AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Némesis [Privado]
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Némesis [Privado]
Recuerdo del primer mensaje :
El frío comenzaba a calar el alba de las calles de París, haciendo de las mañanas una odisea entre el calor corporal y el resto de la naturaleza. Ni siquiera se escuchaba el trinar de los primeros pajarillos del día, pero el repiqueteo sordo de los cascos de un caballo resonaba por las calles que llevaban a la plaza de Tertre.
Ningún mortal en su sano juicio habría salido de casa, había helado aquella noche y la lumbre de las chimeneas de los hogares seguía encendida. Sólo el demonio de ojos helados que cabalgaba hacia la nueva sede de la Orden de Hellsing.
Sólo existía un motivo por el que un hechicero se atreviera a encaminarse solo y a plena luz del día a la morada de bestias sanguinarias que clamarían por su sangre en cuanto cayera la noche... una tregua. Un pacto de no agresión entre dos de las tres facciones más poderosas de lo sobrenatural en el mundo humano.
Vampiros, Brujos y Cazadores, razas de por sí enfrentadas durante siglos, habían llegado a un punto de no retorno en el que se decidiría el destino de los pobres humanos inocentes que descansaban ignorantes en sus casas. Matar o morir.
Y un nuevo líder de Hellsing en Francia, Axel Blackmore.
Su predecesor había intentado mantener un pacto de no agresión con los brujos de la Logia, pero la falta de organización y de control sobre sus cazadores había derivado en un gran número de muertes innecesarias en ambos bandos.
Pero la Orden parecía haber saneado su cima, y con ello, la oportunidad empujó a Cirilla a volver a pactar sobre las relaciones entre ambas facciones, que podían tanto otorgar ventajas a ambos bandos como llevarlos a la destrucción más absoluta.
Pero contra todo pronóstico, Blackmore y Cirilla habían terminado llegando a un acuerdo después de tres sesiones de discusión en territorio neutral. Ningún cazador tocaría a un brujo que no hubiera cometido un delito. A cambio, los servicios mágicos de la Logia estarían a disposición de los Cazadores para la encarnizada lucha que cada vez se volvía más peligrosa: la caza de vampiros.
Pero los brujos tenían fama de ser manipuladores, por lo que la bruja que dirigía la Logia se vio obligada a ceder en algunos puntos. Cirilla había decidido enviar a un representante, un emisario que colaboraría con ellos en dicha batalla para probar sus buenas intenciones hasta que las dudas iniciales se resolviesen y pudieran comenzar a colaborar juntos, un mago de exquisitos poderes que probaría el poder y la clase de la Logia, y su valor como aliado potencial.
Y de entre todos los brujos, Cirilla escogió a alguien que apenas llevaba seis meses entre sus filas, destacando entre todos como el más joven y brillante hechicero de su generación.
Stein Ackerman.
Frené mi montura y desmonté frente al portón de madera que franqueaba la entrada a la fortaleza. El vaho salía de mi boca en cada respiración, pero no sentía el frío. La adrenalina dominaba mi cuerpo, pensando en el abanico de posibilidades que se abría ante mis ojos cuando Cirilla de Rivia me había designado como emisario entre los Cazadores. Hacía seis meses que había decidido unirme a ellos, ocho desde que llegué a París dispuesto a cumplir mi venganza. Despojaría a mi hermana, Xaryne Ackerman, de todo lo que amaba para después matarla y vengar la muerte de mi madre. Pero la venganza se sirve en plato frío.
Atravesé los portones después de presentarme al guardia apostado en la puerta, parecía que me esperaban. Me habían mandado directamente al despacho de Blackmore. Bien, así podría analizar al carismático líder que parecía haber embelesado a todo el gremio de Hellsing, tanto que se hablaba de sus dotes de liderazgo y la unión que había conseguido entre los suyos con tan poco tiempo al mando. Era bueno, práctico y había conseguido un trato con Cirilla, por lo que tendría que andarme con cuidado.
Subí las escaleras de piedra de la sede y llegué a una puerta de madera tallada donde podía leerse "Axel Blackmore" en letras doradas. Se notaba la categoría desde la puerta. Llamé dos veces golpeando con suavidad la puerta y una voz profunda me invitó a pasar. Compuse mi mejor sonrisa y la mirada color hielo que me caracterizaba. Iría modulando mi actuación según fuera observando a mi interlocutor, pero había investigado; y el hecho de que pareciera ser el perfecto caballero inglés me daba muchas pistas sobre rasgos generales de su personalidad.
Puntuales, irónicos y educados, así era el carácter británico.
Me acerqué a la mesa y observé al capitán, que me esperaba de pie y cuadrando los hombros. Éramos de altura parecida, y su rostro moreno y serio, pero con tinte cordial y sereno, me indicó sin lugar a dudas que había nacido para ser un líder. Sus habilidades sociales y su sentido del honor seguramente encajarían perfectamente con su aspecto de lord. Nos estrechamos cálidamente la mano y me apresuré a presentarme con voz profunda y tranquila.
- Buenos días, capitán Blackmore, me llamo Stein Ackerman y seré el enviado de la Logia para estrechar lazos con la orden. No dude en disponer de mis habilidades como mejor le parezca. Pero supongo que en realidad ya sabe quién soy. - incliné un poco la cabeza en señal de respeto pero sin dejar de mirarle a los ojos. Elstaba claro que mi apellido le sonaría, aunque no añadí nada más.
Mi hermana era una leyenda en la Orden y pocas personas sabían que tenía un hermano, mucho menos brujo, psicópata y sin escrúpulos.
El frío comenzaba a calar el alba de las calles de París, haciendo de las mañanas una odisea entre el calor corporal y el resto de la naturaleza. Ni siquiera se escuchaba el trinar de los primeros pajarillos del día, pero el repiqueteo sordo de los cascos de un caballo resonaba por las calles que llevaban a la plaza de Tertre.
Ningún mortal en su sano juicio habría salido de casa, había helado aquella noche y la lumbre de las chimeneas de los hogares seguía encendida. Sólo el demonio de ojos helados que cabalgaba hacia la nueva sede de la Orden de Hellsing.
Sólo existía un motivo por el que un hechicero se atreviera a encaminarse solo y a plena luz del día a la morada de bestias sanguinarias que clamarían por su sangre en cuanto cayera la noche... una tregua. Un pacto de no agresión entre dos de las tres facciones más poderosas de lo sobrenatural en el mundo humano.
Vampiros, Brujos y Cazadores, razas de por sí enfrentadas durante siglos, habían llegado a un punto de no retorno en el que se decidiría el destino de los pobres humanos inocentes que descansaban ignorantes en sus casas. Matar o morir.
Y un nuevo líder de Hellsing en Francia, Axel Blackmore.
Su predecesor había intentado mantener un pacto de no agresión con los brujos de la Logia, pero la falta de organización y de control sobre sus cazadores había derivado en un gran número de muertes innecesarias en ambos bandos.
Pero la Orden parecía haber saneado su cima, y con ello, la oportunidad empujó a Cirilla a volver a pactar sobre las relaciones entre ambas facciones, que podían tanto otorgar ventajas a ambos bandos como llevarlos a la destrucción más absoluta.
Pero contra todo pronóstico, Blackmore y Cirilla habían terminado llegando a un acuerdo después de tres sesiones de discusión en territorio neutral. Ningún cazador tocaría a un brujo que no hubiera cometido un delito. A cambio, los servicios mágicos de la Logia estarían a disposición de los Cazadores para la encarnizada lucha que cada vez se volvía más peligrosa: la caza de vampiros.
Pero los brujos tenían fama de ser manipuladores, por lo que la bruja que dirigía la Logia se vio obligada a ceder en algunos puntos. Cirilla había decidido enviar a un representante, un emisario que colaboraría con ellos en dicha batalla para probar sus buenas intenciones hasta que las dudas iniciales se resolviesen y pudieran comenzar a colaborar juntos, un mago de exquisitos poderes que probaría el poder y la clase de la Logia, y su valor como aliado potencial.
Y de entre todos los brujos, Cirilla escogió a alguien que apenas llevaba seis meses entre sus filas, destacando entre todos como el más joven y brillante hechicero de su generación.
Stein Ackerman.
Frené mi montura y desmonté frente al portón de madera que franqueaba la entrada a la fortaleza. El vaho salía de mi boca en cada respiración, pero no sentía el frío. La adrenalina dominaba mi cuerpo, pensando en el abanico de posibilidades que se abría ante mis ojos cuando Cirilla de Rivia me había designado como emisario entre los Cazadores. Hacía seis meses que había decidido unirme a ellos, ocho desde que llegué a París dispuesto a cumplir mi venganza. Despojaría a mi hermana, Xaryne Ackerman, de todo lo que amaba para después matarla y vengar la muerte de mi madre. Pero la venganza se sirve en plato frío.
Atravesé los portones después de presentarme al guardia apostado en la puerta, parecía que me esperaban. Me habían mandado directamente al despacho de Blackmore. Bien, así podría analizar al carismático líder que parecía haber embelesado a todo el gremio de Hellsing, tanto que se hablaba de sus dotes de liderazgo y la unión que había conseguido entre los suyos con tan poco tiempo al mando. Era bueno, práctico y había conseguido un trato con Cirilla, por lo que tendría que andarme con cuidado.
Subí las escaleras de piedra de la sede y llegué a una puerta de madera tallada donde podía leerse "Axel Blackmore" en letras doradas. Se notaba la categoría desde la puerta. Llamé dos veces golpeando con suavidad la puerta y una voz profunda me invitó a pasar. Compuse mi mejor sonrisa y la mirada color hielo que me caracterizaba. Iría modulando mi actuación según fuera observando a mi interlocutor, pero había investigado; y el hecho de que pareciera ser el perfecto caballero inglés me daba muchas pistas sobre rasgos generales de su personalidad.
