AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Del color del viento {Haytham}
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Del color del viento {Haytham}
Caminaba en forma de gato por el bosque humedo, cuando llegara a casa debería darse un buen baño caliente, o se resfriaría. Era agradable notar la tierra bajo las patas, aunque no le gustaba demasiado la humedad y, como buen gato, el simple hecho de oler a lluvia y a agua en general, la escamaba.
Era gracioso pensar lo diferentes que eran los gatitos de su persona humana, cuando Wendy era gato, se acercaba a todo el mundo, al menos a quienes le parecían gente amable, cuando Wendy era humana, intentaba no acercarse demasiado a nadie, no por miedo, si no por pura timidez, por muy actriz que fuera, no le era fácil entablar una conversación. Cuando era gato, cualquier caricia era bienvenida, jugaba con quien fuera y tuviera la edad que tuviera, disfrutaba dando alegría y recibiendo carantoñas, cuando era humana, en cambio, no quería abrazar ni estar con nadie.
Bueno, en realidad, eso no era del todo cierto. Había una persona, una única persona, a la que le permitiría abrazarla, acariciarla, besarla y mucho más durante noches y días completos, pero sabía, no importaba la forma en la que se encontrara, que eso era imposible. Kaiden jamás la abrazaría durante una noche entera, no, al menos, siendo consciente de ello, nunca le haría perder el juicio, si no era ofreciendole una jeringa, en la vida le daría un beso en los labios solo para hacerla sonreir, eran amigos, y eso no cambiaría nunca.
La gatita suspiró mientras el sol daba paso a la luna, llevaba demasiado tiempo fuera, mejor sería volver pronto, no podía pasar otra noche fuera o Kaiden se preocuparía de verdad. La cara de la gatita blanca palideció al recordar lo que había encontrado la última vez que había pasado la noche fuera de casa.
La imagen de una mujer medio desnuda fumando en su salón y la cara de satisfacción de Kai se le vino a la mente y hecho a correr, atemorizada, no nerviosa, no ansiosa, no, atemorizada, como solo una persona enamorada podría estarlo, de lo que pudiera hacer. Cruzando un sendero, se parí un instante, no, debía confiar en él, le había dado su palabra, y no podía dudar de ella.
Su error fue detenerse, un carromato pasó, entonces, junto a ella, golpeándola, a su alrededor todo comenzó a desvanecerse y agradeció que, su último pensamiento, hubiera sido para confiar en Kaide. Mientras poco a poco perdía la consciencia, vio una sombra de espalda ancha acercarse a ella y sintió removerse su propio cuerpo. "No" pensó para si antes de desmayarse, su cuerpo estaba cambiando.
Era gracioso pensar lo diferentes que eran los gatitos de su persona humana, cuando Wendy era gato, se acercaba a todo el mundo, al menos a quienes le parecían gente amable, cuando Wendy era humana, intentaba no acercarse demasiado a nadie, no por miedo, si no por pura timidez, por muy actriz que fuera, no le era fácil entablar una conversación. Cuando era gato, cualquier caricia era bienvenida, jugaba con quien fuera y tuviera la edad que tuviera, disfrutaba dando alegría y recibiendo carantoñas, cuando era humana, en cambio, no quería abrazar ni estar con nadie.
Bueno, en realidad, eso no era del todo cierto. Había una persona, una única persona, a la que le permitiría abrazarla, acariciarla, besarla y mucho más durante noches y días completos, pero sabía, no importaba la forma en la que se encontrara, que eso era imposible. Kaiden jamás la abrazaría durante una noche entera, no, al menos, siendo consciente de ello, nunca le haría perder el juicio, si no era ofreciendole una jeringa, en la vida le daría un beso en los labios solo para hacerla sonreir, eran amigos, y eso no cambiaría nunca.
La gatita suspiró mientras el sol daba paso a la luna, llevaba demasiado tiempo fuera, mejor sería volver pronto, no podía pasar otra noche fuera o Kaiden se preocuparía de verdad. La cara de la gatita blanca palideció al recordar lo que había encontrado la última vez que había pasado la noche fuera de casa.
La imagen de una mujer medio desnuda fumando en su salón y la cara de satisfacción de Kai se le vino a la mente y hecho a correr, atemorizada, no nerviosa, no ansiosa, no, atemorizada, como solo una persona enamorada podría estarlo, de lo que pudiera hacer. Cruzando un sendero, se parí un instante, no, debía confiar en él, le había dado su palabra, y no podía dudar de ella.
Su error fue detenerse, un carromato pasó, entonces, junto a ella, golpeándola, a su alrededor todo comenzó a desvanecerse y agradeció que, su último pensamiento, hubiera sido para confiar en Kaide. Mientras poco a poco perdía la consciencia, vio una sombra de espalda ancha acercarse a ella y sintió removerse su propio cuerpo. "No" pensó para si antes de desmayarse, su cuerpo estaba cambiando.
Wendy Di Coppola- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 43
Fecha de inscripción : 11/10/2016
Re: Del color del viento {Haytham}
Mucho que decidir y tan poco tiempo apenas se escapaban como granos de arena entre los dedos. Había dejado por un momento apartado su misión inicial, el encargo que la señorita Cavey le había reservado para acabar con su rival, un trato que le llevaría a por fin conseguir esos documentos que le devolvería los pedazos quebradizos que faltaban de su memoria.
Tras aquella noche de tormenta, donde desatado y confuso se vio forzando una proposición tomada en malentendido, se apresuró en robarle unos pocos documentos bien localizado relacionados con su sentencia y juicio antes del accidente. Una pista, un lugar. Los portaba a buen recauda entre las alforjas, deseoso de revisarlo en la tranquilidad de su refugio secreto en el bosque.
