AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Café Amer -Privado {Larissa}
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Café Amer -Privado {Larissa}
Ya había caminado un par de horas volviendo del campo al ciudad, después de un viaje intrínseco entre mis sentires lejos de la civilización, mis pasos iban lentos a diferencia de la mayoría, yo no corría por la ciudad agitado, o estresado como lo hacían la mayoría de las personas de esta ciudad. Recuerdo algunos paisajes de otros tiempos, algo más grises que el amarillento color del otoño parisino, y sus hojas caídas que acaparaban los adoquines del centro eran barridas por algunas personas dueñas de los comercios, y habían mercaderes que hacían lo mismo.
La mirada triste de un hombre viejo llamó mi atención mientras barría sus hojas, ni se dio cuenta de que yo le miré. Sus ojos grisáceos claros parecía que remontaban mejores tiempos, y la rutina lo cegaba a barrer intensamente su pequeño pedazo de calle. Fue una sensación nostálgica aquella… Continué mi caminar pues se me apetecía un buen café para darle un liviano toque a mi tarde. Al entrar, el ambiente parecía un poco más alegre que en las calles, y el bullicio de las voces de la gente pintaban un cuadro medio burlesco de los franceses con sus tazas de café, las risas, las miradas, y esa costumbre de inspirar nobleza en todas partes aun cuando había gente de distintos lugares allí…
Contemplé un poco el café antes de quedarme porque la verdad, me costaba estar tranquilo en un lugar tan lleno de personas así que me la pensé varias veces antes de hallar un puesto en la barra al lado de otros, porque las mesas estaban todas ocupadas.
-Señorita, deseo pedirle un café negro y amargo por favor- dije a la mesera que con una sonrisa bastante amplia y amigable, asintió a mi pedido.
Esperé mi café, mientras un plato con croissants llegaba hasta mí por cortesía de la casa, y agradecí esbozando una media sonrisa a la muchacha, mientras aun esperaba mi café.
Debo confesar que esta vida humana me parecía tan privada de la libertad de mi instinto, que era como si deseara ser zorro o lobo en ese mismo instante pero no podía siquiera imaginármelo, debido a que si lo hacía con todo lo que conlleva, la realidad de esta gente, y de este mundo se vería distorsionada a causa de mi transformación. Preferí ahondar entre el mundo terrenal en el cual me tocaba ser un humano, dejarme llevar por los pensamientos humanos, pero era difícil porque en mi interior existían muchos estados diferentes en los cuáles me gustaba perderme, lo cual hacía dentro de mis momentos de soledad pero aquél no era ese el momento… ni mucho menos, el lugar…
Que excitante, mi café ya había arribado hasta mis manos…
-Muchas gracias, señorita…- pronuncié cordialmente con mi voz grave que me caracterizaba...
La mirada triste de un hombre viejo llamó mi atención mientras barría sus hojas, ni se dio cuenta de que yo le miré. Sus ojos grisáceos claros parecía que remontaban mejores tiempos, y la rutina lo cegaba a barrer intensamente su pequeño pedazo de calle. Fue una sensación nostálgica aquella… Continué mi caminar pues se me apetecía un buen café para darle un liviano toque a mi tarde. Al entrar, el ambiente parecía un poco más alegre que en las calles, y el bullicio de las voces de la gente pintaban un cuadro medio burlesco de los franceses con sus tazas de café, las risas, las miradas, y esa costumbre de inspirar nobleza en todas partes aun cuando había gente de distintos lugares allí…
Contemplé un poco el café antes de quedarme porque la verdad, me costaba estar tranquilo en un lugar tan lleno de personas así que me la pensé varias veces antes de hallar un puesto en la barra al lado de otros, porque las mesas estaban todas ocupadas.
-Señorita, deseo pedirle un café negro y amargo por favor- dije a la mesera que con una sonrisa bastante amplia y amigable, asintió a mi pedido.
Esperé mi café, mientras un plato con croissants llegaba hasta mí por cortesía de la casa, y agradecí esbozando una media sonrisa a la muchacha, mientras aun esperaba mi café.
Debo confesar que esta vida humana me parecía tan privada de la libertad de mi instinto, que era como si deseara ser zorro o lobo en ese mismo instante pero no podía siquiera imaginármelo, debido a que si lo hacía con todo lo que conlleva, la realidad de esta gente, y de este mundo se vería distorsionada a causa de mi transformación. Preferí ahondar entre el mundo terrenal en el cual me tocaba ser un humano, dejarme llevar por los pensamientos humanos, pero era difícil porque en mi interior existían muchos estados diferentes en los cuáles me gustaba perderme, lo cual hacía dentro de mis momentos de soledad pero aquél no era ese el momento… ni mucho menos, el lugar…
Que excitante, mi café ya había arribado hasta mis manos…
-Muchas gracias, señorita…- pronuncié cordialmente con mi voz grave que me caracterizaba...
