Negocios [S.V.F] prv.

por **Varek J. Lachance** Vie Dic 16, 2016 8:10 am

La lluvia golpeaba con fuerza los enormes ventanales de la biblioteca privada Lachance. La habitación estaba situada en el este para ver amanecer cada mañana y disfrutar de la lectura temprana. Aquella mañana sin embargo no estaba leyendo, ni se encontraba en su momento de ocio. Estaba frente a un gran espejo acomodando la corbata en su cuello para el encuentro que tenía convocado a media mañana. Un desayuno en la casa de los Van der Faye para charlar de los pequeños negocios que llevaba la familia Lachance en Holanda. El intermediario había venido unos pocos días a París y los hermanos no podían perder esa oportunidad de mantener una buena relación con su contribuyente.

Sus pasos resonaron por la sala, mientras buscaba con la mirada por las grandes estanterías el papeleo al que debía recurrir para acudir bien informado a la reunión. Su hermano Jean iba a incorporarse algo más tarde a esta, por culpa de un juicio y no quería que le faltase información. Colocó el gran libro escrito a mano sobre una mesa de madera y lo ojeó por encima mientras ataba los puños de su camisa. El silencio intermitente por la lluvia no impidió a Varek concentrarse que en voz baja recitaba cada cifra tratando de memorizarla. A los cinco minutos un sirviente le avisó de que el carruaje estaba preparado. El joven no se retrasó en tomar rumbo hacía su encuentro.

El carruaje iba dando tumbos a causa del camino no asfaltado. Las hermanas vivían en las afueras, cerca del bosque y el camino era cansado hasta allí. Recostado sobre el asiento comenzó a dar vueltas a su cabeza. Habían pasado más de 15 días desde el beso a la pequeña Summer, y aun que había ido acompañado de un poco de alcohol y embriaguez, guardaba un dulce recuerdo del momento. Qué casualidad que ahora tuviese que hacer frente al progenitor de ellas, poniéndole los pies sobre la tierra y dejandole las cosas claras, entre otras cosas, la diferencia de edad.

El sirviente de los Van der Faye agarró la chaqueta de Varek agarrándola por los hombros y la colgó en silencio, mientras que una muchacha negra le ofrecía el acompañamiento hasta el despacho del padre de ellas - El señor le espera, las muchachas no les interrumpirán como ha ordenado Van der Faye - dice abriendo la puerta. El padre de Summer y Winter se levantó con una gran sonrisa dibujada en sus labios - Buenos días - el cazador alargó la mano que el hombre rechazó para darle un buen abrazo, los años habían pasado pero la buena relación entre ellos seguía tan bien conservada como sus negocios. Iban sobre ruedas en carreteras bien asfaltadas.

Tras una breve charla donde Varek le confesó que seguía soltero y para largo, el hombre bonachón río agrable. En ese instante entraron a servirles café y unas tostadas, comenzando los dos a charlar de lo importante acomodados en amplias sillas acolchadas. Fue en ese mismo instante que Varek olvidó que aquel hombre era el padre de la muchacha que días atrás había besado. Sólo era un hombre de negocios y el escucharle hablar de sus chiquillas de aquella forma rompió algo dentro del interior del cazador.

por **Summer Van der Faye** Sáb Dic 17, 2016 3:05 am

El carruaje había llegado temprano, pocos días después de recibir la carta. Se había detenido frente a la puerta de la casa, la única zona de la contornada bien asfaltada, con una fuente, apagada por la época del año, flores que Summer se había preocupado por arreglar a su llegada, y la fachada ya blanca gracias al trabajo del servicio que las hermanas habían contratado a su llegada.

Aun quedaba mucho por hacer, la pequeña de las Van der Faye seguía trabajando en el jardín trasero, intentando preparar el invernadero para poder trasplantar pronto las plantas que habían llegado días atrás y las que le traería su visita. Algunos cuartos seguían vacíos, Winter se ocupaba aun de la biblioteca, intentando llenarla hasta el techo con todo tipo de libros, pero al menos, las salas donde usualmente entraban las visitas, estaban visibles.

