AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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A hurtadillas (Elisabeth)
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A hurtadillas (Elisabeth)
La había seguido y espiado las suficientes veces como para saber que era alli donde vivía. Un lugar hermoso, sin duda, como la dueña. Observé durante largo rato la fachada del lugar, indeciso. Tenía que entrar a verla, ya llevaba varios días sin saber nada de Elisabeth y eso me ponía nervioso. Espiarla no era lo mismo que hablar con ella y había dejado de gustarme que mis compañeros de los bajos fondos la siguieran demasiado tras escucharlos hablar sobre su belleza en La Corte de Los Milagros. No podía imaginarme a cualquiera de ellos atacando a Elisabeth. Sabía que no lo harían para no vérselas conmigo, pero ganas no les faltaban.
Tras una breve vacilación me deslicé hacia uno de los laterales del hogar y busqué un árbol para trepar y lanzarme en plan suicida contra una de las ventanas. Era lo suficientemente ágil como para tener la esperanza de conseguir agarrarme al alféizar y darme un fuerte impuslo para entra adentro. Me froté las manos y comencé a trepar por el manzano con bastante rapidez, sin siquiera mirar si alguien me estaba viendo. Me senté en la rama más alta y calculé la distancia que había entre mi posición y la ventana, ligeramente entornada. Con un resoplido de nerviosismo me dejé caer para quedar colgando de la rama y balanceé mi cuerpo hacia atrás y hacia delante con fuerza. En cuanto estuve seguro de llegar me solté.
Me sentí volar brevemente hasta que mis manos se aferraon con fuerza al alféizar y a parte de la cortina que sobresalía por la ventana. No tardé en impulsarme y meter medio cuerpo dentro de aquella estancia. Cuando por fin hube entrado asomé la cabeza al exterior esperando que no hubiese ningún criado que hubiese presenciado la escena. Tras comprobar que no había moros en la costa me dispuse a situarme, cosa que resultó bastante fácil gracias a que la habitación estaba bastante iluminada.
Me encontraba en una especie de enorme salónque tenía varios sillones de aspecto cómodo y caro. Había una hermosa mesa cerca de un elegante piano. Había varios elementos decorativos como cuadros y figuras además de algún que otro espejo y varias estanterías repeltas de libros. Una manta arrugada descansaba en un sofá junto a un libro abierto, señal de que alguien estaba allí y quizás pronto volvería...¿Sería Elisabeth? Me acerqué para ver que era lo que estaba leyendo y tropecé con la alfombra que evitaba que los pies de la señora de la casa se congelasen al pisar el frío suelo. Me reí por mi torpeza e iba a alargar el brazo para coger el libro cuando de repente la puerta comenzó a abrirse acompañada de varias voces.
Veloz como el rayo me escondí detrás del piano y recé porque no mirasen hacia donde yo me encontraba. Observé como entraban varias criadas charlando entre ellas.
-La señorita Elisabeth ha ido a descansar; no se encontraba demasiado bien-le decía una a la otra mientras doblaba la manta y cerraba el libro para llevarlo a la estantería nuevamente.
-Quizás ha cogido frío. Éstos días no han sido especialmente cálidos-respondió su compañera, apoyada en la pared y con aspecto cansado-. Le llevaré un caldo calentito a la alcoba.
Tras otros comentarios insulsos salieron de la estancia y me pude levantar. Elisabeth estaba descansando, con toda probabilidad en su habitación. Una de ellas se dirigía hacia allá. Me apoyé tras la puerta esperando escuchar nuevamente los pasos de la criada que no tardó en aparecer cantando una vieja canción. Me asomé por la rendija de la puerta y vi en sus manos la bandja con el caldo. Una vez se hubo alejado lo suficiente comencé a seguirla, apoyado siempre contra la pared, intentando confundirme con la sombras.
Tras un corto recorrido la criada se detuvo frente a una puerta y llamó con delicadeza. Escuché la voz de Elisabeth permitiéndole el paso. La criada entró y mantuvo una pequeña conversación sobre su estado de salud y sobre lo bueno que era la comida calentita. Tras eso salió y se marchó, por fortuna, en dirección contraria a la que me encontraba. En dos zancadas estaba frente a la puerta de Elisabeth. La abrí con lentitud y asomé la cabeza.
Elisabeth estaba de espaldas a mi con el caldo sobre una pequeña mesa auxiliar. Llevaba un camisón sencillo y el pelo suelto y algo enredado. Verla así me hizo sentir una enorme ternura.
-¿Cómo te encuentras?-le pregunté al tiempo que entraba y cerraba la puerta a mi espalda.
Tras una breve vacilación me deslicé hacia uno de los laterales del hogar y busqué un árbol para trepar y lanzarme en plan suicida contra una de las ventanas. Era lo suficientemente ágil como para tener la esperanza de conseguir agarrarme al alféizar y darme un fuerte impuslo para entra adentro. Me froté las manos y comencé a trepar por el manzano con bastante rapidez, sin siquiera mirar si alguien me estaba viendo. Me senté en la rama más alta y calculé la distancia que había entre mi posición y la ventana, ligeramente entornada. Con un resoplido de nerviosismo me dejé caer para quedar colgando de la rama y balanceé mi cuerpo hacia atrás y hacia delante con fuerza. En cuanto estuve seguro de llegar me solté.
Me sentí volar brevemente hasta que mis manos se aferraon con fuerza al alféizar y a parte de la cortina que sobresalía por la ventana. No tardé en impulsarme y meter medio cuerpo dentro de aquella estancia. Cuando por fin hube entrado asomé la cabeza al exterior esperando que no hubiese ningún criado que hubiese presenciado la escena. Tras comprobar que no había moros en la costa me dispuse a situarme, cosa que resultó bastante fácil gracias a que la habitación estaba bastante iluminada.
Me encontraba en una especie de enorme salónque tenía varios sillones de aspecto cómodo y caro. Había una hermosa mesa cerca de un elegante piano. Había varios elementos decorativos como cuadros y figuras además de algún que otro espejo y varias estanterías repeltas de libros. Una manta arrugada descansaba en un sofá junto a un libro abierto, señal de que alguien estaba allí y quizás pronto volvería...¿Sería Elisabeth? Me acerqué para ver que era lo que estaba leyendo y tropecé con la alfombra que evitaba que los pies de la señora de la casa se congelasen al pisar el frío suelo. Me reí por mi torpeza e iba a alargar el brazo para coger el libro cuando de repente la puerta comenzó a abrirse acompañada de varias voces.
Veloz como el rayo me escondí detrás del piano y recé porque no mirasen hacia donde yo me encontraba. Observé como entraban varias criadas charlando entre ellas.
-La señorita Elisabeth ha ido a descansar; no se encontraba demasiado bien-le decía una a la otra mientras doblaba la manta y cerraba el libro para llevarlo a la estantería nuevamente.
-Quizás ha cogido frío. Éstos días no han sido especialmente cálidos-respondió su compañera, apoyada en la pared y con aspecto cansado-. Le llevaré un caldo calentito a la alcoba.
Tras otros comentarios insulsos salieron de la estancia y me pude levantar. Elisabeth estaba descansando, con toda probabilidad en su habitación. Una de ellas se dirigía hacia allá. Me apoyé tras la puerta esperando escuchar nuevamente los pasos de la criada que no tardó en aparecer cantando una vieja canción. Me asomé por la rendija de la puerta y vi en sus manos la bandja con el caldo. Una vez se hubo alejado lo suficiente comencé a seguirla, apoyado siempre contra la pared, intentando confundirme con la sombras.
Tras un corto recorrido la criada se detuvo frente a una puerta y llamó con delicadeza. Escuché la voz de Elisabeth permitiéndole el paso. La criada entró y mantuvo una pequeña conversación sobre su estado de salud y sobre lo bueno que era la comida calentita. Tras eso salió y se marchó, por fortuna, en dirección contraria a la que me encontraba. En dos zancadas estaba frente a la puerta de Elisabeth. La abrí con lentitud y asomé la cabeza.
Elisabeth estaba de espaldas a mi con el caldo sobre una pequeña mesa auxiliar. Llevaba un camisón sencillo y el pelo suelto y algo enredado. Verla así me hizo sentir una enorme ternura.
-¿Cómo te encuentras?-le pregunté al tiempo que entraba y cerraba la puerta a mi espalda.
Cam Rohan- Gitano
- Mensajes : 604
Fecha de inscripción : 20/06/2010
Localización : Con la mano en tu bolsillo
Re: A hurtadillas (Elisabeth)
Llevaba unos días disimulando las náuseas y los mareos pero ese en concreto me había puesto demasiado mal como para ocultarlo. Librándome así de tomar la merienda en casa de una de las amigas de mi tía, me disculpé como era debido pero eso sí, sin retrasarme demasiado pues quería acomodarme lo más rápido posible. En lugar de dirigirme a mi habitación, para no aburrirme, me acomodé a leer un rato en la sala. No es que estuviera sola ni libre, de hecho tenía a dos doncellas tan pendientes de mí que dudaba poder salir algún día sola. Como odiaba que me hubieran descubierto en una de mis llegadas, no era justo tener ahora que soportar ese encarcelamiento. Ni que fuera una niña.
