AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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A hurtadillas (Elisabeth)
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A hurtadillas (Elisabeth)
Recuerdo del primer mensaje :
La había seguido y espiado las suficientes veces como para saber que era alli donde vivía. Un lugar hermoso, sin duda, como la dueña. Observé durante largo rato la fachada del lugar, indeciso. Tenía que entrar a verla, ya llevaba varios días sin saber nada de Elisabeth y eso me ponía nervioso. Espiarla no era lo mismo que hablar con ella y había dejado de gustarme que mis compañeros de los bajos fondos la siguieran demasiado tras escucharlos hablar sobre su belleza en La Corte de Los Milagros. No podía imaginarme a cualquiera de ellos atacando a Elisabeth. Sabía que no lo harían para no vérselas conmigo, pero ganas no les faltaban.
Tras una breve vacilación me deslicé hacia uno de los laterales del hogar y busqué un árbol para trepar y lanzarme en plan suicida contra una de las ventanas. Era lo suficientemente ágil como para tener la esperanza de conseguir agarrarme al alféizar y darme un fuerte impuslo para entra adentro. Me froté las manos y comencé a trepar por el manzano con bastante rapidez, sin siquiera mirar si alguien me estaba viendo. Me senté en la rama más alta y calculé la distancia que había entre mi posición y la ventana, ligeramente entornada. Con un resoplido de nerviosismo me dejé caer para quedar colgando de la rama y balanceé mi cuerpo hacia atrás y hacia delante con fuerza. En cuanto estuve seguro de llegar me solté.
Me sentí volar brevemente hasta que mis manos se aferraon con fuerza al alféizar y a parte de la cortina que sobresalía por la ventana. No tardé en impulsarme y meter medio cuerpo dentro de aquella estancia. Cuando por fin hube entrado asomé la cabeza al exterior esperando que no hubiese ningún criado que hubiese presenciado la escena. Tras comprobar que no había moros en la costa me dispuse a situarme, cosa que resultó bastante fácil gracias a que la habitación estaba bastante iluminada.
Me encontraba en una especie de enorme salónque tenía varios sillones de aspecto cómodo y caro. Había una hermosa mesa cerca de un elegante piano. Había varios elementos decorativos como cuadros y figuras además de algún que otro espejo y varias estanterías repeltas de libros. Una manta arrugada descansaba en un sofá junto a un libro abierto, señal de que alguien estaba allí y quizás pronto volvería...¿Sería Elisabeth? Me acerqué para ver que era lo que estaba leyendo y tropecé con la alfombra que evitaba que los pies de la señora de la casa se congelasen al pisar el frío suelo. Me reí por mi torpeza e iba a alargar el brazo para coger el libro cuando de repente la puerta comenzó a abrirse acompañada de varias voces.
Veloz como el rayo me escondí detrás del piano y recé porque no mirasen hacia donde yo me encontraba. Observé como entraban varias criadas charlando entre ellas.
-La señorita Elisabeth ha ido a descansar; no se encontraba demasiado bien-le decía una a la otra mientras doblaba la manta y cerraba el libro para llevarlo a la estantería nuevamente.
-Quizás ha cogido frío. Éstos días no han sido especialmente cálidos-respondió su compañera, apoyada en la pared y con aspecto cansado-. Le llevaré un caldo calentito a la alcoba.
Tras otros comentarios insulsos salieron de la estancia y me pude levantar. Elisabeth estaba descansando, con toda probabilidad en su habitación. Una de ellas se dirigía hacia allá. Me apoyé tras la puerta esperando escuchar nuevamente los pasos de la criada que no tardó en aparecer cantando una vieja canción. Me asomé por la rendija de la puerta y vi en sus manos la bandja con el caldo. Una vez se hubo alejado lo suficiente comencé a seguirla, apoyado siempre contra la pared, intentando confundirme con la sombras.
