Solsticio de invierno - [S.V.F.] prv

La noche había caído pronto ese 21 de Diciembre y las hermanas Van der Faye se habían preparado para ir a la fiesta que, habían oído se celebraba en el bosque todos los años ese día. Summer, encantada, n había tardado en encorsetarse en sus pantalones de cuero, su camisa blanca algo abierta y su corsé oscuro. Estaba impaciente, una fiesta para la que no necesitaba ir de gala, un lugar en el que podía moverse con libertad, sin medir todos y cada uno de sus pasos, en el que podía alzar una jarra de cerveza sin que esto pareciera un insulto o una falta de respeto un lugar donde ser libre.

Cubriéndose con su capa, montó sobre su caballo y se encaminó hacia el este, pero, al llegar, fue consciente de su pequeña confusión, si bien daba la impresión de que eran más permisivos, incluso las damas iban sin esos ostentosos trajes de gala y peinados pomposos, no dejaba de ser una reunión de las clases más altas de la sociedad. Esperaba que, siendo como era, aun, poco conocida, pudiera mezclarse con los gitanos y comportarse con la libertad que había esperado.

Dejando el caballo bajo vigilancia, comenzó a andar, perdiendo pronto de vista a su hermana. Lo cierto era que la curiosidad podía con ella, y probablemente era ella quien, presa del entusiasmo, se había perdido. Miró a un y otro lado, en busca de algún entretenimiento.y lo encontró en la hoguera, donde una gitana con el pelo del color de la noche se movía al ritmo de las llamas, tan ondulante como si fuera el mismo fuego.

Acabado el baile, la música siguió sonando con fuerza mientras se apagaban los aplausos y los gitanos invitaban a bailar a las personas que por allí paseaban. Algunas parejas, se animaron a adentrarse en los ritmos, unas cuantas mujeres se decidieron a intentar aprender el baile de la gitana, llevados todos por el ambiente de fiesta, y Summer, ensimismada, no se dio cuenta de que era la única de la zona donde se había encontrado que seguía quieta, dando palmas, el resto o bien habían decidido escabullirse, o rechazado la invitación, o se habían unido ya a la danza, que era ahora un corro donde cada ciertos pasos daban palmas.

La mujer que había estado danzando antes se acercó tirando de su mano para unirla al círculo, soltando su capa, que cayó al suelo. Se encontró entre una mujer de aires refinados que sonreía alegre, sus joyas eran de calidad, no había gente de rango bajo en esa danza, y un hombre chaleco de seda. Pronto cogió el ritmo del baile. Dos pasos a la derecha, un giro sobre una pierna, dos palmadas y se repetía hasta tres veces, después en tandas de uno si, uno no, giraban hacia el centro, cambiando de lugar con la persona de su izquierda y el sentido del baile cambiaba también con un golpe de cadera para marcar la dirección.

Sus botas dejaban marcas en la tierra mientras la danza aumentaba el ritmo y el fuego dejaba ver destellos rojizos de sus mechones claros y sueltos, tiñendo su cara de un color rosado, hasta que, finalmente, la música se detuvo de golpe y quienes habían estado danzando comenzaron a aplaudir, secundados por quienes, tal vez por vergüenza, no se había unido a la danza.

Acabó la danza entre risas, con una invitación de una da las gitanas para seguir con ellas el resto de la noche, pero se negó con amabilidad, prefiriendo seguir su noche con calma. Recogió su abrigo y se lo colocó atusándose el pelo con un suspiro, algo cansada. Había sido divertido unirse por un rato a los gitanos y sus bailes, pero no era su mundo, por entretenido que lo fuera.

Comenzó a andar en busca de algo más que hacer, tenía algo de sed después del baile. Pero no sabía si debía ir antes en busca de Winter, suspiró mirando a su alrededor, no pensaba que estuviera teniendo problemas, su hermana era más madura y capaz que ella, estaba segura de que la mayor de las Van der Faye estaría bien, mejor que ella, claramente.