Puntuales, irónicos y educados, así era el carácter británico.
Me acerqué a la mesa y observé al capitán, que me esperaba de pie y cuadrando los hombros. Éramos de altura parecida, y su rostro moreno y serio, pero con tinte cordial y sereno, me indicó sin lugar a dudas que había nacido para ser un líder. Sus habilidades sociales y su sentido del honor seguramente encajarían perfectamente con su aspecto de lord. Nos estrechamos cálidamente la mano y me apresuré a presentarme con voz profunda y tranquila.
- Buenos días, capitán Blackmore, me llamo Stein Ackerman y seré el enviado de la Logia para estrechar lazos con la orden. No dude en disponer de mis habilidades como mejor le parezca. Pero supongo que en realidad ya sabe quién soy. - incliné un poco la cabeza en señal de respeto pero sin dejar de mirarle a los ojos. Elstaba claro que mi apellido le sonaría, aunque no añadí nada más.
Mi hermana era una leyenda en la Orden y pocas personas sabían que tenía un hermano, mucho menos brujo, psicópata y sin escrúpulos.
Stein Ackerman- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 114
Fecha de inscripción : 01/11/2016
Re: Némesis [Privado]
Cuando me senté observé atentamente a aquella cazadora por primera vez. Aveline Blackmore se rodeaba de ese tipo de aura que los demás temían y admiraban. Un aura de seguridad y fiereza que acentuaba cuando sacaba su lado de cazadora. Pero detrás de aquella lengua ácida se intuía algo más. Así vestida, de lady Blackmore, como ella acababa de llamarlo, parecía más bien un disfraz, algo que ayudaba a reforzar la máscara que mantenía puesta todo el tiempo.
Pero por un momento y con su último comentario acerca de lo solitaria que podía ser la vida, creí vislumbrar una grieta en todo aquello. Mínima, casi imperceptible a los ojos humanos. Pero no se estaba tomando una copa con un simple humano.
Cuando comentó que no le parecía "tan" peligroso sonreí de lado. Intuí que Aveline abogaba porque el contacto continuo con mi hermana acabaría por reconciliarnos. Qué equivocada estaba. Había pecados que no podían perdonarse más que con la muerte. Y en mi cabeza, ambos la merecíamos. Sobre todo después de aquel episodio en el callejón. Insinuó que me mataría si le arruinaba la vida a mi hermana y asentí con la cabeza levemente. No haría falta. El día que completara mi venganza, no tendría más motivos reales para seguir respirando.
Me sentía relajado pero lleno de fuerza, todo el cansancio y el estrés del día parecían haber desaparecido. Bebí un trago de bourbon y me centré en la inglesa, que observaba mis ojos como intentando descubrir en qué se diferenciaban con los de mi hermana. En el fondo. Siempre se diferenciarían en el fondo.
Sabía que aunque podía cambiar el tono de mis orbes a voluntad y en mi hermana era un indicativo de su estado de ánimo, teníamos algo muy distinto en la mirada.
Entorné los ojos y ladeé un poco la cabeza, escuchando las amargas palabras de Aveline. Tras aquel toque de soberbia, se notaba aquel deje de nostalgia por algo que siempre quiso tener y no tuvo. Algo que mi hermana tenía con su bruja y a lo que ella parecía haber renunciado para siempre.
Anhelaba la compañía de alguien por las noches. Enarqué una ceja y hasqueé la lengua antes de acabarme el bourbon. Aquella cazadora era muy curiosa, y yo me sentía lleno de vida. Sonreí de lado antes de mirarla a los ojos.
- Vaya Aveline, nunca habría imaginado que tendrías esas... necesidades. O al menos que necesitaras frecuentar cierto tipo de locales. Desahogarse, olvidar... dos cosas en las que, por suerte o por desgracia, soy experto. Puedo acompañarte hasta allí o podemos subir al lugar donde nacen los secretos más oscuros de un Ackerman. - dirigí una elocuente mirada a la cazadora, refiriéndome a mi habitación. A mi tanto me daba, pero sí que me apetecía gastar aquella renovadora energía que el placer de matar me había proporcionado.
La miré fijamente y enarqué una ceja, ofreciéndole el brazo para llevarla a un sitio o a otro.
- Y bien, ¿Qué sera esta noche?- esperé su respuesta sin ningún tipo de pudor ni intranquilidad. Me sentía pletórico.
Pero por un momento y con su último comentario acerca de lo solitaria que podía ser la vida, creí vislumbrar una grieta en todo aquello. Mínima, casi imperceptible a los ojos humanos. Pero no se estaba tomando una copa con un simple humano.
Cuando comentó que no le parecía "tan" peligroso sonreí de lado. Intuí que Aveline abogaba porque el contacto continuo con mi hermana acabaría por reconciliarnos. Qué equivocada estaba. Había pecados que no podían perdonarse más que con la muerte. Y en mi cabeza, ambos la merecíamos. Sobre todo después de aquel episodio en el callejón. Insinuó que me mataría si le arruinaba la vida a mi hermana y asentí con la cabeza levemente. No haría falta. El día que completara mi venganza, no tendría más motivos reales para seguir respirando.
Me sentía relajado pero lleno de fuerza, todo el cansancio y el estrés del día parecían haber desaparecido. Bebí un trago de bourbon y me centré en la inglesa, que observaba mis ojos como intentando descubrir en qué se diferenciaban con los de mi hermana. En el fondo. Siempre se diferenciarían en el fondo.
Sabía que aunque podía cambiar el tono de mis orbes a voluntad y en mi hermana era un indicativo de su estado de ánimo, teníamos algo muy distinto en la mirada.
Entorné los ojos y ladeé un poco la cabeza, escuchando las amargas palabras de Aveline. Tras aquel toque de soberbia, se notaba aquel deje de nostalgia por algo que siempre quiso tener y no tuvo. Algo que mi hermana tenía con su bruja y a lo que ella parecía haber renunciado para siempre.
Anhelaba la compañía de alguien por las noches. Enarqué una ceja y hasqueé la lengua antes de acabarme el bourbon. Aquella cazadora era muy curiosa, y yo me sentía lleno de vida. Sonreí de lado antes de mirarla a los ojos.
- Vaya Aveline, nunca habría imaginado que tendrías esas... necesidades. O al menos que necesitaras frecuentar cierto tipo de locales. Desahogarse, olvidar... dos cosas en las que, por suerte o por desgracia, soy experto. Puedo acompañarte hasta allí o podemos subir al lugar donde nacen los secretos más oscuros de un Ackerman. - dirigí una elocuente mirada a la cazadora, refiriéndome a mi habitación. A mi tanto me daba, pero sí que me apetecía gastar aquella renovadora energía que el placer de matar me había proporcionado.
La miré fijamente y enarqué una ceja, ofreciéndole el brazo para llevarla a un sitio o a otro.
- Y bien, ¿Qué sera esta noche?- esperé su respuesta sin ningún tipo de pudor ni intranquilidad. Me sentía pletórico.
Stein Ackerman- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 114
Fecha de inscripción : 01/11/2016
Re: Némesis [Privado]
Observó a Stein y acabó por esbozar una sonrisa afilada. El hechicero estaba de muy buen ver, de eso no cabía duda. Pero a pesar de su carácter progresista, habia ciertas cosas que no iba a comprometer, y una era la seguridad de la Orden.
Agarró el brazo del brujo y sonrió de medio lado tirando de él hacia el coche que la esperaba en la acera de en frente.
— No me cabe duda de que tus artes van más allá de cuatro trucos baratos, así que no me arriesgaré a que me hagas rebuznar como un asno a cuatro patas. ¿Dónde quedaría mi reputación entonces?.
Subieron al coche que les llevó a los suburbios al local al que Aveline hizo referencia antes. No era ninguna maravilla pero ya la conocían y no hacían preguntas.
— ¿y por qué no iba a tener necesidades? no soy de piedra, y a estas alturas de la vida, con mi edad, hacerme la mojigata no tiene sentido. He asumido que la vida de cazador casi siempre comporta la soledad, así que no pienso en el futuro. Pero eso no quita que de vez en cuando me apetezca un affaire.
Entraron por la puerta y Joanna de inmediato reconoció a Aveline, la chica había tenido algunas noches con ella. No era la única, pero como se lo habían pasado bien, la inglesa solía pedir que la atendiese ella.
— Buenas noches señorita Faith.— en los bajos fondos no daba el apellido, allí solo era una mujer rica que buscaba algo de emocion en un cuerpo ajeno.
— buenas noches Joanna.
— ¿Van a tomar algo o...?
— lo tomaré arriba, gracias.— Miró a Stein tratando de descifrar qué quería, si hombre, mujer o ambos.— y dile a Julien que suba también.— La chica asintió y miró al caballero. Aveline se quitó el abrigo y los guantes y se los llevó otra chica hacia el guardarropa. De camino a éste, la empleada le hizo un gesto a un chaval de unos 20 o 22 años, que la miró y asintió, subiendo a la planta superior.
— que te diviertas Stein.— se le acercó al oido y le susurró.— procura que no rebuznen muy alto...— sonrió y se marchó escaleras arriba seguida de Joanna.
Agarró el brazo del brujo y sonrió de medio lado tirando de él hacia el coche que la esperaba en la acera de en frente.
— No me cabe duda de que tus artes van más allá de cuatro trucos baratos, así que no me arriesgaré a que me hagas rebuznar como un asno a cuatro patas. ¿Dónde quedaría mi reputación entonces?.
