AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Histoires de nuit de monstres [Assur B.]
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Histoires de nuit de monstres [Assur B.]
Cuando le concedieron su nueva vida, penso que eso la privaría de disfrutar de muchas cosas, que ya no podría ver más la luz del sol, salir a la calle como lo hacia antes, pensaba que estaría aun más que antes atada a las desventajas de su condicion como criatura de la noche, pero oh, cuanto se equivocaba, no tardaría en darse cuenta que la noche guardaba bellezas aun por descubrir, que la luna podría ser su mejor aliada si sabía como explotarla. De eso hace ya dos años, Alice ha aprendido a desenvolverse en la oscuridad, donde esta cómoda, donde se siente segura, donde puede ser ella misma.
La media luna iluminaba la figura, vestido elegante rojo y negro, con piedras, encajes y telas extremadamente caras para la gente normal, capa de terciopelo negro que cubria la mayor parte de su pelo negro. Antes he dicho que iluminaba una figura, pero lo cierto es que la noche iluminaba dos, la figura de un équido de pelaje también negro que se mezclaba con la noche. De vez en cuando hacia uso de los animales que trasportaban los carros, solo cuando no quería ningun tipo de persona que la acompañase. Detuvo su montura frente al puerto, ágil bajo y agil ato la correa del caballo donde pudo. Avanzó por el lugar que ya la resultaba tan conocido, desde que había iniciado su negocio pasaba muchas noches allí haciendo transacciones y otros tramites que requerian su atencion.
El mar estaba precioso a esas horas, la calma de las aguas, las sensaciones que acudian a ella y que invadian cada sentido. Casi podía verse a si misma nadando allí, el agua acariciaba su piel, la brisa le daba en la cara cuando sacaba el rostro para tomar aire. No eran pensamientos adecuados para una mujer de su categoría, nadar como vino al mundo en el mar practicamente esta prohibido sin llegar a estarlo. Pero no la preocupaban las prohibiciones. Aun así, no estaba allí para disfrutar del mejor baño de su vida, estaba allí por negocios. Un hombre con la experiencia en la mirada la esperaba no muy lejos de un gran barco de trasporte. Cuando la vio llegar hizo un gesto a unos compañeros de atrás mientras ella retiraba su capucha.
— Espero que tengas buen material y no me hagas perder el tiempo como la última vez —el insignificante humano no contesto, pero lo cierto era que, a pesar de su edad, aquella mujer le daba cierto respeto e incluso miedo. En fila fueron saliendo seis hombres y mujeres, esclavos, sus ropas estaban hechas un desastre, cosa que ella misma tendría que arreglar, algunos estaban más delgados que otros y tenían mejor aspecto unos que otros. El hombre hizo que se arrodillaran a los pies de la morena, la cual se quito el guante de su mano derecha mientras los examinaba, tomo la cara de una de ellas, parecia la más sana de todas, por la mirada algo arrogante, pero eso ya lo arreglaria. — Me quedo a esa —miro a las otras mujeres que había, estaban hechas un asco, pero una la llamo la atencion por sus ojos azules. — Y a esa...La otra no la quiero, puedes tirarla al mar o darsela a tus marineros, no me importa, no te voy a pagar por ella —una última mirada a la chica de los ojos azules y paso a observar a los hombres. — Enseñarme las manos — esa parte del cuerpo era muy importante, decía mucho de una persona. Uno de ellos poseía manos robustas, con heridas, acostumbrado a trabajar, otro de ellos tenía heridas, pero seguramente del deterioro sufrido en el barco, el ultimo tenía manos cuidadas, eran unas manos bonitas, a pesar de que todos estaban cubiertos de roña...Por no hablar de su olor, solo recordarlo hizo que tuviese que llevar una mano para taparse las fosas nasales. Señalo a los dos que quería. — Mañana mandare a recogerlos por la mañana y con el dinero —no tenía más que decir, se alejo, pero no hacia el caballo, sino por el paseo del puerto. Iba a aprovechar la noche. Mientras colocaba su guante de nuevo, noto algo. Se detuvo, y examino sus alrededores, se había alejado ya del barco y no había nadie, callejones oscuros y establecimientos cerrados. Siguio caminando, quizás sus sentidos fallaban, a fin de cuentas aun tenía el olor de esa gente metido en las fosas nasales, era como si la roña que ellos tenían se la hubiesen pasado a ella. Por suerte, su perfume caro contrarrestaba aquella sensacion poco a poco.
La media luna iluminaba la figura, vestido elegante rojo y negro, con piedras, encajes y telas extremadamente caras para la gente normal, capa de terciopelo negro que cubria la mayor parte de su pelo negro. Antes he dicho que iluminaba una figura, pero lo cierto es que la noche iluminaba dos, la figura de un équido de pelaje también negro que se mezclaba con la noche. De vez en cuando hacia uso de los animales que trasportaban los carros, solo cuando no quería ningun tipo de persona que la acompañase. Detuvo su montura frente al puerto, ágil bajo y agil ato la correa del caballo donde pudo. Avanzó por el lugar que ya la resultaba tan conocido, desde que había iniciado su negocio pasaba muchas noches allí haciendo transacciones y otros tramites que requerian su atencion.
El mar estaba precioso a esas horas, la calma de las aguas, las sensaciones que acudian a ella y que invadian cada sentido. Casi podía verse a si misma nadando allí, el agua acariciaba su piel, la brisa le daba en la cara cuando sacaba el rostro para tomar aire. No eran pensamientos adecuados para una mujer de su categoría, nadar como vino al mundo en el mar practicamente esta prohibido sin llegar a estarlo. Pero no la preocupaban las prohibiciones. Aun así, no estaba allí para disfrutar del mejor baño de su vida, estaba allí por negocios. Un hombre con la experiencia en la mirada la esperaba no muy lejos de un gran barco de trasporte. Cuando la vio llegar hizo un gesto a unos compañeros de atrás mientras ella retiraba su capucha.
— Espero que tengas buen material y no me hagas perder el tiempo como la última vez —el insignificante humano no contesto, pero lo cierto era que, a pesar de su edad, aquella mujer le daba cierto respeto e incluso miedo. En fila fueron saliendo seis hombres y mujeres, esclavos, sus ropas estaban hechas un desastre, cosa que ella misma tendría que arreglar, algunos estaban más delgados que otros y tenían mejor aspecto unos que otros. El hombre hizo que se arrodillaran a los pies de la morena, la cual se quito el guante de su mano derecha mientras los examinaba, tomo la cara de una de ellas, parecia la más sana de todas, por la mirada algo arrogante, pero eso ya lo arreglaria. — Me quedo a esa —miro a las otras mujeres que había, estaban hechas un asco, pero una la llamo la atencion por sus ojos azules. — Y a esa...La otra no la quiero, puedes tirarla al mar o darsela a tus marineros, no me importa, no te voy a pagar por ella —una última mirada a la chica de los ojos azules y paso a observar a los hombres. — Enseñarme las manos — esa parte del cuerpo era muy importante, decía mucho de una persona. Uno de ellos poseía manos robustas, con heridas, acostumbrado a trabajar, otro de ellos tenía heridas, pero seguramente del deterioro sufrido en el barco, el ultimo tenía manos cuidadas, eran unas manos bonitas, a pesar de que todos estaban cubiertos de roña...Por no hablar de su olor, solo recordarlo hizo que tuviese que llevar una mano para taparse las fosas nasales. Señalo a los dos que quería. — Mañana mandare a recogerlos por la mañana y con el dinero —no tenía más que decir, se alejo, pero no hacia el caballo, sino por el paseo del puerto. Iba a aprovechar la noche. Mientras colocaba su guante de nuevo, noto algo. Se detuvo, y examino sus alrededores, se había alejado ya del barco y no había nadie, callejones oscuros y establecimientos cerrados. Siguio caminando, quizás sus sentidos fallaban, a fin de cuentas aun tenía el olor de esa gente metido en las fosas nasales, era como si la roña que ellos tenían se la hubiesen pasado a ella. Por suerte, su perfume caro contrarrestaba aquella sensacion poco a poco.
Alice D. Defort- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 04/11/2016
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Re: Histoires de nuit de monstres [Assur B.]
Hambriento, aquella noche estaba sediento, quizás hubiera sido mas fácil ir al burdel subirme a dos putas a la habitación y de ese modo saciar el hambre de mi entrepierna y de mi sed.
Claro que yo era un depredador, mis sentidos parecían hoy mas alerta y alterados que de costumbre, no quería solo comer si no matar, no quería solo follar si no hundirme en una abogaren de placer desmedido de tortura y de brutalidad.
Ninguna de esas cosas hoy las encontraría en el burdel ,así que hoy, con mi mejor traje y sonrisa ladina me lance a las calles de París, la noche era joven y yo inmortal ¿se podía pedir mas?