Pasó frente a un puesto de comida que olía de maravilla. Se acercó a coger un cono de castañas asadas, y un botellín de agua, dio las monedas y comenzó a andar calentando sus manos con las castañas y con el botellín en su bolsa. Distraída, mirando un nuevo espectáculo de los gitanos, donde los cuchillos volaban en forma de malabares. Decidió sentarse en una mesa del puesto de al lado para poder ver en calma el espectáculo, cuando, por no mirar de frente, tropezó con alguien, lanzando las castañas sobre las cabezas de dos mujeres vestidas de blanco, llenándolas de sal.

- Ay, madre mía, lo siento tanto, perdonen.- se disculpó soltando el cono sobre la mesa y comenzando a quitarles pieles del pelo.- perdón, andaba distraída, discúlpenme.- repitió sin conseguir retirar el desastre de los rizos de las mujeres.

Suspiró mirando hacia otro lado en busca de algún pañuelo o servilleta que le sirviera para limpiar, cuando vio que, frente a esas dos mujeres, se encontraba Varek Lanchance. Parecía que encontraba a ese hombre en todos lados, sonrió un poco, parecía que siempre la liaba frente a él.

- Hola.- murmuró girándose a saludarlo, algo ensimismada, antes de notar la mirada enfada de las mujeres sentadas que le daban la espalda.- Ay, sí, lo siento.- se recobró, sacó un pañuelo de su manga e intentó quitarlo con él, pero le apartaron la mano.- perdón, parece que no sale...- murmuró, ¿y ahora qué?, parecían enfadadas.

Los aspavientos de las mujeres comenzaban a enfadarla, había sido un fallo, se había disculpado, y, si tan solo la dejasen hablar, les ofrecería acompañarlas para ayudarlas a solucionarlo, no era necesario ponerse así por un poco de sal en el pelo y el golpecito de unas castañas que ni siquiera quemaban, estaban exagerando, claramente, y algo le decía que era porque había interrumpido algo.

Estaba por responder, ya cansada de su soberbia, que parecían poder permitirse ante el silencio del mayor de los Lanchance, que, para su sorpresa, había cambiado esa expresión sería que solía tener por una sonrisa suave, o eso le había parecido al mirar de reojo. No obstante, pronto callaron estupefactas cuando Varek las echó, con poca delicadeza, la sorpresa de Summer no fue menor, pero respiró, aliviada, al verlas alejarse ofendidas, mietras aceptaba la invitación del cazador a sentarse frente a él.

Se mantuvo en silencio viéndolas alejarse, y suspiró aliviada cuando desaparecieron entre la multitud. Dejó caer las manos sobre la mesa de madera y sonrió algo avergonzada, no sabía como disculparse, tenía la sensacion de que, por algún motivo, había hecho algo raro, más raro de lo que le había parecido, en realidad. Lo miró mordiéndose el labio y se sonrojó un poco cuando le apartó un mechón de la frente, sin comprender del todo que quería decir con que lo sorprendía.

- Lo siento.- se disculpó, recogiendo su pelo hacia un solo lado, sin mover el mechón que él se había molestado en arreglar, intentando domar su melena.- iba despistada mirando los malabares.- se explicó.- si he interrumpido algo... perdón.- arrugó un poco la nariz con una sonrisa de disculpa.- ¿qué haces por aquí?- preguntó curiosa.- Pensaba que no te gustarían estas cosas.- confesó con una risilla volviendo a recuperar el color normal de las mejillas, aun sin comprender ese cambio de actitud hacia ella, que la ponía algo nerviosa, pero no le desagradaba para nada.

Protitutas, la palabra resonó en su cabeza y giró para ver el lugar por el que habían desaparecido, intentando volver a verlas. Normalmente cualquier persona normal reconocería a una mujer de moral alegre, ¿hasta que punto había estado distraída que no se había dado cuenta? Aun así, no vestían como mujerzuelas, ¿no? O tal vez si, no lo sabía, entre los malabares y el señor Lanchance se le había ido el santo al cielo.

- ¿De veras?- preguntó incredula. Winter seguramente se burlaría de ella, y la acusaría de inocentona, de ser demasiado educada por disculparse con dos mujeres de mala vida, y de pecar de buena por pensar bien de la gente. Aunque no se acercaría para nada a la verdad, pues, en realidad, Summer solo era un pequeño desastre con patas.

