AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Cuando no lo esperas | Maggie Craig
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Cuando no lo esperas | Maggie Craig
La llegada a Paris había sido de lo más tranquila para los no-hermanos Lachance. El viaje de barco había dejado algo tocados del estomago a ambos y el pescado crudo que les habían ofrecido para comer, no había sido lo mejor para estabilizarlo. Por eso y por decisión propia Sei había optado por acercarse al mercado y mangar algún que otro sustento.
Lyre se había quedado en casa, o eso es lo que le había dicho a su no-hermano. Sei nunca se fiaba de sus palabras, pues ni él mismo cumplía las suyas y se parecían mucho. La casa que había adquirido no era de nadie que conociesen, simplemente se habían asentado en ella, y viendo los centímetros de polvo debía de llevar abandonada bastante tiempo, la cuidarían bien, lo suficiente para que pudiesen llamarla hogar y con el tiempo se convirtiese en su casa legalmente.
Sus pasos eran firmes pese a no conocer las calles que transitaba. No tenía miedo alguno, pues no temía morir. En su cintura llevaba un pequeño revolver, que si se descuidaba con algún gesto brusco, se dejaba entrever.
Al pasar por una calle estrecha y llegar a una especie de avenida, alzó la vista hacía la fachada de los edificios. Sin duda prefería vivir en la casa abandonada que en aquellos pisos ruidosos y seguramente pequeños. Además cada uno de esos pisos tenía debajo barberías, panaderías y hasta un... ¿Bufete de abogados Lachance?.
Su corazón se paró en seco, dejandole pálido, con los labios morados. No podía creerse que allí hubiese Lachances, y que fuesen tan ricos como para tener un bufete. Sin duda, quizás allí se encontraba el famoso padre de Lyre, tenía que contárselo, no podía aguantar la noticia.
Se giró sobre sus pies y trató de echar a correr golpeándose contra algo o alguien, rompiéndose el labio.
Lyre se había quedado en casa, o eso es lo que le había dicho a su no-hermano. Sei nunca se fiaba de sus palabras, pues ni él mismo cumplía las suyas y se parecían mucho. La casa que había adquirido no era de nadie que conociesen, simplemente se habían asentado en ella, y viendo los centímetros de polvo debía de llevar abandonada bastante tiempo, la cuidarían bien, lo suficiente para que pudiesen llamarla hogar y con el tiempo se convirtiese en su casa legalmente.
Sus pasos eran firmes pese a no conocer las calles que transitaba. No tenía miedo alguno, pues no temía morir. En su cintura llevaba un pequeño revolver, que si se descuidaba con algún gesto brusco, se dejaba entrever.
Al pasar por una calle estrecha y llegar a una especie de avenida, alzó la vista hacía la fachada de los edificios. Sin duda prefería vivir en la casa abandonada que en aquellos pisos ruidosos y seguramente pequeños. Además cada uno de esos pisos tenía debajo barberías, panaderías y hasta un... ¿Bufete de abogados Lachance?.
Su corazón se paró en seco, dejandole pálido, con los labios morados. No podía creerse que allí hubiese Lachances, y que fuesen tan ricos como para tener un bufete. Sin duda, quizás allí se encontraba el famoso padre de Lyre, tenía que contárselo, no podía aguantar la noticia.
Se giró sobre sus pies y trató de echar a correr golpeándose contra algo o alguien, rompiéndose el labio.
Sei Lachance- Cazador Clase Baja
- Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 25/12/2016
Re: Cuando no lo esperas | Maggie Craig
Llevaba demasiadas noches deambulando por diversos rincones de París en las que mi prioridad había sido buscar a ese dichoso inmortal con quien tras su muerte daría concluida mi venganza en la capital francesa. Noches en las que no había hecho otra cosa que meterme en problemas de los que había salido viva de milagro.
Cierto que algunos vampiros y lobos habían caído bajo mi espada, pero mi trabajo me había costado y muestra de ello eran las cicatrices y algunas heridas todavía abiertas con las que recordaría que en el próximo encuentro podría no tener tanta suerte.
Aquella mañana tomé un rumbo distinto al acostumbrado. La mayoría de mi ropa estaba hecha jirones de tanto zarpazo lupino y agarre de vampiros. Con el próximo que me topase juraba que le regalaría una lima para las uñas. Pero para poder salir de caza de nuevo y no parecer una pordiosera tenía que comprarme ropa nueva. Lo último que necesitaba es que esos desgraciados sobrenaturales se tomasen mi aspecto como una falta de profesionalidad por mi parte.
Tras varias tiendas de moda femenina que visité sin ninguna suerte, pues en cuanto me veían entrar preguntando por atuendo para mí me miraban por encima del hombro, decidí buscar un comercio donde conseguir ropa de caza. Como detestaba a aquellas mujeres que se creían mejor que yo por ir oprimidas por ridículas faldas y encorsetadas de tal forma que sus pechos dejaban poco a la imaginación. Debería presentarles a algún licántropo, a ver si vestidas así podían salir corriendo de sus garras.
Murmurando para mí, continué caminando entre callejuelas en busca de la dirección que me habían proporcionado en la última tienda donde entré, y donde según ellas encontraría lo que necesitaba, aunque repitiendo sus palabras "quizás fuese todo un poco masculino". Andaba distraída comprobando la dirección de nuevo, cuando un joven con un poco de prisa chocó contra mí.
-Debería mirar por donde anda.- protesté al sentir el golpe contra mi dolorido cuerpo. Apreté la mandíbula para enfrentarme a los improperios que de seguro saldrían de su boca a continuación, pero entonces fue, cuando al dirigir mi mirada hasta ésta me di cuenta de que le estaba sangrando el labio.- Mil perdones, ¿está usted bien? Iba distraída y no le vi correr hacia mi.
Observé al joven que tenía ante mis ojos, alguien más o menos de mi edad, y que por su palidez parecía haber visto a un fantasma. Miré por encima de su hombro para ver si lo perseguía alguien, pero la calle estaba más que desierta en esos momentos. -¿Está huyendo de algo?- no pude evitar preguntar. Mi curiosidad terminaría por causarme algún disgusto, pero es que era superior a mí mantener la boca cerrada.
Cierto que algunos vampiros y lobos habían caído bajo mi espada, pero mi trabajo me había costado y muestra de ello eran las cicatrices y algunas heridas todavía abiertas con las que recordaría que en el próximo encuentro podría no tener tanta suerte.
