AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El recado del padre Jean (Arianrhod Dankworth)
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El recado del padre Jean (Arianrhod Dankworth)
por Mahdi Dom Ene 29, 2017 12:38 pm
Recuerdo del primer mensaje :
El roce de la tela sobre su espalda era insoportable y estaba segura de que alguna de las costras se le abriría de un momento a otro. Aún así, Mahdi caminaba con paso rápido sin detenerse ante nada ni nadie. Debía llegar a la botica, el padre Tadeus estaba otra vez con el pecho tomado y necesitaba del emplaste que lograba abrir sus pulmones, pero se habían quedado ya sin algunos elementos necesarios.
Apretaba el listín en su mano derecha como si de él dependiera su vida y caminaba casi al trote.
-Controlaré todo lo que traigas, negra bruta –le había jurado el padre Jean, a quien ella más temía.
Él la había azotado hacía dos noches al hallarla bebiendo, de una de las copas, el agua que era para el almuerzo de los curas.
Mahdi había trabajado bajo el sol sin descanso y, pese a que sabía que los sacerdotes eran muy rigurosos en cuanto al uso de sus cosas, no creyó que nadie se enterase de que ella había bebido un poco de agua de allí en lugar de hacerlo en la zona de esclavos que la parroquia tenía.
Ni siquiera pudo excusarse o disculparse cuando el padre Jean la descubrió. Él, desde toda su altura y con sus ojos de cielo puestos en ella, la miró y le dijo:
-Está noche, luego del último rezo, me esperarás con la espalda descubierta en el sector de castigos.
Y ella había obedecido. ¿Qué otra cosa podía hacer? ¿Esconderse? La encontrarían en pocas horas y el castigo sería tres veces peor.
“Nunca más, nunca más”, se repetía mientras caminaba hacia la botica. Por más que estuviera sintiéndose morir a causa de la sed, jamás volvería a tomar del agua de los sacerdotes. Mucho menos desde una de sus copas.
Antes, en otra vida, ella había bebido de vasos mucho más bellos. Se había sentado a una mesa con su familia y sirvientes la habían atendido… No le gustaba pensar en eso, pero en momentos como ese no podía evitar que aquellos recuerdos le sobrevinieran.
Llegó al destino y, antes de ingresar, respiró profundamente y la espalda le dolió. Se secó la lágrima solitaria que había corrido por su mejilla derecha. Intentó acomodar su cabello que siempre se erizaba sobre su frente.
Había dos damas allí que hablaban a toda velocidad y reían. Mahdi se acomodó en un rincón y bajó la vista, había aprendido bien cual era la posición que debía tomar.
Cuando el calor de la caminata disminuyó en su cuerpo, el dolor de su espalda volvió a sacudirla y ella se tensionó tratando de reprimir un gemido.
Recién cuando las mujeres salieron ella se acercó a la joven encargada, la tranquilizaba saber que allí solo estaban ellas dos. La saludó sin mirarla a los ojos y le tendió el papel que había apretado en su puño.
Ya había ido a la botica varias veces y era uno de sus lugares favoritos, los aromas parecían mezclarse perfectamente y Mahdi se sentía envuelta por ellos.
Otra vez el dolor la sacudió y ella tuvo que buscar algo de lo que sostenerse para poder soportarlo.
El roce de la tela sobre su espalda era insoportable y estaba segura de que alguna de las costras se le abriría de un momento a otro. Aún así, Mahdi caminaba con paso rápido sin detenerse ante nada ni nadie. Debía llegar a la botica, el padre Tadeus estaba otra vez con el pecho tomado y necesitaba del emplaste que lograba abrir sus pulmones, pero se habían quedado ya sin algunos elementos necesarios.
Apretaba el listín en su mano derecha como si de él dependiera su vida y caminaba casi al trote.
-Controlaré todo lo que traigas, negra bruta –le había jurado el padre Jean, a quien ella más temía.
Él la había azotado hacía dos noches al hallarla bebiendo, de una de las copas, el agua que era para el almuerzo de los curas.
Mahdi había trabajado bajo el sol sin descanso y, pese a que sabía que los sacerdotes eran muy rigurosos en cuanto al uso de sus cosas, no creyó que nadie se enterase de que ella había bebido un poco de agua de allí en lugar de hacerlo en la zona de esclavos que la parroquia tenía.
Ni siquiera pudo excusarse o disculparse cuando el padre Jean la descubrió. Él, desde toda su altura y con sus ojos de cielo puestos en ella, la miró y le dijo:
-Está noche, luego del último rezo, me esperarás con la espalda descubierta en el sector de castigos.
Y ella había obedecido. ¿Qué otra cosa podía hacer? ¿Esconderse? La encontrarían en pocas horas y el castigo sería tres veces peor.
“Nunca más, nunca más”, se repetía mientras caminaba hacia la botica. Por más que estuviera sintiéndose morir a causa de la sed, jamás volvería a tomar del agua de los sacerdotes. Mucho menos desde una de sus copas.
Antes, en otra vida, ella había bebido de vasos mucho más bellos. Se había sentado a una mesa con su familia y sirvientes la habían atendido… No le gustaba pensar en eso, pero en momentos como ese no podía evitar que aquellos recuerdos le sobrevinieran.
Llegó al destino y, antes de ingresar, respiró profundamente y la espalda le dolió. Se secó la lágrima solitaria que había corrido por su mejilla derecha. Intentó acomodar su cabello que siempre se erizaba sobre su frente.
Había dos damas allí que hablaban a toda velocidad y reían. Mahdi se acomodó en un rincón y bajó la vista, había aprendido bien cual era la posición que debía tomar.
Cuando el calor de la caminata disminuyó en su cuerpo, el dolor de su espalda volvió a sacudirla y ella se tensionó tratando de reprimir un gemido.
Recién cuando las mujeres salieron ella se acercó a la joven encargada, la tranquilizaba saber que allí solo estaban ellas dos. La saludó sin mirarla a los ojos y le tendió el papel que había apretado en su puño.
Ya había ido a la botica varias veces y era uno de sus lugares favoritos, los aromas parecían mezclarse perfectamente y Mahdi se sentía envuelta por ellos.
Otra vez el dolor la sacudió y ella tuvo que buscar algo de lo que sostenerse para poder soportarlo.
Mahdi- Esclavo
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Re: El recado del padre Jean (Arianrhod Dankworth)
por Mahdi Vie Feb 03, 2017 5:41 pm
El hombre que había llegado le recordaba a los que recibía en las noches el padre Jean. No era la forma en la que iba vestido, tampoco podía decir que lo había visto antes -París era una ciudad enorme, llena de residentes y visitantes-, pero algo en su actitud, en su porte, se los recordaba. Parecía intimidante y poderoso. ¿Debería advertirle a la señorita?
Sabía que no debía meterse en esos asuntos, pero aún así continuaba pendiente de lo que ocurría en la parte trasera. Si oía algún sonido estrepitoso, Mahdi acudiría de inmediato para socorrer a la señorita.
Siguió concentrada en el inventario, quería dejarlo terminado ya que pronto debería volver a escurrirse en la noche francesa, recorrer de prisa las calles para llegar a la iglesia.
Si bien tenía el cuerpo cansado –porque ese había sido un día largo-, el entusiasmo de tener una nueva emoción le renovaba las energías. ¿Hacía cuanto que no le pasaba algo así? ¿Cuánto tiempo había pasado transitando la misma rutina una y otra vez? Todos sus días eran, en rasgos generales, idénticos al anterior.
Arianrhod volvió junto a ella y le comentó que lo del recién llegado no era nada grave, que pronto el hombre se iría.
-Es un hombre algo extraño –le dijo, aunque sabía que no debía opinar-, me recuerda a los visitantes que el padre Jean recibe en la iglesia últimamente… Tenga cuidado, señorita, porque parece rudo –le pidió, preocupada.
No lucía inquieta, sino todo lo contrario, resultaba obvio que la boticaria estaba relajada porque ya lo conocía. Aún así, Mahdi necesitaba expresarle sus dudas.
“Si ella está tranquila yo no debería temer” , se dijo y, como había concluido ya con el encargo, le tendió el listado que había realizado con la mercadería faltante.
Sabía que no debía meterse en esos asuntos, pero aún así continuaba pendiente de lo que ocurría en la parte trasera. Si oía algún sonido estrepitoso, Mahdi acudiría de inmediato para socorrer a la señorita.
Siguió concentrada en el inventario, quería dejarlo terminado ya que pronto debería volver a escurrirse en la noche francesa, recorrer de prisa las calles para llegar a la iglesia.
Si bien tenía el cuerpo cansado –porque ese había sido un día largo-, el entusiasmo de tener una nueva emoción le renovaba las energías. ¿Hacía cuanto que no le pasaba algo así? ¿Cuánto tiempo había pasado transitando la misma rutina una y otra vez? Todos sus días eran, en rasgos generales, idénticos al anterior.
Arianrhod volvió junto a ella y le comentó que lo del recién llegado no era nada grave, que pronto el hombre se iría.
-Es un hombre algo extraño –le dijo, aunque sabía que no debía opinar-, me recuerda a los visitantes que el padre Jean recibe en la iglesia últimamente… Tenga cuidado, señorita, porque parece rudo –le pidió, preocupada.
No lucía inquieta, sino todo lo contrario, resultaba obvio que la boticaria estaba relajada porque ya lo conocía. Aún así, Mahdi necesitaba expresarle sus dudas.
“Si ella está tranquila yo no debería temer” , se dijo y, como había concluido ya con el encargo, le tendió el listado que había realizado con la mercadería faltante.
Mahdi- Esclavo
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Re: El recado del padre Jean (Arianrhod Dankworth)
por Arianrhod Dankworth Sáb Feb 04, 2017 8:10 pm
Aquello llamó la atención de la joven, ¿visitas del Padre Jean de hombres que le recordaban al cazador? Arianrhod se preguntaba si acaso ella podía referirse a cazadores de brujas o quizá gente de la inquisición, la sola idea del peligro que eso podía acarrear a su alrededor la hizo tensarse un poco; aquello le interesaba demasiado pero no podía parecer ansiosa ante la información que acababa de recibir indirectamente, debería tener cuidado con las siguientes palabras que salieran de su boca.