Ofuscada por mis pensamientos, dejé el volúmen abierto con la intención de dormir un rato, tal vez así hiciera un poco más el paripé de acatarrada el cual esperaba no tener que seguir fingiendo. Pronto le diría a mi padre que quería volver a España, con la única intención de desaparecer y poder tener a mi bebé sin prejuicio alguno de ser un bastardo o el hijo de un gitano. Sabía que mi progenitor era tolerante pero, al ser una deshonra para él, me obligaría a darlo en adopción, algo a lo que no estaba para nada dispuesta. En mi mente daba vueltas la idea de dejar de ser una chica rica para volverme una mujer fuerte y luchadora, no solo por mí si no por ese bebé que desgraciadamente no sería muy afortunado en cuanto a posición social pero si con respecto a felicidad.
Una vez me metí en la cama, recostándome ligeramente, escuché la puerta seguida de la voz de una de las doncellas. Que se preocupara por mí era conmovedor asi que antes de que se fuera, le agradecí el detalle pero, en lugar de comer la sopa, me acosté dándole la espalda a la puerta intentando no tirar nada en un movimiento brusco. Exactamente uno así hice al oír de repente la voz de un chico en mi habitación pero no era uno cualquiera, era Cam. Había estado vigilada por varios pares de ojos de los suyos durante toda la semana y ya empezaba a resultarme un poco molesto ver a pilluelos esconderse en cuanto mi mirada se cruzaba con ellos.
Al girarme de forma abrupta, el recipiente cayó al suelo sin hacer ruido gracias a la alfombra pero toda mi cama y parte de mi camisón quedó mojado de agua caliente que si se enfriaba me haría pasar frío. Algo que no era buena idea en mi estado. Miré al chico sorprendida por encontrarlo ahí, sin reprocharle nada.
-Bien, es solo un catarro-mentí como a todos ya por pura costumbre. Salí de la cama dirigiéndome al ropero para buscar otro camisón que ponerme o solo para no mirarlo a los ojos porque si lo hacía le contaría la verdad entre tontas sonrisas y me lanzaría a sus brazos -¿Tú cómo estás?¿Cómo has llegado aquí? -pregunté escogiendo uno color turquesa y ocultándome tras el biombo para vestirme de nuevo.
Ofuscada por mis pensamientos, dejé el volúmen abierto con la intención de dormir un rato, tal vez así hiciera un poco más el paripé de acatarrada el cual esperaba no tener que seguir fingiendo. Pronto le diría a mi padre que quería volver a España, con la única intención de desaparecer y poder tener a mi bebé sin prejuicio alguno de ser un bastardo o el hijo de un gitano. Sabía que mi progenitor era tolerante pero, al ser una deshonra para él, me obligaría a darlo en adopción, algo a lo que no estaba para nada dispuesta. En mi mente daba vueltas la idea de dejar de ser una chica rica para volverme una mujer fuerte y luchadora, no solo por mí si no por ese bebé que desgraciadamente no sería muy afortunado en cuanto a posición social pero si con respecto a felicidad.
Una vez me metí en la cama, recostándome ligeramente, escuché la puerta seguida de la voz de una de las doncellas. Que se preocupara por mí era conmovedor asi que antes de que se fuera, le agradecí el detalle pero, en lugar de comer la sopa, me acosté dándole la espalda a la puerta intentando no tirar nada en un movimiento brusco. Exactamente uno así hice al oír de repente la voz de un chico en mi habitación pero no era uno cualquiera, era Cam. Había estado vigilada por varios pares de ojos de los suyos durante toda la semana y ya empezaba a resultarme un poco molesto ver a pilluelos esconderse en cuanto mi mirada se cruzaba con ellos.
Al girarme de forma abrupta, el recipiente cayó al suelo sin hacer ruido gracias a la alfombra pero toda mi cama y parte de mi camisón quedó mojado de agua caliente que si se enfriaba me haría pasar frío. Algo que no era buena idea en mi estado. Miré al chico sorprendida por encontrarlo ahí, sin reprocharle nada.
-Bien, es solo un catarro-mentí como a todos ya por pura costumbre. Salí de la cama dirigiéndome al ropero para buscar otro camisón que ponerme o solo para no mirarlo a los ojos porque si lo hacía le contaría la verdad entre tontas sonrisas y me lanzaría a sus brazos -¿Tú cómo estás?¿Cómo has llegado aquí? -pregunté escogiendo uno color turquesa y ocultándome tras el biombo para vestirme de nuevo.
Elisabeth M. Delacroix- Humano Clase Alta
- Mensajes : 102
Fecha de inscripción : 15/07/2010
Edad : 33
Re: A hurtadillas (Elisabeth)
Di un leve respingo cuando vi como la sopa cayó a la alfombra. Pensé que iba a hacer mas ruido, pero apenas se escuchó un golpecito. Cuando Elisabeth se ocultó tras el biombo para cambiarse busqué un pañeulo entre mis bolsillos y me dispuse a limpiar el recipiente y un poco la cama, aunque paré cuando me pareció que en lugar de quitar sopa sólo estaba extendiéndola.
-Estoy bien. Bastante bien, de hecho-suspiré y dejé el pañeulo dentro del recipiente mientras me sentaba en el lado de la cama que no se había manchado, aguardando a que Elisabeth saliese-. He entrado por la ventana entreabierta del salón del piano-dije, sin saber muy bien como referirme a la habitación en la que había estado-. Deberiáis plantar los árboles más lejos de las ventanas; cualquier gitano ladrón se puede colar aquí-bromeé.
Mientras hablaba le daba vueltas a el viejo anillo de mi abuelo. No solía ponérmelo por temor a perderlo, pero la abuela había insistido en que me lo pusiera al menos una vez a la semana para lucirlo. Era de oro y no demasiado ancho como el que le había visto a otros gitanos. Paré de toquetearlo y lo miré sin demasiado interés. Lo había visto infinidad de veces, y según mi abuela mi padre solía llevarlo colgado al cuello antes de morir. Quizás se lo quitó el día en que falleció porque sabía que nunca jamás volvería a casa.
Cuando Elisabeth salió de detrás del biombo aparté la mirada del anillo para mirarla a ella. Esbocé una sonrisa al ver como el color turquesa acentuaba la palidez de su rostro. Le quedaba estupendamente bien, aunque a mi parecer, Elisabeth podría ir vestida con un saco de patatas y seguiría siendo bella.
-Bonito vestido-dije tendiéndole una mano para que se sentase a mi lado-. Te hace parecer muy inocente-dije, en broma.
-Estoy bien. Bastante bien, de hecho-suspiré y dejé el pañeulo dentro del recipiente mientras me sentaba en el lado de la cama que no se había manchado, aguardando a que Elisabeth saliese-. He entrado por la ventana entreabierta del salón del piano-dije, sin saber muy bien como referirme a la habitación en la que había estado-. Deberiáis plantar los árboles más lejos de las ventanas; cualquier gitano ladrón se puede colar aquí-bromeé.
Mientras hablaba le daba vueltas a el viejo anillo de mi abuelo. No solía ponérmelo por temor a perderlo, pero la abuela había insistido en que me lo pusiera al menos una vez a la semana para lucirlo. Era de oro y no demasiado ancho como el que le había visto a otros gitanos. Paré de toquetearlo y lo miré sin demasiado interés. Lo había visto infinidad de veces, y según mi abuela mi padre solía llevarlo colgado al cuello antes de morir. Quizás se lo quitó el día en que falleció porque sabía que nunca jamás volvería a casa.
Cuando Elisabeth salió de detrás del biombo aparté la mirada del anillo para mirarla a ella. Esbocé una sonrisa al ver como el color turquesa acentuaba la palidez de su rostro. Le quedaba estupendamente bien, aunque a mi parecer, Elisabeth podría ir vestida con un saco de patatas y seguiría siendo bella.
-Bonito vestido-dije tendiéndole una mano para que se sentase a mi lado-. Te hace parecer muy inocente-dije, en broma.
Cam Rohan- Gitano
- Mensajes : 604
Fecha de inscripción : 20/06/2010
Localización : Con la mano en tu bolsillo
Re: A hurtadillas (Elisabeth)
No tardé demasiado en cambiarme, pero mientras lo hacía no pude ocultar la sonrisa que me provocó su respuesta, una que quedaba oculta tras el biombo pero que al salir no me molesté en borrar. No es que me agradara estar en camisón frente a Cam, además de despeinada pero tampoco me apetecía ponerme a arreglarme en ese momento o no lo suficiente. Con las manos entrelazadas en mi regazo, volví a estar a la vista del chico, uno que parecía bastante absorto en sus pensamientos pero no lo bastante como para haberle pasado desapercibido mi movimiento. Al notar su mirada, me sonrojé por lo que reflejaba ¿de verdad le parecía bonito? Era un simple camisón. Solo intentaba ser amable por lo que mejor no darle vueltas al asunto. ¿Desde cuando era una insegura? Ah sí, parte de la etapa que estaba pasando.
Sin titubeo alguno, tomé su mano y me acomodé junto a él, sin soltar esta ni tener intención de hacerlo.
-Yo soy inocente-me quejé riendo. La verdad es que lo era, no demasiado con respecto a cierto tipo de inocencia pero sí y eso me fastidiaba -Pero también tengo uñas.
En lugar de librarme de ese contacto una vez sentada, acaricié con los dedos de mi otra mano su palma la cual dejé extendida boca-arriba. Era una buena forma de mantenerme ocupada con algo y morderme la lengua. Por momentos pensaba en mi promesa de decírselo, en lo que sentía por él pero recordé en que no era un buen plan si lo ataba a mí fastidiándole la vida al completo. De todas formas él siempre había pensado lo peor de mí, no habría cambiado de opinión en esos escasos días.