Aquella mañana tomé un rumbo distinto al acostumbrado. La mayoría de mi ropa estaba hecha jirones de tanto zarpazo lupino y agarre de vampiros. Con el próximo que me topase juraba que le regalaría una lima para las uñas. Pero para poder salir de caza de nuevo y no parecer una pordiosera tenía que comprarme ropa nueva. Lo último que necesitaba es que esos desgraciados sobrenaturales se tomasen mi aspecto como una falta de profesionalidad por mi parte.
Tras varias tiendas de moda femenina que visité sin ninguna suerte, pues en cuanto me veían entrar preguntando por atuendo para mí me miraban por encima del hombro, decidí buscar un comercio donde conseguir ropa de caza. Como detestaba a aquellas mujeres que se creían mejor que yo por ir oprimidas por ridículas faldas y encorsetadas de tal forma que sus pechos dejaban poco a la imaginación. Debería presentarles a algún licántropo, a ver si vestidas así podían salir corriendo de sus garras.
Murmurando para mí, continué caminando entre callejuelas en busca de la dirección que me habían proporcionado en la última tienda donde entré, y donde según ellas encontraría lo que necesitaba, aunque repitiendo sus palabras "quizás fuese todo un poco masculino". Andaba distraída comprobando la dirección de nuevo, cuando un joven con un poco de prisa chocó contra mí.
-Debería mirar por donde anda.- protesté al sentir el golpe contra mi dolorido cuerpo. Apreté la mandíbula para enfrentarme a los improperios que de seguro saldrían de su boca a continuación, pero entonces fue, cuando al dirigir mi mirada hasta ésta me di cuenta de que le estaba sangrando el labio.- Mil perdones, ¿está usted bien? Iba distraída y no le vi correr hacia mi.
Observé al joven que tenía ante mis ojos, alguien más o menos de mi edad, y que por su palidez parecía haber visto a un fantasma. Miré por encima de su hombro para ver si lo perseguía alguien, pero la calle estaba más que desierta en esos momentos. -¿Está huyendo de algo?- no pude evitar preguntar. Mi curiosidad terminaría por causarme algún disgusto, pero es que era superior a mí mantener la boca cerrada.
Maggie Craig- Cazador Clase Media
- Mensajes : 357
Fecha de inscripción : 13/11/2016
Re: Cuando no lo esperas | Maggie Craig
Llevó su mano a su rosto, sintiendo la sangre palpitar con fuerza en su labio. Deslizó la lengua notando como se había roto, y limpió su mano sucia en su pantalón - Estoy bien - susurró para si mismo, volviendo a deslizar la lengua por la herida. Alzó la vista hacía el edificio buscando de nuevo lo que le había hecho darle un vuelvo al corazón, y efectivamente, ahí seguían las letras con el famoso apellido. Negó con la cabeza dirigiéndose al fin a su muro. Una joven delgada, morena y joven estaba parada frente a él, alucinando con la situación. Sei negó con la cabeza también sin cortarse un pelo - ¿Qué? - le preguntó alzando una ceja - No huyo, yo nunca huyo - le aclaró - Estaba buscando a alguien, pero no me surge prisa - musitó esbozando una sonrisa, ignorando el dolor de su labio al estirarse. Dio un paso acordando la distancia y alargó su mano derecha hasta la cintura de ella, haciendo un gesto rápido y arrebatandole una preciosa daga. Se apartó de ella y se preparó para evitarla si se disponía a tratar de quitársela de sus manos - Bonita daga - la giró sobre sus manos y deslizó sus dedos por el filo - ¿Iba a, matar a alguien? cazar algo?o simplemente le gusta tentar a la suerte? - preguntó curioso, conociéndosela de vuelta, agarrándola por el filo con cuidado para que ella la empuñase sin problema. Sei no era hablador, ni sociable, pero le había llamado la atención el golpearse con alguien que iba armado de una forma tan poco frecuente. Además de manera escondida, no sabía si lo que tenía frente a ella era una de esas famosas cazadoras parisinas. La curiosidad podía matar al gato, pero para eso se le otorgaban 7 vidas.
Sei Lachance- Cazador Clase Baja
- Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 25/12/2016
Re: Cuando no lo esperas | Maggie Craig
Tras pasar la lengua por la herida que se había hecho en el labio con la intención de limpiarla, giró la cabeza hacia atrás en la dirección desde donde provenía, buscando al parecer la razón por la que se había alejado con tantas prisas y como final había ocasionado su encontronazo conmigo. Volví a dirigir la mirada hacia allí, y seguía sin haber nada. O estaba loco- que todo era posible- o había conseguido darle esquinazo a lo que fuese que lo había ahuyentado.
Una sonrisa se dibujó en mis labios cuando tras mi pregunta, el muchacho contestó sintiéndose un tanto ofendido cuando con ésta supuse que estaba huyendo de algo. Tuve que contener una carcajada cuando me di cuenta de que nos parecíamos más de lo que había imaginado. Éramos de esas personas que jamás reconocerían que huían o que temían a cualquier ser viviente, o no viviente.
- ¿Cuando se busca a una persona, lo normal no es aproximarse en lugar de salir corriendo en dirección contraria?- apunté divertida y con ganas de picarle un poco más. Si era como yo, tendría ganas de estrangularme en cuestión de segundos. -Me ofrecería para ayudarle a buscar a esa persona, aunque lo cierto es que no conozco a nadie en París.
Levanté una ceja confundida cuando acortó unos pasos hacia mi y alargó su mano; preparada para asestarle un puñetazo y romperle el labio de arriba en el mismo momento en que se atreviese a tocarme. Pero con rapidez cogió una de las dagas de plata que me había regalado Altair y que llevaba enganchada en el cinturón. Tras el golpe había quedado a la vista al quedar el abrigo que llevaba ladeado sobre la cadera. Estuve tentada de arrebatársela y devolverla a su lugar, pero entonces observé su manera de cogerla y manejarla. Ese chico no era un humano corriente, apostaría lo que fuese a que era un cazador como yo.
-Gracias, es un regalo.- respondí sin dejar de estudiar cada uno de sus gráciles movimientos. No tardó en examinarla, sopesándola como si entendiese lo que estaba haciendo. Sujeté la empuñadura de la daga con suavidad cuando éste me la tendió, devolviéndola a su lugar y cubriéndola junto al resto de armas que llevaba con el abrigo. Busqué su mirada con la mía, y le sonreí con picardía.- Pues yo diría que me ha servido para cazar a alguien, ¿no cree?- le guiñé un ojo, apoyándome en el muro dispuesta a descubrir un poco más de él.- Y a vos, ¿le gusta tentar a la suerte o prefiere saber lo que sale a cazar?
