sweet devil - Priv.

por **Zaya** Mar Dic 27, 2016 8:44 pm

El elegante perfume en su piel, los ojos de los curiosos cenando aquella noche y su elegante y ligero vestido le daban la emoción que necesitaba; sus dedos acariciaron de forma suave y seductora sus caderas y su cabello caia en cascada por sus hombros, uno dos tres y poso su penetrante mirada en los presentes abriendo sus labios y dejando que una deliciosa voz se colara en los oídos de los presentes, reclamando su atención acompañada por un piano en el improvisado escenario.

Esa noche no había cantado en el cabaret y ahora estaba ahí, en una cena elegante siendo el entretenimiento bajo una MUY buena paga. Dejaba que su voz guiara a la audiencia por un viaje de melancolía y dolor, un viaje que si bien ella no sentía en ese momento, sí que sabía representarlo en su hermoso canto, haciendo que incluso las elegantes velas vibraran con su voz y dejasen que caminos de cera derretida cayesen como lagrimas; sus manos se movían como las de una hermosa flor, delicada, elegante y fina, sus facciones presentaban la soledad y sus ojos tenían un calor único e hipnotizaste, le gustaba ese juego, posar la mirada en algún incauto que se atreviese a sostenérsela y esa noche era un chico de pose altanera y cara de pillo, con la tez un poco pálida y algo elegante encima. Se dedicó a devorar su mirada con una seductora y acorde a lo que cantaba, bajando del pequeño escenario y caminando entre las mesas, rozando algunas apenas con la yema de sus dedos, siguiendo su camino hasta estar en la mesa del chico, rodeando su silla apenas tocando los hombros ajenos y después, terminando la canción, tomar una elegante rosa que servía decorada en la mesa a sus labios, dejando un beso en sus pétalos y depositándola frente al chico.

Sin más dio media vuelta de regreso al escenario e hizo una ligera ovación a su público quien rompió en leves aplausos. Una sonrisa hermosa se mostró en el rostro de la castaña, riendo agradecida por los aplausos y lanzando algunos besos en el aire, gustosa de la atención y de llenar las expectativas del público que tenía aquella noche para regalarle un juguetón guiño al chico antes de excusarse y salir del lugar hacia unas mesas en el exterior del restaurante. Ahí encantada dejo que algunos clientes intercambiaran palabras con ella mientras intentaba conseguir algo de beber y dedicaba sonrisas a todo aquel que decía algo lindo sobre su forma de cantar, hasta el momento de darse la vuelta y notar a alguien frente a ella, demasiado cerca.

-Uy lo siento- rie un poco –mucha gente poco espacio- bromeo un poco.

por **Patrick M. Tolvaj** Jue Ene 26, 2017 11:06 pm

—Por ahora es todo lo que necesito quizás mañana podamos…—

Las palabras quedaron suspendidas cuando de la nada un joven interrumpe la mansión Tolvaj en busca del dueño del negocio de restaurantes de la ciudad de París, más cuando se encuentra con él dueño su rostro no muestra agrado al ver que se trata de un “niño”, aun así este prefiere evitar un conflicto innecesario con un extraño dirigiéndose de inmediato a su negocio, no hay nada que importe más al joven Tolvaj que ocuparse de su negocio, al menos hasta que la fastidiosa de su hermana se levante del sueño profundo.

El carruaje llegó lo más pronto que se podía esperar, el joven iba acompañado del hombre que fue en su búsqueda, pero este tenía cara de no creer que el “chiquillo” fuera el dueño. Sin más se adentró al restaurante para encontrase con dos chefs discutiendo sobre los menús de la noche así como una dificultad en la entrega de algunos alimentos y más que nada el que la carne de la noche estaría estropeada. Eran problemas menores pero no tanto como el que se provenía de la gerencia al no contar con el entretenimiento para ese día, no tenían nada y por ello bajo la orden del joven Tolvaj, no quedó de otra que cerrar el negocio hasta la noche hasta que todo estuviera resuelto.

Los minutos pasan y el eco del reloj que suena cada segundo transcurrido es todo lo que se puede apreciar y aun así, aun así el dueño del lugar aparece con listas en la mano entregándole a cada uno de los empleados, los chefs al ver lo que les ha tocado explotan enojados por la dificultad de los platos que les son pedidos. Con una sonrisa el dueño aparece alzando los hombros mientras el gerente se acerca con su documento a interrogar al muchacho con algo de nerviosismo pero antes de que se interrogado el joven con una sonrisa maliciosa contesta al sujeto enviándole a realizar el pedido.

A la espera de todo decide regresar a su mansión pero sabe que a esa hora su hermana estará a punto de despertar y no lo dejaría salir hasta tenerlo para ella, estaba cansado de lidiar con ella así que tendría que encontrar una solución a ello pronto o de lo contrario terminaría perdiendo la cabeza y cometiendo una locura que no le sería grato a él. La noche llegó y con ello la apertura del restaurante que atendió a los comensales quienes se sentían curiosos por no haber encontrado a tal delicia de lugar abierto en las horas de la mañana pero al ver la elegancia del decorado, la iluminación y el menú comprendieron que se trataba de una agasajo para los clientes.

A medida que se iba llenando era hora del entretenimiento, el joven se mantuvo en una mesa sentado junto a un caballero de edad avanzaba que hablaba con él de negocios en el momento que la música sonó los negocios se acabaron y con ello la atención a la joven cantante. De buen grado la aceptó el joven que la observaba completamente entretenido en los ligeros movimientos de la mujer hasta incluso sonreír y soltar una que otra risilla cuando lo miraba a él y más cuando le dejó la rosa con ese beso indirecto. Pero el trabajo tenía que hacerse y no tuvo más que regresar a él por unos minutos dándole el espacio a la mujer.

En el momento justo se levantó de su asiento caminando directo a ella provocando un encuentro al que él simplemente sonrió por el tono de voz suave que emite la joven con sus “disculpas”, fue entonces que con una sonrisa tan jovial de su edad se acercó a la mujer tomando su codo acariciándolo hasta subir al brazo y así acercarse a su oído —Dime el valor de esta noche, cuanto cobras por noche— con doble sentido que cargaba sus palabras al separarse de la mujer viéndole a los ojos relamiéndose los labios y con esa risilla traviesa en su rostro.

Aunque realmente estaba preguntando el valor que tendría que devengar por el canto, aunque con su acento extraño y falso trataba de crear un ambiente más divertido para él, una mal sana diversión.

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