Marcha Fúnebre [Privado]

por **Bénédicte Rivérieulx** Vie Feb 24, 2017 5:47 am

Cuarto creciente. Ni en la luz ni en las sombras. Ni amiga ni enemiga. Ni aquí ni allá. Esperando que alguien incline la balanza hacia un lado u otro. Un vampiro conoce bien los efectos de este multifacético satélite, y si es astuto, en vez de luchar, juega. Por eso, Bénédicte celebraba con entusiasmo cada vez que avistaba en el cielo aquella fase lunar. La excusa perfecta para ponerse creativo, innovar en sus métodos y dejar que las cabezas caigan.

Aquel impulso lo llevó a conducir a un trío de prisioneros a la azotea, para que desde ahí cumplieran con una tarea muy especial.

— Quiero música y ustedes me la darán. El que haga un trabajo incompleto o desagradable para el oído, pagará su penitencia. — advirtió acariciando los rostros que de miedo mortal tiritaban bajo sus dedos.

Pues tocando en las calles los había encontrado y de la misma forma le recordarían a su captor por qué los mantenía con vida. No por nada los había hecho subir las escaleras con violín en mano.

Sin más demora, e insuflados por las ganas de seguir viviendo, los músicos dieron a la melodía que definiría sus vidas en un trance mortal. El vampiro lo disfrutó, por un rato, hasta que se ubicó tras los desgraciados artistas callejeros intercaladamente. ¿Dónde se quedaría? ¿Para qué? Lo supieron cuando el vampiro detuvo su marcha brutal.

— Las notas caen. Tú también caerás.

Fue lo último que pudo oír el primer violinista, antes de ser arrojado al vacío por esas manos impiadosas. Los dos sobrevivientes temieron lo peor, pero Bénédicte no los dejó parar de tocar. Ya fuera que el ritmo se enfureciera o cohibiera, debía continuar.

Siguió Bénédicte su método cruel, sin sospechar que sus oscuras prácticas traerían a una curiosa criatura bajo su dintel.

por **Mimi Drummond** Dom Abr 02, 2017 11:31 pm

La noche llega y entre ella las suaves notas de un órgano que es tocado con una fina elegancia, dejando en velo la tristeza, la soledad y ese sentimiento de culpa en cada una de las sacras notas que entre ve en la melodía. El eco de la iglesia es el único que acoge ese canto cálido hasta que el tiempo de marcharse llega, el sacerdote es quien la interrumpe y aun cuando ruega quedarse por más tiempo le es negado pues el tiempo apremia y por esas horas una jovencita como ella no debe andar sola por las calles.

Resignada abandona el recinto santo con tristeza de regreso a su casa, entre sus manos tiene su cuaderno de música con las notas más tristes de su alma, al menos así puede evitar oír el la voz de aquella mujer que solo la atormenta.

Crees que tocando esa estridente música te librarás de mi
No me molestarás hoy, estoy muy feliz por haber tocado todo el día en la iglesia sin oír tu voz con una sonrisa responde a la voz que solo en su mente se oye y que solo sus ojos puede ver a aquella mujer que la acompaña

En el silencio de la noche una suave melodía es llevada a sus oídos con el viento nocturno, se asombra y trata de alejarse pero su corazón palpita con fuerza mientras las notas se pierden en el camino más alejado. Sigue el rastro con la esperanza de encontrar a los dueños de aquella dulce melodía que tanto la atrapa. Corre entre el camino buscando con su oído ansiosa rogando que no se detenga y cuando lo hace también ella se detiene hasta que reinicia pero algo falta, lo siente, hay un claro faltante que no completa la armonía de la melodía. Corre por si fuera algún grupo en apuro que pudiera ella ayudar hasta agotarse y así terminar desfallecida en su casa sin pasar por los apuros con quien vive solo en su cabeza.

Corre más a prisa, hasta llegar a la mansión de donde proviene la notas, las puede oír mucho más claras y sus ojos se cierran entregándose a sus dedos que danzan en el aire en el tono como si fuera un piano el que tocara.

Medita un poco el tocar la puerta, pero al ver todo oscuro no tiene más que ir por la parte de atrás observando con atención aquella propiedad

No entres Mimi, algo no está bien
Claro que no está bien, esa música no te gusta y por ello no quieres que entre a escucharla sonríe tocando la puerta

Aguarda en silencio y nada, la música ha callado, se mantiene en silencio, y la curiosidad de ella por aquellas notas es más fuerte que sus sentidos, mira por la ventana y nada más que la oscuridad.