Mis ojos lo recorrían sin disimulo, analizando cada uno de los movimientos de ese muchacho de pelo castaño que me confirmarían si mi suposición estaba en lo cierto. De ser así, podría ser interesante pasar unas horas en su compañía. Hacía tiempo que no me había encontrado con un cazador de mi edad, y aunque adoraba a Altair, se agradecía hablar con alguien más joven y vivaz.
Una sonrisa se dibujó en mis labios cuando tras mi pregunta, el muchacho contestó sintiéndose un tanto ofendido cuando con ésta supuse que estaba huyendo de algo. Tuve que contener una carcajada cuando me di cuenta de que nos parecíamos más de lo que había imaginado. Éramos de esas personas que jamás reconocerían que huían o que temían a cualquier ser viviente, o no viviente.
- ¿Cuando se busca a una persona, lo normal no es aproximarse en lugar de salir corriendo en dirección contraria?- apunté divertida y con ganas de picarle un poco más. Si era como yo, tendría ganas de estrangularme en cuestión de segundos. -Me ofrecería para ayudarle a buscar a esa persona, aunque lo cierto es que no conozco a nadie en París.
Levanté una ceja confundida cuando acortó unos pasos hacia mi y alargó su mano; preparada para asestarle un puñetazo y romperle el labio de arriba en el mismo momento en que se atreviese a tocarme. Pero con rapidez cogió una de las dagas de plata que me había regalado Altair y que llevaba enganchada en el cinturón. Tras el golpe había quedado a la vista al quedar el abrigo que llevaba ladeado sobre la cadera. Estuve tentada de arrebatársela y devolverla a su lugar, pero entonces observé su manera de cogerla y manejarla. Ese chico no era un humano corriente, apostaría lo que fuese a que era un cazador como yo.
-Gracias, es un regalo.- respondí sin dejar de estudiar cada uno de sus gráciles movimientos. No tardó en examinarla, sopesándola como si entendiese lo que estaba haciendo. Sujeté la empuñadura de la daga con suavidad cuando éste me la tendió, devolviéndola a su lugar y cubriéndola junto al resto de armas que llevaba con el abrigo. Busqué su mirada con la mía, y le sonreí con picardía.- Pues yo diría que me ha servido para cazar a alguien, ¿no cree?- le guiñé un ojo, apoyándome en el muro dispuesta a descubrir un poco más de él.- Y a vos, ¿le gusta tentar a la suerte o prefiere saber lo que sale a cazar?
Mis ojos lo recorrían sin disimulo, analizando cada uno de los movimientos de ese muchacho de pelo castaño que me confirmarían si mi suposición estaba en lo cierto. De ser así, podría ser interesante pasar unas horas en su compañía. Hacía tiempo que no me había encontrado con un cazador de mi edad, y aunque adoraba a Altair, se agradecía hablar con alguien más joven y vivaz.
Maggie Craig- Cazador Clase Media
- Mensajes : 357
Fecha de inscripción : 13/11/2016
Re: Cuando no lo esperas | Maggie Craig
Sei la miró con una media sonrisa dibujada en el rostro. Le parecía divertido que la muchacha tomase la cercanía que él le había ofrecido por unos segundos. Suficientes para que ella se sintiese cómoda y con ganas de seguir el piqué que Sei había comenzado.
Colocó sus manos sobre sus costados, en forma de jarra y ladeó la cabeza - Lógicamente buscaba a dos personas, primero una y después a otra a la que darle el mensaje de que había encontrado a la primera - le explicó lentamente. Para que no tuviese que volver a repetirlo. No sabía porque se lo explicaba. Quizás porque el tonte-pique que ella había provocado le parecía muy sutil.
Una vez que ambos parecían de nuevo dos humanos que se habían cruzado por la calle, sin dagas de por medio, Sei cruzó sus brazos a la altura de su pecho - Me gusta que me den caza. Pero pocas veces ocurre, por no decir ninguna. La suerte no es tentada por mi - musitó encogiéndose de hombros pero sin borrar la sonrisa ladina de sus labios. Se estaba sorprendiendo a él mismo manteniendo aquella conversación tan "picante" y con tanta charla. Podía escuchar a Lyre burlándose mientras le señalaba con un dedo. El tipico "A Sei le gusta margarita". Negó para si mismo con su cabeza mientras cambiaba el peso de sus piernas.
Cuando pensaba que la normalidad se había adueñado de la tranquilidad del momento sintió una mirada en su hombros. Estaba no parecía despegarse, por lo cual Sei no dudó en agarrar la mano de Maggie con soltura, y tirar de ella - ¿Una cerveza es tentar demasiado a mi suerte? - la preguntó sin apenas mirarla, tirando de ella hacía uno de esos bares que se encontraban bajando unas escaleras a pie de calle. No se veía lo suficientemente poderoso en París para enfrentarse a lo que fuese que les observaba. Y no podía confiar en ella, no sabía cuan buena era en la caza. Lo mejor era evitar esa situación adentrándose en un antro.
Colocó sus manos sobre sus costados, en forma de jarra y ladeó la cabeza - Lógicamente buscaba a dos personas, primero una y después a otra a la que darle el mensaje de que había encontrado a la primera - le explicó lentamente. Para que no tuviese que volver a repetirlo. No sabía porque se lo explicaba. Quizás porque el tonte-pique que ella había provocado le parecía muy sutil.
Una vez que ambos parecían de nuevo dos humanos que se habían cruzado por la calle, sin dagas de por medio, Sei cruzó sus brazos a la altura de su pecho - Me gusta que me den caza. Pero pocas veces ocurre, por no decir ninguna. La suerte no es tentada por mi - musitó encogiéndose de hombros pero sin borrar la sonrisa ladina de sus labios. Se estaba sorprendiendo a él mismo manteniendo aquella conversación tan "picante" y con tanta charla. Podía escuchar a Lyre burlándose mientras le señalaba con un dedo. El tipico "A Sei le gusta margarita". Negó para si mismo con su cabeza mientras cambiaba el peso de sus piernas.
Cuando pensaba que la normalidad se había adueñado de la tranquilidad del momento sintió una mirada en su hombros. Estaba no parecía despegarse, por lo cual Sei no dudó en agarrar la mano de Maggie con soltura, y tirar de ella - ¿Una cerveza es tentar demasiado a mi suerte? - la preguntó sin apenas mirarla, tirando de ella hacía uno de esos bares que se encontraban bajando unas escaleras a pie de calle. No se veía lo suficientemente poderoso en París para enfrentarse a lo que fuese que les observaba. Y no podía confiar en ella, no sabía cuan buena era en la caza. Lo mejor era evitar esa situación adentrándose en un antro.