-¡Papá!- gritó Summer bajando las escaleras de la puerta principal a la carrera para abrazarlo.- Bienvenido papá.- saludó cuando estuvo ya en sus brazos.
- Hola querida.- sonrió el hombre, afable como solía ser lo con la chica.- ¿Cómo has estado cielo? ¿Y tu hermana?- le preguntó en seguida.
- Estamos bien, aun estamos adaptandonos pero... estamos bien.- afirmó con una sonrisa.- Wini esta dentro, seguro que se alegra de verte.- sonrió feliz.

Entraron a la casa y pronto quedó claro que el hombre no había ido únicamente por amor a sus hijas, tenía negocios, y por ello pasaría dos días allí, con ellas, y luego seguiría su recorrido. No tardó mucho el hombre, tampoco, en abandonar a sus hijas a la calor de la lumbre para acudir al que era, ahora, el despacho de las mellizas. Se apoderó de la mesa de Winter, la más organizada, y comenzó a repasar sus propios papeles.

Summer observó un instante desde la puerta, y con un suspiró bajó de nuevo las escaleras hasta el salón. Su padre, como era usual, había olvidado que tenía hijas y se había centrado en sus negocios. Ni siquiera que ella insistiera había logrado que el hombre se quedase acompañando a sus"pequeñas" con una taza de café frente a la chimenea.

- Papá está como siempre.- Musitó enfurruñada sentándose sobre la alfombra, junto a un sillón orejero, tomando la taza de café para dar un sorbo tras extender la tela del fino vestido que llevaba puesto.- Y encima nos dice que no molestemos.- suspiró bajando la taza para ponerla sobre el plato.- es él quien ha venido así de sopetón.- Le encantaba que su padre hubiera ido a verlas, pero odiaba que las dejase fuera, como hacía siempre.

Un nuevo traqueteo advirtió, minutos después la llegada de otra persona. Summer giró la cabeza para mirar por la ventana, ya que la puerta cerrada no le permitiría ver a quien entrase, y el café se le quedó atragantado en la garganta. Dejó la taza a un lado y comenzó a toser, nerviosa.

Se levantó rápido para asomarse a la ventana y pudo ver claramente al mayor de los Lanchance subir las escalinatas que llevaban a su puerta. Cerró, veloz, la cortina de esa ventana del comedor y se apoyó en la tela dejándose resvalar hasta el suelo, con las mejillas rojas. ¿Qué hacía allí? No había esperado verlo tan pronto, no después de lo sucedido tras el baile...

Miró a Winter, colorada y nerviosa, y soltó un suspiro bajando la mirada, ¿cómo iba a mirarlo a la cara cuando se encontrasen? Por que, aunque no hubiera ido a verla a ella, sería difícil no toparse estando en la misma casa, por grande que esta fuera, además, seguro que su padre, acabaría por querer que saludase a sus hijas, ya que serían su conexión de negocios cuando este volviera a irse.

por **Winter Van der Faye** Dom Dic 18, 2016 11:39 am

-¿Puedes quedarte quieta de una vez Summer?- preguntó al ver a su hermana de acá para allá todo el rato, sin parar de moverse, sin parar de hablar. La adoraba, de veras que sí, pero también era verdad que, en muchas ocasiones todas esas cosas que hacían a Summer diferente y única, eran las que también conseguían sacarla a ella de quicio. Hoy era uno de esos días y hoy ella no estaba para aguantar muchas tonterías.

Hoy no sería un buen día. No al menos hasta que su padre no saliera por la puerta de la misma manera que había entrado. Rápido, sin avisar y dejando la misma paz que nos había arrebatado con su llegada. Desconocía si Summer sabía algo de su llegada y se lo había ocultado a ella para evitar que entrara en cólera y desapareciera antes de que el padre de ambas llegara a casa o si, por el contrario, si Summer estaba tan sorprendida con la llegada de su progenitor como lo estaba ella.

¿A qué había venido? Se suponía que iban a dejar a Summer y ella misma huir, hacer su propia vida de la manera que ellas consideraran oportuna con tal de que la manada de lobos no la encontrara a ella, aunque Winter sabía que su verdadero empeño era que no encontraran a Summer, su hija predilecta, la única que realmente le importaba, la hija en quien él tenía puesta sus esperanzas, la hija de la que ese padre no sabía ni la mitad de cosas que ella sabía. Ella sabía que ambas no serían el objetivo de su viaje hasta las tierras parisinas, no, no eran tan importantes para él como lo era él para Summer, como ella misma había tratado de serlo en su infancia con su empeño, su progresión como cazadora pero... Para él ellas nunca eran suficiente, siempre había un negocio más importante que cerrar, una cacería crucial o una debilidad que se escondía entre miles talentos que ellas atesoraban.

