AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Fuego, odio y viento (Haytham Cross]
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Fuego, odio y viento (Haytham Cross]
Malta, mi destino en busca del destino de otro hombre. un hombre al que odiaba en lo mas profundo de mis entrañas.
Quizás en otro tiempo, en otra vida, ambos hubiéramos logrado congeniar, pues algo me decía que nuestras almas destilaban oscuridad, mas él era mi rival directo en el corazón de esa mujer que me había robado el sueño, la cordura y el corazón
Ella no lo decía, quizás porque sabia que mi posesividad para con ella no conocía parangón, pero nunca necesité palabras para entenderla.
La navidad sin él, le pesaba, era feliz porque me amaba, de eso era consciente, mas su felicidad no era plena, pues la sombra de los rumores sobre si ese hombre, su mano derecha, había perdido la vida, le hacían jirones en el alma.
Ni siquiera se porque emprendía este camino en el que enfrentaría mis propios demonios, supongo que la respuesta era por amor.
Ella necesitaba respuestas, yo no tenia preguntas, pero si la absoluta convicción, de que no la desposaría hasta saber con rotunda seguridad que su decisión era firme, que su elección era libre.
Que yo era el ganador.
El espectro surcaba las callas de París, un vaho blanquecino asomaba de mis labios aquella mañana gélida de cascos contra el empedrado.
Aun sobre mi piel su olor, sobre mis labios sus promesas, contra mi pecho su corazón, tallado en plata símbolo de nuestra unión.
El puerto pronto se abrió paso frente a nosotros, así, tras pagar una buena suma de dinero al capitán de un Navío, ambos subimos a la embarcación, dispuestos a surcar las tormentas en busca de él, Haytham Cross.
Acaricié el colgante que portaba en mi pecho, casi podía imaginarla maldiciendo mi nombre, los elementos y a cada uno de mis muertos. Enfrentaría sus esmeraldas, sus demonios y mucho mas a mi regreso, mas hay veces que un hombre tenia que hacer lo que tenia que hacer, aunque eso le implicara perder, o perderse de una vez.
Llegamos a una ciudad muy distinta de la de París, una isla bastante edificada, mas con un puerto costero de gran envergadura posiblemente por la cantidad de comercio que se apreciaba en el.
Por suerte, intuía que recorrer aquel lugar, no me seria complicado, tenia algunos contactos a los que poder golpear sus puertas para obtener la información necesaria para saber de aquel viejo, que había ido en busca de su pasado, uno que posiblemente le explotaría en la cara.
Esperaba haber llegado a tiempo para arrastrarlo con vida a París, haría lo que fuera necesario para que así fuera, pues de otro modo, Valeria sufriría su perdida y yo, no pensaba dejar que eso sucediera.
Mi destino fue la casa de un viejo conde amigo de mi madre, uno que practicaba la hechicería desde antaño y siempre tuvo a mi familia en gran consideración. Posiblemente podría hacer algún tipo de hechizo localizador que me ayudara a encontrarlo antes de que su vida, si es que aun la poseía pendiera de la soga de alguna plaza dispuesta para su ejecución.
Había tomado prestado de la cámara de Haytham, una que seguía exacta a como la dejó y que me indicaba que para Valeria, seguía presente en su mente y su corazón, un trozo de tela de un de sus viejas camisas, intuía que eso seria mas que suficiente para una familia que poseía magia desde el sin fin de sus generaciones, para dar con el sin demasiado error.
La suerte estaba echada, quizás encontrándolo a él, acabara perdiéndome yo, mas nunca fui un cobarde y esta vez, no iba a ser distinto.
Quizás en otro tiempo, en otra vida, ambos hubiéramos logrado congeniar, pues algo me decía que nuestras almas destilaban oscuridad, mas él era mi rival directo en el corazón de esa mujer que me había robado el sueño, la cordura y el corazón
Ella no lo decía, quizás porque sabia que mi posesividad para con ella no conocía parangón, pero nunca necesité palabras para entenderla.
La navidad sin él, le pesaba, era feliz porque me amaba, de eso era consciente, mas su felicidad no era plena, pues la sombra de los rumores sobre si ese hombre, su mano derecha, había perdido la vida, le hacían jirones en el alma.