-¿Qué tal está tu abuela?-pregunté recordando a la anciana la cual fue muy amable y me recibió bastante mejor de lo que esperaba al igual que todo su pueblo. Era una muestra de como no solían juzgar a las personas por su apariencia, al contrario de lo que hacían los que debía considerar de mi clase. Odiaba las clasificaciones, ojalá hubiera nacido de clase baja, una que permitía casarse por amor y no como en la alta donde ya me hablaban de matrimonio con cualquier viejo desconocido. Desde luego que no, yo era demasiado libre y orgullosa para eso y... ya quería a alguien por lo que esa idea quedaba fuera de lugar. Por y para mi gitano hasta que llegara el momento de partir de París en busca de mi nueva vida.
Sin titubeo alguno, tomé su mano y me acomodé junto a él, sin soltar esta ni tener intención de hacerlo.
-Yo soy inocente-me quejé riendo. La verdad es que lo era, no demasiado con respecto a cierto tipo de inocencia pero sí y eso me fastidiaba -Pero también tengo uñas.
En lugar de librarme de ese contacto una vez sentada, acaricié con los dedos de mi otra mano su palma la cual dejé extendida boca-arriba. Era una buena forma de mantenerme ocupada con algo y morderme la lengua. Por momentos pensaba en mi promesa de decírselo, en lo que sentía por él pero recordé en que no era un buen plan si lo ataba a mí fastidiándole la vida al completo. De todas formas él siempre había pensado lo peor de mí, no habría cambiado de opinión en esos escasos días.
-¿Qué tal está tu abuela?-pregunté recordando a la anciana la cual fue muy amable y me recibió bastante mejor de lo que esperaba al igual que todo su pueblo. Era una muestra de como no solían juzgar a las personas por su apariencia, al contrario de lo que hacían los que debía considerar de mi clase. Odiaba las clasificaciones, ojalá hubiera nacido de clase baja, una que permitía casarse por amor y no como en la alta donde ya me hablaban de matrimonio con cualquier viejo desconocido. Desde luego que no, yo era demasiado libre y orgullosa para eso y... ya quería a alguien por lo que esa idea quedaba fuera de lugar. Por y para mi gitano hasta que llegara el momento de partir de París en busca de mi nueva vida.
Elisabeth M. Delacroix- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/07/2010
Edad : 33
Re: A hurtadillas (Elisabeth)
-Miedo mme das-respondí sonriendo-. Seguro que si te intentase hacer daño me arañarías el rostro y ya nadie me reconocería en mi campamento...
Me concentré en la sensación de sus dedos acariciando la palma de mi mano. había un enorem contraste entre las suaves y pequeñas manos de mujer de Elisabeth y mis ásperas y enormes manos de hombre. Casi me daba miedo cogerla con demasiada fuerza por si se me rompía, aunque viendo como era dudaba de que fuera tan fácil de destrozar. La miré brevemente pensando en que ella si que podría destrozarme a mí de otra manera.
-La abuela tabién está bien, aunque ahora ha obligado a todos a que pongan más trampas y no se alejen demasiado del campamento por la noche-sonreí-. Aunque yo no le hago mucho caso, siempre salgo bien parado de todo. Algo ahí arriba quiere que siga vivo-murmuré señalando al cielo.
Me quedé en silencio unos segundos recordando ala vampiresa y entorné los ojos pensando en que habría pasado si Elisabeth no hubiese reaccionado a tiempo. Probablemente ni ella ni la abuela estarían vivas. Le debía la vida de ambas.
-¿Vives sola con tus doncellas?-le pregunté para cambiar e tema, no quería recordar cosas malas en ese momento-. No me he cruzado con nadie por ningún lado. Voy a regalarte un cachorro para que te haga compañía-reí.
No sabía si yo sería capaz de soportar un silencio tan enorme en una casa gigante. Adoraba el ruido que había ene l campamento. Me había acostumbrado a escucharlos y se me haría raro que todo estuviese quiete y perfecto. Mis muchachos eran caos, colores y diversión. Los adoraba, y deseaba muy dentrode mí que Elisabeth se uniera a ellos aunque sabía que no era lo correcto.
Me concentré en la sensación de sus dedos acariciando la palma de mi mano. había un enorem contraste entre las suaves y pequeñas manos de mujer de Elisabeth y mis ásperas y enormes manos de hombre. Casi me daba miedo cogerla con demasiada fuerza por si se me rompía, aunque viendo como era dudaba de que fuera tan fácil de destrozar. La miré brevemente pensando en que ella si que podría destrozarme a mí de otra manera.
-La abuela tabién está bien, aunque ahora ha obligado a todos a que pongan más trampas y no se alejen demasiado del campamento por la noche-sonreí-. Aunque yo no le hago mucho caso, siempre salgo bien parado de todo. Algo ahí arriba quiere que siga vivo-murmuré señalando al cielo.
Me quedé en silencio unos segundos recordando ala vampiresa y entorné los ojos pensando en que habría pasado si Elisabeth no hubiese reaccionado a tiempo. Probablemente ni ella ni la abuela estarían vivas. Le debía la vida de ambas.
-¿Vives sola con tus doncellas?-le pregunté para cambiar e tema, no quería recordar cosas malas en ese momento-. No me he cruzado con nadie por ningún lado. Voy a regalarte un cachorro para que te haga compañía-reí.
No sabía si yo sería capaz de soportar un silencio tan enorme en una casa gigante. Adoraba el ruido que había ene l campamento. Me había acostumbrado a escucharlos y se me haría raro que todo estuviese quiete y perfecto. Mis muchachos eran caos, colores y diversión. Los adoraba, y deseaba muy dentrode mí que Elisabeth se uniera a ellos aunque sabía que no era lo correcto.
Cam Rohan- Gitano
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Fecha de inscripción : 20/06/2010
Localización : Con la mano en tu bolsillo
Re: A hurtadillas (Elisabeth)
El saber que aquella persona tan querida por todos estaba bien, me sentí algo mejor sin entender muy bien el porqué. Tal vez es que era buena por naturaleza o quizás solo intentaba saber si Cam iba a tener a alguien apoyándolo cuando yo me fuera. Esperaba que sí pues él valía muchísimo, demasiado para una niña idiota como lo era yo. Suspiré en medio de aquel abrumador silencio que se había formado, apesadumbrada por lo que debía hacer pero era lo mejor ¿no?. Alcé mi vista hacia el chico, esbozando una débil sonrisa al oír la propuesta del perrito. Adoraba a los animales, lástima que no fuera completamente mi casa.
-Vivo con mi tía, de hecho es más su casa que mía aunque el propietario es mi padre- expliqué antes de encogerme de hombros. No me gustaba ese edificio, era muy efímero y monótono. Si me hubieran permitido hacerlo, le habría puesto un color distinto a cada habitación y todo según el arcoíris...así al menos lo pasaría bien en mis tardes y noches solitarias.
-Me encantan los perros-comenté con sencillez pues a pesar de haber llegado lejos, de ser una especie de amigos extraños y pasarse el día espiándome, caí en la cuenta de que apenas conocíamos nada el uno del otro excepto él que tenía las imágenes de mi pasado gracias a aquella bruja que tanto mal pudo hacerme. Carraspeé levemente antes de atreverme a decir eso que tanto me apetecía pero a lo que no terminaba de atreverme ¿Cómo reaccionaría él? -Cam...verás tengo que decirte algo...- empecé sin saber bien como terminarlo para que la noticia no le llegara de golpe provocándole un shock o algo así. Los chicos para esos asuntos no debían de estar muy preparados y menos él que ni era un bebé buscado ni sabía si quería tenerlo -Llevo dos semanas...bueno, que hace semana y algo debería...ya sabes.
Miré sonrojada hacia otro lado pues maldecía que no me hubieran enseñado a hablar de cosas de mujeres con hombres. Ser tan remilgada en esa época por suerte era normal, si no me habría tomado por infantil o que se yo. Si es que no lo hacía ya... Confié en que tuviera buena intuición para imaginarse a qué me refería como al igual esperaba que comprendiese mi tardanza al decírselo. Nunca era el momento adecuado para hablar de ello pero tampoco era justo ocultárselo. Lo peor vendría al decirle mis planes. Esperaba que no me atase a un árbol en el campamento. Mejor dicho, esperaba que lo hiciese pero en sentido figurado.
-Vivo con mi tía, de hecho es más su casa que mía aunque el propietario es mi padre- expliqué antes de encogerme de hombros. No me gustaba ese edificio, era muy efímero y monótono. Si me hubieran permitido hacerlo, le habría puesto un color distinto a cada habitación y todo según el arcoíris...así al menos lo pasaría bien en mis tardes y noches solitarias.
-Me encantan los perros-comenté con sencillez pues a pesar de haber llegado lejos, de ser una especie de amigos extraños y pasarse el día espiándome, caí en la cuenta de que apenas conocíamos nada el uno del otro excepto él que tenía las imágenes de mi pasado gracias a aquella bruja que tanto mal pudo hacerme. Carraspeé levemente antes de atreverme a decir eso que tanto me apetecía pero a lo que no terminaba de atreverme ¿Cómo reaccionaría él? -Cam...verás tengo que decirte algo...- empecé sin saber bien como terminarlo para que la noticia no le llegara de golpe provocándole un shock o algo así. Los chicos para esos asuntos no debían de estar muy preparados y menos él que ni era un bebé buscado ni sabía si quería tenerlo -Llevo dos semanas...bueno, que hace semana y algo debería...ya sabes.