Última edición por Rantés Ahriman el Dom Nov 27, 2016 10:22 pm, editado 2 veces
Rantés Ahriman- Cambiante Clase Media
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Fecha de inscripción : 17/12/2015
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Re: Café Amer -Privado {Larissa}
Era mi primera tarde libre desde que había solicitado el puesto de mesonera en una taberna cercana al hostal donde me alojaba, donde cada noche me tocaba lidiar con toda clase de bárbaros cuyos modales dejaban mucho que desear. No sabía a ciencia cierta cuanto tiempo llevaba trabajando en aquel local de mala muerte, pero cada turno se me hacía eterno esperando que llegase el final de la noche sin verme envuelta en alguna que otra trifulca.
Desde mi llegada a París hacia ya varias semanas apenas había visitado la ciudad, pues entre mi búsqueda de empleo y el cansancio acumulado no disponía de tiempo libre; de modo que esa tarde me convencí a mí misma aprovecharla al máximo.
Durante la mañana había estado paseando por el jardín botánico, disfrutando del silencio envolvente que relajaba mis sentidos.Un lugar precioso donde prometí regresar en mi próximo día libre. Adoraba la naturaleza, disfrutaba corriendo en mi forma animal por los bosques, pero allí en París temía que algún cazador diese conmigo y no era capaz de adentrarme sola en ellos.
Buscando más tarde donde tomar un tentempié, terminé acudiendo al mercado ambulante; un lugar bastante inusual donde el olor a especias anuló mi olfato durante varias horas.
Cuando se me antojó que el lugar comenzaba a abarrotarse de humanos que se movían ajetreados de un lado para otro, decidí cambiar mi rumbo, buscando de nuevo esa intimidad que todo felino necesita para descansar. Una pequeña librería fue mi siguiente destino, donde tras pedir consejo al librero, terminé saliendo de allí con un ejemplar del libro de "Las mil y una noches" en mis manos.
Volvía tranquilamente hacia mi hostal cuando al pasar por la puerta de una cafetería, donde un embriagador aroma a café recién hecho envolvió mis sentidos. Como si de una magia que me empujaba a entrar se tratase, claudiqué y tomé asiento en una de las pocas mesas vacías, donde tras pedir un café solo me senté a ojear por encima el libro recién comprado.Sin duda había sido un día bien aprovechado, y culminarlo con un café y una buena lectura fue una maravillosa idea.
Estaba embelesada en la lectura cuando de pronto percibí a lo lejos una voz varonil que llamó mi atención sobre el resto de sonido ambiental de la clientela. Levanté mi mirada con disimulo, buscando por encima del libro que en ese momento me servía como escudo entre los varones de aquel local, hasta que dí con el dueño de tan atrayente sonido. No pude evitar sonreír cuando sentí su aura brillando por encima del resto, una aura muy similar a la mía. Un caballero de largos cabellos sentado frente a la barra tomaba un café al tiempo que intercambiaba unas palabras con la camarera.
Observé durante algunos minutos su gran porte, sin duda sería un hombre bastante impactante cuando se pusiese en pie, y cuando estaba pensando que animales estarían bajo su control se giró hacia mí y me pilló mirándole con descaro. ¿Se notaría mucho si me escondía de nuevo tras el libro? Bajé la mirada con disimulo, como si solo estuviese leyendo, más el encuentro de nuestras miradas había sonrojado mis mejillas de forma visible. Empezaba a pensar que no eran los líos los que venían a mí, sino que yo los llamaba a gritos.
Desde mi llegada a París hacia ya varias semanas apenas había visitado la ciudad, pues entre mi búsqueda de empleo y el cansancio acumulado no disponía de tiempo libre; de modo que esa tarde me convencí a mí misma aprovecharla al máximo.
Durante la mañana había estado paseando por el jardín botánico, disfrutando del silencio envolvente que relajaba mis sentidos.Un lugar precioso donde prometí regresar en mi próximo día libre. Adoraba la naturaleza, disfrutaba corriendo en mi forma animal por los bosques, pero allí en París temía que algún cazador diese conmigo y no era capaz de adentrarme sola en ellos.
Buscando más tarde donde tomar un tentempié, terminé acudiendo al mercado ambulante; un lugar bastante inusual donde el olor a especias anuló mi olfato durante varias horas.
