Whispers In The Dark ~ Privado

por **Asura Nanami** Miér Ene 03, 2018 5:31 am

Había pasado varias semanas desde que por fin podía controlar de alguna manera mis movimiento para parecerme lo más posible a cuando era humana, me había costado un poco controlar la velocidad y la fuerza porque era algo que hacía casi sin pensar pero al final fui capaz de dominarlo, al menos, para no seguir encerrada volviéndome loca, necesitada de salir a que fuera a tomar el aire aunque este ya no lo necesitara. Estaba poniendo todo de mi parte, estaba haciendo todo lo posible para adaptarme a la nueva vida que tenía, a lo que debería de ser a partir de que despertara ya convertida en vampiro dejando atrás la vida humana que había llevado, atrás quedaban las comidas normales, los paseos bajo la luz del sol... lo iba a echar mucho de menos, no es que fuera una gran aficionada a dar paseos matutinos pero el saber que jamás iba a sentir el sol en mi piel de nuevo no era algo que me gustara en absoluto. Cerré los ojos y lancé un suspiro preparándome para otra noche de nuevo por las calles, el sol ya se había ocultado y era una sensación extraña pero era como si pudiera sentirlo, como si mis sentidos despertaran cuando el sol se escondía y se ponía... era extraño sin duda alguna. Debía de afrontar una noche más lo que era, acostumbrarme a pasear por las calles de París sintiendo todos aquellos corazones que me llamaban y me tentaban para que los tomara, para que hundiera mis colmillos en su cuello y me alimentara. Eso era lo que peor llevaba de todo aquello, yo no era una persona que le gustara hacer daño a la gente y solo lo había hecho en momentos puntuales cuando había sido atacada, mi padre me había enseñado a defenderme desde que era pequeña y sabía artes marciales, podía defenderme tanto cuerpo a cuerpo como con cualquier espada aunque mi especialidad fueran las Katanas. Pero herir a una persona solo por el simple hecho de que había algo en mí que me impulsaba a tomarlo, a beber de esa persona... no me gustaba en absoluto. Era lo que menos de gustaba de ser vampira y a esas alturas me suponía muy complicado el alimentarme, aunque había ido probando primero de forma controlada o así me habían enseñado, tenía la suerte de que quien me salvó tuvo mucha paciencia conmigo y además respetaba la vida humana, no los mataba para alimentarse y eso es lo que quiso enseñarme... pero para una neófita eso no es fácil.

Yo intentaba controlarme pero era cierto que no podía quedarme recluida siempre y desde que me había convertido en vampira no había ni visto a mi familia, bueno, al menos a la “familia” que tenía en París ya que mis padres vivían en Japón. Les pude mandar una carta asegurándoles que estaba bien y que volvería pronto, tenía ganas de verlos porque los echaba de menos al igual que a los pocos amigos que había logrado hacer allí, pero me costaba controlar mi sed y no quería hacerles ningún tipo de daño. Salí finalmente a la calle donde el sonido de los corazones latiendo de los humanos captó toda mi atención, sentí que el hambre crecía en mi interior de una forma que era complicado de controlar, escuchaba el ritmo incesante de estos, el olor que desprendían era simplemente delicioso y sentí que mis colmillos crecían casi sin darme cuenta. Tapé mis labios con mi mano para que nadie se diera cuenta de los colmillos que asomaban y me fui mezclando entre la gente intentando controlar las ganas, hasta el momento no había matado a ninguna persona pero tenía que alimentarme porque llevaba un par de días sin probar alimento alguno, yo no quería matar así que lo más seguro era coger a alguien, dejarlo inconsciente y beber... el problema y el miedo que me daban era que no pudiera controlarme y acabara por beberme hasta la última gota. También mi Sire me había dicho que todos los vampiros tenían y desarrollaban ciertos poderes cuando eran transformados y que, posiblemente, estos se fueran manifestando con el paso de los días pero por el momento yo no había notado nada raro. Seguí andando hasta que encontré a la presa perfecta, estaba completamente solo y no me costó demasiado convencerlo para que me acompañara, desde que era vampira la seguridad y la confianza en mí misma habían aumentado y lo que antes como humana me habría costado mucho más ahora parecía mucho más fácil. Lo llevé hasta que encontramos un callejón, bastante apartado de la calle principal, donde el joven pegó mi espalda a la pared y sus manos comenzaron a recorrer mi cuerpo, yo solo podía sentir el incesante golpeteo de su corazón en su pecho, la sangre corriendo por sus venas... en un cambio inesperado fue él quien acabó contra la pared, un golpe en su cabeza dejándolo inconsciente mientras sujetaba su cuerpo. Mis colmillos crecieron y acerqué mi boca a su cuello... pero no hice nada.

