AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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#Fábula - Paine
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#Fábula - Paine
Caminaba arrastrando los pies, aun se mantenía de pie, pese a que estaba irreconocible, únicamente permanecía con sus pantalones. Sus pies descalzos e hundían en la húmeda tierra y el dorso desnudo dejaba ver lo delicada que era la situación, era una victima fácil para cualquier que se cruzase con él. El brazo derecho atravesaba su pecho, apoyando su mano en el costado izquierdo, tapando así tanto la cicatriz que le surcaba el torso, un poco más pequeña era la que aun palpitaba en su costado, escondida bajo su mano derecha. El brazo izquierdo caía dislocado, moviéndose en el vaivén de cada paso que daba el muchacho. Su rostro, ensangrentado, tenía el labio superior abultado, y roto. Su ojo izquierdo ensangrentado por la presión del golpe apenas parecía visible bajo la abultada ceja quebrada.
La lluvia comenzó y un gemido de dolor salió del lo profundo del pecho del licántropo. El agua fría le hacía bien, pero aun así la recibía con recelo al notarla rozar sus heridas abiertas. Sus sentidos, que no se encontraban en plenas facultades, notaron un estaño olor, provocando que sus pasos se parasen. Alzó al vista en busca de que o quien le estaba observando. Era su fin, y seguramente el merito se lo llevaría quien menos se lo merecía. Sin fuerzas para luchar, dejó que sus piernas flaqueasen, arrodillándose en la mojada hierba - ¿Vas a dar la puta cara? - preguntó al eco del bosque, que respondió con un "puta cara...". Tosió a causa de la fuerza que había empleado para mascullar aquellas palabras. La sangre se volvió a abotonar en su boca, escupiéndola poco después. Su mano derecha soltó su cuerpo para apoyarse en el suelo. Se tomó unos segundos para descansar y volver a alzar su rostro, altivo, a pesar de la situación.
La lluvia comenzó y un gemido de dolor salió del lo profundo del pecho del licántropo. El agua fría le hacía bien, pero aun así la recibía con recelo al notarla rozar sus heridas abiertas. Sus sentidos, que no se encontraban en plenas facultades, notaron un estaño olor, provocando que sus pasos se parasen. Alzó al vista en busca de que o quien le estaba observando. Era su fin, y seguramente el merito se lo llevaría quien menos se lo merecía. Sin fuerzas para luchar, dejó que sus piernas flaqueasen, arrodillándose en la mojada hierba - ¿Vas a dar la puta cara? - preguntó al eco del bosque, que respondió con un "puta cara...". Tosió a causa de la fuerza que había empleado para mascullar aquellas palabras. La sangre se volvió a abotonar en su boca, escupiéndola poco después. Su mano derecha soltó su cuerpo para apoyarse en el suelo. Se tomó unos segundos para descansar y volver a alzar su rostro, altivo, a pesar de la situación.
Última edición por Reydek Paine el Dom Mar 05, 2017 1:12 pm, editado 1 vez
Reydek Paine- Licántropo Clase Media
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Re: #Fábula - Paine
Elora había ido al bosque en busca de una seta muy concreta para el hechizo que necesitaban Xaryne y ella para unir sus almas. No estaba asustada porque era el territorio de Leif, y sabía que por allí no andarían alimañas peligrosas sin que él los hubiera olido y espantado. Se adentró en las profundidades buscando la dichosa seta Diente de diablo, un hongo blanco que parecía chorrear sangre.
Hacía días que había visto a su padre,cuando acudió a la mansión Paine devolviéndole a su gato y cómo no, discutiendo de nuevo por ese asunto. Las cosas estaban revueltas entre ellos, Leif le recriminaba que hacía mucho tiempo que no sabía nada de ella, y Elora le contestó que si tuviera la decencia de preocuparse un poco no estarían en esa situación. Habían tenido unos meses muy movidos y el pirata, haciendo gala de su pasotismo e independencia, ni se había enterado de los acontecimientos que les habían sucedido: su viaje a Alemania, el hechizo que salió mal y la trasportó al futuro, la jugarreta de Stein que las dejó una semana en coma... nada de todo eso había contado con la presencia del licántropo, y no podía tener tanta cara dura de recriminárselo cuando él era el primero que pasaba de la familia.
Aún así, sabía que ese territorio era seguro, y si por casualidad se encontraba con su padre, pues charlarían un poco y ya está. A Elora no le gustaba demasiado guardar rencores con la gente que le importaba, eso sí: si se trataba de alguien que le hacía daño, su odio podía ser eterno.
Escuchó un ruido, crujidos de ramas lo suficientemente sonoros para no tratarse de un conejo o un cervatillo. Sonrió entre dientes y se levantó, con el saco de tela en la mano y éstas sucias de tierra de desenterrar setas. Seguramente sería Leif. Pero cuando vio la silueta supo que no, y que no era pequeño. Se pegó al tronco del árbol respirando superficialmente. Se estaba acercando y parecía que le costaba un poco avanzar, y entonces resonó su voz, amenazadora, peligrosa como una fiera acorralada. La tos húmeda le indicó que estaba maltrecho y fue por eso por lo que la bruja salió de detrás del tronco, observando al hombre que tenía frente a ella. Realmente estaba muy perjudicado. Sos ojos oscuros calibraron el balance de daños, al menos los visibles, y supo que estaba realmente jodido, pero su aura gritaba que era un licántropo. ¿Habría sido Leif el causante? ¿Y si se trataba de un lobo invasor, y su padre había defendido su territorio?
—¿quién..? ¿quién eres? No te acerques!!...— la bruja reculó unos pasos atrás.— Este es el territorio de Leif Paine, y si me tocas un pelo te triturará los huesos!!
Si era un licántropo, seguramente ya habría percibido su aura chispeante, sabría que era una bruja, y que quizás no levantase dos palmos del suelo, pero con los hechiceros siempre había que tener cuidado porque eran listos y podían salir por cualquier sitio. Elora agarraba el saco de tela con ambas manos, su vestido era de buen corte aunque sencillo, porque cuando iba al bosque no solía llevar muchos refajos. A unos cuantos metros, reposaba Fulgrim, el caballo que le regaló Xaryne, y al que comenzaba a acostumbrarse. No le gustaban nada esas bestias, y que el suelo estuviera tan lejos, pero le prometió a la cazadora que aprendería a montar bien y eso trataba de hacer cada vez que se alejaba de la mansión más de una manzana.
Hacía días que había visto a su padre,cuando acudió a la mansión Paine devolviéndole a su gato y cómo no, discutiendo de nuevo por ese asunto. Las cosas estaban revueltas entre ellos, Leif le recriminaba que hacía mucho tiempo que no sabía nada de ella, y Elora le contestó que si tuviera la decencia de preocuparse un poco no estarían en esa situación. Habían tenido unos meses muy movidos y el pirata, haciendo gala de su pasotismo e independencia, ni se había enterado de los acontecimientos que les habían sucedido: su viaje a Alemania, el hechizo que salió mal y la trasportó al futuro, la jugarreta de Stein que las dejó una semana en coma... nada de todo eso había contado con la presencia del licántropo, y no podía tener tanta cara dura de recriminárselo cuando él era el primero que pasaba de la familia.
Aún así, sabía que ese territorio era seguro, y si por casualidad se encontraba con su padre, pues charlarían un poco y ya está. A Elora no le gustaba demasiado guardar rencores con la gente que le importaba, eso sí: si se trataba de alguien que le hacía daño, su odio podía ser eterno.
Escuchó un ruido, crujidos de ramas lo suficientemente sonoros para no tratarse de un conejo o un cervatillo. Sonrió entre dientes y se levantó, con el saco de tela en la mano y éstas sucias de tierra de desenterrar setas. Seguramente sería Leif. Pero cuando vio la silueta supo que no, y que no era pequeño. Se pegó al tronco del árbol respirando superficialmente. Se estaba acercando y parecía que le costaba un poco avanzar, y entonces resonó su voz, amenazadora, peligrosa como una fiera acorralada. La tos húmeda le indicó que estaba maltrecho y fue por eso por lo que la bruja salió de detrás del tronco, observando al hombre que tenía frente a ella. Realmente estaba muy perjudicado. Sos ojos oscuros calibraron el balance de daños, al menos los visibles, y supo que estaba realmente jodido, pero su aura gritaba que era un licántropo. ¿Habría sido Leif el causante? ¿Y si se trataba de un lobo invasor, y su padre había defendido su territorio?
—¿quién..? ¿quién eres? No te acerques!!...— la bruja reculó unos pasos atrás.— Este es el territorio de Leif Paine, y si me tocas un pelo te triturará los huesos!!
Si era un licántropo, seguramente ya habría percibido su aura chispeante, sabría que era una bruja, y que quizás no levantase dos palmos del suelo, pero con los hechiceros siempre había que tener cuidado porque eran listos y podían salir por cualquier sitio. Elora agarraba el saco de tela con ambas manos, su vestido era de buen corte aunque sencillo, porque cuando iba al bosque no solía llevar muchos refajos. A unos cuantos metros, reposaba Fulgrim, el caballo que le regaló Xaryne, y al que comenzaba a acostumbrarse. No le gustaban nada esas bestias, y que el suelo estuviera tan lejos, pero le prometió a la cazadora que aprendería a montar bien y eso trataba de hacer cada vez que se alejaba de la mansión más de una manzana.
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Re: #Fábula - Paine
Cerró sus ojos para tratar de saber que tamaño podría tener el personaje que estaba detrás de aquel árbol. Por la delicadeza de sus movimientos y la suavidad de cada paso, debía de tratar de de alguien menudo, seguramente femenino. Cuando salió de detrás todas sus teorías se hicieron ciertas. Una pequeña bruja, delgada y de tez clara se asomó algo asustada, tratando de parecer decidida y atrevida, pese a que su cuerpo delataba la farsa de la actuación, estaba preparada para defenderse y salir corriendo si era necesario.
Una sonrisa se dibujó en los labios del licántropo, que consiguió levantarse, observando a la bruja desde la altura - Deja de gritar - le pidió con calma, alzando su mano derecha, pues el brazo izquierdo seguía colgando inerte en su latera - ¿Qué? - sus palabras le sacaron de su ensimismamiento obligandole a prestar más atención a la muchacha que tenía frente a él - ¿Paine? - le preguntó dando un paso hacía ella. Estaba en Paris en busca de ese "Paine" y ahora había dado al fin con una pista. Leif Paine tenía un territorio, y él se encontraba en él. Lo que le desconcertaba era que una bruja como aquella, aparentemente tan frágil estuviera allí y tuviese el valor de amenazarlo.
Pasó su brazo por su labio, apartando un poco de sangre, y sin borrar su sonrisa hizo una pequeña reverencia burlesca - Soy Reydek Paine - le explicó - Creo que quizás parte de este territorio me pertenezca, bruja - su voz era jocosa, al igual que los gestos de su rostro. El dolor había pasado aun segundo plano. La adrenalina corría por sus venas, ayudando a sanar con más rapidez.