Ni siquiera se porque emprendía este camino en el que enfrentaría mis propios demonios, supongo que la respuesta era por amor.
Ella necesitaba respuestas, yo no tenia preguntas, pero si la absoluta convicción, de que no la desposaría hasta saber con rotunda seguridad que su decisión era firme, que su elección era libre.
Que yo era el ganador.
El espectro surcaba las callas de París, un vaho blanquecino asomaba de mis labios aquella mañana gélida de cascos contra el empedrado.
Aun sobre mi piel su olor, sobre mis labios sus promesas, contra mi pecho su corazón, tallado en plata símbolo de nuestra unión.
El puerto pronto se abrió paso frente a nosotros, así, tras pagar una buena suma de dinero al capitán de un Navío, ambos subimos a la embarcación, dispuestos a surcar las tormentas en busca de él, Haytham Cross.
Acaricié el colgante que portaba en mi pecho, casi podía imaginarla maldiciendo mi nombre, los elementos y a cada uno de mis muertos. Enfrentaría sus esmeraldas, sus demonios y mucho mas a mi regreso, mas hay veces que un hombre tenia que hacer lo que tenia que hacer, aunque eso le implicara perder, o perderse de una vez.
Llegamos a una ciudad muy distinta de la de París, una isla bastante edificada, mas con un puerto costero de gran envergadura posiblemente por la cantidad de comercio que se apreciaba en el.
Por suerte, intuía que recorrer aquel lugar, no me seria complicado, tenia algunos contactos a los que poder golpear sus puertas para obtener la información necesaria para saber de aquel viejo, que había ido en busca de su pasado, uno que posiblemente le explotaría en la cara.
Esperaba haber llegado a tiempo para arrastrarlo con vida a París, haría lo que fuera necesario para que así fuera, pues de otro modo, Valeria sufriría su perdida y yo, no pensaba dejar que eso sucediera.
Mi destino fue la casa de un viejo conde amigo de mi madre, uno que practicaba la hechicería desde antaño y siempre tuvo a mi familia en gran consideración. Posiblemente podría hacer algún tipo de hechizo localizador que me ayudara a encontrarlo antes de que su vida, si es que aun la poseía pendiera de la soga de alguna plaza dispuesta para su ejecución.
Había tomado prestado de la cámara de Haytham, una que seguía exacta a como la dejó y que me indicaba que para Valeria, seguía presente en su mente y su corazón, un trozo de tela de un de sus viejas camisas, intuía que eso seria mas que suficiente para una familia que poseía magia desde el sin fin de sus generaciones, para dar con el sin demasiado error.
La suerte estaba echada, quizás encontrándolo a él, acabara perdiéndome yo, mas nunca fui un cobarde y esta vez, no iba a ser distinto.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Fuego, odio y viento (Haytham Cross]
"Ruinas,
no ves que por dentro estoy en ruinas,
mi cigarro va quemando el tiempo,
tiempo que se convirtió en cenizas..."
no ves que por dentro estoy en ruinas,
mi cigarro va quemando el tiempo,
tiempo que se convirtió en cenizas..."
Sombras creadas de luces, así sentía su mente en cuanto sus primeros pasos pisaron la tierra que en un pasado fue suya. El aroma del mar, las edificaciones de un pasado que aún se conservaban. Realmente era como si aquel pedacito que en su cabeza residía dotándole de toda identidad no hubiese sido nunca borrado, ya que se desenvolvió pronto y con resolución por las distintas calles recordando caras, conversaciones y acontecimientos y sus pasos le había llevado al lugar donde todo aconteció.
Su hogar ya no era suyo, pero había buscado las referencias suficientes para encontrarse con alguien de su pasado y que ella le contase lo que había sucedido.
Ione, había servido de toda la vida a la familia de su esposa, nunca se había separado de ella incluso cuando Haytham la había traído desde las islas griegas para desposarla en una tierra extranjera. Les había costado al principio adaptarse, en aquellos tiempos imperaban idiomas muy distintos al suyo propio o al autóctono. Aún quedaba tropas francesas del tiempo de sus abuelos, y la isla vivía tiempos de cambio, en su mano a mano por ser parte de una potencia u otra.