Sei Lachance- Cazador Clase Baja
- Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 25/12/2016
Re: Cuando no lo esperas | Maggie Craig
Traté de ocultar una pícara sonrisa cuando de nuevo el joven muchacho, con el que había tenido tal extraño encuentro esa mañana, intentaba justificarse aportando nuevos datos a lo que le había sucedido. Cada frase que salía de sus labios me disipaba las dudas de que su profesión no debía ser muy diferente a la mía. Ese ímpetu en demostrar que nosotros no huíamos jamás de nada, el dejar claro que nuestra valentía y arrojo eran parte de esa personalidad complicada propia de los cazadores, quedaba más que explícita con cada palabra que pronunciaba.
-Es una lástima, mi señor, que no acostumbre tentar a la suerte.- respondí con sonrisa ladina, desviando la mirada hasta sus ojos. Era más que obvio que ambos estábamos disfrutando de aquella conversación cargada de dobles sentidos, donde nuestro humor descarado y desenfadado hacía gala de la similitud de nuestros caracteres.- Solo quien se arriesga es capaz de vivir la vida al límite, de poder disfrutar de esos grandes momentos que el destino tiene preparados para nosotros si somos lo suficientemente inconscientes de lanzarnos al vacío sin paracaídas.- apoyé las manos en la pared a la altura de la rabadilla, sentándome sobre éstas.
Observé con atención el atuendo del joven cazador. No distaba mucho del que podía llevar yo en esos momentos, y sin embargo ciertas diferencias me indicaban que lo más probable es que el chico no fuese de París. Estaba abriendo la boca para preguntarle por su nombre y lugar de procedencia cuando su semblante comenzó a cambiar y un cierto ápice de preocupación asomó a su mirada. ¿Acaso sería cierto que huía de algo o alguien? Miré de nuevo por encima de su hombro, tratando de descubrir que era lo que tanto le asustaba. Pero de pronto mi campo de visión cambió por completo cuando me vi arrastrada calle abajo por el chico, que sujetándome de la muñeca se había tomado las confianzas como para invitarme a una copa de la forma más extraña posible.- Depende del local donde nos dirijamos, hay algunos en los que puede ser cuestión de vida o muerte.- una pícara sonrisa se dibujó en mis labios mientras cruzaba mi mirada con la suya.- Si quiere emociones fuertes, empecemos por un buen whisky.- me giré durante unos segundos para ver si nos seguía alguien, pero o yo estaba ciega, o aquello que nos seguía era fruto de su imaginación.
Detuvimos la carrera frente a la puerta de una taberna semi oculta en un callejón. Miré de reojo a mi nuevo amigo por la extraña elección que había tenido.- ¿No está muy acostumbrado a tratar con mujeres, verdad?- me mordí el labio divertida, pensando que aquel tugurio no era muy diferente de los que yo solía frecuentar. Tomé el pomo de la puerta, tirando de éste para abrir.- Las señoritas primero.- apunté con un cortés gesto para cederle el paso al joven cazador que a estas alturas debía estar sopesando si estrangularme o echarme de comer a los lobos.
-Es una lástima, mi señor, que no acostumbre tentar a la suerte.- respondí con sonrisa ladina, desviando la mirada hasta sus ojos. Era más que obvio que ambos estábamos disfrutando de aquella conversación cargada de dobles sentidos, donde nuestro humor descarado y desenfadado hacía gala de la similitud de nuestros caracteres.- Solo quien se arriesga es capaz de vivir la vida al límite, de poder disfrutar de esos grandes momentos que el destino tiene preparados para nosotros si somos lo suficientemente inconscientes de lanzarnos al vacío sin paracaídas.- apoyé las manos en la pared a la altura de la rabadilla, sentándome sobre éstas.
Observé con atención el atuendo del joven cazador. No distaba mucho del que podía llevar yo en esos momentos, y sin embargo ciertas diferencias me indicaban que lo más probable es que el chico no fuese de París. Estaba abriendo la boca para preguntarle por su nombre y lugar de procedencia cuando su semblante comenzó a cambiar y un cierto ápice de preocupación asomó a su mirada. ¿Acaso sería cierto que huía de algo o alguien? Miré de nuevo por encima de su hombro, tratando de descubrir que era lo que tanto le asustaba. Pero de pronto mi campo de visión cambió por completo cuando me vi arrastrada calle abajo por el chico, que sujetándome de la muñeca se había tomado las confianzas como para invitarme a una copa de la forma más extraña posible.- Depende del local donde nos dirijamos, hay algunos en los que puede ser cuestión de vida o muerte.- una pícara sonrisa se dibujó en mis labios mientras cruzaba mi mirada con la suya.- Si quiere emociones fuertes, empecemos por un buen whisky.- me giré durante unos segundos para ver si nos seguía alguien, pero o yo estaba ciega, o aquello que nos seguía era fruto de su imaginación.
Detuvimos la carrera frente a la puerta de una taberna semi oculta en un callejón. Miré de reojo a mi nuevo amigo por la extraña elección que había tenido.- ¿No está muy acostumbrado a tratar con mujeres, verdad?- me mordí el labio divertida, pensando que aquel tugurio no era muy diferente de los que yo solía frecuentar. Tomé el pomo de la puerta, tirando de éste para abrir.- Las señoritas primero.- apunté con un cortés gesto para cederle el paso al joven cazador que a estas alturas debía estar sopesando si estrangularme o echarme de comer a los lobos.
Maggie Craig- Cazador Clase Media
- Mensajes : 357
Fecha de inscripción : 13/11/2016
Re: Cuando no lo esperas | Maggie Craig
Con los finos dedos rodeando la muñeca de la cazadora, corrían calle abajo sin frenar. Ella se dejaba arrastrar, al principio un poco desconcertada, pero después con el gusto de recuperar un poco de una infancia perdida. La adrenalina comenzaba a enrojecer las mejillas de ambos, que hasta un buen momento después no frenaron. La puerta de la taberna que Sei había elegido era vieja y de una madera escura. Estaba llena de pequeñas marcas que podían haber sido hechas por garras, o algún que otro cuchillo. Puede que aquello sorprendiera a alguien mundano, pero para los dos cazadores, era como cualquier otra puerta.