Sonrió cuando Varek respondió a su pregunta, así que no había fallado, era más asocial de lo que parecía, pero no era algo malo, en realidad, ella también prefería quedarse en casa o salir por su cuenta, al menos a las que eran de gala. Ese tipo de celebraciones la alteraban, la obligaban a ser demasiado educada, no le gustaba fingir sus modales, a pesar de que sus padres se alterarían si descubrían que a su hija pequeña no le gustaban, para nada, esas celebraciones que ellos tanto disfrutaban.

Por un momento cruzó por su mente cómo sería saltarse una de esas aburridas veladas y vivirlas del modo que le gustaba al mayor de los Lanchance, sería, cuando menos, entretenido. Le devolvió una media sonrisa mordiéndose el labio. Que tipo de preocupación tendría por los negocios, cuando, en su caso, iban a la perfección. Desde que ella había tomado el mando en la división francesa de la empresa, el rendimiento y los beneficios habían aumentado cerca de un veinte por cien, sería joven, pero sabía lo que hacía.

Un quesero apareció ofreciéndoles probar el producto, y Varek se apresuró a darle unas monedas y a pedirle vino, los ojos le hicieron chiribitas al vendedor, que se apresuró a llevarles el vino y fue rápidamene despachado por su compañero ante la sonrisa de Summer, que intentaba no reír.

- Por nosotros.- respondió al brindis alzando la copa y dando un sorbo con una sonrisa, aun divertida. Dejó la copa y se sonrojó ante la pregunta del cazador, ¿la había visto? Claramente, si le preguntaba, era porque así era. Resopló, volviendo a deshacerse el pelo, inconsciente mente, al remover su flequillo en un intento de ocultarse un poco.- Me arrastró una bailarina y... parecía divertido, hoy no voy precisamente de gala.- dijo haciendo referencia a su ropa, más de amazona que de dama.- así que me dije, ¿por qué no?- cogió un trozo de queso y le dio un bocado.- pensaba que nunca comprabas algo sin catarlo antes.- sonrió algo burlona, intentando devolverle la pulla.- eso no es propio de un hombre de negocios.- sonrió aun en broma.- Podrías haberte unido al baile, era divertido.- sugirió sabiendo que jamás lograría que participara en algo así ni que le costase la vida.

Sonrió mirando a Varek, en respuesta a su broma, era tan extraño verlo de esa guisa tan dulce, que no sabía exactamente como reaccionar. El hombre frío que había visto desde su primer encuentro parecía comenzar a dejar paso a una persona ligeramente diferente, igual de sera, igual de recta, pero más amable.

Dio un nuevo trago de vino y se esforzó por no estirar la mano para atrapar un mechón de pelo del hombre, que que había escapado de detrás de su oreja y le cubría sus ojos verdes. Alzó la vista algo extrañada, ¿no podía comer queso? Tal vez era intolerante a la leche, dudaba que fuera sencillamente que no le gustara, había dicho “no puedo” no, “no quiero”.

Sonrió un poco, con timidez, mordiéndose en labio con la cara algo oculta tras la copa. Se había destapado, no pensaba que Varek Lanchance fuera a ser capaz de hacer algo así, lo había visto siempre tan orgulloso, demasiado para su propio bien, y de pronto la sorprendía con ese gesto y, tal vez, una frase que se le había escapado.

- Gracias.- dijo sencillamente, bajando la copa mientras comenzaba a llenar el ambiente el sonido de un piano. Le gustaba bailar, miró el piano de cola blanco tras Varek, pensativa, y soltó una ligera risa ante su afirmación.- no es lo mismo bailar en un salón que en otro sitio.- afirmó antes de verlo alzarse, afirmando que se debía marchar.- Buenas noches.- musitó, sorprendida, levantándose.- ah... Varek.- lo llamó.- es...- suspiró.- ¿te parece bien si te acompaño un rato?- preguntó.- No tengo nada que hacer y estoy segura de que Winter ya me ha abandonado para irse a casa, tendré que volver andando igualmente.-comentó encogiéndose un poco de hombros, sin faltar a la verdad.