Ni el señor Cavey en vida supo que Haytham había adquirido esa propiedad, más lo usaba para sus juegos sucios que necesitaba de pocas rastras a dejar atrás.
No había impaciencia ni ilusión, ya que el pensamiento de la consulta de aquellos documentos se veía trasladado por la culpa reciente. Pensó que ella se había vuelto a ofrecer a sus brazos como lo había hecho la noche del luto, una atracción fatal y una humillación que el muy necio de Haytham estaba dispuesto a llevar a cabo, para luego culpable por intentar forzarla. En su resistencia vio la desilusión el miedo de la rubia. Un modo de despertar de la realidad un tanto chocante, pero necesario. Y ahora estaba allí cabalgando, buscando el refugio del mundo por los caminos del bosque, sintiéndose culpable por haberse convertido en el monstruo que era.
Un sonido de un golpe, un carro se cruzó a su lado y… ¿Gata? Animal tambaleante por el golpe, la reconoció enseguida. Aquella minina que a veces dejaba entrar a su habitación y le daba algún que otro capricho. Le relajaba, era un bálsamo, una calma cuando la acariciaba y dejaba dormir en su escritorio o regazo. No se debían nada, ella acudía cuando deseaba y él estaba allí dispuesto a recibirla.
De un salto bajo del caballo, y le siguió entre las plantas del camino. Gesto de sorpresa cuando vio aquel peludo pelaje deshacerse para descubrir el cuerpo desnudo de una joven inconsciente. “Cambiaformas”, los llamaban, ya había tratados con ellos. Y no sabía que “gata” fuese uno de ellos.
Lumbre encendida en aquella pequeña casa de piedra en medio del bosque, Haytham se había encargado de trasladarla allí, sin cuestionar nada. El aseo todo lo que el pudor le permitió y la visión con una de sus grandes camisas. Ahora “Gata” yacía tranquila en su cama, mientras él examinaba los documentos en la tranquilidad en un asiento a su lado. Pequeña bandeja con algo de comida prepara le había dejado para que despertase. No vio rasguños que hiciesen que su vida peligrase, más una de sus manos vendadas con mimo, era señal de que el golpe le había quebrado un par de dedos.
Tras aquella noche de tormenta, donde desatado y confuso se vio forzando una proposición tomada en malentendido, se apresuró en robarle unos pocos documentos bien localizado relacionados con su sentencia y juicio antes del accidente. Una pista, un lugar. Los portaba a buen recauda entre las alforjas, deseoso de revisarlo en la tranquilidad de su refugio secreto en el bosque.
Ni el señor Cavey en vida supo que Haytham había adquirido esa propiedad, más lo usaba para sus juegos sucios que necesitaba de pocas rastras a dejar atrás.
No había impaciencia ni ilusión, ya que el pensamiento de la consulta de aquellos documentos se veía trasladado por la culpa reciente. Pensó que ella se había vuelto a ofrecer a sus brazos como lo había hecho la noche del luto, una atracción fatal y una humillación que el muy necio de Haytham estaba dispuesto a llevar a cabo, para luego culpable por intentar forzarla. En su resistencia vio la desilusión el miedo de la rubia. Un modo de despertar de la realidad un tanto chocante, pero necesario. Y ahora estaba allí cabalgando, buscando el refugio del mundo por los caminos del bosque, sintiéndose culpable por haberse convertido en el monstruo que era.
Un sonido de un golpe, un carro se cruzó a su lado y… ¿Gata? Animal tambaleante por el golpe, la reconoció enseguida. Aquella minina que a veces dejaba entrar a su habitación y le daba algún que otro capricho. Le relajaba, era un bálsamo, una calma cuando la acariciaba y dejaba dormir en su escritorio o regazo. No se debían nada, ella acudía cuando deseaba y él estaba allí dispuesto a recibirla.
De un salto bajo del caballo, y le siguió entre las plantas del camino. Gesto de sorpresa cuando vio aquel peludo pelaje deshacerse para descubrir el cuerpo desnudo de una joven inconsciente. “Cambiaformas”, los llamaban, ya había tratados con ellos. Y no sabía que “gata” fuese uno de ellos.
Lumbre encendida en aquella pequeña casa de piedra en medio del bosque, Haytham se había encargado de trasladarla allí, sin cuestionar nada. El aseo todo lo que el pudor le permitió y la visión con una de sus grandes camisas. Ahora “Gata” yacía tranquila en su cama, mientras él examinaba los documentos en la tranquilidad en un asiento a su lado. Pequeña bandeja con algo de comida prepara le había dejado para que despertase. No vio rasguños que hiciesen que su vida peligrase, más una de sus manos vendadas con mimo, era señal de que el golpe le había quebrado un par de dedos.
Haytham Cross- Humano Clase Alta
- Mensajes : 120
Fecha de inscripción : 15/06/2016
Localización : París
Re: Del color del viento {Haytham}
Despertó en una cama mullida, le dolía la cabeza y se sentía pesada, tenía algo de frío y una mano inmóvil que le daba pinchazos. El suave sonido de la lluvia repiqueteaba en la ventana del dormitorio y el crepitar de una chimenea sonaba de fondo, parecían crear una melodía suave que llamaba a la calma. Superpuesto, podía escuchar el pasar de papeles y el sonido de la pluma al arrastrar.