Cuando se me antojó que el lugar comenzaba a abarrotarse de humanos que se movían ajetreados de un lado para otro, decidí cambiar mi rumbo, buscando de nuevo esa intimidad que todo felino necesita para descansar. Una pequeña librería fue mi siguiente destino, donde tras pedir consejo al librero, terminé saliendo de allí con un ejemplar del libro de "Las mil y una noches" en mis manos.
Volvía tranquilamente hacia mi hostal cuando al pasar por la puerta de una cafetería, donde un embriagador aroma a café recién hecho envolvió mis sentidos. Como si de una magia que me empujaba a entrar se tratase, claudiqué y tomé asiento en una de las pocas mesas vacías, donde tras pedir un café solo me senté a ojear por encima el libro recién comprado.Sin duda había sido un día bien aprovechado, y culminarlo con un café y una buena lectura fue una maravillosa idea.
Estaba embelesada en la lectura cuando de pronto percibí a lo lejos una voz varonil que llamó mi atención sobre el resto de sonido ambiental de la clientela. Levanté mi mirada con disimulo, buscando por encima del libro que en ese momento me servía como escudo entre los varones de aquel local, hasta que dí con el dueño de tan atrayente sonido. No pude evitar sonreír cuando sentí su aura brillando por encima del resto, una aura muy similar a la mía. Un caballero de largos cabellos sentado frente a la barra tomaba un café al tiempo que intercambiaba unas palabras con la camarera.
Observé durante algunos minutos su gran porte, sin duda sería un hombre bastante impactante cuando se pusiese en pie, y cuando estaba pensando que animales estarían bajo su control se giró hacia mí y me pilló mirándole con descaro. ¿Se notaría mucho si me escondía de nuevo tras el libro? Bajé la mirada con disimulo, como si solo estuviese leyendo, más el encuentro de nuestras miradas había sonrojado mis mejillas de forma visible. Empezaba a pensar que no eran los líos los que venían a mí, sino que yo los llamaba a gritos.
Larissa- Cambiante Clase Baja
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Fecha de inscripción : 21/09/2016
Re: Café Amer -Privado {Larissa}
El café comenzaba a activar mis sentidos, era bastante acogedor el sentir que me provocaba suspiré bastante satisfecho y concentrado cuando de pronto, percibí el aroma de otro café que se me hacía bastante aromático y que también inspiraba un buen sabor… provenía de una joven que se sentó también en la barra a unos pocos metros de mi posición y con suma claridad pude observar su aura… era como yo.
Me pareció bastante increíble, ya que pocas veces encontraba a otros de mi especie en forma humana en París, solo llegué a conocer a uno solo cambiante… pero estaba claro de que habíamos muchos. Su aspecto joven, me pareció sospechoso porque al ser yo alguien tan viejo de seguro aquella mujer también tendría más de lo que aparentaba. Sonreí para mis adentros, algo que no podía expresar meramente en aquel momento, era la delicia de encontrar en medio de los humanos a otro cambiante, alguien que sabe lo que eres, que lo intuye, y que de seguro tiene tantos secretos como los tenía yo… Realmente, su inocente curiosidad que se presentaba a través de la mirada escondida en ese libro, atrajo mi atención.
Otra mujer cerca de ella se retiraba, por lo que aproveché para llevar mi taza de café a medio terminar hasta sentarme a su lado, seguramente mi acercamiento podría ser un poco brusco para la mujer, pero estaba dispuesto a arriesgarme con tal de saber más sobre ella…
-Disculpe dama, pero puedo percibir más de un secreto a través de su jovial presencia… me refiero a que usted es parecida a mí… ¿Lo puede percibir?- pregunté cordialmente, sin querer apresurar nada más el acontecimiento había captado totalmente mi atención.
Los cabellos rubios de la joven, y la mirada juvenil que proporcionaba eran sólo unos cuántos detalles… ¿Qué edad tendría realmente esta joven?, ¿Sería capaz de enfrentar un momento así con alguien que lleva el mismo estigma en la sangre?.... La vida misma en ese entonces, me pareció un poco más divertida, aunque no creía en las ocurrencias del destino y esas cosas humanas sino que, creía en el ritmo con y la naturaleza del curso de aquellos acontecimientos que simplemente me dejaban algo mudo, debido a que en mucho tiempo no había podido establecer comunicación alguna con otro de mi especie.
Podría ser que realmente un momento fugaz como aquel, y así mismo inesperado pero era lo suficientemente bueno para quedarme a su lado y hablar con el silencio… ¿Pero acaso podría confiar en ella?... su mirada me inspiraba a que sí. Entonces intentando aminorar mi bruta educación, tomé lentamente la mano de la joven y besé en su dorso en una forma de saludo reverenciando mi mirada caballerosamente.