No le había costado encontrarla, y con la sorpresa de haberse reencontrado con el fantasma de un hombre que daba por muerto, vino su verdad y relato. Una verdad que al principio había sido insoportable, que había temido desde el principio, pero para su sorpresa y al enfrentarse a la verdad tangible todo fue calma y paz, era como haber finiquitado con una agonía.
Su mujer había muerto llevándose consigo un secreto entre Ione y ella; su suicidio y había supuesto un antes y después para el hogar de Haytham, el cual había tenido nombres muy distintos al que ahora usaba. Había supuesto una campaña destinada a la venganza, y acabar con su propio ser.
Un noble francés se había encaprichado con ella, y en los viajes y ausencias que Haytham había realizado, éste se había aprovechado para rondarla, vejarla en demasiados sentidos… No lo había soportado y entonces lo hizo, y él se había enterado de todo aquello demasiado tarde. Palabras ocultas y sacrificio de su propia esposa, sabía que si él se enteraba de todo aquello no habría ni cielo ni tierra que lo detuviese, y la familia “De la Tousche”, era de las más poderosas francesas, ni la justicia ni su propia mano les salvaría de aquello. El problema vino su suicidio fue el detonante, y Haytham busco la propia muerte arrancándosela a aquel miserable.
Ahí empezó la historia sobre su ejecución, el accidente y la salvación de los Cavey, aquel fue el punto borrado.
Pero su llegada no supuso solo conocer su historia, si no conocer el verdadero secreto que Ione y su esposa tenían, y aún continuaban a pesar del tiempo guardando.
Llevaba meses viviendo junto a Ione y su joven hija, tenía que reorganizar su mente y tomar decisiones, aun sentía que su campaña contra aquellos que agravaron su hogar no había finalizado con el asesinato de aquel noble francés. Había otros implicados, así que no había terminado todo y luego estaba el otro tema… Si, debía de escribir una carta a Valeria, era la única persona en la que más confiaba, no se le ocurría otra, a pesar de todo, él le confiaría su vida.
Aquella tarde junto al mar no prometía desviarse de su monotonía, en el porche Haytham estaba tumbado en uno de los bancos, quedándose dormido mecido por la voz de la joven hija de Ione que le leía en voz alta, aquella muchacha tendría unos 15 años de edad, y a pesar de su aspecto aun infantil se estaba convirtiendo en una mujer de gran belleza. Cuando los ojos de Haytham se posaban de vez en cuando en ella para corregirle algo de su texto en francés, había un pequeño brillo de fascinación y demasiada atención por la bonita muchacha.
Haytham Cross- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/06/2016
Localización : París
Re: Fuego, odio y viento (Haytham Cross]
La familia Uldrich no tuvo problema alguno ,tal y como imagine en darme la ubicación exacta del paradero de ese hombre al que odiaba profundamente.
Bien sabia que mi estancia allí, no era por un viaje de placer, pues para mi, no existía gusto alguno en encontrarme de frente con aquel malnacido que había forzado a la mujer que yo amaba profundamente.
¿Que hacia allí? Me lo pregunté varias veces desesperado mientras escuchaba los cascos del caballo sobre la mullida arena de la isla.
Dar respuestas a Valeria, ella me pidió, que la ayudara a descubrir si su mano derecha seguía o no con vida.
Rumores que la torturaban y su dolor, se había trasformado para mi en una profunda herida.
Era consciente que con ella ese tema es un tabú, varias veces había tratado de explicarle, si es que un hombre como yo sabia hacerlo, que su obsesión por Haytham me perturbaba en exceso. Entendía el afecto que podía sentir por un hombre con quien se había criado, ¿acaso no sentía yo este mismo por mi maestro?
Mas, no era capaz de entender ciertos aspectos...pues según el mismo Haytjam me confesó su relación nunca había sido solo..afectuosa en el ámbito familiar, si no mas bien en uno carnal.
Ensimismado en mis propia tortura alcancé una casa cercana a la playa, rebosaba paz y tranquilidad, buen lugar para unas vacaciones mientras mi dama se preocupaba por él.
Dejé escapar el aire molesto desmontando como un demonio del espectro.
Admito ,que solo me detuvo una cosa de empercharlo contra la pared, una joven de unos 16 años, que leía placida junto a el, con un buen nivel de francés.
Mis ojos centellearon ante los sorprendidos ojos de la roca, que me miraba sin entender.
