AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Destierro ft Maggie
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Destierro ft Maggie
Sentí como el golpe que me asestaba me dejaba desorientado y por unos segundo no fui capaz de saber si quiera si estaba sobre asfalto o sobre tierra.
Llevaba más de dos horas huyendo de aquellos cazadores. Desde que había comenzado mi entrenamiento con Ayshane no me había encontrado con absolutamente nadie, pero la mala suerte quiso, que el mismo día que tenía ese pensamiento, dos cazadores se ensañasen conmigo. Los dos me querían muerto, pero no de una forma rápida. Llevaban dejándome huir dos horas, dos putas horas en las que apenas me quedaba aliento. Mi ropa estaba totalmente rota, y la sangre bañaba esta haciéndome olvidar de que color era, o que era lo que había elegido para ponerme ese día. Había visto como cortaban parte de mi cabello mientras me arrastraban por el suelo, y reían. Lo sádico, horrible e infantil que estaba siento todo me ponía de mal humor. No comprendía como dos adultos podían estar comportándose así, torturando a alguien con vida de aquella manera.
Cuando recuperé la razón, mis manos se aferraron con fuerza a la tierra mojada, clavándose en ella. Con un esfuerzo sobrehumano conseguí gatear hasta agazaparme debajo de un árbol. Era tal la fuerza que había empleado para arrastrarme que la sangre brotaba ahora también por debajo de mis uñas negras, por la tierra. El dolor palpitaba por cada extremo de mi cuerpo y sin aliento me di por vencido. Cerré mis ojos entre las risas de aquellos dos cazadores. Aquellos dos odiosos seres humanos.
Llevaba más de dos horas huyendo de aquellos cazadores. Desde que había comenzado mi entrenamiento con Ayshane no me había encontrado con absolutamente nadie, pero la mala suerte quiso, que el mismo día que tenía ese pensamiento, dos cazadores se ensañasen conmigo. Los dos me querían muerto, pero no de una forma rápida. Llevaban dejándome huir dos horas, dos putas horas en las que apenas me quedaba aliento. Mi ropa estaba totalmente rota, y la sangre bañaba esta haciéndome olvidar de que color era, o que era lo que había elegido para ponerme ese día. Había visto como cortaban parte de mi cabello mientras me arrastraban por el suelo, y reían. Lo sádico, horrible e infantil que estaba siento todo me ponía de mal humor. No comprendía como dos adultos podían estar comportándose así, torturando a alguien con vida de aquella manera.
Cuando recuperé la razón, mis manos se aferraron con fuerza a la tierra mojada, clavándose en ella. Con un esfuerzo sobrehumano conseguí gatear hasta agazaparme debajo de un árbol. Era tal la fuerza que había empleado para arrastrarme que la sangre brotaba ahora también por debajo de mis uñas negras, por la tierra. El dolor palpitaba por cada extremo de mi cuerpo y sin aliento me di por vencido. Cerré mis ojos entre las risas de aquellos dos cazadores. Aquellos dos odiosos seres humanos.
Gauekko- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 68
Fecha de inscripción : 10/12/2016
Re: Destierro ft Maggie
Había estado practicando toda la mañana el tiro con arco en un bosque no muy alejado de la ciudad, evadiéndome durante esa jornada de los duros entrenamientos a los que Altair, mi nuevo maestro, me tenía sometida y de los que necesitaba, aunque solo fuese un día, descansar. Había escogido el arco porque disparar con él me relajaba; la concentración que necesitaba con éste era distinta a la requerida para blandir mi espada y aunque todavía tenía el cuerpo dolorido por mi último entrenamiento con el cazador, tirar con el arco merecía la pena; quizás también tuviese algo que ver con que fuese el primer arma que mi padre me enseñó a usar, y que con cada disparo podía sentirlo todavía a mi lado.
Ese día me dejé atrapar por la tranquilidad que me daba la naturaleza, dejando volar todos mis sentidos cuando tras sentarme en la hierba, apoyé mi espalda en el tronco de un frondoso árbol sin otro objetivo que dejar pasar las horas en un estado de letargo y plácido sueño hasta bien entrada la tarde. Necesitaba descansar un día de lobos, vampiros y cazadores; engañarme durante unas horas de que mi vida era la normal en una joven de mi edad.
Cerré los ojos, sonriendo complacida con ese silencio particular del bosque que todo lo envolvía, alcanzando en pocos minutos ese momento entre el sueño y la vigilia en el que no eres capaz de diferenciar la realidad de los sueños. Momento que se vio interrumpido por las escandalosas voces de dos hombres que parecían estar jactándose de la sangrienta caza que le estaban dando a un animal. Abrí los ojos despacio, tratando de orientarme y encontrar la dirección desde donde provenían esos cazadores del infierno que me habían sacado de un delicioso trance.
Su caza no era de mi incumbencia, pero no soportaba que maltratasen a los animales, así que decidí seguirles a una distancia prudencial, para comprobar de que estaban hablando exactamente. Lo más probable es que estuviesen intentando dar caza a un conejo que siendo más listo que ellos (lo cual no sería muy difícil) les estaría dando esquinazo.
-¿Y tus garras lobo? ¿Qué no vas a intentar si quiera defenderte?- rió uno de los cazadores, que tras una primera impresión no eran de los normales, sino de los de mi propio gremio.
Me acerqué con sigilo a ellos, colocándome tras un árbol e intentado ver hacia donde miraban. El alma se me cayó a los pies cuando vi la forma de un ser que conocía bastante bien; un lobo al que había echado de menos inconscientemente y a quién debía más de lo que se imaginaba. Un jadeo salió de mi garganta cuando recordé lo dicho por los cazadores durante el camino en el que los había seguido, cuando fanfarroneaban de lo que habían hecho.
Encolerizada y fuera de mí salí de mi escondite, colocándome tras ellos y gruñendo a sus espaldas.
-Dejadlo en paz y largaos de aquí.- siseé tras ellos sacando dos dagas del cinturón. No tenía ganas de cazar nada ese día, pero les arrancaría la piel a tiras como osasen tocarle un solo pelo más a ese lobo que semanas antes se había ganado un hueco en mi corazón
Ese día me dejé atrapar por la tranquilidad que me daba la naturaleza, dejando volar todos mis sentidos cuando tras sentarme en la hierba, apoyé mi espalda en el tronco de un frondoso árbol sin otro objetivo que dejar pasar las horas en un estado de letargo y plácido sueño hasta bien entrada la tarde. Necesitaba descansar un día de lobos, vampiros y cazadores; engañarme durante unas horas de que mi vida era la normal en una joven de mi edad.
Cerré los ojos, sonriendo complacida con ese silencio particular del bosque que todo lo envolvía, alcanzando en pocos minutos ese momento entre el sueño y la vigilia en el que no eres capaz de diferenciar la realidad de los sueños. Momento que se vio interrumpido por las escandalosas voces de dos hombres que parecían estar jactándose de la sangrienta caza que le estaban dando a un animal. Abrí los ojos despacio, tratando de orientarme y encontrar la dirección desde donde provenían esos cazadores del infierno que me habían sacado de un delicioso trance.
