Una vida por una vida

por Invitado Lun Feb 27, 2017 5:33 pm

Finalmente la residencia en Paris estaba preparada para que él la habitara. Después de meses de refacciones y cosas que mudar pudo establecerse en esa ciudad. La residencia de Escocia la dejó en buen resguardo pero no dejó ninguno de sus tesoros allí. Las visitas por ese lugar se habían hecho insoportables así que por obvios motivos tuvo que moverse a un nuevo lugar. Conservó el nombre que había estado usando desde hace una década y se dedicó, como siempre hacia, a los negocios. Entre sus negocios preferidos estaba el de las antigüedades ya que así podía viajar constantemente de un lado a otro. Pasaba desapercibido fácilmente y sin llamar la atención ya que Tom solía siempre usar a otros de intermediarios para sus negocios. Lo único que le preocupaba un poco en esa ciudad era la situación entre los de su raza y los cazadores o inquisidores. Al igual que en otras ciudades, tenía que dedicar algo de su tiempo en formar un pequeño séquito dispuesto a morir por él. De su último comité de compañía habían muerto cuatro en Escocia en diferentes situaciones. Ahora tenía que reemplazarlos o aumentar el número. Su escolta se había reducido a diez personas, tres inmortales como él y los demás apenas y eran esclavos de sangre.

—Mi señor, la conseguimos— dijo el principal de sus sirvientes. Sonrió y dejó el libro que leía mientras estaba sentado en su cómoda butaca. Se encontraba en la biblioteca de su nueva residencia cuando le anunciaron la captura de un espécimen peligroso pero fascinante para los fines que perseguía. ¿Cómo supo de ella? Fácil, ella había sido la responsable de la muerte de uno de sus esclavos de sangre a las afueras de la ciudad, cuando él llegaba a Paris. Era noche de luna llena y por mala fortuna su viaje se retrasó un poco. Tardó semanas en rastrear a la criatura responsable de esa muerte hasta que la encontró en su forma humana. Tom pidió que la capturaran para llevársela a su nueva residencia. Como las anteriores se había preocupado de construir un par de pisos en el subsuelo, una suerte de sótanos, donde guardaba los espacios destinados a actividades específicas. Una parte estaba destinada a ser lo que él llamaba “la guardería”, un lugar con dos celdas y un espacio de tortura. Otro espacio funcionaba como bóveda. Allí enormes cajas contenían antigüedades de inmenso valor.

—Voy para allá— respondió finalmente y dejó la biblioteca para caminar hasta una de las celdas. Uno de los esclavos de sangre comentó lo difícil que fue llevarla sin que diera resistencia. Al parecer la chica había mordido a un par en su forma humana. No tenía de qué preocuparse mientras la mordida no fuera en su forma bestial pues de lo contrario tendría que sacrificar al pobre desafortunado antes de la próxima luna llena. —Ábrela— ordenó y esperó a que la fierecilla saliera. En cuanto la vio sonrió conforme. Era solo una chiquilla en comparación a otros de su raza que había conocido. Tom estaba un poco decepcionado porque uno de los suyos hubiera muerto a manos de ella pero considerando la luna llena todavía no podía juzgar como debía. Sus sirvientes lo dejaron a solas con la chica ya que ese era el procedimiento. Solo asistirían si él lo requería y no era el caso. Al quedarse solos Tom esperó a que ella se acercara un poco a la luz de una chimenea cercana para poder verla mejor —Lamento la brutalidad de mis sirvientes pero la verdad ha sido todo un reto encontrarte— comentó sin estar muy interesado en si ella buscaba escapar o no. En ese lugar ella solo tenía que empezar a preocuparse de la reacción de una persona: él.

