierto, es que desconocía como se las gastaban los hombres de la isla de donde provenían aquellos cazadores . Traté de hacer palmas obedeciendo su petición para animar el ambiente, pero al ver como sus manos se dirigían al cierre de su pantalón, me quedé bloqueada y fui incapaz de seguir con mi misión de jalear su peculiar baile.
Siguió desabrochándose el pantalón, que tras su erótico y excitante movimiento de cadera fue resbalando por sus piernas hasta que quedó completamente desnudo. Un jadeo salió de mi garganta cuando vi a aquel hombre, que había conocido horas antes, como su madre lo había traído al mundo, más con alguna parte de sus atributos bastante más desarrolladas.
Negué con la cabeza cuando me percaté hacia el lugar de su anatomía donde se dirigía mi mirada. Culpando al alcohol de la temperatura que estaba tomando mi cuerpo en reacción a la visión tan estimulante que se presentaba ante mis ojos.
-Cuando dije ponerse cómodo me refería a sentarse en la cama, a ponernos cerca de la estufa para entrar en calor, pero...pero...no me refería a...- susurré tímidamente con la respiración entrecortada mientras hacía gestos hacia su desnudez que me turbaba por momentos. Estaba nerviosa, ebria y totalmente confusa. ¿No estaba él momentos antes consolándome por la situación con su príncipe? ¿Esa era su forma de ayudarme a sobrellevarlo? ¿Hablaba en serio? De nuevo mis respuestas se vieron contestadas afirmativamente cuando corrió hasta mi lecho y se acostó en él, instándome a que me aproximase. No me molestaba para nada su desnudez, solo me sentía un tanto...perdida.
Un lento suspiro salió de mis labios, incapaz de reaccionar ante aquello. Cierto que había visto a Agarwaen medio desnudo en algún entrenamiento, también era verdad que habíamos llegado a intimar en más de una ocasión, pero acercarme sin más a Zorro sabiendo lo que quería de mí, se me antojaba confuso. Lo observé tendido en mi cama, con una pícara sonrisa en su rostro esperando que me acercase. Sentía calor, mucho calor de golpe. Me abaniqué con la mano sin poder de dejar de mirarlo, aunque de vez en cuando trataba de apartar unos ojos desobedientes que volvían a fijarse en su cuerpo. Sin duda era un hombre atractivo, pero....pero de nuevo en este punto en el que tenía que tomar una decisión así, me entró el pánico.
-Permítame que encienda primero la chimenea de leña para que entremos en calor.- apunté sin mucha convicción, pues sentía mi interior arder de pronto, dejando la botella de vodka sobre la mesilla, para dirigir después mis pasos hacia el lateral de la habitación donde, al lado de la ventana cuyas contraventanas de madera cerré, se encontraba la estufa. Necesitaba tiempo para pensar, para saber que era lo correcto. No sabía lo que quería, si de seguir adelante con esa locura no me arrepentiría al día siguiente.
Me arrodillé frente a la estufa, tomando una de las cerillas que sobre la repisa de la ventana se encontraban, y tras abrir la portezuela de metal, introduje ésta encendida prendiendo el papel de periódico que había dejado preparado por la mañana. Tras cerrar de nuevo la portezuela y dando por concluida mi labor, me giré hacia mi invitado, que con una preciosa sonrisa dibujada en su rostro me esperaba en la cama.
Anduve la distancia que nos separaba bastante nerviosa, tratando de mantener mi mirada fija en la suya, controlando que no se desviase a sus partes más pudorosas o me quedaría paralizada por la impresión. Tomé la botella de vodka que había dejado sobre la mesilla, y le dí un largo y profundo trago, tendiéndosela después a él. Me senté en la cama despacio observando esos preciosos ojos pardos que parecían un tanto confundidos por mi reacción. Estaba a apenas un metro de Zorro, tragando saliva nerviosa por lo que podría ocurrir aquella noche y para lo que no sabía si estaría preparada.
-Lamento si le he confundido antes con mis palabras, pero es que yo nunca...umm..ya sabe, nunca he...-cerré los ojos avergonzaba por lo que debería saber si seguíamos adelante, y que era incapaz de decir; un suspiro salió de mis labios antes de morderme el inferior y abrir de nuevo los ojos para fijarlos en los suyos.- Necesito que las cosas vayan sucediéndose poco a poco, porque si no me colapso.
Le hablaba con sinceridad, hecho que trataba de transmitirle con mi mirada. Aquello no era un no, sino que necesitaba seguir otro ritmo. Zorro me gustaba, era atractivo y divertido; y desde luego no pensaba dejar pasar la oportunidad de estar con alguien que me gustase para luego perderle por mi estúpido puritanismo. Ya había aprendido la lección una vez, y no volvería a pasarme. Más aún así necesitaba que las cosas fuesen sucediendo de otra forma; tal vez después de unos cuantos besos y unas caricias viese la situación de otro modo. Y por supuesto después de la botella de vodka que había subido hasta la habitación.
Me quité las botas para recostarme en la cama a su lado, apoyando la espalda sobre la cabecera de ésta. Crucé las piernas sobre el lecho y me acerqué así un poco más a él. Cogí la botella que Zorro me tendió tras darle el un trago, y fue entonces cuando dí mi primer acto de buena fe con respecto a esa noche; al coger ésta acaricié con suavidad sus dedos con los míos, mientras exhalaba un suspiro cargado de nerviosismo.