Labios curvados cuando mis pasos me llevaron casi de forma inconsciente al puerto, a esas horas muchos eran los marineros que preparaban sus barcos para zarpar a alta mar, pasarían meses fuera en busca de sustento para sus familias, mas uno de esos barcos, zarparía de puerto en condiciones bien distintas.
Saqué una moneda de mi chaqué que lance al aire como si esto se tratara un mero juego de azar.
Dos barcos, cara o cruz a quien el destino le deparará conocer a Assur Black.
Con un ágil movimiento de muñeca la moneda despunta en el aire dotándolo de plata para de nuevo caer sobre mi mano.
-Cara.
No necesito mas, la bestia negra se funde en la oscuridad, sediento me adentro en aquel barco, donde tras el paso recio contra las tablas de madera, encuentro a varios marineros. Redes en mano se preparan sorprendidos para al alba zarpar, pobres desgraciados que no verán un nuevo día brillar.
Parto un cuello nada mas llegar, corazón palpitando en mi mano del otro antes que alcance a gritar.
El tercero es mi sustento, raudo movimiento del demonio que alcanza su cuello, allí en su yugular hundo mis colmillos degustando mi manjar.
Saciado de sangre mas no de sexo salgo del barco aflojando su agarre y dejándolo ir al mar, huellas borradas que la corriente se llevara.
Relamiendome los labios sigo mi paseo por el puerto, la mano la limpio el pañuelo de seda que tras cumplir su función lanzo a tierra.
Pronto otra aura inmortal atrae a mis sentidos, ¿quizás con ella pueda cumplir la segunda necesidad de mi noche?
Sonrisa ladina caminando en su dirección, parece absorta en sus pensamientos, al menos hasta que frente a ella llego yo.
-Madam, le diría que es casual nuestro encuentro, mas no, he detectado su “olor” y me ha llamado la atención, queda noche por delante y parece tan hastiada como yo ¿que le parece si dejamos que nuestra inmortalidad guié el camino hoy de los dos?
Claro que yo era un depredador, mis sentidos parecían hoy mas alerta y alterados que de costumbre, no quería solo comer si no matar, no quería solo follar si no hundirme en una abogaren de placer desmedido de tortura y de brutalidad.
Ninguna de esas cosas hoy las encontraría en el burdel ,así que hoy, con mi mejor traje y sonrisa ladina me lance a las calles de París, la noche era joven y yo inmortal ¿se podía pedir mas?
Labios curvados cuando mis pasos me llevaron casi de forma inconsciente al puerto, a esas horas muchos eran los marineros que preparaban sus barcos para zarpar a alta mar, pasarían meses fuera en busca de sustento para sus familias, mas uno de esos barcos, zarparía de puerto en condiciones bien distintas.
Saqué una moneda de mi chaqué que lance al aire como si esto se tratara un mero juego de azar.
Dos barcos, cara o cruz a quien el destino le deparará conocer a Assur Black.
Con un ágil movimiento de muñeca la moneda despunta en el aire dotándolo de plata para de nuevo caer sobre mi mano.
-Cara.
No necesito mas, la bestia negra se funde en la oscuridad, sediento me adentro en aquel barco, donde tras el paso recio contra las tablas de madera, encuentro a varios marineros. Redes en mano se preparan sorprendidos para al alba zarpar, pobres desgraciados que no verán un nuevo día brillar.
Parto un cuello nada mas llegar, corazón palpitando en mi mano del otro antes que alcance a gritar.
El tercero es mi sustento, raudo movimiento del demonio que alcanza su cuello, allí en su yugular hundo mis colmillos degustando mi manjar.
Saciado de sangre mas no de sexo salgo del barco aflojando su agarre y dejándolo ir al mar, huellas borradas que la corriente se llevara.
Relamiendome los labios sigo mi paseo por el puerto, la mano la limpio el pañuelo de seda que tras cumplir su función lanzo a tierra.
Pronto otra aura inmortal atrae a mis sentidos, ¿quizás con ella pueda cumplir la segunda necesidad de mi noche?
Sonrisa ladina caminando en su dirección, parece absorta en sus pensamientos, al menos hasta que frente a ella llego yo.
-Madam, le diría que es casual nuestro encuentro, mas no, he detectado su “olor” y me ha llamado la atención, queda noche por delante y parece tan hastiada como yo ¿que le parece si dejamos que nuestra inmortalidad guié el camino hoy de los dos?
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: Histoires de nuit de monstres [Assur B.]
Detuvo en seco sus pasos, sus ojos oscuros hicieron un examen completo de a quien tenía en frente. No sabía si se trataba de una amenaza o no con ciencia cierta. Aquel inmortal era realmente un exquisito bloque de perfeccion, dudaba que ninguna humana pudiera resistirse a él con solo mirarlo, la estaba costando trabajo a ella tal azaña.
Sus palabras hicieron que mostrase una ligera sorpresa y sonriese de lado. Por unos segundos penso que era uno de esos inicios de conversacion con una broma que nunca había entendido, pero no, al parecer no.
La habían hecho muchas propuestas indecentes de muchas maneras distintas, pero sin duda aquel hombre se llevaba el premio. Por un lado, Alice nunca había tenido problema en dejarse llevar, había pasado toda su vida como humana ansiando aquello, el poder para dejarse llevar, pero por otro lado, faltaba algo, dejarse llevar podia dejarse llevar con cualquier hombre o mujer que pasara por la calle. De una forma u otra.
No podía negar sus deseos más carnales de su inmortalidad, que casi parecía que ascendian por su garganta gritando para que los dejara salir, pero también la gustaba jugar, y saber más de ese "compañero inmortal" sería lo más indicado. Por no hablar sobre su forma tan concreta de expresarse, por suerte había convivido diez años con un vampiro realmente antiguo cuya forma de hablar le recordaba bastante a él.
— La idea no me desagrada, Monsieur...Pero aun así me desconcierta —avanzó para situarse en frente, al hacerlo pudo captar el aroma de la sangre que recientemente el hombre había catado, se podía apreciar en los ojos oscuros de Alice el brillo al degustar ese aroma, incluso incoscientemente abrio un poco sus labios como cuando se va a morder a una víctima. Tardo unos segundos en volver a centrar su mente. — Te has dado un buen banquete por lo que veo —se quito su guante derecho y alzo la mano hacia la mejilla del hombre donde quedaba una gota de sangre seca.
— Mentiria si dijera que no eres lo más excitante que me he encontrado en este par de meses, pero no se si serás capaz de hacerme pasar una buena noche —quizás estaba jugando con fuego, pero no podía reprimer la arrogancia que poseía mucho tiempo.
Sus palabras hicieron que mostrase una ligera sorpresa y sonriese de lado. Por unos segundos penso que era uno de esos inicios de conversacion con una broma que nunca había entendido, pero no, al parecer no.
La habían hecho muchas propuestas indecentes de muchas maneras distintas, pero sin duda aquel hombre se llevaba el premio. Por un lado, Alice nunca había tenido problema en dejarse llevar, había pasado toda su vida como humana ansiando aquello, el poder para dejarse llevar, pero por otro lado, faltaba algo, dejarse llevar podia dejarse llevar con cualquier hombre o mujer que pasara por la calle. De una forma u otra.
No podía negar sus deseos más carnales de su inmortalidad, que casi parecía que ascendian por su garganta gritando para que los dejara salir, pero también la gustaba jugar, y saber más de ese "compañero inmortal" sería lo más indicado. Por no hablar sobre su forma tan concreta de expresarse, por suerte había convivido diez años con un vampiro realmente antiguo cuya forma de hablar le recordaba bastante a él.
— La idea no me desagrada, Monsieur...Pero aun así me desconcierta —avanzó para situarse en frente, al hacerlo pudo captar el aroma de la sangre que recientemente el hombre había catado, se podía apreciar en los ojos oscuros de Alice el brillo al degustar ese aroma, incluso incoscientemente abrio un poco sus labios como cuando se va a morder a una víctima. Tardo unos segundos en volver a centrar su mente. — Te has dado un buen banquete por lo que veo —se quito su guante derecho y alzo la mano hacia la mejilla del hombre donde quedaba una gota de sangre seca.
— Mentiria si dijera que no eres lo más excitante que me he encontrado en este par de meses, pero no se si serás capaz de hacerme pasar una buena noche —quizás estaba jugando con fuego, pero no podía reprimer la arrogancia que poseía mucho tiempo.
Alice D. Defort- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 04/11/2016
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Re: Histoires de nuit de monstres [Assur B.]
Los ojos de la dama la delataban, el depredador estaba al acecho, devorando sus entrañas dispuesto a saltar en cualquier momento y arrastrarla junto a mi a un momento de lujuria sin igual.