por **Nevenka Lèveque** Lun Mar 20, 2017 9:11 pm

La noche comenzó a ponerse pesada. Su andar se veía bastante desanimado. Había bolsas grises bajo sus ojos y un par de arrugas en los costados de su boca que le hacían verse mucho más grande de lo que es. La delgadez extrema y los harapos con los que vestía, sólo confirmaban la teoría. Alguna vez aquella mujer fue una dama resplandeciente y hermosa, no como las que acostumbran adoquinar las calles con sus pomposos vestidos y joyas únicas, sino como ese otro tipo de chica cuya fascinación, curiosidad y hambre de conocimiento, hacen que merodee en cada rincón de bibliotecas, monasterios y cualquier otro tipo de recinto. Por supuesto, no se debe dejar de lado la increíble capacidad y habilidad que tiene para la lucha. Nevenka en sus mejores años, fue la mujer más hermosa entre los cazadores de Rusia y ahora sólo se podía resumir a un vil despojo. No es su culpa verse tan desaliñada, es solo que en los últimos días, había estado experimentado una enfermedad desconocida. Un bulto en su vientre, hambre descomunal, irritación espontánea, sentimientos encontrados. Era bastante difícil seguirle la pista, incluso peor aún que perseguir al objeto de su obsesión. Su hermano.

En medio de la pastosa oscuridad, con un par de armas cargadas en su espalda, hombres cuya procedencia desconocía le saltaron encima. ¿En qué momento fue emboscada? ¿Por qué carajo n pudo olfatearlos si apestan a sangre y muerte al igual que ella? No tuvo tiempo para responder sus inquietudes, ni siquiera pudo reconocer los rostros ajenos. Le habían agarrado con la guardia baja y toda la culpa era suya ¿Cómo es que un cazador logra distraerse? Sentimientos. Gruñe. Siempre lo sostuvo en su mente desde el instante en que Raven desapareció y justo cuando ella se transformó en monstruo. ¿Por qué después de tanto tiempo había dudado en su misión? Miles de cuestiones comenzaban a invadirla a la par en la que aquellos hombres trataban de someter a la bestia. ¡Pobres infelices!

Los movimientos de la morena eran bastantes certeros, sabía dónde atezar el golpe para inmovilizar a su víctima. Además sabía lo que eran ellos y cómo vencerlos. Las cuchillas de plata no tenían el mismo efecto sobre su piel como con la de los licans, pero sin duda alguna provocaban daño y en el punto adecuado, se volvía irreversible. No obstante, los bastardos también conocían a la joven y aparentemente estudiaron sus métodos, sus formas, cada uno de sus movimientos o quizá sólo era el cansancio de Nevenka ¿Hace cuánto que no come? Se defendió como pudo, golpeó, arañó, mordió y rompió un par de huesos antes de uno de ellos atinara en adormecerla con un golpe en la cabeza. En su inconsciencia, la loba tuvo una terrible pesadilla sobre aquella familia que extrañaba, adoraba y ahora asesinaba sin piedad alguna.

Cayó al suelo al ser soltada por los sujetos; levantó el rostro, observó a su alrededor. Pareciera que se encontraba asustada, pero no era así, confundida quizá, más no lo necesario para que se distrajera. Ubico las posibles salidas, hizo un sondeo de los presentes, cuántos de ellos eran esclavos, y quién era su líder. Al encontrar la mirada imponente del vampiro se dio cuenta de todo. Sonrió. Lejos de querer escapar –cosa que resultaba tentadora pero estúpidamente fácil-, se quedó ahí dando un forcejeo para que la soltasen de los brazos y poder arrimarse a la chimenea. Se deshizo del pesado y sucio abrigo que portaba. Algunos de los mecanismos de armamento que portaba bajo la ropa, sonaron estrepitosamente. Arqueó una ceja y suspiró. No sabía si alegrarse porque ninguno de ellos se activó mientras estaba inconsciente o lamentarse por haber sido capturada por la raza más repugnante de la tierra. –Oh, por favor. No ofrezcas falsos lamentos por el comportamiento de un montón títeres a los cuales no se les enseñó modales.- Dijo con firmeza. Si esperaba que se arrodillara a suplicar, estaba completamente equivocado. -¿Un lío encontrarme? Jáh. ¿Acaso esperabas que al salir tus pupilos en la noche estuviese esperándoles con una enorme identificación sobre mi pecho? ¡Por favor, me ofendes y ofendes tu integridad! Por qué sí tienes, no es así- Dio media vuelta hasta que las llamas de la fogata quedaron a su espalda. Encaró el rostro de la muerte misma, pues eso parecía ser aquella escena, un final fatídico para la dama. -¿En nombre de quién estoy aquí?- No era necesario preguntar lo que hacía ahí pues era obvio, lo que ignoraba era la causa.