Miré sonrojada hacia otro lado pues maldecía que no me hubieran enseñado a hablar de cosas de mujeres con hombres. Ser tan remilgada en esa época por suerte era normal, si no me habría tomado por infantil o que se yo. Si es que no lo hacía ya... Confié en que tuviera buena intuición para imaginarse a qué me refería como al igual esperaba que comprendiese mi tardanza al decírselo. Nunca era el momento adecuado para hablar de ello pero tampoco era justo ocultárselo. Lo peor vendría al decirle mis planes. Esperaba que no me atase a un árbol en el campamento. Mejor dicho, esperaba que lo hiciese pero en sentido figurado.
Elisabeth M. Delacroix- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/07/2010
Edad : 33
Re: A hurtadillas (Elisabeth)
Me quedé unos segundos callado algo desconcertado. Parpadeé confuso hasta que mi mente se despertó un poco y me hizo comprender lo que Elisabeth me estaba queriendo decir. Abrí la boca para decir algo, pero luego la cerré si saber muy bien como reaccionar. Por un lado estaba enormemente feliz de que Elisabeth estuviese embarazada, de que fuera un hijo de ambos; pr otra parte temía por ella...¿Qué le harían? ¿ La obligarían a visitar un matasanos que matase a nuestro bebé? ¿La echarían de su hogar?
-Enonces estás...-no me atrevía a decir la palabras- Embarazada. Vaya-sonreí-.¿Quieres tenerlo, no? Yo si quiero...-le solté antes de poder detenerme-.Pero eres tu quién debe decidir.
No sabía que podía impactarme tanto eso de ser padre. Comencé a pensar en como sería la criatura; ¿de qué color tendría la piel? ¿y los ojos? Ojalá tuviese las adorables pecas del rostro de Elisabeth...Mi sonrisa se hizo más y más ancha con cada pensamiento. La mayoría de los gitanos de mi campamento estaban casados y eran padres a los dieciocho años. Yo no había querido a nadie lo suficiente como para comprometerme de ese modo. A mis veintitrés añazos seguía solo, por el momento.
-Elisabeth yo me haré cargo de todo, lo sabes, ¿no?-le dije mirándola fijamente a los ojos con toda la intensidad del mundo-. No os va a faltar nada a ti ni al bebé y puedes venir conmigo al campamento si quieres...-le ofrecí esperanzado. Ya me la imaginaba con ropas gitanas. Iba a ser la mujer más bella de todo el campamento.
-Enonces estás...-no me atrevía a decir la palabras- Embarazada. Vaya-sonreí-.¿Quieres tenerlo, no? Yo si quiero...-le solté antes de poder detenerme-.Pero eres tu quién debe decidir.
No sabía que podía impactarme tanto eso de ser padre. Comencé a pensar en como sería la criatura; ¿de qué color tendría la piel? ¿y los ojos? Ojalá tuviese las adorables pecas del rostro de Elisabeth...Mi sonrisa se hizo más y más ancha con cada pensamiento. La mayoría de los gitanos de mi campamento estaban casados y eran padres a los dieciocho años. Yo no había querido a nadie lo suficiente como para comprometerme de ese modo. A mis veintitrés añazos seguía solo, por el momento.
-Elisabeth yo me haré cargo de todo, lo sabes, ¿no?-le dije mirándola fijamente a los ojos con toda la intensidad del mundo-. No os va a faltar nada a ti ni al bebé y puedes venir conmigo al campamento si quieres...-le ofrecí esperanzado. Ya me la imaginaba con ropas gitanas. Iba a ser la mujer más bella de todo el campamento.
Cam Rohan- Gitano
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Re: A hurtadillas (Elisabeth)
Tuvo una reacción que logró infundirme valor para mirarlo de nuevo y como no, sonreír. No sabía como le iba a sentar a él pero por lo visto ninguno de los dos pensaba deshacerse del bebé, nada valía tanto como para hacer algo tan horrible. Pensé que realmente no es que estuviera muy preparada para tener un niño pero lo deseaba, sobretodo porque era de él y mío y no me arrepentía de aquel momento. Con total confianza o, más bien, intentando infundirle a él un aire de seguridad que no poseía, apoyé mi cabeza sobre su hombro sin saber que responder a su petición.
Me quedé callada durante no sé exactamente cuanto tiempo. Era un debate interno decidir si seguir mis planes e irme, dejando de llamarme Elisabeth o aceptar el ofrecimiento de Cam y ser feliz en aquel lugar al que siempre había deseado poseer pero jamás me lo habría imaginado. Nuestro hijo crecería feliz con su padre y yo ayudaría a los demás en todo lo que pudiera para que mi presencia allí no fuera mucha carga pero aun así lo era.
Abrí la boca para decir que sí pero volví a cerrarla pensando que era mejor tener su opinión con respecto a eso. Su mirada y su sonrisa me habían dicho todo pero no me daba por satisfecha. Era un paso muy grande y a veces, querer no era suficiente. Era egoísta pensar en la idea de atarlo a mí y de poner también en peligro a todos si alguien de mi familia se molestaba en conocer mi paradero. Muchas complicaciones ¿O era más fácil que todo eso?
-¿Estás seguro? Quiero decir que si no..lo puedo tener sola...-musité esperando que no se enfadase como solía hacerlo con cada arranque mío de sinceridad e inseguridad, aún no olvidaba la última pelea.
Me quedé callada durante no sé exactamente cuanto tiempo. Era un debate interno decidir si seguir mis planes e irme, dejando de llamarme Elisabeth o aceptar el ofrecimiento de Cam y ser feliz en aquel lugar al que siempre había deseado poseer pero jamás me lo habría imaginado. Nuestro hijo crecería feliz con su padre y yo ayudaría a los demás en todo lo que pudiera para que mi presencia allí no fuera mucha carga pero aun así lo era.
Abrí la boca para decir que sí pero volví a cerrarla pensando que era mejor tener su opinión con respecto a eso. Su mirada y su sonrisa me habían dicho todo pero no me daba por satisfecha. Era un paso muy grande y a veces, querer no era suficiente. Era egoísta pensar en la idea de atarlo a mí y de poner también en peligro a todos si alguien de mi familia se molestaba en conocer mi paradero. Muchas complicaciones ¿O era más fácil que todo eso?
-¿Estás seguro? Quiero decir que si no..lo puedo tener sola...-musité esperando que no se enfadase como solía hacerlo con cada arranque mío de sinceridad e inseguridad, aún no olvidaba la última pelea.
Elisabeth M. Delacroix- Humano Clase Alta
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Re: A hurtadillas (Elisabeth)
Me mordí el labio inferior con fuerza. Estaba segurísimo, pero claro, llevármela así sin más era un secuestro. Su familia tenía dinero y podian abrir una investigación y dar con ella. todo el campamneto sería culpable. Los apresarían a todos por mi culpa y yo no quería eso.
Tampoco quería ni podía dejar a Elisabeth sola en esto. Ese bebé era de los dos y yo necesitaba protegerlo, conocerlo...Tenía que llevármela de allí, pero con su consentimiento.
-Hay dos opciones-dije tras darle un sueve beso en la cabeza-. Podrías hablar con tu padre y contarle todo, quizás él lo acepte-dije no muy convencido-. También está la opción de esperar hasta que no puedas disimular más el embarazdo y escondernos en otro país por algún tiempo; hasta que nazca el niño o la niña al menos. Son muchos meses y la gente se cansará de buscar...-la apreté contra mí-. Seguramente preferirás la primera opción; no me gustaría ser el culpable de que nunca jamás pudieses volver a ver a tu familia...
No quería separarla de su vida. Si a mi me sucedía algo ella necesiatab un sitio al que volver, donde estuviese protegida de todo. No quería privarla de la posibilidad de volver cualquier día a su hogar con los suyos. Quizás se cansase de mí al cabo de un tiempoo, o yo perdiese la vida o quizás no se sintiese a gusto vviiendo con los gitanos. Quería que en todo momento eligiese con quién quería estar.
Tampoco quería ni podía dejar a Elisabeth sola en esto. Ese bebé era de los dos y yo necesitaba protegerlo, conocerlo...Tenía que llevármela de allí, pero con su consentimiento.
-Hay dos opciones-dije tras darle un sueve beso en la cabeza-. Podrías hablar con tu padre y contarle todo, quizás él lo acepte-dije no muy convencido-. También está la opción de esperar hasta que no puedas disimular más el embarazdo y escondernos en otro país por algún tiempo; hasta que nazca el niño o la niña al menos. Son muchos meses y la gente se cansará de buscar...-la apreté contra mí-. Seguramente preferirás la primera opción; no me gustaría ser el culpable de que nunca jamás pudieses volver a ver a tu familia...
No quería separarla de su vida. Si a mi me sucedía algo ella necesiatab un sitio al que volver, donde estuviese protegida de todo. No quería privarla de la posibilidad de volver cualquier día a su hogar con los suyos. Quizás se cansase de mí al cabo de un tiempoo, o yo perdiese la vida o quizás no se sintiese a gusto vviiendo con los gitanos. Quería que en todo momento eligiese con quién quería estar.