Una sonrisa se dibujó en los labios del licántropo, que consiguió levantarse, observando a la bruja desde la altura - Deja de gritar - le pidió con calma, alzando su mano derecha, pues el brazo izquierdo seguía colgando inerte en su latera - ¿Qué? - sus palabras le sacaron de su ensimismamiento obligandole a prestar más atención a la muchacha que tenía frente a él - ¿Paine? - le preguntó dando un paso hacía ella. Estaba en Paris en busca de ese "Paine" y ahora había dado al fin con una pista. Leif Paine tenía un territorio, y él se encontraba en él. Lo que le desconcertaba era que una bruja como aquella, aparentemente tan frágil estuviera allí y tuviese el valor de amenazarlo.
Pasó su brazo por su labio, apartando un poco de sangre, y sin borrar su sonrisa hizo una pequeña reverencia burlesca - Soy Reydek Paine - le explicó - Creo que quizás parte de este territorio me pertenezca, bruja - su voz era jocosa, al igual que los gestos de su rostro. El dolor había pasado aun segundo plano. La adrenalina corría por sus venas, ayudando a sanar con más rapidez.
Reydek Paine- Licántropo Clase Media
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Re: #Fábula - Paine
¿Reydek Paine? eso podía significar muchas cosas. Podría ser hermano, sobrino o ...¿hijo de Paine? ¿Podría ser su hermano? De repente todo parecía absurdo y extraño y surrealista.
La bruja era menuda pero desde luego era hija de su padre. Puso los brazos en jarras y frunció el ceño.
— ¿Reydek Paine? y a mi qué. Podrías llamarte Bartolo Pololo y que cada palabra que escupes por esa boca fuera mentira. Si fueras familia de Leif me lo habría contado, porque yo soy la única hija de Paine. Además...— lo miró de arriba a abajo.— no te pareces en nada a él, eres mucho más feo.
Como si ella se pareciese en algo, que era el vivo retrato de Edora, de Paine sólo tenía el carácter y el color de piel y cabello tirando a tostado. Y allí estaba la bruja plantando cara, como si fuera lo más normal del mundo encontrarse a un licántropo en mitad del bosque, diciendote que igual es tu hermano o tu tío, y no tuviera nada mejor que hacer que discutirlo.
— ¿sabe que vienes? porque no hay problema, lo podemos avisar y él sabrá qué hacer con los extraños que invaden su territorio. Si mientes... despídete del otro brazo.
Era muy fácil hacerse la chula cuando tu padre es un lobo salvaje sin escrúpulos, solo que en ese preciso instante no tenía ni idea de si Leif estaba por allí, rezaba para que fuera así y no estuviera borracho y dormido en un burdel de París. Aún así, no reculó, se mantuvo firme con los pies clavados en su posición. Eso sí, se concentró en llamar a un par de entes que pudieran ayudarla, cubrirle la huida, porque ese tal Reydek quizás no estuviera para aguantar una pelea con lobos, pero para dar caza a una humana inútil como ella, aún le quedaba fuelle.
¿Y si era su hermano? de alguna forma le molestó, porque parecía mayor que ella, así que dejaría de ser la primogénita y aunque su padre no fuera un marqués, le jodía igual tener que compartirlo con alguien y perder su puesto de hija única.
La bruja era menuda pero desde luego era hija de su padre. Puso los brazos en jarras y frunció el ceño.
— ¿Reydek Paine? y a mi qué. Podrías llamarte Bartolo Pololo y que cada palabra que escupes por esa boca fuera mentira. Si fueras familia de Leif me lo habría contado, porque yo soy la única hija de Paine. Además...— lo miró de arriba a abajo.— no te pareces en nada a él, eres mucho más feo.
Como si ella se pareciese en algo, que era el vivo retrato de Edora, de Paine sólo tenía el carácter y el color de piel y cabello tirando a tostado. Y allí estaba la bruja plantando cara, como si fuera lo más normal del mundo encontrarse a un licántropo en mitad del bosque, diciendote que igual es tu hermano o tu tío, y no tuviera nada mejor que hacer que discutirlo.
— ¿sabe que vienes? porque no hay problema, lo podemos avisar y él sabrá qué hacer con los extraños que invaden su territorio. Si mientes... despídete del otro brazo.
Era muy fácil hacerse la chula cuando tu padre es un lobo salvaje sin escrúpulos, solo que en ese preciso instante no tenía ni idea de si Leif estaba por allí, rezaba para que fuera así y no estuviera borracho y dormido en un burdel de París. Aún así, no reculó, se mantuvo firme con los pies clavados en su posición. Eso sí, se concentró en llamar a un par de entes que pudieran ayudarla, cubrirle la huida, porque ese tal Reydek quizás no estuviera para aguantar una pelea con lobos, pero para dar caza a una humana inútil como ella, aún le quedaba fuelle.
¿Y si era su hermano? de alguna forma le molestó, porque parecía mayor que ella, así que dejaría de ser la primogénita y aunque su padre no fuera un marqués, le jodía igual tener que compartirlo con alguien y perder su puesto de hija única.
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Re: #Fábula - Paine
El tono de voz de la muchacha y la forma en la que las palabras salían de aquella boca tan pequeña mareaban al muchacho, que agotado por la actitud de ella, sólo pensaba en tomar asiento y observar como sacaba sus conjeturas, disfrutando de la facilidad e la gente para idear historias y fantasías. Aquella chica tenía que ser un verdadero dolor de cabeza para su pareja, si es que la tenía.
Suspiró y pasó su mano abierta por el cabello, apartándolo de rostro - Tranquila, fiera - comenzó, poniendo la palma en su dirección en gesto de stop - No tengo ni puta idea de como luce tu gran padre, pero no me toques lo cojones queriendo infravalorar el Paine de mi nombre - masculló, negando con la cabeza y esbozando otra vez aquella sonrisa altiva - Bueno, no lo esperaba tan pronto, pero adelante, he venido en su busca - posó su mano derecha en su hombro - Tranquilízate - le repite. La paciencia no era su aliada, y empezaba a cansarle la actitud de la cría.
Nunca había pensado en que podía tener una hermana, pequeña, bruja. Y la idea le tiraba para atrás. Siempre había considerado sagrada a la familia de sangre, porque nunca había tenido a nadie a su lado, y admiraba a quienes daban la vida por los suyos, queriendo algún día tomar ese rol. Y ahora que se encontraba frente aquella bruja, deseando ahogarla, la confusión le embriagaba, obligándose a no pensar más en ello.
El licántropo caminó hacía el árbol que tenía en la derecha, apoyó el hombro contra el tronco, y comenzó a empujarlo con todas sus fuerzas. Sus pies se hundieron en la tierra mojada, y una mueca de dolor y rabia se dibujaron en su rostro. Cuando iba a darse por vencido un "clack" sonó, y para no caerse, apoyó ambas manos en el tronco, recobrando la postura - Estoy preparado, hermana - esbozó una sonrisa. Esperaba que las palabras de la muchacha fuesen una referencia real hacía su padre, y que este fuese tan feroz como ella lo pintaba.
Suspiró y pasó su mano abierta por el cabello, apartándolo de rostro - Tranquila, fiera - comenzó, poniendo la palma en su dirección en gesto de stop - No tengo ni puta idea de como luce tu gran padre, pero no me toques lo cojones queriendo infravalorar el Paine de mi nombre - masculló, negando con la cabeza y esbozando otra vez aquella sonrisa altiva - Bueno, no lo esperaba tan pronto, pero adelante, he venido en su busca - posó su mano derecha en su hombro - Tranquilízate - le repite. La paciencia no era su aliada, y empezaba a cansarle la actitud de la cría.
Nunca había pensado en que podía tener una hermana, pequeña, bruja. Y la idea le tiraba para atrás. Siempre había considerado sagrada a la familia de sangre, porque nunca había tenido a nadie a su lado, y admiraba a quienes daban la vida por los suyos, queriendo algún día tomar ese rol. Y ahora que se encontraba frente aquella bruja, deseando ahogarla, la confusión le embriagaba, obligándose a no pensar más en ello.
El licántropo caminó hacía el árbol que tenía en la derecha, apoyó el hombro contra el tronco, y comenzó a empujarlo con todas sus fuerzas. Sus pies se hundieron en la tierra mojada, y una mueca de dolor y rabia se dibujaron en su rostro. Cuando iba a darse por vencido un "clack" sonó, y para no caerse, apoyó ambas manos en el tronco, recobrando la postura - Estoy preparado, hermana - esbozó una sonrisa. Esperaba que las palabras de la muchacha fuesen una referencia real hacía su padre, y que este fuese tan feroz como ella lo pintaba.
Reydek Paine- Licántropo Clase Media
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Re: #Fábula - Paine
La construcción de las cabañas iba viento en popa, en tan solo unos días tenían listas las estructuras y algunas paredes. Kethyr había demostrado ser un joven fuerte y tenaz, su ímpetu se le había contagiado desde el minuto uno y estaba hasta sorprendido de no haber necesitado el ron en todo ese tiempo. No que no pensara en ello, pero prefería centrar sus energías en terminar ambas casetas y poder así hacer presentaciones formales con Elora. Otro de los motivos, el cual no había compartido con nadie, es que quería demostrarle a cierta bruja de pelo azabache que no era un simple pirata borrachuzo, sino alguien capaz de construir en lugar de destruir.
Trabajaba hasta que la noche se volvía demasiado oscura para ver nada a derechas, descansaba para dormir, cazar y comer, siempre en silenciosa compañía con su hijo. Y algunas noches se tomaban su tiempo para enseñarle a Kethyr a controlar mejor sus nuevos dones. Y ahí estaban en ese instante. De pie cara a cara con los ojos cerrados dejando fluir los sentidos para adueñarse de su alrededor. Leif vestía unos simples pantalones muy zurcidos ya, lo mínimo para no incomodar a su hijo. Descalzo, para sentir la tierra en sus pies, y con el torso desnudo después de pasarse el día sudando a golpe de hacha.
-Debes aprender a diferenciar cada sonido. Identificar qué lo provoca y a qué distancia se encuentra... - se puso a buscar algo con lo que ponerle un ejemplo, pero entonces sus músculos se tensaron y abrió los ojos. Una gélida máscara se instaló en su rostro mientras clavaba la mirada más allá de los árboles y de la oscuridad que los rodeaba. Escuchó voces, una muy conocida acompañada de la esencia de su hija. Su preocupación nacía en quien la acompañaba. - Elora está cerca y va con alguien. Métete en la cueva o ven conmigo, tú decides - por el tono firme y lúgubre de su voz, le informó que en caso de ser necesario iba a haber una matanza. Tal como hizo el día que Kethyr llegó a sus tierras, avanzó presto y sigiloso por las sombras acercándose con disimulo.