Por ende sus palabras, mas sosegadas que el brillo de sus ojos hablaban de tomarnos tiempo, de conocernos antes como si de dos colegiales nos tratáramos y eso pinto en mi cara una sonrisa traviesa.
A veces me gustaba jugar y que no me lo dieran todo echo.
-Juguemos -susurré hundiendo mi mirada en la suya mientras dos de mis dedos desfilaban silenciosos por la piel de su desnudo hombro.
Su mano acaricio mi mejilla para limpiar la sangre seca, un buen banquete es lo que pensaba darme con ella, mas si era cierto, estaba bien alimentado en ese momento ¿podía decir lo mismo ella?
-Soy capaz de haceros pasar una noche no solo que no olvidareis, si no que recordareis cada vez que otro hombre se cuele entre vuestras piernas -mis labios se acercaron a los ajenos, mas me detuve sin tocarlos, el juego había empezado, y tan solo había movido el peón en este tablero que pintado de carmesí parecía anhelar cada movimiento.
-Es mas, comparareis esta noche con otras y la reviviréis incapaz de entender porque nadie os complace como yo.
Una risa arrogante al separarme y tenderle el brazo como hacían los caballeros con las damas.
-Dígame madam ¿algún lugar que se le antoje adecuado para la ocasión? Os llevaría de estar en Rumanía a mis mazmorras, creo que seria muy propicio para los dos. Mas ya que deseáis ir despacio y tiempo nos sobra a ambos ¿deseáis ir al cabaret?
Mis ojos brillaron desafiantes, aquel lugar se me antojaba el perfecto para beber suficiente al ritmo de los cancanes de las damas, un lugar mas recatado que el burdel, mas que representaba a la perfección la perdición que albergaba el corazón de la sociedad Parisiense.
Seguramente la dama lo disfrutara tanto como yo, pues algo me decía que dentro de esa paz que fingía sentir un monstruo la acechaba.
-decirme pues señorita -mire su dedo por si alguna alianza la encadenaba a otro hombre, no porque eso me importara, la verdad no era celoso.
Así del brazo caminamos lentamente hasta dejar el puerto atrás y mi pequeño “ asesinato” en alta mar.
Por ende sus palabras, mas sosegadas que el brillo de sus ojos hablaban de tomarnos tiempo, de conocernos antes como si de dos colegiales nos tratáramos y eso pinto en mi cara una sonrisa traviesa.
A veces me gustaba jugar y que no me lo dieran todo echo.
-Juguemos -susurré hundiendo mi mirada en la suya mientras dos de mis dedos desfilaban silenciosos por la piel de su desnudo hombro.
Su mano acaricio mi mejilla para limpiar la sangre seca, un buen banquete es lo que pensaba darme con ella, mas si era cierto, estaba bien alimentado en ese momento ¿podía decir lo mismo ella?
-Soy capaz de haceros pasar una noche no solo que no olvidareis, si no que recordareis cada vez que otro hombre se cuele entre vuestras piernas -mis labios se acercaron a los ajenos, mas me detuve sin tocarlos, el juego había empezado, y tan solo había movido el peón en este tablero que pintado de carmesí parecía anhelar cada movimiento.
-Es mas, comparareis esta noche con otras y la reviviréis incapaz de entender porque nadie os complace como yo.
Una risa arrogante al separarme y tenderle el brazo como hacían los caballeros con las damas.
-Dígame madam ¿algún lugar que se le antoje adecuado para la ocasión? Os llevaría de estar en Rumanía a mis mazmorras, creo que seria muy propicio para los dos. Mas ya que deseáis ir despacio y tiempo nos sobra a ambos ¿deseáis ir al cabaret?
Mis ojos brillaron desafiantes, aquel lugar se me antojaba el perfecto para beber suficiente al ritmo de los cancanes de las damas, un lugar mas recatado que el burdel, mas que representaba a la perfección la perdición que albergaba el corazón de la sociedad Parisiense.
Seguramente la dama lo disfrutara tanto como yo, pues algo me decía que dentro de esa paz que fingía sentir un monstruo la acechaba.
-decirme pues señorita -mire su dedo por si alguna alianza la encadenaba a otro hombre, no porque eso me importara, la verdad no era celoso.
Así del brazo caminamos lentamente hasta dejar el puerto atrás y mi pequeño “ asesinato” en alta mar.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: Histoires de nuit de monstres [Assur B.]
Sus ojos marrones se posaron sobre la mano con la que el hombre recorría su hombro, media sonrisa, extremadamente sútil se dibujo en su rostro. Volvió su mirada hacia él casi anhelando que sus palabras fueren tan descaradas como sus movimientos. Por norma general la gente tendía a intentar muestras de descaro, a intentar tomar las riendas sin si quiera saber como hacerlo, por eso era una sorpresa ver que alguien si sabía como hacerlo, lo cual la agradaba. A pesar de que ella solía ser la descadara y arrogante.
Notaba realmente que el juego solo acababa de empezar, y que de entrada ya la encantaba. Una sonrisa cruzo sus labios cuando los labios de él se quedaron a escasa distancia de los suyos. Por esta vez, dejo que alguien se atreviera a presuponer lo que pasaría al final de la noche, normalmente no daba tregua. Se acercó hacia él como una brisa cálida, sin a penas rozarle. — Ya veremos quién es el que recuerda a quién al final de la noche... —un susurró que seguramente un ser mortal no hubiese llegado a captar, pero estaba segura, de que su siseo había llegado hasta él. Su dedo índice rozo por un momento los labios ajenos, retomando de nuevo la posicion inicial, como si aquel momento no hubiese siquiera sucedido. Pero ambos estaban en el juego.
Rumania...tenía sentido, esa nota diferente en la forma de hablar. Tomó su brazo, no la importaba si el no era un caballero, y dudaba a veces que ella fuese lo que se considera hoy en día una "dama", pero los engaños en el juego son fundamentales.
La idea del cabaret la resultaba tan atrayente como el hombre que la llevaba del brazo. Ella tampoco encontraba lugar mejor para aquella noche, ojala tuviese unas mazmorras como él decia tener, aunque quizás solo era parte del teatro, lo mismo la daba la idea se le había grabado en la cabeza. Mandaría hacer unas mazmorras en algun momento.
— Lástima no estar en Rumanía...No obstante, el cabaret e parece idóneo —su mano totalmente desnuda que seguía sin guante, en la cual normalmente solían llevarse las alianzas, se poso sobre la otra propia mientras caminaban dirección al cabaret. No estaría de más tomar algun aperitivo durante la noche, había saciado su sed aquella tarde con un mortal pero el oler la sangre de la cena de su acompañante, la había abierto el apetito. Supuso que podía resolver aquello en el cabaret también.
— La noche va a ser muy larga, así que te sugiero que me llames Alice, ya me ha quedado claro que es usted capaz de hablar a una mujer como corresponde —alejandose del lugar del crimen caminaron hasta fundirse un poco más con la civilización. — ¿Y como piensa usted satisfacerme?..Le advierto que corre el riesgo de que mi noche acabe junto a alguna bailarina en vez de con usted —la sonrisa que le dedico iba cargada de picardía y arrogancia. Y tampoco era mentira aquella informacion. La mujeres actrices y bailarinas solían resultarla realmente atrayentes.
Notaba realmente que el juego solo acababa de empezar, y que de entrada ya la encantaba. Una sonrisa cruzo sus labios cuando los labios de él se quedaron a escasa distancia de los suyos. Por esta vez, dejo que alguien se atreviera a presuponer lo que pasaría al final de la noche, normalmente no daba tregua. Se acercó hacia él como una brisa cálida, sin a penas rozarle. — Ya veremos quién es el que recuerda a quién al final de la noche... —un susurró que seguramente un ser mortal no hubiese llegado a captar, pero estaba segura, de que su siseo había llegado hasta él. Su dedo índice rozo por un momento los labios ajenos, retomando de nuevo la posicion inicial, como si aquel momento no hubiese siquiera sucedido. Pero ambos estaban en el juego.
Rumania...tenía sentido, esa nota diferente en la forma de hablar. Tomó su brazo, no la importaba si el no era un caballero, y dudaba a veces que ella fuese lo que se considera hoy en día una "dama", pero los engaños en el juego son fundamentales.
La idea del cabaret la resultaba tan atrayente como el hombre que la llevaba del brazo. Ella tampoco encontraba lugar mejor para aquella noche, ojala tuviese unas mazmorras como él decia tener, aunque quizás solo era parte del teatro, lo mismo la daba la idea se le había grabado en la cabeza. Mandaría hacer unas mazmorras en algun momento.
