Whispers and spices - Taís

Ese día había aprovechado que su amo no estaba, para poder salir a hacer los mandados que las distintas sirvientas le habían dado, si bien su amo era el señor de la casa y debía permanecer ahí a todo momento, había días –como ese- en el que debía hacer cosas mientras la servidumbre se encargaba de dejar todo perfecto para el amo y señor de la casa, todos habían pasado tiempo suficiente ahí para saber que eso era lo mejor –de lo contrario uno recibía una paliza y eso a nadie le gustaba-. Así que Ohana tomo la lista sin más e –ignorando la burla de los guardias que creían era una inculta que no sabía leer- se dirigió al mercado, buscando cada uno de los ingredientes y telares que se le había pedido.

En su camino fue admirando la flora que crecía alrededor siempre cautivada con el color del cual estas rebosaban, pasando sus oscuros dedos por los pétalos de estas y oliendo algunas, no porque fuese realmente amante de las flores, mas por curiosidad, al ser eso totalmente nuevo, en Nueva Orleans no se encontraban muchas de las que había visto ahí. El aire en otoño traía consigo una brisa fresca y el sonido de las hojas secas que ya habían comenzado a caer de los árboles, la mirada de la esclava viajaba entre la copa de los árboles y las flores, caminando a paso sereno y disfrutando del silencio que podía tener en un camino poco transitado como aquel. Tomar el sendero entre el bosque y el inicio de la ciudad en sí era la mejor opción cuando se era un ser de piel oscura que podría toparse con algún neurótico por ahí, mas al salir al fin hacia una de las calles, todo el silencio se quedó atrás, dando paso al incansable bullicio parisino.

Coches, risas, voces, olores que no se sabía si eran más perfume o más caballos, mujeres en vestidos de alta costura, caballeros con bigotes extravagantes y puros a medio fumar, gente por todos lados todo el tiempo, Ohana lo había visto ya, pero ante su falta de salir hacia que cada vez que lo veía se le hiciese demasiado para calles tan pequeñas. Sin prisa se encaminó hacia el mercado ambulante donde ella podía encontrar desde cosas de la región, hasta cosas importadas que venían del otro lado del océano –como ella- y que saciaban al más exigente de los paladares con sus especias exóticas y aromáticas. Ser una esclava en un mercado te daba cierto grado de ventaja, te volvías invisible a los demás y podías moverte sin problemas entre las masas de personas que se abarrotaban entre los puestos y al mismo tiempo era un poco difícil captar la atención del vendedor sin tener el producto ya en mano y hacer sonar algunos francos, todo un espectáculo en verdad.

Primero fue por los telares para las nuevas cortinas, dejando el encargo pagado y enviándolas a la mansión donde seguro un criado se encargaría de ellas, después se encamino con cuidado hacia el puesto de especias, tomando cosas como el romero, pimienta en bolitas negras que le recordaban a Ohana el excremento de conejo, unos cuantos chiles rojos que ya sabía venían de América, un saco pequeño de pasas secas y algo de polvo de mostaza. Cuando se acercó para tomar más hiervas, otra mano chocó con la suya, haciéndola retirar la propia un poco demasiado rápido y mirar a quien pertenecía la otra, llevándose una sorpresa al ver a una mujer de color como ella –más la contraria era realmente de piel más oscura que la suya- y tener la misma ropa insípida como la propia Otra esclava.. pensó, tomando el pequeño ramito de una hierba extraña y ofreciéndolo a la contraria.

-¿Querías esto, no?- preguntó serena –tómalo, creo que es el último…-

Notaba que la otra era mayor tal vez no por mucho, pero sí que era un poco más alta que ella. Mientras tanto, todos a su alrededor las ignoraban y solo uno de los ayudantes del vendedor les tenía el ojo encima, Ohana supuso que estaría viendo que no fuesen a huir con la mercancía.

Ser esclavo es algo que odia en verdad, pero el estilo de vida que debe llevar por su color de piel y porque un día un hombre malvado decidió destruir la libertad de su familia. Lo peor de la vida es conocer la libertad y luego ser condenado a vivir si ella, no poder hacer nada sin el consentimiento de otra persona, ser como un juguete grande que se usa para el beneficio de alguien mas por tener la piel de un color mas claro que el suyo y cumplir todos sus caprichos por el simple hecho de que un día dio algo de dinero por ti. Tais, sueña con un día poder ser liberada de la esclavitud para poder vivir con los demás y dejar de ser vista como si fuera algo de lo peor que ha podido dar la vida.

Estaba haciendo las compras para la casa de su amo en el mercado como siempre que todo casi estaba por acabarse, esta siempre busca la la forma de que nunca falte nada en la casa y no se la reproche por nada porque odia ser regañada sin poder defenderse mientras su mirada debe esta en el suelo. Así que mientras se pase por el lugar ve como las miradas siempre se posan sobre ella unas con desprecios, otras con desconfianza y otras un poco nerviosas por algunas personas le temen como los negros fueran animales rabiosos. Tais solo hace como si no los ve o trata de ignorar todas esas cosas que nota para tener un paseo de lo mas normal, a pesar de las miradas sobre ella como los murmullos.

Cuando se estaba moviendo hacia otro lado del mercado una mujer blanca con una niña a su lado, al ver que esta podía pasar cerca de la niña la cambio de lado tomando de la mano mientras avanzaba lo mas rápido que podía y esta solo baja la mirada para seguir su destino ante una actitud que no cree necesaria.