-¿Puedo saber su nombre?...- le pregunté con mi voz seria, pero cordial y solté su mano con ligereza para tomar un sorbo de café.-Usted también ha elegido un excelente café señorita, desearía probarlo si me lo permite- dije amablemente mientras que sentado a su lado esperaba entablar un diálogo, una conexión, o algo que me permitiese saber si la mujer en frente de mí, era de fiar, y conocer el mundo que la rodea, la forma en que ve las cosas y sus conocimientos...
Me pareció bastante increíble, ya que pocas veces encontraba a otros de mi especie en forma humana en París, solo llegué a conocer a uno solo cambiante… pero estaba claro de que habíamos muchos. Su aspecto joven, me pareció sospechoso porque al ser yo alguien tan viejo de seguro aquella mujer también tendría más de lo que aparentaba. Sonreí para mis adentros, algo que no podía expresar meramente en aquel momento, era la delicia de encontrar en medio de los humanos a otro cambiante, alguien que sabe lo que eres, que lo intuye, y que de seguro tiene tantos secretos como los tenía yo… Realmente, su inocente curiosidad que se presentaba a través de la mirada escondida en ese libro, atrajo mi atención.
Otra mujer cerca de ella se retiraba, por lo que aproveché para llevar mi taza de café a medio terminar hasta sentarme a su lado, seguramente mi acercamiento podría ser un poco brusco para la mujer, pero estaba dispuesto a arriesgarme con tal de saber más sobre ella…
-Disculpe dama, pero puedo percibir más de un secreto a través de su jovial presencia… me refiero a que usted es parecida a mí… ¿Lo puede percibir?- pregunté cordialmente, sin querer apresurar nada más el acontecimiento había captado totalmente mi atención.
Los cabellos rubios de la joven, y la mirada juvenil que proporcionaba eran sólo unos cuántos detalles… ¿Qué edad tendría realmente esta joven?, ¿Sería capaz de enfrentar un momento así con alguien que lleva el mismo estigma en la sangre?.... La vida misma en ese entonces, me pareció un poco más divertida, aunque no creía en las ocurrencias del destino y esas cosas humanas sino que, creía en el ritmo con y la naturaleza del curso de aquellos acontecimientos que simplemente me dejaban algo mudo, debido a que en mucho tiempo no había podido establecer comunicación alguna con otro de mi especie.
Podría ser que realmente un momento fugaz como aquel, y así mismo inesperado pero era lo suficientemente bueno para quedarme a su lado y hablar con el silencio… ¿Pero acaso podría confiar en ella?... su mirada me inspiraba a que sí. Entonces intentando aminorar mi bruta educación, tomé lentamente la mano de la joven y besé en su dorso en una forma de saludo reverenciando mi mirada caballerosamente.
-¿Puedo saber su nombre?...- le pregunté con mi voz seria, pero cordial y solté su mano con ligereza para tomar un sorbo de café.-Usted también ha elegido un excelente café señorita, desearía probarlo si me lo permite- dije amablemente mientras que sentado a su lado esperaba entablar un diálogo, una conexión, o algo que me permitiese saber si la mujer en frente de mí, era de fiar, y conocer el mundo que la rodea, la forma en que ve las cosas y sus conocimientos...
Rantés Ahriman- Cambiante Clase Media
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Re: Café Amer -Privado {Larissa}
Dirigí de nuevo mi mirada hacia la parte superior del libro para comprobar si aquel hombre había vuelto a centrarse en su café ignorando mi presencia, irguiéndome lentamente hasta alcanzar ver por encima de éste para lograrlo. En cierto modo resultaba bastante sospechoso que no pasase ninguna página del encuadernado, más si se daba cuenta que tenía el libro del revés, entonces mi intento por disimular sería bochornoso. Cuando me percaté de que no es que siguiese mirándome, sino que además se aproximaba hacia mí, estuve a punto de caerme del taburete que me sustentaba.
Suspiré nerviosa tras el libro que todavía usaba como escudo, consciente de que nuestro encuentro sería inminente y que debía tranquilizarme para no parecer un cervatillo asustado. Ignoraba cuales podrían ser los motivos de ese caballero para aproximarse a mí, había aprendido a ser cautelosa y prudente con los desconocidos, más había algo en él que me hacía no temer por su acercamiento. Tal vez solo fuese la simple curiosidad de encontrar a un ser de su misma naturaleza lo que le hacía sentarse a mi lado. ¡Por todos los dioses!, pensé, se había sentado a mi lado sin que me hubiese dado cuenta.