Subieron al coche que les llevó a los suburbios al local al que Aveline hizo referencia antes. No era ninguna maravilla pero ya la conocían y no hacían preguntas.
— ¿y por qué no iba a tener necesidades? no soy de piedra, y a estas alturas de la vida, con mi edad, hacerme la mojigata no tiene sentido. He asumido que la vida de cazador casi siempre comporta la soledad, así que no pienso en el futuro. Pero eso no quita que de vez en cuando me apetezca un affaire.
Entraron por la puerta y Joanna de inmediato reconoció a Aveline, la chica había tenido algunas noches con ella. No era la única, pero como se lo habían pasado bien, la inglesa solía pedir que la atendiese ella.
— Buenas noches señorita Faith.— en los bajos fondos no daba el apellido, allí solo era una mujer rica que buscaba algo de emocion en un cuerpo ajeno.
— buenas noches Joanna.
— ¿Van a tomar algo o...?
— lo tomaré arriba, gracias.— Miró a Stein tratando de descifrar qué quería, si hombre, mujer o ambos.— y dile a Julien que suba también.— La chica asintió y miró al caballero. Aveline se quitó el abrigo y los guantes y se los llevó otra chica hacia el guardarropa. De camino a éste, la empleada le hizo un gesto a un chaval de unos 20 o 22 años, que la miró y asintió, subiendo a la planta superior.
— que te diviertas Stein.— se le acercó al oido y le susurró.— procura que no rebuznen muy alto...— sonrió y se marchó escaleras arriba seguida de Joanna.
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/01/2017
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Re: Némesis [Privado]
Solté una carcaja pícara cuando dijo lo del burro que rebuzna a cuatro patas. Me acerqué a su oído y susurré con suavidad:
- Me gustan más los perros que los burros...
Me agarró del brazo y nos dirigimos hacia el local después de que me pusiera mi sempiterna gabardina.
El sitio no era nada del otro mundo, pero la cazadora parecía ser una clienta habitual, dato que no me sorprendió pero sí me agradó. En pocas ocasiones se veía el hecho de que una dama de la alta sociedad que frecuentara burdeles lo expresara con tanta naturalidad como aquella mujer. Fascinante. Además de su curiosa elección de amantes, de ambos sexos y al mismo tiempo. Cuando los eligió y me miró intentando descubrir mis preferencias, le guiñé un ojo y miré a la tal Joanna. Era una muchacha guapa, Aveline parecía tener buen gusto hasta para eso.
- Tomaré lo mismo que la dama. - le dirigí una elocuente mirada a la espabilada muchacha, que rápidamente y con una sonrisa encantadora les indicó a un joven de cabello rubio y una chica guapa y pelirroja que subieran a otra habitación.
Ladeé la cabeza cuando Aveline se me acercó y me deseó buena noche. Su comentario sobre los rebuznos me hizo gracia, y cuando fue a subir las escaleras susurré algo, que hizo que un hombre que hablaba con una trabajadora del lugar soltara un ladrido profundo a su lado. Solté una carcajada y meneé la cabeza.
Subí las escaleras quitándome la gabardina y entré en la habitación en la que me esperaba mi compañía nocturna. Iba a ser un final del día digno de ver.
Tras quedar completamente saciado y con ambos acompañantes dormidos uno a cada lado, presas de la más completa extenuación, me levanté con cuidado y me vestí. Había pagado por todo antes de subir y no sabía donde estaba Aveline, pero tanto me daba. Salí cerrando la puerta con cuidado, amanecería en una hora y llevaba unas cuantas allí. Enfilé el pasillo de habitaciones de buen humor y atándome la camisa.
- Me gustan más los perros que los burros...
Me agarró del brazo y nos dirigimos hacia el local después de que me pusiera mi sempiterna gabardina.
El sitio no era nada del otro mundo, pero la cazadora parecía ser una clienta habitual, dato que no me sorprendió pero sí me agradó. En pocas ocasiones se veía el hecho de que una dama de la alta sociedad que frecuentara burdeles lo expresara con tanta naturalidad como aquella mujer. Fascinante. Además de su curiosa elección de amantes, de ambos sexos y al mismo tiempo. Cuando los eligió y me miró intentando descubrir mis preferencias, le guiñé un ojo y miré a la tal Joanna. Era una muchacha guapa, Aveline parecía tener buen gusto hasta para eso.
- Tomaré lo mismo que la dama. - le dirigí una elocuente mirada a la espabilada muchacha, que rápidamente y con una sonrisa encantadora les indicó a un joven de cabello rubio y una chica guapa y pelirroja que subieran a otra habitación.
Ladeé la cabeza cuando Aveline se me acercó y me deseó buena noche. Su comentario sobre los rebuznos me hizo gracia, y cuando fue a subir las escaleras susurré algo, que hizo que un hombre que hablaba con una trabajadora del lugar soltara un ladrido profundo a su lado. Solté una carcajada y meneé la cabeza.
Subí las escaleras quitándome la gabardina y entré en la habitación en la que me esperaba mi compañía nocturna. Iba a ser un final del día digno de ver.
Tras quedar completamente saciado y con ambos acompañantes dormidos uno a cada lado, presas de la más completa extenuación, me levanté con cuidado y me vestí. Había pagado por todo antes de subir y no sabía donde estaba Aveline, pero tanto me daba. Salí cerrando la puerta con cuidado, amanecería en una hora y llevaba unas cuantas allí. Enfilé el pasillo de habitaciones de buen humor y atándome la camisa.
Stein Ackerman- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 114
Fecha de inscripción : 01/11/2016
Re: Némesis [Privado]
Se abrió la puerta a la derecha del brujo y salió Joanna riéndose y bromeando con el otro chico llamado Julien, ambos iban con gesto risueño, probablemente de alguna broma que acababan de disfrutar.
— entonces será que no!! jajajaja...Uy, disculpe.— La joven se había chocado con Stein al salir. El chico la sujetó de las manos para que no se cayese y ambos se marcharon pasillo abajo. La puerta estaba entreabierta, Aveline terminaba de abrocharse el corsé blando, con el pelo suelto cayendo por los hombros. No solía llevar corsés rigidos, porque su silueta ya era muy fibrosa y no era cómodo si necesitaba entrar en combate. Se colocó por encima la camisa y como no tenía paciencia para recogerse el pelo del mismo modo que lo llevaba la noche anterior, simplemente lo retorció y lo enganchó con el pasador. Estaba relajada y sonreía para si misma mientras se terminaba de vestir. Se alisó los pliegues de la camisa y los metió por dentro de la falda, girándose después para salir. Entonces lo vio en el pasillo, sus ojos se cruzaron y el gesto de la cazadora adquirió de nuevo ese gesto soberbio, cínico y serio a la vez, que la caracterizaba. Por un segundo había bajado la guardia.
— ¿qué tal ha ido la doma de los asnos? No los he oido relinchar muy fuerte... tsk!! no sé yo si eres buen vaquero, Ackerman...espero que tengas ganas de desayunar, porque yo me muero de hambre.
— entonces será que no!! jajajaja...Uy, disculpe.— La joven se había chocado con Stein al salir. El chico la sujetó de las manos para que no se cayese y ambos se marcharon pasillo abajo. La puerta estaba entreabierta, Aveline terminaba de abrocharse el corsé blando, con el pelo suelto cayendo por los hombros. No solía llevar corsés rigidos, porque su silueta ya era muy fibrosa y no era cómodo si necesitaba entrar en combate. Se colocó por encima la camisa y como no tenía paciencia para recogerse el pelo del mismo modo que lo llevaba la noche anterior, simplemente lo retorció y lo enganchó con el pasador. Estaba relajada y sonreía para si misma mientras se terminaba de vestir. Se alisó los pliegues de la camisa y los metió por dentro de la falda, girándose después para salir. Entonces lo vio en el pasillo, sus ojos se cruzaron y el gesto de la cazadora adquirió de nuevo ese gesto soberbio, cínico y serio a la vez, que la caracterizaba. Por un segundo había bajado la guardia.
— ¿qué tal ha ido la doma de los asnos? No los he oido relinchar muy fuerte... tsk!! no sé yo si eres buen vaquero, Ackerman...espero que tengas ganas de desayunar, porque yo me muero de hambre.
- Aveline relajada:
- Aveline con su gesto habitual.:
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/01/2017
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Re: Némesis [Privado]
La puerta de la derecha se abrió y salió la chica a la que antes habían nombrado como Joanna. Salía con el otro muchacho con los que Aveline había pasado la noche. Vio cómo se vestía por la puerta entreabierta con expresión relajada. Una muy diferente a la que mantenía la fachada que llevaba desde que la había conocido, que había sido el día anterior. Nada más cruzar miradas, los ojos verdes de la cazadora se volvieron duros de nuevo. Una mueca irónica asomó en su rostro al mirarme, simplemente sonreí de lado como de costumbre mientras ella salía al pasillo poniendo en duda mis aptitudes sexuales. No iba a caer en una provocación tan simple como aquella. La acompañé tranquilamente por el pasillo y antes de bajar las escaleras dije:
- Ha sido satisfactoria, gracias. Y bueno, si tiene alguna duda de mis capacidades, señorita Blackmore, sólo debe ponerme a prueba.... aunque le advierto que soy muy, - me acerqué a su oído - muy bueno en todo lo que me propongo.
Bajamos a recepción, nos pusimos los abrigos y le ofrecí el brazo para llevarla a algún lugar. - Conozco un buen sitio para desayunar. Sígueme.
