Antes de cruzar la puerta al infierno y luego de hacerlo solo quedan las las memorias de lo que un día fue y será

por **Emil Ivanov** Sáb Dic 24, 2016 8:49 pm

Existe un momento en la vida de todo inquisidor en el que debe decidir si seguir por aquel camino o simplemente cambiar el destino que sobre su vida y los de los que le rodean. Esas son las decisiones que un hombre debe tomar.

Mi padre, a quien hoy dios tendrá en su gloria, siempre vivía aconsejándome de cuidarme de los peligros que el demonio presenta a hombres de fe tan fuerte con la de nuestra familia, como hombre sabio que era siempre mantuvo la serenidad ante cualquier problema incluso mi madre lo apoyaba, por lo que jamás los vi discutiendo o nerviosos cuando enfrentaban a algún enemigo de Dios, siempre desee llegar a tener algún día ello.

Aún recuerdo esas palabras de mi padre:

Rumania — 25 de Diciembre 1779 — Invierno

Para las celebraciones del mes todos estaban apurados con las últimas compras, la nieve caía implacable sobre la ciudad sin dar tregua alguna, por todas las calles solo se veía una enorme sábana blanca pero no siempre es así. A las afueras de la ciudad amurallada entre los lindes con los bosques oscuros y tenebrosos habitaba una familia muy numerosa y que pocos sabían de ellos; ahí alejados de todos habían niños que jugaban en aquel momento por la nieve haciendo sus figuras, siendo como eran “niños” bajo la vista de una mujer quien los cuidaba, menos uno que estaba sentado en el pórtico de su hogar con un libro enorme leyendo.

Las risas de los pequeños inundaba el lugar hasta que un grito estruendoso se dejó oir congelando a todos; delante de los niños aparecieron dos hombres enormes y fornidos cubiertos con ropajes extraños y de paso cubiertos de sangre dejando que la nieve se torne rojiza. El niño que se encontraba leyendo con calma alguna se acercó a los señores desconocidos extendiendo la mano, antes de que su cuidadora, su tía, clava en aquellos extraños flechas benditas para proteger a los pequeños

—Ya era hora que llegaran, mamá, papá—

Con aquel rostro serio pero con una sonrisa de felicidad llamó la atención del resto de sus familiares y de los demás niños

—Emil, fue el único que los reconoció, de no haber sido por él seguro que ahora estarían muerto o estaríamos los tres peleando hasta la muerte–

El hombre y la mujer se quitaron aquellos trajes mostrando la mujer una enorme cabellera negra con unos ojos tan claros como el agua y el hombre una sonrisa enigmática junto a unas cejas pobladas y cabellos negros

—A Emil lo he preparado para que jamás el demonio lo llegue a confundir, por eso sus ojos no pueden ser engañados tan fácilmente—

Posó su mano sobre la cabeza de su hijo mientras su esposa se acercaba

—Por eso el no caerá jamás en las redes del mal, porque siempre lo estamos entrenando para combatirlo, cuando se casé será con una mujer como su madre de la misma naturaleza pura y fuerte, para ello es que mi esposa y yo estamos entrenando a nuestro hijo, porque el llevará el linaje Ivanov por sendas del bien luchando hasta llegar al infierno y acabar con el mal completamente, esa es su misión—

Las palabras de mi padre aun hacen a mi corazón saltar.

Lástima que no podré enfrentar a mi padre en la otra vida porque no he cumplido aquello para lo que ellos me han traído.

por **Emil Ivanov** Sáb Dic 24, 2016 8:51 pm

El aniversario de la muerte de mis padres está cerca, es por ello que ante su eminencia me postro para solicitar la licencia respectiva y viajar a mi lugar de origen donde descansan ellos con el resto de mi familia, pero lo que su señoría me pide es demasiado, que en aquel viaje lleve.

“A quien será tu esposa, es mejor que te acompañe y vaya cumpliendo su labor como tu esposa”

Una vena comenzó a saltarme en aquel momento en la sien por el simple hecho de pensar lo que aquella mujerzuela haría, incluso ya lo estaba viendo el ser nuevamente tentado y usado como lo hizo aquella vez frente a la tumba de mis padres, pero no podía negarme si su eminencia lo pedía, pero no lo haría, jamás llevaría a aquella mujer frente a ellos de por si no podré enfrentarlos el día del juicio, llevarla sería la mayor deshonra para ellos y para mi.

Viajé en silencio y advertí a sus hermanos la condición del casamiento que ella no sepa nada de mí y menos de mi viaje. Ir en tren en aquellas fechas con la nieve aun cayendo me traía recuerdos de mis padres, el entrenamiento con cada uno y como luego cuidaban de mis heridas con amor y dedicación, podía sentir su calidez aun con el paso del tiempo. Su tumba no estaba muy lejos de lo que fue su hogar aquellas tierras aún me pertenecían y ahora era el lugar de un orfanato que llevaba el nombre de mis padres.