Su caza no era de mi incumbencia, pero no soportaba que maltratasen a los animales, así que decidí seguirles a una distancia prudencial, para comprobar de que estaban hablando exactamente. Lo más probable es que estuviesen intentando dar caza a un conejo que siendo más listo que ellos (lo cual no sería muy difícil) les estaría dando esquinazo.
-¿Y tus garras lobo? ¿Qué no vas a intentar si quiera defenderte?- rió uno de los cazadores, que tras una primera impresión no eran de los normales, sino de los de mi propio gremio.
Me acerqué con sigilo a ellos, colocándome tras un árbol e intentado ver hacia donde miraban. El alma se me cayó a los pies cuando vi la forma de un ser que conocía bastante bien; un lobo al que había echado de menos inconscientemente y a quién debía más de lo que se imaginaba. Un jadeo salió de mi garganta cuando recordé lo dicho por los cazadores durante el camino en el que los había seguido, cuando fanfarroneaban de lo que habían hecho.
Encolerizada y fuera de mí salí de mi escondite, colocándome tras ellos y gruñendo a sus espaldas.
-Dejadlo en paz y largaos de aquí.- siseé tras ellos sacando dos dagas del cinturón. No tenía ganas de cazar nada ese día, pero les arrancaría la piel a tiras como osasen tocarle un solo pelo más a ese lobo que semanas antes se había ganado un hueco en mi corazón
Maggie Craig- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 13/11/2016
Re: Destierro ft Maggie
Las risas caían sobre mi como agua helada. Cada palabra sonaba cada vez más cerca, recordándome que aquello no estaba acabando, si no empezando. Mi cuerpo temblaba por la rabia, porque me moría por arrancar sus cabezas, pero ya había intentado defenderme y apenas había conseguido nada. Se reían de mi a carcajada limpia, sin parar de insultarme. Abrís los ojos unos segundo para mirarles y memorizar sus rostros, para poder odiarlos hasta el final de mis días.
Uno de ellos fue a agacharse frente a mi cuando una voz les interrumpió. Ambos se giraron y miraron a la mujer, que empuñando dos dagas tenía cara de pocos amigos. Me aparté el pelo de la cara para ver de quien se trataba, y un nudo en el estomago apareció al reconocer a Maggie. No me apetecía que fuese ella, no me apetecía recordar que ella era una de ellos, que era hacía lo mismo, que ella era como él, el que había provocado las lagrimas en el rostro de Salamandra. Y aun que estuviera allí defendiéndome, pidiendo que se marchasen. No borraba ni justificaba que si fuese otro el que estuviera aquí tirado estuviese haciendo lo mismo.
Intercambiaron palabras, que no era capaz de entender, y finalmente ambos se marcharon dejando a Maggie sola ante el peligro del lobo feroz. Yo estiré mis piernas, aliviado, sintiendo el dolor y a la vez el calor regenerandome. Al fin podía recuperar la tranquilidad, mis pulsaciones volvían a ser las habituales y con ello, mi sangre comenzaba a recorrer mi cuerpo sin prisa pudieron sanarme.
Me senté bajo el tronco en el que minutos antes pensaba que iba a ser mi lapida y le miré algo dolido - Eres como ellos - susurré casi de manera rota por culpa de los gritos desgarradores de minutos antes.
Uno de ellos fue a agacharse frente a mi cuando una voz les interrumpió. Ambos se giraron y miraron a la mujer, que empuñando dos dagas tenía cara de pocos amigos. Me aparté el pelo de la cara para ver de quien se trataba, y un nudo en el estomago apareció al reconocer a Maggie. No me apetecía que fuese ella, no me apetecía recordar que ella era una de ellos, que era hacía lo mismo, que ella era como él, el que había provocado las lagrimas en el rostro de Salamandra. Y aun que estuviera allí defendiéndome, pidiendo que se marchasen. No borraba ni justificaba que si fuese otro el que estuviera aquí tirado estuviese haciendo lo mismo.
Intercambiaron palabras, que no era capaz de entender, y finalmente ambos se marcharon dejando a Maggie sola ante el peligro del lobo feroz. Yo estiré mis piernas, aliviado, sintiendo el dolor y a la vez el calor regenerandome. Al fin podía recuperar la tranquilidad, mis pulsaciones volvían a ser las habituales y con ello, mi sangre comenzaba a recorrer mi cuerpo sin prisa pudieron sanarme.
Me senté bajo el tronco en el que minutos antes pensaba que iba a ser mi lapida y le miré algo dolido - Eres como ellos - susurré casi de manera rota por culpa de los gritos desgarradores de minutos antes.
Gauekko- Licántropo Clase Media
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Fecha de inscripción : 10/12/2016
Re: Destierro ft Maggie
Los cazadores parecieron tomar mi amenaza como un juego en el que yo quería terminar con su presa, y lejos de presentar batalla como había esperado que hiciesen, se marcharon entre risas acusándome de no ser capaz de cazar un lobo por mí misma y querer ocuparme solo de un moribundo.
Guardé las dagas de nuevo en mi cinturón, observando desconfiada a esos dos cazadores mientras se marchaban por el sendero hasta que los perdí de vista. Tendría que mantener mis sentidos alerta de todas formas por sí volvían, pero ahora era otro ser al que colmaría de atenciones.
Dirigí mis pasos hacía donde Ekko estaba apoyado, con una dulce sonrisa dibujada en mis labios al recordar las veces que había imaginado volver a encontrarme con él. Después de nuestro primer encuentro, no habíamos vuelto a coincidir, y me quedé con la sensación de no haberle agradecido lo suficiente su trato conmigo semanas atrás.
Pero esa sonrisa no tardó en desaparecer cuando sus palabras se clavaron en mi corazón cual puñales afilados. ¿De verdad pensaba así de mí? ¿Cómo era posible que después de lo que habíamos pasado fuese capaz de hacerme daño de esa forma tan gratuita?
Me arrodillé a su lado, con el corazón en un puño y la cara desencajada, intentando aguantar las lágrimas cuando vi las heridas que llevaba en su cuerpo. Necesitaba abrazarlo, prometerle que cuidaría de él, pero después de lo que me había dicho sabía que no era bien recibida a su lado.
-No soy como ellos, y pensaba que me conocías lo suficiente como para ver la diferencia.- dejé caer el peso de mi cuerpo sobre los talones, al menos intentaría que no me viese como una amenaza. Me desgarraba el alma que pensase eso de mí, cuando él se había convertido para mí en esa excepción que te muestra que no todos somos iguales y que merecemos la oportunidad de que se nos conozca en lugar de juzgarnos por lo que somos. Haberlo conocido había significado para mí mucho más de lo que imaginaba, había marcado en mí un antes y un después en mi manera de pensar respecto a mi profesión, solo que ni siquiera yo era consciente de ello.- Soy cazadora y no voy a negarte que cazo sobrenaturales como el resto de mis compañeros, pero jamás he hecho sufrir a ninguno al darles muerte. No soy un monstruo que disfruta con el sufrimiento ajeno.- ladeé la cabeza sopesando la gravedad de las heridas, tragando saliva impotente al sentir que no me dejaría ayudarle.