Trabajaba hasta que la noche se volvía demasiado oscura para ver nada a derechas, descansaba para dormir, cazar y comer, siempre en silenciosa compañía con su hijo. Y algunas noches se tomaban su tiempo para enseñarle a Kethyr a controlar mejor sus nuevos dones. Y ahí estaban en ese instante. De pie cara a cara con los ojos cerrados dejando fluir los sentidos para adueñarse de su alrededor. Leif vestía unos simples pantalones muy zurcidos ya, lo mínimo para no incomodar a su hijo. Descalzo, para sentir la tierra en sus pies, y con el torso desnudo después de pasarse el día sudando a golpe de hacha.
-Debes aprender a diferenciar cada sonido. Identificar qué lo provoca y a qué distancia se encuentra... - se puso a buscar algo con lo que ponerle un ejemplo, pero entonces sus músculos se tensaron y abrió los ojos. Una gélida máscara se instaló en su rostro mientras clavaba la mirada más allá de los árboles y de la oscuridad que los rodeaba. Escuchó voces, una muy conocida acompañada de la esencia de su hija. Su preocupación nacía en quien la acompañaba. - Elora está cerca y va con alguien. Métete en la cueva o ven conmigo, tú decides - por el tono firme y lúgubre de su voz, le informó que en caso de ser necesario iba a haber una matanza. Tal como hizo el día que Kethyr llegó a sus tierras, avanzó presto y sigiloso por las sombras acercándose con disimulo.
Leif Paine- Licántropo Clase Baja
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Re: #Fábula - Paine
Con los pies firmemente anclados en la tierra, inhalo un par de veces para realizar el ejercicio. Los largos cabellos castaños se mecen suavemente al detenerme, mojados por el sudor del intenso esfuerzo físico. Tal y como Leif me ha enseñado, destierro los pensamientos de mi mente. Recuerdos, dudas, temores, deseos. Todos desaparecen, cediendo el paso a mis sentidos más básicos.
Vista. Oído. Olfato. Gusto. Tacto.
Bajo la atenta mirada de mi padre, empiezo a absorber información de mi entorno. Un correteo leve como la brisa, señalando el paso de una liebre unos metros hacia el norte. La frescura del agua corriendo por el riachuelo, como un rumor constante y claro. Mis dedos sintiendo la fría tierra entre ellos, mojada y viva. La corteza bajo mis manos, mi vista fija en la espesura. Desenfocada para darle preferencia al resto de instintos.
Una nueva inhalación me permite captar más información sobre el entorno que me rodea. Arrastra hacia mi el aroma a vida, a civilización, tan poco habitual en esta zona del bosque. Mis papilas gustativas afinan más la información; son un hombre y a una mujer, ambos adultos. Y lo más importante: ninguno de ellos es completamente humano.
Curioso, miro a Leif para ver si él también los ha percibido. No me sorprende comprobar que así es; el licántropo ha tenido muchos años para afinar sus habilidades, en contraposición con mi escaso mes de experiencia. Con los claros orbes entrecerrados, permanece un par de minutos en silencio. Parece pensativo, pero no tarda en compartir conmigo la razón de su inquietud. Al parecer conoce a uno de ellos, y con razón; porque se trata de la famosa Elora, la hija de la que apenas he podido arrancarle unas pocas palabras estos últimos días. Mi medio hermana bruja, que mantiene una relación amorosa con una cazadora tan poco habitual como ella. Y una completa desconocida.
Precisamente por ello, el moreno me da la opción de no seguirle hacia el claro. De rehuir el momento de nuestro primer encuentro, ocultándome en la cueva en la que he dormido desde que llegué a París. Durante un instante, fantaseo con la posibilidad de evitar la incomodidad de conocerla. De tener que adaptarme otra vez a un pariente extraño, más hostil de lo que lo era en mi amable imaginación. Es una idea tan tentadora... pero lo fácil no suele ser lo correcto. Y no puedo esconderme para siempre de mi propio destino.
Así que cuando Leif emprende un vivo pero silencioso paso, yo le sigo como una sombra. Callado, pensativo pero sobre todo, cauteloso. Y es que Elora no está sola, tal y como había percibido antes. Y no sé si su compañía será más o menos hostil que ella misma.
Vista. Oído. Olfato. Gusto. Tacto.
Bajo la atenta mirada de mi padre, empiezo a absorber información de mi entorno. Un correteo leve como la brisa, señalando el paso de una liebre unos metros hacia el norte. La frescura del agua corriendo por el riachuelo, como un rumor constante y claro. Mis dedos sintiendo la fría tierra entre ellos, mojada y viva. La corteza bajo mis manos, mi vista fija en la espesura. Desenfocada para darle preferencia al resto de instintos.
Una nueva inhalación me permite captar más información sobre el entorno que me rodea. Arrastra hacia mi el aroma a vida, a civilización, tan poco habitual en esta zona del bosque. Mis papilas gustativas afinan más la información; son un hombre y a una mujer, ambos adultos. Y lo más importante: ninguno de ellos es completamente humano.
Curioso, miro a Leif para ver si él también los ha percibido. No me sorprende comprobar que así es; el licántropo ha tenido muchos años para afinar sus habilidades, en contraposición con mi escaso mes de experiencia. Con los claros orbes entrecerrados, permanece un par de minutos en silencio. Parece pensativo, pero no tarda en compartir conmigo la razón de su inquietud. Al parecer conoce a uno de ellos, y con razón; porque se trata de la famosa Elora, la hija de la que apenas he podido arrancarle unas pocas palabras estos últimos días. Mi medio hermana bruja, que mantiene una relación amorosa con una cazadora tan poco habitual como ella. Y una completa desconocida.
Precisamente por ello, el moreno me da la opción de no seguirle hacia el claro. De rehuir el momento de nuestro primer encuentro, ocultándome en la cueva en la que he dormido desde que llegué a París. Durante un instante, fantaseo con la posibilidad de evitar la incomodidad de conocerla. De tener que adaptarme otra vez a un pariente extraño, más hostil de lo que lo era en mi amable imaginación. Es una idea tan tentadora... pero lo fácil no suele ser lo correcto. Y no puedo esconderme para siempre de mi propio destino.
Así que cuando Leif emprende un vivo pero silencioso paso, yo le sigo como una sombra. Callado, pensativo pero sobre todo, cauteloso. Y es que Elora no está sola, tal y como había percibido antes. Y no sé si su compañía será más o menos hostil que ella misma.
Kethyr Paine- Licántropo Clase Baja
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Re: #Fábula - Paine
Lsa actitud de Reydek Paine era cuanto menos desafiante. La bruja no sabía qué esperar de él, sólo intuía que era un licántropo, que estaba herido y que podría ser completamente imprevisible, y si era un Paine como decía, todavía más. Frunció de nuevo el ceño.
— Hmmm... está bien. Iré a buscarle, quédate aquí.— Oh, sí, como si buscar a un lobo en un bosque inmenso fuera tan fácil. Confiaba en que Leif no se hubiera marchado a cualquier lugar, porque lo que tenía claro es que no quería quedarse más tiempo con ese ser tan... tan... ¿arrogante? Sí, esa era la palabra. No le había molestado su licantropía, ni su físico, y en el fondo tampoco que fuera hermano suyo si es que lo era. Lo que realmente le molestaba es que fuera un vacilón y además pariente.
Se dio la vuelta y echó a andar hacia el sudeste, donde creía que Leif tenía su escondite, y estuvo tentada de llamarlo a voces, pero tampoco sería muy sensato, cualquier cazador o pastor podría escucharla, sería el blanco de todas las alimañas del bosque. Aún así, valoró las opciones que tenía y decidió al menos intentarlo una vez.
— Paaaaaadreeeeeee!!!! soy yo!!! si me escuchas ven hacia mí!!!
Despues de pegar el grito se dio cuenta de que había sonado bastante y masculló un "mierda" por lo bajo. ¿Y si no venía? tendría que correr. Miró de reojo por encima de su hombro a cerciorarse si Reydek la seguía o no.
— Hmmm... está bien. Iré a buscarle, quédate aquí.— Oh, sí, como si buscar a un lobo en un bosque inmenso fuera tan fácil. Confiaba en que Leif no se hubiera marchado a cualquier lugar, porque lo que tenía claro es que no quería quedarse más tiempo con ese ser tan... tan... ¿arrogante? Sí, esa era la palabra. No le había molestado su licantropía, ni su físico, y en el fondo tampoco que fuera hermano suyo si es que lo era. Lo que realmente le molestaba es que fuera un vacilón y además pariente.
Se dio la vuelta y echó a andar hacia el sudeste, donde creía que Leif tenía su escondite, y estuvo tentada de llamarlo a voces, pero tampoco sería muy sensato, cualquier cazador o pastor podría escucharla, sería el blanco de todas las alimañas del bosque. Aún así, valoró las opciones que tenía y decidió al menos intentarlo una vez.
— Paaaaaadreeeeeee!!!! soy yo!!! si me escuchas ven hacia mí!!!
Despues de pegar el grito se dio cuenta de que había sonado bastante y masculló un "mierda" por lo bajo. ¿Y si no venía? tendría que correr. Miró de reojo por encima de su hombro a cerciorarse si Reydek la seguía o no.
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Re: #Fábula - Paine
La actitud de Elora era ridícula. Reydek se sintió avergonzado, pensar que aquella muchacha podía tener la misma sangre que él, era una idea absurda... Aun que quizás la hechicería robaba neuronas a medida que era utilizada, y de ahí la estupidez de gritar en pleno bosque para que su padre, un licántropo que tenía la suficiente supremacía en el lugar como para poseerlo, le fuese a prestar atención. El tal "Paine" ya sabía que él estaba allí con ella, y eso le situaba en desventaja. El creer que su hija podía estar en peligro, podría nublarle la razón, y no atender a ningún argumento.
Volvió a rodear su torso con el brazo contrario al que tenía la herida del costado, para tapar ambas. Se agachó frente al tronco de un árbol y se sentó en el, cerrando los ojos. Notó la presencia de alguien más casi nada más sentarse, aun estaba lejos, y parecía venir acompañado. Podía ser o no ser el tal "Paine" pero si no lo era, lo tenía bien difícil para sacar a la idiota esa con vida.
Abrió un ojo acompañado de un sonoro suspiro - No voy a seguirte, que venga él, para algo son sus tierras - le explicó, desde el suelo. No podía gastar más energía, necesitaba recuperar lo máximo posible para tener una presencia digna ante el que podía ser su padre.
Cuando hubo notado las presencias suficientemente cerca, agarrándose en el tronzo, se levantó y dio un paso hacía delante, alejándose de las raíces del árbol que podrían entorpecerle su tuviese que huir. Estaba nervioso.