Sonrisa de medio lado en mis labios acercándome al porche con paso lento, meditando bien mis actos, pues aunque tenia ganas de soltar mi lengua, creo que por esta vez y delante de la dama prefería mordérmela.
-Buenas tardes -siseé entre dientes.
No había ido allí para entablar conversación alguna con ese hombre, mi trabajo estaba echo, estaba vivo ¿acaso no era eso cuanto Valeria necesitaba saber.
Mi mirada se hundió desafiante en la de aquel hombre al que me enfrente hace ya algunos meses.
Sabia que desconocía mucho de su historia, una que intento hacerme comprender aquel día que nos enfrascamos a puñetazos en el salón de los Cavey.
¿acaso no todos teníamos una historia, un pasado que nos había forjado?
Sajé una rosa roja, antes de subir las escaleras, agachando la cabeza ligeramente frente a la doncella, a la que con respeto se la entregue.
Una sonrisa se dibujo en ella, mientras la tomaba entre sus frágiles manos concediéndome un saludo elegante, impropio de la condición de una muchacha que vive en una casa en la playa y no en una mansión.
-Mi nombre es Höor señorita, la rosa, no iguala su belleza, mas espero disculpe que no haya traído conmigo regalo alguno para vos.
Soy un conocido del caballero para el que lee, le importa tome asiento y haga un alto en el camino, para escucharla unos segundos.
Mi mirada altiva buscó la del viejo, supongo que no era consciente de lo que hacia en ese lugar, así que esperaría el momento preciso para entablar una conversación entre dos hombres que tenían mucho que decirse o quizás mas bien, nada de lo que hablar.
Bien sabia que mi estancia allí, no era por un viaje de placer, pues para mi, no existía gusto alguno en encontrarme de frente con aquel malnacido que había forzado a la mujer que yo amaba profundamente.
¿Que hacia allí? Me lo pregunté varias veces desesperado mientras escuchaba los cascos del caballo sobre la mullida arena de la isla.
Dar respuestas a Valeria, ella me pidió, que la ayudara a descubrir si su mano derecha seguía o no con vida.
Rumores que la torturaban y su dolor, se había trasformado para mi en una profunda herida.
Era consciente que con ella ese tema es un tabú, varias veces había tratado de explicarle, si es que un hombre como yo sabia hacerlo, que su obsesión por Haytham me perturbaba en exceso. Entendía el afecto que podía sentir por un hombre con quien se había criado, ¿acaso no sentía yo este mismo por mi maestro?
Mas, no era capaz de entender ciertos aspectos...pues según el mismo Haytjam me confesó su relación nunca había sido solo..afectuosa en el ámbito familiar, si no mas bien en uno carnal.
Ensimismado en mis propia tortura alcancé una casa cercana a la playa, rebosaba paz y tranquilidad, buen lugar para unas vacaciones mientras mi dama se preocupaba por él.
Dejé escapar el aire molesto desmontando como un demonio del espectro.
Admito ,que solo me detuvo una cosa de empercharlo contra la pared, una joven de unos 16 años, que leía placida junto a el, con un buen nivel de francés.
Mis ojos centellearon ante los sorprendidos ojos de la roca, que me miraba sin entender.
Sonrisa de medio lado en mis labios acercándome al porche con paso lento, meditando bien mis actos, pues aunque tenia ganas de soltar mi lengua, creo que por esta vez y delante de la dama prefería mordérmela.
-Buenas tardes -siseé entre dientes.
No había ido allí para entablar conversación alguna con ese hombre, mi trabajo estaba echo, estaba vivo ¿acaso no era eso cuanto Valeria necesitaba saber.
Mi mirada se hundió desafiante en la de aquel hombre al que me enfrente hace ya algunos meses.
Sabia que desconocía mucho de su historia, una que intento hacerme comprender aquel día que nos enfrascamos a puñetazos en el salón de los Cavey.
¿acaso no todos teníamos una historia, un pasado que nos había forjado?
Sajé una rosa roja, antes de subir las escaleras, agachando la cabeza ligeramente frente a la doncella, a la que con respeto se la entregue.
Una sonrisa se dibujo en ella, mientras la tomaba entre sus frágiles manos concediéndome un saludo elegante, impropio de la condición de una muchacha que vive en una casa en la playa y no en una mansión.