por Invitado Dom Abr 30, 2017 6:36 pm

No todas las cosas son lo que parecen. Tom se casó de advertirles una y otra vez a algunos de sus guardias, pero no, allí estaban de nuevo intentando lidiar con una chiquilla descontrolada. Negó con la cabeza y suspiró cansado después de escuchar el reporte de los hombres. La fierecilla no solo había acabado con uno de ellos días antes, en una luna llena, sino que ahora había sido complicado atraparla sin que repartiera rasguños, mordidas, y un gran número de improperios. Al menos ya se encontraba en una jaula y le tocaba a él hacerse cargo de la licántropa. ¿Matarla? No, para nada, solo un vampiro idiota mataría algo que puede usar a su favor. Los licántropos son difíciles de controlar pero son bestias al final. Tom dejó la comodidad de la biblioteca para ir a hacia las celdas. En el camino se encontró con algunos jóvenes en su entrenamiento como esclavos de sangre. Acababa de terminar de mudarse a Francia y necesitaba lealtad. Por suerte había varios huérfanos en las calles y otros que podía manipular a su gana para seguir viviendo como siempre lo había hecho.

Cuando llegó a las celdas pidió que dejaran a la vista a la chica y que los dejaran solos. Los guardias lo dudaron por unos segundos, pero terminaron saliendo, pues nunca habían ido en contra de una orden suya. La chica olía mal. Un baño sería lo siguiente que pediría para ella cuando la charla terminara. —Trabajan en sus modales a diario, ahora que lo mencionas, y no es que tú seas un ejemplo de virtud— dijo cubriendo levemente la punta de su nariz mientras cerraba la celda individual donde la chica estuvo. Preocuparse de un ataque sería tonto conociéndose a sí mismo. Por el bien de la chica, Tom esperaba que fuera lo suficientemente inteligente para mantenerse viva mientras estuviera delante de él. —Bien, como sea, usualmente mis rastreadores son muy buenos, pero últimamente me he quedado sin acceso a los de tu especie— respondió despreocupado y apartó una silla cercana para sentarse y observar a la chica cerca de la chimenea. Su ropa tenía que ser quemada lo antes posible.

—¿En nombre de quién? Eso no es relevante, los muertos ya no necesitan un nombre y tú mataste a uno de los míos en la última luna llena. Para mí es toda una inversión tener empleados, capacitarlos, entrenarlos, y luego perderlos— explico todo con la frialdad natural de un hombre de negocios más que la de un vampiro. Tom solo analizaba ganancias y pérdidas antes que razas. Al contrario de otros vampiros no le interesaba aliarse con otras razas si tenía algo de provecho que sacar, como tampoco le importaba destruir a los de su propia raza si se metían en su camino o en sus intereses. —Estás aquí porque debes pagar por lo hecho. No me refiero a que mueras porque de todas formas estaría perdiendo lo invertido. Estás aquí porque debes tomar el lugar del que ha muerto, es eso o perder tu vida. Claro que si aceptas tendrán un trabajo pagado, un baño caliente y cambio de ropa para empezar, y luego se te dirá cuáles son tus funciones. No tengo que aclarar, o quizá sí…— se detiene mientras la observa con cierto fastidio —…que no tienes otra opción, y que cualquier traición de tu parte derivará en una orden de caza. Algunos quieren ganar dinero por la cabeza de otros, dinero que yo puedo dar generosamente, ¿nos estamos entendiendo?— finalizó observando a la chica sin ninguna emoción en el rostro.

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