Pasó cuando Maggie le invitó a entrar, metiendo las manos en los bolsillos en busca de algún franco con el que salir del paso. Mientras tanto comenzó a pensar en lo que acababa de decir. Era cierto que Lyre era chica, mujer, pero nunca la había visto como eso, si no como un igual. Le habían tenido sus peleas llegando a las manos, insultos... hasta borracheras juntos. Lyre no era como las demás mujeres, no era como esta que tenía delante. Así que toda la razón recaía en los hombros de aquella Cazadora. No tenía ni idea de tratar a una mujer.
Mientras pedían y buscaban mesa, Sei aprovechó el rozarse con alguien para sacar un par de francos más. Una vez en la mesa tomaron asiento, despojándose de sus chaquetas. Ya que aquel sótano a estas horas era bastante caluroso - ¿Cómo te llamas? - le preguntó dando un trago a la cerveza recién servida.
Pasó cuando Maggie le invitó a entrar, metiendo las manos en los bolsillos en busca de algún franco con el que salir del paso. Mientras tanto comenzó a pensar en lo que acababa de decir. Era cierto que Lyre era chica, mujer, pero nunca la había visto como eso, si no como un igual. Le habían tenido sus peleas llegando a las manos, insultos... hasta borracheras juntos. Lyre no era como las demás mujeres, no era como esta que tenía delante. Así que toda la razón recaía en los hombros de aquella Cazadora. No tenía ni idea de tratar a una mujer.
Mientras pedían y buscaban mesa, Sei aprovechó el rozarse con alguien para sacar un par de francos más. Una vez en la mesa tomaron asiento, despojándose de sus chaquetas. Ya que aquel sótano a estas horas era bastante caluroso - ¿Cómo te llamas? - le preguntó dando un trago a la cerveza recién servida.
Sei Lachance- Cazador Clase Baja
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Fecha de inscripción : 25/12/2016
Re: Cuando no lo esperas | Maggie Craig
Paseé la mirada por los pocos parroquianos que a esas horas de la mañana ocupaban algunos taburetes en la barra, cuyos rostros taciturnos indicaban que tal vez no habían vuelto a sus casas en toda la noche y llevaban allí desde el día anterior. Era una taberna bastante modesta e íntima, donde apenas unas cuantas mesas ocupaban el fondo de un local que no malgastaba sus ingresos en iluminación, aunque mejor así, si realmente ese muchacho estaba huyendo de alguien, pasaríamos más desapercibidos en un antro como aquel, donde tenías que fijar la vista para saber con quien estabas hablando.
Tras acercarnos a la barra para pedir la comanda, que en unos minutos nos serviría el mesonero cuando tomásemos asiento, no tardamos en encontrar una mesa lo suficientemente alejada del resto para que nuestra conversación fuese lo más íntima posible. Aunque no tenía dudas en esos momentos, quería averiguar si ese joven era un cazador como yo.
-¿No le enseñó su madre que está muy mal "tomar prestado" el dinero a un borracho?- susurré con una pícara sonrisa mientras me quitaba el abrigo para dejarlo apoyado en el respaldo de la silla. No me había pasado desapercibida su acción cuando al pedir fingió tropezar accidentalmente con uno de los parroquianos, que más inconsciente que otra cosa, no se percató de que mi nuevo amigo iba a pagar nuestras bebidas a su costa. No es que yo acostumbrase a pagar las mías, pero usaba métodos distintos. Cuando uno pertenecía a nuestro gremio, como no fueses de una familia acomodada, tenías que ser mucho más avispado que el resto.
Tomé asiento frente al joven, que una vez más me demostró que poca o nula experiencia tenía con las damas, hecho por el sonreí divertida. No es que yo tuviese mucha experiencia con hombres, pero sabía como acostumbraban a dirigirse a nosotras a la hora de cortejarnos. Inclinándome ligeramente sobre la mesa, coloqué hacia atrás las armas que llevaba prendidas de mi cinturón y que esperaba que no asustasen al resto de clientes. Aunque era de día, habría aprendido a ir siempre armada, puesto que nunca se sabía que sorpresas podrías encontrarte al doblar una esquina.- Mi nombre es Maggie Craig, a vuestro servicio.- respondí risueña, extendiendo mi mano.- ¿Y vos sois?
Tras acercarnos a la barra para pedir la comanda, que en unos minutos nos serviría el mesonero cuando tomásemos asiento, no tardamos en encontrar una mesa lo suficientemente alejada del resto para que nuestra conversación fuese lo más íntima posible. Aunque no tenía dudas en esos momentos, quería averiguar si ese joven era un cazador como yo.
-¿No le enseñó su madre que está muy mal "tomar prestado" el dinero a un borracho?- susurré con una pícara sonrisa mientras me quitaba el abrigo para dejarlo apoyado en el respaldo de la silla. No me había pasado desapercibida su acción cuando al pedir fingió tropezar accidentalmente con uno de los parroquianos, que más inconsciente que otra cosa, no se percató de que mi nuevo amigo iba a pagar nuestras bebidas a su costa. No es que yo acostumbrase a pagar las mías, pero usaba métodos distintos. Cuando uno pertenecía a nuestro gremio, como no fueses de una familia acomodada, tenías que ser mucho más avispado que el resto.
Tomé asiento frente al joven, que una vez más me demostró que poca o nula experiencia tenía con las damas, hecho por el sonreí divertida. No es que yo tuviese mucha experiencia con hombres, pero sabía como acostumbraban a dirigirse a nosotras a la hora de cortejarnos. Inclinándome ligeramente sobre la mesa, coloqué hacia atrás las armas que llevaba prendidas de mi cinturón y que esperaba que no asustasen al resto de clientes. Aunque era de día, habría aprendido a ir siempre armada, puesto que nunca se sabía que sorpresas podrías encontrarte al doblar una esquina.- Mi nombre es Maggie Craig, a vuestro servicio.- respondí risueña, extendiendo mi mano.- ¿Y vos sois?
Maggie Craig- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 13/11/2016
Re: Cuando no lo esperas | Maggie Craig
Se acomodó en la mesa con el vaso en al mano, volvió a dar un segundo trago mientras trataba de asegurarse que nadie les había seguido. Cuando un par de hombre salieron y nadie entró, dirigió su mirada a Maggie a la vez que sacaba los francos robados - Mi madre no me enseñó nada, porque murió joven - le dijo casi sin mirarla, mientas contaba - Y ¿qué más da a quien robe si es para darme de comer o beber?, esta vez para darnos - esbozó una sonrisa mirándola mientras guardaba los francos que sobraban.