- Tú mismo viste las heridas que me causó un lobo la noche anterior a conocernos, además de que has visto otras marcas anteriores en mi piel hechas por otros sobrenaturales. ¿Debería entonces pensar que eres como ellos solo porque sois de la misma especie?- Negué con la cabeza, acercando con cautela mi mano hasta la suya.- Ekko, hubiese arriesgado mi vida luchando contra esos dos cazadores en caso de ser necesario. Y si cualquier otro lobo se encontrase en tu estado, tampoco hubiese permitido que lo humillasen y maltratasen de esa forma.- lo miré a los ojos con la respiración contenida.-Déjame que te ayude con esas heridas y si cuando estés totalmente a salvo quieres que desaparezca de tu vida para siempre lo haré, no te preocupes.- cumpliría mi palabra aunque aquello me partiese el alma.
Guardé las dagas de nuevo en mi cinturón, observando desconfiada a esos dos cazadores mientras se marchaban por el sendero hasta que los perdí de vista. Tendría que mantener mis sentidos alerta de todas formas por sí volvían, pero ahora era otro ser al que colmaría de atenciones.
Dirigí mis pasos hacía donde Ekko estaba apoyado, con una dulce sonrisa dibujada en mis labios al recordar las veces que había imaginado volver a encontrarme con él. Después de nuestro primer encuentro, no habíamos vuelto a coincidir, y me quedé con la sensación de no haberle agradecido lo suficiente su trato conmigo semanas atrás.
Pero esa sonrisa no tardó en desaparecer cuando sus palabras se clavaron en mi corazón cual puñales afilados. ¿De verdad pensaba así de mí? ¿Cómo era posible que después de lo que habíamos pasado fuese capaz de hacerme daño de esa forma tan gratuita?
Me arrodillé a su lado, con el corazón en un puño y la cara desencajada, intentando aguantar las lágrimas cuando vi las heridas que llevaba en su cuerpo. Necesitaba abrazarlo, prometerle que cuidaría de él, pero después de lo que me había dicho sabía que no era bien recibida a su lado.
-No soy como ellos, y pensaba que me conocías lo suficiente como para ver la diferencia.- dejé caer el peso de mi cuerpo sobre los talones, al menos intentaría que no me viese como una amenaza. Me desgarraba el alma que pensase eso de mí, cuando él se había convertido para mí en esa excepción que te muestra que no todos somos iguales y que merecemos la oportunidad de que se nos conozca en lugar de juzgarnos por lo que somos. Haberlo conocido había significado para mí mucho más de lo que imaginaba, había marcado en mí un antes y un después en mi manera de pensar respecto a mi profesión, solo que ni siquiera yo era consciente de ello.- Soy cazadora y no voy a negarte que cazo sobrenaturales como el resto de mis compañeros, pero jamás he hecho sufrir a ninguno al darles muerte. No soy un monstruo que disfruta con el sufrimiento ajeno.- ladeé la cabeza sopesando la gravedad de las heridas, tragando saliva impotente al sentir que no me dejaría ayudarle.
- Tú mismo viste las heridas que me causó un lobo la noche anterior a conocernos, además de que has visto otras marcas anteriores en mi piel hechas por otros sobrenaturales. ¿Debería entonces pensar que eres como ellos solo porque sois de la misma especie?- Negué con la cabeza, acercando con cautela mi mano hasta la suya.- Ekko, hubiese arriesgado mi vida luchando contra esos dos cazadores en caso de ser necesario. Y si cualquier otro lobo se encontrase en tu estado, tampoco hubiese permitido que lo humillasen y maltratasen de esa forma.- lo miré a los ojos con la respiración contenida.-Déjame que te ayude con esas heridas y si cuando estés totalmente a salvo quieres que desaparezca de tu vida para siempre lo haré, no te preocupes.- cumpliría mi palabra aunque aquello me partiese el alma.
Maggie Craig- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 13/11/2016
Re: Destierro ft Maggie
A pesar de saber que era Maggie, y que ya había tenido oportunidad suficiente de ocuparse de mi en el último encuentro, cuando se agachó frente a mi, me recorrió un escalofrío, y me acobijé más entre mis brazos, abrazando mi cuerpo.
Negué con la cabeza ante sus comentarios, mientras trababa de poner bien mi ropa para ir sanandome poco a poco - ¿Qué diferencia hay? uno no es dueño sólo de su vida, si no de los que le aman. Que no me mates haciéndome sufrir no borrará el sufrimiento que crearás y harás sufrir a mis padres por mi muerte - traté de explicarle. Mucha gente no se quitaba la vida porque sabían que sus seres queridos no podrían con el sufrimiento, y que en vez de ayudarles, empeorarían las situación.
Su mano se estiró hasta la mía y yo dejé que sus frías manos rozaran las ardientes mías. Todo mi cuerpo se encontraba a una temperatura sobrenatural para sanarse. Suspiré por la impotencia de ser incomprendidos.
Me levanté con su ayuda - Necesito agua - le pedí, mientras caminábamos dirección a la arroyo - Lo que quiero es que no haya más cazadores, y los licántropos no se sientan amenazados, así nadie sufrirá. El mundo es lo suficientemente grande para poder vivir tranquilos - o eso creía yo. Había estado toda mi vida en mi pueblo, y siempre conocía a alguien nuevo, pues imagínate el mundo - entiendo que no quieras ser la primera o que me digas que sólo retirándote tu no conseguiremos nada...- bajé mi cabeza - no quiero vivir asustado, por ti o por mi - la pena me inundaba el corazón. Temía por los míos, pero también por ella.
Negué con la cabeza ante sus comentarios, mientras trababa de poner bien mi ropa para ir sanandome poco a poco - ¿Qué diferencia hay? uno no es dueño sólo de su vida, si no de los que le aman. Que no me mates haciéndome sufrir no borrará el sufrimiento que crearás y harás sufrir a mis padres por mi muerte - traté de explicarle. Mucha gente no se quitaba la vida porque sabían que sus seres queridos no podrían con el sufrimiento, y que en vez de ayudarles, empeorarían las situación.
Su mano se estiró hasta la mía y yo dejé que sus frías manos rozaran las ardientes mías. Todo mi cuerpo se encontraba a una temperatura sobrenatural para sanarse. Suspiré por la impotencia de ser incomprendidos.
Me levanté con su ayuda - Necesito agua - le pedí, mientras caminábamos dirección a la arroyo - Lo que quiero es que no haya más cazadores, y los licántropos no se sientan amenazados, así nadie sufrirá. El mundo es lo suficientemente grande para poder vivir tranquilos - o eso creía yo. Había estado toda mi vida en mi pueblo, y siempre conocía a alguien nuevo, pues imagínate el mundo - entiendo que no quieras ser la primera o que me digas que sólo retirándote tu no conseguiremos nada...- bajé mi cabeza - no quiero vivir asustado, por ti o por mi - la pena me inundaba el corazón. Temía por los míos, pero también por ella.