— ¿Visitantes como él? -preguntó como si realmente solo quisiera seguir la conversación- ¿A qué te refieres exactamente? ¿Qué tipo de visitas?
— Ten cuidado Aria, no juegues con fuego -pensó la joven tras haber hablado.
Se dio la vuelta y recogió un par de cosas más que necesitaba y hasta se dio un par de vueltas extra, su paciente podía esperar, lo suyo no era tan grave, en cambio esta conversación podía dar paso a algo muy importante, el tema religioso y el de la inquisición que rodeaba a Mahdi quizá podría traerle tantos beneficios como peligro y si algo bueno podía salir de aquello, pues que bienvenido sea.
— Claramente es un hombre rudo, pero tranquila que no es ningún peligro para mi, ni mucho menos para ti -le dedicó una sonrisa a la esclava para tranquilizarla.
Fue entonces cuando le entregó el papel con toda la lista de productos del inventario, aquello le serviría para poder comenzar con el reabastecimiento, la joven Dankworth recibió sonriente el papel para luego doblarlo y meterlo en el sector del brasier para tener la lista presente, si la llegaba a olvidar al acostarse y cambiarse el ropaje la vería y la recordaría.
— Eso es todo lo que necesito por el día de hoy Mahdi -le agradeció, aunque antes de despedirse de ella por esa noche realmente quería escuchar lo que tenía que decir a sus preguntas anteriores.
— ¿Visitantes como él? -preguntó como si realmente solo quisiera seguir la conversación- ¿A qué te refieres exactamente? ¿Qué tipo de visitas?
— Ten cuidado Aria, no juegues con fuego -pensó la joven tras haber hablado.
Se dio la vuelta y recogió un par de cosas más que necesitaba y hasta se dio un par de vueltas extra, su paciente podía esperar, lo suyo no era tan grave, en cambio esta conversación podía dar paso a algo muy importante, el tema religioso y el de la inquisición que rodeaba a Mahdi quizá podría traerle tantos beneficios como peligro y si algo bueno podía salir de aquello, pues que bienvenido sea.
— Claramente es un hombre rudo, pero tranquila que no es ningún peligro para mi, ni mucho menos para ti -le dedicó una sonrisa a la esclava para tranquilizarla.
Fue entonces cuando le entregó el papel con toda la lista de productos del inventario, aquello le serviría para poder comenzar con el reabastecimiento, la joven Dankworth recibió sonriente el papel para luego doblarlo y meterlo en el sector del brasier para tener la lista presente, si la llegaba a olvidar al acostarse y cambiarse el ropaje la vería y la recordaría.
— Eso es todo lo que necesito por el día de hoy Mahdi -le agradeció, aunque antes de despedirse de ella por esa noche realmente quería escuchar lo que tenía que decir a sus preguntas anteriores.
Arianrhod Dankworth- Hechicero Clase Media
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Re: El recado del padre Jean (Arianrhod Dankworth)
por Mahdi Sáb Feb 04, 2017 10:55 pm
-No sé si como él –comenzó a dudar-, tal vez un poco más… formales. No sé como decirlo. En las últimas dos semanas el padre Jean ha recibido muchas visitas. Hoy, por ejemplo, un grupo de unas seis personas lo visitó y todos son como él –señaló hacia el cuarto del fondo-. No es por la forma de vestir –le aclaró-, por la mirada tal vez, o la forma de moverse… Creo que no lo sé explicar bien, lo siento, es solo eso…
La señorita Arianrhod aparentaba autosuficiencia, tal vez era eso lo que la hacía verse tan tranquila en todo momento. Cuando le aseguró que no debía temer porque el visitante no era peligroso, Mahdi le creyó. Era joven, pero evidenciaba poseer el poder de cuidar a sí misma.
La joven recibió el papel de manos de Mahdi –donde había detallado todos los faltantes de la estantería- y pareció satisfecha con la labor. Ella no pudo reprimir una sonrisa orgullosa al saber que lo había hecho bien.
Se despidieron, casi en silencio, y ella volvió a pedirle que se cuidara. Tomó su capa para abrigarse y salió de la botica, apresurada. Rezaba para que nadie la descubriera volviendo de su escapada nocturna, pues creía al padre Jean capaz de despellejarle la planta de los pies si la hallaba en algo como eso. Era muy severo en verdad.
Corrió por las calles, eternamente húmedas, sin detenerse en ningún momento. Casi la atropelló un carruaje pero ni siquiera ante él se detuvo cuando el cochero le largó sus hirientes insultos. Mahdi ya estaba acostumbrada.
Llegó al portón trasero de la iglesia y este estaba entreabierto, tal como ella lo había dejado. Se coló por allí y, veloz como un rayo, se metió en el pequeño cuarto trasero. Sólo dormía ella allí, pues era la única esclava mujer de la iglesia.
Se apresuró a tenderse en el camastro desvencijado en el que dormía, ni siquiera se quitó la ropa, debía descansar todo lo que pudiera pues el día no tardaría en comenzar.
Estaba ya entre dormida cuando un sonido la sobresaltó y Madhi se incorporó. Abrió la endeble puertilla de madera y se asomó. Ahí estaba, a eso se refería cuando le había hablado a la boticaria acerca de los visitantes asiduos que tenía el padre Jean: se iban, los seis juntos, en grupo, a esas horas de la madrugada y envueltos en su aire misterioso.
Intentaría investigar un poco más, pues a la señorita Arianrhod parecía interesarle aquel asunto. Tal vez pudiera presentarse en la botica la noche siguiente con alguna información importante.
La señorita Arianrhod aparentaba autosuficiencia, tal vez era eso lo que la hacía verse tan tranquila en todo momento. Cuando le aseguró que no debía temer porque el visitante no era peligroso, Mahdi le creyó. Era joven, pero evidenciaba poseer el poder de cuidar a sí misma.
La joven recibió el papel de manos de Mahdi –donde había detallado todos los faltantes de la estantería- y pareció satisfecha con la labor. Ella no pudo reprimir una sonrisa orgullosa al saber que lo había hecho bien.
Se despidieron, casi en silencio, y ella volvió a pedirle que se cuidara. Tomó su capa para abrigarse y salió de la botica, apresurada. Rezaba para que nadie la descubriera volviendo de su escapada nocturna, pues creía al padre Jean capaz de despellejarle la planta de los pies si la hallaba en algo como eso. Era muy severo en verdad.
Corrió por las calles, eternamente húmedas, sin detenerse en ningún momento. Casi la atropelló un carruaje pero ni siquiera ante él se detuvo cuando el cochero le largó sus hirientes insultos. Mahdi ya estaba acostumbrada.
Llegó al portón trasero de la iglesia y este estaba entreabierto, tal como ella lo había dejado. Se coló por allí y, veloz como un rayo, se metió en el pequeño cuarto trasero. Sólo dormía ella allí, pues era la única esclava mujer de la iglesia.
Se apresuró a tenderse en el camastro desvencijado en el que dormía, ni siquiera se quitó la ropa, debía descansar todo lo que pudiera pues el día no tardaría en comenzar.
Estaba ya entre dormida cuando un sonido la sobresaltó y Madhi se incorporó. Abrió la endeble puertilla de madera y se asomó. Ahí estaba, a eso se refería cuando le había hablado a la boticaria acerca de los visitantes asiduos que tenía el padre Jean: se iban, los seis juntos, en grupo, a esas horas de la madrugada y envueltos en su aire misterioso.
Intentaría investigar un poco más, pues a la señorita Arianrhod parecía interesarle aquel asunto. Tal vez pudiera presentarse en la botica la noche siguiente con alguna información importante.
Mahdi- Esclavo
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Re: El recado del padre Jean (Arianrhod Dankworth)
por Arianrhod Dankworth Dom Feb 05, 2017 11:55 am
Después de que la esclava se marchara Aria termino de atender a quién había arribado aquella noche, de todos modos le asignó un descanso de un par de días y cuando se hayó sola en el local se fue a la cama y aunque uno pensaría no le costó demasiado conciliar el sueño debido a la hora la verdad era que si se le dificulto porque las palabras de Mahdi le quedaron rondando en la cabeza aunque como en realidad no había tanta información concreta las ideas eran vagas y aquello la hacía pensar mil y una cosa que quizá estaban bastante alejadas de la realidad.
Se cambió de ropa y dejó en su repisa la lista que había hecho Mahdi, ya por la mañana la revisaría bien para comenzar a trabajar en las nuevas pociones y ungüentos para rellenar sus estantes.
Estando ya en la cama se dio un par de vueltas mientras seguía pensando, si habían visitantes misteriosos visitando en secreto la iglesia por las noches no podía significar nada bueno, que la iglesia lleve cosas en secreto significa que estan planeando algo peligroso, posiblemente hasta algo fuera de la religión que profesaban pues lo estaban ocultando de sus feligreses, o quizá estaban planeando algo más grande aún que no querían revelar hasta tenerlo todo fríamente calculado.
Las ideas y especulaciones eran muchas, pero lo único de lo que estaba segura es que aquello no podía traer nada bueno para ella ni para su "raza". Con este pensamiento en mente finalmente logró caer en los brazos de Morfeo.
Aquella sería una noche de sueño reponedor necesario para la joven hechicera quién no sabía todo lo que estaba por venir más adelante, aunque quizá gracias a la ayuda de la esclava de la iglesia que comenzaba sus visitas nocturnas a su local acabaría enterandose y lograría protegerse y mantenerse a salvo.
Se cambió de ropa y dejó en su repisa la lista que había hecho Mahdi, ya por la mañana la revisaría bien para comenzar a trabajar en las nuevas pociones y ungüentos para rellenar sus estantes.
Estando ya en la cama se dio un par de vueltas mientras seguía pensando, si habían visitantes misteriosos visitando en secreto la iglesia por las noches no podía significar nada bueno, que la iglesia lleve cosas en secreto significa que estan planeando algo peligroso, posiblemente hasta algo fuera de la religión que profesaban pues lo estaban ocultando de sus feligreses, o quizá estaban planeando algo más grande aún que no querían revelar hasta tenerlo todo fríamente calculado.