Se tiró hacía atrás, suspirando con tranquilidad, deslizando sus dedos de nuevo alrededor del vaso para acercarlo a la boca y dar otro gran trago - ¿Qué servicios das, Maggie Craig? - bromeó clavando su mirada en la suya, divertido - Me llamo Sei, y a tu servicio - alzó el vaso - muy gustosamente además - había tenido mucha suerte de haberse encontrado con ella, y que fuese de buen rollo. Porque ahora mismo podía estar corriendo con mil heridas hechas por el filo de alguna de esas espadas que llevaba colgando de su cintura. Era una de las primeras veces que se sentaba a tomar algo con una mujer, sin contar a Lyre, que era un ser humano y ya. Debía admitir que estaba nervioso, pues sentía atracción por aquella chica. Le gustaba la idea de que ese par de tetas no fuese acompañado con un lazo, y que con un tirón no pudiesen ser liberadas. Le volví loco la idea de una mujer luchadora, nada de esas putas que necesitaban ser rescatadas, o las mujeres de alta costura que no podían correr si venían una rata, solamente subirse encima de la mesa. Y ah! que ni se te ocurriese matar a la rata, había que sacarla viva...
Se tiró hacía atrás, suspirando con tranquilidad, deslizando sus dedos de nuevo alrededor del vaso para acercarlo a la boca y dar otro gran trago - ¿Qué servicios das, Maggie Craig? - bromeó clavando su mirada en la suya, divertido - Me llamo Sei, y a tu servicio - alzó el vaso - muy gustosamente además - había tenido mucha suerte de haberse encontrado con ella, y que fuese de buen rollo. Porque ahora mismo podía estar corriendo con mil heridas hechas por el filo de alguna de esas espadas que llevaba colgando de su cintura. Era una de las primeras veces que se sentaba a tomar algo con una mujer, sin contar a Lyre, que era un ser humano y ya. Debía admitir que estaba nervioso, pues sentía atracción por aquella chica. Le gustaba la idea de que ese par de tetas no fuese acompañado con un lazo, y que con un tirón no pudiesen ser liberadas. Le volví loco la idea de una mujer luchadora, nada de esas putas que necesitaban ser rescatadas, o las mujeres de alta costura que no podían correr si venían una rata, solamente subirse encima de la mesa. Y ah! que ni se te ocurriese matar a la rata, había que sacarla viva...
Sei Lachance- Cazador Clase Baja
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Fecha de inscripción : 25/12/2016
Re: Cuando no lo esperas | Maggie Craig
Me quedé sin respiración durante unos segundos cuando me respodió con tanta naturalidad que había perdido a su madre. Eso me pasaba por bocazas y por no pensar las cosas antes de decirlas, claro que ¿cómo iba a imaginar que siendo tan joven hubiese perdido a su madre?. El corazón se me quedó sobre encogido al recordar la reciente muerte de mi padre a manos de un inmortal; un recuerdo que me seguía atravesando el alma tanto como si fuese ayer mismo.- Lamento su pérdida, yo no sabía que...- susurré sintiéndome culpable por haber tratado de bromear con algo que sin duda debía tener clavado en lo más profundo de su corazón.
-A mí siempre me enseñaron que robar está mal, pero apuesto lo que quiera a que estaría peor que me muriese de hambre. Además, yo lo "tomo prestado"; algún día se lo devolveré a sus dueños.- le guiñé un ojo con complicidad, tratando de arreglar la metedura de pata de minutos antes.
Observé como el joven se acomodaba en su asiento y esbocé una cálida sonrisa. No podía negar que yo también me sentía agusto en su presencia, hasta el punto que me creía hasta capaz de relajarme por unas horas y disfrutar de un buen whisky y una inmejorable compañía.- Pues mi servicio estrella es hacer desaparecer a esos seres tenebrosos que nos asustan y nos hacen tropezar con extraños por la calle cuando huimos de ellos.- Elevé mi vaso divertida antes de humecederme levemente los labios. Sin duda nuestro encuentro fortuito iba a dar mucho de lo que hablar.- Y vos, monsieur Sei, ¿qué servicios me ofreceis? Espero que estén como mínimo al mismo nivel que los míos.- sonreí con picardía, observando tras el vidrio de mi vaso la expresión de mi nuevo amigo, dándole esta vez un tiento más largo al licor.
-A mí siempre me enseñaron que robar está mal, pero apuesto lo que quiera a que estaría peor que me muriese de hambre. Además, yo lo "tomo prestado"; algún día se lo devolveré a sus dueños.- le guiñé un ojo con complicidad, tratando de arreglar la metedura de pata de minutos antes.
Observé como el joven se acomodaba en su asiento y esbocé una cálida sonrisa. No podía negar que yo también me sentía agusto en su presencia, hasta el punto que me creía hasta capaz de relajarme por unas horas y disfrutar de un buen whisky y una inmejorable compañía.- Pues mi servicio estrella es hacer desaparecer a esos seres tenebrosos que nos asustan y nos hacen tropezar con extraños por la calle cuando huimos de ellos.- Elevé mi vaso divertida antes de humecederme levemente los labios. Sin duda nuestro encuentro fortuito iba a dar mucho de lo que hablar.- Y vos, monsieur Sei, ¿qué servicios me ofreceis? Espero que estén como mínimo al mismo nivel que los míos.- sonreí con picardía, observando tras el vidrio de mi vaso la expresión de mi nuevo amigo, dándole esta vez un tiento más largo al licor.
Maggie Craig- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 13/11/2016
Re: Cuando no lo esperas | Maggie Craig
Los hombros de Sei se encogieron ante la disculpa de Maggie - ¿Sabes que todo el mundo perderá a sus padres tarde o temprano verdad? A mi me tocó temprano, pero es la ley de vida. Creo que la suerte la tuvo ella, no perdiéndome a mi. Jamás me hubiese hecho gracia darle ese sufrimiento a mi madre - una sonrisa ladeada acompañó aquellas palabras, Sei no era de los que daban lecciones de vida, ni ideas con las cuales reflexionar, simplemente dejaba caer sus pensamientos sobre la mesa, y dejaba que cada uno hiciese lo que quisiera con ellos.