Los lirios están tan bellos mientras limpiaba su morada en el mausoleo familiar, se construyó en el bosque para evitar que nadie los molestar, ahí descansan todos los Ivanov y ahí también sería mi hogar cuando llegue el momento. Pensar en ello me hizo sonreír hasta que una voz muy conocida y odiada me espera afuera

—Debiste haberme dicho que vendríamos a conocer a mis futuros suegros, mal, mal Emil tendré que castigarte esta noche—

Quién demonios le había dicho a ella sobre el viaje y por qué estaba ahí

—Esto no te incumbe, demonio, regresa ahora, déjame solo—

Lo que paso fue lo que temía, en aquel lugar santo, ahora si tendría que buscar una morada no santa para mí, porque no podré presentar no solo la cara a mis padres, si no que sería la última vez que podré venirlos a ver, ya no soy tan puro y apto para ser su hijo, todo por aquel demonio que me obliga a pecar.

por **Emil Ivanov** Vie Feb 24, 2017 6:41 pm

el sonido del pecado que se unta con el sudor en medio de un camposanto donde las almas de aquellos que fueron llamados a estar junto a nuestro señor descansan, quien creyera o diría que en medio de ese lugar algún demonio se presentaría para manchar lo en santo descanso junto al alma devota y entregada al trabajo de nuestro señor.

Mis padres estarían muy decepcionados de su hijo, avergonzados por permitir semejante clase de impúdicos actos en su presencia, pero no tenía otra opción aquel demonio disfrazado de mujer tenía sus trucos y artimañas de tal magnitud que no había forma de cortar esos hilos con los que manejaba a mi cuerpo, pero solo era eso lo que ella podía tomar porque mi mente siempre se mantiene rezando y pidiendo a nuestra señora santísima su protección, su perdón y clemencia por el mal que comete.

Los gemidos se vuelven más altos a cada minuto que pasa y más que nada sobre la tumba de mis padres, cada que veo sus nombres y lo devoto que fueron a la iglesia siento la punzada del dolor en mi corazón, en mi vientre y en mi espalda como un látigo que escoce mi carne para arrancarla, pero sé que es ella, ella es la que está jugando conmigo y no le dejaré fácil, no puedo permitir ello. Quiere ser mi esposa, entonces que se atenga a las consecuencias de serlo. La tomé del cuello con fuerza apretujando su delicado ser, sentía su tráquea y su fragilidad al morder su cuello al tomarla como mi esposa sobre la nieve de la tumba, el frío se sentía pero era lo de menos, lo que más importaba era lastimarla hasta que sangre.

Ella agarró los lirios con fuerza estrujando hasta marchitarlos y más me enfureció eso, lo que era evidente que llevaría los movimientos más bruscos en posturas mucho más doloros y oprimentes a su cuerpo hasta que aun después de haber culminado continuar torturándola y castigándola por su atrevimiento, por sus insultos ante la memoria de mis padres. No tenía piedad contra ella y eso, eso era lo primero que mi padre me enseño y ahora todas sus palabras resuenan tan fuerte en mi cabeza así como destruyo el cuerpo de ese demonio hasta que el sudor se vuelva sangre.

por **Emil Ivanov** Dom Oct 01, 2017 11:22 pm

Empujo aquella mujer que solo se ríe como si hubiera ganado algo más, una guerra o algo pero solo quería matarla para ese momento. Veía las tumbas de mis ancestros pensando en lo que ellos dirían al ver cómo ha terminado su hijo, su único hijo. Caigo de rodillas sin la camisa y con los pantalones abiertos mientras aquella mujer se acercaba a mis espaldas acariciándome con sus dedos y con su magia buscando que mi cuerpo hablase. Me giré poniéndome de pie tumbándola hacia el suelo apuntándole con el arma directo a su frente.

Mis fosas nasales estaban que destilaban de furia y odio, el arma temblaba en mi mano y podía escuchar las voces que me decían que lo hiciera que tirara del gatillo que libraría al mundo de una peste como ella, pero bajé el arma mirándole con todo el desprecio del mundo —Es mejor que te alejes de mi maldito demonio, o de lo contrario llenare tu cabeza de plomo puro, aunque luego sea castigado por nuestra señora la madre Iglesia, pero es mejor y librar al mundo de un demonio como tú, los hombres me lo agradecerían bastante de mandar a la mujer de satanás de nuevo al infierno—

Escupí con furia casi tronándome los dientes, recogí mis ropas dándole la espalda deseando realmente matarla solo necesitaba una excusa. —Lárgate de aquí, porque no estoy seguro que me pueda controlar y termine cometiendo una locura de la cual luego me arrepienta, LARGATE maldita mujer del demonio, ramera de babilonia— Caí de rodillas frente a la tumba de mis padres y ella me abrazó por el cuello besando y susurrando palabras extrañas que me congelaron y ella solo río acariciándome en ese momento, pero no pude moverme, estaba completamente congelado y sus besos que sentía por el cuello.

por **Emil Ivanov** Dom Dic 17, 2017 10:12 pm

Aquella no respetó la tumba de mis padres, en ese momento ella consiguió lo que estaba buscando y era tenerme de rodillas frente a ella. Se paró delante mío mostrándose como dios la trajo al mundo, quise maldecirla y empujarla pero no podía moverme ni decir nada, ella había de nuevo controlado mi cuerpo que se movía cuando sus dedos me lo permitían.