-No puedo hacerlo –murmuré en un tono de voz bajo hablando conmigo misma puesto que allí no había nadie más, mi pecho subía y bajaba con velocidad porque seguía teniendo hambre pero me daba miedo que al empezar fuera incapaz de parar- no puedo hacerlo... –murmuré mordiéndome el labio mientras subía mis ojos a aquel humano que inconsciente no sabía la suerte que tenía porque otro vampiro no habría ni dudado en hincarle el diente. Mi parte humana era como si quisiera resistirse a que me alimentara solo a base de sangre, lo pensaba y me daba hasta un poco de asco pero era la única forma que tenía para alimentarme y seguir con vida, ya me habían dicho lo que pasaba si no me alimentaba en varios días, tenía que hacerlo, dejar el debate interior a un lado y beber de su sangre- Vamos Asura, tú puedes –me dije en un vano intento por darme ánimos cuando, de las sombras, noté una presencia que hasta el momento no había notado, giré mi rostro en la dirección para buscar dicha presencia- ¿quién anda ahí? Muéstrate –Pregunté sabiendo que, por el aura, debía de ser otro vampiro... o eso esperaba.

por **Niklaus Dunkelheit** Miér Ene 17, 2018 7:51 pm

Con la cabeza cabizbaja, con el paso lento y con mis manos aguardadas en los bolsillos de mi pantalón había estado caminando por horas, observaba aquellos callejones tan conocidos para mí que la noche a veces parecía no tener sentido alguno para mí. Claramente estaba cansado de la existencia, no me quedaban muchas cosas por conocer y sentía que el fin de mi universo se acercaba. Cualquier otro diría que estoy divagando, o estoy encerrado en un agujero negro pero realmente nadie me conocía en su totalidad como para poder comprenderme.

Suspiré con pesar mientras caminaba sin rumbo y observaba a toda la multitud parisiense vivir la noche como si no hubiera mañana. Los humanos tienen los días contados y yo la eternidad para gastarla en: nada. El ajetreo de la ciudad me produjeron ganas de viajar a buscar otro lugar para vivir o quizás retornar a Transilvania, pero era todo era como tomar el agua entre mis manos: sin sentido, ni ganas, ni visiones nuevas, ni sueños. Los sueños rotos inundaban mi interior y no podía recordar aquellos momentos en que una sincera sonrisa se asomaba en mi rostro.

Un aroma particular interrumpió mis reflexiones pues, a medida en que iba caminando y los callejones se hacían más estrechos mis pasos detuvieron automáticamente al observar a una joven vampiresa tratando de alimentarse de un hombre. Mi rostro no se veía en la penumbra, más mis zapatos de cuero podía dilucidarse cerca de dónde aquella bestia y la pobre alma se encontraban. Al principio había creído, que ese humano era la bestia pero resultaba ser, que estaba inconsciente. Permanecí en silencio, ella no se había percatado de mi presencia hasta que en un lapsus de minutos bastante lentos, esbozó sus preguntas y yo sólo atiné a responder: -No deberías demorarte tanto en eso. Así se pone más complicado, quizás él muera y todo haya sido en vano- dije de inmediato con voz grave pero despacio. –Deberías tener cuidado con eso… - dije directamente. Y claramente, percibía una desesperante impaciencia alrededor de ella y su presa. Seguramente, aquella muchacha era una neófita descontrolada, pero parecía mostrar mucha confianza en sí misma para caer en la locura.

-¿Necesitas ayuda?... No robaré tu comida, lo prometo- dije tratando de sonar un poco más amable, de todos modos aquel encuentro era bastante extraño para mí pues, solía pensar que los neófitos se alimentaban más lejos de la ciudad. Me quedé en silencio observando, pues a cada minuto que la mujer desperdiciaba, era un minuto menos de vida del humano. –Será mejor que lo hagas ahora, para no dejar que muera si es que te importa, claro…- susurré con tranquilidad esperando. Sinceramente no sabía demasiado el por qué me quedaba allí y no seguí mi camino, pero presentí que tal vez la joven neófita necesitaba ayuda.