Suspiré despacio al escuchar su masculina voz envolverme como en un sueño. Fingiendo hacerme la sorprendida, bajé el libro dejándolo reposar sobre la barra, y clavé mis ojos en los suyos. Sin duda era un hombre atractivo y desconcertante. Una poderosa aura refulgía a su alrededor, y por unos instantes me sentí pequeña en su presencia.
-Yo también lo percibo.- contesté con timidez mordiéndome el labio inferior, buscando el modo de entablar una conversación con él sin ponerme a temblar por la impresión de su tamaño comparado con el mío. Demasiada traición a lo largo de mi vida como para confiar en alguien de buenas a primeras. Debía tomármelo con calma.- Juraría que nuestras auras son parecidas y al mismo tiempo diferentes.
Desconocía si esto se debería a que nuestras respectivas transformaciones eran distintas, o la razón de ello sería bien distinta. Mi mirada viajaba con curiosidad por cada una de sus facciones, perdiéndome en esos ojos penetrantes durante unos segundos hasta que tomó mi mano entre la suya, para presentarse de forma cortés. Me quedé paralizada por unos segundos ante el calor de su contacto, desconcertada por ese gesto que en lugar de provocarme miedo, relajó mis nervios dibujandose una dulce sonrisa en mis labios.
-Mi nombre es Larissa, señor.... Encantada de conocerle.- contesté tratando de relajarme o parecería que estaba totalmente loca de atar. Aunque no pude evitar sorprenderme ante su siguiente propuesta.- Claro, puede probarlo si gusta.- contesté confundida empujando con cuidado mi café hacia su posición. Lo cierto es que todavía no lo había degustado, pues mientras esperaba que se enfriase un poco aquel hombre había entrado en mi campo de visión; poco podría decirle sobre el sabor de éste. Nuestros dedos se rozaron al acercarle la taza, y me sonrojé inevitablemente.- Al parecer las bebidas que preparan en este local son sin duda sorprendentes.
Y no solo las bebidas, pensé; pues era su presencia lo que más me había sorprendido en aquel lugar.
Suspiré nerviosa tras el libro que todavía usaba como escudo, consciente de que nuestro encuentro sería inminente y que debía tranquilizarme para no parecer un cervatillo asustado. Ignoraba cuales podrían ser los motivos de ese caballero para aproximarse a mí, había aprendido a ser cautelosa y prudente con los desconocidos, más había algo en él que me hacía no temer por su acercamiento. Tal vez solo fuese la simple curiosidad de encontrar a un ser de su misma naturaleza lo que le hacía sentarse a mi lado. ¡Por todos los dioses!, pensé, se había sentado a mi lado sin que me hubiese dado cuenta.
Suspiré despacio al escuchar su masculina voz envolverme como en un sueño. Fingiendo hacerme la sorprendida, bajé el libro dejándolo reposar sobre la barra, y clavé mis ojos en los suyos. Sin duda era un hombre atractivo y desconcertante. Una poderosa aura refulgía a su alrededor, y por unos instantes me sentí pequeña en su presencia.
-Yo también lo percibo.- contesté con timidez mordiéndome el labio inferior, buscando el modo de entablar una conversación con él sin ponerme a temblar por la impresión de su tamaño comparado con el mío. Demasiada traición a lo largo de mi vida como para confiar en alguien de buenas a primeras. Debía tomármelo con calma.- Juraría que nuestras auras son parecidas y al mismo tiempo diferentes.
Desconocía si esto se debería a que nuestras respectivas transformaciones eran distintas, o la razón de ello sería bien distinta. Mi mirada viajaba con curiosidad por cada una de sus facciones, perdiéndome en esos ojos penetrantes durante unos segundos hasta que tomó mi mano entre la suya, para presentarse de forma cortés. Me quedé paralizada por unos segundos ante el calor de su contacto, desconcertada por ese gesto que en lugar de provocarme miedo, relajó mis nervios dibujandose una dulce sonrisa en mis labios.
-Mi nombre es Larissa, señor.... Encantada de conocerle.- contesté tratando de relajarme o parecería que estaba totalmente loca de atar. Aunque no pude evitar sorprenderme ante su siguiente propuesta.- Claro, puede probarlo si gusta.- contesté confundida empujando con cuidado mi café hacia su posición. Lo cierto es que todavía no lo había degustado, pues mientras esperaba que se enfriase un poco aquel hombre había entrado en mi campo de visión; poco podría decirle sobre el sabor de éste. Nuestros dedos se rozaron al acercarle la taza, y me sonrojé inevitablemente.- Al parecer las bebidas que preparan en este local son sin duda sorprendentes.