Volvió a rodear su torso con el brazo contrario al que tenía la herida del costado, para tapar ambas. Se agachó frente al tronco de un árbol y se sentó en el, cerrando los ojos. Notó la presencia de alguien más casi nada más sentarse, aun estaba lejos, y parecía venir acompañado. Podía ser o no ser el tal "Paine" pero si no lo era, lo tenía bien difícil para sacar a la idiota esa con vida.
Abrió un ojo acompañado de un sonoro suspiro - No voy a seguirte, que venga él, para algo son sus tierras - le explicó, desde el suelo. No podía gastar más energía, necesitaba recuperar lo máximo posible para tener una presencia digna ante el que podía ser su padre.
Cuando hubo notado las presencias suficientemente cerca, agarrándose en el tronzo, se levantó y dio un paso hacía delante, alejándose de las raíces del árbol que podrían entorpecerle su tuviese que huir. Estaba nervioso.
Reydek Paine- Licántropo Clase Media
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Re: #Fábula - Paine
El grito crispó sus nervios, apretando los puños mientras su mente se llenaba de improperios hacia su hija. ¿Podía ser más descuidada? Aunque parte de aquellas tierras fueran su dominio, había otras criaturas merodeando a toda hora, hambrientas por cazar alguien tan descuidado como acababa de ser su propia hija. Su tono no anunciaba peligro, mas sí cierta desesperación, de modo que apremió a Kethyr con un movimiento de mano, notando la fuerza de quien acompañaba a Elora conforme más se acercaban. Pudo oler también la sangre y tranquilizarse al saber que no era de la bruja. Quien fuera que estuviera con ella estaba herido y le dejaba en una clara desventaja.
Apareció con paso calmo entre los árboles, sintiendo una extraña sensación de deja vú. Recordó de inmediato el día que se encontró a Kethyr, en quien cada vez confiaba un poco más, y se preguntó si esa sangre que estaba oliendo no sería también propia. Clavó la gélida mirada en el hombre herido, un lobo también, y mantuvo la pose erguida con una silenciosa amenaza plasmada en su rostro.
-Elora - habló, sin apartar la mirada del hombre, - no vuelvas a gritar de ese modo. No ha sido una buena idea. Intuyo que llevas mi sangre - dirigiéndose al fin al último hijo encontrado - pero tu presencia parece hostil. Aquí me tienes, habla.
Apareció con paso calmo entre los árboles, sintiendo una extraña sensación de deja vú. Recordó de inmediato el día que se encontró a Kethyr, en quien cada vez confiaba un poco más, y se preguntó si esa sangre que estaba oliendo no sería también propia. Clavó la gélida mirada en el hombre herido, un lobo también, y mantuvo la pose erguida con una silenciosa amenaza plasmada en su rostro.
-Elora - habló, sin apartar la mirada del hombre, - no vuelvas a gritar de ese modo. No ha sido una buena idea. Intuyo que llevas mi sangre - dirigiéndose al fin al último hijo encontrado - pero tu presencia parece hostil. Aquí me tienes, habla.
Leif Paine- Licántropo Clase Baja
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Localización : Bosques
Re: #Fábula - Paine
No tardamos mucho en llegar al lugar de donde salen los gritos. Atravesando la espesura en dirección al este, los árboles se abren para mostrar el pequeño claro en el que se desarrolla la acción. Un espacio abierto de hierba oscura y brillante, en el que dos personas se miran fijamente a la espera de nuestra llegada. Rodeados por los sonidos de un lugar tan lleno de vida como el bosque, y con el manto azul del cielo sobresaliendo por encima de sus cabezas.
Un simple olisqueo me basta para determinar que a ellos les pertenecen los efluvios que había olido antes en el entrenamiento. El fuerte y acre, con un matiz almizclado muy similar al de Leif y el mío, pertenece al hombre. Sus cabellos son claros como la miel, apelmazados por la sangre que mana abundante de sus múltiples heridas. Sus brazos son gruesos y musculosos, y su cuerpo parece en forma pese a su estado actual. Lo que más me llama la atención son sus ojos: fríos como dos esquirlas de hielo. No me transmiten confianza, sino más bien lo contrario; la sensación de que es alguien de quien es mejor guardarte las espaldas.
El otro aroma reinante en el claro es suave como la brisa veraniega, aromatizado con un toque floral que no sé identificar. Su propietaria es la hechicera que daba voces llamando a Leif: la famosa Elora, imagino. Es hermosa, y pese a su reducido tamaño en comparación al resto de nosotros, no parece amedrentada por la situación. Al contrario: todo en sus gestos denota seguridad en sí misma, en su capacidad para manejar la situación y en que el mundo se plegará ante sus deseos. Algo que encaja perfectamente con lo poco que sé de ella, y que ya es más de lo que sé sobre mi otro hermano. Porque no me cabe duda de que ambos son parte de la familia; evocan en mi esa nostalgia que sentí cuando conocí al licántropo, que él me enseñó a identificar como instintivo y natural. Y eso es algo que me desconcierta, provocando que me detenga antes de abandonar la protección de los árboles para replantearme las nuevas circunstancias.
No sé muy bien cómo reaccionar a la situación. Mientras caminábamos por la espesura, estaba preparándome mentalmente para enfrentarme al fuerte carácter de mi hermana. Leif me advirtió de la posibilidad de un rechazo por su parte, y yo lo aceptaba y asumía. Porque entiendo que pueda enfadarse por un cambio, que ni ella ha buscado ni tiene porqué reportarle nada. Pero creía que podría con ello. Que si su reacción no era la que yo deseaba al conocerme, tendría tiempo para ganarme su confianza. Para que viera que soy alguien leal, y saber qué clase de persona es ella a su vez.
Pero lo que me cuesta aceptar, por alguna broma del destino, es la existencia de otro Paine más con el que lidiar. Un Paine cuyo aspecto me resulta mucho más amenazador que el de la pequeña y morena bruja, y no sólo por el físico. El rubio parece mucho más dominante, agresivo y decidido que yo mismo; lo que podría suponer una potencial fuente de problemas si él y yo nos enfadamos en alguna ocasión. Además, su aura me indica que no es alguien inofensivo; si yo me interpusiese entre sus objetivos y él, no creo que tardase demasiado en atacarme.
Pasándome una mano por los largos cabellos, decido dejar que mi padre se hace cargo de la situación. Estaré preparado para intervenir si la situación se descontrola, mis músculos tensos para saltar a la menor señal de peligro. Pero no quiero hablar, o al menos, no todavía. Así que me apoyo disimuladamente contra el tronco de un árbol, a la espera de que la situación fluya de algún modo menos incómodo que ahora.
Un simple olisqueo me basta para determinar que a ellos les pertenecen los efluvios que había olido antes en el entrenamiento. El fuerte y acre, con un matiz almizclado muy similar al de Leif y el mío, pertenece al hombre. Sus cabellos son claros como la miel, apelmazados por la sangre que mana abundante de sus múltiples heridas. Sus brazos son gruesos y musculosos, y su cuerpo parece en forma pese a su estado actual. Lo que más me llama la atención son sus ojos: fríos como dos esquirlas de hielo. No me transmiten confianza, sino más bien lo contrario; la sensación de que es alguien de quien es mejor guardarte las espaldas.
El otro aroma reinante en el claro es suave como la brisa veraniega, aromatizado con un toque floral que no sé identificar. Su propietaria es la hechicera que daba voces llamando a Leif: la famosa Elora, imagino. Es hermosa, y pese a su reducido tamaño en comparación al resto de nosotros, no parece amedrentada por la situación. Al contrario: todo en sus gestos denota seguridad en sí misma, en su capacidad para manejar la situación y en que el mundo se plegará ante sus deseos. Algo que encaja perfectamente con lo poco que sé de ella, y que ya es más de lo que sé sobre mi otro hermano. Porque no me cabe duda de que ambos son parte de la familia; evocan en mi esa nostalgia que sentí cuando conocí al licántropo, que él me enseñó a identificar como instintivo y natural. Y eso es algo que me desconcierta, provocando que me detenga antes de abandonar la protección de los árboles para replantearme las nuevas circunstancias.
No sé muy bien cómo reaccionar a la situación. Mientras caminábamos por la espesura, estaba preparándome mentalmente para enfrentarme al fuerte carácter de mi hermana. Leif me advirtió de la posibilidad de un rechazo por su parte, y yo lo aceptaba y asumía. Porque entiendo que pueda enfadarse por un cambio, que ni ella ha buscado ni tiene porqué reportarle nada. Pero creía que podría con ello. Que si su reacción no era la que yo deseaba al conocerme, tendría tiempo para ganarme su confianza. Para que viera que soy alguien leal, y saber qué clase de persona es ella a su vez.
Pero lo que me cuesta aceptar, por alguna broma del destino, es la existencia de otro Paine más con el que lidiar. Un Paine cuyo aspecto me resulta mucho más amenazador que el de la pequeña y morena bruja, y no sólo por el físico. El rubio parece mucho más dominante, agresivo y decidido que yo mismo; lo que podría suponer una potencial fuente de problemas si él y yo nos enfadamos en alguna ocasión. Además, su aura me indica que no es alguien inofensivo; si yo me interpusiese entre sus objetivos y él, no creo que tardase demasiado en atacarme.
Pasándome una mano por los largos cabellos, decido dejar que mi padre se hace cargo de la situación. Estaré preparado para intervenir si la situación se descontrola, mis músculos tensos para saltar a la menor señal de peligro. Pero no quiero hablar, o al menos, no todavía. Así que me apoyo disimuladamente contra el tronco de un árbol, a la espera de que la situación fluya de algún modo menos incómodo que ahora.
Kethyr Paine- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 21/01/2017
Re: #Fábula - Paine
Al ver a Leif aparecer suspiró de puro alivio, por un instante pensó que si no estaba allí lo podía pasar mal en cuanto el licántropo cogiese fuerzas. Avanzó unos pasos hacia su padre, más contenta de verlo que lo habitual. Pero poco le duró la sensación, porque Leif escupió las palabras con la acidez que le caracterizaba.
Bueno, ciertamente se había expuesto demasiado, y tenía razones para echarle la bronca, asi que aceptó esa parte, y de haber tenido una forma animal, habría agachado las orejas. Pero cuando Leif dijo que el otro llevaba su sangre... se tensó.
¿Así pues, era cierto? era hijo de Leif? ¿y el otro que le acompañaba? La situación era algo inverosímil.
Miró al licántropo herido y a Paine y luego a Kethyr y frunció el ceño. Se cruzó de brazos en esa actitud desafiante que le salía en los momentos más insospechados.
— Este tipo dice que es tu hijo y que se llama Reydek Paine. Pensé que mentía pero... Joder. ¿Cuántos bastardos has dejado por el mundo? no me jodas, padre!! ¿ahora resultará que somos una graaaaan familia feliz?
