No me mires de esa forma, no despiertes la ira que descansa en mi alma - libre

por **Daviana Ruadh** Mar Ene 24, 2017 3:59 pm

Había caminado por mucho tiempo, ¿cuantas millas recorrió? no lo sabía. penas despertarse en la mañana, tras un frugal desayuno, había abandonado la residencia que por un tiempo sería su hogar, mientras decidía que hacer de su vida. un recordaba las primeras frases que le dijera el vampiro, con el que se topó, apenas dejar el hogar en el que viviera con su esposo y sus tres hijos, la noche en que descubrió que toda su vida había sido una mentira tras otra. Pero ninguna tan dura y lastimera, como la que se recibe al descubrir que el amor fue fingido. ¿lo fue? no lo sabría ya jamás, pues, simplemente, no volvería a estar en presencia de su esposo, no le daría la satisfacción de verla destruida, convertida en un fantasma de lo que alguna vez fue. Ademas, y aunque no lo quisiera admitir, lo amaba, aún, y comprendía que estar a su lado era peligroso, pues los exponía, tanto a sus pequeños hijos, como a quien fuera el amor de su vida, cuando aún se hacía llamar Vannia. Mas ahora estaba muerta aquella mujer y la bruja que se hacía llamar Jeanne, poco y nada tenía que ver con ella. Era mejor así, Walter y sus hijos, vivirían felices, lejos de los ataques, de las venganzas y el odio.

Sus pasos, como sus cavilaciones, la llevaron, en un derrotero absurdo, hasta el puerto. Allí, la bruja, usó su poder de ilusión, y transfiguró su rostro, sus cabellos, haciéndose pasar por una mujer de ojos negros y cabellos tan obscuros como sus pensamientos, como sus dolores, esos que por momentos la convertían en un ser extremadamente peligroso, sediento de sangre, dispuesto a destajar y asesinar, a todo aquel que intentara hacerle daño, o acercarse. Estaba perdiendo la razón, porque su vid, hacía tiempo que la había perdido. Detuvo su andar, apoyando su cuerpo en la baranda que dividía el puerto, de los muelles, en donde atracaban las embarcaciones. Cerró los ojos y recordó, aquel viaje de regreso a Escocia, en donde con amor y esperanza, había intentado comenzar una nueva vida, una vida, que apenas unas cuantas noches atrás, se desmoronó, tras descubrir una verdad oculta, un secreto doloroso. Jeanne, pensó en tomar un barco, volver a la tierra de sus ancestros, pero decidió esperar, a que la señal llegara, a que el viento hinchar sus velas y le pusiera nuevos rumbos a su horizonte. Se quedó en silencio, contemplando como una embarcación dejaba el puerto, - ¿cuando será mi turno? ¿hasta cuando he de esperar la maldita señal? - se dijo enfurecida, con la vida, con su incierto destino.

por **Arianrhod Dankworth** Vie Ene 27, 2017 10:25 am

Un nuevo día había llegado y el cansancio de la joven británica era demasiado grande. Últimamente había pasado demasiado tiempo trabajando en la botica y el tiempo libre lo estaba destinando a sus estudios especiales para ese trabajito especial que había conseguido con el Conde Ruso, si bien es algo que la entusiasmaba en sobremanera también era algo que exigía más allá de lo que Atianrhod estaba acostumbrada; fue por ese mismo motivo que esa mañana decidió darse un tiempo para salir a dar un paseo y de paso tomar un poco de aire pues la falta de sueño y descanzo podría volverla más irritable lo que definitivamente no era algo recomendado para quién trabaja atendiendo público, no quería cometer algún error y comenzar a perder clientela, en especial ahora que su querida botica estaba creciendo.

En la puerta del local dejó el típico cartel que solía dejar en sus días libres avisando que el día de hoy no podrían encontrarla en el local.

Dejó que sus pies la guiaran hacia donde quisieran llevarla y fue de esta forma que acabó en el puerto, aquel lugar al que ella había llegado un par de años atras después de escapar de su natal Manchester... Como extrañaba todo lo que había en ese lugar, pero ahora era solo un recuerdo y así se quedaría, ya no había nada allá para ella, solo problemas y fantasmas aguardando por ella.

Siguió caminando hasta la baranda que daba fin al puerto y el inicio al muelle y se apoyó allí para disfrutar de la brisa marina, aún pensando en todo lo que había debido dejar atras al escapar, pero era eso o morir... de todas formas si hubiera existido algun modo de quedarse y sobrevivir ya nadie hubiera estado allí esperandola, así que solo habían quedado dos cadáveres y su infancia, o mejor dicho un cadaver y las cenizas de otro

— Y pensar que las cosas pudieron ser distintas si ella no se hubiera rendido –suspiró mientras aquel pensamiento cruzaba su mente–podríamos haber escapado juntas o simplemente quedarnos allí y lamentar juntas la falta del hombre de la casa.

— De nada sirve pensar lo que puder ser si ya no fue. –dejó salir de pronto con rabia la joven, para dar un golpe a la baranda.

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