— Lástima no estar en Rumanía...No obstante, el cabaret e parece idóneo —su mano totalmente desnuda que seguía sin guante, en la cual normalmente solían llevarse las alianzas, se poso sobre la otra propia mientras caminaban dirección al cabaret. No estaría de más tomar algun aperitivo durante la noche, había saciado su sed aquella tarde con un mortal pero el oler la sangre de la cena de su acompañante, la había abierto el apetito. Supuso que podía resolver aquello en el cabaret también.
— La noche va a ser muy larga, así que te sugiero que me llames Alice, ya me ha quedado claro que es usted capaz de hablar a una mujer como corresponde —alejandose del lugar del crimen caminaron hasta fundirse un poco más con la civilización. — ¿Y como piensa usted satisfacerme?..Le advierto que corre el riesgo de que mi noche acabe junto a alguna bailarina en vez de con usted —la sonrisa que le dedico iba cargada de picardía y arrogancia. Y tampoco era mentira aquella informacion. La mujeres actrices y bailarinas solían resultarla realmente atrayentes.
Alice D. Defort- Vampiro Clase Alta
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Re: Histoires de nuit de monstres [Assur B.]
El puerto con su olor a mar, salitre y pescado quedo atrás, así el color de la zona mas pobre de la ciudad dio paso a la oscuridad, a la perdición,a olor a orín, podredumbre y desigualdad.
Me divertía observar a la dama emperifollada con sus mejores galas, pasear por este lugar. Posiblemente jamas hubiera osado atravesar estas calles para alcanzar el cabaret. Sin duda camino mas rápido, mas menos “agradable” que la zona mas noble, donde el olor a perfume caro se entremezclaba con el de las rosas de las balconadas.
Luz color y del mismo modo desigualdad.
Esto era el mundo en el que ambos nos movíamos y esto era lo que quería que viera.
-Vos y ello, estamos por encima del bien y del mal, no hay pobreza ni riqueza, solo sed, sangre, y oscuridad.
No acabareis en los brazos de una bailarina porque hoy solo deseáis abrirle las piernas a un ser, yo, vuestro dios.
Juguemos a que hoy vos seréis la única y por ende no seré yo quien acabe enredado entre las piernas de varias mujerzuelas que a ritmo de cancan y con la sangre ardiente por sus venas me regalarían de seguro una noche de placer.
¿Que me decís? ¿Jugamos solos o invitamos un par de putas?. No tengo problema en divertirme mi reina, pues el mundo esta a nuestros pies. Pide y te lo concederé.
No me detuve en mi firme avance, su mano reposaba sobre mi antebrazo mientras sus labios se torcían en una mueca que bien creía conocer.
Ambos íbamos a disfrutarnos aquella noche en la que todo podía suceder, eso era lo bueno de que dos depredadores se miraran de frente.
Ella no era mi persa, quízas tampoco la consideraba mi igual solo por aquella noche seria mi placer, la reina del tablero de ajedrez.
Ambos deseábamos bebernos la noche, la sangre, el alcohol y la pasión eran una bomba capaz de enloquecer a un dios.
Hoy ambos acabaríamos ebrios de poder, pues eso es lo que corrompe a los seres de la noche y nosotros eramos la misma noche jugando al escondite con el día.
Alcanzamos el cabaret, su música pagana se oía desde el exterior, mas sin duda el placer llegó cuando tras sus puertas, el tono rojo hizo aparición. Sofás en tonos sangre, asientos, mesas, y un escenario donde las damas movían sus piernas mostrando mas de lo que eticamente se podía ver. ¿Quien decía que el puticlub era le único burdel?
Sonreí de medio lado ofreciéndole a la dama asiento en uno de los sofás, una redonda mesa entre el hueco circular y sobre esta pipa de agua con opio en una caja para colocar.
¿vino o whisky madam? -pregunté cuando una moza pelirroja se acerco para pedirnos que deseábamos tomar.
Lo tomaríamos todo, pero por algo teníamos que empezar.
Me divertía observar a la dama emperifollada con sus mejores galas, pasear por este lugar. Posiblemente jamas hubiera osado atravesar estas calles para alcanzar el cabaret. Sin duda camino mas rápido, mas menos “agradable” que la zona mas noble, donde el olor a perfume caro se entremezclaba con el de las rosas de las balconadas.
Luz color y del mismo modo desigualdad.
Esto era el mundo en el que ambos nos movíamos y esto era lo que quería que viera.
-Vos y ello, estamos por encima del bien y del mal, no hay pobreza ni riqueza, solo sed, sangre, y oscuridad.
No acabareis en los brazos de una bailarina porque hoy solo deseáis abrirle las piernas a un ser, yo, vuestro dios.
Juguemos a que hoy vos seréis la única y por ende no seré yo quien acabe enredado entre las piernas de varias mujerzuelas que a ritmo de cancan y con la sangre ardiente por sus venas me regalarían de seguro una noche de placer.
¿Que me decís? ¿Jugamos solos o invitamos un par de putas?. No tengo problema en divertirme mi reina, pues el mundo esta a nuestros pies. Pide y te lo concederé.
No me detuve en mi firme avance, su mano reposaba sobre mi antebrazo mientras sus labios se torcían en una mueca que bien creía conocer.
Ambos íbamos a disfrutarnos aquella noche en la que todo podía suceder, eso era lo bueno de que dos depredadores se miraran de frente.
Ella no era mi persa, quízas tampoco la consideraba mi igual solo por aquella noche seria mi placer, la reina del tablero de ajedrez.
Ambos deseábamos bebernos la noche, la sangre, el alcohol y la pasión eran una bomba capaz de enloquecer a un dios.
Hoy ambos acabaríamos ebrios de poder, pues eso es lo que corrompe a los seres de la noche y nosotros eramos la misma noche jugando al escondite con el día.
Alcanzamos el cabaret, su música pagana se oía desde el exterior, mas sin duda el placer llegó cuando tras sus puertas, el tono rojo hizo aparición. Sofás en tonos sangre, asientos, mesas, y un escenario donde las damas movían sus piernas mostrando mas de lo que eticamente se podía ver. ¿Quien decía que el puticlub era le único burdel?
Sonreí de medio lado ofreciéndole a la dama asiento en uno de los sofás, una redonda mesa entre el hueco circular y sobre esta pipa de agua con opio en una caja para colocar.
¿vino o whisky madam? -pregunté cuando una moza pelirroja se acerco para pedirnos que deseábamos tomar.
Lo tomaríamos todo, pero por algo teníamos que empezar.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
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Re: Histoires de nuit de monstres [Assur B.]
No solía topar con muchos vampiros tan antiguos, quizás por eso la forma de hablar del varón aun la resultaba extraña, pero no extraña en el mal sentido de la palabra,al contrario, su forma de expresarse la resultaba peculiar, atractiva incluso se atrevería a decir. Aunque alguno de sus comentarios de entrada le podía producir rechazo. ¿Dios? ¿Tener un Dios ella?...Eso no era ni meramente posible, no obstante supuso que estaba jugando con metáforas y lo dejo pasar. Mientras ella fuese la reina, le venía bien ese acuerdo. Ella siempre era la reina.
— Los humanos esta noche solo me servirían para una cosa...No obstante no suelo usar a las muchachas para saciar mi sed, dejo que el látigo de este oscuro mundo las castigue por si solo... —matar a las prostitutas nunca la había llamado la atención, solo en dos ocasiones se alimento de una y no llego a matarla. Mujeres necesitadas de ganarse la vida vendiendo su cuerpo, esa ya era suficiente condena, el cuerpo estaba para disfrutarlo con libertad no para tener que venderlo. No obstante, a ella le daba igual el destino de esas pobres desgraciadas, la culpa era de sus ancestros y de ellas mismas que no habían obtenido una mejor vida. Ella sabía que aunque se arruinase no acabaría vendiendo su cuerpo.
Se escuchaba la música del interior, inlcuso los olores del local y la zona de alrededor. Perfumes realmente empalagosos de las mujeres que trabajaban allí, para captar la atencion seguramente, pero para los sentidos de los inmortales resultaba incluso desagradable. Aun así, sonrió, el ambiente que podía notarse incluso sin entrar la gustaba. Paso al interior, soltando el brazo de su recien conocido acompañante. Rojo, rojo por todos lados, diferentes tonalidades de rojo, pero en definitiva, era rojo.
Ella tomó asiento, retiro su capa de terciopelo negro en un movimiento, dejandola a un lado en el mismo sofa. Observó el opio en la mesa de en frente, ha decir verdad ese vicio ya lo había catado incluso antes de alcanzar la inmortalidad, cuando apenas era una joven de dieciocho años. Fue toda una hazaña ese día.