-Mi nombre es Höor señorita, la rosa, no iguala su belleza, mas espero disculpe que no haya traído conmigo regalo alguno para vos.
Soy un conocido del caballero para el que lee, le importa tome asiento y haga un alto en el camino, para escucharla unos segundos.
Mi mirada altiva buscó la del viejo, supongo que no era consciente de lo que hacia en ese lugar, así que esperaría el momento preciso para entablar una conversación entre dos hombres que tenían mucho que decirse o quizás mas bien, nada de lo que hablar.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Fuego, odio y viento (Haytham Cross]
Una voz que pronto reconoció, le saco de su tedió y relajación, mientras su única atención era escuchar a la joven leer y Una voz que pronto reconoció, le saco de su tedió y relajación, mientras su única atención era escuchar a la joven leer y quedarse medio dormido. De un salto casi se incorporó quedándose sentado.
Mirada extraña para Höor, ¿qué cojones hacía ahí y cómo lo había encontrado? ¿Le habría pasado algo a Valeria?
La muchacha se había detenido en su lectura, y miraba preocupada a Haytham, a su lado solo pudo colocar su mano sobre el libro abierto y esperar.
Ella le sonrió nerviosa ante aquel gesto cortes por parte del noruego, y Haytham en su continuo solo pudo apretar los dientes tensó y lanzarla una mala mirada para éste. Lo que le faltaba. Ella alargó su mano para tomar la rosa que aquel joven le concebía junto con sus palabras, ella había sido enseñada a tener buenos modales y los regalos no eran motivo de rechazó.
Pero justo cuando esta la tomó, la grandota mano de Haytham tomó su muñeca con delicadeza, y le lanzó una mirada severa.
-Irene, entra dentro de la casa y no salgas, dile a tu madre que todo está bien. El caballero y yo tenemos que hablar, supongo. -Su voz sonó ruda, y su semblante antes relajada había al malhumor.
Al parecer Höor era persona non grata en aquel lugar.
La muchacha obediente cerro el libro y apresurada entre en la casa cerrando la puerta. Un leve cuchicheo en otro idioma, y la madre cerro incluso las ventanas que daban al porche para no molestarlos.
- ¿Le ha pasado algo a Valeria? -Directo al grano como siempre, ni le ofreció asiento, ni se movió del suyo. -Si no es eso, ¿qué haces aquí cachorro? ¿Te plantó en el altar? -Bromeó, aunque estaba seguro que no era así.
quedarse medio dormido. De un salto casi se incorporó quedándose sentado.
Mirada extraña para Höor, ¿qué cojones hacía ahí y cómo lo había encontrado? ¿Le habría pasado algo a Valeria?
La muchacha se había detenido en su lectura, y miraba preocupada a Haytham, a su lado solo pudo colocar su mano sobre el libro abierto y esperar.
Ella le sonrió nerviosa ante aquel gesto cortes por parte del noruego, y Haytham en su continuo solo pudo apretar los dientes tensó y lanzarla una mala mirada para éste. Lo que le faltaba. Ella alargó su mano para tomar la rosa que aquel joven le concebía junto con sus palabras, ella había sido enseñada a tener buenos modales y los regalos no eran motivo de rechazó.
Pero justo cuando esta la tomó, la grandota mano de Haytham tomó su muñeca con delicadeza, y le lanzó una mirada severa.
-Irene, entra dentro de la casa y no salgas, dile a tu madre que todo está bien. El caballero y yo tenemos que hablar, supongo. -Su voz sonó ruda, y su semblante antes relajada había al malhumor.
Al parecer Höor era persona non grata en aquel lugar.
La muchacha obediente cerro el libro y apresurada entre en la casa cerrando la puerta. Un leve cuchicheo en otro idioma, y la madre cerro incluso las ventanas que daban al porche para no molestarlos.
- ¿Le ha pasado algo a Valeria? -Directo al grano como siempre, ni le ofreció asiento, ni se movió del suyo. -Si no es eso, ¿qué haces aquí cachorro? ¿Te plantó en el altar? -Bromeó, aunque estaba seguro que no era así.
Mirada extraña para Höor, ¿qué cojones hacía ahí y cómo lo había encontrado? ¿Le habría pasado algo a Valeria?