-Iré por atrás-

Camina despacio hasta llegar al jardín, pero sin darse cuenta tropieza con algo, al levantarse su mano presiona una tibia agua con sus cabellos todos hacia adelante, trata de quitarlos manchando su cara un poco con aquello que presume que es lodo, más sus ojos se horrorizan al ver su mano roja y más cuando ve aquello con lo que ha tropezado, un cuerpo, un hombre al que rápidamente retrocede ella asustada y sin pensarlo suelta un grito fuerte cubriéndose los oídos y cerrando sus ojos. Temblando

-NO, NO, NO, NO, NO. LO VOLVÍ A HACER, LO HICE DE NUEVO, LO HICISTE -

Grita tan fuerte temblando cubriendo sus oídos mientras se regaña por aquella muerte, como si fuera la causante pero en su mente se oye una risa siniestra de aquella que solos sus ojos pueden, pero esta vez ella ríe de satisfacción por no haber sido la causante. Tan asustada esta que no sabe que hacer, no puede moverse de lo congelada que se siente en ese momento.

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por **Bénédicte Rivérieulx** Mar Abr 04, 2017 6:28 pm

Un grito de ultratumba marcó el inicio del fin. ¿Fin de qué? Pronto se sabría. Ella lo sabría, la música lo sabría, Bénédicte lo sabría. Un nuevo ratón había entrado a su laberinto y le daría la bienvenida.

Impío, hizo una advertencia al músico sobreviviente antes de ejecutar su plan.

— Pase lo que pase, no dejes de tocar, o cierto miembro dejará de palpitar.

Bajó la mirada hacia la joven y un asomo de lucidez penetró de pronto la nube turbia que ensombrecía su mente. La miró varios segundos, saltones los ojos, inyectándose, y se dijo que era una desgraciada, una perdida con la peor suerte del mundo, y un placer muy hondo lo invadió. Sintió casi deseos de abrazarla en una fuente de sangre, para volverla loca, a pesar de ese aire bobalicón y del torbellino que se apoderada de sus trémulos dedos.

— Estás muerta. — susurró el vampiro a la noche. Volvió a mirarla, dejándola reaccionar: No, no se recomponía. — Estás muerta, maldita. — no se refería precisamente a su cuerpo. Algo más valioso moriría.

Con la agilidad de un diablo del inframundo, Demetrius saltó de la azotea, recorriendo la misma distancia que, penosamente, había matado a los músicos de la calle. Fue como si la sombra de un antílope lloviera cayera desde las estrellas. Y salpicó a su primera víctima de la noche con los pies. Desastre.

Viendo a la intrusa más de cerca, comprobó que se trataba de una mujer menuda y débil físicamente. Adivinaba que apenas debía poderse una cubeta llena de agua sin derramar. Ah, si la vieran los ciudadanos parisenses. Dirían: “Allá, en las afueras de la ciudad, en el Castillo de Los Perdidos, hay una loca moribunda”

Una loca, con esa cara de espanto. Con esos ojos de nutria perdida, o de alma en pena. ¡Loca!

La melodía se hacía más amena, como si capturase la cordura de la mujer y la dejase con lo vesánico. Todavía era una semilla que apenas germinaba, pero Bénédicte estaba impaciente por lograr que echara ramas.

— Pobre y desgraciada novilla, alguien allá arriba está enfadado contigo y yo también; ingresaste a mis dominios sin el debido permiso. ¿Te estabas quejando? — se burló, volviendo a pisotear una y otra vez el cadáver bajo sus pies — Dale más fuerte, tan agudo como antes, como ternero al matadero.

por **Mimi Drummond** Mar Mayo 02, 2017 10:38 pm

Abrio los ojos con horror temblando completamente desorbitada con el eco en su cabeza que gritaba entre risas y gritos. Sus ojos podían ver aquello que nadie más podía, aquellas ánimas que la perturban como su propia consciencia que no hace más que recriminar su impertinencia.

Sus labios tiemblan, se ha congelado petrificada en aquel espectáculo del que no puede escapar ni desviar la mirada como si estuviera perdida. Solo podía seguir los pies de aquel ser que disfrutaba de destrozar a aquel pobre hombre; sus lágrimas corrían silenciosas por su rostro hasta subir la mirada a los ojos ajenos espantándose más. Quiso alejarse, gritar, correr pero su cuerpo no respondía. Los minutos le parecieron horas, desesperantes horas de una pesadilla del que quería despertar.

De la nada los ojos de aquel hombre la despiertan llevando a su tórrida realidad que solo la hacen abrir los labios gritando con fuerza, con una gran desesperación ante la presencia del demonio.

La melodía continúa y ella solo puede gemir entre el dolor y la desesperación, trata de ponerse de pie pero solo puede arrastre como un animal más, un pequeño animalito asustado, recorriendo hacia atrás tratando de evitar que aquel hombre la tocara.

-Alejese…no me toque, no se acerque- gimotea con las manos hacia él rechazando el avance del hombre

En su cabeza se oye la voz de aquella mujer que ahora solo susurra palabras que obligan a la bruja con su mano diestra a crear una barrera protegiéndola pero sin dejar de llorar y con el asombro de lo que ha hecho sin saber la razón.