Alzó la vista hacia la muchacha de rojos cabellos. — Vino...el mejor que tengais si es que tenían alguno bueno para el exigente y refinado paladar de Alice. Corto cualquier distancia que hubiera con el causante de que estuviera allí. — ¿Que te parece empezar con un pequeño reto para animar esto? —podía llamarlo reto o como quisiera, el caso es que Alice había entrado en un lugar lleno de mortales, tenía hambre y si iba a dejar llevarse por los placeres de la noche, necesitaba saciar esa sed. No quería ser la portada del diario de Paris al día siguiente. —Me gustaría ver como convences a una de las chicas para que me ofrezca su sangre...Sin pagarla por supuesto, has dicho que me conderías lo que quisiera, bien, pues adelante —le susurraba de cerca, sus dedos jugaban con las ropas de su hombro, y luego recorriendo su cuello con el dedo índice. Lo miraba con cierta excitacion en la mirada. Para que mentir, la gustaba que hiciesen cosas por ella, aunque no siempre, pero aquello podía ser interesante de ver. Apartó la mano de su cuello, llevandola hasta sus propios labios, mordiendose ligeramente el dedo, con expresion de espera y expectacion.
Cuando trajeron la botella de vino ella misma la sirvió en dos copas.
— Los humanos esta noche solo me servirían para una cosa...No obstante no suelo usar a las muchachas para saciar mi sed, dejo que el látigo de este oscuro mundo las castigue por si solo... —matar a las prostitutas nunca la había llamado la atención, solo en dos ocasiones se alimento de una y no llego a matarla. Mujeres necesitadas de ganarse la vida vendiendo su cuerpo, esa ya era suficiente condena, el cuerpo estaba para disfrutarlo con libertad no para tener que venderlo. No obstante, a ella le daba igual el destino de esas pobres desgraciadas, la culpa era de sus ancestros y de ellas mismas que no habían obtenido una mejor vida. Ella sabía que aunque se arruinase no acabaría vendiendo su cuerpo.
Se escuchaba la música del interior, inlcuso los olores del local y la zona de alrededor. Perfumes realmente empalagosos de las mujeres que trabajaban allí, para captar la atencion seguramente, pero para los sentidos de los inmortales resultaba incluso desagradable. Aun así, sonrió, el ambiente que podía notarse incluso sin entrar la gustaba. Paso al interior, soltando el brazo de su recien conocido acompañante. Rojo, rojo por todos lados, diferentes tonalidades de rojo, pero en definitiva, era rojo.
Ella tomó asiento, retiro su capa de terciopelo negro en un movimiento, dejandola a un lado en el mismo sofa. Observó el opio en la mesa de en frente, ha decir verdad ese vicio ya lo había catado incluso antes de alcanzar la inmortalidad, cuando apenas era una joven de dieciocho años. Fue toda una hazaña ese día.
Alzó la vista hacia la muchacha de rojos cabellos. — Vino...el mejor que tengais si es que tenían alguno bueno para el exigente y refinado paladar de Alice. Corto cualquier distancia que hubiera con el causante de que estuviera allí. — ¿Que te parece empezar con un pequeño reto para animar esto? —podía llamarlo reto o como quisiera, el caso es que Alice había entrado en un lugar lleno de mortales, tenía hambre y si iba a dejar llevarse por los placeres de la noche, necesitaba saciar esa sed. No quería ser la portada del diario de Paris al día siguiente. —Me gustaría ver como convences a una de las chicas para que me ofrezca su sangre...Sin pagarla por supuesto, has dicho que me conderías lo que quisiera, bien, pues adelante —le susurraba de cerca, sus dedos jugaban con las ropas de su hombro, y luego recorriendo su cuello con el dedo índice. Lo miraba con cierta excitacion en la mirada. Para que mentir, la gustaba que hiciesen cosas por ella, aunque no siempre, pero aquello podía ser interesante de ver. Apartó la mano de su cuello, llevandola hasta sus propios labios, mordiendose ligeramente el dedo, con expresion de espera y expectacion.
Cuando trajeron la botella de vino ella misma la sirvió en dos copas.
Alice D. Defort- Vampiro Clase Alta
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Re: Histoires de nuit de monstres [Assur B.]
La dama pidió el mejor vino de aquel lugar, algo me decía que la decepcionara, pues allí no habíamos ido a beber vino si no whisky.
Aun así, no hice comentario alguno sobre las peticiones de aquella excitante mujer a la que había prometido convertir por una noche en mi reina.
La pelirroja se marcho dispuesta a complacerla y yo tomé asiento acariciando la pierna de mi excitante acompañante.
-Vino, ¿queréis que nos emborrachemos con vino? -bromeé delineando con la yema de mis dedos su muslo.
Ahí llego el siguiente reto de la noche, convencer a una dama de aquel lugar, sin pagarle ni un solo franco para se dejara morder por aquella mujer.
Una sonrisa ladina se dibujo en mi rostro, me gustaba el cáliz que la noche iba tomando.
-Bien, si yo logro que una dama se deje morder ¿que me daréis a cambio?
Mis ojos se perdieron enrojecidos en su cuerpo, creo que las palabras bastaban, era obvio lo que deseaba tener a cambio.
Me alcé para dirigirme bajo el escenario. Allí, una pequeña pista de baile improvisada bajo los cancanes de las mujeres que arriba mostraban su actuación y para que engañarnos sus mejores atributos.
Al ritmo de la pagana música me fundí con el ambiente, hombres ebrios haciendo el ridículo frente a mujeres bastante colocadas que seguramente los veían maravillosos.
Como buen depredador, observe a las distintas presas, hasta dar con una rubia que botella en mano, un escote prominente que nada dejaba a la imaginación y cintura de avispa, bailaba, mas bien se tambaleaba en la pista.
Sonreí de medio lado acercándome a ella, hasta que por su espalda mis caderas chocaron con sus glúteos y mis manos se posaron en su bajo vientre.
Una risa ebria escapó de sus labios mientras tiraba la cabeza hacia atrás para observar al hombre que con descaro se había apropiado de su ser.
Labios que se rozaron mas no se tomaron, caricias de la dama en mis manos, al parecer le gustaba lo que veía y para que mentir, a mi también.
-Te propongo algo -susurré en su oído cuando la dama iba incendiándose al ritmo en el que mis manos recorrían su figura -ves a mi amiga -añadí girando su vista con mi dedo -ella también quiere pasárselo bien ¿que te parece si nos acompañas al sofá y nos divertimos los tres?
La giré de forma brusca por las caderas ahora quedando de frente, un jadeo escapó de sus labios mientras mi boca tomaba lentamente su cuello, arrastrando por le mis colmillos hasta alcanzar su mandíbula que dibuje con mis labios muriendo en su oído.
-Solo has de dejar que te muerda una vez y te prometo que esta noche no la podrás olvidar -añadí arrastrando las palabras.
La dama decidida y como no guiada por mis brazos aceptó la propuesta y pronto volvimos frente a la morena que había presenciado todo el acto.
-La dama quiere beber vino con nosotros -dije con una picara sonrisa hundiendo mis ojos en los de la inmortal
Aun así, no hice comentario alguno sobre las peticiones de aquella excitante mujer a la que había prometido convertir por una noche en mi reina.
La pelirroja se marcho dispuesta a complacerla y yo tomé asiento acariciando la pierna de mi excitante acompañante.
-Vino, ¿queréis que nos emborrachemos con vino? -bromeé delineando con la yema de mis dedos su muslo.
Ahí llego el siguiente reto de la noche, convencer a una dama de aquel lugar, sin pagarle ni un solo franco para se dejara morder por aquella mujer.
Una sonrisa ladina se dibujo en mi rostro, me gustaba el cáliz que la noche iba tomando.
-Bien, si yo logro que una dama se deje morder ¿que me daréis a cambio?
Mis ojos se perdieron enrojecidos en su cuerpo, creo que las palabras bastaban, era obvio lo que deseaba tener a cambio.
Me alcé para dirigirme bajo el escenario. Allí, una pequeña pista de baile improvisada bajo los cancanes de las mujeres que arriba mostraban su actuación y para que engañarnos sus mejores atributos.
Al ritmo de la pagana música me fundí con el ambiente, hombres ebrios haciendo el ridículo frente a mujeres bastante colocadas que seguramente los veían maravillosos.
Como buen depredador, observe a las distintas presas, hasta dar con una rubia que botella en mano, un escote prominente que nada dejaba a la imaginación y cintura de avispa, bailaba, mas bien se tambaleaba en la pista.
Sonreí de medio lado acercándome a ella, hasta que por su espalda mis caderas chocaron con sus glúteos y mis manos se posaron en su bajo vientre.
Una risa ebria escapó de sus labios mientras tiraba la cabeza hacia atrás para observar al hombre que con descaro se había apropiado de su ser.