El alcohol seguía haciendo estragos en mí, y un súbito calor comenzó a subirse por mi espalda cuando se incorporó y se aproximó a mí. Podía sentir el rápido palpitar de mi corazón que acelerado amenazaba con salirse del pecho; esperando que él no fuese capaz de escucharlo. Mi respiración se entrecortaba por su cercanía, más no estaba todo lo asustada que había estado en otras ocasiones. Tal vez fuese madurando en este aspecto, o fuese el vodka el que me hacía ser menos juiciosa. De una forma u otra traté de recordar solo las palabras que tantas veces me había dicho Menyara desde que nos conocimos, donde la frase "Carpe Diem" era en esta ocasión más que apropiada.
Kaia Andersen- Cazador Clase Media
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Re: Queriendo Olvidar [Privado-Zorro](+18)
Al parecer lo había mal interpretado todo, la mire de arriaba a bajo cuando esta hacia gestos acalorada refiriéndose a mi desnudez ¿no me había pedido que me pusiera cómodo?
Enarque una ceja mirándola sin entender demasiado bien. ¿que quería exactamente? ¿a que habíamos venido a la habitación si no era a enseñarle mi espada y lo bien que la manejaba?
La mire desconcertado, diría que también avergonzado, pero en realidad no sentía vergüenza alguna, había sido su culpa, no la mía.
La dama, ahora hablaba de encender la chimenea, a punto estuve de preguntar, ¿si se refería a que quería arder de pasión conmigo en su interior? o por el contrario ¿hablaba de echar leños y prender un fuego?
No fue necesario, camino hacia un lateral y allí se puso a trajinar nerviosa los troncos equivocados cuando le mio ya llevaba prendido desde hacia rato.
Chasqueé la lengua, llevando mi mano a el, acariciándolo con suavidad, pobrecito ,esta mujer nos estaba dando la espalda con lo bien que yo creía que nos lo íbamos a pasar.
La dama volvió frente a mi para disculparse, sonreí, parecía que ya iba entendiendo lo que habíamos ido ha hacer allí.
Mi sonrisa se ensancho, disculpándola, quizás el alcohol le estuviera jugando una mala pasada.
Así esta se recostó a mi lado, eso si advirtiéndome de que quería ir despacio.
Mis ojos se abrieron desorbitados ¿estaba escuchando bien? ¿quería ir despacio y yo estaba tumbado y en pie de guerra?
¿Como se iba ahora despacio? Como si la vida pasara del revés, me vi levantándome, vistiéndome y volviendo a poner en pie.
Fue entonces cuando esta se recostó a mi lado, eso si, vestida.
Me mandaba señales contradictorias, como si estuviéramos jugando a algún juego o fuera el día de los santos inocentes. Enarque una ceja cuando sus dedos rozaron los míos.
Mi mano se fue hasta mi frente en un choque colateral para luego restregarla de forma desesperada por mi cara.
¿eso era despacio para ella? ¿tocarnos los dedos?
Juro que quería que la tierra me tragara, o en su lugar la cama, pero allí estábamos los dos, mirando le techo como dos idiotas mientras nos acariciábamos los dedos.
-Que bonito el techo -apunté como si fuera el firmamento
La mire de soslayo durante unos momentos, era una mujer muy atractiva, pero ahora entendía porque Agarwaen no la había tomado, supongo que no iba con nosotros lo de acariciarnos los dedos.
-¿podemos acariciarnos otra cosa? -pregunté con inocencia fingida.
Enarque una ceja mirándola sin entender demasiado bien. ¿que quería exactamente? ¿a que habíamos venido a la habitación si no era a enseñarle mi espada y lo bien que la manejaba?
La mire desconcertado, diría que también avergonzado, pero en realidad no sentía vergüenza alguna, había sido su culpa, no la mía.
La dama, ahora hablaba de encender la chimenea, a punto estuve de preguntar, ¿si se refería a que quería arder de pasión conmigo en su interior? o por el contrario ¿hablaba de echar leños y prender un fuego?
No fue necesario, camino hacia un lateral y allí se puso a trajinar nerviosa los troncos equivocados cuando le mio ya llevaba prendido desde hacia rato.
Chasqueé la lengua, llevando mi mano a el, acariciándolo con suavidad, pobrecito ,esta mujer nos estaba dando la espalda con lo bien que yo creía que nos lo íbamos a pasar.
La dama volvió frente a mi para disculparse, sonreí, parecía que ya iba entendiendo lo que habíamos ido ha hacer allí.
Mi sonrisa se ensancho, disculpándola, quizás el alcohol le estuviera jugando una mala pasada.
Así esta se recostó a mi lado, eso si advirtiéndome de que quería ir despacio.
Mis ojos se abrieron desorbitados ¿estaba escuchando bien? ¿quería ir despacio y yo estaba tumbado y en pie de guerra?
¿Como se iba ahora despacio? Como si la vida pasara del revés, me vi levantándome, vistiéndome y volviendo a poner en pie.
Fue entonces cuando esta se recostó a mi lado, eso si, vestida.
Me mandaba señales contradictorias, como si estuviéramos jugando a algún juego o fuera el día de los santos inocentes. Enarque una ceja cuando sus dedos rozaron los míos.