Cam Rohan- Gitano
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Re: A hurtadillas (Elisabeth)
La primera opción podía ser la única válida ya que, yo había estado dispuesta a irme lejos pero no podía alejar a Cam de su vida, no podía dejarlo abandonar todo por lo ocurrido. Pensé en que tal vez mi padre accediera tras enfadarse bastante pero de aquí a que la carta llegara a sus manos iba a pasar algunas semanas en las que no sabía si podría seguir disimulando. Miré al chico deslizando mi mano por su mejilla con suavidad tras haber encontrado un acuerdo que a mi tía le agradaría, sobretodo porque no me soportaba al igual que le ocurría con mi madre.
Podía no ser un buen método pero era uno seguro para todos y en el que todos obtendríamos lo deseado o por lo menos casi todos. Mi padre solo quería asegurar mi posición y yo misma había descendido los escalones por voluntad propia.
-Le contaré todo a mi tía, le pediré que me de por muerta y para que mi padre no se preocupe, le mandaré una carta contándole la verdad. Siempre me entendió, no creo que ahora le pusiera precio a mi felicidad-expliqué con la intención de saber si contaba con su apoyo para esa especie de locura. Debería desaparecer de la alta sociedad lo cual no me importaba, nunca me había importado el dinero ni los escándalos absurdos.
En un impulso, dejé caer mi mano para tomar una de las suyas y llevarla hasta mi vientre aún plano, sin indicios de mi estado pero en unos pocos meses eso cambiaría.
-Espero que él o ella esté de acuerdo con lo que decidamos-musité sonriendo esta vez feliz, con confianza porque me había demostrado que alejarme de él no era una opción ya fuese por su bien o no. Y en ese momento también me percaté de una cosa. A partir del momento que dejara esta casa, lo único que tendría sería a él y al pequeño. Pese a eso, no me sentí triste ni vacía, solo iba a extrañar a mi padre. Ojalá mi abuela hubiera podido vivir hasta ver en la mujer que me había convertido, habría sido un gran apoyo tenerla a mi lado.
Podía no ser un buen método pero era uno seguro para todos y en el que todos obtendríamos lo deseado o por lo menos casi todos. Mi padre solo quería asegurar mi posición y yo misma había descendido los escalones por voluntad propia.
-Le contaré todo a mi tía, le pediré que me de por muerta y para que mi padre no se preocupe, le mandaré una carta contándole la verdad. Siempre me entendió, no creo que ahora le pusiera precio a mi felicidad-expliqué con la intención de saber si contaba con su apoyo para esa especie de locura. Debería desaparecer de la alta sociedad lo cual no me importaba, nunca me había importado el dinero ni los escándalos absurdos.
En un impulso, dejé caer mi mano para tomar una de las suyas y llevarla hasta mi vientre aún plano, sin indicios de mi estado pero en unos pocos meses eso cambiaría.
-Espero que él o ella esté de acuerdo con lo que decidamos-musité sonriendo esta vez feliz, con confianza porque me había demostrado que alejarme de él no era una opción ya fuese por su bien o no. Y en ese momento también me percaté de una cosa. A partir del momento que dejara esta casa, lo único que tendría sería a él y al pequeño. Pese a eso, no me sentí triste ni vacía, solo iba a extrañar a mi padre. Ojalá mi abuela hubiera podido vivir hasta ver en la mujer que me había convertido, habría sido un gran apoyo tenerla a mi lado.
Elisabeth M. Delacroix- Humano Clase Alta
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Re: A hurtadillas (Elisabeth)
Lo medité unos segundos y luego sonreí. Si su tía, el único pariente que tenía aquí, no la buscaba no habría problemas. La única dificultad era su padre...Si era como Elisabeth decía no habría problemas, pero quizás no se mostrase tan de acuerdo con su hija. Sólo me quedaba esperar a que Elisabeth le envias una carta, hasta entonces no podía acar conclusiones precipitadas.
-Si a ti te parece bien, a mi me lo parece-le respondí mirándola fijamente-. Si tu tía no va a causarnos problemas todo saldrá perfecto. Nadie te buscará en el campamento. Sólo tenemos que ponernos de acuerdo con ella para que todo salga bien y esperar a que tu padre nos acepte-dije refiriéndome tanto al bebé como a mi.
Elisabeth llevó mis manos a su vientre plano y me reuboricé, no pude evitarlo. Acaricié con suavidad la zona asintiendo a sus palabras.
-Te admirará por lo valiente que estás siendo-le aseguré alzando la mirada para perderme en sus ojos verdes-. No todo el mundo se jugaría tanto por otro ser.
Me agaché para besar su vientre con dulzura. Apenas podía esperar para ver al bebé; parecía una criatura el día de su cumpleaños. Haría todo lo posible por que tuviese todo lo queyo no había podido tener. Trabaaría y seguiría robándole a los ladrones de la alta sociedad, aunqe sabía que Elisabeth no estaba muy de acuerdo con ese punto.
-¿No tienes miedo del cambio que vas a sufrir?-le pregunté-. Tu vida va a cambiar, tu cuerpo...¡No estás ni un pco asustada?
Le acaricié el cabello y me incliné para besar sus labios con ternura. Me separé brevemente mirándola con cariño mientras aguardaba su respuesta.
-Si a ti te parece bien, a mi me lo parece-le respondí mirándola fijamente-. Si tu tía no va a causarnos problemas todo saldrá perfecto. Nadie te buscará en el campamento. Sólo tenemos que ponernos de acuerdo con ella para que todo salga bien y esperar a que tu padre nos acepte-dije refiriéndome tanto al bebé como a mi.
Elisabeth llevó mis manos a su vientre plano y me reuboricé, no pude evitarlo. Acaricié con suavidad la zona asintiendo a sus palabras.
-Te admirará por lo valiente que estás siendo-le aseguré alzando la mirada para perderme en sus ojos verdes-. No todo el mundo se jugaría tanto por otro ser.
Me agaché para besar su vientre con dulzura. Apenas podía esperar para ver al bebé; parecía una criatura el día de su cumpleaños. Haría todo lo posible por que tuviese todo lo queyo no había podido tener. Trabaaría y seguiría robándole a los ladrones de la alta sociedad, aunqe sabía que Elisabeth no estaba muy de acuerdo con ese punto.
-¿No tienes miedo del cambio que vas a sufrir?-le pregunté-. Tu vida va a cambiar, tu cuerpo...¡No estás ni un pco asustada?
Le acaricié el cabello y me incliné para besar sus labios con ternura. Me separé brevemente mirándola con cariño mientras aguardaba su respuesta.
Cam Rohan- Gitano
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Re: A hurtadillas (Elisabeth)
Aquellas palabras me hicieron sonrojar. No era nada valiente, solo hacía lo que debía hacer. Era su madre, no podía fallarle ya que en la vida, las madres son las únicas personas que están siempre a tu lado. En mi caso no, y como había sufrido esa pérdida, no quería desearle lo mismo a otra persona. Me impresionaba la forma en la que quería a esa nueva vida que tenía apenas unas semanas.
Las cariñosas y suaves caricias de Cam lograban erizar mi piel pues últimamente estaba mucho más sensible a cualquier estímulo del tipo que fuera. De forma distraída, mis manos se deslizaron por su cabello cada vez más largo cuando este fue a depositar un beso en mi vientre. Me parecía que estaba en uno de esos libros que tanto adoraba leer y que en cualquier momento, abriría los ojos y me encontraría de nuevo sola en la inmensa habitación.
Su pregunta me asaltó por sorpresa. No podía mentirle y decirle que no tenía miedo porque si que lo tenía, mucho ¿Y si me sucedía como a mi madre? Ella murió durante el parto pero...no siempre era así y si ocurría, al menos valdría la pena que ocurriese. Cuando en mi cabeza se amontonaron las dudas y los temores, recibí un suave beso que me hizo olvidar todo. Mis brazos se enredaron alrededor de su cuello, intentando quitarle un poco de seriedad a su pregunta con una sonrisa coqueta.
-Me voy a poner gordita y glotona además de muy sensible...Creo que el que debería estar asustado eres tú- bromeé rozando mi nariz contra la suya.
El temor de que aquello que sentía Cam se acabara rápido o que para él terminase siendo una molestia o un error, me producía más pánico que algo tan natural como era ser madre. Él probablemente no lo comprendiera pues nunca pasaría por algo así pero te hacía sentir bien pese a las molestias físicas.
Las cariñosas y suaves caricias de Cam lograban erizar mi piel pues últimamente estaba mucho más sensible a cualquier estímulo del tipo que fuera. De forma distraída, mis manos se deslizaron por su cabello cada vez más largo cuando este fue a depositar un beso en mi vientre. Me parecía que estaba en uno de esos libros que tanto adoraba leer y que en cualquier momento, abriría los ojos y me encontraría de nuevo sola en la inmensa habitación.
Su pregunta me asaltó por sorpresa. No podía mentirle y decirle que no tenía miedo porque si que lo tenía, mucho ¿Y si me sucedía como a mi madre? Ella murió durante el parto pero...no siempre era así y si ocurría, al menos valdría la pena que ocurriese. Cuando en mi cabeza se amontonaron las dudas y los temores, recibí un suave beso que me hizo olvidar todo. Mis brazos se enredaron alrededor de su cuello, intentando quitarle un poco de seriedad a su pregunta con una sonrisa coqueta.
-Me voy a poner gordita y glotona además de muy sensible...Creo que el que debería estar asustado eres tú- bromeé rozando mi nariz contra la suya.