Gauekko- Licántropo Clase Media
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Fecha de inscripción : 10/12/2016
Re: Destierro ft Maggie
Gauekko parecía estremecerse ante mi cercanía cuando me arrodillé frente a él, como si todo lo que habíamos vivido juntos y que aquella tarde nos había unido de una forma u otra, se hubiese esfumado para siempre. Como si esa confianza que había surgido entre nosotros semanas atrás hubiese sido solo un espejismo y ya no existiese nada más que el resentimiento por ver en mí a una cazadora en lugar de a su amiga; resentimiento que me mostraban sus ojos cuando me miraba. Una mirada que jamás me habría esperado de él, y que provocaba una presión tan fuerte en mi pecho que me impedía respirar.
-Ekko, no mato deliberadamente. Lo hago contra seres que sesgan vidas humanas y siembran el terror a su paso. No pongo en duda que quien se queda llorando su muerte se lo merezca, pero tampoco lo merecen los familiares de esas victimas inocentes que dejaron en su camino.- suspiré con pesadez, dolida por no saber si podré hacerle entender que sigo siendo la misma con quien compartió desayuno días atrás.- Uno de esos seres mató a mi padre hace unos meses, ¿Crees que nosotros merecíamos esa pérdida? El mundo no es justo Gauekko, solo tenemos que intentar sobrevivir en él.
Lo acompañé hasta el arroyo como la última vez que nos vimos, solo que esta ocasión era él quien estaba herido y yo quien se encontraba preocupada por su recuperación. Sabía que sus heridas se curarían con mayor rapidez que en un humano, pero no era el daño físico que había sufrido, sino el daño psicológico que sin duda estaba haciendo estragos en ese lobo alegre y vivaz que ahora parecía una sombra de lo que yo conocía.
-¿Podría dejar de ser algo con lo que he crecido desde niña? No lo sé, Gauekko. Podría intentarlo, pero el honor y lealtad que le debo a mi padre me hace seguir luchando contra esos sobrenaturales que seguirán amenazando cada noche a la humanidad.- hice una breve pausa, mirándolo de soslayo mientras caminábamos.- Tú tampoco puedes dejar de ser un lobo, está en tu naturaleza convertirte cada luna llena. Pero a diferencia de otros que aprovechan cualquier oportunidad para matar y someter a los demás, nosotros podemos elegir no comportarnos como ellos. Tú eres incapaz de dañar a nadie y yo... yo desde que te conocí soy una cazadora muy distinta.- miré al suelo con timidez. Esas palabras encerraban mucho más de lo que ninguno se daría cuenta, pero eran la verdad. Cogí su mano despacio, buscando en su mirada su aceptación hacia mí. Necesitaba mostrarle que a pesar de lo que hiciesen los demás, nosotros no éramos como ellos. - Déjame que cuide de ti y te proteja.
Desde que conocí a Ekko esas reglas que habían sido tan estrictas durante mi formación y que jamás había cuestionado habían cambiado, haciendo tambalearse los cimientos de lo que hasta entonces habían sido mis creencias. Ahora sabía que habían excepciones, donde Gauekko era la mayor de ellas.
-Ekko, no mato deliberadamente. Lo hago contra seres que sesgan vidas humanas y siembran el terror a su paso. No pongo en duda que quien se queda llorando su muerte se lo merezca, pero tampoco lo merecen los familiares de esas victimas inocentes que dejaron en su camino.- suspiré con pesadez, dolida por no saber si podré hacerle entender que sigo siendo la misma con quien compartió desayuno días atrás.- Uno de esos seres mató a mi padre hace unos meses, ¿Crees que nosotros merecíamos esa pérdida? El mundo no es justo Gauekko, solo tenemos que intentar sobrevivir en él.
Lo acompañé hasta el arroyo como la última vez que nos vimos, solo que esta ocasión era él quien estaba herido y yo quien se encontraba preocupada por su recuperación. Sabía que sus heridas se curarían con mayor rapidez que en un humano, pero no era el daño físico que había sufrido, sino el daño psicológico que sin duda estaba haciendo estragos en ese lobo alegre y vivaz que ahora parecía una sombra de lo que yo conocía.
-¿Podría dejar de ser algo con lo que he crecido desde niña? No lo sé, Gauekko. Podría intentarlo, pero el honor y lealtad que le debo a mi padre me hace seguir luchando contra esos sobrenaturales que seguirán amenazando cada noche a la humanidad.- hice una breve pausa, mirándolo de soslayo mientras caminábamos.- Tú tampoco puedes dejar de ser un lobo, está en tu naturaleza convertirte cada luna llena. Pero a diferencia de otros que aprovechan cualquier oportunidad para matar y someter a los demás, nosotros podemos elegir no comportarnos como ellos. Tú eres incapaz de dañar a nadie y yo... yo desde que te conocí soy una cazadora muy distinta.- miré al suelo con timidez. Esas palabras encerraban mucho más de lo que ninguno se daría cuenta, pero eran la verdad. Cogí su mano despacio, buscando en su mirada su aceptación hacia mí. Necesitaba mostrarle que a pesar de lo que hiciesen los demás, nosotros no éramos como ellos. - Déjame que cuide de ti y te proteja.
Desde que conocí a Ekko esas reglas que habían sido tan estrictas durante mi formación y que jamás había cuestionado habían cambiado, haciendo tambalearse los cimientos de lo que hasta entonces habían sido mis creencias. Ahora sabía que habían excepciones, donde Gauekko era la mayor de ellas.
Maggie Craig- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 13/11/2016
Re: Destierro ft Maggie
Miré a nuestro alrededor. Odiaba cuando mi corazón estaba latiendo a duras penas, y mi alma estaba tan rota que tardaría días en arreglase. Agarrado a Maggie camino, mirando al suelo. Trato de procesar sus palabras de la mejor forma posible, para serenarme y poder razonar con la cabeza y el corazón por igual. Había creado un vinculo demasiado extraño para los dos con Maggie. La quería y quería protegerla, pero me daba pena verla así, y pensaba que lo único que la producía cada vez que me veía, era tristeza.
Agarró mi mano y paré de caminar. Mis ojos se encontraron con los suyos - Maggie - susurré, con voz rota. La solté para hundirla entre mis brazos, y abrazarla con fuerza. Apoyé mis labios en su pelo, que parecía oler a frutas. Cerré los ojos unos segundos para separarme después y alzar su mentón con mis dedos para que volviese a mirarme - ¿Te hace mal? Te hace mal estar cerca mía? - le pregunté con sinceridad, con un nudo en estomago, aterrado por la respuesta - Me gusta estar contigo, me gusta mucho. Pero no puedo evitar pensar que algún día me darás caza, y eso... - negué con al cabeza. O que le diese caza a Salamandra porque uno de sus compañeros la había agredido.. dios todo aquello me estaba dando dolor de cabeza y ganas de vomitar. La solté y corrí hasta el agua, metiéndome hasta las rodillas. Junté mis manos y haciendo de recipiente mojé mi cara, serenandome.