¿Kaiden? Se preguntó, extrañada, Kaiden no escribía, le había costado hasta lograr que le dejase una nota. Atolondrada, puso la mano sana sobre el colchón y se impulsó para levantarse moviendo la mano herida hasta su frente, dejando caer las sábanas que la cubrían, y miró a su alrededor.
Estaba en un dormitorio, pero no en el suyo, era más amplio y luminoso, incluso a pesar del temporal que se desataba fuera. Su mano estaba vendada, con dos dedos inmóviles, una venda tan bien puesta que bien podría haberlo hecho un médico, si de ella se hubiera tratado, la venda habría caído, destartalada. Ella vestía una camisa que le venía demasiado grande, igual que las de Kai, pero con un aroma muy diferente, no, no estaba en casa, pero... ¿por qué llevaba una camisa de hombre? No recordaba nada.
Miró entonces, a su lado, y vio a un hombre, no uno normal, era el señor que la dejaba entrar, en ocasiones, en su casa. Había veces en las que Wendy, cansada de los problemas que conllevaba ser humano, se volvía gato y paseaba por la zona residencial, en una de esas, había visto al hombre que firmaba papeles frente a ella, cabizbajo, y se había decidido a seguirlo, desde entonces había estado entrando en su casa de vez en cuando, para calmar los nervios que él parecía guardar para si. Ella le hacía compañía, y él a ella, era reciproco. Pero en ese momento, no estaba en forma de gato.
Sorprendida y asustada, do un grito y resbaló, acabando de cabeza en el suelo, golpeando brazos y barbilla contra una alfombra mullida. Suspiró sentándose en el suelo, avergonzada y retrocedió intentando fundirse con las patas de la cama, si no pensara que sería de mala educación, si hubiera estado en forma de gato, se habría escondido bajo el mueble. Roja, avergonzada y desconcertada, fue incapaz de articular palabra.
¿Kaiden? Se preguntó, extrañada, Kaiden no escribía, le había costado hasta lograr que le dejase una nota. Atolondrada, puso la mano sana sobre el colchón y se impulsó para levantarse moviendo la mano herida hasta su frente, dejando caer las sábanas que la cubrían, y miró a su alrededor.
Estaba en un dormitorio, pero no en el suyo, era más amplio y luminoso, incluso a pesar del temporal que se desataba fuera. Su mano estaba vendada, con dos dedos inmóviles, una venda tan bien puesta que bien podría haberlo hecho un médico, si de ella se hubiera tratado, la venda habría caído, destartalada. Ella vestía una camisa que le venía demasiado grande, igual que las de Kai, pero con un aroma muy diferente, no, no estaba en casa, pero... ¿por qué llevaba una camisa de hombre? No recordaba nada.
Miró entonces, a su lado, y vio a un hombre, no uno normal, era el señor que la dejaba entrar, en ocasiones, en su casa. Había veces en las que Wendy, cansada de los problemas que conllevaba ser humano, se volvía gato y paseaba por la zona residencial, en una de esas, había visto al hombre que firmaba papeles frente a ella, cabizbajo, y se había decidido a seguirlo, desde entonces había estado entrando en su casa de vez en cuando, para calmar los nervios que él parecía guardar para si. Ella le hacía compañía, y él a ella, era reciproco. Pero en ese momento, no estaba en forma de gato.
Sorprendida y asustada, do un grito y resbaló, acabando de cabeza en el suelo, golpeando brazos y barbilla contra una alfombra mullida. Suspiró sentándose en el suelo, avergonzada y retrocedió intentando fundirse con las patas de la cama, si no pensara que sería de mala educación, si hubiera estado en forma de gato, se habría escondido bajo el mueble. Roja, avergonzada y desconcertada, fue incapaz de articular palabra.
Wendy Di Coppola- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 43
Fecha de inscripción : 11/10/2016
Re: Del color del viento {Haytham}
Echa un par de troncos más a la lumbre, la casa está bastante caldeada, su aspecto es acogedor y seguro; muy al contrario, a lo que en el exterior se está aconteciendo con aquellas lágrimas de lluvia que se convierten en aceleradas gotas liberando su pesar.
Doble reflejo de su sentir. Hatyham había “robado” aquellos documentos de la caja fuerte de la casa de los Cavey, era un orden de ejecución, su orden de ejecución. Documento incompleto, ya que solo se dictaminaba su muerte, un nombre, un lugar, una fecha y una breve descripción del crimen; pero nada del juicio, nada más referente.
Haytham de repente se sintió vació, era extraño, como un hueco que ya existía en su pecho y que ahora había decidido profundizarse en su profundidad. Respuestas que quería ni creer.
Palabras como “crimen pasional”, “ejecutado en pelotón de fusilamiento” … Pistas del accidente, y todo lo que había sucedido, pistas de aquella pequeña parte de su historia no recordada en su memoria.
Algo en su interior le llevaba a intuirse el porqué de muchas cosas, y eso le llevo a la desesperanza, “necesito ver para creer”, pensó por un momento.
Mano llevaba da a la sien y gesto preocupada, tomó una gran de bocana de aire que exhalo lentamente para aliviar la carga de su pecho.
Y luego las hojas cayeron al suelo con aquel sonido que lo despertó de su ensueño y pena. “Gata” acababa de despertar, y al parecer bastante asustada.
Haytham se levantó del asiento, sereno y mudo.
-Tranquila. -Le dijo con voz quieta y gesto precavido. Sin quererlo no pudo evitar que sus labios se curvaron en una amable sonrisa. El rubor de su rostro y gesto tan “animal”, le hizo gracia. Era apenas una niña. -No pasa nada.