No, el había venido por negocios, a cerrar un gran negocio si se arriesgaba a poner a su hija Summer en peligro, a ponerse él mismo en peligro. ¿Cuál sería ese gran negocio? Su curiosidad se vio satisfecha cuando el sonido del carruaje sonó sobre el patio empedrado, y cuando aquel hombre bajó del carruaje. Varek Lechance. Así que él sería el socio de los Van der Faye pero... ¿Por qué Summer parecía tan nerviosa con su presencia?

-Ni que hubieras estado enamorada de pequeña de Varek- dijo con total indiferencia mientras ponía las piernas sobre uno de los brazos del sillón. La escena era graciosa, una con un suave vestido de seda, sencillo pero refinado, y ella con las calzas ajustadas de cuero, una blusa amplia y escotada y un corsé poco apretado. Ambas tan cercanas pero tan diferentes la una de la otra. -A ver Summer- dijo cerrando el libro que tenía en su regazo y que no podía leer por el ir y venir de su hermana -Vale que el señor Lechance tiene su punto, es el típico hombre en el que una se fijaría para... ampliar sus experiencias en la vida, pero tampoco creo que sea para ponerse así. Al fin y al cabo va a ser solo negocios ¿no?-

Recostó su cuerpo sobre los asientos de aquel sillón tan refinado, dejando que sus cabellos oscuros como la noche se esparcieran por él mientras sus ojos fríos como el hielo, como el agua de los glaciares, escrutaba a la pequeña de las Van der Faye. Estaba rara, más de lo que normalmente lo estaba y Winter no sabía por qué. Había algo que ella le e¡ocultaba y eso no le gustaba. -Maldita sea Summer, ¿qué demonios me...?-

-Te agradecería que no emplees ese lenguaje en presencia de tu hermana y de nuestro invitado Winter- la voz grave y seria del padre de ambas interrumpió aquella charla que aún no había comenzado. Si tenía la esperanza de saber qué le ocultaba su hermana había perdido la oportunidad. Los ojos de su padre, tan azules como los de ella, la miraron con reprobación, viendo con disgusto los ropajes de su hija mayor y la postura que esta había adoptado en el diván blanco. -Le ruego que disculpe a mi hija mayor señor Lechance, al parecer su madre y yo no la educamos con suficiente firmeza y no ha aprendido aún que una dama de su posición y título no puede ir por ahí con esas ropas y, mucho menos, estar en esa postura cuando se tienen invitados-

Ella puso los ojos en blanco. De nuevo las apariencias, el tener que aparentar ser alguien que no era para tener que agradar a sus padres y a quien ellos eligieran. Querían que fuera una señorita, pero parecían no tener reparos en que se vistiera así cuando limpiaba los bosques de alimañas como los vampiros y hombres lobos, o cuando acababa con los que amenzaban con irrumpir en sus negocios y arrebatárselos siendo hijos de la noche o la luna. -Disculpadme Varek- dijo ella levantándose del diván y ajustando su camisola para que no dejara uno de sus hombros al descubierto -¿Puedo tutearos verdad? al fin y al cabo, ya he estado en vuestras fiestas años atrás aunque claro, vos no habríais reparado en una niña de 16 años a la que obligan a ponerse vestidos pomposos y acudir a sitios que odia para que hacer cosas que odia- dijo dirigiendo una mirada llena de reproches a su padre -Soy Winter Van der Faye, la primogénita por unos minutos, oveja negra de la familia y la hermana que odia los vestidos. Si esto os incomoda no os preocupéis, mi padre confiará en Summer para llevar a cabo todos sus negocios mientras él esté en Holanda, así que no tendremos por qué vernos demasiado-

por **Varek J. Lachance** Dom Dic 18, 2016 12:50 pm

La mañana transcurre entre humo y alcohol. Las conversaciones se alargan hasta exprimirlas, dejando cada punto bien marcado. Ninguno de los dos quiere fallas, y menos equivocaciones que puedan llegar a mal entendidos. El termino está claramente marcado y los errores no están admitidos. Cada una hora, hora y media uno de los sirvientes invade la sala con una nueva botella de alcohol. Saben que a el heredero de los Lachance le agrada el Whisky frío y no quieren desatender los detalles de tenerle complacido.