La lengua viperina de la bruja farfulló el comentario con toda la ironía de la que fue capaz. Se sentía herida con la aparición de ese imbécil petulante, primero porque era hombre y lobo, como Leif, y ella no lo era. Después porque parecía mayor, con lo cual el primogénito sería él, y de alguna forma ella sería desplazada. Sabía que no contaba con el cariño manifiesto de su padre. Sí la quería de alguna forma, pero siempre estaban enzarzados a pelearse, y se tocaban las narices mutuamente. No sentía que su padre estuviera orgulloso de ella y si aparecía aquel patán, aún la apartaría más de su vida. Y a todo eso, la bruja no sabía que Kethyr era también de su sangre. Le quedaba mucho por entender y digerir.
Bueno, ciertamente se había expuesto demasiado, y tenía razones para echarle la bronca, asi que aceptó esa parte, y de haber tenido una forma animal, habría agachado las orejas. Pero cuando Leif dijo que el otro llevaba su sangre... se tensó.
¿Así pues, era cierto? era hijo de Leif? ¿y el otro que le acompañaba? La situación era algo inverosímil.
Miró al licántropo herido y a Paine y luego a Kethyr y frunció el ceño. Se cruzó de brazos en esa actitud desafiante que le salía en los momentos más insospechados.
— Este tipo dice que es tu hijo y que se llama Reydek Paine. Pensé que mentía pero... Joder. ¿Cuántos bastardos has dejado por el mundo? no me jodas, padre!! ¿ahora resultará que somos una graaaaan familia feliz?
La lengua viperina de la bruja farfulló el comentario con toda la ironía de la que fue capaz. Se sentía herida con la aparición de ese imbécil petulante, primero porque era hombre y lobo, como Leif, y ella no lo era. Después porque parecía mayor, con lo cual el primogénito sería él, y de alguna forma ella sería desplazada. Sabía que no contaba con el cariño manifiesto de su padre. Sí la quería de alguna forma, pero siempre estaban enzarzados a pelearse, y se tocaban las narices mutuamente. No sentía que su padre estuviera orgulloso de ella y si aparecía aquel patán, aún la apartaría más de su vida. Y a todo eso, la bruja no sabía que Kethyr era también de su sangre. Le quedaba mucho por entender y digerir.
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Re: #Fábula - Paine
Apoyó la espalda en el gran árbol, donde las cortezas se le clavaron a causa de dejar todo el cuerpo caer sobre el tronco. Cerró los ojos unos segundo la cabeza comenzaba a dolerle con fuerza y no por lo ajetreado de la situación. La voz de la cría era insoportable.
Pasó una mano por su cabello y se incorporó apartándose del árbol en cuanto notó las dos presencias que se acercaban. Apretó sus puños y alzó su barbilla, no iba a mostrar debilidad, pese a encontrarse en una desventaja considerable y prácticamente mortal.
Llevaba apenas unos días en busca del hombre que le otorgó aquel apellido, y la primera sorpresa no fue otra que saber que arrastraban la misma condena. La segunda que ya era alguien, y tenía sus tierras. La última sorpresa llegó acompañado de la presencia del susodicho. Otro hermano más. Que valientemente le miraba cómo si su mirada pudiese hacerle algo a él. Estúpido.
La mandíbula se tensó mientras volvía a mirar a la bruja, no había manera de callarla - Descansa tu protagonismo unos segundos, Elora - le pidió sin mirarla, alzando la mano derecha hacía ella. No podía soportar que cada frase que ambos intercambiaran ella tuviese que intervenir con alguna banalidad - Al fin nos conocemos, Padre - la sonrisa ladina se dibujó casi de manera automática en su rostro - Hermano - añadió, mirando al muchacho detrás de Leif - Buscaba a quien me dio todo lo que soy, para devolvérselo - mascullo dando un paso bastante débil hacía ellos, provocando que tuviera que agarrar de nuevo el costado con su mano - No tardé en saber quien eras, y veo que no estás solo. Quiero ser un Paine - sus palabras firmes, podían ser demasiado directas, pero estaba seguro de que sabía que se refería a la hora hablar de los Paine en forma global. Si su padre tenía una manada, él debía pertenecer a ella.
Pasó una mano por su cabello y se incorporó apartándose del árbol en cuanto notó las dos presencias que se acercaban. Apretó sus puños y alzó su barbilla, no iba a mostrar debilidad, pese a encontrarse en una desventaja considerable y prácticamente mortal.
Llevaba apenas unos días en busca del hombre que le otorgó aquel apellido, y la primera sorpresa no fue otra que saber que arrastraban la misma condena. La segunda que ya era alguien, y tenía sus tierras. La última sorpresa llegó acompañado de la presencia del susodicho. Otro hermano más. Que valientemente le miraba cómo si su mirada pudiese hacerle algo a él. Estúpido.
La mandíbula se tensó mientras volvía a mirar a la bruja, no había manera de callarla - Descansa tu protagonismo unos segundos, Elora - le pidió sin mirarla, alzando la mano derecha hacía ella. No podía soportar que cada frase que ambos intercambiaran ella tuviese que intervenir con alguna banalidad - Al fin nos conocemos, Padre - la sonrisa ladina se dibujó casi de manera automática en su rostro - Hermano - añadió, mirando al muchacho detrás de Leif - Buscaba a quien me dio todo lo que soy, para devolvérselo - mascullo dando un paso bastante débil hacía ellos, provocando que tuviera que agarrar de nuevo el costado con su mano - No tardé en saber quien eras, y veo que no estás solo. Quiero ser un Paine - sus palabras firmes, podían ser demasiado directas, pero estaba seguro de que sabía que se refería a la hora hablar de los Paine en forma global. Si su padre tenía una manada, él debía pertenecer a ella.
Reydek Paine- Licántropo Clase Media
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Re: #Fábula - Paine
Su expresión no variaba ni un ápice, mostraba la misma serena seriedad que le caracterizaba mientras escrutaba a fondo quien recién se nombraba hijo suyo. No era mentira, lo había olido en su sangre en cuanto estuvo suficientemente cerca, pero esa prepotencia que mostraba no era para nada de su agrado. Su físico era muy distinto al de Kethyr, a quien seguía viendo como un reflejo de sí mismo veinte años atrás; tampoco se parecía a Elora, quien sin duda había heredado gran parte de su carácter. Pero sin duda alguna podía ver pedazos de sí mismo en él, aunque eso no cambiaba las cosas. Reydek, como así se presentó, iba a pasar por el mismo filtro por el que pasaron sus dos hijos antes de ganarse su confianza.
Hizo oídos sordos de momento al comentario de su hija y avanzó con pasos firmes hacia él para darle un golpe en la herida mientras ponía un pie tras su rodilla, obligándose a agacharse. Le miró desde arriba sin compasión. - La primera regla para ser un Paine, chico, es que respetes a tus hermanos. Tal vez Elora sea mujer, pero no la hace inferior a ti. No se trata de quién es más fuerte, quién llegó primero o quién es mayor - añadió mirando a sus tres bastardos - debéis respetaros y respetarme a mí si consideráis llevar mi apellido con vosotros - en el mundo por el que siempre se movió, un hombre podía elegir cómo morir, pero no qué nombre llevar. Ese le era dado desde el nacimiento y sería hasta la muerte su única pertenencia de verdad, por ello era tan importante para él que sus hijos tuvieran claro que llevar el apellido significaba mucho más que ser simplemente hijos suyos.
Le tendió una mano a Reydek para ayudarle a levantarse, mientras fijaba la mirada en Elora atendiendo al fin a sus palabras anteriores. - Como te dije una vez, no os di la espalda, simplemente no sabía de vuestra existencia, o de si hay algún vástago más. Nunca he sido hombre de familia, pero si queréis permanecer bajo mi unión yo os ofreceré siempre protección - miró a todos. - Elora, él es tu hermano Kethyr, quien llegó hace pocos días. No podía traerte aquí a conocerle hasta estar seguro que no era una amenaza. Es un lobo, también, y vino en busca de ayuda para controlar sus nuevos dones - resumió muy vagamente, volviendo a centrarse en Reydek.
¿Qué debía hacer con él? Su prepotencia iba a traerle muchos problemas. No solo eso, ya era conocedor de la existencia de otros dos bastardos suyos, el riesgo era mayor si sus intenciones no eran buenas al aparecerse ante él. Kethyr era fuerte, pero aún no había dado señales de involucrarse en caso que fueran atacados, de modo que le dejaba nuevamente a él para controlar la situación. - Atenderé tus heridas y te abriré las puertas de mi casa, pero estarás a prueba bajo mi mirada. Cualquier problema que ocasiones directa o indirectamente será motivo de destierro. ¿Lo has entendido?
Hizo oídos sordos de momento al comentario de su hija y avanzó con pasos firmes hacia él para darle un golpe en la herida mientras ponía un pie tras su rodilla, obligándose a agacharse. Le miró desde arriba sin compasión. - La primera regla para ser un Paine, chico, es que respetes a tus hermanos. Tal vez Elora sea mujer, pero no la hace inferior a ti. No se trata de quién es más fuerte, quién llegó primero o quién es mayor - añadió mirando a sus tres bastardos - debéis respetaros y respetarme a mí si consideráis llevar mi apellido con vosotros - en el mundo por el que siempre se movió, un hombre podía elegir cómo morir, pero no qué nombre llevar. Ese le era dado desde el nacimiento y sería hasta la muerte su única pertenencia de verdad, por ello era tan importante para él que sus hijos tuvieran claro que llevar el apellido significaba mucho más que ser simplemente hijos suyos.
Le tendió una mano a Reydek para ayudarle a levantarse, mientras fijaba la mirada en Elora atendiendo al fin a sus palabras anteriores. - Como te dije una vez, no os di la espalda, simplemente no sabía de vuestra existencia, o de si hay algún vástago más. Nunca he sido hombre de familia, pero si queréis permanecer bajo mi unión yo os ofreceré siempre protección - miró a todos. - Elora, él es tu hermano Kethyr, quien llegó hace pocos días. No podía traerte aquí a conocerle hasta estar seguro que no era una amenaza. Es un lobo, también, y vino en busca de ayuda para controlar sus nuevos dones - resumió muy vagamente, volviendo a centrarse en Reydek.
¿Qué debía hacer con él? Su prepotencia iba a traerle muchos problemas. No solo eso, ya era conocedor de la existencia de otros dos bastardos suyos, el riesgo era mayor si sus intenciones no eran buenas al aparecerse ante él. Kethyr era fuerte, pero aún no había dado señales de involucrarse en caso que fueran atacados, de modo que le dejaba nuevamente a él para controlar la situación. - Atenderé tus heridas y te abriré las puertas de mi casa, pero estarás a prueba bajo mi mirada. Cualquier problema que ocasiones directa o indirectamente será motivo de destierro. ¿Lo has entendido?
