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No llevaba mucho tiempo en Francia, no conocía a muchos inquisidores de allí, pero se guiaba muchas veces de todo lo que sus oídos percibían. Escuchaba muchas veces en Nôtre Dame o lugares santos, consejos de algunos inquisidores a otros. Aunque esas palabras no fueran para ella, Lexa las tomaba como apunte para guiar su camino por la gran ciudad de París. Necesitaba conocer lugares, sitios que la pudieran servir de alguna ayuda o donde comprar ciertas cosas que seguramente saldrían mas baratas y como no, conocer aquellos lares donde pudiera dar caza  a los hijos de Satanás.

Fue entonces ataviada con ropas mas normales de la época, nada ostentosas como las que llevaba cuando tenía que pasear por los lugares de clase alta, puesto que ella pertenecía a esa facción y en cierta manera tenía que comportarse como tal. Se dirigió hacia el mercado ambulante, llevaba una falda larga como las que llevaría la clase media baja y una blusa  abierta en los hombros,encima un corsé simple y una botas(que no se veían por la falda) donde siempre guardaba su daga de plata, por si acaso. No la gustaba llamar la atención y en aquel lugar en el que se dirigía menos.

Nunca había estado en el mercado ambulante parisino, pero según lo que había escuchado podría encontrar de todo. Las voces llenaban aquel ambiente de mercado ambulante, y no solo las voces, sino también los diferentes olores que  había en aquel lugar, algunos eran agradables, otros dejaban mucho que desear, pero a la morena no la importaba. La gustaba aquel ambiente, aunque ella era precavida, el dinero lo llevaba entre los pechos, así se libraba de que el dinero se lo quitaran los pequeños pícaros de parís. Aquello lo había aprendido de sus veranos en España, cuando iba a los mercados de allí y estaba rodeada de gente que por necesidad robaba para vivir.

Su tono de piel moreno por herencia española provocaba que se infiltrara bien en aquel lugar, aunque vivir en Rusia había provocado que su piel se aclarara. En algun que otro puesto compro trozos de madera para hacer estacas ,flechas y puntas de plata   y madera para estas. Lo metió todo en una cesta que portaba oculto por un trapo para que no se viera lo que llevaba y no levantar sospechas.

Mientras seguía andando unas voces llegaron hasta ella. Tornó su mirada hasta el puesto de una gitana. Sus pasos se detuvieron y se quedo mirando a la gitana, mucha gente se alejaba, muchos por miedo, ya que muchas leyendas había a su alrededor. A Lexa, en cambio, la parecían inofensivos, la península hispánica estaba plagada por ellos, y no eran mala gente, su tío inquisidor la había enseñado que tener a tu lado a los gitanos podía ser de gran ayuda. Así que sin más dilación se acercó al puesto de Kezia y empezó a mirar por encima un poco altanera mientras miraba de reojo a la gitana- ¿que tal van las ventas?- preguntó mientras observaba los remedios que tenían-¿No tendrás algo para las heridas y rasguños? o ¿algo para tapar los oídos ?-volvió a preguntar clavando su oscura mirada castaña en la gitana. Tenía una mirada penetrante, como si su mirada acechara siempre a quien tenía delante, podía ser una mirada que denostara peligro.

La mayoría de las personas que se acercaban a nuestra tienda era mujeres, con hijos a la mano o bebés en brazos, algunas chicas jóvenes que hacían los recados para sus padres y uno u otro chico que buscaba un regalo para su novia. Normalmente trataba de atender a dos o tres personas a la vez pero el mercado estaba solo aún, en unos minutos se llenaría de a pocos hasta ser un tumulto.

Una chica se acercó, era linda, el cabello castaño recogido y un vestido sencillo pero de buen material se acercó pidiendo algo para las heridas, normal, pagar un médico era algo que la mayoría de gente no se podía costear y por eso recurrían a mi y los remedios caseros -Pues depende de su presupuesto, tengo corteza de eucalipto y manzanilla seca- la chica era un poco sospechosa, no llevaba delantal y su vestido se veía muy limpio, más de lo que acostumbraba a ver por estos lares. Normalmente las chicas que visitaban el mercado usaban vestidos lindos pero viejos, descoloridos por las lavadas y otras, como las costureras que ganaban más dinero tenían normalmente los vestidos limpios pero el borde de las faldas descoloridas o manchadas por sus recorridos diarios al taller. Decidí hacer una pequeña prueba, confirmar qué tan grande era su bolsa de oro, le iba ofrecer cosas que solo le ofrecía a los médicos que confiaba en mis productos, esos que podían pagar un franco o dos por una botella de vidrio con un líquido difícil de conseguir -También tengo aceite de salvia o de lavanda si busca algo más fuerte, aunque son un poco costosos- le ofrecí con naturalidad. Podía ser alguien que venía de paso o que había comprado un vestido nuevo recientemente, no era nada de lo cual preocuparse.

De todo lo que tenía disponible hacer aceites tomaba tiempo, equipo de vidrio que era costoso (aunque por suerte mi padre lo hacía) y conocimientos que no muchos tenían. Por eso no solía ofrecerlo en el mercado, las plantas secas y mezclas de estas eran lo más cómodo y accesible para todos y además eran muy versátiles.

-Y también depende de la gravedad de la herida, el agua de eucalipto le servirá para los rasguños pero necesitará un emplaste si es algo más grave- Hablaba con propiedad aunque con la aspereza de mis raíces germánicas en el francés, la mayoría de gente lo ignoraba por educación pero se notaba que la forma en la que asesinaba su idioma les molestaba. Muchas de las personas del pueblo (campesinos y trabajadores) conocían el camino de las plantas, los remedios caseros, los emplastes y tés; por eso confiaban en mi a pesar de ser una gitana que, además, era germana. Los franceses tenían un alto desagrado por los países fuera al suyo y los reinos germánicos no habían sido -Ahora...- dije pensativa Para los oídos solo le puedo ofrecer cera de abejas creo, es lo que usan algunos trabajadores de las minas-[/b] me encogí de hombros -¿Su esposo trabaja allá?- pregunté sin entender para qué una señorita tan bien vestida necesitaba algo para taparse los oídos. ¿Vecinos muy ruidosos? ¿Problemas para dormir?

-¿Qué le preparo?-

Por ahora mis instintos no me decían nada más