Y no solo las bebidas, pensé; pues era su presencia lo que más me había sorprendido en aquel lugar.
Larissa- Cambiante Clase Baja
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Fecha de inscripción : 21/09/2016
Re: Café Amer -Privado {Larissa}
Su mirada y su voz me cautivaron en armonía. La joven tenía una voz llena de timidez, pero a su vez se percibía decidida… de una cordial educación y modales… aunque su aspecto lucía al natural, y no parecía esmerarse en arreglarse en apariencia como otras mujeres. Me agradaba que fuese tan natural, como la raza que ambos nos caracterizaba. Yo por mi parte, siempre iba con la sencillez por delante. Al principio creí haberla asustado, debido a mi acercamiento seguramente rápido e inesperado, pero los sentidos hicieron crecer en mí mucha curiosidad, acerca de ella.
Observé aquél libro que ella había dejado en la mesa, ahora con más certeza pude leer el título sutilmente. “Las mil y una noches” que buenas historias de oriente se presentaban en aquella compilación. Me parecía simpático que una mujer estuviese leyendo aquello, porque ese tipo de literatura atrae al niño interior de uno, cuando las fantasías eran solo cuentos entretenidos. Pero, al igual que la vida humana, ser una criatura como nosotros tampoco era muy fácil porque estás divido en la tierra entre dos o más vidas, aun así siendo solo un alma.
-Un placer…señorita Larissa. Mi nombre es Rantés, me reconforta saber que usted también puede percibir ciertas cosas detrás del velo…- contesté contemplando el color del café en la taza que ella me había acercado para probar, mientras nuestros dedos se rozaron suavemente y a su vez le invité un poco a probar el mío también.
-Sírvase también si desea… y concuerdo con usted con respecto a este lugar, pues tiene algunas bebidas bastante exóticas. Como la mía, que es un café negro importado exclusivamente desde África. Su característica principal, es el aroma fuerte que produce, pues proviene desde el cuidado de su producción artesanal dentro de las selvas. Me gusta pedir este café- le comenté esbozando una media sonrisa observando a su vez mi taza y suspiré.
Volteé mi mirada nuevamente a los ojos de la joven, tenía una expresión relajada como si hubiese tenido días ajetreados anteriormente. Todas estas cosas se sabían a simple vista, era cosa de observar los gestos, las miradas y la forma de hablar. Quería saber de dónde provenía, o que hacía pero esas cosas se contaban solas a veces…. por lo que continué bebiendo mi café mientras compartíamos el simple hecho de nuestras presencias cercanas, debido a que teníamos un origen cercano, similar y a su vez tan distinto.
-Es esto una sensación curiosa… nosotros, tomando un café, sabiendo y sintiendo cosas similares, pero limitados por este alrededor humano… personalmente, no suelo merodear dentro de este ambiente más que después de haber pasado días perdido en el frondoso exterior de la ciudad, entre el campo y el bosque… ¿Y usted, cómo lleva esta vida? Aunque a veces cuesta, siempre está lleno de sorpresas.- reflexioné mientras miraba a sus ojos, sin hacerlo de hastío. Pero como alguien muy sabio decía por ahí, que los ojos son la puerta del alma.
Nuestro alrededor estaba lleno de bullicio, aunque poco a poco con el correr del tiempo el lugar se vaciaba un poco más y valoraba aquella instancia, puesto a que era muy difícil dialogar en aquellas circunstancias con alguien que había llamado a mi interés mucho más allá de lo mundano. Era como conversar con una hermana, con alguien familiar. Sólo que aquella mujer se había presentado en mi camino, sin haberle buscado y eso era agradable para el viejo que se la pasa solo, observando el comportamiento humano y la escala de grises con las que ve este mundo…. Al pensar esto, nuevamente deseé ser un animal… adentrarme en lo salvaje. Y mientras pensaba aquello, me preguntaba cómo serían las transformaciones de la joven mujer… aunque sus olores naturales también podían tocar mis sentidos, no podía saber exactamente cuáles eran.
La esencia de cada uno es diferente, y en ella lo que marcaba era la naturalidad con que se expresaba y se daba a conocer…
Observé aquél libro que ella había dejado en la mesa, ahora con más certeza pude leer el título sutilmente. “Las mil y una noches” que buenas historias de oriente se presentaban en aquella compilación. Me parecía simpático que una mujer estuviese leyendo aquello, porque ese tipo de literatura atrae al niño interior de uno, cuando las fantasías eran solo cuentos entretenidos. Pero, al igual que la vida humana, ser una criatura como nosotros tampoco era muy fácil porque estás divido en la tierra entre dos o más vidas, aun así siendo solo un alma.