Me desplacé a un local cercano que estaba casi escondido, donde solían reunirse muchas veces brujas y hechiceros. Tenía su encanto, lleno de madera pulida, sencillo pero acogedor. Por suerte, al entrar al local no había demasiada clientela y los comensales reconocieron al peligroso mentalista nada más entrar, lo que les ahorraría cualquier comentario desafortunado. Aveline tenía un aura fuerte, pero no dejaba de ser humana y su parte de cazadora quedaba disimulada con las ropas de lady inglesa que llevaba puestas. Con suerte, no se percatarían de la verdadera naturaleza de la rubia. Nos sentamos en una pequea mesa redonda colocándonos enfrente y antes de nada lancé a la cazadora una mirada de advertencia.
- No hagas ningún numerito de cazadora sanguinaria aquí, por favor. Este local es afín a la Logia. - cambié el gesto y le dirigí una sonrisa ladeada. - ¿No se supone que estamos en plena misión de acercamiento de "culturas"? - me reí un poco y la observé, curioso aún por la naturaleza dual que la inglesa parecía tener. - Te recomiendo las crépes, son estupendas. Un grna invento que no tenemos allá en Berlín.
- Ha sido satisfactoria, gracias. Y bueno, si tiene alguna duda de mis capacidades, señorita Blackmore, sólo debe ponerme a prueba.... aunque le advierto que soy muy, - me acerqué a su oído - muy bueno en todo lo que me propongo.
Bajamos a recepción, nos pusimos los abrigos y le ofrecí el brazo para llevarla a algún lugar. - Conozco un buen sitio para desayunar. Sígueme.
Me desplacé a un local cercano que estaba casi escondido, donde solían reunirse muchas veces brujas y hechiceros. Tenía su encanto, lleno de madera pulida, sencillo pero acogedor. Por suerte, al entrar al local no había demasiada clientela y los comensales reconocieron al peligroso mentalista nada más entrar, lo que les ahorraría cualquier comentario desafortunado. Aveline tenía un aura fuerte, pero no dejaba de ser humana y su parte de cazadora quedaba disimulada con las ropas de lady inglesa que llevaba puestas. Con suerte, no se percatarían de la verdadera naturaleza de la rubia. Nos sentamos en una pequea mesa redonda colocándonos enfrente y antes de nada lancé a la cazadora una mirada de advertencia.
- No hagas ningún numerito de cazadora sanguinaria aquí, por favor. Este local es afín a la Logia. - cambié el gesto y le dirigí una sonrisa ladeada. - ¿No se supone que estamos en plena misión de acercamiento de "culturas"? - me reí un poco y la observé, curioso aún por la naturaleza dual que la inglesa parecía tener. - Te recomiendo las crépes, son estupendas. Un grna invento que no tenemos allá en Berlín.
Stein Ackerman- Hechicero Clase Media
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Re: Némesis [Privado]
Tomó nota del lugar al que Stein la había traído. Todos los colectivos de algo tenían lugares frecuentes de reunión, y era bueno saber dónde desayunaban los brujos. Probablemente más de uno tendría poderes mentales como el alemán, así que trató de mantener a raya sus pensamientos sobre la caza y la Orden y se centró sólo en el desyuno y su compañero de correrías.
— Me parece estupendo, pero voy a necesitar al menos dos, porque estar toda la noche en vela requiere un consumo de energía grande.
Vinieron a tomarles nota y Aveline pidió té y varias especialidades de la casa, porque realmente estaba hambrienta. Los ingleses solían desayunar fuerte porque la comida nunca se sabía cuándo podría ser, asi que lo mejor era realizar un buen almuerzo matutino y la cena al llegar a casa.
— ¿Qué tipo de poderes tenemos por aquí rondando? es por si tengo que pensar ya en sombreros y zapatos para disimular.— paseó la vista por el local observando con cierta curiosidad a los presentes. Había un poco de todo, gente con una cara anodina de esas que se olvidaban fácilmente, y por otro lado alguno de los presentes tenía rasgos exóticos o llamativos. En la mesa de al lado había una pareja de piel oscura, de clara procedencia hindú, vestidos con saris de colores potentes. No es que nunca hubiera visto uno, porque Londres estaba llena de ellos al ser colonia inglesa, pero encontrarlos allí disparó su imaginación. ¿Veneraría algun tipo de diosa destructiva como Khali? ¿qué tipo de poderes podrían tener? había visto levitar a Stein, y cómo había calentado las armas para que ella no pudiera cogerlas, y sabía que eso no era más que la punta del iceberg. De pronto se dio cuenta de que los humanos sin poderes estaban muy solos en el mundo, muy desprotegidos a merced de criaturas como ellos o los vampiros.
Axel siempre decía que no se podía fiar de los brujos, pero no le quedaba más remedio que hacerlo. Realmente podía ser aliados poderosos, pero alguien con esas habilidades ¿por qué había de querer proteger al rival más débil?
— Me parece estupendo, pero voy a necesitar al menos dos, porque estar toda la noche en vela requiere un consumo de energía grande.
Vinieron a tomarles nota y Aveline pidió té y varias especialidades de la casa, porque realmente estaba hambrienta. Los ingleses solían desayunar fuerte porque la comida nunca se sabía cuándo podría ser, asi que lo mejor era realizar un buen almuerzo matutino y la cena al llegar a casa.
— ¿Qué tipo de poderes tenemos por aquí rondando? es por si tengo que pensar ya en sombreros y zapatos para disimular.— paseó la vista por el local observando con cierta curiosidad a los presentes. Había un poco de todo, gente con una cara anodina de esas que se olvidaban fácilmente, y por otro lado alguno de los presentes tenía rasgos exóticos o llamativos. En la mesa de al lado había una pareja de piel oscura, de clara procedencia hindú, vestidos con saris de colores potentes. No es que nunca hubiera visto uno, porque Londres estaba llena de ellos al ser colonia inglesa, pero encontrarlos allí disparó su imaginación. ¿Veneraría algun tipo de diosa destructiva como Khali? ¿qué tipo de poderes podrían tener? había visto levitar a Stein, y cómo había calentado las armas para que ella no pudiera cogerlas, y sabía que eso no era más que la punta del iceberg. De pronto se dio cuenta de que los humanos sin poderes estaban muy solos en el mundo, muy desprotegidos a merced de criaturas como ellos o los vampiros.
Axel siempre decía que no se podía fiar de los brujos, pero no le quedaba más remedio que hacerlo. Realmente podía ser aliados poderosos, pero alguien con esas habilidades ¿por qué había de querer proteger al rival más débil?
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
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Re: Némesis [Privado]
Observó la actitud de Aveline al estar rodeada de brujos. La cazadora nunca parecía bajar la guardia, en todo momento preparada para hacer gala de su habilidad física. Los brujos de la cafetería no repararían en que era cazadora sólo por su aura, así que de momento estaba cubierta. Pedimos comida en cantidad, pero las actividades de la noche bien valían el gasto de energía, por lo que ambos estábamos hambrientos. La inglesa me preguntó qué tipo de poderes poseían los hechiceros presentes. La miré enarcando una ceja, mientras me comía una crèpe rellena de chocolate y plátano con tranquilidad.
Estaba claro que el mundo de la magia seguía siendo un misterio para los humanos, la Logia siempre se había asegurado de que así fuera. Era mejor para todos si la Orden no tenía acceso a ciertas informaciones, aunque poco podían hacer los cazadores ante brujas o hechiceros poderosos. La Orden presumía de militantes entrenados en diversas disciplinas físicas, así como de mayor fuerza y agilidad. Y eso era muy práctico para la caza de sobrenaturales normales, pero no esencial para nuestro mundo. Incluso existían ciertos sobrenaturales que poseían ciertos poderes fuera de los comunes, como los Nosferatu. Y la Orden no tenía posibilidad alguna contra lo que no se podía explicar con el filo de una espada. Lo físico y lo mágico no estaban ni estarían nunca al mismo nivel, y los cazadores lo sabían. De ahí el miedo y el odio a cualquier cosa que rozara el mundo mágico.
Observé el lugar con un vistazo rápido. Miré de nuevo los ojos verdes de Aveline y di un trago a la taza de café humeante que descansaba entre mis manos.
- La naturaleza de un hechicero no puede saberse sólo por el aura. Sólo intuirse. Además, muchos hechiceros prefieren mantenerlo en secreto en primera instancia. La información es poder. Pero los hindúes - había visto cómo se fijaba en ellos por los saris que llevaban. - son dos elementalistas poderosos. Los he visto en la Logia. Podrían quemarnos vivos con sólo chasquear los dedos. Bueno, quizá a ti. - sonreí de lado, burlón, y comencé a recitar - Oh gran Khali, llévatelos a todos por mi mano, porque con sangre de mi enemigo comenzará el nuevo mundo.
Solté una pequeña risa y meneé la cabeza. La cazadora se creía con una máscara gruesa, pero me resultaba bastante predecible.
- No existen muchos mentalistas, y los que existen no se arriesgan a exponerse. Incluso en mi mundo, no es una de las disciplinas más... nobles. Ya sabes, Loki era la oveja negra. Thor se llevó todo el mérito.
Terminé mi café y eché mano a uno de los cuencos de macedonia de fruta fresca que habíamos pedido.- Aunque en mi opinión, Thor era bastante simplón. ¿Qué gracia tiene freír a la gente con rayos? Demasiado ruido para mi gusto.- arrugué un poco la nariz para reafirmar mi comentario.
Estaba de buen humor tras la noche en el burdel, y en esos escasos momentos donde la rabia no dominaba mi voluntad, hasta yo admitía que podía ser incluso agradable. Pero enseguida puse de nuevo mi sonrisa irónica al comentar:
- Tu mente está a salvo del resto mientras estés conmigo. Y tienes suerte, yo no puedo leer pensamientos.- omití la parte de "pero no está a salvo de mí", aunque sabía que era un hecho que la cazadora tenía presente y que prefería que siguiera así.