No pidió permiso, pero no fue rudo en su trato, al menos lo intento cuando le ayudo a levantarse para que volviese a sentar en la cama.
-Entonces al parecer, eres una “Cambiaformas”. ¿Venias para espiarme? ¿O por simple gusto? -Le hizo referencia a que sabía perfectamente quien era.
Doble reflejo de su sentir. Hatyham había “robado” aquellos documentos de la caja fuerte de la casa de los Cavey, era un orden de ejecución, su orden de ejecución. Documento incompleto, ya que solo se dictaminaba su muerte, un nombre, un lugar, una fecha y una breve descripción del crimen; pero nada del juicio, nada más referente.
Haytham de repente se sintió vació, era extraño, como un hueco que ya existía en su pecho y que ahora había decidido profundizarse en su profundidad. Respuestas que quería ni creer.
Palabras como “crimen pasional”, “ejecutado en pelotón de fusilamiento” … Pistas del accidente, y todo lo que había sucedido, pistas de aquella pequeña parte de su historia no recordada en su memoria.
Algo en su interior le llevaba a intuirse el porqué de muchas cosas, y eso le llevo a la desesperanza, “necesito ver para creer”, pensó por un momento.
Mano llevaba da a la sien y gesto preocupada, tomó una gran de bocana de aire que exhalo lentamente para aliviar la carga de su pecho.
Y luego las hojas cayeron al suelo con aquel sonido que lo despertó de su ensueño y pena. “Gata” acababa de despertar, y al parecer bastante asustada.
Haytham se levantó del asiento, sereno y mudo.
-Tranquila. -Le dijo con voz quieta y gesto precavido. Sin quererlo no pudo evitar que sus labios se curvaron en una amable sonrisa. El rubor de su rostro y gesto tan “animal”, le hizo gracia. Era apenas una niña. -No pasa nada.
No pidió permiso, pero no fue rudo en su trato, al menos lo intento cuando le ayudo a levantarse para que volviese a sentar en la cama.
-Entonces al parecer, eres una “Cambiaformas”. ¿Venias para espiarme? ¿O por simple gusto? -Le hizo referencia a que sabía perfectamente quien era.
Haytham Cross- Humano Clase Alta
- Mensajes : 120
Fecha de inscripción : 15/06/2016
Localización : París
Re: Del color del viento {Haytham}
Wendy tembló un poco en el suelo, nerviosa y con frío, mientras veía acercarse al hombre con calma. No sabía quien era ella, pero ella si lo conocía a él. Sabía que era una persona solitaria y que pasaba sus horas envuelto en un aura de tristeza que parecía consumirle por dentro.
Lo miró acercarse con calma, mientras ella, poco a poco, como un gato asustado, iba dejando de estar tan agazapada y el miedo se le iba del cuerpo. Era un buen hombre, aunque él no supiera quien era, Wendy había visto su bondad, y le era sencillo calmarse pasado el primer momento de pánico después de haber despertado en un lugar extraño.
La personalidad que tenía siendo gato se parecía bastante a su personalidad humana, no había demasiada diferencia, excepto que, como humana, se atenía a las normas aceptadas en sociedad. Era tranquila, cariñosa, paciente y algo asustadiza, parecía una niña o un animalillo asustado, las mismas tácticas que funcionaban con los animales, servían para ella, aunque ella antes salía huyendo que atacaba.
Dejó que la ayudase a levantarse, era fuerte, prácticamente la alzó solo en el aire para dejarla sobre la cama. Se quedó sentada y lo miró avergonzada, se había asustado por algo tan tonto... La disculpa se quedó atascada en sus labios cuando él le lanzó la pregunta.
Mantuvo el silencio un instante, lo había engañado, se sentía culpable, pero no lo había hecho por algo malo, no quería mentir, solo quería ayudar, como humana habría sido extraño, pero como gato, como gato podía llenar su soledad. Se miró las manos y, tras unos instantes de silencio se decidió a hablar.
- Parecía tan triste...- musitó. - lo siento, no quería engañarle, pero... lo vi un día, parecía cabizbajo y lo seguí, noté que cuando estaba con el gato... conmigo, parecía más tranquilo, más en paz, y pensé que si empezaba a visitarle podría ayudar. Perdóneme...- se disculpó mirando al suelo, con la voz enganchada.
Los ojos se e habían encharcado, no le gustaba mentir y lo había hecho, lo único que había querido siempre era ayudar, en parte, por eso era actriz, porque permitía que, quienes la observaban, se olvidasen por un instante de sus preocupaciones, pero lo que había hecho, mentir, aunque fuera por hacer algo bueno, no estaba bien.
Alzó la mirada acuosa, y la volvió a bajar, se sentía nerviosa, no sabía como de mal le habría sentado al hombre, entendería que la echara y no quisiera volverla a ver, solo esperaba que, saberlo, no le hubiera hecho más daño que el bien que le pudiera haber hecho su compañía como gato en los últimos tiempos.
Lo miró acercarse con calma, mientras ella, poco a poco, como un gato asustado, iba dejando de estar tan agazapada y el miedo se le iba del cuerpo. Era un buen hombre, aunque él no supiera quien era, Wendy había visto su bondad, y le era sencillo calmarse pasado el primer momento de pánico después de haber despertado en un lugar extraño.
La personalidad que tenía siendo gato se parecía bastante a su personalidad humana, no había demasiada diferencia, excepto que, como humana, se atenía a las normas aceptadas en sociedad. Era tranquila, cariñosa, paciente y algo asustadiza, parecía una niña o un animalillo asustado, las mismas tácticas que funcionaban con los animales, servían para ella, aunque ella antes salía huyendo que atacaba.