Las ideas y especulaciones eran muchas, pero lo único de lo que estaba segura es que aquello no podía traer nada bueno para ella ni para su "raza". Con este pensamiento en mente finalmente logró caer en los brazos de Morfeo.
Aquella sería una noche de sueño reponedor necesario para la joven hechicera quién no sabía todo lo que estaba por venir más adelante, aunque quizá gracias a la ayuda de la esclava de la iglesia que comenzaba sus visitas nocturnas a su local acabaría enterandose y lograría protegerse y mantenerse a salvo.
Arianrhod Dankworth- Hechicero Clase Media
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Re: El recado del padre Jean (Arianrhod Dankworth)
por Mahdi Lun Feb 06, 2017 11:56 am
Odiaba lavar. Su especialidad era el planchado y el negro Tuor lo sabía. Por eso, pese a que había llegado tarde a la repartición de tareas de la mañana, le había reservado la labor.
-Gracias, Tuor –le dijo y abrazó al anciano que, por ser el que más tiempo había servido allí, estaba a cargo.
-¿El dolor de espalda te ha impedido dormir? –le preguntó con una sonrisa, refiriéndose a su demora-.Tú nunca llegas tan tarde por las mañanas…
-Tengo mucho mejor las heridas –le dijo. Aunque le tenía cariño, no podía contarle que la boticaria la había ayudado- . No pude dormir por el ruido que hicieron los visitantes, se retiraron tarde… No es horario de visitas –susurró, queriendo que él le contara cualquier cosa que supiera al respecto.
Se dirigieron al pequeño cuarto en la parte trasera. Y calentaron las planchas metalicas. En silencio comenzó Mahdi con la tarea pero el viejo Tuor se ofreció a ayudarla. En cuanto ella acababa de planchar una prenda, Tour la tomaba para doblarla. Cada ropaje tenía bordada una pequeña cruz de color en el interior, de esa forma sabían a quien pertenecía. Las cruces azules eran del padre Jean, las rojas del padre Francis, las verdes del bueno del padre Tadeus… La difunta esclava Mairí –a quien Mahdi no había llegado a conocer- había ideado aquello para simplificar la tarea y vaya que sí les servía todavía.
Deseosa de saber más, Mahdi volvió a preguntarle sobre los amigos del padre Jean.
-Si son socios o amigos del padre Jean te aseguro que no son buenas gentes, pequeña –opinó Tuor.
-¿Los has visto de cerca?
-Solo a dos –le contó mientras doblaba el hábito del padre Francis- , a las dos mujeres. Yo limpiaba el piso de la iglesia y las ví llevándose agua bendita. Me pareció extraño, pero no le avisé a los curas. A mi edad ya no quiero problemas.
-¿Agua bendita? ¿Para qué?
-Bueno, se puede usar para muchas cosas… Algún familiar enfermo puede necesitarla, con ella se bendicen las casas también. Pero si me preguntas a mí…
-Sí, te lo pregunto –le dijo y miró la puerta de la pequeña habitación, temiendo que alguien llegara y los oyera.
-Yo creo que es para los demonios.
-¿Demonios? Eso no existe –desestimó rápidamente, había esperado una respuesta mejor de él-, las personas son lo suficientemente malvadas ya, no hacen falta los demonios.
-Existen, pequeña –le aseguró-, y creo que los visitantes del padre Jean, y él, lo saben bien.
-¿Qué quieres decir?
-¡Mahdi! –gritó y levantó la parte superior de la plancha.
Ella se apuró a quitar el hábito del padre Jean, por poco no se había quemado. Suspiró aliviada al ver que estaba intacto.
Mahdi pensó en lo que Tuor le había dicho mientras llevaba las prendas a cada habitación. También mientras pulía las copas del altar y mientras alimentaba a las gallinas.
¿Demonios? ¿En París? No podía ser cierto, no le hallaba sentido.
Cuando la noche comenzaba a caer, Mahdi acompañó al padre Tadeus en sus rezos. Se arrodilló a los pies de su cama y rezó con él, deseando que se pusiera mejor pronto porque, ¿qué sería de ella si él moría? El buen padre Tadeus era el único que defendía a los esclavos de la ira del padre Jean. El padre Francis era muy bueno también pero pasaba más tiempo fuera, visitaba el orfanato y la prisión, también los hospitales y a varios feligreses en sus hogares. Solo volvía al horario de la cena.
Si el padre Tadeus muriera, todo allí cambiaría de forma radical. Tal vez les resultara conveniente a ellos –los negros- que sí existiesen los demonios como Tuor había dicho, quizas alguno acabara por matar al padre Jean.
“Oh, no. ¡Perdoname, Dios mío, por ese pensamiento!”, se desesperó y rezó con más fuerza y concentración.
Cuando el silencio reinó sobre el predio. Mahdi repitió su escapada de la noche anterior. Se envolvió en su capa y corrió por las calles parisinas. No tardó en llegar a la botica donde la sonriente señorita Arianrhod la recibió.
-Gracias, Tuor –le dijo y abrazó al anciano que, por ser el que más tiempo había servido allí, estaba a cargo.
-¿El dolor de espalda te ha impedido dormir? –le preguntó con una sonrisa, refiriéndose a su demora-.Tú nunca llegas tan tarde por las mañanas…
-Tengo mucho mejor las heridas –le dijo. Aunque le tenía cariño, no podía contarle que la boticaria la había ayudado- . No pude dormir por el ruido que hicieron los visitantes, se retiraron tarde… No es horario de visitas –susurró, queriendo que él le contara cualquier cosa que supiera al respecto.
Se dirigieron al pequeño cuarto en la parte trasera. Y calentaron las planchas metalicas. En silencio comenzó Mahdi con la tarea pero el viejo Tuor se ofreció a ayudarla. En cuanto ella acababa de planchar una prenda, Tour la tomaba para doblarla. Cada ropaje tenía bordada una pequeña cruz de color en el interior, de esa forma sabían a quien pertenecía. Las cruces azules eran del padre Jean, las rojas del padre Francis, las verdes del bueno del padre Tadeus… La difunta esclava Mairí –a quien Mahdi no había llegado a conocer- había ideado aquello para simplificar la tarea y vaya que sí les servía todavía.
Deseosa de saber más, Mahdi volvió a preguntarle sobre los amigos del padre Jean.
-Si son socios o amigos del padre Jean te aseguro que no son buenas gentes, pequeña –opinó Tuor.
-¿Los has visto de cerca?
-Solo a dos –le contó mientras doblaba el hábito del padre Francis- , a las dos mujeres. Yo limpiaba el piso de la iglesia y las ví llevándose agua bendita. Me pareció extraño, pero no le avisé a los curas. A mi edad ya no quiero problemas.
-¿Agua bendita? ¿Para qué?
-Bueno, se puede usar para muchas cosas… Algún familiar enfermo puede necesitarla, con ella se bendicen las casas también. Pero si me preguntas a mí…
-Sí, te lo pregunto –le dijo y miró la puerta de la pequeña habitación, temiendo que alguien llegara y los oyera.
-Yo creo que es para los demonios.
-¿Demonios? Eso no existe –desestimó rápidamente, había esperado una respuesta mejor de él-, las personas son lo suficientemente malvadas ya, no hacen falta los demonios.
-Existen, pequeña –le aseguró-, y creo que los visitantes del padre Jean, y él, lo saben bien.
-¿Qué quieres decir?
-¡Mahdi! –gritó y levantó la parte superior de la plancha.
Ella se apuró a quitar el hábito del padre Jean, por poco no se había quemado. Suspiró aliviada al ver que estaba intacto.
Mahdi pensó en lo que Tuor le había dicho mientras llevaba las prendas a cada habitación. También mientras pulía las copas del altar y mientras alimentaba a las gallinas.
¿Demonios? ¿En París? No podía ser cierto, no le hallaba sentido.
Cuando la noche comenzaba a caer, Mahdi acompañó al padre Tadeus en sus rezos. Se arrodilló a los pies de su cama y rezó con él, deseando que se pusiera mejor pronto porque, ¿qué sería de ella si él moría? El buen padre Tadeus era el único que defendía a los esclavos de la ira del padre Jean. El padre Francis era muy bueno también pero pasaba más tiempo fuera, visitaba el orfanato y la prisión, también los hospitales y a varios feligreses en sus hogares. Solo volvía al horario de la cena.
Si el padre Tadeus muriera, todo allí cambiaría de forma radical. Tal vez les resultara conveniente a ellos –los negros- que sí existiesen los demonios como Tuor había dicho, quizas alguno acabara por matar al padre Jean.
“Oh, no. ¡Perdoname, Dios mío, por ese pensamiento!”, se desesperó y rezó con más fuerza y concentración.
Cuando el silencio reinó sobre el predio. Mahdi repitió su escapada de la noche anterior. Se envolvió en su capa y corrió por las calles parisinas. No tardó en llegar a la botica donde la sonriente señorita Arianrhod la recibió.
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Re: El recado del padre Jean (Arianrhod Dankworth)
por Arianrhod Dankworth Lun Feb 06, 2017 2:06 pm
Aria había despertado con energías renovadas para un nuevo día de vida y se preparó para abrir la botica, tomó desayuno calmadamente mientras volvía a revisar la lista del inventario a medida que tomaba notas de lo que necesitaba y lo que se demoraría en hacer ciertas cosas. Cuando sus notas estuvieron en orden dividió el trabajo que podía hacer aquel día mientras atendía el negocio y qué haría aquella noche con ayuda de su nueva ayudante nocturna.
El día transcurrió sin ninguna novedad, atendió un par de clientes, hizo un par de pociones más especiales para clientes especiales, las mujeres del día anterior volvieron coloradas cual manzana en busca de aquello tan mágico que se habían llevado el día anterior. Entre cliente y cliente avanzó con lo planeado y preparó cosas para volver a llenar sus estantes poco a poco, hay cosas que tardan solo un par de otras, pero otras que la joven deberá dejar reposar un par de días teniendo cuidado con ellas de ir agregando lo indicado a la hora precisa y no sobrepasarse en los tiempos.