El temor de que aquello que sentía Cam se acabara rápido o que para él terminase siendo una molestia o un error, me producía más pánico que algo tan natural como era ser madre. Él probablemente no lo comprendiera pues nunca pasaría por algo así pero te hacía sentir bien pese a las molestias físicas.
Elisabeth M. Delacroix- Humano Clase Alta
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Re: A hurtadillas (Elisabeth)
-Estoy acostumbrado a ver mujeres embarazadas en el campamento, eso no me asusta-le respondí bromista-. Aunque no sé de donde demonios saldrá piel para cubrir un vientre, con lo delgada que estás-dije sujetando uno de sus brazos y señalándolo.
Temía que ella lo pasese mal durante el embarazo. Ojalá su padre lo aceptase y le proporcionase todas las medicinas posibles además de las que mi abuela le diese. Si le sucedía algo malo no me lo iba a perdonar en toda mi vida. Probablemente me metería en la cama y no saldría nunca jamás de allí hasta morir.
-¿Cómo te gustaría llamarlo o llamarla?-le pregunté de repente. No había pensado en un nombre para la criatura y eso era algo muy importante. Iba a llamarse así durante toda su vida y tenía que ser bonito, un nombre que significase algo...
En ese momento oí unos pasos al otro lado de la puerta. Veloz como el rayo salté de la cama y me escondí tras el biombo en el que Elisabeth se había cambiado de ropa. Me encogí en un rincón y aguanté la respiración mientras oía la puerta abrirse y unos apresurados pasos. La puerta se cerró y escuché una voz femenina y autoritaria que preguntaba por el estado de salud de Elisabeth y después la reñía por haber derramado la sopa.
Sin duda alguna era su tía. Recé a Dios para que no me descubriese mientras las oía hablar y discutir un poco.
off: perdón por lo corto, es que he de irme XD
Temía que ella lo pasese mal durante el embarazo. Ojalá su padre lo aceptase y le proporcionase todas las medicinas posibles además de las que mi abuela le diese. Si le sucedía algo malo no me lo iba a perdonar en toda mi vida. Probablemente me metería en la cama y no saldría nunca jamás de allí hasta morir.
-¿Cómo te gustaría llamarlo o llamarla?-le pregunté de repente. No había pensado en un nombre para la criatura y eso era algo muy importante. Iba a llamarse así durante toda su vida y tenía que ser bonito, un nombre que significase algo...
En ese momento oí unos pasos al otro lado de la puerta. Veloz como el rayo salté de la cama y me escondí tras el biombo en el que Elisabeth se había cambiado de ropa. Me encogí en un rincón y aguanté la respiración mientras oía la puerta abrirse y unos apresurados pasos. La puerta se cerró y escuché una voz femenina y autoritaria que preguntaba por el estado de salud de Elisabeth y después la reñía por haber derramado la sopa.
Sin duda alguna era su tía. Recé a Dios para que no me descubriese mientras las oía hablar y discutir un poco.
off: perdón por lo corto, es que he de irme XD
Última edición por Cam Rohan el Lun Nov 08, 2010 2:17 pm, editado 1 vez
Cam Rohan- Gitano
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Re: A hurtadillas (Elisabeth)
Estaba pensando seriamente en qué nombre sería el adecuado pero no estaba segura. Había montones de nombres que me gustaban pero también debían de agradarle a él. Le iba a preguntar cuáles le parecían adecuados cuando unos pasos por el pasillo nos sobresaltaron a ambos. Miré a Cam esconderse un segundo antes de que la manivela se accionase y la figura de mi tia inundase la habitación, una que en ese momento se me antojaba muy pequeña e incluso me parecía escuchar el corazón de el chico latir con fuerza delantándolo pero no, era el mío.
-Sí, tía, lo siento, está bien-dije sin prestar demasiada atención a lo que decía, con la única intención de que se fuera rápido pero en ese momento se me ocurrió algo mucho mejor, hablarle sobre el tema antes de que se fuera.
Cuando estaba a punto de marcharse para llamar a una doncella, la detuve unos instantes con las simples palabras de "estoy embarazada". Vale, no había usado ninguna sutileza y juraría que por lo pálido de su rostro, se iba a desmayar de un momento a otro. En otras circunstancias me habría echado a reír pero no, aquello no tenía ninguna gracia, era la vida de mi hijo. No pude a penas reaccionar cuando una bofetada impactó en mi rostro y, a sabiendas que en cierto modo, desde su punto dé vista, me merecía aquel golpe, me mantuve firme con la vista gacha esperando que maldiciera una y otra vez junto con que me insultara de todas las maneras posibles pero no, cerró la puerta dejándome allí parada ¿Y ahora qué?
Miré hacia el biombo en el que estaba el chico, soltando un suspiro. Si no fuera por él todo aquello sería demasiado para soportarlo.
-Puedes salir, no creo que vuelva durante un tiempo-musité sentándome de nuevo en la cama. Suponía que la próxima vez que aquella mujer fuese a mi habitación sería para echarme de su casa con lo mínimo de mis pertenencias si es que tan si quiera me dejaba llevarme alguna cosa escasa y necesaria.-¿Tenemos plan B?-pregunté apoyando los codos sobre las rodillas y la cabeza sobre mis manos. Estaba demostrando una entereza que realmente no sabía de donde la había sacado, la Elisabeth que yo conocía se habría puesto a llorar en cuanto la puerta se cerró. Me gustaba esa nueva versión de mí más...mujer.
off: xDD no te preocupes ^^
-Sí, tía, lo siento, está bien-dije sin prestar demasiada atención a lo que decía, con la única intención de que se fuera rápido pero en ese momento se me ocurrió algo mucho mejor, hablarle sobre el tema antes de que se fuera.
Cuando estaba a punto de marcharse para llamar a una doncella, la detuve unos instantes con las simples palabras de "estoy embarazada". Vale, no había usado ninguna sutileza y juraría que por lo pálido de su rostro, se iba a desmayar de un momento a otro. En otras circunstancias me habría echado a reír pero no, aquello no tenía ninguna gracia, era la vida de mi hijo. No pude a penas reaccionar cuando una bofetada impactó en mi rostro y, a sabiendas que en cierto modo, desde su punto dé vista, me merecía aquel golpe, me mantuve firme con la vista gacha esperando que maldiciera una y otra vez junto con que me insultara de todas las maneras posibles pero no, cerró la puerta dejándome allí parada ¿Y ahora qué?
Miré hacia el biombo en el que estaba el chico, soltando un suspiro. Si no fuera por él todo aquello sería demasiado para soportarlo.
-Puedes salir, no creo que vuelva durante un tiempo-musité sentándome de nuevo en la cama. Suponía que la próxima vez que aquella mujer fuese a mi habitación sería para echarme de su casa con lo mínimo de mis pertenencias si es que tan si quiera me dejaba llevarme alguna cosa escasa y necesaria.-¿Tenemos plan B?-pregunté apoyando los codos sobre las rodillas y la cabeza sobre mis manos. Estaba demostrando una entereza que realmente no sabía de donde la había sacado, la Elisabeth que yo conocía se habría puesto a llorar en cuanto la puerta se cerró. Me gustaba esa nueva versión de mí más...mujer.
off: xDD no te preocupes ^^
Elisabeth M. Delacroix- Humano Clase Alta
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Re: A hurtadillas (Elisabeth)
El sonoro bofetón me hizo ponerme en pie dispuesto a agarrar a la tía de Elisabeth y sacarla de aquella habitación. Sin embargo, antes de que pudiese dar dos pasos, ella se marchó por su propio pie cerrando la puerta con fuerza. Tras una breve pausa salí esperando encontrarme con la cara llorosa de Elisabeth, pero ella seguía tranquila como si la roja silueta de la mano de su tía no estuviese grabada en su mejilla. Me acerqué a ella algo vacilante y me arrodillé frente a ella para apoyar la cabeza en sus rodillas.
-Vaya, eso no ha sido nada delicado-bromeé intentando que no se pusiera triste. Cuando preguntó por el plan B asentí-. Si tu tía te echa vendrás esta misma noche conmigo al campamento. Si no lo hace mandarás una carta a tu padre contándole tu versión de los hechos antes de que tu tía pueda decirle que te has acostado con medio París o alguna cosa semejante. En ambos casos tu padre ha de recibir noticias tuyas. No quieres perderlo, ¿cierto?-le pregunté acariciándole las manos con suavidad.
La abuela la dejaría vivir con nosotros, estaba seguro. Y en cuanto tuviese algo de más dinero compraría nuestra propia carreta o quizás una casa, según prefiriese vivir ella. No quería atarla a un campamento ambulante que por ahora estaba en París pero quizás mañana partiera a Inglaterra...Por suerte siempre acabábamos volviendo cuando acababan las actuaciones del circo. Elisabeth embarazada y con parientes que seguro deseaba ver no podía venir a donde fuera el campamento y una sola carreta en mitad de un bosque era blanco fácil para los depredadores. Si ahorraba suficiente nos podráimos permitir una casita diminuta en las afueras o en algún otro lugar. también podríamos pasar temporadas en la corte de los Milagros si la necesidad era extrema.
-¿Y al final cómo querrías que se llamase el o la bebé?-pregunté retomando el hilo de la conversación que habíamos dejado a medias.