Tras un corto recorrido la criada se detuvo frente a una puerta y llamó con delicadeza. Escuché la voz de Elisabeth permitiéndole el paso. La criada entró y mantuvo una pequeña conversación sobre su estado de salud y sobre lo bueno que era la comida calentita. Tras eso salió y se marchó, por fortuna, en dirección contraria a la que me encontraba. En dos zancadas estaba frente a la puerta de Elisabeth. La abrí con lentitud y asomé la cabeza.
Elisabeth estaba de espaldas a mi con el caldo sobre una pequeña mesa auxiliar. Llevaba un camisón sencillo y el pelo suelto y algo enredado. Verla así me hizo sentir una enorme ternura.
-¿Cómo te encuentras?-le pregunté al tiempo que entraba y cerraba la puerta a mi espalda.
La había seguido y espiado las suficientes veces como para saber que era alli donde vivía. Un lugar hermoso, sin duda, como la dueña. Observé durante largo rato la fachada del lugar, indeciso. Tenía que entrar a verla, ya llevaba varios días sin saber nada de Elisabeth y eso me ponía nervioso. Espiarla no era lo mismo que hablar con ella y había dejado de gustarme que mis compañeros de los bajos fondos la siguieran demasiado tras escucharlos hablar sobre su belleza en La Corte de Los Milagros. No podía imaginarme a cualquiera de ellos atacando a Elisabeth. Sabía que no lo harían para no vérselas conmigo, pero ganas no les faltaban.
Tras una breve vacilación me deslicé hacia uno de los laterales del hogar y busqué un árbol para trepar y lanzarme en plan suicida contra una de las ventanas. Era lo suficientemente ágil como para tener la esperanza de conseguir agarrarme al alféizar y darme un fuerte impuslo para entra adentro. Me froté las manos y comencé a trepar por el manzano con bastante rapidez, sin siquiera mirar si alguien me estaba viendo. Me senté en la rama más alta y calculé la distancia que había entre mi posición y la ventana, ligeramente entornada. Con un resoplido de nerviosismo me dejé caer para quedar colgando de la rama y balanceé mi cuerpo hacia atrás y hacia delante con fuerza. En cuanto estuve seguro de llegar me solté.
Me sentí volar brevemente hasta que mis manos se aferraon con fuerza al alféizar y a parte de la cortina que sobresalía por la ventana. No tardé en impulsarme y meter medio cuerpo dentro de aquella estancia. Cuando por fin hube entrado asomé la cabeza al exterior esperando que no hubiese ningún criado que hubiese presenciado la escena. Tras comprobar que no había moros en la costa me dispuse a situarme, cosa que resultó bastante fácil gracias a que la habitación estaba bastante iluminada.
Me encontraba en una especie de enorme salónque tenía varios sillones de aspecto cómodo y caro. Había una hermosa mesa cerca de un elegante piano. Había varios elementos decorativos como cuadros y figuras además de algún que otro espejo y varias estanterías repeltas de libros. Una manta arrugada descansaba en un sofá junto a un libro abierto, señal de que alguien estaba allí y quizás pronto volvería...¿Sería Elisabeth? Me acerqué para ver que era lo que estaba leyendo y tropecé con la alfombra que evitaba que los pies de la señora de la casa se congelasen al pisar el frío suelo. Me reí por mi torpeza e iba a alargar el brazo para coger el libro cuando de repente la puerta comenzó a abrirse acompañada de varias voces.
Veloz como el rayo me escondí detrás del piano y recé porque no mirasen hacia donde yo me encontraba. Observé como entraban varias criadas charlando entre ellas.
-La señorita Elisabeth ha ido a descansar; no se encontraba demasiado bien-le decía una a la otra mientras doblaba la manta y cerraba el libro para llevarlo a la estantería nuevamente.
-Quizás ha cogido frío. Éstos días no han sido especialmente cálidos-respondió su compañera, apoyada en la pared y con aspecto cansado-. Le llevaré un caldo calentito a la alcoba.