Su propia locura aumenta con el susurro de aquella mujer que no para atormentando más y más su frágil mente

-Basta, Basta no digan más. Callen no más por favor no más-

Cubre sus oídos con fuerza acunándose en posición fetal tratando de alejar la voz ajena y la propia que solo la inquieta, la rompe. Se autodestruye.

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por **Bénédicte Rivérieulx** Lun Jul 10, 2017 7:25 am

La pobre enferma; enajenada de la tierra que pisaba. La cordura le hacía falta; no distinguía ya entre sus pesadillas y lo que efectivamente estaba aconteciendo. A lo mejor no había diferencia significativa que la salvara de perderse entre las dimensiones, o su vida era tan miserable que entre un mal lúcido y uno desquiciado, se prefería con creces el segundo.

Pero Bénédicte no la compadecía. Oh, no. Le daban ganas de prolongar su tormento. Era lo que merecía, al ser tan patéticamente débil y tonta, tanto como para traspasar sus dominios e internarse en su tumba. Humanos… no tenían idea de cómo utilizar la alineación a beneficio propio.

El rostro del vampiro esbozó una sonrisa torcida, al igual que el ángulo que marcó su cabeza. A la luz grisácea que brindaba esa noche, parecía un títere macabro, destruyendo inocencia.

— ¿Tocarte, dices? No vales ni para lamer las cloacas que ensucian mis siervos. — dijo avanzando hacia la humana sólo para perturbarla. Se detuvo cuando le hacía falta un paso para impactarla. — Hay tantas manos sobre ti que provoca arcadas. Esas zarpas mugrientas que te trepan, de engendros y demonios bajos, ya te marcaron. Puerca, ese es tu nombre. Sucia puerca.

Ah no, que no se cubriera los oídos, descerebrada furcia.

— ¡Óyelos, puerca! Te están llamando. Se acaban de llevar a este y vienen por ti. — dijo mirando por sobre el hombro los restos del que había sido un músico callejero — Cúbrete todo lo que quieras, infeliz. Están dentro de ti. No hay escapatoria. Excepto, claro, arrancarte esa molestia que llamas cabeza.

Y rio para sí. No hallaba tanto placer en la muerte como en su anterior agonía.

por **Mimi Drummond** Miér Ago 02, 2017 10:08 pm

Las voces se vuelven más fuerte, puede oír aun con sus oídos cubiertos; niega con la cabeza no quiere estar ahí pero no tiene la fuerza para salir estaba temblando de miedo una miedo que se ha colado por su cuerpo hasta calarse en los huesos, sus lágrimas salen desesperadas como gritos ahogados de su inmunda desesperación, no puede más su alma está a punto de romperse en miles de pedazos.

Grita se aparta, se arrastra para evitar que la toquen, pone una de sus temblorosas manos hacia adelante como si con eso pudiera evitar que aquel hombre se acercara

-Basta, basta…BASTAAAAAA NO MÁS NO SE ACERQUE- grita entre el lamento y sus ojos perdidos que entre las lágrimas buscan salir de ahí

Sus piernas no le funcionan, no puede ponerse de pie, no responden en lo absoluto y solo puede arrastrarse tratando de salir, sin ver aquellos cuerpos tratando de huir de las voces, las risas, la humillación de quien solo sus ojos puede ver

Ves Mimi, ves lo que ocasionas. Anda, levántate estúpida y deja que te toque, mostrémosle lo débil que es un bruja como nosotros, anda maldito esperpento ponte de pie y tócalo para que me muestre y le demos un final a este
-No, no, nunca lastimaría a un ser humano, aunque él me diga eso yo nunca lo lastimaría…- responde arrastrándose ella siente el peso de aquella ilusión que solo puede ver y oír.

No puede seguir más, al tocar uno de los cadáveres se altera más como para soltar un grito aterrador, está llena de sangre ajena, tierra y suciedad, está más que sucia

-Por favor, por lo que más quiera señor, tenga piedad señor de mí de esta pobre alma que no ha hecho ningún mal, acalle esas voces, aléjelas de mí, yo no soy nadie, no soy nadie soy solo yo y no la puerca que ellos esperan, no soy un ángel ni un demonio soy solo un ser, un ser vaga entre las melodías de la música cual musa que busca desesperada la perdición en ellas, por favor apiádese de mí y no me toque, no se acerque más podría lastimarlo si usted me toca- sus ojos se abren y sus labios tiemblan de miedo

Se aleja de los cuerpos hasta quedar en una esquina casi solitaria en con las piernas recogidas limpiándose con desespero la sangre, sus ojos están dilatados, perturbados repitiendo el limpiarse y sacarse ese color rojo de las manos y parte de su ropa.

Frota, frota con fuerza sin dejar de entonar una melodía, sin dejar de tener los ojos cerrados para no ver al hombre, para no ver a los otros para acallar las voces que se acercan a ella aunque no hay nadie más que solo el viento nocturno y la luz de la luna que los observa cual silenciosa cómplice de la locura y el siniestro.

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