-Vaya, eso no ha sido nada delicado-bromeé intentando que no se pusiera triste. Cuando preguntó por el plan B asentí-. Si tu tía te echa vendrás esta misma noche conmigo al campamento. Si no lo hace mandarás una carta a tu padre contándole tu versión de los hechos antes de que tu tía pueda decirle que te has acostado con medio París o alguna cosa semejante. En ambos casos tu padre ha de recibir noticias tuyas. No quieres perderlo, ¿cierto?-le pregunté acariciándole las manos con suavidad.
La abuela la dejaría vivir con nosotros, estaba seguro. Y en cuanto tuviese algo de más dinero compraría nuestra propia carreta o quizás una casa, según prefiriese vivir ella. No quería atarla a un campamento ambulante que por ahora estaba en París pero quizás mañana partiera a Inglaterra...Por suerte siempre acabábamos volviendo cuando acababan las actuaciones del circo. Elisabeth embarazada y con parientes que seguro deseaba ver no podía venir a donde fuera el campamento y una sola carreta en mitad de un bosque era blanco fácil para los depredadores. Si ahorraba suficiente nos podráimos permitir una casita diminuta en las afueras o en algún otro lugar. también podríamos pasar temporadas en la corte de los Milagros si la necesidad era extrema.
-¿Y al final cómo querrías que se llamase el o la bebé?-pregunté retomando el hilo de la conversación que habíamos dejado a medias.
Cam Rohan- Gitano
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Re: A hurtadillas (Elisabeth)
Y aquella sonrisa que logró hacerme dibujar con su comentario, no tenía precio. Sin duda era el único que podía lograr hacerme olvidar todo lo malo con una simple palabra o mirada, cuando estaba cerca era como si alguien apagara el resto del mundo quedando únicamente los dos. Solos. Sin preocupaciones o problemas, algo que en realidad nos sobraba...problemas... A pesar de todo, su plan B me pareció una buena optativa. Varias personas me debían algún favor y pese a no haber pensado nunca cobrárselo, al pedirle algo dudaba que me lo negaran. Les haría interrumpir la carta que mandase mi tía, al menos la primera, para poder hacer que mi versión fuera la primera en llegar y, respecto a ir al campamento, esta vez no puse ninguna pega. Podía ser cabezota, digna o lo que fuera pero no iba a exponerme a una fría noche de invierno en un estado de embarazo.
Asentí con la cabeza al oír su pregunta. Mi padre siempre había sido una especie de caballero andante de esos que rescatan princesas. Cuando mi época de niña pasó, se convirtió en alguien en el cual confiar y el cual me consentía mis caprichos de rebozarme en barro o usar alguna vez pantalón, algo sin duda muy mal visto pero a ninguno nos importaba. Una vez ya más adulta, se volvió un poco mi enemigo pues nuestros intereses comenzaron a chocar pero seguía siendo su ojito derecho y yo seguía queriéndolo demasiado. Miré en ese momentos las manos de Cam y las mías, sin duda eran muy distintas pero nadie más me había importado tanto como él para dejar a mi familia de lado, para cambiar de familia...
Ensanchando mi sonrisa por sacar de nuevo el tema del nombre, puse gesto pensativo que desde fuera me haría ver bastante infantil pero era una manía que nunca supe controlar. Miles se nombres vinieron a mi cabeza pero no sabía cual era el adecuado. Siempre me habían gustado todos pero ahora, en el momento de la verdad no me parecían lo suficientemente buenos para nuestro hijo.
-No sé...no se me ocurre ninguno especial-susurré dejando clara en mi voz la frustración que esto me hacía sentir. Tal vez el nombre de mi madre pero ¿Y si le traía la misma suerte? ¿Y si era chico? Entrelacé mis manos con las suyas para después llevarlas a mis mejillas. Julietta, Ayelén, Marie, Luna... Ángel, Kartik o como su padre... Realmente importaba el nombre pues lo iba a marcar toda la vida.
-¿Qué nombres te gustarían?
Asentí con la cabeza al oír su pregunta. Mi padre siempre había sido una especie de caballero andante de esos que rescatan princesas. Cuando mi época de niña pasó, se convirtió en alguien en el cual confiar y el cual me consentía mis caprichos de rebozarme en barro o usar alguna vez pantalón, algo sin duda muy mal visto pero a ninguno nos importaba. Una vez ya más adulta, se volvió un poco mi enemigo pues nuestros intereses comenzaron a chocar pero seguía siendo su ojito derecho y yo seguía queriéndolo demasiado. Miré en ese momentos las manos de Cam y las mías, sin duda eran muy distintas pero nadie más me había importado tanto como él para dejar a mi familia de lado, para cambiar de familia...
Ensanchando mi sonrisa por sacar de nuevo el tema del nombre, puse gesto pensativo que desde fuera me haría ver bastante infantil pero era una manía que nunca supe controlar. Miles se nombres vinieron a mi cabeza pero no sabía cual era el adecuado. Siempre me habían gustado todos pero ahora, en el momento de la verdad no me parecían lo suficientemente buenos para nuestro hijo.
-No sé...no se me ocurre ninguno especial-susurré dejando clara en mi voz la frustración que esto me hacía sentir. Tal vez el nombre de mi madre pero ¿Y si le traía la misma suerte? ¿Y si era chico? Entrelacé mis manos con las suyas para después llevarlas a mis mejillas. Julietta, Ayelén, Marie, Luna... Ángel, Kartik o como su padre... Realmente importaba el nombre pues lo iba a marcar toda la vida.
-¿Qué nombres te gustarían?
Elisabeth M. Delacroix- Humano Clase Alta
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Re: A hurtadillas (Elisabeth)
La observé sonreír y poner un gesto pensativo que me hizo pensar en una niña pequeña cuando le hacías una pregunta que quería responder bien. Imité su gesto cuando me preguntó cuáles eran los nombres que me gustaban. Tras pensarlo duarnte un rato dije:
-Si es una chica me gusta Isabella, Altea, Helena, Juliette, Elisabeth. Denna y Delta-dije pensando en si me olvidaba de alguno-. Para chico me gusta mucho Jack, Paul, William-pensé en mi padre al que nunca conocí-. Ángel y Christian. ¿Coinciden?-le pregunté sonriendo-. Siempre podríamos ponerle un nombre compuesto...
"Mientras su segundo nombre no sea Lionel" pensé. Odiaba Que mi padre y mi abuela hubiesen elgido Lionel de segundo nombre para mí. No me pegaba nada. Al menos Cam, Cameron, no estaba tan mal.
Estaba deseando que salisera el pequeño o la pequeña. Me moría de curiosidad por verle y eso que ni siquiera se notaba la tripa de Elisabeth. Me esperaban nueve largos meses de espera.Por suerte ella estaría conmigo.
-Tengo ganas de que nazca ya-dije sonando como un niño de ocho años-. Estoy deseando ver cómo es...Le haré un muñeco de madera para que lo apriete con fuerza mientras duerme. También le fabricaré una cuna y...-me sonrojé y me interrumpí-.Creo que me estoy emocionando.
-Si es una chica me gusta Isabella, Altea, Helena, Juliette, Elisabeth. Denna y Delta-dije pensando en si me olvidaba de alguno-. Para chico me gusta mucho Jack, Paul, William-pensé en mi padre al que nunca conocí-. Ángel y Christian. ¿Coinciden?-le pregunté sonriendo-. Siempre podríamos ponerle un nombre compuesto...
"Mientras su segundo nombre no sea Lionel" pensé. Odiaba Que mi padre y mi abuela hubiesen elgido Lionel de segundo nombre para mí. No me pegaba nada. Al menos Cam, Cameron, no estaba tan mal.
Estaba deseando que salisera el pequeño o la pequeña. Me moría de curiosidad por verle y eso que ni siquiera se notaba la tripa de Elisabeth. Me esperaban nueve largos meses de espera.Por suerte ella estaría conmigo.
-Tengo ganas de que nazca ya-dije sonando como un niño de ocho años-. Estoy deseando ver cómo es...Le haré un muñeco de madera para que lo apriete con fuerza mientras duerme. También le fabricaré una cuna y...-me sonrojé y me interrumpí-.Creo que me estoy emocionando.
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Re: A hurtadillas (Elisabeth)
Todos aquellos nombres pero por suerte sí coincidian dos claro que también me gustaba alguno más de los que había mencionado... Lo mejor era eso, los que hubiéramos pensado ambos serían nuestras dos opciones. Juliette o Ángel claro que ahora que los repetía una y otra vez en mi cabeza no terminaban de convencerme. Aquello era más complicado de lo que creía, eso sí, cuando dijo lo de los nombres compuestos, puse cara de horror. Llamarme Elisabeth Marie era bastante horrible como para desearle algo parecido a mi bebé, desde luego no.
-Me gusta Juliette para una chica- dije sonriendo divertida por mi pensamiento. Vale, había podido exagerar un poco pero no demasiado y, si él tuviera dos nombres me comprendería o tal vez los tenía.
Mis manos fueron hasta sus mejillas, posándose en estas, acariciándolas mientras lo observaba enternecida por sus palabras. La verdad es que con él mostrando todo lo que quería a aquel hijo, no sentía ningún miedo porque sabía que haría todo lo posible por cuidarlo y protegerlo.
-Y me encanta que te emociones- respondí tras una leve risa al ver su reacción. Encontrar a un hombre así era muy difícil por lo que me sentía realmente afortunada de quererlo. Pensé en cómo podría haber acabado, casada con cualquier hombre rico, mayor que lo único que quisiera fuese un hijo varón. La sola idea me producía escalofríos aunque aún no estaba totalmente libre de eso, no hasta que desapareciera por completo.