Tras otros comentarios insulsos salieron de la estancia y me pude levantar. Elisabeth estaba descansando, con toda probabilidad en su habitación. Una de ellas se dirigía hacia allá. Me apoyé tras la puerta esperando escuchar nuevamente los pasos de la criada que no tardó en aparecer cantando una vieja canción. Me asomé por la rendija de la puerta y vi en sus manos la bandja con el caldo. Una vez se hubo alejado lo suficiente comencé a seguirla, apoyado siempre contra la pared, intentando confundirme con la sombras.
Tras un corto recorrido la criada se detuvo frente a una puerta y llamó con delicadeza. Escuché la voz de Elisabeth permitiéndole el paso. La criada entró y mantuvo una pequeña conversación sobre su estado de salud y sobre lo bueno que era la comida calentita. Tras eso salió y se marchó, por fortuna, en dirección contraria a la que me encontraba. En dos zancadas estaba frente a la puerta de Elisabeth. La abrí con lentitud y asomé la cabeza.
Elisabeth estaba de espaldas a mi con el caldo sobre una pequeña mesa auxiliar. Llevaba un camisón sencillo y el pelo suelto y algo enredado. Verla así me hizo sentir una enorme ternura.
-¿Cómo te encuentras?-le pregunté al tiempo que entraba y cerraba la puerta a mi espalda.
Cam Rohan- Gitano
- Mensajes : 604
Fecha de inscripción : 20/06/2010
Localización : Con la mano en tu bolsillo
Re: A hurtadillas (Elisabeth)
Asentí sorprendido por su expresión incrédula. Supongo que la abuela imponía a veces demasiado como para que nadie considerase la posibilidad de caerle bien. Cuando Elisabeth la conociera más a fondo sabría cuan bondadosa y dulce podría llegar a ser la abuela.
Elisabeth se acercó a mí cuando mencioné sus vestidos. Vi en ella una expresión que nunca antes le había visto: total y absoluta confianza. Era como si cualquier tipo de barrera que pudiese haber entre nosotros se hubiera deshecho esta noche en el mismo momento en que me colé en su hogar.
-Entonces llévate simplemente lo que quieras llevarte-le susurré sonriéndolo cariñoso y medio embobado, para qué mentirnos. La agarré con delicadeza por la cintura y la balanceé con suavidad de un lado a otro haciendo ondear sus cabellos levemente. Poco a poco fui acercando mi boca a la suya para besarlo con fuerza, con la pasión reprimida que tenía dentro de mí y que ansiaba desatar más que nunca.
Bebí de ese beso como si toda mi vida me hubiera hallado en un desierto y Elisabeth fuera mi única razón para seguir existiendo, mi dulce oasis de aguas cristalinas como el alma de esta mujer.
La abracé mucho más contra mí queriendo fusionarme con ella. Nunca había pensado que sería capaz de sentir tanto. Siempre había creído que el cuerpo tenía sus propios límites y que un solo ser no podía albergar tan amplia gama de sentimientos. Como muchas otras veces, me estaba equivocando.
Acaricie su espalda con suavidad mientras mi lengua exploraba el interior de su boca como si jamás la hubiese besado. Estar con Elisabeth era como descubrir un nuevo mundo cada vez.
off: Sorry x la tardanza, ya sabes la Uni y eso me tienen ocupado :S
Elisabeth se acercó a mí cuando mencioné sus vestidos. Vi en ella una expresión que nunca antes le había visto: total y absoluta confianza. Era como si cualquier tipo de barrera que pudiese haber entre nosotros se hubiera deshecho esta noche en el mismo momento en que me colé en su hogar.
-Entonces llévate simplemente lo que quieras llevarte-le susurré sonriéndolo cariñoso y medio embobado, para qué mentirnos. La agarré con delicadeza por la cintura y la balanceé con suavidad de un lado a otro haciendo ondear sus cabellos levemente. Poco a poco fui acercando mi boca a la suya para besarlo con fuerza, con la pasión reprimida que tenía dentro de mí y que ansiaba desatar más que nunca.
Bebí de ese beso como si toda mi vida me hubiera hallado en un desierto y Elisabeth fuera mi única razón para seguir existiendo, mi dulce oasis de aguas cristalinas como el alma de esta mujer.