Soltó el vaso sobre la mesa de madera, y jugó a empujarlo con la punta de los dedos, alejándolo cada vez más. Escuchó a Maggie - ¿Todo eso lo dices para decirme que eres cazadora, a ver si lo soy? Hombre, mira mi ropa, y ya te he visto que lo eres, está claro que no eres una damisela en apuros - cogió el vaso para dar un trago - pero seguro que lo has estado más de una vez, y siempre has esperado que un hombre tan apuesto como yo te rescate...- tragó un poco de cerveza dejando el vaso de nuevo en la mesa - Soy un hombre solitario que llegó a Paris hace menos de 3 días, no se cuales son mis servicios porque aun no he buscado más que a una damisela que quería la compañía de un apuesto caballero - le guiñó un poco y soltó una carcajada.
Alzó su mirada para ver quien entraba y se sorprendió con la sencillez y tranquilidad que entraban allí los seres paranormales, debía de haber una clausula que no conocía, pues de donde venía debían de estar siempre ocultos ¿Tantos y tan poderosos eran para poder entrar en una taberna con tanta soltura?
Soltó el vaso sobre la mesa de madera, y jugó a empujarlo con la punta de los dedos, alejándolo cada vez más. Escuchó a Maggie - ¿Todo eso lo dices para decirme que eres cazadora, a ver si lo soy? Hombre, mira mi ropa, y ya te he visto que lo eres, está claro que no eres una damisela en apuros - cogió el vaso para dar un trago - pero seguro que lo has estado más de una vez, y siempre has esperado que un hombre tan apuesto como yo te rescate...- tragó un poco de cerveza dejando el vaso de nuevo en la mesa - Soy un hombre solitario que llegó a Paris hace menos de 3 días, no se cuales son mis servicios porque aun no he buscado más que a una damisela que quería la compañía de un apuesto caballero - le guiñó un poco y soltó una carcajada.
Alzó su mirada para ver quien entraba y se sorprendió con la sencillez y tranquilidad que entraban allí los seres paranormales, debía de haber una clausula que no conocía, pues de donde venía debían de estar siempre ocultos ¿Tantos y tan poderosos eran para poder entrar en una taberna con tanta soltura?
Sei Lachance- Cazador Clase Baja
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Fecha de inscripción : 25/12/2016
Re: Cuando no lo esperas | Maggie Craig
Desvié la mirada durante unos segundos hacia mi copa de whisky, dejando vagar la mente perdida entre pensamientos y fantasmas que me perseguían en forma de venganza cada noche. Podía comprender perfectamente la reacción de Sei, esa forma de excudarse del dolor y ver el lado bueno, si es que éste existía, de tal desgracia para poder seguir hacia delante. Todos buscábamos una razón que no diese fuerza para superar todas nuestras desdichas, para poder renacer de nuestras cenizas y ser capaces de luchar de nuevo contra todo mal.
-Aunque le resulte extraño, estoy de acuerdo de vos. Creo que para mi madre será mucho más dolorosa mi muerte a manos de un sobrenatural, que la huella que pudo dejarle mi padre cuando hace unos meses fue asesinado por un vampiro.- di un largo trago a mi vaso, antes de dejarlo sobre la mesa de madera noble.- Pero aún así, las pérdidas duelen y cada ser querido que se va se lleva una parte de nuestra alma con él.
Sonreí por esa gran exhibición de confianza en sí mismo mezclada con un buen sentido del humor.- He de confesarle que me percaté de que vos eráis del gremio en cuanto alcanzásteis mi daga con tanta rapidez, razón por la cual os dejé jugar con ella. Además, no preguntásteis en ningún momento por mi inhabitual atuendo, lo que me llevó a pensar que no os era del todo desconocido.- cogí la copa de nuevo, esbozando una triunfal sonrisa tras el vidrio, que bajé de forma sensual mientras buscaba que su mirada se cruzase con la mía.- Y habéis acertado con respecto a que soy cazadora, más nunca he esperado que ningún príncipe azul acudiese en mi ayuda; es más, probablemente todos los principes y caballeros que hayan por aquí serán sapos convertidos por los brujos.
Ladeé la cabeza fingiendo sorpresa por su afirmación, donde si no me equivocaba se estaba refieriendo a nuestro encuentro.- ¿Y donde está esa damisela ahora? De seguro que si requirió sus servicios ahora mismo debe estar buscándolo.- bromeé agitando con suavidad los cubitos del vaso, cuando me percaté que la mirada de mi amigo se desviaba y su gesto alegre se tensaba levemente.- Mientras no monten ningún escándalo en el local, no podemos tocarles o tendremos problemas con la inquisición.- volví a fijar mi mirada en la de Sei con una sonrisa lafina- En cuanto salgan, son todo nuestros, si es que sois vos un hombre de acción, por supuesto.- ¿había mejor invitación a una velada cargada de diversión que aquella?
-Aunque le resulte extraño, estoy de acuerdo de vos. Creo que para mi madre será mucho más dolorosa mi muerte a manos de un sobrenatural, que la huella que pudo dejarle mi padre cuando hace unos meses fue asesinado por un vampiro.- di un largo trago a mi vaso, antes de dejarlo sobre la mesa de madera noble.- Pero aún así, las pérdidas duelen y cada ser querido que se va se lleva una parte de nuestra alma con él.
Sonreí por esa gran exhibición de confianza en sí mismo mezclada con un buen sentido del humor.- He de confesarle que me percaté de que vos eráis del gremio en cuanto alcanzásteis mi daga con tanta rapidez, razón por la cual os dejé jugar con ella. Además, no preguntásteis en ningún momento por mi inhabitual atuendo, lo que me llevó a pensar que no os era del todo desconocido.- cogí la copa de nuevo, esbozando una triunfal sonrisa tras el vidrio, que bajé de forma sensual mientras buscaba que su mirada se cruzase con la mía.- Y habéis acertado con respecto a que soy cazadora, más nunca he esperado que ningún príncipe azul acudiese en mi ayuda; es más, probablemente todos los principes y caballeros que hayan por aquí serán sapos convertidos por los brujos.
Ladeé la cabeza fingiendo sorpresa por su afirmación, donde si no me equivocaba se estaba refieriendo a nuestro encuentro.- ¿Y donde está esa damisela ahora? De seguro que si requirió sus servicios ahora mismo debe estar buscándolo.- bromeé agitando con suavidad los cubitos del vaso, cuando me percaté que la mirada de mi amigo se desviaba y su gesto alegre se tensaba levemente.- Mientras no monten ningún escándalo en el local, no podemos tocarles o tendremos problemas con la inquisición.- volví a fijar mi mirada en la de Sei con una sonrisa lafina- En cuanto salgan, son todo nuestros, si es que sois vos un hombre de acción, por supuesto.- ¿había mejor invitación a una velada cargada de diversión que aquella?