Mi mano se fue hasta mi frente en un choque colateral para luego restregarla de forma desesperada por mi cara.
¿eso era despacio para ella? ¿tocarnos los dedos?
Juro que quería que la tierra me tragara, o en su lugar la cama, pero allí estábamos los dos, mirando le techo como dos idiotas mientras nos acariciábamos los dedos.
-Que bonito el techo -apunté como si fuera el firmamento
La mire de soslayo durante unos momentos, era una mujer muy atractiva, pero ahora entendía porque Agarwaen no la había tomado, supongo que no iba con nosotros lo de acariciarnos los dedos.
-¿podemos acariciarnos otra cosa? -pregunté con inocencia fingida.
Zorro- Cambiante Clase Media
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Re: Queriendo Olvidar [Privado-Zorro](+18)
Enarqué una ceja confundida al decirme que el techo era bonito, mirándolo de reojo mientras una sonrisa divertida se dibujaba en mis labios. No había mencionado nada respecto a mi petición sobre ir más despacio, gesto que agradecía, más había una parte de su cuerpo que en alza no paraba de apuntarme de forma acusadora. Lo peor es que yo era incapaz de desviar la vista de vez en cuando hacía esa parte de su anatomía que debería ser tabú para mí al ser un desconocido. Lo extraño es que no lo sentía como un desconocido, me sentía cómoda con él, como si lo conociese de más tiempo.
-Desde luego, tiene un color blanco precioso.- contesté con dulce voz, desviando la mirada después hasta sus preciosos ojos, que parecían suplicantes por un poco más de acción mientras nuestros dedos seguían rozándose al pasarnos la botella el uno al otro. Vale, hasta para mí aquello empezaba a ser demasiado infantil.
Tal vez no estaba siendo justa con él, de hecho no estaba siendo justa con ninguno, pues aunque una parte de mí se mantenía reticente a acariciar a aquel cuerpo desnudo, otra parte de mí lo deseaba por encima de todo. Una parte que jugaba sucio y que provocaba en mi interior un calor sobrehumano por su cercanía, una parte que deseaba besarlo y dejarme llevar en una noche donde el vodka iba haciendo mella en mí poco a poco. ¿Qué pasaría si cediese a lo que Zorro esperaba de mí en aquel lecho? Nada. Experimentaría algo que hasta ahora había guardado esperando el momento y al hombre perfecto, y en lo que tal vez me había equivocado. Sabía que la amistad que unía a Zorro con Agarwaen haría que no se comportase como cualquier otro energúmeno con el que podría haberme topado en una taberna. Quizás fuese esa parte de seguridad de que no podría pasarme nada malo, la que me hacía pensar en dar un paso más con él.
Desconocía si sería el calor que desprendía la estufa, o bien el que podía sentir a través de la ropa y que provenía del cuerpo desnudo de Zorro que cada vez estaba más próximo al mío, más lo cierto es que sentía arder las mejillas y hasta las orejas. Me incorporé levemente para desatarme las cintas del corsé, deslizándolo despacio para lanzarlo después hacia el sillón donde Zorro había dejado su capa, quedándome vestida con una fina camisola y las calzas de cuero.
Me recosté de nuevo a su lado, cogiendo la botella y asestándole un buen trago, con el que casi me ahogo cuando Zorro propuso acariciarnos otra cosa. Mi mirada se dirigió inevitablemente hacia aquella parte de su anatomía que deseaba ser acariciada, entonces me di cuenta de que se lo estaba mirando y con rapidez volví a buscar su mirada, que parecía divertida por mi confusión.
Hazle caso a Menyara, que hoy estás aquí y mañana dios sabe que sobrenatural puede acabar con tu vida. Vive el momento y disfruta, comencé a decirme mentalmente. Estaba bien, podríamos acariciarnos otra cosa que no fuesen los dedos. Tal vez podríamos besarnos, ¿eso contaba como caricia, no?
Me mordí el labio con timidez, sabía que lo que estaba a punto de hacer era una osadía por mi parte, pero no quería arrepentirme de no haber pasado una agradable noche con un hombre que se había portado perfectamente bien conmigo.
Mi respiración se ajetreó al incorporarme y acercarme con timidez a él, rozando primero sus labios con los míos, sintiendo como nuestros alientos se entremezclaban. Un jadeo salió de mi boca por la excitación y terminé acercándome para unir nuestros labios en un deseado beso por parte de ambos. Sonreí al saber que era eso lo que quería, que su contacto no me asustaba y que era capaz de seguir adelante sin bloquearme, al menos de momento. Sus labios se entreabrieron entrelazando nuestras lenguas despacio, acariciándose con dedicación, mientras de forma furtiva acerqué mi mano hasta su cintura.
Contacto que me abrasaba al acariciar su cálida piel con suavidad, deseando poder recordar después de esa noche cada parte de su cuerpo que sin duda marcaría un antes y un después en mí.
-Guíame tú.- susurré frente a sus labios para tomarlos de nuevo despacio, saboreando cada parte de su ser.
Sentí como mi cuerpo se estremecía con sus caricias, como deseaba más, como mi mente se desinhibía a cada segundo que sus manos acariciaban mi piel. Sin duda el vodka había sido un buen comienzo para olvidar.