A la media mañana ambos levanta sus cabezas del papeleo tras encontrar el nombre de alguien que conocen en común y no debería aparecer en ellos. Acaba de aparecer uno de esos inoportunos que no querían encontrar. Varek sabe que el error no es suyo y el rostro del hombre se muestra tan sorprendido como enfadado. El señor Van der Faye llevaba un tiempo sin manejar negocios en Paris, y seguramente quien manejaba el tema aquí podía estar teniendo una idea diferente a la que el hombre quería para su negocio. Lo cual significaba que aquello tenía que ser analizado si era en beneficio o una gran molestia que debían suprimir.

El cazador se levanta con el vaso en la mano y camina hasta el ventanal, mientras el padre de las muchachas revisa los papeles en busca del algo que pueda explicar lo que está ocurriendo - No se preocupe, todo tiene un porqué - le dice con total pasividad, metinedo un amano en el bolsillo. El joven se mantiene tranquilo y altivo. Siempre tiene bajo control sus negocios y si tiene que poner mano dura, los remordimientos o la clemencia no están en su diccionario.. Sin embargo la paciencia estaba haciendo acto de presencia, seguramente por que se trataba del padre de Summer, y se veía en deuda por el buen rato que le había hecho pasar.

Al rato el hombre se levanta pidiendo disculpas por su dilación y en descargo convida al joven heredero a pasear por los grandes y amplios jardines mientras esperan al hermano que había sido también convidado al banquete del mediodía.

Ambos salen del gran despacho con paso tranquilo, charlando ahora sobre arte. Varek había sido siempre educado en paños de seda y con bandejas de plata, era capaz de hablar sobre todo tipo de asuntos y se mantenías siempre actualizado.

Con lentos pasos deleitándose ambos de los cuadros del pasillo, se dirigen hasta el fondo de este, donde debía estar el gran salón, normalmente acompañado de una biblioteca. Cuando el hombre abre las puertas, Varek se queda parado bajo el marco de la puerta, observando a las dos muchachas que hay en su interior. Reconoce primero a Summer, ya que no hacía ni un mes de su último encuentro. Iba ataviada con un delicado vestido, no tan pomposo como el que llevaba en el palacio, pero aquella ropa le hacía parecer más joven de lo que era. Sobre un sillón, con las piernas sobre el apoya brazos estaba la otra hermana. Winter. El señor Lachance trató de situarla en sus recuerdos, pero una vez más vino a él el rostro de una niña joven, en alguna que otra fiesta...

Sin darse cuenta se sorprendió al encontrarse con la mirada fijada en la chica del sofá durante más de 5 segundos, provocando que su padre pidiese disculpas por como iba vestida y sentada, creyendo que era el motivo por el que el joven no apartaba su mirada de ella. Pero la realidad era otra, Varek estaba totalmente impactado de lo adulta que parecía, lo bien que había crecido y lo fuerte que brillaban sus ojos con esa mirada rebelde que acaba de dedicarle a su padre.

Sin vergüenza alguna, y con altivez la muchacha se levanta casi de un salto y camina hasta el heredero, que le dedica una sonrisa sugestiva - Un placer, señorita - y quizás embriagado por la obtinación que Winter estaba teniendo ante la presencia de su padre, el Heredero se vuelva hasta ella, depositando un delicado beso en la comisura de sus labios - Esperemos entonces que Summer Van der Faye sea más ordenada que su padre en los negocios que nos conciernen - da un paso atrás, metiendo ambas manos en los bolsillos de sus negros pantalones. ¿Qué coño hace jugando al juego de ellas y adoptando aquella actitud, acribillando ahora a el padre de ellas? Era por el nombre que no debía haber leído entre los papeles que llevan escrito su nombre? Quizás se había intentado engañar a él mismo de que le perdonaba por ser el padre de Summer y realmente no era así y nada en él había cambiado.

por **Summer Van der Faye** Lun Dic 19, 2016 3:24 am

Se sentó con un suspiro en el sillón que había ocupado un rato antes, doblando las piernas para ponerlas sobre este, no le gustaba la situación, ni estar nerviosa, la había besado, si, ¿y? Ni que hubiea sido su primer beso, bueno, ni su primer nada, en realidad, peor no esperaba que alguien de la familia Lanchance se lanzase de tal forma, y menos el mayor, que tneía fama de frío y, en realidad, había creido hasta hcía poco que así era.