Cuando todo estuvo listo simplemente salió a dar una vuelta por el sector y acabó en un café disfrutando de una buena infusión justo a un pastelillo que le endulzó el día, se mantuvo tranquilamente sentada en aquella tienda hasta que notó que comenzaría a anochecer, eso le indicó que ya era hora de volver a la botica pues Mahdi podía llegar en cualquier momento, por lo que volvió al que era su hogar en la zona comercial y esperó hasta que su visitante llegó.
— Muy buenas noches Mahdi -saludó la joven hechicera- ¿cómo sigue tu espalda? -preguntó, si estaba bien probablemente no debería preocuparse de una nueva revisión hasta la siguiente noche, ella podía curarle la espalda en un dos por tres pero aquello no era lo mejor dado que provenía de la Iglesia.
El día transcurrió sin ninguna novedad, atendió un par de clientes, hizo un par de pociones más especiales para clientes especiales, las mujeres del día anterior volvieron coloradas cual manzana en busca de aquello tan mágico que se habían llevado el día anterior. Entre cliente y cliente avanzó con lo planeado y preparó cosas para volver a llenar sus estantes poco a poco, hay cosas que tardan solo un par de otras, pero otras que la joven deberá dejar reposar un par de días teniendo cuidado con ellas de ir agregando lo indicado a la hora precisa y no sobrepasarse en los tiempos.
Cuando todo estuvo listo simplemente salió a dar una vuelta por el sector y acabó en un café disfrutando de una buena infusión justo a un pastelillo que le endulzó el día, se mantuvo tranquilamente sentada en aquella tienda hasta que notó que comenzaría a anochecer, eso le indicó que ya era hora de volver a la botica pues Mahdi podía llegar en cualquier momento, por lo que volvió al que era su hogar en la zona comercial y esperó hasta que su visitante llegó.
— Muy buenas noches Mahdi -saludó la joven hechicera- ¿cómo sigue tu espalda? -preguntó, si estaba bien probablemente no debería preocuparse de una nueva revisión hasta la siguiente noche, ella podía curarle la espalda en un dos por tres pero aquello no era lo mejor dado que provenía de la Iglesia.
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Re: El recado del padre Jean (Arianrhod Dankworth)
por Mahdi Lun Feb 06, 2017 6:20 pm
Se adentró en la botica, lista para las tareas que debía realizar allí. La calidez del lugar no tardó en reconfortarla, ¡como disfrutaba del aroma propio de la botica! Era maravilloso, creía que ese era el lugar más fragante de París.
Con amabilidad en su rostro, la señorita le preguntó por su espalda y la piel de Mahdi se erizó ante el mero recuerdo del dolor que había acusado durante las horas posteriores al castigo. Gracias a la señorita y sus cuidados ya no sentía casi dolor, creía que no tardarían en cerrarse del todo los cortes para luego cicatrizar.
Esperaba poder mantener su buen comportamiento, pues un nuevo castigo del padre en su espalda arruinaría la curación que Arianrhod le había proporcionado.
-Sí, me siento mucho mejor, señorita Arianrhod. El negro Tuor me ha cambiado las vendas esta tarde y me ha dicho que los cortes lucen bien, ¿quiere verlos? –le preguntó, después de todo ella era la experta y quien podría determinar si había evolución en la cicatrización o no-. Gracias, una vez más, por su ayuda de ayer. De un día al otro ya casi no siento dolor.
Más tarde, mientras asistía a Arianrhod en las tareas de aquella noche, Mahdi continuaba pensando en lo que el esclavo Tuor le había dicho en la mañana acerca de los visitantes nocturnos.
Quería conocer la opinión de la joven acerca de aquel asunto que tan intrigada la tenía, pues entendía que había ciertos aires de misterio en todo aquello. Movida por un rapto de valentía, Mahdi le preguntó:
-¿Cree usted que existan los demonios, señorita? O sea, aquí, en París, ¿cree que existan? –Ante la mirada de la joven, se apuró a explicarle-: El negro Tuor me ha dicho hoy que cree que los visitantes del padre Jean utilizan agua bendita contra los demonios… Él cree que sí existen, pero yo no estoy tan segura.
Con amabilidad en su rostro, la señorita le preguntó por su espalda y la piel de Mahdi se erizó ante el mero recuerdo del dolor que había acusado durante las horas posteriores al castigo. Gracias a la señorita y sus cuidados ya no sentía casi dolor, creía que no tardarían en cerrarse del todo los cortes para luego cicatrizar.
Esperaba poder mantener su buen comportamiento, pues un nuevo castigo del padre en su espalda arruinaría la curación que Arianrhod le había proporcionado.
-Sí, me siento mucho mejor, señorita Arianrhod. El negro Tuor me ha cambiado las vendas esta tarde y me ha dicho que los cortes lucen bien, ¿quiere verlos? –le preguntó, después de todo ella era la experta y quien podría determinar si había evolución en la cicatrización o no-. Gracias, una vez más, por su ayuda de ayer. De un día al otro ya casi no siento dolor.
Más tarde, mientras asistía a Arianrhod en las tareas de aquella noche, Mahdi continuaba pensando en lo que el esclavo Tuor le había dicho en la mañana acerca de los visitantes nocturnos.
Quería conocer la opinión de la joven acerca de aquel asunto que tan intrigada la tenía, pues entendía que había ciertos aires de misterio en todo aquello. Movida por un rapto de valentía, Mahdi le preguntó:
-¿Cree usted que existan los demonios, señorita? O sea, aquí, en París, ¿cree que existan? –Ante la mirada de la joven, se apuró a explicarle-: El negro Tuor me ha dicho hoy que cree que los visitantes del padre Jean utilizan agua bendita contra los demonios… Él cree que sí existen, pero yo no estoy tan segura.
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Re: El recado del padre Jean (Arianrhod Dankworth)
por Arianrhod Dankworth Lun Feb 06, 2017 7:36 pm
— Si no sientes dolor entonces está bien -comentó la joven Dankworth-, mañana podemos realizar una nueva revisión para ponerte un par de hojas más con ungüento, por ahora estarás bien.
Aria bloqueó la puerta y comenzó con la recolección de plantas y hierbas para las pociones que necesitaban hacerse durante la noche, a medida que le daba un par de instrucciones para que Mahdi chequeara los trabajos que ya estaban a mitad de camino y en reposo, para ver si iban en su color adecuado y aromas correctos.
— ¿Te gustaría beber una infusión? Me han llegado unas nuevas hierbas que estoy seguro sabrán maravillosas en una taza de agua caliente -ofreció esperando su respuesta para dirigirse a colocar agua a calentar pues a ella si se le antojaba, después de todo se encontraban en pleno invierno y algo caliente no vendría mal.
En cuanto Mahdi le preguntó si acaso ella creía en demonios su cuerpo se tensó, aquella era una pregunta muy delicada que responder, le hubiera gustado responderle que cómo se le ocurría y de dónde lo había sacado pero la joven esclava respondió inmediatamente antes de que pudiera preguntas y lo que dijo a continuación produjo que la tensión de su cuerpo se intensificara mucho más.
— Verás Mahdi -comenzó a hablar lentamente, meditando cada una de sus palabras-, probablemente demonios no sea la palabra exacta. Yo creo que existen muchas especies y cosas sobrenaturales en este mundo -no solo lo creía, Arianrhod lo sabía de primera fuente-, pero asimismo creo que no todas son buenas o malas, hay de ambos tipos, al igual que la gente.
— Si realmente era gente que "utiliza agua bendita contra los demonios", solo puede tratarse de la inquisición, puede que estén planeando algo grande. -pensó asustada la hechicera.
Aria bloqueó la puerta y comenzó con la recolección de plantas y hierbas para las pociones que necesitaban hacerse durante la noche, a medida que le daba un par de instrucciones para que Mahdi chequeara los trabajos que ya estaban a mitad de camino y en reposo, para ver si iban en su color adecuado y aromas correctos.
— ¿Te gustaría beber una infusión? Me han llegado unas nuevas hierbas que estoy seguro sabrán maravillosas en una taza de agua caliente -ofreció esperando su respuesta para dirigirse a colocar agua a calentar pues a ella si se le antojaba, después de todo se encontraban en pleno invierno y algo caliente no vendría mal.
En cuanto Mahdi le preguntó si acaso ella creía en demonios su cuerpo se tensó, aquella era una pregunta muy delicada que responder, le hubiera gustado responderle que cómo se le ocurría y de dónde lo había sacado pero la joven esclava respondió inmediatamente antes de que pudiera preguntas y lo que dijo a continuación produjo que la tensión de su cuerpo se intensificara mucho más.
— Verás Mahdi -comenzó a hablar lentamente, meditando cada una de sus palabras-, probablemente demonios no sea la palabra exacta. Yo creo que existen muchas especies y cosas sobrenaturales en este mundo -no solo lo creía, Arianrhod lo sabía de primera fuente-, pero asimismo creo que no todas son buenas o malas, hay de ambos tipos, al igual que la gente.
— Si realmente era gente que "utiliza agua bendita contra los demonios", solo puede tratarse de la inquisición, puede que estén planeando algo grande. -pensó asustada la hechicera.
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Re: El recado del padre Jean (Arianrhod Dankworth)
por Mahdi Mar Feb 07, 2017 10:48 pm
Aceptó la infusión que la muchacha le ofrecía y la observó alejarse para prepararla. Seguramente allí tuviera más de veinte tipos diferentes.
Meditó entonces en sus palabras, que le habían sonado muy seguras. La señorita creía lo mismo que el negro Tuor, pensaba igual que él. Sí, existían los demonios entonces.
Que extraño se le hacía que un viejo esclavo y una joven blanca coincidieran en un pensamiento. Tenía que ser cierto, si Arianrhod pensaba lo mismo que Tour, todo aquello de los demonios no podía ser solo un invento descabellado.
¿Qué eran? ¿Cómo eran? ¿Qué apariencia tendrían? ¿Cuándo habían aparecido en el mundo real?
Mahdi tenía miedo, de pronto, ante lo desconocido.