-Desde luego, tiene un color blanco precioso.- contesté con dulce voz, desviando la mirada después hasta sus preciosos ojos, que parecían suplicantes por un poco más de acción mientras nuestros dedos seguían rozándose al pasarnos la botella el uno al otro. Vale, hasta para mí aquello empezaba a ser demasiado infantil.
Tal vez no estaba siendo justa con él, de hecho no estaba siendo justa con ninguno, pues aunque una parte de mí se mantenía reticente a acariciar a aquel cuerpo desnudo, otra parte de mí lo deseaba por encima de todo. Una parte que jugaba sucio y que provocaba en mi interior un calor sobrehumano por su cercanía, una parte que deseaba besarlo y dejarme llevar en una noche donde el vodka iba haciendo mella en mí poco a poco. ¿Qué pasaría si cediese a lo que Zorro esperaba de mí en aquel lecho? Nada. Experimentaría algo que hasta ahora había guardado esperando el momento y al hombre perfecto, y en lo que tal vez me había equivocado. Sabía que la amistad que unía a Zorro con Agarwaen haría que no se comportase como cualquier otro energúmeno con el que podría haberme topado en una taberna. Quizás fuese esa parte de seguridad de que no podría pasarme nada malo, la que me hacía pensar en dar un paso más con él.
Desconocía si sería el calor que desprendía la estufa, o bien el que podía sentir a través de la ropa y que provenía del cuerpo desnudo de Zorro que cada vez estaba más próximo al mío, más lo cierto es que sentía arder las mejillas y hasta las orejas. Me incorporé levemente para desatarme las cintas del corsé, deslizándolo despacio para lanzarlo después hacia el sillón donde Zorro había dejado su capa, quedándome vestida con una fina camisola y las calzas de cuero.
Me recosté de nuevo a su lado, cogiendo la botella y asestándole un buen trago, con el que casi me ahogo cuando Zorro propuso acariciarnos otra cosa. Mi mirada se dirigió inevitablemente hacia aquella parte de su anatomía que deseaba ser acariciada, entonces me di cuenta de que se lo estaba mirando y con rapidez volví a buscar su mirada, que parecía divertida por mi confusión.
Hazle caso a Menyara, que hoy estás aquí y mañana dios sabe que sobrenatural puede acabar con tu vida. Vive el momento y disfruta, comencé a decirme mentalmente. Estaba bien, podríamos acariciarnos otra cosa que no fuesen los dedos. Tal vez podríamos besarnos, ¿eso contaba como caricia, no?
Me mordí el labio con timidez, sabía que lo que estaba a punto de hacer era una osadía por mi parte, pero no quería arrepentirme de no haber pasado una agradable noche con un hombre que se había portado perfectamente bien conmigo.
Mi respiración se ajetreó al incorporarme y acercarme con timidez a él, rozando primero sus labios con los míos, sintiendo como nuestros alientos se entremezclaban. Un jadeo salió de mi boca por la excitación y terminé acercándome para unir nuestros labios en un deseado beso por parte de ambos. Sonreí al saber que era eso lo que quería, que su contacto no me asustaba y que era capaz de seguir adelante sin bloquearme, al menos de momento. Sus labios se entreabrieron entrelazando nuestras lenguas despacio, acariciándose con dedicación, mientras de forma furtiva acerqué mi mano hasta su cintura.
Contacto que me abrasaba al acariciar su cálida piel con suavidad, deseando poder recordar después de esa noche cada parte de su cuerpo que sin duda marcaría un antes y un después en mí.
-Guíame tú.- susurré frente a sus labios para tomarlos de nuevo despacio, saboreando cada parte de su ser.
Sentí como mi cuerpo se estremecía con sus caricias, como deseaba más, como mi mente se desinhibía a cada segundo que sus manos acariciaban mi piel. Sin duda el vodka había sido un buen comienzo para olvidar.
Kaia Andersen- Cazador Clase Media
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Re: Queriendo Olvidar [Privado-Zorro](+18)
La dama parecía intimidada por mi buen hacer, por el blanco del techo y posiblemente por mi desnudez.
No se el tiempo que permanecimos allí mirando el techo, contemplando bien no se que, pero estaba ya a punto de alzarme y vestirme cuando la dama se decidió a mover ficha para encontrarse tímidamente con mi labios.
Sonreí divertido paladeando con mi lengua el sabor a whisky, a ella, lento recorrí su boca, caminos desconocidos que empezaba a conocer, mientras mis manos se afianzaban a sus caderas para tirar de ella y subirla sobre mi.
Sexos que se acariciaron despacio, encendiéndose el uno al otro, dispuestos a arder en llamas.
Mi deseo no tenia parangón en ese preciso instante en el que nuestros cuerpos bailaban.
Me pidió que la guiara, algo no muy difícil cuando su propio cuerpo parecía saber como hacerlo.
Me limite a despojarla de su ropa entre besos y caricias cómplices, dejando que esta cayera al suelo con suma delicadeza.
Nuestros ojos se encontraron de forma deliberada, acariciándose lentamente, dispuestos a no darse tregua aquella noche.
La volteé finalmente, era mi turno. Sabia que era su primera vez, mas no la mía, así que tendría que ser delicado y luego no olvidar dejar una de las piedras bonitas que había encontrado. Yo era un caballero y esos detalles hay que tenerlos, intercambio justo su virginidad por una de las piedras mas bonitas.