La muchacha se había detenido en su lectura, y miraba preocupada a Haytham, a su lado solo pudo colocar su mano sobre el libro abierto y esperar.
Ella le sonrió nerviosa ante aquel gesto cortes por parte del noruego, y Haytham en su continuo solo pudo apretar los dientes tensó y lanzarla una mala mirada para éste. Lo que le faltaba. Ella alargó su mano para tomar la rosa que aquel joven le concebía junto con sus palabras, ella había sido enseñada a tener buenos modales y los regalos no eran motivo de rechazó.
Pero justo cuando esta la tomó, la grandota mano de Haytham tomó su muñeca con delicadeza, y le lanzó una mirada severa.
-Irene, entra dentro de la casa y no salgas, dile a tu madre que todo está bien. El caballero y yo tenemos que hablar, supongo. -Su voz sonó ruda, y su semblante antes relajada había al malhumor.
Al parecer Höor era persona non grata en aquel lugar.
La muchacha obediente cerro el libro y apresurada entre en la casa cerrando la puerta. Un leve cuchicheo en otro idioma, y la madre cerro incluso las ventanas que daban al porche para no molestarlos.
- ¿Le ha pasado algo a Valeria? -Directo al grano como siempre, ni le ofreció asiento, ni se movió del suyo. -Si no es eso, ¿qué haces aquí cachorro? ¿Te plantó en el altar? -Bromeó, aunque estaba seguro que no era así.
quedarse medio dormido. De un salto casi se incorporó quedándose sentado.
Mirada extraña para Höor, ¿qué cojones hacía ahí y cómo lo había encontrado? ¿Le habría pasado algo a Valeria?
La muchacha se había detenido en su lectura, y miraba preocupada a Haytham, a su lado solo pudo colocar su mano sobre el libro abierto y esperar.
Ella le sonrió nerviosa ante aquel gesto cortes por parte del noruego, y Haytham en su continuo solo pudo apretar los dientes tensó y lanzarla una mala mirada para éste. Lo que le faltaba. Ella alargó su mano para tomar la rosa que aquel joven le concebía junto con sus palabras, ella había sido enseñada a tener buenos modales y los regalos no eran motivo de rechazó.
Pero justo cuando esta la tomó, la grandota mano de Haytham tomó su muñeca con delicadeza, y le lanzó una mirada severa.
-Irene, entra dentro de la casa y no salgas, dile a tu madre que todo está bien. El caballero y yo tenemos que hablar, supongo. -Su voz sonó ruda, y su semblante antes relajada había al malhumor.
Al parecer Höor era persona non grata en aquel lugar.
La muchacha obediente cerro el libro y apresurada entre en la casa cerrando la puerta. Un leve cuchicheo en otro idioma, y la madre cerro incluso las ventanas que daban al porche para no molestarlos.
- ¿Le ha pasado algo a Valeria? -Directo al grano como siempre, ni le ofreció asiento, ni se movió del suyo. -Si no es eso, ¿qué haces aquí cachorro? ¿Te plantó en el altar? -Bromeó, aunque estaba seguro que no era así.
Haytham Cross- Humano Clase Alta
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Localización : París
Re: Fuego, odio y viento (Haytham Cross]
La rudeza de la roca no se hizo de esperar, la joven parecía asustada, como un cervatillo hundió su mirada en la mía mientras cerraba obediente el libro para seguir las ordenes de aquella bestia que me miraba con el mismo odio que en mi despertaba.
Tensé el gesto, mas fingí que todo iba bien, con un leve movimiento de cabeza me despedí de la muchacha que sin duda no merecía correr asustada por algo que no iba a suceder.
De quererlo muerto Haytham ahora mismo estaría criando malvas en el cementerio, y no lo decia por los numerables conocidos de los que disponía para encomendarles tal misión, si no porque yo solo me sobraba y bastaba para hundir mi acero en su estomago, sacarle las tripas y sajar de cuajo su cabeza hasta separarla de sus hombros.
No dudaba que la gesta seria larga, admitía que posiblemente incluso divertida, tanto, que la disfrutaría saciando mis ganas de acabar con un hombre,si es que ese apelativo podía ser usado en él, al que odiaba profundamente y mas desde que forzó a la mujer que yo amaba.
Tenia suerte ese tipo de que Valeria siempre me hubiera dejado claro que no deseaba que ningún mal le sobreviniera.