Labios que se rozaron mas no se tomaron, caricias de la dama en mis manos, al parecer le gustaba lo que veía y para que mentir, a mi también.
-Te propongo algo -susurré en su oído cuando la dama iba incendiándose al ritmo en el que mis manos recorrían su figura -ves a mi amiga -añadí girando su vista con mi dedo -ella también quiere pasárselo bien ¿que te parece si nos acompañas al sofá y nos divertimos los tres?
La giré de forma brusca por las caderas ahora quedando de frente, un jadeo escapó de sus labios mientras mi boca tomaba lentamente su cuello, arrastrando por le mis colmillos hasta alcanzar su mandíbula que dibuje con mis labios muriendo en su oído.
-Solo has de dejar que te muerda una vez y te prometo que esta noche no la podrás olvidar -añadí arrastrando las palabras.
La dama decidida y como no guiada por mis brazos aceptó la propuesta y pronto volvimos frente a la morena que había presenciado todo el acto.
-La dama quiere beber vino con nosotros -dije con una picara sonrisa hundiendo mis ojos en los de la inmortal
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
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Re: Histoires de nuit de monstres [Assur B.]
Excitante era poco. Resultaba dificil de conterse con un inmortal que la resultaba extremadamente atractivo y cada vez más, ser vampiro no la libraba de los deseos más carnales, que al contrario se habían duplicado. Todo un reto, de verdad. Pero entregarse a los hombres sin más nunca había sido su dinámica. La gustaba tantear el terreno, y de momento el terreno estaba realmente bien.
Soltó una carcajada. Alice era una mujer terriblemente dificil de emborrachar, digamos que las familias de cazadores desde siempre eran dadas a beber y tomar alcohol de forma habitual. Y basicamente había estado tomando alcohol desde los trece años. El vino era una pasion que habia adquirido en su etapa más reciente, pero dicha bebida nunca fue la preferida de su padre, y por lo tanto no era la que tenía de forma habitual Alice a mano en su casa.
— Aun esta por ver si aguantas mi ritmo— se referia en esa ocasion alcohol, pero lo dejo intencionadamente abierto ese comentario para libre interpretacion de su acompañante. Sus dedos recorrieron el cuello del contrario, su mirada juguetona en aquel momento topo con la encendida de él y supo lo que él quería. Y se lo daría, no iba a negarle algo que a ella misma la iba a agradar. En verdad no hubo respuesta verbal a aquella pregunta, su sonrisa y su mirada desvelaban tal respuesta, rozo brevemente su pierna -ligeramente descubierta al verse el vestido algo apartado- con la de él antes de que se pusiera en pie.
Comenzo a servir las copas de vino cuando el inmortal se levanto para cumplir su reto, ella no pudo más que dibujar una sonrisa de diversion en su rostro. Con la copa de vino, e inclinada ligeramente sobre el sofa en una postura comoda y a la vez atractiva, observó la escena.
Había elegido posiblemente a la fulana más llamativa del lugar, la más rubia, la más borracha y la que tenía el escote más pronunciado. Servía como aperitivo aquella noche. Bastante descarado el hombre en su forma de atraer mujeres, aunque a mujeres como aquella no hacia falta mucha palabrería para disponer de ellas como gustases. Ella era mujer y aun así estaba segura que le costaría poco más atraer a una muchacha como aquella. En lo que duro aquel juego que observó de lejos, Alice casi se termino su copa de vino.
Descruzo su pierna y se sentó con normalidad en el sillo cuando ambos estuvieron frente a ella, no había borrado su sonrisa traviesa en todo momento, y una mirada al inmortal sirvio para aprobar aquel pequeño juego. — ¿Ah si?...Que bien querida, sientate junto a mi... —su voz era agradable, atractiva al oído humano y atrayente, extendio su brazo, y en cuanto la mortal poso la mano sobre la suya le dio un tiron y la sentó a su lado. Relleno su propia copa y se la paso. — Puedes beber todo lo que quieras —la rubia no dudo mucho, bebio sin respirar casi la copa. La sonrisa de Alice se ensancho y miro a Assur. — Supongo que te ha dicho lo que quiero... —hizo un alto mientras bebía para mirar alternativamente a ambos y asentir. Cuando la mortal termino la copa, Alice se la quito de las manos, dejandola posada en la mesa, tomo su rostro con su mano de forma inmediata y la beso, fue un beso que no reflejaba más que el deseo de la morena por saciar su sed, ala vez que sus ojos marrones pasaban al rojo. Sus colmillos abrieron una pequeña herida en los labios de la rubia la cual había jadeado un poco al sentir como Alice se hacia con ellos. Solo se aparto un par de segundos para mirar con el fuego palpitante en su mirada al que se había declarado rey de su tablero.
Luego volvio a morder el labio de la fulana, bajando por su cuello, de forma brusca haciendo que alzase la cabeza para poder tener completo acceso al mismo. Sus colmillos se clavaron perforando la carne ajena en un suave movimiento, la victima se aferro por un momento a la inmortal sin saber si aquello la dolía o la producía placer. Pero a Alice poco la importaba, pues estaba disfrutando aquel aperitivo ofrecido en bandeja increiblemente. Su mano se deslizo por las curvas de la mujer mientras saciaba su sed, por sus piernas posteriormente y acabo de nuevo en su cuello. No acabo con la vida de la rubia, pero la dejo justo para que pudiera volver por donde había venido, se cayese en alguna esquina y la naturaleza actuase por si sola. Sus colmillos abandonaron el cuello y con la lengua Alice saboreo los ultimos restos de sangre que quedaban en ellos. — No ha estado mal — miro a la rubia que ya estaba sin fuerzas y pálida y la hizo levantarse sin contemplaciones tras limpiarle la sangre del cuello y taparle la herida con su propio pelo. Ya no era problema suyo.
— Me has dado lo que quería... —se sirvio mas vino dando un buen trago. — Supongo que ahora podría tomar su recompensa —acerco sus labios, rojos aun por cierto color de la sangre que había quedado en ellos y el vino, hacia los de el, los rozo y luego los dibujo con su dedo índice, sin dejar de clavar su mirada sobre él.
Soltó una carcajada. Alice era una mujer terriblemente dificil de emborrachar, digamos que las familias de cazadores desde siempre eran dadas a beber y tomar alcohol de forma habitual. Y basicamente había estado tomando alcohol desde los trece años. El vino era una pasion que habia adquirido en su etapa más reciente, pero dicha bebida nunca fue la preferida de su padre, y por lo tanto no era la que tenía de forma habitual Alice a mano en su casa.
— Aun esta por ver si aguantas mi ritmo— se referia en esa ocasion alcohol, pero lo dejo intencionadamente abierto ese comentario para libre interpretacion de su acompañante. Sus dedos recorrieron el cuello del contrario, su mirada juguetona en aquel momento topo con la encendida de él y supo lo que él quería. Y se lo daría, no iba a negarle algo que a ella misma la iba a agradar. En verdad no hubo respuesta verbal a aquella pregunta, su sonrisa y su mirada desvelaban tal respuesta, rozo brevemente su pierna -ligeramente descubierta al verse el vestido algo apartado- con la de él antes de que se pusiera en pie.
Comenzo a servir las copas de vino cuando el inmortal se levanto para cumplir su reto, ella no pudo más que dibujar una sonrisa de diversion en su rostro. Con la copa de vino, e inclinada ligeramente sobre el sofa en una postura comoda y a la vez atractiva, observó la escena.
Había elegido posiblemente a la fulana más llamativa del lugar, la más rubia, la más borracha y la que tenía el escote más pronunciado. Servía como aperitivo aquella noche. Bastante descarado el hombre en su forma de atraer mujeres, aunque a mujeres como aquella no hacia falta mucha palabrería para disponer de ellas como gustases. Ella era mujer y aun así estaba segura que le costaría poco más atraer a una muchacha como aquella. En lo que duro aquel juego que observó de lejos, Alice casi se termino su copa de vino.
Descruzo su pierna y se sentó con normalidad en el sillo cuando ambos estuvieron frente a ella, no había borrado su sonrisa traviesa en todo momento, y una mirada al inmortal sirvio para aprobar aquel pequeño juego. — ¿Ah si?...Que bien querida, sientate junto a mi... —su voz era agradable, atractiva al oído humano y atrayente, extendio su brazo, y en cuanto la mortal poso la mano sobre la suya le dio un tiron y la sentó a su lado. Relleno su propia copa y se la paso. — Puedes beber todo lo que quieras —la rubia no dudo mucho, bebio sin respirar casi la copa. La sonrisa de Alice se ensancho y miro a Assur. — Supongo que te ha dicho lo que quiero... —hizo un alto mientras bebía para mirar alternativamente a ambos y asentir. Cuando la mortal termino la copa, Alice se la quito de las manos, dejandola posada en la mesa, tomo su rostro con su mano de forma inmediata y la beso, fue un beso que no reflejaba más que el deseo de la morena por saciar su sed, ala vez que sus ojos marrones pasaban al rojo. Sus colmillos abrieron una pequeña herida en los labios de la rubia la cual había jadeado un poco al sentir como Alice se hacia con ellos. Solo se aparto un par de segundos para mirar con el fuego palpitante en su mirada al que se había declarado rey de su tablero.