Caminé fuera del agua, para que no se le ocurriese entrar, estaba congelada. Me senté en un tronco - Ven - le pedí - lo siento, siento esas duras palabras que te he dedicado, la rabia hablaba por mi - y aun que el miedo también lo hiciese, y no pudiera evitar quitarle ese cartel de cazador de la frente, detrás de todo, estaba maggie.
Agarró mi mano y paré de caminar. Mis ojos se encontraron con los suyos - Maggie - susurré, con voz rota. La solté para hundirla entre mis brazos, y abrazarla con fuerza. Apoyé mis labios en su pelo, que parecía oler a frutas. Cerré los ojos unos segundos para separarme después y alzar su mentón con mis dedos para que volviese a mirarme - ¿Te hace mal? Te hace mal estar cerca mía? - le pregunté con sinceridad, con un nudo en estomago, aterrado por la respuesta - Me gusta estar contigo, me gusta mucho. Pero no puedo evitar pensar que algún día me darás caza, y eso... - negué con al cabeza. O que le diese caza a Salamandra porque uno de sus compañeros la había agredido.. dios todo aquello me estaba dando dolor de cabeza y ganas de vomitar. La solté y corrí hasta el agua, metiéndome hasta las rodillas. Junté mis manos y haciendo de recipiente mojé mi cara, serenandome.
Caminé fuera del agua, para que no se le ocurriese entrar, estaba congelada. Me senté en un tronco - Ven - le pedí - lo siento, siento esas duras palabras que te he dedicado, la rabia hablaba por mi - y aun que el miedo también lo hiciese, y no pudiera evitar quitarle ese cartel de cazador de la frente, detrás de todo, estaba maggie.
Gauekko- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 68
Fecha de inscripción : 10/12/2016
Re: Destierro ft Maggie
Traté de darle unos segundos para que mirándome a los ojos recordase que yo era su amiga, que desde que nos conocimos en ese mismo bosque que ahora parecía separarnos, nuestros destinos se habían quedado unidos de alguna forma y que pasase lo que pasase siempre permanecería a su lado. Me dolía que pudiese pensar que le haría daño, pero estaba en su derecho de alejarse de mí si pensaba que algún día rompería ese lazo que nos unía.
Su inesperado y envolvente abrazo me hizo sentir una paz repentina, como si estar entre sus brazos sintiendo el calor de su cuerpo junto al mío pudiese protegerme de todo mal. Era todo lo que había estado esperando desde que aquella noche salió por la ventana de la habitación de mi hostal. Jamás lo reconocería, pero desde entonces había estado esperando volver a encontrarnos. Una lágrima amenazó con salir de mis ojos cuando le devolví el abrazo y apoyé la cabeza sobre su hombro, sintiendo de nuevo su olor como cuando me llevó en brazos para ponerme a salvo.
-¿Qué te hace pensar que puedo estar mal a tu lado? Eres el único con quien me siento yo misma, con quien no tengo miedo de sentir debilidad y con quien puedo encontrar esa calma que nadie más me da.- el tacto de su mano en mi barbilla consiguió estremecerme, como si no se tratase solo de la forma que había buscado para dirigir mi mirada hacia la suya sino una anhelada caricia que se había demorado demasiado tiempo.
Acerqué mi mano hasta su mejilla para acariciársela, dibujando una cálida sonrisa en mis labios por sentir tan cerca ese reencuentro tan esperado y no el jarro de agua fría que había sentido con sus palabras minutos antes. Pero de pronto, salió corriendo tras pronunciar su siguiente afirmación, palabras que me dejaron confundida durante unos segundos mientras recorría el camino que él había tomado antes de lanzarse a las frías aguas del arroyo. No comprendía como podía tener si quiera un atisbo de duda sobre eso, como podía pensar que sería capaz de empuñar arma que no fuese para defenderlo.
Poco antes de que llegase a la orilla, Ekko salió del agua, sentándose a pocos metros de ésta y pidiéndome que me acercara. Negué con la cabeza cuando me pidió disculpas por esas palabras que se habían clavado en mi alma como afiladas dagas; sabía que su disculpa era sincera, que en un momento así podemos ser capaces de hacer daño a quien de verdad nos quieren, movidos quizás por la certeza de que no nos abandonaran jamás.
-No te preocupes, esas palabras quedaron borradas de mi mente en cuanto me abrazaste después. - susurré colocándome entre sus piernas para ser esta vez yo quien lo abrazase, dándole antes de retirarme un suave beso en el cuello. Sin separarme mucho de él, me quité el abrigo que llevaba, colocándolo sobre sus hombros para evitar que se congelase.
Estaba empapado y la humedad que acompañaba a la fría noche que se avecinaba empezaba a hacerse notar.- Sería incapaz de darte caza, Gauekko. Ni siquiera si en plena luna llena me atacases; no podría hacerte daño.- hice un breve pausa en la que suspiré largamente buscando su mirada.- Si hubiese tenido que herir a esos cazadores por ti, lo habría hecho. Eres mi amigo, eres mucho más que eso. Y no permitiré que nada ni nadie te haga daño.- mis palabras eran sinceras, al igual que mi mirada que continuaba fija en la suya.
Teníamos que buscar un lugar donde curarlo y que se recuperase de sus heridas.- ¿Cómo estás para llegar hasta mi montura y buscar un sitio donde pasar la noche? Podemos ir a mi hostal, ya sabes donde está; o a cualquier otra parte donde pueda curarte las heridas y quitarte esa ropa mojada antes de que cojas una pulmonía.- sonreí con dulzura, pensando que en ésta ocasión sería yo quien cuidase de él. ¿Había una señal más inequívoca del sentimiento mutuo que había entre nosotros que esa preocupación que sentíamos por el bienestar del otro?
Su inesperado y envolvente abrazo me hizo sentir una paz repentina, como si estar entre sus brazos sintiendo el calor de su cuerpo junto al mío pudiese protegerme de todo mal. Era todo lo que había estado esperando desde que aquella noche salió por la ventana de la habitación de mi hostal. Jamás lo reconocería, pero desde entonces había estado esperando volver a encontrarnos. Una lágrima amenazó con salir de mis ojos cuando le devolví el abrazo y apoyé la cabeza sobre su hombro, sintiendo de nuevo su olor como cuando me llevó en brazos para ponerme a salvo.
-¿Qué te hace pensar que puedo estar mal a tu lado? Eres el único con quien me siento yo misma, con quien no tengo miedo de sentir debilidad y con quien puedo encontrar esa calma que nadie más me da.- el tacto de su mano en mi barbilla consiguió estremecerme, como si no se tratase solo de la forma que había buscado para dirigir mi mirada hacia la suya sino una anhelada caricia que se había demorado demasiado tiempo.
Acerqué mi mano hasta su mejilla para acariciársela, dibujando una cálida sonrisa en mis labios por sentir tan cerca ese reencuentro tan esperado y no el jarro de agua fría que había sentido con sus palabras minutos antes. Pero de pronto, salió corriendo tras pronunciar su siguiente afirmación, palabras que me dejaron confundida durante unos segundos mientras recorría el camino que él había tomado antes de lanzarse a las frías aguas del arroyo. No comprendía como podía tener si quiera un atisbo de duda sobre eso, como podía pensar que sería capaz de empuñar arma que no fuese para defenderlo.