Pero no me había llevado allí el odio, por el contrario lo había hecho el amor.
Valeria quería saber si su mano derecha, su familia como ella lo llamaba, estaba bien, y allí estaba todo de una pieza, escuchando como una doncella le leía en una playa de ensueño.
Mi trabajo había terminado, los rumores de su muerte, no eran ciertos, estaba vivo y coleando, así que, me limité a mostrarle la mas sarcástica de las sonrisas en un profundo silencio que dijo mas que mil palabras.
Desprecio eso sentía por un hombre que juzgaba a todos con el mismo brasero, no me extrañaba que hubiera pedido a la muchacha que corriera a cerrar puertas y ventanas, el era capaz de tomar a la fuerza, llenar de moratones el inmaculado cuerpo de la que pronto seria mi mujer, pero yo, yo no era él.
Dejé escapar una carcajada dándole la espalda, ¿acaso creía que si a Valeria le hubiera pasado algo hubiera acudido a Haytham para salvarla?
No, para cuidar de ella estaba yo, su futuro marido y mas le valía asumirlo cuanto antes y engullirse sus sentimientos, si es que los tenia, porque no pensaba ser tan tolerante la próxima vez que descubriera que ansiaba tocar lo que era mio.
El no me conocía, pero debería empezar a asumir, que mancharme las manos de sangre no era un problema para mi.
Le miré por encima del hombro cuando bromeó sobre si me había plantado en el altar, de nuevo una sonrisa de medio lado se dibujo en mi cara, una de completa seguridad.
-Deberías preocuparte de tus asuntos -dije mirando de refilon hacia el interior de la casa -adiós Haytham Cross
Tensé el gesto, mas fingí que todo iba bien, con un leve movimiento de cabeza me despedí de la muchacha que sin duda no merecía correr asustada por algo que no iba a suceder.
De quererlo muerto Haytham ahora mismo estaría criando malvas en el cementerio, y no lo decia por los numerables conocidos de los que disponía para encomendarles tal misión, si no porque yo solo me sobraba y bastaba para hundir mi acero en su estomago, sacarle las tripas y sajar de cuajo su cabeza hasta separarla de sus hombros.
No dudaba que la gesta seria larga, admitía que posiblemente incluso divertida, tanto, que la disfrutaría saciando mis ganas de acabar con un hombre,si es que ese apelativo podía ser usado en él, al que odiaba profundamente y mas desde que forzó a la mujer que yo amaba.
Tenia suerte ese tipo de que Valeria siempre me hubiera dejado claro que no deseaba que ningún mal le sobreviniera.
Pero no me había llevado allí el odio, por el contrario lo había hecho el amor.
Valeria quería saber si su mano derecha, su familia como ella lo llamaba, estaba bien, y allí estaba todo de una pieza, escuchando como una doncella le leía en una playa de ensueño.
Mi trabajo había terminado, los rumores de su muerte, no eran ciertos, estaba vivo y coleando, así que, me limité a mostrarle la mas sarcástica de las sonrisas en un profundo silencio que dijo mas que mil palabras.
Desprecio eso sentía por un hombre que juzgaba a todos con el mismo brasero, no me extrañaba que hubiera pedido a la muchacha que corriera a cerrar puertas y ventanas, el era capaz de tomar a la fuerza, llenar de moratones el inmaculado cuerpo de la que pronto seria mi mujer, pero yo, yo no era él.
Dejé escapar una carcajada dándole la espalda, ¿acaso creía que si a Valeria le hubiera pasado algo hubiera acudido a Haytham para salvarla?
No, para cuidar de ella estaba yo, su futuro marido y mas le valía asumirlo cuanto antes y engullirse sus sentimientos, si es que los tenia, porque no pensaba ser tan tolerante la próxima vez que descubriera que ansiaba tocar lo que era mio.
El no me conocía, pero debería empezar a asumir, que mancharme las manos de sangre no era un problema para mi.
Le miré por encima del hombro cuando bromeó sobre si me había plantado en el altar, de nuevo una sonrisa de medio lado se dibujo en mi cara, una de completa seguridad.
-Deberías preocuparte de tus asuntos -dije mirando de refilon hacia el interior de la casa -adiós Haytham Cross
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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