-Un placer…señorita Larissa. Mi nombre es Rantés, me reconforta saber que usted también puede percibir ciertas cosas detrás del velo…- contesté contemplando el color del café en la taza que ella me había acercado para probar, mientras nuestros dedos se rozaron suavemente y a su vez le invité un poco a probar el mío también.
-Sírvase también si desea… y concuerdo con usted con respecto a este lugar, pues tiene algunas bebidas bastante exóticas. Como la mía, que es un café negro importado exclusivamente desde África. Su característica principal, es el aroma fuerte que produce, pues proviene desde el cuidado de su producción artesanal dentro de las selvas. Me gusta pedir este café- le comenté esbozando una media sonrisa observando a su vez mi taza y suspiré.
Volteé mi mirada nuevamente a los ojos de la joven, tenía una expresión relajada como si hubiese tenido días ajetreados anteriormente. Todas estas cosas se sabían a simple vista, era cosa de observar los gestos, las miradas y la forma de hablar. Quería saber de dónde provenía, o que hacía pero esas cosas se contaban solas a veces…. por lo que continué bebiendo mi café mientras compartíamos el simple hecho de nuestras presencias cercanas, debido a que teníamos un origen cercano, similar y a su vez tan distinto.
-Es esto una sensación curiosa… nosotros, tomando un café, sabiendo y sintiendo cosas similares, pero limitados por este alrededor humano… personalmente, no suelo merodear dentro de este ambiente más que después de haber pasado días perdido en el frondoso exterior de la ciudad, entre el campo y el bosque… ¿Y usted, cómo lleva esta vida? Aunque a veces cuesta, siempre está lleno de sorpresas.- reflexioné mientras miraba a sus ojos, sin hacerlo de hastío. Pero como alguien muy sabio decía por ahí, que los ojos son la puerta del alma.
Nuestro alrededor estaba lleno de bullicio, aunque poco a poco con el correr del tiempo el lugar se vaciaba un poco más y valoraba aquella instancia, puesto a que era muy difícil dialogar en aquellas circunstancias con alguien que había llamado a mi interés mucho más allá de lo mundano. Era como conversar con una hermana, con alguien familiar. Sólo que aquella mujer se había presentado en mi camino, sin haberle buscado y eso era agradable para el viejo que se la pasa solo, observando el comportamiento humano y la escala de grises con las que ve este mundo…. Al pensar esto, nuevamente deseé ser un animal… adentrarme en lo salvaje. Y mientras pensaba aquello, me preguntaba cómo serían las transformaciones de la joven mujer… aunque sus olores naturales también podían tocar mis sentidos, no podía saber exactamente cuáles eran.
La esencia de cada uno es diferente, y en ella lo que marcaba era la naturalidad con que se expresaba y se daba a conocer…
Rantés Ahriman- Cambiante Clase Media
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Re: Café Amer -Privado {Larissa}
Sonreí con timidez cuando acepté la invitación de probar de su café, cogiendo con delicadeza la taza de porcelana que me ofrecía y acercándola hasta mis labios. Compartir la bebida era algo que se me antojaba demasiado personal para realizarlo con alguien que acababa de conocer, más su simple presencia me reconfortaba como si lo conociese de hacía más tiempo. Apenas probé un poco de ese exótico líquido, escuchando mientras tanto con atención sus palabras, esas que me explicaban con deleite la procedencia de éste.
Resultaba hechizante dejarse llevar por el sonido grave de su voz, por la calidez de éste que conseguía envolverme y hacerme sentir con la misma intensidad que él la pasión por esa bebida. Hasta mi llegada a París apenas había probado el café, pues mi dueño carecía de refinados modales como para degustar bebidas tan exquisitas como esa.
-Está delicioso.- contesté timidamente dejando de nuevo la taza de porcelana sobre la barra, acercándosela hasta su posición. Suspiré despacio por la presión que sentía en el pecho, por el nerviosismo que estar tan cerca de él me producía en mi templanza. - Siento decepcionarle, pero no entiendo mucho de modalidades de café. Hasta mi llegada a París, hace varias semanas, jamás lo había tomado con anterioridad, de modo que todo esto es nuevo para mí.
Sonreí con sinceridad, calentándome las manos con mi taza después de que él hubiese degustado mi café. Juraría que hasta me sonrojé al pensar que mis labios beberían del mismo sitio que Rantés lo había hecho segundos antes.