Tomó la taza de café, que se había quedado frío y la dejó a un lado con un suspiro antes de girarse para responder a Winter, que seguía con sus suposiciones, tan bruta como era usual. Summer negó con la cabeza y lanzó una ligera risa, definitivamente, Wini no iba desencaminada, Varek tenía "un polvo" pero no tía nada que ver una cosa con otra, era alguiende clase alta, un amigo de su padre, y la situación podía ser tensa.

- No es eso Wini, simplemente..., en la fiesta del otro día, él...ah... me sorprendió.- no sabía como explicarlo, y decirlo en voz alta, mientras el culpable de sus nervios se encontraba en la casa, no era lo más inteligente que podía hacer.

La protesta de Winter por no ser clara se hizo escuchar pronto, y los ojos de Summer intentaron cortarla junto a un ligero gesto de las manos en cuando vio abrirse la puerta del comedor y su padre entró en escena junto al señor Lanchance. Summer tomó aire lenvantándose del sillón y se mantuvo a la espera de que su padre la invitase a acercarse, como dictaba el protocolo que tan a fuego habían querido grabar en su cabeza.

Respiró hondo mordiéndose la lengua, nunca le hbía gustado la forma en que su padre hablaba a Winter, en cuanto tenía oportunidad intentaba ridiculizarla, y eso erizaba el pelo de la nuca de Summer, que odiaba ver como su hermana se metía en problemas. Sabía que, tras su fachada, Winter quería aceptación, y no soportaba que su padre estuviera tan ciego como para no darse cuenta de ello. No obstante, Winter no se quedaba corta. Y en una cortesía disimulada atacó a su padre logrando que la pequeña de las Van der Faye se tensara.

Dejándo de lado las disputas familiares o lo que pasara en la fiesta, los Lanchance eran unos socios importantes, meterlos en ese tipo de asuntos familiares era, cuanto menos, poco inteligente, por no hablar de que Varek también estaba dispuesto a atacar a su padre que, con cara de sorpresa, contempló como su socio se comía a su hija con los ojos.

Summer tosió un instante, intentando desviar la atención, tomó aire y se acercó fingieno una sonrisa, poco sabía hacer mejor que aliviar las tensiones de un cuarto saturado de mal ambiente, le gustase más o menos, aunque tuviera que fingir una inocencia de la que carecía o aunque tuviera que tragarse sus nervios, sabía cual era su puesto y, aunque con su hermana pudiera ser ella misma, frente a su padre y frente a un socio, poco importaba lo que sintiera o quisiera decir en realidad, debía actuar como la hija perfecta.

- Buenos días Señor Lanchance.- saludó tendiendo una mano, con una sonrisa leve, mientras con la otra rozaba la de su hermana en una señal de calma y ánimo. Tenía que mantener la compostura, aunque lo que quería era darle cuatro gritos a su padre por no saber como tratar con su hija, a su hermana por soltar puyas que podrían dejar en mal lugar a la empresa y al mayor de los Lanchance por seguirle el juego a su hermana.- ¿ha pasado algo que deba saber?- preguntó curiosa por el comentario del hombre y los negocios.
- Había un papel que no tocaba entre los que le hemos estado revisando.- respondió sencillamente su padre.
- Ah... creo saber de que se trata, no se preocupe padre, vaya a descansar, el viaje debe haberlo agotado.- comentó invitando a su padre a abandonar la sala.- Yo misma le explicaré las dudas que puedan haberle surjido, señor Lanchance.- se giró a su invitado dándole paso para que tomase asiento en uno de los sillones frente a la chimenea mientras una doncella recogía las tazas.- ¿Puedes traerme los archivos del 10 al 15 de la carpeta D del tercer cajón?- le preguntó a la mujer, si no recordaba mal, los archivos relacionados con los Lanchance estaban en esa carpeta.
- Bueno, en ese caso... Me retiro, le dejo en buenas manos, mi hija cuidará de usted.- se despidió su padre tendiéndole la mano para despedirse, antes de salir de allí con la oportunidad que su hija menor le había dado.- Winter, recuerda tus modales.- comentó antes de desaparecer por la puerta, mientras a Summer se le alzaba, por un instante, una ceja, casi como si de un tic nervioso se hubiera tratado.
- Disculpe, estará cansado.- se disculpó Summer.- en cuanto traigan los papeles los revisamos entre los tres, seguro que podemos aclarar el malentendido.- dijo tirando de la manga de su hermana levemente para que la acompañase a los otros dos sillones, aprovechando un instante de despiste para lanzarle una mirada de súplica, no quería que la dejase sola, sabía que, probablemente, eso llevaría a un silencio raro o a una conversación incómoda.