“Si existen esas criaturas, el padre Jean podrá cuidarnos”, pensó, de pronto, viendo a su principal castigador como su protector también.
Que retorcida podía ser la mente a veces. Le temía por la severidad de sus castigos y su inflexibilidad, mas ahora se sentía segura amparada bajo su ala.
-¿A qué se refiere con especies? –le preguntó a Arianrhod cuando esta regresó-. ¿Alguna vez vio… algo? Disculpe que le pregunte, pero se me hace tan extraño todo. ¿Cómo lucen?
Si existían aquellos seres, entonces la gente que se relacionase con la iglesia sabría como combatirlos. Era el pensamiento más lógico.
De solo pensarlo la piel se le erizaba. ¿Cómo podría caminar por las calles ahora? ¡Andaría siempre con miedo!
Sabía que estaba allí para ayudar a la boticaria, pero Mahdi no podía refrenar su curiosidad. El tema –de los visitantes misteriosos y los supuestos demonios, buenos o malos- la tenía realmente intrigada.
Al parecer, Arianrhod sabía mucho más que ella sobre el asunto. ¿Qué cosas habría vivido en sus jóvenes años?
Meditó entonces en sus palabras, que le habían sonado muy seguras. La señorita creía lo mismo que el negro Tuor, pensaba igual que él. Sí, existían los demonios entonces.
Que extraño se le hacía que un viejo esclavo y una joven blanca coincidieran en un pensamiento. Tenía que ser cierto, si Arianrhod pensaba lo mismo que Tour, todo aquello de los demonios no podía ser solo un invento descabellado.
¿Qué eran? ¿Cómo eran? ¿Qué apariencia tendrían? ¿Cuándo habían aparecido en el mundo real?
Mahdi tenía miedo, de pronto, ante lo desconocido.
“Si existen esas criaturas, el padre Jean podrá cuidarnos”, pensó, de pronto, viendo a su principal castigador como su protector también.
Que retorcida podía ser la mente a veces. Le temía por la severidad de sus castigos y su inflexibilidad, mas ahora se sentía segura amparada bajo su ala.
-¿A qué se refiere con especies? –le preguntó a Arianrhod cuando esta regresó-. ¿Alguna vez vio… algo? Disculpe que le pregunte, pero se me hace tan extraño todo. ¿Cómo lucen?
Si existían aquellos seres, entonces la gente que se relacionase con la iglesia sabría como combatirlos. Era el pensamiento más lógico.
De solo pensarlo la piel se le erizaba. ¿Cómo podría caminar por las calles ahora? ¡Andaría siempre con miedo!
Sabía que estaba allí para ayudar a la boticaria, pero Mahdi no podía refrenar su curiosidad. El tema –de los visitantes misteriosos y los supuestos demonios, buenos o malos- la tenía realmente intrigada.
Al parecer, Arianrhod sabía mucho más que ella sobre el asunto. ¿Qué cosas habría vivido en sus jóvenes años?
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Re: El recado del padre Jean (Arianrhod Dankworth)
por Arianrhod Dankworth Dom Feb 12, 2017 10:38 pm
¿Por qué había abierto la boca? se preguntaba Arianrhod, ahora las preguntas en la mundana cabeza de Mahdi serían interminables, y contarle demasiado sería muy peligroso, incluso contarle algo demasiado específico podía traerle problemas, al fin y al cabo la esclava provenía de la Iglesia, ella venía del lugar que se podía considerar como la fuente de la Inquisición.
— Creo que para hablar de esto deberíamos sentarnos -la invitó la boticaria-, el tema no esta solo en las especies Mahdi -comentó la joven inglesa-, como te dije anteriormente va en el bien y el mal... en todas las especies hay gente buena y mala, probablemente a los malos sea exactamente a quienes haya que temerles y no la especie completa -quiso introducir la hechicera teniendo mucho cuidado con cada una de sus palabras.
Arianrhod tomó un trago de su infusión y soltó un suspiro, esto era más difícil de lo que esperaba en un principio, pero quizá era necesario soltar algo de información para obtener algo a cambio.
— Verás Mahdi, hay muchos cuentos que se cuentan hoy en día, pero no todos aquellos son fantasía. Hay quienes viven a base de sangre, hay quienes cambian con las fases de la luna y hay quienes poseen otro tipo de poderes -generalizó la joven para no darle tanto detalle que la morena tuviera que procesar, de lo que estaban hablando era un tema grande e importante-. Pero como he dicho hay quienes hacen el bien y otros que simplemente viven su vida... o lo que hay después de la vida intentando buscar el placer y la venganza y se olvidan del resto de la humanidad. Es a estos últimos a quienes hay que temerles, probablemente como diría alguno de los padres de tu iglesia "Hay de todo en la viña del señor".
¿Cómo podría hacerse entender de manera correcta? Aria simplemente sentía que se estaba dando vueltas en lo mismo y que no dejaba de repetir sin explicar nada exactamente, soltó un nuevo suspiro y dejó caer su rostro sobre sus manos intentando aclarar sus ideas, esperando que Mahdi haya podido comprender algo de lo que salió de sus labios.
— Creo que para hablar de esto deberíamos sentarnos -la invitó la boticaria-, el tema no esta solo en las especies Mahdi -comentó la joven inglesa-, como te dije anteriormente va en el bien y el mal... en todas las especies hay gente buena y mala, probablemente a los malos sea exactamente a quienes haya que temerles y no la especie completa -quiso introducir la hechicera teniendo mucho cuidado con cada una de sus palabras.
Arianrhod tomó un trago de su infusión y soltó un suspiro, esto era más difícil de lo que esperaba en un principio, pero quizá era necesario soltar algo de información para obtener algo a cambio.
— Verás Mahdi, hay muchos cuentos que se cuentan hoy en día, pero no todos aquellos son fantasía. Hay quienes viven a base de sangre, hay quienes cambian con las fases de la luna y hay quienes poseen otro tipo de poderes -generalizó la joven para no darle tanto detalle que la morena tuviera que procesar, de lo que estaban hablando era un tema grande e importante-. Pero como he dicho hay quienes hacen el bien y otros que simplemente viven su vida... o lo que hay después de la vida intentando buscar el placer y la venganza y se olvidan del resto de la humanidad. Es a estos últimos a quienes hay que temerles, probablemente como diría alguno de los padres de tu iglesia "Hay de todo en la viña del señor".
¿Cómo podría hacerse entender de manera correcta? Aria simplemente sentía que se estaba dando vueltas en lo mismo y que no dejaba de repetir sin explicar nada exactamente, soltó un nuevo suspiro y dejó caer su rostro sobre sus manos intentando aclarar sus ideas, esperando que Mahdi haya podido comprender algo de lo que salió de sus labios.
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Re: El recado del padre Jean (Arianrhod Dankworth)
por Mahdi Lun Feb 13, 2017 8:27 am
Para mantener aquella charla –tan fuerte, tan intensa-, la boticaria le propuso sentarse y Mahdi aceptó, aun con la taza humeante entre las manos. Así estarían mucho más cómodas.
Lo que Arianrhod le explicaba tenía sentido: como en todo en la vida había dos lados, la luna y el sol, el cielo y el informo, el mar y la tierra firme, hombres y mujeres… A veces eso podía ser también bueno y malo: Hombres buenos –como su padre- y hombres malos –como quienes lo traicionaron-, sacerdotes buenos –como el padre Tadeus- y sacerdotes malos –como el padre Jean-, incluso existían esclavos buenos y malos también. Sí, definitivamente era probable que algo así también sucediera entre los… ¿demonios? Ni siquiera sabía bien como llamarlos. Porque, ¿qué eran esas criaturas? ¿Acaso serían comparables a las personas?
Disfrutó de otro trago de la infusión –era maravillosa-, mientras meditaba en todo lo que la muchacha le estaba diciendo. Intentaba entenderlo, no asustarse –aparcar el miedo en un costado de su ser- y poder pensar con claridad.
-¿Usted vio alguna vez a alguno de los buenos? –le preguntó, convencida de que le diría que sí-. Bueno, eso no sería problema –pensó en voz alta-, ¿vio alguna vez uno de los… malos?
Ella era tan valiente, tan decidida. Parecía tener todo tan resuelto… Resultaba evidente que sí, que los conocía muy bien. Porque, ¿cómo tenía tantas respuestas? ¿Cómo sabía tanto?
Lo que Arianrhod le explicaba tenía sentido: como en todo en la vida había dos lados, la luna y el sol, el cielo y el informo, el mar y la tierra firme, hombres y mujeres… A veces eso podía ser también bueno y malo: Hombres buenos –como su padre- y hombres malos –como quienes lo traicionaron-, sacerdotes buenos –como el padre Tadeus- y sacerdotes malos –como el padre Jean-, incluso existían esclavos buenos y malos también. Sí, definitivamente era probable que algo así también sucediera entre los… ¿demonios? Ni siquiera sabía bien como llamarlos. Porque, ¿qué eran esas criaturas? ¿Acaso serían comparables a las personas?
Disfrutó de otro trago de la infusión –era maravillosa-, mientras meditaba en todo lo que la muchacha le estaba diciendo. Intentaba entenderlo, no asustarse –aparcar el miedo en un costado de su ser- y poder pensar con claridad.
-¿Usted vio alguna vez a alguno de los buenos? –le preguntó, convencida de que le diría que sí-. Bueno, eso no sería problema –pensó en voz alta-, ¿vio alguna vez uno de los… malos?
Ella era tan valiente, tan decidida. Parecía tener todo tan resuelto… Resultaba evidente que sí, que los conocía muy bien. Porque, ¿cómo tenía tantas respuestas? ¿Cómo sabía tanto?
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Re: El recado del padre Jean (Arianrhod Dankworth)
por Arianrhod Dankworth Lun Feb 13, 2017 10:08 am
La joven se preguntó aquello planteado por la morena, ¿Se había encontrado con algun malo? Pues si, había visto a malos, había cruzado camino con ellos y probablemente Mahdi también.