Poco antes de que llegase a la orilla, Ekko salió del agua, sentándose a pocos metros de ésta y pidiéndome que me acercara. Negué con la cabeza cuando me pidió disculpas por esas palabras que se habían clavado en mi alma como afiladas dagas; sabía que su disculpa era sincera, que en un momento así podemos ser capaces de hacer daño a quien de verdad nos quieren, movidos quizás por la certeza de que no nos abandonaran jamás.
-No te preocupes, esas palabras quedaron borradas de mi mente en cuanto me abrazaste después. - susurré colocándome entre sus piernas para ser esta vez yo quien lo abrazase, dándole antes de retirarme un suave beso en el cuello. Sin separarme mucho de él, me quité el abrigo que llevaba, colocándolo sobre sus hombros para evitar que se congelase.
Estaba empapado y la humedad que acompañaba a la fría noche que se avecinaba empezaba a hacerse notar.- Sería incapaz de darte caza, Gauekko. Ni siquiera si en plena luna llena me atacases; no podría hacerte daño.- hice un breve pausa en la que suspiré largamente buscando su mirada.- Si hubiese tenido que herir a esos cazadores por ti, lo habría hecho. Eres mi amigo, eres mucho más que eso. Y no permitiré que nada ni nadie te haga daño.- mis palabras eran sinceras, al igual que mi mirada que continuaba fija en la suya.
Teníamos que buscar un lugar donde curarlo y que se recuperase de sus heridas.- ¿Cómo estás para llegar hasta mi montura y buscar un sitio donde pasar la noche? Podemos ir a mi hostal, ya sabes donde está; o a cualquier otra parte donde pueda curarte las heridas y quitarte esa ropa mojada antes de que cojas una pulmonía.- sonreí con dulzura, pensando que en ésta ocasión sería yo quien cuidase de él. ¿Había una señal más inequívoca del sentimiento mutuo que había entre nosotros que esa preocupación que sentíamos por el bienestar del otro?
Última edición por Maggie Craig el Vie Feb 17, 2017 4:19 pm, editado 1 vez
Maggie Craig- Cazador Clase Media
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Re: Destierro ft Maggie
Le observé desde el suelo sintiendo como la temperatura de mi cuerpo se elevaba a una velocidad que asustaba. Seguramente estaba más tocando de lo que pensaba y veía. Realmente no podía levantarme solo, sin la ayuda de ella, una vez que me había sentado necesitaba quedarme allí varado hasta que mi cuerpo se sanase. Cerré los ojos durante unos segundos que me supieron a gloría, gloría interrumpida por un escalofrío de frío. Que me trajo de nuevo a la realidad. ¿Tenía frío? Tan malito estaba? suspiré para volver a atenderla y mirarla - Necesito ayuda, tienes razón, necesito que me cuides - no me gustaba que tuviesen que ayudarme, pero no podía quedarme allí tirado en una noche tan fría - Ayúdame a levantarme - susurré. Agarrándome a ella, asintiendo con la cabeza. Iríamos hasta su caballo y a su hostal, le pagaría con los francos que disponía de mis ahorros.
Caminamos, yo en silencio por que cada palabra era una punzada de dolor, cada respiración.. La miré cuando llegamos al caballo y gracias a mi conexión con el animal, este se agachó para que ambos subiéramos sin problema. Le pedí a maggie que subiese, que ni se le ocurriese ir de pie abajo, y me agarré a su cintura, apoyando mi cabeza en su espalda, cerrando los ojos. Estaba calentita y olía genial. Pensar en que había gente como maggie en el mundo me tranquilizaba de sobremanera, que me permitía no importarme que me traicionara y acabase conmigo en algún momento. Porque momentos como este me habían hecho disfrutar de su compañía y aquello ya era suficiente.
Caminamos, yo en silencio por que cada palabra era una punzada de dolor, cada respiración.. La miré cuando llegamos al caballo y gracias a mi conexión con el animal, este se agachó para que ambos subiéramos sin problema. Le pedí a maggie que subiese, que ni se le ocurriese ir de pie abajo, y me agarré a su cintura, apoyando mi cabeza en su espalda, cerrando los ojos. Estaba calentita y olía genial. Pensar en que había gente como maggie en el mundo me tranquilizaba de sobremanera, que me permitía no importarme que me traicionara y acabase conmigo en algún momento. Porque momentos como este me habían hecho disfrutar de su compañía y aquello ya era suficiente.
Gauekko- Licántropo Clase Media
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Re: Destierro ft Maggie
Mi preocupación por Ekko iba en aumento a cada segundo de tiempo que transcurría. Lo conocía lo suficiente como para saber que el hecho de que estuviese tan poco hablador era una señal inequívoca de que su estado era más grave de lo que trataba de aparentar. Y cuando tras unos minutos en los que permaneció con los ojos cerrados, los abrió de nuevo para solicitar mi ayuda, me asusté de veras y obedecí con rapidez.
Con cuidado de no hacerle daño al sostenerle, rodeé su cintura con mi brazo, colocando mi hombro bajo su axila. Fui tirando poco a poco hacia arriba de él para ponerlo en pie sin lastimarle ni abrir más sus heridas por el esfuerzo al cambiar de posición y así, abrazados y con nuestros costados unidos mientras yo le servía como apoyo, recorrimos el tortuoso camino que nos separaba de mi montura.
-Mi caballo no está lejos, no te preocupes.- fue lo único que conseguí articular, pues mi preocupación iba en aumento a cada paso que dábamos.
Lo observé de reojo y ver como su rostro iba perdiendo esa vivacidad que lo caracterizaba me provocaba una fuerte presión en el pecho que me impedía respirar con normalidad. La impotencia se agolpaba en mi garganta, y solo me daban ganas de llorar y abrazarlo hasta que estuviese de nuevo como siempre. Pero Ekko me necesitaba, contaba conmigo. Ahora yo me había convertido en su única oportunidad de salir de ese pozo oscuro en el que se hallaba sumido.
Con curiosidad miré como mi caballo se inclinaba para facilitarle al lobo su montura, y tras encogerme de hombros, ocupé el lugar que éste me había dejado delante de él. Ekko rodeó mi cintura con sus brazos, pegándose a mi espalda. Sonreí por ese gesto tan íntimo que no permitiría que lo realizase nadie más que él. Detestaba que me tocasen pero sin embargo sus caricias me reconfortaban. Sujeté con una mano las riendas, emprendiendo el rumbo hacia mi hostal, mientras que con la otra acariciaba sus brazos que tenía en mi vientre.
Minutos después llegamos a nuestro destino, y realizando la misma operación, mi montura se arrodilló para que con mi ayuda Ekko pudiese bajar sin tener que sufrir más daños. Lo sujeté de nuevo de la cintura y busqué su mirada.- Solo es un piso. Aguanta un poquito más y estaremos a salvo.- susurré antes de comenzar a caminar, acomodando mi paso al suyo.
Realizando un soberano esfuerzo, fuimos subiendo los escalones que nos separaban del piso superior donde se encontraba mi habitación. Con cuidado separé mi cuerpo del suyo, ayudándole a sentarse sobre la cama.