Seguimos aquel baile de miradas mientras me adentraba en su interior. Sus paredes me acogieron dilatándose para mi. Su boca se entreabrió entre roncos jadeos, parecía asustada, pero sabia que lo estaba disfrutando por como sus caderas me buscaban.
Enrede mis manos en las suyas mientras mi boca dibujaba en contorno de su mandíbula, respiración ronca que culmino en besos hasta su cuello, clavícula.
No paraba de moverme cada vez mas rápido haciendo colisionar nuestras caderas en una explosión de sensaciones que iban tomando forma.
Gruñí contra su piel cuando sentí que estaba a punto de explotar, mas adentro, mas fuerte me deje ir dentro de ella mientras esta acallaba mis gemidos con sus labios que me buscaban de forma desesperada.
Mi cuerpo cayó rendido sobre le suyo, mis dedos dibujaron los suyos y una sonrisa picara acompaño el primer beso de su boca.
-Espero que lo hayas disfrutado -susurré.
Siempre era una responsabilidad eso de desvirgar a alguien, no se podia ser muy bruto, peor tampoco un piltrafa.
No se el tiempo que permanecimos allí mirando el techo, contemplando bien no se que, pero estaba ya a punto de alzarme y vestirme cuando la dama se decidió a mover ficha para encontrarse tímidamente con mi labios.
Sonreí divertido paladeando con mi lengua el sabor a whisky, a ella, lento recorrí su boca, caminos desconocidos que empezaba a conocer, mientras mis manos se afianzaban a sus caderas para tirar de ella y subirla sobre mi.
Sexos que se acariciaron despacio, encendiéndose el uno al otro, dispuestos a arder en llamas.
Mi deseo no tenia parangón en ese preciso instante en el que nuestros cuerpos bailaban.
Me pidió que la guiara, algo no muy difícil cuando su propio cuerpo parecía saber como hacerlo.
Me limite a despojarla de su ropa entre besos y caricias cómplices, dejando que esta cayera al suelo con suma delicadeza.
Nuestros ojos se encontraron de forma deliberada, acariciándose lentamente, dispuestos a no darse tregua aquella noche.
La volteé finalmente, era mi turno. Sabia que era su primera vez, mas no la mía, así que tendría que ser delicado y luego no olvidar dejar una de las piedras bonitas que había encontrado. Yo era un caballero y esos detalles hay que tenerlos, intercambio justo su virginidad por una de las piedras mas bonitas.
Seguimos aquel baile de miradas mientras me adentraba en su interior. Sus paredes me acogieron dilatándose para mi. Su boca se entreabrió entre roncos jadeos, parecía asustada, pero sabia que lo estaba disfrutando por como sus caderas me buscaban.
Enrede mis manos en las suyas mientras mi boca dibujaba en contorno de su mandíbula, respiración ronca que culmino en besos hasta su cuello, clavícula.
No paraba de moverme cada vez mas rápido haciendo colisionar nuestras caderas en una explosión de sensaciones que iban tomando forma.
Gruñí contra su piel cuando sentí que estaba a punto de explotar, mas adentro, mas fuerte me deje ir dentro de ella mientras esta acallaba mis gemidos con sus labios que me buscaban de forma desesperada.
Mi cuerpo cayó rendido sobre le suyo, mis dedos dibujaron los suyos y una sonrisa picara acompaño el primer beso de su boca.
-Espero que lo hayas disfrutado -susurré.
Siempre era una responsabilidad eso de desvirgar a alguien, no se podia ser muy bruto, peor tampoco un piltrafa.
Zorro- Cambiante Clase Media
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Re: Queriendo Olvidar [Privado-Zorro](+18)
Nuestros labios seguían unidos en ese dulce beso donde cada uno hacia un profundo reconocimiento de la boca del otro; un beso que fue aumentando mi excitación hasta el punto en que comencé a sentir la humedad en mi ropa interior. Como si de una pluma me tratase, Zorro me levantó por las caderas sentándome a horcajadas sobre él, ante mi gesto de estupefacción. Busqué la complicidad en su mirada, intimidada por haber dado un paso tan rápido y tener su cuerpo desnudo bajo el mío, pero consiguió transmitirme con ésta la seguridad que yo necesitaba para superar esa primera barrera donde mi timidez había estado a punto de jugarme una mala pasada.
Jadeé al sentir la dureza de su miembro a través de mis pantalones, la calidez que emanaba y que encendía mi cuerpo como si de una brasa ardiente se tratase. Nuestras lenguas seguían bailando su particular danza mientras yo apoyaba mi cuerpo sobre él suyo, dejándome llevar por un movimiento de caderas que desconocía que supiese hacer y que surgía inconscientemente. Movimientos que encendían nuestros cuerpos como si de un mechero de yesca se tratase.
Sus manos comenzaron a cubrir mi cuerpo de dulces caricias que me excitaban, que permitían que no me sintiese contrariada cuando con maestría fue despojando mi cuerpo de la ropa que todavía lo ocultaba. Besos repartidos por doquier, junto el cruce incesante de nuestras cómplices miradas que indicaban que todo iba fluyendo entre nosotros como si hubiésemos hecho aquello mil veces. Sentí como mis mejillas se ruborizaban al sentirme totalmente desnuda sobre él, cuando la humedad de ambos sexos era compartida y ya no había vuelta atrás; ni quería que la hubiese. Podía acostumbrarme a aquello sin pensarlo, podría acostumbrarme al roce de sus labios sobre los míos y a la maravillosa forma en que recorría mi cuerpo con sus manos.