Estaba claro que el mundo de la magia seguía siendo un misterio para los humanos, la Logia siempre se había asegurado de que así fuera. Era mejor para todos si la Orden no tenía acceso a ciertas informaciones, aunque poco podían hacer los cazadores ante brujas o hechiceros poderosos. La Orden presumía de militantes entrenados en diversas disciplinas físicas, así como de mayor fuerza y agilidad. Y eso era muy práctico para la caza de sobrenaturales normales, pero no esencial para nuestro mundo. Incluso existían ciertos sobrenaturales que poseían ciertos poderes fuera de los comunes, como los Nosferatu. Y la Orden no tenía posibilidad alguna contra lo que no se podía explicar con el filo de una espada. Lo físico y lo mágico no estaban ni estarían nunca al mismo nivel, y los cazadores lo sabían. De ahí el miedo y el odio a cualquier cosa que rozara el mundo mágico.
Observé el lugar con un vistazo rápido. Miré de nuevo los ojos verdes de Aveline y di un trago a la taza de café humeante que descansaba entre mis manos.
- La naturaleza de un hechicero no puede saberse sólo por el aura. Sólo intuirse. Además, muchos hechiceros prefieren mantenerlo en secreto en primera instancia. La información es poder. Pero los hindúes - había visto cómo se fijaba en ellos por los saris que llevaban. - son dos elementalistas poderosos. Los he visto en la Logia. Podrían quemarnos vivos con sólo chasquear los dedos. Bueno, quizá a ti. - sonreí de lado, burlón, y comencé a recitar - Oh gran Khali, llévatelos a todos por mi mano, porque con sangre de mi enemigo comenzará el nuevo mundo.
Solté una pequeña risa y meneé la cabeza. La cazadora se creía con una máscara gruesa, pero me resultaba bastante predecible.
- No existen muchos mentalistas, y los que existen no se arriesgan a exponerse. Incluso en mi mundo, no es una de las disciplinas más... nobles. Ya sabes, Loki era la oveja negra. Thor se llevó todo el mérito.
Terminé mi café y eché mano a uno de los cuencos de macedonia de fruta fresca que habíamos pedido.- Aunque en mi opinión, Thor era bastante simplón. ¿Qué gracia tiene freír a la gente con rayos? Demasiado ruido para mi gusto.- arrugué un poco la nariz para reafirmar mi comentario.
Estaba de buen humor tras la noche en el burdel, y en esos escasos momentos donde la rabia no dominaba mi voluntad, hasta yo admitía que podía ser incluso agradable. Pero enseguida puse de nuevo mi sonrisa irónica al comentar:
- Tu mente está a salvo del resto mientras estés conmigo. Y tienes suerte, yo no puedo leer pensamientos.- omití la parte de "pero no está a salvo de mí", aunque sabía que era un hecho que la cazadora tenía presente y que prefería que siguiera así.
Stein Ackerman- Hechicero Clase Media
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Re: Némesis [Privado]
Aveline le mantuvo la mirada a Stein, sus iris verdeazulados a veces afilaban aún más su gesto, porque según la luz eran más verdes o más azules; de la misma forma que el alemán podía cambiar su tono de azul zafiro a hielo. Sonrió levemente con media sonrisa irónica y no dijo nada, sólo pensó mientras tomaba un sorbo de té, sentada en la postura que las ladies utilizaban como sinónimo de buen gusto y decoro. Vista así, nada presagiaba que bajo esa blusa de satén latiese el corazón de la Parca, o que bajo las enaguas hubiera una cincha llena de estacas rodeando su muslo.
— Me encanta cuando los sobrenaturales os ponéis en plan "Oh, pequeño e insignificante humano, caerás como una hormiga bajo la suela de mi zapato". Y luego una estaca acaba con el discurso. ¿Sabes cuantas veces he escuchado amenazas? probablemente tantas como he mandado a una criatura al infierno. Pero prefiero que me subestimes, todo es más fácil así.
Cortó un trozo del crêpe de azucar que había pedido y se lo comió.Ahora tenía un extraño compañero de trabajo con el que realmente se lo estaba pasando bien, no era nada aburrido entablar conversación con Stein, ya que la obligaba a afilar la lengua y el ingenio. Era un reto para ella, y con lo competitiva que era, eso le proporcionaba un estímulo mayor que simplemente ganar.
— Thor era un vikingo estúpido con un arma mágica, una reliquia poderosa. Hasta mi cocinero podría haber hecho lo mismo que él. Históricamente algunos brujos eran cazadores o tenían relacion con nosotros. De hecho fue la Iglesia la que quemó a brujas, no la Orden.— Tomó otro bocado y se limió la boca con la servilleta entornando los ojos y mirando al hechicero con una mezcla de ironía, provocación y curiosidad.— Así que...hum.. tengo que estar agradecida de que no me puedan leer la mente porque estoy con mi protector y salvador, el gran Ackerman. Una lástima, porque os estáis perdiendo todo un espectáculo de fuego en el que... tú no llevas ropa, que haría temblar hasta a esos hindús.
— Me encanta cuando los sobrenaturales os ponéis en plan "Oh, pequeño e insignificante humano, caerás como una hormiga bajo la suela de mi zapato". Y luego una estaca acaba con el discurso. ¿Sabes cuantas veces he escuchado amenazas? probablemente tantas como he mandado a una criatura al infierno. Pero prefiero que me subestimes, todo es más fácil así.
Cortó un trozo del crêpe de azucar que había pedido y se lo comió.Ahora tenía un extraño compañero de trabajo con el que realmente se lo estaba pasando bien, no era nada aburrido entablar conversación con Stein, ya que la obligaba a afilar la lengua y el ingenio. Era un reto para ella, y con lo competitiva que era, eso le proporcionaba un estímulo mayor que simplemente ganar.
— Thor era un vikingo estúpido con un arma mágica, una reliquia poderosa. Hasta mi cocinero podría haber hecho lo mismo que él. Históricamente algunos brujos eran cazadores o tenían relacion con nosotros. De hecho fue la Iglesia la que quemó a brujas, no la Orden.— Tomó otro bocado y se limió la boca con la servilleta entornando los ojos y mirando al hechicero con una mezcla de ironía, provocación y curiosidad.— Así que...hum.. tengo que estar agradecida de que no me puedan leer la mente porque estoy con mi protector y salvador, el gran Ackerman. Una lástima, porque os estáis perdiendo todo un espectáculo de fuego en el que... tú no llevas ropa, que haría temblar hasta a esos hindús.
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
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Re: Némesis [Privado]
Solté media carcajada cuando soltó aquel comentario provocativo. Aquella cazadora le estaba interesando más de lo que él mismo admitiría nunca, ya que le hacía competencia en el concurso de ironías. Seguí desayunando tranquilamente, como si no me hubiera inmutado su comentario, hasta que me acabé el cuenco de fruta. Me limpié con la servilleta y entrelacé las manos sobre la mesa. La miré a los ojos.
- Cualquier escena en la que yo no lleve ropa tendrás que ganártela, cazadora. ¿Por qué no pruebas a dejar de ladrar tanto y empezar a morder? - le miré con la burla en los ojos y ladeé un poco la cabeza.
- A mi también me divierte cuando los cazadores creéis que todos los brujos que alardean de su poder son unos peleles a los que podéis ensartar. Es más fácil así. - mi mirada se volvió interrogante. - ¿O es que lo que temes es acabar cayendo rendida entre mis brazos y por eso te haces tanto la dura engañándote a ti misma?
La verdad era que había pensado en ello en un par de ocasiones, pero nuestros choques eran tan intensos que en una escena más íntima acabaríamos destrozándonos la yugular. Pero nada podía interesarme más que aquellos duelos dialécticos que entablaba continuamente con la cazadora, con esa lengua tan afilada que me daba ganas de morderla también. Le sonreí mordiéndome el labio pero enseguida volví a centrarme.
- Podrías empezar, por ejemplo, invitándome a otro sitio divertido. ¿Qué haces esta noche?- mis ojos volvieron a recorrerla intensamente de arriba a abajo, intentando molestarla.
- Cualquier escena en la que yo no lleve ropa tendrás que ganártela, cazadora. ¿Por qué no pruebas a dejar de ladrar tanto y empezar a morder? - le miré con la burla en los ojos y ladeé un poco la cabeza.
- A mi también me divierte cuando los cazadores creéis que todos los brujos que alardean de su poder son unos peleles a los que podéis ensartar. Es más fácil así. - mi mirada se volvió interrogante. - ¿O es que lo que temes es acabar cayendo rendida entre mis brazos y por eso te haces tanto la dura engañándote a ti misma?
La verdad era que había pensado en ello en un par de ocasiones, pero nuestros choques eran tan intensos que en una escena más íntima acabaríamos destrozándonos la yugular. Pero nada podía interesarme más que aquellos duelos dialécticos que entablaba continuamente con la cazadora, con esa lengua tan afilada que me daba ganas de morderla también. Le sonreí mordiéndome el labio pero enseguida volví a centrarme.
- Podrías empezar, por ejemplo, invitándome a otro sitio divertido. ¿Qué haces esta noche?- mis ojos volvieron a recorrerla intensamente de arriba a abajo, intentando molestarla.
Stein Ackerman- Hechicero Clase Media
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Re: Némesis [Privado]
— ¿por qué? ¡Oh! ¿tan desesperado estás que me propones una cita?.— el tono ácido iba acompañado de media sonrisa maliciosa.— Hum, pues mira, sí, te invitaré a algo divertidísimo... tengo que acudir al baile benéfico de la sociedad parisien de artistas. Es en el hotel Le Petit Palais.— Le devolvió la mirada con descaro mirándolo de arriba abajo.— hay que llevar chaqué. Stein el pingüino.— se rió para sí misma y terminó la taza de té. Ese baile iba a ser un maldito aburrimiento, al menos con Stein cerca podría intercambiar algunos comentarios divertidos sobre la gente que estaría por allí.