-Voy a llenar la tina con agua caliente. Te prepararé un baño para lavar las heridas y algo de ropa. Menos mal que acostumbro a vestir pantalones.- bromeé antes de darle un cálido beso en la mejilla y desaparecer por la puerta del cuarto de baño, donde dispuse todo lo necesario para desinfectar las heridas y coserlas después. Transcurridos unos minutos, volví de nuevo y me acuclillé frente a él. Su mirada parecía cansada y eso me preocupaba.
-¿Quieres bañarte solo mientras busco algo para cenar? ¿O prefieres que me quede contigo y te ayude con las heridas?- coloqué mis codos sobre sus rodillas, y con cariño le acaricié los brazos, esperando que me indicase de que forma se sentiría más cómodo.
Con cuidado de no hacerle daño al sostenerle, rodeé su cintura con mi brazo, colocando mi hombro bajo su axila. Fui tirando poco a poco hacia arriba de él para ponerlo en pie sin lastimarle ni abrir más sus heridas por el esfuerzo al cambiar de posición y así, abrazados y con nuestros costados unidos mientras yo le servía como apoyo, recorrimos el tortuoso camino que nos separaba de mi montura.
-Mi caballo no está lejos, no te preocupes.- fue lo único que conseguí articular, pues mi preocupación iba en aumento a cada paso que dábamos.
Lo observé de reojo y ver como su rostro iba perdiendo esa vivacidad que lo caracterizaba me provocaba una fuerte presión en el pecho que me impedía respirar con normalidad. La impotencia se agolpaba en mi garganta, y solo me daban ganas de llorar y abrazarlo hasta que estuviese de nuevo como siempre. Pero Ekko me necesitaba, contaba conmigo. Ahora yo me había convertido en su única oportunidad de salir de ese pozo oscuro en el que se hallaba sumido.
Con curiosidad miré como mi caballo se inclinaba para facilitarle al lobo su montura, y tras encogerme de hombros, ocupé el lugar que éste me había dejado delante de él. Ekko rodeó mi cintura con sus brazos, pegándose a mi espalda. Sonreí por ese gesto tan íntimo que no permitiría que lo realizase nadie más que él. Detestaba que me tocasen pero sin embargo sus caricias me reconfortaban. Sujeté con una mano las riendas, emprendiendo el rumbo hacia mi hostal, mientras que con la otra acariciaba sus brazos que tenía en mi vientre.
Minutos después llegamos a nuestro destino, y realizando la misma operación, mi montura se arrodilló para que con mi ayuda Ekko pudiese bajar sin tener que sufrir más daños. Lo sujeté de nuevo de la cintura y busqué su mirada.- Solo es un piso. Aguanta un poquito más y estaremos a salvo.- susurré antes de comenzar a caminar, acomodando mi paso al suyo.
Realizando un soberano esfuerzo, fuimos subiendo los escalones que nos separaban del piso superior donde se encontraba mi habitación. Con cuidado separé mi cuerpo del suyo, ayudándole a sentarse sobre la cama.
-Voy a llenar la tina con agua caliente. Te prepararé un baño para lavar las heridas y algo de ropa. Menos mal que acostumbro a vestir pantalones.- bromeé antes de darle un cálido beso en la mejilla y desaparecer por la puerta del cuarto de baño, donde dispuse todo lo necesario para desinfectar las heridas y coserlas después. Transcurridos unos minutos, volví de nuevo y me acuclillé frente a él. Su mirada parecía cansada y eso me preocupaba.
-¿Quieres bañarte solo mientras busco algo para cenar? ¿O prefieres que me quede contigo y te ayude con las heridas?- coloqué mis codos sobre sus rodillas, y con cariño le acaricié los brazos, esperando que me indicase de que forma se sentiría más cómodo.
Maggie Craig- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 13/11/2016
Re: Destierro ft Maggie
Apoyando la cabeza en el hombro de Maggie, cerré los ojos y me dejé guiar. Por primera vez en mi vida el trote del caballo me mareaba, haciendo que todo diese mas vueltas de lo que daba. Cuando paró abrí los ojos con fuerza, tratando de que todo parara. Pero era imposible, casi me tiré a brazos de Maggie al bajar para no caer.
Arrastrando los pies subimos de forma pausada las escaleras hasta la habitación, donde me quedé en una silla de madera sentado, era parte del atrezzo. Maggie me hablaba desde la habitación, sin parar de hacer cosas. No era capaz de saber de donde venía la voz por su movimiento, estaba tan jodido que no era capaz de asimilar nada - ¿Qué? - pregunté con una voz gangosa, mientras me miraba el dedo gordo del pie. Que cochinada de pie.
Me levanté como pude, noté el olor de Maggie cerca y lo que parecía ser un beso. Pero no me dio tiempo a reaccionar. Me deshice de la poca ropa que tenía. No contesté a Maggie porque no era capaz de comprender que me decía. Levanté un pie agarrando con firmeza el borde de la bañera y me metí en ella, tumbándome. Sumergí mi cabeza unos segundos para después sacarla y apartan la mata de pelo de mi rostro.
Ya más despejado busqué a Maggie con la mirada apoyando la barbilla en el borde de la bañera - No me cosas, que luego me quedarán marcas - cerré los ojos - y no quiero recordar esto de ninguna manera... - suspiré - Tengo mucha hambre Maggie - le confesé.
Arrastrando los pies subimos de forma pausada las escaleras hasta la habitación, donde me quedé en una silla de madera sentado, era parte del atrezzo. Maggie me hablaba desde la habitación, sin parar de hacer cosas. No era capaz de saber de donde venía la voz por su movimiento, estaba tan jodido que no era capaz de asimilar nada - ¿Qué? - pregunté con una voz gangosa, mientras me miraba el dedo gordo del pie. Que cochinada de pie.
Me levanté como pude, noté el olor de Maggie cerca y lo que parecía ser un beso. Pero no me dio tiempo a reaccionar. Me deshice de la poca ropa que tenía. No contesté a Maggie porque no era capaz de comprender que me decía. Levanté un pie agarrando con firmeza el borde de la bañera y me metí en ella, tumbándome. Sumergí mi cabeza unos segundos para después sacarla y apartan la mata de pelo de mi rostro.
Ya más despejado busqué a Maggie con la mirada apoyando la barbilla en el borde de la bañera - No me cosas, que luego me quedarán marcas - cerré los ojos - y no quiero recordar esto de ninguna manera... - suspiré - Tengo mucha hambre Maggie - le confesé.
Gauekko- Licántropo Clase Media
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Fecha de inscripción : 10/12/2016
Re: Destierro ft Maggie
Mi preocupación por Ekko iba en aumento conforme iban pasando los minutos; las heridas que le habían sido inducidas por los cazadores y que cruzaban todo su cuerpo parecían haberle afectado no solo físicamente, sino también emocionalmente. Era como si estuviese totalmente ausente de nuestra conversación, como si fuese incapaz de comprender o asimilar lo que le estaba proponiendo. Sabía por experiencia lo que era recibir tal paliza que el dolor que sentías después te llevase a desear la muerte, o que te empujase a tal estado de shock en el que parecía que no podías aceptar que aquello te hubiese podido pasar a ti.