Luego volvio a morder el labio de la fulana, bajando por su cuello, de forma brusca haciendo que alzase la cabeza para poder tener completo acceso al mismo. Sus colmillos se clavaron perforando la carne ajena en un suave movimiento, la victima se aferro por un momento a la inmortal sin saber si aquello la dolía o la producía placer. Pero a Alice poco la importaba, pues estaba disfrutando aquel aperitivo ofrecido en bandeja increiblemente. Su mano se deslizo por las curvas de la mujer mientras saciaba su sed, por sus piernas posteriormente y acabo de nuevo en su cuello. No acabo con la vida de la rubia, pero la dejo justo para que pudiera volver por donde había venido, se cayese en alguna esquina y la naturaleza actuase por si sola. Sus colmillos abandonaron el cuello y con la lengua Alice saboreo los ultimos restos de sangre que quedaban en ellos. — No ha estado mal — miro a la rubia que ya estaba sin fuerzas y pálida y la hizo levantarse sin contemplaciones tras limpiarle la sangre del cuello y taparle la herida con su propio pelo. Ya no era problema suyo.
— Me has dado lo que quería... —se sirvio mas vino dando un buen trago. — Supongo que ahora podría tomar su recompensa —acerco sus labios, rojos aun por cierto color de la sangre que había quedado en ellos y el vino, hacia los de el, los rozo y luego los dibujo con su dedo índice, sin dejar de clavar su mirada sobre él.
Alice D. Defort- Vampiro Clase Alta
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Re: Histoires de nuit de monstres [Assur B.]
La morena parecía complacida con mi elección, el juego de miradas se sucedió mientras la humana tomaba asiento entre los dos.
Estaba tan ebria que apenas era capaz de entender lo que la inmortal le estaba diciendo, simplemente se aferró al vaso de vino con una ebria sonrisa que marco su fin y el principio del mio.
La copa vacía cayó sobre la mesa impulsada por mi acompañante que con avidez tomo la boca de la humana paladeando no solo el alcohol si no a ella.
Mi entrepierna creció, aquella noche empezaba bien, aunque posiblemente terminaría aun mejor.
Me recosté ligeramente en el respaldo del sofá para analizar la escena con detenimiento, excitandome con cada ínfimo detalle.
Las dos mujeres bailaron una danza de cuerpos hasta que la vampiresa hundió sus colmillos en esta, un gemido de dolor, placer o sendas cosas a la vez, escapo de la garganta humana.
Olor a sangre, mis ojos se tronaron fuego, me había alimentado en el puerto, pero yo nunca me saciaba al completo, mi excitación pedía mas de todo, alcohol, sexo ,sangre ¿por que no tomarlo?
Yo era un dios, hijo de Cain.
Los ojos de la inmortal color vino clavados de forma intensa en los míos, saciandonos del otro, prometiéndonos sin hablar cual seria le siguiente movimiento del tablero.
La humana de un empujón se fue por donde vino, ebria y sin sangre se tambaleó hasta una esquina perdiéndose por ella.
-No ha estado mal -sonreí de medio lado acortando la distancia con la inmortal.
Un trago pinto sus labios que pronto acapararon con un sencillo y provocativo roce a los míos.
Se separo con la distancia correcta para que nuestros alientos entremezclados se invitaran a seguir jugando a aumentar la apuesta, la yema de su dedo dibujo trazos sobre mi boca, un lienzo desconocido y nuevo para ella.
Un jadeo ronco contra este, ojos que bailaban hechos fuego en una danza de hielo.
-Bien, ahora es su turno señorita D. Defort -una sonrisa de medio lado cruzo mi rostro, provocativa, salvaje, lasciva -¿ve el escenario? -señalé con el dedo al as damas que sobre el movían sus cancanes al ritmo de la pagana música -quiero a esa -apunté a una morena de ojos verdes y piel canela.
Ladeé el rostro lo justo y necesario para que nuestras bocas de nuevo se encontraran, un segundo que nuestros carnosos se rozaron pintándose de rojo.
Me relamí el carmín esperando que la dama aceptara la apuesta.
-Mientras, pediré una habitación, una para que esta noche no la olvidemos ninguno de los dos.
Mi seguridad era abrumadora, la suya no se quedaba atrás, me gustaba la reina del tablero con la que había empezado a jugar.
Estaba tan ebria que apenas era capaz de entender lo que la inmortal le estaba diciendo, simplemente se aferró al vaso de vino con una ebria sonrisa que marco su fin y el principio del mio.
La copa vacía cayó sobre la mesa impulsada por mi acompañante que con avidez tomo la boca de la humana paladeando no solo el alcohol si no a ella.
Mi entrepierna creció, aquella noche empezaba bien, aunque posiblemente terminaría aun mejor.
Me recosté ligeramente en el respaldo del sofá para analizar la escena con detenimiento, excitandome con cada ínfimo detalle.
Las dos mujeres bailaron una danza de cuerpos hasta que la vampiresa hundió sus colmillos en esta, un gemido de dolor, placer o sendas cosas a la vez, escapo de la garganta humana.
Olor a sangre, mis ojos se tronaron fuego, me había alimentado en el puerto, pero yo nunca me saciaba al completo, mi excitación pedía mas de todo, alcohol, sexo ,sangre ¿por que no tomarlo?
Yo era un dios, hijo de Cain.
Los ojos de la inmortal color vino clavados de forma intensa en los míos, saciandonos del otro, prometiéndonos sin hablar cual seria le siguiente movimiento del tablero.
La humana de un empujón se fue por donde vino, ebria y sin sangre se tambaleó hasta una esquina perdiéndose por ella.
-No ha estado mal -sonreí de medio lado acortando la distancia con la inmortal.
Un trago pinto sus labios que pronto acapararon con un sencillo y provocativo roce a los míos.
Se separo con la distancia correcta para que nuestros alientos entremezclados se invitaran a seguir jugando a aumentar la apuesta, la yema de su dedo dibujo trazos sobre mi boca, un lienzo desconocido y nuevo para ella.
Un jadeo ronco contra este, ojos que bailaban hechos fuego en una danza de hielo.
-Bien, ahora es su turno señorita D. Defort -una sonrisa de medio lado cruzo mi rostro, provocativa, salvaje, lasciva -¿ve el escenario? -señalé con el dedo al as damas que sobre el movían sus cancanes al ritmo de la pagana música -quiero a esa -apunté a una morena de ojos verdes y piel canela.
Ladeé el rostro lo justo y necesario para que nuestras bocas de nuevo se encontraran, un segundo que nuestros carnosos se rozaron pintándose de rojo.
Me relamí el carmín esperando que la dama aceptara la apuesta.
-Mientras, pediré una habitación, una para que esta noche no la olvidemos ninguno de los dos.
Mi seguridad era abrumadora, la suya no se quedaba atrás, me gustaba la reina del tablero con la que había empezado a jugar.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
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Re: Histoires de nuit de monstres [Assur B.]
Ambos estaban excitados con aquel juego que no acababa más que empezar, ni siquiera necesitaban el alcohol para estar ebrios, les bastaba con el poder que ambos obstentaban. Y las ganas de provocar y seducir a aquel inmortal eran cada vez más obvias. Brevemente miro al escenario, localizando a la exquisita muchacha que él quería, de rasgos exóticos, y mirada algo felina.
Sus labios quedaron algo entreabiertos cuando el los volvió a rozar, y tras unos segundos de deleitarse con el poco espacio que había entre ellos, mostró su sonrisa ladeada. Rozo su mejilla brevemente contra la de él para acercarse hacia su oído y susurrar algo, con su otra mano acaricio el otro lado de su rostro.
— La traere para ti... —su voz era sensual, lenta. Arrastro sus palabras hasta que se empezo a levantar. — Me parece bien —si quería tomar una habitacion, que lo hiciese, no era ella quien se fuese a negar a esas alturas. Caminando con el vestido que resaltaba sus bonitas curvas, avanzo por el local, ella no se mezclo, no quería que ni uno de esos borrachos la rozase, así que se fueron apartando a su paso, les dejaba mirar y con eso debían conformarse. Debería matarlos a todos en realidad. En primera fila se quedo observando a las chicas bailar unos segundos, en realidad solo observaba a la que sería su presa, lo suficientemente cerca como para que al final ella la mirase y captase su atencion. Con el dedo índice la indico que se acercase al inicio del escenario. La morena, dejando el baile se acercó.