— Si, debes saber que ellos realmente no lucen como demonios, al menos no todo el tiempo, ellos pueden pasar desapercibido ya que ellos alguna vez fueron humanos, hay quienes los siguen siendo. La diferencia es que la luna puede cambiarlos, el sol puede afectarles, hay quienes no tienen una diferencia, pueden nacer de humanos normales pero con máspoderes –continuó diciendo, no sabía como dejar de divagar, claramente ya había entendido lo del bien y el mal, pero explicar realmente de qué se trataba todo este asunto.
Aria levantó el rostro nuevamente y soltó un nuevo suspiro y se rascó la cabeza antes de volver a hablar.
— No puedo explicarte todo, eso sería muy complicado, pero la Iglesia se siente amenazada por estas personas, si bien quienes son malos podrían serlo ellos no distinguen entre quien ayuda y quien hace el mal, solo quieren acabar con todos aquellos que puedan ser más poderosos que ellos, todo aquello que pueda poner en duda lo que dicen sus libros sagrados –continuó explicando.
Aria no sabía como seguir con este tema, probablemente solo le quedaba responder a todo aquello que aquejara a Mahdi, explicandole cuando aquello que ella quería saber salía de los límites de lo que era seguro que se enterara.
— Mahdi debes entender que por mucho que las dudas te aquejen no es recomendable que sepas demasiado –comentó la joven hechicera–. Puede ser muy peligroso que tengas mucha información, tanto para ti como para mi. Si la inquisición o la iglesia se entera de lo que sabes... nonsé que harían
Había oído de muchas historias en las que la inquisición acusaba de hechicería simples mundanos solo porque sabían demasiado sobre la inquisición, la iglesia o el mundo sonrenatural. Ellos pueden decir que hacen tido esto por el bien, pero la Iglesia miente tanto que ya no hay como saber cuando lo que dicen es real.
— Si, debes saber que ellos realmente no lucen como demonios, al menos no todo el tiempo, ellos pueden pasar desapercibido ya que ellos alguna vez fueron humanos, hay quienes los siguen siendo. La diferencia es que la luna puede cambiarlos, el sol puede afectarles, hay quienes no tienen una diferencia, pueden nacer de humanos normales pero con máspoderes –continuó diciendo, no sabía como dejar de divagar, claramente ya había entendido lo del bien y el mal, pero explicar realmente de qué se trataba todo este asunto.
Aria levantó el rostro nuevamente y soltó un nuevo suspiro y se rascó la cabeza antes de volver a hablar.
— No puedo explicarte todo, eso sería muy complicado, pero la Iglesia se siente amenazada por estas personas, si bien quienes son malos podrían serlo ellos no distinguen entre quien ayuda y quien hace el mal, solo quieren acabar con todos aquellos que puedan ser más poderosos que ellos, todo aquello que pueda poner en duda lo que dicen sus libros sagrados –continuó explicando.
Aria no sabía como seguir con este tema, probablemente solo le quedaba responder a todo aquello que aquejara a Mahdi, explicandole cuando aquello que ella quería saber salía de los límites de lo que era seguro que se enterara.
— Mahdi debes entender que por mucho que las dudas te aquejen no es recomendable que sepas demasiado –comentó la joven hechicera–. Puede ser muy peligroso que tengas mucha información, tanto para ti como para mi. Si la inquisición o la iglesia se entera de lo que sabes... nonsé que harían
Había oído de muchas historias en las que la inquisición acusaba de hechicería simples mundanos solo porque sabían demasiado sobre la inquisición, la iglesia o el mundo sonrenatural. Ellos pueden decir que hacen tido esto por el bien, pero la Iglesia miente tanto que ya no hay como saber cuando lo que dicen es real.
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Re: El recado del padre Jean (Arianrhod Dankworth)
por Mahdi Lun Feb 13, 2017 10:34 am
Lo entendía. Entendía lo que ella le estaba diciendo. Era cierto, a veces lo más conveniente era conocer muy poco; o aún mejor: no saber nada de nada al respecto… Pero, ¿cómo haría? ¿Cómo haría Mahdi para que la curiosidad no le ganase? ¿Cómo podría no querer oír todas las conversaciones que se dieran en la iglesia? ¿Cómo podría no buscar más información acerca de ese nuevo mundo que se abría ante ella?
La curiosidad era como una enfermedad silenciosa, que se expandía por el cuerpo y, en algunos casos, acababa por destruirlo.
Sería en extremo difícil mantenerse en su puesto sin desear saber más, igual de difícil que riesgoso era buscar adrede información.
-¿Cómo sabe usted todo esto? ¿Quién se lo ha explicado?
Tal vez la boticaria tuviera amigos demonios, quería creer que de los buenos, porque amistades católicas no podría tener, ya le había dejado claro anteriormente lo que pensaba de la iglesia.
Mahdi había oído hablar de la inquisición, cazaban brujos. Eso era todo lo que sabía pero nunca se había preocupado pues ella había sido bendita, era católica desde niña y jamás se había prestado para nada que tuviera que ver con las artes oscuras.
Lo cierto también era que desde que su condición había cambiado –de niña libre a joven esclava- su fe había menguado de forma considerable. Creía en Dios, claro que sí, pero no comprendía porqué había enviado tanto dolor a su vida, tantos abusos y maltratos… No entendía porqué se había quedado tan sola.
La curiosidad era como una enfermedad silenciosa, que se expandía por el cuerpo y, en algunos casos, acababa por destruirlo.
Sería en extremo difícil mantenerse en su puesto sin desear saber más, igual de difícil que riesgoso era buscar adrede información.
-¿Cómo sabe usted todo esto? ¿Quién se lo ha explicado?
Tal vez la boticaria tuviera amigos demonios, quería creer que de los buenos, porque amistades católicas no podría tener, ya le había dejado claro anteriormente lo que pensaba de la iglesia.
Mahdi había oído hablar de la inquisición, cazaban brujos. Eso era todo lo que sabía pero nunca se había preocupado pues ella había sido bendita, era católica desde niña y jamás se había prestado para nada que tuviera que ver con las artes oscuras.
Lo cierto también era que desde que su condición había cambiado –de niña libre a joven esclava- su fe había menguado de forma considerable. Creía en Dios, claro que sí, pero no comprendía porqué había enviado tanto dolor a su vida, tantos abusos y maltratos… No entendía porqué se había quedado tan sola.
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Re: El recado del padre Jean (Arianrhod Dankworth)
por Arianrhod Dankworth Lun Feb 13, 2017 8:03 pm
— La vida me lo ha ido explicando -fue la respuesta que logró expresar Aria-, he crecido rodeada de estas cosas y hasta hoy en día convivo con ellas. Quisiera explicarte más cosas pero eso es muy peligroso como ya te dije anteriormente.
Aria podría soltarle una explicación como que ella atendía seres sobrenaturales en la botica, pero con esta información revelada el que se realizara una redada en su botica en mitad de la noche era un riesgo probable al que no podía arriesgarse. Si se la iglesia llegara a enterarse de que ella ayudaba a seres "demoniacos", seguramente la tacharían de bruja, aún sin saber que ella realmente lo era, todo por el simple hecho de que ella suponía un peligro para sus planes.
— A veces me pregunto... si la religión fuera como realmente Dios quisiera... ¿Todo el mundo se encontraría exactamente como ahora? -preguntó de pronto la hechicera- Hay veces que me pregunto que quizá la Iglesia sea el problema, quizá a Dios le gustaría que viviéramos todos en armonía, que uniéramos fuerzas y lucháramos por sus ideales, pero hay veces que la iglesia solo quiere más y más poder sin importarle realmente a qué costo lo consiguen. ¿Entiendes a lo que me refiero?
Nuevamente había comenzado a divagar, las ideas que rondaban su cabeza eran tantas como las preguntas que seguramente aquejaban a Mahdi, por lo que a Aria le estaba costando concentrarse y mantenerse en un solo tema, además de que debía intentar cambiar el tema para que Mahdi fuera olvidando sus dudas y desistiera en sus intentos de obtener más información, acá quien realmente necesitaba saber lo que estaba pasando era Arianrhod, necesitaba información sobre los planes de la Inquisición y la Iglesia, quizá de esa forma podría evadirla fácilmente en su estrategia.
Aria podría soltarle una explicación como que ella atendía seres sobrenaturales en la botica, pero con esta información revelada el que se realizara una redada en su botica en mitad de la noche era un riesgo probable al que no podía arriesgarse. Si se la iglesia llegara a enterarse de que ella ayudaba a seres "demoniacos", seguramente la tacharían de bruja, aún sin saber que ella realmente lo era, todo por el simple hecho de que ella suponía un peligro para sus planes.
— A veces me pregunto... si la religión fuera como realmente Dios quisiera... ¿Todo el mundo se encontraría exactamente como ahora? -preguntó de pronto la hechicera- Hay veces que me pregunto que quizá la Iglesia sea el problema, quizá a Dios le gustaría que viviéramos todos en armonía, que uniéramos fuerzas y lucháramos por sus ideales, pero hay veces que la iglesia solo quiere más y más poder sin importarle realmente a qué costo lo consiguen. ¿Entiendes a lo que me refiero?
Nuevamente había comenzado a divagar, las ideas que rondaban su cabeza eran tantas como las preguntas que seguramente aquejaban a Mahdi, por lo que a Aria le estaba costando concentrarse y mantenerse en un solo tema, además de que debía intentar cambiar el tema para que Mahdi fuera olvidando sus dudas y desistiera en sus intentos de obtener más información, acá quien realmente necesitaba saber lo que estaba pasando era Arianrhod, necesitaba información sobre los planes de la Inquisición y la Iglesia, quizá de esa forma podría evadirla fácilmente en su estrategia.
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Re: El recado del padre Jean (Arianrhod Dankworth)
por Mahdi Mar Feb 14, 2017 9:14 am
-Es exactamente lo que pienso –le aseguró-. Yo creo que si Dios fuera una persona, así como nosotras, lo último que haría sería ir a la iglesia. Algunas personas, algunos sacerdotes en realidad, han arruinado la iglesia. No hacen lo que Dios haría. No aman, no ayudan, no muestran piedad…
Se estremeció. Llevaba aún en su piel las marcas testigos que podían aseverar que lo que ella estaba diciendo era cierto. Algunos sacerdotes podían ser tan impiadosos como los mismísimos demonios.