Tras el esfuerzo que le supuso levantarse, encaminó su tambaleante paso hacia el cuarto de baño, seguido por mí a corta distancia, que temerosa de que pudiese caerse en cualquier momento y golpearse con algo opté por robarle un poco de esa intimidad que tal vez necesitase .
Al llegar junto a la bañera, aparté la mirada con rapidez cuando mi amigo comenzó a quitarse la ropa ensangrentada que todavía le cubría. Cierto que aquella no era la primera vez que lo veía desnudo, más no aparté la mirada por eso, sino por todas las espeluznantes heridas que cruzaban su cuerpo.
-¿Dudas de mi habilidad en coser heridas? Te recuerdo que en mi cuerpo no hay muchas cicatrices que puedas dibujar con el dedo con total seguridad.- bromeé, sin poder evitar mirarlo con tristeza cuando levanté la vista para encontrármelo ya dentro de la bañera. Me acerqué a ésta y me arrodillé a su lado, observando como los cortes llegaban a su espalda y que podían verse fuera del agua. Cogí la pastilla de jabón y con suavidad se la pasé por los largos cabellos desgarbados que ahora estaban mojados, desenredándoselos al mismo tiempo con un cepillo.- Solo te desinfectaré las heridas y las vendaré usando antes un ungüento para que cicatricen sin que se infecten, ¿te parece bien?
Le tendí la pastilla de jabón para que continuase él con su baño, secándome las manos con una de las toallas que había dejado sobre un taburete cercano.- Voy a bajar a pedir algo de comer mientras tu terminas de asearte; no tardaré.- le di un rápido beso en la mejilla y me dirigí al exterior.
No quería estar mucho tiempo fuera de la habitación; el estado de Ekko era preocupante y podría perder el conocimiento en cualquier momento. Bajé con prisas las escaleras que me separaban de la recepción del hostal, y tras depositar unos cuantos francos en la mano de la posadera, que pagarían más que de sobra lo solicitado para cenar, subí de nuevo de tres en tres los escalones.
Preparé unos pantalones de algodón que me quedaban algo grandes y una camisola para dejárselas a Ekko. Al menos tenía suerte que yo no fuese mujer de corsé y faldas; no me lo imaginaba así vestido. Una sonrisa se escapó en mis labios al imaginarme la escena, mientras acudía al cuarto de baño para comprobar si había terminado.
-¿Quieres que te ayude a salir y te cure? No creo que tarden en subir la cena.- susurré agachándome a su lado y acariciando su brazo que tenía dispuesto en el borde de la bañera.
Tras el esfuerzo que le supuso levantarse, encaminó su tambaleante paso hacia el cuarto de baño, seguido por mí a corta distancia, que temerosa de que pudiese caerse en cualquier momento y golpearse con algo opté por robarle un poco de esa intimidad que tal vez necesitase .
Al llegar junto a la bañera, aparté la mirada con rapidez cuando mi amigo comenzó a quitarse la ropa ensangrentada que todavía le cubría. Cierto que aquella no era la primera vez que lo veía desnudo, más no aparté la mirada por eso, sino por todas las espeluznantes heridas que cruzaban su cuerpo.
-¿Dudas de mi habilidad en coser heridas? Te recuerdo que en mi cuerpo no hay muchas cicatrices que puedas dibujar con el dedo con total seguridad.- bromeé, sin poder evitar mirarlo con tristeza cuando levanté la vista para encontrármelo ya dentro de la bañera. Me acerqué a ésta y me arrodillé a su lado, observando como los cortes llegaban a su espalda y que podían verse fuera del agua. Cogí la pastilla de jabón y con suavidad se la pasé por los largos cabellos desgarbados que ahora estaban mojados, desenredándoselos al mismo tiempo con un cepillo.- Solo te desinfectaré las heridas y las vendaré usando antes un ungüento para que cicatricen sin que se infecten, ¿te parece bien?
Le tendí la pastilla de jabón para que continuase él con su baño, secándome las manos con una de las toallas que había dejado sobre un taburete cercano.- Voy a bajar a pedir algo de comer mientras tu terminas de asearte; no tardaré.- le di un rápido beso en la mejilla y me dirigí al exterior.
No quería estar mucho tiempo fuera de la habitación; el estado de Ekko era preocupante y podría perder el conocimiento en cualquier momento. Bajé con prisas las escaleras que me separaban de la recepción del hostal, y tras depositar unos cuantos francos en la mano de la posadera, que pagarían más que de sobra lo solicitado para cenar, subí de nuevo de tres en tres los escalones.
Preparé unos pantalones de algodón que me quedaban algo grandes y una camisola para dejárselas a Ekko. Al menos tenía suerte que yo no fuese mujer de corsé y faldas; no me lo imaginaba así vestido. Una sonrisa se escapó en mis labios al imaginarme la escena, mientras acudía al cuarto de baño para comprobar si había terminado.
-¿Quieres que te ayude a salir y te cure? No creo que tarden en subir la cena.- susurré agachándome a su lado y acariciando su brazo que tenía dispuesto en el borde de la bañera.
Maggie Craig- Cazador Clase Media
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Re: Destierro ft Maggie
La perfección y la armonía de cada gesto de Maggie me cautivaban, la confianza en sus acciones, la tranquilidad con la que me hablaba, era tan contagiosa, que pudieron calmar mi ardor, mi intranquilidad y mi miedo, cada uno de los pensamientos en mi cabeza eran anulados por las dulces palabras que Maggie me dedicaba, y yo no podía dejar de estar arrepintiendo por todo lo que había pensado y ala vez, no podía dejar de estar decepcionado por mi actitud infantil, e inmadura, en la que pensar que no hacer nada era la solución correcta ante gente que sólo quería asesinarme sin ningún tipo de argumento.
Estaba tan perdido en mis pensamientos y sus caricias, que la primera punzada de dolor pasó desapercibida. Sin embargo la segunda me hizo tensarme, y la tercera levantarme por completo. El agua salió por todos lados, al igual que la que goteaba por mi cuerpo. No podía articular palabra, mi mandíbula se mantenía tan fuertemente cerrada, que no era capaz casi de respirar por la boca. Mi fosas nasales se abrían y cerraban fon fuerza, y los puños de las manos se habían vuelto blancos.
Caminé hasta la ventana y salté, marchándome corriendo del lugar.
Estaba tan perdido en mis pensamientos y sus caricias, que la primera punzada de dolor pasó desapercibida. Sin embargo la segunda me hizo tensarme, y la tercera levantarme por completo. El agua salió por todos lados, al igual que la que goteaba por mi cuerpo. No podía articular palabra, mi mandíbula se mantenía tan fuertemente cerrada, que no era capaz casi de respirar por la boca. Mi fosas nasales se abrían y cerraban fon fuerza, y los puños de las manos se habían vuelto blancos.
Caminé hasta la ventana y salté, marchándome corriendo del lugar.
Gauekko- Licántropo Clase Media
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