— Debes estar cansada, ven conmigo y mi amigo a pasar un buen rato... —le susurraba mientras de forma lenta movia su mano por uno de los brazos de ella. — Podemos darte toda clase de placeres que nunca has imaginado... —la inmortal fue un poco más alla proporcionandola un suave beso en su cuello seguido de un leve mordisco, procurando no clavarle sus colmillos. Como mujer sabía el placer que eso propocionaba. Enseguida tenía a la bailarina caminando a su lado, la había tomado de la cintura, en un gesto algo posesivo que solía hacer con sus presas.
Se encamino hasta donde se encontraba Assur, no sabía si había solicitado ya la habitacion. Con las manos en la cintura de la chica la puso delante de ella y luego la aparto el pelo hacia un costado, volviendo a besar el lado de su cuello que había dejado al descubierto, esta vez mirando al otro inmortal. — Este es mi amigo...¿te gusta que te muerdan en el cuello verdad querida?—ella asintió desconociendo por completo donde se acababa de meter. Alice la hizo encaminarse hacia el hombre y con una sonrisa observó. — Disfruta del placer querida... — mientras tomo el vino y la copa para beber más.
Sus labios quedaron algo entreabiertos cuando el los volvió a rozar, y tras unos segundos de deleitarse con el poco espacio que había entre ellos, mostró su sonrisa ladeada. Rozo su mejilla brevemente contra la de él para acercarse hacia su oído y susurrar algo, con su otra mano acaricio el otro lado de su rostro.
— La traere para ti... —su voz era sensual, lenta. Arrastro sus palabras hasta que se empezo a levantar. — Me parece bien —si quería tomar una habitacion, que lo hiciese, no era ella quien se fuese a negar a esas alturas. Caminando con el vestido que resaltaba sus bonitas curvas, avanzo por el local, ella no se mezclo, no quería que ni uno de esos borrachos la rozase, así que se fueron apartando a su paso, les dejaba mirar y con eso debían conformarse. Debería matarlos a todos en realidad. En primera fila se quedo observando a las chicas bailar unos segundos, en realidad solo observaba a la que sería su presa, lo suficientemente cerca como para que al final ella la mirase y captase su atencion. Con el dedo índice la indico que se acercase al inicio del escenario. La morena, dejando el baile se acercó.
— Debes estar cansada, ven conmigo y mi amigo a pasar un buen rato... —le susurraba mientras de forma lenta movia su mano por uno de los brazos de ella. — Podemos darte toda clase de placeres que nunca has imaginado... —la inmortal fue un poco más alla proporcionandola un suave beso en su cuello seguido de un leve mordisco, procurando no clavarle sus colmillos. Como mujer sabía el placer que eso propocionaba. Enseguida tenía a la bailarina caminando a su lado, la había tomado de la cintura, en un gesto algo posesivo que solía hacer con sus presas.
Se encamino hasta donde se encontraba Assur, no sabía si había solicitado ya la habitacion. Con las manos en la cintura de la chica la puso delante de ella y luego la aparto el pelo hacia un costado, volviendo a besar el lado de su cuello que había dejado al descubierto, esta vez mirando al otro inmortal. — Este es mi amigo...¿te gusta que te muerdan en el cuello verdad querida?—ella asintió desconociendo por completo donde se acababa de meter. Alice la hizo encaminarse hacia el hombre y con una sonrisa observó. — Disfruta del placer querida... — mientras tomo el vino y la copa para beber más.
Alice D. Defort- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 04/11/2016
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Histoires de nuit de monstres [Assur B.]
Excitado, así me encontraba frente a la inmortal que parecía mas que decidida a apostar fuerte esa noche.
Las piezas del tablero todas en juego mientras nuestros labios se orillaban sin tregua entremezclando los alientos.
Un susurro que me supo a lujuria, uno en el que aceptaba la apuesta.
Se alzo como el viento dejando atrás el rastro del fuego. Los hombres admiraban lo que era mio, lo que esa noche tomaría junto al vino.
Tras ella me puse en pie, admirando sus caderas contonearse como el ron ardiente dejando una estela de babosos a su paso.
Los hubiera matado a todos si fuera celoso, bueno, también por diversión o cualquier otro motivo que me ayudara a pasar el rato.
Mis ojos seguían deleitándose con la doncella que pronto llego frente a la mujer de ojos felinos para convencerla.
Algo me decía que tenia armas mas que suficientes para hacerlo, para esa noche regalarme le cielo mientras yo la subía sobre mi endurecido miembro y le ayudaba a descubrir el infierno.
Solicité una habitación para dos, la otra, solo seria un peón, mi reina era la que entraría en juego con el rey del tablero.
La morena jugo sobre el escenario, su boca se paseaba por mi pesa regalándome una imagen maravillosa.
Junto a ella volvió para ponerla frente a mis ojos, para provocarme con sus rojos labios dejando el carmín en la inmaculada piel de mi festín.
Nuestros ojos se engarzaron mientras nuestros labios entreabiertos nos hacían un juramento, esa noche no la olvidaríamos ninguno de ambos.
La joven bailarina llego a mis brazos como el resuello de un loco y la paciencia del sabio y sobre el carmín de la inmortal pose mis labios, deleitándome del olor.
De la agitada sangre que corría por sus venas, presa de la excitación que sentía por mi cercanía.
Todo estaba dispuesto, así que tendí el brazo a la inmortal para subir las escaleras, mientras a la otra como un cordero directo al matadero la llevaba por la cintura para que nos acompañara en el juego.
La habitación era amplia, limpia y con paredes blancas. Una cama redonda en el centro y espejos en el techo..sin duda seria divertido.
Acorté la distancia que me separaba de la inmortal, mis labios acariciaron los ajenos en un duelo de tentaciones en las que nuestras bocas se abrían invitándonos a mas, a todo o a nada quizás.
Colisiones con furia cuando no pude aguantar mas, mi lengua cruzó el tentador precipicio de sus labios enredándose con la suya, serpenteando al ritmo de la flauta.
Jadeos de uno y otro mientras la bailarina observaba excitada, deseando participara en esta batalla.
Las piezas del tablero todas en juego mientras nuestros labios se orillaban sin tregua entremezclando los alientos.
Un susurro que me supo a lujuria, uno en el que aceptaba la apuesta.
Se alzo como el viento dejando atrás el rastro del fuego. Los hombres admiraban lo que era mio, lo que esa noche tomaría junto al vino.
Tras ella me puse en pie, admirando sus caderas contonearse como el ron ardiente dejando una estela de babosos a su paso.
Los hubiera matado a todos si fuera celoso, bueno, también por diversión o cualquier otro motivo que me ayudara a pasar el rato.
Mis ojos seguían deleitándose con la doncella que pronto llego frente a la mujer de ojos felinos para convencerla.
Algo me decía que tenia armas mas que suficientes para hacerlo, para esa noche regalarme le cielo mientras yo la subía sobre mi endurecido miembro y le ayudaba a descubrir el infierno.
Solicité una habitación para dos, la otra, solo seria un peón, mi reina era la que entraría en juego con el rey del tablero.
La morena jugo sobre el escenario, su boca se paseaba por mi pesa regalándome una imagen maravillosa.
Junto a ella volvió para ponerla frente a mis ojos, para provocarme con sus rojos labios dejando el carmín en la inmaculada piel de mi festín.
Nuestros ojos se engarzaron mientras nuestros labios entreabiertos nos hacían un juramento, esa noche no la olvidaríamos ninguno de ambos.
La joven bailarina llego a mis brazos como el resuello de un loco y la paciencia del sabio y sobre el carmín de la inmortal pose mis labios, deleitándome del olor.
De la agitada sangre que corría por sus venas, presa de la excitación que sentía por mi cercanía.
Todo estaba dispuesto, así que tendí el brazo a la inmortal para subir las escaleras, mientras a la otra como un cordero directo al matadero la llevaba por la cintura para que nos acompañara en el juego.
La habitación era amplia, limpia y con paredes blancas. Una cama redonda en el centro y espejos en el techo..sin duda seria divertido.
Acorté la distancia que me separaba de la inmortal, mis labios acariciaron los ajenos en un duelo de tentaciones en las que nuestras bocas se abrían invitándonos a mas, a todo o a nada quizás.
Colisiones con furia cuando no pude aguantar mas, mi lengua cruzó el tentador precipicio de sus labios enredándose con la suya, serpenteando al ritmo de la flauta.
Jadeos de uno y otro mientras la bailarina observaba excitada, deseando participara en esta batalla.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/09/2016
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