Acabaron el desayuno con una charla bastante agradable, plagada de pullas y sarcasmos, vamos, lo que venía siendo una tertulia cualquiera en Londres aderezada con esa mala leche inglesa. El alemán no se quedaba atrás y resultaba bastante ingenioso, unido a que esa noche había descargado todas las tensiones, en conjunto el día empezaba bien.
Tenía que pasar por la sede porque debía entrenar a dos cazadores que le habían pedido unas pocas clases de lucha cuerpo a cuerpo. Axel y ella habían tenido los mejores profesores de artes marciales, y al parecer el capitán se uniría también a esa clase para hacer parejas. Un lujo para la vista y un final de mañana increíble. Tenía unas pocas horas por delante en las que pensaba dormir, tomar un baño y acudir a esa fiesta.
Se despertó bastante descansada para haber sido apenas tres o cuatro horas de sueño. Se metió en la bañera y disfrutó de un baño perfecto que acabó pulverizándose esencia de rosa blanca, su fragancia favorita. Había probado perfumes especiados, orientales, frutales...pero la rosa blanca era la que más la definía: hermosa,elegante, refinada y a la vez con espinas agudas que podían herir, llena de energía y vitalidad, y también fácilmente marchitable, en ella hacían mella los años y el peso que cargaba.
Eligió un vestido rojo amapola con escote de palabra de honor, con apliques de pedrería a un lado y una chaquetilla de encaje que cubría sus brazos y hombros. Se recogió el pelo en un moño bajo y raya al lado, terminando el atuendo con unos pendientes finos de diamantes. Lista para no pasar desapercibida. El cochero la dejó en la puerta del Petit Palais y entró al gran salón dejando el abrigo y los guantes en la entrada. La música sonaba en un escenario al fondo, había mesas a los lados con todo tipo de aperitivos, dulces y centros de flores, la bebida se dispersaba también por las mesas y en las bandejas que pululaban de aquí allá en manos de lo camareros.
Acabaron el desayuno con una charla bastante agradable, plagada de pullas y sarcasmos, vamos, lo que venía siendo una tertulia cualquiera en Londres aderezada con esa mala leche inglesa. El alemán no se quedaba atrás y resultaba bastante ingenioso, unido a que esa noche había descargado todas las tensiones, en conjunto el día empezaba bien.
Tenía que pasar por la sede porque debía entrenar a dos cazadores que le habían pedido unas pocas clases de lucha cuerpo a cuerpo. Axel y ella habían tenido los mejores profesores de artes marciales, y al parecer el capitán se uniría también a esa clase para hacer parejas. Un lujo para la vista y un final de mañana increíble. Tenía unas pocas horas por delante en las que pensaba dormir, tomar un baño y acudir a esa fiesta.
Se despertó bastante descansada para haber sido apenas tres o cuatro horas de sueño. Se metió en la bañera y disfrutó de un baño perfecto que acabó pulverizándose esencia de rosa blanca, su fragancia favorita. Había probado perfumes especiados, orientales, frutales...pero la rosa blanca era la que más la definía: hermosa,elegante, refinada y a la vez con espinas agudas que podían herir, llena de energía y vitalidad, y también fácilmente marchitable, en ella hacían mella los años y el peso que cargaba.
Eligió un vestido rojo amapola con escote de palabra de honor, con apliques de pedrería a un lado y una chaquetilla de encaje que cubría sus brazos y hombros. Se recogió el pelo en un moño bajo y raya al lado, terminando el atuendo con unos pendientes finos de diamantes. Lista para no pasar desapercibida. El cochero la dejó en la puerta del Petit Palais y entró al gran salón dejando el abrigo y los guantes en la entrada. La música sonaba en un escenario al fondo, había mesas a los lados con todo tipo de aperitivos, dulces y centros de flores, la bebida se dispersaba también por las mesas y en las bandejas que pululaban de aquí allá en manos de lo camareros.
- La Parca de fiesta.:
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
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Re: Némesis [Privado]
Me sorprendió que Aveline me invitara a ese baile. Una gala benéfica de la filarmónica, me había dicho que era. La verdad es que acepté porque no tenía otra cosa que hacer y seguro que me divertiría confundiendo y seduciendo a las damas de la corte, que solían fingir escandalizarse por todo pero nunca dudaban ante un cuerpo trabajado y unos ojos tan intensos como los míos. Lo que me divertía era que en la mayoría de las ocasiones ni siquiera tenía que utilizar el control mental para ello, ya que las condesas y duquesas solían estar hartas de sus maridos, encontrándose en sus recuerdos interesantes noches de burdel o apetitos de lo más extravagantes que siempre se podían utilizar para sacar provecho.
Llegué al Petit Palais diez minutos antes de la hora a la que había quedado con Faith. Me había bañado, peinado, afeitado y vestido de traje, como era obligado en aquel tipo de ocasiones.
Estaba más que acostumbrado a aquellos protocolos, ya que podía colarme en cualquier fiesta como aquella simplemente dominando la mente del portero. Además, el estilo elegante y el traje, aunque quedara mal decirlo de uno mismo, me quedaban de lujo. Me di un paseo de reconocimiento y comencé a identificar a los invitados de la fiesta. Los Montesque, el Varón Laford, Lady Gladis... me sonaban todos de nombre o de vista, y más de uno tenía oscuros secretos que ocultar.
Entonces, un vestido rojo amapola apareció en mi campo de visión y sonreí de lado antes incluso de fijar mi vista en ella, porque sabía quien era.
Lady Aveline Faith Blackmore apareció en escena con un llamativo y elegante vestido digno de su categoría, lo que suscitó rápidamente los cuchicheos de las damas y de algunos caballeros del lugar. Escuché cómo dos duquesas comentaban entre dientes que seguramente acudiría con su hermano o sola, ya que no se le había conocido pareja y parecía que se quedaría soltera para siempre. El comentario me divirtió. Avancé con lentiud y seguro de si mismo y me acerqué a Faith ante las incrédulas miradas de las cotillas damas invitadas y le ofrecí el brazo. Sonreí de lado clavando mis ojos burlones y gélidos en su rostro. Dije con tono de voz profundo:
- Qué alegría encontrarla, lady Blackmore. Espero no haberla hecho esperar demasiado. ¿Me permite?
Le ofrecí el brazo con suavidad y casi pude notar cómo aquellas viejas cotillas se ponían verdes de la envidia. ¿Quién sería aquel joven de ojos azules que acompañaba a la hermana del capitán? Seguro que intentarían descubrirlo.
Llegué al Petit Palais diez minutos antes de la hora a la que había quedado con Faith. Me había bañado, peinado, afeitado y vestido de traje, como era obligado en aquel tipo de ocasiones.
- Spoiler:
Estaba más que acostumbrado a aquellos protocolos, ya que podía colarme en cualquier fiesta como aquella simplemente dominando la mente del portero. Además, el estilo elegante y el traje, aunque quedara mal decirlo de uno mismo, me quedaban de lujo. Me di un paseo de reconocimiento y comencé a identificar a los invitados de la fiesta. Los Montesque, el Varón Laford, Lady Gladis... me sonaban todos de nombre o de vista, y más de uno tenía oscuros secretos que ocultar.
Entonces, un vestido rojo amapola apareció en mi campo de visión y sonreí de lado antes incluso de fijar mi vista en ella, porque sabía quien era.
Lady Aveline Faith Blackmore apareció en escena con un llamativo y elegante vestido digno de su categoría, lo que suscitó rápidamente los cuchicheos de las damas y de algunos caballeros del lugar. Escuché cómo dos duquesas comentaban entre dientes que seguramente acudiría con su hermano o sola, ya que no se le había conocido pareja y parecía que se quedaría soltera para siempre. El comentario me divirtió. Avancé con lentiud y seguro de si mismo y me acerqué a Faith ante las incrédulas miradas de las cotillas damas invitadas y le ofrecí el brazo. Sonreí de lado clavando mis ojos burlones y gélidos en su rostro. Dije con tono de voz profundo:
- Qué alegría encontrarla, lady Blackmore. Espero no haberla hecho esperar demasiado. ¿Me permite?
Le ofrecí el brazo con suavidad y casi pude notar cómo aquellas viejas cotillas se ponían verdes de la envidia. ¿Quién sería aquel joven de ojos azules que acompañaba a la hermana del capitán? Seguro que intentarían descubrirlo.
Stein Ackerman- Hechicero Clase Media
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Re: Némesis [Privado]
Aveline notó de inmediato las miradas sobre su persona, y esbozó una sonrisa con ese gesto algo soberbio, barbilla alta y hombros relajados a pesar de caminar muy tiesa, como una reina ante sus súbditos. Tomó el brazo de Stein y le regaló una enorme sonrisa de satisfacción, su espectacular vestido rojo y el conjunto que ofrecía a la vista, acompañada de Stein, tan guapo y elegante, arrancó miraditas de envidia que eran bastante patentes.
— En absoluto, señor Ackerman. Creo que esta fiesta va a pasar de ser un tremendo aburrimiento a ser un gran éxito. Y sí, puede sacar pecho e hincharse como un pavo... será gracias a usted. Anótelo, es el primer y último piropo verdadero que le voy a echar.
Pasaron por al lado de un corrillo de alcahuetas y una de ellas elevó la voz.