Con un ligero movimiento, cambiaron las tornas y ahora era yo quien permanecía acostada boca arriba con Zorro entre mis piernas. Me mordí el labio nerviosa, conocedora de lo que vendría a continuación, y que sería sin duda la parte más placentera a la vez que dolorosa. Leves gemidos escapaban de mis labios cuando sentí como me acariciaba durante unos instantes con sus dedos para después introducirse poco a poco en mi interior. Mi cuerpo se tensó en un principio, asustado al sentir como se iba abriendo paso con su miembro en pequeñas embestidas. Pero fue cuando su mirada me buscó de nuevo y una preciosa sonrisa se dibujó en su rostro, cuando supe que sería cuidadoso conmigo y que jamás me haría daño, sabía por mi inexperiencia que era mi primera vez y actuaría en consecuencia.
Poco a poco mi cuerpo se fue relajando, y las paredes de mi sexo cedían gustosas a su paso. Gemidos de ambos se escuchaban al unísono con el roce de nuestros cuerpos, resonando entre esas cuatro paredes que esperaba que guardasen fielmente nuestro secreto. Acaricié con cuidado su espalda desnuda, recorriendo ésta despacio con mis dedos hasta que noté una ligera punzada, y clavé mis uñas en ésta. Pude sentir como un pequeño tope ralentizaba la marcha y creaba en mí una especie de tirones. Nuestras manos se unieron al igual que nuestras miradas, gestos que sin darme cuenta llenaban mi corazón en el momento que más lo necesitaba. Una pequeña embestida más brusca de lo normal, y ese muro que nos había detenido durante un instante desapareció. Lo habíamos conseguido, habíamos sobrepasado juntos ese tabú que tanto miedo me daba y que a su lado parecía distinto.
Zorro seguía profesándome dulces caricias que me hacían sentirme bien, que conseguían que me sintiese atendida y feliz por haber sido él quien consiguiese llegar hasta ese punto en el que estábamos. Nos mantuvimos en ese pletórico estado unos minutos más, donde mis caderas comenzaban a participar en ese baile de placer.
El ritmo de nuestros jadeos aumentó al compás de sus rítmicas embestidas y una explosión de placer no tardó en envolvernos a los dos entre roncos gemidos y labios necesitados de los ajenos.
-Ha sido perfecto.- susurré frente a sus labios con un tímida sonrisa. Mi mirada quedó prendada de la suya, de esos ojos que me habían acompañado en todo momento atento a mis necesidades; de unas manos que ahora jugaban con las mías y que no me habían dejado caer en ningún momento.
Desconocía que debería pasar ahora, pero allí los dos tumbados mientras yo le acariciaba la espalda con dulzura, se me antojó una buena forma de pasar la noche, pues sabía que al día siguiente todo sería distinto. Quería seguir sintiendo esa magia que nos envolvía durante unas horas más, y dispuesta a conseguirlo, me acerqué a él para darle un dulce beso en los labios.
Jadeé al sentir la dureza de su miembro a través de mis pantalones, la calidez que emanaba y que encendía mi cuerpo como si de una brasa ardiente se tratase. Nuestras lenguas seguían bailando su particular danza mientras yo apoyaba mi cuerpo sobre él suyo, dejándome llevar por un movimiento de caderas que desconocía que supiese hacer y que surgía inconscientemente. Movimientos que encendían nuestros cuerpos como si de un mechero de yesca se tratase.
Sus manos comenzaron a cubrir mi cuerpo de dulces caricias que me excitaban, que permitían que no me sintiese contrariada cuando con maestría fue despojando mi cuerpo de la ropa que todavía lo ocultaba. Besos repartidos por doquier, junto el cruce incesante de nuestras cómplices miradas que indicaban que todo iba fluyendo entre nosotros como si hubiésemos hecho aquello mil veces. Sentí como mis mejillas se ruborizaban al sentirme totalmente desnuda sobre él, cuando la humedad de ambos sexos era compartida y ya no había vuelta atrás; ni quería que la hubiese. Podía acostumbrarme a aquello sin pensarlo, podría acostumbrarme al roce de sus labios sobre los míos y a la maravillosa forma en que recorría mi cuerpo con sus manos.
Con un ligero movimiento, cambiaron las tornas y ahora era yo quien permanecía acostada boca arriba con Zorro entre mis piernas. Me mordí el labio nerviosa, conocedora de lo que vendría a continuación, y que sería sin duda la parte más placentera a la vez que dolorosa. Leves gemidos escapaban de mis labios cuando sentí como me acariciaba durante unos instantes con sus dedos para después introducirse poco a poco en mi interior. Mi cuerpo se tensó en un principio, asustado al sentir como se iba abriendo paso con su miembro en pequeñas embestidas. Pero fue cuando su mirada me buscó de nuevo y una preciosa sonrisa se dibujó en su rostro, cuando supe que sería cuidadoso conmigo y que jamás me haría daño, sabía por mi inexperiencia que era mi primera vez y actuaría en consecuencia.
