En obscuridad los temores se dispersan//Hyun Seung

por **Sounya Carbonell** Jue Dic 01, 2016 12:36 am

Siempre amé la obscuridad... recuerdo que durante mi juventud, la obscuridad formaba parte de mi ser, eramos sólo las dos, ella y yo, yo y ella. Era como mirar a través de un espejo, me sentía cómoda en su compañía, porque a donde yo fuera, ella se encontraba conmigo. Así fue como poco a poco se hizo algo habitual, algo familiar, algo que existía dentro de mi. Lo que no sabía era que la obscuridad no venía sola, también estaba tomada de la mano de la soledad, aquella que me parecía terrorífica, de la que muchas veces escapé. ¿Cómo podíamos coexistir? Así como una prenda extra al vestuario del carnaval, la soledad se adhería a mi cuerpo, a mi mente y alma.

Me sentía en paz, tranquila, porque en concomitancia de ambas no había qué pudiese herirme. Era como estar dentro de un domo, como portar una armadura blindada, como la que usan los caballeros del rey, pero menos brillante, menos opulento y más difícil de llevar por ratos. Sin embargo, eso no importaba, servía para custodiar mi más grande tesoro ¿O vulnerabilidad?... ese corazón humano que puede llegar a matarnos.

Sin esperarlo, un día, aquella armadura impenetrable se desmoronó, estaba frente a la escena más desmesurada que la imaginación pudiese concebir. Mi hermano yacía sobre el piso, no bañado en sangre, todo lo contrario, ese valioso y cálido elixir de vida había sido usurpado por unos labios pálidos que sonreían con cinismo... un vampiro se robaba la esencia del ser humano más puro que pudiese existir sobre la fas de la tierra.

Desde entonces, la coraza en mi corazón creció, no había vampiro que pudiese mirar sin repulsión... fue entonces que el destino decidió poner a prueba mi alma. Esa tarde después del show de danza gitana, me dispuse a dar una caminata nocturna por los alrededores, la noche era fría y el viento soplaba incansable, inquieto.

Entre las sobras alcancé a percibir la presencia de otro ser, uno completamente diferente a mi.- Te he visto durante la presentación de danza... no me gustaría suponer que estas acechando a tu próxima víctima.- murmuré con gracia, no sabía ni quien era el hombre en cuestión, ni lo que hacía ahí, pero como siempre, los labios se mueven antes de que las ideas fluyan adecuadamente.

Mis pies se detuvieron y recargué la espalda en un árbol cercano, jugueteaba con una hoja seca entre los dedos. Tantas habilidades que podía aprender, desarrollar y nunca serían suficientes para matar a uno de ellos...- Soy Sounya...-dije a manera de breve presentación aún sin mirarlo. ¿En qué lugar estaba exactamente aquel ser?.

por **Hyun Seung** Mar Dic 13, 2016 7:42 pm

París le recibía con una distinción que se sobrepone por las tantas ciudades que sus ojos han visto. A su parecer el sabor a sangre variaba de nación en nación, y la sensación que danzaba en el aire francés le incitaba a no sujetar sus estribos un minuto más. Sin embargo, y aunque disfrutase en buen festín de la mano de un agradable espectáculo lleno de melodiosos gritos de desesperación y matices de sangre, había prometido a su hermano no causar alboroto alguno, y por mucho aún era y sería el único ser ante el cual la bestia pone un alto, tanto como puede.

Hoy ha decidido deambular en busca de una presa tan deliciosa como silenciosa mas aquello es rasgo de su consanguíneo, por lo que sus pies fueron directo al circo gitano mientras que su cabeza le recordaba adoptar tales rasgos por un tiempo más.

Allí estaba, escogiendo en silencio su próxima cena, empero, no pudo evitar el curso de sus pensamientos que con autonomía, por cuestiones que no se ha detenido a analizar, osaban enlazar el objeto de su visita a la peculiar ciudad parisiense con el lugar que alguna vez llamó hogar y las personas que hace más de tres mil años creyó nombrar familia. Allí, tan quieto como tal estatua, con rasgos apacibles de marfil que, estando inerte, mostraban esa mezcla de misterio mientras disfrazaba al demonio que ocultaba tan bello rostro percibe su próxima víctima. Siente un par de ojos posarse sobre él, es cuando no puede creer su suerte: atraer a la curiosa gitana, dejar que la presa camine por si sola hacia la trampa.

Distrae la atención de la chica, infunde paz a sus ojos —concepto que no ha conocido jamás— cerrados, en dirección hacia otra de las tantas gitanas en el lugar cuando su espectadora se decide a dar un paso más y enuncia sus palabras de la mano de un tono animado, jugueton. Es cuando esa línea torcida que emula ser una sonrisa surca los labios de Hyun, develando aquellos ojos profundos y oscuros como la noche misma.
—No —responde—. Supone bien, mi víctima sin embargo, ha venido hasta mi, Sounya.
Su voz, como un imponente susurro y sus sentidos que se deleitan con el sonido de la sangre que corre en las venas de la dama, le dan la bienvenida…, decide permitirle el paso o proceder a borrar aquella despreocupada sonrisa.

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