Decir o describir lo que paso en aquel lugar no es algo permitido porque mi memoria no quiere recordarlo, aunque no exista nada para borrar esos recuerdos engorrosos y horribles que tenía en aquel momento. Solo puedo decir que ni el fio de mi hogar fue suficiente para enfriar su cuerpo y deseos, pero lo peor es que ella provocó que todo sucediera frente a la tumba de mis padres, con sus reproches y burlas hacia mi y hacia ellos hasta el final de aquel encuentro entre los dos. Cuando la ropa de ella y mías habían servido para cubrir nuestras vergüenzas.

Solo podía observar la nieve caer y ella sobre mi abrazando mi cuerpo, lentamente fui recuperando la movilidad de mi cuerpo hasta poder levantarme por mi cuenta y vestirme, ella solo reía y se tocaba el vientre amenazando que mis padres estarían orgullosos al saber que su hijo ha podido engendrar una nueva vida en su vientre de demonio; con los pantalones puestos me giré y la enfrente tomando su cuello —Eso no lo digas ni en broma maldita serpiente— era todo lo que podía decir, no quería ni imaginar que aquella mujer tuviera que tener a mi descendencia.

Nos vestimos en silencio pero ella silbaba canciones de cuna, canciones de niños para dormir, me estaba sacando de los nervios, al terminar de colocarme las armas y pedir de nuevo perdón a mis padres por tal deshonra, además de decirles que jamás podré estar de nuevo con ellos porque a mí me deparaba el infierno, que su hijo, su orgullo había caído en las manos del demonio y no porque así lo hubiese deseado si no por obligación, que el constructor de nuestro señor ahora había terminado en manos de una familia del mal. Ella me abrazó continuando con su exposición de poder y argucias que solo me enfurecían —Basta Vivianne D´Aramitz, nunca estarás embarazada de mí, eso jamás lo permitiré — la aparté de mi lado en ese momento furioso alejándome de la tumba de mis padres.

Pero estaba nervioso por si aquellas palabras fueran ciertas.

por **Emil Ivanov** Miér Abr 25, 2018 11:56 pm

Aquella mujer con blasfemias tatuadas en su frente y todo su ser estaba llevando al límite de la paciencia de aquel Inquisidor, sus juegos y tonitos seductores no fue más que la gota que derramó el cáliz sagrado de su “buena fe”, aquello había sido impropio para él y para ella incluso para sus propios deseos de los cuales solo se encargaría después en la iglesia. Dejó que aquella demostración pagana e impura llegase a su fin en su mente rezaba a los altos cielos por un poco más, solo un poco más de esa preciosa sangre de Jesucristo para resistir y no romper a la mujer ahí mismo a golpes. Un respiro más profundo con ojos cerrados para evitar ver a la ramera de babilonia, apelativo que se ganó a pulso la mujer de parte del inquisidor, así el llamaría siempre.

La mujer rompió la paciencia del inquisidor, ahí estaba lo que tantas veces se había negado a que exista, aquello llamado de compromiso o matrimonio porque para él la única compañera que necesitaba en su vida era la Santa Madre Iglesia, y ahora esta arpía venía para romper ello, para sacarlo de sus casillas y colisionar su vida “Maldita la hora en la que acepto”, se reniega así mismo pero aun así cree que es una prueba divina que debe superar, una que no será tan fácil porque su cuerpo aún sigue siendo de un humano y por ende responde a los estímulos que recibe aunque su alma pura no lo desee y termine cediendo al agua fría. Los embrujos que ella realizaba sobre él surtían el efecto que ella quería, pero también surtían en la ira que en el hombre despertaba, las ansias de atravesar el cuerpo de aquella víbora con una rifle o una estaca directo a su corazón, aunque no sea una fría vampira, él comenzó a desear en incrustarle varias dagas y cosas puntiagudas en su cuerpo, sobre todo en la cavidad de su corazón, arrancárselo en un grito de piedad.

El beso solo fue el inicio de la declaración de una guerra eterna, la batalla entre el bien y el mal estaba dando comienzo y quien diría que sería dentro de un mismo lugar donde ambos convergerían; así pues ambos inquisidores mostraron sus armas pero más aquel hombre que estaba sonriendo por haberle robado ese beso cargado con la ira, él sabía que desataría la furia de la bruja pero era ello lo que buscaba con tanto afán. Surcó en su rostro un gesto con el ceño fruncido y una delgada y dura línea en sus labios como una media sonrisa.

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