— Lady Blackmore, pensábamos que no iba a asistir ya que su hermano está en la convención anual de la Camara de Comercio...— la que habló fue una mujer de unos cuarenta y ocho años, de nariz aguileña y pelo cano. Su marido tenía algunos negocios subsidiarios con una de las empresas Blackmore y seguramente estaría en esa gala con Axel. El comentario portaba a lomos mucha malicia, pero la rubia se acercó con donaire.
— Señora Bruckheimer, siempre es un placer volver a verla. Y a su hija Annete también.— le hizo un gesto con la cabeza a modo de saludo, la hija era más fea que la madre y era la menor, contaba con 20 años y parecía que tuviera casi tantos como su madre. Además de poco agraciada tenía pésimo gusto vistiendo, parecía una beata.— Le presento a Stein Ackerman. La señora Bruckheimer tiene una memoria portentosa y a veces me pregunto si tiene el don de la ubicuidad, porque sabe donde está todo el mundo en cada preciso instante.— ¡¡¡booooom!!! ironia al canto. Pero si no quería quemarse, que no jugase con fuego.
Alguna de las mujeres que estaba allí soltó una risilla que se cortó rapidamente con un carraspeo. Esa había sido buena. Annete, que tenía pinta de beata amargada, pero con una madre así, cualquiera lo sería; dio un paso al frente y le tendió la mano al caballero, porque de eso iban las presentaciones.
— Annete Bruckheimer...encantada señor Ackerman.— Le había echado el ojo al alemán, que estaba de muy buen ver, y seguro que no estaba con la Blackmore, que por ahi se decía que le gustaban las mujeres y por eso nunca se había prometido.
— En absoluto, señor Ackerman. Creo que esta fiesta va a pasar de ser un tremendo aburrimiento a ser un gran éxito. Y sí, puede sacar pecho e hincharse como un pavo... será gracias a usted. Anótelo, es el primer y último piropo verdadero que le voy a echar.
Pasaron por al lado de un corrillo de alcahuetas y una de ellas elevó la voz.
— Lady Blackmore, pensábamos que no iba a asistir ya que su hermano está en la convención anual de la Camara de Comercio...— la que habló fue una mujer de unos cuarenta y ocho años, de nariz aguileña y pelo cano. Su marido tenía algunos negocios subsidiarios con una de las empresas Blackmore y seguramente estaría en esa gala con Axel. El comentario portaba a lomos mucha malicia, pero la rubia se acercó con donaire.
— Señora Bruckheimer, siempre es un placer volver a verla. Y a su hija Annete también.— le hizo un gesto con la cabeza a modo de saludo, la hija era más fea que la madre y era la menor, contaba con 20 años y parecía que tuviera casi tantos como su madre. Además de poco agraciada tenía pésimo gusto vistiendo, parecía una beata.— Le presento a Stein Ackerman. La señora Bruckheimer tiene una memoria portentosa y a veces me pregunto si tiene el don de la ubicuidad, porque sabe donde está todo el mundo en cada preciso instante.— ¡¡¡booooom!!! ironia al canto. Pero si no quería quemarse, que no jugase con fuego.
Alguna de las mujeres que estaba allí soltó una risilla que se cortó rapidamente con un carraspeo. Esa había sido buena. Annete, que tenía pinta de beata amargada, pero con una madre así, cualquiera lo sería; dio un paso al frente y le tendió la mano al caballero, porque de eso iban las presentaciones.
— Annete Bruckheimer...encantada señor Ackerman.— Le había echado el ojo al alemán, que estaba de muy buen ver, y seguro que no estaba con la Blackmore, que por ahi se decía que le gustaban las mujeres y por eso nunca se había prometido.
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Re: Némesis [Privado]
Caminamos por aquel salón plagado de gente, la mayoría más falsos que un billete de tres francos. El juego se trataba de eso, de ver quién era más que quién, de tirar pullas a los que eran algo diferentes al resto. Y de diferencias, sabía un rato largo. No vislumbré ningún aura de hechicero a simple vista, solo detectaba humanos podridos por dentro, con recuerdos desagradables o apetitos que nada tenían que ver con la comida bastante cuestonables hasta para mí. Ahora entendía por qué a Aveline no parecía gustarle acudir a ese tipo de eventos... y eso que no podía ver los recuerdos de sus compañeros de sala. Fruncí un poco el ceño, concentrado en mi tarea de desentrañar secretos, pero una voz algo desagradable pronunció el nombre de Faith y me centré en la conversación.
Se trataba de la señora Bruckheimer, una señora bastante poco agraciada que hacía juego con su hija, Annete. El apellido parecía alemán, pero no me interesaba lo más mínimo entablar conversación con ellas, así que me limité a escuchar con una sonrisa interna cómo Aveline ponía en su sitio a esa vieja urraca, que insinuaba que le parecía extraño que no hubiera acudido a aquel baile sola, debido a la imposibilidad de venir del capitán Blackmote. Sonreí encantadoramente cuando me presentaron, bajando ligeramente la cabeza en señal de saludo respetuoso, cuando la chica, que por cómo me comía con los ojos de beata tenía poco, me tendió la mano para que se la besara. Sonreí de lado en una de mis expresiones que sabía que las damas más admiraban y le cogí suavemente la mano, inclinándome para ir a depositar un beso en el dorso de su mano... que nunca llegó.
Hice tan solo el casto gesto de acercarme, pero la solté enseguida y con una bonita sonrisa hablé en tono respetuoso:
- Es un honor conocerlas, señora y señorita Bruckheimer. Es un alivio poder conocer por fin la corte francesa, mi trabajo me ha tenido mucho tiempo alejado en tierras germanas y no he podido acudir con regularidad. Pero no podía dejar a mi bella prometida sola demasiado tiempo. - dirigí a Aveline una fingida mirada de adoración, aunque por dentro me estaba riendo a carcajadas. Sabía que luego me lo iba a recriminar, pero las señoras se lo estaban creyendo todo dada mi impecable actuación.
Hice una pequeña reverencia y antes de irnos con paso elegante terminé diciendo:
- Espero verlas en nuestro enlace cuando decidamos fecha. Ha sido un placer, pero si me disculpan, tengo que llevar a bailar a esta dama.
Casi pude oír el gruñido de rabia que salió de ambas marujas cuando nos alejamos con parsimonia. Yo hacía esfuerzos por no reírme mientras alejaba a Aveline de aquellas marujas y cuando estuvimos a la suficiente distancia solté una carcajada divertida. La miré con ojos brillantes.
- ¿Quieres una copa, mi amor? - sonreí de lado, burlón como nunca.
Se trataba de la señora Bruckheimer, una señora bastante poco agraciada que hacía juego con su hija, Annete. El apellido parecía alemán, pero no me interesaba lo más mínimo entablar conversación con ellas, así que me limité a escuchar con una sonrisa interna cómo Aveline ponía en su sitio a esa vieja urraca, que insinuaba que le parecía extraño que no hubiera acudido a aquel baile sola, debido a la imposibilidad de venir del capitán Blackmote. Sonreí encantadoramente cuando me presentaron, bajando ligeramente la cabeza en señal de saludo respetuoso, cuando la chica, que por cómo me comía con los ojos de beata tenía poco, me tendió la mano para que se la besara. Sonreí de lado en una de mis expresiones que sabía que las damas más admiraban y le cogí suavemente la mano, inclinándome para ir a depositar un beso en el dorso de su mano... que nunca llegó.
Hice tan solo el casto gesto de acercarme, pero la solté enseguida y con una bonita sonrisa hablé en tono respetuoso:
- Es un honor conocerlas, señora y señorita Bruckheimer. Es un alivio poder conocer por fin la corte francesa, mi trabajo me ha tenido mucho tiempo alejado en tierras germanas y no he podido acudir con regularidad. Pero no podía dejar a mi bella prometida sola demasiado tiempo. - dirigí a Aveline una fingida mirada de adoración, aunque por dentro me estaba riendo a carcajadas. Sabía que luego me lo iba a recriminar, pero las señoras se lo estaban creyendo todo dada mi impecable actuación.
Hice una pequeña reverencia y antes de irnos con paso elegante terminé diciendo:
- Espero verlas en nuestro enlace cuando decidamos fecha. Ha sido un placer, pero si me disculpan, tengo que llevar a bailar a esta dama.
Casi pude oír el gruñido de rabia que salió de ambas marujas cuando nos alejamos con parsimonia. Yo hacía esfuerzos por no reírme mientras alejaba a Aveline de aquellas marujas y cuando estuvimos a la suficiente distancia solté una carcajada divertida. La miré con ojos brillantes.
- ¿Quieres una copa, mi amor? - sonreí de lado, burlón como nunca.
Stein Ackerman- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 01/11/2016
Re: Némesis [Privado]
El gesto de Aveline estaba a medio camino entre el estupor, la incredulidad y el ansia asesina. ¿Cómo tenía los santos cojones de soltar eso entre la alta sociedad? más pronto que tarde se enterarían que no era verdad y ella quedaría como una idiota que quiso gastar un broma de mal gusto. Se alejaron del brazo y en cuanto estuvieron fuera del alcance de las sorprendidas alcahuetas, la Parca le dio un codazo frunciendo el ceño.
— ¿Pero tú eres imbécil? tendré que desmentir esa farsa y quedaré como una payasa. Joder! Mierda!! si ya sabía yo que traerte iba a ser una fuente de problemas... a saber cómo se lo toma mi hermano...
En realidad el capitán Blackmore se reiría bastante, primero porque a Aveline la hubieran pillado de ese modo, un brujo listo y malicioso. Y segundo porque la cosa tenía guasa. Pero ciertamente luego serían la comidilla y eso siempre era un poco molesto.Los ojos de Aveline chispeaban de ira, no podía liarse a puñetazos con él, pero ganas no le faltaban.