Leif Paine- Licántropo Clase Baja
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Localización : Bosques
Re: #Fábula - Paine
Con los brazos cruzados sobre el fuerte torso, escucho el intercambio de palabras que hay entre Elora, Reydek y Leif. Tal y como imaginaba, la bruja tiene un carácter fuerte y sarcástico, y el licántropo, una brusquedad que me sugiere que hay que tener mucho cuidado con él. No parece ser de los que dejan que nadie les imparta órdenes, al contrario; tengo la impresión de que cualquier ofensa contra su persona tendrá respuesta inmediata, o bien será almacenada para pagarla más tarde con intereses. No hay más que ver cómo ha reaccionado desde que estamos en el claro; con veneración hacia Leif, pero no sumisión. Sólo orgullo, y ganas de conseguir lo que él considera que es suyo por derecho.
Cambiando de pierna el peso de mi cuerpo, continúo observando cómo se desarrolla la situación en el claro. Leif le ofrece a Reydek la mano para ayudarle a incorporarse, después de haberle tocado intencionadamente la herida. Es evidente que él también percibe que el rubio no es de fiar, y quiere marcar territorio con una advertencia. Si me traicionas, te mato. Fácil y para toda la familia. Aunque en mi opinión, que sea de nuestra sangre sólo hace que empeorar la situación.
Emito un suspiro apenas audible, mirando fijamente a mi nuevo hermano. Haré todo lo que esté en mi mano para que encajemos, pero no soy estúpido; no pienso dejar que me ponga la mano encima. Ni siquiera por evitar una pelea familiar. Pero si la tensión estalla, si mis cálculos no son erróneos y acabamos llevándonos mal, será difícil que el problema no acabe con uno de nosotros dos muerto. Y matar a mi familia no está todavía en mi lista de prioridades.
No creo que vaya a tener el mismo problema con Elora. Aunque parece que a la bruja le vaya a dar un ataque de un momento a otro, algo me dice que sus reacciones no alcanzarán la violencia física. De la verbal no estoy tan seguro, pero puedo sobrevivir a ello. He soportado cosas peores en la vida que el disgusto de quien creía ser hija única, y de pronto ve que las cosas han cambiado de un modo que no esperaba.
Sumido en mis pensamientos, escucho cómo Leif nos habla ahora sobre la importancia de la familia. De la necesidad de respetarnos, y de confiar los unos en los otros. Resulta más fácil decirlo que hacerlo. Especialmente cuando acabamos de conocernos todos ahora, y de un modo poco menos que violento. Todavía apoyado contra el tronco, dejo vagar mi mirada de Elora a Reydek, y de éste, a Leif. Imagino que no encontraré momento mejor que éste para presentarme, y romper el silencio que he mantenido desde que salimos a su encuentro.
- Igual que Reydek, llegué a París hace poco en busca de Leif. Y aunque no esperaba que tuviera tantos hijos, me alegra que sea así. Una manada grande y unida siempre es más fuerte. - Me abstengo de hacer ningún comentario sobre modales, intentando decir cosas que, en esencia, no dejan de ser verdad. Todos mis hermanos por parte de madre murieron hace tiempo, y en mi fuero interno, debo reconocer que resulta reconfortante no ser el único vástago Paine. Aunque eso implique estar emparentado con una hechicera chillona y un licántropo con ojos de asesino.
Cambiando de pierna el peso de mi cuerpo, continúo observando cómo se desarrolla la situación en el claro. Leif le ofrece a Reydek la mano para ayudarle a incorporarse, después de haberle tocado intencionadamente la herida. Es evidente que él también percibe que el rubio no es de fiar, y quiere marcar territorio con una advertencia. Si me traicionas, te mato. Fácil y para toda la familia. Aunque en mi opinión, que sea de nuestra sangre sólo hace que empeorar la situación.
Emito un suspiro apenas audible, mirando fijamente a mi nuevo hermano. Haré todo lo que esté en mi mano para que encajemos, pero no soy estúpido; no pienso dejar que me ponga la mano encima. Ni siquiera por evitar una pelea familiar. Pero si la tensión estalla, si mis cálculos no son erróneos y acabamos llevándonos mal, será difícil que el problema no acabe con uno de nosotros dos muerto. Y matar a mi familia no está todavía en mi lista de prioridades.
No creo que vaya a tener el mismo problema con Elora. Aunque parece que a la bruja le vaya a dar un ataque de un momento a otro, algo me dice que sus reacciones no alcanzarán la violencia física. De la verbal no estoy tan seguro, pero puedo sobrevivir a ello. He soportado cosas peores en la vida que el disgusto de quien creía ser hija única, y de pronto ve que las cosas han cambiado de un modo que no esperaba.
Sumido en mis pensamientos, escucho cómo Leif nos habla ahora sobre la importancia de la familia. De la necesidad de respetarnos, y de confiar los unos en los otros. Resulta más fácil decirlo que hacerlo. Especialmente cuando acabamos de conocernos todos ahora, y de un modo poco menos que violento. Todavía apoyado contra el tronco, dejo vagar mi mirada de Elora a Reydek, y de éste, a Leif. Imagino que no encontraré momento mejor que éste para presentarme, y romper el silencio que he mantenido desde que salimos a su encuentro.
- Igual que Reydek, llegué a París hace poco en busca de Leif. Y aunque no esperaba que tuviera tantos hijos, me alegra que sea así. Una manada grande y unida siempre es más fuerte. - Me abstengo de hacer ningún comentario sobre modales, intentando decir cosas que, en esencia, no dejan de ser verdad. Todos mis hermanos por parte de madre murieron hace tiempo, y en mi fuero interno, debo reconocer que resulta reconfortante no ser el único vástago Paine. Aunque eso implique estar emparentado con una hechicera chillona y un licántropo con ojos de asesino.
Kethyr Paine- Licántropo Clase Baja
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Re: #Fábula - Paine
La bruja escuchó a su padre atentamente, cuando Leif le dijo a Reydek que ella no era menos por ser mujer y que eran tan hija como él, esbozó una sonrisa triunfal, casi de superioridad. Por supuesto que ella no era una cualquiera ni era menos que él. Ella había sido la primera en llegar a la vida del capitán, les gustase o no.
Lo que dijo a continuación de respetarse le hizo resoplar y fruncier el ceño, de eso ya no estaba tan convencida, no los conocía de nada y no le gustaba en absoluto la actitud del lobo herido porque era un sobrado y una bocazas...quizás porque ella también lo era a veces y eso la hacía chocar.
Entonces Kethyr se presentó y habló en tono calmado y con gestos neutros. ¿Qué le pasaba a ese tipo? ¿acaso era un blandito? ¿dónde tenía los genes Paine, en el culo? ¿Manada? de qué narices estaban hablando?
Entonces cayó en la cuenta. Todos ellos eran lobos y tenían ese instinto animal que los hacía sentirse fuertes estando juntos, obedeciendo al líder alfa. Pero ella no tendría lugar en esa manada. No era un licántropo, tenía problemas con lo de obedecer al alfa porque su padre y ella veían la vida de formas muy diferentes. Para empezar, Leif no veía bien a Xar y eso para ella innegociable.
Resopló observándolos a los tres. Su voz sonó fría, pero en realidad estaba tapando la rabia, la impotencia que sentía por no poder competir con eso: ella era humana, una bruja, no un licántropo ni un hombre. Era el dolor el que la empujó a escupir aquellas palabras.
— Una manada... bien. Ya veo. Todos los lobos juntos. Salir a cazar, proteger el territorio, reirse de las mismas bromas...Suena muy bien. Pero yo no soy un lobo, padre. ¿Recuerdas? lo único que puedo hacer por esta manada es... fregar los platos. No pienso tirar mi vida por la borda así. No dejaré a Xaryne atrás, ni a Theron.— Tragó saliva sintiendo como le escocían los ojos.— Ya sabeis donde encontrarme, sólo tenéis que seguir el hedor de la magia ¿no es así?...pffff mierda... maldito día, joder.— recogió su bolsa donde estaban las setas que necesitaba para el hechizo de unión de almas y la miró un instante mientras se la colgaba al hombro y encaminándose de nuevo hacia el sendero que la llevaría de vuelta a su caballo. Se giró a mirar de nuevo a su padre y a los otros dos.— La sangre nos hace parientes, pero sólo la lealtad nos hace familia. Al primero que la rompa...le espera una eternidad muy jodida, y eso es una promesa.
Lo que dijo a continuación de respetarse le hizo resoplar y fruncier el ceño, de eso ya no estaba tan convencida, no los conocía de nada y no le gustaba en absoluto la actitud del lobo herido porque era un sobrado y una bocazas...quizás porque ella también lo era a veces y eso la hacía chocar.
Entonces Kethyr se presentó y habló en tono calmado y con gestos neutros. ¿Qué le pasaba a ese tipo? ¿acaso era un blandito? ¿dónde tenía los genes Paine, en el culo? ¿Manada? de qué narices estaban hablando?
Entonces cayó en la cuenta. Todos ellos eran lobos y tenían ese instinto animal que los hacía sentirse fuertes estando juntos, obedeciendo al líder alfa. Pero ella no tendría lugar en esa manada. No era un licántropo, tenía problemas con lo de obedecer al alfa porque su padre y ella veían la vida de formas muy diferentes. Para empezar, Leif no veía bien a Xar y eso para ella innegociable.
Resopló observándolos a los tres. Su voz sonó fría, pero en realidad estaba tapando la rabia, la impotencia que sentía por no poder competir con eso: ella era humana, una bruja, no un licántropo ni un hombre. Era el dolor el que la empujó a escupir aquellas palabras.
— Una manada... bien. Ya veo. Todos los lobos juntos. Salir a cazar, proteger el territorio, reirse de las mismas bromas...Suena muy bien. Pero yo no soy un lobo, padre. ¿Recuerdas? lo único que puedo hacer por esta manada es... fregar los platos. No pienso tirar mi vida por la borda así. No dejaré a Xaryne atrás, ni a Theron.— Tragó saliva sintiendo como le escocían los ojos.— Ya sabeis donde encontrarme, sólo tenéis que seguir el hedor de la magia ¿no es así?...pffff mierda... maldito día, joder.— recogió su bolsa donde estaban las setas que necesitaba para el hechizo de unión de almas y la miró un instante mientras se la colgaba al hombro y encaminándose de nuevo hacia el sendero que la llevaría de vuelta a su caballo. Se giró a mirar de nuevo a su padre y a los otros dos.— La sangre nos hace parientes, pero sólo la lealtad nos hace familia. Al primero que la rompa...le espera una eternidad muy jodida, y eso es una promesa.
Última edición por Elora Paine el Dom Mar 05, 2017 1:03 pm, editado 1 vez
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Re: #Fábula - Paine
Cada uno de los licántropos estaba situado de una forma estratégica. Los tres se veían desde sus puntos de partida. Cualquier signo de hostilidad que sobrepasara el limitado hasta ahora, provocaría una lucha a muerte entre ellos. Siento claramente Reydek el que jugaría a desventaja, porque el otro hermano había dejado clara su postura y apariencia, que pintaba ser bastante débil por el momento.