Dejó que la ayudase a levantarse, era fuerte, prácticamente la alzó solo en el aire para dejarla sobre la cama. Se quedó sentada y lo miró avergonzada, se había asustado por algo tan tonto... La disculpa se quedó atascada en sus labios cuando él le lanzó la pregunta.
Mantuvo el silencio un instante, lo había engañado, se sentía culpable, pero no lo había hecho por algo malo, no quería mentir, solo quería ayudar, como humana habría sido extraño, pero como gato, como gato podía llenar su soledad. Se miró las manos y, tras unos instantes de silencio se decidió a hablar.
- Parecía tan triste...- musitó. - lo siento, no quería engañarle, pero... lo vi un día, parecía cabizbajo y lo seguí, noté que cuando estaba con el gato... conmigo, parecía más tranquilo, más en paz, y pensé que si empezaba a visitarle podría ayudar. Perdóneme...- se disculpó mirando al suelo, con la voz enganchada.
Los ojos se e habían encharcado, no le gustaba mentir y lo había hecho, lo único que había querido siempre era ayudar, en parte, por eso era actriz, porque permitía que, quienes la observaban, se olvidasen por un instante de sus preocupaciones, pero lo que había hecho, mentir, aunque fuera por hacer algo bueno, no estaba bien.
Alzó la mirada acuosa, y la volvió a bajar, se sentía nerviosa, no sabía como de mal le habría sentado al hombre, entendería que la echara y no quisiera volverla a ver, solo esperaba que, saberlo, no le hubiera hecho más daño que el bien que le pudiera haber hecho su compañía como gato en los últimos tiempos.
Wendy Di Coppola- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 43
Fecha de inscripción : 11/10/2016
Re: Del color del viento {Haytham}
Una niña entre sus brazos, como minina pesaba apenas nada, como muchachita, tampoco demasiado. Sin problemas aquella mole la levanto del suelo para ayudarle otra vez a volver a la cama.
Tiro de una de las mantas, y la envolvió con ella. Apenas llevaba ropa, tan solo la enorme camisa de Haytham, nada más. La había aseado y cambiado con mucho cuidado, esperaba que no le importase, había sido todo lo respetuoso que había que ser.
Mientras la escuchaba hablar, el hombre se acercó a la lumbre y tomó un par de calcetines que se estaban calentando junto a ella. Se los tendió a Wendy para que se los pusiera, al menos podría cubrir sus piernas lo máximo posible.
Un temor reflejado en su rostro, Haytham intenta ser con ella lo más amable que puede ser. No está hecho para ese tipo de tratos, de repente su mundo se ha tornado demasiado nuevo, más humano. Ahora empezar a pensar más en sí mismo, que, en los asuntos de los Cavey, su tiempo de esclavitud empezaba a terminar, pero aquel tormento que su quebradiza memoria le recomía seguía allí y sobre todo con aquellos documentos recién adquiridos.
-Quedo agradecido de su compañía ¿señorita…? ¿Cómo debo llamarla? -Realmente ponía en duda que ella lo estuviese espiando, pero un poco de presión podía sacar si había verdad en aquella broma o mentira. Ver sus lágrimas y como se lo había tomado, se dio cuenta que no sabía a hacerlas para nada. - ¿Por qué llora? Admito que, aunque me ha tenido engañado, ha sido reconfortante. Debería comer. -Le señalo con la mirada la bandeja.
Tiro de una de las mantas, y la envolvió con ella. Apenas llevaba ropa, tan solo la enorme camisa de Haytham, nada más. La había aseado y cambiado con mucho cuidado, esperaba que no le importase, había sido todo lo respetuoso que había que ser.
Mientras la escuchaba hablar, el hombre se acercó a la lumbre y tomó un par de calcetines que se estaban calentando junto a ella. Se los tendió a Wendy para que se los pusiera, al menos podría cubrir sus piernas lo máximo posible.
Un temor reflejado en su rostro, Haytham intenta ser con ella lo más amable que puede ser. No está hecho para ese tipo de tratos, de repente su mundo se ha tornado demasiado nuevo, más humano. Ahora empezar a pensar más en sí mismo, que, en los asuntos de los Cavey, su tiempo de esclavitud empezaba a terminar, pero aquel tormento que su quebradiza memoria le recomía seguía allí y sobre todo con aquellos documentos recién adquiridos.
-Quedo agradecido de su compañía ¿señorita…? ¿Cómo debo llamarla? -Realmente ponía en duda que ella lo estuviese espiando, pero un poco de presión podía sacar si había verdad en aquella broma o mentira. Ver sus lágrimas y como se lo había tomado, se dio cuenta que no sabía a hacerlas para nada. - ¿Por qué llora? Admito que, aunque me ha tenido engañado, ha sido reconfortante. Debería comer. -Le señalo con la mirada la bandeja.
Haytham Cross- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/06/2016
Localización : París
Re: Del color del viento {Haytham}
Se acurrucó en la manta que el señor Haytham le puso sobre los hombros y los miro con ojos grandes, debería estar en casa, o en el teatro, ensayando su nueva obra y descansando, porque pasear por el bosque no era cosa de risa.
Se sentía como una caperucita roja que en lugar de ir a visitar a su abuela, había ido a pasear y se había encontrado con un lobo que lejos de comérsela, la había rescatado. Tal vez no todos los lobos eran como en los cuentos, tal vez había lobos amables, que solo querían algo de compañía y charla.