— No te acerques a la mesa porque como enganche un tenedor pienso sacarte las tripas..."mi amor".— la última palabra la dijo con rintintín. Asi que las reglas del juego habían cambiado, y Stein había impuesto las suyas. Bien, pues no sabia con quién se las jugaba, en cuanto se le pasase el shock inicial, se lo iba a hacer pagar.
— ¿Pero tú eres imbécil? tendré que desmentir esa farsa y quedaré como una payasa. Joder! Mierda!! si ya sabía yo que traerte iba a ser una fuente de problemas... a saber cómo se lo toma mi hermano...
En realidad el capitán Blackmore se reiría bastante, primero porque a Aveline la hubieran pillado de ese modo, un brujo listo y malicioso. Y segundo porque la cosa tenía guasa. Pero ciertamente luego serían la comidilla y eso siempre era un poco molesto.Los ojos de Aveline chispeaban de ira, no podía liarse a puñetazos con él, pero ganas no le faltaban.
— No te acerques a la mesa porque como enganche un tenedor pienso sacarte las tripas..."mi amor".— la última palabra la dijo con rintintín. Asi que las reglas del juego habían cambiado, y Stein había impuesto las suyas. Bien, pues no sabia con quién se las jugaba, en cuanto se le pasase el shock inicial, se lo iba a hacer pagar.
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
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Re: Némesis [Privado]
Solté otra carcajada, su cara llena de incredulidad y de rabia habían merecido realmente la pena. Le sonreí de forma inocente aunque más parecía el niño que decía no haberse comido la mermelada pese a tener manchada toda la cara. Cogí dos copas de champán de la bandeja de un camarero que pasaba y le di una a Aveline. Resoplé un poco, divertido ante la amenaza que sabía que no cumpliría. A lo sumo, clavarme un cuchillo en el costado. Fingí un gesto pensativo.
- No te recomiendo que me saques las tripas aquí, demasiado estropicio que limpiar después. - sonreí de oreja a oreja y la miré pícaro. - Además, te ha encantado ver la mirada de celos de esas urracas. Casi se ponen verdes de la envidia y se lo merecían, así que no te hagas tanto la ofendida.
Observé a la concurrencia con una sonrisa maliciosa y me acerqué un poco a Aveline para susurrarle al oído:
- Venga, para compensártelo si quieres te cuento los trapos sucios de estos señoritos... - me di un toquecito en la sien. - Sus recuerdos son la mar de interesantes... y turbios.- hice un gesto con la copa en señal de brindis. - Por las fiestas no tan aburridas. - choqué su copa con la mía suavemente y bebí un trago. Acto seguido mi gesto se volvió fanfarrón al guiñarle un ojo y mirarla ntensamente con orbes de zafiro:
- Si no quieres desmentir el rumor, siempre puedes pedírmelo Faith... pero espero que sea una petición trabajada, yo no soy un cualquiera.
Me reí de nuevo al ver su cara y escuché cómo la gente comenzaba a moverse hacia la pista de baile, que iba a comenzar en breves momentos. Le ofrecí el brazo después de dejar la copa en una mesa y la miré, de buen humor por su cara de malas pulgas:
- ¿Me haría el honor de bailar conmigo, lady Blackmore?
- No te recomiendo que me saques las tripas aquí, demasiado estropicio que limpiar después. - sonreí de oreja a oreja y la miré pícaro. - Además, te ha encantado ver la mirada de celos de esas urracas. Casi se ponen verdes de la envidia y se lo merecían, así que no te hagas tanto la ofendida.
Observé a la concurrencia con una sonrisa maliciosa y me acerqué un poco a Aveline para susurrarle al oído:
- Venga, para compensártelo si quieres te cuento los trapos sucios de estos señoritos... - me di un toquecito en la sien. - Sus recuerdos son la mar de interesantes... y turbios.- hice un gesto con la copa en señal de brindis. - Por las fiestas no tan aburridas. - choqué su copa con la mía suavemente y bebí un trago. Acto seguido mi gesto se volvió fanfarrón al guiñarle un ojo y mirarla ntensamente con orbes de zafiro:
- Si no quieres desmentir el rumor, siempre puedes pedírmelo Faith... pero espero que sea una petición trabajada, yo no soy un cualquiera.
Me reí de nuevo al ver su cara y escuché cómo la gente comenzaba a moverse hacia la pista de baile, que iba a comenzar en breves momentos. Le ofrecí el brazo después de dejar la copa en una mesa y la miré, de buen humor por su cara de malas pulgas:
- ¿Me haría el honor de bailar conmigo, lady Blackmore?
Stein Ackerman- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 01/11/2016
Re: Némesis [Privado]
En eso tenía razón, podía escuchar el crujir de dientes por la envidia y lo cierto es que lo estaba disfrutando tremendamente. Por una sola vez, no había rumores a su espalda con ese tono condescendiente de..."pobrecita, debe ser una amargada para que ningun hombre la corteje" o "igual es que es una desviada, qué horror! que mancha en esa familia". Por primera vez cuchicheaban de celos por verla tan despampanante con su vestido rojo y del brazo de un hombre guapo y bien hecho.
Dedicó sonrisas a diestro y siniestro, sin soltarse de Stein, mientras maquinaba mil maneras de hacerlo filetes porque aquella afirmación le iba a costar cara.
— No sé si me apetece saber los secretos de monsieur Blanchard...— era un viejo gordo con una ridícula peluca de un color balnco artificial, pero como era dueño de uno de los bancos más solventes de París, nadie osaba no reirle las gracias.— pero si me lo cuentas tampoco voy a taparme los oidos...— sonrió de medio lado. Realmente no era cotilla, pero entendía que la información era poder, y si Stein la obtenía tan fácilmente... Hum. Eso era un arma de doble filo. ¿Quién le garantizaba que no lo haría con ella? no es que hubiera mucho que oscultar, él ya sabía que era La Parca, había matado, desollado y asesinado, eso no era nada nuevo. Pero los recuerdos personales...eso era otra historia. Tampoco es que hubiera nada escabroso, pero no quería que Ackerman los supiera, eran suyos, sólo para ella, y así los quería conservar.
— Si te atreves a leer mi cabeza te arrancaré los huevos...querido. Pero para entonces ya estaremos casados y podré hacer contigo lo mismo que tu... cuñada.— Le sonrió cínicamente de lado, haciendo referencia a que sabía que Elora había matado a su esposo para salirse con la suya.
Le pidió bailar y lo cierto es que le apetecía lucirse en la pista, pero también tenía ganas de matarlo. Tendría que aguantarse un poco más, así que lo mejor sería disfrutar del baile y de la situación. Lo que había soltado el alemán por esa bocaza no tenía remedio, así que lo mejor era apartarlo de su cabeza por un rato y tratar de sacarle algo positivo a la situación para que la noche no fuera un completo desastre. La música empezó rítmica, era una especie de vals, y los pasos que ambos dieron, se sincronizaron perfectamente girando y volteando al compás. Desde fuera se les veía como una pareja guapa y con clase, sus movimientos eran elegantes, naturales, fruto de una buena forma física y una destreza impecable.
— ¿Pedírtelo yo a ti? solo faltaría eso. ¿También quieres que lleve yo los pantalones en esta relación? ¿en qué lugar te dejaría eso a ti? Oh, a partir de ahora debería llamarte Avelino...— sonrió ampliamente.
Dedicó sonrisas a diestro y siniestro, sin soltarse de Stein, mientras maquinaba mil maneras de hacerlo filetes porque aquella afirmación le iba a costar cara.
— No sé si me apetece saber los secretos de monsieur Blanchard...— era un viejo gordo con una ridícula peluca de un color balnco artificial, pero como era dueño de uno de los bancos más solventes de París, nadie osaba no reirle las gracias.— pero si me lo cuentas tampoco voy a taparme los oidos...— sonrió de medio lado. Realmente no era cotilla, pero entendía que la información era poder, y si Stein la obtenía tan fácilmente... Hum. Eso era un arma de doble filo. ¿Quién le garantizaba que no lo haría con ella? no es que hubiera mucho que oscultar, él ya sabía que era La Parca, había matado, desollado y asesinado, eso no era nada nuevo. Pero los recuerdos personales...eso era otra historia. Tampoco es que hubiera nada escabroso, pero no quería que Ackerman los supiera, eran suyos, sólo para ella, y así los quería conservar.
— Si te atreves a leer mi cabeza te arrancaré los huevos...querido. Pero para entonces ya estaremos casados y podré hacer contigo lo mismo que tu... cuñada.— Le sonrió cínicamente de lado, haciendo referencia a que sabía que Elora había matado a su esposo para salirse con la suya.
Le pidió bailar y lo cierto es que le apetecía lucirse en la pista, pero también tenía ganas de matarlo. Tendría que aguantarse un poco más, así que lo mejor sería disfrutar del baile y de la situación. Lo que había soltado el alemán por esa bocaza no tenía remedio, así que lo mejor era apartarlo de su cabeza por un rato y tratar de sacarle algo positivo a la situación para que la noche no fuera un completo desastre. La música empezó rítmica, era una especie de vals, y los pasos que ambos dieron, se sincronizaron perfectamente girando y volteando al compás. Desde fuera se les veía como una pareja guapa y con clase, sus movimientos eran elegantes, naturales, fruto de una buena forma física y una destreza impecable.
— ¿Pedírtelo yo a ti? solo faltaría eso. ¿También quieres que lleve yo los pantalones en esta relación? ¿en qué lugar te dejaría eso a ti? Oh, a partir de ahora debería llamarte Avelino...— sonrió ampliamente.
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
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Poderes/Habilidades:
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