Si esos seres podían ser buenos o malos, si hasta incluso podían parecer perfectamente humanos, de seguro Mahdi alguna vez se había cruzado con uno sin reconocerlo. Tal vez hasta le había hablado… Se estremeció por segunda vez. Creía que a partir de ese momento no dejaría de buscar demonios.
De pronto, otra idea la asaltó. Si la gente de la iglesia se ocupaba de atrapar a esos demonios, y éstos se parecían tanto a las personas normales, ¿habrían alguna vez asesinado a un inocente que hubieran confundido con brujo o demonio?
“Esto es horrible” , se dijo.
-Debemos tener mucho cuidado, señorita. Nunca sabemos si estamos realmente a salvo. Mucho menos si quienes nos cuidan lo están haciendo bien.
Ella vivía en territorio santo, suponía que ningún demonio se arriesgaría a adentrarse en la iglesia para hacerles daño.
En cambio, Arianrhod vivía sola, allí en la botica estaba muy expuesta en realidad. Mahdi estaba preocupada por ella, tal vez estuviera en riesgo.
“Pero ella sabe como cuidarse”, se dijo y la miró.
Se estremeció. Llevaba aún en su piel las marcas testigos que podían aseverar que lo que ella estaba diciendo era cierto. Algunos sacerdotes podían ser tan impiadosos como los mismísimos demonios.
Si esos seres podían ser buenos o malos, si hasta incluso podían parecer perfectamente humanos, de seguro Mahdi alguna vez se había cruzado con uno sin reconocerlo. Tal vez hasta le había hablado… Se estremeció por segunda vez. Creía que a partir de ese momento no dejaría de buscar demonios.
De pronto, otra idea la asaltó. Si la gente de la iglesia se ocupaba de atrapar a esos demonios, y éstos se parecían tanto a las personas normales, ¿habrían alguna vez asesinado a un inocente que hubieran confundido con brujo o demonio?
“Esto es horrible” , se dijo.
-Debemos tener mucho cuidado, señorita. Nunca sabemos si estamos realmente a salvo. Mucho menos si quienes nos cuidan lo están haciendo bien.
Ella vivía en territorio santo, suponía que ningún demonio se arriesgaría a adentrarse en la iglesia para hacerles daño.
En cambio, Arianrhod vivía sola, allí en la botica estaba muy expuesta en realidad. Mahdi estaba preocupada por ella, tal vez estuviera en riesgo.
“Pero ella sabe como cuidarse”, se dijo y la miró.
Mahdi- Esclavo
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Re: El recado del padre Jean (Arianrhod Dankworth)
por Arianrhod Dankworth Mar Feb 14, 2017 10:18 am
Las palabras de Mahdi le sacaban una sonrisa, pero también la preocupaban, pues hasta el día anterior la esclava no tenía ni una pizca de conocimiento al respecto de los seres sobrenaturales y ahora se preguntaba por esto más de lo que debería haberse preocupado nunca. A Aria le preocupaba de sobremanera el cambio que estaba teniendo la chica, se supone que cosas como esta no deberían tenerla tan asustada, es por eso que todos se mantenían escondidos, no importa si fueran buenos o malos.
— ¿Qué puedo hacer para calmarla? -se preguntaba la hechicera, las ideas burbujeaban en su mente y nada parecía estar en orden, a penas y lograba saber cuales serían las siguientes palabras en abandonar sus labios.
— No puedo asegurarte que quienes dicen cuidar de la gente realmente hagan su trabajo -comentó la inglesa-, pero no es algo de lo que debas preocuparte realmente. Si te preocupas solo estarás perdiendo el tiempo y logrando pasar malos ratos, si alguna vez llega el momento de verdaderamente preocuparse al respecto, puedo comprometerme a avisarte.
Vivir en constante preocupación no hace bien, y aquello lo sabía perfectamente Arianrhod, quien había pasado los primeros meses tras su escape de Manchester preocupada todo el tiempo de que algo saliera mal, de que alguien la hubiera seguido o de encontrarse descubierta. La preocupación no la había dejado disfrutar de aquellos tiempos, había acabado pasándola muy mal y realmente no quería aquello para Mahdi.
— Deja de pensar en ello -le recomendó la hechicera-, si te preocupas demasiaso solo acabarás pasandolo mal. Solo recuerda que has vivido todos estos años sin haberte enterado y has estado perfectamente bien, hay quienes llevan toda una vida y quienes vivieron por años sin siquiera enterarse.
— ¿Qué puedo hacer para calmarla? -se preguntaba la hechicera, las ideas burbujeaban en su mente y nada parecía estar en orden, a penas y lograba saber cuales serían las siguientes palabras en abandonar sus labios.
— No puedo asegurarte que quienes dicen cuidar de la gente realmente hagan su trabajo -comentó la inglesa-, pero no es algo de lo que debas preocuparte realmente. Si te preocupas solo estarás perdiendo el tiempo y logrando pasar malos ratos, si alguna vez llega el momento de verdaderamente preocuparse al respecto, puedo comprometerme a avisarte.
Vivir en constante preocupación no hace bien, y aquello lo sabía perfectamente Arianrhod, quien había pasado los primeros meses tras su escape de Manchester preocupada todo el tiempo de que algo saliera mal, de que alguien la hubiera seguido o de encontrarse descubierta. La preocupación no la había dejado disfrutar de aquellos tiempos, había acabado pasándola muy mal y realmente no quería aquello para Mahdi.
— Deja de pensar en ello -le recomendó la hechicera-, si te preocupas demasiaso solo acabarás pasandolo mal. Solo recuerda que has vivido todos estos años sin haberte enterado y has estado perfectamente bien, hay quienes llevan toda una vida y quienes vivieron por años sin siquiera enterarse.
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Re: El recado del padre Jean (Arianrhod Dankworth)
por Mahdi Mar Feb 14, 2017 1:18 pm
-Desearía ser como usted –le confesó-, es tan valiente y tan segura de sí. Gracias, señorita Aria –por primera vez usó un diminutivo cariñoso de su nombre, sabiendo que se extralimitaba y se corría de su posición de esclava.
De igual forma creía que a ella no le molestaría, jamás la había hecho sentir inferior ni había marcado diferencias entre su clase y la de Mahdi. Era una muchacha muy humana.
Lo que ella le decía era muy lógico: Mahdi había pasado tantos años sin saber nada… Ahora, porque ella comenzaba a conocer algunas cosas de cómo funcionaba todo por esos lugares, nada tenía porqué cambiar. El mundo seguía girando, el sol continuaba dejándole paso a la luna cada atardecer, las aves seguían dominando los cielos y ella continuaba siendo una esclava de la Santa Iglesia. No, nada había cambiado.
Suspiró para tranquilizarse y aflojar las tensiones de su cuerpo. Debía dejar toda preocupación a un lado. Acabó de beber su infusión y volvió a agradecérsela a la señorita.
Creía que era momento de volver al trabajo, ningún demonio se presentaría a hacerlo por ella.
“Sería terrible”, pensó, asustándose de sus propios pensamientos.
-¿Qué tarea debo realizar hoy para usted, señorita Aria? –le preguntó poniéndose de pie, lista para volver a sus tareas en la botica.
De igual forma creía que a ella no le molestaría, jamás la había hecho sentir inferior ni había marcado diferencias entre su clase y la de Mahdi. Era una muchacha muy humana.
Lo que ella le decía era muy lógico: Mahdi había pasado tantos años sin saber nada… Ahora, porque ella comenzaba a conocer algunas cosas de cómo funcionaba todo por esos lugares, nada tenía porqué cambiar. El mundo seguía girando, el sol continuaba dejándole paso a la luna cada atardecer, las aves seguían dominando los cielos y ella continuaba siendo una esclava de la Santa Iglesia. No, nada había cambiado.
Suspiró para tranquilizarse y aflojar las tensiones de su cuerpo. Debía dejar toda preocupación a un lado. Acabó de beber su infusión y volvió a agradecérsela a la señorita.
Creía que era momento de volver al trabajo, ningún demonio se presentaría a hacerlo por ella.
“Sería terrible”, pensó, asustándose de sus propios pensamientos.
-¿Qué tarea debo realizar hoy para usted, señorita Aria? –le preguntó poniéndose de pie, lista para volver a sus tareas en la botica.
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Re: El recado del padre Jean (Arianrhod Dankworth)
por Arianrhod Dankworth Mar Feb 14, 2017 9:01 pm
Arianrhod se sintió tranquilizada al ver terminado finalmente el tema, había sido demasiado solo para un par de minutos, no sabía cuanto tiempo había pasado exactamente, pero se le había hecho eterno, y le había traído algo de cansancio extra. Esperaba no tener ninguna visita especial aquella noche, porque estaba muy cansada como para poder mantener la mente en aquello.
— Pues Mahdi, el día de hoy simplemente hay que revisar que los ungüentos y remedios -pues no podía llamarles pociones frente a la esclava- se mantengan bien, tengo un par de fuentes a fuego lento o en reposo, adjuntado a cada recipiente hay una nota de lo que es y como debería lucir. Si algo no tiene el color indicado debes avisarme, puede o no tener arreglo -explicó antes de soltar un suspiro para luego posar una sonrisa sincera pero cansada en su rostro-, esperemos que aquello no pase esta noche.
La hechicera guió a la Morena a otro sector de la edificación en la que vivía y trabajaba para mostrarle donde había dejado reposar su trabajo, que no era el mismo lugar en el que las había preparado, puesto que no tenía tiempo para arreglar aquella habitación y hacerla parecer más normal. Inicialmente Aria planeaba comenzar a preparar más pociones mientras Mahdi cuidaba las otras, pero ya no estaba de ánimo para aquello y no tenía la energía necesaria para poder hacerlo correctamente, no quería cometer errores que solo significarían una perdida de tiempo y materiales.
Si bien ya se encontraba más calmada ahora que el tema había terminado, había un par de cosas aún rondando en su cabeza, y es que el tema de la inquisición la ponía nerviosa, aquello era algo muy peligroso que podía significar su muerte.