por **Asura Nanami** Mar Feb 20, 2018 10:35 am

Todo para mí era todavía muy nuevo como para poder desenvolverme con soltura en mi nueva condición, cierto era que había podido controlar los movimientos para parecerme una humana y que los demás no se asustaran por mi extraña velocidad causando un revuelo, eso era lo primero que había aprendido como también había sido el hecho de alimentarme de humanos, de saber cuándo debía de parar para no matarlos si es que era lo que buscaba pero a veces había sido incontrolable y la sed había podido conmigo haciendo que mi víctima, incluso bajo la supervisión de mi Sire, no había podido evitar que acabara muerto entre mis brazos agotando hasta la última gota de sangre que había en su cuerpo... claro que eso luego traía consigo los remordimientos, los cargos de consciencia en mi mente y el arrepentimiento enseguida por haber matado a una persona con el firme propósito de alimentarme y de seguir una noche más con vida. Yo no era así, jamás había matado a nadie hasta que me convertí en vampira y solo había luchado para defenderme, esas eran las lecciones que mi padre me había enseñado e inculcado a la hora de enseñarme artes marciales y a defenderme cuerpo a cuerpo; siempre por una buena causa, para defender mi vida o la de otra persona... pero nunca para matar. Había cumplido y atajado aquellas normas y aquel estilo de vida hasta que me convertí en vampira y todo cambió... maté a personas que no tenía que hacerlo y cuando ya por fin podía caminar por las calles de París, con apenas un mes desde que me habían convertido, me encontraba ante la difícil situación de tener que alimentarme. Cuando estaba mi Sire todo era mucho más fácil, él me daba los pasos a seguir y yo los ejecutaba, pero otra cosa muy diferente era estar yo sola y por hacerlo, de hecho, es que mis dudas venían porque no podía hacerlo y me veía incapaz de hundir mis colmillos en el cuello de aquel hombre para alimentarme, por lo que me encontraba negando en voz alta –aunque más bien un murmullo apenas audible- para luego en mi mente darme ánimos y poder hacerlo. No podía depender de que mi Sire estuviera siempre presente, no podía depender de esa forma de él y debía de continuar por mí misma, aprender a sobrevivir sin su presencia.

Fue entonces cuando me percaté de otra presencia en el callejón, tan absorta había estado en mis pensamientos que ni me di cuenta de que había alguien más a unos cuantos metros observándome. Su rostro estaba en las sombras del lugar y apenas se podían ver sus zapatos iluminadas tenuemente por la luz que había de una pequeña farola que colgaba de la pared, sin embargo fue cuando se dio a conocer que pude reconocer de alguna forma que era como yo, ¿cómo lo supe? Porque tenía el mismo aura que veía con mi Sire y porque además me había topado con más vampiros en las noches de la ciudad, claro que nunca me había atrevido acercarme a ninguno y salvo mi Sire aquel era el primero que me cruzaba. Sus ojos se fijaron no solamente en mi persona sino también en la del hombre que, inconsciente, estaba apoyado contra la pared aunque yo lo mantenía en pie ya que él era incapaz de hacerlo. Su voz sonó entonces de forma leve en el callejón aunque yo lo escuché con perfecta claridad, me decía que no me demorara demasiado o él podría morir por mí culpa... eso no lo sabía, mis ojos se agrandaron entonces y miré al humano al que podía notar su corazón pero ahora que él lo había mencionado sí que era cierto que lo notaba latir con menor intensidad, como si se ralentizara poco a poco. Yo no quería que muriera, solo quería alimentarme y seguir con mi camino y que él no pudiera recordar nada... pero jamás matarlo, si era incapaz de alimentarme y me costaba mucho menos era capaz de acabar con su vida. Sus palabras hicieron que volviera mi vista hacia él mientras me decía que llevara cuidado, y sí, estaba más que claro que debía de hacerlo para futuras ocasiones. Miré al humano y luego lo volví a mirar a él cuando pasados un par de minutos se dirigió a mí preguntándome si necesitaba ayuda, ¿tan obvio era mi estado? Debería de estar dando una imagen más que deplorable en aquel momento.

-Qué imagen más patética debo de estar dando ahora mismo... –dije contemplándolo unos momentos, una vampiro que dudaba sobre su víctima pero él tenía razón; si no quería matarlo debería de beber en esos momentos antes de que fuera demasiado tarde- yo no.... yo no quiero matarlo –dije volviendo mi vista al humano y luego a él- es la primera vez que lo hago sola y.... –mordí mi labio- debería de hacerlo pero me cuesta todavía acostumbrarme a lo que soy, me da miedo empezar y que luego no sea capaz de parar porque no quiero matarlo, nunca he querido hacerlo –aclaré observando con mis ojos, ya rojizos y brillantes, el carmesí que salía de una pequeña herida en su cuello que había hecho con mis uñas y por donde caía un leve hilillo de sangre. Sentí que mis colmillos crecieron en ese momento, un hambre atroz y voraz me desgarraba por dentro y un pequeño gruñido escapó de mis labios como si fuera un animal, o una bestia, incapaz de controlarse. Mi sed emergió en esos momentos al hacerle la pequeña herida y oler su sangre- si me paso demasiado, párame –dije mirándolo antes de girarme al humano, ladear su cuello exponiéndolo y clavar mis colmillos en su carne abriéndome paso, bebiendo directamente de su vena de donde daba tirones y me sentía saciada, un jadeo de satisfacción escapó de mis labios y cerré los ojos perdiéndome y abandonándome a esa embriagadora sensación que me recorría y de la cual me hacía perder por completo la noción de dónde me encontraba y de lo que estaba haciendo.

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