-Espero que se parezca a su padre-musité tras debatirlo unos segundos. Físicamente saldría moreno con los ojos marrones o azules. Su piel sería mestiza y si era un niño esperaba que fuera fuerte como Cam. Psiquicamente rezaba porque saliera menos rebelde que yo porque sabía lo mal que lo había pasado mi padre para manejar mi carácter. -Y sepa disfrutar de la vida que llevará... Al menos será libre- comenté pues era algo que de pequeña siempre había deseado y al final, había conseguido elegir el camino que quería sin proponérmelo si quiera. Otra de las cosas que rondaba por mi mente era la idea de si tendríamos más para traer algún hermanito pero de eso ya habría tiempo de hablar, mucho tiempo.
-Me gusta Juliette para una chica- dije sonriendo divertida por mi pensamiento. Vale, había podido exagerar un poco pero no demasiado y, si él tuviera dos nombres me comprendería o tal vez los tenía.
Mis manos fueron hasta sus mejillas, posándose en estas, acariciándolas mientras lo observaba enternecida por sus palabras. La verdad es que con él mostrando todo lo que quería a aquel hijo, no sentía ningún miedo porque sabía que haría todo lo posible por cuidarlo y protegerlo.
-Y me encanta que te emociones- respondí tras una leve risa al ver su reacción. Encontrar a un hombre así era muy difícil por lo que me sentía realmente afortunada de quererlo. Pensé en cómo podría haber acabado, casada con cualquier hombre rico, mayor que lo único que quisiera fuese un hijo varón. La sola idea me producía escalofríos aunque aún no estaba totalmente libre de eso, no hasta que desapareciera por completo.
-Espero que se parezca a su padre-musité tras debatirlo unos segundos. Físicamente saldría moreno con los ojos marrones o azules. Su piel sería mestiza y si era un niño esperaba que fuera fuerte como Cam. Psiquicamente rezaba porque saliera menos rebelde que yo porque sabía lo mal que lo había pasado mi padre para manejar mi carácter. -Y sepa disfrutar de la vida que llevará... Al menos será libre- comenté pues era algo que de pequeña siempre había deseado y al final, había conseguido elegir el camino que quería sin proponérmelo si quiera. Otra de las cosas que rondaba por mi mente era la idea de si tendríamos más para traer algún hermanito pero de eso ya habría tiempo de hablar, mucho tiempo.
Elisabeth M. Delacroix- Humano Clase Alta
- Mensajes : 102
Fecha de inscripción : 15/07/2010
Edad : 33
Re: A hurtadillas (Elisabeth)
-La disfrutará. Procuraré que no le falte de nada-le aseguré a Elisabeth-. A veces la vida en el campamento es difícil, pero siempre salimos adelante gracias al circo y los negocios que hacemos. El niño y tú tendréis todo cuanto pueda conseguir...Quizá no pueda traerte un anillo de diamantes como regalo, pero si puedo hacértelo yo mismo aunque más...bueno, más sencillo...-bromeé encogiendome de hombros.
Me incorporé levemente y miré en derredor tratando de localizar algo de papel y tinta para que comenzasea escribir la carta a su padre. Quizás tendríamos tiempo para avisar a un cochero y acercarnos a algún cartero para que la llevase a España.
-Deberías escribir la carta ahora. Si quieres yo puedo recoger tu ropa para marcharnos cuanto antes....A no ser que intentes hablar con tu tía sobre lo ocurrido-mejor que hablase ella porque como tuviera a esa mujer delante la tiraría por la ventana por atreverse a golpear a Elisabeth-. Me gustaría que lo tuvieses todo listo para venir al campamentoconmigo cuanto antes...Yo...casi no puedo esperar a decírselo a la abuela. Te tiene un enorme aprecio, Beth.
Nunca la había llamado Beth, pero me gustaba aquel pequeño diminutivo. Esperaba que a ella no le molestase. Le sonreí.
-Haremos hueco en la carreta para que te lleves bonitos vestidos si quieres.
Me incorporé levemente y miré en derredor tratando de localizar algo de papel y tinta para que comenzasea escribir la carta a su padre. Quizás tendríamos tiempo para avisar a un cochero y acercarnos a algún cartero para que la llevase a España.
-Deberías escribir la carta ahora. Si quieres yo puedo recoger tu ropa para marcharnos cuanto antes....A no ser que intentes hablar con tu tía sobre lo ocurrido-mejor que hablase ella porque como tuviera a esa mujer delante la tiraría por la ventana por atreverse a golpear a Elisabeth-. Me gustaría que lo tuvieses todo listo para venir al campamentoconmigo cuanto antes...Yo...casi no puedo esperar a decírselo a la abuela. Te tiene un enorme aprecio, Beth.
Nunca la había llamado Beth, pero me gustaba aquel pequeño diminutivo. Esperaba que a ella no le molestase. Le sonreí.
-Haremos hueco en la carreta para que te lleves bonitos vestidos si quieres.
Cam Rohan- Gitano
- Mensajes : 604
Fecha de inscripción : 20/06/2010
Localización : Con la mano en tu bolsillo
Re: A hurtadillas (Elisabeth)
Al mencionar lo del anillo, sonreí complacida; No por el hecho de que me quisiera regalar una joya si no por el detalle del regalo lo que decía mucho de él. No me importaba que no tuviera para comprarme algo caro pero si me enternecía mucho lo valioso que sería para mí tener algo hecho por él pues significaba que había pensado en mí. Nada me importaba más que eso, que sentirme querida.
Cuando se puso en pie, imité su gesto pero alejandome de él para caminar hacia la cómoda en la cual guardaba papel de carta, pluma y sobres. Era buena idea hacer aquello cuanto antes pero respecto a lo de hablar con mi tía...eso si que no. No la juzgaba por haberme golpeado ni estaba enfadada con ella pero había tenido suficiente con un golpe como para ir a buscar más. Aprendía de mis errores y ese no volvería a repetirlo. Por lo tanto, me centré en ir hasta el pequeño escritorio en el que puse lo necesario para la carta antes de volverme hacia él con una expresión que se podía definir como incrédula y feliz.
-¿En serio?-dije pues no terminaba de creer que me había ganado el aprecio de una mujer como aquella la cual me había impresionado desde el principio y la cual me recordaba enormemente a mi abuela por su fuerza mental. Cuando la impresión de aquello se me pasó, reflexioné un poco. Era la primera vez que me llamaba Beth y sencillamente, me encantaba pues era un paso más que nos acercábamos. ¿Hacía cuando no me llamaba nadie así?
Alcé las cejas sonriendo ladeadamente y caminé hacia él, hasta quedar frente a frente. Mis brazos se deslizaron suaves alrededor de su cuello a la vez que me ponía de puntillas en un temporal intento de ser más alta y sentirme un poco menos pequeña a su lado.
-No quiero vestidos pomposos, solo te quiero a ti-susurré sin dejar de mirarlo a los ojos en ningún momento. Aquella seguridad que en ese momento destilaba, no era más que fruto del momento a solas, la confianza que ya teníamos más arraigada y que en poco tiempo viviríamos juntos. Ya no valía la pena callarse nada ni tampoco reprimirse. Las normas de etiqueta ya habían quedado en mi pasado, ahora era una persona sencilla, rigiéndose por unas leyes que no limitan a penas la libertad y sin protocolos ni apariencias. Tal y como siempre había querido.
Cuando se puso en pie, imité su gesto pero alejandome de él para caminar hacia la cómoda en la cual guardaba papel de carta, pluma y sobres. Era buena idea hacer aquello cuanto antes pero respecto a lo de hablar con mi tía...eso si que no. No la juzgaba por haberme golpeado ni estaba enfadada con ella pero había tenido suficiente con un golpe como para ir a buscar más. Aprendía de mis errores y ese no volvería a repetirlo. Por lo tanto, me centré en ir hasta el pequeño escritorio en el que puse lo necesario para la carta antes de volverme hacia él con una expresión que se podía definir como incrédula y feliz.
-¿En serio?-dije pues no terminaba de creer que me había ganado el aprecio de una mujer como aquella la cual me había impresionado desde el principio y la cual me recordaba enormemente a mi abuela por su fuerza mental. Cuando la impresión de aquello se me pasó, reflexioné un poco. Era la primera vez que me llamaba Beth y sencillamente, me encantaba pues era un paso más que nos acercábamos. ¿Hacía cuando no me llamaba nadie así?
Alcé las cejas sonriendo ladeadamente y caminé hacia él, hasta quedar frente a frente. Mis brazos se deslizaron suaves alrededor de su cuello a la vez que me ponía de puntillas en un temporal intento de ser más alta y sentirme un poco menos pequeña a su lado.
-No quiero vestidos pomposos, solo te quiero a ti-susurré sin dejar de mirarlo a los ojos en ningún momento. Aquella seguridad que en ese momento destilaba, no era más que fruto del momento a solas, la confianza que ya teníamos más arraigada y que en poco tiempo viviríamos juntos. Ya no valía la pena callarse nada ni tampoco reprimirse. Las normas de etiqueta ya habían quedado en mi pasado, ahora era una persona sencilla, rigiéndose por unas leyes que no limitan a penas la libertad y sin protocolos ni apariencias. Tal y como siempre había querido.
Elisabeth M. Delacroix- Humano Clase Alta
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