— Mahdi... -susurró de forma casi inaudible, probablemente la aludida no la había alcanzado a oir por lo que tomo aire y se aclaró la garganta para volver a intentarlo un poco más fuerte, pero manteniendo el tono suave- Mahdi... -soltó un suspiro pensando bien en como decir lo siguiente- ¿Yo... podría pedirte...? -se dio cuenta que por más que lo pensara seguiría siendo lo mismo, solo debía dejarlo salir- ¿Podría pedirte que me mantengas informada con el tema de la inquisición? -agachó la mirada y se quedó con la vista fija en sus manos, jugueteando con sus dedos- Claro, siempre y cuando no te traiga problemas con la Iglesia -se apresuró a añadir algo preocupada y asustada-, lo último que quiero es que te metas en problemas.
— Pues Mahdi, el día de hoy simplemente hay que revisar que los ungüentos y remedios -pues no podía llamarles pociones frente a la esclava- se mantengan bien, tengo un par de fuentes a fuego lento o en reposo, adjuntado a cada recipiente hay una nota de lo que es y como debería lucir. Si algo no tiene el color indicado debes avisarme, puede o no tener arreglo -explicó antes de soltar un suspiro para luego posar una sonrisa sincera pero cansada en su rostro-, esperemos que aquello no pase esta noche.
La hechicera guió a la Morena a otro sector de la edificación en la que vivía y trabajaba para mostrarle donde había dejado reposar su trabajo, que no era el mismo lugar en el que las había preparado, puesto que no tenía tiempo para arreglar aquella habitación y hacerla parecer más normal. Inicialmente Aria planeaba comenzar a preparar más pociones mientras Mahdi cuidaba las otras, pero ya no estaba de ánimo para aquello y no tenía la energía necesaria para poder hacerlo correctamente, no quería cometer errores que solo significarían una perdida de tiempo y materiales.
Si bien ya se encontraba más calmada ahora que el tema había terminado, había un par de cosas aún rondando en su cabeza, y es que el tema de la inquisición la ponía nerviosa, aquello era algo muy peligroso que podía significar su muerte.
— Mahdi... -susurró de forma casi inaudible, probablemente la aludida no la había alcanzado a oir por lo que tomo aire y se aclaró la garganta para volver a intentarlo un poco más fuerte, pero manteniendo el tono suave- Mahdi... -soltó un suspiro pensando bien en como decir lo siguiente- ¿Yo... podría pedirte...? -se dio cuenta que por más que lo pensara seguiría siendo lo mismo, solo debía dejarlo salir- ¿Podría pedirte que me mantengas informada con el tema de la inquisición? -agachó la mirada y se quedó con la vista fija en sus manos, jugueteando con sus dedos- Claro, siempre y cuando no te traiga problemas con la Iglesia -se apresuró a añadir algo preocupada y asustada-, lo último que quiero es que te metas en problemas.
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Re: El recado del padre Jean (Arianrhod Dankworth)
por Mahdi Miér Feb 15, 2017 7:45 pm
La siguió hasta una nueva habitación que no conocía y se dispuso a trabajar en lo que la boticaria le había encomendado. Parecía un trabajo fácil, acostumbrada como estaba a levantar peso o a fregar hasta lastimarse la piel de las manos. Aquello realmente no presentaba dificultad alguna, de hecho la entusiasmaba.
Se paró frente al fuego y comenzó a revolver una preparación algo espesa y de intenso color carmesí. Semejaba a la sangre, o a la compota de fresas que tanto le gustaba al padre Tadeus.
La nota decía que debía mezclarse hasta que tomara consistencia líquida y Mahdi se dispuso a hacerlo, movía la cuchara de madera en forma circular.
Le pareció sentir que todas sus inseguridades y temores se habían mudado, traspasado quizás, de su cuerpo al de la boticaria. Arianrhod se quedó cerca de ella como si quisiera hablar pero no estuviera segura de hacerlo. Algo le ocurría y la esclava no se sentía ajena a aquello. De seguro se había quedado pensando en los demonios.
Mahdi se volvió, sin dejar de revolver la preparación, para preguntarle para qué servía aquello que se cocía a fuego lento. Quería sacarle una charla corriente, casual, para ver si podían dejar de pensar ambas en esas cosas terribles… Pero no pudo decir nada porque la boticaria habló.
Le hizo un pedido de lo más extraño pero que, por supuesto, Mahdi intentaría cumplirle sin importar lo riesgoso que fuera porque en todos sus años de esclavitud, nadie la había mirado a los ojos y tratado como una igual. Nadie excepto Arianrhod. No solo le debía el favor que le había hecho al darle un nuevo ungüento para el padre Tadeus, también que le haya curado las heridas de su espalda. Pero por sobre todas las cosas, le debía el volver a sentirse una persona decente, aunque solo fuera por un par de horas durante esas noches en las que se presentaba en la botica para hacer de cuenta que era su asistente.
Se paró frente al fuego y comenzó a revolver una preparación algo espesa y de intenso color carmesí. Semejaba a la sangre, o a la compota de fresas que tanto le gustaba al padre Tadeus.
La nota decía que debía mezclarse hasta que tomara consistencia líquida y Mahdi se dispuso a hacerlo, movía la cuchara de madera en forma circular.
Le pareció sentir que todas sus inseguridades y temores se habían mudado, traspasado quizás, de su cuerpo al de la boticaria. Arianrhod se quedó cerca de ella como si quisiera hablar pero no estuviera segura de hacerlo. Algo le ocurría y la esclava no se sentía ajena a aquello. De seguro se había quedado pensando en los demonios.
Mahdi se volvió, sin dejar de revolver la preparación, para preguntarle para qué servía aquello que se cocía a fuego lento. Quería sacarle una charla corriente, casual, para ver si podían dejar de pensar ambas en esas cosas terribles… Pero no pudo decir nada porque la boticaria habló.
Le hizo un pedido de lo más extraño pero que, por supuesto, Mahdi intentaría cumplirle sin importar lo riesgoso que fuera porque en todos sus años de esclavitud, nadie la había mirado a los ojos y tratado como una igual. Nadie excepto Arianrhod. No solo le debía el favor que le había hecho al darle un nuevo ungüento para el padre Tadeus, también que le haya curado las heridas de su espalda. Pero por sobre todas las cosas, le debía el volver a sentirse una persona decente, aunque solo fuera por un par de horas durante esas noches en las que se presentaba en la botica para hacer de cuenta que era su asistente.
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Re: El recado del padre Jean (Arianrhod Dankworth)
por Arianrhod Dankworth Jue Feb 16, 2017 9:32 am
Arianrhod se levantó de su lugar después de que aquellas palabras salieran de sus labios y se fue a revisar otra de las pociones que allí tenía, revisó si faltaba algún ingrediente por añadir, pero las raíces que necesitaba no eran necesarias hasta unos 20 minutos aproximadamente, por lo que simplemente revolvió un poco más y lo dejó reposar.
Jamás espero que la visita de Mahdi el día de hoy trajera tantas sorpresas, mucho menos se esperó poder recibir este tipo de información cuando inicialmente aceptó que ella viniera a ayudarla cada noche para poder pagar el ungüento roto. Aria solía ser generosa y bondadosa con quien se demostraba ser digno de este comportamiento, y ella solía hacerlo solo por cortesía, jamás en busca de algo a cambio, y ahora acá esta Mahdi, quien puede otorgarle información a cambio... importante información que podría ayudarla a seguir en el anonimato, no sabe como sentirse al respecto.
A todo esto hay que sumarle que ella aún no termina de procesar toda la información, pues la inquisición realmente es un tema personal y muy sentimental para ella, la inquisición le había arrebatado a su madre, la única familia que le quedaba, la inquisición también le había quitado su hogar, pues no había más remedio que escapar después de lo sucedido... No quería que la Iglesia y su cacería de brujas volviera a quitarle nada, ni amigos, ni hogares... ella ya se encontraba a gusto, estaba consiguiendo relaciones que la estaban volviendo más fuerte, tenía nuevas metas y un negocio que estaba prosperando, era joven...
Soltó un suspiro y se dio cuenta que se había perdido en sus pensamientos, fue en busca de las raíces y las vertió en la poción para seguir revolviendo y ver como comenzaba a cambiar de color, tras lo que soltó un leve conjuro para sus adentros, en una voz inaudible para que aquel líquido que daba vueltas dentro del caldero comenzara a espesarse poco a poco. Ahora solo debía seguir a fuego lento hasta mañana y estaría listo para ser envasado.
Jamás espero que la visita de Mahdi el día de hoy trajera tantas sorpresas, mucho menos se esperó poder recibir este tipo de información cuando inicialmente aceptó que ella viniera a ayudarla cada noche para poder pagar el ungüento roto. Aria solía ser generosa y bondadosa con quien se demostraba ser digno de este comportamiento, y ella solía hacerlo solo por cortesía, jamás en busca de algo a cambio, y ahora acá esta Mahdi, quien puede otorgarle información a cambio... importante información que podría ayudarla a seguir en el anonimato, no sabe como sentirse al respecto.
A todo esto hay que sumarle que ella aún no termina de procesar toda la información, pues la inquisición realmente es un tema personal y muy sentimental para ella, la inquisición le había arrebatado a su madre, la única familia que le quedaba, la inquisición también le había quitado su hogar, pues no había más remedio que escapar después de lo sucedido... No quería que la Iglesia y su cacería de brujas volviera a quitarle nada, ni amigos, ni hogares... ella ya se encontraba a gusto, estaba consiguiendo relaciones que la estaban volviendo más fuerte, tenía nuevas metas y un negocio que estaba prosperando, era joven...
Soltó un suspiro y se dio cuenta que se había perdido en sus pensamientos, fue en busca de las raíces y las vertió en la poción para seguir revolviendo y ver como comenzaba a cambiar de color, tras lo que soltó un leve conjuro para sus adentros, en una voz inaudible para que aquel líquido que daba vueltas dentro del caldero comenzara a espesarse poco a poco. Ahora solo debía seguir a fuego lento hasta mañana y estaría listo para ser envasado.
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