Poco a poco mi cuerpo se fue relajando, y las paredes de mi sexo cedían gustosas a su paso. Gemidos de ambos se escuchaban al unísono con el roce de nuestros cuerpos, resonando entre esas cuatro paredes que esperaba que guardasen fielmente nuestro secreto. Acaricié con cuidado su espalda desnuda, recorriendo ésta despacio con mis dedos hasta que noté una ligera punzada, y clavé mis uñas en ésta. Pude sentir como un pequeño tope ralentizaba la marcha y creaba en mí una especie de tirones. Nuestras manos se unieron al igual que nuestras miradas, gestos que sin darme cuenta llenaban mi corazón en el momento que más lo necesitaba. Una pequeña embestida más brusca de lo normal, y ese muro que nos había detenido durante un instante desapareció. Lo habíamos conseguido, habíamos sobrepasado juntos ese tabú que tanto miedo me daba y que a su lado parecía distinto.
Zorro seguía profesándome dulces caricias que me hacían sentirme bien, que conseguían que me sintiese atendida y feliz por haber sido él quien consiguiese llegar hasta ese punto en el que estábamos. Nos mantuvimos en ese pletórico estado unos minutos más, donde mis caderas comenzaban a participar en ese baile de placer.
El ritmo de nuestros jadeos aumentó al compás de sus rítmicas embestidas y una explosión de placer no tardó en envolvernos a los dos entre roncos gemidos y labios necesitados de los ajenos.
-Ha sido perfecto.- susurré frente a sus labios con un tímida sonrisa. Mi mirada quedó prendada de la suya, de esos ojos que me habían acompañado en todo momento atento a mis necesidades; de unas manos que ahora jugaban con las mías y que no me habían dejado caer en ningún momento.
Desconocía que debería pasar ahora, pero allí los dos tumbados mientras yo le acariciaba la espalda con dulzura, se me antojó una buena forma de pasar la noche, pues sabía que al día siguiente todo sería distinto. Quería seguir sintiendo esa magia que nos envolvía durante unas horas más, y dispuesta a conseguirlo, me acerqué a él para darle un dulce beso en los labios.
Kaia Andersen- Cazador Clase Media
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Re: Queriendo Olvidar [Privado-Zorro](+18)
Cerré los ojos agotado, después del acto siempre me daba sueño, y que acariciara mi espalda no hacia mas que justo eso, acrecentar las ganas de pegar una cabezada.
Asentí cuando dijo que había sido perfecto, francamente mucho mejor de lo que esperaba, pues la noche había empezado francamente mal.
Sonreí de medio lado pestañeando varias veces para mirarla e impedir que mis ojos cedieran al completo.
Una picara sonrisa se instauro en mis labios sin poder evitarlo al ver sus jos anclados en mi cuerpo desnudo.
-Una vez lo pruebas no podrás parar -bromea divertido.
Un beso en mis labios mientras su brazo arropo mi piel, cerré los ojos dejando escapar un bostezo.
-¿te importa si me duermo? -pregunté.
No esperé respuesta pues los brazos de Morfeo me acogieron de inmediato
No se las horas que pasaron desde que cerré los ojos hasta que los abrí, pero el sol brillaba ya con fuerza fuera, así que di un respingo buscando mi ropa.
Conocía a Poseidon y ahora mismo estaría en el barco maldiciendo mi ausencia.
La idea admito que me divirtió, nuestro capitán poda ser una autentico coñazo con los deberes y obligaciones por y para la embarcación, aunque también había que admitir que como marino, era único.
Me vestí con rapidez y la miré dormía plácidamente, así que deje caer en su lecho una de las piedras de colores, una de las mas bonitas, pues bien lo había valido.
Intercambio justo, su virginidad por aquel precioso canto rosado.
Iba a salir de la habitación sin hacer ruido cuando la dama me llamo por mi nombre, una sonrisa picara y me giré para enfrentar su mirada, no quería que pensara que huía como un zorro del gallinero.
Me acerqué y deposite un casto beso en sus labios.
-Buenos días preciosa, he de irme o Poseidon me colgará del palo mayor, pero no me importaría, repetir en otra ocasión.
Asentí cuando dijo que había sido perfecto, francamente mucho mejor de lo que esperaba, pues la noche había empezado francamente mal.
Sonreí de medio lado pestañeando varias veces para mirarla e impedir que mis ojos cedieran al completo.
Una picara sonrisa se instauro en mis labios sin poder evitarlo al ver sus jos anclados en mi cuerpo desnudo.
-Una vez lo pruebas no podrás parar -bromea divertido.
Un beso en mis labios mientras su brazo arropo mi piel, cerré los ojos dejando escapar un bostezo.
-¿te importa si me duermo? -pregunté.
No esperé respuesta pues los brazos de Morfeo me acogieron de inmediato
No se las horas que pasaron desde que cerré los ojos hasta que los abrí, pero el sol brillaba ya con fuerza fuera, así que di un respingo buscando mi ropa.
Conocía a Poseidon y ahora mismo estaría en el barco maldiciendo mi ausencia.
La idea admito que me divirtió, nuestro capitán poda ser una autentico coñazo con los deberes y obligaciones por y para la embarcación, aunque también había que admitir que como marino, era único.
Me vestí con rapidez y la miré dormía plácidamente, así que deje caer en su lecho una de las piedras de colores, una de las mas bonitas, pues bien lo había valido.
Intercambio justo, su virginidad por aquel precioso canto rosado.