Miró al lobo, que se acercaba con unos calcetines, y pensó en otro lobo, en SU lobo. Kaiden, en realidad, no era la primera vez que se encontraba con uno, ella siempre había sido más un gato casero, pequeño, cálido y mimoso y había atraído a animales grandes, que parecían buscar refujio. Posiblemente no fuera caperucita, si no la casa de la abuela, a la que todos acudían para buscar calma.
Sonrió ante su propia ocurrencia, y miró al hombre que parecía moverse con cuidado, temeroso de que ella se asustara y saliera huyendo y suspiró secándose una lagrimilla que caía por su ojo.
- No lloro.- musitó como si fuera una niña.- y siento haberle engañado, espero, al menos, haber ayudado en algo. Soy Wendy, encantada de hablar con usted, por fin.- se presentó con calma tendiéndole la mano antes de mirar la bandeja, no tenía demasiada hambre, pero no comer sería un insulto a la amabilidad del señor.- Gracias.- comentó girándose un poco para acercar la bandeja y tomar la cuchara para dar el primer sorbo de sopa.
Se sentía como una caperucita roja que en lugar de ir a visitar a su abuela, había ido a pasear y se había encontrado con un lobo que lejos de comérsela, la había rescatado. Tal vez no todos los lobos eran como en los cuentos, tal vez había lobos amables, que solo querían algo de compañía y charla.
Miró al lobo, que se acercaba con unos calcetines, y pensó en otro lobo, en SU lobo. Kaiden, en realidad, no era la primera vez que se encontraba con uno, ella siempre había sido más un gato casero, pequeño, cálido y mimoso y había atraído a animales grandes, que parecían buscar refujio. Posiblemente no fuera caperucita, si no la casa de la abuela, a la que todos acudían para buscar calma.
Sonrió ante su propia ocurrencia, y miró al hombre que parecía moverse con cuidado, temeroso de que ella se asustara y saliera huyendo y suspiró secándose una lagrimilla que caía por su ojo.
- No lloro.- musitó como si fuera una niña.- y siento haberle engañado, espero, al menos, haber ayudado en algo. Soy Wendy, encantada de hablar con usted, por fin.- se presentó con calma tendiéndole la mano antes de mirar la bandeja, no tenía demasiada hambre, pero no comer sería un insulto a la amabilidad del señor.- Gracias.- comentó girándose un poco para acercar la bandeja y tomar la cuchara para dar el primer sorbo de sopa.
Wendy Di Coppola- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 43
Fecha de inscripción : 11/10/2016
Re: Del color del viento {Haytham}
A pesar de los nervios y el miedo mostrado anteriormente, la joven parecía ir tomando confianza y calmándose.
Sin quererlo se había creado un extraño ambiente demasiado amable, y para Haytham era un sentir desconocido, reconfortante se diría.
-No pasa nada, repito fue una compañía muy agradecida en algunos momentos, ni las palabras hubiesen sido mejor bálsamo. -Le sonrió, algo que a la mole le costaba bastante trabajo hacer, pero sin quererlo con aquella muchacha inocente, que había sido su minina de compaña, no podía evitar hacerlo.
La miró comer, o al menos aparentaba hacerlo. Sus pensamientos viajaban muy lejos de allí, planificaban. En dos días su marcha de aquel país, y luego el asunto de qué hacer con la joven, seguro que alguien la echaba en falta.
-Haremos una cosa, cuando usted se sienta mejor y su ropa se seque, la llevaré a casa. Ahora me siento responsable de su seguridad sinceramente. Ese será mi favor, pero usted en cambio vendrá antes de pasado dos días, para al menos despedirse y deleitarme con su compañía. Me marcho lejos pronto.
No podía evitarlo, la trataba con la delicadeza con la que se trata a un hermano pequeño o un hijo. Aquella chica había espiado sus pasos y había estado en momentos difíciles, y él sin reconocer su verdadera piel.
Estaba perdiendo facultades, pero la verdad no le había importado para nada.
Sin quererlo se había creado un extraño ambiente demasiado amable, y para Haytham era un sentir desconocido, reconfortante se diría.
-No pasa nada, repito fue una compañía muy agradecida en algunos momentos, ni las palabras hubiesen sido mejor bálsamo. -Le sonrió, algo que a la mole le costaba bastante trabajo hacer, pero sin quererlo con aquella muchacha inocente, que había sido su minina de compaña, no podía evitar hacerlo.
La miró comer, o al menos aparentaba hacerlo. Sus pensamientos viajaban muy lejos de allí, planificaban. En dos días su marcha de aquel país, y luego el asunto de qué hacer con la joven, seguro que alguien la echaba en falta.
-Haremos una cosa, cuando usted se sienta mejor y su ropa se seque, la llevaré a casa. Ahora me siento responsable de su seguridad sinceramente. Ese será mi favor, pero usted en cambio vendrá antes de pasado dos días, para al menos despedirse y deleitarme con su compañía. Me marcho lejos pronto.
No podía evitarlo, la trataba con la delicadeza con la que se trata a un hermano pequeño o un hijo. Aquella chica había espiado sus pasos y había estado en momentos difíciles, y él sin reconocer su verdadera piel.
Estaba perdiendo facultades, pero la verdad no le había importado para nada.