El lobo alzó su mirada hasta la pequeña bruja. No le había hablado de aquella manera por ser mujer, si no porque no soportaba la actitud infantil de la cría. No podía creerse que ante aquella situación lo único que le preocupase fuese que ella no era una Licántropo, o sentirse desplazada. Quería meterla un buen calcetín sudado en la boca y perderla de vista el tiempo que tardase en quitárselo y limpiarse. Se tomaría un buen respiro y su paciencia volvería a regenerarse lo suficiente para poder soportar de nuevo su chillona voz.
Aceptó la mano del alfa de la manada y se puse en pie. Una mueca de dolor se mostró en su rostro mientras escuchaba al pequeño de los Paine hablar y a Elora replicar una vez más lo disconforme que se encontraba con la nueva situación familiar. De nuevo, el lobo volvió a mirarla, esta vez con lastima. Realmente la pequeña se sentía dolida hasta el extremo de que sus ojos se habían tornado cristalinos. Negó con la cabeza mientras alzaba su mano derecha para pararla - Elora - susurró con voz ronca, por el esfuerzo de mantenerse allí de pie - Harás más de lo que crees, y me gustaría que eso entrase en tu cabeza - bajó su mano cerrándola en un puño, estaba más seguro de que ahora mismo ella era mucho mal útil que el hermano con tan poco criterio que tenía a escasos metros de él - No he venido a dañar a los míos, sean Licántropos o no. He venido a cuidar de ellos - le explicó - y tu eres una de nosotros - su voz se quebró con la última palabra para desencadenar en una tos sangrienta, sus piernas flaquearon cayendo de rodillas en la húmeda hierba. Apoyó ambas manos para no desfallecer del todo y dejó la cabeza entre sus hombros. Escupió casi sin fuerza y cerró los ojos - No tengo más que decir por hoy - musitó. Ponía la mano en el fuego a que la hemorragia estaba disfrutando de un parque de atracciones en su interior. Trató de levantarse pero no hubo manera.
El lobo alzó su mirada hasta la pequeña bruja. No le había hablado de aquella manera por ser mujer, si no porque no soportaba la actitud infantil de la cría. No podía creerse que ante aquella situación lo único que le preocupase fuese que ella no era una Licántropo, o sentirse desplazada. Quería meterla un buen calcetín sudado en la boca y perderla de vista el tiempo que tardase en quitárselo y limpiarse. Se tomaría un buen respiro y su paciencia volvería a regenerarse lo suficiente para poder soportar de nuevo su chillona voz.
Aceptó la mano del alfa de la manada y se puse en pie. Una mueca de dolor se mostró en su rostro mientras escuchaba al pequeño de los Paine hablar y a Elora replicar una vez más lo disconforme que se encontraba con la nueva situación familiar. De nuevo, el lobo volvió a mirarla, esta vez con lastima. Realmente la pequeña se sentía dolida hasta el extremo de que sus ojos se habían tornado cristalinos. Negó con la cabeza mientras alzaba su mano derecha para pararla - Elora - susurró con voz ronca, por el esfuerzo de mantenerse allí de pie - Harás más de lo que crees, y me gustaría que eso entrase en tu cabeza - bajó su mano cerrándola en un puño, estaba más seguro de que ahora mismo ella era mucho mal útil que el hermano con tan poco criterio que tenía a escasos metros de él - No he venido a dañar a los míos, sean Licántropos o no. He venido a cuidar de ellos - le explicó - y tu eres una de nosotros - su voz se quebró con la última palabra para desencadenar en una tos sangrienta, sus piernas flaquearon cayendo de rodillas en la húmeda hierba. Apoyó ambas manos para no desfallecer del todo y dejó la cabeza entre sus hombros. Escupió casi sin fuerza y cerró los ojos - No tengo más que decir por hoy - musitó. Ponía la mano en el fuego a que la hemorragia estaba disfrutando de un parque de atracciones en su interior. Trató de levantarse pero no hubo manera.
Reydek Paine- Licántropo Clase Media
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Re: #Fábula - Paine
Kethyr, tan callado como siempre, alejado de la escena como un simple observador. Recordó sus palabras el día que llegó: "aprenderé todo lo que quieras mostrarme sobre mi nueva naturaleza. Sin rencor. Sin quejas. Pero sin participar tampoco en tus correrías, sea cual sea su naturaleza". Aquella noche le dio la razón, pero si realmente iba a quedarse y formar parte de la manada debía comprender que ante una situación así no podía simplemente detenerse a observar. Por el momento, no obstante, no le dedicaría charla alguna, no hacía tanto que convivía a su lado y tal vez solo necesitaba tiempo para salir de aquella especie de cascarón en el que se encerraba.
Elora, por otro lado, no le sorprendió en absoluto. Siempre tan terca e impulsiva, llegando a sus propias conclusiones sin detenerse un segundo a pensar. Admiraba su fuerza y su valor, pero llegaba a crisparle los nervios que saltara siempre tan a la defensiva. Al contrario que con Kethyr, no podía dejarla ir sin más, había llegado el momento de tener unas palabras con ella sin la cazadora de por medio, ni excusa que valiera para que se fuera con su carácter tempestivo.
-Kethyr, ayuda a tu hermano e id tirando hacia la cabaña. Túmbale en mi cama y esperad ahí por mí - ordenó sin necesidad de alzar la voz, mirando a su hijo menor a los ojos con la seriedad que aquel momento precisaba. No quería peros, no podía quedarse observando mientras Reydek perdía sangre. - Yo iré enseguida - esperó a que desaparecieran entre la maleza para dar la vuelta e ir tras su hija Elora, deteniéndola en medio del camino mientras se colmaba de paciencia.
Pensó muy bien qué decirle y cómo hacerlo, midiendo cada palabra para no iniciar otra pelea que se fuera de las manos. Podía medio comprender lo que pasaba por la cabeza de su hija, lo había visto antes en su propio navío: cuando alguien más nuevo y joven era promocionado a una posición más alta, siempre había alguno creando problemas por tema de celos y envidias. No iba a permitir que eso ocurriera también en su casa.
-Elora, quiero que me escuches atentamente. Lo primero que necesitas entender es que yo nunca te abandoné. De haber sabido que existías te habría llevado conmigo. Sé que soy un hombre duro y frío, pero eres lo suficientemente astuta y avispada para darte cuenta de muchas cosas aunque no las diga en voz alta. Insistes en que no he aceptado a la cazadora, eso es porque eres mi hija y para mí nadie será jamás suficiente... pero no he vuelto a interponerme en vuestra relación. Todo lo que haya dicho ha sido por tu bien, aunque tú creas que busco llevarte la contraria.
Se le daban fatal las charlas sentimentales o de carácter emocional, solo esperaba que su hija estuviera escuchándole atentamente porque no era hombre de repetir.
-Eres una Paine, Elora, eres mi familia. Y no importa cuántos hijos míos aparezcan, nuestro vínculo es distinto al que pueda tener con ellos. Tal vez algún día lo entiendas. Por ahora lo único que puedo añadir es que puedes venir siempre que quieras, pero si no te he traído antes es porque comprendo que tu vida está en la ciudad. La mía está aquí, donde pueda protegerme de los que buscan mi cabeza.
Le pasó una mano por los hombros y la atrajo hacia su cuerpo para darle un abrazo, algo que en el fondo sabía su hija siempre deseaba. El cariño, muestras de amor, cosas que raramente salían de Leif Paine.
-Ahora, por favor, cálmate y ven conmigo. Reydek necesita ayuda y tú eres una bruja poderosa, seguro que puedes hacer algo por él.
Elora, por otro lado, no le sorprendió en absoluto. Siempre tan terca e impulsiva, llegando a sus propias conclusiones sin detenerse un segundo a pensar. Admiraba su fuerza y su valor, pero llegaba a crisparle los nervios que saltara siempre tan a la defensiva. Al contrario que con Kethyr, no podía dejarla ir sin más, había llegado el momento de tener unas palabras con ella sin la cazadora de por medio, ni excusa que valiera para que se fuera con su carácter tempestivo.
-Kethyr, ayuda a tu hermano e id tirando hacia la cabaña. Túmbale en mi cama y esperad ahí por mí - ordenó sin necesidad de alzar la voz, mirando a su hijo menor a los ojos con la seriedad que aquel momento precisaba. No quería peros, no podía quedarse observando mientras Reydek perdía sangre. - Yo iré enseguida - esperó a que desaparecieran entre la maleza para dar la vuelta e ir tras su hija Elora, deteniéndola en medio del camino mientras se colmaba de paciencia.
Pensó muy bien qué decirle y cómo hacerlo, midiendo cada palabra para no iniciar otra pelea que se fuera de las manos. Podía medio comprender lo que pasaba por la cabeza de su hija, lo había visto antes en su propio navío: cuando alguien más nuevo y joven era promocionado a una posición más alta, siempre había alguno creando problemas por tema de celos y envidias. No iba a permitir que eso ocurriera también en su casa.
-Elora, quiero que me escuches atentamente. Lo primero que necesitas entender es que yo nunca te abandoné. De haber sabido que existías te habría llevado conmigo. Sé que soy un hombre duro y frío, pero eres lo suficientemente astuta y avispada para darte cuenta de muchas cosas aunque no las diga en voz alta. Insistes en que no he aceptado a la cazadora, eso es porque eres mi hija y para mí nadie será jamás suficiente... pero no he vuelto a interponerme en vuestra relación. Todo lo que haya dicho ha sido por tu bien, aunque tú creas que busco llevarte la contraria.
Se le daban fatal las charlas sentimentales o de carácter emocional, solo esperaba que su hija estuviera escuchándole atentamente porque no era hombre de repetir.
-Eres una Paine, Elora, eres mi familia. Y no importa cuántos hijos míos aparezcan, nuestro vínculo es distinto al que pueda tener con ellos. Tal vez algún día lo entiendas. Por ahora lo único que puedo añadir es que puedes venir siempre que quieras, pero si no te he traído antes es porque comprendo que tu vida está en la ciudad. La mía está aquí, donde pueda protegerme de los que buscan mi cabeza.
Le pasó una mano por los hombros y la atrajo hacia su cuerpo para darle un abrazo, algo que en el fondo sabía su hija siempre deseaba. El cariño, muestras de amor, cosas que raramente salían de Leif Paine.
-Ahora, por favor, cálmate y ven conmigo. Reydek necesita ayuda y tú eres una bruja poderosa, seguro que puedes hacer algo por él.