La abracé mucho más contra mí queriendo fusionarme con ella. Nunca había pensado que sería capaz de sentir tanto. Siempre había creído que el cuerpo tenía sus propios límites y que un solo ser no podía albergar tan amplia gama de sentimientos. Como muchas otras veces, me estaba equivocando.
Acaricie su espalda con suavidad mientras mi lengua exploraba el interior de su boca como si jamás la hubiese besado. Estar con Elisabeth era como descubrir un nuevo mundo cada vez.
off: Sorry x la tardanza, ya sabes la Uni y eso me tienen ocupado :S
Cam Rohan- Gitano
- Mensajes : 604
Fecha de inscripción : 20/06/2010
Localización : Con la mano en tu bolsillo
Re: A hurtadillas (Elisabeth)
¿Y qué podía llevarme? En ese momento ni lo pensé ni quise pensarlo, estaba mucho más concentrada en Cam y sus manos en mi cintura. No pude evitar sonreír ante el gesto cariñoso con el que me mecía levemente mientras me miraba. Pensé en lo diferente que sería estar con algún noble y, como enamorarse de alguien que según todos no me convenía, era lo mejor que me había pasado nunca. Ironías de la vida.
No pude seguir pensando en nada pues sus labios, como siempre, lograban hacerme olvidar todo por completo. Era como si creásemos un mundo aparte donde no importaba absolutamente nada de lo que conocíamos y nos apesadumbraba, solo nosotros. Cuando su boca se apropió de la mía con una pasión arrolladora, le correspondí con la misma intensidad a un beso que había deseado, el cual esperaba que durase más que un suspiro.
Mi cuerpo se arqueó contra el suyo, queriendo sentir mejor cada músculo, como si el fuerte agarre de sus brazos no fuera suficiente. Jugueteando con su lengua, no me percaté de que mis pies aún de puntillas comenzaron a temblar pero no pensaba separarme de él, al menos no demasiado. Quería continuar con aquello al igual que aquel primer encuentro pero no era el mejor momento para ello. Frustrante o quizás no ¿Qué más daba?
Aprovechando nuestra cercanía, nos hice caer sobre la cama, sonriendo de forma pícara al acomodarme sobre el cuerpo de mi chico. Mi chico...sonaba muy bien, mejor que bien. Deslicé mi nariz por su mandíbula, esperando alguna respuesta por su parte ya que ahora era él quien decidía si parar o no. Lo deseaba, mucho y por alguna razón que desconocía, de forma más intensa.
off: no te preocupes, es normal ^^
No pude seguir pensando en nada pues sus labios, como siempre, lograban hacerme olvidar todo por completo. Era como si creásemos un mundo aparte donde no importaba absolutamente nada de lo que conocíamos y nos apesadumbraba, solo nosotros. Cuando su boca se apropió de la mía con una pasión arrolladora, le correspondí con la misma intensidad a un beso que había deseado, el cual esperaba que durase más que un suspiro.
Mi cuerpo se arqueó contra el suyo, queriendo sentir mejor cada músculo, como si el fuerte agarre de sus brazos no fuera suficiente. Jugueteando con su lengua, no me percaté de que mis pies aún de puntillas comenzaron a temblar pero no pensaba separarme de él, al menos no demasiado. Quería continuar con aquello al igual que aquel primer encuentro pero no era el mejor momento para ello. Frustrante o quizás no ¿Qué más daba?
Aprovechando nuestra cercanía, nos hice caer sobre la cama, sonriendo de forma pícara al acomodarme sobre el cuerpo de mi chico. Mi chico...sonaba muy bien, mejor que bien. Deslicé mi nariz por su mandíbula, esperando alguna respuesta por su parte ya que ahora era él quien decidía si parar o no. Lo deseaba, mucho y por alguna razón que desconocía, de forma más intensa.
off: no te preocupes, es normal ^^
Elisabeth M. Delacroix- Humano Clase Alta
- Mensajes : 102
Fecha de inscripción : 15/07/2010
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