Iba a salir de la habitación sin hacer ruido cuando la dama me llamo por mi nombre, una sonrisa picara y me giré para enfrentar su mirada, no quería que pensara que huía como un zorro del gallinero.
Me acerqué y deposite un casto beso en sus labios.
-Buenos días preciosa, he de irme o Poseidon me colgará del palo mayor, pero no me importaría, repetir en otra ocasión.
Zorro- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 28
Fecha de inscripción : 25/08/2016
Localización : buscame
Re: Queriendo Olvidar [Privado-Zorro](+18)
Sus preciosos ojos quedaban ocultos tras unos párpados que se entrecerraban por momentos, fruto del agotamiento que nos invadía a ambos después de haber compartido un momento tan perfecto como el que acababa de suceder. No pude evitar esbozar una dulce sonrisa mientras lo observaba dormirse inevitablemente.
Me sentía distinta, él hacía que me sintiese distinta. Un hombre con una arrolladora personalidad que había conseguido en una sola noche hacer que me sintiese especial; que con sus palabras me había acunado en cada momento complicado y que me había hecho tocar el cielo de una forma inimaginable.
Sonreí tímidamente cuando dijo que una vez haber descubierto lo que era aquello no podría parar. No se equivocaba, solo que en mis pensamientos vagaba la idea de que con quién querría repetir aquello una y mil veces sería con él.
-No me importa que te quedes a dormir.- susurré cuando tras un dulce beso en mis labios el sueño le venció y nos quedamos abrazados en un cálido abrazo que podría asemejarse al mismísimo paraíso. Besé sus labios de nuevo con suavidad, tapándonos con las sábanas y acurrucándome entre sus brazos, donde hallé mi hogar durante esa noche.
Podría jurar sin equivocarme que jamás con anterioridad había dormido tan plácidamente como aquella noche; que nunca antes me había sentido tan completa como hasta ese instante en que nuestros cuerpos encajaron a la perfección como si hubiesen sido esculpidos el uno para el otro. Desconozco el tiempo que pasamos abrazados y descansando, si fueron horas o días; más cuando dejé de sentir su calor arropando mi cuerpo mis ojos se abrieron como si de una pesadilla se tratase.
-Zorro, ¿te marchas ya?- susurré cuando lo descubrí ya vestido y acercándose a la puerta para marcharse. ¿Así iba a terminarlo todo? ¿Ni siquiera un adiós de sus labios o una falsa promesa de volver a vernos? Pero mis dudas se alejaron cuando lo vi acercarse de nuevo con esa preciosa sonrisa dibujada en su rostro.
-No te preocupes, seguro que volvemos a vernos.- susurré con timidez tras sentir el roce de sus cálidos labios sobre los míos.- Además, tenemos un entrenamiento pendiente entre los dos. Si Poseidón te regaña, dile que fui yo la culpable de tu tardanza.
Una última sonrisa y un beso de despedida fueron suficientes para que volviese a creer en los cuentos de hadas, para volver a creer que la vida está llena de posibilidades y que cuando menos te lo esperas puede aparecer una persona y hacerte el ser más feliz del universo.
Me sentía distinta, él hacía que me sintiese distinta. Un hombre con una arrolladora personalidad que había conseguido en una sola noche hacer que me sintiese especial; que con sus palabras me había acunado en cada momento complicado y que me había hecho tocar el cielo de una forma inimaginable.
Sonreí tímidamente cuando dijo que una vez haber descubierto lo que era aquello no podría parar. No se equivocaba, solo que en mis pensamientos vagaba la idea de que con quién querría repetir aquello una y mil veces sería con él.
-No me importa que te quedes a dormir.- susurré cuando tras un dulce beso en mis labios el sueño le venció y nos quedamos abrazados en un cálido abrazo que podría asemejarse al mismísimo paraíso. Besé sus labios de nuevo con suavidad, tapándonos con las sábanas y acurrucándome entre sus brazos, donde hallé mi hogar durante esa noche.
Podría jurar sin equivocarme que jamás con anterioridad había dormido tan plácidamente como aquella noche; que nunca antes me había sentido tan completa como hasta ese instante en que nuestros cuerpos encajaron a la perfección como si hubiesen sido esculpidos el uno para el otro. Desconozco el tiempo que pasamos abrazados y descansando, si fueron horas o días; más cuando dejé de sentir su calor arropando mi cuerpo mis ojos se abrieron como si de una pesadilla se tratase.
-Zorro, ¿te marchas ya?- susurré cuando lo descubrí ya vestido y acercándose a la puerta para marcharse. ¿Así iba a terminarlo todo? ¿Ni siquiera un adiós de sus labios o una falsa promesa de volver a vernos? Pero mis dudas se alejaron cuando lo vi acercarse de nuevo con esa preciosa sonrisa dibujada en su rostro.
-No te preocupes, seguro que volvemos a vernos.- susurré con timidez tras sentir el roce de sus cálidos labios sobre los míos.- Además, tenemos un entrenamiento pendiente entre los dos. Si Poseidón te regaña, dile que fui yo la culpable de tu tardanza.
Una última sonrisa y un beso de despedida fueron suficientes para que volviese a creer en los cuentos de hadas, para volver a creer que la vida está llena de posibilidades y que cuando menos te lo esperas puede aparecer una persona y hacerte el ser más feliz del universo.
Kaia Andersen- Cazador Clase Media
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