Leif Paine- Licántropo Clase Baja
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Re: #Fábula - Paine
No contenta con el espectáculo que ya ha montado, Elora barbotea unas cuantas palabras más a voz de grito. Todas y cada una de ellas matizadas por un aroma inconfundible a celos, que no alcanzo a comprender. Somos unos completos desconocidos para ella, cuya existencia desconocía hasta hace apenas media hora. Si podía afrontar las facetas de su vida antes de nuestra aparición, ¿qué es lo que ha cambiado ahora? ¿su felicidad? ¿su ignorancia? ¿la porción de Leif que le pertenece? Es simplemente tan absurdo, que la única Paine libre de la maldición sienta envidia de los vástagos perdidos de su padre, que casi espero que se tire al suelo a patalear. Sería la guinda de este encuentro, que está resultando de todo menos típico.
La única razón por la cual no respondo a su comentario es porque entiendo la urgencia de Leif. Reydek se está desangrando, y para bien o para mal, alguien tiene que ayudarle. De modo que me incorporo para acercarme cautamente a donde está apoyado, mis sentidos alerta por si posee intenciones ocultas. Sigo pensando que hay algo extraño en él, y no quiero correr ningún riesgo innecesario. - Un sólo movimiento extraño y perderás mi confianza. Suponga lo que suponga eso para ti - Le susurro, pasando su brazo por mi hombro para cargar con el peso de su cuerpo. La sangre de mi hermano corre cálida por mi gastada camisa, manchándola de un intenso escarlata. Fluye con mayor fuerza cuando hace movimientos bruscos con el hombro, de modo que intento sostenerlo de la manera menos ruda posible. No lo levanto hasta que no estoy seguro de que no va a resbalar en un momento de debilidad. Sé cómo asegurar bien una carga, consecuencia de pasar tantos años trabajando en el puerto de Le Havre.
No sin dificultad, Reydek y yo atravesamos el bosque en dirección a la grieta de Leif. Tardamos el doble del tiempo habitual, rodeando aquellas zonas en las que la espesura podría crearnos algunas dificultades. Aun así, cada vez que su cuerpo sufre alguna sacudida, noto cómo el rubio se tensa junto a mi. Sufre en silencio, sin pronunciar una sola palabra a modo de queja. Aunque no sabría decir si lo hace por no aparentar debilidad, o porque está en su naturaleza el ser callado y frío.
Una vez en la cueva, lo tumbo con delicadeza sobre las pieles sobre las que suele dormir Leif. Ajadas, sucias pero increíblemente cálidas. Y desde luego, mucho mejores que el pedregoso suelo de la montaña. - ¿Cómo te has hecho eso? - Le pregunto a mi hermano, mientras acerco al improvisado lecho un cubo de madera repleto de agua. En él flota el pichel que traía en mis alforjas, por si Reydek quiere beber algo para refrescarse tras la dura caminata. Junto al cubo, dejo el envoltorio en el que Leif guarda la cecina seca. Otro gesto de buena voluntad, que pretende ser una declaración de intenciones por mi parte.
La única razón por la cual no respondo a su comentario es porque entiendo la urgencia de Leif. Reydek se está desangrando, y para bien o para mal, alguien tiene que ayudarle. De modo que me incorporo para acercarme cautamente a donde está apoyado, mis sentidos alerta por si posee intenciones ocultas. Sigo pensando que hay algo extraño en él, y no quiero correr ningún riesgo innecesario. - Un sólo movimiento extraño y perderás mi confianza. Suponga lo que suponga eso para ti - Le susurro, pasando su brazo por mi hombro para cargar con el peso de su cuerpo. La sangre de mi hermano corre cálida por mi gastada camisa, manchándola de un intenso escarlata. Fluye con mayor fuerza cuando hace movimientos bruscos con el hombro, de modo que intento sostenerlo de la manera menos ruda posible. No lo levanto hasta que no estoy seguro de que no va a resbalar en un momento de debilidad. Sé cómo asegurar bien una carga, consecuencia de pasar tantos años trabajando en el puerto de Le Havre.
No sin dificultad, Reydek y yo atravesamos el bosque en dirección a la grieta de Leif. Tardamos el doble del tiempo habitual, rodeando aquellas zonas en las que la espesura podría crearnos algunas dificultades. Aun así, cada vez que su cuerpo sufre alguna sacudida, noto cómo el rubio se tensa junto a mi. Sufre en silencio, sin pronunciar una sola palabra a modo de queja. Aunque no sabría decir si lo hace por no aparentar debilidad, o porque está en su naturaleza el ser callado y frío.
Una vez en la cueva, lo tumbo con delicadeza sobre las pieles sobre las que suele dormir Leif. Ajadas, sucias pero increíblemente cálidas. Y desde luego, mucho mejores que el pedregoso suelo de la montaña. - ¿Cómo te has hecho eso? - Le pregunto a mi hermano, mientras acerco al improvisado lecho un cubo de madera repleto de agua. En él flota el pichel que traía en mis alforjas, por si Reydek quiere beber algo para refrescarse tras la dura caminata. Junto al cubo, dejo el envoltorio en el que Leif guarda la cecina seca. Otro gesto de buena voluntad, que pretende ser una declaración de intenciones por mi parte.
Kethyr Paine- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 21/01/2017
Re: #Fábula - Paine
La bruja escuchó el discurso de su padre. ¿Alguna vez había hablado tanto? a lo sumo le había dedicado algunas palabras y casi siempre por efecto del ron, pero normalmente se comunicaba con un abanico de gruñidos rico en matices que ella ya había aprendido a descifrar.
Se quedó bastante anonadada al escuchar todo lo que le estaba diciendo. ¿Cómo había sido posible que Leif Paine cambiase de ser un cruel y despiadado borracho que incluso le había levantado la mano alguna vez, a ser ese hombre orgulloso, líder y paternal? Elora frunció el ceño.
—¿Quién eres y qué le has hecho a mi padre?...— Pero entonces la abrazó y la voz de la morena quedó silenciada por la más completa de las estupefacciones. Eso si que no lo esperaba ni en cien años.
Su padre le estaba diciendo que era importante para él, y no sólo de palabra, también con ese gesto. Le estaba diciendo que jamás la habría abandonado de haber sabido de su existencia, porque ahora que tenía a tres vástagos sólo intentaba que fueran una familia. Una familia. Esa palabra dolía, era muy grande. Ella siempre había deseado una, estaba intentando tener una con Xaryne, y de pronto su padre le ponía en bandeja formar parte de una. Pero era su tacto, su gesto, el aplomo con el que lo había dicho, lo que removieron las aguas más profundas del alma de Elora.
Le importaba, y se alejaba de ella para no molestarla, pero contaba con ella, la consideraba como suya, como su familia, su hija y sería siempre diferente a lo que pudiera tener con sus otros hijos, porque ella era diferente, porque precisamente no era un lobo ni un hombre y no podía tratarla de la misma forma. Pero lo que le estaba diciendo es que la aceptaba así y la quería así y sólo trataba de adaptarse a cómo le iba vieniendo la vida.
Elevó los brazos rodeando su inmensa espalda y soltó todo el aire retenido. Era el único hombre que la había hecho sentir segura a pesar de sus muchos defectos. Y no era fácil aceptar que su nacimiento no fue deseado, es más, fue la guinda a una situación de locos. Ese abrazo sellaba el perdón por ambas partes. Era la forma de Leif de decirle que su maldición, su odio a la bruja que se lo hizo ya no tenía nada que ver con ella, y para Elora, era el momento de enterrar el hacha y aceptar la supremacía de Leif en ese asunto: ahora eran una familia y él era el líder de la manada. No lo cuestionaría más, sólo en privado si cometía alguna barbaridad. Basta de desafíos, basta de luchas.
Era el momento de dejar eso atrás y por una maldita vez en su vida, comportarse como un clan, como lo que eran. Cuando se separaron miró a Leif mucho más tranquila.
— No soy una bruja blanca, pero puedo preguntarle a algun ente qué hierbas necesito para curar eso...— Puso los ojos en blanco y el pelo le flotó un instante, necesitaba rastrear algun espíritu que fuera médico en su otra vida, estando en el bosque no era sencillo, pero a los pocos minutos de haber lanzando la llamada, acudió a ella un tal dr. Rupert y éste le dio las instrucciones básicas: limpieza, sutura por capas y unas infusiones y ungüentos.
Se quedó bastante anonadada al escuchar todo lo que le estaba diciendo. ¿Cómo había sido posible que Leif Paine cambiase de ser un cruel y despiadado borracho que incluso le había levantado la mano alguna vez, a ser ese hombre orgulloso, líder y paternal? Elora frunció el ceño.
—¿Quién eres y qué le has hecho a mi padre?...— Pero entonces la abrazó y la voz de la morena quedó silenciada por la más completa de las estupefacciones. Eso si que no lo esperaba ni en cien años.
Su padre le estaba diciendo que era importante para él, y no sólo de palabra, también con ese gesto. Le estaba diciendo que jamás la habría abandonado de haber sabido de su existencia, porque ahora que tenía a tres vástagos sólo intentaba que fueran una familia. Una familia. Esa palabra dolía, era muy grande. Ella siempre había deseado una, estaba intentando tener una con Xaryne, y de pronto su padre le ponía en bandeja formar parte de una. Pero era su tacto, su gesto, el aplomo con el que lo había dicho, lo que removieron las aguas más profundas del alma de Elora.
Le importaba, y se alejaba de ella para no molestarla, pero contaba con ella, la consideraba como suya, como su familia, su hija y sería siempre diferente a lo que pudiera tener con sus otros hijos, porque ella era diferente, porque precisamente no era un lobo ni un hombre y no podía tratarla de la misma forma. Pero lo que le estaba diciendo es que la aceptaba así y la quería así y sólo trataba de adaptarse a cómo le iba vieniendo la vida.
Elevó los brazos rodeando su inmensa espalda y soltó todo el aire retenido. Era el único hombre que la había hecho sentir segura a pesar de sus muchos defectos. Y no era fácil aceptar que su nacimiento no fue deseado, es más, fue la guinda a una situación de locos. Ese abrazo sellaba el perdón por ambas partes. Era la forma de Leif de decirle que su maldición, su odio a la bruja que se lo hizo ya no tenía nada que ver con ella, y para Elora, era el momento de enterrar el hacha y aceptar la supremacía de Leif en ese asunto: ahora eran una familia y él era el líder de la manada. No lo cuestionaría más, sólo en privado si cometía alguna barbaridad. Basta de desafíos, basta de luchas.
Era el momento de dejar eso atrás y por una maldita vez en su vida, comportarse como un clan, como lo que eran. Cuando se separaron miró a Leif mucho más tranquila.
— No soy una bruja blanca, pero puedo preguntarle a algun ente qué hierbas necesito para curar eso...— Puso los ojos en blanco y el pelo le flotó un instante, necesitaba rastrear algun espíritu que fuera médico en su otra vida, estando en el bosque no era sencillo, pero a los pocos minutos de haber lanzando la llamada, acudió a ella un tal dr. Rupert y éste le dio las instrucciones básicas: limpieza, sutura por capas y unas infusiones y ungüentos.
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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