-En los últimos meses he procurado pasar desapercibida entre los humanos, imitando sus formas, sus costumbres.- susurré intentado que esta conversación fuese escuchada solo por nosotros dos. Me incliné ligeramente sobre la barra para acercarme un poco más a él, moviendo unos centímetros el taburete de un saltito para que éste no venciese y darme de bruces contra el suelo. Tomé aire al tenerlo tan cerca que casi podía tocarlo, podía percibir con total claridad su olor a libertad; esa de la que yo no había gozado desde hacía mucho tiempo. Nuestras miradas se cruzaron de nuevo, quedando enlazas la una de la otra. - Daría lo que fuese por poder perderme en los bosques, por sentirme a salvo en ellos. Pero temo que allí sea el primer lugar donde intenten darme caza, así que hasta que pase un tiempo supongo que tendré que seguir entre los humanos.- confesé sin miedo a que pudiese hacerse preguntas sobre el por qué de mi huida. No era extraño que los cambiantes terminásemos por escondernos de aquellos que debido a nuestra naturaleza intentaban sacar provecho de alguna forma.
Debía ser fascinante verlo transformado en su forma animal, corriendo en libertad por los bosques con esa aura tan salvaje que podía apreciarse en su forma humana. ¿Disfrutaría como yo de esa sensación de plenitud cuando nos despojábamos de las ropas que nos cubrían y podíamos sentir el cosquilleo de la hierba bajo nuestras patas? Lo que me llevó a la siguiente pregunta, ¿en qué se transformaría?
-Quizás algún día podríamos vernos en el bosque, me sentiría mucho más segura si disfrutase de su compañía en alguna de mis escapadas.- apunté mordiéndome el labio inferior con timidez. Si pensaba con calma lo que terminaba de hacer me moriría de vergüenza allí mismo, pero después de que nuestros caminos se hubiesen cruzado una vez deseaba que lo volviesen a hacer de nuevo.
Resultaba hechizante dejarse llevar por el sonido grave de su voz, por la calidez de éste que conseguía envolverme y hacerme sentir con la misma intensidad que él la pasión por esa bebida. Hasta mi llegada a París apenas había probado el café, pues mi dueño carecía de refinados modales como para degustar bebidas tan exquisitas como esa.
-Está delicioso.- contesté timidamente dejando de nuevo la taza de porcelana sobre la barra, acercándosela hasta su posición. Suspiré despacio por la presión que sentía en el pecho, por el nerviosismo que estar tan cerca de él me producía en mi templanza. - Siento decepcionarle, pero no entiendo mucho de modalidades de café. Hasta mi llegada a París, hace varias semanas, jamás lo había tomado con anterioridad, de modo que todo esto es nuevo para mí.
Sonreí con sinceridad, calentándome las manos con mi taza después de que él hubiese degustado mi café. Juraría que hasta me sonrojé al pensar que mis labios beberían del mismo sitio que Rantés lo había hecho segundos antes.
-En los últimos meses he procurado pasar desapercibida entre los humanos, imitando sus formas, sus costumbres.- susurré intentado que esta conversación fuese escuchada solo por nosotros dos. Me incliné ligeramente sobre la barra para acercarme un poco más a él, moviendo unos centímetros el taburete de un saltito para que éste no venciese y darme de bruces contra el suelo. Tomé aire al tenerlo tan cerca que casi podía tocarlo, podía percibir con total claridad su olor a libertad; esa de la que yo no había gozado desde hacía mucho tiempo. Nuestras miradas se cruzaron de nuevo, quedando enlazas la una de la otra. - Daría lo que fuese por poder perderme en los bosques, por sentirme a salvo en ellos. Pero temo que allí sea el primer lugar donde intenten darme caza, así que hasta que pase un tiempo supongo que tendré que seguir entre los humanos.- confesé sin miedo a que pudiese hacerse preguntas sobre el por qué de mi huida. No era extraño que los cambiantes terminásemos por escondernos de aquellos que debido a nuestra naturaleza intentaban sacar provecho de alguna forma.
Debía ser fascinante verlo transformado en su forma animal, corriendo en libertad por los bosques con esa aura tan salvaje que podía apreciarse en su forma humana. ¿Disfrutaría como yo de esa sensación de plenitud cuando nos despojábamos de las ropas que nos cubrían y podíamos sentir el cosquilleo de la hierba bajo nuestras patas? Lo que me llevó a la siguiente pregunta, ¿en qué se transformaría?
-Quizás algún día podríamos vernos en el bosque, me sentiría mucho más segura si disfrutase de su compañía en alguna de mis escapadas.- apunté mordiéndome el labio inferior con timidez. Si pensaba con calma lo que terminaba de hacer me moriría de vergüenza allí mismo, pero después de que nuestros caminos se hubiesen cruzado una vez deseaba que lo volviesen a hacer de nuevo.
Larissa- Cambiante Clase Baja
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