Haytham Cross- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/06/2016
Localización : París
Re: Del color del viento {Haytham}
Asintió, se iría cuanto antes, no quería molestar ni ser una intrusa, ya lo había sido demasiado tiempo, no quería importunar al señor Cross. Él había sido siempre amable con ella, a pesar de su seriedad, siempre había tenido para ella una media sonrisa o una caricia, incluso cuando trabajaba, la dejaba pasearse por la mesa, mientras no desordenase los papeles. Estaba claro que no era más que una mascota, una, además, bastante inutil y que pegaba más bien poco con un hombre tan grande y robusto, pero si lo que le había dicho era cierto, al menos le servía de consuelo. Uno vago, pero menos daba una piedra.
Dejó a un lado el plato de sopa y lo miró con el ceño algo fruncido y los ojos tristes, ¿se marchaba? No podía decir que tuvieran una amistad, ni que se conocieran desde siempre, pero había visto mucho de ese hombre, tenía buen corazón, pero estaba torturado, temía dejarlo solo, no era, en realidad, nadie, ni tenía conocimiento alguno de la mente humana. No sbaía de corazones ni de almas, no sabía de neuronas ni se le daba bie hablar, siquiera.
En realidad, no era más que una niña metomentodo, una caperucita roja que se había metido en a boca del lobo, pero si alg tenía, quisiera ella, o no aditirlo, era buen corazón. Solía llamarse a si misma tonta, inocentona, absurda, llorica, cuando solo se preocupaba, en demasía, por los demás. Tal vez por eso se haía encariñado con ese hombre de corazón amable y aspecto serior que parecía rejuvenecer al sonreir.
- ¿Se va? ¿a donde?¿Por mucho tiempo?- preguntó dejándo las manos sobre sus rodillas.
Dejó a un lado el plato de sopa y lo miró con el ceño algo fruncido y los ojos tristes, ¿se marchaba? No podía decir que tuvieran una amistad, ni que se conocieran desde siempre, pero había visto mucho de ese hombre, tenía buen corazón, pero estaba torturado, temía dejarlo solo, no era, en realidad, nadie, ni tenía conocimiento alguno de la mente humana. No sbaía de corazones ni de almas, no sabía de neuronas ni se le daba bie hablar, siquiera.
En realidad, no era más que una niña metomentodo, una caperucita roja que se había metido en a boca del lobo, pero si alg tenía, quisiera ella, o no aditirlo, era buen corazón. Solía llamarse a si misma tonta, inocentona, absurda, llorica, cuando solo se preocupaba, en demasía, por los demás. Tal vez por eso se haía encariñado con ese hombre de corazón amable y aspecto serior que parecía rejuvenecer al sonreir.
- ¿Se va? ¿a donde?¿Por mucho tiempo?- preguntó dejándo las manos sobre sus rodillas.
Wendy Di Coppola- Cambiante Clase Media
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Re: Del color del viento {Haytham}
Sonrió al ver su gesto de sorpresa que vino después con varias preguntas. Ciertamente, había cogido bastante cariño a la presencia de aquella minina, y a pesar de descubrir su secreto y aspecto humano, nada había cambiado.
Seguía viéndola como un ser pequeño, bonito y cuya presencia proporcionaba consuelo y ese calor confortante. Tal vez sería su inocencia, era como una tabula rasa que aún había sido manchada por algún tipo de mala experiencia, personas así eran difícil de encontrar al menos en el entorno de Haytham que era cruel y duro en su naturaleza. Y ella, era una niña, al fin y al cabo.
Aun de pie, antes de contestarle miro el plato de comida, no había comido demasiado y sin quererlo le hizo gesto de reproche, pero no la empujo a que comiese más.
-Malta. Me he liberado de mis negocios aquí. -Suspiró y su gesto se volvió serio y meditabundo, mientras se sentaba en el suelo y apoyaba su enorme espalda en la cama donde ella estaba. A pesar de estar sentado y de la diferencia de altura, seguía siendo grande. -Tengo que resolver un asunto, por esas lagunas que faltan en mi memoria. Y partiendo de ello retomar mi vida de otro modo, hay tanto que descubrir y muchas decisiones que tomar… No sé, si volveré a París. Ya nada me ata a este lugar.
Aquello último sonó con cierta tristeza, no estaba en lo cierto con totalidad, aun se sentía unido a aquel sentimiento que era poco de admitir con respecto a Valeria.
Por un momento recordó su despedida, y su rechazo a una última vez. Había sido sincero, a pesar de llevar alguna copa y algo más encima, pero precisamente aquello había hecho que su lengua se soltase, aunque no del todo, le costaba admitir ciertos sentimientos, había omitido detalles. Pero era mejor así, debía de dejarlo estar, ella debía de continuar y buscar su felicidad por otro lado, y él no iba a interceder en lo que sentimental se refiere.
Valeria era su debilidad, la había sido desde hacía mucho tiempo. Y sin quererlo había tocado rincones polvorientos dentro de su ser.
-¿Qué hasta al final, señorita?
Seguía viéndola como un ser pequeño, bonito y cuya presencia proporcionaba consuelo y ese calor confortante. Tal vez sería su inocencia, era como una tabula rasa que aún había sido manchada por algún tipo de mala experiencia, personas así eran difícil de encontrar al menos en el entorno de Haytham que era cruel y duro en su naturaleza. Y ella, era una niña, al fin y al cabo.
Aun de pie, antes de contestarle miro el plato de comida, no había comido demasiado y sin quererlo le hizo gesto de reproche, pero no la empujo a que comiese más.