Llego a las hierbas asi que rápidamente ve una muy hermosa y fresca, cuando la toma una mano se choca con la de ella pero esta la aparta rápidamente para no tener problemas si fue una señora blanca. Para su suerte fue una chica de su misma clase la que la estaba tomando, esto hace que sonría por primera vez en este lugar porque no se había topado con alguien en mucho tiempo que no fuera otro esclavo de su misma casa donde trabaja.- Si - Dijo.- Pero si ibas a tomarlo es porque también lo necesitas, si es asi quiero lo tomes porque en la casa tengo mas solo que me gusta tener siempre mucho para que no se acabe.- Expreso sincera mente, hablando como si fuera una señora con su propia casa y da detalles que como la lleva.

La extraña había logrado despertar el desconcierto de Ohana, no porque se expresara de forma extraña, mas por la sonrisa que le dedicaba y su amabilidad. Claro, en una sociedad se espera el mínimo cuidado de tacto con las personas y habían etiquetas de comportamiento para todo, pero eso no siempre se debía esperar de un esclavo –¿y de que sirve cuando a estos se les mira como animales de todas formas?- Pero Ohana había aprendido a apreciar a las pocas personas que aun tenían ese sentido inato de tratar a los demás bien y como encontrar oro en su natal America, ver a la mujer comportarse asi le dio un poco de color al lugar donde estaba…. No alegría en si, pero mas que indiferencia.

Metió pues, la fresca hierba a su canasta –Gracias, espero que no presente un problema cuando regreses a tu amo- mencionó serena cual siempre era y tomo otra especie que necesitaba –nunca había visto a alguien como yo antes, no en esta ciudad…- dijo a la par de pagarle a uno de los ayudantes del vendedor con algunos francos y quitándose del camino de los demás.

Era verdad el no toparse con mas esclavos, claro había estado en venta con otros pero había sido tan poco lo que había durado en aquellas “jaulas” que no había convivido con ninguno, y siendo sinceros ¿Quién piensa en hablar cuando se esta esposado y siendo ofrecido como animal de ganado? Asi que no había tenido oportunidad tampoco de hablar con alguien mas que estuviese empapado de esta ciudad o de la tierra misma. Con una charla prometedora –aun que seguramente corta por las obligaciones que como esclavas deben llevar- esperó a que la extraña terminase también con lo suyo para poder charlar con ella deambulando por el vasto mercado ambulante.

-Me llamo Ohana- hablo cuando la tuvo a su lado al fin –soy…propiedad de la casa y bueno, aun no me acostumbro a este lugar- admitió, mirando al frente con solo un leve cambio en su semblante siempre sereno, frunciendo solo un poco el ceño -¿siempre hay tanta gente? O ¿tanto ruido? ¿y que es ese olor?- usualmente era de abstenerse de hablar con las personas, pero oportunidades como esa no se le presentaban a uno cada dos por tres, asi que iba aprovechar el poco tiempo con la otra esclava y de paso aprender un poco del lugar que seguramente, seria su prisión de ahora en adelante –Disculpa, son tantas cosas… ¿Cómo te llamas?- serena.

Vivía con otros esclavos donde su amo, pero a decir verdad nunca se había topado con otra chica como ella mientras hacia la compra de mercado y ahora estaba frente a una como si fuera una de esas mujeres blancas que se topan todos los días con amigas de su misma clase para detenerse hablar un poco. Taís nunca se imagino tener un momento como este y de verdad le agra por fin tener alguien como ella haciendo lo mismo que ella aunque sea por una vez en la vida, lo cual seguro llamara las miradas sobre ella porque la gente ve a las personas negras como si fueran algo diferente siempre y eso en verdad es molesto.

- No, mi amo es de lo mas permisivo conmigo y por eso me siento alegre estando bajo su servicio.- Expreso a la chica que se preocupaba por lo que podría pasarle, eso era algo nuevo para ella viniendo de alguien que no tenia nada que ver con ella.- Somos dos, eres la primera que me topo comprando y ya estaba pensado que era la única de color que venia a este lugar.- Afirmo a la chica para que sepa que no esta sola, que esta pensó por un momento que las otras negras tenían un horario para pasar y no toparse con mas negro para no ponerse hablar como lo esta haciendo ahora.

La miro de pies a cabeza para notar que mucho mas joven que ella, por lo cual le da un poco de pena ya que cuando se es tan joven y esclavo para mas trabajo que cuando uno es adulto. Los mas jóvenes no puede abrir mucho la boca y deben obedecer si o si, como adulto se puede dar una que otra opinión que puede ser un poco atrevida de su parte pero muchas veces ayuda para que se faciliten las cosas. Solo esperaba que esta tuviera un poco de suerte en su vida y no haya pasado todos los trabajos que esta ha tenido que pasar en la vida desde que es esclava.

- Un placer Ohana.- Comento, honestamente.- Ya te acostumbras, a todos no pasa lo mismo. Pero te diré que no te refieras a ti misma como una propiedad, eres un ser humano que por cosas de la vida lleva el color de la esclavitud en su piel.- Afirmo ante la chica con una gran sonrisa, porque a pesar que los blancos piensen son mejores ella también sabe tiene derechos y piensa un día usarlo para ser libre.- Siempre hay mucha gente, el ruido varia una que otras veces y del olor es por las verduras como otras cosas que se mezclan con el aire del lugar.- Explico.- Soy Taís, y las preguntas no te preocupes me gusta hablar.- Afirmo.