Maggie Craig- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 13/11/2016
Re: Cuando no lo esperas | Maggie Craig
Sei jugó con el vaso sobre sus manos - Es lo que hace poderosos a los vampiros - espetó, sin mirarla. Los vampiros se comían el mundo por que una de dos; o no tenían ningún ser amado a esas alturas de su vida, o les acompañaba en la inmortalidad, y era bastante difícil que acabasen con ellos, aun que no imposible.
Alzó de nuevo la vista en busca de los rasgos femeninos de la mujer que le acompañaba. Pocas veces iba a poder disfrutar de algo así de nuevo, y quería recordarlo y poder deleitarse durante el tiempo que lo recordase con todos sus sentidos - Hieres mis sentimientos - musitó mientras bebía un trago, sin apartar sus ojos de los de ella - No me llamó la atención tu atuendo, pues es a lo que estoy acostumbrado, a mujeres fuertes y luchadoras, que no necesitan sentirse seguras tras un corsé, que les alce el pecho falsamente para sentirse queridas - sus palabras salieron como si de un verso tratase, pero realmente nunca había conocido a una mujer fuerte bajo un pomposo atuendo. La mujer más fuerte era Lyre. Pero ahora que veía a Maggie, quizás es que había más como Lyre, y la esperanza en la humanidad no estaba perdida.
Acabó su vaso y pidió otro - En ese caso, esperemos a que abandonen el local - dijo pidiendo que recargaran también en ell de maggie - Y hasta entonces, disfrutaré de tu compañía - Mojó sus labios, observándola, y sin pudor alguno y seguramente por que sabía que no la volvería a ver, con valía se alzó para sentarse a su lado.
Alzó de nuevo la vista en busca de los rasgos femeninos de la mujer que le acompañaba. Pocas veces iba a poder disfrutar de algo así de nuevo, y quería recordarlo y poder deleitarse durante el tiempo que lo recordase con todos sus sentidos - Hieres mis sentimientos - musitó mientras bebía un trago, sin apartar sus ojos de los de ella - No me llamó la atención tu atuendo, pues es a lo que estoy acostumbrado, a mujeres fuertes y luchadoras, que no necesitan sentirse seguras tras un corsé, que les alce el pecho falsamente para sentirse queridas - sus palabras salieron como si de un verso tratase, pero realmente nunca había conocido a una mujer fuerte bajo un pomposo atuendo. La mujer más fuerte era Lyre. Pero ahora que veía a Maggie, quizás es que había más como Lyre, y la esperanza en la humanidad no estaba perdida.
Acabó su vaso y pidió otro - En ese caso, esperemos a que abandonen el local - dijo pidiendo que recargaran también en ell de maggie - Y hasta entonces, disfrutaré de tu compañía - Mojó sus labios, observándola, y sin pudor alguno y seguramente por que sabía que no la volvería a ver, con valía se alzó para sentarse a su lado.
Sei Lachance- Cazador Clase Baja
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Re: Cuando no lo esperas | Maggie Craig
Los minutos de aquella fría tarde de invierno fueron transcurriendo sin apenas darnos cuenta. No había nada como unas cuantas copas de whisky de por medio y una buena compañía para olvidarse de los males que acechaban a la humanidad cada noche y de las tediosas obligaciones que cada uno teníamos apartadas mientras disfrutábamos de unos minutos de despreocupación.
Esa tarde había encontrado por pura casualidad a un joven con el que compartía mucho más de lo que había podido imaginar en un principio. No solo ambos éramos del mismo gremio, sino que nuestra forma de ser era muy similar e incluso podía afirmar que llegábamos a complementarnos de una forma curiosa.
Sonreí al recordar la forma en que nos habíamos conocido, la celeridad en que nuestro encuentro había pasado de un tropiezo fortuito por la calle, a estar compartiendo risas y experiencias en una taberna, como si fuésemos dos amigos de toda la vida.
El movimiento de uno de los inmortales que habían llegado poco después que nosotros llamó mi atención, interrumpiendo nuestra conversación durante unos segundos. Uno de ellos parecía dispuesto a marcharse, mientras que el otro permanecía impasible junto a la barra. Me puse en pie sin demorarme demasiado; había llegado el momento en que nuestros caminos debían separarse de nuevo, quien sabía si para volver a cruzarse algún día.
-Ha sido un placer, Sei.- susurré al acercame a él para darle un suave beso en la mejilla, e indicarle con la mirada que debía marcharme para darle caza al vampiro que salía por la puerta en esos momentos.- Espero volver a verte pronto. Cuidate.
Así era la vida de un cazador, con pocos momentos de placer y sin embargo un sinfín de obligaciones cuando el sol se retiraba a descansar. Encaminé mis pasos hacia la puerta del local, girándome por última vez hacia ese chico al que de seguro recordaría durante mucho tiempo. Le guiñé el ojo esbozando una sonrisa antes de salir a las húmedas calles de París en busca del inmortal.
Esa tarde había encontrado por pura casualidad a un joven con el que compartía mucho más de lo que había podido imaginar en un principio. No solo ambos éramos del mismo gremio, sino que nuestra forma de ser era muy similar e incluso podía afirmar que llegábamos a complementarnos de una forma curiosa.
Sonreí al recordar la forma en que nos habíamos conocido, la celeridad en que nuestro encuentro había pasado de un tropiezo fortuito por la calle, a estar compartiendo risas y experiencias en una taberna, como si fuésemos dos amigos de toda la vida.
El movimiento de uno de los inmortales que habían llegado poco después que nosotros llamó mi atención, interrumpiendo nuestra conversación durante unos segundos. Uno de ellos parecía dispuesto a marcharse, mientras que el otro permanecía impasible junto a la barra. Me puse en pie sin demorarme demasiado; había llegado el momento en que nuestros caminos debían separarse de nuevo, quien sabía si para volver a cruzarse algún día.
-Ha sido un placer, Sei.- susurré al acercame a él para darle un suave beso en la mejilla, e indicarle con la mirada que debía marcharme para darle caza al vampiro que salía por la puerta en esos momentos.- Espero volver a verte pronto. Cuidate.
Así era la vida de un cazador, con pocos momentos de placer y sin embargo un sinfín de obligaciones cuando el sol se retiraba a descansar. Encaminé mis pasos hacia la puerta del local, girándome por última vez hacia ese chico al que de seguro recordaría durante mucho tiempo. Le guiñé el ojo esbozando una sonrisa antes de salir a las húmedas calles de París en busca del inmortal.
Maggie Craig- Cazador Clase Media
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