-Malta. Me he liberado de mis negocios aquí. -Suspiró y su gesto se volvió serio y meditabundo, mientras se sentaba en el suelo y apoyaba su enorme espalda en la cama donde ella estaba. A pesar de estar sentado y de la diferencia de altura, seguía siendo grande. -Tengo que resolver un asunto, por esas lagunas que faltan en mi memoria. Y partiendo de ello retomar mi vida de otro modo, hay tanto que descubrir y muchas decisiones que tomar… No sé, si volveré a París. Ya nada me ata a este lugar.
Aquello último sonó con cierta tristeza, no estaba en lo cierto con totalidad, aun se sentía unido a aquel sentimiento que era poco de admitir con respecto a Valeria.
Por un momento recordó su despedida, y su rechazo a una última vez. Había sido sincero, a pesar de llevar alguna copa y algo más encima, pero precisamente aquello había hecho que su lengua se soltase, aunque no del todo, le costaba admitir ciertos sentimientos, había omitido detalles. Pero era mejor así, debía de dejarlo estar, ella debía de continuar y buscar su felicidad por otro lado, y él no iba a interceder en lo que sentimental se refiere.
Valeria era su debilidad, la había sido desde hacía mucho tiempo. Y sin quererlo había tocado rincones polvorientos dentro de su ser.
-¿Qué hasta al final, señorita?
Haytham Cross- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/06/2016
Localización : París
Re: Del color del viento {Haytham}
Malta, Wendy bajó la mirada cabizbaja, se iba muy lejos, no podría serle de ayuda si no estaba cerca, ya no podría colarse en forma de gata para trastear con sus patitas en su escritorio, ni empaparle de leche al tropezar intentando tomar leche de un cuenco. Tampoco podría sentarse en su regazo cuando lo notase triste y dejarle leer tranquilo mientras ella se adormilaba.
- Eso es muy lejos.- murmuró.- y mucho tiempo.- seguramente eso era una espedida.
Pero entoneces su cabeza pareció reaccionar, ¿Malta? Miró nuevamente al señor Cross, y dudó si hablar. Volvió a fijar su vista en el plato y dio una nueva cucharada de sopa. Malta, Malta... su director había hablado de ese lugar no hacía demasiado, pero... ¿qué había dicho? Fue la misma noche que reencontró a Kaiden, por lo que todo lo demás había quedado empañado bajo ese recuerdo, pero ahora que se mencionaba ese nombre, empezaba a recordar.
Dio otra cucharada más, a penas dándose cuenta de que estaba comiendo, y frunció levemente sus cejas con un ligero mohín y, de golpe, lo recordó. Soltó la cuchara, que calló dentro del plato, casi vacío ya, y se giró a mirarle, claro, Malta.
- Yo he de ir la semana próxima.- dijo de golpe.- soy...- cómo iba a decirlo.- soy actriz, mi director habló de llevar la obra a Malta, madre mía, y no me acordaba.- las manos comenzaron a temblarle, tenía que preparar el viaje, y hablar con Kaiden, ¿querría acompañarla? esperaba que si, no quería volver a perderle ahora que lo haía encontrado.- aun he de preparar las cosas y ayudar a cargar los decorados y vestuarios, y los ensayos, que seguro esta semana van a ser más duros.- respiró hondo, calmandose, no pasaba nada, iba a lograr arreglarlo todo, lo sabía, siempre había sido algo despistada y atolondrada, pero lograba hacer las cosas a tiempo.- no pasa nada.- se dijo a si misma.- me dará tiempo.- sonrió al final.- Parece que no se librará de mi tan rápido, lo siento.- se disculpó bromeando a medias, la sigueinte ve que se vieran, sería en el puerto Maltés y ella no sería una gata blanca o una joven herida, sería la actriz que debía ver el público.
- Eso es muy lejos.- murmuró.- y mucho tiempo.- seguramente eso era una espedida.
Pero entoneces su cabeza pareció reaccionar, ¿Malta? Miró nuevamente al señor Cross, y dudó si hablar. Volvió a fijar su vista en el plato y dio una nueva cucharada de sopa. Malta, Malta... su director había hablado de ese lugar no hacía demasiado, pero... ¿qué había dicho? Fue la misma noche que reencontró a Kaiden, por lo que todo lo demás había quedado empañado bajo ese recuerdo, pero ahora que se mencionaba ese nombre, empezaba a recordar.
Dio otra cucharada más, a penas dándose cuenta de que estaba comiendo, y frunció levemente sus cejas con un ligero mohín y, de golpe, lo recordó. Soltó la cuchara, que calló dentro del plato, casi vacío ya, y se giró a mirarle, claro, Malta.
- Yo he de ir la semana próxima.- dijo de golpe.- soy...- cómo iba a decirlo.- soy actriz, mi director habló de llevar la obra a Malta, madre mía, y no me acordaba.- las manos comenzaron a temblarle, tenía que preparar el viaje, y hablar con Kaiden, ¿querría acompañarla? esperaba que si, no quería volver a perderle ahora que lo haía encontrado.- aun he de preparar las cosas y ayudar a cargar los decorados y vestuarios, y los ensayos, que seguro esta semana van a ser más duros.- respiró hondo, calmandose, no pasaba nada, iba a lograr arreglarlo todo, lo sabía, siempre había sido algo despistada y atolondrada, pero lograba hacer las cosas a tiempo.- no pasa nada.- se dijo a si misma.- me dará tiempo.- sonrió al final.- Parece que no se librará de mi tan rápido, lo siento.- se disculpó bromeando a medias, la sigueinte ve que se vieran, sería en el puerto Maltés y ella no sería una gata blanca o una joven herida, sería la actriz que debía ver el público.
Wendy Di Coppola- Cambiante Clase Media
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