por **Jean D. Lachance** Lun Dic 19, 2016 6:20 am

Alisándome la levita con ligereza, golpeo dos veces el picaporte de la puerta con la diestra. Estoy algo nervioso, y el hecho de que nadie venga a abrirme provoca que llame dos veces más. Sé que tiene que haber alguien en casa, porque ha sido Varek el que me ha citado aquí para hablar de negocios; de modo que cuando el cochero hace ademán de bajarse del carruaje, le hago un gesto tranquilizador con la mano. - Márchate, me abrirán enseguida - Le aseguro, al ver su expresión preocupada desde el pescante. Hace ademán de protestar, pero la obediencia está demasiado arraigada en su interior. Con un gesto rápido y hábil, chasquea el látigo sobre los caballos, que no tardan en ponerse al paso para marchar de vuelta a la ciudad. Tiene órdenes de volver dentro de unas cuantas horas, a recogernos a mi y a lo que quede de Varek. Si es que queda algo de nosotros después de lo que surja en este lugar dejado de la mano de Dios, claro.

Algo helado por la fría brisa, observo el entorno forestal que rodea la finca. Pinos, olmos, robles tan altos como edificios... sus copas son mecidas suavemente por el viento otoñal, las hojas cayendo castañas hacia el vivo suelo de tierra. No se escucha ni un alma en los alrededores, sólo el silbido del aire al viajar entre los troncos y arbustos. Lo que lejos de ser reconfortante, resulta casi siniestro. Y es que la casa, aunque hermosa, está tan alejada de la ciudad que nadie respetable desearía vivir en ella. No es como los castillos rurales de la aristocracia, que aunque medievales, están repletos de todas las comodidades que cualquier noble pudiera desear. Aquí, el camino ni siquiera está adoquinado, sino que las piedras dificultan el paso de los carruajes en el acceso a la casa. No hay tiendas en los alrededores, ni tampoco pasan por aquí las patrullas montadas de la policía parisina que garanticen la seguridad de los bosques colindantes. Sin vecinos cercanos a la casa, nadie escucharía un grito, ni tampoco una petición de ayuda. Estarías completamente solo frente a las dificultades. Y por eso me sorprendí tanto cuando Varek me dijo que vivían aquí solas dos respetables muchachas de la alta sociedad, sin ningún varón de la familia que vele por su seguridad. No tiene ningún sentido, ni aunque su padre viaje desde la lejana Holanda en ocasiones puntuales. Sus hijas están desprotegidas frente a cualquier peligro que quiera atacarlas, y también frente a las tentaciones de la carne. Al vivir en la soledad del bosque, nadie puede controlar que no tengan compañías poco recomendables, que impidan casarlas con un partido acorde a su condición. Es todo tan ilógico, que sólo puede significar una cosa: algo misterioso envuelve las circunstancias de las Van Der Faye, y es lo suficientemente importante como para restar importancia a la posibilidad de caer en el oprobio familiar. La curiosidad palpita en mi interior, acelerando mis pulsaciones. Desde mi llegada a París que no he tenido ningún reto que estimule mi inteligencia... ¿podría ser el secreto de las gemelas ese reto?

La apertura de la puerta principal me saca de mi ensimismamiento. Esbozando mi mejor sonrisa, observo a la desconocida que hay parada en el umbral. No viste como una criada, de modo que asumo que me encuentro ante una de las señoras de la casa. Caballeroso, me quito el sombrero de la cabeza, con cuidado para que mis rizos no se liberen de la cinta atada en la nuca. Después, tomo su mano con delicadeza y deposito un suave beso sobre su dorso antes de decir, todo cortesía: - Buenas tardes, mademoiselle. Imagino que tengo el placer de estar hablando con la señorita Van Der Faye, ¿no? Soy Jean Lachance. Un placer.

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